La tradicón familiar
por
Calenton87
género
incesto
La nueva novia de mi padre era una mujer pocos años menor que él, se llamaba Lorena, una mujer muy simpática y que físicamente nos recordaba un poco a nuestra madre. Nuestro padre parecía mucho más feliz y Lorena comenzó a integrarse a nuestra familia con gran rapidez. Las aventuras nocturnas con mi hermano eran cada vez más esporádicas pero aún eran muy apasionadas. Franz estaba a punto de irse de casa pues entraría ala universidad, todos hacían preparativos, él y mi padre.
Una noche cuando Lorena se había quedado a dormir y mi hermano y yo estábamos en nuestro cuarto cogiendo, a eso de las dos o tres de la mañana, a pesar de intentar no hacer el menor ruido Lorena se percató que algo andaba mal, supongo.
Como de costumbre mi hermano me estaba penetrando mientras estábamos de pie frente a la ventana de nuestro cuarto, él me embestía con una fuerza tremenda mientras yo veía nuestros reflejos en el vidrio de la ventana, de pronto me di cuenta de que la puerta del cuarto se abrió lentamente y alcancé a ver el rostro de Lorena, de inmediato se dibujó en su rostro una expresión de preocupación y sorpresa y cerró la puerta de inmediato sin hacer ningún ruido. Decidí no decirle nada a mi hermano y dejar que terminara lo que estaba haciendo, minutos después eyaculó dentro de mi y nos fuimos a dormir.
A la mañana siguiente cuando fuimos a desayunar Lorena no podía verme a la cara ni yo a ella, mi padre y mi hermano actuaban como si nada, ignorando la verdad, era claro que Lorena no le había dicho nada, al menos no aún. Las semanas pasaron y todos actuábamos normal. El día en que mi hermano dejaba la casa finalmente llegó y he de admitir que fue muy duro para todos, no pude evitar llorar y mi padre tampoco, por más esfuerzos que hizo.
Una semana después estábamos solos en casa mi padre y yo, yo estaba en la sala viendo la tv y de pronto llegó mi padre con una cerveza en la mano y la expresión más sería en el rostro que le había visto jamás. Se sentó junto a mi en silencio unos segundos, después su rostro se tornó hacia a mi y me dijo con total y absoluta seriedad “tenemos que hablar” – En ese momento sentí que el corazón se me salía del pecho y que los huevos se me subían a la garganta, podía adivinar sobre qué iría la plática.
-Qué pasa papá- le contesté con todo el aplomo de que fui capas.
- Sabes, estuve hablando con Lorena sobre ti y… bueno…
- Hablaron sobre mi?
- Si bueno, tu sabes… ella se preocupa por ti y por tu hermano…
- Aja…y?
- Bueno, tú sabes que los quiero mucho, a los dos, pero la verdad es que estoy un poco preocupado por ti.
- Preocupado por mi? Por qué?
- Bueno, tu sabes, sé muy bien lo que tu hermano y tu hacían… - en ese momento estoy seguro de que la cara se me puso del color de un tomate y de verdad que el corazón estuvo a punto de estallarme, sentí un enorme vacío en el estomago pero aun así me animé a preguntar.
- Y qué hacíamos?
- Pues lo que todos los chicos de su edad hacen, tu sabes, ver porno y masturbarse…
- Papá! – Afortunadamente mi padre pensaba que mi hermano y yo nos masturbábamos por separado y menos aun imaginaba que cogiamos.
- Qué tiene, te digo que es normal, yo mismo lo hacía… y lo sigo haciendo… la cosa es que…
- No quiero seguir esta plática, papá… - me hice el indignado y pretendía pararme del sillón pero mi papá lo impidió…
- Bueno, lo que me preocupa es que… bueno, tu hermano ha tenido varias novias y todo y, bueno… tu ya vas a cumplir no sé cuantos años y nunca has tenido novia…
- Y eso que qué tiene?
- No, bueno, no tiene nada de malo… pero sabes que puedes confiar en mi… digo, si te gustan los hombres lo puedo entender, por favor, tenme confianza hijo…
- Claro que no me gustan los hombres, papá!
- Bueno, hijo, no te m*****es, yo solo decía… es que, bueno, cuando yo era un chamaco de tu edad pues ya tenia varias noviecitas y todo, además es una tradición en la familia que el papá lleve a sus hijos de putas la primera vez…
- Papá, como puedes decir eso!
- Bueno, pues llevé a tu hermano. Qué nunca te dijo?
- No, no me dijo nada… -me sentía un poco m*****o porque mi propio hermano me había ocultado semejante información a pesar de que prácticamente yo era su puta particular.
- Bueno, si no te m*****a me gustaría continuar con la tradición y llevarte al mismo lugar…
- Ay papá…
- Por eso te pregunto, si te gustan los hombre pues ya no puedo hacer nada… digo, no es que eso esté mal, pero… -podía ver en su cara la urgencia de que yo negara nuevamente el que me gustaban los hombres y de que deseaba seguir con la “tradición” familiar, después de todo no me disgustaba tener sexo con mujeres.
- Está bien, papá, me puedes llevar de putas.
- Ese es mi hijo, verás que no te arrepentirás. Vamos el próximo sábado!
La semana pasó sin mayores incidentes y llegado el sábado al medio día, mi padre me dijo que era la hora de salir. Subimos al carro y mi padre condujo fuera la ciudad hasta llegar a una especie de hacienda, había una reja enorme que protegía a la propiedad. Del lado derecho había una placa de metal con la leyenda “Hacienda Santa Magdalena. 1886” desde la reja condijimos algunos minutos por un comino flaqueado por enormes árboles, de pronto apareció la casa, era casa enorme y muy bonita, de aspecto antiguo, en realidad parecía más bien un palacio.
Había una pequeña rotonda y varios autos estacionados a la distancia. Bajamos del coche y subimos unas pequeñas escaleras hasta llegar ante la enorme puerta de madera. Un hombre de aspecto imponente y muy guapo, he de admitir, nos abrió la puerta y entramos a un enorme recibidor adornado con sillones y flores. Al fondo había un escritorio con una chica muy linda, mi padre llegó con ella y le dio su identificación y su tarjeta de crédito, la chica me miró fijamente tratando de adivinar mi edad y finalmente preguntó “Qué edad tiene el joven?” a lo que mi padre contestó que casi 18, la chica le dijo que se prohibía la entrada de menores a tan honorable establecimiento pero mi padre le dijo que el asumía la completa responsabilidad. Después de eso la chica miró en su ordenador y realizó el cobro, entregó a mi padre sus credenciales y una llave. “Habitación 106, señores. Jazmín se reunirá pronto con ustedes”.
De camino a la habitación se apoderó de mi una tremenda preocupación, quería salir corriendo de aquel lugar pero no quería decepcionar a mi padre, quería complacerlo, pero no sabía si él estaría ahí viendo mientras hacíamos lo que se supone que haríamos. Al llegar al cuarto finalmente me animé a preguntarle a mi padre.
- Tu qué vas a hacer? En donde me va a esperar?
- Cómo que qué voy a hacer, pues enseñarte!
- Pero… no pensarás ver como me co… como hago el amor con Jazmin, verdad?
- Coger, Hans, se dice coger, y sí, naturalmente que me quedaré.
- Pero papá, eso es raro…
- Carajo, claro que no. Mira Hans, yo te cambié los pañales desde que eras un bebé y nos bañamos juntos muchísimas veces, crees que me da pena verte la verga?
- Pero es que no es lo mismo…
- Claro que no es lo mismo, pero hijo, es tradición familiar, recuerdas? Lo mismo hice con tu hermano y él no se quejó para nada. Mi padre hizo lo mismo conmigo y el padre de mi padre también.
- Pero es que…
- Pero es que nada. Entra y cállate. Estoy seguro que a esta pinche puta le tiene sin cuidado que yo sea tu padre y los vea coger! –Nunca había escuchado a mi padre hablar así de una mujer, me sorprendió mucho que se expresará así, él lo adivinó por la forma en que lo vi y añadió- Sí, Hans, es una pinche puta, como todas las mujeres del mundo, mientras más rápido aprendas eso será mejor para ti y para todos.
La habitación era enorme, junto a la puerta había un enorme guardarropa de madera, había un sillón largo de piel y dos sillas sin descansabrazos, una mesa de centro con una botella de champaña y tres copas de cristal, también había una televisión de sabrá Dios cuantas pulgadas empotrada en la pared. Después estaba una cama king size bellamente vestida, flanqueada por dos buroes y a los pies de esta una especie de diván forrado de piel. Una enorme pared de cristal dividía la habitación del baño, desde la cama podía verse la enorme ducha, el inodoro sí tenia su propia puerta, había toallas y batas de baño. Ni en mis más locas fantasías había imaginado que existiera un lugar como aquel, el cual seguramente costaría una fortuna.
- Papá, este lugar ha de ser carísimo… - Mi padre con total naturalidad había comenzado a desvestirse, abrió el guardarropa de madera y comenzó a colgar su saco, camisa y pantalones hasta quedar completamente desnudo.
- Sí, es muy caro, pero te aseguro que vale cada centavo. Las putitas que hay aquí no las encuentras en ninguna otra parte. Ahora carajo, quieres desvestirte de una buena vez!
Hacía mucho tiempo que no veía a mi padre desnudo, los años no habían pasado en balde. Aunque en realidad no era tan viejo, 42 años tenia en ese momento y él siempre había hecho ejercicio, su cuerpo era firme pero se le marcaban pequeños bultos y arrugas aquí y allá, el bello de su pecho y abdomen, aunque estaba perfectamente recortado dejaba ver algunas canas ocasionales. Su verga ciertamente me parecía más pequeña de lo que la recordaba pero de un grosor considerable. Mi padre tomó una de las batas de satén negro que había en el armario, la anudo a su cintura y se sentó en una de las sillas.
Yo comencé a desnudarme con cierta pena y lentitud, a diferencia de mi padre y hermano yo no poseía la cantidad de bello corporal que ellos sí, cosa que en realidad agradecía. Mi verga comenzaba a ponerse un poco dura ante la expectativa de lo que ocurriría a continuación. Tomé la bata restante, la anudé a mi cintura y cerré el armario. Casi al mismo instante alguien tocó a la puerta. Mi padre se incorporó de un salto y se dirigió a abrir “Por fin”, gritó.
Al abrir la puerta entró la mujer más hermosa que había visto en mi vida, era un ángel, una visión. “Señores Ackerman” dijo con un acento claramente extranjero. La mujer que apenas superaba mi propia edad, traía un vertido largo de color rojo, unos guantes que le llegaban hasta el codo y unas bellas zapatillas, no traía pendientes ni collares, sus labios apenas estaba pintados igualmente de rojo y su cabello estaba recogido sobre su cabeza en un moño. Tenía la piel más blanca que había visto, más blanca que la misma leche y poseía un cuerpo extraordinario. Unas tetas enormes y un trasero igualmente enorme con una diminuta cintura. La mujer se movía por la habitación con total libertad y dominando todo.
Se dirigió a la champaña y abrió la botella con una destreza que envidiaría cualquier sommelier, sirvió las tres copas, le entregó una a mi padre “Señor Ackerman”, la otra a mi “joven” y la tercera para ella misma. Se paró dominando la pequeña sala, levantó su copa y dijo con ese acento sensual “Brindemos por las tradiciones, para que a pesar del tiempo nunca se pierdan”, mi padre replicó “Por el placer”. Chocamos nuestras copas y bebimos el líquido.
- Bueno, bueno – dijo mi padre- no perdamos más el tiempo.
Mi padre se sentó en una de las sillas y se sirvió más champaña, Jazmín me quitó la copa de las manos y la colocó con la suya sobre la mesa. Se acercó a mí sigilosamente, al igual que un león asecha a su presa y clavó sus labios en los míos. Apenas nuestros labios se tocaron un rayo de electricidad recorrió todo mi cuerpo y me estremecí de placer. Ella se acercó más a mí y sus firmes tetas se apoyaron contra mi pecho. Yo no sabía que hacer, me quedé petrificado, ella comprendió y con dulzura tomó mis manos y las llevó hasta su cintura. Mi verga comenzó a crecer y la sensación de ésta con la tela de mi bata y el vestido de ella era increíble. Con extrema agilidad Jazmín deshizo el nudo de mi bata y la jaló de tal manera que cayó al suelo. Ella se dio la vuelta y recargó su espalda contra mi cuerpo, sentía la firmeza de sus nalgas contra mi verga ahora más dura y desnuda. Igual que antes ella tomó mis manos y las llevó hasta sus tetas mientras movía su cuerpo a un ritmo cadencioso.
Apreté sus enormes tetas con mis manos y enseguida comprendí que no eran naturales, no es que yo tuviera experiencia en esas cosas pero supongo que se nota en seguida, asumí que sus nalgas tampoco eran naturales. Aquello me importó un comino. En ese instante decidí que haría que mi padre se sintiera orgulloso y que me convertiría en el “machito” que él quería que fuera, no sabía como lo haría pero intentaría hacerlo. Jazmín llevó mi mano izquierda hasta su axila y sentí un pequeño cierre en su vestido, comprendí que era hora de desenvolver mi regalo. Deslicé el cierre lentamente hasta el inicio de su cintura mientras besaba el cuello de tan extraordinaria mujer. El vestido se fue deslizando lentamente por la blancura de su piel hasta caer al piso. Jazmín no traía brasier ni bragas.
Ahora los dos completamente desnudos pude admirar mejor su cuerpo. Sus nalgas eran perfectamente redondas y firmes, en contraste con su diminuta cintura, tenía la forma perfecta de una pera.
Jazmín me jaló hasta el diván y me sentó en él, ella se hincó frente a mi y tomó mi verga con sus manos aun enfundadas con los guantes, me miró directo a los ojos y sus penetrantes ojos azules me hipnotizaron, acto seguido llevó mi verga hasta su dulce boca y comenzó a chupármela. La sensación era increíble, la humedad de su boca combinado con el frío de sus guantes me hacia casi explotar de placer. Me encontraba en el paraíso. Ella sabía perfectamente que hacer con su boca, jamás en la vida me habían chupado la verga con tanta habilidad. Mi verga creció al instante dentro de su boca hasta alcanzar su tamaño real. Cuando abrí los ojos pude ver a mi padre sentado en el sillón que también se había abierto la bata y comenzaba a jugar con su propia verga que ya comenzaba a tomar un tamaño considerable, sus ojos estaban fijos en el blanco trasero de Jazmín que se levantaba frente a él como una provocación, pero mi padre no intervino en mi iniciación.
Después de algunos minutos Jazmín se puso de pie frente a mi y en seguida extrañé la humedad de su boca, ahora tenia frente a mi a la mujer más bella del mundo. Sus tetas eran una provocación y mis ojos recorrieron cada centímetro de su cuerpo, desde la punta de su cabello hasta llegar a sus pies. Su pequeña cintura era la puerta de entra al coño más pequeño y hermoso que había visto jamás, era una cosa diminuta, sus labios vaginales apenas y se asomaban. Me arrojé como un lobo a sus blancas y redondas tetas y comencé a chupárselas como Dios me dio a entender. Mis manos apretaban aquellas enormes y firmes montañas mientras mi lengua jugaba con sus pezones. Chupé, mordí y lamí sus hermosas tetas mientras ella lanzaba pequeños suspiros de placer, me gusta pensar que eran genuinos.
La blancura de su piel comenzó a tornarse rosada en sus tetas, aquella visión me excitó sobre manera. Me puse de pie y ahora Jazmín se sentó en el diván, abrió sus piernas y me encontré de frente con su pequeño y diminuto altar de Venus, como dice el Marqués de Sade. Ahora yo me hinqué frente a ella y olfatee su pequeño coño, el aroma era exquisito, como un cachorro comencé a dar pequeños lengüetazos y Jazmín gemía con cada uno de ellos. Temí que mi lengua fuera incapaz de entrar en aquel diminuto coño pero fui buscando su sagrada abertura y la introduje tan adentro como me fue posible, lamí su precioso tesoro y la chica gemía con más fuerza. Ya completamente fuera de mi, comencé a lamer y chupar su coño con una fuerza tal que bien podría haberle sacado las entrañas. La blancura de su coño comenzó a convertirse en rosa y mis dedos deseosos de participar se presentaron ante el coño casi por voluntad propia.
Introduje mi dedo lentamente en su coño mientras Jazmín se apretaba las tetas ella misma sin parar de gemir. El dedo medio de mi mano se quiso unir al dedo índice y los dos exploraron la pequeña cavidad. Jazmín pasó de pequeños gemidos a gemidos más y más fuertes. Yo me sentía el hombre más afortunado del mundo y el único poseedor de las habilidades amatorias necesarias para hacer gemir a una mujer como ella. Mi trasero estaba al aire y mi verga dura colgaba y goteaba liquido, los huevos chocaban mi verga en cada embate que hacia en el coño de Jazmín. Mis dedos entraban cada vez con más fuerza mientras mi lengua lubricaba su canino. Jazmín comenzó a gritar “Más fuerte, más fuerte”. Y yo decidí complacerla.
Estando en la posición que ya dije, con las nalgas al aire y completamente concentrado en el coño de Jazmín, sentí se alguien se paraba junto a mi. De pronto una mano comenzó a acariciar mi trasero y cuando me di vuelta no era otro que mi padre. Con una mano jugaba con su verga ahora mucho más grande y gruesa y con la otra me tallaba las nalgas, cuando vio mi cara de sorpresa se detuvo sin quitar su mano de mis nalgas, me miró unos segundos y me dijo “Tienes las nalgas de tu madre” y me dio una fuerte nalgada, regresó a su silla y continuó jugando consigo mismo, segundos después me gritó desde su silla “¿Se la vas a meter o qué?” no pude evitar sonreír y me puse inmediatamente de pie.
Jazmín se incorporó del diván, me tomó de la mano y me condujo a la cama, me recosté en medio de la enorme cama y Jazmín se subió sobre mí, me dio un beso y tomó mi verga con sus manos, ahora ya no traía los guantes, no sé en que momento se los quitó. Colocó mi verga en la entra de su coño y fue dejando caer su cuerpo lentamente hasta que mi verga estaba dentro de ella. Su coño estaba completamente lubricado y en realidad era muy estrecho, apretaba mi vera con una presión sumamente excitante. Una vez que mi verga estuvo dentro de sí Jazmín recostó su cuerpo contra mi y sus enormes tetas caían sobre mi pecho, mis labios buscaron los suyos. Sus caderas comenzaron a moverse a un ritmo celestial, yo prácticamente solo tenía que permanecer ahí tumbado, ella hacia que mi verga entrara y saliera de su pequeño coño.
He de admitir que las sensaciones que sentía no se comparaban con nada que hubiera sentido antes, jazmín sabía perfectamente qué y cómo hacerlo, sin duda mi padre tenía razón, en aquel lugar se encontraban las mejores putas del país. Jazmín comenzó a besarme el cuello y las orejas, aquello era un remolino de placer, sus gemidos los escuchaba directamente en mi oído. Mis manos buscaron sus nalgas y alcanzaron su objetivo. La suavidad de su piel era sublime.
De reojo podía ver a mi padre sentado en el sillón masturbándose como desenfrenado. La vista fija en el culo de Jazmín. Se mordía los labios y se notaba que le costaba mucho trabajo permanecer lejos de la escena protagónica. Finalmente, al notar que lo veía me gritó “Dale nalgadas a esta perra” busqué los ojos de Jazmín como buscando su aprobación, sus penetrantes ojos azules me dejaron notar que en realidad lo deseaba, o al menos eso quise ver en ellos. Comencé a darle nalgas suaves, temeroso, Jazmín apenas y gemía con cada una. “Más fuerte, cabrón” me gritaba mi padre desde su silla. Incrementé la fuerza de mis nalgadas pero al parecer aun no era suficiente. Mi padre se incorporó de inmediato de su silla como m*****o, se dirigió directo al trasero de Jazmín y le dio la nalgada más fuerte que puedan imaginar “Así se dan unas nalgadas, chingada madre” Jazmín dio un fuerte grito mezcla de placer y dolor. Comprendí que a ella no le m*****aba en absoluto, después de todo sus clientes pagaban mucho dinero y tenía que soportar eso y más. Sentí un poco de pena por ella.
En la postura en la que estábamos era imposible que nalgueara a Jazmín con la fuerza que mi padre quería. Le indiqué que cambiaríamos de postura y ella saltó de mí con agilidad. La puse en cuatro patas sobre la cama y yo me coloqué diestras de ella, sus nalgas estaba al rojo vivo, en la nalga izquierda tenía pintada la mano completa de mi padre, aquella visión me volvió loco. Al ver sus nalgas y su coño rojo no pude evitar lamerlo, su coño estaba húmedo y caliente, chorreante de jugos suyos y míos. Sus rojas nalgas estaban separadas por un pequeño punto igualmente rosado, su pequeño ano. No pude evitar lamerlo también.
Mi padre seguía de pie junto a la cama con su enorme verga entre las manos. Permanecía ahí viendo cada movimiento, recibiendo cada olor de nuestros cuerpos. Después de lamer el culo de Jazmín y ver a mi padre para junto a la cama como un perro que ve un delicioso bistec le dije “Te quieres unir?” inmediatamente mi padre se tumbó sobre la cama y colocó su verga en la experta boca de Jazmín, “Pensé que nunca me lo pedirías, cabrón” me dijo, “Ahora sí cabrón, cógetela como un hombre” añadió.
Coloqué mi verga en el coño de Jazmín y la metí con tanta fuerza que la verga de mi padre entró completa en su boca. La tomé de las caderas y comencé a meter y sacar mi verga a un ritmo inusitado. Completamente fuera de mi, mis manos comenzaron a darle tremendas nalgadas a Jazmín, mientras ella hacia esfuerzos por mantener la descomunal verga de mi padre en su boca y gritar. Sus nalgas estaban ahora al rojo vivo, las huellas mi de mis manos habían borrado la nalgada que mi padre le había dado. Mis gemidos se confundían ahora con los de mi padre, era una bella sinfonía de placer.
Minutos después yo ya me encontraba exhausto, no tenía fuerzas para continuar con semejante faena y el ritmo de mis embestidas se hizo más lento y me cuerpo se recargó sobre la espalda de Jazmín que seguía con su tarea de mamar la vera de mi padre. Éste, que hasta ahora se había mantenido simplemente como un invitado tomó la iniciativa. Sacó su verga de la boca de Jazmín y me jaló del brazo obligándome a abandonar la cueva sagrada de Jazmín, me tiró sobre la cama, le dio vuelta a Jazmín y la recostó sobre mí todo en un solo movimiento. Abrió las piernas de Jazmín y se preparó para introducir su verga en el apretado coño de ella. No pude evitar expresar mi preocupación “La vas a romper papá, no vas a entrar” le dije, “Como chingados no” me respondió.
Mi padre se colocó en medio de las piernas abiertas de Jazmín y tomó su enorme verga con la mano, escupió sobre ella y retrajo el prepucio, colocó la punta de su verga en el enrojecido coño de la chica y comenzó a empujar lentamente sin soltarse la verga. Jazmín se retorcía, gemía y gritaba a medida que la verga de mi papá iba desapareciendo lentamente dentro de su apretado coño. Mientras mi padre estaba en su tarea yo sostenía a Jazmín sobre mi sujetándola por las tetas mientras sus manos se apretaban la sábana. Finalmente la verga de mi padre estaba dentro, El rostro de Jazmín reflejaba más dolor que placer, mi padre, en cambió, me miró a los ojos con una mirada de orgullo.
Una vez que mi padre tuvo su verga dentro de Jazmín, esperó unos segundos y comenzó a moverse en un lento meter y sacar, como un tren que comienza la marcha, sus movimientos se hicieron cada vez más rápidos y fuertes. Jazmín sólo podía gritar y gemir, aquello volvió loco a mi padre que solamente pudo decir “Que estrecha estás mamita”. No pude evitar recordar las veces que mi hermano y yo habíamos escuchado los gemidos de nuestra madre mientras cogían, me quedaba claro que la enorme verga de mi padre la hacia gritar. No es que la verga de mi papá fuera muy larga pero sin duda era la verga más gorda que yo había visto jamás. De pronto sentí deseos de poseerla, de ser sometido por mi padre al igual que lo era Jazmín.
Mi padre continuó metiendo y sacando su gorda verga del coño de Jazmín, el cual estaba ahora completamente rojo, chorros de líquido salían de su coño por lo que pude adivinar que en realidad le causaba un gran placer. Mi verga comenzó a crecer nuevamente bajo el cuerpo de Jazmín mientras yo le besaba el cuello, le apretaba las tetas y hacia cuanto podía. De pronto mi padre tomó a Jazmín de las caderas y la atrajo hacia sí, quedó sentada sobre su verga mientras mi padre la abrazaba con fuerza y la besaba como loco. A la vista quedaron sus rojas nalgas que aun tenían las huellas de los golpes que le di, podía ver como la verga de mi padre abría su pequeño como y como ríos y ríos salían de él mientras los dos gemían de placer. No pude evitar la tentación y me acerqué a ellos, me recosté sobre la cama y comencé a lamer el coño de la muchacha mientras mi padre la penetraba, los huevos de mi padre me caían sobre la frente y los líquidos llenaron pronto mi cara, a mi padre pareció no importarle aquello y de hecho sometió con más fuerza a la chica. Jazmín no para de gemir, de gritar.
Entre los suspiros mi padre dijo “Te toca otra vez, muchacho” y acto seguido sacó su verga de Jazmín. El coño de la muchacha estaba completamente abierto, sus labios ardían, tenía los muslos completamente mojados. Me puse de pie y jalé a la mucha del brazo, la lleve hasta la pared y ella enseguida adoptó la pose necesaria para que yo la penetrara de pie, flexionó su columna de tal modo que su trasero quedaba más paradito, mi verga, que ya estaba dura entro ahora sin dificultad en el coño de la chica. “Ya la dejaste toda abierta” le dije a mi padre. “Si no la quieres regrésamela” me dijo. Comencé a meterle la verga con toda la fuerza que me quedaba de modo tal que a mi padre no se le ocurriera arrebatarme tan suculento plato.
Mientras estábamos ahí parados, mi padre se puso de pie junto a Jazmín y le apretó las tetas muy fuerte, la besó con rudeza. Esa escena me excitó mucho y saqué fuerzas de sabrá Dios dónde y comencé a darle de nalgadas a la Jazmín. Mi padre cambió de lugar y al pasar detrás mió se detuvo. Otra vez su mano recorría mis nalgas y de la nada me dio una fuerte nalgada y repitió “Tienes el culo de puta madre”. Sin dudarlo se agachó y abrió mis nalgas, de pronto sentí su húmeda lengua en mi ano. La sensación era indescriptible. Dos, tres lengüetazos y mi padre se puso de pie nuevamente. Otra vez la palma de su mano azotó mis nalgas y la misma sentencia azotó mis oídos “Tienes el culo de tu madre”.
Mi padre me jaló del brazo obligándome a salir de Jazmín nuevamente, a ella la arrastró hasta la cama y la tiró ahí, se colocó a horcajadas sobre la chica, levantó su pierna derecha y la llevó hasta su hombro, el rojo y ahora abierto coño de Jazmín se abría mucho más fácil. Mi padre introdujo su verga con mucha fuerza en Jazmín y le ordenó “mámasela al muchacho” al escuchar esto yo me tiré en la cama al alcance de Jazmín que con extraordinaria habilidad comenzó a chuparme la verga. Las embestidas de mi padre eran cada vez más fuertes y frenéticas, él abraza la pierna de la chica mientras su verga entraba y salía. Varios minutos estuvimos en esa postura, Jazmín mamándome la verga mientras mi padre le partía las entrañas.
Finalmente mi padre arrastró a la chica hasta una de las sillas, mi padre se sentó y Jazmín se sentó sobre la verga de mi padre, esta vez la penetración fue menos dolorosa. Jazmín cabalgaba sobre mi padre mientras él la sostenía de las caderas. Yo me acerqué para que Jazmín me chupara la verga nuevamente y así lo hizo. “No te corras todavía” me ordenó mi padre, “espérame”.
Cuando mi padre sintió que su orgasmo estaba cerca se salió de Jazmín y la arrojó con fuerza sobre el diván, los dos nos paramos junto al diván y comenzamos a jalarnos la verga con fuerza hasta que los dos llegamos al orgasmo casi al mismo tiempo. Mi padre estalló en un grito de placer mientras que chorros de blanca esperma salían de su verga y caían sobre las tetas de Jazmín, sobre su cara e incluso llegaron hasta la cama. Segundos después yo también llegué al clímax y mi leche se unió a la de mi padre sobre los pechos de Jazmín, he de admitir que yo arrojé menos leche que mi padre.
La chica quedó ahí tendida apretándose las tetas y jugando con la leche de mi padre y la mía. Yo decidí recostarme sobre la cama y descansar de mi agitación. Jazmín se incorporó e intentó dirigirse al baño pero mi padre la detuvo de golpe. “A dónde vas putita, aun no acabamos”. Mi padre la aventó sobre la cama junto a mi y él se tiró a su lado, comenzó a lamerle las tetas, comiéndose su propio semen y el mío, aquello parecía ser muy placentero para Jazmín, pues simplemente cerró los ojos y suspiraba. Yo no podía creer lo que mi padre estaba haciendo frente a mí.
Una vez que Jazmín estuvo completamente limpia de leche mi padre se paró y sirvió más champaña para los tres, llevó las copas hasta la cama y los tres jadeantes brindamos en silencio. Al terminarse la champaña mi padre ordenó a Jazmín “Ahora sí hija, puedes irte”. Jazmín se incorporó, se dirigió al cuarto de baño y comenzó a bañarse de una forma muy sensual. Mi verga comenzó a ponerse dura nuevamente ante aquella visión. Mi padre lo notó y me dijo “Ve por ella cabrón”, al incorporarme de la cama mi padre me dio suavemente una fuerte nalgada.
Me dirigí al baño y contemplé el perfecto y ahora mancillado cuerpo de Jazmín, ella simplemente se recargó sobre el cristal del baño, abrió las piernas y yo entre en ella mientras el agua escurría por nuestros cuerpos. Esta vez todo fue más rápido, unos cuantos minutos bastaron para que llegara al clímax, ella se hincó frente a mi y recibió mi leche en la cara.
Terminamos de ducharnos mientras mi padre aun continuaba recostado en la cama. Jazmín recogió sus pertenencias y envuelta en una toalla de baño salió del cuarto igual que como entró. “Señor Ackerman… joven”, me dio un suave beso en los labios y se marchó. Me uní a mi padre en la cama esperando más instrucciones. Permanecimos recostados en silencio un buen rato. Finalmente mi padre se puso de pie y me dijo “Vamos a bañarnos” yo le respondí que ya lo había hecho y él repitió la misma sentencia. Lo seguí al baño y comenzamos a ducharnos en silencio.
- Te gustó hijo?- dijo finalmente.
- Si pa, gracias… no puedo creer lo que pasó.
- Lo sé, estaba muy apretadita la condenada.
- ¿Hiciste lo mismo con mi hermano?
- No, tu hermano es más egoísta, él no me invitó a compartir la morenita que le escogí.
- Pinche Franz, así es ese cabrón… cómo sabías que me gustan las mujeres blancas?
- Eres mi hijo, te conozco.
Seguimos nuestro baño enjabonándonos una y otra vez. El jabón se calló al piso y me agaché a recogerlo, nuevamente una fuerte nalgada llegó, está vez mucho más dolorosa pues estábamos mojados. “Tienes el culo de madre”.
Una noche cuando Lorena se había quedado a dormir y mi hermano y yo estábamos en nuestro cuarto cogiendo, a eso de las dos o tres de la mañana, a pesar de intentar no hacer el menor ruido Lorena se percató que algo andaba mal, supongo.
Como de costumbre mi hermano me estaba penetrando mientras estábamos de pie frente a la ventana de nuestro cuarto, él me embestía con una fuerza tremenda mientras yo veía nuestros reflejos en el vidrio de la ventana, de pronto me di cuenta de que la puerta del cuarto se abrió lentamente y alcancé a ver el rostro de Lorena, de inmediato se dibujó en su rostro una expresión de preocupación y sorpresa y cerró la puerta de inmediato sin hacer ningún ruido. Decidí no decirle nada a mi hermano y dejar que terminara lo que estaba haciendo, minutos después eyaculó dentro de mi y nos fuimos a dormir.
A la mañana siguiente cuando fuimos a desayunar Lorena no podía verme a la cara ni yo a ella, mi padre y mi hermano actuaban como si nada, ignorando la verdad, era claro que Lorena no le había dicho nada, al menos no aún. Las semanas pasaron y todos actuábamos normal. El día en que mi hermano dejaba la casa finalmente llegó y he de admitir que fue muy duro para todos, no pude evitar llorar y mi padre tampoco, por más esfuerzos que hizo.
Una semana después estábamos solos en casa mi padre y yo, yo estaba en la sala viendo la tv y de pronto llegó mi padre con una cerveza en la mano y la expresión más sería en el rostro que le había visto jamás. Se sentó junto a mi en silencio unos segundos, después su rostro se tornó hacia a mi y me dijo con total y absoluta seriedad “tenemos que hablar” – En ese momento sentí que el corazón se me salía del pecho y que los huevos se me subían a la garganta, podía adivinar sobre qué iría la plática.
-Qué pasa papá- le contesté con todo el aplomo de que fui capas.
- Sabes, estuve hablando con Lorena sobre ti y… bueno…
- Hablaron sobre mi?
- Si bueno, tu sabes… ella se preocupa por ti y por tu hermano…
- Aja…y?
- Bueno, tú sabes que los quiero mucho, a los dos, pero la verdad es que estoy un poco preocupado por ti.
- Preocupado por mi? Por qué?
- Bueno, tu sabes, sé muy bien lo que tu hermano y tu hacían… - en ese momento estoy seguro de que la cara se me puso del color de un tomate y de verdad que el corazón estuvo a punto de estallarme, sentí un enorme vacío en el estomago pero aun así me animé a preguntar.
- Y qué hacíamos?
- Pues lo que todos los chicos de su edad hacen, tu sabes, ver porno y masturbarse…
- Papá! – Afortunadamente mi padre pensaba que mi hermano y yo nos masturbábamos por separado y menos aun imaginaba que cogiamos.
- Qué tiene, te digo que es normal, yo mismo lo hacía… y lo sigo haciendo… la cosa es que…
- No quiero seguir esta plática, papá… - me hice el indignado y pretendía pararme del sillón pero mi papá lo impidió…
- Bueno, lo que me preocupa es que… bueno, tu hermano ha tenido varias novias y todo y, bueno… tu ya vas a cumplir no sé cuantos años y nunca has tenido novia…
- Y eso que qué tiene?
- No, bueno, no tiene nada de malo… pero sabes que puedes confiar en mi… digo, si te gustan los hombres lo puedo entender, por favor, tenme confianza hijo…
- Claro que no me gustan los hombres, papá!
- Bueno, hijo, no te m*****es, yo solo decía… es que, bueno, cuando yo era un chamaco de tu edad pues ya tenia varias noviecitas y todo, además es una tradición en la familia que el papá lleve a sus hijos de putas la primera vez…
- Papá, como puedes decir eso!
- Bueno, pues llevé a tu hermano. Qué nunca te dijo?
- No, no me dijo nada… -me sentía un poco m*****o porque mi propio hermano me había ocultado semejante información a pesar de que prácticamente yo era su puta particular.
- Bueno, si no te m*****a me gustaría continuar con la tradición y llevarte al mismo lugar…
- Ay papá…
- Por eso te pregunto, si te gustan los hombre pues ya no puedo hacer nada… digo, no es que eso esté mal, pero… -podía ver en su cara la urgencia de que yo negara nuevamente el que me gustaban los hombres y de que deseaba seguir con la “tradición” familiar, después de todo no me disgustaba tener sexo con mujeres.
- Está bien, papá, me puedes llevar de putas.
- Ese es mi hijo, verás que no te arrepentirás. Vamos el próximo sábado!
La semana pasó sin mayores incidentes y llegado el sábado al medio día, mi padre me dijo que era la hora de salir. Subimos al carro y mi padre condujo fuera la ciudad hasta llegar a una especie de hacienda, había una reja enorme que protegía a la propiedad. Del lado derecho había una placa de metal con la leyenda “Hacienda Santa Magdalena. 1886” desde la reja condijimos algunos minutos por un comino flaqueado por enormes árboles, de pronto apareció la casa, era casa enorme y muy bonita, de aspecto antiguo, en realidad parecía más bien un palacio.
Había una pequeña rotonda y varios autos estacionados a la distancia. Bajamos del coche y subimos unas pequeñas escaleras hasta llegar ante la enorme puerta de madera. Un hombre de aspecto imponente y muy guapo, he de admitir, nos abrió la puerta y entramos a un enorme recibidor adornado con sillones y flores. Al fondo había un escritorio con una chica muy linda, mi padre llegó con ella y le dio su identificación y su tarjeta de crédito, la chica me miró fijamente tratando de adivinar mi edad y finalmente preguntó “Qué edad tiene el joven?” a lo que mi padre contestó que casi 18, la chica le dijo que se prohibía la entrada de menores a tan honorable establecimiento pero mi padre le dijo que el asumía la completa responsabilidad. Después de eso la chica miró en su ordenador y realizó el cobro, entregó a mi padre sus credenciales y una llave. “Habitación 106, señores. Jazmín se reunirá pronto con ustedes”.
De camino a la habitación se apoderó de mi una tremenda preocupación, quería salir corriendo de aquel lugar pero no quería decepcionar a mi padre, quería complacerlo, pero no sabía si él estaría ahí viendo mientras hacíamos lo que se supone que haríamos. Al llegar al cuarto finalmente me animé a preguntarle a mi padre.
- Tu qué vas a hacer? En donde me va a esperar?
- Cómo que qué voy a hacer, pues enseñarte!
- Pero… no pensarás ver como me co… como hago el amor con Jazmin, verdad?
- Coger, Hans, se dice coger, y sí, naturalmente que me quedaré.
- Pero papá, eso es raro…
- Carajo, claro que no. Mira Hans, yo te cambié los pañales desde que eras un bebé y nos bañamos juntos muchísimas veces, crees que me da pena verte la verga?
- Pero es que no es lo mismo…
- Claro que no es lo mismo, pero hijo, es tradición familiar, recuerdas? Lo mismo hice con tu hermano y él no se quejó para nada. Mi padre hizo lo mismo conmigo y el padre de mi padre también.
- Pero es que…
- Pero es que nada. Entra y cállate. Estoy seguro que a esta pinche puta le tiene sin cuidado que yo sea tu padre y los vea coger! –Nunca había escuchado a mi padre hablar así de una mujer, me sorprendió mucho que se expresará así, él lo adivinó por la forma en que lo vi y añadió- Sí, Hans, es una pinche puta, como todas las mujeres del mundo, mientras más rápido aprendas eso será mejor para ti y para todos.
La habitación era enorme, junto a la puerta había un enorme guardarropa de madera, había un sillón largo de piel y dos sillas sin descansabrazos, una mesa de centro con una botella de champaña y tres copas de cristal, también había una televisión de sabrá Dios cuantas pulgadas empotrada en la pared. Después estaba una cama king size bellamente vestida, flanqueada por dos buroes y a los pies de esta una especie de diván forrado de piel. Una enorme pared de cristal dividía la habitación del baño, desde la cama podía verse la enorme ducha, el inodoro sí tenia su propia puerta, había toallas y batas de baño. Ni en mis más locas fantasías había imaginado que existiera un lugar como aquel, el cual seguramente costaría una fortuna.
- Papá, este lugar ha de ser carísimo… - Mi padre con total naturalidad había comenzado a desvestirse, abrió el guardarropa de madera y comenzó a colgar su saco, camisa y pantalones hasta quedar completamente desnudo.
- Sí, es muy caro, pero te aseguro que vale cada centavo. Las putitas que hay aquí no las encuentras en ninguna otra parte. Ahora carajo, quieres desvestirte de una buena vez!
Hacía mucho tiempo que no veía a mi padre desnudo, los años no habían pasado en balde. Aunque en realidad no era tan viejo, 42 años tenia en ese momento y él siempre había hecho ejercicio, su cuerpo era firme pero se le marcaban pequeños bultos y arrugas aquí y allá, el bello de su pecho y abdomen, aunque estaba perfectamente recortado dejaba ver algunas canas ocasionales. Su verga ciertamente me parecía más pequeña de lo que la recordaba pero de un grosor considerable. Mi padre tomó una de las batas de satén negro que había en el armario, la anudo a su cintura y se sentó en una de las sillas.
Yo comencé a desnudarme con cierta pena y lentitud, a diferencia de mi padre y hermano yo no poseía la cantidad de bello corporal que ellos sí, cosa que en realidad agradecía. Mi verga comenzaba a ponerse un poco dura ante la expectativa de lo que ocurriría a continuación. Tomé la bata restante, la anudé a mi cintura y cerré el armario. Casi al mismo instante alguien tocó a la puerta. Mi padre se incorporó de un salto y se dirigió a abrir “Por fin”, gritó.
Al abrir la puerta entró la mujer más hermosa que había visto en mi vida, era un ángel, una visión. “Señores Ackerman” dijo con un acento claramente extranjero. La mujer que apenas superaba mi propia edad, traía un vertido largo de color rojo, unos guantes que le llegaban hasta el codo y unas bellas zapatillas, no traía pendientes ni collares, sus labios apenas estaba pintados igualmente de rojo y su cabello estaba recogido sobre su cabeza en un moño. Tenía la piel más blanca que había visto, más blanca que la misma leche y poseía un cuerpo extraordinario. Unas tetas enormes y un trasero igualmente enorme con una diminuta cintura. La mujer se movía por la habitación con total libertad y dominando todo.
Se dirigió a la champaña y abrió la botella con una destreza que envidiaría cualquier sommelier, sirvió las tres copas, le entregó una a mi padre “Señor Ackerman”, la otra a mi “joven” y la tercera para ella misma. Se paró dominando la pequeña sala, levantó su copa y dijo con ese acento sensual “Brindemos por las tradiciones, para que a pesar del tiempo nunca se pierdan”, mi padre replicó “Por el placer”. Chocamos nuestras copas y bebimos el líquido.
- Bueno, bueno – dijo mi padre- no perdamos más el tiempo.
Mi padre se sentó en una de las sillas y se sirvió más champaña, Jazmín me quitó la copa de las manos y la colocó con la suya sobre la mesa. Se acercó a mí sigilosamente, al igual que un león asecha a su presa y clavó sus labios en los míos. Apenas nuestros labios se tocaron un rayo de electricidad recorrió todo mi cuerpo y me estremecí de placer. Ella se acercó más a mí y sus firmes tetas se apoyaron contra mi pecho. Yo no sabía que hacer, me quedé petrificado, ella comprendió y con dulzura tomó mis manos y las llevó hasta su cintura. Mi verga comenzó a crecer y la sensación de ésta con la tela de mi bata y el vestido de ella era increíble. Con extrema agilidad Jazmín deshizo el nudo de mi bata y la jaló de tal manera que cayó al suelo. Ella se dio la vuelta y recargó su espalda contra mi cuerpo, sentía la firmeza de sus nalgas contra mi verga ahora más dura y desnuda. Igual que antes ella tomó mis manos y las llevó hasta sus tetas mientras movía su cuerpo a un ritmo cadencioso.
Apreté sus enormes tetas con mis manos y enseguida comprendí que no eran naturales, no es que yo tuviera experiencia en esas cosas pero supongo que se nota en seguida, asumí que sus nalgas tampoco eran naturales. Aquello me importó un comino. En ese instante decidí que haría que mi padre se sintiera orgulloso y que me convertiría en el “machito” que él quería que fuera, no sabía como lo haría pero intentaría hacerlo. Jazmín llevó mi mano izquierda hasta su axila y sentí un pequeño cierre en su vestido, comprendí que era hora de desenvolver mi regalo. Deslicé el cierre lentamente hasta el inicio de su cintura mientras besaba el cuello de tan extraordinaria mujer. El vestido se fue deslizando lentamente por la blancura de su piel hasta caer al piso. Jazmín no traía brasier ni bragas.
Ahora los dos completamente desnudos pude admirar mejor su cuerpo. Sus nalgas eran perfectamente redondas y firmes, en contraste con su diminuta cintura, tenía la forma perfecta de una pera.
Jazmín me jaló hasta el diván y me sentó en él, ella se hincó frente a mi y tomó mi verga con sus manos aun enfundadas con los guantes, me miró directo a los ojos y sus penetrantes ojos azules me hipnotizaron, acto seguido llevó mi verga hasta su dulce boca y comenzó a chupármela. La sensación era increíble, la humedad de su boca combinado con el frío de sus guantes me hacia casi explotar de placer. Me encontraba en el paraíso. Ella sabía perfectamente que hacer con su boca, jamás en la vida me habían chupado la verga con tanta habilidad. Mi verga creció al instante dentro de su boca hasta alcanzar su tamaño real. Cuando abrí los ojos pude ver a mi padre sentado en el sillón que también se había abierto la bata y comenzaba a jugar con su propia verga que ya comenzaba a tomar un tamaño considerable, sus ojos estaban fijos en el blanco trasero de Jazmín que se levantaba frente a él como una provocación, pero mi padre no intervino en mi iniciación.
Después de algunos minutos Jazmín se puso de pie frente a mi y en seguida extrañé la humedad de su boca, ahora tenia frente a mi a la mujer más bella del mundo. Sus tetas eran una provocación y mis ojos recorrieron cada centímetro de su cuerpo, desde la punta de su cabello hasta llegar a sus pies. Su pequeña cintura era la puerta de entra al coño más pequeño y hermoso que había visto jamás, era una cosa diminuta, sus labios vaginales apenas y se asomaban. Me arrojé como un lobo a sus blancas y redondas tetas y comencé a chupárselas como Dios me dio a entender. Mis manos apretaban aquellas enormes y firmes montañas mientras mi lengua jugaba con sus pezones. Chupé, mordí y lamí sus hermosas tetas mientras ella lanzaba pequeños suspiros de placer, me gusta pensar que eran genuinos.
La blancura de su piel comenzó a tornarse rosada en sus tetas, aquella visión me excitó sobre manera. Me puse de pie y ahora Jazmín se sentó en el diván, abrió sus piernas y me encontré de frente con su pequeño y diminuto altar de Venus, como dice el Marqués de Sade. Ahora yo me hinqué frente a ella y olfatee su pequeño coño, el aroma era exquisito, como un cachorro comencé a dar pequeños lengüetazos y Jazmín gemía con cada uno de ellos. Temí que mi lengua fuera incapaz de entrar en aquel diminuto coño pero fui buscando su sagrada abertura y la introduje tan adentro como me fue posible, lamí su precioso tesoro y la chica gemía con más fuerza. Ya completamente fuera de mi, comencé a lamer y chupar su coño con una fuerza tal que bien podría haberle sacado las entrañas. La blancura de su coño comenzó a convertirse en rosa y mis dedos deseosos de participar se presentaron ante el coño casi por voluntad propia.
Introduje mi dedo lentamente en su coño mientras Jazmín se apretaba las tetas ella misma sin parar de gemir. El dedo medio de mi mano se quiso unir al dedo índice y los dos exploraron la pequeña cavidad. Jazmín pasó de pequeños gemidos a gemidos más y más fuertes. Yo me sentía el hombre más afortunado del mundo y el único poseedor de las habilidades amatorias necesarias para hacer gemir a una mujer como ella. Mi trasero estaba al aire y mi verga dura colgaba y goteaba liquido, los huevos chocaban mi verga en cada embate que hacia en el coño de Jazmín. Mis dedos entraban cada vez con más fuerza mientras mi lengua lubricaba su canino. Jazmín comenzó a gritar “Más fuerte, más fuerte”. Y yo decidí complacerla.
Estando en la posición que ya dije, con las nalgas al aire y completamente concentrado en el coño de Jazmín, sentí se alguien se paraba junto a mi. De pronto una mano comenzó a acariciar mi trasero y cuando me di vuelta no era otro que mi padre. Con una mano jugaba con su verga ahora mucho más grande y gruesa y con la otra me tallaba las nalgas, cuando vio mi cara de sorpresa se detuvo sin quitar su mano de mis nalgas, me miró unos segundos y me dijo “Tienes las nalgas de tu madre” y me dio una fuerte nalgada, regresó a su silla y continuó jugando consigo mismo, segundos después me gritó desde su silla “¿Se la vas a meter o qué?” no pude evitar sonreír y me puse inmediatamente de pie.
Jazmín se incorporó del diván, me tomó de la mano y me condujo a la cama, me recosté en medio de la enorme cama y Jazmín se subió sobre mí, me dio un beso y tomó mi verga con sus manos, ahora ya no traía los guantes, no sé en que momento se los quitó. Colocó mi verga en la entra de su coño y fue dejando caer su cuerpo lentamente hasta que mi verga estaba dentro de ella. Su coño estaba completamente lubricado y en realidad era muy estrecho, apretaba mi vera con una presión sumamente excitante. Una vez que mi verga estuvo dentro de sí Jazmín recostó su cuerpo contra mi y sus enormes tetas caían sobre mi pecho, mis labios buscaron los suyos. Sus caderas comenzaron a moverse a un ritmo celestial, yo prácticamente solo tenía que permanecer ahí tumbado, ella hacia que mi verga entrara y saliera de su pequeño coño.
He de admitir que las sensaciones que sentía no se comparaban con nada que hubiera sentido antes, jazmín sabía perfectamente qué y cómo hacerlo, sin duda mi padre tenía razón, en aquel lugar se encontraban las mejores putas del país. Jazmín comenzó a besarme el cuello y las orejas, aquello era un remolino de placer, sus gemidos los escuchaba directamente en mi oído. Mis manos buscaron sus nalgas y alcanzaron su objetivo. La suavidad de su piel era sublime.
De reojo podía ver a mi padre sentado en el sillón masturbándose como desenfrenado. La vista fija en el culo de Jazmín. Se mordía los labios y se notaba que le costaba mucho trabajo permanecer lejos de la escena protagónica. Finalmente, al notar que lo veía me gritó “Dale nalgadas a esta perra” busqué los ojos de Jazmín como buscando su aprobación, sus penetrantes ojos azules me dejaron notar que en realidad lo deseaba, o al menos eso quise ver en ellos. Comencé a darle nalgas suaves, temeroso, Jazmín apenas y gemía con cada una. “Más fuerte, cabrón” me gritaba mi padre desde su silla. Incrementé la fuerza de mis nalgadas pero al parecer aun no era suficiente. Mi padre se incorporó de inmediato de su silla como m*****o, se dirigió directo al trasero de Jazmín y le dio la nalgada más fuerte que puedan imaginar “Así se dan unas nalgadas, chingada madre” Jazmín dio un fuerte grito mezcla de placer y dolor. Comprendí que a ella no le m*****aba en absoluto, después de todo sus clientes pagaban mucho dinero y tenía que soportar eso y más. Sentí un poco de pena por ella.
En la postura en la que estábamos era imposible que nalgueara a Jazmín con la fuerza que mi padre quería. Le indiqué que cambiaríamos de postura y ella saltó de mí con agilidad. La puse en cuatro patas sobre la cama y yo me coloqué diestras de ella, sus nalgas estaba al rojo vivo, en la nalga izquierda tenía pintada la mano completa de mi padre, aquella visión me volvió loco. Al ver sus nalgas y su coño rojo no pude evitar lamerlo, su coño estaba húmedo y caliente, chorreante de jugos suyos y míos. Sus rojas nalgas estaban separadas por un pequeño punto igualmente rosado, su pequeño ano. No pude evitar lamerlo también.
Mi padre seguía de pie junto a la cama con su enorme verga entre las manos. Permanecía ahí viendo cada movimiento, recibiendo cada olor de nuestros cuerpos. Después de lamer el culo de Jazmín y ver a mi padre para junto a la cama como un perro que ve un delicioso bistec le dije “Te quieres unir?” inmediatamente mi padre se tumbó sobre la cama y colocó su verga en la experta boca de Jazmín, “Pensé que nunca me lo pedirías, cabrón” me dijo, “Ahora sí cabrón, cógetela como un hombre” añadió.
Coloqué mi verga en el coño de Jazmín y la metí con tanta fuerza que la verga de mi padre entró completa en su boca. La tomé de las caderas y comencé a meter y sacar mi verga a un ritmo inusitado. Completamente fuera de mi, mis manos comenzaron a darle tremendas nalgadas a Jazmín, mientras ella hacia esfuerzos por mantener la descomunal verga de mi padre en su boca y gritar. Sus nalgas estaban ahora al rojo vivo, las huellas mi de mis manos habían borrado la nalgada que mi padre le había dado. Mis gemidos se confundían ahora con los de mi padre, era una bella sinfonía de placer.
Minutos después yo ya me encontraba exhausto, no tenía fuerzas para continuar con semejante faena y el ritmo de mis embestidas se hizo más lento y me cuerpo se recargó sobre la espalda de Jazmín que seguía con su tarea de mamar la vera de mi padre. Éste, que hasta ahora se había mantenido simplemente como un invitado tomó la iniciativa. Sacó su verga de la boca de Jazmín y me jaló del brazo obligándome a abandonar la cueva sagrada de Jazmín, me tiró sobre la cama, le dio vuelta a Jazmín y la recostó sobre mí todo en un solo movimiento. Abrió las piernas de Jazmín y se preparó para introducir su verga en el apretado coño de ella. No pude evitar expresar mi preocupación “La vas a romper papá, no vas a entrar” le dije, “Como chingados no” me respondió.
Mi padre se colocó en medio de las piernas abiertas de Jazmín y tomó su enorme verga con la mano, escupió sobre ella y retrajo el prepucio, colocó la punta de su verga en el enrojecido coño de la chica y comenzó a empujar lentamente sin soltarse la verga. Jazmín se retorcía, gemía y gritaba a medida que la verga de mi papá iba desapareciendo lentamente dentro de su apretado coño. Mientras mi padre estaba en su tarea yo sostenía a Jazmín sobre mi sujetándola por las tetas mientras sus manos se apretaban la sábana. Finalmente la verga de mi padre estaba dentro, El rostro de Jazmín reflejaba más dolor que placer, mi padre, en cambió, me miró a los ojos con una mirada de orgullo.
Una vez que mi padre tuvo su verga dentro de Jazmín, esperó unos segundos y comenzó a moverse en un lento meter y sacar, como un tren que comienza la marcha, sus movimientos se hicieron cada vez más rápidos y fuertes. Jazmín sólo podía gritar y gemir, aquello volvió loco a mi padre que solamente pudo decir “Que estrecha estás mamita”. No pude evitar recordar las veces que mi hermano y yo habíamos escuchado los gemidos de nuestra madre mientras cogían, me quedaba claro que la enorme verga de mi padre la hacia gritar. No es que la verga de mi papá fuera muy larga pero sin duda era la verga más gorda que yo había visto jamás. De pronto sentí deseos de poseerla, de ser sometido por mi padre al igual que lo era Jazmín.
Mi padre continuó metiendo y sacando su gorda verga del coño de Jazmín, el cual estaba ahora completamente rojo, chorros de líquido salían de su coño por lo que pude adivinar que en realidad le causaba un gran placer. Mi verga comenzó a crecer nuevamente bajo el cuerpo de Jazmín mientras yo le besaba el cuello, le apretaba las tetas y hacia cuanto podía. De pronto mi padre tomó a Jazmín de las caderas y la atrajo hacia sí, quedó sentada sobre su verga mientras mi padre la abrazaba con fuerza y la besaba como loco. A la vista quedaron sus rojas nalgas que aun tenían las huellas de los golpes que le di, podía ver como la verga de mi padre abría su pequeño como y como ríos y ríos salían de él mientras los dos gemían de placer. No pude evitar la tentación y me acerqué a ellos, me recosté sobre la cama y comencé a lamer el coño de la muchacha mientras mi padre la penetraba, los huevos de mi padre me caían sobre la frente y los líquidos llenaron pronto mi cara, a mi padre pareció no importarle aquello y de hecho sometió con más fuerza a la chica. Jazmín no para de gemir, de gritar.
Entre los suspiros mi padre dijo “Te toca otra vez, muchacho” y acto seguido sacó su verga de Jazmín. El coño de la muchacha estaba completamente abierto, sus labios ardían, tenía los muslos completamente mojados. Me puse de pie y jalé a la mucha del brazo, la lleve hasta la pared y ella enseguida adoptó la pose necesaria para que yo la penetrara de pie, flexionó su columna de tal modo que su trasero quedaba más paradito, mi verga, que ya estaba dura entro ahora sin dificultad en el coño de la chica. “Ya la dejaste toda abierta” le dije a mi padre. “Si no la quieres regrésamela” me dijo. Comencé a meterle la verga con toda la fuerza que me quedaba de modo tal que a mi padre no se le ocurriera arrebatarme tan suculento plato.
Mientras estábamos ahí parados, mi padre se puso de pie junto a Jazmín y le apretó las tetas muy fuerte, la besó con rudeza. Esa escena me excitó mucho y saqué fuerzas de sabrá Dios dónde y comencé a darle de nalgadas a la Jazmín. Mi padre cambió de lugar y al pasar detrás mió se detuvo. Otra vez su mano recorría mis nalgas y de la nada me dio una fuerte nalgada y repitió “Tienes el culo de puta madre”. Sin dudarlo se agachó y abrió mis nalgas, de pronto sentí su húmeda lengua en mi ano. La sensación era indescriptible. Dos, tres lengüetazos y mi padre se puso de pie nuevamente. Otra vez la palma de su mano azotó mis nalgas y la misma sentencia azotó mis oídos “Tienes el culo de tu madre”.
Mi padre me jaló del brazo obligándome a salir de Jazmín nuevamente, a ella la arrastró hasta la cama y la tiró ahí, se colocó a horcajadas sobre la chica, levantó su pierna derecha y la llevó hasta su hombro, el rojo y ahora abierto coño de Jazmín se abría mucho más fácil. Mi padre introdujo su verga con mucha fuerza en Jazmín y le ordenó “mámasela al muchacho” al escuchar esto yo me tiré en la cama al alcance de Jazmín que con extraordinaria habilidad comenzó a chuparme la verga. Las embestidas de mi padre eran cada vez más fuertes y frenéticas, él abraza la pierna de la chica mientras su verga entraba y salía. Varios minutos estuvimos en esa postura, Jazmín mamándome la verga mientras mi padre le partía las entrañas.
Finalmente mi padre arrastró a la chica hasta una de las sillas, mi padre se sentó y Jazmín se sentó sobre la verga de mi padre, esta vez la penetración fue menos dolorosa. Jazmín cabalgaba sobre mi padre mientras él la sostenía de las caderas. Yo me acerqué para que Jazmín me chupara la verga nuevamente y así lo hizo. “No te corras todavía” me ordenó mi padre, “espérame”.
Cuando mi padre sintió que su orgasmo estaba cerca se salió de Jazmín y la arrojó con fuerza sobre el diván, los dos nos paramos junto al diván y comenzamos a jalarnos la verga con fuerza hasta que los dos llegamos al orgasmo casi al mismo tiempo. Mi padre estalló en un grito de placer mientras que chorros de blanca esperma salían de su verga y caían sobre las tetas de Jazmín, sobre su cara e incluso llegaron hasta la cama. Segundos después yo también llegué al clímax y mi leche se unió a la de mi padre sobre los pechos de Jazmín, he de admitir que yo arrojé menos leche que mi padre.
La chica quedó ahí tendida apretándose las tetas y jugando con la leche de mi padre y la mía. Yo decidí recostarme sobre la cama y descansar de mi agitación. Jazmín se incorporó e intentó dirigirse al baño pero mi padre la detuvo de golpe. “A dónde vas putita, aun no acabamos”. Mi padre la aventó sobre la cama junto a mi y él se tiró a su lado, comenzó a lamerle las tetas, comiéndose su propio semen y el mío, aquello parecía ser muy placentero para Jazmín, pues simplemente cerró los ojos y suspiraba. Yo no podía creer lo que mi padre estaba haciendo frente a mí.
Una vez que Jazmín estuvo completamente limpia de leche mi padre se paró y sirvió más champaña para los tres, llevó las copas hasta la cama y los tres jadeantes brindamos en silencio. Al terminarse la champaña mi padre ordenó a Jazmín “Ahora sí hija, puedes irte”. Jazmín se incorporó, se dirigió al cuarto de baño y comenzó a bañarse de una forma muy sensual. Mi verga comenzó a ponerse dura nuevamente ante aquella visión. Mi padre lo notó y me dijo “Ve por ella cabrón”, al incorporarme de la cama mi padre me dio suavemente una fuerte nalgada.
Me dirigí al baño y contemplé el perfecto y ahora mancillado cuerpo de Jazmín, ella simplemente se recargó sobre el cristal del baño, abrió las piernas y yo entre en ella mientras el agua escurría por nuestros cuerpos. Esta vez todo fue más rápido, unos cuantos minutos bastaron para que llegara al clímax, ella se hincó frente a mi y recibió mi leche en la cara.
Terminamos de ducharnos mientras mi padre aun continuaba recostado en la cama. Jazmín recogió sus pertenencias y envuelta en una toalla de baño salió del cuarto igual que como entró. “Señor Ackerman… joven”, me dio un suave beso en los labios y se marchó. Me uní a mi padre en la cama esperando más instrucciones. Permanecimos recostados en silencio un buen rato. Finalmente mi padre se puso de pie y me dijo “Vamos a bañarnos” yo le respondí que ya lo había hecho y él repitió la misma sentencia. Lo seguí al baño y comenzamos a ducharnos en silencio.
- Te gustó hijo?- dijo finalmente.
- Si pa, gracias… no puedo creer lo que pasó.
- Lo sé, estaba muy apretadita la condenada.
- ¿Hiciste lo mismo con mi hermano?
- No, tu hermano es más egoísta, él no me invitó a compartir la morenita que le escogí.
- Pinche Franz, así es ese cabrón… cómo sabías que me gustan las mujeres blancas?
- Eres mi hijo, te conozco.
Seguimos nuestro baño enjabonándonos una y otra vez. El jabón se calló al piso y me agaché a recogerlo, nuevamente una fuerte nalgada llegó, está vez mucho más dolorosa pues estábamos mojados. “Tienes el culo de madre”.
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