En la habitacion de Clara
por
Edipo Rey
género
incesto
Will quería sorprender a su mamá llevándole el desayuno a la habitación antes que despertara, era su cumpleaños pero también quería aprovechar la oportunidad para recordarle la oferta de la vieja cámara del abuelo, había tenido suerte y solo esperaban la confirmación de la transacción. Le notificaron por la noche mientras mataban a un boss de mundo abierto.
Dejo la charola en la cómoda. El cuarto tenia una falta de luz incomoda y recorrió las cortinas, los huecos se volvieron visibles por todas partes. Su madre vestía la piyama corta que habían bautizado juntos como Quitón; estaba tan ausente recostada de costado. Will tomo la charola para estar parado en frente de ella y al girarse, su mirada no pudo evitar quedarse enganchada en la cara interna del muslo relajado, la habitación no era muy grande y la pierna lo guiaba hacia un pequeño efecto que hacia el piyama short con el vuelo del corte y los arrastres del dormir. Will podía ver con claridad como brillaba el glúteo, su forma redonda como pan y bordeada por una línea resquebrajada, y cada sublinea en ese contorno. Parecía tan perfecto. Estaba seguro que si se recorría un poco a un costado, solo un poco, la luz le podría seguir descubriendo algo mas de esa nueva y extraña fascinación. Lo primero que vio fue el ano de su madre, redondo, concéntrico, geométrico, estriado y oscurecido. Se podría pasar el tiempo tratando de descifrarlo como un misterio.
Pero también estaba aquello que parecía una flor de una de esas imágenes en internet, se esparcía con modestia al amanecer, rosada y tal vez sedosa. Nunca había visto nada igual, le llamaba tanto la atención. Ni como imaginarse que su mamá tuviera algo así, siempre vistiendo un traje de oficina o una bata larga. El rostro de clara se arrugo notablemente por la intensidad de la luz y gimió
-¿Will…?-
De reojo lo encontró congelado al pie de la cama sosteniendo la charola del desayuno. No se sentía aterrorizado por encontrarse en placer culposo, sino angustiado de que pudiera descubrir el bulto en el pantalón que imaginaba disimular sosteniendo la charola de aniversario y las salidas de escape no eran una opción discreta.
-¡Oh…!- Clara se incorporaba en la cama acongojada, su pequeño la deseaba inocentemente y quería guardar el secreto nada mas para él. Ella nunca se le había ofrecido, pero si lo hacía, tenía la seguridad que la iba a seguir. Quería invitarlo a comer con ella en la cama ese melón con yogurt, pan tostado, mermelada o mantequilla para untar y una taza de café, pero entendió que esa charola ahora era una fachada.
-¿Cariño quieres sentarte conmigo a desayunar o quisieras esperarme en la cocina con todo mientras me pongo la bata?- no lo dejo responder, se giró sobre si para alcanzar la bata
-Mejor llévatelo para la cocina, ahorita voy-
Will huyó de la mirada de su madre creyendo que tenía suerte. La cacería había terminado, clara ya no iba a perseguir mas a su hijo creyendo que se alimentaba de ideas bizarras en el internet, todo estaba sucediendo entre ellos y por culpa de ellos. Se anudaba la bata y pensaba “ este short es muy cortito para dormir. Era mejor cerrar la puerta. Will nunca entra a mi habitación….¡ay¡” Antes que acabara su cumpleaños caminó a la cocina decidida a comprarse pantalones y camisas pijama.
Dejo la charola en la cómoda. El cuarto tenia una falta de luz incomoda y recorrió las cortinas, los huecos se volvieron visibles por todas partes. Su madre vestía la piyama corta que habían bautizado juntos como Quitón; estaba tan ausente recostada de costado. Will tomo la charola para estar parado en frente de ella y al girarse, su mirada no pudo evitar quedarse enganchada en la cara interna del muslo relajado, la habitación no era muy grande y la pierna lo guiaba hacia un pequeño efecto que hacia el piyama short con el vuelo del corte y los arrastres del dormir. Will podía ver con claridad como brillaba el glúteo, su forma redonda como pan y bordeada por una línea resquebrajada, y cada sublinea en ese contorno. Parecía tan perfecto. Estaba seguro que si se recorría un poco a un costado, solo un poco, la luz le podría seguir descubriendo algo mas de esa nueva y extraña fascinación. Lo primero que vio fue el ano de su madre, redondo, concéntrico, geométrico, estriado y oscurecido. Se podría pasar el tiempo tratando de descifrarlo como un misterio.
Pero también estaba aquello que parecía una flor de una de esas imágenes en internet, se esparcía con modestia al amanecer, rosada y tal vez sedosa. Nunca había visto nada igual, le llamaba tanto la atención. Ni como imaginarse que su mamá tuviera algo así, siempre vistiendo un traje de oficina o una bata larga. El rostro de clara se arrugo notablemente por la intensidad de la luz y gimió
-¿Will…?-
De reojo lo encontró congelado al pie de la cama sosteniendo la charola del desayuno. No se sentía aterrorizado por encontrarse en placer culposo, sino angustiado de que pudiera descubrir el bulto en el pantalón que imaginaba disimular sosteniendo la charola de aniversario y las salidas de escape no eran una opción discreta.
-¡Oh…!- Clara se incorporaba en la cama acongojada, su pequeño la deseaba inocentemente y quería guardar el secreto nada mas para él. Ella nunca se le había ofrecido, pero si lo hacía, tenía la seguridad que la iba a seguir. Quería invitarlo a comer con ella en la cama ese melón con yogurt, pan tostado, mermelada o mantequilla para untar y una taza de café, pero entendió que esa charola ahora era una fachada.
-¿Cariño quieres sentarte conmigo a desayunar o quisieras esperarme en la cocina con todo mientras me pongo la bata?- no lo dejo responder, se giró sobre si para alcanzar la bata
-Mejor llévatelo para la cocina, ahorita voy-
Will huyó de la mirada de su madre creyendo que tenía suerte. La cacería había terminado, clara ya no iba a perseguir mas a su hijo creyendo que se alimentaba de ideas bizarras en el internet, todo estaba sucediendo entre ellos y por culpa de ellos. Se anudaba la bata y pensaba “ este short es muy cortito para dormir. Era mejor cerrar la puerta. Will nunca entra a mi habitación….¡ay¡” Antes que acabara su cumpleaños caminó a la cocina decidida a comprarse pantalones y camisas pijama.
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