Un nuevo juego.
por
Juan Alberto
género
incesto
Me llamo Luisa, soy una chica normal y en desarrollo, me refiero a mi cuerpo, ya he tenido mi primera menstruación el año pasado, me asusté mucho, pero mamá me explico todo y entendí que era parte de mi naturaleza y me estaba convirtiendo en mujer, tengo un hermano que es un año menor que yo y es un atolondrado que va en quinto básico, está siempre detrás de mí para que le ayude con sus tareas, para mí es fácil por que son materias que yo pasé el año anterior, pero me molesta que él no se esfuerce un poco más.
En esos tiempos vivíamos en un apartamento de dos habitaciones, nuestros padres ocupaban un dormitorio y yo y Miguel el otro. Dicen que generalmente los hermanos no se llevan bien y pelean por todo, pero ese no era nuestro caso. En muchas cosas éramos cómplices y nos sentíamos muy cercanos afectuosamente. Estudiábamos en el mismo colegio y muchos se admiraban de que tuviéramos una relación tan amistosa.
Pero el tiempo no se detiene y yo comencé a hacerme mujer y él comenzó a mirarme, no me molestaban sus miradas, pero no entendía el porque él se detenía a mirarme cuando yo caminaba solo en bragas, mis senos tampoco se pronunciaban aun, así que no había nada que mirar, además, éramos hermanos y nada podía suceder entre nosotros.
Una tarde al acostarme, lo sentí gemir y luego sollozar, me levanté preocupada.
—¡Miguel! … ¿Qué te sucede? …
—¡Ay! ... no lo sé. hermana …
—¿Cómo que no lo sabes? … ¿Por qué lloras? …
—¡Hmmm! … creo que me hice pipi y no me di cuenta …
—¿Mojaste la cama? …
—No, creo que no … solo mis calzoncillos …
—¿Cómo puede ser eso? …
Levantó el edredón que le cubría y me mostró, yo había comenzado a tener clases de biología y salud sexual en el colegio e inmediatamente tuve una idea de lo que le había sucedido. Su slip se veía humedecido, pero eso no era pipi.
—Haber, Miguel … muéstrame … déjame ver …
Sin siquiera pensarlo él se bajó su calzoncillo y emergió algo que me pareció muy lindo, pero estaba bañado en un liquido blanquecino, denso y acuoso. Su pene estaba semi erecto, lucía imponente, decididamente Miguel tenía una pija grande para su corta edad. Me fui al baño y volví con una toallita pequeña.
—Eso no es pipi, Miguel …
—¿No? … ¿Crees que estoy enfermo? … ¿Puedes decírselo a mamá para que no me mande al colegio mañana? …
—¡No! … ¡tonto! … esto no te impedirá de ir al colegio …
Hasta los siete años nos bañaban juntos, desde entonces que no había tenido la oportunidad de ver la verga de mi hermano hasta ahora. Deben ser más de quince centímetros no duro del todo, probablemente unos dos a tres centímetros más totalmente erecto. Yo y mis amigas ya habíamos comenzado a hablar de sexo y chicos, yo todavía no había puesto mis manos en ninguno de ellos, pero sentía curiosidad al respecto y ahora se me estaba presentando una oportunidad que no podía dejar pasar, aunque fuera mi hermano.
—¿Por qué no? … es una cosa extraña, ¿no? …
—No … no lo es … ¿Qué tiene de extraño? …
—Pues que me desperté un poco sudado … con unos extraños escalofríos y mis piernas estaban tensas … todos síntomas de que algo no va … ¿No crees? …
—¡Tonto! … te has corrido sin tocarte …
—¿Tocarme? … explícame eso … no entiendo …
—¿Sabes lo que es una paja? …
—La palabra no me suena nueva … pero no sé lo que quiere decir en realidad …
—Pero ¿cómo? … ¿Tu y los otros chicos no hablan? …
—¿Hablar de qué? … Hablamos de video juegos y de futbol … que más importante de eso …
—De sexo, idiota … de sexo … ¡Has tenido una eyaculación espontanea! …
—¿Una qué? …
—Que te has corrido … como si te hubieses hecho una paja … déjame que te ayudo a limpiarte …
Arrojé la toalla sobre su pija y con un poco de asco comencé a secar el semen de su miembro, Miguel se apoyo en sus codos y me miraba como si no fuera asunto suyo.
— ¿Se lo vas a decir a mamá? …
—¿Para qué? … ella no necesita saber que te corriste …
—¿Y tú dices que esto es normal? …
—Por supuesto que lo es … eres un joven entrando en la adolescencia … ¡tus hormonas, chico! … se despiertan …
—¿Hormonas? … pero si tú eres mi única hormona …
—¡Idiota! … yo soy tú hermana … las hormonas son mensajeros químicos presentes dentro de tu cuerpo … ellas son las causantes de tu crecimiento y desarrollo … también activan el deseo sexual y a lo mejor tú te excitaste probablemente en un sueño y te corriste sin quererlo … dime … ¿soñabas con alguien? …
—¡Uhmmm! … no te puedo decir …
—¿Soñabas con alguna chica del colegio? … ¿La conozco? … ¿Algunas de mis amigas? …
—¡No! … ¡Ninguna de ellas! …
—¡Te has vuelto un cerdo y has comprado alguna de esas revistas sucias con chicas desnudas! … ¿es eso? …
—¡No! … No gasto mi dinero en eso … ni siquiera me llama la atención … estoy juntando mi dinero para comprar el video juego del año …
—Entonces has estado viendo pornografía en tu computador …
—¡No! … tampoco es eso …
—Entonces … dime … ¿Cuál fue la causa de tú excitación? …
—¿Se lo vas a decir a mamá? …
—Te prometo que no lo haré … será un secreto entre tú y yo … como tantos que hemos compartido desde siempre … tú confías en mí y yo confío en ti …
—Tú …
—¿Tú qué? …
—Estaba soñando contigo …
Por un momento me quedé estupefacta, no podía ser posible que mi hermano se corriera soñando conmigo. ¡Él muy puerco! Pero mientras mis dedos trabajaban con la toallita limpiando su asquerosidad, sentí que su pene comenzaba a erguirse y que sus ojos recorrían mi cuerpo, me sentí extraña, tal vez ofendida, quizás halagada al mismo tiempo, entré en confusión y casi en pánico solté su pene que había alcanzado una monstruosa consistencia.
—¡Cochino! … como puedes correrte soñando conmigo … soy tú hermana … ¿No lo sabes? …
—No me preguntes porqué … ni siquiera yo sé que fue lo que me pasó … es la primera vez que me sucede … recuerdo que no fue desagradable … pero me asusté … tampoco lo relacioné con el hecho de que soñaba contigo … ¿se lo vas a decir a mamá? …
—¡No! … te prometí que no lo haría … y, ¿se puede saber que soñabas? …
—¡Nada! … nada de importante …
—Pero para haberte causado tal efecto debes haber estado soñando algo … ¿me estabas follando? … ¿me veías follar con alguien? … ¿Tú me hacías cosas? … No lo diré a nadie … vamos dime, ¿Qué soñabas? …
—Te veía desnuda … fue una cosa tan fugaz … solo te veía sin nada encima … por eso no lo relacioné con lo sucedido …
—¿De seguro que no me hacías algo? …
—No, no recuerdo de haber estado haciéndote alguna cosa … solo de verte y contemplarte … eres una chica muy bella … sé que eres mi hermana … pero los sueños no se comandan … suceden solamente …
Me quedé ahí pensativa, le encontraba la razón, él al igual que yo está en la etapa de crecimiento. Él muy bobo no sabe lo que le está sucediendo, yo lo relaciono con sus hormonas porque eso aprendí el año pasado en biología. Además, me encuentra bella, es solo la fuerza de la naturaleza que le jugo una mala pasada. Miré su pene que parecía una tienda de campaña cubierto con la toallita, merecía darle una segunda ojeada. Volví a sentarme a su lado y estirando la mano intenté volver a limpiarlo, lo sentí duro, como un mono porfiado, yo lo empujaba hacia abajo y este tornaba a erguirse una y otra vez.
—¿Qué me haces? …
—Pues nada … solo intento limpiarte y ordenarte … pero tu coso no quiere saber … quizás deberías tocarte …
—¿Tocarme? … pero si nunca lo he hecho … no sé hacerlo … ¿tú sabes cómo hacerlo? …
—Bueno … tampoco lo he hecho nunca, pero las chicas hablan y alguna de ellas lo han hecho y creo que debería ser más o menos así …
Saqué la toallita y aferré una piel suavecita y caliente, parecía de terciopelo, se estiraba y se encojía a lo largo de su pija ardiente, mi mano no alcanzaba a cubrir la circunferencia, pero si ponía una sobre la otra, alcanzaba a aferrar la mitad de su pene. Me preguntaba si existiría un coño bastante grande como para coger con esa inmensa polla, mi boca se hizo agua, algo me empujaba a mirarlo más de cerca, me incliné y percibí un olor ligeramente agrio, pero embriagante. Miré a mi hermano que estaba paralizado y respirando con dificultad, tenía una mirada entre incredulidad, pavor y placer.
—¿Me dejas probar su sabor? …
—¿Y tú? … ¿Me dejas probar el tuyo? …
Me encontró totalmente impreparada su respuesta, pero no me pareció algo desatinado y rápidamente respondí:
—Sí … pero nadie más lo debe saber … será como nuestro secreto … ¿Sí? …
—Sí … está bien …
Saqué mi lengua y humedecí mis labios, después acerqué mis labios a su verga que no terminaba de crecer. Mis mandíbulas se esforzaron para probar su cabezota hinchada. Había gruesas venas azules a lo largo de su pija, corrí su cuerito, esa especie de funda suave y afelpada todo para atrás y lo metí en mi boca, mi lengua prontamente se fue a saborear el elixir líquido exquisito que rezumaba de su uretra. Jamás olvidare esa sensación pegajosa en mi boca, me hizo salivar mucho más y pronto su verga entera estaba bañada con mí saliva.
Miguel me tironeaba de mi remera y mis bragas, trataba de alcanzar mi culo, me levanté y me quité mi minúscula tanga, mi coño impúber estaba todo bañado. Me arrodille a su lado e incline mi torso para volver a engullir su polla hermosa e inmensa. No había visto muchas pijas, pero sin lugar a duda esta era la más bella de todas y la más grande de todas. Su glande era como un hongo de historietas, aguzado hacia la punta y se ensanchaba bajando, con una especie de borde y luego venía su larga pija firme y cálida. Jugué un poco con sus cojones, me parecieron del tamaño de unos nísperos grandes envueltos en la rugosa piel casi lampiña, me pregunté ¿Cómo pueden los hombres caminar con esa tremenda polla y esa bolsa de bolas colgando entre sus piernas? Un misterio de la naturaleza, pero la sensación de tocar esas pelotas tibias me producía más calentura. Me acomodé y con una mano tomé su pija y con la otra envolví sus bolas, luego continué a engullirlo, cuando bajé mi cabeza hasta casi tocar su pelvis, me trapiqué y me vino de toser, también una sensación de nauseas que pronto terminaron cuando mi garganta se habituó a recibir tamaña verga hasta el fondo.
Miguel me empujó y me hizo recostar, me metió un dedo en la vagina y su rostro se acerco a mi vientre, sentí que me besaba el ombligo, yo mantenía su verga aferrada firmemente con mi mano, me parecía sentir los latidos de su corazón pulsando en su pija, su dedo se insertó profundamente en mi coño y su lengua llegó a rozar mi pubis, me sentía tan mojada y ansiosa que me faltaba la respiración.
—¡Oh!, Miguel … fóllame con tu dedo y lame mi coño …
—¿Uhmmm? …
El muy idiota se detuvo confundido.
—¿Qué me dijiste? …
—Nada … por favor … no te detengas … continúa …
Lenta y suavemente comenzó a pellizcar mi labia vaginal, me penetró con dos dedos y con la otra mano apretaba mis labios mayores alrededor de sus dedos intrusos, juntándolos y abriéndolos, una y otra vez, plegué mi espina dorsal y apreté mis muslos tensando mis glúteos. Mi hermanito me estaba llevando al paroxismo total, mis piernas se abrían y se cerraban sin control, mis diminutos pezones se habían endurecido en mis pequeñas tetas. Se notaba su inexperiencia, pero la sabia madre natura lo hacía mover sus manos y dedos, como siglos de cachondez humana le dictaban a sus instintos de macho. Mi cuerpo se estremeció y dejé escapar un fuerte gemido mientras me corría con sus dedos en mi chocho.
Todavía temblaba de placer cuando escuché un sonido, Miguel saltó y se metió en su cama fingiendo dormir, apenas alcancé a cubrirme cuando mamá asomó su cabeza por la puerta.
—¿Estas bien, Luisita? …
—Sí, mami … estoy bien … Buenas noches …
—Buenas noches, tesoro … que descanses bien …
—Gracias, mamá … tú también …
Todavía sentía las punzadas en mis tetas, mis mejillas ardían, de seguro estaba sonrojada y mi voz temblaba, espero que mamá no se haya dado cuenta de nada. Me quedé esperando si Miguel regresaba a jugar conmigo, pero pronto sentí su respirar pesante y deduje que se había adormecido como un angelito. Después de arreglar mi cama, volver a colocarme mis bragas, me giré y me adormecí con una sonrisa en los labios, Miguel me había procurado un tremendo orgasmo y las imágenes poco a poco se desvanecieron teniendo en primer plano la gigantesca verga de mi hermano, sabía que tendría que hacerlo mío.
Mi hermano se levantó antes que yo al día siguiente y no hizo mención a nada de lo ocurrido, tampoco yo quise recordarle nada, lo principal era hacer parecer que estaba todo como antes y que nada había cambiado, pero mis pensamientos volvieron a ocuparse de su pene y en mis entrañas sentía un extraño hormigueo pensando en como sería sentirlo dentro de mí, yo quería estar con él.
Los días siguientes nuestros padres se mantuvieron despiertos hasta tardas horas. Me atemorizaba el ser sorprendida con Miguel en alguna situación comprometedora, ¿Qué tal si mamá me encuentra con la polla de Miguel en mis manos?, además, mi hermano se dedicaba más a sus video juegos y no atinaba a nada conmigo, cosa que me hacía enfurecer, pero no iba a desistir de mis planes. Al cuarto día todo cambio para mejor, nuestros padre anunciaron que irían el fin de semana a celebrar un año más de matrimonio, así que regresarían muy tarde. Mamá nos dejó la cena preparada y ellos se fueron a cenar afuera.
Miguel se sentó a la mesa con su Tablet, lo miré con cierto enojo y sin decir palabra la dejo a un costado:
—¡No puedes dejar los juegos ni un solo momento! ¿verdad? …
—Pero ¿Qué te sucede? … ¿Has tenido un mal día? …
—¡No!, pero no me has dicho nada de lo del otro día …
—¿Cuándo nos tocamos? …
—Sí … de eso … ¿Te gusto? …
—¡Uhmm! … Sí … fue algo novedoso … como un nuevo juego …
—¿Y te gustaría volver a jugarlo? …
—¿Y si nuestros padres nos pillan? …
—¡Que bobo que eres! … hoy se fueron a cenar afuera y no volverán hasta muy tarde …
—¡Ah! … ¿Estamos solos tu y yo? …
—Así es … ellos estarán afuera por harto tiempo … ¿Te gustaría jugar? …
—¡Emh! … bueno … sí, creo que sí …
—Bien … entonces después de la cena te vas y te duchas … yo limpiaré la cocina y vendré a ducharme también …
Almorzamos compartiendo diferentes temáticas del colegio, el aniversario de nuestros padres y cosas mundanas de adolescentes, luego Miguel fue a ducharse y yo rápidamente me puse a ordenar y limpiar. Cuando entré al baño, la ducha corría a toda fuerza y detrás del vidrio fumé de la ducha, pude ver que Miguel estaba moviendo su mano a toda prisa magreando su polla.
—¿Qué demonios haces, idiota? …
Lo espeté furibunda.
—¿Acaso no podías esperarme? …
Me miró confundido y compungido, sin entender porqué le estaba llamando la atención.
—Solo me estaba tocando un poco … tú dijiste que era natural, ¿no? …
—Pero cuando tienes una pareja, tienes que hacerlo con tú pareja …
—Y yo no tengo pareja … ¿Qué hay de malo entonces? …
—Tú pareja soy yo, idiota …
—Pero tú eres mi hermana …
—Sí, pero también en este momento soy tú pareja …
—¡Ah!, bueno … si tú lo dices …
—¿En que pensabas cuando lo hacías? …
—En jugar este juego contigo …
—Pues deja de soñar e imaginar … ahora me tendrás toda enterita … podrás mirar la cosa real …
Seguía con su apariencia confundida, todavía su mano estaba aferrando su gruesa polla.
—Pero apúrate que luego tengo que conectarme a jugar …
Me dio rabia, pero no dije nada, no había tiempo que perder, rápidamente me desnudé, Miguel me miraba y comenzaba a prestarme atención, me metí bajo la ducha y aferré su pene con ambas manos.
—Ahora sí … déjame tocarte … déjame continuar con lo que estabas haciendo …
Miguel me miraba e intentaba tocar mi cuerpo, pero sin saber que tocarme, así que tomé una de sus manos y la llevé a mi pequeño pezón derecho, fue como si en su cerebro se hubiese abierto una carpeta con instrucciones, rápidamente se apoderó de mi otro seno y comenzó a besar mi cuello. Quería sentir el sabor de su semen otra vez, así que me arrodillé y me llevé su pija a la boca, suavemente su mano se posó en mi nuca y comenzó a follar mi boca con un suave movimiento de sus caderas. Me levanté con mi boca sabiendo a su esperma y le di un beso en la boca.
—¡Argh! … Pero ¿qué haces? … ¿Me chupas la verga y luego me besas? …
—¡Sí! … es natural y normal que así sea … como también dejaré que me beses luego de que te comas mi coño …
—¿Y no te da asco? …
—Por supuesto que no … esto lo hace todo el mundo … incluso papá y mamá …
—¿Le has visto hacerlo? …
—¡No! … pero ellos son pareja … esto lo hacen las parejas … como tú y yo en este momento …
—¡Ah! … bueno …
Antes de que me reclamara otras cosas, terminamos de ducharnos y nos fuimos a nuestro dormitorio, aferré su verga semi erecta, todavía goteaba agua cuando nos acostamos, pero yo tenía prisa y muchos planes para esta noche. Me acosté encima de él y nos besamos, esta vez él no reclamó nada, sentí sus manos deslizarse por mi cuerpo y posarse en mis nalgas, me apretó a su cuerpo y su pija se movió enérgicamente bajo mi ombligo. En un maravilloso momento él me dio vuelta y se puso encima de mí como macho dominante, era lo que yo quería. Comenzó a besar mi cuello y a mordisquear mi lóbulo, luego se deslizó a chupar mis pezones, primero uno y luego el otro, movía su lengua alrededor de mis areolas. Continuó merodeando con su lengua por mis costillas a mi ombligo, finalmente besó mi vientre y su lengua se detuvo a fisgar el extremo de mi hendedura vaginal, como acechando a mi diminuto clítoris que se escondía bajo siete capas de pliegues, mis pies y mis manos se encorvaron al sentirlo deambular alrededor de mi conchita, su lengua rozó tangencialmente mi clítoris y me hizo chillar. Mis vellos vaginales eran casi inexistentes, pero igualmente me había rasurado para presentarle mi vagina virgen pulcra e inmaculada. Irrefrenablemente me corrí apenas su lengua se adentró en mi coño, tome su cabeza y folle su rostro, luego cuando me penetró con sus dedos volví a estremecerme. Intenté alejar mi sensible clítoris de su placentera tortura, pero él me aferró de las caderas y no me dejó ir, Miguel no cesaba de lamer y lamer mi coño mientras yo me retorcía bajo los golpes de su lengua. Le imploré de dejarme ir, pero él no me escuchó, con sus dedos profundamente en mi chocho, se deslizó a morder mis pezones, continuaba a estremecerme toda y no resistí más:
—Por favor, Miguel … fóllame … toma mi virginidad … folla a tu hermanita … quiero sentir dentro de mí tú polla ahorita mismo …
Lo sentí acomodarse entre mis piernas, su vergota gigante separó mis labios mayores, su boca se posó sobre mi boca y su lengua empujó y buscó mi lengua, luego sucedió. Sentí como si algo de mi se rajara y un escozor en mi sexo, me apreté a él y lo tiré más y más dentro de mí. Miguel me besaba apasionadamente mientras hundía su verga centímetro a centímetro dentro de mi ajustada conchita, cada vez más y más profundo, luego se retiró un poco y volvió a afondar su pene en mi ensangrentada vagina haciéndome gritar y tiritar en escalofríos.
—¿Te duele? … ¿Quieres que me detenga? …
—¡Oh!, no … no te detengas por ningún motivo … dámelo más fuerte …
Me miró un poco sorprendido y empujo una y otra ve su pija hasta el fondo, me estremecí y me corrí una vez más en su pija bendita. Lo tironeé para que continuara follándome y nuevamente me corrí con las punzantes estocadas de mi primera polla en mi coño.
—¿Te he lastimado? …
—No, Miguel … no me has lastimado … has hecho que me corriera una infinidad de veces … sigue follándome, por favor … quiero seguir sintiéndote dentro de mí …
Mi primera vez fue especial porque fue con mi hermano, me folló por largo rato y logró que me viniera otro par de veces antes de que se corriera dentro de mí, intentó retirarse, pero no le dejé.
—¡No te retires, Miguel! … quiero sentirte sobre mi … quiero sentir tu pene encogiéndose en mí …
Nos quedamos abrazados tratando de recuperar nuestra respiraciones, él se quedó encima de mí y comenzó a besarme. Besos ligeros, besos apretados, besos tiernos, besos largos y apasionados de amantes.
Durante los meses siguientes Miguel y yo hicimos el amor casi todos los días, nada nos bastaba. Generalmente lo hacíamos cuando nuestros padres no estaban en casa, pero había veces que lo hacíamos de noche tratando de no hacer mucho ruido. A veces solo nos quedábamos sobre uno de nuestros lechos y nos besábamos y acariciábamos. Todo parecía ir a la perfección, nadie se había percatado de lo nuestro, hasta que una noche, mamá nos soltó si previo aviso la noticia.
—Luisita … he tomado una hora para que vayas a ver al doctor …
—¿Ah? … pero ¿Por qué? … no me siento enferma …
—Bueno he hablado con tú padre y creo que es hora de que comiences a tomar anticonceptivos …
—¿Qué? … ¿Anticoncepcionales? … ¿Yo? … ¿Por qué tendría que someterme a un control de la natalidad? …
Me puse blanca como una sábana, había solo una respuesta para ello y tenía miedo de seguir preguntando, pero mamá sin hacer una drama de nada, me largó todo el resto.
—Hija … tu padre y yo nos hemos dado cuenta de lo que hacen tú y tu hermano Miguel … no sacas nada con negarlo …
—Pero, mami …
—Nada de peros, mi niña … déjame terminar … al principio nos sorprendió, pero lo conversamos y decidimos que con toda esta pandemia … con todas las enfermedades por transmisión sexual … el SIDA … la viruela del mono y otras tantas más … lo mejor que podía suceder es que ustedes se mantuvieran lejos de los peligros de contagios …
—¿Deveras, mami? …
—Sí … aquí en casa pueden actuar como novio y novia … les compraremos una cama matrimonial para que duerman juntos … ya no tienen que andar haciéndolo a escondidas … sabemos que los jóvenes necesitan hacerlo a menudo … así que pueden hacerlo todas las veces que quieran …
—¡Oh!, mami …
—Ustedes son jóvenes … disfrútenlo …
Miguel estaba en principio cabeza gacha, pero ahora me miraba feliz y sorprendido, nos levantamos los dos a abrazar a nuestra madre y lloramos abrazados a ella, luego ella agregó.
—¡Pero cuidadito con fallar en la escuela! … papá dijo que tendrían que mejorar aún más, ya que podrán estudiar juntos …
—Tenlo por seguro que lo haremos, mamá …
Ese fue el comienzo de nuestro nuevo juego. Miguel siguió jugando sus video juegos, pero con mucha menos frecuencia que antes. Juntos aprendimos muchas cosas de sexo y si algo nuevo se me ocurría, lo preguntaba a mamá. Ahora de profesionales graduados, seguimos viviendo juntos en nuestro propio apartamento y el sexo es cada día mejor.
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En esos tiempos vivíamos en un apartamento de dos habitaciones, nuestros padres ocupaban un dormitorio y yo y Miguel el otro. Dicen que generalmente los hermanos no se llevan bien y pelean por todo, pero ese no era nuestro caso. En muchas cosas éramos cómplices y nos sentíamos muy cercanos afectuosamente. Estudiábamos en el mismo colegio y muchos se admiraban de que tuviéramos una relación tan amistosa.
Pero el tiempo no se detiene y yo comencé a hacerme mujer y él comenzó a mirarme, no me molestaban sus miradas, pero no entendía el porque él se detenía a mirarme cuando yo caminaba solo en bragas, mis senos tampoco se pronunciaban aun, así que no había nada que mirar, además, éramos hermanos y nada podía suceder entre nosotros.
Una tarde al acostarme, lo sentí gemir y luego sollozar, me levanté preocupada.
—¡Miguel! … ¿Qué te sucede? …
—¡Ay! ... no lo sé. hermana …
—¿Cómo que no lo sabes? … ¿Por qué lloras? …
—¡Hmmm! … creo que me hice pipi y no me di cuenta …
—¿Mojaste la cama? …
—No, creo que no … solo mis calzoncillos …
—¿Cómo puede ser eso? …
Levantó el edredón que le cubría y me mostró, yo había comenzado a tener clases de biología y salud sexual en el colegio e inmediatamente tuve una idea de lo que le había sucedido. Su slip se veía humedecido, pero eso no era pipi.
—Haber, Miguel … muéstrame … déjame ver …
Sin siquiera pensarlo él se bajó su calzoncillo y emergió algo que me pareció muy lindo, pero estaba bañado en un liquido blanquecino, denso y acuoso. Su pene estaba semi erecto, lucía imponente, decididamente Miguel tenía una pija grande para su corta edad. Me fui al baño y volví con una toallita pequeña.
—Eso no es pipi, Miguel …
—¿No? … ¿Crees que estoy enfermo? … ¿Puedes decírselo a mamá para que no me mande al colegio mañana? …
—¡No! … ¡tonto! … esto no te impedirá de ir al colegio …
Hasta los siete años nos bañaban juntos, desde entonces que no había tenido la oportunidad de ver la verga de mi hermano hasta ahora. Deben ser más de quince centímetros no duro del todo, probablemente unos dos a tres centímetros más totalmente erecto. Yo y mis amigas ya habíamos comenzado a hablar de sexo y chicos, yo todavía no había puesto mis manos en ninguno de ellos, pero sentía curiosidad al respecto y ahora se me estaba presentando una oportunidad que no podía dejar pasar, aunque fuera mi hermano.
—¿Por qué no? … es una cosa extraña, ¿no? …
—No … no lo es … ¿Qué tiene de extraño? …
—Pues que me desperté un poco sudado … con unos extraños escalofríos y mis piernas estaban tensas … todos síntomas de que algo no va … ¿No crees? …
—¡Tonto! … te has corrido sin tocarte …
—¿Tocarme? … explícame eso … no entiendo …
—¿Sabes lo que es una paja? …
—La palabra no me suena nueva … pero no sé lo que quiere decir en realidad …
—Pero ¿cómo? … ¿Tu y los otros chicos no hablan? …
—¿Hablar de qué? … Hablamos de video juegos y de futbol … que más importante de eso …
—De sexo, idiota … de sexo … ¡Has tenido una eyaculación espontanea! …
—¿Una qué? …
—Que te has corrido … como si te hubieses hecho una paja … déjame que te ayudo a limpiarte …
Arrojé la toalla sobre su pija y con un poco de asco comencé a secar el semen de su miembro, Miguel se apoyo en sus codos y me miraba como si no fuera asunto suyo.
— ¿Se lo vas a decir a mamá? …
—¿Para qué? … ella no necesita saber que te corriste …
—¿Y tú dices que esto es normal? …
—Por supuesto que lo es … eres un joven entrando en la adolescencia … ¡tus hormonas, chico! … se despiertan …
—¿Hormonas? … pero si tú eres mi única hormona …
—¡Idiota! … yo soy tú hermana … las hormonas son mensajeros químicos presentes dentro de tu cuerpo … ellas son las causantes de tu crecimiento y desarrollo … también activan el deseo sexual y a lo mejor tú te excitaste probablemente en un sueño y te corriste sin quererlo … dime … ¿soñabas con alguien? …
—¡Uhmmm! … no te puedo decir …
—¿Soñabas con alguna chica del colegio? … ¿La conozco? … ¿Algunas de mis amigas? …
—¡No! … ¡Ninguna de ellas! …
—¡Te has vuelto un cerdo y has comprado alguna de esas revistas sucias con chicas desnudas! … ¿es eso? …
—¡No! … No gasto mi dinero en eso … ni siquiera me llama la atención … estoy juntando mi dinero para comprar el video juego del año …
—Entonces has estado viendo pornografía en tu computador …
—¡No! … tampoco es eso …
—Entonces … dime … ¿Cuál fue la causa de tú excitación? …
—¿Se lo vas a decir a mamá? …
—Te prometo que no lo haré … será un secreto entre tú y yo … como tantos que hemos compartido desde siempre … tú confías en mí y yo confío en ti …
—Tú …
—¿Tú qué? …
—Estaba soñando contigo …
Por un momento me quedé estupefacta, no podía ser posible que mi hermano se corriera soñando conmigo. ¡Él muy puerco! Pero mientras mis dedos trabajaban con la toallita limpiando su asquerosidad, sentí que su pene comenzaba a erguirse y que sus ojos recorrían mi cuerpo, me sentí extraña, tal vez ofendida, quizás halagada al mismo tiempo, entré en confusión y casi en pánico solté su pene que había alcanzado una monstruosa consistencia.
—¡Cochino! … como puedes correrte soñando conmigo … soy tú hermana … ¿No lo sabes? …
—No me preguntes porqué … ni siquiera yo sé que fue lo que me pasó … es la primera vez que me sucede … recuerdo que no fue desagradable … pero me asusté … tampoco lo relacioné con el hecho de que soñaba contigo … ¿se lo vas a decir a mamá? …
—¡No! … te prometí que no lo haría … y, ¿se puede saber que soñabas? …
—¡Nada! … nada de importante …
—Pero para haberte causado tal efecto debes haber estado soñando algo … ¿me estabas follando? … ¿me veías follar con alguien? … ¿Tú me hacías cosas? … No lo diré a nadie … vamos dime, ¿Qué soñabas? …
—Te veía desnuda … fue una cosa tan fugaz … solo te veía sin nada encima … por eso no lo relacioné con lo sucedido …
—¿De seguro que no me hacías algo? …
—No, no recuerdo de haber estado haciéndote alguna cosa … solo de verte y contemplarte … eres una chica muy bella … sé que eres mi hermana … pero los sueños no se comandan … suceden solamente …
Me quedé ahí pensativa, le encontraba la razón, él al igual que yo está en la etapa de crecimiento. Él muy bobo no sabe lo que le está sucediendo, yo lo relaciono con sus hormonas porque eso aprendí el año pasado en biología. Además, me encuentra bella, es solo la fuerza de la naturaleza que le jugo una mala pasada. Miré su pene que parecía una tienda de campaña cubierto con la toallita, merecía darle una segunda ojeada. Volví a sentarme a su lado y estirando la mano intenté volver a limpiarlo, lo sentí duro, como un mono porfiado, yo lo empujaba hacia abajo y este tornaba a erguirse una y otra vez.
—¿Qué me haces? …
—Pues nada … solo intento limpiarte y ordenarte … pero tu coso no quiere saber … quizás deberías tocarte …
—¿Tocarme? … pero si nunca lo he hecho … no sé hacerlo … ¿tú sabes cómo hacerlo? …
—Bueno … tampoco lo he hecho nunca, pero las chicas hablan y alguna de ellas lo han hecho y creo que debería ser más o menos así …
Saqué la toallita y aferré una piel suavecita y caliente, parecía de terciopelo, se estiraba y se encojía a lo largo de su pija ardiente, mi mano no alcanzaba a cubrir la circunferencia, pero si ponía una sobre la otra, alcanzaba a aferrar la mitad de su pene. Me preguntaba si existiría un coño bastante grande como para coger con esa inmensa polla, mi boca se hizo agua, algo me empujaba a mirarlo más de cerca, me incliné y percibí un olor ligeramente agrio, pero embriagante. Miré a mi hermano que estaba paralizado y respirando con dificultad, tenía una mirada entre incredulidad, pavor y placer.
—¿Me dejas probar su sabor? …
—¿Y tú? … ¿Me dejas probar el tuyo? …
Me encontró totalmente impreparada su respuesta, pero no me pareció algo desatinado y rápidamente respondí:
—Sí … pero nadie más lo debe saber … será como nuestro secreto … ¿Sí? …
—Sí … está bien …
Saqué mi lengua y humedecí mis labios, después acerqué mis labios a su verga que no terminaba de crecer. Mis mandíbulas se esforzaron para probar su cabezota hinchada. Había gruesas venas azules a lo largo de su pija, corrí su cuerito, esa especie de funda suave y afelpada todo para atrás y lo metí en mi boca, mi lengua prontamente se fue a saborear el elixir líquido exquisito que rezumaba de su uretra. Jamás olvidare esa sensación pegajosa en mi boca, me hizo salivar mucho más y pronto su verga entera estaba bañada con mí saliva.
Miguel me tironeaba de mi remera y mis bragas, trataba de alcanzar mi culo, me levanté y me quité mi minúscula tanga, mi coño impúber estaba todo bañado. Me arrodille a su lado e incline mi torso para volver a engullir su polla hermosa e inmensa. No había visto muchas pijas, pero sin lugar a duda esta era la más bella de todas y la más grande de todas. Su glande era como un hongo de historietas, aguzado hacia la punta y se ensanchaba bajando, con una especie de borde y luego venía su larga pija firme y cálida. Jugué un poco con sus cojones, me parecieron del tamaño de unos nísperos grandes envueltos en la rugosa piel casi lampiña, me pregunté ¿Cómo pueden los hombres caminar con esa tremenda polla y esa bolsa de bolas colgando entre sus piernas? Un misterio de la naturaleza, pero la sensación de tocar esas pelotas tibias me producía más calentura. Me acomodé y con una mano tomé su pija y con la otra envolví sus bolas, luego continué a engullirlo, cuando bajé mi cabeza hasta casi tocar su pelvis, me trapiqué y me vino de toser, también una sensación de nauseas que pronto terminaron cuando mi garganta se habituó a recibir tamaña verga hasta el fondo.
Miguel me empujó y me hizo recostar, me metió un dedo en la vagina y su rostro se acerco a mi vientre, sentí que me besaba el ombligo, yo mantenía su verga aferrada firmemente con mi mano, me parecía sentir los latidos de su corazón pulsando en su pija, su dedo se insertó profundamente en mi coño y su lengua llegó a rozar mi pubis, me sentía tan mojada y ansiosa que me faltaba la respiración.
—¡Oh!, Miguel … fóllame con tu dedo y lame mi coño …
—¿Uhmmm? …
El muy idiota se detuvo confundido.
—¿Qué me dijiste? …
—Nada … por favor … no te detengas … continúa …
Lenta y suavemente comenzó a pellizcar mi labia vaginal, me penetró con dos dedos y con la otra mano apretaba mis labios mayores alrededor de sus dedos intrusos, juntándolos y abriéndolos, una y otra vez, plegué mi espina dorsal y apreté mis muslos tensando mis glúteos. Mi hermanito me estaba llevando al paroxismo total, mis piernas se abrían y se cerraban sin control, mis diminutos pezones se habían endurecido en mis pequeñas tetas. Se notaba su inexperiencia, pero la sabia madre natura lo hacía mover sus manos y dedos, como siglos de cachondez humana le dictaban a sus instintos de macho. Mi cuerpo se estremeció y dejé escapar un fuerte gemido mientras me corría con sus dedos en mi chocho.
Todavía temblaba de placer cuando escuché un sonido, Miguel saltó y se metió en su cama fingiendo dormir, apenas alcancé a cubrirme cuando mamá asomó su cabeza por la puerta.
—¿Estas bien, Luisita? …
—Sí, mami … estoy bien … Buenas noches …
—Buenas noches, tesoro … que descanses bien …
—Gracias, mamá … tú también …
Todavía sentía las punzadas en mis tetas, mis mejillas ardían, de seguro estaba sonrojada y mi voz temblaba, espero que mamá no se haya dado cuenta de nada. Me quedé esperando si Miguel regresaba a jugar conmigo, pero pronto sentí su respirar pesante y deduje que se había adormecido como un angelito. Después de arreglar mi cama, volver a colocarme mis bragas, me giré y me adormecí con una sonrisa en los labios, Miguel me había procurado un tremendo orgasmo y las imágenes poco a poco se desvanecieron teniendo en primer plano la gigantesca verga de mi hermano, sabía que tendría que hacerlo mío.
Mi hermano se levantó antes que yo al día siguiente y no hizo mención a nada de lo ocurrido, tampoco yo quise recordarle nada, lo principal era hacer parecer que estaba todo como antes y que nada había cambiado, pero mis pensamientos volvieron a ocuparse de su pene y en mis entrañas sentía un extraño hormigueo pensando en como sería sentirlo dentro de mí, yo quería estar con él.
Los días siguientes nuestros padres se mantuvieron despiertos hasta tardas horas. Me atemorizaba el ser sorprendida con Miguel en alguna situación comprometedora, ¿Qué tal si mamá me encuentra con la polla de Miguel en mis manos?, además, mi hermano se dedicaba más a sus video juegos y no atinaba a nada conmigo, cosa que me hacía enfurecer, pero no iba a desistir de mis planes. Al cuarto día todo cambio para mejor, nuestros padre anunciaron que irían el fin de semana a celebrar un año más de matrimonio, así que regresarían muy tarde. Mamá nos dejó la cena preparada y ellos se fueron a cenar afuera.
Miguel se sentó a la mesa con su Tablet, lo miré con cierto enojo y sin decir palabra la dejo a un costado:
—¡No puedes dejar los juegos ni un solo momento! ¿verdad? …
—Pero ¿Qué te sucede? … ¿Has tenido un mal día? …
—¡No!, pero no me has dicho nada de lo del otro día …
—¿Cuándo nos tocamos? …
—Sí … de eso … ¿Te gusto? …
—¡Uhmm! … Sí … fue algo novedoso … como un nuevo juego …
—¿Y te gustaría volver a jugarlo? …
—¿Y si nuestros padres nos pillan? …
—¡Que bobo que eres! … hoy se fueron a cenar afuera y no volverán hasta muy tarde …
—¡Ah! … ¿Estamos solos tu y yo? …
—Así es … ellos estarán afuera por harto tiempo … ¿Te gustaría jugar? …
—¡Emh! … bueno … sí, creo que sí …
—Bien … entonces después de la cena te vas y te duchas … yo limpiaré la cocina y vendré a ducharme también …
Almorzamos compartiendo diferentes temáticas del colegio, el aniversario de nuestros padres y cosas mundanas de adolescentes, luego Miguel fue a ducharse y yo rápidamente me puse a ordenar y limpiar. Cuando entré al baño, la ducha corría a toda fuerza y detrás del vidrio fumé de la ducha, pude ver que Miguel estaba moviendo su mano a toda prisa magreando su polla.
—¿Qué demonios haces, idiota? …
Lo espeté furibunda.
—¿Acaso no podías esperarme? …
Me miró confundido y compungido, sin entender porqué le estaba llamando la atención.
—Solo me estaba tocando un poco … tú dijiste que era natural, ¿no? …
—Pero cuando tienes una pareja, tienes que hacerlo con tú pareja …
—Y yo no tengo pareja … ¿Qué hay de malo entonces? …
—Tú pareja soy yo, idiota …
—Pero tú eres mi hermana …
—Sí, pero también en este momento soy tú pareja …
—¡Ah!, bueno … si tú lo dices …
—¿En que pensabas cuando lo hacías? …
—En jugar este juego contigo …
—Pues deja de soñar e imaginar … ahora me tendrás toda enterita … podrás mirar la cosa real …
Seguía con su apariencia confundida, todavía su mano estaba aferrando su gruesa polla.
—Pero apúrate que luego tengo que conectarme a jugar …
Me dio rabia, pero no dije nada, no había tiempo que perder, rápidamente me desnudé, Miguel me miraba y comenzaba a prestarme atención, me metí bajo la ducha y aferré su pene con ambas manos.
—Ahora sí … déjame tocarte … déjame continuar con lo que estabas haciendo …
Miguel me miraba e intentaba tocar mi cuerpo, pero sin saber que tocarme, así que tomé una de sus manos y la llevé a mi pequeño pezón derecho, fue como si en su cerebro se hubiese abierto una carpeta con instrucciones, rápidamente se apoderó de mi otro seno y comenzó a besar mi cuello. Quería sentir el sabor de su semen otra vez, así que me arrodillé y me llevé su pija a la boca, suavemente su mano se posó en mi nuca y comenzó a follar mi boca con un suave movimiento de sus caderas. Me levanté con mi boca sabiendo a su esperma y le di un beso en la boca.
—¡Argh! … Pero ¿qué haces? … ¿Me chupas la verga y luego me besas? …
—¡Sí! … es natural y normal que así sea … como también dejaré que me beses luego de que te comas mi coño …
—¿Y no te da asco? …
—Por supuesto que no … esto lo hace todo el mundo … incluso papá y mamá …
—¿Le has visto hacerlo? …
—¡No! … pero ellos son pareja … esto lo hacen las parejas … como tú y yo en este momento …
—¡Ah! … bueno …
Antes de que me reclamara otras cosas, terminamos de ducharnos y nos fuimos a nuestro dormitorio, aferré su verga semi erecta, todavía goteaba agua cuando nos acostamos, pero yo tenía prisa y muchos planes para esta noche. Me acosté encima de él y nos besamos, esta vez él no reclamó nada, sentí sus manos deslizarse por mi cuerpo y posarse en mis nalgas, me apretó a su cuerpo y su pija se movió enérgicamente bajo mi ombligo. En un maravilloso momento él me dio vuelta y se puso encima de mí como macho dominante, era lo que yo quería. Comenzó a besar mi cuello y a mordisquear mi lóbulo, luego se deslizó a chupar mis pezones, primero uno y luego el otro, movía su lengua alrededor de mis areolas. Continuó merodeando con su lengua por mis costillas a mi ombligo, finalmente besó mi vientre y su lengua se detuvo a fisgar el extremo de mi hendedura vaginal, como acechando a mi diminuto clítoris que se escondía bajo siete capas de pliegues, mis pies y mis manos se encorvaron al sentirlo deambular alrededor de mi conchita, su lengua rozó tangencialmente mi clítoris y me hizo chillar. Mis vellos vaginales eran casi inexistentes, pero igualmente me había rasurado para presentarle mi vagina virgen pulcra e inmaculada. Irrefrenablemente me corrí apenas su lengua se adentró en mi coño, tome su cabeza y folle su rostro, luego cuando me penetró con sus dedos volví a estremecerme. Intenté alejar mi sensible clítoris de su placentera tortura, pero él me aferró de las caderas y no me dejó ir, Miguel no cesaba de lamer y lamer mi coño mientras yo me retorcía bajo los golpes de su lengua. Le imploré de dejarme ir, pero él no me escuchó, con sus dedos profundamente en mi chocho, se deslizó a morder mis pezones, continuaba a estremecerme toda y no resistí más:
—Por favor, Miguel … fóllame … toma mi virginidad … folla a tu hermanita … quiero sentir dentro de mí tú polla ahorita mismo …
Lo sentí acomodarse entre mis piernas, su vergota gigante separó mis labios mayores, su boca se posó sobre mi boca y su lengua empujó y buscó mi lengua, luego sucedió. Sentí como si algo de mi se rajara y un escozor en mi sexo, me apreté a él y lo tiré más y más dentro de mí. Miguel me besaba apasionadamente mientras hundía su verga centímetro a centímetro dentro de mi ajustada conchita, cada vez más y más profundo, luego se retiró un poco y volvió a afondar su pene en mi ensangrentada vagina haciéndome gritar y tiritar en escalofríos.
—¿Te duele? … ¿Quieres que me detenga? …
—¡Oh!, no … no te detengas por ningún motivo … dámelo más fuerte …
Me miró un poco sorprendido y empujo una y otra ve su pija hasta el fondo, me estremecí y me corrí una vez más en su pija bendita. Lo tironeé para que continuara follándome y nuevamente me corrí con las punzantes estocadas de mi primera polla en mi coño.
—¿Te he lastimado? …
—No, Miguel … no me has lastimado … has hecho que me corriera una infinidad de veces … sigue follándome, por favor … quiero seguir sintiéndote dentro de mí …
Mi primera vez fue especial porque fue con mi hermano, me folló por largo rato y logró que me viniera otro par de veces antes de que se corriera dentro de mí, intentó retirarse, pero no le dejé.
—¡No te retires, Miguel! … quiero sentirte sobre mi … quiero sentir tu pene encogiéndose en mí …
Nos quedamos abrazados tratando de recuperar nuestra respiraciones, él se quedó encima de mí y comenzó a besarme. Besos ligeros, besos apretados, besos tiernos, besos largos y apasionados de amantes.
Durante los meses siguientes Miguel y yo hicimos el amor casi todos los días, nada nos bastaba. Generalmente lo hacíamos cuando nuestros padres no estaban en casa, pero había veces que lo hacíamos de noche tratando de no hacer mucho ruido. A veces solo nos quedábamos sobre uno de nuestros lechos y nos besábamos y acariciábamos. Todo parecía ir a la perfección, nadie se había percatado de lo nuestro, hasta que una noche, mamá nos soltó si previo aviso la noticia.
—Luisita … he tomado una hora para que vayas a ver al doctor …
—¿Ah? … pero ¿Por qué? … no me siento enferma …
—Bueno he hablado con tú padre y creo que es hora de que comiences a tomar anticonceptivos …
—¿Qué? … ¿Anticoncepcionales? … ¿Yo? … ¿Por qué tendría que someterme a un control de la natalidad? …
Me puse blanca como una sábana, había solo una respuesta para ello y tenía miedo de seguir preguntando, pero mamá sin hacer una drama de nada, me largó todo el resto.
—Hija … tu padre y yo nos hemos dado cuenta de lo que hacen tú y tu hermano Miguel … no sacas nada con negarlo …
—Pero, mami …
—Nada de peros, mi niña … déjame terminar … al principio nos sorprendió, pero lo conversamos y decidimos que con toda esta pandemia … con todas las enfermedades por transmisión sexual … el SIDA … la viruela del mono y otras tantas más … lo mejor que podía suceder es que ustedes se mantuvieran lejos de los peligros de contagios …
—¿Deveras, mami? …
—Sí … aquí en casa pueden actuar como novio y novia … les compraremos una cama matrimonial para que duerman juntos … ya no tienen que andar haciéndolo a escondidas … sabemos que los jóvenes necesitan hacerlo a menudo … así que pueden hacerlo todas las veces que quieran …
—¡Oh!, mami …
—Ustedes son jóvenes … disfrútenlo …
Miguel estaba en principio cabeza gacha, pero ahora me miraba feliz y sorprendido, nos levantamos los dos a abrazar a nuestra madre y lloramos abrazados a ella, luego ella agregó.
—¡Pero cuidadito con fallar en la escuela! … papá dijo que tendrían que mejorar aún más, ya que podrán estudiar juntos …
—Tenlo por seguro que lo haremos, mamá …
Ese fue el comienzo de nuestro nuevo juego. Miguel siguió jugando sus video juegos, pero con mucha menos frecuencia que antes. Juntos aprendimos muchas cosas de sexo y si algo nuevo se me ocurría, lo preguntaba a mamá. Ahora de profesionales graduados, seguimos viviendo juntos en nuestro propio apartamento y el sexo es cada día mejor.
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Oscuros deseos de una madre.
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