La Lasciva Vida de una Maestra

por
género
hetero

El verano del 1998 marcó un antes y un después en mi vida madura. Fue eso que llama un verdadero punto de inflexión. Pero antes de empezar, déjenme presentarme. Soy una mujer de 66 años a julio de 2018 nativa de Barcelona. Sí me casé nada más terminar la carrera y al año siguiente aprobé las oposiciones, desde entonces soy Maestra de profesión. Estuve casada 36 años y tengo dos hijos de ese matrimonio, bueno en verdad uno es más de mi marido que el otro… por entonces Emiliano tenían 24 años y Alberto 18. Soy una mujer muy directa, discreta y educada, dedicando gran parte de mi vida a la familia. Me llamo Ana Pilar Pujol Bruguera. En verano tengo dos meses de vacaciones y el fin de curso acostumbra a coincidir con un punto en el estoy harta de la ciudad. Barcelona me encanta, pero me agota y llega un momento en el que necesito desconectar. Así que paso prácticamente todas las vacaciones en el chalet que tenemos en la playa, cerca de Tarragona. El verano del 1998 no fue una excepción. Mi marido apenas tuvo un par de semanas de vacaciones y solo venía los fines de semana. Mi hijo mayor estaba en Londres buscándose la vida. Por lo que se podría decir que pasé gran parte del verano con mi hijo pequeño en el chalet. Cada día seguía la misma rutina. De buena mañana, con los primeros rayos de sol, me levantaba, me ponía ropa de deporte y salía a correr o andar, dependiendo de las ganas. Aunque… no sé a quién pretendo engañar, casi siempre me conformaba con andar una hora. Después iba a la playa, antes de que se llenase de gente, me daba un baño y volvía a casa. Salía a comprar lo necesario para cocinar y preparaba la comida que después compartía con mi hijo. Prácticamente ese era el único momento del día que le veía. Después tocaba una buena siesta. Por la tarde bajaba a la pequeña piscina que teníamos en el jardín. Allí tomaba el sol y me bronceaba. Y al atardecer salía con algunas amigas a tomar algo, al cine o a cenar, dependiendo del día. Con mi hijo pequeño apenas compartíamos momentos. Se pasaba las mañanas enteras durmiendo. Comíamos juntos y después siempre iba a la playa con los amigos o se los traía a casa para pasar horas y horas jugando a la videoconsola. Y por las noches salían casi siempre.

El verano parecía avanzar en la más absoluta normalidad hasta que un día, por la tarde, estando en la piscina tomando el sol, escuché un ruido detrás de los arbustos que rodeaban toda la zona de la piscina. Me giré y me pareció ver una cabeza que se escondía. Mi hijo y sus amigos estaban jugando a la videoconsola y al menos un par de ellos fumaban. Tenían completamente prohibido fumar dentro, así que cada cierto tiempo alguno salía a fumar fuera. Me levanté de la tumbona y fui detrás de los arbustos. No había nadie pero encontré una colilla en el suelo, todavía humeando. Estaba claro que algún amigo suyo había dado un paseo hasta la parte de atrás de la casa y me había visto tomando el sol. La verdad es que no le di más importancia y, aunque me cabreó ver el cigarrillo en medio del césped, preferí evitarles la bronca. No me gustaba que me vieran como una gruñona. Lo que tenía que quedar en una anécdota, volvió a pasar justo la tarde siguiente. Y la otra, y la otra. De repente, no sé si medio paranoica, me sentía observada mientras tomaba el sol o me daba un bañito. Y lejos de m*****arme, me ponía nerviosa. Podría decir que me gustaba esa sensación.

Estaba claro que algún amigo fumador de mi hijo me estaba espiando a diario, el problema era que no sabía quién era de todos ellos. Mi mente me hizo creer que quien me espiaba era Manu, un chico dos años mayor que mi hijo. Era un jovencito que ni estudiaba ni trabajaba, aunque tampoco lo necesitaba. Era hijo de una familia muy adinerada. Iba de playboy perdonavidas y resultaba un tanto insoportable y pedante, pero por otro lado era físicamente irresistible. Alto, musculado, manos enormes, sonrisa perfecta… No sabía que me pasaba. Echando una mirada atrás, creo que mi deseo sexual se había aletargado hacía años. Después de los dos hijos, con el trabajo, la hipoteca, la familia y la maldita rutina diaria, la vida sexual entre mi marido y yo casi había desaparecido. Apenas lo hacíamos, de una forma mecánica, una vez cada dos o tres semanas. Puedo decir que no me sentía para nada deseada. Aunque eso no quita que me sintiera muy querida por toda mi familia. Creo que simplemente el sexo y el deseo habían desaparecido por completo de mi vida. Y de repente, ahí estaba, imaginándome que un chico, amigo de mi hijo, me estaba observando mientras tomaba el sol. Lo curioso es que durante esos momentos en la piscina me sentía incluso excitada, pero después, en casa, me sentía fatal por haberme incitado, por haberme imaginado cosas así. Yo, una mujer de mi edad con 46 años, y lo peor de todo, escondiendo esos pensamientos a mi marido.

Por mucho que tratase de evitarlo, cada tarde sucedía lo mismo. Algún movimiento en un arbusto, alguna colilla en el suelo y yo excitada tomando el sol. Hasta que llegó el último día de julio. Al día siguiente, por la mañana, mi hijo y yo teníamos que regresar a Barcelona, porque mi marido empezaba vacaciones y nos íbamos una semana a París, los dos solos. Y claro está, bajo ningún concepto iba a dejar a mi hijo tanto tiempo a solas en una casa como esa. Llegó la hora de la piscina y como cada día ahí estaba yo, tostándome bajo el sol, cuando escuché un ruido entre los arbustos. “Ya está ahí mi admirador”, pensé. Pero ese día, ese día fue distinto. Fue como si el morbo se apoderara de mí y me dejara sin control. Sin reflexionar, en la tumbona donde estaba, un impulso hizo que me quitara la parte de arriba de mi bikini. Nunca en mi vida había hecho topless, ni estando sola, y de repente me encontraba dando un masaje a mis pechos con crema solar. El bronceado de mi cuerpo en contraste con mis pechos blancos parecía dibujar un bikini perfecto en mi piel. A medida que he madurado me he ido sintiendo más orgullosa de mis pechos. No son grandes, ni tampoco pequeños. Mi marido siempre ha dicho que son del tamaño perfecto.

Creo que eso me ha permitido conservarlos con relativa firmeza a pesar de mi edad y de haber dado el pecho a dos niños. Pues allí estaban, con un blanco nuclear, con mis aureolas color café de seis o siete centímetros de diámetro con unos pezones enormes, son como la falange de mi dedo meñique… un buen pezón del que mamaron mis dos hijos. Recuerdo que de jovencita mis pezones me habían acomplejado mucho porque siempre se marcaban. Pero ahora, ahora me imaginaba a Manu detrás de los arbustos, observándome y deseándome. Y mis pezones parecían estallar. Estuve unos minutos en la tumbona, después me di un baño y volví a tumbarme. No sé cómo pero me dormí, fue algo rarísimo. No tengo claro cuánto tiempo pasé dormida, pero como mínimo fue una media hora. De repente me desperté al oír la puerta de casa cerrándose. Mi hijo y sus amigos se iban.

Quedándome dormida a esa hora de la tarde podía haberme dado una buena insolación. Volví a ponerme la parte de arriba del bikini, recogí la tumbona y la llevé al pequeño cobertizo que tenemos en el jardín. Además de ser el sitio donde mi marido guarda todas las herramientas del jardín, disponemos de un baño y una ducha. Resulta muy útil para evitar tener que subir al chalet cuando estás en la piscina. Después de tomar el sol siempre me daba una ducha y subía a casa ya vestida. Así iba a hacerlo cuando, de repente, por la ventana del cobertizo vi un cabeza asomándose y espiándome. Me dio un susto de muerte y grité. Quien fuese que me estuviese espiando se asustó todavía más al ver mi reacción y lo siguiente que escuché fue un gran estruendo. Se había pegado una buena hostia, seguro. Salí corriendo y di la vuelta al cobertizo y allí en el suelo encontré a Jorge, el amigo gordito y tímido de mi hijo que hasta hace 7 años era alumno mío en primaria. Se había subido a un cubo y al asustarse se había caído. Estaba tirado en el suelo con un corte enorme en la pierna.

– “Pero por Dios, ¿te has hecho daño?”

–“No, no, yo… yo es que… no, no, estoy bien”, dijo intentando levantarse. Le dolía tanto que no pudo.

– “Déjame ayudarte”, y le di una mano y con la otra le agarré el brazo y le ayudé a levantarse. Casi no podía ni andar. “Ven, entra un segundo en el cobertizo que hay un botiquín y te curaré la herida”.

–“No, no hace falta, estoy bien”, dijo cuándo al apoyar la pierna herida casi vuelve a caer.

–“Vamos, entra, ven”.

Le acompañé dentro y se sentó como pudo en la tumbona. Fui a buscar el botiquín, me arrodillé a su lado y empecé a limpiarle la herida.

–“A ver Jorge, ¿me dirás que estabas haciendo o tengo que enfadarme?”

–“Yo nada señora, de verdad”.

–“¡Como me llames señora te voy a cortar la otra pierna!”

–“Ay sí, lo siento, señora… digo, ufff, mmmm, perdona”. Respondió tembloroso, nervioso y sudando.

–“¿Pero no os habíais ido?”

–“Bueno, sí, pero yo…”

-“¿Tú qué?”

–“Yo… es que… buf… es que bueno… estaba espiándola, lo siento mucho, de verdad, no quería, yo, lo siento mucho, no se lo diga a su hijo, ni a mi madre”.

–“Mira, tengo claro que se lo diré como me sigas tratando de usted”.

–“Ay si, perdona, yo es que… Bueno, no me mates, de verdad, pero íbamos a la playa y entonces he hecho como si mi madre me mandara un mensaje y les he dicho que tenía que irme, que mi madre me había dicho de volver a casa rápido. Y lo que he hecho, cuando han girado la esquina, es volver a entrar y bueno… ¡AY!”

–“Uy perdona, ¿te duele?

–“No, no”.

–“¿Y estabas espiándome?”

–“Sí”, asintió completamente ruborizado.

– “¿Me habías espiado otras veces?”

– “Sí, llevo todo el verano espiando detrás de los arbustos”.

– “¿Así que eras tú?” Una parte de mí se sintió excitadísima al saber que era cierto, que un jovencito me estaba espiando. Pero por otra, mi fantasía de que fuera Manu se esfumó, menudo chasco, mi yogurín se esfumó.

–“Sí”.

–“Voy a vendarte un poco la pierna y si mañana te duele vas al médico, ¿vale?” Y cada vez que terminaba una frase y subía mi cabeza para mirarle, le pillaba echando un vistazo a mi bikini, a mis pechos.

–“Sí, sí, lo haré”.

–“¿Y por qué me espías?”

–“Yo bueno, yo es que… bufff… es que eres una mujer muy atractiva. Yo es qué… bueno no solo yo…todos lo creemos”.

–“¿Yo? ¿Atractiva?” La verdad es que hacía años que no me veía a mí misma como una mujer capaz de excitar a un hombre y menos a jovencitos. Quizás sea cierto que todavía conservaba un buen cuerpo. Mi culo era más grande que cuando tenía 20 años. Tenía un poco de barriguita y un poco de celulitis, pero supongo que sí, qué demonios, estaba de buen ver.

–“Pues sí, joder si incluso Manu que se las folla a todas dice que estás buena que te cagas…”.

–“Oye, ¡ese vocabulario!” Aunque dentro de mí me encantó que dijera eso. Manu también creía que estaba buena. ¡Qué calor!

–“Perdona, lo siento. Llevo todo el verano espiándote cuando te bañas”.

–“Pues que sepas que eres un poco ruidoso”.

–“Vaya, lo siento. Soy muy torpe”.

–“¿Solo tú me has espiado?”

–“Sí. No se lo diga a nadie, por favor. Decía que salía a fumar y me ponía espiar. Los otros no lo saben”.

–“Pero hijo, ¿Es que no tienes novia?”

–“¿Yo? Que va”, dijo mirando al suelo. “¡Nunca he tenido! Todas me consideran un escombro”.

–“Ah, ¿eres virgen?” A veces soltaba las frases sin pensar. Ser tan directa me había traído más de un problema.

–“Yo bueno, yo… sí”, ruborizándose al máximo.

–“Perdona, no tenía por qué preguntártelo, eso es algo íntimo y personal, discúlpame”. Y de repente vi cómo se revolvía en la tumbona y se ponía nervioso. “¿Qué te pasa?”

–“No nada, nada, tengo que irme”. Y en ese preciso momento se hizo evidente que algo le había crecido debajo del bañador.

–“Uy, ja, ja… ¿tienes una erección? Hijo te has empalmado ¡Bendita juventud!”

–“Bueno yo”, tartamudeaba. “Yo… sí, bueno, tengo que irme. No sé lo diga a nadie”.

–“A ver”… le dije cuando terminaba el vendaje. Ya veo que no quitas ojo de mi bikini. Supongo que antes me has visto los pechos mientras tomaba el sol”.

–“Yo…” mirando al suelo otra vez.

–“Mira, no le diré nada a nadie de tu afición a espiarme…, ni tu tampoco dirás nada a nadie. Esto será nuestro secreto para siempre ¿vale?” Y asintió con cara de alivio. “Pero no quiero que te vayas así con mal cuerpo… estoy segura que te vas todos los días con ese dolorcito de huevos tan rico y tan m*****o por no poder aliviarte ¡¿Verdad?!” Él me miraba asombrado y expectante. “¡Mira, hagamos algo! Relájate aquí en la tumbona, tómate tu tiempo. Yo voy a darme una ducha ahora mismo y tú observas. No voy a mirarte, haz lo que quieras mientras me ducho”. Me estaba escuchando a mí misma… ¿estaba loca? ¿Qué demonios estaba haciendo? No me reconocía.

–“Pero…”

–“No hables más más y actúa a tu libre albedrío… haz lo que te apetezca sin miedo”, me levanté, recogí el botiquín y lo guardé.



Me puse delante de la ducha y despacio me quité la parte de arriba del bikini. Estaba dándole la espalda. Después me quité las braguitas. Suponía que estaba teniendo una buena vista de mi culo. No sé qué me estaba pasando. Una mujer como yo… Pero ahí estaba siendo empujada por un morbo incontrolable delante de un jovencito de 18 años, que por otro lado no me resultaba nada interesante. Qué raro era todo. Me puse debajo de la ducha y empecé a dejar caer el agua. Estuve un par de minutos mojándome y después me puse a enjabonar todo mi cuerpo, muy despacio, de frente, para que él pudiera verme entera y desnuda. Empecé por mi cuello y me detuve en mis tetas, unas buenas ubres por cierto. Me di un masaje con mucha espuma durante un minuto largo. Tenía que controlar la risa, porque verme así, como si fuera una stripper, me resultaba divertido. Mis pezones, eso sí, parecían dos clavos enormes. Mi marido siempre dice que cuando estoy excitada mis pezones podrían cortar diamantes. Enjaboné mi vientre y después mi coñito rasurado con una pelitos muy cortos de máquina eléctrica. Me di la vuelta y acaricié mi culo un buen rato, hasta que me volví a poner de frente para acariciarme lentamente las piernas. Volví a dejar caer el agua y dejé mi cuerpo limpio. Salí despacio de la ducha y agarré la toalla que había colgado a un lado. En ese momento le eché un vistazo. Estaba en la tumbona, sudando a mares, con los ojos fuera de sus órbitas y con una mano dentro del bañador masturbándose frenéticamente.

–“Pero por favor, te he dicho que te relajaras y lo disfrutarás. No seas estúpido, si te apetece hacerte una paja hazla bien sin miedo… no creo que me asuste ver una más…”, le grité acercándome a él.

Me agaché poniéndome en cuclillas, sus ojos se salían de las órbitas, le agarré el bañador por el elástico y se lo bajé tirando de él hasta quitárselo. Un cipote enorme apareció delante de mí. Era un chico gordito y lampiño… no sé porque, pero me había imaginado que tendría una picha de 12 o 13 cm lo máximo…, estaba equivocada, jamás había visto nada tan grande.

–“Ahora así, sin bañador, relájate y tócate bien. Te dejo que me observes un poquito más mientras me seco y me visto…. Y córrete en la toalla que no quiero que te vayas con el bañador hecho un asco lleno de leche. Lo mismo eyaculas un mogollón con las ganas que tienes y lo gordos que son esos huevazos que gastas…”, le dije acercándole una pequeña toalla.

Era un chico que no me resultaba para nada atractivo pero estaba extrañamente excitada en un juego donde una es como pocas veces con los hombres, la dominadora. Me puse a un lado y sequé despacio todo mi cuerpo con la toalla. Sus ojos me recorrían entera. Cogí un poco de leche hidratante y me la puse en mis pechos quemados por el sol. Empecé a masajearlos sin dejar de observarle. Creía que se habría corrido muy rápido, pero ahí estaba, con ese enorme pene masturbándose a un ritmo frenético.

–“Vaya chico, que ritmo y que aguante tienes”, dije haciéndome la sorprendida.

–“Yo es que… bueno…”, tartamudeaba sin dejar de masturbarse. “Es que bueno, yo… hoy ya me he masturbado dos veces pensando en ti…”

Me quedé sin poder decir nada, se agarraba el cipote por la mitad, por debajo del glande y aún le quedaba polla sin cubrir por abajo…, le calculé unos 16 cm de verga unos cojones enormes y proporcionales a su rabo. Qué excitante era sentirme tan deseada. Mis manos estaban temblorosas, creo que toda esa situación empezaba a superarme, si no fuera por lo poco atractivo del chaval, por esa verga me hubiese tirado a tragármela sin compasión. Pero por suerte, en ese mismo momento, el chico soltó un suspiro, cerró los ojos y llenó la toalla de semen. Se hizo el silencio. Estuvo casi un minuto con los ojos cerrados y yo embobada tratando de asimilarlo todo.

– “Gracias”. A lo que respondí con una risa incontrolable.

– “Por favor, no digas nada de esto. Recuerda, esto no ha pasado. ¿Vale?”

–“Sí, sí… no ha pasado nada”.

–“Espera un segundo, me visto y te acompaño a casa”. No respondió, parecía extasiado, como si estuviese drogado.

Recogí la toalla y antes de dejarla en el cubo de la ropa sucia observé la cantidad de lefa que Jorgito había eyaculado, era unos grumos cuantiosos, los olí impregnando mis papilas del aroma a macho, a testosterona que desprendían esas manchas de esperma. Miré desde la ventana como se colocaba el bañador con cuidado acomodando su extensa y rígida verga. “¡Si mi esposo solo tuviese la mitad de energía y de polla que ese chico!” Pensé para mis adentros. Me vestí rápidamente. Me puse un sujetador blanco y unas braguitas a juego. Encima solo un vestido de lino blanco hasta las rodillas, muy veraniego y fresquito… tipo ibicenco. Me peiné y lista. Se sentó en el asiento del copiloto del coche como pudo. Fui a dejarle a casa y durante el trayecto, de unos 10 minutos, apenas abrió la boca. Seguía sudado y sonrojado. Llegamos delante de su casa y paré el coche. Me dio un “gracias” tímido, sin mirarme, y salió como pudo del coche. Di media vuelta y me dirigí a casa.

Seguía tremendamente estimulada. Era como si no pudiera controlarme, como si mi cuerpo me pidiera sexo. Era como descubrir una nueva sensación. Sentía que no podía demorarlo más. A medio camino, vi la entrada de un centro comercial. Sin pensarlo ni meditarlo un segundo, entré con el coche en el parking y aparqué en la esquina más alejada y solitaria. Apagué el coche, me quité las braguitas y las guardé en el bolso. Recliné el asiento y me tumbé relajada. Me subí el vestido hasta la cintura y puse una mano encima de mi coño ardiente. ¡Por Dios! Estaba empapada, debí haberme metido ese badajo tan duro y calmar esta necesidad imperante ¡¿pero que hubiera pensado el chico de mí?! De Puta para arriba.

Miré alrededor dentro del coche y no veía nada que pudiera servirme. Abrí la guantera y encontré un trapo sucio que mi marido usaba para limpiar el coche. Eso me serviría. Lo puse encima del asiento y me senté encima. Al menos así no lo dejaría todo perdido. Me tumbé y puse las piernas encima del salpicadero, cada una a un lado del volante. Me desabroché dos botones de la parte de arriba del vestido y saqué mis mamas por encima del sujetador como pude. Con una mano empecé a acariciármelos, centrándome poco a poco en mis pezones saltones, tirando de ellos, pellizcándomelos. Con la otra mano, otra vez en mi raja…empecé a acariciarme suavemente los labios vaginales. Ufff, estaba empapada. Mi coño goteaba literalmente. Estuve un buen rato acariciándome muy despacio, saboreando cada milímetro de mis labios, frotándome sobre el capuchón el enervado clítoris. Cerré los ojos y mi imaginación me llevó de vuelta al cobertizo. Me imaginaba a Jorge otra vez desnudo, en la tumbona, con ese pollón rígido y tan grande como el de un semental…la imagen solo era de ese pollón inhiesto.

Yo, desnuda también, me dirigía a él y me sentaba encima del cipote…despacio me metía esa tranca dentro de mi anhelante coñito. Intentaba rememorar la sensación de tener algo tan grande dentro como el rabo de Ramón, que tan feliz me hizo hace años… concretamente 19. Él me miraba con ojos de deseo y me decía lo mucho que le excitaba, que era una mujer muy atractiva. Yo cabalgaba encima de él, cada vez más rápido. Él se ponía mis pezones en su boca, me los lamía enteros, los chupaba y succionaba queriéndolos arrancar. Me chupaba los pezones tirando de ellos con pequeños mordiscos. Dios mío, no podía más. Volví a la realidad. Poco a poco empecé a meter un dedo dentro de mi raja inundada y después otro. Tenía dos dedos penetrándome mientras pegaba la palma de la mano a mi clítoris refregándolo con fruición. Estaba completamente salida. De repente un orgasmo inundó mi cuerpo. Grité de placer sin poder evitarlo. Increíble. Sentí como mis piernas se desvanecían y mi mente se apagaba. ¿Cuantos años hacía que no me masturbaba? Probablemente desde antes de conocer a mí marido. ¿Cuánto hacía que no sentía un orgasmo? Demasiado.

Pasaron unos minutos hasta que no volví al mundo real. Miré alrededor, seguía sola y sin nadie cerca. Subí el asiento y bajé del coche. Recogí el trapo. Estaba completamente mojado. Fui andando hasta un cubo de basura que había a unos metros y lo tiré. Volví al coche y… Dios mío, olía a sexo, más bien a chumino. Arranqué y regresé a casa con todas las ventanillas bajadas. Teníamos que volver a Barcelona con ese coche y olía a noche de pasión. Fue llegar al garaje del chalet y todo cambió… todas esas sensaciones de excitación, morbo y lujuria, se convirtieron en vergüenza y culpabilidad. ¿Cómo podía haber hecho algo así? Si Jorge era niño, un amigo de mi hijo. Si su madre era una buena amiga. Solo deseo que mi marido nunca sepa nada de todo esto. Al cabo de unos minutos estaba llorando a solas en la cocina. Pasé una noche muy mala en la que no pude dormir ni un segundo. Me sentía sucia por mis malos deseos. Había hecho una locura, sin embargo lo que yo tenía era un deseo irrefrenable de que me dieran una buena follada con una verga de tamaño supremo. Nunca creí que podría llegar a ser una persona así, infiel al menos de pensamiento. Lo que yo no sabía en ese momento, es que ese suceso sería el detonante, la chispa que haría cambiarlo todo dentro de mí definitivamente.

Durante días rememoré mi aventura con Ramón, el albañil que me preñó de mi segundo hijo, aquello fue por el ’80 ¡Cuanta falta me hacía un revolcón como aquellos...!

Ramón el albañil.

Esto sucedió por dos razones… mi marido ya no se mantenía en casa el tiempo suficiente, y nuestra vida sexual después de tener a mi hijo mayor fue decayendo…era muy aburrida. Lo siguiente me ocurrió hacia el año 1980, y es que a veces la indiferencia entre la relación de las parejas trae duras experiencias. En mi caso, las relaciones con mi marido se fueron espaciando al grado de tener sexo con mi marido una vez cada a la semana, después dos o tres al mes. Yo tenía 28 años y me consideraba bastante atractiva, todavía hoy a mis 66 tengo que ofrecerles a los hombres, mis tetas se mantienen casi firmes, mis piernas son largas, delgadas y atractivas, mi culo firme y bonito con su carne y firmeza. Pero la rutina y la falta de imaginación arroja a las parejas a buscar donde satisfacer sus necesidades y por entonces yo estaba en toda mi salsa.

A mi marido lo acababan de promover en su trabajo, pero ese ascenso lo obligaba a estar fuera por temporadas largas. Esto terminó de matar muchas cosas que agonizaban. En esos días estaban remodelando la casa en el primer nivel, de hecho tuvimos que subir la mesa del comedor a la planta alta para evitar el polvo que eso conlleva. El trabajo lo estaba haciendo una compañía la cual puso a tres albañiles a realizarla, uno de ellos era Ramón, un hombre fortachón de unos 35 años, manos grandes y ásperas por el tipo de trabajo que acostumbra, con bastante vello en el pecho, brazos y piernas, se miraba con esa mirada penetrante que te muestra el tipo de macho con quien tratas. Otro era su hijo al que llamaban Zapo que por entonces tenía 16 años y otro obrero más.

No puedo definir lo que me sucedía cada vez que lo veía o entablaba alguna conversación con él… era el jefe dela cuadrilla y todos los días hablábamos para tratar la obra. Me temblaba la voz, las piernas se me aguadaban y me cortaba. Ramón tenía una personalidad imponente, fuerte, posesiva y yo era susceptible a su energía. Debo decir que además de eso yo lo veía viril y sexi, me llamaba poderosamente la atención…, debía de ser la falta de orgasmos tal vez. Esto aunado con que mi marido no me había tocado en casi un mes, me ponía alocadas mis hormonas, las miradas entre Ramón y yo se ponían más lascivas y un día mientras se acercaba la hora de almorzar, tome valor y tomé una pedazo de papel y escribí “te invito a comer conmigo en la planta alta”, se lo pasé dejándolo en la mano sin decir una palabra, solo nuestra mirada dijo todo.

Al medio día lo oí subir las escaleras solo, yo estaba aún poniendo algunos platos en la mesa, y presentado ante mí le iba a decir… –“Gracias por aceptar mi invitación”, cuando sentí sus masculinas manos abrazarme la cintura y apretarme contra su paquete, yo me había puesto un vestido de una pieza no tan corto… –“¡¿Qué haces?!” Pero sus manos se metieron por debajo de mi vestido y manosearon mis piernas y mis nalgas, su boca me besaba el cuello por detrás lo cual me daba ciertas cosquillas eróticas increíbles, el conejo se me empezaba a mojar por dentro, él ya tenía el control sobre mí, lo tuvo desde el primer vistazo. Ramón subió decidido a almorzar… ¡Pero mi cuerpo! Sus ásperas manos se metieron dentro de mis bragas, ese tipo de prenda grande en algodón poco sexis, sus dedos jugaron con los pliegues de mi coñito ¡Uff eso me acaloraba!, las puntas de sus dedos separaban mis labios vaginales y seguían toda la rayita hasta pasar sobre el botoncito de mi clítoris. Eso me hizo exclamar sonidos de placer y me dejé caer hacia atrás sobre su hombro varonil. Uno de sus dedos penetró mi vagina anhelante, era grueso y bronco, el cual se movía hacia adentro y hacia fuera.

-“¡¡Estas mojadita!! Dijo Ramón y era cierto, yo eyaculaba grandes cantidades de jugos lubricantes en mi vagina.

La otra mano de él, me apretaba las tetas sobre el vestido, como tenía un generoso escote, fue fácil que metiera su mano dentro y masajear mis tetas a su gusto. Cuando ya me tenía muy caliente, me giró y me abrazó para buscar mis labios, fue un beso lleno de saliva, sus dos manos ahora sujetaban mis nalgas. Por un momento pensé en detenerlo, como era posible que me estuviera dejando meter mano con un albañil, pero mi calentura ya era indetenible mi cuerpo necesitaba una buena polla varonil que me hiciera sentirme mujer y hembra. Intenté decirle que me soltara.

-“¡¡No está bien esto!!” Le dije.

Pero lejos de soltarme metió sus manos por atrás dentro de mis bragas, y sus dedos nuevamente jugaron con mi chumino encharcado, mientras sus labios descendían hacia mis tetas, las chupó abundantemente, sus labios apretaron mis pezones y los jalaron como si fuera su alimento…, yo gemí, este hombre parecía un pulpo sus manos estaban por todos lados. Cuando de pronto, Ramón me levantó por los muslos, yo me prendí de su cuello y me cargó hacia la mesa del comedor…, allí me acostó y me quitón las bragas gruesas que impedían su objetivo, casi las rompe a pedazos para quitármelas. ¡Eso fue muy excitante! Después de eso, me abrió las piernas y yo todavía intenté en vano tapar con mis manos mi coño húmedo a ojos ver, en un gesto instintivo. Hasta ese momento el único que había visto mi intimidad era mi esposo, él con lujo de fuerza me las quitó de allí y su boca empezó a lamer mi coño vorazmente. Su lengua era caliente y viscosa, sus dedos abrieron mis pliegues vaginales para permitirle llegar a lo más íntimo de mi vulva. Mi reacción fue decir…. –“¡¡Oh ahí no!! Y con mis manos agarré del pelo a Ramón, pero era más por inercia que por querer retirarlo de mi coño, ya que me daba deliciosas sensaciones.

Así también Ramón abría mis piernas cuando, por la estimulación yo las cerraba. Qué clase de mamada me dio esa vez ese hombre, no recordaba cuando fue la última vez que mi marido me había comido la almeja de esa manera. No tardé en obsequiarle con una jugosa corrida que mojó toda mi vagina entre gemidos y quejidos que yo daba de gusto. A los pocos minutos sentí su dedo grueso penetrarme la vagina, y luego lo empezó a pajear dentro de mí, al mismo tiempo que lamía el clítoris…. Así también sus labios y lengua estaban sobre mi clítoris, por inercia nuevamente le pedí que se detuviera, pero lógicamente no lo hizo. Ese hombre me hacía estremecer toda sobre la mesa del comedor, un orgasmo nuevamente me hizo revolverme allí acostada. La boca y los labios de Ramón eran una máquina de chuparme el coño. ¡Quién podía resistirse con tan abigarrada abstinencia de polvos!

La cosa no terminaba allí, uno de los otros dedos de Ramón me acarició mi ojito del culo y lubricado con mi eyaculación vaginal, lo fue introduciendo en mi culito lentamente, le volví a pedir casi gimiendo que no lo hiciera, pero su dedo abrió mi esfínter y se introdujo en mi recto. Ahora tenía un dedo en mi coño y otro en mi culo, de la misma mano, mientras me follaba por ambos lados, sus labios apretaban mi clítoris, no tardé mucho en venirme de nuevo, era increíble haber tenido tres orgasmos en poco tiempo a manos de la lengua de Ramón. De pronto sentí que Ramón sacaba sus dedos de mi interior y se preparaba para follarme. Bajó su mono, apareciendo el trabuco que estaba dispuesto a enterrarme en mi cuerpo…no llevaba ropa interior. Sentí su gordo glande jugar con mis labios vaginales, él lo estaba frotando por el largo de mi raja y en ocasiones en mi ano, de pronto sentí como encontró la bocana de mi coño y sin dilación me penetró. Notaba como se me abrían las carnes, separaba mis paredes vaginales dilatándolas cuando comenzó a moverse en un rico de vaivén buscando profundidad a cada estocada, cada vez sentía su verga más dentro de mí. Luego sus manos se posaron en mis tetas y me apretó los pezones que tengo como timbres de castillo, en tanto percibía como ahondaba con su enorme cuerno de toro en mi intimidad. Sus bombeos eran cada vez más intensos y fuertes, por fin oí gemir y pujar con sus embestidas de la fuerza que me follaba. Yo me quejaba como loca y gemía gozando todo lo que me daba. No había visto bien que verga se gastaba, pero por las sensaciones era dos veces la de Eduardo, mi esposo y gorda como una botella de 33 cl.

Ramón allí parado me puso las piernas en sus hombros y su ritmo aumentó de velocidad, volví a subir la cumbre del orgasmo, pero esta vez no me fui sola, oí que Ramón estaba por explotar taladrándome como una locomotora. Acto seguido, me da la vuelta y me hace poner a cuatro patas. Se sitúa detrás de mí apuntando directamente a mi coñito ajado por tan vasto trabuco. En menos de un segundo presiona y lo enfunda en mi chocho casi la mitad, unos diez o doce centímetros. Tiene que tapar con una de sus manos mi boca para que mis gemidos no se oigan entre los de abajo. El muy capullo comienza un vaivén cadencioso dentro de mí, mientras con su mano me tapa la boca y con la otra manosea mis tetas, como queriendo estrujárselas. El muy cabrón no aparta su mirada de la mía reflejada en el espejo de la coqueta. Con cada uno de sus rítmicos movimientos se introduce más y más en el coñito de la esposa de Eduardo…, veo como la sonrisa de su cara aumenta por momentos. De pronto le oigo…

-“Si Eduardo no puede, me tienes que dejar a mí. Os puedo ayudar a ti y a Emiliano….Yo lo haría por vosotros”

-“¿El qué?” Le pregunto entre gemidos, aprovechando que Ramón libera mi boca un instante.

-“Preñarte de nuevo cariño. Lo haría por vosotros. ¿No te gustaría tener otro "bebé", ahora que el primero ya está grandecito…? A él le vendría bien para jugar con él”

Me dice el muy capullo bombeando ahora con todas sus ganas y metiendo por completo sus 20 cm en mi angosto y necesitado coño

-“Yo hago unos niños preciosos y a Eduardo le dices que es suyo y ya está. Te haría la barriga aquí, durante la obra, antes de que nos fuéramos…. A Emiliano seguro que le encantaría tener un hermanito”, dice volviéndose hacía mí, buscando mi mirada y sonriendo nuevamente. “Uffff, y no dejo de imaginar estas ubres repletitas de leche mi amor”. No para de magrearme las tetas cada vez más sensibles… -“Yo mismo vendía a diario para ordeñártelas bien. Te iba a sacar la leche a mordiscos hasta dejártelas sin gota cariño. ¡Aaahhh! Me va a reventar la polla de cómo se me pone imaginándolo todo. ¿Me dejarás, cariño? ¿No quieres tener otro niño?”

-“Yo siempre quise, pero Eduardo no quiere más...”

-“Pues dile que han fallado esas pastillas que tomas y ya está... Una vez que te vea preñada verás que ilusión le hace…”

-“No puedo hacer eso…. Ahhhh, me encanta como lo haces… me haces disfrutar como nadie…”

-“Lo sé cariño. Yo sé lo que tú necesitas. Te gusta así, ¿eh? Bien profundo…”

-“Me encanta… Me debo estar volviendo loca pero jamás he sentido algo así…”

-“¡Uffff, lo que daría por que subiesen Eduardo o Emiliano y nos vieran así. Tú encantada de recibir polla y a mí dándote mi tranca con gusto, intentando preñar a su mujer y a su mamaíta…”.

Me estaba poniendo cardiaca, yo ya solo quería sentir su leche caliente en mi útero, debo de estar loca pero sí, me encanta y voy a correrme de nuevo con todo ese pollón alojado en lo más hondo de mi conejo –“Aaahhhh”

-“Te has corrido cariño, yo tampoco puedo más”, añadió el albañil. “Me corro, joder es el coño más cojonudo que he probado en mi vida… ¡Vaya cantidad de leche te voy a echarrrr! Aún aguanto un poco… Te aseguro que este coño ya no es el del principio, pero a mí me gustan más así, bien abiertos y tragones y siempre con ganas de más y más leche dentro. Chochos que disfrutan sólo con grandes pollas y no con las de casa, a las que apenas sienten cuando las tienen dentro”.

-“Dame tu lecha cabrón… no pares hasta llenarme”

-“Para haber estado con tan pocos tíos follas de puta madre, Ana. Lo que estás aprendiendo hoy y lo que le voy a enseñar a la maestra aún hasta que me vaya… ¡Qué corrida viene nena! ¡Qué corrida! ¡Ummmm!” El toro bravo me clavaba hasta el fondo, sentí como se endurecía el cipote dentro de mí.

-“Aahhhh, cabrooooón. Sácalaaaa, sácalaaaa…. Siento tu lecheeeee…”, le digo mientras percibo como eyacula el semental, aquello parecía una monta del toro a su indefensa vaquita.

-“¡Qué corrida…! ¡Qué corrida… como en la vida! Te estoy echando dentro la leche de una semana”, dice dándome un cachete en las nalgas y eyaculando como un a****l en lo más profundo de mi coño….

-“Eres un cabrón hijo de puta… ¡Joder noto como me hierve tu lefa dentro!”, le digo entre gemidos fuera de mí… “¡Llénamelo, llénamelo entero hasta la matriz…!” me oigo atónita como una vulgar puta adolescente.

-“¡Aaaahhhh…Toma, tomaaa! ¡¿Sientes su calor tibio y los bichitos correr…?! Te he metido millones de ramoncines para que no te falten…Hoy has ganado el premio gordo y te he hecho millonaria”.

-“¡Me matas, me matas, cabrónnnn!”

Pero él además tenía otra idea, me sacó su verga y se puso a un lado con el falo en su mano y buscando mi boca.

-“¡Ábrela!” Me indicó, casi ordenándome.

Yo acerqué mi boca y la abrí casi automáticamente, estaba poniendo su glande en mis labios cuando sentí un último chorrito de esperma salir de su verga, él me tomó de la cabeza para que no la retirara, así final de corrida la hizo en mi boca… una parte de su engrudo quedó sometido a mi cerrado coño y la otra parte la tragué directa a mi estómago. Como si no hubiera sido nada, Ramón se subió su mono de trabajo, tomó los cubiertos y un trozo de carne de la mesa… nos pusimos a comer, él con los cojones vacíos y yo llena de leche por el coño y la boca. El sabor del estofado ese día pareció distinto. Tras el postre se fue hacia la planta baja, sin decirme nada. Yo me quedé allí acostada sobre la cama a pasar la siesta medio desnuda, con las piernas y la vagina abiertas, con el regusto aún del semen en mi boca, pero sobre todo, satisfecha.

Un sentimiento de culpabilidad y cargo de conciencia me abrumaron los días siguientes, a pesar de haber gozado como una ramera, no quería ni ver a Ramón. Y así fue, no entable ninguna conversación con él, ni le daba la vista. Mi marido llegó ese fin de semana y lo provoqué para que me follara, lo hizo, pero no era comparable a lo que me hizo sentir Ramón. Eso me hizo caer de nuevo en los brazos del robusto albañil que supe era ya padre de cuatro hijos legítimos de su esposa Rosa y alguno más de alguna despreocupada mujer casada como yo. Una semana y media más tarde, el ingeniero encargado de la remodelación, quien llegaba solo a supervisar los trabajos, me confirmó que el trabajo se finalizaba al siguiente día. Fue cuando tomé la decisión de despedir a Ramón, le escribí nuevamente en otro papelito, el cual decía… “Te invito a cenar mañana por la noche”, esta vez quería tenerlo solo conmigo sin nadie más en la casa.

Ahora si me puse lo más sexi que encontré en mi vestidor, un vestido súper corto, con amplio escote, sin sujetadores, zapatos de tacón y una tanguita que tenía un par de años de no usar. Ramón llegó puntual también, ya no tenía puesto su mono de trabajo, sino un pantalón oscuro y una camisa sport. Como la vez anterior, previo a la cena, me empezó a comer a besos la boca, el cuello y mis tetas. Al poco tiempo ya estaba de nuevo en sus manos. Me pidió que me pusiera en cuatro patas sobre el sofá levantando mi culo respingonamente, él se colocó detrás y comenzó a decirme que tenía una culito precioso, luego me subió el vestido y besó las nalgas una a una mientras sus dedos hurgaban mi conejo, que ya estaba mojado y hambriento. Luego su lengua inspeccionó mi ano, haciendo a un lado mi tanga…de nuevo su lengua me ponía loca de placer. Le pedí entre quejidos que me la metiera. No me hizo esperar y poniéndose de pie atrás de mí, sacó su gorda verga y me la embutió en mi vagina casi de un tirón…luego empezó a bombeármela con ricos golpes secos. Llegué a un orgasmo a los pocos minutos después de penetrarme.

–“¡Quiero chupártela!” Le dije.

Me desprendí de su falo y me senté mientras él parado frente a mi esperaba mis labios en su verga. La tomé con ambas manos y la lamí arriba y abajo, pude sentir mis propios jugos vaginales que tenía su verga impregnada. No me importó, se lo mamé como si fuera un rico manjar. Ramón me tuvo que detener, porque si no él se hubiera corrido en mi boca, pero él tenía otras ideas… ¡Deseaba PREÑARME! Ahora él se sentó primero en el sofá y me dijo que de espaldas me sentara sobre su verga, así lo hice, su verga entró hasta lo más profundo de mi conejo sin obstáculos topando con mi pared vaginal su orondo glande. Ramón me abrazó con sus fuertes brazos y yo me giré para besarlo a la vez que movía mi cadera con buenos sentones de mi trasero sobre su rica verga aplastándole los fastuosas pelotas, que debían estar repletas de leche por lo duras que las notaba. Por un momento sentí que su falo me llegaba a lugares nunca explorados dentro de mi vagina, al mismo estómago. Al rato me desprendí y yo tomé la decisión de sentarme sobre su verga de nuevo, pero ahora sentada de frente a él. Volvimos a darnos besos de lengua devorándonos… le metía la sin hueso por los dientes, paladar y luego se le mamaba la lengua lujuriosamente sin dejar de empalarme con tan vasto mástil mientras yo lo cabalgaba oyendo el chapoteo de mi culo contra sus muslos y pelvis, a la par que mi clítoris despojado de su capuchón por la posición tan abierta de mi coño se frotaba con sus vello dándome un placer extra. Él mamaba mis tetas y succionaba mis pezones, manoseaba mis nalgas y mi ano.

En lo mejor estábamos en esa posición, yo gritaba de excitación y me había vuelto a correr como no podía ser menos, cuando me dijo al oído…. -“¡¡Quiero darte placer viendo tu culito!!”

Con la fuerza de su cuerpo me volvió a dejar a cuatro patas sobre el sofá, me lamió el ano y pasó su lengua por toda la raja inundada y altamente lubricarla. Luego se puso de pie atrás de mí, yo traté de relajarme para ayudar un poco, luego sentí su verga empujando desde mi culo embutiendo todo el badajo hasta los mismos huevos de un solo envión en mi útero… Luego se fue deslizando lentamente dentro de mis paredes haciéndonos sentir cada terminación nerviosa. Ramón paraba ocasionalmente para que yo y él pudiéramos tomar aire y un descanso de deleite, al cabo de dos o tres minutos, yo tenía su dura verga en mi coñito clavada dándome el mayor de los placeres. Normalmente no había sentido tanto placer de ser clavada por el coño, pero con Ramón era diferente, me la bombeo durante varios minutos y por primera vez sentí tener un orgasmo causado por la penetración vaginal. Ramón emitió un quejido fuerte y luego sentí algo caliente en mis entrañas… era su esperma hirviendo que me regalaba en mi cérvix atorándolo de lefa espesa y fértil. A medida que se deslecha gemíamos a la vez, él largando chorretones espesos de esperma a toda presión y yo recibiéndolos candentes en lo más íntimo de mi útero, por entonces ovulando… tal vez por eso notaba sus eyaculaciones más intensas, más febriles. No duró dentro de mí mucho tiempo tras la inseminación, cual semental se despojó e mí y descansamos un rato… al poco lo invité a la mesa a cenar, nos vestimos y cenamos.

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Tras la cena nos despedimos como viejos amigos y me dejó el número de su teléfono móvil. Pasadas unas semanas nos volvimos a encontrar, y así durante un par de semanas que Eduardo estuvo en largo viaje de negocios… invitaba a Ramón a cenar o a comer indistintamente para terminar follando. Y tanto fue el cántaro a la fuente que finalmente el bravucón de Ramón me preñó de mi segundo hijo, no me importó porque mi vida sexual con mi marido seguía siendo aburrida, pero con la aventura del albañil veía todo de otro color… era mi pizza, lo llamaba y en 20 minutos lo tenía dispuesto y caliente para comérmelo. No obstante con la enorme panza que me hizo, nuestra aventura se enfrió y no supe de él hasta unos años después que tuvimos que realizar varias reparaciones y ampliaciones en los siguientes años. Sin embargo en los últimos doce años no nos volvimos a ver, hasta que me lo encontré 30 años después de mi primera infidelidad con él, haciendo unos arreglos en la Consejería de Educación y Cultura….

30 AÑOS DESPUES de la infidelidad con el albañil...

...Ana bajó del automóvil de su esposo que la dejó en la entrada del elegante hotel donde sería la convención. Al subir la rampa al acceso principal, escuchó que alguien le dirigió el clásico piropo silbado. Ella giró y vio a un hombre mayor que trabajaba en las plantas de ornato de la entrada. No había nadie cerca excepto taxistas en sus vehículos y a distancia, un botones, pero el silbido era muy cercano.

-“¡Adiós guapa!”, escuchó que el viejo le decía.
A pesar de su supuesta indiferencia, su feminidad la hizo sentirse halagada. Se giró de nuevo y vio que él la miraba fijamente. Su cara se le hizo conocida y caminó hacia él. A sus 58 años, Ana había conocido a muchísimas personas de todas las clases sociales y pensó que lo menos que podía hacer es ver de quien se trataba. A medida se acercaba, Ana empezó a sentir una leve descarga de adrenalina….

– “¿Ramón?”, preguntó.

–“El mismo que viste y calza, hermosa”, contestó él emocionado. “Te han sentado bien los años, mi reina”, la halagó el vetusto albañil.

Quizá la última vez que supo de Ramón fue en alguna de las esporádicas veces que se vieron después de sostener un tórrido y largo romance de casi cuatro meses hacía poco más de 30, cuando ella estaba poco tiempo casada con Eduardo. Como una corriente eléctrica, los recuerdos se vinieron a su mente.

-“Te sientan bien esos, que serán, ¿10 o 15 kilitos que traes encima?” le dijo Ramón. ”Tus nalgas se ven más sabrosas, más rellenas”, prosiguió. Ella simplemente le sonrió.

Entre Ana y Ramón existió siempre un vínculo de franqueza cuando ella fue su puta casada. A ambos les encantaba dominarse y tenían relaciones de alto riesgo que disfrutaban enormemente, unas relaciones que Eduardo nunca supo que así fueran, o por lo menos eso pensaban. Rosa, la esposa de Ramón, era para Ana un misterio… si supo o no de tal relación poco importaba a estas alturas.

Ana vio su reloj y le dijo… –“Tengo que entrar a la reunión. Durará como hora y media o dos. ¿Estarás por aquí?”

–“¡Claro!, contestó Ramón emocionado. “Salgo a las 11. Trabajo media jornada aquí”, agregó.

En la convención, Ana no hizo sino recordar sus ardientes años con Ramón. La relación se enfrió algo cuando temió haber quedado preñada de él, pero se siguieron viendo esporádicamente. Ana se preguntaba cómo estaría el pollón que gastaba de joven. Era enorme, ella recordaba que fácilmente podría llegar a los 20 cm y no conseguía cerrarla con sus dedos en la base, dura, venosa…obscura. Empezó a salivar con el solo recuerdo y sintió su vulva humedecerse. Recordó cada detalle, y la convención le pasó en blanco y se le hizo eterna. Habrían pasado algunos años desde que lo vio por última vez. Se llamaban rara vez por teléfono, ella le pedía trabajos…, Ramón se la follaba cuando podía, trabajando como albañil en casa de Ana y Eduardo. Frecuentemente era solo dinero lo que él quería, y ella con gusto se concedía…quedaban de verse, pero rara vez se lograba dicha reunión. Cuando finalmente pudo salir del salón, Ana bajó apresuradamente y no lo encontró.

Algo decepcionada se dirigió al área de la piscina en la parte posterior del edificio, y a lo lejos lo divisó y alzó su mano. Ramón estaba guardando sus herramientas y ya se había cambiado. Le hizo señas para que se acercara.

-“Siempre podrás decir que me conoces, que me estás pidiendo un trabajo o algo así”, le susurró Ramón. “Así, tus amistades que nos vean no creo que sospechen, además tú estás hermosa y yo me conservo aun en forma”, agregó.

-“Eduardo saldrá el sábado a pescar con sus amigos. Ahora solo tengo a Alberto soltero en casa que seguramente saldrá, no tengo nietos que cuidar”, le dijo ella.

– “¿Ya eres abuela?”, preguntó Ramón.

–“Si”, contestó Ana. “Tengo dos nietos y una nieta”.

-“Pues eres la abuela más sabrosa que jamás he visto”, le dijo Ramón. Ana sonrió.

– “¿Sigues viviendo en el mismo sitio?”Preguntó Ramón.

-“No”, contestó ella. “Esta es mi nueva dirección”, al tiempo que le dio un papel con su número de móvil.

Por prudencia y cuidado, Ana no lo besó en la despedida. Ramón le aseguró que estaría el sábado a las 10 en su casa para “visitarla”…. Ambos coincidieron que había mucho de qué hablar, y lo invitó incluso a comer con ella. Anduvo unos pasos, Ana se detuvo…tímidamente se volvió y le preguntó a Ramón, -“¡¿Todavía se te pone dura?!”.

Ramón se rio. –“Digamos que rara vez me falla, pero casi siempre hace un buen papel todavía”, le aseguró.

– “¿Cuántos años tienes Ramón?” Preguntó ella.

– “Voy para los 65”, le contestó orgullosamente. “Le cuesta arrancar pero cuando se empalma se pone fuerte y de un recio muy sabroso como ya conoces…”, dijo haciendo un gesto con su brazo y cerrando el puño en signo de fortaleza.

–“Pues Eduardo tiene 60 y no se le empalma muy bien que digamos desde hace mucho”, confesó ella.

-“Pobre de ti”, contestó el. “Dile que ya perdida la suya, te compre una verga de goma”, le dijo riéndose.

-“¡Acaso crees que no la tengo…! Te veo pasado mañana. ¿Sabrás llegar?” preguntó Ana.

-“Veré la manera. Tú cuenta conmigo y con tu orgasmo”, le aseguró Ramón.

Se dirigió a la entrada y llegó Eduardo por ella. Ramón los vio alejarse, tomó sus cosas y se dirigió a la parada del bus al otro lado del boulevard.



Casi a las 10 en punto de la mañana, Ramón llegó al nuevo domicilio de Ana y Eduardo. Ana sabía bien que por ningún motivo Ramón rechazaría la invitación a su casa para tener una larga conversación y después quedarse a comer, y quizá tal vez, algo más. No hacía mucho calor, el clima era soleado y agradable. Ana se vistió con unos leggins deportivos grises muy ajustados, que dejaban entrever su aún atractiva figura y hacer que sus kilos de más le dieran una apariencia de un pasado agraciado. Era verdad que se hallaba un poco rellenita, pero esos kilos le daba la forma a su silueta, por la que todo hombre pierde sus cabales…, su cara un poco más rellena, sin perder su belleza o más bien realzarla, sus nalgas más rellenas y torneadas por los años, y sus tetas algo más caídas pero muy apetitosas y más gordas después de amantar a dos hijos. En esta ocasión no se puso ropa interior. A su edad, Ana no había sido objeto de cirugías como la mayoría de sus amigas. Conservó su belleza lo más intacta posible a lo largo de más de 30 años.

Ramón, vestido lo mejor que pudo dentro de su humilde condición, entró a la casa y esta vez, Ana lo besó brevemente en la mejilla. Se abrazaron y no tardaron mucho en besarse apasionadamente comiéndose la boca, ansiosos de revivir aquellos años llenos de calentura y atrevimiento. Ramón, con casi 65 años, se veía mucho más maltratado para su edad. El extenso y arduo trabajo al sol. Su otrora rizado cabello estaba completamente blanco… siempre fue hombre de mucho vello. Su desaliñada barba fue recortada y le quitó algunos años de encima… era un maromo fuerte y erguido, siempre lo había sido…, sus músculos estaban firmes y se notaba que aún tenía condición varonil, potente y muy macho. Ana le ofreció algo para desayunar. Ramón aceptó gustoso.

-“Cuéntame Ramón”, dijo Ana. ”Cuéntame de tu familia… ¿Cómo está Rosa, los hijos…4 son verdad?”

-“Todos bien”, empezó Ramón. “Rosa muy descuidada… ya estamos solos, la pequeña se casó hace como cinco años y nos quedamos solos”, continuó.

– “¿Y mi Zapo?” (Así apodaban al hijo mayor de Ramón), preguntó Ana.

-“¡Ah ese inútil…! Contestó Ramón. “Me ha salido más vago que las mantas”, prosiguió. “Ya debe de andar sobre los 46. Lleva dos o tres mujeres y ha preñado a varias. Cuando nos visita, ya no quiero ni preguntar”, dijo Ramón mientras Ana le servía su desayuno.

Ana se sentó enseguida de él, a su derecha. -“Salió caliente como su padre, pues”, dijo Ana, mientras Ramón comía. Ana empezó a acariciar en antebrazo de Ramón con sus dedos…. -“Nunca te dije nada…”,empezó Ana. ”Pero me hubiera gustado que me follara el Zapo… se parece tanto a ti”.

Ramón casi se ahogó con el café. Ella se rio. Esperaba esa reacción.

–“Me acuerdo cuando lo traías de ayudante”, continuó Ana. “Tendría, qué, ¿unos 16 o 17 años? Me acuerdo que veía sus pantalones y se notaba que había heredado tu citote. Si tú tenías treinta y tantos y parecías de 20… me imagino que el Zapo, pudiera darme unas 10 veces al día”, agregó Ana mientras ambos se carcajeaban.

-“A ver”, Ramón, y se puso a sacar cuentas. “Estamos en el 2018. Aquello fue por allá por…. el 87-88. El Zapo si no me falla la memoria nació en el 72. Hace… ¿Cuánto? Me casé con 19 o 20”.Trató de recordar.

Ana contó con sus dedos….

– “No, estoy mal. El Zapo nació como en el 72, justo antes de la crisis del petróleo, entonces tendría unos 17 años…”.

-“Es que son tantos zagales y la cabeza que ya no es lo que era…”, dijo.

– “16 años…mmmmh”, exclamó Ana. “¿Te imaginas Ramón? ¡Tu hijo follándome! Metiéndola donde la tuvo su padre y tantas veces se corrió…

–“Recuerdo”, empezó Ramón. “Aquella vez en mi casa cuando te tenía ensartada por el coño, y no te quitabas… te dije que estaba a punto de explotar, y haciéndote la desentendida de mi inminente eyaculación, me dijiste que querías tener un hijo mío, ¡Que te preñase! Querías que te hiciera una buena barriga con un hijo que tuviera un pollón como su padre para que en el futuro no te faltara un buen cipote para follarte”.

Ana sonrió. –“Claro, estaba peligrosamente caliente y no me importaba decir tonterías”. Se quedó mirando a los ojos del vetusto hombre casi del cromañón. -“Es que de verdad Ramón, eras increíble”, prosiguió ella. “Muy afortunada ha sido tu esposa de tener esta maza a su entera disposición… ¡¿Cuántas folladas le das a la semana?!”.

-“Ya no tantas como antes… con dos o tres lleno el cupo. Tampoco tiene el coño tan apetecible como hace unos años, ya le pesan las tetas y el culo un poco…”,se rieron de la ocurrencia, la pobre mujer ya rondaba los 62 años.

-“Nunca se me va a olvidar aquella vez que lo hicimos como cinco veces en un día… me llenaste todos los agujeros de lefa. ¡Salí perdida de leche! Olía a semen dos días después, menos mal que Eduardo no andaba por casa esos días. Y ni que decir de cómo me dejaste el coño… ¡Para el arrastre!”.

–“Seis Ana, fueron seis polvos”, corrigió Ramón. “Fueron 6 polvazos y en todos sacaste algo de lefa para ti, ¡Cómo lo recuerdo!”.

– “¡Que bárbaros éramos!”, recordó Ana. “¡Me dejaste toda desvencijada con el coño irritado y zamba! ¡Eras una bestia parda follando… un auténtico semental! Ella lo miraba con ojos lascivos. -“Aquellos largos viajes de Eduardo, cuando te quedabas a dormir y le avisabas a Rosa que era porque tenías que velar de la construcción…nunca lo olvidaré”, prosiguió.

Entre la amena conversación sobre sus familias, lo que habían hecho de sus vidas y sus candentes recuerdos, Ramón terminó su desayuno.

– “¿Te importa si fumo?” Preguntó Ramón.

–“Claro que no”, contesto ella. “Si Eduardo dice algo, le diré que viniste a ver unos trabajos pendientes. Pero sí quisiera que vieras algo en el cuarto de arriba que no usamos”, agregó.

–“Ahora lo vemos”, dijo él. ”Ando necesitado de lana”.

Pasaron a la sala. Transcurrió un grato momento lleno de recuerdos, sentimentales y calientes anécdotas. Ana se sentó frente a Ramón, aunque moría por estar enseguida en el mismo sillón, aguardando el momento preciso para desenterrar la calentura que ambos, seguramente, llevaban dentro. Los años arrancaron de Ramón aquel arrojo que él tenía cuando la saludaba por las mañanas…no esperaba ni un minuto para lanzarse sobre ella y devorarla. Hoy se veía prudente y mesurado, más retraído, se notaba más la falta de energía.

–“¿Qué te parece si vemos el trabajo que quiero hacer?” dijo Ana.

Ramón se levantó sin dificultad y salieron al jardín.

-“Es allá arriba”, señaló ella.

Una escalera metálica de espiral daba acceso al cuarto en un segundo piso. Ella caminó frente a él. Cuando empezó a subir, Ana empezó a acentuar con provocativo ritmo el movimiento de sus nalgas, segura de que Ramón no les quitaba la vista. A la mitad de las escaleras, Ana se llevó las manos a la cintura y de un rápido movimiento, se bajó sus leggins, mostrando a Ramón sus desnudas, blancas y deliciosas nalgas.

-“¿Lo has extrañado?” Preguntó ella sensualmente.

Ramón quedó inmóvil, en silencio. Ana abrió sus nalgas inclinándose hacia enfrente, mostrándole sus íntimos encantos. Ramón sintió aquella ardiente familiaridad al ver el espectáculo. Sin decir palabra alguna, Ramón acercó su cara, le besó, mordisqueó suavemente una de sus nalgas, y empezó a lengüetear su ano mientras rodeaba con su mano su cuerpo y acariciaba su vulva. Ramón empezó a introducir vigorosamente su lengua en la raja de su coño, venciendo con facilidad su resistencia, saboreando y recordando su ligeramente amargo y salado sabor, mientras ella levantó su camiseta y empezó a acariciarse las tetas, retorciéndose de placer. Ana se volteó y se sentó incómodamente en el peldaño, abriendo los muslos lo más que pudo. Ramón retrocedió un poco, se arrodilló más abajo, y empezó a lamerle la vulva, ahora por delante mientras ella empujaba su cabeza y acariciaba su blanca cabellera.

–“¡Sabe mejor, huele igual, igual de caliente!” Exclamó Ramón.

Ana gemía y jadeaba, claramente se escuchaban las lengüetadas de Ramón en su húmeda intimidad. Finalmente, Ramón se separó. La tomó de la mano y bajaron la escalera, dirigiéndose a la sala de nuevo. Ana se detuvo, se quitó los leggins ajustados y la camiseta, y caminó completamente desnuda al lado de Ramón.

– “¡Mmmmh, me muero de ganas de ti!”, exclamó Ana presa de intenso placer.

-“Yo también”, contestó Ramón. ”Te cargaría, pero creo que ya no te puedo llevar en brazos… la edad no perdona”, dijo él al tiempo que la abrazaba por el estómago, acariciando sus contundes masas mamarias.

Ana se rio, –“¡deja mis lonjas!” le decía, pero Ramón insistente le acariciaba sus excesos y la nalgueaba mientras caminaban, disfrutando las ondulaciones que se formaban al nalguearla.

–“¿Cuánto has engordado?” Finalmente preguntó él, siendo una pregunta que no toleraría de su esposo.

–“Mmmhh, ¿Serán, unos 8 o 10 kilos?” Contestó. Si Eduardo le hubiera preguntado, seguramente lo bofetearía.

–“¡Te sientan a la perfección! Están donde deben estar en una mujer hermosa”, le aseguró el. “lo mejor es tu culo”, agregó.

Se sentaron en el sofá y empezaron a acariciarse como en aquellos felices años. Ramón seguía vestido mientras ella acariciaba su abultada entrepierna que se posaba ya en su muslo izquierdo, tratando de adivinar como encontraría aquel bello monstruo que la había llevado a los límites del éxtasis, aquél enorme ejemplar masculino que la deleitó y hasta la asustó. Nunca usaban condón, follaron siempre a pelo, lo que le llevó a abastecerla de litros de esperma en su vagina, culo y boca. Posesionada de Ramón, Ana empezó a desvestirlo. Él se puso de pie frente a ella. Aflojó su cinturón, bajó su cremallera sin perder tiempo, ansiosa como es, dejó caer sus pantalones, bajó sus calzoncillos, y vio por primera vez en muchos años aquel aún enorme miembro flácido, un badajo colgando donde antes le aguardaba una polla en total erección. El pelo púbico de Ramón era ya entrecano.

– “¿Qué pasa?” Preguntó ella. “¡¿Ya no se te para como a Eduardo?!”

-“Tranquila preciosa”, le dijo Ramón. “Es casi lo mismo, pero tarda un poquitín más. Acuérdate que es grande y requiere bombearle mucha sangre para endurecerla”, agregó él.

Ana se arrodilló entre los muslos de Ramón y empezó a besar y lamer su verga y empezó a ganar tamaño conforme ella se deleitaba. En menos de un minuto, Ana pudo devorarla desde el glande hacia abajo, como solía hacerlo, pero para su sorpresa, la verga de Ramón no alcanzó su legendaria longitud pese a que le iba creciendo dentro de su boca, aunque si su recordado grosor. Las venas que le corrían por el lado y que a ella le fascinaba lamer ya no eran tan pronunciadas…pero aún las tenía marcadas sin inflamar. Extrañó mucho aquella viril dureza, aun así, como siempre lo fue, era muchísimo mejor que los 12 o 13 cm que le quedaban a Eduardo.

Ana interrumpió su mamada, miró a Ramón a los ojos, y le confesó… –“¿Sabes que Eduardo ya no me puede follar? Estamos como cinco años que no me la mete… no puede, no se le pone dura. Yo creo que le ha menguado se le hizo más chica, ni por el culo la podría sentir y eso que siempre mi culo ha sido apretado. No te digo por enfrente, apenas la siento nada cuando me intenta follar el coño”,agregó frustrada.

– “¡Pobre de ti!”, exclamó Ramón. –“Siendo tan caliente, tan zorra. ¿Cómo te lo hace entonces…?”

– “¿Cómo le hacemos?”, preguntó de nuevo ella. ”Pues…”, tímidamente respondió. “Hace como tres años compramos un dildo, tu sabes, una polla artificial, un consolador y me folla con él” confesó. Se rieron al recordar que la propuesta de Ramón en el jardín del hotel, dos días antes ya había sido tomada en cuenta.

-“Es muy real, negra con su venas y su glande perfecto”, se rio ella. “Luego te la enseño. La compré con esa forma y color porque me recordaba a tu cipote. Es algo parecida, pero haz cuenta que es la de un negro. Se la pone con un cinturón. Tiene en los huevos un depósito para llenarla de algo que parezca semen, como leche condensada licuada o cualquier cosa parecida inocua y la puedes hacer “eyacular” con una bombita, como los aparatos con que te toman la presión. Le puedes quitar el cinturón y jugar con ella…costó un dineral, como 250 euros, pero eso ha salvado mi matrimonio de momento”, concluyó.

–“¿Cómo las que usan las lesbianas?”Preguntó Ramón.

– “¡Exacto!”, replicó Ana.

La verga de Ramón empezó a perder su erección mientras Ana le contaba sus desventuras. Ella vio entonces con tristeza que era cosa normal en los hombres que su polla empezara a servirles para orinar únicamente a medida se acercan a los 60, salvo que tomaran una pastillita mágica…era un castigo para las mujeres de su edad sentir el fuego por dentro y que sus esposos o amantes maduros no pudieran satisfacerlas. Se sintió impotente y se sentó a su lado. El otrora poderoso miembro cayó derrotado, impresionante de tamaño, pero sin rigidez a pesar que la había mamado.

Ana le sonrió y lo acarició… -”tienes dos opciones”, le dijo a Ramón. “O llamas al “Zapo”, o vamos a comprar la pastilla mágica”. Ambos se carcajearon. –“Vamos, te enseñare a tu rival”, dijo ella, sin darle mucha importancia a su frustración.

Subieron a la recámara principal, Ramón se quedó fascinado con la decoración, ella entró a su vestidor, y regresó con una caja rectangular de madera. –“Mira, mi regalo por mis 55 cumpleaños”, le dijo ella, y abrió la caja, poniéndola sobre la cama.

Ramón la tomó en sus manos. Era una enorme verga artificial emulando el miembro de un negro, detallado a la perfección, con testículos que apenas le cabían en una mano a Ana, con asombrosa esponjosidad muy similar a una real. Ramón lo olió para ver si podía detectar el olor de los orificios de Ana. –“Huele ligeramente a tu coño”, le dijo riéndose. Se la puso enseguida al lado de su chorra lánguida… era bastante más larga que la flácida polla de Ramón.

– “Supuestamente es la réplica de la verga de un negro semental muy famoso, mira”, dijo Ana al tiempo que le extendió un panfleto que venía en el interior de la caja.

– “Lexington Steel”, leyó Ramón. –“Ni idea quien será”, agregó.

–“Es un actor porno, negro de 28 cm de polla”, le dijo ella, mientras él veía al enorme negro calvo en una foto.

Ana lo empujó y cayó de espaldas en la cama. Ella se tiró sobre él y se empezaron a besar apasionadamente.

-“¡Fóllame con ella!”, le susurró.

Ramón, sorprendido, se incorporó. Ella le instaló en la cadera el sofisticado consolador, le pidió que se acostara de nuevo, se montó en el albañil, se lo insertó en la vagina, y comenzó a gemir y gritar de placer. Ramón puso sus manos detrás de su cabeza mientras ella se retorcía penetrada de placer hasta que tuvo su primer orgasmo del día. Eso no hizo que Ramón tuviera una erección total, pero si alcanzó a sentir las nalgas de Ana. Se incorporaron, Ana se arrodilló sobre el borde de la cama, Ramón se puso de pie detrás de ella y se la cogió de nuevo, alabando aquel contraste en su blanca piel, haciendo que el falo real se endureciera un poco. Duraron unos minutos, y lentamente se lo retiró.

–“Gracias Ramón. Lo necesitaba con urgencia…se siente de puta madre, pero algo fría al principio”, agregó. “Como extraño cuando me correteabas con la verga empalmada y rígida… ¿te acuerdas?” No te puedo exigir más…, me has dado tanto orgasmo en mi vida, con eso me conformo, dijo ella con nostalgia en sus palabras.

-“Con Eduardo es muy fácil. Le hago a un lado su cosita después de mamársela, se le medio empalma, y luego le pongo el aparato. Me da muchísimo placer, me corro fantástico, pero nunca como contigo, claro está”, dijo ella. “Después se la vuelvo a mamar y se corre en segundos”, terminó.

-“¡Pobre cabrón!”, exclamó Ramón.

Bajaron de nuevo a la sala. Ella le preguntó de nuevo… ” ¿Viagra o Zapo?”

-“La Viagra la he usado”,Ramón confesó. “Y es maravillosa, pero es cara. Aparte, ¿Dónde voy a encontrar al cabrón del Zapo? ¿Y si lo encuentro que le diría? ¿Ven, vamos a que te folles a Ana porque no se me pone dura?” Ambos se carcajearon. “Vamos por la puta pastilla”, urgió Ramón.

-“Vamos a Benavides”, dijo Ana mientras se vestían. –“Te daré el dinero para que compres un par, pero te dejaré unas calles antes y te esperaré en la siguiente. Me conoce todo el mundo por aquí”.

Cuando regresaron de la farmacia, Ana tomó la caja y empezó a leerla.

–“¡Echa para acá!” dijo Ramón, al tiempo que se la arrebató de las manos. –“Es una chulada, no perdamos tiempo”,agregó. “Solo dame unos 15 o 20 minutos. Mientras eso pasa, ve y tráeme una cerveza”, le ordenó en aquel extrañado tono dominante. Cuando Ana se dirigía a la cocina, Ramón la detuvo, la besó apasionadamente.

Ramón acarició su estómago, la nalgueó, ella se rio y fue por la cerveza. Ramón tomó la píldora y se la pasó con un trago de cerveza. Pasaron de nuevo a la sala. Ramón se desnudó, y se sentaron abrazados, besándose apasionadamente, mientras ella acariciaba su adormecido monstruo el jugueteaba con sus tetas y su babeante vulva. Si bien Ramón ya no tenía los músculos del estómago marcados como a ella le fascinaban, se sentía duro y fuerte, su trabajo se apreciaba en su firme anatomía. Ana se arrodilló en medio de sus muslos de nuevo, y empezó a lamer la verga de Ramón, de abajo hacia arriba jugueteando con su lengua el enorme glande, en espera de los ansiados resultados.

–“¿Todavía te salen esa cantidades enormes de leche? Siempre me parecieron ríos de semen inagotables…”Preguntó ella en tono juguetón, mientras seguía lamiéndole golosamente la verga.

-“Eso no es problema preciosa”, le aseguró Ramón. “Ahí sí, sigo con el mismo volumen”, agregó.

Pasaron unos minutos más, y ante el asombro de Ana, la verga de Ramón empezó a tomar sus familiares proporciones, como si el tiempo se hubiera detenido. En poco tiempo, las familiares venas aparecieron tal y como ella las recordaba acentuando la virilidad de Ramón que tanto la enloquecía, superando notablemente la verga artificial de Lex. Ana empezó a mamar con el mismo furor que tanto apasionaba a Ramón, pero con el característico ritmo de una desesperante urgencia.

–“¿Todavía aguantas igual?”, le preguntó sutilmente ella mientras miraba a sus ojos.

-“Aún”, contestó Ramón.

Ana se puso de pie, volteó sus nalgas hacia él, las abrió con sus manos, y suavemente se dejó caer para que la enorme verga del albañil, ya en todo su vigor, la penetrara en el primer orificio que encontrara… daba igual ya, ano o coño, lo urgente era tener ese pedazo de cipote en sus entrañas. Ella sintió el glande en el ano, y graciosamente dijo…. “Le tocaba”, además Ramón la acababa de dar por el culo con el consolador. Ramón la penetró suavemente, pero ella se dejó caeor hasta sentirla totalmente dentro, mientras él llevó su mano a acariciar y jugar con sus dedos su húmeda vulva.

-“¡Ahhhhh, que cosa tan ricaaaa!”, gimió Ana, mientras frotaba sus nalgas en el regazo de Ramón.

-“¡Ah cabrón!” Dijo Ramón. “¡Definitivamente es lo mismo desarrugar que romper!” balbuceó en éxtasis. –“¡Tu culo se siente nuevecito, hasta aprieta más que cuando eras joven!”, exclamó con sorpresa.

Ana subía y bajaba por sí sola, deleitándose con cada milímetro de la tranca de Ramón, juraría que sentía sus venas en el esfínter, mientras el contemplaba aquella belleza de espectáculo. Ana experimentó un tremendo orgasmo en muy poco tiempo, su segundo, reflejando la urgencia que tenía de una buena culeada, mientras Ramón acariciaba y cogía con sus largos dedos su vagina. Después de varios minutos de la apasionada sesión anal, Ana se incorporó, se arrodilló entre los muslos de Ramón, y empezó a deleitarse mamándole con locura de nuevo la verga al extrañado albañil.

– “¿Qué tal?”, sugirió Ramón. “Si te traes tu consolador y te lo meto por el culo mientras te follo el coño”

– “¿Seguro?” Pregunto Ana.

Se desacopló lentamente y se dirigió a su recámara de nuevo mientras Ramón observaba su bella desnudez, y en un momento bajó con la cajita del consolador.

-“Nunca hemos jugado a esto”, dijo ella.

– “Hazte cuenta”, interrumpió él. “Que tienes al Zapo metido en el culo mientras el padre te arrima por el chocho”, ambos carcajearon.

Ana dudó. –“¿Me irá a doler? “

– “¡Mmmh, seguramente con ese agujero tan holgado que tienes ni la vas a sentir”, bromeó Ramón.

Ambos volvieron a reír, mientras ella se sentaba en sus muslos. Ramón la levantó un poco y con su mano guio su tremenda erección hacia la vagina de Ana. La penetró con suavidad arrancándole sus ya familiares gemidos al tiempo que ella tomaba su ritmo, sintiendo sus entrañas discernidas hasta el fondo por la enorme verga del albañil. Mientras Ana frotaba gozando el enlace de sus órganos, Ramón empezó a lubricar su recién penetrado ano con la misma lubricación de su vulva. Sin poder ver, posicionó el consolador en su culo y lo empezó a insertar lentamente, no con mucha facilidad, porque el espacio estaba comprometido con su bálano enclaustrado en el coño, pero prosiguió.

– “¡Ay…ay¡”, exclamó Ana…”se siente raro, pero riiiico”, gimió. – “Te diré que sí me gustaría que fuera el Zapo”, agregó sonriendo.

– “¡Y dale con el cabrón del Zapo!”Contestó Ramón. “¿Qué lo tendré que traer para que te dé por el culo también, preciosa?” agregó.

Ana sonrió de nuevo. –“¡Pueeeees!”, dijo. “Quizás no sea tan mala la idea”, continuó. “¡Qué hermoso debe estar el Zapo…ha de ser igual de bien dotado que su padre!”dijoal rítmico movimiento.

– “Si la tiene muy grande”, aseguró Ramón. –“A lo mejor algún día al calor de unas cervezas se lo planteo y nos hacemos un trío. ¡No creas que lo veo mucho al zanguango!”, le dijo.

Ana empezó a acelerar su ritmo, mientras Ramón aumentaba sus jadeos. Ella había experimentado al menos dos orgasmos mientras que él hacía gala de su habilidad de aguantar. Ella se arqueó hacia atrás, Ramón empezó a frotar sus tetas al tiempo que sentía el sabroso cosquilleo anticipado de una tremenda eyaculación.

– “¡Me corro nena, me voy a correr yaaa!” Gritó Ramón, haciéndole entender que hiciera lo propio… quitarse, arrodillarse frente a él, poner su cara, abrir su boca y disfrutar de la espléndida descarga. La rutina fue la misma de aquel entonces. Ana se levantó rápidamente con el consolador metido en el culo y este cayó al piso. Tomó la verga de Ramón con su mano derecha, empezó a lamerla por debajo cuando salió la primera pulsación. Rápidamente, Ana arropó con su boca la verga del albañil, -“¡¡¡Aaaarrghhh!!!”, gritó Ramón, al tiempo que un abundante torrente de caliente semen la empezó a llenar en su boca. Era tanta la cantidad como Ramón había anticipado, que Ana no podía tragarlo como quería. Se ahogaba, le salía por la boca, tosía e incluso ¡¡le salió por la nariz!! Extasiado, Ramón veía aquella revoltura burbujear de lefa y saliva correr hacia abajo por sus muslos, mientras ella devoraba lo que le era posible, lamiendo sus testículos y atrapando con su lengua el ya débil torrente. El orgasmo llegó a su fin. Ana continuó lamiendo el rabo de Ramón, pero notó que, curiosamente, su erección no cedía.

-“¡Cabrón!”, dijo Ana cuando pudo reponerse. “¡¿Cuánto tiempo estabas sin eyacular…?! ¡Seguro que me has vaciado todo lo que contenían tus huevos! Y lo dura que aún la tienes…” Se miraban y Ana vio cierta preocupación en la cara de Ramón.

– “Así es la Viagra. Tendré que andar con la picha empalmada un rato”, le advirtió al notar su inquietud por el empalme. – “Pero no te preocupes”, le dijo. –“Será inofensiva por un buen rato, o sea, no te emociones preciosa”.

– “Pero yo quiero que sea ofensiva y penetrante”, contestó Ana, mientras limpiaba su cara y tetas. –“¿Te acuerdas aquella vez que tardaste como 15 minutos después de que te la mamé y me tragué toda tu lefa… para luego darme por el culo en la cocina?” expuso ella con cierto tono de nostalgia.

-“Inolvidable”, respondió Ramón. “Fue aquella vez de las seis veces… ese día me tenías como loco, no veía la forma de follarte bien y acabar contigo”, recordó el.

A mediodía, Ana y Ramón pidieron comida china. Tomaron una siesta juntos en la habitación marital y sobre la cama de Eduardo le pusieron bien los cuernos teniendo un intenso sexo vespertino ahí mismo, comprobando los maravillosos efectos de la pildorita azul. Ramón pudo con ella un par de veces más, ya sin el temor de preñar su vientre…, eyaculó una vez en su vagina y una última en el ano, cumpliendo así el clásico trío de corridas en sus tres orificios. Se ducharon juntos. Bajo el agua, Ana trató inútilmente de hacerlo correrse en su boca, pero el cansado albañil ya no pudo más, lo años no habían pasado en vano y las cuatro corridas no se alcanzaron. Ramón hizo la valoración del trabajo y se retiró ya tarde. El trabajo, si bien era fácil y rápido, daría pie a que pronto se volvieran a ver. Ana le adelantó una cantidad de 500 €, que él aceptó gustosamente y le agradeció con un beso más.

– “Es a cuenta del trabajo, no por haberme regalado este día de polvos mágicos…”, le dijo ella al tiempo que Ramón finalmente se retiró. Su erección por fin cedió. Totalmente satisfecha, Ana fue a la sala, recogió su dildo, y lo lavó para guardarlo a la espera de Eduardo. Cuando llegó, ella lo esperaba en una bata de seda como si nada importante hubiera acontecido aquél inolvidable sábado otoñal.

Una semana después aun continuábamos en la reforma de la casa de Eduardo y Ana. En esto que me voy al baño y no me preocupé de cerrar la puerta, mejor no me di cuenta que no la había cerrado, estaba tal como vine al mundo cuando se abre la puerta y entra Ana rápidamente, que parece que no se había percatado de que yo estaba desnudo hasta que ya estaba adentro del baño y muy cerca de mí. La impresión de ella como la mía fue de sorpresa por su parte y agrado por la mía… no tenía pudor de que me viese desnudo. Mi verga no estaba tan flácida, tenía una erección bastante pronunciada sin necesidad de viagra, tal vez el efecto aun duraba…, ella no tuvo otra cosa que decir, primero disculparse por lo inoportuna que fue y lo que dijo después hizo que mi verga tomara toda su erección.

-“¡Hay que ver Ramón que herramienta te gastas! Como me gustaría que me siguieras arreglando este desperfecto que tengo ya hace varios años, que ya le están pasando como a las cañerías… se va obstruir del poco uso”. Yo no sabía qué hacer, ni que decir, al ver que quedé inmóvil sabiendo que Eduardo andaba por casa. –“Ramón tú te has dado cuenta que soy una mujer que necesito como todos los seres humanos satisfacer mis deseos sexuales, ahora solo con verte despiertas ese deseo que por muchos años he tenido reprimidos, sabes cuantos años no estoy con un hombre que me haga sentir y gozar como mujer…, más de cinco desde que no se le pone dura a Eduardo”. “Te puedes dar cuenta, soy una mujer joven todavía, tú sabes mi edad y estoy en la plenitud de mis fuerzas aunque sé que puedo hacer feliz a cualquier hombre, al decir cualquier hombre, no estoy diciendo que me voy a ir con cualquiera, aunque pretendientes no me han faltado y oportunidades tampoco, aun estando casada. Tú que me conoces soy una mujer muy respetada y respetable y he guardado hasta este momento mi reputación para que nadie me apunte con el dedo y no tenga nadie que decirme nada. Pero esto que nos está pasado reviviendo nuestra juventud no puede ser por casualidad…, yo nunca pensé verte en estas condiciones de nuevo, y mira has despertado en mí ese deseo de estar con un hombre y disfrutar de los placeres sexuales como toda mujer. Olvidémonos quiénes somos y complace a esta mujer que está deseosa de placer y de sexo”. Yo escuchaba y seguía como petrificado.

Mi polla seguía erecta y esa conversación más me la endurecía, pero lo que hizo después no me dejaron dudas de que estaba dispuesta a satisfacer sus deseos pese a correr el riesgo de ser pillados por su esposo, deja caer su bata y queda completamente desnuda y dice…

-“Mi cuerpo todavía está bien proporcionado aunque no lo cuido lo suficiente, aun sus partes están en su lugar, ¿Y no querrás desperdiciar la erección tan hermosa que tienes ahora mismo?”.

-“Claro que estás muy bien Ana, y sé que puede hacer feliz a cualquier hombre”.

-“Pero yo quiero que seas tú que me haga feliz”, me dice muy resuelta, me toma de la mano y así como estaba, desnudo se dirigió a su dormitorio conyugal.

Yo aproveché de llamar a Rosa y avisarle que iba a demorar en la obra, y que iba a estar bastante ocupado en el sótano y que no me llamara. El dormitorio era hermoso, una tremenda cama y muchos muebles estilo Luís XV, muy bien decorado, todo conjugaba, por lo que pude darme cuenta parecían todo nuevo o estaban muy bien conservados. En la cama resaltaba un cubrecama blanco con unos almohadones rosados, el ambiente dentro del dormitorio muy acogedor por la calefacción central que temperaba cada pieza de la casa.

-“Ramón hazme sentir nuevamente una mujer, no me hagas quedar con estas tremendas ganas que tengo, de sentir esa verga dentro de mí, por favor compláceme y satisfáceme”.

-“Sabes que sí te voy complacer Ana y esperemos que tu marido no aparezca…”.

-“Por él no te preocupes, hasta el medio día estará ocupado…”

Comienzo a acariciar su cuerpo, sus pechos bastante abultados, duros y no estaban tan caídos, los empecé a besar muy suavemente, tan delicadamente como lo merecía ella. Comencé a profanar ese cuerpo de diosa que por más de diez años no había sido tocado como era debido por mano de hombre, ella gemía y decía que bien se sienten tus manos recorriendo mi cuerpo y tus labios tocándome y besándome, seguíamos de pie a un costado de la cama, dirijo mi boca hacía su boca y un beso apasionado estaba sellando nuestro encuentro pasional del momento, parecían que nuestras lenguas se habían trenzado en una lucha encarnizada por disfrutar la una de la otra, mientras nuestras manos las mías y las de ella recorrían y hacían su trabajo de exploración. Ella en un momento toca mi verga muy suavemente, como pidiendo permiso para tocarlo me dice…

-“¡Cuántos años que no tocaba ni tenía un cipote duro en mis manos y nunca uno tan grande como el tuyo, cuando te dije hace un rato que grande tienes tu herramienta, lo estaba diciendo de verdad ¡¿Eso lo sabes bien no Ramón?! Eres todo un semental nacido para hacer disfrutar a las mujeres tan necesitadas como yo. Toda hembra necesita un canalla y hombre formal, ¡¿Adivina quién eres tú?! ”

Yo también me animé y comencé acariciando su vagina rasurada con un aterciopelado pasto que la hacía muy apetecible para ser tocada, me introduje en su abertura entre sus labios vaginales y pude comprobar que estaban expeliendo abundante líquido, el solo hecho de rozar su vagina hicieron que se contorneara, gimiera y gritara descontroladamente, le metía uno, dos y tres dedos en su coño tragón. Ella con su mano hacía una paja agradable en mi verga, después de estar un rato, besándonos, acariciándonos y tocándonos descontroladamente, la tomo en mis brazos, la aprieto hacia mí, como haciéndola sentir segura y que ahora es de mi propiedad, la levanto y así cargada la llevo como hombre que lleva a su novia al lecho nupcial por primera vez, la dejo caer muy suavemente sobre ese cubrecamas blanco, dejándola entre los dos almohadones rosados, yo me acosté a su lado y nuevamente la comencé a besar en los labios, abundante saliva le dejaba beber de mi boca, para que degustara ese sabor de hombre, seguí mi exploración bocal, chupaba sus tetas, que ahora en la posición en que Ana se encontraba, se exponían como dos volcanes a punto de erupción, estaban impresionantes, creo que en los años de estar con mujeres no había aun tenido y degustado de dos ubres como esas, así que chupé, succioné, chupé y mamé como queriendo sacarle leche y hasta quedar extasiado.

Luego seguí hacia su estómago, ombligo, pelvis, que besaba, acariciaba, mordía y lengüeteaba como león con su presa, mientras estaba en eso pensaba en cuantas veces le habría comido su esposo el coño sigo más abajo pues creo que nadie aun le ha besado, lamido y chupado como es debido. Ella con sus manos acariciaba mis espaldas, mi cabeza como haciendo un masaje capilar, estaba en eso pensando cuando siento que empieza hacer presión con sus manos sobre mi cabeza, para seguir más abajo, no tuvo que decírmelo solo con ese gesto comprendí que debía seguir mi exploración hacia esa vulva de labios carnosos hasta más no poder. Así lo hice, ella abrió sus piernas dejando al descubierto esos labios vaginales listos para ser devorados por esa boca que hasta el momento estaba realizando un excelente trabajo, tomé sus piernas se las encogí, abrí sus labios vaginales de amplios pliegues y comencé un ritual de succión, lengüetear e introducir mi lengua en esa cavidad nunca antes explorada de esa manera por hombre alguno y que expelía abundantes jugos, manjar delicioso a mi paladar.

Ella no daba más de la calentura que tenía y la excitación y me decía… -“¡Así Ramoncín, así mi amor, hazme gozar y vuelve loca a esta mujer que ha estado impedida de regocijarse por tantos años!”.

Se retorcía como una serpiente sobre su presa, en ese momento comienzo a percibir y a escuchar por sus labios… -“Mi amor, mi vida me estoy corriendo, me estoy corriendo en tu boca. Que deliciosa sensación que estoy sintiendo”, yo comenzaba a ser testigo presencial, mi boca mejor dicho de esos abundantes jugos que brotaban mientras mi lengua y boca seguían moviéndose, succionando y bebiendo esos jugos de ese coñito. -“Me estás haciendo la mujer más feliz de la tierra, nunca me habían chupado el coño como tú lo haces… que delicioso lo he sentido. ¡Y es primera vez que me corro sin penetración desde que tú lo hiciste por primera vez…, de las pocas veces que recuerdo que he acabado corriéndome!”.

Abundantes jugos desparramó por su conejo, que algunos cayeron en la cubrecama. –“Ahora nena te voy a meter esta verga que está ansiosa de poseerte”, se la muestro, estaba como un palo de dura y grande… “¡Vas a sentir una nabo de verdad!”.

Ella tenía una expresión de lujuria y deseos que con solo esa expresión sabía que estaba deseando esa verga entrando hasta lo más profundo de sus entrañas, yo no necesitaba que ella me dijera que se lo metiera despacio pues sabía los muchos años que llevaba sin ser penetrada, sin tener sexo de verdad y máxime con mi tranca. Así que la acomodé bien, tomé nuevamente sus piernas, se las levanté, se las abrí dejándola despatarrada, y así abierta como estaba le di unos golpecitos en su clítoris con la cabeza mi dura polla, como diciéndole con ese acto, ahora Ana te voy a castigar de placer.

-“¡Vamos Ramón dale más, más fuerte, castígame con ese garrote! Dale a ese coño que se está portando tan mal”.

Luego de ese castigo placentero, pienso yo, dejé la punta de mi verga justo a la entrada de su vagina, la acomodé lo mejor posible para que la penetración sea de placer y no un martirio para ella. Comencé a hacer presión suavemente e introducirle ese pedazo de carne, Ana gemía, gritaba, se retorcía, no sé si de placer o dolor, creo que las dos cosas se conjugaban en ese momento, piensen más de diez años sin ser penetrada, su coñito debe estar casi virgen… Mi verga estaba entrando muy apretada, percibía el dolor que Ana sentía, así que paraba un momento y seguía muy despacio con la penetración, era como si la estuviera desvirgando de nuevo, sentía como la punta de mi pollón iba explorando esas cavidades muy bien lubricadas e iba tomando posición de ellas, fue realmente un ritual esta penetración, no quería de Ana sufriera es por eso que demoré bastante rato, hasta ver que la tenía totalmente penetrada, al estar toda mi verga dentro de ella, comienzo muy despacio a moverme, después de un momento Ana empieza también a moverse, eso me hacía entender que comenzaba disfrutar la penetración, los movimientos se fueron intensificando y los quejidos, los gritos de satisfacción también, era una locura lo que estaba sucediendo en ese dormitorio… demasiado pronto me vinieron las ganas de acabar, pero lo controlaba, pues bajaba la intensidad de los movimientos.

Aproveché de decirle… -“Goza querida, goza por los años que no lo hiciste y muchas cosas más”, a lo cual ella también me respondía –“Soy muy feliz mi amor y quiero seguir gozando por mucho tiempo si tú quieres, claro que sí, estoy para complacerte también en lo sexual y en lo económico”.

Por varios minutos estuvimos en un mete y saca fenomenal que ahora ya no podía contener mi eyaculación, así que le dije que estaba por acabar, acabo dentro o fuera, ella me dice sin ni siquiera pestañear… -“Dentro, bien dentro Ramón, siembra tu semilla en mí por favor mi amor, quiero sentir tu leche recorrer mis entrañas y empaparme de ella… no creo que me vuelvas a preñar”.

No hice mucho caso a lo me decía, mis esténtores comenzaban a desequilibrar mi cabeza y con una fuerte sacudida comienzo a verter mi semen en su coño profundo que se abría con más ganas para recibirlos, estaba en eso cuando ella empieza a gritar…

-“Me corro de nuevo, me corro mi amor, no sé cuántas veces he deseado que esto ocurra otra vez mientras te estás corriendo dentro de mí… he perdido la cuenta”.

Tras haberle dado toda mi leche me recosté encima de Ana la acaricié de nuevo, la besé muchas veces en la boca teniéndola empalada le dije…. -“Espero que hayas gozado y disfrutado querida mía”.

El tiempo había transcurrido vertiginosamente y había sido testigo mudo de esa hora de placer incontrolable de dos cuerpos sedientos de amor. Si bien lo hubiese deseado no volvía tener más encargos de Ana y Eduardo y tampoco más encuentros con ella, no porque yo no quisiera sino porque ella nunca más me solicitó. Imagino que una hembra como Ana necesitaba a un macho joven y no a un sexagenario que necesitaba la pastilla azul para cumplir dos de tres veces... y por lo visto lo encontró. Mi propia versión joven y mejorada.

El Deseo por mi hijo.

Ramón me proporcionó mucho placer, pero era costoso que se pusiera empalmado, no tanto como a mi esposo, pero solo una de cada tres veces era una erección natural. ¿Cómo descarté definitivamente a Ramón? Muy sencillo mi hijo pequeño Alberto se retornó temporalmente a casa y sin saber por qué cambié de objetivo… Deseaba al hijo de Ramón, pero en realidad mi pasión era más fuerte por el hijo que me hizo el albañil, MI ALBERTO. Disculpen semejante barbaridad pero no puedo morir con este secreto, necesito sacarlo. Soy una mujer mayor con dos hijos, uno de 35 años y otro “pequeño” de 29 años muy guapo que se llama Alberto. No sé en qué momento de mi vida fue desarrollándose toda esta situación que he llegado a sentir deseos de estar con él entre sus brazos. Él vive conmigo desde hace unos meses ya que está juntando dinero en lo que su trabajo le permite mudarse a un lugar solo tras haberse separado de su pareja. En cierta parte me siento perversa en el mal sentido, por tener tantas fantasías sexuales con él aunque la excitación y la adrenalina que ya no sentía desde hace muchísimos años han vuelto, me siento motivada y menos cansada, con más ánimo y candente. Cuando él no se da cuenta yo constantemente le ando observando la entrepierna que me fascina como se le ve el paquete ovalado y abultado entre sus pantalones vaqueros o sus pantalones de vestir cuando está sentado, o incluso parado… debe tener el mismo talle que su “padre biológico”.

Es un chico fuerte, musculoso, fornido, bien proporcionado y huele muy rico, es muy adorable, todo un hombre, al que vi crecer poco a poco ante mis ojos aunque siempre fue con ternura. Mi marido me tiene totalmente desatendida desde hace años, y desde entonces no he tenido compañía viril se exceptuamos las aventuras de Ramón a base de viagra…pobrecillo en lo que se ha quedado. Pero al final respondió con una buena follada con eyaculación tremenda, fue un regalo la verdad, tampoco lo esperaba ya que no muchos se fijan en las mayores. Mi hijo es sumamente adorable conmigo, todo un caballero, me escucha, me valora, me confía (incluso temas de aspecto sexual), nos llevamos muy bien. No he podido o he sabido quitarme estos deseos. Perdonen la vulgaridad pero no puedo hablar esto con todo el mundo más que sólo con mi mejor amiga a la cual me dice con una sonrisa que he enloquecido pero me apoya, así que trato de desahogarme por aquí, es una barbaridad, lo sé. A veces me lo imagino en tanga bailándome, o voy a su cuarto cuando él no está y agarro su ropa interior, pero sobre todo cuando voy a hacer la colada y huelo su ropa impregnada de su olor a macho, sudada, ya que el todo los días va a su gimnasio y le m*****a usar bóxer de un día para otro… me los paso por la cara inhalando todo su aroma, eso me pone más cachonda.

La semana pasada cometí mi más grande pecado y fue verle completamente desnudo tras ducharse…, no pude resistirme al oír el agua de la ducha caer sobre su cuerpo y entré con la naturalidad que le da a una ser la madre de ese hombre… él no se inmutó al verme entrar, me miró y me dijo que por detrás no llegaba bien. Le ayudé a secarse la espalda, estaba bastante emocionada porque todo salió bien, le alcancé a tocar desnudo, con la mala suerte que he sentido mayores deseos por él, si mi crío hubiese querido me hubiera dejado tocar y hasta follar… ¡Es una bestia total! Lo compartí con mi amiga íntima Charo y también se emocionó y estuvimos hablando un buen rato sobre él hasta que llegó a casa, al menos por eso no me siento tan sola. A veces mi hijo me ha dicho bromeando que parezco su esposa tras de él todo el tiempo y por eso he tratado de controlarme. Por otro lado, el hecho de ser su madre y ya abuela, me ha permitido esconder comentarios subidos de tono que le lanzo pero se podrían confundir con un amor de madre, le digo que es un bombón, mi hombre, mi tesoro, alabo su físico, le abrazo cariñosamente o le doy caricias en el pecho (incluso una vez le acaricie las piernas cerca de sus genitales en son de broma, cuando él se estaba quedando dormido en el sofá), besos en los cachetes cuando se va o regresa a casa o incluso le he llegado a comentar por ejemplo que su paquete no podría decepcionar a ninguna mujer ya que se le ve muy prometedor…. A veces él se medió incomoda y se va pero no pasa a más. No sabía qué iba a suceder en el futuro pero creía merecer ser feliz, de todas maneras no le hacía mal a nadie. Solo es un deseo que me ha surgido y por favor, traten de ponerse en mi lugar aunque entiendo que no todos pueden comprenden lo que siente… Una mujer, madre de dos jóvenes que se ve desatendida por su marido.

Repara en su hijo, pero no se atreve a dar el paso, hasta que lo sorprende masturbándose frente al ordenador, mientras navega por Internet. Desde entonces memarqué el objetivo de aliviar a mi niño sea como sea, y de paso cubrir mis necesidades. Tenía un buen cuerpo a pesar de mis 58 años… lo conservaba porque hacía mucho ejercicio.

En mi vida nunca hice el amor con nada más que tres hombres, pero a los 17 años tuve una amiga con la cual pasé momentos inolvidables de placer, ya que ella era lesbiana y gozábamos cada vez que ella llegaba a la casa de mis padres a dormir, éramos inseparables, yo pensé que también era lesbiana, con el tiempo hicimos lo mismo con nuevas amigas lesbianas, la pasábamos muy bien, pero conocí a Eduardo, un hombre que nunca se enteró de mi atracción sexual y la verdad me enamoré de él, nunca hice el amor con él hasta casarnos, según yo para terminar con toda mi calentura y que fuera sólo suya hasta el día de nuestra noche de bodas, fue un error fatal ya que lo acostumbré a hacer el amor pocas veces, me casé muy joven nada más terminar la carrera a los 22 años, estaba maravillada con ese hombre.

Al año tuvimos a nuestro único primer hijo Emiliano, Eduardo creció procesionalmente y vivimos muchos años entre lujos y los placeres que da el dinero pero nuestra relación amorosa fracasó, conmucho una vez al mes teníamos relaciones sexuales, pasé de ser una caliente chica lesbiana a una frígida mujer. Seis años después en la reforma de la casa conocí al albañil Ramón, nunca había visto tipo tan macho y me lo follé, quitándome todas mis frustraciones de encima… me preñó y mi vida volvió a la rutina de mi marido. En estos días es un verdadero milagro que me “FOLLE”, ya no se le empalma, es imposible que se lo ponga dura conmigo aunque él afirma que no ha perdido facultades, así es que me folla con un consolador, se la mamo un rato y finalmente se corre… solo tiene 60 años pero está para el arrastre.

Desde hace unos meses tengo a Alberto en casa, quiere ahorrar para emanciparse definitivamente tras el fracaso de su última relación. Hace cosa de un año descubrí todo el sexo que se encuentra en internet. Mi hijo se pasaba las horas navegando, nosotros no sabíamos el por qué hasta que un día en el cual no esperaba mi regreso, entré al estudio de la casa y él se encontraba masturbándose…, al abrir la puerta él no se dio cuenta y yo no hice ningún ruido sólo me limité a observarlo y la verdad fue maravilloso, tenía la verga bien rica, muy grande, casi más que su “padre”, al que hacía bien poco pude probar por última vez, pero además era un cipote muy gordo… al igual que su padre lo tenía rollizo, lo veía más carnoso. La vista era maravillosa, no pude distinguir qué era lo que veía en la pantalla por mi miopía, pero él lo estaba gozando, me sentí tan mal al estarlo espiando, pero no podía dejar de admirarlo, sus gemidos me hacían excitar más y pronto me empecé a calentar tremendamente, mis pezones saltaron duros y mis bragas se humedecieron sin parar, fue en ese momento donde recordé todas mis locuras de juventud con Ramón, y deseé tanto tener ese hermoso mástil entre mis piernas, quería gozarlo y que me volviera hacer mujer, pero era mi hijo y sólo sería una fantasía.

Continué con el espectáculo y pocos minutos después, explotó en una eyaculación tremenda… vi cómo soltó chorros y chorros de semen los cuales no paraban de salir saltando largos por la fuerte presión. Fue maravilloso ver a mi querido hijo gozar de esa manera, cómo deseé haber sido yo la que con mis manos hiciera gozar a Alberto o los labios de mi coño los que arroparan el magnífico falo de mi niño. Rápidamente cerré con cuidado la puerta y regresé a la de entrada y fingí regresar a casa, abrí y cerré con fuerza la puerta y grité mi llegada, mi hijo me contestó desde el estudio, por un momento quise entrar a él pero sabía que lo encontraría muy excitado y preocupado de encontrarlo en ese estado y opté por subir a mi habitación….

-“Voy a ducharme cariño”, le grité.

-“Yo voy a salir…”, me contestó.

Entré a mi habitación me desnudé lentamente frente al espejo, mi corazón latía sin parar pude ver lo duro de mis pezones, como en muchos años no estaban así y mis bragas qué decir de ellas, estaban tan mojadas que sólo pensé en su rabo recio y largo horadándome dentro de mi coño…, así que me empecé a acariciar todo mi cuerpo, mis tetas, mi culo, mi coño. En segundos ya tenía dos dedos metidos en mi conejo hambriento y me acariciaba el culo todo esto imaginando que era el cipote de Alberto. Tomé mi consolador modelo Alex, me acosté y gozaba metiéndomelo hasta que gemí del gusto de mi acabada orgásmica.

Entré a la ducha y ahí tuve otro orgasmo, salí me vestí y fui directo al cuarto de mi hijo, a pesar de que una señora llega dos veces por semana a realizar la limpieza de la casa mi hijo se negó desde un principio y prefirió hacerlo él mismo en ese momento me enteré de la razón, ya había entrado muchas veces a su habitación pero nunca a husmear, tenía posters de algunas actrices en traje de baño pero nada fuera de lo normal, abrí su cajón y sólo encontré sus bóxer, busqué más adentro y nada, fui hacia el armario y encontré una caja con candado busqué por todos lados hasta que encontré la pequeña llave, abrí el candado y me llevé una grata sorpresa, revistas pornográficas, CD’s de videos porno (imagino que caseros), varias cajas de condones XL, en fin me di cuenta de que mi hijo era un follador tremendo, por los condones supe que mi hijo follaba con sus amigas y se gastaba una buena polla…, me imaginaba las locuras que tendrían los videos y ardía en deseos de verlos, guardé todo sin antes dejar de ver un momento esas riquísimas revistas, las ojeé y las dejé todo en su lugar…me fui a mi habitación a seguir masturbándome pensando en él, en años no había tenido tantos orgasmos como en ese día y mucho menos imaginándome que sería por mi hijo. Me volví a duchar y esperé a mi marido e hijo para comer, sólo encargué comida por teléfono ya que todo el tiempo se me vino encima. Llegó mi marido y después apareció mi Alberto…, estaba nerviosa, no sabía si él se dio cuenta de que lo vi masturbarse pero no lo creo porque actuaba muy natural, comimos y mi marido regresó a trabajar.

-“Esta tarde voy a salir con mis amigos”, dijo mi hijo.

-“Oye cariño, porque no me dejas tu ordenador, necesito hacer algún trabajo en Word”, le supliqué.

-“De acuerdo ahí lo tienes, no tiene clave de acceso”.

-“Lo que necesito es que me enseñes a buscar por internet y poder descárgamelo para reflejarlo en un documento de office editable… no sé cómo se hace”.

En realidad quería descubrir qué veía en ese ordenador, ni siquiera entendía lo de Internet, pero en fin me empezó a enseñar lo básico cómo manejar Windows (crear y renombrar carpetas), Word (Cortar y pegar…) y como buscar archivos en internet. Traté de abrir alguna carpeta de él pero estaban protegidas con contraseñas y no pude leerlos, lo demás eran tareas, videos, fotografías de artistas. Al siguiente día me prometió enseñarme más sobre Internet. Llegó la noche cenamos y aún me sentía muy caliente intenté hacer el amor con mi marido pero éste estaba muy cansado, le reclamé y discutimos pero accedió a hacérmelo con el dildo… me estaba aburriendo esa vida monótona e insulsa que llevábamos… mi relación con mi marido era un fracaso y por todo lo que pasó con mi hijo, pensé que sería bueno gozar del sexo con otros hombres, y así no tener que ver nada con mi hijo ya que no era correcto.

El viernes cuando mi hijo se fue a una entrevista de trabajo, fui directamente por los videos… dios era maravilloso, en uno salían dos chicas jóvenes, muy bonitas y delgadas, besándose y desnudándose, chupándose todo el cuerpo, un tipo se acercó a ellas de inmediato lo despojaron de su ropa y le mamaron el enorme mostrenco rico que portaba, él se las folló como todo un maestro, lo que más me encantó fue cuando les daba por el culo, y luego cómo se tragaban su semen las dos, el video continuó yo terminé masturbándome riquísimo mientras veía el video deseando a mi hijo, y decidí cambiar el rumbo de mi vida tenía que follar con mi hijo. Me bañé y sólo me dejé mi bata de baño esperando su regreso, cuando llegó le dije que me enseñara cómo manejar el Internet, me explicó cómo entrar a páginas, cómo buscarlas… entre otras cosas, todo enfocado a mis materias docentes claro (Recordar que soy maestra de escuela). No dejaba de mirarme la abertura de mi bata que mostraba un poco mis tetas y marcaba mis pezones hinchados de placer, pude notar su erección y eso me encantó, había excitado a mi hijo. Cuando él se fue con sus amigos lo primero que hice fue buscar la palabra “i****to”…, y ahí encontré la página de relatos eróticos… empecé a leer todos los relatos, las fotos, los videos y las Webcams, y todo me encantó, comprendí por qué mi hijo se pasaba las horas conectado a Internet. Los relatos de i****to me dieron valor e ideas de cómo follar con mi hijo y no dudé en hacer un plan para lograrlo. Lo más curioso fue que el correo electrónico lo tenía abierto con la clave automatizada, no pude contenerme para ver qué y con quién se escribía. Iba pasando mensajes de amigos y sobre su trabajo, búsquedas de empresas y por fin un mensaje que me llamó la atención.

Asunto. Como es mi mujer madura favorita

“Como por ejemplo una madurita que sea madre, una mujer mayor pero que aún se mantiene activa, no como su marido que suele estar para el desahucio... ellas dicen que las follan poco o nada. Así que mientras que éste se encuentra en el bar echándose una partida a las cartas en el bar, yo le suelo hacer compañía y algunas veces surge, sobre todo me relajo con ella los viernes y los domingos por la tarde cuando voy a visitarla, ya sabes cómo son las mujeres de esa generación... están acostumbras a que el hombre sea quien ponga y disponga. Aún tiene un chochito muy cálido. Son los mejores coños que te puedes follar: acogedores, cariñosos, sumisos y tragones, y como ya no están en edad fértil no hay problema que la puedas preñar, se dejan follar a pelo sin condón... la pones y la clavas hasta que dé de si tu rabo hasta los huevos. Ya imaginas que la sensación es única cuando la estás follando porque sientes toda la calidez de sus esponjosa y lubricada vagina en tu capullo... se te pone a reventar. Y para acabar una buena lechada toda para adentro en lo más hondo de su útero para que no se saga una gota..., se pone las bragas y faena acabada a esperar a su marido. Después cena con su esposo… madre mía el morbo que da saber que tiene toda tu leche caliente metida en su coño y tratando con su marido como si no hubiera pasado nada con la vagina atorada de lefa… ¡Esas mujeres son únicas! Y si además son tu madre, no te digo a donde se eleva el morbo y el placer. Después un poco de tele en el sofá con su marido que pronto se queda grogui, y yo para casa con los huevos aliviados. Por supuesto un beso con lengua de despedida sin que se note mucho y no sospeche el cornudo del padre... menudo calzonazos trabajando como un mulo para mantener a la familia y el hijo llenando a su esposa de placer y leche espesa, pero para eso están los hijos primogénitos o los amigos de estos.”

Me quedé impresionada a mi hijo le van las maduras como su madre, vamos que no tendría ningún reparo de follarme…, me puse cardiaca. Después leí de su otro interlocutor otro comentario en respuesta, y éste si se lo hacía con su madre por lo que decía…, debía estar asesorando a Alberto para animarlo a follarme.

Reenvío de trovo_decimo@hotmail.com

“Menudo coñazo tiene mi madre, anda que no disfruto follándoselo todos los días que me deja. Además mi madre es de las que permite correrme dentro, así que en cada polvo acaba con el coño lleno de leche de su hijo. Gracias a que voy de vez en cuando por la casa materna se siente más joven y deseada, me dice. Ha rejuvenecido desde que lo hicimos la primera vez. Le gusta abrirse de piernas y que su hijo la folle en la postura del misionero, a cuatro patas le da reparo, pero también le doy con un poco de insistencia cuando la tengo bien cachonda. Bueno, y que termine dentro de su coño lleno de semen, total, a su edad es imposible quedarse preñada como tú dices, y nada supera a una buena corrida interna a pelo, sin condones ni monsergas, sentir el calor y la humedad de su chocho directamente en tu polla. La primera vez mientras me corría dentro de su coño mi leche iba chorreando, era impresionante, se me puso el pulso a mil al notar como la llenaba. Además entonces lo tenía sin depilar, con mucho pelo. Acerqué mi verga a su cara y me hizo una mamada mientras se tocaba el coño antes de empezar. Se tumbó en la cama y abrió las piernas, yo le metí toda mi polla esquivando todo su matorral de pelos hasta introducirla al completo. Mi madre es silenciosa, es de esa generación que folla sin gemir interiorizando su gozo, pero se le nota lo cachonda que está lubricando como una bestia. Luego le doy la vuelta y sigo follándomela viendo su culazo. Otras veces se sube sobre mi rabo, hasta que no aguanto más tocando y chupando sus tetas y empiezo a eyacular dentro de ella. Todas las semanas se queda con mi regalo dentro. Incluso me hace una limpieza final con una mamada para tragarse todo lo que había quedado”

Cerré su correo y me marché volando a hacerme una soberana paja, no lo pude evitar, chorreaba como una adolescente pensando en eso jóvenes pendientes de sus madres. Esa misma noche entré al estudio con Alberto frete a su ordenador, no sé si veía una página de sexo pero se encrespó…, entré despacio y me senté en sus piernas y por fin pude sentir lo duro de su polla ya que lo alcanzaba a rozar, estaba muy tenso pero yo actué natural y le dije que su padre tenía mucho trabajo y que quería salir a la playa a pasar unos días en el chalet de Tarragona, él me dijo que sería maravilloso, le di un beso en la mejilla y le dije que lo arreglaría todo. Hablé con mi marido y por su puesto él dijo que iría sin nosotros, le dije que saldríamos el próximo jueves y regresaríamos el domingo de la semana siguiente, fui a la habitación de mi hijo y cuando entré el olor a semen era intenso, mi niño se había masturbado, llevaba sólo mi bata de seda para dormir, mis pezones se marcaron en la fina tela, él se dio cuenta y no apartó su vista de ellos, me acerqué a su cama y me senté en ella, mis nalgas sintieron entre las sabanas una revista, me imagino que mi hijo estaba masturbándose con alguna pornográfica y no le dio tiempo de guardarla, me dieron ganas de sacarla y descubrirlo para ver su reacción pero no lo hice, preferí seguir con mi plan.

-“El jueves nos vamos a la playa tú yo solo, papá no puede venir, tiene mucho trabajo”. Él me sonrió.

-“De acuerdo, me va a gustar estar contigo a solas en la playa, relajaditos los dos”.

Lo tomé de la mano y le di un beso en la mejilla muy cerca de la comisura… “¡Ya verás cómo nos los pasamos muy bien!”, me encantó la forma que disimuladamente me veía mis senos, me imaginaba su hermoso cipote erecto bajo las sabanas y por un momento estuve a punto de despojarlo de las sabanas y chupárselo pero me contuve. Al siguiente día fui a la estación de Sans a sacar los billete de tren, recordé que en el centro comercial que me pillaba de paso, había una tienda de ropa con una señora mucho mayor, de la cual todas mis amigas decían que era lesbiana y me pareció buena idea jugar un poco con ella, y recordar mis tiempos de lesbiana, llegué a la tienda ya casi para la salida a la comida, la señora se llama Martha y me dijo que estaba a punto de cerrar, le comenté que era una urgencia ya que saldría de viaje, me acerqué a su oído y le dije….

-“¡Ayúdame voy a salir con mi amante y quiero lucir bella para él!”, le brillaron los ojos y despidió a sus empleadas una vez cumplida la hora de cierre, les dijo que se fueran que ella me atendería.

-“Amiga tu sí que sabes convencer”, me dijo.

-“Lo que pasa es que es mi primera cita con otro hombre fuera del matrimonio… y quiero excitarlo mucho”.

-“No te preocupes querida yo te ayudo, dime qué te gustaría”, al mismo tiempo que cerraba la tienda.

-“No lo sé, quiero algo muy sexy, vamos a ir a la playa y quiero tenerlo excitado todo el tiempo”.

-“Mira tengo este vestido pruébatelo”.

Entré al probador y dejé la puerta abierta y me desnudé dentro poco a poco, ella no dejaba de mirarme quedé sólo en bragas y me coloqué el vestido, me dijo que me quedaba muy bien y era cierto tenía un escote en todo el pecho sólo me cubría mi senos y la espalda estaba abierta y me llegaba sólo unos centímetros abajo de mis nalgas, se acercó y me acomodó la parte de arriba alcanzando a rozar mi pezón…, saltaron erguidos de inmediato…

-“Con este vestido querida levantas a un muerto”, sonreímos. “Dices que vas a ir a la playa, pruébate este traje de baño”.

Nuevamente estaba desnuda me quité las bragas, ella ya no disimulaba nada, me veía con lujuria y yo estaba con mis pezones erectos y empezaba a humedecerme, era una tanga minúsculo apenas me cubría con un pequeño triangulo, todos mis vellos salían disparados, el sostén apenas me tapaba con esos pequeños triángulos mis pezones que son espectaculares cuando se pone duros…, y mi culo se tragaba todo el delgado hilo dejando al descubierto mis nalgas.

-“Date la vuelta querida”, lo hice lentamente ella se acercó a acomodarme mi sostén para cubrir bien los pezones rozándolos nuevamente, me sentía en la gloria… “Amor con este traje no solo excitas a un muerto, a cualquier mujer la dejas con ganas de comerte toda”.

-“A cualquier mujer no creo, tendría que ser lesbiana o bisexual”.

Tienes razón las demás te verían con envidia, pero nosotras con admiración, de verdad te ves muy sexy, pero tenemos que hacer algo con estos vellos…, me temblaron las piernas ya que con su mano me acarició mis vellos…

-“Amor tienes que rasúratelos” (ciertamente no me rasuraba en varios meses y me salían muchos). “Cuando quieras te ayudo…”.

Me quede ahí parada sorprendida, mi juego de excitarla me había ganado, ahora las dos estábamos muy excitadas, me empezó a acariciar mi coño, solté un gemido el cual tapó con un beso… tenía experiencia de varios años de aquellos juegos juveniles con mis amigas, pero ahora estaba besándome con una mujer que me había convertido en bisexual, su beso fue húmedo, rico, pasaba su lengua junto a la mía. Me acarició el culo, me chupó y mordió mis pezones, no dejaba de acariciar mi coñito todo mojado, yo sólo seguía besándola y mis manos fueron a parar a su culo ya flácido por la edad pero no menos rico y excitante para mí. No sé cómo pero ya estaba desnuda y yo a ella ya le había quitado su vestido, tenía a una mujer en bragas gozando con ella, sus tetas le colgaban por la edad, pero su tamaño lo compensaba ya que eran enormes con unos pezones grandísimos y oscuros, unas bragas blancas y más húmedas cada vez que le acariciaba, de inmediato ella se agachó y me dio la mamada más rica en años

Yo gemía, le tomaba de la cabeza empujándola más hacia mí, le jalaba sus duros y grandes pezones, ella subía y me seguía mordiendo mis tetas y me besaba, no tardé nada en tener un orgasmo delicioso, ella se levantó y me ofreció sus pezones comiéndomelos sin parar, le quité sus bragas, ahora era mi turno y bajé a comerme toda su vulva hinchada, la cual chorreaba jugos riquísimos por todo mi rostro, le metía mis dedos ella gritaba sin pena, dio un salto cuando le metí un dedo en el culo, a la muy puta le gustaba, me mojó toda al llegar a su orgasmo. Después de correrse, me puso en cuatro patas y hundió su boca en mi culo, metiéndome uno y hasta dos dedos en mi culo, me estaba destrozando, tenía años que nadie me daba por el culo, me dolía tanto que casi no podía soportarlo, me decía…

-“Eres una puta cabrona, te gusta zorra, te gusta que te jodan por el culo”, me daba nalgadas fuertes en el culo, que me lo dejaron rojo y sensible, no paraba la muy cabrona me estaba violando riquísimo y tuve un orgasmo interminable, y acabé toda golpeada en el culo. Me dejó ahí parada como toda una puta, excitada…

-“Amor mañana vienes para rasúrate estos vellos para que al cabrón de tu amante lo dejes erecto todo el día de lo hermosa que te verás y de paso traigo unos juguetes para que gocemos más”

La besé, me vestí y salí de la tienda sin el vestido y traje de baño que llegué a comprar, tendría que regresar mañana por ella y para ver que sorpresa me tendría, entré a un restaurante pedí un vodka y en cada trago que le daba me venían imágenes de mi hijo dándome por el culo, haciéndome su amante, su caliente esclava, no sé cuánto tiempo estuve en las nubes mojada deseando tener ya a mi hijo haciéndome suya, entré al baño del restaurante y me masturbé de nuevo, salí y me fui a casa, apenas podía conducir… esa mujer me dejó rendida. El jueves iría con mi hijo a la playa y todo lo tendría planeado para gozar con él, haría que él me pidiera a gritos que folláramos… lo haría el amante perfecto, ya que no tendría que salir de casa para gozar con él. Sin duda Alberto debía de estar muy necesitado después de romper con su pareja y llevar tres meses picoteando y poco…, así que debía de estar bien cargado de testosterona, energía juvenil y mucha leche en sus duros huevos. Deseaba tanto que pasaran los días rápido y que llegara el día de nuestra partida, regresé a la tienda a la misma hora ahí estaba esperándome Martha, pero ahora estaba una amiga suya, muy delgada, con cabello negro, muy alta, se veía muy elegante con un vestido negro, no tenía casi nada de donde tomar, pero se le marcaban muchísimo sus pezones, cerró la puerta y me dijo…

-“Amor esta es Susana, ella nos va a ayudar a rasurarte, vamos desnúdate sexy para nosotras”

Y así lo hice, me desnudé para ellas, lo hice muy sensual Susana se acercó a mí y me besó, me hizo sentar y sacó todo lo necesario para rasurarme, me abrió las piernas y acarició mi chochito, yo me mordía los labios de la sensación tan excitante al estarme rasurando, en minutos estaba totalmente sin vellos, de inmediato las dos me hicieron un show particular, las veía besándose, tocándose todo el cuerpo, masturbándome riquísimo, fue increíble, verlas gozando de esa manera, el contraste de los dos cuerpos era hermoso, una con grandes tetas y culo y otra casi lisa pero con unos pezones puntiagudos me tenía súper mojada. No resistí y me uní a ellas, las tres gozamos tremendo, llevaban consoladores dobles, vibradores, una pollas enormes, los usamos por todos lados, las tres éramos machos para cada una de nosotras, fue increíble todo lo que hicimos, sólo en las películas de mi hijo vi algo así, puedo decir que nunca dejaría de hacerlo, de verdad nunca lo haría.

Me regalaron el falo más grande de recuerdo de nuestra cachonda amistad, para que siempre las recordara, me llevé el vestido y el minúsculo traje de baño, en mi plan no estaba salir con ese traje el primer día, así que entré a otra tienda a buscar uno menos escandaloso, pero también de dos piezas y que me quedara ajustado, entré a buscar sujetadores y bragas muy sensuales y transparentes, busqué una braguita transparente negra con encajes para ponérmela con mi vestido. Y por fin llegó el jueves, como todos ya sabéis con 58 años la menopausia se instaló hace tiempo en mi cuerpo, pero lejos de quitarme las ganas y dejarme seca, ahora que mis días fértiles habían pasado, podría gozar de mi hijo sin el uso del condón ni riesgo de quedar preñada de él.

El chalet de la playa.

Salí vestida con un pantalón muy ajustado y un top negro sin sostén el cual marcaba muy bien mis pezones, me coloqué una blusa de botones encima, no quería que mi marido me viera así, él nos llevó a la estación y partimos a la gloria. Al subir al tren mi hijo se sentó en la ventana y yo en el pasillo, yo no dejaba de mirarle el paquete a mi hijo, no lo tenía erecto, pero yo deseaba vérselo durito, le dije que tenía sueño y me recosté en su hombro, al poco rato mi teta derecha rozaba su brazo, yo constantemente me movía para frotarlo en él, mis pezones estaban ya muy duros y creo sin duda que él sentía mi pezón dilatado y endurecido como se me suelen poner desde niña, excitado en su brazo, mi mano se posó en su vientre y la metí por debajo de su camiseta acariciando su barriguita…él se dejó acariciar. ¡Dios mío estaba tan cachonda que tenía ganas que ahí mismo me hiciera el amor, que digo me FOLLARA a pijo sacado! Abrí mis ojos disimuladamente y me fije en su entrepierna y ahí estaba su mástil ya dilatado, había excitado a mi hijo, se veía hermosamente duro, no pudo disimular el contacto de mi cuerpo caliente al suyo, mi plan estaba empezando a ser perfecto. Ahí estábamos los dos en un tren, rozando nuestros cuerpos, calientes deseándonos, pero al mismo tiempo estábamos nerviosos y coartados, temerosos de dar el primer paso…. Sí, lo tengo que confesar, parecía una recién casada a punto de ser desvirgada por un mostrenco ciclópeo, nerviosa al momento de llegar a su primera noche de bodas, pero también estaba nerviosa porque a pesar que mi hijo se hallaba avivado, preocupada su reacción en cada insinuación mía para que él se atreviera a follar con su madre, con la mujer que lo trajo al mundo. Sólo deseaba tener las fuerzas suficientes de poder hacer que él me follara como nunca, y haría todo lo posible porque él lo gozara y olvidara todos los estúpidos prejuicios y follara conmigo con las mismas ganas y deseos que yo…

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…Volver a conectar a una madre con su hijo, ya no por el cordón umbilical sino por un acoplamiento genital, donde ahora él sería quien alimentara a la madre, dejándole entrar con su majestuoso miembro viril diseñado para inseminar a la hembra, y dado que el principal objetivo de tan prolongado conducto es aparearse con ella y fecundarla nutriendo la misma vagina que le vio nacer, no dudaría en tragarme toda su eyaculación disfrutando de ese momento tan especial y mágico para ambos en tan soberbia cópula. Carne de tu carne, sangre de tu sangre entrando en tus entrañas con el fin de verter la augusta semilla de sus preciosos y arrogantes testículos. Al llegar a nuestro destino y antes bajar del tren entré al baño y ahí me despojé de la blusa, me veía muy sexy, esos pantalones hacían lucir mi culo y el top resaltaba mis mamas muy bien, tomé las puntas de mis pezones y me los estiré muy fuerte, me los apretaba para que se endurecieran a lo máximo. Salí del baño y ahí estaba mi hijo esperándome me acerqué a él y su vista se fue directo a mis pezones marcados escandalosamente en el top, son imposible no verlos si sobre salen dos centímetros de mi aureola, lo tomé de la mano y le dije…

-“Me he quitado la blusa por el calor que hará al salir de la estación y cogimos un taxi”, salimos y nos dirigimos al chalet a varios kilómetros de Tarragona, y ahí estábamos los dos dentro de nuestro chalet, olía a cerrado y lo ventilamos…. Le dije a mi hijo que disfrutáramos todo el tiempo posible… -“Anda cariño vamos a dar una vuelta a la playa, ponte tu traje de baño”.

Saqué mi traje de baño y dejé sobre la ropa mi otro traje de tanga, quería que él lo viera y que se sorprendiera que usara uno así. Entré al baño a cambiarme, ¡Dios Santo lo mojada que estaba ya!, mis jugos sabían riquísimo, no aguanté mucho y decidí masturbarme para aliviar mis ansias de sexo momentáneo, cuando salí los ojos de mi hijo al mirarme ya no eran los mismos de antes, pese a haberme visto en traje de baño, este siempre era de una pieza… era la primera vez que delante de él usaba un traje de baño de dos piezas, prácticamente me estaba viendo con ropa interior, sin pantalones, sin blusas o vestidos, él se había puesto unas bermudas, creo que para disimular su erección, sus ojos brillaban, me fijé en mi maleta y había movido mi ropa, creo que le encantó ver el minúsculo traje de baño que le tenía preparado…

-“¿Cariño y tu bañador…?”.

-“Lo tengo puesto pero prefiero ir con bermudas”.

-“Muy bien amor a disfrutar”, le di un beso en la mejilla tan cerca de su boca como la discreción me permitía y lo tomé de la mano

-“Lo vamos a pasar de maravilla, olvídate que soy tu madre imagina que vienes con una amiga tuya, ¡No me trates como tu madre por favor!”.

-“Sí mamá no te preocupes”.

-“Además somos amigos no crees… nos será fácil ponernos en el rol de “acompañantes” con derecho…”. Se me aflojó una risa perversa que le contagio quitando hierro a mi sugerencia.

-“Sí mama, pero cómo te llamaré cuando tenga que hacerlo”.

-“Por mi segundo nombre, dime Pili cada vez que me llames, así no dirán que esa mujer no tiene un hombre que lo acompañe, y eso me haría sentir mal”.

-“Bueno Pili vamos a la playa”.

-“Así se dice amor, vamos. Perfecto no actuaríamos como madre e hijo sino como un hombre y una mujer que están de vacaciones”.

Al llegar a la playa mi hijo se quitó sus bermudas y… ¡Oh, qué vista tan deliciosa!, el cabrón de mi hijo sí que tiene buen paquete, no estaba erecto pero se le notaba lo gorda que es su tranca. Al poco rato le dije que nos debíamos broncear sin quemarnos la piel con el sol, tomé la crema, le di la vuelta y le unté la crema por su espalda, sus piernas, lo hacía despacio y procurando excitarlo. Cuando tocó el otro lado se negó, creo que su mástil duro lo impedían…

-“Entonces ponme crema a mí”, me recosté boca abajo y él empezó a untarme también, era la primera vez que me lo hacía en mucho tiempo, sentía sus manos sobándome la espalda, bajó a mis piernas, sentía muy rico, le dije que me desatara el sostén, que no quería tener marcas y así lo hizo.

-“Me m*****a que me deje marcas el traje ojalá y no hubieran tantos prejuicios y pudiéramos broncearnos desnudos”.

-“Para eso están las playas nudistas”.

-“Pues no sé si aquí haya una, pero me encantaría que no me queden marcas”.

-“Sí hay alguna por aquí… hace años investigué lo que había y seguro que aún se mantienen”.

-“En serio amor, pues sería una buena idea darnos una vuelta por ahí ¡¿No crees?!”.

-“Estas loca mamá cómo vamos a ir tú y yo… me da mucho corte ponerme en bolas”.

-“Alberto, ¿en qué quedamos…? Dijimos que no me dirías mamá y además soy tu madre…ya te he visto desnudo varias veces, no tendría nada de malo verte de nuevo, ¡¿no me digas que te da vergüenza?!”.

-“No es eso Pili, es que yo a ti nunca te he visto desnuda al completo y me puede impresionar…”.

-“Ya te entiendo mi vida, pero no tengo nada que no hayas visto en otras mujeres… soy muy normal, y en esos sitios todo el mundo está en pelotas como sin nada, sin morbo y van hasta familias enteras y no pasa nada, pero en fin es sólo una idea, tal vez lo hagamos, tal vez no, a mí me encantaría sentirme libre por un momento, ¡¿a ti no?!”.

-“Sí, siempre he pensado conocer un lugar así, pero nunca pensé que lo haría contigo”.

-“Pero si eres un cabrón… te hubiera gustado hacerlo con alguna de tus amiguitas ¿Verdad?”.

-“No es eso Pili, solo que al ser una de esas fantasías de cualquier hombre…, lo de estar en pelotas con una chica todo el día en una playa paradisiaca, pues no te lo planteas en primera instancia con tu propia madre…”.

-“Bueno pues como te dije ahora no soy tu madre soy Pili tu amiga con derecho… y todo lo que hagamos será como si fuéramos “novios”, sin prejuicios, ni tabúes. Quiero que disfrutemos sin compostura ni pudor”.

-“¿Tú te despelotarías conmigo delante así sin más?”.

-“Lo dices de una manera como si fuera el fin del mundo… ¡Yo creo que ya es hora que veas a tu madre en pelotas!, no puede haber nada malo en ello, al fin y al cabo solo te queda por ver mi coño y mis tetas, bueno más bien mis pezones…Lo demás lo tienes bien visto y sobado”.

-“Bueno Pili si tú quieres y me lo pones tan fácil… por mí de acuerdo”.

-“¡¿Es que tú no quieres pasártelo bien viviendo la vida a tope?! Todo se hace muy corto si es bueno, debemos aprovecharlo ahora que se nos ofrece y podemos.”

-“Sí Pili, tienes razón vamos a vivir gozando del momento y el lugar”.

-“Anda que bien nene, así me gusta… broncéame por delante para empezar a disfrutar…”.

Me di la vuelta y por un momento quise que me viera mis tetas, pero no mejor me las tapé para no preocuparlo e ir demasiado rápido, no fuera se me escapara el ejemplar. Mi plan estaba saliendo de maravilla, ahora mi hijo actuaría como mi amante, novio o folla-amigo, y hasta estaba dispuesto a ir a una playa nudista, era perfecto el momento. Al darme la vuelta dirigí mi vista a su paquete y qué paquete a pesar que lo tenía medio oculto, lo tenía hermosamente grande, me recosté y empezó a untar mi abdomen, y todo mi cuerpo, mis muslos, piernas y brazos y mi pecho rozando las tetas a su alrededor…, la verdad lo estábamos gozando los dos, le dije que me pusiera crema en mis manos y delante de él me unté mis mamas de crema sin mostrarlas completamente, dejando solo los pezones sin cubrir de bronceador…lo hice varias veces, le insistí que si quería que yo le pondría la crema bronceadora por delante a él, se negó.

-“En un rato, quiero sentir el sol en mi espalda”, se dio la vuelta y se recostó.

Me imagino su hermoso cipote clavado en la arena de lo caliente que estaba, pasó un rato más y me hice la dormida, me moví un poco para así dejar al descubierto mi teta derecha y ahí estaba yo dormida al lado de mi hijo con la pechuga fuera, de pronto siento que mi hijo se mueve, seguí haciéndome la dormida, siento su mano intentando cubrirme la teta, y al hacerlo roza mi pezón erecto, noto sus dedos acariciarlo, jugó con él sólo unos segundos y me cubrió, fue fantástico, este fue el primer contacto directo. Al fin tomó la iniciativa de tocarme y me puso más caliente que una perra…, se marchó hacia el mar, abrí mis ojos para observar cómo caminaba rápidamente hacia el agua… ¿Tendría la necesidad de aliviar su excitación masturbándose dentro del agua?, me sentí mujer, me sentí hembra, pero sobre todo me sentí muy puta por haber excitado a su hijo que gozaba con su feliz madre. Después regresó yo ya estaba para despierta él, su traje de baño no mostraba el mástil erecto que tanto deseaba, me sonrió y en sus ojos se veía el brillo de satisfacción, me pidió que lo bronceara de frente, me senté y le pedí que me amarrara por detrás el traje de baño…

-“Amor mío no me has invitado a nadar contigo”, le dije.

-“Lo que pasa es que estabas tan bien dormida Pili, que me daba pena acabar con tus dulces sueños”.

-“Bueno es que el viaje ha sido agotador y merecía un descanso, ni siquiera sentí cuando te fuiste, recuéstate amor y deja que te broncee, así descansas un rato para ir a cenar y prepararnos para la noche”.

-“¿Dónde tienes pensado ir?”.

-“No sé tengo ganas de bailar, ¿tú no?”

-“Sí bailar es una buena idea, Sé de un antro de lujo cerca de aquí”.

-“Bueno pues iremos a pasarlo bien”

Hablábamos mientras pasaba mi mano por su cuerpo, su piel era lisa, sus vellos se erizaban en cada paso de mi mano, al llegar a sus piernas empecé a ver como su pequeño mástil empezaba a crecer, no pudo evitarlo, y yo no podía ya resistir la tentación de tocarlo, así que paré de broncearlo…

-“Me apetece nadar un rato para refrescarme el cuerpo”.

Mi hijo me vio partir, entré en el agua feliz de haber excitado a mi hijo así, nadé un poco y le grité a mi hijo que nos fuéramos, al llegar había recogido todas nuestras cosas, se puso sus bermudas y partimos al chalet, llegamos y entré a la ducha. ¡Cómo esperaba la situación que entrara a follarme pero no sucedió!, cuando salí estaba llamando por teléfono a casa, sus ojos brillaron al verme cubierta sólo con la toalla, me dijo que su padre no contestaba….

-“El muy cabrito estará seguro que estaba aprovechando para salir a divertirse”.

-“¿Mamá dime, tienes problemas con papá?

-“¿Por qué lo dices amor?

-“Bueno en primer lugar porque él no nos acompañó en este viaje, y en segundo lugar hace mucho que os veo distanciados”.

-“Sí amor tu padre me ha abandonado mucho, yo creo que tiene una amante o algo por el estilo”.

-“¿Por qué lo dices Pili, tienes sospechas fundadas?

-“Amor cuando un hombre tiene un amante la esposa es la primera que se da cuenta, simplemente ya no te hace caso, ya sabes a qué me refiero… ¡No sabes el tiempo que no le veo la polla empalmada!”.

-“Tal vez son presiones de su trabajo, el estrés influye en la potencia sexual”.

-“No lo creo cuando un hombre ya no te hace el amor pasa algo y no son presiones de trabajo, yo a tu padre le he intentado de muchas maneras excitarlo y siempre está cansado… y yo soy una mujer a la que le encanta el sexo y él ya no me lo da… bueno sí pero de una manera artificial”.

-“Hubiera sido mejor que vinieras con él en lugar de conmigo y así resolverías sus problemas… la playa nudista, esos trajes que te has traído y tu fogosidad harían el completo para volver a empezar con papá”.

-“Lo intenté cariño pero él no quiso, y aquí estoy con mi hijo. Pero me la estoy pasando muy bien contigo amor, quizás mejor que con él, pero francamente llevo esperando que tu padre me haga el amor mucho tiempo y no pudo ser…”.

-“Entonces como puedes sopórtalo mamá”.

-“Nos hemos inventado un sistema artificioso de follar…”

-” ¿A qué te refieres…?”

-“Como a tu padre no se le pone dura, compramos un consolador y… bueno tu padre me folla con el artilugio de goma atado a la cintura, hasta que consigo correrme… después se la mamo y se corre él, pero en ningún momento se le empalma, parece más bien el cuello de una gallina muerta”.

-“Pili qué te puedo decir… lo siento”, se acercó a mí y me abrazó, me dio un beso en la mejilla. “No te preocupes que la pasaremos muy bien sin papá.”

-“Tienes razón, basta de tonterías y a disfrutar, entra a la ducha que me preparare para salir a cenar y a bailar”.

Entró y me puse mi tanga negro, me perfumé el cuerpo y me coloqué mi vestido negro, me vi en el espejo y estaba orgullosa de mí, me veía muy sexy, me pinté los labios rojo “Red Rusia”, me peiné y mi hijo no salía, sospeché de otra de sus sesiones de masturbación, cuando vi que saldría de la ducha me paré enfrente de la puerta del baño, al salí se me quedó mirando.

-“Pili te ves muy hermosa, estás guapísima… ese rojo de tus labios me impresiona mucho”.

-“Gracias amor, pero no es para tanto”.

-“De verdad que lo es, te ves muy bien. Yo creo que nos van a confundir con unos recién casados”.

-“¡¿Lo dices en serio?!

-“Sí, debes tener como veinte años menos… Pili que envidia van a tener todos al verme con una mujer tan hermosa como tú”.

-“Gracias amor. Anda apúrate para salir a divertirnos”

Sus ojos apuntaban a mis tetas apenas ocultos por el vestido, me di la vuelta para que viera mi culo y no perdiera detalle de mi tanga encajado, me agaché a recoger mis zapatillas y le permití verlas, quería que viera el culo que se follaría más tarde, me las puse, él recogió su ropa del armario y allí delante de mí se puso a cambiarse…salimos del chalet. Caminábamos por el malecón tomados de la mano sonriendo, perecíamos novios acaramelados, bueno parecía una mujer madura con su hombre, con su amante, nadie sospechaba que era madre e hijo a punto de fornicar. ¡Cómo necesitaba estar llena de su carne trémula! Entramos a cenar y la charla era amena, sonreíamos, hacíamos bromas, estábamos felices los dos, mis pezones estaban excitados y él no disimulaba ya nada al mirarlos. Yo solo pedí una ensalada, no quería tener demasiado alimento sólido en mi cuerpo, quería ir ligera porque esa noche me follaría mi hijo… y no descarto llenar el estómago de leche también.

Salimos y entramos en el antro que mi hijo quería ir, muchas luces de colores, muchas parejas, se sentía el sexo flotar con los cuerpos de los chicos con las chicas frotándose descaradamente al bailar alegremente. Nos instalamos en una mesa de pie en un rincón, pedimos unas bebidas y a bailar, me movía sexy para él, me acercaba para susurrarle al oído y así juntar nuestros cuerpos, la excitación era plena…, los dos al acercarnos sentíamos nuestros cuerpos erectos, mis tetas duras con sus dos pezones marcados en la tela del vestido, el mástil de mi hijo rígido de placer, tomados de la mano, sonriendo, deseándonos, contorneándonos al son de la música. Notaba su dureza en mi barriga y él lo sabía. Pasó el tiempo, seguíamos tomando gin tonic, seguíamos rozándonos, bailaba sexy para él y eso a él le gustaba se sentía un gigoló con su amante, se notaba la diferencia de edad pese a que él dijese que no, pero lo que sí dejaba bien claro a la gente en ese lugar, era que él era mi hombre, los jóvenes lo veían con envidia y las mujeres me criticaban por lucirme con un macho menor que yo, nos tenían envidia, se sentía en sus miradas.

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De pronto sonó música romántica, más calmada y mi hijo me tomó la mano tal vez para regresar a la mesa, pero lo atraje hacia mí, juntamos aún más nuestros cuerpos, recargué mi cabeza en su hombro, nuestros pechos se juntaron y nuestros sexos de unieron sintiendo lo caliente que estábamos, su polla dura me rozaba en cada movimiento, llevaba mucho tiempo empalmado y eso no podía ser nada bueno, ya no podía disimular lo tenía enorme frotándome, nuestras respiraciones eran agitadas, sudaban nuestros cuerpos, nos juntábamos más, gozándonos sintiéndonos, acariciaba mi espalda, sentía sus manos tocándome suavemente en la cintura deslizándose a mi culo, noté toda su mano en mi nalga…eso me empezaba a gustar. Su atrevimiento me ponía súper cachonda, yo le acariciaba su nuca, parecíamos dos novios excitados disfrutando de nuestros cuerpos, él en cada paso empujaba más su pelvis contra mi cuerpo haciendo que mi coñito se humedezca de gozo, dirigí mi voz a su oído y le dije tiernamente…

-“Amor qué te pasa, te siento muy excitado”.

-“Perdón Pili pero no puedo evitarlo. Es algo superior a mis fuerzas…, esta cara dura va por su cuenta sin atender a mis súplicas ni a razones”.

-“¿Por qué crees que esta así amor? Le dije mirándole a los ojos, se veía preocupado y al mismo tiempo exasperado, se veía hermoso.

-“Está claro que es por ti. Estás tan guapa, tan atractiva…, te siento tan bien que no lo puedo evitar. No sé cómo impedirlo, pero quiero que sepas que me siento mal, tú eres mi madre…”.

-“No mi vida, esta noche y menos ahora no soy tu madre, soy Pili y es normal que un chico de tu edad se excite así al bailar tan pegados. No te preocupes amor mío recuerda que venimos a disfrutar sin prejuicios ni tabúes… tú y yo, un hombre y una mujer”. Le miré a los ojo con una mano en su mejilla de igual manera que cuando le daba un consejo de pequeño. “Si te hace sentir mejor te confieso que yo también estoy muy estimulada, hace mucho que estoy cachonda, o acaso ¡¿No te das cuenta de cómo me tienes, de cómo me has tenido excitada todo el día?! ¡Cielo, el coño de tu madre lleva mucha hambre atrasada!”

Me sonrió, nos miramos a los ojos y lentamente sin pensarlo nuestras bocas se unieron en su primer beso, un beso de pasión, de amor i****tuoso, ese amor que cruza la línea roja y ya no tiene machar atrás. Duró sólo unos segundos antes que mi hijo se retirara.

-“Perdón Pili no quise hacerlo”.

-“Amor, pero si ha sido maravilloso. Me ha sabido a poco, necesito más de ti”

-“No Pili no puede ser, tú eres mi madre y deben de haber unos límites para esto que hacemos…”.

-“No, no soy tu madre, sólo soy una mujer abandonada, caliente, deseosa y falta de sexo. Quién mejor que tú, para hacerme nuevamente mujer. No veo los límites que la sociedad anquilosada nos quiere imponer. ¡Te deseo y tú me deseas, qué más necesitamos mi amor! Debemos dejarnos llevar.”.

-“Pero mi padre, qué va a decir y en qué lugar lo dejamos…, qué dirá la gente”.

-“Nada que somos dos amantes gozando del momento. Y tu padre, él estará follando con alguna puta si logra ponérsela dura. ¡¿No te apetece ponerle los cuernos a tu padre, a ese hombre que te obligó a aprender cosas que no te gustaban, que tocaras el piano en público pese a no saber hacerlo bien poniéndote en ridículo…No te gustaría follarte a su esposa?!”.

-“Pero soy tu hijo…”.

-“Lo sé mi amor, crees que no me he dado cuenta de la envergadura de nuestra relación… pero te deseo tanto y sé que tú también me deseas. He visto cómo me miras desde que llegaste a casa hace unos meses, pude sentir como tocabas mis tetas en la playa, pude ver tu polla erecta por mí y el beso que me acabas de dar lo reafirma”.

-“Pili me tienes loco, pero… no puede ser eres mi madre y está mal que piense en ti de esta manera…”.

-“No solo piensas en mí, sino que te pajeas pensando en mí…, y eso quiero que se acabe. De ahora en adelante tienes en tu madre a una hembra para desahogarte, para aliviarte y para tu ganas de follar se desfoguen liberándote de todas esa testosterona que te atenaza”.

-“Mamá yo te deseo tanto que no me puedo reprimir mucho más…”.

-“Pues no lo hagas”, le pasé la mano por sus genitales mientras le susurraba. “Mi vida la tienes a reventar, y los huevos tan duros de tanta leche que llevan dentro que no es humano aguantarlo tanto sin soltarlo.”

-“¡¿Me está pidiendo que le pongamos los cuernos a papá, que te folle y te llene de leche?!”

-“Me vas a matar de calentura…, Tú ya no eres mi hijo Alberto, eres mi hombre y yo soy Pili tu amante, tu puta, para hacerte gozar, para follar como locos, ¡Porque nos deseamos tanto! Y al cuerno la moral”. Me colgué de su cuello dándole un beso de tornillo. “Quiero que me pidas, que me grites, que me exijas follar conmigo, quiero que lo desees tanto como yo, quiero ser tu zorra, quiero que esta locura pare aquí o que me saques de este lugar y que me lleves a nuestra cama a hacerme el amor”.

–“Pili, ves cómo estoy por ti, sientes mi verga dura por ti. Y sí, te deseo, quiero hacerte el amor, quiero follarte toda la noche, eres mía y siempre lo serás”.

-”Deseo que me pidas terminar con todo esto o que me pidas a gritos que follemos como locos, sé que nuestra vida cambiara con esto, pero será un cambio lleno de placer, seremos amantes cada vez que tú quieras”.

Nos volvimos a besar, pasaba mis manos por su espalda y él por la mía. Me miro a los ojos, me tomó con sus dos manos mis nalgas y me pegó a él. No importaba la gente, mi hijo me acariciaba el culo, frotaba su maza en mi coño, levantó su mano y tocó mi teta izquierda, pellizcó mi pezón erecto y sensible a más no poder, no dejábamos de besarnos metiendo la lengua por el paladar, los dientes, entrecruzándolas vertiginosamente en la más pura lujuria… y me dijo al oído.

-“Pili, necesito que ahora tú seas quien me pida que te folle”.

-“¡Sí Alberto…FÓLLAME!, hazme tuya, te necesito, necesito de un hombre y quiero que seas tú, quiero ser tu mujer sin condiciones, quiero que cuando te dé la gana me folles y dispongas de mi cuerpo a tu antojo… ¡Quiero fornicar contigo todo el tiempo como a****les salvajes!, por favor sácame de aquí y fóllame toda la noche amor mío”.

-“No he traído condones Pili”.

-“¿Acaso crees que los vas a necesitar con tu madre…? me puedes follar a pelo, necesito sentir tu polla al natural y que me llenes de leche hasta inundar mi vagina. La gran ventaja de la menopausia es que ya no me podrás preñar nunca por mucho esperma que eyacules en mi útero”.

Me besó y salimos de la pista de baile, llegamos a la mesa y me volvió a besar, dirigí mis manos a su mástil y por primera vez lo sentí en ellas, duro, gordo, no lo podía creer, ahí estaba yo con mi hijo, acariciándole su virilidad herencia de un hombre potente de magnífica compostura genital…, me sentía dichosa, realizada, estaba dispuesta a que me hiciera el amor ahí mismo. Como una zorra salida pedía a gritos, deseaba que me clavara su mástil sin compasión, que me llenara la boca de semen delante de todos. Mi hijo se giró para ver a la gente de alrededor, todos estaban en lo suyo, unos bailando, otros besándose, no éramos los únicos excitados, habían más parejas acariciándose con descaro igual que nosotros llenos de lujuria. Me volvió a besar pero ahora deslizó su mano a una de mis tetas, la tomó, la acarició, lo apretó riquísimamente, nuestras lenguas no dejaban de jugar en lucha comiéndonos la boca, yo no dejaba de masturbarlo por encima de la tela de su pantalón. De pronto tomó mi pezón me lo pellizcó, me lo jaló fuerte y me dijo…

-“Pili ya no aguanto más salgamos de aquí”, se paró y ahí tenía el falo de mi hijo duro como un tubo de acero frente a mi cara, tenía ganas de sacarlo y chuparlo, morderlo, pero ya habíamos llegado muy lejos y decidimos salir del lugar.

Caminábamos abrazados, enamorados, está sería nuestra noche, lo sabíamos y estábamos felices, subimos a un taxi le pedimos nos llevara a la urbanización de nuestro chalet, de inmediato me apoderé de su rabo inhiesto, lo seguía masturbando, no dejábamos de besarnos en todo el trayecto, él metió nuevamente su mano por debajo de la tela amasándome las tetas con fruición…, ahora él sabía que no me hacía la dormida, lo acariciaba despacio, suavemente, con amor. Entonces deslizó su mano hacia mi entrepierna, y por primera vez me acarició mi coño, lo hizo sobre las bragas que estaban bastante mojadas, no recuerdo en toda mi vida haberla tenido tan caladas, chorreaba jugos, y no lo pude evitar. Solté un gemido del placer que me provocó cuando sus dedos frotaban mi raja hasta subir al clítoris que despejó bajo su capuchón y lo masturbo rítmicamente. Después metió dos dedos en mi conducto sobándome el botón del placer con la palma de la mano, de esa manera me dio el tiempo de llegar a la puerta del chalet, y fue suficiente porque tuve mi primer orgasmo de la noche, ahí en el taxi y sólo porque mi hijo, el muy cabrón acarició a mamá donde más lo necesitaba. No dudo que el taxista se dio cuenta de lo que hicimos y seguramente quedó excitado al igual que nosotros. Al llegar nos encontramos con una pareja que había alquilado el adosado de al lado, me puse a charlar con la chica, una chica joven acompañado de un señor mayor que ella, me llamó mucho la atención, porque estaban en la misma situación que nosotros, yo una mujer madura con un joven y ella joven con un maduro, alto fornido, guapo, con canas en el cabello, ella muy fina, bonita, delgada, con un cuerpo muy apetecible, llevaba puesto un pantalón vaquero ajustado a su cuerpo haciéndole lucir su culo respingón, tenía una blusa blanca sin sostén, en la cual se le marcaban unas tetas redondas no muy grandes pero se le notaban firmes, tal vez operadas… más bien ella parecía la pareja de mi hijo y yo la del señor…

-“Hola me llamo Jaque qué tal se lo están pasando”.

-“Muy bien, yo soy Pili, y ustedes qué tal”.

-“Regresamos de cenar”.

-“Nosotros venimos de bailar tras una cena tranquila…”.

-“Qué bien, lástima que a Jorge no le gusta bailar… y mañana noche regresamos a casa, pero a mí me encanta bailar”.

-“Nos lo pasamos muy bien, ese lugar es muy agradable, pero no todo se puede hacer allí…”.

-“Ya lo creo, se nota que regresaron a seguir la fiesta”. Me dijo sonriendo.

-“Claro la noche es joven y tenemos varios días más para no parar de divertirse”.

-“Veo que vienes muy bien acompañada”. Girándose a ver a mi hijo.

-“Tú no te puedes quejar, tu novio es muy guapo y apuesto…”.

-“Gracias, él es muy serio pero en la cama es todo pasión”.

-“Eso es lo que cuenta, que te hagan sentir bien… que te hagan sentir mujer”.

-“Creo que las dos lo pasaremos muy bien esta noche”.

-“Eso espero, es la primera noche que pasaré con Alberto”.

-“Pues suerte amiga, espero verte mañana en la piscina para seguir charlando”.

-“Claro ahí estaremos”.

Llegó su hombre que había aparcado el coche en el garaje, me sonrió, y se fueron hacia su puerta principal. Llegó mi hijo y los seguimos hacia la nuestras, pude ver el culo de Jaque, redondo y respingón, esa chica hacía girar la mirada a cualquiera para verla, no fui la única en seguir el rico movimiento de su culo, mi hijo también fijó su vista en sus nalgas. Nos dijimos el último adiós antes de entrar… mi hijo me envolvió en sus brazos, quedando pegado mi culo en su todavía erecta verga, yo no perdía detalle de los tetas de Jaque, ahora adornados con dos pezones saltaditos, nos despedimos de ellos y nos dirigimos a nuestra habitación, esa chica me había dejado más caliente y seguramente a mi hijo también….

…Cuando llegué a la altura de donde estaba mi madre y la vecina, las dos chicas hablaban amistosamente…, la tal Jaque era para morirse del gusto de lo buena que estaba, pero yo tenía a mi madre con mucho más fondo. Una vez que nos despedimos en el puerta, mamá y yo seguimos besándonos apasionadamente, sus manos me acariciaban completamente, desabrochó mi camisa nada más entrar en el chalet, beso mi cuello, mi pecho, yo siempre había querido estar con una mujer mayor y nunca lo conseguí por timidez, pero con mi madre algo me detenía, algo hacía que ella llevara las riendas del encuentro. Deja de besarme, se para al lado de la cama y lentamente desabrocha su blusa. Mi erección en ese momento era notable. Se quita la blusa quedando solo con un sujetador negro que ocultaban unas tremendas tetas. Luego la falda sin dejar de mirarme. Una braguita negra con encajes, me vuelve a besar y mientras lo hace, me saca la camisa, los zapatos y luego los pantalones. Mi bóxer apenas ocultaba la tremenda erección. Yo tendido de espaldas, ella montándose lentamente sobre mí, besando mis piernas, mi ombligo, acariciando mi verga con sus delgadas manos, acariciando su cara contra mi dureza, suavemente mordiendo mi falo sobre la tela me hacía estremecer. Lentamente me los fue sacando, encontrándose con mi verga a 100% erecta, rígida y muy dura.

-“Mmmm que rico, estás exquisito cariño”

-“Tú también”

-“Que grande la tienes, ¡Déjame besártela y saborearte!”

Y diciendo esto, lentamente se fue tragando toda mi verga. La chupaba muy suave para mi gusto, sin embargo la situación de estar con mi madre como si fuera una completa desconocida, era increíble. Mientras me la chupaba, le desabroche el sujetador, la levanté y la besé, empecé a besar su cuello, sus tetas henchidas de carne voluptuosa suave y tierna, con unos pezones muy grandes empitonados… los mamaba fuertemente.

-“Me encanta que me besen las tetas y me mamen de los pezones…”

-“¿Te gusta cómo te lo hace tu hijo…?”

-“¡Mmmm me encanta!, es lo que más me gusta…sigue así… ¡más fuerte!”

-“¡Mmmm que ricos están tus tetas”.

-“¡Son solo tuyas… chúpamelas!”

Me excitaba mucho besar sus tetas y a ella la volvía loca. La acomodé entre mis piernas. Ella tomo mi verga y corriendo un poco su tanga la dejo en la dirección correcta. Lentamente se la fui introduciendo, al principio me costó, estaba muy estrecha aunque estaba muy mojada. La verdad incluso me dolía un poco pero estaba muy rica. Notaba en su cara algo de dolor, así que no fui muy brusco. Poco a poco sus movimientos se fueron acelerando y su coño se empezó a expandir. Mis manos la agarraban de la cintura ayudándola a moverse a mi ritmo. A diferencia de mi novia, mamá era mucho más experimentada y se movía a mi antojo, no debía de pesar más de 55 kilos. Me daba el lujo de levantarla con cada embestida que le daba. Su cara me demostraba que estaba ahondando mucho. Mientras se la metía, acerqué mi boca a sus tetas y empecé a chuparlos fuertemente. Era obvio que eso era lo que más le ponía. Le agarré fuertemente sus nalgas y aceleré mi ritmo sin dejar de besar sus pezones succionándolos y mamando de ellos como un bebé grande. Su respiración estaba al máximo… gemía de placer… su orgasmo se acercaba. Me apretó fuertemente y gritando de placer terminó por correrse, al notar su fluido expeler la extraje y saltó un buen chorro de líquido tibio que me empapó toda la polla y huevos….

Mi polla a duras penas cabía en su mano y comenzó a acariciarlo con las dos manos. Subía y bajaba a ritmo de desesperación, yo empezaba a sentir cosquillas y calambres que me recorrían el cuerpo y me llegaban hasta la cabeza de mi soldado valiente y volvían a bajar. Veía a mi madre agachada con el movimiento de la masturbación haciendo bambolear sus grandes ubres blancas de magnos pezones en forma de cachito de luna todos inhiestos por la excitación que tenía moverse. Al fondo pude divisar su rajita pelona abultada con grandes labios rosados. A los pocos minutos le avisé a mamá que ya me venía y la reacción de ella fue introducir mi glande en su boca, pero dado su enorme tamaño apenas pudo meter una parte. La explosión fue como destapar una manguera. Trató de tragar todo el semen que pudo, pero el río era tanto que le corría mi leche por su cara, pelo, tetas. Le cubrí con mi lefa su cuerpo desnudo.

Era tal el grado de fiebre de mi madre que tomó mi mano y me arrastró hacia el centro de la cama. Me pedía a gritos que la hiciera suya, que le metiera el monstruo que tenía entre mis piernas en su vagina y que la despedazara porque ya no soportaba ni un segundo más de no tener mi verga… una polla caliente de verdad a su alcance. Ella se acostó y abrió las piernas al máximo para que la penetrara a placer. Yo, ante la visión de su hermosa vagina pretendí hincarme y chupársela, pero ella no me lo permitió, me dijo que no perdiera tiempo, que me requería dentro de su coño…. Yo cogí mi recio cipote y apunté con cuidado a su vulva y le introduje de un solo golpe una parte de mi glande. Mi madre soltó un grito ensordecedor de gozo…

-“Vamos cariño rájame entera”

Era tal el grado de fiebre de mi madre que tomó mi mano y me arrastró hacia el centro de la cama. Me pedía a gritos que la hiciera suya, que le metiera el monstruo que tenía entre mis piernas en su vagina y que la despedazara porque ya no soportaba ni un segundo más de no tener mi verga… una polla caliente de verdad a su alcance. Ella se acostó y abrió las piernas al máximo para que la penetrara a placer. Yo, ante la visión de su hermosa vagina pretendí hincarme y chupársela, pero ella no me lo permitió, me dijo que no perdiera tiempo, que me requería dentro de su coño…. Yo cogí mi recio cipote y apunté con cuidado a su vulva y le introduje de un solo golpe una parte de mi glande. Mi madre soltó un grito ensordecedor de gozo…

-“Vamos cariño rájame entera”

Yo, emocionado por sus gritos, hice mi cadera hacia atrás y de un certero golpe le metí unos más de la mitad dentro de su vulva. Nuevamente gritos desgarradores salieron de su boca. Yo me paré un poco dado que su túnel era tan estrecho para mi rabo me estaba empezando a doler. Dejé que se acostumbrara a su grosor y longitud, tras unos segundos la saqué hacia atrás. Esta vez, ya repuesto, cogí más impulso y la hundí otros centímetros más, aun así, no la tenía toda embutida en su estuche. Ella, enloquecida, gritaba y se revolcaba. Cruzó sus piernas sobre mi cintura y ella misma hacía movimientos coitales hundiéndose cada vez más y más mi tranca, hasta que ya no pude entrar dado que topé con una especie de pared. Pero yo en mi euforia viendo la gran cantidad de polla que ese coño era capaz de tragar, retomé el impulso con furia, notando como mi verga se deslizaba por un túnel estrecho e ingresaba en otra cavidad. Mi madre lloró, grito y bufó diciendo…

-“Hijo me has partido en dos… ahora está en lo más íntimo de mi ser donde solo has estado tú, al nacer y ahora…”.

Se retorcía como una serpiente y lloraba a lágrima viva, de dolor placentero… no dejaba de decirme que le metiera más verga… -¡Fóllame Hijo de puta, me vas a matar de gusto!”, pedía que la partiera toda, que ella era mía y que la matara a pollazos. Yo viendo el daño que le causaba cesé mis acometidas y esperé que ella se rehiciera. Cuando ya la vi más tranquila le pregunté si estaba bien y entre jadeos. -“Sigue sin miedo cariño, puedes metérmela hasta los huevos, mi coño puede con toda, aunque la sienta en el mismo estómago”.

Empecé a moverme a un ritmo moderado en el mete y saca pero siempre metiendo a profundidad. Ella solo levantaba su culo, y mordía mi hombro mientras sus manos se agarraban a mi espalda como a una tabla de salvamente…. Mi miembro es tan grueso que se veía cómo sus labios vaginales se abrían ante el intruso y cómo mi miembro se enterraba en sus profundidades. Jugaba pretendiendo meter más y más con metidas largas lentamente, combinadas con otras más cortas y rápidas, y entonces al cabo de cinco minutos logré meter hasta la raíz, los gritos de mamá eran ensordecedores.

-“No me la metas tanto, ¡Sácala un poco cabrón…! ¡¿Es que me quieres matar a pollazos?!”.

Entretanto, mamá se corría una y otra vez, sus piernas ya no la sostenían, tenía que sostenerlas con mis manos. Me hallaba encima de ella al estilo misionero, con sus brazos abrazándome la espalda y sus piernas sujetándome sobre mis muslos…, yo le rodeaba su cabeza con mis brazos hincados de codos sobre el colchón, nuestras bocas a pocos centímetros inhalando el aliento del otro, jadeando de gozo y besándose. De repente, veo que los ojos de mamá se entornan y se ponen blancos, echa su cabeza hacia atrás y luego la deja caer de lado. Solo oí un resoplido y cayó inconsciente del orgasmo tan tremendo que tuvo, lo que se llama la “dulce muerte”.

Sus piernas se aflojaron, pero yo aún sentía su coño caliente que abrazaba mi maza, noté la presión y le extraje la polla a modo de tapón expeliendo un chorro tibio de flujo regándome… acabé mojando hasta mi estómago. Me estuve quieto e intranquilo besándola dulcemente hasta que volvió en sí. Tenía una cara de felicidad increíble y me pidió que siguiéramos para lograr correrme dentro en su raja. Esta vez hice las cosas más pausadamente. Ella asió mi cipote y se lo enfiló a su coño, entró fácil pero lo hacía en salidas largas y en entradas profundas hasta que sentí que nuevamente mamá se desvanecía de gozo. Solo habían pasado cinco minutos de la última corrida y volvió a correrse… no paré, sentía la testosterona circular por mi cuerpo a torrentes. Noté electrizar mi cuerpo, un subidón que me conmocionaba todo el cuerpo y de pronto un gran chorro de leche salió a presión sobre el fondo uterino de mi madre…, mi madre al notarlo me atrajo a sus labios besándome con lujuria desproporcionada, y así comiéndonos la boca se concatenaron otros dos y hasta tres lechazos más que me aflojaban las piernas de deleite punzándome la cabeza con los fuertes latidos de mi corazón bombeando a todo tren a más de 150 ppm Me sentí en la gloria besando la humedad de su boca y lengua al tiempo que eyaculaba en la misma matriz de mi progenitora, recibiéndome abierta y consentidora… totalmente complaciente de ser llenada de la semilla de su hijo más querido. Los siguientes aldabonazos fueron remitiendo cada vez más débiles atorándole toda la cérvix a la señora. Me quedé rendido y exhausto instalado en su vagina profunda tras la batalla.

Al rato, recobramos la conciencia paulatinamente, mi polla seguía metida en su vagina y totalmente endurecida. Tras dos eyaculaciones y más de media hora, yo mantenía la rigidez plena… era tal la dureza que mi madre asombrada me dijo que la sacara, nunca había sentido así de dura la polla de un hombre y deseaba medirla para saber cuánto podría darle su hijo de nabo. Ella midió con una cinta de Ikea del cajón y divisó unos 24 cm, algunos más de lo que había especulado y un diámetro de 155 cm de perímetro en la base del tronco.

-“¡Es un verdadero badajo de caballo!” Espetó mamá que quedó enloquecida, la besaba y la mamaba… -“Este cipote es solo mío, yo lo he parido para que vuelva una y otra vez a donde nació. No te quiero compartir con nadie”.

Me hizo jurarle que yo sería su amante por siempre y que solo con el consentimiento de ella me traería a alguna amiga para follármela. A cambio le pedí que ella sería solamente mía y de nadie más y que no toleraría jamás compartirla con ningún hombre, que si lo hacía tuviera por seguro que ese tipo lo pasaría realmente mal y ella no se olvidaría de ello. Mi madre comprendió que no era una broma, sino que hablaba en serio y juró que eso nunca se daría.

-“Mi amor, a partir de ahora somos amantes en todo el sentido de la palabra”.

Continuamos jugando a todo tipo de juegos sexuales, estuvimos de acuerdo en jugar casi sin reglas de ninguna especie. Ella me adora, me idolatra y por mí está dispuesta a lo que sea que yo desee. Mi polla la tiene enloquecida, cada mañana se me pega como un cachorro a beber su leche directo de mi glande. Una vez se trajo la taza del café y en vez de ponerle leche corriente usó mi lefa… la cantidad fue sustancial y no tuvo el menor recato de beberse su cafecito enloquecida de placer de saber que la leche de su hijo le estaba llegando el estómago. Los siguientes días continuamos follando solo con sexo oral y vaginal, la etapa anal está en proceso, dado que en los adosados la mayoría son vecinos conocidos y mi madre es muy ruidosa en sus expresiones, decidimos aparcar tal práctica para cuando estuviéramos en la casa en el campo retirada de toda comunicación donde ella pueda desahogar sin miedo su lujuria y gritar lo que se le antoje. La situación se había puesto tan tensa que los vecinos… nos miraban como si fuéramos delincuentes. Eso nos impulsó a ser más comedidos y ahogar los gritos en la almohada. Nada más entrar al chalet después de una larga sesión de masajes con barro en el spa, despojé a mi madre de su ropa y la puse a cuatro patas sobre la cama y yo en el suelo. No tardé un segundo en enfilar mi polla y atravesarla abriéndole el coño en dos partes, veía mi troco incrustarse a través dela gran raja que forman sus nalgas y en cuatro clavas, mis pelotas están golpeando su vulva…

-“Me gustas amor ¡Que rica la tienes…!”

-“La sientes como entra Pili…”

-“¡Mmmm me encanta…! ¡Me tienes muy caliente!

-“Mira en el espejo, ¿Ves cómo te la meto?”

-¡Uy madre mía que cipote me estás metiendo! ¡Sí me encanta verte como me follas! Parecemos dos actores haciendo una peli porno… ¡¡Mmmm quiero ver tu cara mientras te corres dentro de mamá!! ¡Quiero ver esa cara de placer eyaculando leche en mi útero!”.

-¡Mmm! ¡No me digas eso, me vas a correr demasiado rápido!

-“Vamos nene no te preocupes, tu puedes follarme varias veces en un solo día ¡Venga Dámelo! ¡Dáselo todo a mami! Te quiero dejar secos esos cojones tan hermosos que tienes fabricando leche para mí”

-“Mmmm ¡Voy a correrme! .mmmmmm ¡Mira cómo me estás corriendo de nuevo! ¡¿La sientes?!”.

-“Oh sí, que rápido esta vez… esa masajista es muy buena haciendo su trabajo por lo que veo…”.

Le hundí la polla a fondo y con los ojos como platos mi madre me miraba percibiendo cada uno de mis aldabonazos de tiros blancos sobre su útero…, me iba deslechando desovando toda mi lefa espesa en lo más profundo de su intimidad. Cuando la extraje, ella se dio vuelta y montado sobre ella, empecé a lamer los pezones… eso realmente la volvía loca. Baje entre sus piernas, ella me decía que no, pero no le hice caso y corriendo su tanga a un lado comencé a chuparle el coño.

-“No por favor no lo hagas”

-“¡¿Mmm dime que no te gusta?!”

-“¡Aaahhh! Nunca me lo habían hecho así… nunca me lo habían chupado como tú lo haces con todo el coño recién follado repleto de leche”.

-“¡Mira en el espejo como te lo chupo!

-“Te veo y me estimula mucho verte… ¡Déjame ver como entra tu lengua en mi coño!”

-“¡Mira como lo hago mamá! ¡¿Dime si te gusta cómo te come el coño tu hijo pequeño?!”

-“Sí sigue… sigue. ¡Mmmm como me tienes Alberto… estoy toda mojada y aun me calientas como a una perra”.

-“¡Mmmmm! Siente como te como el clítoris, como te chupo tu conejo… Sabe delicioso ¡No me canso de comérmelo de lo bueno que está!”

-“Me pone cachonda solo escucharte hablar… tu padre nunca lo hace, nunca lo hizo como tú… él no me hace sentir como tú… ¡Uumm! ¡Cómo me haces gozar…!

-“Quiero que te corras otra vez… comiéndote el coño”. Me arrecié en sus labios, en su conducto metiendo mi lengua y lengüeteando su clítoris.

-“No me digas más que me vuelves loca”

-“Vamos mamá ¡Dámelo en la boca…! Quiero saborearte entera… quiero que acabes corriéndote para mí”

-“Si continuas un poco más ¡Mmmm, lo vas a lograr!”

-“¡¡¡ Eso quiero!!!! Smmmlllll…. ¡Dámelo en la boca…!” Le hacía sentir mi lengua dentro de su conejo.

-¡MMMMMMM! ¡¡Más rápido!! ¡¡Mas!! ¡¿Más?! ¡¡Asíii!! ¡Me corro otra vez!”

Nunca una mujer había acabado en mi boca tantas veces, era una sensación extraña aguantando las ganas de correrme tras quince minutos comiéndole el sabroso coño a mamá. Me puse a su altura y le di mi polla empalmada que no dudó en mamarme el glande y pajar el resto del tronco con la pelotas agarradas con la otra mano, y en nada terminé corriéndome bañándola entera de lo que restaba de mi lefa licuada. Ella con la boca cerrada gemía de placer. Luego recogiendo un poco con sus dedos, lo llevo a su boca y probó mi semen.

Ciertamente aquellas vacaciones improvisadas se acabarían, pero mientras tanto, nuestras relaciones sexuales se mantuvieron con ciertos límites pero llegando a extremos increíbles. Lo hacíamos por lo menos unas cuatro veces al día. Sin nadie en casa, solíamos ir ligeros de ropa o directamente andamos desnudos, apenas la encuentro, la alzo y le meto mi cipote entre sus piernas. Es tan grande que aun así sale un pedazo más allá de donde terminan sus hermosas nalgas, ella echa la mano para atrás entre sus nalgas y me acaricia el glande con dos dedos, mis pezones los estira con boca o con los dedos los pellizca… en plena cópula me agarra de los huevos y nos los suelta hasta que acabo llenándola de lefa…. Eso me llena de pasión e inmediatamente la tiro sobre el sofá, le abro las piernas a lo salvaje y la hundo sin misericordia en los cojines. Ella ya se ha acostumbrado a este jueguito y ya no le m*****a tanto como al principio que la folle a lo salvaje.

Siempre que hago eso siento que mi rabo se me parte en dos. Ella llora y grita de placer, el solo hecho de tenérsela metida es suficiente para correrse regándome una y otra vez, pues tiene la capacidad de ser multi orgásmica. Tras un buen baño con agua tibia nos recuperamos un poco y aún en esa condición ella me pide que le dé mi leche en su boca cuando está con la más exultante fiebre sexual, mi madre es peor que una ninfomaníaca. Como pudo se metió una parte de mi tronco en su boca y lo mamaba como loca. Yo veía su boca toda distendida blanqueando sus comisuras de lo estiradas que estaban, pensaba que no debía de ser muy agradable sentir la boca tan ensanchada como ella la tenía, pero en su calentura por obtener mi leche eso no le importaba. Mamó y mamó como desesperada por espacio de más de 20 minutos para lograr darle mi leche. Cuando se la di, le tiré un chorro de lefa gigantesco por su boca, su cara, sus pechos y ella bebía y bebía como loca. Quería que la volviera a rajar su vagina, pero cuando intenté metérsela estaba tan resentida que tuvo que llegar a la conclusión que no era posible y que debía descansar. Nos fuimos directamente a cenar y a acostamos abrazados como dos amantes apasionados.

Dormimos como benditos…, nada más despuntar el sol que entraba por la ventana me despertó, apenas nos quedaban dos días de vacaciones, e iba a ser todo inolvidable.

-“Es muy agradable pasar el día con alguien dulce, tierna e inteligente, y es perfecto si además es bonita”.

-“¡¡¡Guau!!! ¿Y cuándo vas a ir al oculista? Gracias de todos modos, siempre es agradable oír esa clase de piropos aunque no sean ciertos”

-“Me conoces lo suficiente para saber que no te mentiría, en todo caso cualquier calificativo que use no alcanzaría para describirte…. bonita, preciosa, divina, bella, hermosa, espectacular, en realidad ninguna ni siquiera todas juntas alcanzar para describirte”

-“¿Qué me dices…?”

-“Lo que siempre desee y soñé pero que jamás me atreví a decirte mamá”. Aproveché su quedo, tomé muy suavemente su cintura entre mis manos y dije… -“Estoy loco por ti. Te adoro como persona, amo cada milímetro de tu cuerpo. No puedo pasar un segundo de mi vida sin pensar en ti, no puedo estar con otra chica porque siempre surge la comparación y todas pierden contigo. Eres lo mejor que me ha pasa en la vida y te amo como jamás amé a otra mujer”.

Ella quedó inmóvil en mis brazos como asimilando lo que acababa de decirle a esas horas de la mañana recién despertar de un largo y reparador sueño, entonces la acerqué a mí y fui en busca de su boca besando sus labios por unos 15 segundos, separé mi boca de la suya, la miré y dijo…

-“Es una locura… soy tu madre y me haces sentir como una novia en con su primer hombre… creo que he superado el nivel de mejor amiga…jamás imaginé algo así, pero ahora que ha sucedido quiero envolverme en esa locura porque yo también siento por ti que eres algo demasiado especial… ¡Bésame mi vida!”

La tomé fuertemente por la cintura, ella llevó sus manos a mi cuello y nos besamos envueltos en un deseo irrefrenable. A medida que el beso se fue prolongando todo fue convirtiéndose en vorágine, la sujetaba por sus nalgas, ella movía su cuerpo contra el mío, haciendo que mi polla se endureciese cada vez más, cada segundo que pasaba la pasión y el deseo se hacía más ardiente e incontrolable. El beso se prolongó… no sé tal vez durante una eternidad, luego dijo con voz entrecortada en la respiración…

-“Mi amor… me siento tan distinta en tus brazos… quisiera que este instante fuese eterno… no puedo creer que esté así contigo… te deseo… quiero sentirme nuevamente mujer en tus brazos…quiero ser tuya aunque solo sea una sola vez más”.

Volvimos a besarnos con violenta pasión, y en medio de ese acalorado encuentro matinal sin dejar de besarnos, de acariciarnos nos revolcamos sobre la cama, hasta quedar con ella sobre mí. Sus manos hacía rato habían moldeaban mi anatomía como un ciego queriendo ver sin mirar, mientras continuaba su boca besaba mi cuello, su lengua comenzó a recorrer mi pecho, a lamer mis tetillas, a besarla provocando en mí una excitación inigualable. Ella incorporó su tórax quedando sentada con parte de mi cuerpo en medio y con su culo apoyada sobre mi miembro viril erecto por demás…, mis manos acariciaban su tórax amasando sus flamantes tetazas cuyos pezones se manifestaban erguidos y hermosos…ella jugueteaba con su caballera en medio de gemidos…, sus tetas son maravillosas, más duras de lo que pude imaginar, redondas, con sus pezones erguidos rodeado de dos enormes aureolas rosadas que casi cubre todo su globo. La llevé hacia mí, ahora ella quedó sobre la cama y mi boca deseosa fue en busca de sus tetas, las lamí, las besé, las succione con mi boca ansiosa, mis manos gozaron acariciándolos mientras ella gemía y daba gritos de placer. Varios minutos pasamos así, hasta incorporarnos y ver sus nalgas apenas descubiertas…, habíamos dormidos juntos y desnudos por primera vez, eso me hizo comprender que tenía delante mí a una mujer esplendorosa y que era más perfecta de lo que mi mente jamás imaginó a una mujer. La tomé en mis brazos por la cintura y dije…

-“Sabes que… eres más bonita de lo que siempre te imaginé”.

Mientras volvíamos a besarnos pegando nuestros cuerpos anhelante del otro. Cuando sintió mi erecto trabuco contra su cuerpo, un profundo gemido ahogado por mi beso se apoderó de ella, se colocó a horcajadas hasta ubicar mi estoque en las puertas de su vagina. Ella se movía para poder sentirlo más en posición, entonces dijo…

-“Mi amor quiero tenerlo dentro mí por siempre, no aguanto más, quiero que me tengas como nadie jamás lo hizo y quiero volver a sentirme penetrada por un macho como tú… ¡Te deseo como una loba en celo… no me hagas sufrir más!”

Caímos en la cama pero no cumplí inmediatamente su deseo, quise seguir disfrutándola, sentirla vibrar bajo mi cuerpo, que mis manos y mi boca continuasen disfrutando su cuerpo, su piel aterciopelada y juguetear con mi verga en las puertas de su depilada vagina entonces su voz dijo…

-“Mi amor no puedo más vas a hacer que me corra sin tenerte dentro…”

Llevé mi mano sobre su coño… -“¡Hazlo mi amor!”, mi mano jugueteo friccionándola, ella me tomó en sus brazos, buscó mi boca con desesperación y su cuerpo comenzó a sacudirse en un interminable orgasmo y mi mano sobre su vagina sentía las contracciones de ese sublime instante. Siguieron los besos las caricias y tras unos instantes comencé a penetrarla lentamente pero de manera continua fui ingresando en ella hasta entregárselo por completo, y comencé a deslizarlo muy lentamente dentro de su vagina sin dejar de moverme me recosté sobre ella y busque su boca volviendo a saborear el placer del sabor de sus labios. Nos besamos con desesperación y ella luego dijo…

-“No te lo podrás creer mi vida… nadie Jamás me hizo sentir algo igual, eres maravilloso mi vida”.

Ambos comenzamos a movernos haciendo sentir que ese instante fuera el más inolvidable de nuestras vidas, mi polla endurecida la percibía deslizándose vigorosamente dentro de su vagina abriendo sus carnes, sus paredes me envolvía en su húmeda calidez…. No sé cuánto tiempo permanecimos así percibiendo cada terminación nerviosa excitarse a su paso, varias veces nos contuvimos para prolongar ese encuentro sincronizado de corrernos a la vez, hasta que no pudimos más. Notaba sus caricias, sus manos cálidas tocar cada centímetro de mi piel a su alcance me excitaba poniéndome la carne de gallina, todo ello combinado con el aroma dulce a hembra en celo que desprendía cada poro de su piel. De vez en cuando la atravesaba con un fuerte envión de todo mi cipote hasta sus entrañas, ella se arqueaba apretando su dedos sobre mi piel, hincándome sus uñas a la par que me atenazaba con sus piernas sobre mis muslos como una tarántula devorando a su víctima. Elevaba su cintura en busca de mayor profundidad y del golpeteo de mis pelotas en su vulva y perineo. Me enervaba sentir mis huevos estrellarse en su entrepierna una y otra vez, eso agitaba más el contenido haciéndolo hervir para producir una explosión de semen semejante a un geiser.

Me besaba, me comía la boca y luego con nuestras caras pegadas su boca se fijaba a mi oreja lamiéndola y mordisqueándome el lóbulo oyendo sus jadeos soltando el aire a cada incursión del invasor que la perforaba sin pausa. Le extraía el falo y se lo volvía a enterrar notando cada pliegue de sus paredes vaginales, notando como se dividían sus carnes al introducir el estoque endurecido con el glande tan inflamado que me daban escalofríos de placer al roce de su vagina con mi sensible ariete. Las sensaciones era increíbles, nada que ver con la follada salvaje de otros días, en esos momentos hacíamos el amor, lástima que no fuera fértil aún porque en esos instantes solo me faltaba saber que la preñaría, para ser el hombre más feliz del planeta. Aguanté hasta que mi madre estuvo a punto y yo arrecié las embestidas hasta lograr la sincronización de nuestros orgasmos…, nuestros cuerpos explotaron al mismo tiempo, su cuerpo volvió a sacudirse de manera interminable, nos abrazamos y nos besamos con desesperación, su cuerpo se agitaba bajo el mío, mientras mi falo hinchado y duro como pocas veces le entregaba a sus entrañas la calidez de ese semen tan deseado. La leche se desencadenaba en largos y espesos chorros de esperma que llenaban una vez más el útero de mi madre… sumisa, entregada y caliente sin pudor alguno gemía al notar como depositaba cada chorretón de lefa filial, mientras ella se contorneaba débilmente masajeando mi maza con sus músculos vaginales apretando y soltando. Pasó un largo tiempo hasta que llegó la quietud…, en breve ambos volvimos a buscarnos con caricias, con besos, no podíamos contenernos…. Mi madre es espectacular en la cama, más la tenía y más la deseaba, y así llegamos a otro coito antes de desayunar, donde me apoderé de todo su cuerpo desde el instante en que ella me entregó su culo para follarla desde atrás. Pasamos la mañana en la playa y después de almorzar, ella volvió a provocarme y a gozarme saboreando el semen que entregue a su boca.

-“Cariño, ahora quiero que seas el único semental que ocupe la cama conyugal, y duermas conmigo cuando tu padre no esté, para mi será algo muy especial. Eres quien merece estar, nadie mejor que el hombre que ha venido a suplir muchas de las falencias en mi vida”.

Volvimos a casa y continuamos con nuestra rutina intercalando nuestros escarceos i****tuosos, tres o cuatro veces a la semana, más cuando estábamos solos sin mi “padre”. Este era otro tema a tratar, mi verdadero progenitor no era su marido, sino un tal Ramón, solo había que comparar los genitales que había heredado, la forma física tan distinta a la de mi hermano Emiliano y a mi “padre”. Esta confesión de mamá provino de la forma tan dispar a como trataba yo a su esposo después de volver del chalet… no se pudo resistir ante mi manifiesta poca mano izquierda, de esta forma ella creyó conveniente, que no siendo mi padre biológico me sería más fácil ponerlo los cuernos. En cierto modo sí, pero mamá no era la única mujer que yo necesitaba para el resto de vida. A los dos meses de volver del chalet me contrataron en un puesto que encajaba con mi perfil a la perfección…, fui ahorrando dinero me emancipé definidamente en un piso de mi absoluta propiedad. Durante tres años no descuidé las necesidades sexuales de mamá, combinadas con la de mi novia y después esposa…me casé. Todo cambió entre mi madre y yo en el aspecto íntimo a la muerte de mi “padre”, quedándose viuda a los 60. Su vida volvió a dar un nuevo giro teniéndome a mí lejos, o al menos no tan accesible a un polvo semanal y sin su marido, que si bien no la penetraba con su polla por impotencia, si lo hacía con el badajo de goma llamado Alex… no era sexo completo pero algo era. No tardaría mucho tiempo en buscar una alternativa al mazo de goma negra.

Un negro en mi vida.

Con 66 años, viuda desde hacía más de cinco años y con mi Alberto sin entrar en mí por razones obvias… casado y lejos de casa, tomé una determinación categórica. Si una cosa me había enseñado la vida era que “La edad no importa para lograr tus objetivos”, por tanto no existe la edad para saber que es un orgasmo con un negro, porque dicen que… “Una mujer no está completa hasta que un negro te la meta”, y yo quería saber qué se siente al tener uno dentro de tu cuerpo. Viuda de mi amado pero zafio e impotente Eduardo desde hace la friolera de doce años y a punto de la jubilación, me propuse llevar a cabo esa idea que me rondaba la cabeza desde hacía meses… No quería irme a la tumba sin cumplir dos de mis sueños más deseados… Uno era fumarme un porro, y el otro acostarme con un negro. Pido disculpas si alguna persona de edad se siente avergonzada con mi lenguaje, pero soy una mujer directa que ha aprendido a luchar por lo que desea. Del mismo modo pido disculpas a todos aquellas personas de color que se pudieran sentir ofendidas pero no es mi intención faltarles, todo lo contrario, alabar las dotaciones que la naturaleza les ha otorgado en su anatomía. Descubrí que acariciarme a mí misma en mi clítoris no me llevaba al goce de antaño, aunque lo combinase con el gran falo negro que me regaló mi esposo, el llamado Alex, esos orgasmos clitorianos no era ya suficiente. Desde que me abandonó casi totalmente mi hijo, a partir de ahí fue un no parar, casi podría decirse que era una yegua jovenzuela en busca de semental para que me cubriera y eso que estoy seca por dentro desde hace muchos años, lo que no significa que por el hecho de que haya nieve en lo alto del horno, no haya brasas en el interior y vaya si las había.

Gracias a los conocimientos de internet que mi chico me enseñó, me puse a buscar a ese morenazo que me quietase las telarañas del chocho, lo he hecho a través de una página de acompañantes… Las TIC’s me ha abrió mundo desconocido, ya no solo para conocer mi cuerpo sino también para estar al cabo de la calle de lo que pasa en el mundo y ampliar el círculo de personas conocidas. Una vez decidí llevar a cabo mi plan, busqué en muchas páginas de Internet de contactos sin saber si lo que encontraría sería lo que deseaba o no, como una ya es “abuela” y con el colmillo revenido, antes me di de alta en foros para saber cómo debía buscar y hallar lo que necesitaba, no fue complicado pero si laborioso, seleccionar un “semental” negro que me diera placer al principio fue una locura, de haber hecho caso a todo lo que decía en las fotos o anuncios hubiera sido de locas y al final me di de alta en un portal de citas de pago y busqué entre todos los candidatos. Sobre una lista de cerca de cien seleccioné sólo a tres y rápidamente les envié un pequeño correo a modo de formulario, no era complicado…, les preguntaba si querrían fumarse un porro conmigo y si luego me querrían follar (a pelo preferiblemente, esto no siempre los atrae), como soy muy honrada les dije mi edad, les mandé una foto y les pregunté sus tarifas…esperé a sus respuestas ansiosa. Casi al borde de un colapso porque no sabía si responderían me preparé, reconozco que quería ser sincera, en mi foto podían ver a una mujer de 1.65, es decir alta para mi generación, de 58 kilos es decir que muy bien porque me cuido, no como a otras que le cuelgan las pieles de los brazos y sus muslos, yo lo luzco tersos y firmes aún. Mis tetas son grandes y hermosas, caídas pero tersas en la medida que se lo permite el peso de la gravedad… no las tengo hecho un estropicio y no lucen demasiado mal. A primera vista, debía depilarme integra por primera vez en mi vida para esa ocasión, cosa que pensaba hacer porque había leído que se sentía más, a todo ello lo acompañaba con unos ojos color miel y un cabello teñido de castaño porque una es madura pero no quita que sea muy coqueta.

A los tres días recibí la primera de las respuestas y dos días más tarde la otras dos, una de ellas la desestimé o mejor dicho, me desestimaron a mí por ser demasiado mayor para ese formidable macho que había seleccionado, pero tampoco me importó porque de las dos que si me respondieron las dos me satisfacían, me propuse decidirme por cuál de los dos y tras pensarlo creo que no más de medio minuto opté por el más “Grande” de los dos pensando que sería una garantía de un mejor sexo, quizás equivocada pero mi Eduardo me dejó el bolsillo… el dinero no era un problema en mi vida, mi esposo me dejó la cuenta corriente bien cubierta y esta ocasión valía la pena… una alegría es una alegría, ¡Madre mía si mis hijos me vieran! Prefiero no pensar en ello, sobre todo en Alberto, aunque parte de la culpa la tiene él por abandonarme por Daniela y dejarme sin mis dos o tres orgasmos semanales.

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El elegido era Barack, un morenazo de 1,80 y que en canal como un cochino en la matanza pesaría 85 kilos de hombre fibroso y musculoso, negro azabache casi azul dotado como nunca pensé que un hombre podría estarlo. No sabría decir cuánto le medía la verga, pues yo mido en palmos o con el metro de coser y en la foto puesta hacia arriaba a Barack le pasaba el ombligo, ¡Uys, perdonar a esta vieja que se sobresalta pensando en ese tremendo mostrenco de cipote! Le di el visto bueno y le pedí el favor que accediera a traerme un porro para que me lo fumara con él, Barack no se extrañó de mi rara petición y me dio su dirección y su tarifa. No sé si sería su costumbre pero me dijo que él me invitaba a tan divertida sugerencia y a su vez yo le dije que me sentiría más cómoda y segura en mi casa…, le facilité mi número de teléfono y acordamos la fecha, el sábado siguiente a las 20:00 horas le esperaba en mi casa. ¡Vaya nervios, me temblaban las rodillas! En fin, ahora os cuento como fue mi cita…

Unas horas antes en el día previsto, me di un baño relajante y procedí a usar crema depilatoria por las partes de mi cuerpo que pensé que debía usar, imprudentemente no la puse antes sobre mi piel para comprobar si me quemaba o no pero la fortuna me sonrió y no tuve sobresaltos, con la máquina de afeitar de mi difunto Eduardo apuré los pelillos que pude con un pequeño espejo y me puse lo más guapa que sabía… el resultado es que parecía al menos una muy atractiva mujer de cincuenta o menos, no recurrí a colores de mujer de mala vida porque me parecía demasiado atrevido pero si a un vestido de lino blanco que me resultaba coqueto y sensual a la vez. Nerviosa como estaba, me senté a esperar y mi ansiado Barack llegó con algunos minutos de retraso… bueno, la espera valió la pena, muy atento Barack se disculpó y me trajo un clavel a modo de presente, nos dimos dos besos en la mejilla, casi me pareció tierno sabiendo que en unos minutos se iba a estar follando a esta señora, e incluso metiéndome la polla por mi boca, pero fue cortés según las reglas de una sociedad civilizada occidental. Sin más preámbulos le hice pasar al salón a la vez que le preguntaba si deseaba tomar algo.

-“Hola, soy Barack, ¿eres Ana?”

-“Si, pasa, Dios mío que hombretón, pasa no te quedes fuera”.

-“Que sorpresa, eres más guapa que en las fotos”, dijo de forma zalamera, ese truco era demasiado viejo pero me gustaba, me hacía sentir vanidosa.

-“Eso se lo dirá a todas”, dije coqueta. “Toma esto es lo que acordamos, comprueba que esté bien, ¿quieres tomar algo?” Dije mientras le daba el sobre con la cantidad acordada sin caer en que semejante hombre podía darme un golpazo, robarme la casa entera y violarme si le daba la gana.

-“Si tienes agua fría me viene bien, pero si quieres que compartamos juntos ese “encarguito” un poquito de ron solo nos vendría mucho mejor”, dijo con una sonrisa que dejaba ver unos dientes blancos como la nieve y unos labios carnosos que ansiaba que me besaran.

-“Ahora la traigo, siéntate y ponte cómodo corazón”.

Me fui a la cocina a la velocidad de un galgo y cuando volví con el ron, dos vasos y el hielo, Barack me esperaba con un par de cigarrillos liados sobre la mesita del salón. Me senté a su lado y poniendo su mano sobre mi rodilla, me dio un suave beso en los labios pillándome desprevenida pegando respingo… Ahora sí, eso estaba más dentro del orden de lo que significaba que ese negrazo estuviese allí. Me pilló por la sorpresa, una no está acostumbrada a eso eufóricos arrebatos masculinos de alguien desconocido hasta esos momentos.

-“¡Ay Barack, que sorpresa me has dado!”

-“¿Te he asustado? ¿No te gusto?”

-“Sí, sí, perdona, es que estoy muy nerviosa y nada acostumbrada a que un hombre se lance a por mí de esa manera a las primeras de cambio”.

-“Tranquila, no me como a nadie crudo…, pero me lo estoy pensando contigo…, lo haría muy despacito”, me dijo acercándose suavemente hasta ponerse frente a mí y volver a besarme de nuevo pero ahora de forma mucho más erótica. ” ¡Vamos aprobar este porro que te traigo!, ¡¿no has fumado nunca antes?!”

-“Pues no, ni porros ni tabaco”.

-“Vale, pero no aspires muy profundo porque si no ahogaras, toserás y te dará un subidón que no te conviene”. Encendió el porro y dio una calada profunda y expulsando el aire al aire de una forma arrebatadoramente sexy y me lo pasó.

-“Recuerda, suave, no aspires demasiado fuerte”, y pasándome el porro dio un sorbo al vaso de ron que le había preparado. Di mi primera calada, un chorro de aire caliente me entró por los pulmones achicharrándome por dentro y me puse a toser como una tísica. “¡Cof, cof, cof!”

-“Ves, las prisas, no debes ser tan ansiosa”, dijo quitándome el porro de entre los dedos y acariciando mi espalda lo puso en un cenicero y me dio a beber de su vaso. Yo puse mis labios en la marca que él había dejado y bebí despacito, y ahora otro chorro ardiente me atravesó el gaznate.

-“¡Perdona a esta vieja!”,dije avergonzada

-“No te apures, mira yo creo que esto lo podemos dejar para luego, para cuando estés más relajada, ¿te parece? No es cuestión de edad… porque yo no veo ninguna vieja por aquí”.

-“Sí gracias por tu cumplido, me parece bien, estoy nerviosa como una niña el día de reyes, ¿necesitas algo antes de hacer…?”.

-“Casi nada, una toalla para darme un agua ligera… y acompañarte al dormitorio donde te veo en un abrir y cerrar de ojos”.

Nos levantamos y siguiéndome le llevé hasta el cuarto de baño donde le di una toalla limpia y me fui al dormitorio a esperarle. Sentí el ruido del agua caliente mientras abría el lecho donde había yacido con mi difunto Eduardo tantas veces dispuesta a ponerle unos cuernos en toda regla, donde mi hijo me folló tantas veces abandonando a su madre a azar de la aventura…. Me desvestí pero quedándome en ropa interior y un pequeño camisón de noche porque me daba vergüenza mostrarme directamente en pelotas ante aquel adonis negro, siempre una mujer es más sexi por lo que no enseña que por lo que muestra. Dejé una luz de penumbra y cuando estaba retirando la colcha entró Barack en el dormitorio, con la toalla sobre los hombros y con su sexo al aire, ¡Uf que temblores, joder que genitales!, el estómago se me encogía como la primera vez que me atravesó mi primer novio… Aquella polla era más grande de lo que había imaginado.

-“Señora, está a tiempo de que me marche”. Debió de ver en mi cara algún gesto incoherente, de susto o desagrado, cuando en realidad era de encanto al ver tan esplendoroso ejemplar.

-“No Barack, quédate, eres un ser perfecto… solo que es la primera vez que lo hago después de enviudar…. En verdad es la primera vez que lo hago con un negro de tamaña verga y quieras o no ese badajo impresiona sin estar en todo su esplendor”.

Y antes de que volviese a decir nada sus enormes y negras manos me atraparon llevándome hacia él y darme un beso en la boca en la que metió una cálida y húmeda lengua hasta lo más profundo de mi, su lengua roja me abrasaba tan cálidamente por dentro que casi me desmayo y sin percatarme que me cogía en volandas hasta colocarme sobre la cama aferrada a él como un perezoso a su rama.

– “No pienses en nada, déjate hacer, voy a tratarte como una reina, solo llegaremos hasta donde tú disfrutes”.

No dije nada y me dejé hacer, aquellas palabras me tranquilizaron mucho…, la polla de Ramón no alcanzaba los 20 cm y me pareció un falo tremendo, después descubrí el formidable monstruo ciclópeo de mi hijo Alberto de casi los 25 cm, pero Barack gastaba un mástil como verga que superba los 25 cm con rebose. Obnubilada por sus hábiles dedos me sacaron el camisón dejándome en bragas y sujetador, un conjunto negro que había comprado para la ocasión y que hacía un homenaje a ese cuerpo de atleta que me iba a poseer. Su cuerpo desnudo se movía suavemente al lado del mío y colocado a mi lado me vi mirándome a sus ojos mientras sus manos me despojaban de toda la vergüenza que me quedaba… sin ropa interior. Mis manos seguían acariciando un palpitante pecho negro que parecía tallado en piedra y tomando mi mano derecha, la llevó hasta su fastuoso rabo negro zaíno, yo seguía nerviosa pero cada vez me movía con menos torpeza. Sentir su inmenso miembro viril en mi mano me dejó sin respiración, creo que Barack se dio cuenta y sonriendo maliciosamente besó mi cuello y empezó a acariciarme por todo mi cuerpo muy sensualmente… creo que hasta la sombra que hacía mi cuerpo en el lecho, porque me sentía llena de él. Sus carnosos labios me comían tanto por dentro como por fuera y ya solo podía guiarme por lo que sentía mi piel porque mis ojos estaban cerrados a ver pero completamente abiertos al placer. No sé si el poco alcohol que había bebido o la calada al porro que había dado pero me vi clavando mis dientes en el hombro de Barack como una leona. Se movía como todo un semental debe cautivar a una hembra, Barack parecía saber todo lo que yo quería, cuando lo quería y donde lo quería.

Sus dedos se movían con una delicadeza absoluta, acariciando mi piel que se erizaba de placer con solo imaginar que me iba a tocar, su lengua leía los poros de mi piel y su tranca aumentaba de tamaño preparándose para penetrarme hasta mi alma, sin remedio le dejaría llegase a lo más profundo de mi útero. Abrió con dulzura mis muslos con su mano izquierda y mientras lamía mis tetas lengüeteando los pezones, estos se irguieron para que él se los comiese a mordisquitos tirando de ellos con los labios, me mataba de gusto el cabronazo pechos. Entre tanto fue colocándose entre mis piernas cada vez más abiertas, mi coño abstenido de macho por tanto tiempo empezó a sudar, o eso creí yo al contacto con el pecho y abdomen de Barack que bajaba lentamente recorriendo mi torso besando mis pezones, mi ombligo, mi pubis recién arreglado. Cerré mis piernas en torno a su cuerpo en un intento de que no se escapara pero su fuerza me hizo desistir, tenía esa necesidad vital de ser poseía… que ese semental me gozara, que me atravesara y sentirle dentro de mí donde nadie ha llegado a estar alojado…, pero Barack debía saber que era mejor esperar un poco más y posó sus labios sobre los labios de mi vagina, su lengua pasó suavemente entre ellos, y por primera vez en mi vida supe lo que era realmente un “beso negro”, me habían lamido el ano unas cuantas veces pero su sabrosa y enorme lengua trabaja de otra manera…

¡¡Cómo podía haber vivido tanto tiempo sin disfrutar de semejante experiencia!! Esa lengua fue abriéndose paso poco a poco levantando cada rincón de mi vulva repleta de pliegues formados por mis labios externos y los carnosos internos de mi vagina, mientras sus dedos exploraban mi conducto uterino doblándose y retorciéndose dentro de mí. Su largo dedo corazón tocó algo dentro de mis paredes internas, y una oleada de placer me inundó por dentro, no sé qué era, pero un espasmo me subió por la espalda desde el chumino hasta mi cabeza, en un latigazo de algo más de medio minuto que me afectaba hasta los dedos de mis pies que se crisparon como si me hubiese dado un tirón estando acostada. Barack sintió mi espasmo y bajó la intensidad pero sin perder el contacto con mi coño ardiente, poco a poco mi respiración fue calmándose sin saber que me había pasado, dónde me había tocado…mi pecho se iba relajando y mis manos que se habían aferrado a mis tetas apretándolas como para sacar de mis yermas ubres la leche que quedase, fueron aflojando su presión hasta soltarse y llevarlos a la cabeza de mi oscuro amante.

Pocos minutos más tarde Barack encontró algo que nunca sospeché que se pudiera excitar de esa manera, escondido entre los labios de mi vagina tocó el botón directo al placer que me volvió a estremecer por dentro, de forma distinta, más ardiente y el contacto de su lengua sobre esa parte de mí me estaba volviendo loca y eso que todavía no me había penetrado. Jugó conmigo, primero la punta de su lengua, la parte suave de su lengua, la parte áspera de su lengua… su lengua era ese pedazo de carne de Barack, creado para dar delectación. Me aceleraba el pulso, el calor interior…oleadas de placer me volvían a arrebatar, no podía comprender que me estaba pasando y que era eso que me hacía gemir como una gata en celo. Mis piernas parecían tomar vida propia temblando cada vez que me tocaba con sus labios o su lengua, no era capaz de poder focalizar el gozo en un solo lugar porque sus manos me acariciaban hasta la entrada de culo. Daba lo mismo, no dio tiempo a que pensara en nada más porque esa oleada de placer que me había invadido como una condenada a la hoguera me volvió a llevar a un estado de ceguera absoluta y abandono de mí…, apreté mis manos contra su cabeza llevando la boca de Barack hacia mi chocho ardiente, que no me abandonase y por segunda vez me sentí húmeda y llena de felicidad, las sábanas de mi cama estaban siendo testigos de un combate que nunca antes habían visto porque mis encuentros con mi difunto eran nada más que un mero trámite de fecundación, y Ramón e hijo no eran Barack y sus comidas de coño nunca pudieron ser comparable a lo que yo estaba disfrutando ahora.

Creo que no dije nada, solo sé que me faltaba el aire, el placer me desbordaba y hasta mis orejas estaban tan sensibles que podía haber tenido un orgasmo con solo decir mi nombre esa noche mi deseado Barack…, convulsionaba haciéndome recorrer un torrente eléctrico que me estremecía cada músculo de mi cuerpo, no era posible controlar los esténtores que me producía ese orgasmo sumo, mi cabeza no se mantenía lúcida cayendo en la “dulce muerte” copada de dopamina. Mi amante paciente levantó su mirada para ver cómo me estremecía pero que no decía nada, porque creo que no había nada que decir. Se puso a mi lado y puso su pierna entre las mías y me besó calmando mis ansias de aire, me insufló energía de nuevo con sus caricias a medida que recobraba el sentido, la ubicación y el delirio de notar a aquel semental…. Se colocó sobre mí y cogiéndome por la espalda me incorporó hasta colocarme sentada sobre él, su maza negra inhiesta estaba pegada en mi coño, subiendo entre el poco espacio que quedaba entre su cuerpo y el mío mientras yo le abrazaba pegándome a él todo lo que podía. Sentía en mi abdomen la dureza y grosor de su falo palpitante y esperaba ansiosa sentirlo dentro en lo más hondo de mis entrañas dividiéndola definitivamente, ya no tenía miedo si me rompía partiéndome en dos o no, le quería sentir plenamente y no pensé en protecciones, la necesitaba de notar al natural, sentir como su orondo glande me abría las carnes de mi vagina sin condones ni protecciones vanas, ¿quién iba a pensar que me dejasen preñada a mis años? ¿Y eso de las ETS ya no le iba a dar importancia tampoco ahora en las últimas de mi vida… y con este calenturón?

Cuando me elevó lo suficiente como para colocar la punta de su cipote en la entrada de mi vagina no pensé en nada, mientras me besaba con dulzura dejó que mi propio peso fuera la fuerza que me hiciese sentirle dentro de mí, un instante eterno de placer percibí que me partía por dentro alzándome en un vuelo genial hasta llegar a sentarme sobre sus muslos con pequeños sentones, uno, dos y tres… todo su miembro estaba dentro de mí hasta las pelotas, solo podía gemir, gritar y gozar, en tanto me empalaba hasta el estómago, con mis ojos cerrados y mi cabeza echada hacia atrás en una imagen de abandono total ¡Eran todo un poema! Trotaba sobre aquel macho sacando y metiéndome todo el mástil desde la cabeza hasta sus fastuosos huevazos de toro bravo.Al cabo de un rato,Barack me cogió en volandas y me echó sobre la cama, ahora descargaba todo su peso sobre mí en la posición del misionero. Sin dudarlo me despatarré todo lo que pude para facilitarle la entrada, al tener total acceso le sentía cada vez más dentro…, comenzó un lento movimiento de sus caderas saliendo de mí y volviendo a entrar deslizando el mostrenco fielmente lubricado de brillante aspecto, mis piernas se aferraban y cada vez que llegaba hasta mí fondo uterino con su bálano, sus muslos chocaban con el interior de los míos en un ruido seco y febril. Le envolví con mis brazos por su fibrosa espalda y con mis piernas bajo su terso y rocoso culo, lo cercaban para que no saliese hasta acabar con todo dentro de mí. El macho realizaba círculos de su cadera me estimulaban toda la vagina mi interior, al estar repleta de carne dura deformada por las inflamadas venas. Sacaba del todo su estoque y volvía a meterlo de un golpe, era un repertorio de doctor del sexo, mi boca entre gemido y gemido se encontraba de vez en cuando con la boca de Barack y mis uñas se clavaban en su espalda como una gata salvaje deseosa de más y más rabo negro. Esta vez el placer se hizo esperar un poco más, no sé si porque me descubrió partes de mi cuerpo que desconocía o porque yo misma me contuve, da igual, recuerdo que cuando empecé a moverme en la web de contactos todas las experiencias hablaban del tamaño de la verga, pero yo estaba descubriendo que Barack me estaba follando y dando amor hasta con las pestañas, todo su cuerpo me estaba dando placer, ya fuese con su precioso y enorme pollón, con sus hábiles labios o sus diestras manos… olía a macho transpirando testosterona por cada poro de su piel zaina, una dermis que lucía hermosa con la tenue luz que se reflejaba en cada forma voluptuosa de su musculatura incrementada en las formas marcadas por los contrastes ofrecidos por su sudoración.

La última oleada de placer de mi encuentro con Barack me estaba inundando, era más contenida, menos juvenil que las anteriores, mis manos acariciaban ahora su espalda con dulzura y notaban como él mismo se crispaba, sus músculos se volvían cada vez más duros, y mi memoria se acordó del torpe de mi difunto esposo. Comenzó a arreciar sus acometidas, más fuertes, más rotundas, más profundas y de mayor cadencia… y de pronto sus jadeantes embates acabaron en un bufido a****l, al mismo tiempo que recaudo un largo y potente chorro de semen que me inunda por dentro, la presión era pasmosa al notarla tan clara y tibia… produjo un escalofrío en todo mi cuerpo con un espasmo en mi vientre al percibirlo. El semental envalentonado no lo dudó e hincó su daga atravesándome hasta el estómago largando otro lechazo y otro más a cada clavada seca y profunda en mi útero… y así se concatenaron otros cuatro chorros de leche blanca caliente que me llenaba irremediablemente todo mi cubículo vaginal, haciendo que su polla descargara la tensión acumulada dándome tanta delectación como esperaba recibir. El “maromo” la clavaba a fondo eyaculando una incontenible e ingente cantidad de lefa africana como para preñar a diez yeguas… esos largos chorros de lefa espesa atoraban mi más profunda vagina, allí donde nadie puso su leche…prácticamente en el mismo útero. ¡De ser fértil mi útero me hubiese preñado con seguridad!

Cuando sentí su último espasmo, Barack se quedó dentro de mi resoplando como un búfalo mientras empujaba con fuerza tratando de atravesar mi cuerpo…, ese Adonis negro musculoso, de labios carnosos y cálidos me estaba saciando de todo lo que no había conocido en toda mi puta vida sumisa y renegada, ¡El negocio de contratarle me pareció una ganga! Solo sentir sus arremetidas ensanchando mi cerrado coño, valía la pena lo pagado, máxime saber que su cipote exploró lugares inhóspitos dentro de mi vientre, sin llegar a nombrar la sensación de hacerme sentirme hembra al llenarme de su blanca y espesa leche salvaje africana. Con movimientos dignos de un felino de la selva se separó de mi sin perder del todo el contacto con mi cuerpo y sin dejar de mirarme, que escalofríos sentía cuando esos ojos me penetraban. Sonriendo volvió a acariciarme y besándome puso la palma de su mano sobre mi ardiente y mojado coñito y empapando su mano me sonrió y me confirmó que realmente me había tenido varios orgasmos. Discretamente se levantó y se dirigió a la ducha, pensaba que me iba a dejar en la cama para que disfrutara de lo que habíamos hecho juntos pero me tomó de la mano y me llevó a horcajas hasta la ducha con él mientras su lengua volvía a meterse dentro de mí….

Nunca pensé que pudiera ser mancillada tan dulcemente por un falo digno de una admiración, con la destreza de los que saben meterla complaciendo a la fémina por el agujero más ceñito de mi cuerpo…. Llegamos a la ducha quiero besar paso a paso cada centímetro de su piel, el sexo es un arte, un arte delicado y de respeto, debes aprender a respetar el cuerpo del otro, su templo. Me gusta el sabor de sus labios, el olor de su piel, me excita pensar en el hecho de contemplarle desnudo en mi cama. Muy a menudo, ni yo contemplo ni doy argumento a mi necesidad de sentirlo, de sentir su espalda mojada mientras la rasguño o simplemente le abrazo para apreciarlo más cerca de mí.

-“Pasa que hoy quiero conectarme contigo, quiero que te dejes llevar por el morbo que a los dos nos excita… tocarte, sentirte, morderte, escucharte, solo eso quiero pensar, te veo y me siento bien, verte desnudo, rozar nuestras piernas”. Le digo ida de mí.

Que musculatura de infinita perfección captan mis ojos al observar el cuerpo desnudo de un hombre tan vetusto, ver sus brazos fuertes, sentir su abdomen, contemplar su falo majestuoso con absoluta precisión y saber lo mucho que puede hacerme sentir, transportarme a otro tipo de realidad, hacerme llorar, gritar, reír, cambiar mis estados de ánimo a su antojo, pero hacerme sentir bien.

-“Solo se tú mismo y bésame, desgarra mis carnes y excítame, dime porquerías al oído, dime que te gusta, que quieres que te toque, que quieres que te haga y en ese instante cerraremos los ojos para sentirnos mejor…”

Cerré la puerta del aseo… me toma de mi cintura arrinconándome hacia la pared, me besa como me gusta, mi cuello empapado de tu saliva, y el tuyo empapada de la mía, mis manos halando su cabello y nuestras narices juntas.

-“¡Hazme sentirme viva y joven, hazme vibrar y vibra conmigo esta noche! No es tan difícil pasar un buen rato juntos”.

Mientras me besa mis tetas con una sutil delicadeza de su lengua, con mis ojos cerrados me concentro en sentir su lengua misteriosa que se encarniza en mis pezones, mi vagina lubrica y mi respiración aumenta, quiero complacerle y busco la forma de excítale cada vez más, toco tu verga fastuosamente erecta… está tan dura que tener sexo anal se nos facilita, lo masturbo y lentamente muerdo sus labios, abro mis ojos y miro los suyos algo sorprendidos, sonrió y juego con tu ombligo, mi lengua se desliza hasta tu rabo inhiesto para jugar también con él, rozo su punta y siento como lubrica, sumerjo todo su bálano en mi boca mientras mi lengua lo rodea lentamente lamiéndolo golosamente, entra y sale, entra, sale, mi garganta lo estera y me lo engullo a ver hasta donde logra pasar, estoy excitada, respiro fuerte y lo escupo, besos sus testículos succionándoles y jugando con ellos en mi boca. Quiero contemplarlo follándome en el espejo, así que me pongo de pie en la ducha y abro la regadera esperando a que el agua se caliente, me siento sobre el mueble y con mis piernas le enredo, nos besamos desesperadamente y su polla vuelve a horadar mi vagina, respiro fuerte y de inmediato emprendo a amar el movimiento de su cadera, su intensidad en movimiento es perfecta, ni muy rápida, ni muy lenta, mientras, yo hago círculos con mi cadera para sentir mejor el mostrenco que me está apuñalando las entrañas. El baño está lleno de vapor… me lleva hacia la ducha en volandas, mojo mi cabeza y mi cuerpo, luego él me abraza por detrás respingándole el culo, enfila el pollón y me penetra sin más… noto el orondo glande abrirme el ceñido aro pero es delicioso sentir como cae el agua sobre mi espalda al tiempo que su cipote me penetra cada vez con más fuerza, pongo mis manos mojadas en la pared para soportar los empujones y comienzo a imaginar lindezas.

Nos damos la vuelta y dejo que se moje su cuerpo, levanto una de mis piernas y él me vuelve a empujar contra la puerta sujetando mi pierna con uno de tus brazos, de nuevo me penetra y nos movemos enérgicos y rápidos, él respira afanoso y hace mil gestos sensuales, no aguanto y gimo con ímpetu, él sube mi otra pierna y con más pujanza penetra toda mi vagina hundiendo los más de 25 cm de rabo en mi útero, es escalofriante lo que me hace sentir, no me queda otra que gritar con potencia, pedirle que me dé lo más fuerte que pueda y llegue lo más al fondo posible. Muerdo sus labios con fuerza, mis tetas saltan alborozadas a su libre albedrío con mis pezones espigados y duros, tanto que hasta me duelen. Y suelta mis piernas, ahora le recuesto a él en la puerta y estando a cuatro patas, muevo mi culo lo más sincronizado que puedo con sus vaivenes, toma mi cintura y solo me comunica lo bien que se mueve mi culo empotrado por tan vasto cetro negro, y lo bien que se lo hago sentir. Mis nalgas saltan y él observa desde la raja abierta de mi culo como con toda facilidad su daga me perfora vilmente sumergiéndose en mi vagina…. Saca su estaca muy impregnada por mis jugos y con ellos lubrica mi ano, seguidamente sumerge con delicadeza su polla en él otra vez, duele un poco, pero me siento tan excitada que el dolor se hace placentero y lentamente más de la mitad del tronco entra y sale, entra y sale. Al cabo de unos segundos de dilatación oportuna… grito, pero me muevo con todo mi cuerpo sobre tan genuino semental. Es delicioso lo que me hacer pensar, sentir, saborear, me penetra más fuerte cogiéndome de las tetas como si de las riendas de una yegua desbocada se tratase… mientras lo hace respira con más fuerza y más rápido, muevo mi cadera con más intensidad y rapidez, me gusta chocar duro con él percibiendo el golpeteo de sus orondos cojones azabaches. Nos movemos cada vez más rápido, más dinámico, más duro contra mí culo y por fin se corre dentro de mi ano, ¡Qué deliciosa sensación!, noto cada lechazo que su verga eyacula atorándome el esfínter, dos, tres y hasta cinco largos chorros de lefa me suministra parando rendido, exhausto. Saca su barra carbón y tras de él un reguero de semen espeso de blanco inmaculado, algo caliente resbala hasta mi vagina. Tras la ducha, Barack se viste y se despide dejándome con el regusto de mis orificios anegados y el sabor de su masculinidad impregnando cada poro de mi piel, cada molécula de aire de aquella habitación. Llamo a mi hijo Alberto recostada en la cama, para quedar a comer en mi casa al día siguiente con su esposa que ya está preñada de 24 semanas. ¡Me siento feliz y completa! Volveré a solicitar un poco de felicidad otro día.

FIN
escrito el
2018-08-10
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