El trote matutino
por
Anitaslut44
género
incesto
Esa mañana salí a trotar un rato por una arboleda cercana.
Después de un par de vueltas, se me puso al lado un tipo más o menos de mi edad, bastante fachero, con un lindo físico. Intentaba darme charla mientras yo trataba de concentrarme en mi ritmo de respiración y en la marcha.
Unas vueltas más tarde, sentí un tirón en mi pantorrilla y tuve que detenerme. El tipo se ofreció a quedarse conmigo mientras me recuperaba. Después me dijo si quería acompañarlo a su departamento, que quedaba muy cerca.
Lo pensé bien. Esa mañana no estaba de mucho humor como para coger con un desconocido; pero mi adorado Víctor estaba fuera de la ciudad y mi calentura entonces pudo más. Acepté su oferta…
Apenas entramos a ese bulo, el flaco me ofreció agua y enseguida me despatarré sobre un amplio sillón. Se sentó a mi lado, haciéndome masajes en la pantorrilla que me dolía.
Encendió el televisor, invitándome a mirar un partido de rugby.
Unos minutos después, ya le estaba acariciando la verga mientras él me metía mano por dentro de mis calzas de jogging…
Me quitó mi camiseta transpirada, diciendo que le encantaba mi olor a hembra en celo. Me acarició las tetas mientras se quitaba los pantalones para que le lamiera la pija…
Después de meterme esa tiesa verga en mi boca, sentí que comenzaba a perder el control. Disfruté por un buen rato lamiendo esa cosa y entonces supe que ambos estábamos listos para más.
El flaco se levantó y me pidió que lo dejara grabar mi cuerpo desnudo en video. Me quité las calzas y me puse en cuatro sobre el sillón, corriéndome la tanga a un lado, para mostrarle mis labios vaginales recién depilados…
Pude ver que su verga se alzaba hacia el cielorraso, mientras el tipo filmaba mi concha desde atrás.
Dejó la cámara fija a un costado y se me acercó sosteniendo esa verga con las dos manos. Me saqué la tanga empapada…
Mi vagina ya bien lubricada hizo posible que esa gruesa cabeza entrara fácilmente. Fue algo glorioso…
El tipo tenía una manera muy particular de coger. Me daba dos o tres embestidas violentas seguidas y enseguida se mandaba una profunda penetración que me llegaba hasta el fondo de la vagina.
De repente empecé a sentir una serie de rápidos orgasmos, breves pero al mismo tiempo eran muy intensos; algo que me hacía aullar como una perra en celo…
El turro lo notó enseguida y repitió el procedimiento muchas veces.
Deseosa de tener el control y poder alcanzar la máxima profundidad en la penetración, le dije que quería cabalgar sobre él.
Con solo sentarme sobre su pija, tuve otro intenso orgasmo.
Cabalgar sobre esa verga de espaldas a él, me permitió disfrutar de una penetración todavía más profunda. Comencé a moverme y apenas unos segundos después, volví a sentir una nueva seguidilla de orgasmos.
Después de notar que yo ya había tenido cuatro acabadas consecutivas, el flaco me hizo desmontar de su pija y otra vez me puso en cuatro. Me cogió como a una perra, tirándome de los pelos y diciéndome que era una verdadera puta; lo que me excitó más…
Me sacudió la concha con furia, haciéndome aullar y jadear como nunca. Mi cuerpo cansado y transpirado seguía pidiendo más y más, hasta que largó la pregunta mágica:
“Dónde te gustaría que acabara…?” Le respondí que en mi boca.
Recibí su semen caliente en el fondo de mi garganta y me tragué todo sin sentir culpa. Un rato después estaba en la calle, rumbo a mi casa.
La pierna ya no me dolía y entonces pensé que, después de semejantes polvos que me había echado con ese tipo, ni siquiera le había preguntado su nombre…
Después de un par de vueltas, se me puso al lado un tipo más o menos de mi edad, bastante fachero, con un lindo físico. Intentaba darme charla mientras yo trataba de concentrarme en mi ritmo de respiración y en la marcha.
Unas vueltas más tarde, sentí un tirón en mi pantorrilla y tuve que detenerme. El tipo se ofreció a quedarse conmigo mientras me recuperaba. Después me dijo si quería acompañarlo a su departamento, que quedaba muy cerca.
Lo pensé bien. Esa mañana no estaba de mucho humor como para coger con un desconocido; pero mi adorado Víctor estaba fuera de la ciudad y mi calentura entonces pudo más. Acepté su oferta…
Apenas entramos a ese bulo, el flaco me ofreció agua y enseguida me despatarré sobre un amplio sillón. Se sentó a mi lado, haciéndome masajes en la pantorrilla que me dolía.
Encendió el televisor, invitándome a mirar un partido de rugby.
Unos minutos después, ya le estaba acariciando la verga mientras él me metía mano por dentro de mis calzas de jogging…
Me quitó mi camiseta transpirada, diciendo que le encantaba mi olor a hembra en celo. Me acarició las tetas mientras se quitaba los pantalones para que le lamiera la pija…
Después de meterme esa tiesa verga en mi boca, sentí que comenzaba a perder el control. Disfruté por un buen rato lamiendo esa cosa y entonces supe que ambos estábamos listos para más.
El flaco se levantó y me pidió que lo dejara grabar mi cuerpo desnudo en video. Me quité las calzas y me puse en cuatro sobre el sillón, corriéndome la tanga a un lado, para mostrarle mis labios vaginales recién depilados…
Pude ver que su verga se alzaba hacia el cielorraso, mientras el tipo filmaba mi concha desde atrás.
Dejó la cámara fija a un costado y se me acercó sosteniendo esa verga con las dos manos. Me saqué la tanga empapada…
Mi vagina ya bien lubricada hizo posible que esa gruesa cabeza entrara fácilmente. Fue algo glorioso…
El tipo tenía una manera muy particular de coger. Me daba dos o tres embestidas violentas seguidas y enseguida se mandaba una profunda penetración que me llegaba hasta el fondo de la vagina.
De repente empecé a sentir una serie de rápidos orgasmos, breves pero al mismo tiempo eran muy intensos; algo que me hacía aullar como una perra en celo…
El turro lo notó enseguida y repitió el procedimiento muchas veces.
Deseosa de tener el control y poder alcanzar la máxima profundidad en la penetración, le dije que quería cabalgar sobre él.
Con solo sentarme sobre su pija, tuve otro intenso orgasmo.
Cabalgar sobre esa verga de espaldas a él, me permitió disfrutar de una penetración todavía más profunda. Comencé a moverme y apenas unos segundos después, volví a sentir una nueva seguidilla de orgasmos.
Después de notar que yo ya había tenido cuatro acabadas consecutivas, el flaco me hizo desmontar de su pija y otra vez me puso en cuatro. Me cogió como a una perra, tirándome de los pelos y diciéndome que era una verdadera puta; lo que me excitó más…
Me sacudió la concha con furia, haciéndome aullar y jadear como nunca. Mi cuerpo cansado y transpirado seguía pidiendo más y más, hasta que largó la pregunta mágica:
“Dónde te gustaría que acabara…?” Le respondí que en mi boca.
Recibí su semen caliente en el fondo de mi garganta y me tragué todo sin sentir culpa. Un rato después estaba en la calle, rumbo a mi casa.
La pierna ya no me dolía y entonces pensé que, después de semejantes polvos que me había echado con ese tipo, ni siquiera le había preguntado su nombre…
0
votos
votos
evaluación
0
0
Continuar leyendo cuentos del mismo autor
historia previa
Miriam y los reactivos de phsiguiente historia
Mi mujercita en videos
Comentarios de los lectores sobre la historia erótica