¿Se puede pedir mas?

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lésbico

Comienzo a escribir desde este avión que me lleva a New-york , viaje que me hará estar fuera de mi hogar y de mi familia durante un mes, la primera ocasión que dejo solos a mi marido y a Lua .
Me embargan muchas emociones al margen de las puramente profesionales, el curso que voy a comenzar con los mejores diseñadores del mundo y de las extraordinarias perspectivas laborales que se me abrirán a partir de ahora.

Me viene a la cabeza todos los recuerdos de los últimos cinco años, cinco maravillosos años, y que hacen que mis sentimientos en este momento estén más en la sensación de lo que dejo atrás que en el lógico vértigo por el futuro.
Hace una hora, aun estaba encerrada en uno de los lavabos del aeropuerto de Barcelona, con Lua aferrada a mí, con su boca desesperada hundida en mi coño en un intento de que mi partida me quedara gravada, obsequiándome con una corrida maravillosa, húmeda y visceral que acabo mezclándose con las lagrimas de las dos por la inminente despedida.

Para poder explicar cómo he llegado a este punto, porque me humedezco pensando en las caricias de “mi hija” y porque voy a echar tanto de menos el sexo entre los tres, sin sentirme depravada ni viciosa sino afortunada y orgullosa, he de remontarme varios años atrás, bastantes años atrás.
Me case con Jorge profundamente enamorada, ambos habíamos tenido varias relaciones anteriores y aunque nos conocíamos desde la universidad fue varios años después que volvimos a coincidir y tras unos meses de intenso romance, decidimos casarnos.

Decidimos casarnos no solo desde el apasionamiento, sino desde la reflexión, ambos teníamos muy claro que nuestras respectivas profesiones mandarían mucho en nuestro futuro. el ingeniero de obras civiles, recién fichado por una multinacional canadiense que le abría el mundo, viajes a países increíbles a dirigir grandes obras de infraestructuras y yo con mi taller de diseño de moda por fin empezando a ser conocido y haciéndome un nombre en el duro mundo de la creación en una Barcelona volcada internacionalmente en esta actividad.

Pactamos que viviríamos volcados a nuestro trabajo, y que en las ocasiones que nos lo pudiéramos permitir nos amaríamos apasionadamente. Hijos?, no, quizá mas adelante,
¿Y en los largos periodos en los que el estuviera fuera, con todas las posibilidades para el de relacionarse con otras mujeres y para mi de alternar con con amigos y lo que surgiese?
Fuimos muy pragmáticos, y muy modernos, como nos sentíamos entonces. Decidimos que lo que ocurriera en esos paréntesis no le daríamos importancia, ni lo que ocurriera ni las relaciones que se pudieran mantener, cuanto estuviésemos de nuevo juntos todo debía quedar olvidado, nuestro amor debería estar por encima de todo eso.
Y así fue durante unos años, el se marchaba, a Sudamérica, a Africa, a Rusia durante meses, y al volver éramos el uno para el otro, ni una pregunta mía acerca de su vida sexual en esos países ni una sola sospecha de el hacia mí, nada.

Hace ya casi seis años su empresa destino a Jorge a Camboya, estaban abriendo una gran carretera a través de la jungla y el junto con varios ingenieros mas de todo el mundo eran los encargados de resolver in situ los innumerables problemas que se presentaban. Estaba previsto que estuviera allí 6 meses pero cuando se iban a cumplir le notificaron que aun debería permanecer allí tres o cuatro meses más debido al retraso de la obra. Cuando me lo dijo me cabree bastante, cada vez llevaba peor estas ausencias tan largas, así que le dije que no aguantaba más y que iría a verlo, que me moría por estar con él.
Tras una débil resistencia, acordamos que me lo montaría para ir durante un mes a Camboya, ya sabia que las condiciones de comodidad allí no serian demasiado buenas, pero el haría lo posible hablando con las esposas de algún compañero local para que me sintiera a gusto.

Tras llegar al aeropuerto de Nom Pen, donde vino a buscarme, pasamos dos noches en la capital, en un hotel follando como locos y el tercer dia salimos hacia la zona donde la empresa tenia su base de operaciones. Después de un viaje infernal en todo terreno llegamos a una ciudad artificial de barracones, sin asfaltar con calles inundadas de barro y donde vivían todos los responsables de la inmensa obra. Mi decepción fue tremenda, porque aunque sabía que las condiciones no iban a ser las mejores, tampoco esperaba algo tan espartano.
Los primeros días fueron horribles, confinada en un barracón sin comodidades, sin nada que hacer y esperando que jorge volviera de jornadas agotadoras de trabajo. Al cuarto o quinto dia Jorge me anuncio que al día siguiente había organizado una pequeña excursión para mi, había hablado con la mujer de un compañero francés que vivía en Camboya hacía varios años y Con la mujer del jefe local de la obra para que fuésemos a un pueblo cercano y al menos pasara el día con gente y en un sitio donde habría tiendas, bares y algo de vida.

Llegamos al pueblo las tres con un chofer en el todoterreno de la empresa y nos dedicamos a pasear y ver las pocas cosas que había de interés, en general una gran miseria y mucha suciedad. Por la tarde Marie, la mujer del compañero de mi marido, que realizaba tareas para una ONG nos propuso ir a visitar el orfanato del pueblo, cosa que ella hacía con bastante asiduidad ya que como decía allí nos enfrentaríamos con la cruel realidad de aquel país.
Nunca olvidare la primera vez que la vi. Tenía el orfanato 30 o 40 niños y niñas recogidos y varias mujeres que les cuidaban, intentaban que el recinto fuese una isla entre la miseria exterior, pero apenas lo conseguían. Casi todos los niños tenían entre 2 y 5 años y pululaban a medio vestir por las barracas y los jardines con muchísima animación, los niños siempre son niños. Y entre ellos destacaba una niña mas grande, quizá la más desastrosamente vestida de todos, le eche unos 9 años, sucia, mal peinada, y con una mirada tristísima que se me clavo en el corazón.
Hablamos con las “cuidadoras” y yo me interese por ella. Me contaron que se llamaba Lua, que realmente tenía casi 12 años y que llevaba muchísimo tiempo allí, que había tenido muy mala suerte porque por unos motivos o por otros la peticiones de adopción que llegaron cuando era más pequeña nunca habían cuajado, y que después nadie quiere una niña tan mayor. Hablamos sobre el porvenir que le esperaba, a los 14 años debería abandonar el orfanato. La verdad es que al oír quede muy impresionada y muy tocada por la impotencia que sientes ante estas cosas.

Volvimos a “casa” y cuando Jorge regreso de trabajar le conté la experiencia incidiendo sin darme cuenta en la triste historia de Lua, el me dijo entre bromas que me estaba haciendo mayor y que la naturaleza y el instinto maternal me estaban atacando, aun así conseguí convencerlo de que a la primera oportunidad vendría conmigo a verla.
Así fue, volvimos al cabo de unos días y esa vez conseguimos que lua dejara los juegos y estuviera por nosotros, nos impresiono la mezcla de tristeza y a la vez ganas de vivir que se le notaba, apenas podíamos entendernos con ella pero nos inundo a los dos de rabia y de deseos de hacer algo.

Durante los dos siguientes días Jorge y yo tuvimos conversaciones muy profundas llegamos a la conclusión de que uno de los acuerdos que teníamos desde nuestro compromiso -hijos no- ya no tenía validez, y que si estábamos dispuestos ya a traer una criatura a este mundo, con lo que suponía de compromiso para el futuro, lo más humano era recatar a esta pobre niña de futuro aterrador a la que estaba abocada.
Todo fue razonablemente rápido, mi marido uso todas las influencias que pudo de su empresa y Marie de su organización, y tras alargar yo mi estancia hasta no concluir todos los tramites, 4 meses más tarde, volvíamos a Barcelona con Lua como hija legalmente adoptada y todos los papeles en regla

Al principio todo fue vertiginoso, acomodar a Lua en casa, búsqueda de un colegio privado especial donde tras explicar las circunstancias iba a recibir los refuerzos necesarios para que se fuese adaptando a una vida y un país que para ella eran totalmente extraños. Jorge disfruto de una buena temporada en casa y los dos nos volcamos en los innumerables detalles que debíamos resolver.
La mayor gratificación era ver la cara de Lua, su cara de sorpresa por la mayoría de cosas que iba descubriendo, su cara de alegría, el brillo en sus ojitos achinados, su cara de agradecimiento sincero que se le notaba hacia nosotros. Y su esfuerzo, su gran esfuerzo de adaptación.

Llevaba 9 meses Lua ya en nuestra casa cuando mi marido me anuncio que debía volver a marcharse, solo un mes esta vez pero me pareció terrible, realmente no me había planteado que en las largas ausencias de Jorge seria yo la única responsable de Lua, hasta entonces lo habíamos compartido todo y el anuncio me inundo la preocupación y la tristeza por su marcha.
Aquella tarde de verano fuimos al aeropuerto a despedirlo y por primera vez después de tantas despedidas en esta ocasión acabe llorando como una niña. Volvimos Lua y yo a casa y yo no podía dejar de llorar, me estaba afectando mucho. Lua ya hablaba lo suficiente español para que se diera cuenta de todo y solo intentaba consolarme, haciendo una gracia, o diciéndome lo mucho que me quería.

Una vez en casa nos acostamos temprano, no tenía ganas de nada, me tome un tranquilizante suave para poder dormir mejor, al cabo de unos minutos de estar en mi habitación, sobre la cama en braguitas, ya que el calor era muy fuerte, note como se abría la puerta y Lua entro, sin decir palabra se metió en mi cama. Nunca lo había hecho, desde que llego siempre había dormido sola en su habitación y además se le notaba como disfrutaba de tener su espacio propio.

Venia descalza y también en braguitas, al subir a la cama con mucho sigilo pensó que yo dormía y se acurruco detrás de mí. Yo ya estaba con los primeros síntomas del tranquilizante y no reaccione. Sus brazos me rodearon por detrás y note que su pequeña mano me acariciaba el pecho y poco a poco bajaba por mi estomago y bajaba hasta que se poso sobre mi sexo.
Sobre las bragas note como con una cadencia casi imperceptible su mano empezó a moverse rítmicamente, muy poco a poco pero suficiente como para que mi interior despertase con ese impulso imparable que hace que se te abran las carnes lentamente. En el estado de semi inconsciencia en el que estaba, empezó a poder mas la llamada del cuerpo que el reparo de debía sentir en esta situación y sin quererlo voltee mi cuerpo hasta quedar boca arriba y entre-abrí ligeramente las piernas, al momento con toda soltura, su mano, su pequeña mano, supero la goma de las braga y entro en contacto con mi ya húmedo sexo. Y siguió acariciando, y siguió, y yo me empecé a derretir, y siguió, siempre muy despacio y mi cuerpo empezó a arquearse y de forma imparable desde muy adentro me vino esa explosión envolvente que se expande y se expande y que acaba en la suspensión, en la ingravidez más placentera.
Suspire, su pequeña mano se retiro, alguna caricia mas, leve, muy leve, poco a poco note como se escurría fuera de la cama, en silencio, sigilosa, se fue a su habitación.

Cuando desperté al día siguiente mi cabeza era un torbellino, ¿qué había pasado?, ¿cómo podía haber pasado? ¿Había pasado de verdad?
Lua ya me esperaba para desayunar, su cara con la sonrisa maravillosa habitual, si ni un ápice de culpabilidad. Tras unos minutos sin saber cómo hacer ni que decir, decidir hacer frente a la situación
-Porque hiciste anoche aquello?
-por que estabas triste, y no quiero que estés triste
-¿Pero sabes lo que hacías?
-es lo que las cuidadoras en el orfanato me enseñaron a hacerles cuando estaban tristes ¿no te gustó?
¿Cómo podía reñirle?, ¿cómo podía hacer que se sintiera culpable por haber hecho algo cargada de amor?. Intente explicarle que aquí eso no estaba bien, que aun menos en la familia etc etc. todo en vano, ni siquiera se inmuto, con su mal español aun, me explico que me estaba muy agradecida por todo, que yo era lo más importante de su vida, y que si podía sin esfuerzo hacer que me sitiera bien cuando estaba triste no veía porque iba a dejar de hacerlo

.Deje la conversación porque tampoco quería traumatizarla y pensé que poco a poco se iría formando y iría aceptando las normas morales que aquí tenemos.
Llego la noche, otra cálida noche de verano, y a los pocos minutos de estar yo en la cama, Lua volvió a entrar, descalza y desnuda como la noche anterior y volvió a comenzar a acariciarme.
Pensé en encender la luz de pronto, incorporarme y gritarle que se estuviera quieta, que eso no se hacía y castigarla, pero en lugar de eso me quede quieta. Una mezcla de pensamientos bullían en mi cabeza. Al final el deseo de no herirla fue el que triunfo, la detendría y volveríamos a tener una conversación, pensé. Pero cuando en un movimiento experto sus deditos se introducían en mi raja, mi cuerpo se rindió, con decisión su dedo corazón se introdujo dentro de mi vulva mientras con su índice no paraba de agitar mi enrojecido clítoris. ya no podía atender a razones y me dispuse a correrme como una perra.

El sentimiento de culpabilidad se mezclaba con pensamientos tan increíbles como admirar su maestría pajeando, no cabe duda que le habían enseñado bien en el orfanato.
Así fue aquella noche y la siguiente, y la siguiente, ella llegaba cuando pensaba que yo estaba dormida, me acariciaba, me pajeaba con una sencillez pasmosa, yo me hacia la dormida, pero me corría de forma monumental, acababa, se deslizaba fuera de la cama y se volvía a su habitación. Y a mí cada vez me sorprendía menos, cada vez me azoraba menos, y cada vez me gustaba más.
El mes paso casi sin darme cuenta, los últimos días, esperando ansiosa que llegara la noche y que Lua viniera a mi cama a meterme la mano entre las bragas , que se moviera certera entre mis labios, que deslizara sus dedos por mi perla y que fuese agitándome hasta explotar. Mi capacidad de resistirme hacia tiempo que había sido vencida, y solo de vez en cuando me asaltaba algún pensamiento de culpa que se diluía esa misma noche entre los brazos de Lua

Pero pasó el mes, Jorge volvía y yo no sabía qué hacer, ¿cómo se tomaría la nueva situación? Mi falta de decisión para acabar con lo que tanto me estaba gustando podía poner fin a nuestro matrimonio. ¿Se debía enterar enseguida?
A todo esto Lua seguía siendo una niña admirable, en ningún momento adquirió un rol diferente por saber lo feliz que me hacía cada noche, al contrario, seguía sumisa y feliz, agradecida.
Sin decisión de que hacer fuimos a buscarlo al aeropuerto. Lua era la imagen viva de la alegría, en cuanto lo vio se echo a sus brazos y en el viaje de vuelta a casa no paro de contarle entusiasmada todo lo nuevo que había aprendido en el colegio y con sus amigos. Llego la noche y Lua no apareció, yo no le había dicho nada, en mi indecisión había pensado que si se producía alguna situación embarazosa se lo confesaría todo a Jorge y que pasara lo que dios quisiera. Pero no apareció

Jorge y yo nos dispusimos a follar y recuperar el mes perdido, y de pronto se me paso por la cabeza que comenzara como me hacia Lua. Le conduje la mano bajo mis bragas y le obligue a que me acariciara muy lentamente, nada que ver con las caricias de Lua, pero con mi mente en las noches anteriores y las caricias de los gruesos dedos de Jorge mi primera corrida esa noche fue brutal. Luego decidí obsequiarle con un polvazo de antología.

Tenía Jorge una polla grande no exagerada, pero si hermosa, potente que a mí me encantaba chupar, la lamí entera desde los huevos a su capullo, que notaba palpitando bajo mi lengua, cuando comprobé que ya estaba en su máxima expresión, durísima, le pedí a Jorge que me lubricara el culo, comenzó con su dedo empapado en saliva y continuo a medida que mi agujero cedía con crema hasta que su dedo entraba con toda facilidad. Entonces deje de succionar aquel hierro candente en que se había convertido el nabo de jorge me coloque sobre el montándolo, se la agarre y me la dirigí hacia mi entrada engrasada. Como siempre me costo, a pesar de la crema el grueso capullo de jorge necesito varias embestidas para acabar entrando y acoplándose a mi trasero. Comencé a cabalgarlo, al principio poco a poco, el dolor que sentía en mi esfínter me hacia ir lentamente, pero poco a poco el dolor se transformaba en calor, y este calor en deseo de se penetrada aun mas, Jorge disfrutaba de lo lindo, su polla bien acogida y masajeada por mis entrañas no tardaría en chorrear, yo tenía que hacer un esfuerzo para no correrme, quería estar pendiente de él, era para él. Apreté los músculos de mis nalgas, trate de cerrar mi ojete con fuerza, y eso fue definitivo, note el fluido caliente y espeso llenándome por dentro, una erupción, y otra, y otra, el semen salía a borbotones y se deslizaba fuera de mi cuerpo por entre la junta del miembro , Jorge gemía, hasta la locura y entonces me deje ir, ¡por dios qué bueno! Mi orgasmo fue espectacular, intenso y asfixiante me subía desde dentro por toda la espalda en oleadas de calor sucesivas hasta dejarme transida.

Tuve que tomarme tiempo para recuperarme, pero mi decisión de obsequiar a Jorge me hizo espabilar, tras correrse dentro de mi culito como a el más le gustaba inicie una chupada lenta y sabrosa. Con su polla a medio gas, la disfrutaba en la boca, blanda, suave, carnosa, y con la paciencia suficiente se puso de nuevo en marcha. No le di respiro, la mame, la estruje mientras la pajeaba, la succione profundamente y acabo volviéndose a correr estrepitosamente en mi boca, no deje que se desperdiciara ni una gota.

Volvimos a la normalidad, yo echaba de menos mis noches con Lua, pero también agradecía la tranquilidad mental que suponía que todo volviera a estar en orden
Lua seguía creciendo, aprendiendo a pasos agigantados, formándose y convirtiéndose poco a poco en una personita mayor, su cuerpo empezaba a tomar formas, seguía siendo delgada, pero el cambio en su alimentación se iba notando, seguía siendo pequeña pero su cuerpo había abandonado la niñez y empezaba a convertirse en una mujercita. Sus ojos rasgados y un carácter alegre y juguetón la convertían en una personita adorable

Inevitablemente Jorge periódicamente volvía a viajar intermitentemente, cuando se iba,desde la primera noche allí estaba lua, haciéndome feliz cada noche.
Un día estando Jorge de viaje, me llamaron del colegio, Lua no se encontraba bien y me pedían que pasara a buscarla, la lleve a casa y resulto que tenía su primera menstruación. La colme de cariños, estuvimos dos días juntas noche y día y tuve la ocasión de explicarle lo que le pasaba y que significaba aquello, que se había convertido en mujer, debía tener en torno a los 13 años y su cuerpecito pequeño pero fibrado y armonioso, ya dejaba ver dos tetitas del tamaño de mandarinas rosadas, y entre sus piernas ya crecía un insignificante matoncillo de bello.

Al tercer día, una vez recuperada, como siempre volvió a mi cama aquella noche, como siempre comenzó a acariciarme, bajo hasta mi pubis y comenzó deslizar sus dedos por mi clítoris, y yo como siempre empecé a subir de temperatura y disfrutar al ritmo de su paja. Acabe y para mi sorpresa no se bajo de la cama como siempre hacia sino que permaneció abrazada a mí, reaccione, me volví hacia ella y allí estaba mirándome con esa mirada triste y agradecida que me enamoraba, como la cosa más natural del mundo cogió mi mano y la dirigió a su entrepierna, acercándose mucho a mi me susurro, -ya soy una mujer- entendí lo que me quería decir, comencé a acariciar su entrepierna muy suave, note como se le aceleraba la respiración, puse más interés y vi como sus ojos se iban nublando. Le baje las braguitas y comencé a masturbarla lo más suavemente que supe, mis dedos se fueron deslizando hacia su clítoris, escondido aun entre los pliegues de sus labios, ella se cogió a mi brazo se puso rígida a medida que yo aceleraba mis caricias, llevo su mano sobre la mía y me obligo a apretar mas y vi como le iba llegando el primer orgasmo de su vida entre convulsiones y sollozos. Después se quedo dormida en mis brazos.

Me pare a pensar, a esas alturas ya me parecía normal que mi hija me pajeara todas las noches y despreciaba lo que cualquiera pudiera pensar de mi si se enteraran, el placer que me daba lo compensaba con creces, pero ahora debía contemplar que ella también necesitaba ser amada y nadie mejor que yo para hacerla gozar.
Cada noche nos tocábamos la una a la otra hasta dejarnos satisfechas, y lo mejor es que no había ningún ánimo vicioso, nos acariciábamos con la tranquilidad de hacer algo bueno a alguien que quieres.
Aceptado ya por mi mente la relación con mi hija que además compaginaba con los periodos en que jorge estaba en casa y nos cogíamos con tantas ganas que fallábamos como posesos mi vida transcurría feliz y sin complicaciones.

Una noche casi sin darnos cuenta estábamos en pleno frenesí amatorio, tocándonos las dos a la vez la una a la otra, y buscando una posición mas cómoda, su cabeza fue a parar a mi entrepierna, nunca habíamos usado la boca para nuestras pajas mutuas, pero de forma casi natural Lua comenzó a lamerme primero el exterior de mis labios, luego busco con la lengua ese punto que sabía que me volvía loca cuando lo rozaba con sus dedos y poco a poco lamio todo el interior de mis labios introduciendo la punta de su lengua en el interior de mi vagina,
¡maravilloso!, sentí la necesidad de corresponderle, abrí sus piernas, le agarre los dos cachetitos de su culo aun infantil y hundí mis labios en su rajita, disfrute pasando mi lengua por su vello mojado, perfore la entrada de su coñito con la punta de mi lengua, de mi entrepierna ya subía la oleada de calor previa al orgasmo y a la vez notaba la rigidez del cuerpo de Lua que advertía de lo mismo, fue brutal, nos fundimos las dos enroscadas en un orgasmo intenso y largo, del que no queríamos salir, mis músculos ya se relajaban pero yo tenía la necesidad de seguir lamiendo la delicada y mojada curva de su pubis y notaba que lua no quería dejar de besar y succionar mi clítoris, ninguna de las dos paro, y como de una hoguera ya en brasas volvió surgir llama, una llama que nos abrasaba por dentro, a los pocos minutos volvíamos a entrar en trance, entregadas la una a la otra de forma indescriptible. Después caímos vencidas por el cansancio, y muy acurrucadas nos dormimos la una con la cara en la entrepierna de la otra.

No todas las noches podían ser tan tremendas, pero todas las noches había sexo, era parte de nuestras vidas, hacernos felices la una a la otra, como si fuese parte del quehacer cotidiano. Y lo más curioso era que en cuanto jorge volvía todo volvía a la normalidad, Lua era la niña espabilada que nos asombraba a todos con sus avances en todos los campos, con su cuerpecito gracioso que parecía no querer salir de la niñez y con una personalidad afable y simpática, que hacia las delicias de todo el que la conocía.
Hace aproximadamente un año Lua acababa de cumplir 15 de una edad ficticia porque nunca supimos su fecha exacta de nacimiento, pero teníamos una fecha que nos dieron en el orfanato y era cuando celebrábamos su cumpleaños. A Jorge lo invito sus empresa a unas vacaciones extraordinarias, dicha empresa entre otras muchas cosas poseía un complejo turístico de lujo en la isla de Santa Lucia, en el Caribe, y como parte de su programa de fidelizacion de sus directivos nos ofreció la oportunidad de pasar un mes entero en el resort.
Paradójicamente, viajábamos muy poco, Jorge siempre fuera, cuando tenía libre decía que disfrutaba más en la casa con nosotras que andando de aeropuertos y hoteles como su profesión le obligaba a estar siempre. Así que aceptamos y hasta allí nos fuimos los tres.
Nuestra primera sorpresa fue que se trataba de un resort naturista de lujo con playa privada, que compartíamos una veintena de bungalós distribuidos a lo largo de 2 kilómetros de arena, con un servicio esmeradísimo y unas instalaciones increíbles.

La primera mañana en la playa no la olvidare nunca, Jorge y yo acabábamos de hablar de cómo reaccionaría Lua ante la idea de la desnudez en público, aunque la playa era tan grande y los bañistas tan escasos que tampoco se podía decir que fuésemos a estar exhibiéndonos, pero nos preocupaba. Con la mayor tranquilidad de mundo llego Lua del bungaló, nosotros ya estábamos como dios nos trajo al mundo, ella se saco la camiseta larga que traía, vimos que ya venía sin biquini y se quedo totalmente desnuda, con su cuerpo a medio formar con sus peritas en el pecho su hilera de vello ligerísimo entre las piernas , con sus muslitos delgados y fibrosos que acababan en dos gajos de naranja perfectos en su culito de niña.

Mire a mi marido que la miraba a ella, y note su turbación, su turbación y un automático despliegue de su pene que no podía evitar desarrollarse ante la visión de aquel cuerpecito. Intentando eliminar los pensamientos que seguro le estaban asaltando, se levanto y corrió hacia el agua, y lua traviesa como siempre le siguió, jugaron en el agua, nadaron, pelearon, se abrazaban, se volvían a soltar, jugaban y jugaban, si salían del agua y venían hacia mí, yo volvía a notar la incomodidad de jorge que a la que podía decía que iba por bebidas, que necesitaba algo de la habitación o que volvía al agua, y lua mas empalagosa que de costumbre, no paraba de intentar jugar con él, se hubiera dicho que lo provocaba, pero ese pensamiento no entraba en nuestras mentes.
Así pasamos varios días, por las noches jorge se desahogaba conmigo, me follaba de una forma bestial y resentida, teníamos cuidado de que Lua no nos oyera ya que a pesar de que tenía su propia habitación, el tipo de construcción del bungaló no era precisamente muy aislante y esperábamos a que estuviera profundamente dormida, o eso creíamos.
Yo por mi parte no paraba de pensar que el impulso natural de jorge, trempando cada vez que Lua se le acercaba desnuda a jugar, podía llevarnos a algún lio, y por otra parte me invadía un pensamiento de satisfacción muy intima al pensar que el placer que se le negaba a Jorge yo lo disfrutaba a diario.

Cuando llevábamos una semana así, una noche tras venir Jorge de la habitación de lua y cerciorarse de que dormía, preparándonos para entregarnos el uno al otro, de pronto vimos a Lua en la entrada de nuestra habitación, desnuda, en silencio, nos sorprendió y durante unos instantes todos estábamos callados y quietos. Lua se adelanto y con la misma tranquilidad pasmosa que entro la primera noche en mi habitación, se dirigió a nuestra cama, me hecho los brazos al cuello y me abrazo, y a continuación me susurro pero de forma que Jorge también los oyera -yo os quiero a los dos- y a continuación dirigió su mano hacia el pene de Jorge, y lo rozo levemente con la palma de la mano, jorge enarco las cejas, abrió mucho los ojos no podía creer lo que pasaba, me miro interrogando, iba a decir algo pero me adelante le lleve mi mano a su boca y le dije – déjate llevar- pareció que era la palabra clave

Lua se soltó de mi y volvió a dirigir su mano al tremendo pene de Jorge, que aun se veía más descomunal agarrado por la mano diminuta de lua, yo me incorpore y sustituí mi mano por mi boca en la boca de jorge, así evitaría que se rompiera el hechizo con algún comentario de protesta. Lua se dedico a lamer el fornido cuerpo de mi marido, muy suavemente como siempre hacia con el mío, al llegar a la cara lo beso y me beso a mi también y siguió bajando por el mío, que ya no tenía secretos para ella, beso y lamio mis pechos y bajo como acostumbraba hasta mis ingles, yo con la cara de mi marido en las manos y mi boca en sus labios empezaba a estar cardiaca, pero debía mantenerme fuerte para controlar que a Jorge no se le cruzaran los cables ante la situación, Lua mientras tanto seguía trabajando como solo ella sabía, y pasaba de besar mi pubis a volver a agarrar el nabo de Jorge, ahora con una mano, ahora con las dos, lo veía enorme, lo masajeaba, lo hacía subir y bajar muy despacio, lo dejaba, volvía a mí, yo notaba la desesperación de Jorge cada vez que esto sucedía, pero al poco ya tenía de nuevo la polla en sus manos.

Jorge lentamente se iba relajando y asimilando la situación, así que me desprendí de su cabeza y empecé yo también a lamer y acariciar con mi boca su cuerpo, Lua se percato y se dedicó a mi por completo trabajándome el clítoris con sus dedos y dejando que yo llegase con mi boca hasta la punta del capullo de jorge, que estaba rojo y parecía a punto de estallar, lo lamí sintiendo ese dulzor tan agradable de me dejaba en la boca cuando estaba tan lubricado, abrí bien la boca y comencé a succionar aquel pedazo de polla que a mí me volvía loca, jorge se dejaba hacer y miraba con mezcla de asombro y curiosidad, como lua se afanaba en lamer hasta el último plegue de mi chocho, yo chupaba y chupaba, le acariciaba los huevos, hundía mi nariz en ellos, siempre me había gustado el olor que desprendían, mi excitación era máxima, a la vez que tenia aquel pollon para mi, mi niña me estaba comiendo el coño como los angeles.

Supuse que no tardaría en correrme y que Jorge tampoco aguantaría mucho mas, de pronto pensé que no era justo, que esa era su noche de ellos, así que como pude me desprendí de aquella picha maravillosa, me lleve las manos a mi entrepierna donde encontré la cabecita de lua, hice que parara y como quien le entrega el trofeo más deseado le acompañe la cara hasta la verga palpitante de mi marido, con suavidad la beso, la lamio y se la introdujo en la boca, para ella era enorme, a duras penas cubría con su boca bien abierta el tremendo capullo, pero con la suavidad innata que tenia comenzó a succionar a la vez que subía y bajaba aquella masa de carne.

Yo no podía mas solo de ver aquello me iba a correr, aguante y decidir obsequiar a lua con una paja de campeonato, cogiéndola por detrás, ella concentrada en su mamada, mi mano llego hasta su coño ya empapado y comencé una enérgica caricia continua en su clítoris, se agitaba, gemía con la polla en la boca, mi marido mientras tanto también se contorsionaba y vi que estaba a punto de correrse, comenzó lua, su cuerpo se enervo como le ocurría siempre, pero esta vez aun mas, cerro las piernas en torno a mi mano con fuerza y aun así no dejaba de mamar. En pleno éxtasis de la chiquilla, Jorge convulsiono su cuerpo y una abundante corrida comenzó a salir de aquel cipote, lua trataba de tragar y no daba abasto, así que decidí ayudarla compartimos los restos de la corrida y como siempre me encargue de que no se desperdiciara ni una gota, me encantaba.
lua yacía extenuada a nuestro lado jorge se relajaba con una mezcla de satisfacción y sorpresa todavía y yo en un estado de excitación tremendo ya que me había reservado y mi cuerpo me pedía explotar, los miraba.

Fue la lua la primera en reaccionar y darse cuenta, así que me hizo sentarme en cuclillas sobre su cara de espalda mi marino, y comenzó a lamerme el clítoris con esa delicadeza que solo ella tiene, Jorge tardo un poco mas pero finalmente también se dio cuenta y dirigió su mano a mi trasero, con su dedo índice comenzó a presionar mi culito, poco a poco lo iba abriendo, mi clítoris en llamas y el dedazo de mi marino abriéndose paso en mi culo dándolo de si, la corrida fue de antología, lua la pobre quedo con la cara empapada de la cantidad de flujo que llegue a soltar.
Nos quedamos dormidos, a la mañana siguiente al despertar Lua se había levantado y estaba en la playa, la podíamos ver desde el bungaló, Jorge y yo teníamos muchas cosas de que hablar, y hablamos y hablamos.

Como explique al principio siempre habíamos sido muy abiertos, pero la situación era realmente escandalosa, además jorge tenía que asimilar en un día lo que a mí me había llevado asimilar meses. Comprendimos que era natural, que Lua realmente no era nuestra hija, aunque la quisiéramos como si lo fuese, pero que la naturaleza era sabia y que no debíamos poner impedimentos donde no los había. Aun sin convencer del todo Jorge me dijo que quería pensar y estar solo, así que salió a dar un paseo por la playa en dirección contraria a donde estaba lua.
Esta se dio cuenta y enseguida vino a verme, se tiro a mis brazos y me pidió que la perdonara pero que a ella le parecía que nuestra vidas no habían estado completas hasta la noche anterior, le dije que no había nada que perdonar, y que la culpa de todo era mía por querer egoístamente disfrutar de los dos por separado.

Nos abrazamos y instintivamente con mucha suavidad comenzamos a besarnos y acariciarnos hasta que de nuevo empezó la fiebre que nos llevaba siempre a la entrega total.
Volvió jorge y nos encontró desnudas en la cama abrazadas después de haber disfrutado de una corrida dulce y placentera, las dos lo miramos queriendo adivinar que pasaba ahora por su mente, y la incógnita se despejo pronto, se vino a la cama, y con una suavidad que nunca había tenido conmigo comenzó a lamer los piececitos le lua, muy lentamente sin prisa, ascendió por sus tobillos, por sus pantorrillas, se aplico en la parte de atrás de sus rodillas, lamio sus muslos llego sus cachetes que mordisqueo goloso saco bien la lengua y la dejo caer por la huchita de su culo hasta llegar a su agujero, lo lamio, lo empapo con su saliva lo volvió a chupar, lua me miraba con la cara extasiada, pidiéndome que interviniera, como pude deslice mi cabeza bajo su cuerpo y no sin esfuerzo llegue a su entrepierna, allí me encontré con Jorge que se afanaba en lamer su culito, y comencé a mordisquear su clítoris siempre oculto. Lua se estremecía como nunca, convulsionaba, gemía, gritaba como nunca había hecho y nosotros seguíamos y seguíamos hasta que exploto, sus dos esfínteres se cerraron con nuestras lenguas dentro, la convulsión final fue tremenda. Cayo agotada, Jorge y yo nos miramos sonreímos y nos besamos, con un beso de verdadero amor, gustosos por lo que acabábamos de compartir.

Desde aquellas vacaciones nuestra vida es totalmente plena, sin culpas, disfrutamos del sexo cada vez que nos apeteces y con quien nos apetece, a veces los tres a veces yo con lua, a veces lua y jorge que se adoran y por supuesto jorge y yo que follamos como locos pensando en cualquiera de la ocasiones en que estamos con lua, solo nos hemos puesto un límite, no penetrar a lua, ella sigue siendo virgen, en el futuro ella decidirá que quiere hacer con su coño, jorge que es quien podría echar de menos esto, está de acuerdo y como siempre cuando tiene ganas sabes que mi culito esta siempre a su disposición para que lo perfore.

Somos muy felices y como os decía al principio dejo mi hogar por primera vez, tranquila, confiada, esta mañana al despertarme decidí obsequiar a mi marido con una mamada de despedida, cuando acabe de beberme toda su leche, me confesó que era muy feliz, que me fuese tranquila, que cuidaría de lua y que la haría disfrutar a diario.
Cuando llegamos al aeropuerto, tras facturas mis maletas íbamos a despedirnos estábamos los tres y lua me abrazo, sollozaba y gemía, me dijo ven. Me arrastro de la mano a los lavabos de señoras me metió en uno de los cubículos, y entro conmigo, me abrazo, me beso dulcemente en la boca, sus manos ya buscaban la cremallera de mi pantalón con una impaciencia inusual bajo su cara a mi entrepierna y comenzó a besar mis labios, su lengua juguetona ya se desplazaba a lo largo de toda mi raja yo me deshacía de gusto.

Me bajo por completo los pantalones y siguió lamiendo, cuando vio que me faltaba poco para correrme, de pronto me hizo dar la vuelta, y su lengua aun mas afilada comenzó un concienzudo repaso de mi ano, mientras sus deditos se dedicaban a jugar con mi clítoris, subían y bajaban por mi vulva y el hormigueo que me provocaba su húmeda lengua en la comisura de mi culito me volvía loca. ya estaba a punto, de repente me dio la vuelta de nuevo y cambio, sus labios como ventosas se adhirieron a mi botoncito succionando con fuerza y provocándome un gusto indescriptible a la vez sus dedos más vigorosos que nunca entraban en mi culo abriéndolo como una flor. Por los altavoces llamaban a los pasajeros de mi vuelo, mis piernas se aflojaban en un orgasmo largo e intenso mis manos se fueron a su cabeza apretándola contra mi entrepierna, no quería que dejara de sorber mi cosita, otra corrida se avecinaba, sus dedos hacían maravillas en mi trasero, y en pleno orgasmo dejo de succionar y introdujo su lengua en mi vagina, me retorcía de gusto, fue delicioso, imparable, brutal.

Cuando acabo de comerme el coño, me dijo que no me preocupara que cuidaría de Jorge, que le haría el amor todas las noches, que volviera pronto que me echaría mucho de menos y que iba a reservar sus mejores caricias para mi a la vuelta.

Se puede pedir mas?
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2016-02-10
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