El gran secreto de mi hijo

por
género
incesto

Mi historia comienza con un acontecimiento muy poco usual. Nos involucra a mi y a mi hijo mayor José, un chico universitario y de un físico imponente. Una lesión deportiva, por completo inesperada nos acercaría mas que nunca.
Mi nombre es Julia, soy de la parte norte del país de México. Tengo treinta y cuatro años de edad y disfruto mucho la vida que llevo. No es muy lujosa pero no me puedo quejar. Tengo todo lo que necesito y de vez en cuando me doy pequeños placeres culposos. Me considero una mujer muy activa sexualmente y de mente muy abierta. En la cama siempre he sido de las mujeres que les gusta complacer a su pareja y llevar el placer al extremo, incluso si eso involucra cumplir fantasías perversas de mis parejas. Actualmente soy divorciada pero nunca estoy sola. Siempre he tenido una naturaleza algo salvaje con lo que respecta al ámbito sexual. Físicamente soy una mujer no muy alta. Mi cuerpo es muy voluminoso, no soy gorda pero tampoco estoy en los huesos. Mis pechos son muy grandes desde la pubertad. Actualmente uso copa 42 doble d y mi trasero es igual de prominente. Disfruto mucho usar escotes y tangas para provocar las miradas de los hombres. Como a cualquier mujer me encanta sentirme deseada. Mi primera vez fue a los quince años de edad y desde ese entonces nunca he parado de experimentar. Descubrir el sexo a tan temprana edad me llevo a gozar de experiencias que fueron indescriptibles y que con la creación de este perfil tengo la intención de contarles y poder desahogar un poco esa pesada carga que llevo al no poder contarlas.

Mi historia empieza con mi hijo José. Él es un chico muy apuesto, es universitario y juega futbol americano en su facultad. Siempre ha tenido muy buenas notas y es muy cariñoso y atento conmigo. Siempre está buscando la manera de ayudarme y hacerme sentir bien. En ocasiones me hace cumplidos acerca de mi aspecto físico como: "ese escote te luce genial" o "esos jeans te lucen muy bien". Yo siempre premio cada uno de sus cumplidos con un besito en la boca. Para muchos es algo raro ver a una madre besar en la boca a su hijo pero, para mí siempre ha sido algo muy natural. Un día estando en el trabajo recibí una llamada de la universidad de mi hijo.

-¿Hablo con la señora Julia?

-Soy yo ¿que se le ofrece?

-Hablamos de parte de su hijo José.

-¿Le paso algo a mi hijo?

-Tuvo una caída muy fuerte y se fracturo ambos brazos, ahora está en el hospital San Marcos.

-Muchas gracias, enseguida voy para el hospital.

Conduje lo más rápido que pude y mi corazón se quería salir de mi pecho. Llegué al hospital y me dijeron que su padre ya había llegado y que el mismo había firmado los papeles para la cirugía. Al parecer uno de sus brazos se fracturo en varias partes e iba a necesitar algunos tornillos. La cirugía demoró un par de horas y pronto lo pasaron a cuarto. Yo estuve con él hasta que despertó. Tomaba su mano y lo besaba por toda su carita. Qué bueno que ya estas despierto mi bebé -dije-. No te preocupes tu mamita te va a cuidar muy bien, voy a hacer que no te falte nada -dije-. Estoy bien ma, solo fue una tonta caída no es nada. ¿Cómo que nada? te rompiste ambos brazos José -dije con preocupación-. Está bien voy a tratar de no esforzarme mucho y que me consientas entonces, pero ya no te preocupes más por favor -dijo-. Bueno, cuando te den de alta te llevaré a casa donde podre cuidarte mejor -dije.

Cuando llegó a casa estaba muy cansado. Las píldoras para el dolor lo tenían algo mareado y las enfermeras le daban solo baños de esponja lo que lo tenía con un olor algo peculiar. Lo primero que le dije fue -hay que darte un baño-. Entramos a la casa y yo cambié mi ropa del trabajo por algo más cómodo. Me puse una blusa de tirantes y unos shorts algo pequeño para andar en la casa ya que en la zona norte de México siempre hace mucho calor. Mi hijo se mostraba renuente a querer desnudarse ante su madre pero pues al final no le quedó más remedio que hacerlo.

-Muy bien mi amor déjame ponerte estas bolsas especiales en tus brazos para que no te entre agua.

-Oye ma, podrías cerrar los ojos mientras me bañas no quiero que me veas así desnudo.

-No seas tontito no puedo bañarte bien si tengo los ojos cerrados.

-Pero es que me da vergüenza ma.

-Te vi miles de veces cuando estaban chico, ¿qué tanto pudiste haber cambiado? déjame bajarte esto para que puedas meterte a bañar.

Me puse de rodillas y desabroche su cinturón. Desabroché el botón de sus jeans y bajé el zipper de su pantalón. Lo tome de la cintura y lo bajé hasta el piso. El quedo solamente en unos boxers que le gustaba usar algo ajustados. No lo veía en ropa interior desde que tenía cinco años y la verdad había cambiado mucho. Lo que había debajo de esos boxers ya no era el pene de un niño pequeño, era la verga de un hombre y por la dimensión que se hacía notar a través de la tela era una imponente. Yo sonreí un poco y la curiosidad me invadió. Quería ver que tan grande había crecido mi muchachito desde que nos bañábamos juntos cuando tenía cinco años. Cuando bajé su boxer quedo ante mí una verga grande en su estado flácido, algo gorda y con un glande reluciente. Tenía el vello muy bien recortado y los testículos bien afeitados.

-¡Vaya que mi muchachito creció bastante!

-Ma, por eso no quería que me bañaras, no quiero que te burles de mi como mis compañeros de equipo.

-¿Y cómo alguien podría burlarse de ti, teniendo tan bonito pene mi amor? Es pura envidia, ya quisieran estar como mi muchachote.

-Pues se burlan de mí, me apodaron el caballo.

-Pues tu lleva ese apodo con orgullo amor, y si te preguntar porque es tu diles.

Lo tome de la mano y lo lleve al baño. Yo me quité mis shorts y mi blusa dejando al aire mis grandes pechos y mi trasero. Él se me quedo viendo y me dijo -va a ser como cuando nos bañábamos juntos ma-. Bueno un poco, aunque en ese entonces lo hacíamos ambos totalmente desnudos -dije. Me metí a la regadera con él y lo senté en una silla grande de plástico. Frote un poco de jabón en una esponja y logre hacer mucha espuma. Comencé a frotarlo por su pecho tan definido y musculoso, algo en mí se sentía diferente. De pronto vi a mi hijo como hombre. Su cuerpo marcado y grande ya no me era indiferente. Yo sin parar de frotarlo me imaginaba que haría con el si no fuera de mi sangre. Termine de enjabonarlo por su pecho, abdomen, espalda y piernas, solo me restaban los glúteos y sus genitales. Le pedí que se levantara y me puse detrás de él. Que pompudo estas amor no te había visto bien -dije mientras sonreía. Ma, no digas esas cosas me avergüenzas -dijo con su rostro con un color rojizo-. Lo frote con la esponja y luego me porte algo traviesa y frote duro sus glúteos con mis manos. Él se incomodó mucho pero no dijo nada. Yo estaba muy excitada y mi hijo me dijo -ya ma, detente-. Lo voltee y pude ver el porqué de tan exaltada reacción. Mi hijo se había excitado con el masaje tan sexy que le había dado en los glúteos y estaba muy apenado. Su pene estaba por completo erecto, las venas se dejaban ver a través de la piel de su pene formando protuberancias lineales como si fueran caminos caprichosos. Sus testículos se veían rebosantes y con restos de espuma del jabón.

-No te preocupes amor, es algo natural.

-Perdóname ma, es que hace mucho que no me desahogo.

-Me imagino amor, pero hay que lavarte ahí también no puede quedarse sucio.

-Está bien ma, pero no tardes mucho.

-Tú relájate.

Me puse de rodillas y puse la esponja alrededor de su verga tan gigantesca y comencé a frotarlo con el jabón, víctima de la lujuria que aquel pene provocaba perdí el control. Lo frote cada vez con más rapidez y violencia. El solo cerraba sus ojos. Hasta que después de un par de minutos su verga soltó lo que fue el mayor orgasmo que he visto el cual impacto en mi cara. Chorros y chorros de semen cayeron en mi cara. Mi hijo jadeaba de placer y cuando se dio cuenta de lo acontecido me pidió perdón mil veces. Yo limpie el semen de mi cara con mis dedos y lo lleve a mi boca para probarlo. Sabes muy rico mi amor no te apures -dije-. Cada vez que tengas necesidad de desahogarte solo dile a mamita y yo te liberare esa tensión amor, ahora espérame que tengo que quitarme esta lechita de encima -dije-. Me quite el bra y mi tanga y quede completamente desnuda ante sus ojos. Espérate ahí sentado mi amor mientras me baño. Abrí la ducha y me enjabone sensualmente enfrente de él. Mi hijo tuvo una segunda erección y yo lo veía con morbo, parece que ese grandulón necesita desahogarse un poco más, me puse de rodillas enfrente de él y abrí mi boca.

Continuara...
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escrito el
2018-02-04
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