Qué suerte tengo

No soy nada especial en apariencia o complexión y no soy rico, fui criado para respetar a los demás. Me había ido moderadamente bien con las mujeres y al salir de la universidad comencé mi carrera. En cuanto a mi vida, nada espectacular, pero lo suficientemente bueno como para darme un estilo de vida cómodo. Un día, un fin de semana, ayudé a una mujer con una rueda pinchada, estaba bien vestida y así que le cambié la rueda. Ella (48) me agradeció y me ofreció dinero, pero yo (29) me negué. Unas semanas después la volví a encontrar, estaba de visita en mi trabajo. Me dio su tarjeta y me pidió que la llamara el fin de semana. Así lo hice, y nos reunimos para tomar un café y me enteré de que la empresa de su familia iba a comprar el negocio de mi empleador. Ella iba a dirigir el negocio después de la venta y necesitaba un asistente y como la había ayudado, pensó que yo sería perfecto para el trabajo. Nunca me casé y estaba bien para su edad, también quería servicios adicionales de su asistente. Me interesó y acepté el trabajo; me mudé con ella y podía salir con otras mujeres si quería. Fue una relación sexual puramente de beneficio mutuo, después de 3 años decidió que yo debía casarme. También tenía en mente a una mujer, la hija única de su difunta hermana (26). La había visto regularmente y me agradaba, era del tipo tranquilo que rara vez hablaba a menos que le hablaran. Su tía quería que se casara y formara una familia y no terminara solterona como ella. Saber que yo cuidaría de su sobrina también nos permitiría continuar nuestra relación sexual de beneficio mutuo. Una situación en la que todos salimos ganando, dijo, yo estaba muy dispuesto y la sobrina simplemente hizo lo que su tía le pidió. Ahora, 5 años después, todos vivimos juntos y sigo siendo la asistente de mi tía política, mi esposa es ama de casa y madre de 2 niños. Mi vida sexual es genial, una esposa dispuesta y su tía, todo lo que un hombre podría desear.