Mi tía quiere un bebé. - Segunda parte.

por
género
incesto

Pasaron varias semanas, se completó un mes. Luego otro mes. Se acercaban las festividades de Fiestas Patrias, durante todo ese tiempo no había tenido noticia alguna de tía Fiordaliso. De vez en cuando me encontraba a pensar en ella y me preguntaba si la impregnación casera había funcionado o no. ¿Estaría ya embarazada? ¿Lo comunicaría ella misma a la familia o lo diría primero a mí? ¿Lo publicaría en su sitio de Facebook? ¿O simplemente se presentaría en familia luciendo una enorme panza?


Supuse que ella no quería que yo me involucrara mas de lo necesario en la procreación de un bebé, puesto que ella quería hacer creer a su marido de que el bebé sería suyo. Me sentí un poco frustrado al no saber nada, entonces decidí concentrarme en mis estudios, debía analizar los gobiernos en la Roma antigua, la Republica según los romanos desde el 509 a.c. hasta el 27 a.c. Pero mis esfuerzos fueron vanos. Mi atención volvía una y otra vez a la imagen de una pelirroja impresionante y con curvas que harían voltear la cabeza a cualquier hombre.


Recibir una llamada de esa guapa pelirroja, solo logró ponerme aún más nervioso. Tan pronto mi celular comenzó a vibrar con una llamada ingresando de un ya conocido número, inmediatamente lo contesté:
—¿Sí? …
—Hola … ¿Mateo? …
—Sí …
—Oh … Necesito …
—Está bien … Lo haré …
—¡Hey! … Espera un momento … ¿Acaso estás ansioso? … ¿Qué tal si quiero pedirte que me vengas a cortar el césped? …
—Oh … ¿Es eso lo que necesitas? …
—No … No, tienes razón … Necesito de ti otra vez … Debemos volver a probar …
—Está bien … iré para allí …
—¿Puedes venir este sábado? …
—Bien … nos vemos el sábado …
—¡Ah! … Mateo …
—¿Sí? …
—Me encanta que estés ansioso … Me gusta mucho sentirte entusiasta …
Colgó apresuradamente y me dejó con mis pensamientos y conflictos. Hacía ya un tiempo que no la veía, pero la imagen de ella luciendo esa bata negra estaba fresca en mi mente, también su cuerpo tembloroso retorciéndose sobre su cama con su panocha enrojecida y excitada al máximo. Había alabado la copiosa eyaculación de mi segunda corrida comparándola con la cantidad de esperma que produce su propio marido. Todo eso hizo que mi cachondez aumentara sorprendentemente, recordé todo vívidamente. Estaba claro que toda la situación no me estimulaba solamente a mí, tía Fior se había corrido como una puta en celo. Ya no era simplemente una cosa de donación de esperma, por lo menos no para mí y pienso que tampoco para ella.


Faltaban dos días para el sábado. Iban a ser unas cuarenta y ocho horas muy sufridas. La pensaba constantemente. ¿Por qué me había llamado con dos días de anticipación? ¿Por qué no me llamo el día antes? Igual habría estado listo y no habría tenido que sufrir dos días interminables pensando en ella. El tiempo se ralentizó y las horas no pasaban.


Esperaba verla otra vez en toda su esplendorosa belleza. Necesitaba ver su cuerpo escultural vestido con esa sugerente y reveladora bata. Quizás ella se volvería a masturbar en su cama dejándome mirarla. Ella sabía ya que si yo me calentaba podía generar mucho más semen y, para sus propósitos, era justo lo que se necesitaba.


Finalmente llegó el sábado, pero hubo un contratiempo. Debido a un accidente en la ferrovía, el personal del metrotrén estaba en huelga y los servicios de trenes habían sido reemplazados por buses de acercamiento. Eran ya las catorce horas cuando el bus salió de la estación. Una hora después descendí en la estación. Todo el tiempo me fui pensando en tía Fiordaliso. Ella me esperaba en su auto, esta vez no había bata ni vestido adherente, ella estaba vestida con un blazer acolchado que la cubría hasta las rodillas, seguramente porque la jornada estaba muy fría.
—Ya tengo todo preparado para esta noche …
Me dijo luego de un escueto saludo.
—Uhm … Está bien …
—Sí … tú madre sabe que te quedarás aquí y mi marido está en Uruguay por negocios … regresará la próxima semana … tendremos mucho más tiempo tú y yo …
—Bueno …
—No te llamé antes porque tenía que esperar a ver si la inseminación había tenido éxito … bueno, no lo tuvo … después necesitaba que repitiéramos todo de nuevo, pero para eso tenía que hacer coincidir mi ovulación con un viaje de tu tío y hacerlo que me follara antes de irse … eso sucedió ayer y hoy estoy lista para que probemos una vez más la impregnación casera …
Ella continuaba con su perorata y yo la escuchaba sentado en el asiento del pasajero. Honestamente no le prestaba ninguna atención, mi mente divagaba en las imágenes de ella desnuda. Su voz sonaba muy diferente a los grititos y chillidos que daba mientras se follaba con el vibrador, era un delicioso recuerdo estampado en mi cerebro y esperaba volver a verla en ese estado de calentura muy luego otra vez.


Tía estacionó el auto directamente en la cochera y descendimos para ingresar a la casa.
—Entra … Entra … Que hace frio …
Me dijo mientras me acompañaba al ingreso. La escuché cerrar la puerta detrás de nosotros. Me quité la parka, la casa estaba temperada. Luego me volteé para dirigirme al baño, pero ella me detuvo:
—No … No … No vayas para allá … solo quítate los zapatos y entrégame tu camisa …
—Oh … está bien …
Hice tal como me había pedido, preguntándome que es lo que estaba tramando. Me quedé allí en el pasillo de pie vestido únicamente con mis jeans, tía Fior me dio una apreciativa mirada recorriendo mi cuerpo de arriba abajo, me regalo su maravillosa sonrisa después de una exploratoria ojeada a mis pectorales y abdominales. Luego habló:
—Uhm … Estás en forma … Qué bien … Ehm … Ya sabemos que eyaculas mucho cuando te excitas … Y si te excitas puedes correrte más de una vez … Por cierto, eso me gusta mucho … Ahora bien …
Dio un paso hacia mí, todavía vestida con su blazer, me sonrió astutamente.
—Esta noche haré todo lo posible para excitarte al máximo … Me aseguraré de que funcione esta vez … Para eso he planeado ponerte tan cachondo que me llenarás el receptáculo dos veces … ¿Crees que puedes lograr eso? … ¿Eh? …
Mientras me preguntaba eso, su mano recorría mi pecho desnudo. Un escalofrió recorrió todo mi cuerpo. Podía sentir sus finas uñas arañando suavemente mi piel alrededor de mis tetillas.
—Ehm, sí … Creo que sí … Por supuesto que sí …
Dije en una voz repentinamente enronquecida. Al parecer esta era la primera señal de que su plan estaba funcionando. No podía esperar para volver a disparar mis jugos en esa taza con tapa a rosquilla. Y con suerte, verla otra vez estremeciéndose y revolcándose sobre su edredón floreado mientras follaba su coño con un vibrador. Con la misma sonrisa retorcida ella se alejó unos pasos de mí y se quitó el blazer para revelar lo que llevaba abajo. Mi corazón se apresuró a latir velozmente cuando vi la misma prenda negra y trasparente, acompañada por medias negras autoadherentes y nada más, no había bragas ni sujetador. Sus tetas bamboleaban libres y los labios de su coño escondían el agujero caliente hacia el paraíso. Los pequeños pezones apuntaban directamente hacia mí y no pude quitar mis ojos de esas areolas perfectamente redondas y ligeramente rosadas.
—Te gusta esto, ¿verdad? …
Dijo en un arrullado susurro.
—Sí, tía …
Se volteó para hacerme ver sus firmes nalgas blanquecinas con la marca de su bikini y el resto de su espalda, caderas y piernas esculturalmente torneadas. Cuando dejó de girar, se encaminó hacia las escaleras, haciéndome señas para que la siguiera al piso superior.
—No te acerques tanto para que puedas ver bien mi culo y mi panocha entre mis piernas … Quiero que me mires mucho y te calientes al máximo …
Hice tal como ella me dijo, me quedé un par de pasos detrás de ella. Su trasero se veía formidable con ese atuendo sexy que alcanzaba a cubrir a mala pena la redondez de sus glúteos maravillosamente redonditos y duritos que se movían al ritmo que ella subía las escaleras, a cada paso una nalgas se alargaba y la otra se encogía, la harmonía del universo estaba plasmado en el culo de mi tía. Intenté mirar entre sus piernas, solo que no había espacio suficiente para poder ver su panocha en todo su esplendor, pero el espectacular culo de ella colmaba todos mis deseos.


La seguí escaleras arriba y entramos en su habitación. Otra vez había decorado su cuarto para crear una atmosfera agradable. Las velas encendidas daban un erotizante aroma que me hacía recordar de la vez pasada cuando ella se retorcía y revolcaba sobre su cama. La tenue luz era la apropiada, no era necesario encender las luces eléctricas. Tía Fior puso una suave música de saxofón que completaba el ambiente cachondo que ella quería imprimir en la escena que estaba por desarrollarse.


Tía Fior comenzó a danzar para mí en forma seductora, haciendo que mi corazón se agitara y latiera con más fuerza. Sus brazos acariciaban sus flancos y sus pesados pechos. Haciéndome desear de ser yo quien acariciara cada centímetro de su tersa piel alhajada con diminutas gemas de Berilo dorado marrón, las preciosas pecas que embellecían todo su cuerpo. Lentamente sus manos descendieron a la convergencia de sus piernas, acariciándolas con los ojos cerrados. No podía apartar mis ojos de ella. Se veía increíblemente sexy. Su cabello rojo cobrizo que parecía encendido en llamas de lujuria a veces caía a cubrir parte de sus tetas y parcialmente su rostro cachondo. Su manto de piel pálida parecía despedir chispas y centellas a través de la bata trasparente.


Serenamente comencé a acariciar mi polla por sobre la tela de mis jeans. Lo único que quería era quitármelos, pero mí tía siguió bailando durante un largo rato. Cuando ella se acercó a mí me quedé paralizado, se sentó a horcajadas en mi regazo colocando sus tetas a centímetros de mi nariz. Casi se me corta la respiración y mi corazón latió desbocado viendo como se cimbraban en un movimiento perpetuo y cautivador sus senos prominentes y pesados, Cuando se levantó mi pene estaba tan duro que me sentí incómodo.
—Ven a mí …
Me susurró haciéndome señas con su dedito índice. Me levanté de un salto, pero ella me detuvo en seco. Me miró con sus ojitos de gata y dijo:
—No te apresures … Sigue mi plan … Esto es solo la primera parte …
—¿Y ahora qué?
—No te preocupes por eso … Déjalo todo a mí … Yo me encargaré de ti … ¿Vale? …
Estiró sus manitas y las puso en la pretina de mis jeans, luego lentamente desabrochó el botón, comenzando a hacer descender la cremallera, para luego bajármelos a mitad de mis muslos, metió sus manos entre mis piernas y acarició mis bolas por sobre mis boxers. Arañaba suavemente la delgada tela dibujando y sintiendo mi escroto. Esto me estaba pareciendo una tortura china.


Cuando finalmente bajó mis boxers, mi polla saltó hacia la libertad como un resorte. Di un suspiro de alivio y mi tía sonrió al verlo blandir el aire como un garrote de un cavernícola.
—Uhmmm … Así está bien … Así es como me gusta …
—Me estás torturando, tía …
—Quizás … Pero continuaré lento hasta que estés listo … Confía en mí … De este modo se acumulará más y luego me darás más … Que es exactamente lo que quiero …
—Umpf … Ooohhhhhh …
Gemí algo frustrado y acalorado. Pero entendiendo lo que me estaba haciendo. Probablemente, llegado el momento, mi orgasmo iba a ser muy potente y copioso. Solo que el ritmo de todo me parecía demasiado lento. Ella se subió a la cama. Eligió uno de sus vibradores y se recostó mientras me decía:
—Si quieres puedes tocarte … Pero hazlo lentamente …
—Ummm, bueno …
Me estaba poniendo cada vez más caliente al ver a mi tía jugar consigo misma. Volvió a mi mente la visión de su hermoso e inquietante figura contorsionándose sobre el lecho. Sus sonidos. Quería correrme ahora ya. La sensación era tan intensa que tuve que soltar mi pene para evitar de explotar en ese mismo instante.
—Oh … ¿Qué te sucede? … Tienes problemas, ¿verdad? … Déjame ayudarte …
Dijo tía Fior reptando sobre la cama hacia mí, todavía boca arriba. Cuando llegó al borde de la cama, apretó el vibrador entre sus piernas, estiró su mano libre y me tocó.
—Uhmmmmmm …
Gemí temblando, su mano se posó entre mis muslos y luego la deslizó hacia arriba hasta tocar la bolsita de mi escroto que contenían mis pelotas en completa ebullición y dijo.
—Ummmmmm … Esta muy caliente aquí … Parecen muy pesaditas y llenitas …
Ahuecó su mano y envolvió suavemente mis cojones, me hizo cosquillitas con sus bien cuidadas uñas, haciendo que mi polla se sacudiera y que gotitas perladas aparecieran en mi meato, su mano estaba surtiendo una abrasadora reacción sobre mi verga.


Luego inesperadamente su mano fue más arriba y tocó el tronco endurecido de mi miembro, con dos deditos arremangó mi prepucio antes de rodear toda mi polla con su mano y estrujarla, gotas de pre-semen cayeron sobre su muñeca, lo que la hizo reaccionar y se enderezó acercando su carita angelical a centímetros de mi polla.
—Uuuhhhhhh … Esto está listo a explotar …
Dijo moviendo su mano suave y lentamente hacia arriba y hacia abajo. Se sentó sobre sus talones, arrodillada frente a mí. Extrajo el grueso consolador de la canasta, lo apoyó bajo su ingle y se empaló en él.
—Ay … Ummmmmm … Aaaahhhhhh …
Gimió con los ojos cerrados y la boca abierta sicalípticamente aguantando un ahogado grito mientras el enorme falo de plástica penetraba sus ardientes carnes. Estiró sus manos y volvió a aferrar mi polla dura como palo, comenzando a jalarla lentamente mientras follaba el grueso consolador moviendo sus caderas sinuosamente.
—Uuuhhhhhh … Uuumm … Mmmm …
Siguió gimiendo mientras rotaba sus caderas y saltaba con el enorme consolador afondado profundamente en su coño. Abrí mis ojos y al mirar hacia abajo el espectáculo fue increíble. Cómo fondo estaba el hermoso rostro de tía Fiordaliso, a la misma altura de mi polla palpitante. Nunca pensé en presenciar algo así. Ella todavía parecía sonreír, pero su cachondez era notable. Pude ver que ella prácticamente estaba con sus glúteos sobre el edredón, por lo que deduje que el enorme consolador estaba incrustado profundamente en su chocho, ella movía sus caderas en vaivén casi desenfrenado, estaba perdiendo el control de sí misma. Sus muslos tiritaron y su cuerpo se estremeció.
—Aaaahhhh … Umpf … Umpf … Hmmmmmm … ¡Qué rico! … Me estoy corriendo … Ya vendrá tu turno, Mateo … No desesperes …
Frustrado me mordí los labios, ella se sonrió y siguió magreando mi polla hacia arriba y hacia abajo, pero muy lentamente para evitar que me corriera. Hubiese querido tomar mi polla ahora mismo y desparramar mi esperma por toda su carita angelical en venganza por el sufrimiento que me estaba haciendo padecer, pero no lo hice en espera de mi recompensa y alivio.
—Mmm … Parece que no estás contento con mi trabajo, ¿eh? …
—Urgh …
—¿Acaso no te gusta la sensación de mis suaves manos en tu polla dura, palpitante y goteante? …
—Urgh … Por favor, tía …
—Te haré que te corras, pero no todavía … Te mantendré al límite … De esa manera me darás mucho más …
—Urgh …
Me volví a quejar en frustración. Me estaba haciendo enloquecer. Lo único que quería ahora era correrme, mi vista se había hecho poco clara. Todo lo que veía era el cuerpo delicioso de mi tía frente a mí, con las rodillas separadas y sus nalgas restregándose contra el edredón y el consolador perdido en el fondo de su panocha que, hacia tiritar sus nalgas y sus piernas, mientras ella chillaba su lujurioso orgasmo. ¡Oh, Dios! ¡Iba a enloquecer si no me corría rápidamente! Una vez que terminaron los chillidos provocados por su orgasmo, ella terminó con su cabeza casi entre mis piernas, mi polla estaba sobre sus rojizos cabellos y ella comenzó a tirar de mis muslos para hacerme subir a su cama.


El calvario no había terminado aún. Abrí los ojos justo en el momento que mí tía Fiordaliso había enderezado su cabeza frente a mí. Y alucinado, vi como su suave lengua salía de su boca y acariciaba la punta goteante de mi hinchado glande, la parte más sensible de mi cuerpo.
—¡Oh, Dios mío! …
Grité desesperado.
—No exageres … Soy solo tu tía …
Me corrigió, interrumpiendo su lamida por un segundo. Los veloces movimientos de su lengua eran hacia arriba y hacia abajo, a veces intentado de enrollar mi glande con ella. La sensación de roce cambió a ser algo húmedo, cuando me fijé mi polla había desaparecido completamente en su boca.
—¡Carajo, tía! … ¡Umpf! … Eres realmente … Umh … Fabulosa … Ummmmmm …
—Slurp … Chup-chup … Umpf …
—¡Jesús Santísimo, mujer! … Me vas a volver loco …
Tenía la boca llena de polla, pero todavía se podía vislumbrar en su rostro una sonrisa feliz y cachonda. No sabía que hacer ni que decir, no estaba preparado para esto.
—Oh, Dios … Me estás realmente chupando la polla, tía … No puedo creerlo … Debo estar soñando …
—No, querido … lo que estás sintiendo es la boca de una mujer cachonda chupando tu exquisita polla … ¿Quieres que te lo chupe un rato más? …
—Hmmmmmm … S-siii, tía … Hazlo por favor … Aaahhhhhh …
Ella siguió adelante impávida tragándose mi polla por entero y jalándome suavemente con una mano. Me chupaba la punta con rápidas lamidas y luego volvía a devorarlo hasta tocar mis vellos púbicos con sus labios pintarrajeados de un intenso rojo. Era una magnifica mamada. Mi primera mamada y me la estaba dando mi hermosa tía. Estaba al borde de mi clímax, pero ella era tan hábil que sabía con certeza como manejar mi polla y me estimulaba hasta llevarme en alto hasta tocar el cielo, luego apretaba mi polla y esperaba que esas sensaciones demenciales fenecieran por si solas. Enseguida comenzaba todo de nuevo, sin darme la liberación que me hacía agonizar.
—Aaahhhhhh … Aahhhhh … Por favor, tía … No aguanto más …
Comencé a gemir en un plañido de frustración, me estaba desesperando y necesitaba esa liberación rápidamente. Quería rogarle y mendigar para que me dejara correrme, pero ella continuaba jugando hábilmente con mi pene.


Repentinamente se detuvo. Se giró y buscó en su cesta el vibrador rojo y negro, lo encendió y este solo ronroneó por unos breves instantes y volvió a quedar silente. Ella también quería volver a correrse. Miró mi cara de desesperación, volvió a acomodarse sobre la cama. Sus ojos echaban chispas y su voz sonó ronca, cuando me dijo:
—Creo que ahora estás listo …
Me sentí eufórico, finalmente era mi turno. Me quedé quieto esperando su próximo movimiento. Ella puso sus manos sobre mi polla y me acomodó entre sus piernas, luego acarició mis muslos y mí abdomen. Estaba sintiendo el característico cosquilleo en mis bolas y mi glande, estaba por explotar. Por fin mi liberación estaba pronta. Me dolía mi polla y continuos escalofríos recorrían mi espalda como pequeñas descargas eléctricas. Tía Fiordaliso continuó a acariciar mi pija suavemente.
—Hazme saber cuando estés pronto a correrte …
Dijo recordándome mi deber.
—Umpf … S-ssiii …
Gruñí en una súplica. Y yo sabía que no me faltaba mucho. Muy dentro de mis bolas se estaba formando una ola grande como un tsunami, estaba creciendo y aumentando su potencia en manera implacable.
—Estoy cerca, tía … Muy cerca …
—No te muevas …
Me dijo mí tía, después en un rápido movimiento levantó sus piernas y poniéndolas por mis caderas, las colocó alrededor de mi espalda. Sus talones estaban presionando mi trasero empujándome hacia ella. Comenzó a sacudir mi polla frenéticamente y vi que ya no podía aguantar un segundo más. Desesperado grité.
—¡La taza, tía! … ¡Pásame la taza? … ¿Dónde está la taza? …
—Aquí … Esta aquí …
Dijo tironeando mi polla y dirigiéndola a su húmedo orificio. Sus talones espolonearon mis nalgas y me empujaron encina de ella. Su diminuto coño resbaladizo aprisionó mi polla y comenzó a retorcer mi verga con poderosos apretones de sus músculos vaginales. Ella había metido mi polla en lo profundo de su panocha empapada. Tía Fiordaliso me miró mientras esto sucedía. Su expresión era de férrea determinación. Mientras estaba estrujando mi polla con su coño estrecho, dijo casi en un susurro.
—Ésta es tú taza ahora … Llénala … Lléname con tus cosas …
Me sentí desconcertado, no tuve tiempo para reaccionar ni menos protestar. El aluvión había comenzado. Incluso si hubiese tenido fuerza de voluntad suficiente, la lujuria me sobre pasaba y de seguro no hubiese querido detenerme. Sentí que mis jugos salían en densos y poderosos chorros haciéndome gruñir y gemir fuerte. Tía Fiordaliso me hacía correrme dentro de ella.
—Urrrggghhh … Umpf … Umpf … Aaahhh … Umpf …
—Sí, Mateo … Córrete en mi … Córrete en lo profundo de tu tía … Lléname con tu semilla … Hazme un lindo bebé, cariño ...
Mi cuerpo estaba convulsionando con espasmos a cada potente chorro que salía disparado de mi pija, mientras seguía bombeando el estrecho coño de mi tía, sentí como que se me acalambraban los pies. Sus piernas me mantenían con fuerza pegado a su monte de venus. Nuestras pelvis se restregaban la una con la otra y el semen continuaba a fluir de mi pene a la vagina caliente de mi tía. Me caí encima de ella con mi polla palpitando dentro de ella.


Tía Fior también me había rodeado con sus brazos y se aferraba con fuerza a mi cuerpo como si nunca más quisiera separarse de mí. Su voz había pasado a un susurro ronco y grave.
—Sí, Mateo … Llena mi útero … Lléname con tu semilla … Haz mi bebé … Haz como los griegos … Fecúndame …
Mis caderas chocaban al mismo ritmo de las de ella, empujando cada vez más profundo dentro de su coño. Como si mi orgasmo no tuviera fin. Su coño se rebalsaba con mi semen.
—Oh, Fior … Uhmmmmmm … Ooohhhhhh … ¡Carajo! …
—Sí, querido … Sigue corriéndote en mí … Todo … Dame todo dentro …
Me parecía haber perdido el sentido de mis piernas, no tenía un control de ellas. Me había deslizado más hacia adelante y más encima de mí tía, estaba chocando con su ingle y su estrecho chocho había aprisionado mi entera polla. Comenzaba a sentir el delicioso cuerpo de tía Fiordaliso debajo de mí. Mis pectorales comenzaban a aplastar sus exuberantes pechos y sentí la dureza de sus pezones en mi piel. Sentí sus dedos recorriendo mis cabellos y apreté mis músculos para vaciar algunas gotas más de esperma profundamente en ella. La escuché susurrar cerca de mi oído:
—Qué buen sobrino que eres …
—Uhhmmrrggg …
Gruñí feliz en su oído. Nunca en mi corta vida me había sentido más hombre que ahora. Mi cabeza todavía giraba. Me quedé sin aliento y me relajé un poco encima de ella, pero mi centro de gravedad estaba concentrado en mi polla que estaba incrustada profundamente en la conchita de tía Fiordaliso. Todavía dudaba de que esto estuviese realmente sucediendo. Mantuve mis ojos cerrados disfrutando de la exquisita sensación de estar dentro de su cuerpo cálido y suave. Ella mantenía sus piernas firmemente alrededor de mí y empujaba suavemente su pelvis contra la mía como para incitarme a descargar todo dentro de ella.


No sé cuanto tiempo nos mantuvimos estrechamente atados el uno al otro. Luego relajó sus piernas y yo me derrumbé a su costado. Nos quedamos ambos boca arriba por un poco, tratando de recuperar nuestra respiración. Fue entonces cuando ella inició a acariciar suavemente mi pecho con sus delicados dedos, deslizándose hacia abajo sobre mis abdominales, mi vientre y luego más abajo.


Mi polla había perdido algo del vigor inicial, pero sus caricias hicieron la magia de volverlo duro como una roca. Luego se inclinó y se lo llevó nuevamente a su boca tibia y mojada. Enseguida me montó a horcajadas y se empaló suavemente en mi erguido ariete. Con una blanquísima sonrisa, me miró y dijo gozosa.
—Esa fue la parte dos …
—¿Parte dos? …
—Sí … Porque no he terminado contigo … Tu madre ya sabe que no volverás a casa esta noche … haré que me folles una y otra vez durante toda la noche …
Tía Fior comenzó a moverse rotando sus caderas, podía sentir mi polla tocando profundamente el interior resbaladizo de su panocha. Me deslizaba sin esfuerzo dentro y fuera de su coño empapado, aún cuándo su conchita me apretaba como un estrecho guante. Se apoyó en mi pecho con sus manos y siguió dando suaves saltitos sobre mi polla, mientras gemía y chillaba susurrándome diferentes cosas.
—Uhmmmmmm … Que rico que estés aquí conmigo … Lo haremos una y otra vez … Y muchas veces más …
—Oohhmmmmmm … Umpf …
Levanté mis manos para alcanzar sus pesadas tetas, las sostuve apretándolas suavemente juntándolas la una con la otra, luego tomé en forma individual cada una de ellas, la amasé, la sobajeé, la apreté tratando de urgir su pezón hacia adelante, su areola pareció expandirse. Tía Fiordaliso siguió montando mi polla hasta correrse temblando y gimiendo de placer, pero no se detuvo hasta que hizo explotar mi polla dentro de su chocho otra vez. Me sentí feliz. Se sintió maravilloso.
—Eso, Mateo … Córrete dentro de mi útero fértil … Dame toda tu carga tibia y jugosa …
—Hhmmmmmm …
—Me gusta más este método casero, ¿no crees? …
—Ummmmmm … S-siii …
Tía Fiordaliso no me dejó en paz en toda la noche; incluso temprano el domingo lo hicimos varias veces. Lo hicimos como lo hacen los amantes. Dormíamos un rato y luego nos despertábamos para tener relaciones sexuales. Comimos algo y luego teníamos relaciones sexuales. Nos duchamos juntos y luego … Bueno, ya entienden lo que hicimos.


Follamos en el dormitorio, en el baño, en la cocina, en la sala de estar. Ella me mamaba y yo la chupaba. Ella me enseño cosas que yo había visto solo en videos y me dejó hacer prácticamente cualquier cosa depravada sobre ella. Cada vez que me acercaba al orgasmo, ella se aseguraba de tener mi polla profundamente en su coño para recibir mi carga completa dentro de ella.


Cuando finalmente me dejó ir el domingo por la tarde, me sentía agotado. Tenía dolores en todas partes y me costaba moverme, todos los músculos de mi cuerpo estaban sin energía. Aún así, me pareció que era un tipo de cansancio bueno, que no me importaba sufrir. Durante todo el viaje de regreso a casa no pude quitar la sonrisa de mi rostro. Mi huesito pélvico me dolió por muchos días y cada vez que sentía ese dolor, no podía evitar de sonreír.


Después de esa vez, no supe más nada de ella. Pasaron un par de meses y mamá tuvo que hospitalizarse para una intervención quirúrgica, me encontraba solo en casa por algunos días. Seguía pensando en tía Fiordaliso y mi última experiencia con ella. La forma en que me había excitado. La forma en que había hecho que me corriera tantas veces. No había manera de quitármela de la mente, estaba allí en todo momento.


No había nadie como ella. Las chicas del colegio ya no me interesaban, tampoco me parecían tan atractivas como tía Fior. No tenía ganas de salir con ninguna de ellas. Solo pensaba en volver a follar con mí tía una vez más. Fantaseaba con ella todo el tiempo, en la ducha, en sala de clases, en la calle, en el parque. No importaba lo que estuviera haciendo, no podía dejar de pensar en su piel blanca y cremosa, sus pechos carnosos llenos de pecas, sus cabellos cobrizos, su culo redondo y firme. Era una terrible e insoportable agonía.


Tampoco quería recurrir al autoerotismo, me negaba a autosatisfacerme. Pensaba a ella que podía en cualquier momento volver a necesitar de mí. Tenía que guardarme para ella. Ahorrar mi semen para ella. Pasé muchas noches despierto y con deseos de masturbarme, pero me obligaba a no hacerlo, para conservarme para ella. Era muy frustrante no recibir su llamada. Era una espera insufrible e interminable.


El día antes de que mamá fuera dada de alta, volví a casa del hospital. Entré en casa e inmediatamente llegó a mis narices un olor a cocina. Era todo muy extraño porque no había nadie más que yo para cocinar. Sin embargo, el olor a pastel de choclo y humitas llenaba todo el ambiente.
—¿Quién está ahí? …
Pregunté desorientado.
—Hey … Aquí … Soy yo …
Era la inconfundible voz de tía Fiordaliso que llegaba desde la cocina. La visión de mi tía cocinando fue algo digno de observar, llevaba un delantal, nada más que un delantal y nada más. Sus maravillosos glúteos estaban totalmente expuestos en la parte trasera.
—¿Tienes hambre? …
—A-ha … Me comería un elefante …
—Qué bien …
Me pidió que me sentara y luego me sirvió un pocillo de greda con pastel de choclo. Mi corazón latía con fuerza al ver los rápidos movimientos de mi tía con su cuerpo parcialmente desnudo.
—¿Notas algo diferente? …
Me preguntó en modo casual.
—El hecho de que estés aquí es ya algo diferente …
Dije mientras enterraba el tenedor en la costra dulzona del pastel.
—¿Cuándo dan de alta a tu madre? …
—Mañana después de mediodía …
Alcancé a decir viéndola que se metía debajo de la mesa y entre mis piernas. No se demoró nada en desabrochar mis pantalones y encontrar lo que andaba buscando. Suspiré profundamente cuando sentí su cálida boca en mi pene nuevamente; había pasado demasiado tiempo.


Sentir la boca de tía Fior chupándome la polla era increíble. La situación me parecía tan irreal que pensé que me despertaría de un momento a otro. Sin embargo, la sensación se mantuvo en el tiempo y finalmente era lo único que me importaba. Dejé de comer y disfrute la boca de mí tía mientras me lamía y chupaba. Succionó mi glande como una Pro, se trago toda mi polla varias veces hasta hacerla chocar con su garganta. Me preparé para correrme muy pronto.
—Hmmmmm, tía … Ya viene … Siento que me voy a correr …
Entonces sucedió algo increíble, tía Fior no se detuvo. Ella siguió chupándome aún con más ardor, no quería soltar mi pene, lamía y succionaba desenfrenadamente y su cabeza se movía más rápido sobre mi regazo.
—Slurp … Slurp … Gñam-gñam … Muak … Ummmmmm …
Tía Fior no dejaba de lamer, engullir y besar mi polla fogosamente y me resultaba cada vez más difícil contener mi carga.
—Ohhhh, tía … Ummm, tía … Mmmm … Umpf … Ya viene … Umpf …
—Muak-muak … Gñam-gñam … Slurp … Que rico …
—Tía … Lo digo en serio … No resisto más … Ummmmmm …
Tía Fiordaliso parecía no escucharme. Me chupaba ansiosa y con mayor ahínco, concentrando su lengua sobre mi glande. Parecía decidida a no detenerse. Yo quería conservarme para su propósito y a ella parecía no importarle. Me estaba confundiendo y no había más tiempo para pensar. Mis piernas se estiraron y se pusieron tiesas, si seguía así ya no podría aguantar. Traté de levantarme para escapar, pero ella me aferró con inusitada fuerza y me mantuvo sentado a la silla.
—Oooohhhh … Aaaahhhh … Tía, no … Hmmmmmm … Oh, no …
Sentí un torrente de esperma corriendo desde las profundidades de mis entrañas. Un grueso chorro de semen salió disparado de mi polla.
—Vengo … Uuuuhhhh … Ummmmmm … Aaahhh … Umpf … Umpf … Tía, me corrooo …
Sus labios se cerraron alrededor de mi polla que se sacudía y disparaba densos chorros de semen directamente en su boca. Al no haber tenido ningún orgasmo por mucho tiempo, me corrí con tal fuerza que me giraba la cabeza, me vino una especie de vértigo. Agarré la cabeza de tía Fiordaliso y enterré mi polla en lo profundo de su garganta, ella nunca hizo un amago de retirarse, siguió chupando y tragando toda mi semilla. Cuando finalmente deje de estremecerme y solté su cabeza, ella se sentó en sus talones y me miró sonriente.
—Qué tal, ¿eh? … No te esperabas esto, ¿verdad? …
—Ehm … No … Por … ¿Por qué? …
Se levantó de debajo de la mesa y me arrastro con los pantalones abajo hacia la sala de estar. La seguí tratando de no tropezar con mis pantalones y nos dejamos caer en el amplio diván.
—¿Porqué … qué? …
—¿Por qué te tragaste mi semen? …
Me miró con una sonrisa de oreja a oreja, estaba radiante, sus ojos iluminaban todo mi horizonte.
—Porque ya no lo necesito en mi coño, Mateo … ¡Estoy embarazada! …


(Continuará …)


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El regalo más preciado de quien escribe es saber que alguien está leyendo sus historias. Un correo electrónico, a favor o en contra, ¡Tiene la magia de alegrar el día de quien construye con palabras, una sensación y un placer!


luisa_luisa4634@yahoo.com

escrito el
2024-08-29
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