Lluvia Dorada

por
género
pissing

Era una tarde de finales de verano y no tenía ganas de trabajar. Estaba en el coche y revisé los correos electrónicos de la empresa en mi PDA. Mientras descargaba el correo, entre el spam, apareció ante mis ojos un anuncio de un sitio de publicidad. Lo vinculé y me encontré inundado de anuncios de putas ofreciendo sus favores. Nunca he sido un gran putero, no porque tenga prejuicios, sino porque creo que la búsqueda de la puta adecuada es demasiado complicada y costosa en términos de dinero y esfuerzo.
Al hojear los anuncios, mi atención se centra en la foto de una hermosa joven, que se vende como una experta en el arte de mear. Creo que está de más explicar qué es, sin embargo creo que merece una mención. Mear, orinar, lluvia dorada son términos que resumen en una palabra la práctica de orinarse encima. Existe todo un mundo de fans de este género que es mucho más grande de lo que imaginas. Por lo que a mí respecta, me encanta ver el coño, preferiblemente depilado, que al abrirse deja escapar un abundante y caliente chorro de orina. Si tengo la suerte de tener una vista de abajo hacia arriba, se vuelve sublime. Me encanta que me orinen y me encanta ver mi coño orinar. También me gusta donar mi orina si mi pareja me la pide. Hice el descubrimiento por casualidad hace unos diez años. Si alguien me lo hubiera contado primero le habría llamado loco. Pero ésta es otra historia y quizás merezca otra historia.
Anoto el número de teléfono que estaba en el anuncio y llamo. Acordamos el precio y en menos de veinte minutos llego hasta ella. Una súper chica abre la puerta, incluso mejor de lo que parecía en la foto. Gentile perfumada y se desnudó con: tanga, calzas y una camisa blanca transparente que dejaba al descubierto sus hermosos pechos. Me pregunta qué puede hacer por mí y qué me gusta. Le respondo: "Me gusta tu maravilloso cuerpo, joven y esculpido, quiero tocarlo y lamerlo todo, y quiero mojarme con tu lluvia dorada". Ella acepta, se acuesta en la cama, le quito la tanga y pruebo su coño. Precioso, rosa claro, fragante y al cabo de un rato incluso húmedo. Mi polla estaba a punto de estallar, quería follármela, pero no tenía intención de dejar de verla orinar. Entonces le pedí que me chupara la polla y estuviera lista. Cuando estaba a un paso de correrme, fuimos al baño, me senté en el bidet y ella se paró frente a mí, abrió su coño y orinó en mi pecho. Veo que el líquido sale y me golpea, luego lo siento gotear, está tibio, huele muy bien, es fantástico. Con una mano le toco el culo y con la otra me masturbo. Tan pronto como su lluvia, goteando sobre mí, llega a mi polla, con un grito y un potente chorro me corro sobre ella que mientras tanto me daba las últimas gotas de su precioso néctar. Agotado, recojo lo último de mis fuerzas y seco su coño con mi lengua, saboreando con avidez la poca orina que queda. Incluso hoy, meses después, cuando pienso en ese día, la vuelvo a ver y mis pantalones empiezan a abultarse.
por
escrito el
2024-08-10
2 4 2
visitas
6
votos
evaluación
4.7
tu voto
Denuncia abuso en esto relato erótico

Comentarios de los lectores sobre la historia erótica

cookies policy Para su mejor experiencia del sitio utiliza cookies. Al utilizar este website Usted consiente el uso de cookies de acuerdo con los términos de esta política.