Mas de ... Papi y mami.
por
Juan Alberto
género
incesto
Estaba relajándome en mi cama mirando unos videos de la jungla africana. Mi puerta se abrió y mamá entró.
—¡Hola!, Luisa … Necesito preguntarte algo …
—¿Qué es lo que quieres saber, mami? …
—¡Err! … Bueno, es sobre lo que hicimos … ¿Querrías hacer más de eso? …
—¿A qué te refieres? … Quieres decir, ¿hacerlo de nuevo? …
—No, precisamente … Bueno … No sé sí querrías … ehm … Hacer algo más … Que él te metiera la polla … Err … Que te hiciera el amor … ¿Sabes? …
—¡Por Dios! … No, mamá … No me pidas eso …
—Bueno … Necesitaba saber si lo querías hacer … Pero verte, me hizo pensar que quizás … Bueno … Ya sabes … Hacer el amor con él … Porque yo no puedo … Mi panocha no lo resiste …
—¿Me pides que folle con papá por que tú no puedes? …
—Bueno … Eso es así … Tú sabes que he estado yendo al Centro Comercial a menudo este último mes, ¿no? …
—Sí, lo sé …
—Bueno … Lo que no sabes en que estado yendo a visitar al ginecólogo y me han diagnosticado con Vulvodinia …
—Vulvo ¿¿Qué?? …
—Vulvodinia … Es una afección dolorosa al interno de mi vagina … Me han recetado unas pastillas y algunos lavados vaginales por los próximos tres meses … Entonces quería decirte que no me importaría si lo haces con papá por el tiempo de mi tratamiento …
—Lo siento, mamá … La respuesta sigue siendo la misma … No voy a follar con papá … Me gustó mucho lo que hicimos, pero no puedo ir más allá … Si no puedes hacerlo por dolores en tu vagina, entonces ofrécele tu trasero, pero no le ofrezcas a tu hija … Yo no quiero eso, no, papá no …
—¿Mí trasero? … Tú dices que yo … ehm …
—Sí, mami … Yo lo he hecho una infinidad de veces … Normalmente cuando tengo mí periodo … Necesitas solo relajarte y usar un poco de lubricación … Y si el chico te trata bien puede ser muy agradable, mamá … Además, a los hombres les encanta eso, por que somos más apretaditas allí y ellos disfrutan más con eso …
—¡Oh, Dios! … Nunca he hecho nada parecido … No sé … ehm … ¿No es sucio? …
—No si te vacías y te lavas bien …
—¡Oh, Jesús santísimo! …
Mamá se persignó varias veces, juntó sus manos como en una plegaria y salió de mi cuarto. Me sorprendió un poco lo que mamá me había confidenciado. Yo no sabía que ella tenía algún tipo de infección vaginal. De todos modos, yo no podría follar con mi padre. Me encanta masturbarlo, pero ese es mi límite, no lo dejaré follar mí panocha ni tampoco mí culo. Sin embargo, soy feliz masturbándolo y espero volver a hacerlo.
Estaba sentada en el salón tomando un tazón de café, navegando con mi iPhone y mis audífonos puestos, claro está que los tenía con un mínimo de volumen. Necesitaba poder escuchar lo que sucedía a mí alrededor. De repente papá asomo su cabeza por la puerta y luego sin decir ni una sola palabra lo escuché que subía las escaleras, poco rato después, mamá hizo lo mismo. Interesante, pensé. Esto no puede ser una mera coincidencia; aquí está pasando algo. Mamá también subió las escaleras un tanto sigilosamente. ¡Uhm! Estos dos algo están tramando.
Les di unos cuantos razonables minutos y subí las escaleras. La puerta del dormitorio de papi y mami estaba más cerrada que abierta. Pero igual podía escuchar algunos sonidos provenientes de la habitación. Inmediatamente reconocí esos ruidos, eran voces calladas y crujidos de somier.
—No puedes hacérmelo por delante, ya lo sabes … ¿Te gustaría probar mi trasero? …
—Tú … ¿Tú trasero? …
Me hubiera gustado ver la cara de papá cuando mamá le propuso eso.
—Sí … Luisa me confesó que ella lo hace con sus novios cuando está con su periodo … Quizás sea una buena idea intentarlo por ahí, ¿no crees? … Sería mi primera vez … Como cuando nos casamos, ¿recuerdas? … No olvides que tienes que ser gentil …
—¡Oh, sí! … Lo seré … No te preocupes …
¿Alguna vez pensó papá en decir que no? No lo creo. ¡Hombres! Son todos iguales.
—Ya te dije que nunca lo he hecho … Sí me duele demasiado tienes que detenerte … Prométeme que te detendrás …
—No te preocupes, amor … Por supuesto que me detendré … ¿Y cuando quieres que lo hagamos? … ¿Ahora? …
—No … Ahora no … Esta tarde … Ahora déjame probar con mi boca … ¿Quieres? …
—¡Oh, cielo santo! … Por supuesto que quiero … ¿Y que pasa con Luisa? … ¿Ella también se unirá a nosotros? …
—No, esto es solo entre tú y yo … Y quiero preguntarte algo …
—Dime … Lo que quieras …
—Ayer … Cuando estábamos todos juntos … Tu te corriste … ¿Se lo metiste en su boca? …
—No … Eso fue accidental …
—¡Ah! … ¿Y querías hacer el amor con ella? … Ya sabes, su parte delantera está sana … Y como no puedes hacerlo conmigo … Pensé que te gustaría hacerlo con ella, ¿no? …
—¡Por Dios, no! … Luisa es nuestra hija … Me gusta si ella está en medio a nosotros … Pero no puedo hacerlo físicamente con ella … No puedo follar a Luisa …
La respuesta de papá fue buena, pero una pequeña parte dentro de mí estaba un poco decepcionada, ¿por qué él no querría follarme? Me hubiera gustado haber tenido la oportunidad de ser yo quien decidiera al respecto, pero me alegré del modo de pensar de papá. Y que bueno que le guste que lo mire. Me encanta mirarlo y que él me mire a mí. Enseguida los sonidos cambiaron a los típicos de una mamada, sorbos, lengüeteadas, suspiros y jadeos. Pensé que lo mejor era dejarlos que se divirtieran tranquilos. No me gusta solo escucharlos, me gusta verlos. Así que silenciosamente volví al salón y seguí navegando en YouTube.
Esa tarde cenamos pescado al horno, el que había pescado papá. Él todavía no llegaba a la mesa y mamá aprovechó ese instante para hablarme.
—Luisa … Querida … No vayas a entrar a nuestra habitación más tarde … Por favor …
—Está bien, mami … No lo haré … Pero seguiré las reglas, puerta cerrada quiere decir que no puedo entrar … Puerta abierta significa que puedo entrar y mirar, ¿no? …
—Sí … Así es … Pero esta noche la puerta estará cerrada, ¿vale? …
—Vale … No hay problema …
—Está bien … Pero nos gustaría que volviéramos a estar todos juntos … Pero no esta noche …
—Vale … Déjame ahora aparejar la mesa para cenar mientras tú terminas de cocinar …
Puse los cubiertos, los platos, las ensaladeras, salsas y limones, y tres vasos de vino. A papá le encanta el vino blanco para acompañar el pescado.
Cenamos conversando de todo un poco. Papá nos narró su odisea para pescar los peces y entre risotadas y comentarios varios, disfrutamos de los sabrosos platos cocinados por mamá. Cuando terminamos ayudé a mamá a limpiar la cocina. Luego nos fuimos a ver la televisión. Papá eligió una película de Bruce Willis que ya había visto más de un par de veces. Así que les di las buenas noches y me fui a mi cuarto.
Apenas entré a mi habitación y me desnudé, agarré mi bata y me fui a la ducha. ¡Guau! Rocié mi clítoris con el cabezal de la ducha y se sintió delicioso. Se me puso la piel de gallina, se me pararon hasta los pelos de la nuca. Golpes eléctricos y escalofríos recorrieron mi cuerpo provocándome estremecimientos de loco placer. Rápidamente me sequé y volví a la cama desnuda para terminar lo que había empezado.
Me tiré de espaldas sobre mi cama y pasé suavemente un dedo por cada lado de mis calientes labios, yendo hacia la parte superior, la parte más sensible de mi pequeña panocha. Solo desearía que más hombres supieran lo que eso significa, tal vez no intentarían solo de meter su polla en el agujero lo antes posible, las mujeres reaccionamos un poco más lento. Caricias a nuestros muslos, nuestro monte de venus, nuestra ingle; esos son los lugares a estimular para iniciar las llamas de mi coño.
Sumergí mi dedo índice de mi mano derecha sobre mis pliegues y lo embarduné con mis fluidos naturales, luego lo devolví a la convergencia de mis muslos, justo en la hendedura de mi panocha para estimular y mejorar la lubricación. Repetí el todo con mi mano izquierda, luego ambos dedos estiraron los labios hacia los lados y expuse mi clítoris a las caricias de mis dedos. Mis dedos medios estiraron mis labios hacia los costados y abrí mi conchita ampliamente. Mi nivel de excitación aumentó, gemidos de deleite escaparon de mi boca, cuando mis dedos exploraron la abertura rosadas de mis labios menores. Solo rozando y sin penetrar. Sentí las contracciones de mi panocha queriendo sentir esos dedos más adentro. Pero me resistí. Mi espalda se curvó y también los deditos de mis pies. Encontré la capucha de mi botoncito y presioné caldeamente mi turgencia, casi me corro. Mis gemidos de placer se dispararon y se convirtieron en jadeos.
Penetré mi panocha con los dedos de mi mano izquierda, pasándola bajo mis glúteos; mientras con mis dedos de mi mano derecha, presioné mi clítoris y le di unos golpecitos muy suaves. Tuve la tendencia de juntar mis muslos, el placer era abrumador, mi respiración se hizo muy agitada. Me sorprendí de estar tan excitada, la estimulación había sido poca. Podía sentir mis nalgas tensadas, mis pezones estaban durísimos. Mis piernas tiesas y mis pies curvados, mis talones presionaban el colchón, empujando mi pelvis hacia arriba.
Mientras los dedos de mi mano derecha jugueteaban con mi botoncito; los dedos de mi mano izquierda comenzaron a follar mi agujero mojado, entrando profundamente en mi panocha, haciendo que mi cuerpo entero se estremeciera de placer. Mi respiración se hizo afanosa y trataba de respirar profundas bocanadas de aire, pero no tenía una continuidad. Mi entrepierna estaba lista para estallar. Comencé a follar mis dedos ondulando mi vientre y rasgueando mi clítoris; entonces grité al ser golpeada por una ola de placer que me hizo cerrar los ojos y ver avecillas y estrellitas de mil colores. Jadeé intentando de recuperar mi respiración. Varios chorros escaparon de mi caliente panocha.
Lentamente abrí los ojos y vi que papá estaba en mi puerta con la polla en la mano. Se masturbaba lentamente, su glande se mostraba y se escondía cubierto por su prepucio. Me quedé sin palabras y él tampoco dijo nada. En ese momento escuché a mamá llamar su nombre, él se giró y desapareció de mi vista. ¿Cuánto tiempo habrá estado él mirándome? ¿Habrá visto mi rostro cuando grité mi orgasmo? ¿Se habrá aguantado y conservado para mamá? ¿Lo habrá llamado mamá para ofrecerle su estrecho trasero?
Finalmente me recuperé lo suficiente como para levantarme; me fui a la puerta de mamá y papá, estaba cerrada. No quise escuchar furtivamente. Volví a mi dormitorio, me puse mi bata y volví a la cama, pero primero sequé la humedad de mí sabana con mi secador de pelo donde había chorreado un poco. No me gusta dormir en una cama mojada.
A la mañana siguiente bajé a desayunar solo con mi bata. Papá estaba en la cocina preparando unos huevos con tocino, mamá había ido al supermercado.
—Buenos días, papi …
—Hola, tesoro … Supongo que debo agradecerte a ti por los cambios de mentalidad de tu madre …
—¿Ah? … ¿Por qué? … ¿Qué pasó? … Ella me dijo que me mantuviera alejada anoche …
—¡Oh! … Ella es … No sé como decirlo … Ella es una mujer adulta y madura, pero todavía no se puede relajar en cuanto al sexo … Pero ahora ella trata de explorar otras opciones para ayudarme con mis … err … necesidades … por decirlo de algún modo …
—¡Oh!, ¡Qué bueno, papi! … Espero que eso los haga estar mejor y más unidos … Por ningún motivo quiero que se separen … Probablemente pronto me iré de casa y los quiero a ustedes juntos … Y no hay nada mejor para estar unidos que una cama cachonda donde estar juntos todos los días …
—Sí … Lo estamos logrando … Ella está más abierta y complaciente …
—¡Ah! … Me gustó mucho lo que vi ayer cuando abrí mis ojos …
—¿Mi polla o yo entero? …
—Lo que estabas haciendo … Me gusta mirarte cuando lo haces …
—Bueno … Iba pasando por tu puerta … Miré, te vi desnuda en tu cama complaciéndote y no pude evitarlo … Es demasiado hermoso y cachondo … Entonces agarré mi polla … Sé que no está bien …
—¡Demonios! … Me gusta si me miras … Siempre y cuando no quieras follarme … Sabes que no haré eso contigo, ¿vale? …
—Bueno … Me puso cachondo, pero no me dieron ganas de follarte …
—Bien, pero me encanta verte cuando te masturbas …
—¿Sí? …
Dijo papá mientras deshacía el cordón de su bata y la habría para mostrarme su polla semidura. Vi en persona como su polla comenzaba a crecer y a endurecerse, su prepucio venía estirado y retrocedía un poco. Entonces yo también abrí mi bata y le mostré los labios regordetes de mi panocha.
—Sí, papi … Me gusta … Mucho …
Bajé mi mano y con dos de mis dedos abrí mis hinchados labios. ¡Dios santo! Estaba mojada, empapada, inundada. Papá envolvió su mano alrededor de su polla y la deslizó hacia atrás, haciendo retroceder su prepucio para revelar su glande hinchado, violáceo y luciente.
—¡Oh, papi! … Continua así, por favor …
Dije comenzando a mover mis dedos alrededor de mí clítoris, iniciando una serie de jadeos mirando la mano de papá que comenzaba a tomar velocidad magreando su grueso pene. Cambio ligeramente su posición, plegó ligeramente sus rodillas y echó su pelvis hacia adelante, sus bolas se columpiaban debajo de su verga; todo el tiempo su mano moviéndose rápidamente sobre su polla. Algunos globitos blancos aparecieron en el diminuto orificio de su glande. Estaba subyugada, no podía quitarle los ojos de encima, estaba hechizada con la magia de su polla. Me atraía, me cautivaba, como si estuviera llamándome, ¿querría papá una ayuda de mi parte?
Aprisioné mi clítoris entre mi dedo pulgar y mi dedo índice; lo estiré, lo aplasté, lo sobajeé, agarrándolo cual, si fuera un diminuto pene y lo jalé hacia arriba y hacia abajo, al mismo ritmo que lo hacía la veloz mano de papá.
—¡Oh, carajo! …
Exclamó papá jadeando afanosamente, luego sacudió con fuerza su polla hacia arriba, como apuntando a algo, entonces disparó uno-dos-tres veces unos fuertes borbotones blanquecinos que salpicaron el piso de la cocina. Papá jadeaba exhausto inclinándose hacia atrás y moviendo sus caderas hacia adelante. Papá había eyaculado otra vez. Que espectáculo más hermoso que me regalaba. Saqué los dedos de mi fisura empapados en mis fluidos, miré a papá mientras me los llevaba a la boca, como si estuviera lamiendo una polla. ¿Querría él que le limpiara su polla? ¿Lo querría? Era una línea que no debía cruzar; ese era un deber de mi madre.
Más tarde ese día me vestí y salí en autobús hacia la ciudad. Me senté en uno de los asientos laterales del vehículo con las piernas separadas y estaba segura de que mis bragas eran visibles. Cerré los ojos para no disturbar a quien me mirara, solo que esperaba que alguien disfrutara con la visual que estaba ofreciendo; quizás un muchacho o tal vez un hombre que luego se masturbaría pensando a mis bragas y mi conchita expuesta.
Me junté con Magda en la cafetería de la plaza. Ordenamos un par de cappuccino y unas donas chocolatadas. Comenzamos a conversar un poco de todo, pero luego nos enfocamos en un tema de mutuo interés.
—Yo también vi a mi papá masturbarse … Lo encontré tan cachondo …
—¿Lo estaba haciendo para que lo miraras? …
—No, él no sabía que yo estaba en casa … Regresé a casa más temprano que de costumbre … Escuché unos sonidos raros que provenían de la habitación de mis padres … Me acerqué para ver de que se trataba y encontré a papá acostado sobre el lecho matrimonial … Tenía su laptop a un costado y estaba mirando un video porno … Me pareció que era de lesbianas … Me quedé paralizada, no me pude alejar, lo único que quería era mirarlo eyacular … Y luego de un minuto lo vi botarse hacia atrás en la cama con su pene expeliendo esperma masculino por los aires … Jamás podré olvidar eso que vi esa tarde …
—¡Guau! … ¿Y cómo fue eso? …
—Bueno … Papá tiene una hermosa herramienta … No tan grueso, pero sí muy largo … Además, su glande parecía lanzar destellos impresionantes … Él está circuncidado … Nunca había visto una polla tan luciente … Todos los chicos que conozco están enteros, ¿sabes? …
—Sí, mi papá también tiene toda su piel intacta y en su lugar … A mí me fascina ver su glande que desaparece y reaparece envuelto en ese manto de piel rugoso y aterciopelado … Es como un acto de prestidigitación … Una verdadera magia de la naturaleza … Y tiene un sonido característico al mover ese manto felpado hacia arriba y hacia abajo …
—El de papá no hace ese ruido … Se escuchan solo los golpes de su mano contra su hueso pélvico … Sus gemidos y gruñidos …
—Tal vez le había puesto poco lubricante, ¿no? … Las pollas no tienen la lubricación que tienen nuestras panochas …
—Uhm … Quizás tengas razón … Pero lo hacía muy rápido … Y poco antes de disparar su trasero se despegó del edredón … Apuntó su polla hacia arriba y disparó … ¡Uy! que manera de salirle de esa cosa blancuzca …
—¡Oh, Dios! … ¿Y tú qué hiciste? …
—Bajé las escaleras lo más silenciosamente que pude … Abrí y cerré de golpe la puerta principal y luego grité anunciando que estaba en casa …
—Excelente movida …
—Sí … Y pasé a la cocina a poner la tetera … Minutos después papá bajó y vestía shorts y una remera … Me abrazó y me pidió que le preparara un café cuando la tetera estuviese lista …
—Y no se dio cuenta de nada, ¿eh? …
—Sí, Dios … Pero espero volver a verlo … Supongo que piensa a mamá cuando lo hace, ¿no? …
—No sé cómo piensan los hombres … Si es que piensan … Yo cuando lo hago no pienso a nadie en especial … Pienso solo en el modo de procurarme el máximo de placer a mí misma …
—Bueno, yo también … ¿Has visto alguna vez la polla de tu papá? …
—Sí … Más de una vez … Él no cierra la puerto de su habitación … Al parecer mis padres ya no follan …
—¡Oh!, no te creo … Los míos lo hacen todo el tiempo … Más si piensan que estoy fuera de casa o dormida …
—¿Alguna vez los has visto hacerlo? …
—En realidad no … Pero los he escuchado más de una vez …
En ese momento se nos unió Isabel, mi mejor amiga; así que dejamos de hablar de las masturbaciones de nuestros padres. Ordenó su propio cappuccino y unos dulcecillos de mil hojas. Pensé que era importante seguir desarrollando el tema de las pajas de papá; necesitaba saber cual era el pensamiento de mis amigas.
—Le estaba comentando a Magda de haber visto a mi papá masturbándose …
Le dije a Isabel.
—Bueno … ¿Qué tiene eso de extraño? … Yo siempre veo a mi papá haciéndolo … Y eso me calienta tanto que después debo correr a hacerlo yo también …
—Eres una puerca, Isabel … ¿Qué piensas cuando lo ves? …
—Ehm … Por un lado, que tiene una linda polla … Pero luego las cosas son demasiado vertiginosas … No hay mucho que pensar … A veces dice mi nombre mientras se corre …
—¡Oh, Jesús! …
Dije en un susurrado gemido, recordando que también papá dice mi nombre.
—¿Crees que él quiera follarte? … —Preguntó Magda.
—No podría asegurarlo, pero tiene una hermosa polla … —Respondió Isabel.
—No puedo ni siquiera pensar en papá follándome … Tampoco que él lo quiera …
Dije moviendo negativamente mi cabeza para enfatizar mis dichos.
—¡Sí, puedes! … —Dijeron casi al unísono Magda e Isabel.
—Yo sí podría follar a papá … —Dijo Isabel—Mamá está con mi hermano en la casa de la abuela hasta fin de mes … Papá y yo estaremos solos por todo ese tiempo … No sería muy difícil lograr que me folle …
—No … No creo que puedas hacerlo así de fácil …
—¿Por qué no? … Y no sería para nada difícil … Bastaría que me vista con ropa íntima pequeñita … Reveladora … Camine frente a él cuando esté masturbándose … Eso sería suficiente … Los hombres son muy fáciles … Son básicos … Es así de fácil seducirlos …
—Yo no lo creo que sea tan fácil …
—Yo sí … Mira, el buen Dios le dio al hombre un cerebro y un pene … Pero no le dio suficiente sangre para que funcionen los dos al mismo tiempo … Cuando están masturbándose toda la sangre está dirigida a poner en erección esa linda polla … Dejando al cerebro impedido de funcionar … Son una presa fácil cuando están cachondos … No piensan …
Isabel siguió hablando de su padre, pero yo no le puse mucha atención, estaba pensando en lo que papá le había dicho a mamá de no querer follarme; quizás esas fueron solo palabras para tranquilizar a mamá y en fondo él realmente fantaseaba con follarme. Al menos me quedé tranquila de que yo no tenía ningún deseo secreto de que él lo hiciera.
—¿Y bueno? … —Me interrogó Isabel sorpresivamente.
—Perdona … Me distraje … Estaba pensando otra cosa …
—Te pregunté sobre tu papá … Si quieres follar con él y cómo lo harías …
—¡Ah! … Justo pensaba a eso … Y no … Creo que no follaría con papá … Eso no estaría bien … Y no puedo imaginar de hacer algo que en realidad nunca haría …
—Bueno … Según un estudio de algunos psicólogos de renombre mundial … Muchas chicas en algún momento de sus vidas imaginan o piensan en follar a sus papás …
—Pues yo no soy una de ellas … No estoy en esa estadística …
—Espera a que veas a tu papá masturbándose y gritando tu nombre … Entonces ya no pensarás lo mismo … Eso hará cambiar tú opinión …
—Realmente no lo creo así …
—A mi gustaría que él me metiera su polla y que vacíe sus bolas dentro de mi panocha …
Dijo Magda, me reí y le dije.
—Y creo que lo disfrutarías … Quiero decir que yo también follaría a tu papá, pero no al mío …
—¿De veras te follarías a mí papá? …
—Por supuesto que sí … Y ni siquiera he visto su polla … Lo vi solo una vez cuando vino a la piscina de la universidad, ¿recuerdas? … Está muy guapo tu papi …
—¡Oh! … No sabía que lo habías notado …
—Bueno … Es un tipo al que no puedes dejar de notarlo …
—¡Demonios! … Y yo no lo vi … —Exclamó Isabel.
—Con su traje de baño mojado y ajustado se podía imaginar lo que tenía debajo … Llenaba bastante bien su bañador … Se notaba algo carnoso y abultado …
—Sí, es verdad … Papá la tiene grande y nervuda … De seguro te haría sentir cositas con esa polla gigante dentro de ti …
—¡Ummmm! … Dijiste que tu mamá no volverá hasta fin de mes … ¿Qué tal si voy a tu casa y le hago ver mis bragas? …
—Ni lo pienses …
Dijo Isabel repentinamente dándome un suave puñetazo en el hombro. Nos echamos todas a reír y seguimos disfrutando de nuestros cappuccino y panecillos dulces.
***
Cuando regresé a casa, encontré a mamá en la cocina, papá estaba limpiando su auto, me miró un poco afligida.
—Duele un poco … —Dijo ella.
—¡Oh! … Lo siento, mamá … ¿Qué me decías? …
—Eso que sugeriste … De usar mí trasero …
—¡Ah, eso! … Bueno … Para mí funciona bien … Tal vez para ti sea diferente …
—No sé, pero todavía siento un poco de dolor … Tu padre se comportó bien y con paciencia … Y no tienes idea lo que le costó meterme su polla por ahí … A mi me salieron lagrimas … Lo volveremos a intentar, pero tu papá dijo que iba a comprar otro tipo de lubricante … Tal vez solo vaselina no sea lo mejor …
—Bueno, mami … Lo importante es que lo hicieron … Además, debes considerar que fue tu primera vez por ahí … Es lógico que haya un poco de dolor …
—Sí, creo que sí … ¿Y a ti cómo te fue con la reunión con tus amigas? …
—Bien … Charlamos de todo … ¿Sabías que Isabel también vio a su papá desnudo? … Ahora está pensando en follar con él, aprovechando que su madre está en casa de sus abuelos … ¿Y Magda? … Ella encontró a su padre masturbándose y todavía no sabe como lidiar con eso …
—¡Oh! … Eso podría ser complicado …
—El problema es que la pobre Magda escuchó a su papá llamar su nombre al momento de eyacular … Cómo si estuviera haciendo el amor con ella, ¡Imagínate! …
—¡Oh! … Qué pedazo de bruto …
—Sí … Al menos papá no hace eso …
No quise revelarle a mamá que días atrás papá hizo exactamente lo mismo. Pero después admitió que él no pensaba en follar conmigo y eso a mí me bastaba por el momento.
—Bueno, él creé que no sería bueno hacerlo contigo y no tiene ningún deseo de hacerlo … Yo le pregunté en que piensa cuando se masturba y me dijo que normalmente piensa en mí y otras veces se recuerda de algún video porno o de alguna chica que vio por la calle …
Justo en ese momento papá, entro a casa; venía todo sudado y mojado, se paró frente a nosotras y dijo.
—Bueno, chicas … Me voy a duchar y a limpiarme … Luego creo que me acostaré un rato en mi cama … Si alguna de ustedes me hiciera compañía, sería bienvenida …
Nos guiño un ojo y desapareció escaleras arriba. Mamá me tomó del brazo y sonriendo me dijo.
—¡Uy! … Eso sonó como una invitación … Quiero mirarlo, pero no le dejaré hacer nada con mi trasero, ¿vienes? …
—¡Uhm, sí! … Me encanta mirarlo …
Mamá me antecedió y subió las escaleras, tal vez para ayudarlo a ducharse. Yo les di algunos minutos, subí a mi dormitorio y me desnudé, luego me dirigí a la habitación de mis padres, la puerta estaba abierta de par en par. Cuando entré vi a papá desnudo recostado con la cabeza hacia los pies de la cama, Podía ver perfectamente su polla, pero no sus peludas bolas. Mamá conservaba sus bragas y su sostén, estaba arrodillada en medio a su piernas y parecía jugar con sus pelotas, acariciaba suavemente el escroto, lo estiraba y envolvía sus bolitas entre sus dedos, quizás de ese modo lo estimulaba, pero la polla de papá ya estaba dura y tiesa. Me acerqué caminando hasta el costado de la cama, a la altura de la polla de papá. Mamá me miró con los ojos brillantes inyectados en lujuria.
—Quiero que se lo hagas tú … Me encanta ver eso …
—Está bien …
Dije y me arrodille sobre la alfombra al costado de la cama. Mi cabeza estaba un poco más alta que la polla de papá y de esta posición su pija parecía mucho más grande y gruesa. Estiré mi mano y puse mis dedos alrededor de esa aterciopelada piel suave y caldeada, mis dedos no lograron cerrarse alrededor de esa enorme polla; papá echó su cabeza hacia atrás, empujó su ingle hacia arriba, gruño algo incoherente mientras su cuerpo se estremecía.
Lenta y suavemente arremangué la piel nervuda y afelpada de su prepucio hacia atrás, estirando su frenillo al máximo, empujé y apreté su polla. Papá comenzó a jadear, solté mi mano y su prepucio se desplazó hacia arriba. Los ojos de mamá estaban encolados a todos mis movimientos, sus manos seguían acariciando las bolas de papá, su boca estaba ligeramente entreabierta y de tanto en tanto pasaba su lengua para humedecer sus labios y otras veces mordía su labio inferior expectante a lo que estaba pronto a suceder.
Papá estaba con su espalda incurvada, con los dedos agarrotados aferrando el edredón, jadeaba y gemía. Inicié a mover mi mano hacia arriba y hacia abajo a un ritmo cada vez más rápido y apretándolo un poco más fuerte; para luego volver a un ritmo más lento y después continuar a un compás a mayor velocidad. Las azulinas y gruesas venas del pene de papá eran totalmente visibles, hasta podía sentir sus pulsaciones, pero mientras más apretaba, menos lo notaba, pero se sentía mucho más caliente. Su respiración era afanosa y además, habían comenzado a aparecer las primeras gotitas de su semen. Moví mi mano más enérgicamente, golpeando su pubis con cada ardoroso movimiento; papá jadeaba ruidosamente con la cabeza hacia atrás, tenía los ojos en blanco. Cambié mi mano por la otra menos fuerte y seguí pajeándolo intensamente, no sé si él habrá notado la diferencia.
Mamá vertió un poco de lubricante sobre mi mano y la polla de papá; todo se tornó más resbaladizo y suave, luego ella metió su mano bajo los cojones de papá. Me preguntaba cuales eran sus intenciones. De pronto papá levantó su pelvis y gruño, al parecer mamá follaba el culo de papá con sus dedos mojados y escurridizos. Me quedé quieta por un instante, luego retomé el ritmo y la velocidad de antes, estirando y arrugando el prepucio de papá alrededor de su polla, hacia arriba y hacia abajo. Repentinamente papá gruñó.
—¡Aaarrrggghhh! …
Su glande brillaba como un faro cuando brotó con prepotencia el primer chorro. Fue algo absolutamente fascinante contemplar todo tan de cerca, los sonidos y el aroma eran increíbles. Apreté y comencé con veloces movimientos cortitos. Papá colapsó enviando chorros y chorros de esperma sobre su vientre, sobre mamá, sobre el edredón y embadurnando todos mis dedos que sujetaban su polla embravecida. ¡Dios Santo! Me encanta ver estallar su polla.
***
Nos juntamos con Isabel a contarnos algunos chismes. Estábamos en la misma cafetería disfrutando de algunos pastelillos y café moka, como siempre sentadas cerca de las vidrieras con nuestras piernas hacia la calle bien abiertas para observar las reacciones de algunos transeúntes. Entonces le pregunté.
—¿Cómo te va con tu papi?
Yo sabía que su madre estaba fuera y había dicho que iba a intentar follar con su padre, aprovechando la ausencia de su madre.
—Bueno … He caminado con bragas … Lo he rozado y tocado accidentalmente, pero él no reacciona, no hace nada … Creo que tiene miedo de responder …
Dijo Isabel antes de dar una mordida a su dulce mil hojas.
—Yo he visto a mí papá masturbarse y me encanta, lo encuentro muy caliente … Pero por ningún motivo quiero que me folle, ni en mí parte delantera ni en mí trasero … Aunque diga mi nombre …
—¡Oh, vaya! … ¿Cómo pasó eso? …
Nunca había admitido que papá pronunciase mi nombre al momento de correrse.
—Ehm … Papá estaba en su dormitorio y la puerta estaba abierta … Yo acababa de salir de la ducha y estaba envuelta en una toalla … Me acerqué a mirar por la puerta abierta …
—Y, vamos … Dime …
—Él estaba desnudo en su cama … Su polla esbelta y majestuosa sobresalía y tenía su mano alrededor …
—¿Y cómo era? … ¿Está circuncidado? … ¿Es grande? …
—No es pequeño, es bastante grande … Como esos que se ven en las películas porno …
—¿Grande cómo las tetas de Christina Hendricks? …
—Ja-ja-ja … Sí … Enorme … Imagínate si esos dos se unieran …
—¡Guau! … Los bebés serían enormes …
Lanzamos una sonora carcajada y luego la puse al tanto de otras cosas de papá, no era un relato fiel, pero se aproximaba bastante a la realidad.
—Y no está circuncidado … Cuando su mano se deslizó hacia abajo, arrastró todo su rugoso prepucio y pude ver su enorme cabezota emerger luciente e hinchada …
—¡Uhm! … Igual a mí papá … Magda dijo que el suyo está circuncidado …
—¡Ehm, sí! … Yo no he visto ninguno así todavía … Bueno … Papá siguió moviendo su mano hacia arriba y hacia abajo cada vez más rápido … Solo entonces me percaté que miraba hacia la puerta … Debe haberme visto …
—¡Oh! … ¿Y qué hiciste? …
—Nada … Me quedé allí quieta mirándolo a él … Solo después que disparo su carga, me di cuenta de que mi toalla se había caído …
—¡Santo Dios! … Entonces te vio en cueros, ¿eh? …
—¡Sí! … Y él siguió cómo si nada … Cada vez más y más rápido … No sé cómo pueden mover las manos así de rápido sin cansarse …
—¡Uhm!, es verdad … Nunca podría hacerlo lo suficientemente rápido como ellos …
—Yo tampoco … De todos modos, papá estaba yendo a una vertiginosa velocidad mientras me miraba parada allí desnuda … Sabía que yo lo miraba … Repentinamente se movió violentamente y tres o cuatro gruesas hebras de semen salieron disparadas … Después de eso, se masturbó lentamente mientras gruñía y gemía … Estrujando y exprimiendo hasta la última gota, tal como si estuviera intentando exprimir la última pasta de un tubo de pasta de dientes, ¿entiendes? …
—¡Guau! … ¿Cómo te sentiste? …
—Extrañamente muy cachonda … Cuando me di la vuelta para irme a mi cuarto, me di cuenta de que mi toalla estaba en el suelo y que había estado todo el tiempo desnuda frente a mí papá …
—¿Te avergonzaste? …
—¡Dios, no! … Me sentí cachonda como nunca sabiendo que mi papá se había pajeado mirando mi cuerpo … Recogí dignamente mi toalla y me fui a mi habitación … Necesitaba compulsivamente frotar mi coño … Cuando me boté sobre mi cama ya estaba jadeando de placer …
—Entonces te dieron ganas de follar con él … ¿Te corriste pensando en que él te follaba? …
—¡De ninguna manera! … ¡No fue así! … Él es mi papá, me encanta verlo cuando se corre … Pero no me imagino follando con él … ¡Eso no! … ¡Por Dios! …
—Creo que tú y yo no pensamos del mismo modo … ¿Y tu papá dijo algo? …
—Cuando abrí los ojos, me di cuenta de que papá estaba en mi puerta mirándome … Su polla pendía semi dura … Me guiño un ojo sonriendo, luego se dio vuelta y se fue … No dijo nada y yo tampoco … Entonces decidí que de ahora en adelante dejaré mi puerta abierta todas las veces que juegue con mi misma, así él podrá mirarme si lo desea, todas las veces que quiera …
Terminamos de degustar nuestros ducecillos y nuestros cafés, luego nos despedimos y me fui a tomar el autobús que me llevara a casa.
—Te enviaré un WhatsApp más tarde …
Dijo Isabel mientras nos despedíamos con sendos besos en nuestras mejillas. Afortunadamente el bus llegó puntualmente y me fui a casa.
Cuando entré a casa por la puerta principal, me dirigí a la cocina y supuse que papá estaba arriba en su dormitorio.
—¡Hola!, mami … —Le dije dándole un abrazo rápido.
—¡Hola!, Luisa … ¿Cómo anduvo tu paseo? …
—Bien … Nada excepcional … Me junté con Isabel en la cafetería …
—Ah … Ella es la que está sola con su padre, ¿no? …
—Sí, y todavía está sola con él … Pero no ha logrado seducir a su padre … No ha podido llevárselo a la cama … Y ya no está tan segura de querer hacerlo …
—Tal vez sea para mejor … Una vez que cruzas esa línea ya nada es igual … Y no hay forma de volver atrás …
—Lo sé, mamá … Por lo mismo es que yo no quiero hacerlo … De ningún modo le permitiré a papi de enterrarme su polla en mi panocha o en mi trasero … Pero ¡Dios Santo! ¡Me encanta mirarlo jalar su pene! …
—Bueno … Eso está bien … Creo … No lo sé … Pero todo es un poco extraño, ¿verdad? …
—Sí, es cierto … Bueno, mami … Voy a subir a cambiarme …
—Esta bien, cariño …
Dijo mamá volteándose a continuar con sus actividades en la cocina. Subí las escaleras y entré en mi cuarto. Me desnudé y metí mis bragas en el cesto de la ropa sucia. Me percaté de un sonido familiar proveniente del dormitorio de mis padres. Papá estaba otra vez masturbándose. No quise interrumpirlo, no me necesitaba como público, al parecer le estaba yendo bien en solitario.
Me fui a mi habitación y me recosté pensando al papá de Isabel, imaginaba que sería genial poder ver al padre de ella masturbándose, Tal vez lo hacía en un modo diferente al de mí papá. Mis dedos acariciaron mí monte de venus, mi vientre y luego bajaron a mis muslos; después presioné mi turgente botoncito. Jadeé mientras mis ojos daban vueltas en mis cuencas imaginando al papá de Isabel desnudo; por la descripción que ella dijo debía parecerse bastante a mí propio padre. En mi mente la polla del papá de Isabel era similar a la de mí papá. Lo imaginaba parado sobre mí mientras jalaba su enorme polla; fuerte, muy fuerte. Su mano se movía velozmente hacia arriba y hacia abajo, los sonidos me llegaban nítidos a mis oídos, sobajeé y froté mi capullito florecido provocándome deliciosos jadeos y paradisiacos placeres. Mis nalgas se apretaron con fuerza sobre el colchón y mis muslos apretaron mis hinchados labios, pasé mi mano por debajo de mis glúteos y mis dedos buscaron la apretada rajita de mi estrecho ano, me penetré con dos dedos, sentí las contracciones que envolvieron a mis encrespados dedos. No quería tocar mi conchita, quería masturbarme no follarme. Abrí parcialmente los ojos y vi a papá en mi puerta. No había imaginado los sonidos, mi padre se estaba pajeando, mirándome y, esos eran los sonidos que captaron mis oídos.
Llevé los dedos de mi mano derecha a acariciar mi clítoris. Las imágenes mentales del papá de Isabel se desvanecieron y me encontré contemplando la linda polla de papá. Presioné; apreté; acaricié y suspiré jadeando de lujurioso placer; entonces papá entró a mi dormitorio y se paro junto a mí cama. Toda mi atención estaba en su luciente polla y ese diminuto agujerito que amenazaba con explotar de un momento a otro como un geiser, su polla parecía generar una sutil capa de cremoso esperma.
Mis pálpitos y mis tensiones iban en aumento. Encorvé mis piececitos, arqueé mi espalda y mi cuerpo se liberó en un temblor incontrolable. Todo mi ser temblaba, mis pezones punzaban, mis orejas ardían y mis ojos estaban muy abiertos mirando el glande enrojecido de papá. Él jadeaba y trataba de mantenerse en pie mientras pajeaba su grueso miembro a una enorme velocidad; lanzó una serie de gruñidos y entonces iniciaron los brotes nacarados que salpicaron mi vientre y mis tetas. Solo entonces grité mi orgasmo violento e infinito. Papá me miraba sonriente y satisfecho mientras me contemplaba toda bañada con su semen. Pasé mis dedos sobre mis tetas y las embadurné con su lefa caliente, luego me los metí a la boca, saboreando el semen de papá.
El día siguiente Isabel me envió un WhatsApp invitándome a su casa. El día era bastante horrible con una intensa lluvia. No tenía ningún deseo de ir a la ciudad. Las cafeterías estarían llenas de gente emanando fuertes olores a humedad. Dije que sí y que estaría allí en un par de horas. Mamá dijo que iba al centro comercial y que podía pasar a dejarme a la casa de Isabel, lo cual resultaba perfecto para mí. Cuando llegué a casa de Isabel, su papá me abrió la puerta.
—¡Hola!, Luisa …
—¡Hola!, don Alberto … Vengo a ver a Isabel ...
Dije mientras sacudía mi paraguas y lo enrollaba.
—Bueno … Ella está arriba en su cuarto … Ya conoces el camino …
Dijo dejándome pasar. Me quité mi parka impermeable y la colgué en la percha al muro, luego subi las escaleras.
—¡Hola!, chica … —Dije saludándola.
—¡Hola!, Luisa … —Respondió ella.
Isabel estaba recostada sobre su cama boca abajo y sus piernas plegadas hacia arriba. Estaba revisando su celu.
—¿Novedades? … —Inquirió Isabel.
—No, nada de nuevo … Pero volví a ver a mí papá … —Respondí.
—¿Gimiendo y masturbándose? …
—Sí …
Isabel me miró en un modo inquisidor y dijo.
—Deveras que no te entiendo … Te excita mirarlo y eso no te hace querer follarlo … Quiero decir, si te hace sentir cachonda y te mojas viendo su polla, ¿entonces? …
—¡Oh!, no me mal interpretes … Me encanta sentir una polla cerca de mí, cuanto más grande, mejor … Ver a papá corriéndose una paja me excita porque es sexy … Pero eso no me hace querer follarlo … No quiero su polla dentro de mí …
—Pero eso no explica nada … Cuando veo a papá masturbarse todo lo que quiero es sentir su polla dentro de mí estirando mi coño y llenándolo con su esperma … Pero también tengo miedo …
La voz de Isabel me hizo preocupar.
—Papá salpicó mis tetas …
—¿Qué? … ¿Con su semen? … ¿Y que hiciste? …
—¿Y que querías que hiciera? … Lo lamí y lo tragué, por supuesto …
—No, tontita … ¿Qué hiciste para que él hiciera eso? …
—¡Oh! … Estaba en mi habitación y me sentí cachonda … Así que me puse cómoda y comencé a jugar conmigo misma … Tenía los ojos cerrados e imaginaba a tu papá masturbándose … Cuando abrí los ojos, vi a mí papá parado allí masturbándose …
—¿Mí papá? … ¿Qué tiene que ver mí papá contigo? …
—Bueno … Nada … Pero después de nuestra conversación, era tú padre el que estaba en mi mente …
—¡Oh! … ¡Qué descarada que eres! …
—Bueno … Cuando abrí los ojos y vi a mí papá, sonreí y seguí adelante … Él se acercó a mí cama y continuó a masturbarse …
—Quería un primer plano de ti, ¿eh? …
—¡Oh!, Dios, sí … Y yo de él … Ver su maravilloso glande aparecer y desaparecer como por acto de magia fue adorable … No imagino siquiera como podría sentirse su polla …
—Sí … es una cosa extraña poder ver una polla y no tenerla … Así que no sabes como se sentiría dentro de ti …
—¡Hmm! … De todos modos, él iba cada vez más rápido … Su glande se había tornado de un luciente color violáceo … Entonces comenzó a gruñir y explotó en andanadas de su blanco esperma que aterrizaron sobre mis tetas y en mi ombligo … Esto me hizo alcanzar la cúspide de un fabuloso orgasmo … ¡Dios Santo! … Estaba tan caliente …
—¡Oh! Eso debe haber sido muy cachondo …
—Ya lo creo … —Dijo una voz masculina.
Era el papá de Isabel. Nos sobresaltamos, no nos habíamos dado cuenta de que él estaba allí escuchándonos.
—¡Maldición!, papá … No sabíamos que estabas escuchando …
—Bueno … Ambas están demasiado vestidas como para que las cosas se desarrollen en un sentido similar …
Dijo encuadrándonos de pies a cabeza. Isabel estaba todavía con su pijama y yo estaba vestida con una falda y una blusa. Entonces decidí ir más allá e incitarlo a seducirnos.
—¿Y si no lo estuviéramos? …
Le dije mirándolo desafiante directamente a sus ojos. Debía asegurarme de que diera el paso siguiente.
—Bueno … Ehm … En ese caso las cosas podrían ser del todo diferentes … Podríamos tener algo más cachondo … Como el espectáculo que te dio tu papá …
—¡Oh! … Eso es interesante …
Dije mientras me levantaba y comenzaba a desabrochar los botones de mi blusa, la deslicé por sobre mis hombros y la dejé caer al piso. Luego fue el turno de mi falda, bajé la cremallera del costado y cayó a mis tobillos. Rápidamente deshice el gancho de mi sujetador y lo dejé caer a los pies de la cama de Isabel. Mis diminutas bragas volaron a hacerle compañía. A continuación, me subí a la cama y me recosté con mis pesadas tetas apuntando hacia el cielo del dormitorio de Isabel. Separé mis piernas y me giré para darle una amplia vista de mi panocha al señor Alberto.
A todo esto, Isabel se había despojado de los pantalones y la chaqueta de su pijama y no llevaba nada más encima, de modo que ahí estábamos las dos desnudas frente a los ojos de su papá que nos escudriñaba atentamente. Él comenzó a quitarse por sobre su cabeza su camiseta polo. Luego se deshizo de sus shorts y boxers. Un grueso pene pendía orgulloso de entre sus piernas, con un engurruñado saco conteniente sus enormes bolas. Gruesas venas azuletes recorrían la longitud majestuosa de su pija. Me subyugó sobre manera cuando esa bestia comenzó a despertarse, ante nuestros ojos esa cosa creció poco a poco, levantándose en el aire desafiante de la fuerza de gravedad, comenzó a apuntar hacia adelante y hacia arriba, al tiempo que se alargaba como una escala telescópica, alcanzando casi la longitud de mi antebrazo y un grosor similar. ¡Guau! Era más grande que el de mi papá.
Realmente es encantador ver cuando la polla de un hombre comienza a crecer y pasa de un estado de reposo a un asta larga, dura y al mismo tiempo suave. Eso es cautivante. La forma en que crece y la aterciopelada piel se va estirando y retrocediendo hasta poner en muestra esa cabezota bulbosa y purpurea de su glande hinchado y luciente. Imagino la cantidad de sangre que se desvía a esos vasos sanguíneos para hacer que ese trozo de carne oscilante se transforme en un ariete de tamañas proporciones. Hasta el saquito con las bolas parece estirarse y apretujar las bolas colmas de leche. Me gustaría poder observar este fenómeno de la naturaleza más a menudo. El señor Alberto nos miró y dijo.
—¿Qué tal ahora? …
—Está bien …
Respondimos Isabel y yo casi al mismo tiempo.
—¿Alguien se anima a tocar mi polla? …
—Yo no …
Dije cautivada por la vista de tan lindo pene. Yo solo quería verlo masturbarse, no tocarlo.
—Yo sí …
Dijo Isabel enderezándose sobre la cama y extendiendo su mano hacia la pulsante polla de su padre. La pija de él pareció dar un brinco cuando las manos de Isabel entraron en contacto con la afelpada y caliente piel. Entonces como que se retorció hacia un lado y ella lo envolvió entre sus dedos, comenzando a empujar su piel hacia atrás. La gruesa cabezota rojizo-morada, apareció lustrosa a la vista, parecía lanzar destellos lilas. El señor Alberto cerró los ojos y gimió, Isabel deslizó su mano hacia adelante y otra vez la suave piel cubrió la enorme testa de la polla de su padre. Luego con un movimiento lento la hizo retroceder, después otra vez hacia adelante, adoptado un ritmo continuo.
—¡Hmmmmmm, sí! … ¡Que rico! … Sigue haciéndolo así … Haz que me corra …
Dijo el señor Alberto en un tono de voz rauco y seseante, entonces Isabel lo soltó y dijo.
—No … Hazlo tú … Quiero verte hacerlo …
—Yo también quiero verlo …
Dije prontamente para apoyar la postura de Isabel que volvió a recostarse a mi lado. El señor Alberto pareció aceptar nuestra petición. Echó ligeramente sus piernas hacia adelante y las separó un poco. Con su mano derecha aferró su polla y comenzó a moverla hacia arriba y hacia abajo, pero en modo suave, solo acariciándola, sin mover su prepucio, gozando del contacto de su mano con su garrote erecto al máximo. Sus pelotas comenzaron a columpiarse debajo de su polla cuando el señor Alberto inició el movimiento masturbatorio con más energía.
Al principio pareció monótono y lento, ligeramente más rápido de lo que lo había estado haciendo Isabel, pero al menos ahora su glande comenzó a aparecer y desaparecer. Ver como su prepucio se extendía hasta cubrir completamente esa cabezota luciente, fue algo alucinante. Lo estiraba al máximo y luego lo retrotraía arrugándolo todo hacia atrás. Estaba hechizada mirándolo hacerlo y me vinieron ganas de hacérselo yo. Cerré mis ojos y mis dedos encontraron la ruta entre mis piernas y comencé a masajear mi hendedura vaginal suavemente. Entonces el señor Alberto dijo perentoriamente.
—No … Quiero que tú se lo hagas a ella y ella te lo haga a ti …
¡Oh, Dios! Nunca había hecho eso con Isabel. Nos miramos brevemente y tanteamos nuestros montes de venus. Mis dedos encontraron su protuberante clítoris, su panocha estaba caliente y mojada. Su botoncito del placer estaba duro y comencé a frotarlo suavemente en círculos. Gemí y jadeé cuando los dedos de Isabel encontraron mi coño y se introdujeron en mis candentes pliegues, una serie de corrientazos eléctricos me estremecieron cuando ella masajeó mí turgencia endurecida.
Estaba observando al señor Alberto masturbarse, mientras yo masturbaba a Isabel y ella me masturbaba a mí. Éramos una maquina perfecta de masturbación. Un trio del placer. La mano del papá de Isabel aumentó a una vertiginosa velocidad y mientras jadeaba lo escuché decir.
—¡Oh, sí! … ¡Oh, sí! … ¡Que hermosos coños! …
Sus sonidos eran audibles mientras bombeaba su polla a toda velocidad. Trataba de ser suave y delicada con el coño de Isabel, frotando rápido y ligeramente su clítoris; mientras su toque era un poco más enérgico con el mío, casi sin darme cuenta comencé a mover mi pelvis al ritmo de los dedos de ella y gemí sintiendo que el aire me faltaba.
Mis temblores iban en aumento, podía sentir los cosquilleos en mi bajo vientre y a cada golpecito que Isabel le daba a mí clítoris me hacía dar un pequeño salto de placer; las olas de lujuria comenzaban a expandirse por todo mi cuerpo. Isabel también estaba jadeando. Ambas teníamos nuestros fijos en la polla del señor Alberto, mientras su glande venía cubierto y descubierto velozmente por su prepucio. A un indeterminado momento él se sobresaltó y gimió diciendo en voz alta.
—¡Oh, demonios! … ¡Oh, mierda! … ¡Maldición! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Umpf! …
Chorros y más chorros venían expelidos por el diminuto orificio en su glande. Abrí mi boca estupefacta y un chorro aterrizo entre mis labios abiertos, el segundo baño mis pesadas tetas y los chorros siguientes fueron dirigidos sobre Isabel. Hizo algunos movimientos lentos para exprimir la última gota de su esperma y luego nos miró.
—¡Qué hermosas putitas que son! … ¡Creo que necesito una limpieza! …
Isabel me dio una fugaz mirada y luego se arrastró hasta sentarse al borde de la cama frente a su padre, luego tomó la polla un poco lánguida y se la metió a la boca ordeñándola y exprimiéndola, lamiéndola por los costados. Pude ver su lengua recorrer toda la longitud de la polla de su padre. Luego volvió a tragarlo todo, su padre la miraba embelesado.
—¡Santo carajo! …
Exclamó y vi que su polla se estaba poniendo dura otra vez. Comenzó a mover sus caderas mientras aferraba la nuca de su hija, comenzándola a follar en la boca. Isabel tenía una mano alrededor de la polla de él y lo chupaba ardorosamente. Mientras la miraba encontré los restos de semen en mis labios y los lamí, también recogí los restos sobre mis tetas y comencé a succionarlo desde mis dedos. Repentinamente el padre de Isabel se alborotó.
—¡Oh, diablos! … ¡Qué carajo! … ¡Oh, Dios misericordioso! …
Metió toda su polla en la boca de Isabel y se estremeció; ella se atragantó y tosió un poco ahogada. Escuché unos gorgoteos y vi al papá de Isabel soltarle la cabeza.
—¡Hmmmm! … Chicas, me voy a dar una ducha …
Y desapareció por la puerta. Isabel tenía los ojos llorosos y sus mejillas estaban enrojecidas. Casi sin aliento me dijo.
—¡Lo sentí! … ¡Lo sentí! … ¡Él bajó por mi garganta! … ¡Se corrió dentro de mí! … ¡Folló mi garganta! … ¡Lo sentí! … ¡Dios Santo! … ¿Qué piensas de follar con tu papá ahora? … Quiero decir … Acaba de follar mi garganta … Folló mi cuerpo … Mi panocha está solo a un paso …
—Sí … Pero no por ahora … Ni mi trasero ni mi coño … Cuanto más lo pienso, más extraño y equivocado me parece …
—¿Así lo crees? …
Nos quedamos mirando, nuestras manos todavía estaban mojadas con los fluidos jugosos de nuestras almejitas.
—¿Quieres que te haga acabar? … ¿Con los dedos o con la boca? …
—No … A menos que tu realmente lo quieras; el momento ya pasó para mí, ¿Qué quieres hacer? …
—¡Uhm! … Lo mismo, el momento se ha ido … ¿Y que te pareció la polla de mi papi? … ¿Asemeja a la polla de tu padre? …
—Sí, bastante parecida … La de tu papá tienes unas venas más gruesas y tal vez eso la hace parecer un poco más gruesa, pero no más larga … Lo que me pareció fantástico es la forma en que comenzó a erguirse … Se puso dura del mismo modo en que se pone dura la pija de mi papi … Eso me vuelve loca … Las pollas son fabulosas por eso, ¿verdad? …
—Vaya … Yo nunca la he visto de ese modo … Tal vez la próxima ocasión la observaré más de cerca … Sin embargo, sentirla ponerse dura y explotar en mi garganta, fue algo increíble …
—No sé … No creo estar preparada para eso …
Fui al baño y me lavé; luego bajamos juntas a la cocina y tomamos un tazón de café. Luego nos despedimos y me dirigí a la parada del autobús para ir de regreso a casa.
***
Mamá no estaba en casa cuando llegué; papá estaba bebiendo té en la cocina.
—¿Cómo estás nenita? …
—Estoy bien papá, gracias …
—¿Y cómo estaba tu amiga Isabel? …
—Estaba bien, papá … Ella le chupó la polla a su padre … Él se corrió a chorros en su garganta, ¿sabes? …
—¡Carajo! … Eso debe haber sido genial … Me pregunto si ella ha masturbado a su papá como tú lo has hecho conmigo …
—No, no lo creo papi …
—Y tú, ¿usarías tu boca conmigo? …
—Bueno lo único que no entiendo usar es mi panocha y mi trasero … No te follaré, papá …
—Entonces no descartas una buena mamada …
—No, si llega el momento oportuno … Tendría que suceder en forma natural …
—¡Oh! … Entiendo, cariño …
Lo dejé allí y subí las escaleras. Me había lavado en casa de Isabel después que de su padre me salpicara mi cuerpo, pero quería lavarme un poco más profundamente y necesitaba una buena ducha en casa. Me desnudé en mi cuarto y luego me metí al baño a ducharme. Cuando volví a mi habitación continué a secarme y escuché a papá que entraba en su dormitorio. Me senté desnuda en mi cama por un par de minutos, estaba indecisa si tocarme o solo vestirme. De pronto comencé a sentir los sonidos que provenían del cuarto de mis padres. El ritmo de su mano golpeando contra su pelvis, su prepucio viajando atrás y adelante por toda la longitud de su pene. Sonreí, me alegré de que papá pudiera hacerlo con tanta frecuencia; en alguna parte leí que a medida que los hombres envejecen, a menudo tienen problemas de erección y algunos ni siquiera eyaculan. Papá es vigoroso y fuerte, es un super hombre.
Sin darme cuenta me extendí sobre la cama con mis piernas abiertas y deslicé mis dedos sobre mi vagina, imaginaba la polla de papá bombeando mi boca, tal cual el papá de Isabel había follado la boca de ella. No me pareció tan cachondo en ese momento, pero ahora, mientras fantaseaba con mis ojos cerrados, encontré que mi panocha se estaba volviendo acuosa y cuando deslicé mi dedo medio en mi agujero, pude confirmar lo mojada que estaba.
Abrí los ojos y papá estaba parado en mi puerta, su polla brillaba como una estrella con matices bermellón y violeta, pendía entre sus piernas como un fruto preciado. Me lamí los labios contemplando su hermosura. Papá avanzó y se paró junto a mi cama; ahora su polla estaba a mi alcance y no pude aguantarme ni un segundo más. Me giré ansiosa y me senté frente a él, sostuve su gruesa y blandengue polla en mi mano, la levanté hacia arriba y me incliné para hacerla andar dentro de mi boca. La hice prisionera entre mis labios, moví mi lengua entre los pliegues de su afelpada piel para desplazar esos dobleces de delicada carne hacia atrás, mi mano ayudó en el intento de descubrir su enorme glande. Mi lengua se hizo dueña de ese melocotón y se paseó soberana alrededor de ese anillo fundente. Papá se llevó una mano a la boca y gimió. Me quedé quieta un instante sintiendo el temblor de sus piernas. Luego con su prepucio arremangado hasta el final, lo engullí casi hasta tocar el vientre de mi padre, sus bolas golpearon mi barbilla e inicié a succionarlo y a pajearlo con mi mano.
Su polla palpitaba al tiempo que comenzaba a ponerse dura y a inflar mis mejillas. Sentí el calor y la humedad de mi panocha intensificarse. La maravillosa y caliente carne de papá llenaba mi boca completamente gracias a mis toques y caricias. Siempre lo había visto ponerse duro desde una cierta distancia, pero ahora no solo lo estaba viendo, lo estaba sintiendo crecer dentro de mi boca. Mi coño se contrajo en deleitosos temblores cuando fugazmente me pasó por la mente como se sentiría colmando y empujando los pliegues de mi empapada panocha. No me pareció tan burdo fantasear sobre ese tema que para mí jamás nunca iba a suceder; decididamente era un asunto Off-limits en la relación entre mi papá y yo. Me concentré en las manos de papá que aferraron mi cabeza y comenzó a empujar su polla en mi cavidad bucal profundamente, papá estaba follando mi boca con su exquisita polla; que cuando lo metí se sentía como un plátano, pero ahora más parecía un calabacín que iba y venía hasta adentrarse en mi garganta hasta el fondo.
Comencé a sentir cierta dificultad a respirar cuando él me atosigaba con su sólida polla, empujándola hacia atrás y hacia adelante vigorosamente. ¡Oh, Dios! ¡A papá le gustaba esto! ¿Estará imaginando de follar mi conchita? Su polla se deslizaba por mis amígdalas mientras yo trataba de envolverla con mi lengua, pero ¿hasta donde podía llegar esta enorme polla dentro mi garganta? Me aferré desesperada a sus glúteos y lo dejé ir profundamente. Su glande se adentró hasta que lo sentí que hinchaba mi cuello, raspaba mi guargüero. Mis tetas se balanceaban en mi pecho con los enérgicos embistes de papá que iba cada vez más rápido y fuerte hacia adelante y hacia atrás; hasta que lo escuche gruñir y balbucear.
—¡Umpf! … ¡Oh, nenita! … ¡Umpf! … ¡Oh, bebé! … ¡Umpf! … ¡Santo carajo! … ¡Umpf! … ¡Umpf! …
Y una densa colada de candente semen chorreó a borbotones por mi angosta garganta. Escalofríos de placer se esparcieron por todo mi cuerpo. Volvía a sentir la sapidez de la leche de papá, pero esta vez directo en mis papilas gustativas. El frescor de su tibio esperma me hizo sentir una felicidad plena. Por primera vez papá había follado una parte de mi cuerpo y esta no era ni mi panocha ni mi apretado trasero, cosas que jamás le iba a permitir de hacerlo.
Papá retrocedió y su polla se me escabulló de la boca, jadeé buscando de recuperar mi respiración y dije.
—¡Oh, amado y querido papá! … ¡Eres fabuloso! …
—¡Guau! … Esta es la primera vez para mí … Quiero decir … He tenido otras mamadas, pero ninguna se compara a la que me has hecho tú …
—¡Uhm, papi! … Yo también … Esta ha sido genial … Increíble …
Papá me empujó hacia atrás y yo me acomodé un poco adolorida en mi garganta, pero con un incendio entre mis piernas incontrolable, mis fluidos escurrían fuera de mi chocho. Papá tomó mis piernas y las alzó hacia mis pechos, sentí sus mejillas entre mis muslos y su lengua hurgueteando entre mis carnosos labios hinchados y bañados. Abrió mis piernas y su boca se cerró encima de mi clítoris caliente, rígido y pujante. Bastaron unos hábiles lengüetazos y me hizo explotar corcoveando sobre el edredón, revolcándome al borde de la cama queriendo escapar de su furiosa lengua que electrificaba todo mi ser. Grité la liberación de mi orgasmo fenomenal, al tiempo que solté varios chorros que bañaron el rostro de mi padre, mientras su lengua no cesaba de golpear mi humanidad caliente haciéndome encabritar aún más.
Finalmente, él me soltó. Me relajé sobre la cama y vi cuando papá se alzaba, me sonrió y se alejó hacia la puerta con la cara chorreando mis fluidos. Lo único que le escuché decir fue.
—Será mejor que vaya a lavarme …
—Sí …
Respondí jadeante mientras intentada asimilar lo que acababa de pasar entre mi padre y yo. No había cruzado ninguna línea. Mi panocha estaba intacta, al igual que mi trasero. Nada más importaba.
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El regalo más preciado de quien escribe es saber que alguien está leyendo sus historias. Un correo electrónico, a favor o en contra, ¡Tiene la magia de alegrar el día de quien construye con palabras, una sensación y un placer!
luisa_luisa4634@yahoo.com
—¡Hola!, Luisa … Necesito preguntarte algo …
—¿Qué es lo que quieres saber, mami? …
—¡Err! … Bueno, es sobre lo que hicimos … ¿Querrías hacer más de eso? …
—¿A qué te refieres? … Quieres decir, ¿hacerlo de nuevo? …
—No, precisamente … Bueno … No sé sí querrías … ehm … Hacer algo más … Que él te metiera la polla … Err … Que te hiciera el amor … ¿Sabes? …
—¡Por Dios! … No, mamá … No me pidas eso …
—Bueno … Necesitaba saber si lo querías hacer … Pero verte, me hizo pensar que quizás … Bueno … Ya sabes … Hacer el amor con él … Porque yo no puedo … Mi panocha no lo resiste …
—¿Me pides que folle con papá por que tú no puedes? …
—Bueno … Eso es así … Tú sabes que he estado yendo al Centro Comercial a menudo este último mes, ¿no? …
—Sí, lo sé …
—Bueno … Lo que no sabes en que estado yendo a visitar al ginecólogo y me han diagnosticado con Vulvodinia …
—Vulvo ¿¿Qué?? …
—Vulvodinia … Es una afección dolorosa al interno de mi vagina … Me han recetado unas pastillas y algunos lavados vaginales por los próximos tres meses … Entonces quería decirte que no me importaría si lo haces con papá por el tiempo de mi tratamiento …
—Lo siento, mamá … La respuesta sigue siendo la misma … No voy a follar con papá … Me gustó mucho lo que hicimos, pero no puedo ir más allá … Si no puedes hacerlo por dolores en tu vagina, entonces ofrécele tu trasero, pero no le ofrezcas a tu hija … Yo no quiero eso, no, papá no …
—¿Mí trasero? … Tú dices que yo … ehm …
—Sí, mami … Yo lo he hecho una infinidad de veces … Normalmente cuando tengo mí periodo … Necesitas solo relajarte y usar un poco de lubricación … Y si el chico te trata bien puede ser muy agradable, mamá … Además, a los hombres les encanta eso, por que somos más apretaditas allí y ellos disfrutan más con eso …
—¡Oh, Dios! … Nunca he hecho nada parecido … No sé … ehm … ¿No es sucio? …
—No si te vacías y te lavas bien …
—¡Oh, Jesús santísimo! …
Mamá se persignó varias veces, juntó sus manos como en una plegaria y salió de mi cuarto. Me sorprendió un poco lo que mamá me había confidenciado. Yo no sabía que ella tenía algún tipo de infección vaginal. De todos modos, yo no podría follar con mi padre. Me encanta masturbarlo, pero ese es mi límite, no lo dejaré follar mí panocha ni tampoco mí culo. Sin embargo, soy feliz masturbándolo y espero volver a hacerlo.
Estaba sentada en el salón tomando un tazón de café, navegando con mi iPhone y mis audífonos puestos, claro está que los tenía con un mínimo de volumen. Necesitaba poder escuchar lo que sucedía a mí alrededor. De repente papá asomo su cabeza por la puerta y luego sin decir ni una sola palabra lo escuché que subía las escaleras, poco rato después, mamá hizo lo mismo. Interesante, pensé. Esto no puede ser una mera coincidencia; aquí está pasando algo. Mamá también subió las escaleras un tanto sigilosamente. ¡Uhm! Estos dos algo están tramando.
Les di unos cuantos razonables minutos y subí las escaleras. La puerta del dormitorio de papi y mami estaba más cerrada que abierta. Pero igual podía escuchar algunos sonidos provenientes de la habitación. Inmediatamente reconocí esos ruidos, eran voces calladas y crujidos de somier.
—No puedes hacérmelo por delante, ya lo sabes … ¿Te gustaría probar mi trasero? …
—Tú … ¿Tú trasero? …
Me hubiera gustado ver la cara de papá cuando mamá le propuso eso.
—Sí … Luisa me confesó que ella lo hace con sus novios cuando está con su periodo … Quizás sea una buena idea intentarlo por ahí, ¿no crees? … Sería mi primera vez … Como cuando nos casamos, ¿recuerdas? … No olvides que tienes que ser gentil …
—¡Oh, sí! … Lo seré … No te preocupes …
¿Alguna vez pensó papá en decir que no? No lo creo. ¡Hombres! Son todos iguales.
—Ya te dije que nunca lo he hecho … Sí me duele demasiado tienes que detenerte … Prométeme que te detendrás …
—No te preocupes, amor … Por supuesto que me detendré … ¿Y cuando quieres que lo hagamos? … ¿Ahora? …
—No … Ahora no … Esta tarde … Ahora déjame probar con mi boca … ¿Quieres? …
—¡Oh, cielo santo! … Por supuesto que quiero … ¿Y que pasa con Luisa? … ¿Ella también se unirá a nosotros? …
—No, esto es solo entre tú y yo … Y quiero preguntarte algo …
—Dime … Lo que quieras …
—Ayer … Cuando estábamos todos juntos … Tu te corriste … ¿Se lo metiste en su boca? …
—No … Eso fue accidental …
—¡Ah! … ¿Y querías hacer el amor con ella? … Ya sabes, su parte delantera está sana … Y como no puedes hacerlo conmigo … Pensé que te gustaría hacerlo con ella, ¿no? …
—¡Por Dios, no! … Luisa es nuestra hija … Me gusta si ella está en medio a nosotros … Pero no puedo hacerlo físicamente con ella … No puedo follar a Luisa …
La respuesta de papá fue buena, pero una pequeña parte dentro de mí estaba un poco decepcionada, ¿por qué él no querría follarme? Me hubiera gustado haber tenido la oportunidad de ser yo quien decidiera al respecto, pero me alegré del modo de pensar de papá. Y que bueno que le guste que lo mire. Me encanta mirarlo y que él me mire a mí. Enseguida los sonidos cambiaron a los típicos de una mamada, sorbos, lengüeteadas, suspiros y jadeos. Pensé que lo mejor era dejarlos que se divirtieran tranquilos. No me gusta solo escucharlos, me gusta verlos. Así que silenciosamente volví al salón y seguí navegando en YouTube.
Esa tarde cenamos pescado al horno, el que había pescado papá. Él todavía no llegaba a la mesa y mamá aprovechó ese instante para hablarme.
—Luisa … Querida … No vayas a entrar a nuestra habitación más tarde … Por favor …
—Está bien, mami … No lo haré … Pero seguiré las reglas, puerta cerrada quiere decir que no puedo entrar … Puerta abierta significa que puedo entrar y mirar, ¿no? …
—Sí … Así es … Pero esta noche la puerta estará cerrada, ¿vale? …
—Vale … No hay problema …
—Está bien … Pero nos gustaría que volviéramos a estar todos juntos … Pero no esta noche …
—Vale … Déjame ahora aparejar la mesa para cenar mientras tú terminas de cocinar …
Puse los cubiertos, los platos, las ensaladeras, salsas y limones, y tres vasos de vino. A papá le encanta el vino blanco para acompañar el pescado.
Cenamos conversando de todo un poco. Papá nos narró su odisea para pescar los peces y entre risotadas y comentarios varios, disfrutamos de los sabrosos platos cocinados por mamá. Cuando terminamos ayudé a mamá a limpiar la cocina. Luego nos fuimos a ver la televisión. Papá eligió una película de Bruce Willis que ya había visto más de un par de veces. Así que les di las buenas noches y me fui a mi cuarto.
Apenas entré a mi habitación y me desnudé, agarré mi bata y me fui a la ducha. ¡Guau! Rocié mi clítoris con el cabezal de la ducha y se sintió delicioso. Se me puso la piel de gallina, se me pararon hasta los pelos de la nuca. Golpes eléctricos y escalofríos recorrieron mi cuerpo provocándome estremecimientos de loco placer. Rápidamente me sequé y volví a la cama desnuda para terminar lo que había empezado.
Me tiré de espaldas sobre mi cama y pasé suavemente un dedo por cada lado de mis calientes labios, yendo hacia la parte superior, la parte más sensible de mi pequeña panocha. Solo desearía que más hombres supieran lo que eso significa, tal vez no intentarían solo de meter su polla en el agujero lo antes posible, las mujeres reaccionamos un poco más lento. Caricias a nuestros muslos, nuestro monte de venus, nuestra ingle; esos son los lugares a estimular para iniciar las llamas de mi coño.
Sumergí mi dedo índice de mi mano derecha sobre mis pliegues y lo embarduné con mis fluidos naturales, luego lo devolví a la convergencia de mis muslos, justo en la hendedura de mi panocha para estimular y mejorar la lubricación. Repetí el todo con mi mano izquierda, luego ambos dedos estiraron los labios hacia los lados y expuse mi clítoris a las caricias de mis dedos. Mis dedos medios estiraron mis labios hacia los costados y abrí mi conchita ampliamente. Mi nivel de excitación aumentó, gemidos de deleite escaparon de mi boca, cuando mis dedos exploraron la abertura rosadas de mis labios menores. Solo rozando y sin penetrar. Sentí las contracciones de mi panocha queriendo sentir esos dedos más adentro. Pero me resistí. Mi espalda se curvó y también los deditos de mis pies. Encontré la capucha de mi botoncito y presioné caldeamente mi turgencia, casi me corro. Mis gemidos de placer se dispararon y se convirtieron en jadeos.
Penetré mi panocha con los dedos de mi mano izquierda, pasándola bajo mis glúteos; mientras con mis dedos de mi mano derecha, presioné mi clítoris y le di unos golpecitos muy suaves. Tuve la tendencia de juntar mis muslos, el placer era abrumador, mi respiración se hizo muy agitada. Me sorprendí de estar tan excitada, la estimulación había sido poca. Podía sentir mis nalgas tensadas, mis pezones estaban durísimos. Mis piernas tiesas y mis pies curvados, mis talones presionaban el colchón, empujando mi pelvis hacia arriba.
Mientras los dedos de mi mano derecha jugueteaban con mi botoncito; los dedos de mi mano izquierda comenzaron a follar mi agujero mojado, entrando profundamente en mi panocha, haciendo que mi cuerpo entero se estremeciera de placer. Mi respiración se hizo afanosa y trataba de respirar profundas bocanadas de aire, pero no tenía una continuidad. Mi entrepierna estaba lista para estallar. Comencé a follar mis dedos ondulando mi vientre y rasgueando mi clítoris; entonces grité al ser golpeada por una ola de placer que me hizo cerrar los ojos y ver avecillas y estrellitas de mil colores. Jadeé intentando de recuperar mi respiración. Varios chorros escaparon de mi caliente panocha.
Lentamente abrí los ojos y vi que papá estaba en mi puerta con la polla en la mano. Se masturbaba lentamente, su glande se mostraba y se escondía cubierto por su prepucio. Me quedé sin palabras y él tampoco dijo nada. En ese momento escuché a mamá llamar su nombre, él se giró y desapareció de mi vista. ¿Cuánto tiempo habrá estado él mirándome? ¿Habrá visto mi rostro cuando grité mi orgasmo? ¿Se habrá aguantado y conservado para mamá? ¿Lo habrá llamado mamá para ofrecerle su estrecho trasero?
Finalmente me recuperé lo suficiente como para levantarme; me fui a la puerta de mamá y papá, estaba cerrada. No quise escuchar furtivamente. Volví a mi dormitorio, me puse mi bata y volví a la cama, pero primero sequé la humedad de mí sabana con mi secador de pelo donde había chorreado un poco. No me gusta dormir en una cama mojada.
A la mañana siguiente bajé a desayunar solo con mi bata. Papá estaba en la cocina preparando unos huevos con tocino, mamá había ido al supermercado.
—Buenos días, papi …
—Hola, tesoro … Supongo que debo agradecerte a ti por los cambios de mentalidad de tu madre …
—¿Ah? … ¿Por qué? … ¿Qué pasó? … Ella me dijo que me mantuviera alejada anoche …
—¡Oh! … Ella es … No sé como decirlo … Ella es una mujer adulta y madura, pero todavía no se puede relajar en cuanto al sexo … Pero ahora ella trata de explorar otras opciones para ayudarme con mis … err … necesidades … por decirlo de algún modo …
—¡Oh!, ¡Qué bueno, papi! … Espero que eso los haga estar mejor y más unidos … Por ningún motivo quiero que se separen … Probablemente pronto me iré de casa y los quiero a ustedes juntos … Y no hay nada mejor para estar unidos que una cama cachonda donde estar juntos todos los días …
—Sí … Lo estamos logrando … Ella está más abierta y complaciente …
—¡Ah! … Me gustó mucho lo que vi ayer cuando abrí mis ojos …
—¿Mi polla o yo entero? …
—Lo que estabas haciendo … Me gusta mirarte cuando lo haces …
—Bueno … Iba pasando por tu puerta … Miré, te vi desnuda en tu cama complaciéndote y no pude evitarlo … Es demasiado hermoso y cachondo … Entonces agarré mi polla … Sé que no está bien …
—¡Demonios! … Me gusta si me miras … Siempre y cuando no quieras follarme … Sabes que no haré eso contigo, ¿vale? …
—Bueno … Me puso cachondo, pero no me dieron ganas de follarte …
—Bien, pero me encanta verte cuando te masturbas …
—¿Sí? …
Dijo papá mientras deshacía el cordón de su bata y la habría para mostrarme su polla semidura. Vi en persona como su polla comenzaba a crecer y a endurecerse, su prepucio venía estirado y retrocedía un poco. Entonces yo también abrí mi bata y le mostré los labios regordetes de mi panocha.
—Sí, papi … Me gusta … Mucho …
Bajé mi mano y con dos de mis dedos abrí mis hinchados labios. ¡Dios santo! Estaba mojada, empapada, inundada. Papá envolvió su mano alrededor de su polla y la deslizó hacia atrás, haciendo retroceder su prepucio para revelar su glande hinchado, violáceo y luciente.
—¡Oh, papi! … Continua así, por favor …
Dije comenzando a mover mis dedos alrededor de mí clítoris, iniciando una serie de jadeos mirando la mano de papá que comenzaba a tomar velocidad magreando su grueso pene. Cambio ligeramente su posición, plegó ligeramente sus rodillas y echó su pelvis hacia adelante, sus bolas se columpiaban debajo de su verga; todo el tiempo su mano moviéndose rápidamente sobre su polla. Algunos globitos blancos aparecieron en el diminuto orificio de su glande. Estaba subyugada, no podía quitarle los ojos de encima, estaba hechizada con la magia de su polla. Me atraía, me cautivaba, como si estuviera llamándome, ¿querría papá una ayuda de mi parte?
Aprisioné mi clítoris entre mi dedo pulgar y mi dedo índice; lo estiré, lo aplasté, lo sobajeé, agarrándolo cual, si fuera un diminuto pene y lo jalé hacia arriba y hacia abajo, al mismo ritmo que lo hacía la veloz mano de papá.
—¡Oh, carajo! …
Exclamó papá jadeando afanosamente, luego sacudió con fuerza su polla hacia arriba, como apuntando a algo, entonces disparó uno-dos-tres veces unos fuertes borbotones blanquecinos que salpicaron el piso de la cocina. Papá jadeaba exhausto inclinándose hacia atrás y moviendo sus caderas hacia adelante. Papá había eyaculado otra vez. Que espectáculo más hermoso que me regalaba. Saqué los dedos de mi fisura empapados en mis fluidos, miré a papá mientras me los llevaba a la boca, como si estuviera lamiendo una polla. ¿Querría él que le limpiara su polla? ¿Lo querría? Era una línea que no debía cruzar; ese era un deber de mi madre.
Más tarde ese día me vestí y salí en autobús hacia la ciudad. Me senté en uno de los asientos laterales del vehículo con las piernas separadas y estaba segura de que mis bragas eran visibles. Cerré los ojos para no disturbar a quien me mirara, solo que esperaba que alguien disfrutara con la visual que estaba ofreciendo; quizás un muchacho o tal vez un hombre que luego se masturbaría pensando a mis bragas y mi conchita expuesta.
Me junté con Magda en la cafetería de la plaza. Ordenamos un par de cappuccino y unas donas chocolatadas. Comenzamos a conversar un poco de todo, pero luego nos enfocamos en un tema de mutuo interés.
—Yo también vi a mi papá masturbarse … Lo encontré tan cachondo …
—¿Lo estaba haciendo para que lo miraras? …
—No, él no sabía que yo estaba en casa … Regresé a casa más temprano que de costumbre … Escuché unos sonidos raros que provenían de la habitación de mis padres … Me acerqué para ver de que se trataba y encontré a papá acostado sobre el lecho matrimonial … Tenía su laptop a un costado y estaba mirando un video porno … Me pareció que era de lesbianas … Me quedé paralizada, no me pude alejar, lo único que quería era mirarlo eyacular … Y luego de un minuto lo vi botarse hacia atrás en la cama con su pene expeliendo esperma masculino por los aires … Jamás podré olvidar eso que vi esa tarde …
—¡Guau! … ¿Y cómo fue eso? …
—Bueno … Papá tiene una hermosa herramienta … No tan grueso, pero sí muy largo … Además, su glande parecía lanzar destellos impresionantes … Él está circuncidado … Nunca había visto una polla tan luciente … Todos los chicos que conozco están enteros, ¿sabes? …
—Sí, mi papá también tiene toda su piel intacta y en su lugar … A mí me fascina ver su glande que desaparece y reaparece envuelto en ese manto de piel rugoso y aterciopelado … Es como un acto de prestidigitación … Una verdadera magia de la naturaleza … Y tiene un sonido característico al mover ese manto felpado hacia arriba y hacia abajo …
—El de papá no hace ese ruido … Se escuchan solo los golpes de su mano contra su hueso pélvico … Sus gemidos y gruñidos …
—Tal vez le había puesto poco lubricante, ¿no? … Las pollas no tienen la lubricación que tienen nuestras panochas …
—Uhm … Quizás tengas razón … Pero lo hacía muy rápido … Y poco antes de disparar su trasero se despegó del edredón … Apuntó su polla hacia arriba y disparó … ¡Uy! que manera de salirle de esa cosa blancuzca …
—¡Oh, Dios! … ¿Y tú qué hiciste? …
—Bajé las escaleras lo más silenciosamente que pude … Abrí y cerré de golpe la puerta principal y luego grité anunciando que estaba en casa …
—Excelente movida …
—Sí … Y pasé a la cocina a poner la tetera … Minutos después papá bajó y vestía shorts y una remera … Me abrazó y me pidió que le preparara un café cuando la tetera estuviese lista …
—Y no se dio cuenta de nada, ¿eh? …
—Sí, Dios … Pero espero volver a verlo … Supongo que piensa a mamá cuando lo hace, ¿no? …
—No sé cómo piensan los hombres … Si es que piensan … Yo cuando lo hago no pienso a nadie en especial … Pienso solo en el modo de procurarme el máximo de placer a mí misma …
—Bueno, yo también … ¿Has visto alguna vez la polla de tu papá? …
—Sí … Más de una vez … Él no cierra la puerto de su habitación … Al parecer mis padres ya no follan …
—¡Oh!, no te creo … Los míos lo hacen todo el tiempo … Más si piensan que estoy fuera de casa o dormida …
—¿Alguna vez los has visto hacerlo? …
—En realidad no … Pero los he escuchado más de una vez …
En ese momento se nos unió Isabel, mi mejor amiga; así que dejamos de hablar de las masturbaciones de nuestros padres. Ordenó su propio cappuccino y unos dulcecillos de mil hojas. Pensé que era importante seguir desarrollando el tema de las pajas de papá; necesitaba saber cual era el pensamiento de mis amigas.
—Le estaba comentando a Magda de haber visto a mi papá masturbándose …
Le dije a Isabel.
—Bueno … ¿Qué tiene eso de extraño? … Yo siempre veo a mi papá haciéndolo … Y eso me calienta tanto que después debo correr a hacerlo yo también …
—Eres una puerca, Isabel … ¿Qué piensas cuando lo ves? …
—Ehm … Por un lado, que tiene una linda polla … Pero luego las cosas son demasiado vertiginosas … No hay mucho que pensar … A veces dice mi nombre mientras se corre …
—¡Oh, Jesús! …
Dije en un susurrado gemido, recordando que también papá dice mi nombre.
—¿Crees que él quiera follarte? … —Preguntó Magda.
—No podría asegurarlo, pero tiene una hermosa polla … —Respondió Isabel.
—No puedo ni siquiera pensar en papá follándome … Tampoco que él lo quiera …
Dije moviendo negativamente mi cabeza para enfatizar mis dichos.
—¡Sí, puedes! … —Dijeron casi al unísono Magda e Isabel.
—Yo sí podría follar a papá … —Dijo Isabel—Mamá está con mi hermano en la casa de la abuela hasta fin de mes … Papá y yo estaremos solos por todo ese tiempo … No sería muy difícil lograr que me folle …
—No … No creo que puedas hacerlo así de fácil …
—¿Por qué no? … Y no sería para nada difícil … Bastaría que me vista con ropa íntima pequeñita … Reveladora … Camine frente a él cuando esté masturbándose … Eso sería suficiente … Los hombres son muy fáciles … Son básicos … Es así de fácil seducirlos …
—Yo no lo creo que sea tan fácil …
—Yo sí … Mira, el buen Dios le dio al hombre un cerebro y un pene … Pero no le dio suficiente sangre para que funcionen los dos al mismo tiempo … Cuando están masturbándose toda la sangre está dirigida a poner en erección esa linda polla … Dejando al cerebro impedido de funcionar … Son una presa fácil cuando están cachondos … No piensan …
Isabel siguió hablando de su padre, pero yo no le puse mucha atención, estaba pensando en lo que papá le había dicho a mamá de no querer follarme; quizás esas fueron solo palabras para tranquilizar a mamá y en fondo él realmente fantaseaba con follarme. Al menos me quedé tranquila de que yo no tenía ningún deseo secreto de que él lo hiciera.
—¿Y bueno? … —Me interrogó Isabel sorpresivamente.
—Perdona … Me distraje … Estaba pensando otra cosa …
—Te pregunté sobre tu papá … Si quieres follar con él y cómo lo harías …
—¡Ah! … Justo pensaba a eso … Y no … Creo que no follaría con papá … Eso no estaría bien … Y no puedo imaginar de hacer algo que en realidad nunca haría …
—Bueno … Según un estudio de algunos psicólogos de renombre mundial … Muchas chicas en algún momento de sus vidas imaginan o piensan en follar a sus papás …
—Pues yo no soy una de ellas … No estoy en esa estadística …
—Espera a que veas a tu papá masturbándose y gritando tu nombre … Entonces ya no pensarás lo mismo … Eso hará cambiar tú opinión …
—Realmente no lo creo así …
—A mi gustaría que él me metiera su polla y que vacíe sus bolas dentro de mi panocha …
Dijo Magda, me reí y le dije.
—Y creo que lo disfrutarías … Quiero decir que yo también follaría a tu papá, pero no al mío …
—¿De veras te follarías a mí papá? …
—Por supuesto que sí … Y ni siquiera he visto su polla … Lo vi solo una vez cuando vino a la piscina de la universidad, ¿recuerdas? … Está muy guapo tu papi …
—¡Oh! … No sabía que lo habías notado …
—Bueno … Es un tipo al que no puedes dejar de notarlo …
—¡Demonios! … Y yo no lo vi … —Exclamó Isabel.
—Con su traje de baño mojado y ajustado se podía imaginar lo que tenía debajo … Llenaba bastante bien su bañador … Se notaba algo carnoso y abultado …
—Sí, es verdad … Papá la tiene grande y nervuda … De seguro te haría sentir cositas con esa polla gigante dentro de ti …
—¡Ummmm! … Dijiste que tu mamá no volverá hasta fin de mes … ¿Qué tal si voy a tu casa y le hago ver mis bragas? …
—Ni lo pienses …
Dijo Isabel repentinamente dándome un suave puñetazo en el hombro. Nos echamos todas a reír y seguimos disfrutando de nuestros cappuccino y panecillos dulces.
***
Cuando regresé a casa, encontré a mamá en la cocina, papá estaba limpiando su auto, me miró un poco afligida.
—Duele un poco … —Dijo ella.
—¡Oh! … Lo siento, mamá … ¿Qué me decías? …
—Eso que sugeriste … De usar mí trasero …
—¡Ah, eso! … Bueno … Para mí funciona bien … Tal vez para ti sea diferente …
—No sé, pero todavía siento un poco de dolor … Tu padre se comportó bien y con paciencia … Y no tienes idea lo que le costó meterme su polla por ahí … A mi me salieron lagrimas … Lo volveremos a intentar, pero tu papá dijo que iba a comprar otro tipo de lubricante … Tal vez solo vaselina no sea lo mejor …
—Bueno, mami … Lo importante es que lo hicieron … Además, debes considerar que fue tu primera vez por ahí … Es lógico que haya un poco de dolor …
—Sí, creo que sí … ¿Y a ti cómo te fue con la reunión con tus amigas? …
—Bien … Charlamos de todo … ¿Sabías que Isabel también vio a su papá desnudo? … Ahora está pensando en follar con él, aprovechando que su madre está en casa de sus abuelos … ¿Y Magda? … Ella encontró a su padre masturbándose y todavía no sabe como lidiar con eso …
—¡Oh! … Eso podría ser complicado …
—El problema es que la pobre Magda escuchó a su papá llamar su nombre al momento de eyacular … Cómo si estuviera haciendo el amor con ella, ¡Imagínate! …
—¡Oh! … Qué pedazo de bruto …
—Sí … Al menos papá no hace eso …
No quise revelarle a mamá que días atrás papá hizo exactamente lo mismo. Pero después admitió que él no pensaba en follar conmigo y eso a mí me bastaba por el momento.
—Bueno, él creé que no sería bueno hacerlo contigo y no tiene ningún deseo de hacerlo … Yo le pregunté en que piensa cuando se masturba y me dijo que normalmente piensa en mí y otras veces se recuerda de algún video porno o de alguna chica que vio por la calle …
Justo en ese momento papá, entro a casa; venía todo sudado y mojado, se paró frente a nosotras y dijo.
—Bueno, chicas … Me voy a duchar y a limpiarme … Luego creo que me acostaré un rato en mi cama … Si alguna de ustedes me hiciera compañía, sería bienvenida …
Nos guiño un ojo y desapareció escaleras arriba. Mamá me tomó del brazo y sonriendo me dijo.
—¡Uy! … Eso sonó como una invitación … Quiero mirarlo, pero no le dejaré hacer nada con mi trasero, ¿vienes? …
—¡Uhm, sí! … Me encanta mirarlo …
Mamá me antecedió y subió las escaleras, tal vez para ayudarlo a ducharse. Yo les di algunos minutos, subí a mi dormitorio y me desnudé, luego me dirigí a la habitación de mis padres, la puerta estaba abierta de par en par. Cuando entré vi a papá desnudo recostado con la cabeza hacia los pies de la cama, Podía ver perfectamente su polla, pero no sus peludas bolas. Mamá conservaba sus bragas y su sostén, estaba arrodillada en medio a su piernas y parecía jugar con sus pelotas, acariciaba suavemente el escroto, lo estiraba y envolvía sus bolitas entre sus dedos, quizás de ese modo lo estimulaba, pero la polla de papá ya estaba dura y tiesa. Me acerqué caminando hasta el costado de la cama, a la altura de la polla de papá. Mamá me miró con los ojos brillantes inyectados en lujuria.
—Quiero que se lo hagas tú … Me encanta ver eso …
—Está bien …
Dije y me arrodille sobre la alfombra al costado de la cama. Mi cabeza estaba un poco más alta que la polla de papá y de esta posición su pija parecía mucho más grande y gruesa. Estiré mi mano y puse mis dedos alrededor de esa aterciopelada piel suave y caldeada, mis dedos no lograron cerrarse alrededor de esa enorme polla; papá echó su cabeza hacia atrás, empujó su ingle hacia arriba, gruño algo incoherente mientras su cuerpo se estremecía.
Lenta y suavemente arremangué la piel nervuda y afelpada de su prepucio hacia atrás, estirando su frenillo al máximo, empujé y apreté su polla. Papá comenzó a jadear, solté mi mano y su prepucio se desplazó hacia arriba. Los ojos de mamá estaban encolados a todos mis movimientos, sus manos seguían acariciando las bolas de papá, su boca estaba ligeramente entreabierta y de tanto en tanto pasaba su lengua para humedecer sus labios y otras veces mordía su labio inferior expectante a lo que estaba pronto a suceder.
Papá estaba con su espalda incurvada, con los dedos agarrotados aferrando el edredón, jadeaba y gemía. Inicié a mover mi mano hacia arriba y hacia abajo a un ritmo cada vez más rápido y apretándolo un poco más fuerte; para luego volver a un ritmo más lento y después continuar a un compás a mayor velocidad. Las azulinas y gruesas venas del pene de papá eran totalmente visibles, hasta podía sentir sus pulsaciones, pero mientras más apretaba, menos lo notaba, pero se sentía mucho más caliente. Su respiración era afanosa y además, habían comenzado a aparecer las primeras gotitas de su semen. Moví mi mano más enérgicamente, golpeando su pubis con cada ardoroso movimiento; papá jadeaba ruidosamente con la cabeza hacia atrás, tenía los ojos en blanco. Cambié mi mano por la otra menos fuerte y seguí pajeándolo intensamente, no sé si él habrá notado la diferencia.
Mamá vertió un poco de lubricante sobre mi mano y la polla de papá; todo se tornó más resbaladizo y suave, luego ella metió su mano bajo los cojones de papá. Me preguntaba cuales eran sus intenciones. De pronto papá levantó su pelvis y gruño, al parecer mamá follaba el culo de papá con sus dedos mojados y escurridizos. Me quedé quieta por un instante, luego retomé el ritmo y la velocidad de antes, estirando y arrugando el prepucio de papá alrededor de su polla, hacia arriba y hacia abajo. Repentinamente papá gruñó.
—¡Aaarrrggghhh! …
Su glande brillaba como un faro cuando brotó con prepotencia el primer chorro. Fue algo absolutamente fascinante contemplar todo tan de cerca, los sonidos y el aroma eran increíbles. Apreté y comencé con veloces movimientos cortitos. Papá colapsó enviando chorros y chorros de esperma sobre su vientre, sobre mamá, sobre el edredón y embadurnando todos mis dedos que sujetaban su polla embravecida. ¡Dios Santo! Me encanta ver estallar su polla.
***
Nos juntamos con Isabel a contarnos algunos chismes. Estábamos en la misma cafetería disfrutando de algunos pastelillos y café moka, como siempre sentadas cerca de las vidrieras con nuestras piernas hacia la calle bien abiertas para observar las reacciones de algunos transeúntes. Entonces le pregunté.
—¿Cómo te va con tu papi?
Yo sabía que su madre estaba fuera y había dicho que iba a intentar follar con su padre, aprovechando la ausencia de su madre.
—Bueno … He caminado con bragas … Lo he rozado y tocado accidentalmente, pero él no reacciona, no hace nada … Creo que tiene miedo de responder …
Dijo Isabel antes de dar una mordida a su dulce mil hojas.
—Yo he visto a mí papá masturbarse y me encanta, lo encuentro muy caliente … Pero por ningún motivo quiero que me folle, ni en mí parte delantera ni en mí trasero … Aunque diga mi nombre …
—¡Oh, vaya! … ¿Cómo pasó eso? …
Nunca había admitido que papá pronunciase mi nombre al momento de correrse.
—Ehm … Papá estaba en su dormitorio y la puerta estaba abierta … Yo acababa de salir de la ducha y estaba envuelta en una toalla … Me acerqué a mirar por la puerta abierta …
—Y, vamos … Dime …
—Él estaba desnudo en su cama … Su polla esbelta y majestuosa sobresalía y tenía su mano alrededor …
—¿Y cómo era? … ¿Está circuncidado? … ¿Es grande? …
—No es pequeño, es bastante grande … Como esos que se ven en las películas porno …
—¿Grande cómo las tetas de Christina Hendricks? …
—Ja-ja-ja … Sí … Enorme … Imagínate si esos dos se unieran …
—¡Guau! … Los bebés serían enormes …
Lanzamos una sonora carcajada y luego la puse al tanto de otras cosas de papá, no era un relato fiel, pero se aproximaba bastante a la realidad.
—Y no está circuncidado … Cuando su mano se deslizó hacia abajo, arrastró todo su rugoso prepucio y pude ver su enorme cabezota emerger luciente e hinchada …
—¡Uhm! … Igual a mí papá … Magda dijo que el suyo está circuncidado …
—¡Ehm, sí! … Yo no he visto ninguno así todavía … Bueno … Papá siguió moviendo su mano hacia arriba y hacia abajo cada vez más rápido … Solo entonces me percaté que miraba hacia la puerta … Debe haberme visto …
—¡Oh! … ¿Y qué hiciste? …
—Nada … Me quedé allí quieta mirándolo a él … Solo después que disparo su carga, me di cuenta de que mi toalla se había caído …
—¡Santo Dios! … Entonces te vio en cueros, ¿eh? …
—¡Sí! … Y él siguió cómo si nada … Cada vez más y más rápido … No sé cómo pueden mover las manos así de rápido sin cansarse …
—¡Uhm!, es verdad … Nunca podría hacerlo lo suficientemente rápido como ellos …
—Yo tampoco … De todos modos, papá estaba yendo a una vertiginosa velocidad mientras me miraba parada allí desnuda … Sabía que yo lo miraba … Repentinamente se movió violentamente y tres o cuatro gruesas hebras de semen salieron disparadas … Después de eso, se masturbó lentamente mientras gruñía y gemía … Estrujando y exprimiendo hasta la última gota, tal como si estuviera intentando exprimir la última pasta de un tubo de pasta de dientes, ¿entiendes? …
—¡Guau! … ¿Cómo te sentiste? …
—Extrañamente muy cachonda … Cuando me di la vuelta para irme a mi cuarto, me di cuenta de que mi toalla estaba en el suelo y que había estado todo el tiempo desnuda frente a mí papá …
—¿Te avergonzaste? …
—¡Dios, no! … Me sentí cachonda como nunca sabiendo que mi papá se había pajeado mirando mi cuerpo … Recogí dignamente mi toalla y me fui a mi habitación … Necesitaba compulsivamente frotar mi coño … Cuando me boté sobre mi cama ya estaba jadeando de placer …
—Entonces te dieron ganas de follar con él … ¿Te corriste pensando en que él te follaba? …
—¡De ninguna manera! … ¡No fue así! … Él es mi papá, me encanta verlo cuando se corre … Pero no me imagino follando con él … ¡Eso no! … ¡Por Dios! …
—Creo que tú y yo no pensamos del mismo modo … ¿Y tu papá dijo algo? …
—Cuando abrí los ojos, me di cuenta de que papá estaba en mi puerta mirándome … Su polla pendía semi dura … Me guiño un ojo sonriendo, luego se dio vuelta y se fue … No dijo nada y yo tampoco … Entonces decidí que de ahora en adelante dejaré mi puerta abierta todas las veces que juegue con mi misma, así él podrá mirarme si lo desea, todas las veces que quiera …
Terminamos de degustar nuestros ducecillos y nuestros cafés, luego nos despedimos y me fui a tomar el autobús que me llevara a casa.
—Te enviaré un WhatsApp más tarde …
Dijo Isabel mientras nos despedíamos con sendos besos en nuestras mejillas. Afortunadamente el bus llegó puntualmente y me fui a casa.
Cuando entré a casa por la puerta principal, me dirigí a la cocina y supuse que papá estaba arriba en su dormitorio.
—¡Hola!, mami … —Le dije dándole un abrazo rápido.
—¡Hola!, Luisa … ¿Cómo anduvo tu paseo? …
—Bien … Nada excepcional … Me junté con Isabel en la cafetería …
—Ah … Ella es la que está sola con su padre, ¿no? …
—Sí, y todavía está sola con él … Pero no ha logrado seducir a su padre … No ha podido llevárselo a la cama … Y ya no está tan segura de querer hacerlo …
—Tal vez sea para mejor … Una vez que cruzas esa línea ya nada es igual … Y no hay forma de volver atrás …
—Lo sé, mamá … Por lo mismo es que yo no quiero hacerlo … De ningún modo le permitiré a papi de enterrarme su polla en mi panocha o en mi trasero … Pero ¡Dios Santo! ¡Me encanta mirarlo jalar su pene! …
—Bueno … Eso está bien … Creo … No lo sé … Pero todo es un poco extraño, ¿verdad? …
—Sí, es cierto … Bueno, mami … Voy a subir a cambiarme …
—Esta bien, cariño …
Dijo mamá volteándose a continuar con sus actividades en la cocina. Subí las escaleras y entré en mi cuarto. Me desnudé y metí mis bragas en el cesto de la ropa sucia. Me percaté de un sonido familiar proveniente del dormitorio de mis padres. Papá estaba otra vez masturbándose. No quise interrumpirlo, no me necesitaba como público, al parecer le estaba yendo bien en solitario.
Me fui a mi habitación y me recosté pensando al papá de Isabel, imaginaba que sería genial poder ver al padre de ella masturbándose, Tal vez lo hacía en un modo diferente al de mí papá. Mis dedos acariciaron mí monte de venus, mi vientre y luego bajaron a mis muslos; después presioné mi turgente botoncito. Jadeé mientras mis ojos daban vueltas en mis cuencas imaginando al papá de Isabel desnudo; por la descripción que ella dijo debía parecerse bastante a mí propio padre. En mi mente la polla del papá de Isabel era similar a la de mí papá. Lo imaginaba parado sobre mí mientras jalaba su enorme polla; fuerte, muy fuerte. Su mano se movía velozmente hacia arriba y hacia abajo, los sonidos me llegaban nítidos a mis oídos, sobajeé y froté mi capullito florecido provocándome deliciosos jadeos y paradisiacos placeres. Mis nalgas se apretaron con fuerza sobre el colchón y mis muslos apretaron mis hinchados labios, pasé mi mano por debajo de mis glúteos y mis dedos buscaron la apretada rajita de mi estrecho ano, me penetré con dos dedos, sentí las contracciones que envolvieron a mis encrespados dedos. No quería tocar mi conchita, quería masturbarme no follarme. Abrí parcialmente los ojos y vi a papá en mi puerta. No había imaginado los sonidos, mi padre se estaba pajeando, mirándome y, esos eran los sonidos que captaron mis oídos.
Llevé los dedos de mi mano derecha a acariciar mi clítoris. Las imágenes mentales del papá de Isabel se desvanecieron y me encontré contemplando la linda polla de papá. Presioné; apreté; acaricié y suspiré jadeando de lujurioso placer; entonces papá entró a mi dormitorio y se paro junto a mí cama. Toda mi atención estaba en su luciente polla y ese diminuto agujerito que amenazaba con explotar de un momento a otro como un geiser, su polla parecía generar una sutil capa de cremoso esperma.
Mis pálpitos y mis tensiones iban en aumento. Encorvé mis piececitos, arqueé mi espalda y mi cuerpo se liberó en un temblor incontrolable. Todo mi ser temblaba, mis pezones punzaban, mis orejas ardían y mis ojos estaban muy abiertos mirando el glande enrojecido de papá. Él jadeaba y trataba de mantenerse en pie mientras pajeaba su grueso miembro a una enorme velocidad; lanzó una serie de gruñidos y entonces iniciaron los brotes nacarados que salpicaron mi vientre y mis tetas. Solo entonces grité mi orgasmo violento e infinito. Papá me miraba sonriente y satisfecho mientras me contemplaba toda bañada con su semen. Pasé mis dedos sobre mis tetas y las embadurné con su lefa caliente, luego me los metí a la boca, saboreando el semen de papá.
El día siguiente Isabel me envió un WhatsApp invitándome a su casa. El día era bastante horrible con una intensa lluvia. No tenía ningún deseo de ir a la ciudad. Las cafeterías estarían llenas de gente emanando fuertes olores a humedad. Dije que sí y que estaría allí en un par de horas. Mamá dijo que iba al centro comercial y que podía pasar a dejarme a la casa de Isabel, lo cual resultaba perfecto para mí. Cuando llegué a casa de Isabel, su papá me abrió la puerta.
—¡Hola!, Luisa …
—¡Hola!, don Alberto … Vengo a ver a Isabel ...
Dije mientras sacudía mi paraguas y lo enrollaba.
—Bueno … Ella está arriba en su cuarto … Ya conoces el camino …
Dijo dejándome pasar. Me quité mi parka impermeable y la colgué en la percha al muro, luego subi las escaleras.
—¡Hola!, chica … —Dije saludándola.
—¡Hola!, Luisa … —Respondió ella.
Isabel estaba recostada sobre su cama boca abajo y sus piernas plegadas hacia arriba. Estaba revisando su celu.
—¿Novedades? … —Inquirió Isabel.
—No, nada de nuevo … Pero volví a ver a mí papá … —Respondí.
—¿Gimiendo y masturbándose? …
—Sí …
Isabel me miró en un modo inquisidor y dijo.
—Deveras que no te entiendo … Te excita mirarlo y eso no te hace querer follarlo … Quiero decir, si te hace sentir cachonda y te mojas viendo su polla, ¿entonces? …
—¡Oh!, no me mal interpretes … Me encanta sentir una polla cerca de mí, cuanto más grande, mejor … Ver a papá corriéndose una paja me excita porque es sexy … Pero eso no me hace querer follarlo … No quiero su polla dentro de mí …
—Pero eso no explica nada … Cuando veo a papá masturbarse todo lo que quiero es sentir su polla dentro de mí estirando mi coño y llenándolo con su esperma … Pero también tengo miedo …
La voz de Isabel me hizo preocupar.
—Papá salpicó mis tetas …
—¿Qué? … ¿Con su semen? … ¿Y que hiciste? …
—¿Y que querías que hiciera? … Lo lamí y lo tragué, por supuesto …
—No, tontita … ¿Qué hiciste para que él hiciera eso? …
—¡Oh! … Estaba en mi habitación y me sentí cachonda … Así que me puse cómoda y comencé a jugar conmigo misma … Tenía los ojos cerrados e imaginaba a tu papá masturbándose … Cuando abrí los ojos, vi a mí papá parado allí masturbándose …
—¿Mí papá? … ¿Qué tiene que ver mí papá contigo? …
—Bueno … Nada … Pero después de nuestra conversación, era tú padre el que estaba en mi mente …
—¡Oh! … ¡Qué descarada que eres! …
—Bueno … Cuando abrí los ojos y vi a mí papá, sonreí y seguí adelante … Él se acercó a mí cama y continuó a masturbarse …
—Quería un primer plano de ti, ¿eh? …
—¡Oh!, Dios, sí … Y yo de él … Ver su maravilloso glande aparecer y desaparecer como por acto de magia fue adorable … No imagino siquiera como podría sentirse su polla …
—Sí … es una cosa extraña poder ver una polla y no tenerla … Así que no sabes como se sentiría dentro de ti …
—¡Hmm! … De todos modos, él iba cada vez más rápido … Su glande se había tornado de un luciente color violáceo … Entonces comenzó a gruñir y explotó en andanadas de su blanco esperma que aterrizaron sobre mis tetas y en mi ombligo … Esto me hizo alcanzar la cúspide de un fabuloso orgasmo … ¡Dios Santo! … Estaba tan caliente …
—¡Oh! Eso debe haber sido muy cachondo …
—Ya lo creo … —Dijo una voz masculina.
Era el papá de Isabel. Nos sobresaltamos, no nos habíamos dado cuenta de que él estaba allí escuchándonos.
—¡Maldición!, papá … No sabíamos que estabas escuchando …
—Bueno … Ambas están demasiado vestidas como para que las cosas se desarrollen en un sentido similar …
Dijo encuadrándonos de pies a cabeza. Isabel estaba todavía con su pijama y yo estaba vestida con una falda y una blusa. Entonces decidí ir más allá e incitarlo a seducirnos.
—¿Y si no lo estuviéramos? …
Le dije mirándolo desafiante directamente a sus ojos. Debía asegurarme de que diera el paso siguiente.
—Bueno … Ehm … En ese caso las cosas podrían ser del todo diferentes … Podríamos tener algo más cachondo … Como el espectáculo que te dio tu papá …
—¡Oh! … Eso es interesante …
Dije mientras me levantaba y comenzaba a desabrochar los botones de mi blusa, la deslicé por sobre mis hombros y la dejé caer al piso. Luego fue el turno de mi falda, bajé la cremallera del costado y cayó a mis tobillos. Rápidamente deshice el gancho de mi sujetador y lo dejé caer a los pies de la cama de Isabel. Mis diminutas bragas volaron a hacerle compañía. A continuación, me subí a la cama y me recosté con mis pesadas tetas apuntando hacia el cielo del dormitorio de Isabel. Separé mis piernas y me giré para darle una amplia vista de mi panocha al señor Alberto.
A todo esto, Isabel se había despojado de los pantalones y la chaqueta de su pijama y no llevaba nada más encima, de modo que ahí estábamos las dos desnudas frente a los ojos de su papá que nos escudriñaba atentamente. Él comenzó a quitarse por sobre su cabeza su camiseta polo. Luego se deshizo de sus shorts y boxers. Un grueso pene pendía orgulloso de entre sus piernas, con un engurruñado saco conteniente sus enormes bolas. Gruesas venas azuletes recorrían la longitud majestuosa de su pija. Me subyugó sobre manera cuando esa bestia comenzó a despertarse, ante nuestros ojos esa cosa creció poco a poco, levantándose en el aire desafiante de la fuerza de gravedad, comenzó a apuntar hacia adelante y hacia arriba, al tiempo que se alargaba como una escala telescópica, alcanzando casi la longitud de mi antebrazo y un grosor similar. ¡Guau! Era más grande que el de mi papá.
Realmente es encantador ver cuando la polla de un hombre comienza a crecer y pasa de un estado de reposo a un asta larga, dura y al mismo tiempo suave. Eso es cautivante. La forma en que crece y la aterciopelada piel se va estirando y retrocediendo hasta poner en muestra esa cabezota bulbosa y purpurea de su glande hinchado y luciente. Imagino la cantidad de sangre que se desvía a esos vasos sanguíneos para hacer que ese trozo de carne oscilante se transforme en un ariete de tamañas proporciones. Hasta el saquito con las bolas parece estirarse y apretujar las bolas colmas de leche. Me gustaría poder observar este fenómeno de la naturaleza más a menudo. El señor Alberto nos miró y dijo.
—¿Qué tal ahora? …
—Está bien …
Respondimos Isabel y yo casi al mismo tiempo.
—¿Alguien se anima a tocar mi polla? …
—Yo no …
Dije cautivada por la vista de tan lindo pene. Yo solo quería verlo masturbarse, no tocarlo.
—Yo sí …
Dijo Isabel enderezándose sobre la cama y extendiendo su mano hacia la pulsante polla de su padre. La pija de él pareció dar un brinco cuando las manos de Isabel entraron en contacto con la afelpada y caliente piel. Entonces como que se retorció hacia un lado y ella lo envolvió entre sus dedos, comenzando a empujar su piel hacia atrás. La gruesa cabezota rojizo-morada, apareció lustrosa a la vista, parecía lanzar destellos lilas. El señor Alberto cerró los ojos y gimió, Isabel deslizó su mano hacia adelante y otra vez la suave piel cubrió la enorme testa de la polla de su padre. Luego con un movimiento lento la hizo retroceder, después otra vez hacia adelante, adoptado un ritmo continuo.
—¡Hmmmmmm, sí! … ¡Que rico! … Sigue haciéndolo así … Haz que me corra …
Dijo el señor Alberto en un tono de voz rauco y seseante, entonces Isabel lo soltó y dijo.
—No … Hazlo tú … Quiero verte hacerlo …
—Yo también quiero verlo …
Dije prontamente para apoyar la postura de Isabel que volvió a recostarse a mi lado. El señor Alberto pareció aceptar nuestra petición. Echó ligeramente sus piernas hacia adelante y las separó un poco. Con su mano derecha aferró su polla y comenzó a moverla hacia arriba y hacia abajo, pero en modo suave, solo acariciándola, sin mover su prepucio, gozando del contacto de su mano con su garrote erecto al máximo. Sus pelotas comenzaron a columpiarse debajo de su polla cuando el señor Alberto inició el movimiento masturbatorio con más energía.
Al principio pareció monótono y lento, ligeramente más rápido de lo que lo había estado haciendo Isabel, pero al menos ahora su glande comenzó a aparecer y desaparecer. Ver como su prepucio se extendía hasta cubrir completamente esa cabezota luciente, fue algo alucinante. Lo estiraba al máximo y luego lo retrotraía arrugándolo todo hacia atrás. Estaba hechizada mirándolo hacerlo y me vinieron ganas de hacérselo yo. Cerré mis ojos y mis dedos encontraron la ruta entre mis piernas y comencé a masajear mi hendedura vaginal suavemente. Entonces el señor Alberto dijo perentoriamente.
—No … Quiero que tú se lo hagas a ella y ella te lo haga a ti …
¡Oh, Dios! Nunca había hecho eso con Isabel. Nos miramos brevemente y tanteamos nuestros montes de venus. Mis dedos encontraron su protuberante clítoris, su panocha estaba caliente y mojada. Su botoncito del placer estaba duro y comencé a frotarlo suavemente en círculos. Gemí y jadeé cuando los dedos de Isabel encontraron mi coño y se introdujeron en mis candentes pliegues, una serie de corrientazos eléctricos me estremecieron cuando ella masajeó mí turgencia endurecida.
Estaba observando al señor Alberto masturbarse, mientras yo masturbaba a Isabel y ella me masturbaba a mí. Éramos una maquina perfecta de masturbación. Un trio del placer. La mano del papá de Isabel aumentó a una vertiginosa velocidad y mientras jadeaba lo escuché decir.
—¡Oh, sí! … ¡Oh, sí! … ¡Que hermosos coños! …
Sus sonidos eran audibles mientras bombeaba su polla a toda velocidad. Trataba de ser suave y delicada con el coño de Isabel, frotando rápido y ligeramente su clítoris; mientras su toque era un poco más enérgico con el mío, casi sin darme cuenta comencé a mover mi pelvis al ritmo de los dedos de ella y gemí sintiendo que el aire me faltaba.
Mis temblores iban en aumento, podía sentir los cosquilleos en mi bajo vientre y a cada golpecito que Isabel le daba a mí clítoris me hacía dar un pequeño salto de placer; las olas de lujuria comenzaban a expandirse por todo mi cuerpo. Isabel también estaba jadeando. Ambas teníamos nuestros fijos en la polla del señor Alberto, mientras su glande venía cubierto y descubierto velozmente por su prepucio. A un indeterminado momento él se sobresaltó y gimió diciendo en voz alta.
—¡Oh, demonios! … ¡Oh, mierda! … ¡Maldición! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Umpf! …
Chorros y más chorros venían expelidos por el diminuto orificio en su glande. Abrí mi boca estupefacta y un chorro aterrizo entre mis labios abiertos, el segundo baño mis pesadas tetas y los chorros siguientes fueron dirigidos sobre Isabel. Hizo algunos movimientos lentos para exprimir la última gota de su esperma y luego nos miró.
—¡Qué hermosas putitas que son! … ¡Creo que necesito una limpieza! …
Isabel me dio una fugaz mirada y luego se arrastró hasta sentarse al borde de la cama frente a su padre, luego tomó la polla un poco lánguida y se la metió a la boca ordeñándola y exprimiéndola, lamiéndola por los costados. Pude ver su lengua recorrer toda la longitud de la polla de su padre. Luego volvió a tragarlo todo, su padre la miraba embelesado.
—¡Santo carajo! …
Exclamó y vi que su polla se estaba poniendo dura otra vez. Comenzó a mover sus caderas mientras aferraba la nuca de su hija, comenzándola a follar en la boca. Isabel tenía una mano alrededor de la polla de él y lo chupaba ardorosamente. Mientras la miraba encontré los restos de semen en mis labios y los lamí, también recogí los restos sobre mis tetas y comencé a succionarlo desde mis dedos. Repentinamente el padre de Isabel se alborotó.
—¡Oh, diablos! … ¡Qué carajo! … ¡Oh, Dios misericordioso! …
Metió toda su polla en la boca de Isabel y se estremeció; ella se atragantó y tosió un poco ahogada. Escuché unos gorgoteos y vi al papá de Isabel soltarle la cabeza.
—¡Hmmmm! … Chicas, me voy a dar una ducha …
Y desapareció por la puerta. Isabel tenía los ojos llorosos y sus mejillas estaban enrojecidas. Casi sin aliento me dijo.
—¡Lo sentí! … ¡Lo sentí! … ¡Él bajó por mi garganta! … ¡Se corrió dentro de mí! … ¡Folló mi garganta! … ¡Lo sentí! … ¡Dios Santo! … ¿Qué piensas de follar con tu papá ahora? … Quiero decir … Acaba de follar mi garganta … Folló mi cuerpo … Mi panocha está solo a un paso …
—Sí … Pero no por ahora … Ni mi trasero ni mi coño … Cuanto más lo pienso, más extraño y equivocado me parece …
—¿Así lo crees? …
Nos quedamos mirando, nuestras manos todavía estaban mojadas con los fluidos jugosos de nuestras almejitas.
—¿Quieres que te haga acabar? … ¿Con los dedos o con la boca? …
—No … A menos que tu realmente lo quieras; el momento ya pasó para mí, ¿Qué quieres hacer? …
—¡Uhm! … Lo mismo, el momento se ha ido … ¿Y que te pareció la polla de mi papi? … ¿Asemeja a la polla de tu padre? …
—Sí, bastante parecida … La de tu papá tienes unas venas más gruesas y tal vez eso la hace parecer un poco más gruesa, pero no más larga … Lo que me pareció fantástico es la forma en que comenzó a erguirse … Se puso dura del mismo modo en que se pone dura la pija de mi papi … Eso me vuelve loca … Las pollas son fabulosas por eso, ¿verdad? …
—Vaya … Yo nunca la he visto de ese modo … Tal vez la próxima ocasión la observaré más de cerca … Sin embargo, sentirla ponerse dura y explotar en mi garganta, fue algo increíble …
—No sé … No creo estar preparada para eso …
Fui al baño y me lavé; luego bajamos juntas a la cocina y tomamos un tazón de café. Luego nos despedimos y me dirigí a la parada del autobús para ir de regreso a casa.
***
Mamá no estaba en casa cuando llegué; papá estaba bebiendo té en la cocina.
—¿Cómo estás nenita? …
—Estoy bien papá, gracias …
—¿Y cómo estaba tu amiga Isabel? …
—Estaba bien, papá … Ella le chupó la polla a su padre … Él se corrió a chorros en su garganta, ¿sabes? …
—¡Carajo! … Eso debe haber sido genial … Me pregunto si ella ha masturbado a su papá como tú lo has hecho conmigo …
—No, no lo creo papi …
—Y tú, ¿usarías tu boca conmigo? …
—Bueno lo único que no entiendo usar es mi panocha y mi trasero … No te follaré, papá …
—Entonces no descartas una buena mamada …
—No, si llega el momento oportuno … Tendría que suceder en forma natural …
—¡Oh! … Entiendo, cariño …
Lo dejé allí y subí las escaleras. Me había lavado en casa de Isabel después que de su padre me salpicara mi cuerpo, pero quería lavarme un poco más profundamente y necesitaba una buena ducha en casa. Me desnudé en mi cuarto y luego me metí al baño a ducharme. Cuando volví a mi habitación continué a secarme y escuché a papá que entraba en su dormitorio. Me senté desnuda en mi cama por un par de minutos, estaba indecisa si tocarme o solo vestirme. De pronto comencé a sentir los sonidos que provenían del cuarto de mis padres. El ritmo de su mano golpeando contra su pelvis, su prepucio viajando atrás y adelante por toda la longitud de su pene. Sonreí, me alegré de que papá pudiera hacerlo con tanta frecuencia; en alguna parte leí que a medida que los hombres envejecen, a menudo tienen problemas de erección y algunos ni siquiera eyaculan. Papá es vigoroso y fuerte, es un super hombre.
Sin darme cuenta me extendí sobre la cama con mis piernas abiertas y deslicé mis dedos sobre mi vagina, imaginaba la polla de papá bombeando mi boca, tal cual el papá de Isabel había follado la boca de ella. No me pareció tan cachondo en ese momento, pero ahora, mientras fantaseaba con mis ojos cerrados, encontré que mi panocha se estaba volviendo acuosa y cuando deslicé mi dedo medio en mi agujero, pude confirmar lo mojada que estaba.
Abrí los ojos y papá estaba parado en mi puerta, su polla brillaba como una estrella con matices bermellón y violeta, pendía entre sus piernas como un fruto preciado. Me lamí los labios contemplando su hermosura. Papá avanzó y se paró junto a mi cama; ahora su polla estaba a mi alcance y no pude aguantarme ni un segundo más. Me giré ansiosa y me senté frente a él, sostuve su gruesa y blandengue polla en mi mano, la levanté hacia arriba y me incliné para hacerla andar dentro de mi boca. La hice prisionera entre mis labios, moví mi lengua entre los pliegues de su afelpada piel para desplazar esos dobleces de delicada carne hacia atrás, mi mano ayudó en el intento de descubrir su enorme glande. Mi lengua se hizo dueña de ese melocotón y se paseó soberana alrededor de ese anillo fundente. Papá se llevó una mano a la boca y gimió. Me quedé quieta un instante sintiendo el temblor de sus piernas. Luego con su prepucio arremangado hasta el final, lo engullí casi hasta tocar el vientre de mi padre, sus bolas golpearon mi barbilla e inicié a succionarlo y a pajearlo con mi mano.
Su polla palpitaba al tiempo que comenzaba a ponerse dura y a inflar mis mejillas. Sentí el calor y la humedad de mi panocha intensificarse. La maravillosa y caliente carne de papá llenaba mi boca completamente gracias a mis toques y caricias. Siempre lo había visto ponerse duro desde una cierta distancia, pero ahora no solo lo estaba viendo, lo estaba sintiendo crecer dentro de mi boca. Mi coño se contrajo en deleitosos temblores cuando fugazmente me pasó por la mente como se sentiría colmando y empujando los pliegues de mi empapada panocha. No me pareció tan burdo fantasear sobre ese tema que para mí jamás nunca iba a suceder; decididamente era un asunto Off-limits en la relación entre mi papá y yo. Me concentré en las manos de papá que aferraron mi cabeza y comenzó a empujar su polla en mi cavidad bucal profundamente, papá estaba follando mi boca con su exquisita polla; que cuando lo metí se sentía como un plátano, pero ahora más parecía un calabacín que iba y venía hasta adentrarse en mi garganta hasta el fondo.
Comencé a sentir cierta dificultad a respirar cuando él me atosigaba con su sólida polla, empujándola hacia atrás y hacia adelante vigorosamente. ¡Oh, Dios! ¡A papá le gustaba esto! ¿Estará imaginando de follar mi conchita? Su polla se deslizaba por mis amígdalas mientras yo trataba de envolverla con mi lengua, pero ¿hasta donde podía llegar esta enorme polla dentro mi garganta? Me aferré desesperada a sus glúteos y lo dejé ir profundamente. Su glande se adentró hasta que lo sentí que hinchaba mi cuello, raspaba mi guargüero. Mis tetas se balanceaban en mi pecho con los enérgicos embistes de papá que iba cada vez más rápido y fuerte hacia adelante y hacia atrás; hasta que lo escuche gruñir y balbucear.
—¡Umpf! … ¡Oh, nenita! … ¡Umpf! … ¡Oh, bebé! … ¡Umpf! … ¡Santo carajo! … ¡Umpf! … ¡Umpf! …
Y una densa colada de candente semen chorreó a borbotones por mi angosta garganta. Escalofríos de placer se esparcieron por todo mi cuerpo. Volvía a sentir la sapidez de la leche de papá, pero esta vez directo en mis papilas gustativas. El frescor de su tibio esperma me hizo sentir una felicidad plena. Por primera vez papá había follado una parte de mi cuerpo y esta no era ni mi panocha ni mi apretado trasero, cosas que jamás le iba a permitir de hacerlo.
Papá retrocedió y su polla se me escabulló de la boca, jadeé buscando de recuperar mi respiración y dije.
—¡Oh, amado y querido papá! … ¡Eres fabuloso! …
—¡Guau! … Esta es la primera vez para mí … Quiero decir … He tenido otras mamadas, pero ninguna se compara a la que me has hecho tú …
—¡Uhm, papi! … Yo también … Esta ha sido genial … Increíble …
Papá me empujó hacia atrás y yo me acomodé un poco adolorida en mi garganta, pero con un incendio entre mis piernas incontrolable, mis fluidos escurrían fuera de mi chocho. Papá tomó mis piernas y las alzó hacia mis pechos, sentí sus mejillas entre mis muslos y su lengua hurgueteando entre mis carnosos labios hinchados y bañados. Abrió mis piernas y su boca se cerró encima de mi clítoris caliente, rígido y pujante. Bastaron unos hábiles lengüetazos y me hizo explotar corcoveando sobre el edredón, revolcándome al borde de la cama queriendo escapar de su furiosa lengua que electrificaba todo mi ser. Grité la liberación de mi orgasmo fenomenal, al tiempo que solté varios chorros que bañaron el rostro de mi padre, mientras su lengua no cesaba de golpear mi humanidad caliente haciéndome encabritar aún más.
Finalmente, él me soltó. Me relajé sobre la cama y vi cuando papá se alzaba, me sonrió y se alejó hacia la puerta con la cara chorreando mis fluidos. Lo único que le escuché decir fue.
—Será mejor que vaya a lavarme …
—Sí …
Respondí jadeante mientras intentada asimilar lo que acababa de pasar entre mi padre y yo. No había cruzado ninguna línea. Mi panocha estaba intacta, al igual que mi trasero. Nada más importaba.
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