La chica del camping
por
aboixbcs
género
lésbico
Quinta parte de la historia publicada con el mismo título, recomiendo la lectura de las anteriores, antes de seguir, para no perder el hilo. Espero que os esté gustando.
Hacía poco que habíamos terminado de secarnos el pelo y estábamos en plan “tirás” en el bungaló. Nos habíamos puesto una camiseta por encima y, mientras que yo andaba en la cocina preparando algo para merendar, Eva estaba haciendo zapping buscando algo entretenido en la tele.
En ese momento me empezó a sonar el móvil y mi primera reacción fue la de mirar a Eva con cara de asombro. Sólo tenía encendido el móvil “familiar”, un número que solo tenía mi familia y mis amigos más cercanos. Teniendo en cuenta que tenía la certeza de que mis amigos no llamarían, solo me quedaba una opción en la que pensar. Y Eva, al verme la cara, la adivinó de inmediato.
-Tu madre o tu hermana –me dijo.
-Demasiado pronto como para que eso esté ya resuelto –le contesté mientras buscaba el móvil en el fondo de la bolsa –¡Coño! Pues sí. Es Inés… -y atendí enseguida la llamada -¿Qué tienes que decirme? -.
Mi hermana empezó a darme buenas noticias sobre nuestra “riña familiar” y a contarme cómo había terminado haciendo las paces con mi padre. Después de respirar feliz y de sentirme liberada de esa carga, continué charlando animadamente con ella poniéndola al día de todo lo que había vivido yo en estos dos días. Y, claro, cuando le dije que me había liado con una chica y que había participado en una orgía en un yate, mi hermana me empezó a pedir detalles después de llamarme cariñosamente “putón verbenero”.
-Mira, te voy a pasar a Eva y que te lo cuente ella, así aprovecho yo y llamo a mamá con el otro teléfono -.
La primera reacción de Eva fue mirarme con cara de “¿Pero qué haces so loca?” aunque sólo necesite un par de gestos faciales para convencerla de que no se preocupara y que cogiera el teléfono. Finalmente, tal y como suponía, Eva terminó por coger el móvil y pegárselo a la cara para empezar a hablar.
-Hola Inés, soy Eva… Tu hermana ya me ha puesto al día de vuestra bronca familiar y tengo que confesarte que estoy totalmente de tu lado… –.
Eva empezó a cotorrear de una manera exagerada y divertida mientras hablaba con Inés. Era más que evidente que estaba bromeando para tratar de ganarse la confianza de mi hermana.
-No hay derecho a que se hayan portado así contigo- continuó diciendo -que, al fin y al cabo, lo único que has hecho es marcharte de casa y restregárselo a tu padre por la cara pero mira… Esas cosas hay que hacerlas a veces para hacer valer nuestro criterio. Entonces… ¿Ya os habéis arreglado? ¡Qué alegría me das chica! No puedes hacerte una idea. Bueno pues… Dime, ¿Qué quieres que te cuente de la marrana de tu hermana? -.
-Pero mira que eres cabrona tú también –le dije riéndome mientras que me marchaba en busca del otro móvil.
Aunque, por un lado, me daba miedo la complicidad que pudieran llegar a tener mi hermana y Eva, por otro, esa misma razón me animaba a ponerlas en contacto. Sabía que se iban a entender y que iban a hacer buenas migas. Yo aproveché para hablar con mi madre y conocer todas las versiones de la historia para construir la realidad. Luego le conté que estaba bien, que estaba en Mojácar y que, esta desconexión de la rutina habitual, me estaba viniendo muy bien y que no tenían que preocuparse por nada. Que ya había hablado con mi hermana, que volvería en un par de días a casa y que iría directa a verles.
Cuando terminé de hablar con mi madre volví al salón. Eva se había levantado del sofá y seguía hablando con mi hermana pero, además, trataba de hacerse una foto con su propio móvil.
-¿Qué haces? –pregunté desconcertada.
-¡Ay! Toma… hazme una foto. Ya lo tienes listo… -y me soltó el teléfono.
Sin tener aún claro de qué iba la cosa le hice la foto. Eva se había sentado apoyando el costado contra el respaldo del sofá, con las piernas flexionadas y con los pies debajo del culo. Posó hasta que el flash saltó y, acto seguido, me alargó la mano pidiéndome que le devolviera el teléfono.
-Ya la tengo –le dijo a mi hermana –dame tu número -.
-¡¿Pero qué hacéis?! –exclamé totalmente perdida –Anda pásame a mi hermana y ve marcando: 677… -.
Eva me devolvió el móvil tras despedirse de mi hermana y empezó a teclear el número que le iba diciendo. Luego comencé yo a hablar de nuevo con ella.
-¿se puede saber qué hace Eva enviándote una foto? -.
Ese fue el comienzo de una conversación en la que mi hermana estaba muerta de la risa y no hacía más que meterse conmigo bromeando acerca de mi faceta lésbica, mi desinhibición y mi descaro. Luego se fue calmando hasta que la charla terminó zanjándose con una cariñosa despedida tras la que retomé la conversación con Eva.
-No me habías dicho que tu hermana estaba casi tan buena como tú –me dijo sonriendo.
-¡Ah! ¿Qué ella también te ha mandado una foto? A verla… -Eva extendió el brazo y me alargó su móvil -¡¡¿Pero que hace mi hermana mandándote una foto en bolas?!! -.
Como lo oís. Una foto en la que Inés aparecía recostada sobre una cama con las piernas estiradas, apoyando la cabeza sobre el dorso de su mano y con el brazo apoyado en la almohada y totalmente desnuda. No sabía que mi hermana se hiciera fotos de este tipo ¡Y mucho menos que, encima, las enviara! Pero es que, además, ¿Qué hacía enviándosela a Eva?
-¿Mi hermana ha estado ligando contigo? Mira que es… ¿Y tú qué haces respondiendo? –reí.
-¡Y da gracias a que no me he quitado la camiseta! –me dijo ella también riendo –que a punto he estado -.
-¡Tía! Que estás hablando de mi hermana… ¡Que te estás acostando conmigo! –.
-¡¡Calla coño!! Que sabes que soy de fantasía fácil y ya nos he imaginado a las tres juntas por tu culpa –y nos echamos a reír –…Se ha puesto a tontear de coña con lo de las fotos y le he seguido el juego… -terminó por decir para darme una explicación.
Mientras me contaba las tonterías que había hablado con mi hermana, Eva y yo aprovechamos para merendar porque, con la llamada, aún no habíamos comido nada. Durante la conversación Eva me volvió a sacar la historia de mi trío frustrado con Iván.
-Puesto que el problema familiar ya está resuelto –me decía –tal vez ahora sí que puedas encontrar esa predisposición que, cuando lo de Iván, no tuviste. ¿No te parece? -.
-Si tenemos en cuenta lo que ha pasado esta mañana en el barco, creo que sobra buscar esa predisposición, ¿No crees? ¡Por Dios! Que he pasado de ser una mojigata a pendonear como un putón verbenero, como dice mi hermana –contesté bromeando.
-Pero, esta mañana, aunque hayamos estado todos juntos, sólo has follado con Gabi. No es lo mismo que un trío… -.
-No lo es, tienes razón… Pero, así, atando cabos y ahora que lo pienso… Un trío con Gabi y contigo sí que me montaba –y volvimos a reír.
-¿Y si él no quisiera? –me preguntó.
-¿Tu quieres? Pues si a ti te apetece seguro que, tarde o temprano, acabamos encontrando un candidato oportuno. ¿O no? -.
-¡Y a más de uno! –exclamó provocando de nuevo nuestra risa por la obviedad –Y… ¿Qué vamos a hacer esta noche?, ¿A ti te apetece salir? –me preguntó a continuación relajando de ese modo la charla.
-Pues no lo sé –empecé a contestar –por un lado me gustaría salir para celebrar que mi hermana y mi padre han hecho las paces pero, por otro, pienso que esa celebración debo realizarla con ellos. Además, estoy aplatanada de estar todo el día al sol y me apetece calma. Un plan tranquilito igual me convence pero casi que prefiero quedarme en plan perra en el bungaló… ¿Qué te apetece a ti? -.
-Pues, si te soy sincera, no tengo ni puta idea… Por un lado me apetece salir, quedar con esta gente… Pero, por otro, estoy tan hecha polvo como tú. No sé lo que haré… Igual se me ocurre algo de aquí a un rato -.
Y, al rato, a Eva se le ocurrió que le apetecía quedar con Fer y con esta gente para tomarse algo. Yo decliné la propuesta porque estaba, de verdad, agotada. Así que le dije que tenía intención de quedarme tirada en el sofá toda la noche hasta que me venciera el sueño.
Hacía poco que habíamos terminado de secarnos el pelo y estábamos en plan “tirás” en el bungaló. Nos habíamos puesto una camiseta por encima y, mientras que yo andaba en la cocina preparando algo para merendar, Eva estaba haciendo zapping buscando algo entretenido en la tele.
En ese momento me empezó a sonar el móvil y mi primera reacción fue la de mirar a Eva con cara de asombro. Sólo tenía encendido el móvil “familiar”, un número que solo tenía mi familia y mis amigos más cercanos. Teniendo en cuenta que tenía la certeza de que mis amigos no llamarían, solo me quedaba una opción en la que pensar. Y Eva, al verme la cara, la adivinó de inmediato.
-Tu madre o tu hermana –me dijo.
-Demasiado pronto como para que eso esté ya resuelto –le contesté mientras buscaba el móvil en el fondo de la bolsa –¡Coño! Pues sí. Es Inés… -y atendí enseguida la llamada -¿Qué tienes que decirme? -.
Mi hermana empezó a darme buenas noticias sobre nuestra “riña familiar” y a contarme cómo había terminado haciendo las paces con mi padre. Después de respirar feliz y de sentirme liberada de esa carga, continué charlando animadamente con ella poniéndola al día de todo lo que había vivido yo en estos dos días. Y, claro, cuando le dije que me había liado con una chica y que había participado en una orgía en un yate, mi hermana me empezó a pedir detalles después de llamarme cariñosamente “putón verbenero”.
-Mira, te voy a pasar a Eva y que te lo cuente ella, así aprovecho yo y llamo a mamá con el otro teléfono -.
La primera reacción de Eva fue mirarme con cara de “¿Pero qué haces so loca?” aunque sólo necesite un par de gestos faciales para convencerla de que no se preocupara y que cogiera el teléfono. Finalmente, tal y como suponía, Eva terminó por coger el móvil y pegárselo a la cara para empezar a hablar.
-Hola Inés, soy Eva… Tu hermana ya me ha puesto al día de vuestra bronca familiar y tengo que confesarte que estoy totalmente de tu lado… –.
Eva empezó a cotorrear de una manera exagerada y divertida mientras hablaba con Inés. Era más que evidente que estaba bromeando para tratar de ganarse la confianza de mi hermana.
-No hay derecho a que se hayan portado así contigo- continuó diciendo -que, al fin y al cabo, lo único que has hecho es marcharte de casa y restregárselo a tu padre por la cara pero mira… Esas cosas hay que hacerlas a veces para hacer valer nuestro criterio. Entonces… ¿Ya os habéis arreglado? ¡Qué alegría me das chica! No puedes hacerte una idea. Bueno pues… Dime, ¿Qué quieres que te cuente de la marrana de tu hermana? -.
-Pero mira que eres cabrona tú también –le dije riéndome mientras que me marchaba en busca del otro móvil.
Aunque, por un lado, me daba miedo la complicidad que pudieran llegar a tener mi hermana y Eva, por otro, esa misma razón me animaba a ponerlas en contacto. Sabía que se iban a entender y que iban a hacer buenas migas. Yo aproveché para hablar con mi madre y conocer todas las versiones de la historia para construir la realidad. Luego le conté que estaba bien, que estaba en Mojácar y que, esta desconexión de la rutina habitual, me estaba viniendo muy bien y que no tenían que preocuparse por nada. Que ya había hablado con mi hermana, que volvería en un par de días a casa y que iría directa a verles.
Cuando terminé de hablar con mi madre volví al salón. Eva se había levantado del sofá y seguía hablando con mi hermana pero, además, trataba de hacerse una foto con su propio móvil.
-¿Qué haces? –pregunté desconcertada.
-¡Ay! Toma… hazme una foto. Ya lo tienes listo… -y me soltó el teléfono.
Sin tener aún claro de qué iba la cosa le hice la foto. Eva se había sentado apoyando el costado contra el respaldo del sofá, con las piernas flexionadas y con los pies debajo del culo. Posó hasta que el flash saltó y, acto seguido, me alargó la mano pidiéndome que le devolviera el teléfono.
-Ya la tengo –le dijo a mi hermana –dame tu número -.
-¡¿Pero qué hacéis?! –exclamé totalmente perdida –Anda pásame a mi hermana y ve marcando: 677… -.
Eva me devolvió el móvil tras despedirse de mi hermana y empezó a teclear el número que le iba diciendo. Luego comencé yo a hablar de nuevo con ella.
-¿se puede saber qué hace Eva enviándote una foto? -.
Ese fue el comienzo de una conversación en la que mi hermana estaba muerta de la risa y no hacía más que meterse conmigo bromeando acerca de mi faceta lésbica, mi desinhibición y mi descaro. Luego se fue calmando hasta que la charla terminó zanjándose con una cariñosa despedida tras la que retomé la conversación con Eva.
-No me habías dicho que tu hermana estaba casi tan buena como tú –me dijo sonriendo.
-¡Ah! ¿Qué ella también te ha mandado una foto? A verla… -Eva extendió el brazo y me alargó su móvil -¡¡¿Pero que hace mi hermana mandándote una foto en bolas?!! -.
Como lo oís. Una foto en la que Inés aparecía recostada sobre una cama con las piernas estiradas, apoyando la cabeza sobre el dorso de su mano y con el brazo apoyado en la almohada y totalmente desnuda. No sabía que mi hermana se hiciera fotos de este tipo ¡Y mucho menos que, encima, las enviara! Pero es que, además, ¿Qué hacía enviándosela a Eva?
-¿Mi hermana ha estado ligando contigo? Mira que es… ¿Y tú qué haces respondiendo? –reí.
-¡Y da gracias a que no me he quitado la camiseta! –me dijo ella también riendo –que a punto he estado -.
-¡Tía! Que estás hablando de mi hermana… ¡Que te estás acostando conmigo! –.
-¡¡Calla coño!! Que sabes que soy de fantasía fácil y ya nos he imaginado a las tres juntas por tu culpa –y nos echamos a reír –…Se ha puesto a tontear de coña con lo de las fotos y le he seguido el juego… -terminó por decir para darme una explicación.
Mientras me contaba las tonterías que había hablado con mi hermana, Eva y yo aprovechamos para merendar porque, con la llamada, aún no habíamos comido nada. Durante la conversación Eva me volvió a sacar la historia de mi trío frustrado con Iván.
-Puesto que el problema familiar ya está resuelto –me decía –tal vez ahora sí que puedas encontrar esa predisposición que, cuando lo de Iván, no tuviste. ¿No te parece? -.
-Si tenemos en cuenta lo que ha pasado esta mañana en el barco, creo que sobra buscar esa predisposición, ¿No crees? ¡Por Dios! Que he pasado de ser una mojigata a pendonear como un putón verbenero, como dice mi hermana –contesté bromeando.
-Pero, esta mañana, aunque hayamos estado todos juntos, sólo has follado con Gabi. No es lo mismo que un trío… -.
-No lo es, tienes razón… Pero, así, atando cabos y ahora que lo pienso… Un trío con Gabi y contigo sí que me montaba –y volvimos a reír.
-¿Y si él no quisiera? –me preguntó.
-¿Tu quieres? Pues si a ti te apetece seguro que, tarde o temprano, acabamos encontrando un candidato oportuno. ¿O no? -.
-¡Y a más de uno! –exclamó provocando de nuevo nuestra risa por la obviedad –Y… ¿Qué vamos a hacer esta noche?, ¿A ti te apetece salir? –me preguntó a continuación relajando de ese modo la charla.
-Pues no lo sé –empecé a contestar –por un lado me gustaría salir para celebrar que mi hermana y mi padre han hecho las paces pero, por otro, pienso que esa celebración debo realizarla con ellos. Además, estoy aplatanada de estar todo el día al sol y me apetece calma. Un plan tranquilito igual me convence pero casi que prefiero quedarme en plan perra en el bungaló… ¿Qué te apetece a ti? -.
-Pues, si te soy sincera, no tengo ni puta idea… Por un lado me apetece salir, quedar con esta gente… Pero, por otro, estoy tan hecha polvo como tú. No sé lo que haré… Igual se me ocurre algo de aquí a un rato -.
Y, al rato, a Eva se le ocurrió que le apetecía quedar con Fer y con esta gente para tomarse algo. Yo decliné la propuesta porque estaba, de verdad, agotada. Así que le dije que tenía intención de quedarme tirada en el sofá toda la noche hasta que me venciera el sueño.
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