Mi mujercita en videos
por
Anitaslut44
género
voyeur
Ese anochecer, cuando la dejé en la puerta de la casa de nuestro amigo, Ana se veía algo inquieta, excitada y muy caliente. Una mezcla verdaderamente explosiva.
Apenas habló durante el camino, pero no dejaba de moverse en el asiento, haciendo girar levemente sus caderas y rozando al descuido sus firmes tetas por encima de la seda de su blusa. Al no llevar sostén, sus pezones erectos se perfilaban con nitidez a través de la tela.
Unas calles antes de llegar, Anita quiso que nos detuviéramos a un costado del camino.
Sin decir palabra comenzó a acariciarme la verga por encima de mis pantalones. Yo separé los muslos y dejé escapar un suspiro mientras ella bajaba la cremallera, sacaba mi verga y se la introducía glotonamente en la boca.
Estuvo mamándola durante varios minutos, llevándome al borde del mismo orgasmo. Pero de pronto se detuvo, me miró con picardía y volvió a guardar mi erección dentro de mis pantalones…
La miré como pidiéndole que no me dejara así; pero ella sonrió diabólicamente y me ordenó arrancar otra vez.
“No quiero que acabes todavía… habrá tiempo después, mi amor…cuando yo te lo diga…” Dijo suspirando…
Llegamos a la casa de nuestro amigo David, justo cuando comenzaba a anochecer. Antes de salir del coche, con un gesto rápido se quitó la pequeña tanga y me la entregó.
Esa tanga era diminuta; no me imaginé que Anita se atreviera a usar eso, que apenas cubría sus labios vaginales depilados. Pero tenía el inconfundible olor a hembra salvaje de mi sensual mujercita y una generosa mancha de su flujo en medio de la breve tela que cubría la entrepierna…
“En un rato ya tendrás noticias nuestras. Atento al móvil…”
La señal de mi celular sonó como un trueno dentro del auto; donde yo seguía esperando, con la mano en mi verga, acariciándome muy despacio mientras imaginaba la escena que estaría desarrollándose en esa casa, apenas a unos metros de donde yo estaba aguardando impaciente...
Un leve resplandor se veía por la ventana del dormitorio. Sin duda esas luces temblorosas eran de unas velas repartidas por la habitación. Pero unos momentos antes la persiana había estado baja…
Tomé el móvil con mi mano temblorosa. Había un mensaje de Anita, con un vídeo adjunto… Con el corazón acelerado pulsé el icono y abrí ese vídeo.
La verga se me endureció como una viga de hierro, al ver en esa pequeña pantalla a mi dulce mujercita boca arriba sobre la cama, con sus largas y torneadas piernas abiertas al máximo, suplicándole con voz ronca a David que le clavara su dura verga…
Nuestro amigo no se hizo rogar mucho. Asiéndola por los tobillos, le abrió bien los muslos y enterró un buen pedazo de verga dentro de la delicada concha de mi esposa; en una sola embestida larga y brutal…
En ese instante Anita cerró los ojos y un sordo gruñido escapó de sus labios. Arqueó la espalda y se abandonó a esa placentera invasión, mientras sus puños se crispaban sobre la sábana y hacía un esfuerzo para aguantar semejante lujuriosa embestida de David.
Ver el delicado cuerpo de mi mujercita penetrado con tanta pasión y lujuria y su hermoso rostro tenso por el placer, me provocó una tremenda calentura. Algo casi irracional…
Entonces Ana giró su cara hacia la cámara y susurró:
“Me está haciendo acabar tu amigo… quiero que vos hagas lo mismo, mi amor… ahora…!!”
Y un tremendo orgasmo gritado a todo pulmón por Anita, acompañado de semen saliendo disparado de mi verga dura, coincidió con el momento en que todo su cuerpo se quedó tenso, los dedos agarrotados en los brazos de nuestro amigo y las calderas soldadas a su pelvis, recibiendo, a su vez, una buena descarga de leche hirviente en su delicada concha…
El video se terminaba allí, pero yo sabía que debía tener paciencia para esperar más. Anita no iba a conformarse solo con un polvo tan rápido y un simple orgasmo…
Limpié mi propio semen derramado sobre mis pantalones y el asiento del auto. Sabía que pronto llegaría otro video.
Veinte minutos después, mi espera tuvo su recompensa.
La pantalla de mi celular se iluminó otra vez y entonces abrí un nuevo video.
Mi dulce Anita estaba en cuatro sobre la cama. Su bello rostro transfigurado mirando directamente a la cámara. Parecía estar agotada, pero su expresión era de puro placer. David estaba de rodillas detrás de ella, sosteniéndola por las caderas. Ana habló con su voz algo temblorosa:
“El turro de tu amigo me robó otros dos orgasmos y me dejó la concha arruinada a puro golpe de pija… Ahora quiere metérmela por el culo… qué hago, mi amor…?”
Suspiré hondo, miré otra vez ese video entero, sintiendo que mi pija volvía a endurecerse otra vez y luego empecé a teclear mi respuesta…
Apenas habló durante el camino, pero no dejaba de moverse en el asiento, haciendo girar levemente sus caderas y rozando al descuido sus firmes tetas por encima de la seda de su blusa. Al no llevar sostén, sus pezones erectos se perfilaban con nitidez a través de la tela.
Unas calles antes de llegar, Anita quiso que nos detuviéramos a un costado del camino.
Sin decir palabra comenzó a acariciarme la verga por encima de mis pantalones. Yo separé los muslos y dejé escapar un suspiro mientras ella bajaba la cremallera, sacaba mi verga y se la introducía glotonamente en la boca.
Estuvo mamándola durante varios minutos, llevándome al borde del mismo orgasmo. Pero de pronto se detuvo, me miró con picardía y volvió a guardar mi erección dentro de mis pantalones…
La miré como pidiéndole que no me dejara así; pero ella sonrió diabólicamente y me ordenó arrancar otra vez.
“No quiero que acabes todavía… habrá tiempo después, mi amor…cuando yo te lo diga…” Dijo suspirando…
Llegamos a la casa de nuestro amigo David, justo cuando comenzaba a anochecer. Antes de salir del coche, con un gesto rápido se quitó la pequeña tanga y me la entregó.
Esa tanga era diminuta; no me imaginé que Anita se atreviera a usar eso, que apenas cubría sus labios vaginales depilados. Pero tenía el inconfundible olor a hembra salvaje de mi sensual mujercita y una generosa mancha de su flujo en medio de la breve tela que cubría la entrepierna…
“En un rato ya tendrás noticias nuestras. Atento al móvil…”
La señal de mi celular sonó como un trueno dentro del auto; donde yo seguía esperando, con la mano en mi verga, acariciándome muy despacio mientras imaginaba la escena que estaría desarrollándose en esa casa, apenas a unos metros de donde yo estaba aguardando impaciente...
Un leve resplandor se veía por la ventana del dormitorio. Sin duda esas luces temblorosas eran de unas velas repartidas por la habitación. Pero unos momentos antes la persiana había estado baja…
Tomé el móvil con mi mano temblorosa. Había un mensaje de Anita, con un vídeo adjunto… Con el corazón acelerado pulsé el icono y abrí ese vídeo.
La verga se me endureció como una viga de hierro, al ver en esa pequeña pantalla a mi dulce mujercita boca arriba sobre la cama, con sus largas y torneadas piernas abiertas al máximo, suplicándole con voz ronca a David que le clavara su dura verga…
Nuestro amigo no se hizo rogar mucho. Asiéndola por los tobillos, le abrió bien los muslos y enterró un buen pedazo de verga dentro de la delicada concha de mi esposa; en una sola embestida larga y brutal…
En ese instante Anita cerró los ojos y un sordo gruñido escapó de sus labios. Arqueó la espalda y se abandonó a esa placentera invasión, mientras sus puños se crispaban sobre la sábana y hacía un esfuerzo para aguantar semejante lujuriosa embestida de David.
Ver el delicado cuerpo de mi mujercita penetrado con tanta pasión y lujuria y su hermoso rostro tenso por el placer, me provocó una tremenda calentura. Algo casi irracional…
Entonces Ana giró su cara hacia la cámara y susurró:
“Me está haciendo acabar tu amigo… quiero que vos hagas lo mismo, mi amor… ahora…!!”
Y un tremendo orgasmo gritado a todo pulmón por Anita, acompañado de semen saliendo disparado de mi verga dura, coincidió con el momento en que todo su cuerpo se quedó tenso, los dedos agarrotados en los brazos de nuestro amigo y las calderas soldadas a su pelvis, recibiendo, a su vez, una buena descarga de leche hirviente en su delicada concha…
El video se terminaba allí, pero yo sabía que debía tener paciencia para esperar más. Anita no iba a conformarse solo con un polvo tan rápido y un simple orgasmo…
Limpié mi propio semen derramado sobre mis pantalones y el asiento del auto. Sabía que pronto llegaría otro video.
Veinte minutos después, mi espera tuvo su recompensa.
La pantalla de mi celular se iluminó otra vez y entonces abrí un nuevo video.
Mi dulce Anita estaba en cuatro sobre la cama. Su bello rostro transfigurado mirando directamente a la cámara. Parecía estar agotada, pero su expresión era de puro placer. David estaba de rodillas detrás de ella, sosteniéndola por las caderas. Ana habló con su voz algo temblorosa:
“El turro de tu amigo me robó otros dos orgasmos y me dejó la concha arruinada a puro golpe de pija… Ahora quiere metérmela por el culo… qué hago, mi amor…?”
Suspiré hondo, miré otra vez ese video entero, sintiendo que mi pija volvía a endurecerse otra vez y luego empecé a teclear mi respuesta…
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