Noche de verano en la rambla
por
Livido
género
orgías
Historias, fantasías y relatos con derecho reservado por autora.
De cómo me entregue a tres desconocidos para su placer.
Calurosa y pesada la noche de verano, fines de febrero de este año, en Pocitos, Montevideo, serían las dos de la mañana, -si eran-, venia para casa en mi coche por la rambla.
Hacía calor, había gente disfrutando del sábado que nacía, detuve el auto en la rambla, atraída como barbotela a las luces de neón. Un boliche, se me antojó una cerveza antes de irme a dormir a casita. Estaba cansada, venia de una noche de cena con compañeras de trabajo, pero me dieron ganas de una birra.
Baje del carro, y me desparrame en una silla de una mesa en la vereda, del boliche, pedí un chope y me puse mansa disfrutar de un cigarrillo. Llevaba puesta una mini azul de jean, y un top blanco de licra, sin sostén. Venía de una reunión informal, el pelo suelto con una tiara y unos aros que hacen juego, cadenita al tono y poco maquillaje.
Con el espejo de mi tocador repasé el lápiz labial, el que uso de rubro bajo mis mejillas y me acomodé el pelo. Solo de coqueta, si me iba a la cama en unos minutos. Sé que soy una mujer llamativa, lo cultivo y disfruto de ello. Mi necesidad de ser deseada, mi lujuria a flor de piel me han convertido en una hembra sedienta siempre de encuentros.
Me había sacado el sostén a la salida de la reunión y el top apenas disimulaba mis pezones, la cintura y la pancita al aire mostraba una porción generosa de piel, bronceada por los soles del verano.
Durante la semana la respetable profesional esconde sus bajos instintos con una fachada de burguesita de doble apellido, formal y fría, donde mi verdadera personalidad sale los fines de semana y es conocida solo por mi madre, que se hace cruces de la “putesh” de la nena y algunas amigas de salida y jodas.
Adoro el sexo, y me cuesta disimularlo. Por eso no me he comprometido en relaciones duraderas, ni en afectos del corazón, yo busco la satisfacción de ser apetecida, y dejar en mi piel las huellas del sujeto, del encuentro que me arrulle
con toda su energía en mi cuerpo y mi alma.
Di un vistazo a la mesa del costado, por las risas que venían, Tres marineros se entretenían chispeantes y de jolgorio, mientras me miraban los muslos, se entretenían en los pechos, bromeaban y me saludaron con sus jarras, yo asentí con un guiño y eso fue todo, me distraje con una pareja que paso… y me olvide de ellos, quizás inconscientemente cruce mis piernas para dejar ver una porción mayor de mis carnes torneadas por el verano que se iba, hasta las abrí un poco, como hago desde el colegio, cuando el papa de una compañerita mirón, me parece irresistible y lo imagino dentro mío, para que se divisara mi entrepierna y mi tanguita. Para su contemplación y mis ganas de ser deseada.
Eso no lo puedo evitar, me condena lo que soy. Que placer a la vibración de que se les caía la baba… podía percibir como me imaginaban entregada a sus placeres, satisfaciendo sus deseos y volví mi atención a ellos, y su avidez por mí. No lo pude evitar y me puse a coquetear. Risas, miradas, suspiros y brindis. Mmmmmm Dios… Martita compórtate, eso viene mal diría mi madre. – te van a clavar Nena – no juegues con fuego.
Me entretuve un momento de la situación observando a uno de los mozos que estaba muy interesante. Cuando volví a prestarles atención, - que zafado el marino - uno de ellos, masajeaba un enorme bulto entre sus bermudas. No podía, como en un trance dejar de admirar el espectáculo con una sonrisa de putita maliciosa, Marinero calentón – me dije – frotándome los pechos… Me encantan los sementales atrevidos… y ese estaba de locura, robusto, petizo, y desalineado, pero yo solo presentía una sátiro irresistible.
Quede absorta y respondí a sus risas con un gesto de salud con mi jarra, mientras pensaba –enorme y tentadora, - la quiero para mí, necesito su leche en mis entrañas y mi boca - solo imaginarme todo eso dentro mío me daba escalofríos, - entusiasmado por mi complicidad expresa, y mi carita de deseo, bajó el cierre y sacó una mortadela cabezuda, que empezó a masajear, apuntando a mi ser, mientras me cantaba en ruso o alemán, - no sé.- una dulce tonada, y la magnitud de su verga a escasos tres metros me apuntaba, turgente y temblorosa con amenazadora promesa de meterse en mi cuerpito.
Dios que situación más bonita, me corría un cosquilleo en el cuerpo y empecé a perder la cabeza, mis instintos me dominaban mientras mi raciocinio me decía basta Martita, pero esa sensación que me venía de la concha pudo más que yo.
Los otros al ver que no me “achuchaba” y disfrutaba la situación hicieron lo mismo, de pronto, en segundos tenia tres garchas punzantes masturbándose por mí. Demasiado para una putita empedernida como yo. Pronto empecé a sentir un cosquilleo por la situación, no sabía si reírme o arrodillarme a chuparlas con pasión, jejeje pero solo esbocé una sonrisa de niñita tonta y un gemido de placer mmmmmmm.
Madre, por favor, no me las voy a perder… - me dije a mi misma - dándome un empujón a mis pudores, para no amilanarme y seguir el juego de los llamado de los instintos.
Una de mis manos sin control, bajo hasta mi conchita mientras ebria de deseo, abrí lo más que pude las piernas para facilitarles la contemplación y mis dedos se metieron en mi vulva, mmmmmmm mojadita por mis jugos… que sensación de bienestar me daba el mete saca de mi manita y el deseo de los machos, que disfrutaban mis caricias como hipnotizados, como lobos de mar hambrientos por devorarme. .. Soñándose en mi conchita, socavando mis carnes y mis músculos. Mmm.
Mi boca puta, - hay mi boca - solo hacia muecas de sorbedora y me mordía la comisura de los labios para mojarlos con salivita, añoraba una de esas pijas palpitando siendo acariciada por mi lengua. Mmm.
Esto los calentó aún más, al ver que yo respondía con agrado a su ostentación fálica. Yo ya respiraba entrecortada por el deseo y sentía la necesidad de ser presa de esos lobos de mar, de entregarme a que me devoraran y laceraran mi cuerpo, que dejaran en mi las huellas como latigazos de los embates en mis entrañas.
Llamé a la moza, que estaba sonrojada porque se había dado cuenta de la situación que ya no era muy disimulada. Me dijo entre dientes – que fiesta nena. Son tres, te van a destrozar. – le agarré la mano y le dije – dame fuerzas que me los cojo - Que la disfrutes – me dijo en un susurro - No lo dudes - le dije - Pagué con un guiño cómplice de mujer a mujer y me dirigí al auto meneando mis caderas, como loba en celo.
Mientras me acomodaba en el asiento, les hice una seña de que vinieran mientras me mordía los labios de deseo. Destranqué las puertas, el más atrevido preguntó señalándose y en silencio – yo voy? - y le contesté desde el auto un - no, no, no - haciendo un tres con mis dedos, se miraron lanzaron un alarido y se dispusieron a pagar, a los minutos estaban conmigo, en el auto – suban caballeros – les dije – quiero toda la leche – no sé si me entendieron lo que dije, pero si lo que querían y lo que yo quería de ellos.
.
Los recibí con un beso de lengua Mmmm uno se entretuvo con mi boca, otro apretó mis pechos, los sobó y mordisqueó mis pezones y el más veterano paso su mano por mi pelo y me acaricio el cuello, les dije, - vamos al faro de Punta Carretas a 3 cuadras, donde nadie se fija lo que pasa en los autos - porque todos estamos en lo mismo.
Risas, manoseos delicados y cánticos, llegué a palpar una mole, todo el organismo se me encendía de deseo, precisaba que esos sementales me copularan bien “garchada”, besos, caricias y ronroneos, tres cuadras en un santiamén y estábamos en un lugar semi oscuro de la explanada del
faro.
Estacioné y el que quedaba sentado a mi lado, el más atrevido estaba amasándome las tetas, y chupando mis pezones, había perdido el top e imploraba el amasijo de sus manos y su boca. Otro me besaba desde atrás del asiento el cuello y acariciaba mi espalda el otro cantaba, y se masturbaba…
Nos bajamos del auto, y mi tapado sirvió de mantel para el picnic, donde el plato principal seria yo entregada a los tres marinos.
Una verga deliciosa y lustrosa demandó mi boca y la serví como desesperación sintiendo el miembro caliente y fornido en mi boca, y manos que hurgaban en mi vagina mientras otras bocas chupaban mis nalgas y sorbían babosos mis pechos. Mmmmmm
El mete saca entre mis labios me dejaba sin aliento, dura, turgente y cabezuda, la chota se enterraba y salía de mi boca, mientras la succionaba y sorbía con placer. Dios MMMMMM que placer… los dedos habían penetrado mis labios, palpaban en mi interior, mojados y juguetones. Mientras un dedo ensalivado y una legua vigorosa abren mi esfínter con dedicación y paciencia. Hazme tuya – le murmuré en un rezo – llorando de deseo…
Que placer de hembra lujuriosa, siendo poseída por tres desconocidos en la playa. Tres sementales fornidos y burdos, de tosca presencia, que no entendía lo que hablaban. Pero que me provocaban un salvaje deseo de ser la princesa de ellos. Ya no sabía quién era yo, quienes ellos, ni siquiera si teníamos cuerpo, gozaban, gozaba, gozaba entre sollozos, gritos y gemidos.
Me puse como una perrita en el suelo, una verga en la boca, trataba de asfixiarme y yo la devoraba con pleitesía, tratando de ganarme su leche, - dame la leche que es mía – le murmuraba al marinero.
Un macho que se preparaba a penetrarme por el culito, prendido de mi cintura con sus manos ásperas y callosas, y me ensarto hasta los huevos, pegué un alarido de dolor, mientras trataba de dilatarme para alojar en mis entrañas semejante verga, - atroz su mete saca comenzó a partirme el culito en dos – despacio papa, despacio – gritaba - mientras él se ensañaba más y más, yo lloraba y el gozaba mi dolor… El otro que sobaba mis tetas hasta hacerme gemir de sufrimiento al retorcer mis pezones.
Diossssss el dolor dejó lugar al placer poco a poco, … como les cuento – mis amigos - el placer de ser dueña de tres machos a la vez, que placer, que placer… eran míos, mis esclavos, era mi leche, toda mía, eran mis sementales, mis juguetes sexuales, yo era la hembra gozada. Empecé a perder los sentidos adormecidos por el cucumelo que da el sexo desaforado.
Recordé las veces que he estado en un exceso, y estaban presentes, las volvía a vivir como en una película. Recordé los deseos que describe con maestría mis amigos de Panardiente - “ Solamente vimos a una mujer recibir en su hermosa y depilada concha una enorme pija, mientras otra pija penetraba brutalmente su culo. Para cumplir con un rito ancestral, su boca mamaba
desesperadamente otro garrote que manaba una leche espesa, caliente, sabrosa, blanquecina que corriendo por el canal que formaba su lengua, caía por la garganta de esa caliente mujer…”
En un espasmo interminable, de esos orgasmos que te doblan la piernas y ruedas sin fuerza en los músculos, grité de placer y locura y perdí el sentido, me desvanecí sin fuerzas en un mar de leche.
Los machos me cogieron otro rato, de muchas maneras, fui solo muñeca de sus instintos mientras me retorcía de placer, cuando se saciaron de mí, cansados y sin leche, se acomodaron la ropa, satisfechos de haber hecho explotar a la hembra, y se despidieron con un beso, los vi caminando por la playa rumbo a la rambla, mientras permanecía tirada junto al auto.
De mi culito lastimado corría un hilo de leche y gotas de sangre que salía de mi esfínter dilatado, roto y mi concha empapada y pegajosa abierta como una flor dejaba escapar esperma en cada contracción, me habían recogido… mis pechos matizados por la ficción e hinchados reclamaron que les refregara un poco de leche para calmar su ardor.
Mmm que alivio más exquisito, me había ganado todo ese cuajo. Que placer de puta sentí al comprender que había sido ama de sus deseos y bajos instintos. Adoré mi condición de gozadora y el haberme animado sin reparos a proponerles sexo.
No encontré mi tanga, me acomodé la pollera rota y sucia como pude, subí al auto temblorosa todavía por las intensas menguas, me pasaba la mano por los labios de mi vagina y me dolían hinchados de la fricción, prendí un cigarrillo. De di una chupada y saboree el humo, entonces prendí el auto y me dispuse a rodar rumbo a casa.
Había sido gozada por tres hombres, no nos habíamos dicho palabra y seguramente nunca los volvería a ver, pero el recuerdo que hoy les cuento quedara por siempre grabado a fuego en mi alma y las de ellos. Maria Marta. 27/03/2015
PD. Gracias a Panardiente por esa bella descripción de la sensación que se siente en una orgía.
De cómo me entregue a tres desconocidos para su placer.
Calurosa y pesada la noche de verano, fines de febrero de este año, en Pocitos, Montevideo, serían las dos de la mañana, -si eran-, venia para casa en mi coche por la rambla.
Hacía calor, había gente disfrutando del sábado que nacía, detuve el auto en la rambla, atraída como barbotela a las luces de neón. Un boliche, se me antojó una cerveza antes de irme a dormir a casita. Estaba cansada, venia de una noche de cena con compañeras de trabajo, pero me dieron ganas de una birra.
Baje del carro, y me desparrame en una silla de una mesa en la vereda, del boliche, pedí un chope y me puse mansa disfrutar de un cigarrillo. Llevaba puesta una mini azul de jean, y un top blanco de licra, sin sostén. Venía de una reunión informal, el pelo suelto con una tiara y unos aros que hacen juego, cadenita al tono y poco maquillaje.
Con el espejo de mi tocador repasé el lápiz labial, el que uso de rubro bajo mis mejillas y me acomodé el pelo. Solo de coqueta, si me iba a la cama en unos minutos. Sé que soy una mujer llamativa, lo cultivo y disfruto de ello. Mi necesidad de ser deseada, mi lujuria a flor de piel me han convertido en una hembra sedienta siempre de encuentros.
Me había sacado el sostén a la salida de la reunión y el top apenas disimulaba mis pezones, la cintura y la pancita al aire mostraba una porción generosa de piel, bronceada por los soles del verano.
Durante la semana la respetable profesional esconde sus bajos instintos con una fachada de burguesita de doble apellido, formal y fría, donde mi verdadera personalidad sale los fines de semana y es conocida solo por mi madre, que se hace cruces de la “putesh” de la nena y algunas amigas de salida y jodas.
Adoro el sexo, y me cuesta disimularlo. Por eso no me he comprometido en relaciones duraderas, ni en afectos del corazón, yo busco la satisfacción de ser apetecida, y dejar en mi piel las huellas del sujeto, del encuentro que me arrulle
con toda su energía en mi cuerpo y mi alma.
Di un vistazo a la mesa del costado, por las risas que venían, Tres marineros se entretenían chispeantes y de jolgorio, mientras me miraban los muslos, se entretenían en los pechos, bromeaban y me saludaron con sus jarras, yo asentí con un guiño y eso fue todo, me distraje con una pareja que paso… y me olvide de ellos, quizás inconscientemente cruce mis piernas para dejar ver una porción mayor de mis carnes torneadas por el verano que se iba, hasta las abrí un poco, como hago desde el colegio, cuando el papa de una compañerita mirón, me parece irresistible y lo imagino dentro mío, para que se divisara mi entrepierna y mi tanguita. Para su contemplación y mis ganas de ser deseada.
Eso no lo puedo evitar, me condena lo que soy. Que placer a la vibración de que se les caía la baba… podía percibir como me imaginaban entregada a sus placeres, satisfaciendo sus deseos y volví mi atención a ellos, y su avidez por mí. No lo pude evitar y me puse a coquetear. Risas, miradas, suspiros y brindis. Mmmmmm Dios… Martita compórtate, eso viene mal diría mi madre. – te van a clavar Nena – no juegues con fuego.
Me entretuve un momento de la situación observando a uno de los mozos que estaba muy interesante. Cuando volví a prestarles atención, - que zafado el marino - uno de ellos, masajeaba un enorme bulto entre sus bermudas. No podía, como en un trance dejar de admirar el espectáculo con una sonrisa de putita maliciosa, Marinero calentón – me dije – frotándome los pechos… Me encantan los sementales atrevidos… y ese estaba de locura, robusto, petizo, y desalineado, pero yo solo presentía una sátiro irresistible.
Quede absorta y respondí a sus risas con un gesto de salud con mi jarra, mientras pensaba –enorme y tentadora, - la quiero para mí, necesito su leche en mis entrañas y mi boca - solo imaginarme todo eso dentro mío me daba escalofríos, - entusiasmado por mi complicidad expresa, y mi carita de deseo, bajó el cierre y sacó una mortadela cabezuda, que empezó a masajear, apuntando a mi ser, mientras me cantaba en ruso o alemán, - no sé.- una dulce tonada, y la magnitud de su verga a escasos tres metros me apuntaba, turgente y temblorosa con amenazadora promesa de meterse en mi cuerpito.
Dios que situación más bonita, me corría un cosquilleo en el cuerpo y empecé a perder la cabeza, mis instintos me dominaban mientras mi raciocinio me decía basta Martita, pero esa sensación que me venía de la concha pudo más que yo.
Los otros al ver que no me “achuchaba” y disfrutaba la situación hicieron lo mismo, de pronto, en segundos tenia tres garchas punzantes masturbándose por mí. Demasiado para una putita empedernida como yo. Pronto empecé a sentir un cosquilleo por la situación, no sabía si reírme o arrodillarme a chuparlas con pasión, jejeje pero solo esbocé una sonrisa de niñita tonta y un gemido de placer mmmmmmm.
Madre, por favor, no me las voy a perder… - me dije a mi misma - dándome un empujón a mis pudores, para no amilanarme y seguir el juego de los llamado de los instintos.
Una de mis manos sin control, bajo hasta mi conchita mientras ebria de deseo, abrí lo más que pude las piernas para facilitarles la contemplación y mis dedos se metieron en mi vulva, mmmmmmm mojadita por mis jugos… que sensación de bienestar me daba el mete saca de mi manita y el deseo de los machos, que disfrutaban mis caricias como hipnotizados, como lobos de mar hambrientos por devorarme. .. Soñándose en mi conchita, socavando mis carnes y mis músculos. Mmm.
Mi boca puta, - hay mi boca - solo hacia muecas de sorbedora y me mordía la comisura de los labios para mojarlos con salivita, añoraba una de esas pijas palpitando siendo acariciada por mi lengua. Mmm.
Esto los calentó aún más, al ver que yo respondía con agrado a su ostentación fálica. Yo ya respiraba entrecortada por el deseo y sentía la necesidad de ser presa de esos lobos de mar, de entregarme a que me devoraran y laceraran mi cuerpo, que dejaran en mi las huellas como latigazos de los embates en mis entrañas.
Llamé a la moza, que estaba sonrojada porque se había dado cuenta de la situación que ya no era muy disimulada. Me dijo entre dientes – que fiesta nena. Son tres, te van a destrozar. – le agarré la mano y le dije – dame fuerzas que me los cojo - Que la disfrutes – me dijo en un susurro - No lo dudes - le dije - Pagué con un guiño cómplice de mujer a mujer y me dirigí al auto meneando mis caderas, como loba en celo.
Mientras me acomodaba en el asiento, les hice una seña de que vinieran mientras me mordía los labios de deseo. Destranqué las puertas, el más atrevido preguntó señalándose y en silencio – yo voy? - y le contesté desde el auto un - no, no, no - haciendo un tres con mis dedos, se miraron lanzaron un alarido y se dispusieron a pagar, a los minutos estaban conmigo, en el auto – suban caballeros – les dije – quiero toda la leche – no sé si me entendieron lo que dije, pero si lo que querían y lo que yo quería de ellos.
.
Los recibí con un beso de lengua Mmmm uno se entretuvo con mi boca, otro apretó mis pechos, los sobó y mordisqueó mis pezones y el más veterano paso su mano por mi pelo y me acaricio el cuello, les dije, - vamos al faro de Punta Carretas a 3 cuadras, donde nadie se fija lo que pasa en los autos - porque todos estamos en lo mismo.
Risas, manoseos delicados y cánticos, llegué a palpar una mole, todo el organismo se me encendía de deseo, precisaba que esos sementales me copularan bien “garchada”, besos, caricias y ronroneos, tres cuadras en un santiamén y estábamos en un lugar semi oscuro de la explanada del
faro.
Estacioné y el que quedaba sentado a mi lado, el más atrevido estaba amasándome las tetas, y chupando mis pezones, había perdido el top e imploraba el amasijo de sus manos y su boca. Otro me besaba desde atrás del asiento el cuello y acariciaba mi espalda el otro cantaba, y se masturbaba…
Nos bajamos del auto, y mi tapado sirvió de mantel para el picnic, donde el plato principal seria yo entregada a los tres marinos.
Una verga deliciosa y lustrosa demandó mi boca y la serví como desesperación sintiendo el miembro caliente y fornido en mi boca, y manos que hurgaban en mi vagina mientras otras bocas chupaban mis nalgas y sorbían babosos mis pechos. Mmmmmm
El mete saca entre mis labios me dejaba sin aliento, dura, turgente y cabezuda, la chota se enterraba y salía de mi boca, mientras la succionaba y sorbía con placer. Dios MMMMMM que placer… los dedos habían penetrado mis labios, palpaban en mi interior, mojados y juguetones. Mientras un dedo ensalivado y una legua vigorosa abren mi esfínter con dedicación y paciencia. Hazme tuya – le murmuré en un rezo – llorando de deseo…
Que placer de hembra lujuriosa, siendo poseída por tres desconocidos en la playa. Tres sementales fornidos y burdos, de tosca presencia, que no entendía lo que hablaban. Pero que me provocaban un salvaje deseo de ser la princesa de ellos. Ya no sabía quién era yo, quienes ellos, ni siquiera si teníamos cuerpo, gozaban, gozaba, gozaba entre sollozos, gritos y gemidos.
Me puse como una perrita en el suelo, una verga en la boca, trataba de asfixiarme y yo la devoraba con pleitesía, tratando de ganarme su leche, - dame la leche que es mía – le murmuraba al marinero.
Un macho que se preparaba a penetrarme por el culito, prendido de mi cintura con sus manos ásperas y callosas, y me ensarto hasta los huevos, pegué un alarido de dolor, mientras trataba de dilatarme para alojar en mis entrañas semejante verga, - atroz su mete saca comenzó a partirme el culito en dos – despacio papa, despacio – gritaba - mientras él se ensañaba más y más, yo lloraba y el gozaba mi dolor… El otro que sobaba mis tetas hasta hacerme gemir de sufrimiento al retorcer mis pezones.
Diossssss el dolor dejó lugar al placer poco a poco, … como les cuento – mis amigos - el placer de ser dueña de tres machos a la vez, que placer, que placer… eran míos, mis esclavos, era mi leche, toda mía, eran mis sementales, mis juguetes sexuales, yo era la hembra gozada. Empecé a perder los sentidos adormecidos por el cucumelo que da el sexo desaforado.
Recordé las veces que he estado en un exceso, y estaban presentes, las volvía a vivir como en una película. Recordé los deseos que describe con maestría mis amigos de Panardiente - “ Solamente vimos a una mujer recibir en su hermosa y depilada concha una enorme pija, mientras otra pija penetraba brutalmente su culo. Para cumplir con un rito ancestral, su boca mamaba
desesperadamente otro garrote que manaba una leche espesa, caliente, sabrosa, blanquecina que corriendo por el canal que formaba su lengua, caía por la garganta de esa caliente mujer…”
En un espasmo interminable, de esos orgasmos que te doblan la piernas y ruedas sin fuerza en los músculos, grité de placer y locura y perdí el sentido, me desvanecí sin fuerzas en un mar de leche.
Los machos me cogieron otro rato, de muchas maneras, fui solo muñeca de sus instintos mientras me retorcía de placer, cuando se saciaron de mí, cansados y sin leche, se acomodaron la ropa, satisfechos de haber hecho explotar a la hembra, y se despidieron con un beso, los vi caminando por la playa rumbo a la rambla, mientras permanecía tirada junto al auto.
De mi culito lastimado corría un hilo de leche y gotas de sangre que salía de mi esfínter dilatado, roto y mi concha empapada y pegajosa abierta como una flor dejaba escapar esperma en cada contracción, me habían recogido… mis pechos matizados por la ficción e hinchados reclamaron que les refregara un poco de leche para calmar su ardor.
Mmm que alivio más exquisito, me había ganado todo ese cuajo. Que placer de puta sentí al comprender que había sido ama de sus deseos y bajos instintos. Adoré mi condición de gozadora y el haberme animado sin reparos a proponerles sexo.
No encontré mi tanga, me acomodé la pollera rota y sucia como pude, subí al auto temblorosa todavía por las intensas menguas, me pasaba la mano por los labios de mi vagina y me dolían hinchados de la fricción, prendí un cigarrillo. De di una chupada y saboree el humo, entonces prendí el auto y me dispuse a rodar rumbo a casa.
Había sido gozada por tres hombres, no nos habíamos dicho palabra y seguramente nunca los volvería a ver, pero el recuerdo que hoy les cuento quedara por siempre grabado a fuego en mi alma y las de ellos. Maria Marta. 27/03/2015
PD. Gracias a Panardiente por esa bella descripción de la sensación que se siente en una orgía.
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