Experiencia de una lectora en playas nudistas
por
Una lectora
género
exhibicionismo
A raíz de haber publicado el otro día el artículo sobre "Ligar en Playas Nudistas" me ha escrito una mujer que con sus argumentos me ha hecho pensar sobre la vida... sobre lo que buscamos... y sobre lo diferentes que a veces somos de unos a otros.
Siempre que había hablado con chicas que iban solas a playas nudistas lo más acusado en primer lugar era lo molestos que resultan los mirones y ligones en esas playas.
Pero parece ser que no todas piensan así. Esta mujer (no digo en nombre porque ha decidido no dármelo) me cuenta todo lo contrario. Desea que la miren en la playa.
Me dice que desde que empezó a ir a playas nudistas a escondidas de su marido ha descubierto el placer del exhibicionismo y de sentirse deseada a otros hombres.
Le pregunté sobre sus primeras experiencias en playas nudistas y lo que me contó fue algo que me sorprendió tanto y sinceramente me gustó que le pregunté si me dejaba publicarlo en el blog.
Ha aceptado y aquí os lo pongo. Yo sólo lo he corregido y lo he acortado un pelín:
Soy una mujer casada de entre 35 y 45 años.
Vivo cerca de ti.
Quiero mucho a mi marido y se que él también me quiere, pero siento que ya no lo excito. No tiene ganas de tocarme o hacerme el amor. Y físicamente yo apenas he cambiado, pero yo noto esas cosas. a veces cuando hacemos el amor me cuesta mucho que se le ponga dura. Añoro esos momentos en los que la tenia como una estaca con tan solo verme desnuda.
Al no tener hijos en casa me aburro bastante. Así que gasto mi tiempo como ama de casa, hago pilates y otras cosas y el resto del tiempo me aburro muchísimo sola en casa.
Mis amigas tienes su vida o están con sus hijos y durante la semana no hay mucho que hacer.
Así que por las mañanas en casa empecé poco a poco a engancharme a paginas de relatos eróticos. Disfrutaba muchísimo dejando volar mi imaginación y dejando que mis dedos jugaran conmigo misma como yo sólo me suelo acariciar. Esto llegó a hacerse una rutina en la que necesitaba masturbarme todas las mañanas sin excepción.
En concreto me encantan los relatos de exhibicionismo, tríos, orgias, infidelidades, incesto, bueno de todo.
Una mañana leí un relato erótico de una mujer que iba sola a una playa nudista y tenía un affaire. Me lo leí tres veces y se me ocurrió que yo podría probarlo.
Así que me informé de una playa nudista que no estuviera cerca de mi casa y elegí el día adecuado. Nunca antes había hecho nudismo. Lo más que me atreví hacer era topless años atrás. Y no es que tenga mal cuerpo ya que siempre he hecho ejercicio pero los años se notan. Esa noche estaba tan nerviosa y excitada que apenas dormí.
Supongo que lo que buscaba era sentirme deseada a otras miradas... eso ya que hace años no veo en los ojos de mi marido.
Con la mañana me desperté, desayuné me depilé las ingles y cogí el coche en dirección a la playa. Elegí una playa que hay pegada al camping nudista de Torre del Mar.
Me temblaban las piernas y varias veces me tentó la idea de darme la vuelta, pero fui valiente.
Después de dar un par de vueltas y equivocarme dos veces con la carretera de entrada a la playa llegué. Cogí mi bolso, mi pamela y mis gafas de Sol y entré en la playa.
Era como me la había imaginado. Parejas, chicas y sobre todo chicos desnudos.
Estaba muy nerviosa rezando para que no hubiese nadie conocido en la playa. Al principio hay mucha gente pero según andas por la orilla y te alejas del parking hay menos gente. Y como yo estaba tan nerviosa decidí alejarme para no tener tanto nudista alrededor.
Extendí mi toalla y empecé a desnudarme, dejando la parte de abajo bikini para el final. En ningún momento me quité mis gafas de Sol que eran grandes y oscuras para intentar pasar desapercibida.
Saqué un libro para simular que leía, pero para mí me resultaba imposible concentrarme en la lectura.
Miraba disimuladamente a mi alrededor y solo veía hombres con sus penes al aire.
A pesar de haberme calmado un poco aun seguía inquieta pero a la vez excitada.
Notaba muchas miradas indiscretas a mi alrededor. Mis expectativas fueron ampliamente superadas. Nunca pensé que llamaría tanto la atención entre los hombres de mi alrededor. Parecian lobos y que yo fuera su cena.
En concreto había un chico de muy buen ver de unos 30 años que no me quitaba ojo. Yo como tú dices no me sentí intimidada. Al contrario, empecé a jugar con él cambiando de posturas o simulando que cogía un chicle del bolso aprovechando para mostrarle todo mi pompis.
Empecé a sudar mucho y quería ir a bañarme pero me daba vergüenza ponerme de pie en medio de la playa.
Cuando conseguí armarme de valor me levanté, me puse mis chanclas para no quemarme y dirigirme al agua. Me metí rápido en el mar a pesar de estar el agua congelada. Echaba miraditas de reojo a los hombres de mi alrededor y efectivamente no eran imaginaciones mías: no me quitaban ojo.
Volví a mi toalla y decidí tomar el Sol un rato. Cuando llevaba 10 minutos me sobresaltó una voz en inglés. Me incorporé y era el chico joven le respondí que preguntaba y me dijo que creía que yo era extranjera.
Yo no tengo aspecto de extranjera pero al ser clara de piel y con la pamela supongo que se confundió.
Hasta ese momento apenas me fije en los penes de los hombres. A pesar de llevar gafas de Sol me daba vergüenza mirarlos. Pero ahora tenia a este hombre desnudo con el pene muy cerca de mí y debo decir que era un ejemplar de hombre precioso. El chico me preguntaba si yo podría dejarle mi protección solar.
Se lo dejé encantado y se echó spray por todo el cuerpo incluyendo sus genitales.
Yo disimulaba como podía pero no es nada fácil cuando un chico bastante majete como este se echaba protección muy cerca mía. Me excité muchísimo en esos momentos.
Me miraba todo el cuerpo descaradamente y debo decir que a mí me agradaban esas miradas.
El chico trató de preguntarme cosas pero yo solo atinaba a responder con monisilabos. Estaba excitada y cortada al mismo tiempo. Yo creo que incluso notó mi temblor en la voz.
Acabó y se fue a su toalla. Seguíamos mirándonos pero una hora mas tarde recogió las cosas y se fue.
Yo un poco mas tarde también me fui.
Para mí ese día se abrió un mundo nuevo de posibilidades. Te confieso que aunque no quería serle infiel a mi marido, esa experiencia de haber estado con otro hombre desnudo tan cerca de mí y viéndome él a mi, fue mejor que muchos polvos que he tenido con mi hombre. Y fantaseaba continuamente con hacer locuras.
Los días posteriores pasaban y mi cabeza no podía olvidar esa mañana y deseando repetirlo.
Decidí volver a esa playa dos semanas más tarde.
Esta vez quise tomarme un café con ron, por la mañana. Es algo que me relaja mucho los nervios y me achispa un poco.
Esta vez iba con mucho menos temor, pero igual de excitada. Incluso me acaricié la rajita un poco mientras conducía.
Llegué a la playa y volví a repetir mis actos. Esta vez había más hombres, pero ninguno que me gustara mucho. Algunos eran parejas de chicos en actitud cariñosa. No soy una persona homófoga pero se me hace extraño ver a dos chicos acariciándose. Estoy un poco chapada a la antigua. Igualmente me ocurre con las mujeres. Quizás es que yo soy muy heterosexual no se.
En cambio se acercó un hombre de complexión fuerte algo mayor que yo. Me sorprendió el pene que lo tenía bastante grueso y llamativo. Era difícil no verlo, ya que estaba de pié encima de su toalla divisando el paisaje. Como un vigilante.
Yo pensé que podía ser un exhibicionista ya que se tocaba el pene repetidamente y aunque no estaba tiesa, si parecía estar excitado.
Quise tomar el Sol con las piernas ligeramente abiertas para que no me quedara el pliegue de las piernas blanco.
Este hombre debió darse cuenta, porque se cambió de sitio para tener una buena panorámica de mi rajita.
A pesar de ser un hombre feo comparado con el chico de las semanas anteriores, este hombre me tenía atrapada. Se le veía orgulloso de su pene mostrándolo sin pudor y eso a mí me gusta. Era un hombre muy seguro de sí mismo y decidido.
Quise cerrar las piernas pero pensé que así le mandaría señales negativas así que decidí hacerme la desentendida y seguí mostrando mi raja desnuda sin pudor.
El hombre me miraba lascivamente y se tocaba el pene y a mí eso me gustaba muchísimo.
Por fin tenía a un hombre de verdad comiéndome con la mirada. Notaba que deseaba montarme como cuando un perro ve a una perrita.
Tenía la imperiosa necesidad de acariciarme mi rajita pero no momento para tocarse. Así que pensé en ir al agua pasando por delante de él y moviendo el culo al paso.
Pasé a escasos 2 metros de él y le eché una mirada. Aun consiguió ponerme más nerviosa que el otro chico joven.
En el agua tuve que tocarme y noté perfectamente que mi rajita estaba humedecida y no por el agua del mar precisamente.
Comprendo que haya mujeres que se sientan incómodas por la mirada insistente de un hombre, pero en mí hace el efecto contrario. Me excita de una manera que es difícil de describir.
De pronto llegó una pareja que se puso entre ese hombre y mi toalla. Yo lo vi todo desde el agua.
Esta pareja a poco de quedarse desnudos empezaron a untarse aceite primero él a ella y luego ella a él. Y lo hacían de una forma muy llamativa. Mi mirón dejó de prestarme atención para centrarse en la pareja. Que no era para menos porque estaban dando un espectáculo.
Se acariciaban mucho más de lo necesario. Quizás querían llamar la atención de los demás.
Otra vez me volví a sentir transparente. Volví a la toalla pasando de nuevo por ese hombre y ni se dio cuenta.
Estaba celosa y cabreada. Intenté llamar su atención incluso poniendome a la vista de él y recogiendo una pierna para que tuviera mejores vistas. No estaba dispuesta a perder por esa pareja, además la mujer era una fresca.
El hombre se percató de mi descaro y volvió a centrarse en mí. Quise darme la vuelta para tomar el Sol pero antes empecé a echarme protección en la espalda. El hombre que se percata y se ofrece a echarme crema. Que vergüenza. No dije nada y él se lo tomó como un si. Yo tampoco me negué, así se llegó hasta mí y le dejé el bote. Se untó un buen chorro enorme de protección en sus manos y me dijo que me diera la vuelta. Hinqué mis rodillas en la toalla y me quedé esperando. En 15 años nunca me había tocado un hombre que no fuera mi marido. Y ahí estaba yo dejándome tocar por un hombre desnudo. Y me gustó. Me gustó mucho. Eran unas manos cálidas y fuertes. Hubiera dejado hacerme lo que quisiese en ese momento.
Ese hombre me untó le crema a conciencia en toda la espalda, en los laterales de la espalda rozando con sus dedos mis pechos y en todo el culo. En todo momento fue un señor y me dijo que me dijese cuando parase. Yo le habría respondido nunca pero me callé.
Me pasaba las manos por las nalgas pero la verdad es que en ningún momento llegó mas allá de lo indecoroso.
Le di las gracias y volvió a su toalla.
De haber estado solos me abría puesto boca abajo con mis piernas abiertas mostrando mi raja a modo de agradecimiento, pero tenia entre él y yo a la pareja de frescos y no pude. Incluso valoré la posibilidad de cambiarme de sitio pero me resultó demasiado evidente.
Ese hombre se levantó de nuevo y me dijo que iba al kiosko a comprar una cerveza. Me ofreció a traerme algo, cosa que yo decliné. Casi al decirle no gracias me arrepentí pero no tuve el valor de aceptársela.
Además tener cerca ese pene tan hermoso traicionaba mis instintos.
Pasé allí un par de horas mas pero no pasó nada mas que te pueda contar.
Te puedo comentar más experiencias hasta haber consumado la infidelidad.
Siempre que había hablado con chicas que iban solas a playas nudistas lo más acusado en primer lugar era lo molestos que resultan los mirones y ligones en esas playas.
Pero parece ser que no todas piensan así. Esta mujer (no digo en nombre porque ha decidido no dármelo) me cuenta todo lo contrario. Desea que la miren en la playa.
Me dice que desde que empezó a ir a playas nudistas a escondidas de su marido ha descubierto el placer del exhibicionismo y de sentirse deseada a otros hombres.
Le pregunté sobre sus primeras experiencias en playas nudistas y lo que me contó fue algo que me sorprendió tanto y sinceramente me gustó que le pregunté si me dejaba publicarlo en el blog.
Ha aceptado y aquí os lo pongo. Yo sólo lo he corregido y lo he acortado un pelín:
Soy una mujer casada de entre 35 y 45 años.
Vivo cerca de ti.
Quiero mucho a mi marido y se que él también me quiere, pero siento que ya no lo excito. No tiene ganas de tocarme o hacerme el amor. Y físicamente yo apenas he cambiado, pero yo noto esas cosas. a veces cuando hacemos el amor me cuesta mucho que se le ponga dura. Añoro esos momentos en los que la tenia como una estaca con tan solo verme desnuda.
Al no tener hijos en casa me aburro bastante. Así que gasto mi tiempo como ama de casa, hago pilates y otras cosas y el resto del tiempo me aburro muchísimo sola en casa.
Mis amigas tienes su vida o están con sus hijos y durante la semana no hay mucho que hacer.
Así que por las mañanas en casa empecé poco a poco a engancharme a paginas de relatos eróticos. Disfrutaba muchísimo dejando volar mi imaginación y dejando que mis dedos jugaran conmigo misma como yo sólo me suelo acariciar. Esto llegó a hacerse una rutina en la que necesitaba masturbarme todas las mañanas sin excepción.
En concreto me encantan los relatos de exhibicionismo, tríos, orgias, infidelidades, incesto, bueno de todo.
Una mañana leí un relato erótico de una mujer que iba sola a una playa nudista y tenía un affaire. Me lo leí tres veces y se me ocurrió que yo podría probarlo.
Así que me informé de una playa nudista que no estuviera cerca de mi casa y elegí el día adecuado. Nunca antes había hecho nudismo. Lo más que me atreví hacer era topless años atrás. Y no es que tenga mal cuerpo ya que siempre he hecho ejercicio pero los años se notan. Esa noche estaba tan nerviosa y excitada que apenas dormí.
Supongo que lo que buscaba era sentirme deseada a otras miradas... eso ya que hace años no veo en los ojos de mi marido.
Con la mañana me desperté, desayuné me depilé las ingles y cogí el coche en dirección a la playa. Elegí una playa que hay pegada al camping nudista de Torre del Mar.
Me temblaban las piernas y varias veces me tentó la idea de darme la vuelta, pero fui valiente.
Después de dar un par de vueltas y equivocarme dos veces con la carretera de entrada a la playa llegué. Cogí mi bolso, mi pamela y mis gafas de Sol y entré en la playa.
Era como me la había imaginado. Parejas, chicas y sobre todo chicos desnudos.
Estaba muy nerviosa rezando para que no hubiese nadie conocido en la playa. Al principio hay mucha gente pero según andas por la orilla y te alejas del parking hay menos gente. Y como yo estaba tan nerviosa decidí alejarme para no tener tanto nudista alrededor.
Extendí mi toalla y empecé a desnudarme, dejando la parte de abajo bikini para el final. En ningún momento me quité mis gafas de Sol que eran grandes y oscuras para intentar pasar desapercibida.
Saqué un libro para simular que leía, pero para mí me resultaba imposible concentrarme en la lectura.
Miraba disimuladamente a mi alrededor y solo veía hombres con sus penes al aire.
A pesar de haberme calmado un poco aun seguía inquieta pero a la vez excitada.
Notaba muchas miradas indiscretas a mi alrededor. Mis expectativas fueron ampliamente superadas. Nunca pensé que llamaría tanto la atención entre los hombres de mi alrededor. Parecian lobos y que yo fuera su cena.
En concreto había un chico de muy buen ver de unos 30 años que no me quitaba ojo. Yo como tú dices no me sentí intimidada. Al contrario, empecé a jugar con él cambiando de posturas o simulando que cogía un chicle del bolso aprovechando para mostrarle todo mi pompis.
Empecé a sudar mucho y quería ir a bañarme pero me daba vergüenza ponerme de pie en medio de la playa.
Cuando conseguí armarme de valor me levanté, me puse mis chanclas para no quemarme y dirigirme al agua. Me metí rápido en el mar a pesar de estar el agua congelada. Echaba miraditas de reojo a los hombres de mi alrededor y efectivamente no eran imaginaciones mías: no me quitaban ojo.
Volví a mi toalla y decidí tomar el Sol un rato. Cuando llevaba 10 minutos me sobresaltó una voz en inglés. Me incorporé y era el chico joven le respondí que preguntaba y me dijo que creía que yo era extranjera.
Yo no tengo aspecto de extranjera pero al ser clara de piel y con la pamela supongo que se confundió.
Hasta ese momento apenas me fije en los penes de los hombres. A pesar de llevar gafas de Sol me daba vergüenza mirarlos. Pero ahora tenia a este hombre desnudo con el pene muy cerca de mí y debo decir que era un ejemplar de hombre precioso. El chico me preguntaba si yo podría dejarle mi protección solar.
Se lo dejé encantado y se echó spray por todo el cuerpo incluyendo sus genitales.
Yo disimulaba como podía pero no es nada fácil cuando un chico bastante majete como este se echaba protección muy cerca mía. Me excité muchísimo en esos momentos.
Me miraba todo el cuerpo descaradamente y debo decir que a mí me agradaban esas miradas.
El chico trató de preguntarme cosas pero yo solo atinaba a responder con monisilabos. Estaba excitada y cortada al mismo tiempo. Yo creo que incluso notó mi temblor en la voz.
Acabó y se fue a su toalla. Seguíamos mirándonos pero una hora mas tarde recogió las cosas y se fue.
Yo un poco mas tarde también me fui.
Para mí ese día se abrió un mundo nuevo de posibilidades. Te confieso que aunque no quería serle infiel a mi marido, esa experiencia de haber estado con otro hombre desnudo tan cerca de mí y viéndome él a mi, fue mejor que muchos polvos que he tenido con mi hombre. Y fantaseaba continuamente con hacer locuras.
Los días posteriores pasaban y mi cabeza no podía olvidar esa mañana y deseando repetirlo.
Decidí volver a esa playa dos semanas más tarde.
Esta vez quise tomarme un café con ron, por la mañana. Es algo que me relaja mucho los nervios y me achispa un poco.
Esta vez iba con mucho menos temor, pero igual de excitada. Incluso me acaricié la rajita un poco mientras conducía.
Llegué a la playa y volví a repetir mis actos. Esta vez había más hombres, pero ninguno que me gustara mucho. Algunos eran parejas de chicos en actitud cariñosa. No soy una persona homófoga pero se me hace extraño ver a dos chicos acariciándose. Estoy un poco chapada a la antigua. Igualmente me ocurre con las mujeres. Quizás es que yo soy muy heterosexual no se.
En cambio se acercó un hombre de complexión fuerte algo mayor que yo. Me sorprendió el pene que lo tenía bastante grueso y llamativo. Era difícil no verlo, ya que estaba de pié encima de su toalla divisando el paisaje. Como un vigilante.
Yo pensé que podía ser un exhibicionista ya que se tocaba el pene repetidamente y aunque no estaba tiesa, si parecía estar excitado.
Quise tomar el Sol con las piernas ligeramente abiertas para que no me quedara el pliegue de las piernas blanco.
Este hombre debió darse cuenta, porque se cambió de sitio para tener una buena panorámica de mi rajita.
A pesar de ser un hombre feo comparado con el chico de las semanas anteriores, este hombre me tenía atrapada. Se le veía orgulloso de su pene mostrándolo sin pudor y eso a mí me gusta. Era un hombre muy seguro de sí mismo y decidido.
Quise cerrar las piernas pero pensé que así le mandaría señales negativas así que decidí hacerme la desentendida y seguí mostrando mi raja desnuda sin pudor.
El hombre me miraba lascivamente y se tocaba el pene y a mí eso me gustaba muchísimo.
Por fin tenía a un hombre de verdad comiéndome con la mirada. Notaba que deseaba montarme como cuando un perro ve a una perrita.
Tenía la imperiosa necesidad de acariciarme mi rajita pero no momento para tocarse. Así que pensé en ir al agua pasando por delante de él y moviendo el culo al paso.
Pasé a escasos 2 metros de él y le eché una mirada. Aun consiguió ponerme más nerviosa que el otro chico joven.
En el agua tuve que tocarme y noté perfectamente que mi rajita estaba humedecida y no por el agua del mar precisamente.
Comprendo que haya mujeres que se sientan incómodas por la mirada insistente de un hombre, pero en mí hace el efecto contrario. Me excita de una manera que es difícil de describir.
De pronto llegó una pareja que se puso entre ese hombre y mi toalla. Yo lo vi todo desde el agua.
Esta pareja a poco de quedarse desnudos empezaron a untarse aceite primero él a ella y luego ella a él. Y lo hacían de una forma muy llamativa. Mi mirón dejó de prestarme atención para centrarse en la pareja. Que no era para menos porque estaban dando un espectáculo.
Se acariciaban mucho más de lo necesario. Quizás querían llamar la atención de los demás.
Otra vez me volví a sentir transparente. Volví a la toalla pasando de nuevo por ese hombre y ni se dio cuenta.
Estaba celosa y cabreada. Intenté llamar su atención incluso poniendome a la vista de él y recogiendo una pierna para que tuviera mejores vistas. No estaba dispuesta a perder por esa pareja, además la mujer era una fresca.
El hombre se percató de mi descaro y volvió a centrarse en mí. Quise darme la vuelta para tomar el Sol pero antes empecé a echarme protección en la espalda. El hombre que se percata y se ofrece a echarme crema. Que vergüenza. No dije nada y él se lo tomó como un si. Yo tampoco me negué, así se llegó hasta mí y le dejé el bote. Se untó un buen chorro enorme de protección en sus manos y me dijo que me diera la vuelta. Hinqué mis rodillas en la toalla y me quedé esperando. En 15 años nunca me había tocado un hombre que no fuera mi marido. Y ahí estaba yo dejándome tocar por un hombre desnudo. Y me gustó. Me gustó mucho. Eran unas manos cálidas y fuertes. Hubiera dejado hacerme lo que quisiese en ese momento.
Ese hombre me untó le crema a conciencia en toda la espalda, en los laterales de la espalda rozando con sus dedos mis pechos y en todo el culo. En todo momento fue un señor y me dijo que me dijese cuando parase. Yo le habría respondido nunca pero me callé.
Me pasaba las manos por las nalgas pero la verdad es que en ningún momento llegó mas allá de lo indecoroso.
Le di las gracias y volvió a su toalla.
De haber estado solos me abría puesto boca abajo con mis piernas abiertas mostrando mi raja a modo de agradecimiento, pero tenia entre él y yo a la pareja de frescos y no pude. Incluso valoré la posibilidad de cambiarme de sitio pero me resultó demasiado evidente.
Ese hombre se levantó de nuevo y me dijo que iba al kiosko a comprar una cerveza. Me ofreció a traerme algo, cosa que yo decliné. Casi al decirle no gracias me arrepentí pero no tuve el valor de aceptársela.
Además tener cerca ese pene tan hermoso traicionaba mis instintos.
Pasé allí un par de horas mas pero no pasó nada mas que te pueda contar.
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