Fantasías matrimoniales

por
género
intercambio de parejas

Durante nuestras relaciones sexuales en los últimos años de matrimonio, ambos fantaseábamos, con situaciones donde algún hombre o mujer compartía nuestros juegos y los incorporábamos en el momento preciso. Ella solía ponerse lencería erótica, portaligas, medias y corpiños transparentes, pero el momento álgido ocurría cuando mágicamente nombraba e invitaba a un tercero para compartir la cama.
Recuerdo, que era una constante que yo le pidiese que invitara a alguien que desease, y ella reticente al principio finalmente accedió cuando yo le confesé mi fantasía con una amiga suya, que me ratoneaba desde hacía tiempo. Era fantástico, empleaba todas mis caricias para excitarla y ella me respondía de la misma manera con un mete y saca prolongado, hasta que invocando el nombre mágico de Antonio su primer amante, comenzaba a gemir y a abrir casi con desesperación, con sus dos manos las nalgas como ofreciendo su orificio anal para una doble penetración, y mientras nos nombraba a los dos, gozaba de un orgasmo ruidoso y prolongado. De más esta decir, que yo me ponía a mil y acelerando mis movimientos derramaba mi esperma a raudales dentro de su concha húmeda y generosa, terminando sudorosos y felices.

Impensadamente, en un momento de excitación y lujuria, llamó a su amiga Liliana para incorporarla al juego, musitando su nombre y pidiéndome que la cogiese sin remordimiento para darme el gusto y satisfacer mi fantasía. En ese momento comprendí que la excitaba la posibilidad de una orgía y en su imaginación cabía la experiencia si se daba la oportunidad.

A partir de allí, cada vez que teníamos relaciones gozábamos de una orgía imaginaria invirtiendo los roles e intercambiando las parejas para hacer más placentero el sexo. Yo siempre tuve en mente la posibilidad de hacer realidad nuestras fantasías, hasta que sin pensarlo una mañana, leyendo el diario me detuve en el rubro de servicios donde se publicaba “matrimonio ofrece atención a parejas, absoluta discreción y buen nivel”. Me contacte telefónicamente para averiguar los pormenores. La mujer que me atendió me pareció discreta y encantadora en el trato. Le expliqué nuestras fantasías y me aconsejó que la pusiese en una conversación tripartita por teléfono y que si a Marta le parecía bien escuchase y solo interviniese si le parecía adecuado.

No estaba convencido y no sabía si Marta iba a aceptar, pero debía intentarlo. Sabía de sus fantasías, pero no creía que se animase a concretarlo. Luego de insistir en varias oportunidades se avino a participar de las escuchas, como si fuese una travesura. Instalados en casa, marqué el número telefónico.

“Aló”, “Ingrid al habla”, me respondieron desde la otra línea.
“Hablaba por el aviso del diario”
“Cual es tu nombre?.
“Hugo. Quisiera que me explicases en que consiste la atención?”.
La miré a Marta quien con una mirada cómplice y divertida me hizo señas para que continuase.

“Somos un matrimonio joven de profesionales que disfrutamos del sexo sin tabúes”. “Tengo 30 años, cuatro menos que mi esposo, mido un metro sesenta y siete y tengo ojos claros y peso cincuenta y cinco kilos y un cuerpo armonioso”. “mi marido es trigueño, de un metro ochenta, muy buen cuerpo, fogoso y de un miembro viril enorme y grueso de casi veintitrés centímetros.”, y luego agregó “Tienen alguna experiencia previa, observando o participando en una reunión con otra u otras parejas?”.
Me apresuré a contestar negativamente, e Ingrid me tranquilizó, cuando me explicó que podíamos observarlos a ellos haciendo el amor y si lo decidíamos podríamos incorporarnos sin ningún problema.

La miré a Marta que encendida, se acariciaba la entrepierna y cerraba sus ojos. En ese momento me decidí y le dije a Ingrid que mi esposa la estaba escuchando, que podía hablarle y evacuar sus miedos. “Estabas escuchando Marta?”, le preguntó Ingrid ” Te aseguro, que vas a gozar de una experiencia diferente y no te vas a arrepentir”.

Se produjo un silencio prolongado hasta que por fin, Marta se decidió.”No me atrevo”, “siento vergüenza, pues jamás supuse participar de una “reunión” con otro matrimonio”.

Ingrid la interrumpió y le contó la conversación previa conmigo donde yo le había revelado las fantasías de ambos y la manera de gozar al imaginarnos una orgía con otra pareja, por lo que nos sugería hacerla realidad si nos poníamos de acuerdo y había feeling entre los cuatro.

Marta pareció tranquilizarse, e Ingrid sin esperar una respuesta afirmativa nos citó para el sábado siguiente. “Los espero a las 17 horas en nuestro departamento, Félix Lora 39 a pasos de Primera Junta, llaman por el portero eléctrico y yo les bajo a franquear la entrada”.”Si se arrepienten no dejen de llamarnos”.

“Estaremos puntuales”, dijimos al unísono con Marta, lo que despertó una risa cómplice de parte de Ingrid. Nos despedimos y nos comprometimos a no fallar.

Al colgar el teléfono, la conversación me había excitado. Me levanté y abracé a Marta, quién me respondió como nunca. Nos besamos. La desnudé y la llevé en mis brazos hasta la cama donde entre caricias y suspiros, abrió sus piernas y luego de sorber los jugos de la vagina y lamer su clítoris, la cogí en un mete y saca frenético nombrando a Ingrid como si fuese Ella, y Marta invocando el nombre de Mario el marido aún desconocido de Ingrid, terminando ambos en un ruidoso orgasmo.

No volvimos a tocar el tema de la cita, hasta el día previo cuando le confirmé a Mario que me atendió, nuestra presencia como habíamos quedado.

Marta, había concurrido en la semana a la depiladora (cavado total, especial, según constaba en el recibo), algo que no hacía años. Por lo visto se preparaba para una experiencia diferente y no quería defraudar a nadie. Era como si no nos atreviésemos a referirnos a la cita que nos esperaba, pero a la vez deseábamos que llegase el momento.

Por fin llegó el día, nos bañamos y nos vestimos con la mejor ropa de verano, nos perfumamos y partimos hacia lo desconocido. Mientras viajábamos me confesó que no sabía si sería capaz de participar, pues nunca había tenido relaciones con alguien desde que me había conocido y todo lo que sucedía en nuestros encuentros era pura fantasía. Yo para comprometerla le dije que debíamos cumplir con nuestra palabra y si no se sentía cómoda o no le gustaba la pareja, nos volvíamos pues ese era el pacto.

Dejamos el auto en la cochera a media cuadra del departamento, y del brazo llegamos al mismo. Al llamar por el portero eléctrico la inconfundible voz de Ingrid, nos dio la bienvenida y nos pidió que la esperásemos, que enseguida bajaba.

La mujer que apareció en la puerta, supero mis expectativas. Era tal cual me había descripto por teléfono, pero de una mirada profunda y sensual que me atrajeron de inmediato. Marta me apretó el brazo y la seguimos sin dudarlo.

Al llegar al último piso nos franqueó la entrada al departamento Mario. Era alto y de contextura atlética. Músculos marcados que resaltaban a través de su remera, y un short ceñido que denotaba el bulto de la entrepierna. La miré a Marta que ruborizada miraba de soslayo lo mismo que yo.

Nos presentamos con un tímido beso y mientras Ingrid traía un whisky para romper el hielo nos sentamos en un amplio diván. Una mesa ratona nos separaba de otro sillón de tres cuerpos donde se sentaron Ingrid y Mario. Me parecieron encantadores y con una conversación inteligente derivaron al tema sexual. Las experiencias en la exploración de la sensibilidad y la sensualidad femenina y masculina y los placeres y el goce durante las relaciones sexuales hicieron que entrásemos en clima.

Con toda delicadeza al saber de que era la primera vez que estábamos en una “reunión” con otro matrimonio Mario nos invitó a bailar u observar como lo hacían ellos.

Colocaron música romántica e Ingrid se despojó del vestido quedando solo con las medias y los zapatos de tacos altos. Mario sin remera la atrajo hacia sí y apretando sus cuerpos comenzaron a danzar.

Marta y yo sentados en el diván mirábamos atentamente la escena y a medida que se intensificaban las caricias entre ellos, mi miembro se endurecía y palpitaba. Comencé a acariciar los senos de Marta y a besar el lóbulo de su oreja que sabía, tanto la excitaban, pero su mirada no se apartaba de la pelvis de la pareja que con movimientos voluptuosos refregaban sus sexos. El tamaño de la verga de Mario, al momento de separarse me sorprendió y más cuando se sentó en el sillón e Ingrid lo despojó del slip. Ella se arrodilló y comenzó con una mamada sensacional. Los teníamos enfrente y Mario la penetró por la concha al montarse Ingrid a horcajadas. Pude admirar el hermoso culo duro y parado que poseía. El movimiento de vaivén del miembro entrando y saliendo arrastraba los jugos pringosos que denotaban el placer que les causaba la cogida.

La visión me había excitado sobremanera y al buscar la boca de Marta encontré un beso profundo y una lengua húmeda pidiendo una pronta respuesta para satisfacer su calentura.

Al vernos encendidos, Ingrid nos invitó a pasar al baño donde podríamos despojarnos de la ropa para prepararnos y estar mucho más cómodos. La tomé a Marta de la mano y allá fuimos. Estaba arrebolada y cuando la miré desnuda frente al espejo no pude menos que desearla y elogiarla por su belleza. Le pedí que no se despojase de sus zapatos. Aprecié la depilación artística de su sexo, que se ofrecía lampiño y generoso. Le expresé que no teníamos la obligación de hacerlos participar en nuestros juegos, pero Ella me respondió que estaba dispuesta a cumplir nuestras fantasías. Con una sonrisa me preguntó si no había reparado en el culo de Ingrid que prometía un festín de sexo y placer. Por mi parte haciéndome el desentendido le recordé la enorme pija que iba a recibir si se prestaba al intercambio de parejas y si estaba decidida a soportar dos al mismo tiempo.

Aparecimos en la sala y ya ellos estaban degustando otro whisky.”Muy bien se ven fantásticos” nos recibieron en conjunto, “Se animan, a tener relaciones delante nuestro”, “A nosotros nos encanta ver”, “Somos voyeurs”.

Sin responder me saqué el kimono que me cubría, mientras Marta lo dejó caer a sus pies. La besé y comencé a bajar desde el cuello hasta los senos mordisqueando los pezones duros y puntiagudos por la calentura que la consumía. Luego me recosté en el diván y repetí la posición de Mario e Ingrid. Le introduje la verga hasta la raíz. Marta se reclinó sobre mi pecho y yo con mis dos manos entreabrí sus nalgas dejando expuesto el orificio anal ante sus ojos. “Es magnífico y parece virgen”escuché el comentario entre ellos. “Es tu turno Ingrid”, agregó Mario. Ella se aproximó y arrodillada comenzó a lubricar con su lengua y la saliva el oscuro y pequeño orificio anal.

Yo seguía entrando y saliendo de la vagina que derramaba sus jugos por el periné y llegaba a lubricar el ano. Ingrid con sus manos acariciaba mis testículos e impregnaba con sabiduría el orificio. Marta llegó al momento en que casi con desesperación, musitó a mi oído el nombre de Mario y yo considerando que era el momento lo llamé en voz alta.

Miré de reojo y lo observé aproximándose con su enorme instrumento rígido y palpitante y me asusté. Marta pensé no lo soportaría pero no lo detuve, deseaba que la iniciase y le abriese el culo y la hiciese gritar de dolor y de placer. Después me desquitaría con Ingrid.

La sostuve firmemente por las nalgas y Mario se situó por detrás apoyó el glande sobre el orificio que lubricado se hacía más complaciente. Preguntó si estaba preparada, mientras jugaba en la entrada, esperando una respuesta que demoró solo un instante. “Ahora Mario, ya estoy lista, no aguanto más”. “Deseo sentir tu pija dentro mío”. Mario le atravesó el esfínter, y un alarido contenido, mientras me besaba y mordía mis labios me demostró que le había desvirgado el ano y cumplido parte de sus fantasías. Nos movimos al unísono entrando y saliendo mientras Marta gemía ante cada embestida, hasta que finalmente nos corrimos sudorosos entre expresiones de placer y pasión. Al manifestar tanto dolor, me atreví a observar el orificio anal de Marta, apenas Mario retiró su miembro y comprobé el diámetro de los bordes del ano dilatado e irritado que justificaban la desfloración por semejante instrumento.

Marta se levantó algo mareada con sus piernas temblorosas, se apoyó en mi brazo para que la acompañase al baño y recomponerse un poco.

Cuando salí, Ingrid me esperaba. Se acercó y luego de una fellatio sensacional logró ponerme nuevamente en trance. Mi miembro se endureció e Ingrid se puso sobre la alfombra en posición de perra abierta de piernas. Justo en ese momento reapareció Marta que me alentó a cogerla como lo habían hecho con ella. No lo dudé ni un instante y la penetré por el culo. Me afirmé tomándola por los senos y remedando una cópula animal la penetré una y otra vez. Ingrid comenzó a gemir y Mario que se masturbaba acercó su miembro a su boca. Ella lo introdujo en la misma degustándolo como un manjar. Ahora era Marta la que, observando la escena se masturbaba y hacía fluir sus jugos entre gemidos de placer y promesas de reiterar la velada que la habían iniciado en un mundo maravilloso de lujuria y sensualidad.

Nos bañamos y luego de cenar frugalmente nos prometimos volvernos a encontrar. Ingrid con una sonrisa enigmática le sugirió a Marta explorar entre ambas una relación homosexual que quedó flotando en el aire y sin respuesta. Se dará?
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2016-02-24
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