Sexo entre setos III

por
género
trans

Por tercera vez repetí sin saber muy bien qué me llevaba de nuevo a una experiencia desconocida. Confieso que Axel, la trans, me había despertado una confianza tremenda aunque había una parte de mí que la temía o la guardaba cierto respeto. Creo que iba por no defraudarla.
Las dos noches anteriores entre los setos habían roto los límites de mis fantasías y de mis prejuicios y en eso encontraba cierta satisfacción y placer, y Axel ahí es donde cobraba una tremenda importancia al sacarme de mi zona de confort.
Eran las doce y media pasadas de la noche y ya me encontraba en los jardines echando una ojeada a ver si encontraba a Axel. No había nadie y la calle, habiendo bajado las temperaturas, estaba más desierta que nunca. Sentí cierta decepción y me dispuse irme a casa. Salí a la acera y al llevar unos pocos metros andados hacia casa, un coche negro que pasaba se paró de inmediato a mi lado.
-¡Tenía esperanza! -Exclamó Axel asomada desde la ventana lateral del lado de copiloto-. Sube cariño, vamos a algún lado calentitos.
Se bajó del coche y tras un pequeño pico se subió conmigo a la parte trasera. El coche era uno de alquiler con un hombre de edad media de conductor. Por un momento sentí cierta vergüenza al sentarme acompañada de Axel bajo la mirada por el retrovisor de un tipo al que no conocía y que simplemente se ganaba el dinero aquella noche ejerciendo de conductor.
-Oye -Inició Axel-. ¿Sabes tu condición conmigo?
Me quedé extrañado con la pregunta, que no entendí.
-Sí. Sí sabes qué eres frente a mí. Han sido dos buenas noches, la primera tremenda y la segunda te he permitido disfrutar de Laura porque quería ver cómo la pobrecilla era sometida por un tío tan vicioso como tú. Pero no te quiero mentir y quiero que quede clara tu condición frente a mí...
-Soy tuyo.
Me miró fijamente y muy seria, y continuó:
-...Y si te digo que le comas la polla al conductor, se la comes. ¿Entiendes?
Me quedé en silencio porque cachondo lo daba todo pero en frío me mostraba diferente, había cierto juicio bastante desfavorable hacia ciertos actos.
-Me has disparado cielo, como hace tiempo nadie lo hacía. Un tipo madurito como tú con tanto que dar... y recibir... Pero no quiero decepciones.
-...Soy tu putita.
Una sonrisa se dibujó en sus labios.
-Eso es... Eres mi putita preferida. Mira cómo me pones...
Me llevó la mano bajo su braguita y allí estaba su endurecida polla reventando en las bragas. La mía reaccionó al momento.
-Puedes saborearla un poquito mientras llegamos.
No sabía adonde íbamos pero me olvidé de todo al levantar su faldita para ver bajo la tenue luz del coche su abultado paquete.
Me incliné hacia él, sacándole la polla por un lateral de las bragas. De nuevo me asombré con su tamaño y me costó entender que aquello me hubiera penetrado hacía dos noches. Aun me dolía el ojete.
Tiré del prepucio hacia abajo para descubrir el glande, más apetitoso de lo que imaginaba. Disfruté el instante en que mis labios se posaron sobre la punta, ya ligeramente salada. Con un suave movimiento de pubis su capullo entró entre mis labios, que los apreté para hacerle sentir cuánto lo deseaba. Gimió.
-Mmmm...
Bajé la boca para metérmela hasta la mitad, de nuevo con esa sensación de incomodidad para respirar. Cogí aire por la nariz y comencé a mover mis labios suavemente sobre su tallo.
-Despacito cariño, despacito... Saborea. Juega con tu lengua también...
Posé la lengua y la deslicé alrededor de la base del glande dejando salivar mi boca a mares por toda su polla. Traté de cogérsela con la mano pero me pidió que solo usase la boca.
-Sólo con la boca y despacio...
Empezó a contornear el culo en el asiento jadeando suavemente aunque mi interior ya iba a mil, con la polla totalmente tiesa dentro del pantalón. Deseaba mucho más.
-¿Te gusta cariño mi putita? -Le preguntó al conductor.
-Tu putita tiene mucho vicio.
-Ya lo sé. Y sólo la conozco desde hace tres días.
-¡Pues vaya logro...!
La conversación entre Axel y el conductor se hizo de lo más normal mientras yo me engullía la polla de Axel al ritmo que ella me pedía. Yo ya pensaba en su semen escurriendo en mi boca.
-¿Te lo follarías?
-¡Uf... no sé...! La verdad es que me estáis poniendo cachondo perdido.
-¿No te has follado nunca un ojete?
-Alguno que otro...
-No sé qué calzas -dijo refiriéndose a la talla de su polla-; su culo es estrechito pero puede con todo. Ya has escuchado, es mía.
-¿Quieres que me lo folle?
-No te voy a pagar, así que no diría que no si fuese tú.
-Me dejas... ¡uff...!
-Paramos en algún rincón y te lo dejo. Algo rápido.
De repente giró en una curva dejando la carretera principal. Habíamos salido a carreteras secundarias y todo era campo y monte bajo. Entró con el coche por un camino sin asfaltar y se echó a un lado deteniendo el coche. No había ni un alma y todo estaba en absoluto silencio. Algún coche apartado pasaba por la carretera pero a cien o doscientos metros. Apagó el motor y giró su rostro hacia atrás. Yo no dije nada pero de nuevo sentí el susto que aquella primera noche entre los setos. Curiosamente me encontraba de nuevo entre ellos aunque en un lugar bastante distante de los primeros. Axel me miró.
-Desnúdate. Si quieres quédate luego las playeras y te bajas del coche.
Mi rostro delataba mi miedo. Estaba siendo entregado a un tipo que no me hacía mucha gracia, al que no conocía y parecía que ni Axel.
-No te la va a chupar. Sólo dejo que lo encules. Y échate esto antes -Dijo ofreciéndole un tubo de lubricante-. Quiero que me lo devuelvas entero.
Me quite primero la camiseta y luego el calzoncillo y el pantalón tras las zapatillas, que me puse después para salir del coche. El chófer también se bajaba desabrochándose el pantalón para sacar un enorme pollón.
Axel cerró la puerta derecha de atrás y con la ventanilla bajada me pidió que me apoyara en ella con el culo expuesto hacia el tipo que se iba tras de mí. Noté su fuertes manos manoseando mi trasero como si fuera mercancía. Me lo azotó y se sacudió el miembro para endurecerlo aún más.
Axel miraba mi rostro. La escena sin duda le impactaba. Me acarició la cabeza con cierta dulzura y me vió cerrar los ojos cuando uno de los gruesos dedos del chófer empezó a buscar la entrada a mis entrañas. Cuando lo hizo, lo metió embadurnado en lubricante y mi culo se abrió. Supé qué hace para que el dolor no fuera muy intenso.
-Estrecho, muy estrecho... -Exclamó muy cachondo.
-No tenemos toda la noche -le dijo Axel.
-Toda tu putita entonces mía...
Sacó el dedo y posó la punta de su tremenda polla en mi estrecho esfínter. No dio tiempo para más. Empujó con brusquedad abriendo mi ojete de par en par con el tremendo dolor que quería evitar relajando mi ano. La polla, al menos el glande ya había entrado y yo gritaba dolorido. Axel me miraba alucinada sin darle más importancia a mi dolor, aunque pareció gustarle que aquello fuera así. Hundió la polla hasta el fondo sin piedad ninguna, hasta los huevos, agarrando mis caderas con sus poderosas manos. Era la moneda de cambio con la que pagaba Axel el servicio. Era menos que una puta, pagada con dolor y cierta extraña satisfacción que no entendía. Dejé mi culo para aquel tipo que enculó con su polla enloquecido embistiendo como poseso mi trasero y diciéndome salvajadas que no lograba entender. Me follaba para correrse, eso era más que evidente. No perdería su oportunidad y no tardó en empezar entre rudos gemidos, a escupir semen por la punta de su polla, semen que fue salpicando mis intestinos, semen que recibí con la satisfacción de que mi culo estaba haciendo correr de aquella manera a un tipo cualquiera. Axel acariciaba mi rostro desencajado hasta que el ritmo del tío bajó de lleno al haber descargado todo dentro de mí. Aún la tuvo unos segundos dentro y aún deseé sentirla. Era una puta. Confirmado. Las manos aflojaron mis caderas. Me había marcado los dedos. Sacó la gruesa polla goteante dejándome sentir cierto frío en el ojete.
-¡Uf...! Dios...
El tío se apartaba satisfecho metiéndose la polla de nuevo en el calzoncillo y subiéndose el pantalón. Había terminado, no necesitaba más de mí.
-¡Se lo ha pasado en grande! -Me dijo Axel antes de que él entrase en el coche.
Entró sudoroso y entusiasmado.
-¡Qué delicia de ojete...! Muy estrecho... Me ha encantado. Como pocas. Nunca lo imaginé.
-Bueno cariño, pues date por pagado y da la vuelta volvemos otra vez donde salimos.
El conductor se extrañó, pero Axel le puso una mueca y él arrancó sin más y salimos de nuevo a la carretera vuelta a casa.
-Y tú, te da tiempo a que me la comas hasta que lleguemos. Y ahora hasta el final. Me habéis puesto muy cachonda.
Ya asomaba su endurecida polla y sin tiempo para vestirme me puso una mano detrás de la cabeza y me la empujó inclinándome hacia ella. Arrodillado en el asiento, esta vez sí que se la cogí con la mano derecha y me engullí su delicioso glande que ya goteaba algo de líquido. Como me había dicho, apreté la polla entre los labios y retorcí la lengua en torno al glande haciendo ligeros giros de cabeza y luego moviendo mi cabeza de arriba a abajo para hacerle sentir como si follara. Axel se retorcía de placer y contorneaba su culo sobre el asiento. Traté de introducírmela adentro lo máximo posible sintiendo la punta en mi garganta y dejándome salivar a mares. La pajeé a la vez yendo a por todas. Las luces de las farolas me indicaron que entrábamos en la ciudad y quería hacerle correr en mi boca. Axel estaba a mil y no creí que tardara mucho. Quería sentirle escupir su semen en mi garganta.
-¡Sigue así, sigue así...! ¡Come, comeee...! Ahh, ah, ah, ah...
Axel se retorcía de gusto con cada vez más intensidad. Apretaba mi boca en su polla esperando que empezara a correrse en breve. Los últimos instantes se empezaban a hacer largos y yo me impacienté y sacudí con más rapidez. En ese mismo instante empujó la polla en la boca y un chorro de semen alcanzó la campanilla. Mamé, mamé sin dejar de sacudírsela mientras iba retorciendose y llenando mi boca con sus salpicaduras saladas. Saboreé el semen de mi boca dejándolo chorrear hacia abajo. Axel jadeaba terminando con las últimas embestidas. Apreté su glande para sorber son cuidado la última gota. Ella empujó mi cabeza sudorosa.
-¡Ya cariño, ya...! ¡Uf...! Dios... ¡Mi putita...! ¡Qué buenaaa!
Saqué la polla empapada, al igual que mi boca, que también chorreaba. La miré. Estaba sudorosa y sin duda satisfecha.
-Vístete, vamos a llegar y te dejo donde te cogí. Ya nos veremos.
Con el tiempo justo para vestirme, al llegar me dio un pico y me invitó a bajar sin más.
-¡Espera! -Me gritó cuando me iba- ¡Buena putita!

por
escrito el
2023-09-12
4 1 1
visitas
1
votos
evaluación
3
tu voto

Continuar leyendo cuentos del mismo autor

Denuncia abuso en esto relato erótico

Comentarios de los lectores sobre la historia erótica

cookies policy Para su mejor experiencia del sitio utiliza cookies. Al utilizar este website Usted consiente el uso de cookies de acuerdo con los términos de esta política.