Días

por
género
sadomasoquismo

Necesito contarlo. No sé en que puede terminar ésto pero intuyo que merece algo más que una entrada en un blog de aventuras sexuales abandonado. Eso ya fue. Voy a empezar desde hoy, día a día, no importa que esto termine en nada. Sin esperar a tenerla para escribir la historia ni pretender que sea un trofeo. Puede que lo que escriba de ahora en más se convierta en el patético relato de un fracaso… solo me queda tratar que no lo sea. Otra no queda, desde que la crucé por primera vez, hace una horas nomás, la imaginé una buena protagonista de mis próximos días. Y ahora no puedo evitar sentarme escribir. A pesar de los 30 grados de invierno en Buenos Aires.
Entré a laburar a eso de las 10, un poco más tarde de lo habitual. Preferí ir a nadar por la mañana para salir fresco del gimnasio y agarrar la calles del microcentro renovado. Chamuyo. La realidad es que antes de las 9 de la mañana la mayoría de los oficinistas rajan a tiempo para marcar tarjeta y solo quedamos unos pocos. Nadé como 40 minutos, me duché y caminé hasta el trabajo. Ya no me joden por entrar una hora y pico tarde. Cuando llegué encendí la compu y cinco minutos después entró Natalia, acompañada de una morocha de no más de 22 años.
- Te presento a Marina, dijo, va a reemplazar a Nico. Tratámela bien que no quiero la espantes, agregó con una sonrisa cómplice.
Saludé a ambas y respondí: Yo soy más bueno que el pan Marina, no creas lo que ella diga de mí.
- Bueno señor bondadoso, tengo que seguir presentando a la nueva diseñadora, ironizó Naty. Cuando se estaban yendo por el pasillo mi compañera, amiga y ocasional amante giró hacia mí, se llevó el índice debajo del ojo y con sus labios me dijo sin emitir sonido “ni se te ocurra.” Luego sonrió.

La lluvia trajo algo de alivio. Con diez grados menos la calle vuelve a ser tolerable. No es que odie el calor, al contrario. El problema es que todavía no bajé la ropa de verano del ropero. En estos días lo haré. Hoy no fui a nadar así que llegué temprano y antes de ponerme a armar un sumario para presentar mañana y responder unos mails escribo esto.
Luego de la presentación, el día de ayer continuó como otros. Almorcé en la pizzería de enfrente con Juan y Nacho pero al volver vi a Marina frente a su compu acompañada de unos de los pibes de sistemas que le estaba creando un usuario. Seguí con lo mio y cuando la vi conectada a la red interna le mandé un mensaje:
- Bienvenida
- Gracias!, respondió casi al instante. Buena señal.
Cuando pensaba en seguir o no la conversación se abrió una nueva ventana: era Naty. Me dediqué a ella. Valió la pena.
- Linda mi amiguita, no?, disparó.
- Mmmm, algo
- Daaaale, como si no te conociera…
- Bueno, si reemplaza a Nico es una evolución clara
- Jajaja para vos
- ¿Es amiga tuya?
- Si, aunque desde que está de novia ya no salimos mucho juntas
- Ah, tiene novio…
- Jajajaja, desde cuándo te preocupa eso?
- Cuando vos tenías pareja no hicimos nada
- Porque yo no te dejé
- Jajaja, no me acuerdo. Y ahora me dejás?
- Mmmmm puede ser, hoy no. Voy con Marina a tomar algo.
- Me invitan?
- Ni en pedo!
- Que diviertan…
- Gracias, chau nene
- Chau nena

Cuando ayer terminé de escribir el diálogo con Naty revisé la conversación
y analicé su “hoy no” de hace dos días. No tardé en saludarla por el chat y
preguntarle cómo le había ido con Marina en su salida de chicas. “No
hablamos de vos”, respondió. Unos segundo después vi que escribía una
segunda respuesta. Cuando terminó de tipear apareció el mensaje: “Bah, en
realidad no hablamos mucho de vos, jajaja”. Sabía que no me iba contar
mucho si insistía, tampoco sé si me interesaba saber qué se dijeron. Lo
cierto es que contraataqué.
- ¿Qué hacés hoy?
- Mmm no sé, por?
- Ayer me dijiste que no podías, tal vez hoy sí puedas dejarme hacerte algo…
- Qué directo sos
- Sólo con vos porque sé que te gusta
- Mmm
- Venís a casa? Preparo algo rico…
- Tengo un pretendiente Manu, tal vez salíamos al cine hoy. Quedamos en
hablar más tarde… te enojás?
- Claro que no, lo entiendo… Cambiemos de tema, tengo que ir al depósito a
buscar unas fucking hojas A4. Nos vemos ahí en 10?
- Jajaja. No sé…
- En 15?
- En 10 está bien
Conozco a Naty desde hace 2 años, más o menos. Desde un principio, cuando
yo entré a trabajar aquí, nos llevamos bien. La amistad se transformó en
algo más luego de una salida con varios compañeros de oficina. Esa noche
terminamos en un telo de San Telmo. Allí, yo sobre ella, su boca hacia
abajo y mi pija en su conchita, descubrimos, gracias a las cosas que le
decía al oído mientras mis tobillos trababan los suyos y mis manos la
tomaban de las muñecas, que a ambos nos calentaba la idea de coger en el
trabajo. Dos días después, una tarde en la que quedamos solos terminando
una presentación, lo hicimos. Ella había terminado unos meses antes una
relación de años y no buscaba otra cosa que disfrutar de su soltería. La
complicidad que nació con nuestros encuentros furtivos mejoraron la rutina
laboral. Ahora, tras un breve noviazgo de ella que no prosperó, volvemos a
repetir, cada tanto, aquella época.
Pedí la llave del depósito (un cuartito de 3 por 4 al que se ingresaba
desde el descanso entre dos pisos) y bajé. Mientras agarraba las resmas,
que de verdad necesitaba, llegó. Vestía una pollerita amplia de color negro
y una chomba blanca con rayas horizontales de colores, zapatos con taco
(siempre). Ella es bajita, mide 1.60 (yo mido 1.83). Lo primero que hizo
fue mirarme de arriba abajo y luego sonreir. Yo llevaba un pantalón de
vestir y camisa blanca. Es raro que use corbata.
- Hola Manu, trabajando?
- Siempre, Naty -ironicé-. ¿Cómo estás?
- Bien…
Me acerqué a ella y susurré: “Bancame”. Hice una paso más y cerré la puerta
con llave. Luego me acerqué a ella, la tomé de la cintura y la atraje hacía
mí. Iba a besarla pero su mirada sorprendida me detuvo.
- ¿Qué esperabas? -pregunté.
- No sé, hablar.
- Hablemos entonces -agregué disimulando el mal humor y sin sacar mis manos
de su cintura.
- Es que viste Manu, estoy conociendo a alguien y… -hizo una pausa de
varios segundos- tal vez esto no sea lo mejor.
- Eso me lo podías decir por el chat…
- Se, puede ser. Se me ocurrió mientras venía…
No agregué nada. Me apoyé contra la puerta. Abrí las piernas para que
nuestras caras estuvieran casi a la misma altura. La miré a los ojos. La
tenía tan cerca que mis manos se unían justo arriba de su cola. Me
calentaba la situación, que ella no estuviera segura qué había venido a
hacer allí.
- Entonces no voy a besarte -respondí finalmente.
Apoyada en mí, ahora ella podía sentir mi erección debajo de su ombligo.
Nos conocemos bien. No había que agregar nada más. Levante su pollera y
llevé mi mano izquierda por debajo de sus piernas sin dejar de mirarla a
los ojos.
-Tengo poco tiempo -se apresuró a decir con la voz entrecortada.
- Ok.
Le corrí la tanga que llevaba y mis dedos índice y mayor recorrieron sus
labios. Ya estaba muy mojadita cuando comencé a masajearle el clítoris. Su
respiración se hizo más intensa. Mis labios muy cerca de los suyos, su boca
entreabierta y mi promesa de no besarla intacta. Al poco tiempo un gemido
que ya conocía me indicó que llegaba al placer. Me miró con una mirada
satisfecha mientras me desabrochaba el pantalón. Sus ojos encontraron mi
pija dura. Luego levantó la mirada, se puso en cuclillas y empezó a
lamerme. A poco tiempo exploté en su boca. Se levantó y antes de que le
abriera la puerta me dijo mientras se acomodaba la ropa: “Voy a extrañar tu
sabor”.

Estoy escuchando Marvin Gaye en el trabajo pero no fui yo el responsable de inundar la atmósfera con soul. Al contrario, la fuente de la música se encuentra detrás de una ridícula pared que no llega al techo y que un imbécil del que no vale la pena hablar ordenó colocar para dividir un amplio ambiente de petit-hotel porteño. Por ser el rincón más luminoso (el único del piso que posee luz natural) allí trabaja el diseñador… perdón, la diseñadora. Sí, Mari fue la encargada de arrancarme una sonrisa apenas entré. Eso fue hace un rato nomás pero sonido Motown continua mientras escribo esto.
Al entrar me asomé por la puerta ubicada en el centro del muro divisor.
- Buen día, joven soulera
- Hola Manuel! Aprovechaba que estaba sola… ya bajo el volumen…
- No te preocupes, tal vez te pida que subas un poco.
- Bueno, pero de verdad, no quiero molestar. Necesitaba un poco de música para arrancar…
- No molestás - dije y añadí-: Estás muy linda.

¿Me habré apresurado al piropearla? me preguntaba cuando recibí un mensaje en la pc.
- Manu, viste el mail de María? -nuestra jefa en común-, dice que nos reunamos para cerrar lo del tríptico para la feria -escribió Mary.
- Justo lo estaba leyendo, cuando quieras nos juntamos. Ya tengo el texto…
- ¿Ahora podés?
- Dale, voy para allá así de paso veo si hay sol.

Lo que siguió fue una típica reunión entre un redactor y una diseñadora. Nada especial. Sin embargo, cualquiera que nos viese hubiera pensado que nos conocíamos desde hace tiempo. La reunión duró un poco más de media hora. Faltando poco para que terminara Mary decidió mostrarme unos folletos que había traído de su casa (los diseñadores son de guardar esas cosas cuando le gustan, creo). Tomó su cartera, sacó un libro, lo abrió y tomó la folletería que buscaba. Con rapidez volvió a guardar el libro. Llegué a leer el título escrito en el lomo: 50 Sombras de Grey.

El de ayer fue un día de descubrimientos. El primero: Mari me gusta mucho. El segundo: 50 Sombras posee material interesante. Lo sé porque anoche me quedé leyendo el 1er tomo hasta las 3 am. No es que me sorprendiera el contenido. Después de leer Las venus de las pieles o Historia de O es difícil que un libro así me llame la atención. Y la verdad, me molestó un poco la historia de telenovela del joven millonario que conoce a una joven estudiante y trabajadora. Pero saber que tantas mujeres lo leen, y que Naty lo está leyendo, me motivó a dar vuelta cada página (es metáfora, me lo bajé a mi lector de ebooks). No voy a contar el argumento, solo que la narradora es una chica que encuentra a su príncipe azul y éste le propone mantener una relación sadomasoquista de amo-esclava. Que esta novela sea tan popular entre el sexo femenino es llamativo y algo alentador. Ya unos meses atrás debí prestarle atención y no lo hice.
Fue a comienzos de marzo, cuando tuve que oficiar de dj en una fiesta que hicieron unos amigos en una quinta. Por el calor la noche parecía de enero y el lugar explotaba de gente. A mí me tocó abrir con música tranqui y luego ir subiendo en intensidad hasta ceder el turno a otro. Cuando al fin dejé mi puesto me dirigí a la barra. Allí me dediqué a tomar y descansar un poco hasta que noté que a mi lado una chica me miraba de reojo. La reconocí, había estado bailando un rato antes…
- Ya no bailás? -pregunté.
- Ya bailé suficiente. Me encantó lo que pasaste -Respondió y mientras me sonreía Juan, que hacía de barman, me pasó un fernet con coca. Le pedí a mi amigo otro para ella y durante la siguientes 20 minutos nos dedicamos a hablar de música mientras yo dirigía indirectas y ella se mordía el labio. De los discos favoritos pasamos a los libros. Fue entonces que me contó que ahora estaba leyendo 50 sombras. Si hubiese sabido de que se trataba hubiese dirigido la conversación (o la acción) hacia ahí. Quién sabe, tal vez esa noche hubiese ganado una sumisa. Igual no me quejo. Terminamos en la habitación donde habíamos guardado los muebles de la quinta. Entre mesas, televisor, una vieja pc, unos sillones demasiado caros para exponer a manchas y otros objetos cogimos. Demasiado apurados porque sus amigas le dieron 20 minutos para volverse con ellas y Mariana (así se llamaba) no quiso dejarlas ir porque me dijo, era el cumple de una. Sin preámbulos ni juegos previos, sin siquiera dejar que me la chupara o yo lamerla, la garché contra el respaldo del sillón. Su pollera levantada, la tanga rodeando uno de sus tobillos. Ayudó que estuviese bastante mojada. Mientras la penetraba me pidió que le diera más duro. Le dí lo que quería. Le llevé dos dedos a la boca que devoró y cuando le saqué mi pija para ponerme un forro se puso loquita.
- Guacho, no me dejes asi, metemela, la quiero adentro -suplicó.
- Esperá nena, me pongo esto y te la clavo otra vez. Mientras tocate -Le dije en plena calentura sin pensar. Ella obedeció. Desde donde estaba la visión era maravillosa. La luz que entraba por la ventana daba justo sobre su culito que apuntaba hacia mí. La veía derretirse en sus propios dedos. Cuando terminé de colocarme el prime me paré detrás y apoyé mi verga en su cola.
- ¿La querés adentro? -pregunté.
- Toda, porfa -rogó. Esta vez se la metí sin compasión. De afuera llegaba la música, sonaba The Cure. En el cuarto todo era gemidos y palabras sucias que empezamos a soltar cada vez con mayor libertad al ritmo de la cogida. Mis manos pasaron de sus tetas a sus hombros por delante lo que me permitía empujarla hacia mí con más fuerza. Con cada embestida se acercaba el final… Marina empezó a anunciar que acababa. Empecé a darle con más fuerza y velocidad para acelerar mi propia llegada. Con su boca buscó mi mano, me lamió los dedos, quería volver a chuparlos, se lo dí. Cuando acabé ella siguió lamiendo por un buen rato. Luego nos cambiamos y la acompañé al auto. Sus amigas rieron y ella me saludó con un beso en la mejilla y me susurró al oído: “Adios señor”.

Hasta anoche desconocía la relación entre su despedida y el libro que leía.

Un nuevo día comienza. Dormí 5 horas y se nota. Me estoy durmiendo, por suerte estoy solo en la oficina y subo el volumen de la música para despabilarme mientras escribo esto. La culpa la tiene mi curiosidad. Anoche me metí en un chat con la intención de probar mi descubrimiento sobre 50 sombras y la atracción que ejerce en el sexo femenino. Usé el nick “SrGrey”, nada original, lo sé, pero lo suficientemente obvio como para que la interesadas mordieran el anzuelo. Mal no me fue, aunque debo reconocer que perdí al menos una hora en conversaciones aburridas… Por fin encontré una chica tan interesante como para seguir la charla por skype. Lo que hablamos hasta entonces se perdió pero puedo puedo resumirla así: ella me preguntó si mi nick era por el protagonista de 50 sombras y mi respuesta la llevó a contarme que la novela le había gustado, que le parecía una buena reflexión sobre las relaciones, las debilidades, la dependencia a la que lleva el amor y un par de cosas más. Tuve que intervenir y preguntarle que le había parecido las escenas de sexo. “Están bien”, recuerdo que escribió. “¿Te gustaron?”, insistí. “Me dieron curiosidad nunca tuve una experiencia así”, confesó ella. Luego de un poco más en el que hablamos de libros (eso realmente fue lo que me atrajo de ella) me dió su skype. Esta es la conversación que guardé:
- Hola Srta
- Hola Sr… ¿Por qué el nick Lordcreator?- Es el nombre de un viejo cantante jamaiquino… solo eso
- Ah imaginé otra cosa. Su nombre?
- Es que no lo elegí para que imagines una isla caribeña, por ahora me puedes llamar Señor.
- Jaaja
- Es divertido?
- Es raro, pero me gusta… señor.
- Perfecto entonces
- Así que andas buscando una Anastacia?
- No lo creo, pero en todo caso… la encontré?
- No lo creo
- Me dijiste que tenías curiosidad…
- Sí, me da un poco de vergüenza hablar de eso
- Tranqui, no quiero asustarte sino conocerte. Pregunto y respondés. Ok?
- Ok
- Edad?
- 23
- Sos mimosa?
- Mucho
- Obediente?
- Creo que sí, pero solo cuando quiero
- Te ataron alguna vez?
- No
- Te gustaría?
- Mmm creo me gustaría probar algún día con alguien que conozca bien…
- Tenés novio?
- Si
- Y con él lo harías?
- A él no le gustan mucho esos juegos
- ¿Cómo sabés?
- Se lo insinué pero me sacó corriendo…
- No te queda otra que probar con otro…
- Jaajaja, cuando me anime. No está en mis planes inmediatos, además la parte del dolor no me atrae mucho que digamos…
- La verdad, a mi inflingirlo tampoco, si me interesa tu obediencia…
- Mmmm, eso suena bien, pero no le sería infiel de verdad a él
- De verdad? Te referís que de otro modo sí te gustaría jugar?
- Ya te dije que siento curiosidad…
- Te voy a proponer algo entonces…
- Te escucho…
- Primer vas a dejar de tutearme y siempre que te dirijas a mi vas a llamarme señor, entendido?
- Sí señor.
- Muy bien, la propuesta es esta: desde ahora nos vamos a comunicar por e-mail, yo te voy a crear una cuenta para que solo la uses conmigo y de ese modo evitarte problemas. En mis correos te voy a pedir cosas.Si querés aprender vas a tener que cumplirlas. Todo va a ser gradual y en cualquier momentos podemos dejarlo. Una vez que digas “eso no puedo” se termina juego.
- Me gusta…
- Perdón?
- Me gusta, señor…

Cuando terminé de pegar el diálogo de skype Marina entró a la oficina. Dí click al botón de “publicar” porque no era mucho más lo que iba a escribir y porque es más interesante prestarle atención a una chica que a un blog (y más si ese blog habla en parte de esa chica). Como siempre mi nueva compañera vestía muy bien. Abrigada, con una bufanda roja que aún no se había quitado del todo y un montgomery que empezó a sacarse mientras me sonreía. Me llamó la atención un detalle: traía lentes oscuros. En su mano sostenía un Nescafé grande. Por el aroma no dudé: sabor vainilla. Era el primer día que ella llegaba más tarde que yo.
- Uf, me quede re dormida, dijo mientras apoyaba el vaso en mi escritorio, el más cercano a la puerta, para terminar de quitarse el abrigo.
- Si te sirve de consuelo no sos la única que durmió mal, pero calavera no chilla, respondí.
- Ojalá, me quedé haciendo unas cosas en la compu y cuando me quise dar cuenta era re tarde…
Yo también me quedé frente a la pc, pensé. Eso me hizo acordar que tenía algo que hacer: enviarle un mail a mi nueva amiga (¿debería decir “sumisa”?) virtual. Mientras Mar (así me dijo que le decían desde chica) se acomodaba en su escritorio yo me puse a escribir lo siguiente:

Buen día sumisa… espero que hayas comenzado bien porque a partir de hoy cambiarán algunas cosas para vos. Lo primero que vas a hacer para mí es contarme dónde te encuentras. Luego vas sacarte una foto con tu boca entreabierta y me vas a enviar. Una vez que respondas este simple pedido recibirás otro correo mío, Tu Señor.
Sencillo y breve. La verdad es que si bien el juego me interesaba no estaba con las ganas y el tiempo suficiente para dedicarle más. Mejor empezar con poco pero ya, pensé. Mientras releía el mail antes de enviarlo y ponerme a trabajar, Mar se acercó hacia mí…
- Olvidé mi cafecito, susurró. Ya se había quitado los lentes pero no se la veía especialmente cansada.
- Pensé que me lo habías dejado, respondí.
-Ay me vas a hacer sentir culpable -dijo mientras fingía una carita triste-, lo compartimos, dale? - -Muchas gracias, linda, era chiste, lo prefiero fuerte a vainilla… pero sí compartamos la mesa mientras arranca tu pc y yo me preparo un mate… - le dije y señale con mi palma hacia arriba la silla en mi mesa de trabajo ubicada a mi derecha. Ella se sentó y sonrió antes de tomar un sorbito de su café tomando el vaso con sus dos manos.
- Bancame que mandó un mail, dije. Giré en la silla, cliqueé en “enviar” y me levanté para cargar agua del dispenser del pasillo. Cuando volví Mar se había puesto de pie y estaba leyendo algo en su teléfono. - ¿Tengo que salir un segundo, traigo algo rico del kiosco?, preguntó. - Lo que quieras, respondí.
Cuando mi compañerita salió miré mi bandeja de entrada: aún nada. Me cebé un mate, puse música y me dediqué a responder unos mails de laburo. A los 10 minutos llegó la rápida respuesta con un archivo adjunto. Copio y pego:
Buen día señor, estoy en mi trabajo como todas la mañanas, tal vez algo más cansadita. Le envio la foto que me solicitó, espero que sea de su agrado…

La imagen, tal como le pedí, mostraba su boca levemente abierta. Lindos labios, sensuales sin necesidad de maquillaje, apenas un brillo que podría ser producto de la caricia de su propia lengua. Además, mostraba algunos dientes. La rápida respuesta y la actitud relajada de esa boquita me produjo una erección inmediata. Imaginaba a mi sumisa arrodillada bajo mi escritorio cuando Mar regresó con unas galletitas de chocolate.
escrito el
2015-10-11
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