Córrete para mí, bebé. - Parte tres.

por
género
incesto

Mis relaciones sexuales con Gianni continuaban en forma esporádica cada vez que él regresaba de la universidad. Habíamos logrado mantener todo en secreto, pero habíamos tenido algunas filtraciones. Me enteré de que Paulo, el hijo de nuestros vecinos y mejor amigo de Gianni estaba al tanto. Incluso mi hijo me había insinuado de hacer un trio con él. Por supuesto que no iba a dejar ver mi verdadero interés en ello. Simplemente la sola idea de tener dos penes alrededor de mi orificios me fascinaba, jamás había hecho nada parecido, pero mi marido me conocía muy bien y él había jugado con mis fantasías y me había follado el culo con un consolador mientras su polla dura y tiesa llenaba mi chochito. Por un tiempo le exigí de hacérmelo a menudo, la sensación era abrumadora, pero nunca pensé en poder hacerlo realidad e ir a la cama con dos hombres a la vez, menos aún, con dos chicos jóvenes y muy bien dotados. Pero las cosas estaban cambiando.


Lo cierto es que nadie podía adivinar lo que sucedía entre él y yo. Nos seguíamos comportando como madre e hijo. Yo me seguía ocupando de él y de mi hija, lavaba sus ropas, les cocinaba, les regañaba cuando sus calificaciones no eran las esperadas o cuando regresaban a casa a tardas horas de la noche. Todo lo que cualquier madre haría con sus hijos. Pero a cada oportunidad en que podíamos aprovechar un momento para nosotros y no había nadie a nuestro alrededor, nos perseguíamos y follábamos como conejos. La parte sumisa de mí se rendía a la parte dominante de Gianni; además, él siempre estaba cachondo y tomaba el control de la situación. Incluso a veces osaba provocarme estando gente cerca; me rozaba o deslizaba sus manos bajo mi falda y corriendo un poco mis bragas, me follaba como loco con sus dedos dejando mi coño bañado en fluidos y él luego se alejaba con su pija dura como palo. Realmente me sentí muy deseada y fue el sexo más maravilloso que haya tenido jamás.


Pero noté algunos cambios. Mi hijo conoció a una chica, Giselle, en la misma facultad donde él estaba estudiando. Me enteré de que ella era tres años mayor que mi hijo. Al principio me sentí algo aliviada, mi hijo se estaba comportando como cualquier otro chico y tenía su noviecita. No quería que él se inhibiera de tener relaciones sexuales con chicas más o menos de su edad; yo sabía que esto era lo natural que debía suceder. Sin embargo, una parte de mí estaba realmente celosa. En los primeros meses después de comenzar a salir con esa tal Giselle, nada cambió entre nosotros; todavía teníamos tórridos encuentros incestuosos cuando él regresaba a casa. Incluso mi marido me permitió ir a verlo una vez a la ciudad donde él estaba estudiando. Se vino a quedar conmigo al hotel y me folló durante toda la noche. Pero, así como su relación con Giselle se consolidaba, nuestro sexo se volvió menos frecuente y luego se hizo casi inexistente. La cosa más anecdótica, fue que jamás tocamos el tema, simplemente sucedió. Yo sabía que iba a ser inevitable. Pero ¡Dios Santísimo! Fue muy duro para mí. Me sentí privada de esta satisfacción sexual tan placentera y salvaje con Gianni. Su pene grande y duro me faltaba como el aire. Además, mi marido con su complicación de la diabetes y sus medicamentos respondía cada vez menos a mis necesidades de esposa. Es cierto que el sexo con mi marido había sido bueno, pero no se podía comparar al placer que me daba mi hijo con su polla joven, grande y potente. Sí agregamos el ilícito del incesto y la pasión, nada se puede comparar a eso, era un éxtasis sexual inigualable. Y debo admitir que comencé a sentir celos de que esa Giselle me hubiese quitado las atenciones de mi hijo y de su gran polla. Pero traté de sobreponerme y no demostrar mis sufrimientos y penas.


Hubo más de una ocasión en que pensé en tener una aventura extramarital; siempre había algún chico que me miraba con cierta insistencia. Mi forma física se mantenía óptimamente, mi trabajo en bicicleta, mis ejercicios en el gimnasio local, mis practicas de yoga; todo había contribuido a que mis tetas mantuvieran bastante de su firmeza, mis largas piernas lucían tonificadas, mis glúteos firmes y redondos; en pocas palabras, mi forma física era estupenda. Por lo que pensé que todavía podía atraer a algún joven y cachondo muchacho.


Gianni se había trasladado a otra ciudad y vivía con su noviecita; esa tal Giselle, pero no se habían casado. Hoy en día, a los chicos parece no importarles el matrimonio, se juntan y se van a vivir juntos y nada les importa. Un día él llamó y habló con mi marido, le dijo que tenía que hablar con él sobre algo. Pensé que tal vez había terminado con esa ladrona de Giselle, ella me lo había robado. Dijo que vendría a casa por algunos días, mi esposo le dijo que viniera pronto porque él necesitaba viajar por negocios; también él le confirmó que no había problemas y que se trataba de buenas noticias que nos quería compartir.


Al día siguiente, Gianni estaba en nuestra casa y a la hora de almuerzo tuvimos una interesante conversación. Se trataba de Giselle que había iniciado un negocio de delivering que se estaba desarrollando bastante bien y ella no podía dejar su trabajo para acompañarlo a él. Qué por su parte, tenía la oportunidad de expandir su estupendo negocio a otra ciudad y no podía dejar pasar esta ocasión inmejorable, que quizás no volvería a presentarse. Iban a estar separados por algunas semanas o meses, querían intentarlo porque se amaban y significaba muchos para el futuro de ellos mismos. Pero estaba conscientes de que las relaciones a larga distancia eran un poco complicadas y difíciles. Dijo que iba a estar tan ocupados que le sería imposible visitarnos a nosotros; creí morir cuando dijo eso, pero no lo hice notar en absoluto. Enseguida añadió que se quedaría en casa por un par de días para solucionar algunos problemas domésticos. Esa noche tuvimos una cena frugal, su padre partiría al día siguiente. Su hermana Luisa estaba en el postgrado a la universidad y yo comencé a hacerme tantas fantasías con mi hijo si quedábamos en casa solos él y yo.


A la mañana siguiente Gianni se levantó temprano y desayunó con nosotros. Después acompaño a su padre al aeropuerto y me dijo que visitaría a un par de amigos, pero que estaría de regreso para la hora del almuerzo, así que me preparé para cocinarle lo que a él más le gusta. Me llamó poco antes de mediodía para avisarme que había invitado a Paulo, su mejor amigo. Me sentí contenta porque Gianni volvía a ser el de los viejos tiempos. Me fui a preparar la mesa en el porche cerca de la piscina y luego me fui a la ducha.


Comimos cerca de la piscina, el día estaba agradable; Gianni nos contó un poco más sobre su nuevo emprendimiento. Paulo dijo que había reemplazado a su padre en la dirección de la empresa familiar. En broma le pregunté como iba su vida sentimental, a lo que Gianni intervino diciendo que Paulo ya se había tirado a la mitad de las chicas del barrio y que se le escapaban solo algunas más maduras. Paulo se rio de buenas ganas, pero no hizo nada para desmentir los comentarios de mi hijo. Pero yo sabía que él tenía algo serio con una chica que había roto con él no hacía mucho. Cualquiera que sea la verdad, sabía que él no tendría problemas en encontrar otra chica, pues es un joven y apuesto pelirrojo que cualquier chica lo aceptaría como pretendiente. Se parecía mucho a mí Gianni, era un joven gentil y educado, aunque no sé que cosa guardaba bajo sus ropajes de marca.


Los chicos reposaron un poco y luego decidieron saltar a la piscina, Paulo se fue a su casa y volvió vestido con su traje de baño, Gianni se cambió en su habitación y muy luego estuvieron saltando y nadando en la piscina. Yo me encargué de los platos sucios y después me senté en una tumbona a observar las locuras de los chicos. Debo admitir que ver los lozanos cuerpos de dos jóvenes muchachos me llamo la atención. Mi vieja panocha se hizo sentir. Los chicos estaban vestidos con holgados trajes de baño y sudaderas, pero la delgada tela al estar mojada se aferraba al contorno de sus atributos. Obviamente ya sabía lo que Gianni tenía bajo su traje de baño, pero Paulo parecía también tener algo de verdad macizo y consistente bajo el suyo, gracias a mis gafas oscuras podía escrutarlos sin que ellos se percataran.


Comencé a fantasear de poder quitarles esos trajes de baño y poder mirar sus hermosas pollas jóvenes, tiesas y grandes, con enormes bolas apretadas y pesadas, llenas de lechita cachonda y juvenil. Estaba tan embelesada que casi no escuche cuando Gianni me llamó.
—¡Vamos, mamá! … Únete a nosotros … Necesitamos otro jugador para hacer más interesante este juego …
—Venga señora Giovanna … El agua se siente genial …
Agregó Paulo, así que me levanté y fui a cambiarme. Mientras me desnudaba, vi mi figura reflejada en el espejo, justo ayer me había recortado un poco los vellitos de mi coño que sobresalían por los costados de mis bragas, lo había hecho para mi marido, pero él me dijo que estaba cansado y debía reposar antes de viajar, así que me quedé como se dice, “Con los crespos hechos”, todos mis pelitos ordenados y mi calentura tuve que reprimirla y guardarla. Pero ahora mirando los apolíneos cuerpos de estos guapetones muchachos, mi coño se estaba inflamando. Creo que era muy oportuno si me sumergiera en un poco de agua fresca de la alberca.


El espejo me devolvió la imagen de una mujer madura, pero perfectamente en forma. Cierto que me había enflaquecido un poco y mis tetas se habían desinflado un poquito, pero todo el resto estaba en forma plena, mi abdomen liso, mis caderas amplias, mi cintura estrecha, mi culo redondeado y firme, mis piernas estilizadas y esbeltas. Mi marido me había dicho que la mejor parte de mi cuerpo era mi maravilloso derriere y yo me sentía contenta y orgullosa de sus apreciaciones. Definitivamente, mi cuerpo estaba bien para una mujer en las cuatro décadas; pero me preocupaba usar un traje de baño muy conservador, delante a chicos acostumbrados a estar con chicas en traje de baño minúsculos y reveladores. Así que saqué un traje de baño negro de una pieza, con amplias aberturas laterales, prácticamente una franja estrecha a mi cintura y nada más; mis piernas parecía muy largas y mis senos se vislumbraban osadamente por los flancos. Pero antes de colocármelo, puse un pie sobre la cama y metí unos de mis dedos entre la enjuta rajita de mis labios con una enjundia que me sorprendí yo misma, estaba caliente otra vez y mi coño super mojado. No pude evitarlo y me follé por algunos segundos mientras solapadamente rozaba mi clítoris. Inmediatamente me detuve, pues no podía resistir la tentación de tocarme hasta correrme pensando a los chicos que esperaban en la piscina.


Volví a la piscina junto a los chicos y Paulo me recibió con un silbido de admiración. Me sonrojé y le dije que no se burlara de mí; salté de golpe a la piscina para salpicarlos, entonces comenzamos a jugar a la pelota. Luego jugamos a tirarnos agua y saltar el uno contra el otro. En una de esas ocasiones mi mano rozó la entrepierna de Paulo y sentí una cosa enorme bajo su traje de baño y estoy segura de que no fue una ilusión. Tampoco ellos se preocupaban mucho de que yo les tocara casualmente. Gianni me había rozado las tetas en más de una ocasión y Paulo metió su pierna entre las mías y me pareció que no tenía ninguna prisa en quitarla. Luego me tocó el trasero y yo no dije nada; luego cuando Gianni ahuecó su mano sobre mi vulva me sonrojé porque Paulo nos estaba mirando. Los chicos dijeron que habían tenido suficiente y salieron de la piscina. Paulo preguntó si teníamos cerveza y Gianni se fue al refrigerador a buscar unas cuantas.


Cuando Gianni volvió con las cervezas heladas, salí de la piscina y me puse a charlar con los chicos. Gianni nos informó sobre su mudanza a una ciudad del norte y como se las arreglaría él y Giselle para soportar la separación. Paulo dijo que su padre le había dejado a cargo de todo el negocio familiar y él entendía tener una sucursal en alguna ciudad del norte, a lo que Gianni se ofreció para informarle la factibilidad y las posibilidades. Fue muy agradable tener a Gianni cerca siendo nada más que su madre. Iba a extrañar eso cuando ya no estuviera conmigo.
—¿Y tú, mamá? … ¿Has estado bien? …
—¡Ehm, sí! … Pero confieso que extraño que tu y Luisa ya no estén en casa … Pero todavía voy al gimnasio … Salgo a correr … Y es probable que me inscriba a una clase de baile … También estoy intentando escribir algo … Pero es más difícil de lo que pensaba …
—¿Escribir? … ¿Y de que cosa estás escribiendo? …
—Bueno … Algo de ficción … Algunas de mis fantasías … Cosas sobre la vida …
—Vaya, me sorprendes … ¿Me mencionas? … ¿Puedo leerlo? …
—No, no puedes … Tengo que mejorar … Revisarlos … Hacerles cambios …
No podía decirle que había escrito algunos relatos en donde describía nuestras relaciones sexuales. Al principio me servían para desahogarme, pero sabía que era algo incorrecto que no podía mostrar a nadie. Solo que me estimulaba poder recordar y plasmar en palabras todas las cosas que hacíamos juntos y cuanto me gustaría volver a hacerlas
—Bueno … De todos modos, me parece genial que escribas … ¡Ah!, olvidaba decirte que estaré aquí en casa hasta el próximo lunes … Es decir, tres noches … Podremos disfrutar como en los viejos tiempos, Giovanna … Simplemente tú y yo … Nos divertiremos … ¡Ya verás! …
Paulo nos miraba sin decir nada, me sonrojé escuchándolo decir todas esas cosas. Es cierto que deseaba estar con mi hijo, pero no quería que él lo supiera. Ahora Paulo estaba sonriendo. Me pregunté si él estaba al tanto de todo lo que yo y Gianni hacíamos desde hace algunos años. Me quedé allí a beber cerveza con ellos. Cuando Gianni se levantó para ir a buscar otras cervezas, noté que el bulto bajo su bañador parecía haber crecido bastante. Después de las palabras de Gianni me puse algo nerviosa, noté también que mis pezones erectos se veían perfectamente bajo mi traje de baño. Gianni me estaba mirando mis pechos. Paulo me estaba mirando mis pechos. Siempre me había sentido algo vanidosa por mis grandes pezones, pero ahora me estaban traicionando. Para colmo mis ojos no podían apartarse de sus pectorales desnudos y musculosos, con azulinas venas marcando sus desarrollados bíceps. Las mismas venas que marcaban la polla de mi hijo, que ahora mismo deseaba poder estar mirándola.


Esto se estaba poniendo complicado. Durante los dos últimos años había estado diciéndome a mi misma que lo mejor de mi vida había sido que Gianni había encontrado a Giselle y que de ahora en adelante no volveríamos a hacer lo que habíamos hecho en pasado. Había sido solo una aventura lo sucedido entre él y yo. Pero ahora, mi vagina había estado mojada por la mayor parte de la tarde y en este momento mis pezones estaban duros como el diamante. Había estado deseando los cuerpos de estos dos chicos que, ehm, a los cuales doblaba en edad, ¡Oh, Dios!


Sabía que él me llamaba “Giovanna” cuando entendía tener relaciones sexuales conmigo y, ahora me había llamado por mi nombre. ¿Con que propósito usó mi nombre? Él lo usaba para dominarme, cosa que a mi me complicaba pues me gustaba mucho ser dominada. Me relajé un poco cuando Paulo dijo que tenía que irse; Gianni dijo que lo acompañaría a la puerta. Inmediatamente aproveché la situación para escapar e ir a darme una ducha de agua fría.


Me quité el traje de baño mojado y me metí bajo el agua a temperatura ambiente. La ducha tenía un asiento, así que puse una pierna en el asiento y enfoqué el cabezal de la ducha a mi coño caliente, sentí un alivio ante la sensación del agua que enfriaba mis labios hinchados. Metí mis dedos en mi coño y recordé los momentos en que mi Gianni me acariciaba justo ahí entre mis gruesos labios con su dedos, o con su lengua, o con su maravillosa polla que los empujaba para penetrar profundamente mi conchita temblorosa y ganosa. ¡Oh, Dios! ¡Qué placer!


Finalmente, desistí y deje de dedear mi coño, pensé que era mejor dejarlo para esta noche cuando estuviera sola. También decidí de no ceder ante Gianni, aun cuando él me buscara y me quisiera. Él tiene una pareja ahora y ha llegado el tiempo de olvidar todo lo que hubo entre él y yo. Yo soy solo su madre y es mi responsabilidad dejárselo bien en claro. Jamás volveremos a hacer lo que habíamos hecho.


Justo cuando comenzaba a enjabonarme, sentí una ráfaga de aire que se filtro cuando él abrió la puerta de mi baño.
—Espera, Gianni … Terminare en un par de minutos ... ¿Por qué no bajas y ves que tenemos para cenar? …
Dije en alta voz, pero no me contesto nada. A través del vidrio fumé pude ver como se bajaba su traje de baño. Luego entró a la ducha desnudo. Mis ojos inmediatamente se fueron a mirar ahí abajo; su polla estaba totalmente tiesa y era increíble su tamaño. Parecía una estaca emergiendo entre sus rizados vellos oscuros. Tímidamente me cubrí los pechos y mi panocha.
—Gianni, por favor … Luego hablaremos de esto … Vete, en un minuto saldré y …
—Giovanna, si es eso lo que quieres, me iré … Pero podemos hablar de ello aquí … Sí luego quieres que salga, lo hare … Ahora solo hablemos … No tiene nada de malo si te ayudo en la ducha, ¿verdad? …
Se acercó más a mí, me quitó la toallita, la enjabono y comenzó a lavar mi cuerpo. Enjabonó mis hombros y la espuma se esparció sobre mis senos, entonces los enjabono suavemente. Apretó mis pezones con la toallita y los lavó. ¡Dios, Santísimo! ¡Eso se sentía divino! Acercó su rostro a mi cuello y me susurró con su voz ronca.
—Está bien si quieres que hablemos … Tú sabes lo que quieres y yo te respetaré … Por cierto, tus tetas están maravillosas …
Tartamudeé tratando de recomponerme.
—Gi-Gianni … Yo-yo pensé que si tenías a Giselle ya no habría más nada entre nosotros … Eso es lo correcto, Gianni … Tú sabes que no está bien que le hagamos esto a ella … No deberíamos haberlo hecho antes y no deberíamos volver a hacerlo por ningún motivo … Ahora vete … Déjame terminar … Luego hablaremos durante la cena …
—Está muy bien lo que dices … Yo amo a Giselle … Pero contigo es algo diferente … No puedo estar siempre lejos de ti … Ahora me traslado a otra ciudad y no se cuando podré tornar a casa para verte … Necesito estar contigo, Giovanna … Me haces falta …
—Espera, Gianni … No …
Justo en ese momento se le resbaló la pastilla de jabón y se agachó a recogerla, la tomó y la pasó entre mis piernas hasta alcanzar mi vulva peluda. De reflejo abrí las piernas. No quería hacerlo, pero no pude evitarlo.
—Giovanna, sigues diciendo de no hacerlo, pero tu coño está caliente … ¿Por qué Giovanna? … Si realmente quieres que me vaya lo haré … Pero necesito que hagas una cosa por mí …
Tomó mi mano y la puso sobre su gran polla. Por un instante traté de resistir y alejar mi mano, pero él la sostuvo firme y me obligó a tocarlo. Miré hacia abajo y vi mi pequeñita mano y mis dedos que se curvaban para aferrar su enorme polla. Podía sentir sus grandes venas hinchadas y los latidos que pulsaban a través de ellas. Mi mano se apretó con fuerza alrededor de su gran pene. De mi boca continuaban a salir palabras.
—No … No … No, por favor …
Él me ignoró completamente y mantuvo mi mano en su pija pulsante.
—¡Vamos, Giovanna! … Enjabóname … Lávame como yo te lavé a ti …
Una parte de mí se rehusaba a obedecerlo, pero mi mano se mantuvo agarrando estrechamente su miembro viril erecto en toda su impresionante longitud. Tampoco seguí reclamándole, versé un poco de jabón sobre su polla y procedí a lavarla y magrearla hacia arriba y hacia abajo. Sentí su enorme cabezota y de pronto la quería en cada uno de mis agujeros. Era tanto tiempo que no tenía una polla así de dura y larga y gruesa. Arremangué todo su prepucio hacia atrás, él agarró su polla gigantesca y la deslizó entre mis piernas; restregaba mi clítoris con su glande caliente y grueso. Tuve que pararme en puntillas y él flexionó sus rodillas para hacerlo calzar entre mi labia caliente. Me rodeó las caderas con sus manos y empujó su pene hacia arriba, forzando mi ojete vaginal, subí una pierna para acomodarlo y su pene entró de lleno en mi vagina. Después él se apoderó de mis glúteos, me levantó y me hizo descender lentamente sobre su polla. La sensación de su enorme pija estirando mis pliegues resbaladizos y mojados me quitó el respiro y casi me desmayo de placer. Miles de voltios golpearon todo mi ser.
—¿Quieres que me vaya ahora, Giovanna? …
¿Pero como se le ocurre hacerme esta pregunta ahora que me tiene con su polla toda dentro de mí? Lo encontré arrogante. Él sabía que ya no podía rehusar nada y él sabía que me estaba dominando una vez más. Pero me sorprendí yo misma diciendo.
—Sí, Gianni … Es hora de que te vayas …
Me moví para hacer gozar mi coño un poco más, pero él me bajó. Su polla salió de mi coño y yo caí de rodillas antes él, aferré su polla mojada y jabonosa; ya nada me importaba, me la lleve a la boca de golpe y me puse a succionar la verga dura de mi hijo como obsesionada. Quería esto más que a nada en el mundo. Moriría si no lo volvía a tener en mí otra vez.
—¡Oh, Dios! … ¡Esto está tan mal, Gianni! … Pero necesito tu polla …
—Yo también necesito de tu coño, Giovanna … Quiero muchísimo esto … Se siente tan bien tu boca en mi polla …
Su mano aferró mi nuca y sus caderas se mecieron follando mi boca, yo sabía que estaba cerca y quería beber su semen. Al mismo tiempo quería algo más y él se percato de ello. Me sentó en el asiento y abrió mis piernas, luego enterró su entera polla en mi coño enfebrecido y empapado hasta que sus bolas se estrellaron contra mis glúteos. ¡Oh, Dios! ¡Estaba en la gloria otra vez!
—Folla a mami, Gianni … Fóllame fuerte ... Dámelo todo, bebé …
Parecía que su polla había crecido y estaba más dura que antes. Sentía su glande hinchado atravesando una y otra vez mi ojete vaginal causándome unos deliciosos escalofríos. Mi coño volvía a sentirse llenito, parecía haber estado vacío estos dos años sin la pija de mi hijo.


Mis tetas rebotaban hacia arriba y hacia abajo, él apretaba una y luego la otra mientras me embestía con salvajes estocadas. Escuché los gruñidos característicos de Gianni mientras él follaba mi coño con tanta fuerza que me estaba haciendo gemir y sollozar provocándome un goce demencial. No importa cuantas veces él folle mi panocha, siempre me sorprende el tamaño gigantesco de su polla, la fuerza e ímpetu de sus embestidas y la pasión con que me hace el amor. Yo me considero ruidosa mientras tengo relaciones sexuales, pero sin duda él es más ruidoso que yo. Gianni habla, gime, gruñe, chilla, se ríe y cuando a todo eso se añade el ruido de nuestros cuerpos golpeándose y nuestros sexos dándose un extremo placer; podemos decir que es una suerte de que no haya nadie más en casa en estos momentos. Otras veces hemos tenido sexo con personas en casa y hemos tenido que reprimir nuestras expresiones, pero cuando no hay nadie a nuestro alrededor damos rienda suelta a nuestra concupiscencia y lujuria.


Me estaba prácticamente levantando los pies del suelo con cada embestidas y su polla entraba toda entera en mí. Lo único que pude hacer fue tratar de permanecer de pie. Con una mano me sujetaba un hombro y la otra me agarraba la teta con inusitada fuerza, usando su cuerpo para presionarme y enterrar su polla una y otra vez en mi chocho. Si no estuviera tan mojada, lista y caliente podría haber sentido algo de dolor, pero en todo caso era un dolor totalmente placentero.


Debo admitir que mi orgasmo comenzó mucho antes que el de él. Chillé con ahogados gemidos mientras mi coño se contraía aferrando con mis músculos vaginales su polla que seguía entrando y saliendo violentamente de mí. No sé cuantas veces me corrí, pero mi coño no cesaba de convulsionar en espasmódicos estremecimientos y temblores. Sus golpes se hicieron más cortos, veloces y duros. No podía creer que me diera tanto placer su apasionada manera de hacerme tener sexo con él.


Gianni comenzó a gemir y gruñir en forma más intensa, apretándome con mayor fuerza al momento de iniciar a disparar ráfagas de semen cadente dentro de mí. Jamás sé si es solo mi imaginación, pero me parece sentir físicamente su esperma bañando mí canal y mis paredes vaginales. Su semen no cesaba de salpicar mi coño. Me dio varias estocadas finales muy profundas y luego se desplomó sobre mí. Nuestras respiraciones estaban demasiado agitadas como para hablar, respiramos jadeando con la boca abierta por algún minuto. Finalmente se separó de mí y su polla se deslizó fuera de mi conchita. Como dije anteriormente; habíamos follado tantísimas veces y estábamos exhaustos, y sabía que él en un rato más volvería a hacerlo. Pero cada vez que terminábamos había una extraña sensación en mí, es verdad que me satisfacía y me hacía tener unos orgasmos fabulosos, pero las sensaciones eran tan vigorosas y llenas de pasión, que quería que no terminaran jamás. Es como si quisiera mantener dentro de mí su polla para siempre, fundirme y unirme en un solo ser con él, es algo psíquico y mental que a veces me abruma.


Una vez que me estabilicé en mis pies, hice lo que más me gusta. Me agaché arrodillada y me tragué su polla empapada con su semen y fluidos de mi coño. Se sentía suave, caliente y sabrosa la sapidez de sus últimas gotas de semen y quise retener su polla en mi boca todo el tiempo posible. Acarició mis cabellos con sus manos, luego me tendió una mano para ayudarme a levantarme, me abrazó estrechamente a su pecho y me besó con infinita pasión. Cuando finalmente nos recuperamos y pudimos hablar, le dije que deberíamos salir de la ducha, vestirnos y hablar sobre lo que acabábamos de hacer.


Me vestí con ropas limpias, holgadas y cómodas, incluso bragas y sostén. Gianni se puso sus pantalones cortos y una remera con el logo de su universidad, después nos encontramos en la cocina. No sé por qué me vestí de una forma muy poco reveladora, cuando debía encontrarme con alguien al cual le había chupado la polla y le había dejado follar mi coño en manera superlativa, pero me sentí cómoda y feliz.


Comencé a tratar de que entendiera de que no estaba bien lo que estábamos haciendo, aún cuando me encantaba que lo hiciéramos; pero ambos debíamos estar conscientes de que no era bueno hacerlo y debíamos terminar con ello. No era lo correcto para su padre, no era lo correcto para Giselle y tampoco era correcto para mí y para él. Gianni me miró seriamente y no dijo ni una sola palabra, pero pareció asentir, o por lo menos quise creer que lo había hecho. Me quedé esperando alguna reacción de parte suya. No expresó si estaba o no estaba de acuerdo, pero tampoco hizo ninguna alusión a estar en desacuerdo. Esto me estaba impacientando y exasperando.
—¡Gianni, por Dios! … Dame tu opinión … ¿No crees que esto ha durado demasiado y que deberíamos ponerle fin? … ¡Pronúnciate al respecto, por favor! …
Me miró cómo si estuviese cavilando la mejor respuesta, lo esperé para escucharlo con toda atención.
—¿Sabes qué? … Creo que debo reflexionar y meditar profundamente sobre nuestro tema … Hablaremos de ello más adelante … A propósito, ¿qué harás mañana? …
Lo miré desconcertada, tartamudeé una respuesta.
—¡Ehm! … Bu-bueno … Yo … yo tengo una cita al dentista … Después iré al gimnasio … Y probablemente almorzaré fuera con alguna amiga del gimnasio … ¿Por qué quieres saberlo? …
—Mira, si puedes cancela todas esas cosas … Quiero que tu y yo pasemos un poco más de tiempo juntos … No sé cuando podré volver a verte una vez que me mude a la otra ciudad …
—Está bien … Creo que puedo hacer eso … ¿Quieres que vayamos a almorzar a algún lugar especial? … ¿O quieres que vayamos de paseo? …
Me sonrió de una forma enigmática y me dijo.
—Todo eso suena genial … Pero estaba pensando en que podríamos hacer otras cosas …
—¡Oh! … ¿Y a qué estabas pensando? …
Se acomodó un poco en su silla, se inclinó tomándome las manos, luego sus ojos me miraron fijamente y me dijo.
—Giovanna … Mañana serás mi puta personal ...
Lo miré estupefacta y me quedé completamente paralizada por unos instantes.
—¿¿Qué?? …
—Escuchaste bien, Giovanna … Serás mi putita personal … Está noche me acostaré contigo … Tendrás que estar desnuda toda la noche y a mi completa disposición … Tendremos relaciones sexuales todas las veces que sea necesario y durante todo el día … Voy a follarte la boca y el coño … También quiero probar la estrellita estrecha de tu trasero … Vamos a tener sexo en cada habitación de la casa … Y si mi polla no responde, te chuparé tu panocha y tu culo … Usaré mis dedos en ti … Es posible que me sirvan algunos de esos juguetitos que sé que tienes … Mañana seremos juguetes sexuales … Tú y yo … El uno del otro … ¿Qué te parece eso, querida Giovanna? …
No podía dar crédito a lo que me estaba proponiendo mi hijo. Estaba estupefacta, intenté protestar, pero al mismo tiempo noté como mis bragas se estaban humedeciendo. En pocos instantes de conversación con él, pasé de ser una madre consciente y sería a bueno, ¡Ehm!, como dijo él; una putita, supongo que el termino correcto es ese, una puta.
—¡Gianni, por Dios! … ¿Cómo se te ocurren estas cosas? … ¿Y si alguien nos sorprende? … ¿Sí alguien llega improvisamente? …
—¡Uhm! … Eso ciertamente es un riesgo que no podemos correr … Tienes razón … Así que lo haremos en la casa de Paulo … Sus padres están en el extranjero y no vuelven hasta fin de mes … Nadie puede sorprendernos ahí … Estaremos seguros tú y yo … Entonces, ¿vale? …
Inicié una especie de débil protesta, entonces él se levantó y vino directamente a mí; se inclinó para besarme delicadamente y espetó.
—Escucha, Giovanna … No digas nada … Me sentaré contigo en mi regazo … Vamos solo a hablar … Al cabo de diez minutos voy a revisar tu coño … Si no está empapado, serás tú a hacer los planes para mañana … Pero si está mojado, los planes los haré yo, ¿vale? …
No respondí nasa, solo me levanté y me senté en su regazo. Gianni no volvió a tocarme ni siquiera un cabello, solamente habló.
—Ayer todo el día me tuviste pensando en tu coño caliente y jugoso … Quería deslizar mi polla en ese agujerito tuyo tan estrecho y mojado … Y cuando te vi en ese traje de baño … Vi el largo de tus hermosas piernas … Vislumbre el tamaño de tus poderosas tetas con esos pezones preciosos que se notaba claramente que estabas caliente … Mi polla se puso tiesa como palo … Más tarde te encontré en la ducha y no pude resistirme … Debía follar esa panocha tuya toda mojada y fundente … Quería correrme dentro de ti y hacer que te corrieras conmigo … Escuche tus gritos de lujuria … Tú también los querías … Giovanna … Tú panocha tiene algo especial para mí … Me encanta correrme dentro de ti … No sé exactamente el por qué … Pero cuando estoy dentro de ti me siento pleno, me siento audaz, me siento feliz … Tu panocha es mi felicidad, Giovanna … Me pertenece … Mi polla dura dentro de ti es como si estuviera en casa … No hay placer más divino que el que siento cuando tu coño se abre y yo empujo mi pene dentro de ti … Me vuelves loco de placer … Loco de deseos … Loco de lujuria por tu coño apretado … Sueño con tu panocha toda mojada … Durante las noches me parece escuchar los ruidos que haces … Gozo muchísimo viéndote como te revuelcas en la cama con mi polla dentro de ti … Eres una mujer de verdad … La única que he conocido … ¿Y sabes algo más? … A veces cuando follo a Giselle, pienso que lo estoy haciendo contigo … Dices que esto que hacemos está mal … Pero no para mi … A mi me parece muy correcto amar y follar tu chocho peludo … Lo hemos hecho tantas veces ya … No te creo cuando dices que quieres terminar con todo esto … Sé cuanto quieres mi polla grande y tiesa dentro de tu coño … Te encanta tenerlo entre tus manos … Gozas como una niña chupándomelo y bebiendo mi semen caliente … Quieres sentir el sabor de mi semen en tu boca … Te encanta tomarlo en tus manos y guiarlo tu solita dentro de tu coño … Es eso lo que te gusta … ¿No es verdad, Giovanna? …
No pude responder, sentí los estremecimientos de mi cuerpo, me quedé sentada allí sobre su regazo sintiendo la dureza de su gran pene empujando contra mi muslo. Todavía sus palabras retumbaban en mi mente y decenas de figuras libidinosas cruzaban mis pensamientos cuando él describía tan bien lo que habíamos hecho hasta ahora. Perpleja y convulsionada, presté atención a lo que me decía.
—Lo ves, Giovanna … No lo has negado ... Te dije que te iba a revisar el coño … Si no está realmente mojado, serás libre de tomar las decisiones … De lo contrario … Me perteneces y seré tu dueño …
No dije una sola palabra cuando me puso de pie y me desabrochó mis jeans. Incluso le ayude con movimientos de caderas cuando me los bajó hasta los muslos junto a mis bragas. Sabía exactamente lo que iba a encontrar. Mi entrepierna estaba empapada y él se dio cuenta solo con mirar, pero para confirmar, puso su mano sobre mi vulva peluda, caliente y mojada.
—¡Guau, Giovanna querida! … ¡Esto es un diluvio! … Tienes tantos fluidos que bañas mi mano … Has perdido, queridísima Giovanna … O quizás has ganado … Depende de como lo mires … Tal vez era esto lo que deseabas tanto … ¿Quieres que te lo demuestre? …
Permanecí quieta y en silencio. Él metió sus dedos entre mis labios hinchados y penetró mi coño. Los sacó chorreando sopa de concha, sus dedos estaban mojados con mis fluidos; me los acercó a mí boca y yo chupe mis propios jugos desde sus dedos. Tuve que aceptar mi derrota.
—¡Oh, Gianni! … Nunca había estado tan caliente … ¿Qué has hecho de mí? … ¿Una puta? …
Él solo se arrodillo ante mí, me levantó una pierna y la puso sobre su hombro. Miré hacia abajo y vi los pelos de mi panocha mojados y parte de mis labios abiertos, dentro había una carne rosada y caliente con espesos fluidos lechosos. Gianni miraba fijamente mi panocha, él realmente idolatraba ese pedazo de carne mía, se lamió los labios. Esto me hizo ponerme más caliente, sabía lo apasionado que podía ser cuando se volvía loco comiéndome el coño. Metió su rostro debajo de mí y me plantó una lamida desde mi orificio anal hasta mi clítoris que me hizo estremecer de placer. Gemí cuando su lengua barrió mi arrugado hoyo del culo y se estrelló contra mi botoncito del placer. ¡Dios Santo! Me había corrido hace poco más de media hora y ahora otra vez estaba desesperadamente caliente, ¿Qué está pasando conmigo? Y todas esas palabras sobre lo que me haría mañana me estaban haciendo alucinar con locos deseos.


Después de esa primera lamida se levantó y se quitó los shorts, también se despojó de su remera. Por supuesto mis ojos no se apartaban de su polla rígida como el acero. El único adjetivo que me pareció apropiado para describirlo, aparte de largo, grueso, tieso o caliente, fue “Majestuoso”, su pene era de una majestuosidad de la realeza. Podía ser el pene de un héroe griego, o quizás de un bárbaro vikingo, o tal vez de un gladiador romano; era el pene de un luchador victorioso de mil batallas. Majestuosamente erguido y ligeramente curvado, que cuando lo siento en mis manos, me excita tanto que me estremezco y vibro como la cuerda de una lyra. Me miró y dijo.
—Solo quería que mi polla estuviera libre y cómoda, en caso de que quisiera ponerla en tu coño o en tu boca, pero ahora mismo quiero hacer otra cosa …
Volvió a colocarse de rodillas entre mis piernas y comenzó a besar mi panocha. Delicadamente uso su lengua como los aleteos de una mariposa, revoloteaba por todos lados. Solo rozar en vez de lamer. Empujé mi ingle para tratar de obtener un sólido contacto con su lengua, pero él lo evitó hábilmente. Aparentemente quería hacerme desesperar aún más. Siguió ágilmente revoloteando con su lengua sobre mí monte de venus, mis muslos, mis vellos, mis labios, mi clítoris, y luego volviendo a empezar una y otra vez todo de nuevo.


Hizo una pausa y comenzó a desabrochar mi blusa. Me incliné un poco hacia adelante y solté los ganchos de mi sostén dejando libres a mis grandes tetas; no eran las tetas duras de una adolescente, pero todavía estaban bastante llenas y firmes. Mis pezones ya estaban duros como roca y sobresalían en modo prominente. Gianni se llevó uno de ellos a la boca y el otro ahuecó su mano y lo hizo deslizar entre sus dedos, mientras succionaba uno, estiraba el otro pellizcándolo. Sí, era un poco doloroso, pero intensamente placentero.


Después de chuparme las tetas, Gianni se mostró interesado en mi coño. Mis piernas todavía estaban abiertas, como así también mí labia vaginal. Otra vez me lamió el surco entre los labios de mi panocha y un filamento de mis densos jugos de coño salió pegoteado en su barbilla. Empecé a temblar, a vibrar, a estremecerme, a sentir espasmódicos tiritones o algo parecido. No creo que me haya corrido, pero supongo que fue un preludio. Fue como una especie de orgasmo menor.


Pero cuando él empezó a tocarme el culo, me desesperé realmente, le agarré la cabeza, lo presioné contra de mí y follé su cara en modo demencial. Entonces sí que sentí que comenzaron los verdaderos orgasmos. Trato de escribir el todo con la mayor precisión de detalles, pero las sensaciones que sentía eran tan abrumadoras que, aunque quisiera, no puedo recordarme de todo. Sin embargo, lo que si recuerdo es que fue un tiempo bastante extenso. Tuve unos tremendos terremotos con replicas menos intensas. Sostuve su cabeza contra mi coño abierto, más tarde me dijo que había podido sentir las contracciones que mi coño hacía alrededor de su lengua. No sé cuanto tiempo estuvimos así; lo siguiente que recuerdo es a Gianni de pie mirando fijamente mi panocha extendida y mojada mientras acariciaba lentamente su enorme polla. Esa imagen se quedó grabada en mi mente, nunca había visto nada tan caliente. Me miraba como poseído, obsesionado con mi coño empapado, me devoraba con sus ojos. Hubiese querido agarrar su polla y ayudarlo a correrse, pero estaba exhausta, demasiado agotada como para reaccionar en ese sentido. Además, ambos estábamos disfrutando de todo lo que estaba pasando. También me gustó cuando se agachó para recoger jugos de mi coño para espalmarlo y lubricar su polla, suavizando así sus caricias. Seguíamos mirando nuestros cuerpos; mantuve mis piernas abiertas para él y mostrarle a mi hijo mi esencia de mujer; la panocha a la que acababa de complacer; la panocha que lo trajo a este mundo. Su mano seguía moviéndose hacia arriba y hacia abajo jalando su polla. Personalmente lo había masturbado varías veces y también lo había visto masturbarse, pero ahora era algo diferente, sin prisa alguna, sin frenesí. Era algo calculadamente lento, deliberadamente calmado, demostrando que disfrutaba el momento y la pasión de hacerlo frente a mí.


No sé si alguno de ustedes, (hombres), han experimentado esta sensación. Para las mujeres, ¿Sí alguna vez han visto a un hombre masturbarse por ustedes? Sentir los ojos de él que te follan sin tocarte mientras toca delicadamente su polla. A mí me hace sentir totalmente desnuda, completamente a su merced, sin que nada pueda hacer para detenerlo o impedirlo. Es su instinto animal de macho, simplemente se apodera mentalmente de tu cuerpo y te folla con su imaginación e intelecto. Debe ser una sensación muy fuerte para él. Tener tu cuerpo exclusivamente para sus más oscuros pensamientos y sus más lujuriosos deseos. Te hace sentir deseada al máximo. Para mí es agradable y caliente ver a un hombre que acaricia su polla mientras me mira. Por supuesto estamos hablando de un partner. Para una mujer también resulta erótico mirar la dura polla de su pareja con sus bolas llenas y apretadas, o sentirla pulsar caliente en su mano. En cualquier caso, los ojos de Gianni denotaban su cachondez, lujuria y hambre de sexo, eso, tenía una mirada hambrienta. Y estoy segura de que mi ojos lo miraban de la misma manera. Logré contenerme y evité agarrarlo. Me estaba mojando aún más solo con mirarlo. Sus movimientos se hicieron más veloces mientras continuaba a mirar mi panocha. Su polla parecía más dura y grande, estaba como en un trance. Totalmente hipnotizado con mi conchita expuesta.


Sus golpes se hicieron más cortos y enérgicos; pensé que ahora sí que estaba a punto de correrse, pero se volvió y me alcanzó, rápidamente me apoderé de su polla y la guié dentro de mi acogedor coño. Tan pronto como su polla se acomodó envuelta por mis elásticos y calientes pliegues vaginales; comenzó a correrse con potentes borbotones de semen, él tomó mis glúteos y empujó con todas sus fuerzas dentro de mí, llenándome con su semen caliente con cada estocada. Otra vez me abrumó y me corrí con sus embestidas. Tanto él como yo gritábamos y nos retorcíamos en un goce increíble y sorprendente.


Finalmente, nuestros movimientos se calmaron y me desplomé encima de él con mis tetas apretadas contra su pecho sudado. Estuvimos así un tiempo infinito, pegados el uno al otro como fundidos en un solo ser. Reuní todas mis fuerzas y fui a buscar algunas toallas, durante los siguientes minutos casi no hablamos, solo jadeábamos e intentábamos recuperarnos después de la intensa follada. Respiré profundamente y dije con mi voz ronca y suave.
—¿Sabes, Gianni? … No veo la hora de que vayamos a la casa de Paulo … Quiero ser tu puta personal mañana …
—Yo quiero lo mismo, Giovanna … Pero recuerda que también tenemos toda esta noche … Mantente desnuda y vámonos a tu cama …

(Continuará …)


***** ***** ***** ***** ***** ***** ***** *****


El regalo más preciado de quien escribe es saber que alguien está leyendo sus historias. Un correo electrónico, a favor o en contra, ¡Tiene la magia de alegrar el día de quien construye con palabras, una sensación y un placer!


luisa_luisa4634@yahoo.com

escrito el
2025-02-26
3 2 2
visitas
8
votos
evaluación
8
tu voto

Continuar leyendo cuentos del mismo autor

Denuncia abuso en esto relato erótico

Comentarios de los lectores sobre la historia erótica

cookies policy Para su mejor experiencia del sitio utiliza cookies. Al utilizar este website Usted consiente el uso de cookies de acuerdo con los términos de esta política.