Caliente con mí mascota.

por
género
zoophilia

Hola soy María, no voy a decir mi edad, pero soy jovencita. Siempre hemos tenido perros en casa. Vivo sola con papá, él es militar, así que me deja sola con nuestro perro muchas veces en el mes, a veces hasta por dos o tres días cuando tienen que ir a campañas militares. Nuestro perro es un Golden Retriver que es una amor, casi parece un peluche con toda su cabellera peluda y su color amarillo dorado, lo amo y se llama Tommy.


No soy una ingenua ni una novata. En mi habitación tengo mi computador personal y también un laptop. Comencé a leer historias sobre perros desde antes de que me llegara mi primer periodo. En ese entonces ya había descubierto que refregar mi pequeña panocha con mis dedos o con mi almohada, podía ser muy divertido y a veces lo hacía hasta más de una vez al día, siempre y cuando papá no estuviera en casa.


Tommy está siempre detrás de mis piernas cuando estamos solos él y yo. Pero no había tenido en mente de tener relaciones sexuales con él. Sé que los perros siempre se tratan de meter debajo de la falda de alguien, es así que nunca me preocupé mucho por eso. Tommy siendo un perro normal, por supuesto que debía tratar de meter un nariz debajo de mi falda, por detrás o por delante, parece que elegía el momento en que estaba usando tampón, o toallita por mi periodo.


Este verano recién pasado volvíamos de la playa con la idea de darme una ducha y sacar los restos de arena y salinidad después de haberme dado unos buenos baños junto a Tommy. Él está ya acostumbrado y se mete solito a la vasca para bañarse conmigo. Siempre tengo a la mano shampo y jabón para perros; lo escobillo bien escobillado, lo lavo con shampo y paso abundante jabón bajo su panza, muchas veces había sentido su pene envuelto en esa funda suave y peluda, pero no me había detenido allí a intentar algún tipo de acción. Hasta ahora estaba bastante feliz y satisfecha con mis dedos y algunos objetos que había encontrado propicios para mi autoerotismo.


A Tommy le gusta y le fascina su baño en vasca, esta vez estaba jabonando su peluda panza y sentí un cosa cilíndrica y caliente deslizarse entre mis dedos. Siempre cuando lo lavo estoy desnuda para no mojar mis vestidos. Un poco sorpresivamente siento su miembro caliente en mi mano, vierto un poco de jabón en la palma de mi mano y comienzo a lavar su pene, gentilmente Tommy levanta su pata trasera izquierda, como diciéndome: “Adelante, lava mi verga”.


No me explico que me pasó está vez, pero envolví su pene con mi mano no para lavarlo sino para sentirlo, sabía que era su polla y se sentía muy bien en mi mano. También dentro de mí sentí algo y me acomodé bien arrodillada y me incliné para mirarlo y verlo de cerca, sabía que esa cosa iba a crecer y yo quería presenciarlo.
—Oh, Tommy … Qué buen chico que eres …
Le dije comenzando a menear mi mano hacia atrás y hacia adelante, esa cosa era pequeña todavía. Sé que mi comportamiento era un poco depravado, pero no me iba a detener por eso, estábamos solos él y yo, papá estaba en campaña y no volvería hasta en dos días más.


Lo magreé por un rato y vi como comenzaba a crecer. Me dije que era hora de detenerme, que no estaba bien lo que estaba haciéndole a Tommy, él era solo un perro y yo una niña humana. ¿Qué pensaría papá si me viera haciendo eso? ¿Qué diría él al ver a su hija caliente con el pene de un perro? A este punto esa cosa ya no cabía en mi mano, se había vuelto enorme y a la base tenía una especie de hinchazón. Pensé que había ido muy lejos con mi cachondez y decidí secarlo con su toalla y no seguir con lo que le estaba haciendo, pero me encontré con sus dulces ojos marrones que me imploraban de seguir y hacerlo desahogar, me parecía escucharlo decir: “¿Cómo? ¿Eso es todo? ¿Me vas a dejar con mis bolas azules justo ahora?


Poco a poco baje mi mano a su panza y volví a sentir en mi mano su pene caliente. Su polla se había vuelto tan grande que con mis dos manos no lograba abarcarla por completo y se sentía muy bien. Me sentía toda mojada y caliente entre mis piernas. No sé si él lograba oler mi cachondez, pero intentó meter su hocico entre mis piernas. Al principio yo lo alejé, me sentía caliente como una puta y me daba un poco de vergüenza y miedo sentir esto con la polla de Tommy entre mis manos.
—¿Te gusta eso? … ¿Sientes mi olor? … No soy una perrita … Ese es el olor de mí coño …
Le dije y él solo empujó su hocico en la convergencia de mis piernas haciéndome sentir un delicioso escalofrío que hizo punzar mis tetas. Me quedé en estado de shock e intenté alejarme, pero me resultaba muy difícil hacerlo.
—Vamos, Tommy … Todavía tengo que secarte …
Dije y lo llevé hacia la alfombra de la sala de estar donde extendí una de sus gruesas toallas y lo hice recostar para secarlo. Pero mis ojos estaban pegados a su enorme polla y continuaba sintiendo pequeñas descargas eléctricas por todo mi cuerpo que me hacían sentir muy erótica. Me agaché junto a él y comencé a secarlo. Su pelaje alrededor de su polla parecía muy húmedo y aferré su pene gigante con una mano y procedí a secar sus pelos cerca de sus bolas oscuras. Su pene palpitaba envuelto en mi mano y advertí unas gotitas acuosas saliendo de la punta de su polla rojiza. Inmediatamente me recordé de algunas historias de chicas con perros y de cómo disfrutaban lamiendo y sintiendo ese líquido perruno. Inconscientemente pase mi lengua por mis labios y sentí mi boca seca, quizás iba a necesitar algo para humedecerla, pensé. No podía apartar mis vista de él, su polla brillaba maravillosamente limpia. Empujé un poco más hacia atrás su funda para hacer salir esa especie de hinchazón un tanto amoratado y un tanto blanquecino.


Estaba tan ensimismada observando su pene que no me di cuenta de que él también se había movido, sin previo aviso sentí su hocico entre mis nalgas, un tremendo escalofrío recorrió todo mi ser y se concentró especialmente en mi vientre y mi coño. Pero no alcanzaba a lamerme justo ahí. Se me creo la disyuntiva si ayudarlo o no ayudarlo. Me resistí por algunos momentos. Al final me dije: “¿Qué tanto será una pequeña lamida? No creo me vaya a doler” Entonces me senté frente a él con mis piernas abiertas y le ofrecí mi ranurita mojada y con mi labia ligeramente enrojecida. Solo una lamida para probar, pensé.


Metió su cabeza hacia adelante y sentí su nariz fría sobre mi monte de venus. Me sobresalté sintiendo su lengua barrer mi hendedura caliente y empujando mis labios mayores para alcanzar el rosado interior de mi panocha. ¡Dios mío! Lo estoy haciendo por amor a él, pensé, mientras empujaba mi ingle contra esa lengua invasora. Inmediatamente me di cuenta de que era un sentimiento abrumador, algo extraño pero exquisito; así que pensé en dejarlo que me lamiera un par de veces más. Rico, rico, rico. Abrí mis piernas y me apoyé sobre mis codos, exponiendo mi vagina mojada a su lengua talentosa y maravillosa. Tommy primero olió y luego esa portentosa lengua mojada salió de su hocico y se metió en mi panocha. Abarcaba todo el surco de mi trasero, se detenía a empujar mi ano y luego se introducía en la caliente humedad de mi coño.


Usando dos dedos de mi mano derecha abrí mi panocha para él, para que pudiera lamerme mejor.
—Ven amorcito … Chúpame rico …
Le dije, Tommy pareció entender y se echó con su cabeza entre mis piernas, acomodándose para lengüetear mi cavidad esplendorosamente. Estaba en la posición y altura correctas y comenzó a lamerme como loco, contagiándome esa locura que me hizo extenderme de espalda y gemir sintiendo como me devoraba el coño. ¡Oh, Dios! ¡Me va a matar! Pensé.


¡Dios misericordioso! ¡Qué lindo que me hace sentir! Esa lengua entre mis piernas parece un remolino barriendo mi hendedura y sus alrededores. Al parecer fluía abundante líquido desde mis entrañas rosadas y él se estaba refocilando como sediento de mis jugos; creo que eso también lo excitaba. Abrí mejor la parte superior de mi labia para que alcanzara mi clítoris. Me volvió loca. Chillé, grité y me contorsioné encorvando mi espalda, empujando mis tetas al cielo y me corrí con temblores por todo mi cuerpo, especialmente en mis piernas.
—Oghhh ,,, Oghhh ,,, Ouchh … Umpf … Umpf … Aayyyhhaaa … Umpf … Uuuffff … Aayyyhhaaa … Oooyyy, ssiii … Qué rico … Umpf … Aayyyhhaaa … Aayyyhhaaa … Umpf … Aayyyhhaaa … Qué ricooo … Ssiii … Ssiii … Qué ricooo … Aayyyhhaaa … Umpf … Oh, Tommy … Aayyyhhaaa … Umpf … Uuuffff … Aayyyhhaaa … Ahaaa … Ahaaa … Aayyyhhaaa … Ooohhh … Ooohhh … Aayyyhhaaa … Despacito, Tommy … Aayyyhhaaa … Ahaaa … Ahaaa … Ooohhh … Umpf … Aayyyhhaaa …
Ningún hombre podría jamás competir con esto, pensé. Mi labia temblaba y mi clítoris también, me hubiese gustado tener mi celular y grabar todo. Tommy lamió todos mis jugos. Me enderecé un poco y vi que su polla continuaba tan grande como antes y que salían muchas más gotitas de su rosado ápice. Quería volver a sentir esa polla grande y caliente en mi mano, quería hacer de todo con ella. No me importaba qué, lo importante era recompensarlo por el maravilloso orgasmo que me había hecho sentir.


Es más fácil pensarlo que hacerlo, lo aferré firmemente con mi mano, todavía estaba muy caliente. Muchas cosas alocadas pasaban por mi cabeza. Nunca lo había hecho antes. Es muy fácil leerlo en los relatos. Pero tener una enorme polla de perro en una mano y con mi rostro cerquita de ella, es una cosa muy intrigante. ¿Qué se supone que deba hacer? ¿Y cómo hacer? ¿Hacer qué? Ahora con esa gigantesca polla en mi mano me llené de dudas, primero que nada, debía encontrar un lugar más cómodo.


Me levanté y me lo llevé al dormitorio. En el camino pensaba en que hacer con él. Cosa intentar hacer primero. Me recordé de los videos y pensé que tal vez era mejor acostarlo con la panza hacia arriba y yo sentarme en su polla, eso lo había visto hacer y también había visto algunas fotografías al respecto. Además, me parecía más simple y fácil. Lo hice subir a la cama y lo acosté, haciéndolo girar de espalda. Ya eso fue un tanto complicado, porque no quería permanecer de espalda, al parecer era una posición que no le agradaba mayormente. Logré mantenerlo quieto y me arrodillé a su lado. Tomé su polla tiesa y resbaladiza. Ahora tenía que reunir suficiente coraje y calentura para montarlo y empujar su polla dentro de mi estrecha chuchita. Me subí encima de él sin soltar su tótem de carne rojiza y bajé mi ingle hasta tocar la puntita con mi labia encharcada. Todavía tenía algunas dudas y temores de cómo iba a resultar todo esto. Deslicé su polla sobre mi coño, como estaba sentada montándolo con mis piernas muy abiertas, era fácil jugar con su polla alrededor de mi agujero caliente. Oh, qué sensación tan hermosa y cachonda, pensé que ahora estaba lista para mí Tommy.


Sus pelos me hacían un poco de cosquillas entre las piernas, pero lo estaba disfrutando mucho y esto no hacía que ponerme aún más cachonda.


Con mucho cuidado fui bajando mi coñito sobre ese monstruo rojizo y la puntita se deslizó en mí, poco-poco dentro de mí. No sabría como describir eso, pero el sentimiento de esa gorda polla caliente empujando mis paredes vaginales, me hizo perder el control de mi misma, me sentí tan cachonda que me senté de sopetón sobre él, haciendo que se adentrara profundamente en mí. El pobre Tommy se quejó y exhaló un bufido. Ahora si que me sentía verdaderamente caliente con esa enorme polla incrustada en mi panocha. Su vientre peludo cosquilleaba mi clítoris y mis piernas. Entró tan profundo en mí que me pareció sentir su polla cosquillear mi útero


Digamos que, al ser un macho joven, su polla se mantenía dura y gorda, pulsando caliente dentro de mí. Me enderecé arqueando un poco mi espalda y comencé un movimiento de vaivén, ligeramente hacia atrás y hacia adelante, hacia arriba y hacia abajo. Retorcí mi ano sobre su pelaje queriendo sentirlo más profundo en mí. Me sorprendí de sentir tanta lujuria y cachondez follando con mi mascota, pero así era. Quería pellizcar mis piernas, acariciar mi vientre para sentir esa mole de carne canina horadando mis entrañas. Probé a retorcer y pellizcar mis pezones endurecidos, pero quería más. Metí una mano hacia atrás y acaricié sus bolas oscuras y traté de empujar su ariete más y más profundo en mí.


Sostuve sus pelotas y empujé su verga y la embestí con certeros golpes de mi ingle. Oh, lo que experimenté. No lo recuerdo totalmente, pero por segunda vez toda la presión de mi sangre fluyo hacia mi coño haciéndolo explotar en mil centellas. Una paradisiaca nube me envolvió y volví a gritar:
—Tommy … Tommy … Oh, Tommy … Querido … Oooyyy, ssiii … Qué rico … Umpf … Aayyyhhaaa … Aayyyhhaaa … Umpf … Aayyyhhaaa … Qué ricooo … Ssiii … Ssiii … Qué ricooo … Aayyyhhaaa … Umpf … Oh, Tommy … Oh, mi amor … Aayyyhhaaa … Umpf … Uuuffff … Aayyyhhaaa … Ahaaa … Ahaaa … Aayyyhhaaa … Ooohhh … Ooohhh … Aayyyhhaaa … Que rico que me lo haces, Tommy … Aayyyhhaaa … Ahaaa … Ahaaa … Ooohhh … Umpf … Aayyyhhaaa … Umpf …
Mi coño ya no goteaba, salían chorros disparados con potencia de mi panocha que se contraía y temblaba apretujando la polla inmensa de Tommy. Él era todo mío, pero también debía hacerlo gozar, tenía que hacer algo por él. Entonces me vino la idea de hacerlo como lo hacen ellos, los perros.


Me levanté y me puse en cuatro, ahora quería convertirme en su perrita cachonda. Arrodillada con mis brazos apoyados sobre el edredón, me puse junto a él. Le meneé un poco mi culo y luego me di unas palmaditas en mi nalga para animarlo a montarme. Solo que él no atinaba a nada, no sabía como montarme, en cambio prefería lamerme y yo me quedé quietecita mientras su lengua barría todo mi trasero. Sus lamidas eran maravillosas y muy pronto me tenía cerca de otro orgasmo. Pensé que iba a morir de tanto goce, jamás nadie me había comido el coño de esta manera.


Tommy lamió y lamió intensamente, pero de repente me saltó encima. Al ser más grande que yo, su polla cayó sobre mi espalda, luego paseó por entre mis nalgas goteando sobre mi estrecho ano, se enfiló una y otra vez en medio de mis muslos, dejando escurrir su cálido líquido por mis piernas. Me acomodé empujando un poco mi trasero hacia atrás y sentí su polla entre mis piernas empujando salvajemente rápido para encontrar mi coño. Su polla pasaba salvajemente rozando mis labios mayores. Todo este ir y venir de su polla alrededor de mi panocha me puso aún más cachonda.


Quería esa polla gorda en mi coño más que a nada en el mundo y esto estaba tomando demasiado tiempo. Logré deslizar mi mano entre mis piernas e hice contacto con su polla, la tomé decididamente y la presenté frente a mi gruta mojada. Tommy sintió y dio como un golpe de ancas.
—Ouch … Mierddd … Ummmmmm … Aaayyy …
Su polla estaba en mí profundamente. Al principio me dio unos golpecitos suaves y veloces, pero poco a poco aumentó a un ritmo demencial. Su polla martillaba mi coño muy dentro de mí y comenzaba a engrosarse divinamente, haciendo parecer mi coño otra vez virgen. Nunca antes mi coño había sido invadido por una polla tan grande como la polla de Tommy. Su verga empujaba las paredes de mi panocha a limites insospechados y esto me gustaba y me preocupaba, ¿Cuánto más iba a seguir creciendo esa cosa?


Él dejaba salir mesuradamente parte de su líquido y mi coño estaba muy mojado y resbaladizo, lo que hacía sentir su enorme polla muy agradable. Intenté resistirme a esta sensación maravillosa, pero no me pude contener y mi panocha explotó, ya que Tommy me estaba follando furiosamente. Mí coño se contraía y mis labios se apretaron entorno a la polla de él. Sentí las pulsaciones de su nudo que estaba totalmente atorado dentro de mí. Esperaba de un momento a otro que comenzara a disparar su semen perruno en mi conchita y así lo hizo. Un lago de lava caliente comenzó a bañar las paredes de mi vagina, su pene pulsaba, su nudo rozaba mi punto G y mi coño volvió a explotar con espasmódicas contracciones que casi me hicieron perder los sentidos. Es maravilloso cuando él me inyecta esa copiosa cantidad de semen candente muy cerquita de mí útero. Ya quisiera yo ser preñada y tener seis o siete cachorritos de mi Tommy y tal vez también, tener ocho o diez tetillas para que ellos mamaran mis tetillas mientras yo los acaricio. Sé que es un sueño imposible, pero nada me impide de soñar y, es muy fácil soñar esas cosas cuando su tremenda verga me inocula semen y más semen caliente en mi matriz, quisiera ser una perrita mamá. Después de este ardoroso primer encuentro con mi Tommy me desmaye sin fuerzas sobre el edredón mientras él se preocupaba de enfilar su hocico entre los labios de mi coño para limpiarme, perdí la noción del tiempo y me quedé dormida.



El día siguiente era domingo, me levanté dispuesta a todo y con muchas ganas. Después de haberme puesto mis jeans con cortes en mi derriere y entre mis piernas, me paseé delante de Tommy con paso felino, buscando de llamar su atención, di unos pasos danzándole en torno y él trató de meter su nariz entre mis muslos. Me afirmé al borde de la mesita con mí espalda ligeramente encorvada y él desde atrás metió su hocico directamente en mi panocha, la sensación de su lengua penetrando profundamente en mí, me hizo arquear mi espalda un poco más y fuertes tiritones recorrieron mi cuerpo, mis pezones punzaban y tuve que retorcerlos y pellizcarlos para aminorar la sensación que me estaba volviendo loca.


Él saltó sobre mí y yo me dejé caer al suelo sumisa, se acomodó detrás de mi aferrando mi cintura con sus zampas y me penetró casi al instante, sentí su gorda polla estirando mi coño, me quedé quietecita para que él comenzara a follarme, pero no lo hizo y su pene resbaló fuera de mi panocha. Él vino a lamerme desde atrás y yo me levanté un poquito desencantada, me arrastré hasta el sofá, apoyándome sobre el respaldar, me abrí de rodillas y le presente mi trasero y mi coño a su lengua intrusiva, me lamió por algunos segundos y entonces yo me giré y me recosté sobre el diván buscando una posición cómoda donde pudiésemos follar.


Él se subió con sus zampas delanteras sobre el diván, colocándolas a los costados a la altura de mis senos, trató de lengüetear mi rostro, dándome besitos con su lengua. Me deslicé poco a poco sobre el sillón y busque con mi mano su polla, pero no estaba del todo durita, igualmente penetré mi coño mojado con su pija, lo que hizo que mi cuerpo se estremeciera y gemí de placer al sentir su pene caliente otra vez en mi panocha.


Su pene resbalo fuera de mí y entonces yo me volteé para que él me lamiera, recostada sobre el sofá le ofrecí mi culo y mi coño jugoso a su lengua, me hizo gemir audiblemente y empujé mi coño contra su hocico que hozaba entre mis empapados labios vaginales escarbando y lamiendo mis profusos fluidos.


Yo quería que él lo volviera a hacer conmigo, pero no lograba interesarlo del todo y me hacía sentir un poco defraudada. Me Bajé del sillón y volví a danzar en torno a él, girando y empujándolo a veces con mis rodillas, a veces con mis manos y él trataba una y otra vez de alcanzar la ranurita mojada que lo deseaba tanto. Finalmente me dejé caer sobre el sillón y él se subió persiguiendo mi coño, me abrí de piernas para dejarlo hozar en mi panocha con su hocico y lengua. Me hacían temblar de pies a cabeza los empujones que él le daba a mi pequeño coño, repentinamente él se desplazó hacia arriba tratando de follar mi coño en esa posición, pero el único modo posible era si yo levantaba mis caderas para hacer embocar su pene en mi orificio, así que rápidamente traté de adaptar mis caderas a la altura de su polla y él lo logró, metió su polla profundamente en mí y me hizo gritar de loco placer.
—Ummmm … Ssiii, Tommy … Fóllame … Hmmmmm ... Que rico ... Ssiii, amor … Folla a mami …
Pero su pene al cabo de un rato volvió a salir de mi hambrienta panocha y él se vino de cabeza a lamerme, me hizo alcanzar un primer orgasmo y lo dejé lamerme hasta que pude voltearme y él me saltó desde atrás cogiendo mi cintura estrechamente entre sus zampas, inmediatamente sentí su polla empujando entre mis labios hinchados, me quedé quietecita y él me penetró con fuerza y empujó su polla dentro de mí decididamente. Por fin me estaba follando, enterré mis uñas en el sofá sintiendo su poderosa pija enterrada en mí, pero tampoco duró mucho y otra vez resbaló fuera de mí.


Él se bajó del sillón y yo me recosté con la piernas apoyadas en la alfombra. Tommy saltó y yo aferré su polla y la guié a mi grutita ardiente, otra vez él estaba dentro de mí, abrí mis piernas y sentí por fin su bola entrando en mí, él me dio recias embestidas y afianzó su grueso pene muy dentro de mí y ya no pudo volver a sacarlo, me tenía anudada a su ariete de carne caliente. Me folló rapidísimo por algunos instantes y lo dejé que lo hiciera con su ímpetu de macho, lo dejé que me convirtiera en su perrita y me lo diera con fuerza, me hizo gemir y chillar mientras empujaba su polla siempre más y más adentro de mi panocha, luego al sentirse atrapado en mi coño se tranquilizó y comenzó a llenarme con su semen caldeado.
—Oh, ssiii … Lléname, Tommy … Lléname con tus cachorritos … Fóllame fuerte, amor … Ummmmmm, qué rico que me lo haces … Hmmmmmm …
Una vez más me hizo acabar teniendo un placentero orgasmo sintiéndome rebosada con su cálido semen.


Mientras su polla esplendorosa continuaba atrapada en mi panocha, comencé a acariciarlo gimiendo de placer, me sentía una hembra completa anudada a mi macho, algo animalesco hacía que mis tetas temblaran con fuerza y mis pezones quisieran explotar, amaba a este perro fantástico, acaricié sus orejas y rasqueteé su cuello tironeándolo ligeramente más sobre mí y taloneándolo con mis talones para que empujara profundamente su verga canina en mi panocha.


Luego de unos cinco minutos o más, él se impacientó y se movió, en algún modo su pija resbaló fuera de mí y él se vino a lamer mis jugos y su semen que escurrían fuera de mi panocha, lo dejé hacerme enloquecer por algunos instantes, entonces intenté ponerme de pie, pero él se abalanzó sobre mí y no me dejó levantarme. Me sentí verdaderamente poseída, él era mi dueño, mi macho y yo su perrita, su hembra. Había tanta ternura en sus instintos animales que me sentí conmovida y lo abracé, sintiendo sus suaves y sedosos pelos sobre mis senos desnudos. Pero yo quería más.


Me levanté y dancé a su alrededor. Fui a buscar una manta de tul trasparente y dancé con él cual, si fuera una odalisca, él me seguía contento y su polla todavía estaba meciéndose bajo su panza, lo que me hacía tener terribles deseos de ella. Para estar a la par de él, me quité los jeans desnudándome por completo y me lo llevé a mi dormitorio.


Me recosté sobre mi cama y comencé a masturbarme suave y lentamente. Tommy vino entre mis piernas a darme casuales lamidas a mi coño, abrí ampliamente mis piernas y lo dejé lamerme mientras yo rasqueteaba suavemente mi clítoris. Comencé a gemir y a empujar mi coño contra su hocico, su lengua se internaba en mi profundamente. Rápidamente me puse en cuatro patas y Tommy siguiendo sus instintos me vino a lamer desde atrás, repentinamente saltó sobre mi espaldas y yo abrí mis rodillas para bajar mi panocha a la altura correcta, encorvé un poco mi espalda y le presenté mi panocha resbaladiza, caliente y mojada, su gorda polla me penetró y comenzó a follarme con inusitada y renovadas energías.


Su bola entró y salió de mi panocha varias veces antes de atorarse dentro de mí. Resistí chillando sus fuertes embistes y apenas se atascó en mí, puse mis dedos obturando una posible salida, esta vez no me lo iba a dejar escapar. Al cabo de un rato lo sujeté firmemente de sus patas traseras, ahora él era todo mío y siguió follándome como yo quería, arrastré una almohada y apoyé mi cabeza en ella, en esa posición me sentía mucho más cómoda para soportar su ímpetu y su fuerza lo que hacía sentir su polla mucho más dentro de mi estrecho coño.


Pasaron algunos minutos y comencé a sentir en mis dilatadas carnes interiores, la potencia y calidez de los borbotones copiosos que explotaban muy cerquita de mi cuello uterino, lo que me hizo estremecer de pies a cabeza y froté mi clítoris para apurar mi desahogo inminente. Él se quedó quieto por algunos minutos mientras yo desesperada gritaba y gemía con otro maravilloso orgasmo, luego él se inquietó y apoyó sus garras sobre mi espalda desnuda, lo que me provocó un incómodo escozor, me estaba rasguñando la piel, por lo que cuando tironeó para zafarse de mí, moví mis caderas y liberé su pene que salió disparado de mi vagina.


Afortunadamente siempre tengo una toalla gruesa bajo mi almohada, por lo que rápidamente la coloqué bajo mí panocha goteante. Me giré y me acomodé sentada sobre la toalla, luego metí tres de mis dedos en mi vagina ensopada de semen canino y la limpie desparramando semen sobre mi vientre, mis muslos y todo alrededor de mis labios mayores. Lo que me excitó lo suficiente como para iniciar a masturbarme con mi dedos empapados en la esperma caliente de Tommy, pero antes me arrodille y embadurné mis pesados y gordos pechos con el semen de él. Cuando Tommy se vino a lengüetear mis tetas, me volví a sentar y él acompañó mis dedos a mi encharcada vagina y cuando los metí para continuar a masturbarse, él se echó frente a mi ranurita y como un caballero procedió a lamer el semen de mi coño, cosa que muy pronto me estuvo dando gemidos, vagidos y risitas locas de pura lujuria.


Me apoyé en mis codos y separando mis rodillas, levanté mis piernas en el aire para permitirle a mi mascota un amplio acceso de mi hendedura bañada de su propia lechita. Mi mente me ayudaba amplificando las deliciosas sensaciones que sentía mi cuerpo ansiando más de su lengua, pidiéndole de lamerme toda entera, restregué con fuerza mi clítoris, pero lo sentía muy delicado y sensible como para forzar un nuevo desahogo, así que volví a sentarme está vez sobre mis talones, pero no me quedé tranquila porque amo mucho a mi perro.


Tommy luego se echó a lamer su propio pene después de haber lamido mi coño por largo rato. Me pareció del todo plausible y normal devolverle el favor y atención que él le había brindado a mi chocho. Arrodillada al lado de él comencé a acariciar sus peludas patas traseras, acercando mi mano a la maravillosa pija rosada que estaba toda fuera de su funda. Lucía apetitosa y brillante. Acaricié sus cojones mientras iniciaba un movimiento masturbatorio a su funda peluda, hasta que tomé su polla caliente en mi mano. Me incliné sobre su la puntita de su polla y observé que todavía salían gotitas acuosas de semen. Necesitaba saber a qué cosa sabían esas gotitas y cautamente estiré mi lengua hasta tocar la aguzada puntita de su polla. Tenía un sabor algo extraño, pero no desagradable. Lo definiría como a metal, como cuando se abre una lata de salsa y se percibe un poco de sabor a lata. Me sentí atraída por ese sabor latoso y ligeramente salado y metí la mitad de su polla en mi boca. Comencé a chuparlo como lo haría con un pene humano, solo que este era más grueso y largo de cualquier otro pene que haya tenido en mi boca, sin contar la bola que se formaba a la base y que me permitía tomarlo cómodamente u deslizarlo dentro y fuera de mi boca, a veces deslizándolo sobre mis mejillas para esparcir un poco de su leche en mi cara. Cuando sentí que comenzaban a salir chorritos, abrí mi boca y extendí mí lengua para recibirlos, luego se lo chupé para beber su cálido semen que eyaculaba a borbotones calientes en mi boca. Restregué su polla goteante sobre mi cuello y barbilla, quería sentirme impregnada de ese líquido cálido, pero más que nada se lo chupe para beber su deliciosa esperma.


Después, tanto él como yo nos quedamos sobre la cama aletargados y satisfechos; el día era largo y yo quería descansar un poco para luego volver a tener a mi Tommy dentro de mí. Me siento completa y protegida teniéndolo a él a mi lado, además, me hace feliz.

Fin


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El regalo más preciado de quien escribe es saber que alguien está leyendo sus historias. Un correo electrónico, a favor o en contra, ¡Tiene la magia de alegrar el día de quien construye con palabras, una sensación y un placer!


luisa_luisa4634@yahoo.com

escrito el
2024-10-19
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