Mi aventura con una shemale
por
Semen
género
trans
Hola, mi nombre es...bueno...eso no importa demasiado, solo diré que tengo cuarenta y ocho años y estoy casado hace unos veinticinco. Hace un tiempo ya que nuestro único hijo se independizó y ya solo quedamos mi esposa y yo en el domicilio familiar.
Hace ya tiempo me ocurrió la, tal vez más increíble experiencia de mi vida, la cual curiosamente no tiene relación con mi mujer. Resulta que hace un mes se mudó una nueva familia a nuestro edificio, un matrimonio de unos cuarenta años de edad y también con un único hijo, de unos diecinueve o veinte años que realizaba sus estudios universitarios en la capital y que pasaba muy de vez en cuando a visitarles. Resultaron ser una gente encantadora, comenzamos a tener las típicas y vacías conversaciones de ascensor para, poco a poco ir ganando más confianza e incluso salir las dos parejas a cenar juntos de vez en cuando.
La confianza llegó a tal extremo, que en vacaciones de verano decidieron ir a pasar un fin de semana a un hotel en la costa y no dudaron en dejarnos las llaves de su piso ya que tenían un gato y me pidieron si sería tan amable de pasar una vez al día para ver que todo estuviera en orden y a la mascota no le faltara su comida. Por supuesto acepté.
Llegó el sábado, cogí las llaves del apartamento, entré, llené de agua y comida los platos donde comía el gato y acto seguido me fui, cerrando los dos cerrojos de la puerta.
El domingo me encontraba en la sala viendo la tele con mi mujer, y en la ventana del piso de nuestros amigos, la cual podía ver a través del patio interior, me pareció ver cómo se encendía una luz durante un momento para después volverse a apagar. Me pareció bastante extraño, e incluso pensé que podría haber entrado alguien a robar, pero por alguna razón que no acabo de comprender no hice comentarios al respecto, simplemente le dije a mi mujer: "voy al piso de los vecinos para ver si todo está bien".
Mis sospechas aumentaron cuando al introducir la llave en el segundo cerrojo la llave no avanzó, puesto que alguien ya lo había abierto.
Un poco nervioso abrí silenciosamente la puerta, miré a mi alrededor...no había nadie en la sala. De pronto sentí un ligero alivio cuando vi la bolsa de viaje del hijo de nuestros vecinos apoyada en el recibidor, la cual no había visto nada más entrar. "Ha debido venir a buscar algunas cosas de su habitación", pensé, ya que teóricamente él no iría a casa sabiendo que sus padres estaban fuera.
De pronto vi que la puerta de su habitación estaba entreabierta y escuché lo que me parecían ligeros gemidos. En ese momento pensé que podría haber aprovechado la ausencia de sus padres para llevar al piso a alguna chica. Entonces, llevado por una curiosidad infinita hice algo que en circunstancias normales nunca habría hecho, me dispuse a asomarme a la rendija de la puerta y ver qué ocurría, sabía que no estaba bien, pero simplemente no pude evitarlo.
Entonces lo que vi en el interior de la habitación me dejó de piedra...no estaba con ninguna chica...¡él era la chica! No podía creer lo que estaba viendo, llevaba una peluca rubio platino, un cuidado maquillaje, uñas y pestañas postizas y un conjunto de lencería blanco con medias de rejilla. Cada rato se tocaba. Entonces, todavía alucinado por todo aquello, dirigí la mirada hacia el ordenador portátil que tenía delante y pude ver la ventana de vídeo de un chat porno en la que un tipo se masturbaba sin parar mientras le decía todo tipo de obscenidades a quien a partir de ahora denominaré "ella"...ya que en este momento parecía una auténtica mujer.
De pronto, para mi desgracia, el gato apareció y comenzó a maullar como un loco, tal vez tenía esa costumbre cada vez que un desconocido entraba en el piso, y yo solo rezaba para que ella no se percatara. Pero no fue así...
De pronto, después de intentar ahuyentar al a****l como pude, volví a mirar por la rendija y vi como sus manos cerraban la tapa del portátil, "dios, pero ¿quién te manda espiar a nadie", pensé mientras trataba de buscar una explicación creíble. No sé por qué no intenté escapar, pero cuando al fin me propuse seriamente esa posibilidad, la puerta de la habitación se abrió rápidamente y la vi a ella frente a mí, todavía en el oscuro pasillo. Su expresión, antes poseída por la excitación ahora era de preocupación, estaba claro que sus padres no sabían nada de esto ni se lo imaginaban remotamente, y tal vez le aterraba el hecho de que yo pudiera contarles su secreto.
"¿Pero qué haces aquí? ¿Crees que es normal entrar en mi casa y espiarme así, porque sí?" me exclamó, bastante nerviosa. Yo después de tartamudear un rato le dije que solo había ido porque sus padres me lo habían pedido y que me asomé porque me preocupaba el hecho de que alguien pudiera estar robando en el piso, que no contaba con que estuviera hoy aquí y que sentía muchísimo lo que había ocurrido. Creo que la situación me produjo casi más vergüenza a mí que a ella...
La vaga explicación pareció contentarla un poco, cuando de pronto me dijo "siéntate un momento", señalando la cama. Yo supuse que quería explicarme por qué se encontraba vestida así, pero no estas no eran del todo sus intenciones, por lo que pude comprobar luego. Entonces me dijo con una recobrada tranquilidad: "mira, todos tenemos nuestros secretos y hacemos cosas en la intimidad, pero me gustaría asegurarme de que mis padres no van a saber nada de esto, ¿vale?". Yo le dije que no tenía que preocuparse, que no diría una palabra, pero entonces ocurrió lo último que me imaginaba que pasaría...
Llevó su mano hasta mi entrepierna y comenzó a masajear levemente mientras me miraba a los ojos y me dijo: "no, yo quiero estar completamente segura de que no les dirás nada..." Yo estaba completamente en shock, pero os podría decir que no sé lo que fue más sorprendente, si esto, o la reacción posterior por mi parte...una rápida y rígida erección...
No sabría aun hoy qué ocurrió, no sé si cada vez me daba más cuenta de que su apariencia era bastante atractiva y no quería admitirlo, la larga semana de abstinencia sexual con mi esposa, la cual últimamente rechazaba bastante tener relaciones conmigo...no lo sé...pero en segundos mi excitación se hizo más que visible.
"Vaya...vecino, parece que al final hasta te alegrarás de verme" me dijo con una expresión cada vez más lasciva mientras no dejaba de sujetar mi miembro con ganas. "Y no para de crecer" dijo a continuación, mientras comenzaba a besar el bulto cada vez más grande que sobresalía bajo el pantalón. Entonces, mientras me miraba fijamente comenzó a deslizar la cremallera y yo tenía la intención de levantarme e irme, ya que sabía que esto no era algo normal, pero simplemente las palabras no me salían. Cualquier intento de huir de esta situación se desvaneció cuando, mientras no paraba de besar toda la zona, bajó mi ropa interior y quedó frente a su rostro el ya increíblemente erecto y palpitante miembro...
Acto seguido intenté incorporarme, pero me empujó de nuevo hacia atrás y me ofreció una auténtica lección de sexo oral. Me preguntaba dónde aprendió semejantes artes, mientras me masturbaba ligeramente, al mismo tiempo succionaba el glande con sus labios pintados en llamativo carmín rojo, luego dibujaba cada milímetro, cada esquina de la hinchada cabeza con su ágil lengua, bajaba a través del tronco, lamía los testículos y volvía a subir, todo ello acompañado de gemidos de satisfacción, como si estuviera de pronto en su hábitat natural. Yo sabía que no tardaría en eyacular ya que entre tanto tiempo sin descargar y la increíble mamada que estaba recibiendo era en conjunto una bomba de relojería. Mi pene era ya de un vivo color rojo en la parte superior, venoso y comenzando a expulsar transparentes gotas que ella recolectaba minuciosamente con la lengua mientras presionaba mi glande con los dedos índice y pulgar. "Es delicioso, ahora quiero tu leche" me decía mientras aceleraba el ritmo de la masturbación y movía su lengua en círculos por el frenillo, yo sabía que no iba a aguantar ni un segundo más.
En ese momento noté la vibración de mi teléfono, era el número de mi mujer, entonces miré el reloj y comprobé que había perdido completamente la noción del tiempo y llevaba ya en el piso más de media hora, cuando supuestamente solo iba a darle de comer al gato de los vecinos. Tenía que contestar o entonces ella empezaría a sospechar que algo raro ocurría...
"S..sí...", respondí, intentando hablar con la voz más normal que podía poner en ese momento, pero cuál fue mi sorpresa cuando la "hija" de mis vecinos no solo no se detuvo, sino que comenzó a succionar con mucho más entusiasmo y rapidez, mientras me miraba fijamente y de vez en cuando me guiñaba un ojo. Yo ya no sabía qué pensar o qué sentir, solo sabía que debía parecer más o menos "normal" mientras mi mujer estaba al teléfono. "¿Ocurre algo? ¿Has tenido que ir a otro sitio? Llevas ya un buen rato fuera". "N...no..no..cariño" (mientras un incesante "chupchupchup" se escuchaba entre mis piernas) "he visto que el gato ha tirado un par de plantas y he tenido que recoger y barrer un poco", respondí de una manera más hábil de lo habitual, lo cual pareció convencer a mi mujer.
Al finalizar la llamada mi amante exclamó con impaciencia: "Deja de hablar y córrete en mi boca" dijo mientras la abría y dirigía mi extenuado y rígido miembro hacia ella. En ese momento cuando no podía soportar más el placer emití un alarido muy corto y contenido al que siguió un potente chorro de esperma que impactó en su ojo, cubriendo toda la pestaña postiza. Lejos de preocuparse, ella seguía gimiendo y sonriendo con satisfacción, pidiendo más. El segundo chorro sí acertó a entrar en su boca, también impregnando su mejilla. Mientras me convulsionaba, una copiosa tercera eyaculación también acertaba a entrar en su boca, mientras las siguientes impactaron en el resto del rostro y en su pelo. Fue una corrida impresionante, después de tanto tiempo de abstinencia. Mientras las últimas gotas brotaban débilmente, ella volvió a presionar mi glande, apoyó sus labios y succionó hasta asegurarse de que capturaba hasta la última gota. Yo, sudoroso y completamente tumbado, incorporé mi cabeza y vi que su rostro estaba completamente salpicado de mi esperma, tan espeso que en su barbilla algunos hilos de semen se quedaban moviéndose de un lado a otro pero sin llegar a caer. Abrió su boca y comenzó a recoger todo el semen de su cara con el dedo y a dirigirlo hacia su boca.
En ese momento, algo me obligó a decir: "¡¡quiero que te la tragues!! ¡¡trágate mi leche!!" Ella sonrió como satisfecha por haberme excitado hasta el punto de decir algo así, (que no había dicho a nadie nunca antes y menos a mi mujer) cerró la boca y tragó el viscoso líquido, para luego volver a abrir la boca y mostrarla completamente vacía, con una expresión que demostraba una total satisfacción, como si hubiera querido hacerme todo esto desde hace ya mucho tiempo.
Se levantó, yo también, apenas nos dirigimos una palabra, se dirigió a la ducha y yo hacia la puerta de la entrada, subiéndome los pantalones.
Llegué a casa intentando poner una expresión natural, aunque todavía descolocado por todo lo que había ocurrido. Me senté de nuevo en el sofá y mi mujer me preguntó: "¿todo bien?". A lo que yo le respondí mirando fijamente a la ventana del piso de nuestros vecinos: "...sí..."
Hace ya tiempo me ocurrió la, tal vez más increíble experiencia de mi vida, la cual curiosamente no tiene relación con mi mujer. Resulta que hace un mes se mudó una nueva familia a nuestro edificio, un matrimonio de unos cuarenta años de edad y también con un único hijo, de unos diecinueve o veinte años que realizaba sus estudios universitarios en la capital y que pasaba muy de vez en cuando a visitarles. Resultaron ser una gente encantadora, comenzamos a tener las típicas y vacías conversaciones de ascensor para, poco a poco ir ganando más confianza e incluso salir las dos parejas a cenar juntos de vez en cuando.
La confianza llegó a tal extremo, que en vacaciones de verano decidieron ir a pasar un fin de semana a un hotel en la costa y no dudaron en dejarnos las llaves de su piso ya que tenían un gato y me pidieron si sería tan amable de pasar una vez al día para ver que todo estuviera en orden y a la mascota no le faltara su comida. Por supuesto acepté.
Llegó el sábado, cogí las llaves del apartamento, entré, llené de agua y comida los platos donde comía el gato y acto seguido me fui, cerrando los dos cerrojos de la puerta.
El domingo me encontraba en la sala viendo la tele con mi mujer, y en la ventana del piso de nuestros amigos, la cual podía ver a través del patio interior, me pareció ver cómo se encendía una luz durante un momento para después volverse a apagar. Me pareció bastante extraño, e incluso pensé que podría haber entrado alguien a robar, pero por alguna razón que no acabo de comprender no hice comentarios al respecto, simplemente le dije a mi mujer: "voy al piso de los vecinos para ver si todo está bien".
Mis sospechas aumentaron cuando al introducir la llave en el segundo cerrojo la llave no avanzó, puesto que alguien ya lo había abierto.
Un poco nervioso abrí silenciosamente la puerta, miré a mi alrededor...no había nadie en la sala. De pronto sentí un ligero alivio cuando vi la bolsa de viaje del hijo de nuestros vecinos apoyada en el recibidor, la cual no había visto nada más entrar. "Ha debido venir a buscar algunas cosas de su habitación", pensé, ya que teóricamente él no iría a casa sabiendo que sus padres estaban fuera.
De pronto vi que la puerta de su habitación estaba entreabierta y escuché lo que me parecían ligeros gemidos. En ese momento pensé que podría haber aprovechado la ausencia de sus padres para llevar al piso a alguna chica. Entonces, llevado por una curiosidad infinita hice algo que en circunstancias normales nunca habría hecho, me dispuse a asomarme a la rendija de la puerta y ver qué ocurría, sabía que no estaba bien, pero simplemente no pude evitarlo.
Entonces lo que vi en el interior de la habitación me dejó de piedra...no estaba con ninguna chica...¡él era la chica! No podía creer lo que estaba viendo, llevaba una peluca rubio platino, un cuidado maquillaje, uñas y pestañas postizas y un conjunto de lencería blanco con medias de rejilla. Cada rato se tocaba. Entonces, todavía alucinado por todo aquello, dirigí la mirada hacia el ordenador portátil que tenía delante y pude ver la ventana de vídeo de un chat porno en la que un tipo se masturbaba sin parar mientras le decía todo tipo de obscenidades a quien a partir de ahora denominaré "ella"...ya que en este momento parecía una auténtica mujer.
De pronto, para mi desgracia, el gato apareció y comenzó a maullar como un loco, tal vez tenía esa costumbre cada vez que un desconocido entraba en el piso, y yo solo rezaba para que ella no se percatara. Pero no fue así...
De pronto, después de intentar ahuyentar al a****l como pude, volví a mirar por la rendija y vi como sus manos cerraban la tapa del portátil, "dios, pero ¿quién te manda espiar a nadie", pensé mientras trataba de buscar una explicación creíble. No sé por qué no intenté escapar, pero cuando al fin me propuse seriamente esa posibilidad, la puerta de la habitación se abrió rápidamente y la vi a ella frente a mí, todavía en el oscuro pasillo. Su expresión, antes poseída por la excitación ahora era de preocupación, estaba claro que sus padres no sabían nada de esto ni se lo imaginaban remotamente, y tal vez le aterraba el hecho de que yo pudiera contarles su secreto.
"¿Pero qué haces aquí? ¿Crees que es normal entrar en mi casa y espiarme así, porque sí?" me exclamó, bastante nerviosa. Yo después de tartamudear un rato le dije que solo había ido porque sus padres me lo habían pedido y que me asomé porque me preocupaba el hecho de que alguien pudiera estar robando en el piso, que no contaba con que estuviera hoy aquí y que sentía muchísimo lo que había ocurrido. Creo que la situación me produjo casi más vergüenza a mí que a ella...
La vaga explicación pareció contentarla un poco, cuando de pronto me dijo "siéntate un momento", señalando la cama. Yo supuse que quería explicarme por qué se encontraba vestida así, pero no estas no eran del todo sus intenciones, por lo que pude comprobar luego. Entonces me dijo con una recobrada tranquilidad: "mira, todos tenemos nuestros secretos y hacemos cosas en la intimidad, pero me gustaría asegurarme de que mis padres no van a saber nada de esto, ¿vale?". Yo le dije que no tenía que preocuparse, que no diría una palabra, pero entonces ocurrió lo último que me imaginaba que pasaría...
Llevó su mano hasta mi entrepierna y comenzó a masajear levemente mientras me miraba a los ojos y me dijo: "no, yo quiero estar completamente segura de que no les dirás nada..." Yo estaba completamente en shock, pero os podría decir que no sé lo que fue más sorprendente, si esto, o la reacción posterior por mi parte...una rápida y rígida erección...
No sabría aun hoy qué ocurrió, no sé si cada vez me daba más cuenta de que su apariencia era bastante atractiva y no quería admitirlo, la larga semana de abstinencia sexual con mi esposa, la cual últimamente rechazaba bastante tener relaciones conmigo...no lo sé...pero en segundos mi excitación se hizo más que visible.
"Vaya...vecino, parece que al final hasta te alegrarás de verme" me dijo con una expresión cada vez más lasciva mientras no dejaba de sujetar mi miembro con ganas. "Y no para de crecer" dijo a continuación, mientras comenzaba a besar el bulto cada vez más grande que sobresalía bajo el pantalón. Entonces, mientras me miraba fijamente comenzó a deslizar la cremallera y yo tenía la intención de levantarme e irme, ya que sabía que esto no era algo normal, pero simplemente las palabras no me salían. Cualquier intento de huir de esta situación se desvaneció cuando, mientras no paraba de besar toda la zona, bajó mi ropa interior y quedó frente a su rostro el ya increíblemente erecto y palpitante miembro...
Acto seguido intenté incorporarme, pero me empujó de nuevo hacia atrás y me ofreció una auténtica lección de sexo oral. Me preguntaba dónde aprendió semejantes artes, mientras me masturbaba ligeramente, al mismo tiempo succionaba el glande con sus labios pintados en llamativo carmín rojo, luego dibujaba cada milímetro, cada esquina de la hinchada cabeza con su ágil lengua, bajaba a través del tronco, lamía los testículos y volvía a subir, todo ello acompañado de gemidos de satisfacción, como si estuviera de pronto en su hábitat natural. Yo sabía que no tardaría en eyacular ya que entre tanto tiempo sin descargar y la increíble mamada que estaba recibiendo era en conjunto una bomba de relojería. Mi pene era ya de un vivo color rojo en la parte superior, venoso y comenzando a expulsar transparentes gotas que ella recolectaba minuciosamente con la lengua mientras presionaba mi glande con los dedos índice y pulgar. "Es delicioso, ahora quiero tu leche" me decía mientras aceleraba el ritmo de la masturbación y movía su lengua en círculos por el frenillo, yo sabía que no iba a aguantar ni un segundo más.
En ese momento noté la vibración de mi teléfono, era el número de mi mujer, entonces miré el reloj y comprobé que había perdido completamente la noción del tiempo y llevaba ya en el piso más de media hora, cuando supuestamente solo iba a darle de comer al gato de los vecinos. Tenía que contestar o entonces ella empezaría a sospechar que algo raro ocurría...
"S..sí...", respondí, intentando hablar con la voz más normal que podía poner en ese momento, pero cuál fue mi sorpresa cuando la "hija" de mis vecinos no solo no se detuvo, sino que comenzó a succionar con mucho más entusiasmo y rapidez, mientras me miraba fijamente y de vez en cuando me guiñaba un ojo. Yo ya no sabía qué pensar o qué sentir, solo sabía que debía parecer más o menos "normal" mientras mi mujer estaba al teléfono. "¿Ocurre algo? ¿Has tenido que ir a otro sitio? Llevas ya un buen rato fuera". "N...no..no..cariño" (mientras un incesante "chupchupchup" se escuchaba entre mis piernas) "he visto que el gato ha tirado un par de plantas y he tenido que recoger y barrer un poco", respondí de una manera más hábil de lo habitual, lo cual pareció convencer a mi mujer.
Al finalizar la llamada mi amante exclamó con impaciencia: "Deja de hablar y córrete en mi boca" dijo mientras la abría y dirigía mi extenuado y rígido miembro hacia ella. En ese momento cuando no podía soportar más el placer emití un alarido muy corto y contenido al que siguió un potente chorro de esperma que impactó en su ojo, cubriendo toda la pestaña postiza. Lejos de preocuparse, ella seguía gimiendo y sonriendo con satisfacción, pidiendo más. El segundo chorro sí acertó a entrar en su boca, también impregnando su mejilla. Mientras me convulsionaba, una copiosa tercera eyaculación también acertaba a entrar en su boca, mientras las siguientes impactaron en el resto del rostro y en su pelo. Fue una corrida impresionante, después de tanto tiempo de abstinencia. Mientras las últimas gotas brotaban débilmente, ella volvió a presionar mi glande, apoyó sus labios y succionó hasta asegurarse de que capturaba hasta la última gota. Yo, sudoroso y completamente tumbado, incorporé mi cabeza y vi que su rostro estaba completamente salpicado de mi esperma, tan espeso que en su barbilla algunos hilos de semen se quedaban moviéndose de un lado a otro pero sin llegar a caer. Abrió su boca y comenzó a recoger todo el semen de su cara con el dedo y a dirigirlo hacia su boca.
En ese momento, algo me obligó a decir: "¡¡quiero que te la tragues!! ¡¡trágate mi leche!!" Ella sonrió como satisfecha por haberme excitado hasta el punto de decir algo así, (que no había dicho a nadie nunca antes y menos a mi mujer) cerró la boca y tragó el viscoso líquido, para luego volver a abrir la boca y mostrarla completamente vacía, con una expresión que demostraba una total satisfacción, como si hubiera querido hacerme todo esto desde hace ya mucho tiempo.
Se levantó, yo también, apenas nos dirigimos una palabra, se dirigió a la ducha y yo hacia la puerta de la entrada, subiéndome los pantalones.
Llegué a casa intentando poner una expresión natural, aunque todavía descolocado por todo lo que había ocurrido. Me senté de nuevo en el sofá y mi mujer me preguntó: "¿todo bien?". A lo que yo le respondí mirando fijamente a la ventana del piso de nuestros vecinos: "...sí..."
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