¡Que rica que está mamá! - Desenlace fatal.
por
Juan Alberto
género
incesto
Me desperté a la mañana siguiente con mi cabeza plena de imágenes del caliente encuentro entre mamá y yo. Mi polla estaba dura con la erección matutina, pero más dura aún con todos mis recuerdos. Me levanté poniéndome unos pantalones cortos y traté de acomodar mi polla duramente tiesa, tratando de no agarrarme mi cuerito con la cremallera mientras cerraba el cierre. Completé mi atuendo con una remera holgada y salí del dormitorio, dejando a mi mujer dormida.
En el momento en que salí al pasillo, también salió mamá de su habitación. Pasó por mi lado regalándome una hermosa sonrisa mientras se dirigía hacia la cocina. Vestía una bata amarilla muy corta, lo que la hacía ver muy sexy. Inmediatamente la seguí, quería hacerla sentir mi erección matinal.
Entré a la cocina y encontré a mi mamá en la isla de espaldas a mí. La miré hacia arriba y luego hacia abajo, sentí las palpitaciones de mi polla nuevamente mientras mis ojos recorrían las magnificas formas femeninas de mamá y el borde de la bata que cubría sus agraciados muslos a la mitad. ¡Las piernas de mamá eran realmente fabulosas! Me deslicé rápidamente detrás de ella y la rodeé con mis brazos, ahuecando en mis manos sus firmes y regordetes senos. Ella dio un respingo.
—¡Oh!, me asustaste … ¿Te das cuenta de que tú mujer está justo en la habitación de al lado? …
—Lo sé, mamá … pero no puedo quitarte mis manos de encima …
Dije rozándole ligeramente los pezones.
—¡Oooohhhh! …
Gimió mamá sintiendo mis manos que le amasaban sus carnosas tetas.
—¿Qué hay para el desayuno? …
Le susurré al oído, empujando mi polla dura como palo en el surco de sus nalgas.
—Bueno … esa salchicha tuya está demasiado dura como para meterla en el horno …
Respondió ella restregando su trasero contra mi pene.
—Me gustaría meterlo en tu horno para cocinarlo …
Gemí apretando sus tetas a través del género de su bata. En ese momento escuché el llanto de mi hijo y nos separamos.
—Ve … ve a ver que está sucediendo … yo terminaré de preparar el desayuno …
Me fui a mi dormitorio a ver a mi esposa. La encontré con su seno al aire y el bebé a punto de resbalar de su abdomen. Parecía adormecida. Tomé al niño en mis brazos que continuaba a llorar. Me impresioné y llamé a mamá.
—¡Mamá! …
Llamé a alta voz. Mi madre llegó en segundos a nuestro dormitorio matrimonial y se hizo cargo del bebé. Yo tomé la mano a mi mujer y estaba inerte, entonces busqué la presencia de pulso y no pude encontrar ninguna pulsación perceptible. Entonces llamé a la urgencia de la clínica. Mamá se llevó al bebé a su dormitorio y yo arreglé a mi mujer para una atención de paramédicos. La ambulancia llegó en menos de quince minutos y los enfermeros al examinarla, fueron en busca de un desfibrilador cardio conversor. El corazón de mi mujer había dejado de latir.
Rebeca fue declarada fallecida en la clínica. Estaba muy apesadumbrado por lo sucedido y mamá quería morir también ella. Nos habíamos dedicado a satisfacer nuestras necesidades sexuales primordiales, mientras mi mujer sufría un accidente cardio vascular fatal. Por supuesto no teníamos ninguna culpa del hecho en sí. Muchas mujeres fallecen por esta causa después de haber dado a luz. Mi mujer fue una más en las frías estadísticas.
Dicen por ahí: “No todo el mal viene para causarte daño”, y en este caso esto se aplicaba en modo literal a lo sucedido a nosotros. Después de un discreto periodo de luto, mamá se convirtió en abuela, madre y esposa. Hasta el día de hoy somos muy felices y mi hijo ha crecido a los cuidados de su abuela-madre. Y yo y ella seguimos felices conviviendo nuestros placeres.
Fin.
***** ***** ***** ***** ***** ***** ***** *****
El regalo más preciado de quien escribe es saber que alguien está leyendo sus historias. Un correo electrónico, a favor o en contra, ¡Tiene la magia de alegrar el día de quien construye con palabras, una sensación y un placer!
luisa_luisa4634@yahoo.com
En el momento en que salí al pasillo, también salió mamá de su habitación. Pasó por mi lado regalándome una hermosa sonrisa mientras se dirigía hacia la cocina. Vestía una bata amarilla muy corta, lo que la hacía ver muy sexy. Inmediatamente la seguí, quería hacerla sentir mi erección matinal.
Entré a la cocina y encontré a mi mamá en la isla de espaldas a mí. La miré hacia arriba y luego hacia abajo, sentí las palpitaciones de mi polla nuevamente mientras mis ojos recorrían las magnificas formas femeninas de mamá y el borde de la bata que cubría sus agraciados muslos a la mitad. ¡Las piernas de mamá eran realmente fabulosas! Me deslicé rápidamente detrás de ella y la rodeé con mis brazos, ahuecando en mis manos sus firmes y regordetes senos. Ella dio un respingo.
—¡Oh!, me asustaste … ¿Te das cuenta de que tú mujer está justo en la habitación de al lado? …
—Lo sé, mamá … pero no puedo quitarte mis manos de encima …
Dije rozándole ligeramente los pezones.
—¡Oooohhhh! …
Gimió mamá sintiendo mis manos que le amasaban sus carnosas tetas.
—¿Qué hay para el desayuno? …
Le susurré al oído, empujando mi polla dura como palo en el surco de sus nalgas.
—Bueno … esa salchicha tuya está demasiado dura como para meterla en el horno …
Respondió ella restregando su trasero contra mi pene.
—Me gustaría meterlo en tu horno para cocinarlo …
Gemí apretando sus tetas a través del género de su bata. En ese momento escuché el llanto de mi hijo y nos separamos.
—Ve … ve a ver que está sucediendo … yo terminaré de preparar el desayuno …
Me fui a mi dormitorio a ver a mi esposa. La encontré con su seno al aire y el bebé a punto de resbalar de su abdomen. Parecía adormecida. Tomé al niño en mis brazos que continuaba a llorar. Me impresioné y llamé a mamá.
—¡Mamá! …
Llamé a alta voz. Mi madre llegó en segundos a nuestro dormitorio matrimonial y se hizo cargo del bebé. Yo tomé la mano a mi mujer y estaba inerte, entonces busqué la presencia de pulso y no pude encontrar ninguna pulsación perceptible. Entonces llamé a la urgencia de la clínica. Mamá se llevó al bebé a su dormitorio y yo arreglé a mi mujer para una atención de paramédicos. La ambulancia llegó en menos de quince minutos y los enfermeros al examinarla, fueron en busca de un desfibrilador cardio conversor. El corazón de mi mujer había dejado de latir.
Rebeca fue declarada fallecida en la clínica. Estaba muy apesadumbrado por lo sucedido y mamá quería morir también ella. Nos habíamos dedicado a satisfacer nuestras necesidades sexuales primordiales, mientras mi mujer sufría un accidente cardio vascular fatal. Por supuesto no teníamos ninguna culpa del hecho en sí. Muchas mujeres fallecen por esta causa después de haber dado a luz. Mi mujer fue una más en las frías estadísticas.
Dicen por ahí: “No todo el mal viene para causarte daño”, y en este caso esto se aplicaba en modo literal a lo sucedido a nosotros. Después de un discreto periodo de luto, mamá se convirtió en abuela, madre y esposa. Hasta el día de hoy somos muy felices y mi hijo ha crecido a los cuidados de su abuela-madre. Y yo y ella seguimos felices conviviendo nuestros placeres.
Fin.
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