Juego erótico

por
género
hetero

- ¡Hola Silvia¡ ¿Cómo estás?.
- ¡Hola José!.
- Se me ocurrió un juego y quiero hacerlo contigo. ¿Vienes en la noche?.
- ¿A que hora?.
- A las 8 como siempre.
- No falto. ¡Ahí estaré¡

Siempre nos divertimos mucho, Cada uno ayuda a realizar las fantasías del otro para deleite mutuo. No vivimos juntos, pero es común que despertemos juntos en la misma cama después de una noche de erotismo compartido, en algún juego que se le haya ocurrido a uno de los dos.

No te pedí que te arreglaras en forma especial como en otras ocasiones, así que llegaste con ropa de calle, una falda amplia arriba de la rodilla, blusa blanca, medias y zapatos de medio tacón, el pelo suelto, y un discreto aroma a mi perfume favorito.

Tocaste el timbre puntual como es tu costumbre. Abrí la puerta, nos miramos, te recibí con un abrazo y un beso de bienvenida, dulce y juguetón
.
- Hola ¿Qué me tienes para hoy?

- Ten paciencia, déjate llevar y disfruta, luego me dirás que tanto te ha gustado. Primero te voy a cubrir los ojos.

Te doy una mascada ya doblada, y la pones sobre los ojos ofreciéndome las puntas hacia atrás para que las anude. Me sitúo detrás de ti, las paso por debajo de tu pelo, y las afianzo cuidando que te cubra la vista, - ¿Lo sientes bien?, ¿Ves algo?.

- "Me acomoda y no veo".

Te llevo de la mano hacia mi recámara, donde te dejo parada cerca de la cama, y pido que te quedes quieta. Te hago esperar un momento, todo está en silencio. Me acerco despacio y con una pluma te voy rozando la cara, paso la punta por el lóbulo de la oreja, un poco más adentro, después en la otra, noto como se te erizan los vellos al sentir el cosquilleo, te doy un suave beso, retiro los labios y paso la pluma por los tuyos entreabiertos. La sensación te empieza a excitar, recorro la barbilla y el cuello y vuelvo a besarte levemente. Me separo y suelto los botones de la blusa, queda al descubierto tu sostén blanco con encaje, en él se marcan los pezones que se te han puesto duros. La retiro con cuidado, y con la pluma recorro tu cuello, bajo a los hombros y la paso por la espalda, la llevo de un lado a otro. Voy delante, deslizo suavemente la pluma por encima del brassier excitando aún más los pezones. Hechas los brazos un poco atrás para facilitarme la tarea. La paso una y otra vez. Sigues en pie. Ahora me dirijo a las piernas por encima de las medias. La llevo a un tobillo, empiezo por afuera, sigo hacia adentro y hago lo mismo con el otro. Paso de un lado al otro, y conforme lo hago voy subiendo por las piernas hacia arriba, me detengo unos instantes en las corvas y subo por los muslos, ya por fuera, ya entre ellos por debajo de la falda, la que poco a poco voy levantando hasta llegar descubrir la blanca pantaleta que hace juego con tu sostén. Subo la pluma entre los muslos, hasta rozar la tela de la prenda. La caricia final es sobre ella, que la trasmite a la sensible región que aún protege. Me retiro de tu cuerpo, y con un susurro te digo que te voy a desnudar completamente, me indicas que lo deseas. Suelto un botón y cae la falda, me arrodillo y pongo mis manos en tus muslos, poco a poco deslizo la media de la pierna izquierda sintiendo la suavidad de tu piel hasta el tobillo, tomo éste y lo levanto, quito el zapato y saco la media por completo. Hago lo mismo en la otra pierna, y lentamente recorro ambas con mis manos, hasta cubrir tus muslos con deleite.

Me levanto y admiro tu belleza. Estas de pie sobre la alfombra de mi cuarto, con los ojos vendados, y llevando encima solo tu ropa interior. Te quedas quieta. Te ves excitante.

Te observo un rato en tanto me desnudo. Me pongo atrás de ti. Pego mi cuerpo al tuyo y te abrazo. Acerco mi boca a tu oreja y jugueteo con ella, siento como te estremeces, bajo al cuello, los hombros y la espalda. Los recorro con mis labios que rozan suavemente la tersura de tu piel. Tomo la pluma y la paso por la cara. Te hago cosquillas en la nariz al moverla sobre ella. Rozo los pezones aun cubiertos por el sostén, te acaricio el vientre y el ombligo. Das un suspiro profundo de gusto. Sigo bajando lentamente.....

Suelto el broche del sostén y lo retiro dejando al descubierto los erguidos pechos. De tamaño justo a las cuencas de mis manos que los cubren con deleite. Los acaricio un poco, bajo las manos sintiendo la piel de tus costados, hasta llegar a la última prenda que te queda. La hago descender con gran deleite, y veo como ahora quedas completamente desnuda y excitada. Las caricias de la pluma y mis manos te han encendido. Siento como quieres mas, pero te hago esperar un poco.... Paso la pluma por tus nalgas, de un lado a otro. Te pido que separes un poco las piernas, lo haces. Paso la pluma por toda la hendidura. Una y otra vez la deslizo desde el vello púbico hasta el culo. Gimes levemente, te gusta.... Tomo tus manos por atrás, te hago avanzar ligeramente hasta llegar a la cama y te acuesto boca abajo. Me inclino sobre ti y coloco mis manos en tus hombros, recorro tus brazos, llego a tus manos, entrelazo mis dedos con los tuyos, uniendo mi pecho con tu espalda. Percibo el calor de tu piel. Recargo mi erecto miembro en la unión de tus nalgas, haciéndote sentir mi excitación.

Me separo, coloco las manos en tu espalda. La recorro pasando a los hombros, los laterales, hasta casi alcanzar los pechos. Regreso a tu columna hasta alcanzar las nalgas. Sigo hacia abajo, por las piernas, muslos, rodillas, pantorrillas, tobillos, hasta las plantas de tus pies.

Tomo otra mascada y con ella te ato una mano, dejo un tramo largo de tela sobre la espalda, y con la otra punta te ato la otra mano. Te doy vuelta poniéndote boca arriba sin que puedas subir las manos a causa de las ataduras que las retienen atrás. Sigo pasando la pluma por tu piel desnuda, y te acaricio con ella los tobillos, rodillas, muslos. Me detengo en tu vientre y desvío a tus brazos que recorro desde los hombros a la punta de los dedos. Dejo la pluma a un lado. Y con la yema de los dedos rodeo tus pezones y acaricio los senos hasta su base. Las deslizo hacia abajo, alcanzando la huella del ombligo que atiendo por momentos, sigo desplazándome hacia abajo, hasta sentir el vello púbico. Sigo palpando hasta encontrar tu sexo, lo acaricio dibujando con los dedos su perfil, recorriendo la unión de esos labios que ocultan tan ansiado tesoro. Abro levemente el sexo hambriento para rozar suavemente el centro del placer.... Un gemido sale de la profundidad de tu garganta.... Aprisiono con mis labios el punto más sensible de uno de tus senos, envolviendo con ellos el pezón. Tiro un poco de él y lo suelto, igual con el otro. Ahora percibes mi aliento sobre ellos. Al tiempo que separo un poco tus piernas, y con un dedo recorro tu rajita. Este penetra plenamente, y en su recorrido da con la terminal del placer. Oleadas de gozo te recorren con cada roce a tu botón. Acabas por llegar a uno de los orgasmos más intensos que te he visto. Tu cuerpo se arquea, entre jadeos y gemidos pareces desfallecer. Te desato las manos, en tanto deposito un tierno beso en tus labios. Te quito la venda. - ¡Ha sido maravilloso!. Me dices en un susurro. Satisfecha me sonríes.

Me inclino sobre tu pecho, y nuevamente lo beso lamiendo y succionando, apretando con mis labios. Bajo a lo largo de tu vientre, percibiendo el sabor de tu piel hasta alcanzar tu sexo, introduzco la lengua en él. Demuestras tu gozo, y separando los labios vaginales introduzco la lengua suavemente. Esto te produce más placer. Puedo jurar como siento palpitar tu intimidad que se acerca a un nuevo orgasmo. Coloco la lengua en tu clítoris, y lo presiono con delicadeza, lo atrapo entre mis labios, succionándolo. Esto sube mi propia excitación al oírte gemir de placer. Yo tengo el pene listo a penetrarte, no espero más. Lo tomo con la mano y lo deslizo por fuera de tu vagina de arriba abajo, deteniéndolo sobre el clítoris, sientes la necesidad de ser penetrada y lo expresas sin recato. Apunto mi espada al orificio vaginal, que percibo húmedo, y empiezo a introducirla lentamente, poco a poco, hasta hacerlo completamente. Sintiendo las paredes de tu sexo abrazar cálidamente mi hinchado miembro, como un guante hecho a la medida. Tras un rato de bombeo, no me es más posible contenerme, y vacío mi semen en tus entrañas, al tiempo que siento emanar tus líquidos.

Abrazados nos quedamos conforme el sueño se apodera de nosotros. Para despertar al día siguiente, como en tantas ocasiones lo hemos hecho...
por
escrito el
2016-01-08
1 . 8 K
visitas
0
votos
evaluación
0
tu voto
Denuncia abuso en esto relato erótico

Comentarios de los lectores sobre la historia erótica

cookies policy Para su mejor experiencia del sitio utiliza cookies. Al utilizar este website Usted consiente el uso de cookies de acuerdo con los términos de esta política.