Mi cámara y la del sexto
por
Sidarta
género
voyeur
Nunca imaginé el juego que podía dar una cámara de fotos con teleobjetivo, una vecina con sorpresa en el bloque de al lado y dejarse llevar por el morbo y puro instinto. Deliciosamente embriagador a pesar de las distancias.
Los edificios donde vivo distan como cincuena metros unos de otros por los que aunque hay cierta discreción en intimidad, si uno pone empeño y hace uso de prismáticos, cámara con zoom u otra herramienta de ese tipo, pues la intimidad es menos.
No he tenido nunca especial atención a las ventanas de enfrente hasta hará cosa de unos meses en que una vecina hacía aspavientos asomada a la ventana hablando por teléfono. Yo vivo en un cuarto, ella en un sexto. Aunque seguí a lo mío, en un nuevo accidental vistazo pasada una hora vi que seguía con lo mismo y es cuando me entró cierta curiosidad y cogí la cámara para detrás de las cortinas para verla. Era relativamente joven y no me sonaba de verla por la calle. Disparé con la cámara con la sorpresa de que se activó el flash y pegó el fogonazo. Ella pareció mirar sin dejar de hablar por el móvil. Aunque me asusté de que me pudiera haber visto, luego pensé que era difícil que pensara que aquel fogonazo hubiera sido dirigido a ella. A veces hago pruebas con el flash en la habitación.
Ya atardeciendo y habiendo visto que era una atractiva de edad media y buenas tetas, me quedé prendado, sentí el morbo de volver a verla y de nuevo miré tras las cortinas. Los cristales estaban cerrados pero ella parecía estar detrás. Con la luz de la habitación apagada cogí la cámara de nuevo y apunté asegurándome que esta vez el flash no funcionaría. Me asusté cuando vi que ella, como yo, hacía lo propio conmigo con una reflex y teleobjetivo. Había sido pillado y eso me puso nervioso. Dejé de enfocarla mirándola tras la cortina. De repente saltó su flash. Dudé que viera algo con las cortinas pero aún así el flash se disparó de nuevo. Lo hizo una tercera vez y a la cuarta heché la cortina a un lado y con el último flashazo, si había foto, me vería. Cogí la cámara y de nuevo tras la cortina la miré y aunque era difícl distinguirla bien tras el cristal, me pareció verla quitarse la camiseta. Disparé y en la pantalla pude ver que efectivamente se había quedado en sujetador. Alcé la vista y había abierto la ventana. Aunque no se asomaba sí se dejó ver con más claridad. El morbo se empezó a adueñar de mí y me empecé a excitar. Dudé si todo aquello era una fantasía mía y era casual lo que hacía ella, que no iba conmigo.
Volví a la cámara y ella me apuntaba con la suya. Entonces me señaló y ahí la polla reaccionó comenzando a apretarse en el pantalón corto. Miré el resto de ventanas que parecían tranquilas. Dejándome llevar, me quité la camiseta y abrí la cortina para ver dispararse su flash. Siguió con la cámara unos instantes pero el flash no volvió a saltar. Supuse que hizo alguna foto más. Me fui al baño con la polla tiesa y sin dar crédito, pensando en lo extraño de aquello, si era incorrecto, si me estaba metiendo en un lío, pues no sabía nada de ella. En la cocina bebí agua y me despejé tratando de relajarme.
A los diez minutos volví a la habitación y monté la cámara en el trípode y puse la imagen en pantalla orientándola a su ventana. En unos segundos apareció de nuevo y sin llegar a asomarse del todo sabiéndose observada, alzó su mano derecha y formando un círculo con los dedos hizo el movimiento simulando una paja. Ella seguía en sujetador por lo que era fácil una nueva erección. Luego se señaló, me señaló y se llevó el dedo al ojo. Quería verme.
Mi cama a metro y medio de la ventana se podía convertir en un escaparate perfecto para ella pero temía que alguien más me pudiera ver y aunque me daba un morbo terrible, sentía vergüenza. De nuevo me hizo el gesto de quere verme dejando salir un hermoso y maduro pecho del sujetador. Miré el bulto en mi pantalón. Ella colocó la cámara y aficionada como yo, la posó en el trípode a un lado para que yo pudiera seguir mirándola.
Quise hacer algo rápido y sentado en la cama. Ella observaba a través de su cámara. Aparté el calzoncillo y el pantalón a un lado dejando salir la polla que apuntaba al techo dura como una piedra. Ella miraba a intervalos la cámara y directamente a mí. Yo atendía el resto de ventanas, no quería que nadie más me viera. Me hizo el signo de ok con su dedo alzado. Fui a cubrirme de nuevo y me pidió con una mano que aguantase un poco más. Se estaba masturbando y era lógico que deseara llegar al final. No sé si en un minuto o dos, llevé la mano libre a la polla y ella asintió. Segundos después pareció estar corriéndose ante mis ojos. Tiré del prepucio fuerte hacia abajo con el glande hinchado como un chupa chups. No sabía el alcance de su teleobjetivo, pero ahí estaba pegada al escaparate y sin duda corriéndose intensamente. Desapareció y apagó la luz. Solté mi polla y dejé cubrir de nuevo con la cortina la ventana. Me tumbé muy cachondo y terminé haciéndome una buena paja pensando en sus tetas e imaginando sus dedos en su sexo. Me corrí intensamente sobre mi abdomen y me quedé un buen rato tendido y sintiendo la humedad y como resbalaba el semen sobre mi tripa.
Se hizo de noche y aunque me asomé un par de veces no vi actividad en su habitación. En algún momento bajó la persiana, pero ya siendo tarde y yo me dormí ilusionado con la morbosa experiencia y un nuevo calentón que apenas me dejó dormir. A las dos me levanté empalmado miré la ventana y vi como el resplandor de un láser se revolvía en la habitación. Miré y allí estaba la preciosa vecina. Encendí y apagué la luz para que supiera que allí andaba, que había visto su señal. Activé la cámara y allí estaba ella con la suya. Una hoja con un pequeño texto: “Abre la puerta”. Miré extrañado y me hizo el gesto de girar la mano con el puño casi cerrado. Oí entonces unos golpes. Me dirigí hacia la puerta de la calle y al abrir me encontré con una chica muy jovencita en chándal y un móvil en la mano que me mostró de inmediato. Abierto el whatsapp, la última frase decía: “Quiero espectáculo. Quiero veros en acción. Es mi hermanita pequeña, como verás muy follable.” Ella sonreía algo tímida pero parecía muy espabilada o picara. Entró sin decirle nada y cerró la puerta dirigiéndose hacia mi habitación. Allí saludó sonriendo a su hermana mayor.
Entré en la habitación con una extraña sensación al tener que hacer aquello delante de la otra mirándonos por la ventana con su tremendo zoom. Sonó el móvil, que había dejado sobre la cama: “Algo rapidito. Mi hermanita tiene instrucciones”.
Ella ya se estaba desnudando mostrando sus preciosas curvas y su pequeño cuerpo. con las braguitas ya en el suelo se sentó en el borde de la cama frente a la ventana. Me cogió y poniéndome a mi delante de ella hacia su hermana, bajó mi pantalón y el calzoncillo dejando mi miembro al descubierto. Puso una mano sobre ella cuando ya estaba casi tiesa.
-Mmmm...
Me revolví de gusto cuando apretó la polla entre sus dedos. Me giró hacia ella y ladeados para que su hermana nos viese a ambos, se engulló la polla sin más. Su cálida saliva humedeció todo el glande y empezó a mamar con intensidad. Giré la cabeza hacia la hermana que me saludó con todo el brazo para que pudiera verla. Después sonó el móvil que cojí mientras su hermanita se dedicaba de lleno a chupar sin descanso. “Cómetela tú a ella. Le encanta que se lo coman despacito”. Saqué la polla que costó soltar y le hice tumbar en diagonal sobre la cama. Su hermana debía verlo bien. Apenas tenía vello y su coñito era pequeño y estrecho. Le abrí las piernas y vi como se abría ligeramente con sus labios húmedos. Miré un momento a su hermana y volví a la pequeña hundiendo la boca entre sus muslos que se abrieron aún más cuando apreté la boca hacia su coño. Me sorprendió en su estrechez, como mis labios se deslizaron en su sexo hasta que hundí del todo la boca. Gimió. Arrastré la lengua para arrastrar sus jugos y tragármelos. ¡Qué rico...! exclamé al saborearlo. Golpeé con la lengua hacia los lados y se empezó a deshacer de gusto.
Sonó el móvil: “Se lo haces muy bien, cabrón”. “¡Cómo te lo haría a tí!” le contesté con mi voz.
Y volví al jovencito coñito de mi amante vecina que disfrutaba intensamente acariciándose los muslos mientras se lo comía. Metía la lengua en la estrecha vagina pensando lo bien que iba a deslizarse en ella mi abultada polla. Le subí más las piernas para lamer su ojete sin saber si era de su gusto. Sí que lo era, y bastante. Su ojete se aflojó en cuanto sintió mi lengua llena de saliva.
Sonó el móvil: “¿Su ojete...? Eso es novedad, creo. Y le está encantando... Tengo los muslos chorreando. No tardes en follñártela. Seguro que se corre”.
Levanté la cabeza para ver el rostro de mi amante, con el rostro desencajado de gusto. Sus tetitas eran pequeñas y deliciosas al mismo tiempo, pero no quería explayarme mucho más y la hermana ya me pedía un final feliz.
-¿Vamos a por el final feliz? Te voy a follar hasta el final. Eres deliciosa. Quiero que te corras... -Ella asintió con la cabeza, muy cachonda.
Me puse en pie y girado hacia la ventana, agarré la polla para que la hermana pudiera verla. Me pajeé unos segundos mirando a una y otra hermana. La mayor me hizo el signo de ok con el puño y procedí a follármela.
Me miraba. Estaba a mil, se le notaba. Acariciando sus muslos mientras le alzaba una de sus pierna y con la otra agarraba la polla para apuntarla en su sexo. Apreté suavente y su coño estrechito pero muy húmedo empezó a recibir el lento embite del glande que se iba abriendo paso. Gimió largamente hasta que se la metí adentro cuanto pude. Su vagina se contrajo un par de veces apretando toda mi polla adentro. Me incliné sobre ella y empecé a follarla lentamente con la pantalla del móvil a un lado de su rostro para ver los comentarios de su hermana mayor. “Fóllatela, por Dios..., lentamente, pero que la mates de gusto... Asi es toda una pequeña viciosa, una putita...” “Tengo el coño chorreando y me masturvo lentamente, pero creo que voy a ir yendo hasta el final, así que, tú sigue, sigue...! Veo tu culito moverse entre sus piernas...” “Llámame que quiero oirla gemir y correrse...!
Me detuve un instante y le dije que su hermana quería oirla, así que hizo ella misma la llamada y se puso el móvil en la boca mientras se la volví a hundir en su estrecha vagina que de nuevo se llenó con mi endurecida polla. Empezó a gemir abierta de par en par. No soltaba el móvil, atenta a que su hermana pudiera escucharla gemir, muerta de gusto mientras yo revolvía la polla en su coño. Me eché practicamente sobre ella apoyado con mis dos brazos en el colchoón para ver su rostro jadeante y sus preciosas tetitas temblando a cada empellón. “¡Me voy a correr, me voy a correr...! ¡Ahh, ahhh...!”. Eso me animó a hacerlo yo también y a punto de explotar dentro, empezó ella a correrse. “¡Ahh, ahhgg, aggg... ahggg...!”. De seguido, mi polla empezó a salpicar su vagina con tremenda abundancia y con orgasmo muy intenso. Me tumbé sobre ella sin dejar de sacudir la polla en su coño, sintiendo sus contracciones mientras se corría. Eso exprimió mi orgasmo hasta el límite. La besé en la boca acariciando con ambas manos sus caderas y subiendo luego para alzarla los brazos y sujetarla mientras aún mantenía la goteante polla dentro de ella. La hermana contestaba que había sido tremendo vernos y que se había corrido unos segundos antes que su hermana, con tres dedos dentro del coño. Saqué la polla empapada y goteando mirando su precioso cuerpo.
-¡Uf...! ¡Qué gusto..., Dios...!
Se encogió en la cama con la respiración agitada. Cuando se recuperó, se visitó sin más y haciéndole el gesto a su hermana de okey haciendo muecas divertidas me dijo que había estado genial y se marchó.
Los edificios donde vivo distan como cincuena metros unos de otros por los que aunque hay cierta discreción en intimidad, si uno pone empeño y hace uso de prismáticos, cámara con zoom u otra herramienta de ese tipo, pues la intimidad es menos.
No he tenido nunca especial atención a las ventanas de enfrente hasta hará cosa de unos meses en que una vecina hacía aspavientos asomada a la ventana hablando por teléfono. Yo vivo en un cuarto, ella en un sexto. Aunque seguí a lo mío, en un nuevo accidental vistazo pasada una hora vi que seguía con lo mismo y es cuando me entró cierta curiosidad y cogí la cámara para detrás de las cortinas para verla. Era relativamente joven y no me sonaba de verla por la calle. Disparé con la cámara con la sorpresa de que se activó el flash y pegó el fogonazo. Ella pareció mirar sin dejar de hablar por el móvil. Aunque me asusté de que me pudiera haber visto, luego pensé que era difícil que pensara que aquel fogonazo hubiera sido dirigido a ella. A veces hago pruebas con el flash en la habitación.
Ya atardeciendo y habiendo visto que era una atractiva de edad media y buenas tetas, me quedé prendado, sentí el morbo de volver a verla y de nuevo miré tras las cortinas. Los cristales estaban cerrados pero ella parecía estar detrás. Con la luz de la habitación apagada cogí la cámara de nuevo y apunté asegurándome que esta vez el flash no funcionaría. Me asusté cuando vi que ella, como yo, hacía lo propio conmigo con una reflex y teleobjetivo. Había sido pillado y eso me puso nervioso. Dejé de enfocarla mirándola tras la cortina. De repente saltó su flash. Dudé que viera algo con las cortinas pero aún así el flash se disparó de nuevo. Lo hizo una tercera vez y a la cuarta heché la cortina a un lado y con el último flashazo, si había foto, me vería. Cogí la cámara y de nuevo tras la cortina la miré y aunque era difícl distinguirla bien tras el cristal, me pareció verla quitarse la camiseta. Disparé y en la pantalla pude ver que efectivamente se había quedado en sujetador. Alcé la vista y había abierto la ventana. Aunque no se asomaba sí se dejó ver con más claridad. El morbo se empezó a adueñar de mí y me empecé a excitar. Dudé si todo aquello era una fantasía mía y era casual lo que hacía ella, que no iba conmigo.
Volví a la cámara y ella me apuntaba con la suya. Entonces me señaló y ahí la polla reaccionó comenzando a apretarse en el pantalón corto. Miré el resto de ventanas que parecían tranquilas. Dejándome llevar, me quité la camiseta y abrí la cortina para ver dispararse su flash. Siguió con la cámara unos instantes pero el flash no volvió a saltar. Supuse que hizo alguna foto más. Me fui al baño con la polla tiesa y sin dar crédito, pensando en lo extraño de aquello, si era incorrecto, si me estaba metiendo en un lío, pues no sabía nada de ella. En la cocina bebí agua y me despejé tratando de relajarme.
A los diez minutos volví a la habitación y monté la cámara en el trípode y puse la imagen en pantalla orientándola a su ventana. En unos segundos apareció de nuevo y sin llegar a asomarse del todo sabiéndose observada, alzó su mano derecha y formando un círculo con los dedos hizo el movimiento simulando una paja. Ella seguía en sujetador por lo que era fácil una nueva erección. Luego se señaló, me señaló y se llevó el dedo al ojo. Quería verme.
Mi cama a metro y medio de la ventana se podía convertir en un escaparate perfecto para ella pero temía que alguien más me pudiera ver y aunque me daba un morbo terrible, sentía vergüenza. De nuevo me hizo el gesto de quere verme dejando salir un hermoso y maduro pecho del sujetador. Miré el bulto en mi pantalón. Ella colocó la cámara y aficionada como yo, la posó en el trípode a un lado para que yo pudiera seguir mirándola.
Quise hacer algo rápido y sentado en la cama. Ella observaba a través de su cámara. Aparté el calzoncillo y el pantalón a un lado dejando salir la polla que apuntaba al techo dura como una piedra. Ella miraba a intervalos la cámara y directamente a mí. Yo atendía el resto de ventanas, no quería que nadie más me viera. Me hizo el signo de ok con su dedo alzado. Fui a cubrirme de nuevo y me pidió con una mano que aguantase un poco más. Se estaba masturbando y era lógico que deseara llegar al final. No sé si en un minuto o dos, llevé la mano libre a la polla y ella asintió. Segundos después pareció estar corriéndose ante mis ojos. Tiré del prepucio fuerte hacia abajo con el glande hinchado como un chupa chups. No sabía el alcance de su teleobjetivo, pero ahí estaba pegada al escaparate y sin duda corriéndose intensamente. Desapareció y apagó la luz. Solté mi polla y dejé cubrir de nuevo con la cortina la ventana. Me tumbé muy cachondo y terminé haciéndome una buena paja pensando en sus tetas e imaginando sus dedos en su sexo. Me corrí intensamente sobre mi abdomen y me quedé un buen rato tendido y sintiendo la humedad y como resbalaba el semen sobre mi tripa.
Se hizo de noche y aunque me asomé un par de veces no vi actividad en su habitación. En algún momento bajó la persiana, pero ya siendo tarde y yo me dormí ilusionado con la morbosa experiencia y un nuevo calentón que apenas me dejó dormir. A las dos me levanté empalmado miré la ventana y vi como el resplandor de un láser se revolvía en la habitación. Miré y allí estaba la preciosa vecina. Encendí y apagué la luz para que supiera que allí andaba, que había visto su señal. Activé la cámara y allí estaba ella con la suya. Una hoja con un pequeño texto: “Abre la puerta”. Miré extrañado y me hizo el gesto de girar la mano con el puño casi cerrado. Oí entonces unos golpes. Me dirigí hacia la puerta de la calle y al abrir me encontré con una chica muy jovencita en chándal y un móvil en la mano que me mostró de inmediato. Abierto el whatsapp, la última frase decía: “Quiero espectáculo. Quiero veros en acción. Es mi hermanita pequeña, como verás muy follable.” Ella sonreía algo tímida pero parecía muy espabilada o picara. Entró sin decirle nada y cerró la puerta dirigiéndose hacia mi habitación. Allí saludó sonriendo a su hermana mayor.
Entré en la habitación con una extraña sensación al tener que hacer aquello delante de la otra mirándonos por la ventana con su tremendo zoom. Sonó el móvil, que había dejado sobre la cama: “Algo rapidito. Mi hermanita tiene instrucciones”.
Ella ya se estaba desnudando mostrando sus preciosas curvas y su pequeño cuerpo. con las braguitas ya en el suelo se sentó en el borde de la cama frente a la ventana. Me cogió y poniéndome a mi delante de ella hacia su hermana, bajó mi pantalón y el calzoncillo dejando mi miembro al descubierto. Puso una mano sobre ella cuando ya estaba casi tiesa.
-Mmmm...
Me revolví de gusto cuando apretó la polla entre sus dedos. Me giró hacia ella y ladeados para que su hermana nos viese a ambos, se engulló la polla sin más. Su cálida saliva humedeció todo el glande y empezó a mamar con intensidad. Giré la cabeza hacia la hermana que me saludó con todo el brazo para que pudiera verla. Después sonó el móvil que cojí mientras su hermanita se dedicaba de lleno a chupar sin descanso. “Cómetela tú a ella. Le encanta que se lo coman despacito”. Saqué la polla que costó soltar y le hice tumbar en diagonal sobre la cama. Su hermana debía verlo bien. Apenas tenía vello y su coñito era pequeño y estrecho. Le abrí las piernas y vi como se abría ligeramente con sus labios húmedos. Miré un momento a su hermana y volví a la pequeña hundiendo la boca entre sus muslos que se abrieron aún más cuando apreté la boca hacia su coño. Me sorprendió en su estrechez, como mis labios se deslizaron en su sexo hasta que hundí del todo la boca. Gimió. Arrastré la lengua para arrastrar sus jugos y tragármelos. ¡Qué rico...! exclamé al saborearlo. Golpeé con la lengua hacia los lados y se empezó a deshacer de gusto.
Sonó el móvil: “Se lo haces muy bien, cabrón”. “¡Cómo te lo haría a tí!” le contesté con mi voz.
Y volví al jovencito coñito de mi amante vecina que disfrutaba intensamente acariciándose los muslos mientras se lo comía. Metía la lengua en la estrecha vagina pensando lo bien que iba a deslizarse en ella mi abultada polla. Le subí más las piernas para lamer su ojete sin saber si era de su gusto. Sí que lo era, y bastante. Su ojete se aflojó en cuanto sintió mi lengua llena de saliva.
Sonó el móvil: “¿Su ojete...? Eso es novedad, creo. Y le está encantando... Tengo los muslos chorreando. No tardes en follñártela. Seguro que se corre”.
Levanté la cabeza para ver el rostro de mi amante, con el rostro desencajado de gusto. Sus tetitas eran pequeñas y deliciosas al mismo tiempo, pero no quería explayarme mucho más y la hermana ya me pedía un final feliz.
-¿Vamos a por el final feliz? Te voy a follar hasta el final. Eres deliciosa. Quiero que te corras... -Ella asintió con la cabeza, muy cachonda.
Me puse en pie y girado hacia la ventana, agarré la polla para que la hermana pudiera verla. Me pajeé unos segundos mirando a una y otra hermana. La mayor me hizo el signo de ok con el puño y procedí a follármela.
Me miraba. Estaba a mil, se le notaba. Acariciando sus muslos mientras le alzaba una de sus pierna y con la otra agarraba la polla para apuntarla en su sexo. Apreté suavente y su coño estrechito pero muy húmedo empezó a recibir el lento embite del glande que se iba abriendo paso. Gimió largamente hasta que se la metí adentro cuanto pude. Su vagina se contrajo un par de veces apretando toda mi polla adentro. Me incliné sobre ella y empecé a follarla lentamente con la pantalla del móvil a un lado de su rostro para ver los comentarios de su hermana mayor. “Fóllatela, por Dios..., lentamente, pero que la mates de gusto... Asi es toda una pequeña viciosa, una putita...” “Tengo el coño chorreando y me masturvo lentamente, pero creo que voy a ir yendo hasta el final, así que, tú sigue, sigue...! Veo tu culito moverse entre sus piernas...” “Llámame que quiero oirla gemir y correrse...!
Me detuve un instante y le dije que su hermana quería oirla, así que hizo ella misma la llamada y se puso el móvil en la boca mientras se la volví a hundir en su estrecha vagina que de nuevo se llenó con mi endurecida polla. Empezó a gemir abierta de par en par. No soltaba el móvil, atenta a que su hermana pudiera escucharla gemir, muerta de gusto mientras yo revolvía la polla en su coño. Me eché practicamente sobre ella apoyado con mis dos brazos en el colchoón para ver su rostro jadeante y sus preciosas tetitas temblando a cada empellón. “¡Me voy a correr, me voy a correr...! ¡Ahh, ahhh...!”. Eso me animó a hacerlo yo también y a punto de explotar dentro, empezó ella a correrse. “¡Ahh, ahhgg, aggg... ahggg...!”. De seguido, mi polla empezó a salpicar su vagina con tremenda abundancia y con orgasmo muy intenso. Me tumbé sobre ella sin dejar de sacudir la polla en su coño, sintiendo sus contracciones mientras se corría. Eso exprimió mi orgasmo hasta el límite. La besé en la boca acariciando con ambas manos sus caderas y subiendo luego para alzarla los brazos y sujetarla mientras aún mantenía la goteante polla dentro de ella. La hermana contestaba que había sido tremendo vernos y que se había corrido unos segundos antes que su hermana, con tres dedos dentro del coño. Saqué la polla empapada y goteando mirando su precioso cuerpo.
-¡Uf...! ¡Qué gusto..., Dios...!
Se encogió en la cama con la respiración agitada. Cuando se recuperó, se visitó sin más y haciéndole el gesto a su hermana de okey haciendo muecas divertidas me dijo que había estado genial y se marchó.
0
votos
votos
evaluación
0
0
Continuar leyendo cuentos del mismo autor
historia previa
La jovencita Laura IIsiguiente historia
La madre vecina
Comentarios de los lectores sobre la historia erótica