Mamá es especial. - Tercera parte.

por
género
incesto

Me dejé caer al costado de mamá. Mi pecho todavía se inflaba agitado. Mi cabeza parecía girar en una especie de vértigo. Era la intensidad de mi clímax. Me costó un poco de tiempo recuperarme. Mamá y yo compartíamos la misma almohada el uno frente al otro. Su mano vino a acariciar mi pecho mientras su pierna izquierda subió sobre mi muslo. Deslicé un brazo bajo su cabeza y la acerqué a mí. Inhalé el perfume de ella y mis ojos se cerraron en un ensueño.
—Mami … Eso fue increíble …
—¡Uhmmm! … Lo sé … Me hiciste sentir como si estuviera con tú padre otra vez … ¿Seguro que esta es tu primera vez? …
No entendí bien el significado de sus palabras, pero lo tomé como un cumplido.
—¡Uhm! … Algo recuerdo de los ruidos que hacían ustedes cuando yo era un niño …
—¡Oh! … Nos escuchaste … Siempre estuve preocupada de que no nos escucharas … Pero tú papi era insaciable y sabía como hacerme tantas cosas que me gustaban …
—¿En serio? … ¿Y que cosas? …
—De todo … Todo tipo de cosas …
—¿Cómo cuáles? …
Mamá se quedo callada por un momento y respondió.
—Como esas cosas que tú y esa mujer de internet compartían …
—¿Deveras? …
—¡Ah-ha! … Debo confesar que me sorprendieron los diálogos que tú tenías con esa mujer … Creo que hasta me excité un poco … Me encanta el sexo … No me importa si me degradan un poco mientras estoy excitada … Me encantaba la sensación tibia del semen de tu padre en mi piel … A menudo lo dejaba que se corriera en mi vientre, sobre mi espalda, mis senos, entremedio de los dedos de mis pies, en mi trasero y, a veces lo dejaba rociarme la cara … No me preguntes el por qué, pero él podía hacer de todo conmigo y yo lo amaba …
La miré boquiabierto e incrédulo, no la imaginaba haciendo todo eso con papá, pero mamá no había terminado, continuó revelándome más sobre la sexualidad de ella y papá.
—¡Oh! … Y a veces también teníamos juegos … Yo me vestía de colegiala y él hacía la parte del profesor o director del colegio … Yo me presentaba ante él para recibir un castigo por ser demasiado cachonda … Y él me daba en punición unas cuantas nalgadas en mi culo … Luego yo debía satisfacerlo para ser absuelta de mi falta …
—¿Satisfacerlo? … ¿Y cómo? …
—¡Sexualmente! … Él me amenazaba con expulsarme del colegio si no accedía a hacer ciertas cosas con él … Me intimidaba de que llamaría a mis padres … Entonces yo tímida y sumisamente accedía a todo lo que él quisiera hacerme … A veces me quitaba mis bragas y me follaba sobre su escritorio … Otras, él me obligaba a darle una buena mamada … También algunas veces me la metió en el trasero …
—¿Y tú te dejabas hacer todo eso? …
—¡Me encantaba! … Tú padre era mi amo y señor … Yo lo amaba por eso …
Fue un poco impactante enterarme de todas las cosas que papá le hacía a mamá con su propio consentimiento, casi no lo podía creer.
—¿Y solías dejar que él te lo metiera en el culo? …
Mamá me miró a los ojos y se rio maliciosamente.
—Tú padre era genial … Todo lo que él me hacía era muy gratificante tanto para él como para mí … Él me hizo adicta al sexo anal … Yo llegué a exigírselo al menos una vez a la semana … La sensación de su polla en mi trasero era algo que me fascinaba y me hacía tener unos orgasmos sensacionales …
—¡Oh, mamá! … Todo esto para mí es una sorpresa … Una grata sorpresa … Me gusta que hayas tenido la suficiente confianza como para hacerme saber todo lo que papá y tú hacían en la intimidad … Yo siempre te vi feliz con él … Ahora entiendo porque no encuentras a nadie como él …
—Así es, cariño … Nadie como tu padre …
—Entonces … ¿Me dejarás tener sexo anal contigo? …
Mamá puso su mano en mi polla y respondió.
—¡Ah-ha! … Tienes una hermosa polla … Pero solo si tú lo quieres …
Debo admitir que el sexo anal no era una cosa preponderante en mi lista de deseos carnales. Yo solo quería poder meterlo en una vagina, pero me intrigaba la idea de que una mujer pudiese gozar con una polla en su trasero.
—Mami … Todo lo que te hará feliz … Me hará feliz también a mí …
—¡Hey! … Piensa bien lo que dices … Podría muy bien cobrarte la palabra …
—¿En qué modo, mami? …
—Bueno … Hasta ahora en el día a día, solo me has conocido como la madre dedicada y un poco aburrida … Pero de noche a puerta cerrada, puedo ser un poco pervertida …
Pensé en el modo en que ella me había chupado la polla y tragado todo mi semen. Eso me había sorprendido mucho, ni siquiera imaginaba que mamá pudiese hacer algo así. Y yo quería más de eso.
—¿En que modo, mami? …
Ella me miró inquisitivamente y sonrió diciendo.
—¿Te crees preparado para darme una punición? … Nalgadas, por ejemplo … ¿Podrías hacerlo? …
—Jamás he hecho nada de eso … No creo que me gustaría causarte dolor …
—Con tú padre fue igual … Él al principio no quería ni siquiera intentarlo … Pero yo se lo pedí tantas veces, que poco a poco él lo fue integrando en nuestros juegos … Hasta convertirse en mi amo y señor … ¡Uhm! ¡Cuanto lo echo de menos! … Y tú te pareces tanto a él … El mismo modo de ser … Tú dedicación a todo lo que haces … Tu barbilla, tú nariz y tu sonrisa, son igual a la de él … De mi tienes solo el color de tus ojos … Tu imponente figura también me recuerda a él … Y ahora he descubierto que tu polla es más grande que la de él … Te amo, Héctor …
—Yo también te amo, mamá … Y siempre lo haré …
—Entonces … ¿Crees que podemos hacer algo más? …
—Contigo, todas las veces y todas las cosas que quieras, mami …
—¡Uhm! … Ya veremos cuanto puedes aguantar …
Así diciendo, mamá deslizó su pierna derecha a restregar mi erección. Su rostro se acercó al mío y nos besamos. Me encantó volver a sentir esa maravillosa sensación que me daban los labios de mí madre. La sujeté con fuerza por la cintura y metí mi lengua en su boca. Nos besamos por varios minutos, lo que hizo que mi polla creciera a su máxima envergadura y presionara potente e insolente contra su vientre liso. Parecíamos como una pareja de recién casados o jóvenes adolescentes a sus primeras experiencias románticas. Cuando rompimos el beso, ella me miró con una esplendente sonrisa dibujada en su rostro, se arrodillo a mi lado antes de pasar una pierna sobre mi cabeza, miré su finamente peludo coño sobre mí cara, luego ella aferró mi verga y se inclinó a darme besitos en el glande antes de engullirla y comenzar a chupármela. Nunca me había encontrado en esta posición, pero instintivamente agarré sus glúteos, los abrí y contemplé la estrellita de su engurruñado culo, luego me concentré en los gruesos labios que mantenían herméticamente cerrada su vagina y estiré mi lengua para saborear la melosa vagina de mi madre, empujándolos y separándolos para deleitarme con sus jugos exquisitos.


Mi lengua subía y bajaba recogiendo la humedad de su chocho, hinchado y estrecho. Dibujé un patrón con mi lengua hacia arriba y hacia abajo, hacia la derecha y hacia la izquierda, hice círculos concéntricos alrededor de sus labios mojados hasta llegar al centro y penetrar su agujerito caliente. Mamá dio un pequeño respingo cuando toqué su labia menor y empujé más hacia adentro. La sapidez de su coño me hechizaba y me mantenía pegado al orificio que me trajo a este mundo. Lamí su coño almibarado con pasión, deseando poder adentrarme en el una vez más y volver a nacer.


Hice descender mi mano derecha y la penetré con mi dedo medio y anular. Ella encorvó su espalda y emitió una especie de gruñido, mis dedos se sumergieron en su lava caliente y resbaladiza, entonces ella empujó para hacerlos entrar más profundamente en ella. Luego zurré delicadamente su clítoris con la punta de mi lengua, después se lo chupé como si fuese un caramelo. Mis dedos iban y venían dentro de su coño candente. Fijé mis ojos en la maravillosa concavidad más oscurita y a forma de estrellita, el boquete anal de mamá y metí mi lengua en esa estrechez. Mamá dio un grito desesperado y luego trago mi polla hasta tocar el final de su garganta, comenzando a devorar mi pene con inusitada energía, como hambrienta de verga, mientras yo follaba su estrecho culo con mi lengua.


Su cuerpo temblaba con espasmódicos tiritones cuando sacó mi polla de su boca, luego gateó por la cama y volvió a agarrar mi pene mojado de su saliva, me montó a horcajadas dándome la espalda, apuntó la punta de mi polla a su panocha y se penetró con mi amoratado glande. Busco de equilibrarse y se sentó hasta tocar mi vientre con sus glúteos, un poco lánguidamente comenzó a mecer sus caderas y a columpiarse sobre mi polla. Irguió sus pechos y echó su cabeza hacia atrás gimiendo de placer.


Luego de un rato y mientras ronroneaba, se quedó quieta por unos segundos con mi pene enterrado profundamente en ella, enseguida uso sus piernas para levantarse un poco y hacer que mi polla se deslizara, permaneciendo solamente mi hinchado glande en su anillo vaginal. Después comenzó a rebotar hacia arriba y hacia abajo, entrando a un ritmo acompasado y constante. Puse mis manos en sus caderas para acompañar sus movimientos e iniciar mis propias embestidas a su fascinante y cavernoso coño caliente.


En esta posición, el capullo oscuro y estrecho de su ano se me revelaba a cada embiste. Me sorprendió saber que papá metía su polla justo allí, en ese apretado agujero y me vinieron unas locas ganas de probar su abertura trasera, ceñida y prometiente. Pero por ahora estaba feliz de disfrutar los placeres que me brindaba el caldero hirviente de su panocha.


Mamá dejó de rebotar y se asentó sobre mis piernas, luego sin dejarme salir de su estrechez, se giró hasta quedar enfrentados cara a cara. Se inclinó a besarme, nos unimos por nuestros labios y su lengua desafió a duelo a mi lengua. Ella gemía mientras restregaba su pelvis contra la mía, haciendo rechinar nuestros huesos pélvicos.


Mis ojos fijaron sus poderosas y amplias tetas. Me encantó la forma en que temblaban, se mecían y peloteaban en el aire haciendo piruetas; me incliné un poco y logré atrapar unos de sus huidizos pezones en mi boca provocando que ella gimiera audiblemente. Chupé, mordí delicadamente y lamí su areola rosada, luego fue el turno de su otra teta que ella voluntariosamente metió en mi boca. ¡Carajo! ¡Cómo me gustaba chupar las tetas de mi madre!


Después apoyé mi cabeza en mi almohada y me recosté a observar a mamá mientras cabalgaba encima de mi pene. Sus ojos estaban cerrados y su boca entreabierta. Su rostro se desfiguraba en muecas de cachonda lujuria. En ese momento me convencí de que ella era la mujer más sexy de este mundo. Su rostro denotaba su cachondez y el agónico placer que le provocaba mi polla. Parecía que estaba gozando a concho, su cara se deformada entre visos de placer y de dolor. A un cierto momento dejo de rebotar y su cuerpo entero volvió a temblar, esta vez mucho más violentamente mientras un ronco grito salía de su boca entreabierta.
—¡Aaarrrggghhh! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Oooohhhh! …
Su respiración era afanosa con estertores audibles. Poco a poco fue recobrando su respiración regulada, su cara reflejaba una profunda tranquilidad. Sus ojos finalmente se abrieron y me fijo con ellos en forma deslumbrante, diciendo.
—¿Te gustó? … ¿Quieres que probemos algo más? …
Me sorprendió un poco su pregunta, pero decidí responder espontáneamente.
—Sí, mami … ¿Sabes?, siempre quise hacerlo a lo perrito … Me pregunto ¿Cómo será eso? …
Mamá me miró afectuosamente, ella estaba siendo mi maestra, me sonrió sacándose mi polla de su coño, se arrodilló sobre el edredón y se puso en cuatro, mirándome por encima de su hombro me dijo.
—Está bien … Súbete a bordo marinero …
¡Oh, Dios! Amaba a esta mujer. Parecía una genio salida de una botella dispuesta a satisfacer todos mis deseos. Me puse detrás de ella y coloqué mi mano izquierda en su cadera, con mi mano derecha aferré mi pene y lo paseé por el surco húmedo de su grieta escondida y profunda. Por un momento mi cabezota se apoyó en su estrecho culito, presioné entre sus nalgas y mi pene resbaló hacia arriba.
—¡Oohhh! … ¡Hmmmm! …
Gimió ella. Volví a posicionarlo entre los labios mojados de su vagina y presioné hacia adentro. Sus gruesos labios se hundieron en su fisura estrecha mientras empujaba mi glande hinchado. Bastó ese momento fugaz para darme cuenta de que, en mi primer día de actividad sexual, esta iba a ser mi posición favorita. Podía acariciar la esbelta espalda de mamá, posesionarme de sus pechos cimbreantes, aferrar sus cabellos y cabalgarla como una potranca, además, se requería menos esfuerzo que en la posición del misionero. Quizás el único inconveniente era que no podía mirar la cara caliente de mamá. Bueno, no todo puede ser perfecto.


El movimiento de mis caderas se fue acelerando poco a poco y mi pene comenzó a entrar y salir del encantador agujerito de mamá cada vez más rápido. El golpe suave de mi pelvis contra sus firmes nalgas era el único sonido que abarcaba toda la habitación, el otro acorde casi una obra melodiosa y harmónica, eran los quejidos y gemidos de mamá, a veces sonoros y otras sensibles y simétricos, pero sumamente eróticos.


Un poco más excitado que de costumbre, me preguntaba cuanto tiempo más podría durar, reconsiderando mi deseo de follarla toda la noche. Mamá era demasiado hasta para mí, pero no estaba dispuesto a ceder ni un momento, quería saber cuales eran los planes de ella y me concentré en disfrutar esta exquisita posición en la que me encontraba follándola y haciéndola gozar.


Deslicé mis manos sobre sus pechos tirándola hacia arriba hasta que su espalda tocó mis pectorales. Giré sus pezones entre mis dedos, ahuecando mis manos para amasar sus tetas pesantes y firmes mientras la follaba con todas mis fuerzas. Estuve a punto de correrme en su coño caliente. Solté sus tetas desesperado, mamá cayó hacia adelante gritando de placer, entonces me apoderé de sus caderas y la cogí enterrando mi pene con todas mis fuerzas en sus encharcados labios vaginales. Ahora sentí que había tenido lo suficiente. Mis piernas temblaron y se pusieron tensas al máximo. Entonces mamá me sorprendió haciendo salir mi pene de su coño ardiente, me empujó sobre la cama, se metió entre mis piernas y aferró mi pene mojado con los jugos de su panocha, envolviéndolos con sus piececitos incurvados.
—A tu padre le encantaba hacer esto …
Me dijo haciendo deslizar sus delicados pies por todo el largo de mi polla y comenzó a masturbarme con ellos en forma rápida y constante, al mismo tiempo que me sonreía. Si alguna vez escuché o creí saber sobre el fetiche por los pies de una mujer, este fue el momento que inició todo. Los pies de mamá tocaban y rozaban con delicadez mi polla, atrapándola entre ellos y restregando mi lustroso glande. Me dediqué absorto a admirar la destreza de mamá con sus pies y supe que no podía resistir más. Respiré profundamente y me contorsioné viendo los primeros cuatro o cinco borbotones que explotaron desde mi polla y aterrizaron en sus pantorrillas y piernas; el resto de los chorros con menor potencia bañaron sus deditos y se escurrieron entre ellos para mojar sus arcos plantares.


Todo lo que paso después de eso es historia y no me recuerdo fehacientemente de todo. Era como si hubiese trascurridos una noche de copas y hubiese terminado emborrachado en la lujuria del sexo con mi madre. Cada dos o tres horas me despertaba con ella tocándome o yo subiéndome encima de ella para depositar cantidades menores de semen en su panocha enfebrecida.


Al día siguiente me desperté temprano, mi pene estaba un poco sensible después de haber follado tanto. Esta noche había sido única. ¿Había sido real o había sido solo un magnifico sueño? Durante varios segundos dudé de la veracidad de los hechos. Me parecía estar en algún lugar extraño. Sentía la calidez de un cuerpo femenino a mi lado, la palma de mi mano estaba encima de una hermosa mole de carne femenina, era una teta enorme. Entonces los recuerdos se hicieron lugar en mi mente y me provocaron una sonrisa. Mamá. Era la gorda e inmensa teta de mi madre, me había despertado y mi sueño era real, mamá estaba totalmente desnuda a mi lado. De algún modo mi sueño se había hecho realidad y me estaba despertando con la mujer de mis sueños, mi propia madre. Me sentí muy afortunado y contento. Cerré los ojos y disfrute tenerla entre mis brazos por un par de minutos más. Me hubiese gustado permanecer con ella por horas y volver a follarla, pero tenía también otras obligaciones que cumplir. Recogí mis ropas y la miré por última vez antes de irme al baño. Antes de salir le di un beso en su mejilla.
—Nos vemos a mi regreso …
Murmuré saliendo de su habitación. Ella se veía muy hermosa y dormía profunda y tranquilamente. Todavía no sabía cómo había tenido tanta suerte con ella.


Cuando llegué al baño tiré la ropa sucia al cesto, hice mis necesidades fisiológicas y luego me metí bajo la ducha. Mientras me duchaba recordé lo sucedido con mi madre. Los recuerdos eran muy variados y me produjeron una tremenda erección. Agarré mi pene y lo acaricié pensado a las cálidas manos de mamá; a su boca tibia y mojada; a su panocha caliente y estrecha; a su garganta succionando mi pija; a sus pesadas tetas; a sus piececitos envolviendo mi polla; sin dejar de lado lo increíble que sentí el tenerla sobre mí gimiendo y gozando, el estar detrás de ella follándola a lo perrito. Como dije, eran muchos y variados los recuerdos de mis momentos con ella.


Me corrí, pero solo expulse un par de exiguas gotitas de semen, mamá me había dejado chuchurrido, me lo había quitado todo. Me reí entre dientes y procedí a lavarme el pelo con champú y bálsamo. Cuando terminé de ducharme me puse una bata de baño y me fui a mi dormitorio. Me puse mi ropa del colegio y bajé a desayunar. Me preparé un café con leche y un buen plato de cereales chocolateados, realmente lo necesitaba para recomponerme.


Mientras estaba sentado a refocilarme, me preguntaba si mamá se despertaría y decidiría que todo lo nuestro había sido solo un error, para mi hubiese sido desastroso. Quizás ella no querría que volviéramos a estar juntos. Tenía todo el derecho de cambiar de opinión, pero dudé de que ella decidiera eso. Toda la noche ella me dio la impresión de que no le preocupaba mayormente que fuéramos madre e hijo, parecía haber superado ese tabú atávico del incesto. Pero si todo iba mal tal vez tendría que mudarme. Irme lejos de ella y dejarla atrás para siempre. El solo pensar en esto me provocó un agobiante dolor en el pecho. Preferí dejar pasar cualquier pensamiento negativo y pensar solo en lo dichoso que ella me había convertido, me había hecho hombre, un hombre feliz.
*****


En el colegio todo se desarrolló como lo habitual. Me resultaba difícil concentrarme en mi tareas escolásticas, no hacía más que pensar en mamá. El tiempo pasó lentamente hasta que sonó el timbre y supe que era hora de regresar a casa. Apenas salí del recinto del colegio, me llamó la atención una cabellera roja que me pareció muy familiar. Llevaba unos estrechos blue jeans, sandalias de altos tacos y una blusa primaveral abierta hasta la convergencia de sus hermosos senos, era Roxana. Nunca se me pasó por la cabeza en verla tan pronto, hubiese preferido que me tragara la tierra, pero ella me vio y se dirigió inmediatamente hacia mí.
—¡Hola!, Héctor … —Me saludo sonriendo.
—¡Hola!, Roxana … —Respondí pasando una mano a ordenar mis cabellos.
—¿Sabes? … Dejar a una chica en el modo en que me dejaste anoche, se considera de mala educación …
—¡Uhm!, sí … Sí, lo sé … Y lo siento mucho de verdad …
Quise explicarle las verdaderas razones por lo sucedido, pero obviamente no podía hacerlo.
—Los chicos no suelen rechazarme, ¿sabes? … De hecho, no recuerdo ni siquiera una vez que eso haya sucedido …
—Lo siento de verdad … ¿Puedo hacer algo para compensarte? …
—¡Ehm! … No estoy segura … Tengo que pensarlo un poco … Todavía no te he perdonado …
—No puedo culparte por ello …
Roxana mi miró intensamente a los ojos, ¡Guau!, su mirada me traspasó de lado a lado, luego habló dulcemente.
—¡Hmm! … ¡Entonces sigo siendo tu cita para el día de tu graduación? …
Tengo que decir que esta era una pregunta que no me esperaba, me tomo por sorpresa, así que como pude balbuceé.
—¡Eh, sí! … Por supuesto … ¡Uhm! … Quiero decir, si tu todavía lo quieres …
—A decir verdad, estoy fascinada con eso … Yo nunca tuve un día de graduación … No pude ir a mi graduación, ¿sabes? …
—¡Oh! … ¿Y porqué no pudiste asistir a la tuya? …
Me sonrió en forma picarona antes de contestar.
—No estoy segura de querer referirme a eso … Este no es el lugar para cierto tipo de conversaciones, ¿sabes? …
Entendí inmediatamente sus preocupaciones, me reí entre dientes y le dije.
—Está bien … Espero que asistas a la mía …
—Bien … Pero no me decepciones como lo hiciste anoche …
—No lo haré … Tenlo por seguro … ¿Puedo ofrecerte algún refresco? …
—¡Oh, no! … Tengo que llegar al banco antes de que cierren … Mi tarjeta ha sido bloqueada …
—Está bien … Debo decirte que me encantó verte … Estás muy bien … Luces hermosa …
—¡Oh, Héctor! … Eres un chico encantador … Nos vemos …
Antes de irse me abrazó y me apretó a sus duros pechos, susurrándome al oído.
—Y para que sepas … Yo siempre consigo lo que quiero …
Me soltó suavemente y me dejó delirando en su aura y su exquisito perfume, mientras se alejada con un cadencioso movimiento de sus caderas.


Me quedé pensando un poco en sus palabras y me parecieron una promesa. Me sonreí a mi mismo, la vida me sonreía y al parecer cualquier hechizo o embrujo había sido roto la noche que pasé con mamá. A propósito, debía llamarla por teléfono, saqué mi celular de mi bolsillo y la llamé.
—¡Hola, mami! … ¿Qué estas haciendo? … —Pregunté.
—¡Oh! … No mucho … De hecho, estoy todavía en la cama … Me dejaste agotada … Destruida … ¿Y tú? … ¿Qué haces? …
—Salí un poco más temprano del colegio … Estoy en el Centro Comercial bebiendo una bebida … Me preguntaba si podrías reunirte aquí conmigo … No tendrías que cocinar nada y podríamos servirnos algo al paso …
—Genial … me arreglaré e iré para allí ahora mismo … ¿Dónde estás? …
—Estoy en el patio de comidas … Cerca del centro de juego infantiles …
—Espérame allí … Ahora vengo …
Me fui a pasear cerca de la tienda de artículos deportivos, esperando que mamá llegara pronto. Sentí una cálida sensación en mi pecho y me sonreí pensando a mamá.


La divisé a lo lejos y me fui a su encuentro. No sé porque razón me sentí emocionado al verla moverse entre la gente. Era como si la viera por primera vez, y no de haber vivido con ella en mis únicos diecisiete años. Coloqué mi teléfono en mi mochila y fui a su encuentro, le di un beso en su mejilla como saludo. Llevaba una minifalda rosada, una remera blanca sin mangas y zapatillas. Había recogido sus cabellos en un sofisticado moño, se veía muy bonita, lucía muy joven y lozana.


Nos sentamos en la terraza de un sitio de comida rápida. Mamá se decidió por un Megabox y bebida Cola, yo elegí unas papas fritas con queso y salame, también un refrescó de jugo natural.
—Entonces … te despertaste cuando te llamé …
—¡Ehm, sí! … Nunca había dormido tanto y tan feliz … Creo que la última vez fue cuando tenía unos veinte años …
—Bueno … Puedo entenderte … A mi me costo un mundo salir de la cama … Estaba agotado …
—¿Entonces anoche fue todo cómo habías soñado? …
—Mucho más que eso … Me gusta que me hayas preguntado sobre eso …
—¿Por qué? …
Dudé un momento antes de contestar, pero no debía ocultarle nada.
—Porque se me pasó por la cabeza de que vendrías a decirme que estabas arrepentida y que no volveríamos a hacer nada parecido …
Mamá enarcó sus cejas y me miró con un dejo de preocupación. ¡Maldición! Tal vez debería haber mantenido mi boca cerrada. Pero su expresión se fue suavizando y su ceño volvió a relajarse. Suspiró profundamente antes de hablar.
—Tengo que admitirlo … Me resultó difícil aceptar la evolución de nuestra relación … Estaba avergonzada de mi misma … Pero me di cuenta de que eres el hombre que necesito para mí … Ningún otro me amará tanto como tú … Excepto tu extinto padre …
Tomó una bocanada de aire, sorbió un poco de su bebida y prosiguió.
—“Amor” es a veces una palabra complicada … Todos pretendemos que la forma en que amamos a una hermana, a un hijo o a un amigo es de algún modo diferente a la forma en que amas a un cónyuge … Pero en realidad no lo es … La única diferencia es que con un cónyuge agregamos el factor sexo e intimidad … El sentimiento básico es el mismo … y yo siempre te he amado Héctor … Eres un joven atractivo … Además, eres una copia fiel de tu padre … El hombre con el cual me casé y al cual le di todo de mí … Eso es lo que siento ahora …
Me emocionó escuchar a mi mamá decirme honestamente todas esas cosas, puse mi mano sobre la de ella.
—Mami … Sé que no es nada simple lo nuestro … Pero tu eres la copia fiel de la mujer que siempre he deseado …
Sus ojos se iluminaron de emoción, me dijo.
—Y todavía me llamas “mamá” …
Se interrumpió de pronto cuando la camarera se acercó a nuestra mesa a preguntar si necesitábamos algo más. Le dijo que no y le dio las gracias, yo también le agradecí. Ella volvió a sorber un poco de su bebida Cola y añadió.
—Después de todo lo que hicimos anoche y después de lo que te acabo de decir … ¿Me vas a seguir llamando “mamá”? …
—Bueno … Creo que es la fuerza de la costumbre … ¿Cómo quieres que te llame? …
—¡Santo Dios! … ¿Has olvidado mi nombre? … Virginia … Llámame por mi nombre …
Me reí ante la objeción y observación hecha por ella.
—Está bien … Lo siento, Virginia …
Ella levanto su vaso para beber y note su dedo anular con la marca blanquecina de su anillo de bodas, no lo estaba portando.
—¿Qué hiciste con tu anillo de matrimonio? …
—Decidí quitármelo …
—¿Y por qué? …
—Simplemente esta mañana decidí no luchar con mis sentimientos … Quiero que lo nuestro sea algo oficial … Ese anillo me recordaba de haber sido de otro hombre … Ahora quiero pertenecer solo a ti …
—Sabes que no tienes por qué hacer eso, ¿verdad? … Sé cuanto amabas a papá …
—Sí, lo sé … Pero todo tiene su debido tiempo … Tu padre ya no está … Él siempre ocupará un lugar especial en mi corazón … Pero ahora estás tú … Quiero ser tuya en cuerpo y alma …
—Es lindo lo que dices, Virginia … De cualquier modo, siempre te amaré …
—Y yo también, Héctor … Por eso te amo tanto …
—¿Y no te preocupa si alguien que conocemos nos vea juntos? …
—Ese no es el caso y podemos ser discretos … ¿Acaso tú te has topado con alguien que conocemos? …
—Mira que interesante que me lo preguntes … Justo hoy Roxana vino a encontrarme a la salida del colegio …
Ella abrió desmesuradamente sus ojos antes de dar una mordida a su alita de pollo crocante, luego farfulló masticando.
—Eso debe haber sido algo incómodo, ¿no? …
—No tanto como pensé que podía ser … Fue mucho más suave …
—¿Entonces ella no te insultó? … ¿No estaba enojada contigo? …
—No percibí en ella ningún enojo … Pero estaba algo molesta y decepcionada …
Le dije echándome a la boca un par de papas fritas.
—¡Oh!, podre amiga mía … Me siento mal por ella … Estaba ilusionada contigo … Ella tampoco ha podido encontrar al hombre justo para ella …
—Bueno … Le confirmé que ella sería mi pareja para el día de mi graduación …
—¿Lo hiciste? …
—Tuve que hacerlo … Ya se lo había pedido en nuestra primera cita … Ya que ella nunca pudo ir a su propia fiesta de graduación …
—¿Ah? … ¿Y te dijo el porqué no había podido asistir a su fiesta? …
—¡Uhm! … No, pero supuse que algo tenía que ver el sexo …
—¡Je-je-je! … Bueno … No te diré cual fue el motivo … Pero te contaré una historia que quizás te interese saber …
—¿Sí? … ¿De que se trata? …
—Bueno … Tal vez este no sea el lugar más apropiado para hablarte de esto … Pero es mejor que lo sepas …
Dijo mamá sonriendo enigmáticamente mientras daba un vistazo a su alfrededor, luego continuó.
—Hace unos nueve u ocho años … Tu te habías ido a acampar con los chicos del colegio … Tú padre y yo invitamos a Roxana a la casa … Tú padre quería ver a dos mujeres tener sexo … Yo era su cómplice y planeamos seducirla … A mi me encantaba cumplir con todas las fantasías de él …
—¡Oh! … ¿Y ella se prestó al juego? …
—Bueno … Debo admitir que realmente no me gusta besarme, ni tampoco acostarme con mujeres … Pero como te dije; me encantaba complacer a mi marido … Primero comenzamos a jugar entre ella y yo, luego tú padre con la ayuda de una pastillita azul, nos atendió a ambas por toda la noche … Fue divertido y después de eso continuamos a ser buenas amigas y nada más … Fue un hecho de una sola vez …
Me sonó a algo pervertido y juguetón la confidencia de Virginia, pero después de la noche anterior, me pareció que recién comenzaba a conocer a esta mujer llena de energías y feliz de vivir la vida en forma plena. Se me puso muy duro escuchándola, afortunadamente estaba sentado y cubierto por la mesa.
—¡Uhm! … Debo confesar que eres una caja llena de sorpresas … Agradables sorpresas …
Virginia se rio y continuamos a charlar mientras comíamos. Cuando terminamos, pagamos la cuenta y nos fuimos a pasear por el Centro Comercial como una consolidada pareja, yo pasé mi mano por su hombro y ella rodeo mi cintura con el suyo.


Me sentí lleno de una felicidad plena. Entramos a una tienda y ella compró algunas prendas de vestir para ella. Luego salimos y nos sentamos cerca del parque de juegos infantiles donde varios niños jugaban acompañados por sus padres. Me pregunté si Virginia y yo tendríamos algún día un bebé, eso me pareció increíble. En un dado momento ella se giró y yo la besé apasionadamente, no encontramos que nadie nos mirara en forma extraña, nadie sabía de lo nuestro, para la gente éramos solo una pareja más. Luego nos fuimos a nuestra casa.


Llegamos a casa y Virginia dijo que necesitaba darse un baño ya que había salido muy de prisa para ir a encontrarse conmigo y se había saltado la ducha. Ella tomó su bata y se fue al baño, yo me desnudé y me recosté sobre la cama con una furiosa erección. Cuando mamá salió, me sonrió divertida.
—Al parecer necesitas un poco de ayuda con eso, ¿no? …
Le devolví la sonrisa y moví mi cabeza afirmativamente.
—Sabes que estoy en mis días fértiles, ¿verdad? … No te dejaré que me lo metas en mi coño … Queda solo un día para volver a hacerlo contigo …
Dejó caer la toalla y sacó del cajón de su cómoda una tanga amarilla y se la colocó, luego se subió a la cama a mi lado, mis fosas nasales se colmaron con el olor a manzanas del jabón de mamá


Se inclinó sobre mi apretando mi polla en su mano y me besó. Me sentí muy bien estando cerquita de ella otra vez. La abracé en mis brazos y correspondí su beso metiendo mi lengua en su boca. Nos besamos por largo rato mientras ella deslizaba mi prepucio hacia arriba y hacia abajo por todo el largo de mi pija. Yo alcancé una de sus nalgas y la amasé con delicadez. Delicadamente mamá echó su cabeza hacia atrás y se levantó. Se acomodó de rodillas y con una picara sonrisa en los labios se llevó mi glande a su boca entreabierta. Sentí como su lengua se enredaba como una enredadera alrededor de mi cabezota y se me escapó un gemido.


Poco a poco fue haciendo descender su cabeza hasta tocar mis exiguos vellos púbicos con sus labios, cerré los ojos y disfruté la calidez de su boca y la sensación de estar tocando su estrecha garganta. Respiró profundamente por su nariz y subió a lamer el anillo de mi glande con su lengua juguetona. Entonces comenzó a mecer su cabeza hacia arriba y hacia abajo, balanceándose a un ritmo sostenido y rítmico. Fueron momentos de glorioso placer. De repente ella se detuvo, el timbre de la puerta principal había hecho sentir su sonoro “Ding-Dong”. Mamá tomó su bata y se fue a haber el inoportuno visitante, no le tomó más que unos segundos cuando volvió a asomar su cabeza por la puerta del dormitorio preguntándome.
—¿Te gustaría vernos a mi y a Roxana haciéndolo? … Ella está a la puerta …
Casi me viene un soponcio, respiré profundo y le dije.
—Si ella te da confianza … Me encantaría verla junto a ti …
Mamá volvió a desaparecer y escuché la voz de Roxana saludando a mamá y un entretenido dialogo.
—¡Hey! … ¿Por qué me saludas con un beso en la boca? … —Exclamó Roxana.
—Porque estoy ocupada y es una sorpresa … Tu eres mi mejor amiga y quisiera saber si estás dispuesta a participar …
Dijo mamá todo de un golpe.
—¿Estás con alguien en tu cama? …
—Es obvio … Es por eso por lo que te estoy invitando …
—¡Ehm! … Bueno … Sí … Sí es alguien de tu confianza … Pero ¿quién es él? …
—No te lo diré … ya lo descubrirás por ti misma …
—Bueno, sí … Vamos …
—No tan de prisa … Primero debo vendar tu vista …
—¡Uhm! … Esto me pone cachonda …
De pronto se abrió la puerta y entro Roxana guiada por mamá. Se detuvieron al borde de la cama, mamá me hizo señas con su dedo cruzando sus labios, indicándome de no hablar nada. Luego comenzó a desabrochar la blusa de Roxana y expuso su sostén color carne de maravillosas y enormes copas aptas a sostener sus tetas pesantes y duras. Luego rodeó su cintura y procedió a desabrochar sus jeans y bajó lentamente la cremallera. Una estimulante tanga negra enterrada entre los regordetes labios de su coño se mostró invitante. Roxana movía su cabeza tratando de percibir la presencia de la misteriosa pareja de mamá. Yo me sonreía y seguía los movimientos diestros de mamá desnudando a su mejor amiga.


Mamá empujó los hombros de Roxana y la hizo subir a la cama. Ella se sorprendió cuando entró en contacto con mi velludo y caliente muslo. Entonces mamá tomó su mano y la acompaño a apañar mi erección todavía ligeramente húmeda con la saliva de ella.
—¡Oh! … ¡Guau! … Es muy grueso …
Exclamó Roxana y enseguida extendió su otra mano y la puso sobre su otra mano, tenía la mitad de mi polla en sus manos.
—¡Hmmmmm! … Y es muy larga … Me gusta …
Agregó en admiración. Entonces mamá empujó su cabeza hacia abajo, sobre mi polla y le dijo.
—Pues si te gusta, prueba a chuparlo …
Roxana separó sus labios cuando su boca alcanzó mi polla y dejó que mamá empujara su cabeza hasta engullirlo casi por completo. Tuvo un acceso de tos cuando toqué el fondo de su garganta. Entonces mamá le quitó la venda de los ojos.
—¡¡Héctor!! … ¡Eres tú! … ¡Virginia, este es tú hijo! …
Dijo Roxana con inusitada sorpresa, mamá se rio y le habló orgullosa.
—Sí … Es él … Y es más grande que su padre … ¿Recuerdas? …
—¿Cómo podría olvidar eso tan grandioso? … Por eso que alucinaba con estar con tu hijo … Pero no me imaginaba que ibas a estar otra vez conmigo … Parece que te gustó lesbicar, ¿eh? …
—No … no es cierto … La verdad es que no me desagrada … Pero prefiero una buena polla …
—Sí … pienso lo mismo que tú …
—¿Quieres que te ayude con eso? …
Roxana le hizo un seño con la mano para que se acomodara cerca de ella y luego volvió a tragarse mi polla. Mamá se fue a la base de mi pene y lamió mis bolas, se tragó una y la revolvió dentro de su boca, luego repitió todo con mi otra pelota. Cerré mis ojos y pensé que me había muerto y estaba de camino al paraíso. Todo me parecía un sueño.


Roxana se detuvo con más de la mitad de mi pija en su boca, su mejilla estaba abultada por la punta de mi pene, mamá continuaba a lamer la base de mi polla y la comisura de los labios de su mejor amiga, fue entonces que Roxana soltó mi polla y sus labios se unieron a los labios de mamá, ambas mujeres se besaron apasionadamente por más de un minuto, luego prosiguieron besando y chupando mi polla a turno, con esporádicos besos cachondos entre ellas.


Lo único que impidió que no me corriera fue la sensación ligeramente lacerante sobre mi sensible glande de los dientes de Roxana. Estaba claro que ella no era tan hábil como mamá en dar mamadas. Pero sería un terrible mentiroso si dijera que quería que ella dejara de hacerlo. Mamá vino a mi rescate comenzando a lamer mi asta de arriba hacia abajo y deslizó decididamente mi polla en su boca, iniciando una mamada de manual. Ella y Roxana se turnaron para darme besos y chupadas. Roxana tomo la cabeza de mamá y le dio un beso lleno de pasión y le dijo.
—Eres tan cachondamente sexy, Virginia … Que no me extraña que estes follando con tu hijo …
Después de eso, rompieron el beso y Roxana se arrastró hacia la parte trasera de mi mami. Enganchó sus dedos en la banda elástica de su tanga y se la bajo hasta la mitad de sus muslos, después su rostro desapareció detrás de los glúteos de ella. Mamá jadeó y gimió sintiendo la lengua cálida de su amiga lamiendo su chocho mojado.
—¿Te gusta la sensación de mi lengua en tu coño, Virginia? … —Preguntó Roxana.
—¡Uhmmm! … ¡Hmmmmmm! … —Gimió mamá sin sacarse mi polla de la boca.
—¡Dios! … Que empapada que estás … Deberías hacer algo con estos vellos tuyos …
Reclamó Roxana antes de volver a desaparecer detrás del culo de mamá, haciéndola volver a gemir y menear su trasero. Esto continuó por varios minutos. Después Roxana se acercó al oído de mamá para decirle.
—¿Qué tal si lo montas y me haces ver que tal se siente? … Me pone nerviosa el tamaño enorme de su polla y no sé si mi coño podrá con él … Es mucho más grande que el de tu marido …
Mamá gimió sacándose mi polla de la boca. Se quitó la tanga y me montó a horcajadas, sus tetas se balanceaban casi sobre mi rostro, ella se enderezó y me miró seriamente.
—Por ningún motivo te vayas a correr en mi coño, ¿entendido? …
—¿Por qué? …
Preguntó Roxana mientras estiraba su mano para agarrar una de las macizas tetas de mi madre.
—Porque estoy en mis días fértiles y no tomo ninguna pildorita …
—¡Oh! … Yo tengo ligadas las trompas … No tengo ese problema …
Dijo ella, en tanto mamá se posicionaba con sus piernas bien abiertas, aferraba mi pija y la dirigía a su ranurita mojada y ligeramente peluda. Se balanceó suavemente raspando mi glande con su hendedura mojada antes de encanalarlo dentro de su estrechez y mover sus caderas penetrándose profundamente con mi polla. Mamá gimió y cerro sus ojos en forma del todo espontanea. Roxana se agachó sobre mi vientre y miró la concha peludita de mamá y exclamó:
—¡Oh! … Así es como se ve una polla enorme entrando en una panocha estrecha …
Roxana descansó su mejilla sobre mi estómago y sentí los movimientos concéntricos de su cabeza, mamá se detuvo y abrió sus ojos mirando a su amiga que intentaba empujar su lengua contra su clítoris. Al rato comenzó a gemir y a pellizcar sus tetas. Roxana le preguntó suavemente.
—¿Nunca te habían chupado la concha mientras tenías una polla dentro? …
—¡Hmmmmmm! … ¡Ooohhhhh! …
Fue la clara respuesta de mamá, mientras apretaba sus piernas contra mis muslos. Roxana subió a mordisquear los pezones de mi madre y luego se movió más arriba a susurrarle a su oído.
—¿Me dejas probar a mí ahora? …
Mamá se detuvo unos segundos, entonces levantó sus caderas para dejar salir mi polla de su estrecho chocho, luego se metió a mi lado mientras masajeaba sus tetas. Roxana me montó prontamente, aferró mi glande y lo dirigió a su panocha, mamá observaba todo el movimiento de ella. Por unos instantes mi glande se trabó en el anillo vaginal de ella sin poder entrar, pero Roxana aplicó el peso de su cuerpo y mi pene resbaló de golpe dentro de ella.
—¡¡Mierda!! … ¡Aarrgghh! … ¡Qué grande que eres, Héctor! … ¡Ayaayaay! …
Mamá se sonrió y le dijo.
—Tómatelo con calma, chica … Él es un verdadero semental …
—Ya lo creo … Tiene los genes … Pero es tan grande …
Roxana emitiendo gemidos y quejidos logró meterlo por completo dentro de ella, luego puso sus manos en mi pecho y se alzó poco a poco hacia arriba hasta que solo quedó mi glande atascado en su ojete vaginal. Repentinamente se dejó caer con todo su peso sobre mi polla e inició un rápido y duro movimiento contra mi polla, mientras gemía y chillaba, usaba susurrados términos de cariño para mí.
—¡Uhg, sí! … ¡Cariñito, sí! … ¡Amorcito hermoso, asiii! … ¡Oohhh, ssííí! … ¡Qué riquito que eres, tesorito! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Mi niño hermoso, asiii! … ¡Fo-fóllame más fuerte, lindo precioso! … ¡Umpf! … ¡Ahaaa! … ¡Ahaaa! … ¡Que riquito! … ¡Umpf! …
Me arrastré un poco hacia arriba para apoyar mi cabeza en la almohada. Estiré mi manos ahuecándolas sobre sus hermosas tetas, algo que quería hacer desde que mamá le quitó el sostén. Eran como globos inflados con líquido, envueltos en sedosa piel. Se sentían increíbles en mis manos. Agarré sus pezones y los retorcí como sintonizando un equipo de radio, luego alcancé su duro pezón izquierdo con mi lengua, después procedí a chupar el otro del mismo modo. Se sentían muy bien, pero sinceramente los de mamá estaban a un nivel superior.


Roxana rebotaba feliz en mi regazo, pero sentí que era hora de darle otro curso a esta follada y cambiar de posición. Metí mis manos bajo sus axilas y la hice rodar de costado, rápidamente acomodé su pierna derecha hacia arriba y empujé mi lengua en su boca, tomé su pierna izquierda y también la subí por sobre mi cadera, aferré sus nalgas y comencé a follarla con mucha fuerza, haciendo que ella gimiera sin control directamente en mi boca. Se sintió un poco extraño estar besando a alguien que no fuera mi madre, pero creo que su importancia era relativa. De hecho, sentí el olor a manzanas de mi madre cuando ella acercó su boca a las nuestras y compartimos besos entre nosotros. Esto también era algo nuevo para mí. Cedí mi lugar a mamá y dejé que las chicas se besaran, entonces me dediqué a follar a Roxana con mucha más energía, lo que hizo que ella gimiera entre los labios de mamá con cada enérgico embiste. Este caliente ruido me incitó al máximo, lo que provocó mi clímax y comencé a verter mi leche en el coño apretado de Roxana.


Fue sorprendente que hubiera logrado durar tanto. Empujé violentamente mis caderas y quedé abrumado expeliendo ráfagas de semen espeso dentro el encharcado coño de Roxana, mi polla palpitaba mientras expulsaba potentes manguerazos de esperma contra sus delicados pliegues. Sentí una agónica complacencia seguido de una euforia lujuriosa. Enseguida me desplomé al costado de ellas tratando de estirar mis piernas para no sufrir algún doloroso calambre. Roxana tomó la cara de mamá y le dijo.
—¡Se ha corrido! … ¡Estoy llena de su semen! … ¡Qué rico que se siente! …
—Bueno … No te puede dejar preñada … ¿De qué te preocupas? …
Luego se metió entre las pierna de ella y colocó su boca abierta contra el coño pequeño de Roxana. La mejor amiga de mamá se sonrió y abrió más sus piernas para darle mejor acceso a su panocha chorreante de semen.
—Eso, amiga … Chúpalo fuera … Limpia mi coño …
Mirar a estas dos mujeres solazándose la una con la otra, mantuvo mi erección al tope. Mamá metió su lengua dentro del coño de Roxana y succionó fuera toda mi leche, como celosa de que un resto de ello quedara en el coño de su mejor amiga. La respiración de Roxana se hizo más agitada y profunda, mamá lamía y relamía su panocha caldeada. Yo me levanté y me coloqué detrás de mamá, coloqué mi polla apoyada en su cerrado coño y empujé para hundir mi polla en sus fluidos, aferré sus caderas y un tercio de mi polla desapareció en la panocha de mi madre, ella gimió audiblemente en el coño de Roxana. Me sentí en el séptimo cielo, esto confirmaba que mi posición preferida era esta.


Me retiré unos centímetros y volví a metérselo con fuerza y seguí repitiéndolo para escuchar los chillidos de mamá sintiéndose penetrada por mi enorme polla. No podía ver lo que ella hacía al coño de Roxana, pero el rostro de ella dejaba suponer que era algo maravillosamente satisfaciente, su cara reflejaba una beata felicidad y bienaventuranza plena, sin duda estaba gozando en plenitud, apretando y masajeando sus tetas para complementar su deleite inmenso.


La vi arquear su espalda, su cara se deformó, su boca se abrió redondita como para exhalar un grito desesperado. Comenzó a tratar de escapar de la boca de mamá mientras su cuerpo convulsionó en espasmódicos temblores, solo entonces de su boca salieron unos chillidos asordantes.
—¡Ahaaaaaa! … ¡Aaahhh! … ¡Hmmmmmm! … ¡Umpf! … ¡Ooohhh! … ¡Virginia! … ¡Te comiste el semen de Héctor! …
—¡Eh, sí! … Y harto rico que estaba …
Yo continué a follar su coño mojado enérgicamente, mamá movió su cabeza, no entendí que es lo que ella quería. Me puso la mano en el estomago y me empujó sacando mi glande de su panocha. Aferró mi polla por la mitad y la apuntó contra su estrellita engurruñada y apretada de color oscuro. Me preocupé y le pregunté.
—¿Acaso no necesitas lubricante para esto? …
—¡Mmmmmmm! … No … Prueba a meterlo …
Le quité la mano de mi polla que estaba cubierta de sus fluidos, pero para estar seguro volví a remojar mi pija entre los labios de su panocha. Esparcí unas gotitas de pre-semen alrededor de su agujerito, agarré sus caderas y empujé dentro de mamá.
—¡Aaaahhhh! …
Gritó mamá arqueando su espalda, luego apoyó su cabeza en la almohada, estiró sus manos y aferró sus nalgas para abrir más su ojete. Una serie de contracciones apretaron mi polla. Jamás había sentido nada más maravilloso que eso. Podría decir que esta iba a ser mi segunda posición favorita de hacerlo con mi madre. Su culo era una apretada preciosidad.


Roxana se alarmó al escuchar este grito de mamá, se deslizó sobre la cama y vino a mirar la parte baja de la espalda de mi madre.
—¿Qué están haciendo ustedes? … ¡Dios Santo, Virginia? … ¡Te lo está metiendo por el culo! …


Mamá pareció no escucharla y siguió gimiendo mientras yo continuaba impertérrito a perforar su agujerito liliputiense que se abría cada vez más grande a mi glande perforador. Sentí un calor abrasador, parecía como si mi cuerpo estuviese consumiendose en una hoguera viva. Pensé que mamá había premeditado todo y no veía la hora de que yo le encajase mi polla en su apretado culo. Roxana se colocó a centímetros de las nalgas de ella y cooperó a abrirlas mientras yo hacía desparecer los últimos centímetros de mi polla profundamente en el trasero de mi genitora.


Ella gimió cuando Roxana comenzó a mojar mi polla con su lengua, rozando su ojetillo estrecho. En tanto, mi pelvis había alcanzado sus nalgas y mi polla estaba toda dentro de mamá. Roxana no podía despegar la vista del culo de mi madre y de mi polla que se hundía parsimoniosamente y a un ritmo constante entre los sabrosos glúteos de ella. No pudo evitar de preguntar socarronamente.
—¿Cómo se siente, Virginia? … Te gusta que tu hijo te folle el trasero … Apuesto a que sí … No sabía que fueras tan cachonda chiquilla …
Mamá metió su mano derecha entre sus piernas y comenzó a jugar con su botoncito del placer y esto aumentó sus gemidos. A esto las socarronerías de Roxana se hicieron sentir.
—Te vas a correr, ¿eh? … Te correrás con la bonita y gruesa polla de tu hijo en el culo, ¿eh? … Eso es lo que quieres, ¿no? … Si me respondes, podría lamer tu trasero una vez que Héctor termine … ¿Te gustaría eso? …
La mano de mamá se movió furiosamente sobre su gatillo y esto disparó su poderoso orgasmo.
—¡Aahhhhh! … ¡Ahhaaaaa! … ¡Ummmmmm! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Oohhhhhh! … ¡Argh! … ¡Umpf! … ¡Ohhhhhh! … ¡Oh, Héctor! …
El Anillo anal del esfínter de mamá comenzó a contraerse salvajemente, esto apretaba y estimulaba mi polla y comencé a estremecerme junto a ella. Mi polla comenzó a pulsar, mis piernas se tensaron y mis bolas comenzaron a expulsar calientes borbotones de esperma directamente en el recto caldeado de mi querida madre. Mi pulso se aceleró, me llené de una euforia increíble y gemí afanosamente debido a mi respiración entrecortada.


Mamá movió los músculos de su esfínter y drenó completamente mis testículos. Saqué mi polla del suculento y hermoso trasero de mamá, entonces Roxana se abalanzo sobre mi polla y se la tragó en menos de lo que canta un gallo.
—¡Ummmmmm! … ¡Slurp! … Siempre quise hacer esto … ¡Hmmm! … ¡Slurp! … ¡Slurp! …
Me la quedé mirando sorprendido, ella reaccionó un poco bruscamente.
—¿Qué? … ¡Me gusta, y qué! … Además, debo limpiar tu polla para que luego me la metas en mi coño otra vez …
Su razonamiento me pareció justo y criterioso, por lo que no dije nada cuando ella volvió a meterse mi polla en su boca, continuando a lamerme y chuparme. Se metió mi polla hasta el fondo de su boca y la dejó allí hasta que comenzó a ahogarse y con un poco de tos, retrocedió dejando salir mi polla fuera de su boca.


En tanto, mamá estaba todavía boca abajo sobre el edredón, Roxana me apartó gentilmente de las piernas de mamá y ella ocupó mi lugar. Puso sus manos sobre los redondos glúteos de ella y los extendió forzando su abertura redondita y oscura. El orificio de mamá goteaba liquido blanquecino, entonces Roxana se sumergió en picada y colocó su boca sobre el agujerito caliente de mi madre.
—¡Uhhhhhh! … ¡Ahhhhhh! … ¡Mmmmmmm! …
Aulló mamá girando su cuello hacia atrás para ver a su amiga chupándole el culo lleno de mi esperma. Por supuesto que no iba dejar pasar esta ocasión. Me arrodillé detrás de Roxana, planté mi pies derecho al lado de ella, agarré mi polla y la apunte entre los hinchados labios lampiños de su coño. Agarré sus caderas y empujé mi glande hinchado dentro de su caldero candente. Escuché como ella chupaba y tragaba todo mi semen desde el culo de mi madre, mamá gemía y se contorsionaba empujando su trasero contra la boca de su mejor amiga. Luego de un largo rato Roxana dejo de lamer las nalgas y el agujero de mi madre y comenzó a gemir al ritmo de mis embestidas, al tiempo que no dejaba de repetir.
—¡Ohhh, Héctor! … ¡Ohhh, Héctor! … ¡Ohhh, Héctor! …
Al poco rato su coño comenzó a empequeñecerse y a vibrar en convulsiones. Ella se sincronizó con el ritmo de mis golpes y empujo enérgicamente su coño haciendo chocar mi pelvis con sus muslos y glúteos, yo aumenté la fuerza de mis empujes. Escuché un fuerte chillido y su coño estranguló mi polla. Casi automáticamente mi bondad masculina comenzó a verterse a chorros empapando sus paredes vaginales. Este era mi tercer orgasmo y mis gónadas estaba exhausta de producir semen. Roxana me había drenado hasta la última gota de esperma. ¡Oh, qué noche!


(Continuará …)


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escrito el
2024-12-10
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