El Bus

por
género
masturbación

Vengo de jugar un partido, voy en el autobús de camino a casa, es de noche, sobre las 9, voy con el pantalón corto y una camiseta, estoy cansado y me he colocado casi al final, voy solo yo y el conductor que ni se fija en mí por el retrovisor. De repente el autobús se para, veo que hay un atasco y al final se ven luces de ambulancia, debe de haber un accidente, toca esperar.
Un poco más adelante veo varias chicas de veintitantos que miran hacia adelante, son curiosas. Veo que deben de ir de fiesta, van muy arregladas, me fijo en especial en una, es morena, bajita y se le marcan unas preciosas tetazas, ¡joder! como está.
Miro hacia adelante, hacia el conductor del autobús, mira hacia adelante, no se fija en mi por el retrovisor. Bajo mi mano y me la meto en el pantalón, miro a la morena bajita, comienzo a masturbarme, mi polla se pone dura, pienso en que si pudiera me follaba a la morenita allí mismo delante de sus amigas en plena calle, noto mi polla más dura, subo una pierna y apoyo el pie en el asiento de delante, me muerdo el labio inferior, de repente noto que el autobús recobra la marcha ¡joder! paro de masturbarme, veo pasar de largo a la morenita ¡ostias puta! qué pena.
Tras pasar la zona donde había dos coches accidentados al poco el autobús se vuelve a parar, esta vez para recoger a una pasajera, es rubia, delgada, con pelo medio largo y un flequillo muy sexy, también debe tener veintitantos. Paga y se dirige hacia mi zona, se sienta en los asientos de al lado, en la otra cristalera. Se sienta pero de repente veo que parece que hace como que huele algo, ¡joder! creo que huele mi erección, me tapo cruzando las piernas, ella se gira hacia mí, me mira desde su asiento, luego baja la mirada hacia mis piernas cruzadas, sonríe, yo giro la cabeza y miro hacia la calle.
De repente noto como la rubia se levanta de su asiento y se acerca, se sienta junto a mí, yo hago que sigo mirando por la cristalera, pero ella de repente acerca su mano a mis piernas cruzadas.
-¡a ver que tienes ahí! -susurra en voz baja para que no la oiga el conductor, mientras acerca su mano a mis piernas cruzadas e intenta separarlas.
Yo no digo nada, sigo mirando hacia la calle, me resisto a abrir mis piernas, pero ella hace fuerza, insiste.
Finalmente muevo la pierna, todavía sigo con mi erección que se marca en mis pantalones cortos, la rubia sonríe, la veo por el reflejo del cristal.
-¿qué hacías pajillero? -dice en voz baja mientras el conductor va a lo suyo, ni se entera.
Giro la cabeza y la miro avergonzado, la rubia comienza a acariciarme el muslo mientras con la otra mano se desabrocha un botón de su camisa a cuadros, deja ver un canalillo precioso, no lleva sujetador. Miro su flequillo sexy que le tapa un ojo, ¡joder! esta también me pone, estoy fatal.
-¿cómo te llamas? -susurro
-¡qué más da! -me dice mientras comienza a meter la mano en mi pantalón, saca mi polla al aire, vuelve a meter la mano en mis pantalones, me saca también los huevos.
-¡ahhhh! -gimo en voz baja
-¿cómo te llamas? -la insisto mientras cierro los ojos, ella comienza a masturbarme, primero me agarra los huevos y luego me agarra la polla, estoy en el cielo.
-¿llámame como quieras? -susurra mientras me ordeña.
-dime un nombre, quiero acordarme de ti- la susurro con los ojos cerrados del gusto.
-¡como que te vas a olvidar de esta paja!- dice ella mientras sonríe
Levanto mi pierna junto al cristal, la apoyo en el asiento de delante, saco la lengua mientras continuo con los ojos cerrados
-¡cómo te llamas puta! -la digo mientras sigo con los ojos cerrados.
Ella no responde, comienza a pajearme más fuerte, aprieto los dientes, aprieto más mi pie contra el asiento de delante.
-¡llámame Carolina cabrón! -me dice mientras mira hacia adelante, mientras me masturba de forma violenta.
Abro los ojos, la miro, muevo mi cintura para acompañar su paja, miro su escote, no puedo evitarlo y lanzo mi mano a su camisa y magreo una sus tetas, ella sin parar de mirar hacia adelante, con su mano libre me coge la mano con fuerza y me la aparta de golpe, continua masturbándome.
Vuelvo a cerrar los ojos, pero vuelvo a abrirlos, insisto, vuelvo a lanzar mi mano contra su pecho, ella continua mirando hacia adelante, esta vez se deja manosear. Noto su pezón duro, manoseo su pecho que me cabe en la palma de la mano ¡Dios estoy en la gloria!
-¡eres preciosa!- la susurro
-¡calla gilipollas!- me dice mirando al frente.
-¡ya!, di lo que quieras, pero tu pezón y el olor de tu coño me dice que tú también disfrutas
Ella calla, me aprieta la polla más.
-¡ahhh! -gimo
-¡aprieta lo que quieras! -la digo
-¡pajillero cabrón! –susurra mientras sigue sin mirarme.
De repente el autobús se para, sube una mujer, bajo mi pierna, saco mi mano del escote de Carolina e intento guardarme la polla y los huevos pero ella no me deja, no me suelta la polla, me aparta las manos, insisto pero ella sin parar de mirar hacia adelante me impide colocarme los pantalones, yo desisto.
La mujer se dirige a la parte de atrás pero al pasar junto a nosotros nos ve, ve mi polla erecta y mis huevos a la vista, Carolina se gira y mira a la mujer. La cuarentona no sabe qué hacer, hace que continua andando pero retrocede y se sienta en los asientos de al lado, en la otra cristalera como hizo Carolina al principio. Es una mujer corriente pero guapa, cuarentona, pelo corto y teñido de pelirrojo, tiene unas enormes tetas mmmmmmmm……
Carolina vuelve a comenzar a masturbarme, no me resisto, me abro de piernas, la cuarentona nos mira de reojo, Carolina mira al frente, yo miro a la cuarentona, saco la lengua me relamo, la mujer lanza un suspiro, veo como se comienza a acariciar uno de sus enormes pechos, se manosea uno por encima de la ropa.
Carolina gira la cabeza, mira a la mujer manoseándose el pecho mientras la mujer mira mi entrepierna ya sin reparos, Carolina sonríe, de repente se gira más hacia mí y aumenta la velocidad de la paja, coloca mi polla casi pegada a mi pecho, Carolina suelta mi polla, coloca esa mano junto a mi ombligo y comienza a masturbarme con su otra mano, quiere que eyacule en su mano. La cuarentona se inclina hacia adelante para poder seguir viendo la paja.
-¡vamos! -me susurra Carolina.
Yo la miro, es preciosa, su flequillo rubio tapándole un ojo es súper sexy, la miro, la miro, ¡estoy en el cielo!, me imagino que es mi novia, que me la follo todos los Días, que me adora………
-¡me corro! -la susurro para avisarla
Ella no para de mirarme a los ojos, yo la miro a su cara de ángel, la cuarentona se mete la mano en su escote, se magrea su pecho enorme.
¡Me corro! ¡me corro! comienzo a eyacular en la mano de la rubia que la tiene apoyada en mi ombligo, me muerdo los labios para no gritar del gusto, Carolina no para de mirarme a los ojos, mi leche continua saliendo mientras ella continua masturbándome, mi cuerpo se convulsiona, me revuelvo en mi asiento, ella no me suelta la polla ni de coña.
Mi leche para de salir, caigo rendido al asiento, jadeo, miro hacia adelante, el conductor no se ha enterado, bajo la mirada veo la mano de Carolina llena de mi leche, cojo mi polla y mis huevos y me los meto en los pantalones, ella se levanta del asiento y se sienta junto a la cuarentona que saca su mano de su escote.
Veo como Carolina la susurra algo a la cuarentona
-Manuela, se llama Manuela- me dice Carolina
-Acuérdate de ella también- me susurra Carolina.
Con la palma de la mano llena de mi semen, veo como Carolina se la coloca en su regazo, veo como con la otra mano agarra la nuca de la cuarentona, esta se resiste pero finalmente cede, agacha su cabeza hacia la mano llena de mi semen.
Allí estoy yo en un autobús a las nueve y pico de la noche, jadeando todavía después de una de las mejores corridas de mi vida viendo como una desconocida de cuarenta y tantos lame como una perra en celo mi corrida de la mano de una preciosa rubia que me mira mientras sujeta por la nuca a la cuarentona ¡Diossss me siento un semental!
Carolina suelta la cabeza de Manuela, la cuarentona se incorpora, veo mi semen en la comisura de sus labios, se los limpia con una mano. Carolina continua mirándome, levanta su mano y comienza a lamerse su mano con lo que queda de mi leche.
-¡hija de puta! -la susurro
Ella no dice nada, se relame, se levanta y se dirige a la puerta trasera del autobús, toca el timbre, el autobús se para, ella se baja, no mira atrás, ¡Dioooos! hice bien en preguntar su nombre, nunca la olvidaré.
El autobús sigue su camino, la cuarentona no me mira, mira al frente, al rato se levanta, me mira, pasa un dedo por los labios como volviéndose a limpiar mi semen y se dirige a la puerta, llama al timbre, el autobús se para y ella se baja, pero antes ella si se para y me lanza una mirada y una sonrisa, baja y desaparece en la noche, el autobús continua su camino
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2020-12-10
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