¡Las Bolas no! ... - Tercera Parte y final.
por
Juan Alberto
género
zoophilia
Al día siguiente cuando regresé del colegio, abrí la puerta de casa y como siempre Scotty salió a recibirme todo contento meneando su cola de lado a lado, se inclinó a mis pies e hizo unos suaves rugidos como saludo. Me estaba esperando y demostrándome todo su afecto. Lo miré severamente.
—¡Oye, tú! … ¡No te hagas! … ¡No puedes actuar como si nada! …
Lo apunté amenazadoramente con mi dedo y su cola se escondió entre sus patas traseras. Entendía que le estaba regañando.
—¿Cómo es posible que te hayas equivocado de ojete? … ¡Me la metiste en mi culo! … ¡Me dolió mucho! … ¡Estúpido! …
Moví significativamente mi mano sobre mis nalgas y me sobajeé, todavía recordaba cómo me había estimulado mi esfínter con su húmeda lengua, sondeándolo y forzándolo delicadamente. Repentinamente sentí su verga entrar en mi ano y grite dejándome caer sobre mi cama, afortunadamente fue una sola estocada profunda y nada más que eso, pero fue suficiente para sentir el poderío de su gorda pija ¿Quién sabe qué podría haber pasado si le dejo follar mi trasero? … bueno realmente una idea la tenía, me pasé pensando en ello toda la mañana en el colegio, también antes de adormecerme me quedé sintiendo mi ojete anal ampliamente forzado. Durante la noche soñé ese momento y no fue una pesadilla, fue un sueño bastante húmedo, me desperté con mi pijama parcialmente mojado en mi entrepierna y con placenteros escalofríos.
No me pareció justo castigarlo ni seguir enrostrándole su error, gran parte de la responsabilidad había sido mía, también me recordé que la entrenadora me había dicho que los regaños y los castigos deben de hacerse al momento de cometer el error o la falta, después de pasado el evento cualquier recriminación, no sirve. Me acerqué a él y rasqué sus suaves orejas afectuosa y juguetonamente.
—Me lo metiste en mi culo, perrito tonto …
Lo perdoné, solo tendría que entrenarlo mejor. Justo en ese momento escuché a mamá y papá que regresaban a casa. Mi padre prontamente se agachó a acariciar a Scotty y dijo con cierta alegría:
—A mi campeón le toca este fin de semana …
Mi madre ignara de todo preguntó.
—¿Qué significa eso de que le toca? …
—¡Mami! … quiere decir que una de las perritas entro en celo … ¿No es verdad, papi? …
—Así es, Carolina … una de las perras está entrando en celo y para este fin de semana estará pronta para esposarse con Scotty …
—¿Esposarse? … ¡Pero no existe que los perros se esposen! …
—¡Ay, Mami! … Quiere decir que tendrán relaciones como si fuesen matrimonio, ¿No es verdad, papi? …
—Nuestra astuta Carolina tiene razón … así qué, entre sesenta y setenta días después tendremos cachorritos … el destete se produce cuarenta a cuarenta y cinco días después, entonces podremos iniciar la venta … aquí inicia mi negocio …
—¡Tú y tu bobo negocio! … ¡Con tal de que ese perro siga tan tranquilo como estos últimos días! …
Dijo mamá dándose media vuelta y yéndose a la cocina, papá solo se encogió de hombros.
—¡Papi!, ¿Crees que Scotty está preparado para tener sexo? …
—No me cabe la menor duda … mi amigo me llamó y dijo que el veterinario le había confirmado que una de las perras está por entrar en su ciclo de celo, así que me dijo de preparar a nuestro campeón … Llévalo al entrenamiento y cuida de que no venga estresado … lo último que podría suceder de que la perra vaya en celo y nuestro macho esté con problemas de virilidad …
—¡Oh!, vaya … tendré cuidado, papi … lo prepararé adecuadamente …
Mi padre se alejó a cuidar de sus propios quehaceres y yo me fui a mi dormitorio seguida de cerca por Scotty. Apenas entramos a mi habitación me acerqué a él y lo tomé de sus mofletes para darle un beso cómo corresponde:
—Tendrás tú primera cita y tú primera perra, Scotty … ¡Debes estar emocionado! … ¡Finalmente podrás meter tu polla de perrito en un agujero y disparar tus golosinas dentro de una perra de verdad, cariño! … ¡Estoy segura de que tendrás unos hermosos cachorritos! …
Me agaché a sentir su pija a través de su peluda funda, sentí que se engrosaba con cada uno de mis masajes, me sentí complacida de saber que Scotty se excitaba solo teniéndome cerca. De pronto se insinuó un negativo pensamiento en mi cabeza.
—¡Tal vez si follas alguna perra, después dejarás de intentar de follar conmigo! …
Esto podría ser un axioma valido para cualquier macho, en mi pecho sentí una punzada profunda de celos. Después de todo Scotty era mi chico y el único novio que había tenido hasta ahora, me dolía en el alma tener que compartirlo con otra hembra, aunque si esta era solo una perra. Creo que estoy enloqueciendo, debo sacar de mi mente estas especulaciones fuera de todo sentido. Scotty estaba inquieto y entendí qué quería salir, lo llevé al patio y desapareció detrás de unos arbustos, cuando volvió nos fuimos a mi dormitorio nuevamente.
Mientras deslizaba mis vestimentas de mi cuerpo, suspiré pensando en lo de la noche anterior después que todos se habían ido a dormir, entonces sucedió algo inesperado y doloroso ¿Y si hubiese penetrado de verdad mi culo profundamente con su entera polla dura? Esa sola punzada que me dio me hizo estremecer, me dolió, ¿Pero me dolió físicamente de verdad? O tal vez fue solo un dolor a mi ego. Después de todo follar con un perro no es una cosa ordinaria de todos los días, es algo perverso, es algo sucio, es algo abominable. Pero mi culo no quedo tan adolorido cómo mi soberbia humana. La sensación en mi culo me hizo estremecer en un modo nuevo. Mi culo se expandió con la gorda polla de Scotty y todavía siento esa plenitud que me inundó por unos instantes brevísimos. ¿Y si en vez de mi culo hubiese centrado mi coño? ¿Me hubiese dolido en el mismo modo? ¿Estaría ahora cavilando en el modo en que me hizo sentir? ¿Me habría hecho gozar?
Creo que tengo que experimentar más con la enorme pija de Scotty. Nunca había contemplado hacer el amor con él en forma seria. Mis impulsos me empujaban hacia aquello, me hacía sentir cachonda esa inmensa verga. Disfrutaba pajeándolo. Me encantaba chupar su pene hinchado y resbaladizo. Me gustaba el sabor de su semen candente. Habíamos hecho ya demasiadas cosas juntos. No podía permitir que una extraña tomara su virginidad canina. No era justo ni para mi ni para él. Él era mío, debíamos perder nuestra virginidad juntos, yo tomaría la de él y le regalaría la mía. Después el podrá follar todas las perras que quiera, pero ahora debo ser yo su primera perra y él mi primer macho, era lo natural que tenía que suceder y así sería.
De siempre me había gustaba penetrar mi coño famélico de placer con diferentes cosas, primero fueron lápices, después mi cepillo para el cabello, mis dedos, también algunos frutos y vegetables pequeños, pero la polla de Scotty era algo completamente diferente. Me había hecho más grande y mis deseos libidinosos también habían aumentado, mi coño estaba anhelando algo sustancioso, gordo y sustancioso. Ya eso, me sonaba cómo describir la pija enorme de Scotty. Sentir mi coño estirado al máximo, eso es lo que anhelaba ahora. Después de descubrir la lengua de Scotty no había vuelto a usar mi cepillo, ni mis lápices. Debo ir a la siguiente etapa, pero debo priorizar su entrenamiento.
A última hora decidí volver a colocarme mis bragas, mi coño virgen estaba relativamente más seguro de ese modo, no quisiera que mi perro cachondo volviera hacer alguna de sus travesuras, me acerqué lentamente a él que me miraba expectante:
—Cariño … mami también quiere follar … pero no tan violento … ¿entiendes? … tienes que ser suave, tesoro …
Me tiré al suelo en la misma posición de anoche. Mis tetas colgaban de mi pecho y casi rozaban la alfombra balanceándose ligeramente. Mi culo estaba cubierto por mis bragas, mi coño y mi virginidad estaban a salvo. Lo iba a entrenar para follarme con una cierta delicadez y no rompiera mi coño salvajemente. Scotty me observaba sentado con la punta rojiza de su pene apenas asomada. Moví mi culo lascivamente, él gimió levemente y se agitó, pero no se levantó, esperaba la orden. Me di unas pequeñas nalgadas.
—¡Pero que buen perrito que eres! … ¡Está bien! … ¡Ahora! … ¡Ven y huele la perra! … ¡Huele -Huele -Huele! …
Scotty se alzó parsimoniosamente y se acerco a mi culo con la nariz baja y comenzó a olisquear mi trasero y mi coño, su hocico peludo hacía cosquillas en mis nalgas. Hice que lo repitiera varias veces y él se contuvo mansamente, pero al último intento Scotty se subió a mis espaldas. Inmediatamente me di vuelta y lo recriminé. Repetimos el ciclo varias veces, hasta que él entendió que no debía montarme sin que yo se lo ordenara, no importaba cuanto lo deseara, debía obedecer.
Pensé que quizás debería tentarlo cuando él estuviera más cachondo, solo así podría confiar plenamente en él y poder exponer mi coño sin ninguna protección. Me levanté y me quité mis bragas, hice que oliera mi prenda humedecida por mis fluidos, luego me fui al baño bailando sensualmente con movimiento de mis caderas, plegando mis rodillas y meneando mi culo hacia él. Salí enseguida del baño pellizcando mis tetas y haciendo la danza del vientre, abrí mis piernas y toqué mi concha mojada, gemí sicalípticamente y Scotty levantó sus orejas y gimió sin moverse, la punta de su pene había crecido y salía visiblemente de su funda, se estaba haciendo mucho más grande y mucho más grueso.
—¡Qué lindo y mansueto que estás, perrito! … ¡Necesitas una recompensa! …
Scotty gimió lastimosamente y se movió, pero no se levantó. Era hora de gratificar su paciencia, moví hacia un lado mis bragas.
—¡Está bien, perrito! … ¡Lame a la perra! … ¡Lame -Lame -Lame! ...
Scotty se hizo hacia adelante y olisqueo cautamente mi culo y luego disparó su lengua que golpeó mi coño haciéndolo vibrar, desesperado enterró su fría nariz en mi ano y su lengua se adentró en mi dulce conchita empapada. Su lengua bañó los hinchados labios de mi vagina, prontamente su lengua tocó también mi culo. Mi cuerpo entero comenzó a disfrutar el entusiasmo de Scotty a lamer mis orificios, había determinación y bravura en sus lamidas. Luego comenzó a tratar de montarme otra vez y con su peso consiguió botarme hacia adelante, inmediatamente sus peludas patas envolvieron mi cintura. Por centésimas de segundo no supe reaccionar pensando a las incitantes dimensiones de la polla de Scotty, pero rápidamente deseché cualquier pensamiento lascivo y me puse de pie.
—¡Scotty! … ¡Chico malo! … ¡No debes hacer eso, perrito atrevido! … ¡Eres un pervertido! …
Lo castigué separándome y alejándome de él, él se sentó y gimió angustiado. Él sabía que mi coño era un regalo mejor que un pedazo de carne y si yo le impedía de tenerlo era porque él había hecho algo incorrecto. Solo podía olerme y lamerme cuando efectuaba bien las ordenes que yo le impartía y, si era muy bueno obtendría una paja y tal vez hasta una mamada, esos eran los premios de incentivo por hacer bien su trabajo.
Me senté al borde de mi cama y abrí mis piernas mostrándole mi coño bañado, toqué mi monte de venus, el interno de mis muslos y con mis dedos abrí mis rosados y mojados pliegues vaginales. Esto era una tortura para él, gemí mordiéndome mi labio inferior, un mechón de mis cabellos cayó ante mis ojos cubriendo parcialmente la visual exquisita de la polla roja de Scotty, él salivaba y gemía irrequieto, su verga asomaba expuesta parcialmente, metí dos de mis dedos en mi concha caliente y los saqué bañados de secreción mucilaginosa, toqué las yemas de mis dedos y le mostré mis jugos calientes y almibarados, luego me los llevé a la boca y chupé la aromatizada esencia. Scotty se movía hacia adelante, pero no se levantaba, permanecía obedientemente en su sitio. Pensé que se merecía una recompensa por ello.
—¿Estás listo? … ¿Quieres volver a chupar mi coño? … ¿Te comportarás cómo un buen chico? …
Scotty solo emitió lastimeros sonidos que sonaban en sentido afirmativo, así que me deslicé hasta la alfombra, me puse en cuatro, levanté mis posaderas lo más alto que pude y lo tenté para que él se acercase a olerme y lamerme, pero él no se movió. Moví mi redondo trasero una y otra vez, pero Scotty se mantuvo a distancia de mis pompis.
Por largo rato me quedé en esa posición, apoyé bien mis brazos sobre la mullida alfombra y recliné mi cabeza en ellos, lo que hizo levantar mi trasero aún más, dándole a Scotty una maravillosa y tentadora visual. Cerré mis ojos y suspiré profundamente. Estaba casi en la misma posición de la noche anterior. Comencé a imaginar como se sentiría si él me montara ahora. Cómo se sentirían sus patas peludas en mi cintura tironeándome enérgicamente contra su pija gorda y caliente. Cómo e sentiría su polla inmensa estirando cada pliegue de mi chocho. Cómo se sentiría una profunda penetración de su inmenso pene de perrito colmando cada vericueto de mi conchita. Qué se sentiría al convertirme en una perrita y hacerlo con Scotty. De pronto me despabile, ¿Por qué estaban pasando por mi cabeza todos esos pervertidos pensamientos? Sentía la urgente necesidad de que algo llenara mi coño ahora ya.
—¡Hmmmmm!, Scotty … ¡Estoy jodidamente caliente! … ¿También tú? …
—¡Guauu! … ¡Guauu! …
Me pareció la respuesta adecuada, me levanté y me acerqué a él con dos dedos abriendo los labios mayores de mi coño.
—¡Lámeme, Scotty! … ¡Lame a tu perra! ... ¡Lámeme mientras preparo mi coño para follarlo! …
Scotty me siguió al baño donde recogí mi cepillo de cabellos, el mismo con el cual me desvirgué el año pasado. Tenía un buen mango, no tan grande ni grueso como la polla que se balanceaba bajo la panza de Scotty, pero podía ser agradable para follar mi coño, pero luego me pareció que era ridículamente corto y delgado, no me lo recordaba así tan exiguo.
—¡Mmmmmm! … ¡Aquí se necesita algo más contundente! …
Me asomé al pasillo, de carrerita me fui a la cocina y busqué en la cesta de las verduras, encontré un pepino de dimensiones que me parecieron apropiadas para follar mi coño, unos veinte centímetros, un extremo más delgado que el opuesto y de prisa me devolví a mi cuarto con Scotty siempre pegado a mi entrepierna, baboseando mi culo y mí concha.
Me senté en mi cama, Scotty empujó su hocico entre mis muslos y continuó a lamer mi chocho provocándome intensas vibraciones. Tomé el pepino y lo envolví con mis dedos, no era tan grueso como la pija de Scotty, pero indudablemente era más ancho que la verga de Andrés, eran las dos únicas pijas que habían pasado por mis manos y solo podía comparar mi pepino con ellas.
¡Perfecto!, me dije para mis adentros, mi coño famélico podría soportarlo, incluso ambos extremos, si me relajaba lo suficiente podría penetrarme hasta con la punta más ancha. Me recosté sobre mi cama, Scotty pacientemente se quedó mirándome sin moverse sentado al costado de la cama. Toqué mi conchita encharcada y probé primero con el cepillo de pelo, lo empujé dentro de mi coño y lo sentí holgado, no me daba esa sensación de estrechez, no entraba apretadito como antes. Trate de recordar desde cuando que no le daba este uso cachondo, ¡Oh!, sí. Desde cuando descubrí la lengua de Scotty, él reemplazó eficientemente al cepillo.
Encontré que ya no me satisfacía, era demasiado pequeño, entraba con demasiada facilidad y no había roce. Quería sentir algo que me llenara toda. Apretar algo contundente con los músculos de mi vagina, algo que expandiera mí coño estrecho, tal vez hasta que me haga sentir una ligera incomodidad acomodando una suculenta penetración de una suculenta pija. Mientras más pensaba, más me calentaba.
Tomé el pepino. Lo deslicé entre mis jugosos labios candentes. Apoyé el extremo más delgado en mi ojete vaginal y lo empujé lentamente dentro de mi.
—¡Uhmmmmm! … ¡Ssiii! … ¡Esto se siente mejor! …
Lentamente lo sumergí en mi coño y me gusto como me hacia sentir, pausadamente lo empuje más y más profundo, mi agujero se estiraba finalmente, mi apretado coño se expandía, miré como la cosa verde y gorda sobresalía de mi coño y como mis carnecitas rosáceas lo envolvían como un ajustado guante, lo mantuve firme y comencé a follarlo moviendo mis caderas, entraba y salía, entraba y salía, una y otra vez, comencé a pellizcar mi tetas y a gemir audiblemente, los gemidos de Scotty me hicieron voltear a mirarlo, su larga, gruesa y puntiaguda verga rojiza estaba completamente afuera. Volví a concentrarme en mi coño rosado, húmedo, descaradamente forzado por el vegetal.
—¡Aaaahhhh! … ¡Mi chuchita se siente rellenita! … ¡Hmmmmm! … ¡Me gusta! …
Comencé a mover mis caderas con mayor velocidad y me enterré el vegetal todo lo que pude en mi ajustado coño adolescente. Mis ojos se cerraron y comencé a fantasear de quien podría ser la inmensa verga que perforaba mi tierna y mojada intimidad. ¿Podría ser el Señor García, mi profesor follándome sobre el escritorio de la sala de clases? Él es fuerte y corpulento debe tener una polla poderosa, pero siempre huele a café y cigarrillos … ¡No!, no puede ser él. ¿Podría ser Andrés mi fallido primer novio?, tal vez en el asiento trasero de su carro después de haberle chupado la verga, pero su verga era mucho más pequeña … ¡No!, no puede ser él. ¿Podría ser mi padre? Él a veces me mira descaradamente, pero sería demasiado pervertido … ¡No!, no puede ser él.
De repente como en una nube rosada se apareció la hermosa y gorda polla de Scotty, ¡Oh, nooo! Era demasiado depravado solo a pensarlo. Pero se siente tan caliente y agradable en mis manos y en mí boca. ¿Pero si se trata solo de fingir? ¿Podría actuar como una zorra cochambrosa y sedienta de verga? ¿Podría solo fantasear de follar la resbaladiza y maravillosa verga de Scotty? ¿Fantasear de hacer el amor con él? … ¡Pero es mi perro!
¡OH, MI DIOS! … ¿Por qué estaba pensando en follar con mi perro? … Yo sabía por qué. Fue porque el trató de montarme la otra noche. Fue porque sentí su esplendorosa polla penetrar por un breve instante mi culo. ¡Eso es! Desde el momento que clavó mi trasero, también enterró en mi cerebro la idea de hacer el amor con él. Ahora me parecía cada vez más guapo y bello. Pero si era solo una sucia fantasía. Esto no se ajusta con la vida real. Está solo en mi pensamiento. ¿Hacerlo? ¿O no hacerlo?
Gimiendo saqué el pepino de mi coño, lo giré, el lado opuesto era más grueso, pero todavía no se podía comparar con la maciza polla de Scotty. Me puse en cuatro sobre la cama y coloqué el gordo vegetal contra el ojete de mi conchita. Suavemente lo empujé dentro, junto a renovados gemidos se me salió inocentemente en un susurro:
—¡Fóllame Scotty! …
Mo coño se contrajo alrededor del pepino.
—¡Oh sí, Scotty! … ¡Hazme tu perrita! … ¡Oooohhhh! … ¡Eres tan grande, Scotty! …
Balbuceé su nombre a baja voz, no quería que él me escuchara fantasear e implorar por su verga fornida y robusta.
—¡Ooohhh! … ¡Necesito una polla gorda cómo la tuya, Scotty! …
Quería sentir su lengua caliente y babosa lamiendo mi culo y mi coño mientras me follaba con mi pepino, me volteé y mi obediente perrito estaba en la misma posición mirándome atentamente, lo llamé en forma incontenible.
—¡Vamos, perrito! … ¡Lame -Lame -Lame! … ¡Lame a tú perra! ...
Scotty no esperaba nada más que eso, saltó sobre el edredón y su lengua comenzó a azotar mis nalgas rozando mi culo y mi chocho. Empujé con mayor vehemencia el gordo vegetal profundamente en mi vagina. La sensación era encantadora, exquisitamente incomoda, casi dolorosa a veces. Me gustaba follar mi coño con este fruto, pero quería una polla que me llenara del mismo modo. Una pija larga y gruesa que me follara sin descanso. Que me utilizara y dominara como una verdadera puta.
Deslicé sin descanso el pepino dentro y fuera de mi chocho imaginando la pija maravillosa de Scotty.
—¡Oooohhhh! … ¡Ssssiiii! … ¡Mi perro! … ¡Hazlo! …
Follé mi conchita casi con violencia, necesitaba ese orgasmo que nunca llegaba. Scotty lamía mi culo y mi sexo, eternas lamidas que resbalaban y bañaban aún más mis tiernas carnes. Debía sentirme en el séptimo cielo, pero no era así. El orgasmo debería ser perfecto, fabuloso y vibrante, pero nada sucedía, algo faltaba. Follar el pepino duro y frio no me estimulaba lo suficiente, había sentido la recia y caliente polla de Scotty. Se sentía tan, tan bien en mis labios y mis manos. Lo mismo debería sentir mi coño. ¿Era su polla lo que mi chochito necesitaba? ¿Estaría mi diminuto coñito preparado a recibir la enorme verga de él? ¿Debería dejar que él fuera mi primera pija?
—¡Oooohhhh!, Scotty … ¿Qué hacer? … ¡Dios mío! …
Necesito ser follada por una polla de verdad. Sentir un ariete candente perforando y estirando mis rosados y delicados pliegues. ¿Tener sexo sin preocupaciones de quedar embarazada?
—¡Eso es! …
Solo pensar en sus zampas grandes y peludas envolviéndome alrededor de mi cintura me hizo temblar y hormiguear de placer. Lo imagine tirando mi grácil y frágil cuerpo contra su poderosa verga canina. Que encontrara mi agujero caliente y me penetrara con su verga lustrosa de perrito. ¿Sentir por primera vez una suculenta descarga de semen directamente en mi matriz?
—¡Mmmmmm! … ¡Ssssiiii! … ¡Eso es lo que quiero! …
Gemí lujuriosamente y me decidí a hacerlo. ¿Quién mejor que mi peludo amante para penetrar con su polla mi coño primerizo? ¿Quién mejor que yo para desvirgar su pija majestuosa? ¡No puedo dejar que una perra extraña lo desvirgue! ¡Él necesita mi apretado coño para eso!
—¡Vamos, Scotty! … ¡Prepárate! … ¡Me vas a hacer tuya! …
Mi coño estaba empapado, mojado y caliente, estaba listo para él. Debería hacerlo ahora de inmediato antes de tener ocasión de cambiar de opinión. Scotty me vio sacar el pepino de mi coño y enderezarme sobre la cama, me miraba desconcertado, me lamió una teta y luego la mejilla. Volví a agacharme y meterme en cuatro, mi coño estaba ampliamente abierto, él no perdió tiempo en penetrar mi chocho con su jugosa y gruesa lengua incandescente, pero solo me lamía, no intentaba montarme, me estaba haciendo impacientar, ¿Qué le sucede a este perro bobo? Entonces golpeé uno de mis glúteos enérgicamente.
—¡Vamos, Scotty! … ¡Sube aquí y fóllame! …
Lo dejé lamer por un rato, sabía que se pondría aún más caliente, luego comenzó a pasearse detrás de mí.
—¡Oooohhhh! … ¡Ssiii! … ¡Ahora sí! … ¡Sube y fóllame, Scotty! …
Scotty estaba un poco titubeante, trataba de comprender mis ordenes y deseos, pero yo le había regañado la última vez que me montó, debería inculcarle un nuevo comando, me golpeé con fuerza mi trasero:
—¡Folla -Folla -Folla! … ¡Folla a tu perra, Scotty! ...
Su pija enrojecida se balanceaba amenazante e invitante a la vez bajo su panza. Tentativamente subió una zampa a mi espalda, como no le regañé, él subió la otra y comenzó a deslizarla bajo mi vientre alrededor de mi cintura. Sentí de pronto su fuerza animalesca tironear mi cuerpo hacia su polla, gotas de baba cayeron en mi espalda. Empujé mis glúteos hacia atrás, quería sentir su gorda polla dentro de mí en forma abrumadora. Ya no había vuelta atrás. ¡Debía tener su polla en mi coño! ¡Era lo natural! ¡Había acariciado su pija! ¡Había chupado su pija! ¡Era hora de entregarme completamente a él!
Sus peludas patas me atenazaron, su pija revoloteaba alrededor de mi trasero, retrocedí un poco cuando sentí su maravillosa verga que rozaba los labios de mi coño, su cálido aliento resoplaba en mi cuello. Finalmente, su viscosa polla se alineó y encontró mi ojete hambriento y me penetró.
—¡Uuuurrrggghhh! … ¡Aaarrrggghhh! … ¡Demonios! … ¡Que grande que eres, Scotty! …
Estaba dentro, no quería dejarlo escapar, había esperado tanto que no lo dejaría salir por ningún motivo. Su gorda polla llenaba completamente mi vagina y aún se deslizaba forzadamente más y más adentro.
—¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Argh! … ¡Ay! … ¡Ay! …
Scotty golpeaba mi trasero con una velocidad inaudita, mis tetas temblaban debido a los embistes. Mi espalda se movía contorsionándose autónomamente, mi peludo amante había tomado su ritmo frenético haciéndome chillar y aferrarme de mi edredón con fuerza, puse mi rostro sobre mi almohada y la mordí estirando mi cuello, mi coño gozaba tremendamente, mis cabellos cubrían mi rostro y gotas de sudor comenzaban a crearse en mi rostro y pecho.
Scotty me estaba follando una delicia, una vez que sintió que su pene se había adentrado en mi cálida y acogedora panocha, sus instintos le obligaban a cogerme como a una perra y verter toda su semilla en mi interior, debía impregnar a su hembra, inundar mi coño de semen caliente y pleno de vida que aseguraría que su linaje se perpetuaría, es lo que le ordenaba madre natura y, para eso, enterraba con todas sus energías su pene gordo, largo y quemante que me hacía erizar la piel y proferir chillidos y aullidos de perra caliente.
Me tenía totalmente empalada en su verga canina, sus cojones golpeaban mis muslos como una metralla, su pene ensartado dentro de mi profundamente, sentí casi un desgarro cuando algo voluminoso resbaló más allá de mi ojete vaginal y comenzó a inflarse, mi coño se expandió a limites insospechados, casi comienzo a arrepentirme de mi decisión de dejarme follar por Scotty, pensé haría reventar mi chochito pequeñísimo, pero el momento de reflexión y agobio desapareció cuando me golpeo el primer orgasmo, mi diminuto coño cobró vida propia y comenzó a contraerse ordeñando la pija de Scotty, como una pequeña ventosa mi concha acariciaba la maciza verga de Scotty y la chupaba más adentro de mí y él respondió martillando con inusitada fuerza su herramienta en la profundidad de mi matriz.
—¡Nnnnnnngggghhhh! … ¡Uuuuhhhh! … ¡Ssssiiii! …
Mi culo empujaba y trataba de acompasar los agresivos embistes de Scotty, dejé caer mi cabeza en la almohada y sollocé de alegría, una cierta algarabía se apoderó de mi cuerpo cuando sentí que mis entrañas comenzaron a ser bañadas con potentes y calientes chorros de vida, Scotty estaba llenando mi útero con sus espermatozoos, su lechita caliente hacía rebozar mi vagina vibrante, algo de ese líquido salió disparado de mi coño que no podía contener toda la copiosa corrida de Scotty, me pareció que mi vientre se infló con la abundante cantidad de semen canino que me inundo toda. Ya nada importaba, solo ser la receptora de este regalo de vida que me daba mi cachonda mascota, él continuaba a bombear semen dentro de mí, estaba casi inmóvil, pero yo sentía dentro de mi la tibieza de su lechita que continuaba a derramarse y bañar mis paredes vaginales. Estaba terriblemente excitada por la abrumadora sensación. Su pija era suave, caliente y no dura y fría como el pepino, acomodé mi trasero para mantenerlo dentro de mi con mayor holgura. Sentía como mi coño había sido estirado al máximo, pero no me dolía y mi placer era tan intenso que ni siquiera me importaba de sentir alguna incomodidad.
—¡Uhmmmmm! … ¡Que rica tú pija, Scotty! … ¿Por qué no lo hicimos antes, querido? …
Por toda respuesta Scotty dejo escapar un gemido y lengüeteó mi cuello y espalda, moviendo sus cuartos traseros y haciendo erizar la piel de mis muslos y nalgas, sus cojones oscilaban libremente y su bola estaba atascada en mi panocha, el hormigueo por toda mi piel era insostenible y me hacía explotar en continuos orgasmos y micro orgasmos que hacían tiritar mis piernas. Esto era lo mejor que podía acontecer en mi vida. De seguro que de ahora en adelante Scotty querrá tener sexo completo y no solo que acaricie o bese su polla gigante de perrito.
Los minutos pasaron irrefrenablemente, sentí que la presión dentro de mí disminuía, comenzó a salir más y más esperma canino desde mi chocho, Scotty trataba de retroceder y me llevaba con él, estábamos pegados. ¡Dios mío! ¡Me jalaba! Esa tremenda presión que hacía ensanchar mi coño me provocaba un dulce dolor, mi cuerpo comenzó a temblar de pies a cabeza y su verga salió disparada de mi conchita y me derrumbé convulsionando en espasmódicos orgasmos sobre mi cama.
—¡Ouch! … ¡Qué salvaje! … ¡Ouch! … ¡Qué rriiiicooo! …
Caí sobre mi edredón y mis caderas se movían follando una verga invisible que hacía contraer de placer a mi vagina alborozada de esta nueva sensación, la copulación con un maravilloso pene, una pija hecha para mí panocha hambrienta. Apoyé la cara en mi almohada y metí mi mano para examinar mi coño abusado, era tan grande la polla de Scotty que ahora entraban con facilidad mis cuatro dedos, mi cuerpo se estremeció con las recientes reminiscencias del placer provocado por Scotty y me corrí una enésima vez, no fue un orgasmo provocado conscientemente, era solo mi cuerpo que reaccionaba en forma incontrolable. Jamás mi coño adolescente había sido colmado plenamente, usado de esa manera salvaje y controlado por un macho alfa de verdad. Me sentía tan afortunada de haber tenido una experiencia así de excitante.
Todavía escurría abundante semen desde mi panocha, saqué mis dedos de mi coño y me los llevé a mi boca, un sabor agridulce se esparció por mi lengua, saboreé los jugos de él mezclados con los míos, me volteé y vi que Scotty se giraba y venía también a lamer a su perra, abrí mis muslos para él y prontamente su lengua me hizo gemir golpeando mi delicado clítoris, volví a bajar mis manos y con mis dedos abrí ampliamente mi coño y lo deje hozar en mi encharcada vagina, sin poder resistir, cerré mi piernas, encorvé mi espalda y con mis muslos tiesos y tiritantes, me corrí una vez más.
—¡Aaaahhhh! … ¡Umpf! …. ¡Ooohhh! … ¡Umpf! … ¡Basta! … ¡Basta Scotty, por favor! …
Casi me desmayé de lujuria, tenía mis glúteos contraídos, mis nalgas endurecidas, mi pelvis apuntada hacia el cielo y mis manos empujando el hocico peludo de Scotty que insistía en lamer mi coño tembloroso. Me plegué casi en posición fetal y mis manos quedaron al alcance de la gorda pija de Scotty que había colmado mi panocha, todavía chorreaba su semen a gotitas y chorritos pequeños, me pareció de perogrullo tirarlo hacia mí y engullir su gorda y apetitosa salchicha, se lo chupé por varios minutos y lo sentí estremecerse con gruñidos que parecían un plañido placentero, luego él también se alejó y se echó a lamer su propia verga.
Miré el reloj y me di cuenta de que habíamos estado follando por casi una hora de corrido, volví a acariciar mi delicado clítoris y también me estremecí y gemí en sollozos de algarabía su nombre.
—¡Oooohhhh! … ¡Scotty! … ¡Scotty! … ¡Scotty! … ¡Qué feliz me has hecho! …
Sentía mi coño vacío y sin lugar a duda prefería la sensación de plenitud que me brindaba Scotty cuando penetraba mi coño y colmaba todos los vericuetos de mi concha, era algo que debería repetir a menudo de ahora en adelante.
Debo decir que ese fue el comienzo de mis travesuras con Scotty. Él se apareó con una de las perras y a la semana siguiente con la otra. Tal como lo había anunciado papá, al cabo de dos meses nacieron los cachorros de Scotty, eran preciosos, fueron seis en la primera camada y siete de la segunda perra. Papá inició su negocio e instaló una perrera veterinaria, el éxito fue inmediato. Me alegré por papá. Mamá aburrida del olor a perro de papá se divorció de él y se busco un nuevo boy-friend, de ese modo yo me quedé con papá y le daba una mano con su negocio. No me gustaba mucho tener esta obligación, pero sin duda tuve algunas divertidas travesuras cuidando en la noche a esos afectuosos animalitos. Pero ese es cuento para otro relato, “La perrera de Papá”, apenas tenga un poco de tiempo me dedicaré a recontar algunos hechos de esa nueva aventura.
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—¡Oye, tú! … ¡No te hagas! … ¡No puedes actuar como si nada! …
Lo apunté amenazadoramente con mi dedo y su cola se escondió entre sus patas traseras. Entendía que le estaba regañando.
—¿Cómo es posible que te hayas equivocado de ojete? … ¡Me la metiste en mi culo! … ¡Me dolió mucho! … ¡Estúpido! …
Moví significativamente mi mano sobre mis nalgas y me sobajeé, todavía recordaba cómo me había estimulado mi esfínter con su húmeda lengua, sondeándolo y forzándolo delicadamente. Repentinamente sentí su verga entrar en mi ano y grite dejándome caer sobre mi cama, afortunadamente fue una sola estocada profunda y nada más que eso, pero fue suficiente para sentir el poderío de su gorda pija ¿Quién sabe qué podría haber pasado si le dejo follar mi trasero? … bueno realmente una idea la tenía, me pasé pensando en ello toda la mañana en el colegio, también antes de adormecerme me quedé sintiendo mi ojete anal ampliamente forzado. Durante la noche soñé ese momento y no fue una pesadilla, fue un sueño bastante húmedo, me desperté con mi pijama parcialmente mojado en mi entrepierna y con placenteros escalofríos.
No me pareció justo castigarlo ni seguir enrostrándole su error, gran parte de la responsabilidad había sido mía, también me recordé que la entrenadora me había dicho que los regaños y los castigos deben de hacerse al momento de cometer el error o la falta, después de pasado el evento cualquier recriminación, no sirve. Me acerqué a él y rasqué sus suaves orejas afectuosa y juguetonamente.
—Me lo metiste en mi culo, perrito tonto …
Lo perdoné, solo tendría que entrenarlo mejor. Justo en ese momento escuché a mamá y papá que regresaban a casa. Mi padre prontamente se agachó a acariciar a Scotty y dijo con cierta alegría:
—A mi campeón le toca este fin de semana …
Mi madre ignara de todo preguntó.
—¿Qué significa eso de que le toca? …
—¡Mami! … quiere decir que una de las perritas entro en celo … ¿No es verdad, papi? …
—Así es, Carolina … una de las perras está entrando en celo y para este fin de semana estará pronta para esposarse con Scotty …
—¿Esposarse? … ¡Pero no existe que los perros se esposen! …
—¡Ay, Mami! … Quiere decir que tendrán relaciones como si fuesen matrimonio, ¿No es verdad, papi? …
—Nuestra astuta Carolina tiene razón … así qué, entre sesenta y setenta días después tendremos cachorritos … el destete se produce cuarenta a cuarenta y cinco días después, entonces podremos iniciar la venta … aquí inicia mi negocio …
—¡Tú y tu bobo negocio! … ¡Con tal de que ese perro siga tan tranquilo como estos últimos días! …
Dijo mamá dándose media vuelta y yéndose a la cocina, papá solo se encogió de hombros.
—¡Papi!, ¿Crees que Scotty está preparado para tener sexo? …
—No me cabe la menor duda … mi amigo me llamó y dijo que el veterinario le había confirmado que una de las perras está por entrar en su ciclo de celo, así que me dijo de preparar a nuestro campeón … Llévalo al entrenamiento y cuida de que no venga estresado … lo último que podría suceder de que la perra vaya en celo y nuestro macho esté con problemas de virilidad …
—¡Oh!, vaya … tendré cuidado, papi … lo prepararé adecuadamente …
Mi padre se alejó a cuidar de sus propios quehaceres y yo me fui a mi dormitorio seguida de cerca por Scotty. Apenas entramos a mi habitación me acerqué a él y lo tomé de sus mofletes para darle un beso cómo corresponde:
—Tendrás tú primera cita y tú primera perra, Scotty … ¡Debes estar emocionado! … ¡Finalmente podrás meter tu polla de perrito en un agujero y disparar tus golosinas dentro de una perra de verdad, cariño! … ¡Estoy segura de que tendrás unos hermosos cachorritos! …
Me agaché a sentir su pija a través de su peluda funda, sentí que se engrosaba con cada uno de mis masajes, me sentí complacida de saber que Scotty se excitaba solo teniéndome cerca. De pronto se insinuó un negativo pensamiento en mi cabeza.
—¡Tal vez si follas alguna perra, después dejarás de intentar de follar conmigo! …
Esto podría ser un axioma valido para cualquier macho, en mi pecho sentí una punzada profunda de celos. Después de todo Scotty era mi chico y el único novio que había tenido hasta ahora, me dolía en el alma tener que compartirlo con otra hembra, aunque si esta era solo una perra. Creo que estoy enloqueciendo, debo sacar de mi mente estas especulaciones fuera de todo sentido. Scotty estaba inquieto y entendí qué quería salir, lo llevé al patio y desapareció detrás de unos arbustos, cuando volvió nos fuimos a mi dormitorio nuevamente.
Mientras deslizaba mis vestimentas de mi cuerpo, suspiré pensando en lo de la noche anterior después que todos se habían ido a dormir, entonces sucedió algo inesperado y doloroso ¿Y si hubiese penetrado de verdad mi culo profundamente con su entera polla dura? Esa sola punzada que me dio me hizo estremecer, me dolió, ¿Pero me dolió físicamente de verdad? O tal vez fue solo un dolor a mi ego. Después de todo follar con un perro no es una cosa ordinaria de todos los días, es algo perverso, es algo sucio, es algo abominable. Pero mi culo no quedo tan adolorido cómo mi soberbia humana. La sensación en mi culo me hizo estremecer en un modo nuevo. Mi culo se expandió con la gorda polla de Scotty y todavía siento esa plenitud que me inundó por unos instantes brevísimos. ¿Y si en vez de mi culo hubiese centrado mi coño? ¿Me hubiese dolido en el mismo modo? ¿Estaría ahora cavilando en el modo en que me hizo sentir? ¿Me habría hecho gozar?
Creo que tengo que experimentar más con la enorme pija de Scotty. Nunca había contemplado hacer el amor con él en forma seria. Mis impulsos me empujaban hacia aquello, me hacía sentir cachonda esa inmensa verga. Disfrutaba pajeándolo. Me encantaba chupar su pene hinchado y resbaladizo. Me gustaba el sabor de su semen candente. Habíamos hecho ya demasiadas cosas juntos. No podía permitir que una extraña tomara su virginidad canina. No era justo ni para mi ni para él. Él era mío, debíamos perder nuestra virginidad juntos, yo tomaría la de él y le regalaría la mía. Después el podrá follar todas las perras que quiera, pero ahora debo ser yo su primera perra y él mi primer macho, era lo natural que tenía que suceder y así sería.
De siempre me había gustaba penetrar mi coño famélico de placer con diferentes cosas, primero fueron lápices, después mi cepillo para el cabello, mis dedos, también algunos frutos y vegetables pequeños, pero la polla de Scotty era algo completamente diferente. Me había hecho más grande y mis deseos libidinosos también habían aumentado, mi coño estaba anhelando algo sustancioso, gordo y sustancioso. Ya eso, me sonaba cómo describir la pija enorme de Scotty. Sentir mi coño estirado al máximo, eso es lo que anhelaba ahora. Después de descubrir la lengua de Scotty no había vuelto a usar mi cepillo, ni mis lápices. Debo ir a la siguiente etapa, pero debo priorizar su entrenamiento.
A última hora decidí volver a colocarme mis bragas, mi coño virgen estaba relativamente más seguro de ese modo, no quisiera que mi perro cachondo volviera hacer alguna de sus travesuras, me acerqué lentamente a él que me miraba expectante:
—Cariño … mami también quiere follar … pero no tan violento … ¿entiendes? … tienes que ser suave, tesoro …
Me tiré al suelo en la misma posición de anoche. Mis tetas colgaban de mi pecho y casi rozaban la alfombra balanceándose ligeramente. Mi culo estaba cubierto por mis bragas, mi coño y mi virginidad estaban a salvo. Lo iba a entrenar para follarme con una cierta delicadez y no rompiera mi coño salvajemente. Scotty me observaba sentado con la punta rojiza de su pene apenas asomada. Moví mi culo lascivamente, él gimió levemente y se agitó, pero no se levantó, esperaba la orden. Me di unas pequeñas nalgadas.
—¡Pero que buen perrito que eres! … ¡Está bien! … ¡Ahora! … ¡Ven y huele la perra! … ¡Huele -Huele -Huele! …
Scotty se alzó parsimoniosamente y se acerco a mi culo con la nariz baja y comenzó a olisquear mi trasero y mi coño, su hocico peludo hacía cosquillas en mis nalgas. Hice que lo repitiera varias veces y él se contuvo mansamente, pero al último intento Scotty se subió a mis espaldas. Inmediatamente me di vuelta y lo recriminé. Repetimos el ciclo varias veces, hasta que él entendió que no debía montarme sin que yo se lo ordenara, no importaba cuanto lo deseara, debía obedecer.
Pensé que quizás debería tentarlo cuando él estuviera más cachondo, solo así podría confiar plenamente en él y poder exponer mi coño sin ninguna protección. Me levanté y me quité mis bragas, hice que oliera mi prenda humedecida por mis fluidos, luego me fui al baño bailando sensualmente con movimiento de mis caderas, plegando mis rodillas y meneando mi culo hacia él. Salí enseguida del baño pellizcando mis tetas y haciendo la danza del vientre, abrí mis piernas y toqué mi concha mojada, gemí sicalípticamente y Scotty levantó sus orejas y gimió sin moverse, la punta de su pene había crecido y salía visiblemente de su funda, se estaba haciendo mucho más grande y mucho más grueso.
—¡Qué lindo y mansueto que estás, perrito! … ¡Necesitas una recompensa! …
Scotty gimió lastimosamente y se movió, pero no se levantó. Era hora de gratificar su paciencia, moví hacia un lado mis bragas.
—¡Está bien, perrito! … ¡Lame a la perra! … ¡Lame -Lame -Lame! ...
Scotty se hizo hacia adelante y olisqueo cautamente mi culo y luego disparó su lengua que golpeó mi coño haciéndolo vibrar, desesperado enterró su fría nariz en mi ano y su lengua se adentró en mi dulce conchita empapada. Su lengua bañó los hinchados labios de mi vagina, prontamente su lengua tocó también mi culo. Mi cuerpo entero comenzó a disfrutar el entusiasmo de Scotty a lamer mis orificios, había determinación y bravura en sus lamidas. Luego comenzó a tratar de montarme otra vez y con su peso consiguió botarme hacia adelante, inmediatamente sus peludas patas envolvieron mi cintura. Por centésimas de segundo no supe reaccionar pensando a las incitantes dimensiones de la polla de Scotty, pero rápidamente deseché cualquier pensamiento lascivo y me puse de pie.
—¡Scotty! … ¡Chico malo! … ¡No debes hacer eso, perrito atrevido! … ¡Eres un pervertido! …
Lo castigué separándome y alejándome de él, él se sentó y gimió angustiado. Él sabía que mi coño era un regalo mejor que un pedazo de carne y si yo le impedía de tenerlo era porque él había hecho algo incorrecto. Solo podía olerme y lamerme cuando efectuaba bien las ordenes que yo le impartía y, si era muy bueno obtendría una paja y tal vez hasta una mamada, esos eran los premios de incentivo por hacer bien su trabajo.
Me senté al borde de mi cama y abrí mis piernas mostrándole mi coño bañado, toqué mi monte de venus, el interno de mis muslos y con mis dedos abrí mis rosados y mojados pliegues vaginales. Esto era una tortura para él, gemí mordiéndome mi labio inferior, un mechón de mis cabellos cayó ante mis ojos cubriendo parcialmente la visual exquisita de la polla roja de Scotty, él salivaba y gemía irrequieto, su verga asomaba expuesta parcialmente, metí dos de mis dedos en mi concha caliente y los saqué bañados de secreción mucilaginosa, toqué las yemas de mis dedos y le mostré mis jugos calientes y almibarados, luego me los llevé a la boca y chupé la aromatizada esencia. Scotty se movía hacia adelante, pero no se levantaba, permanecía obedientemente en su sitio. Pensé que se merecía una recompensa por ello.
—¿Estás listo? … ¿Quieres volver a chupar mi coño? … ¿Te comportarás cómo un buen chico? …
Scotty solo emitió lastimeros sonidos que sonaban en sentido afirmativo, así que me deslicé hasta la alfombra, me puse en cuatro, levanté mis posaderas lo más alto que pude y lo tenté para que él se acercase a olerme y lamerme, pero él no se movió. Moví mi redondo trasero una y otra vez, pero Scotty se mantuvo a distancia de mis pompis.
Por largo rato me quedé en esa posición, apoyé bien mis brazos sobre la mullida alfombra y recliné mi cabeza en ellos, lo que hizo levantar mi trasero aún más, dándole a Scotty una maravillosa y tentadora visual. Cerré mis ojos y suspiré profundamente. Estaba casi en la misma posición de la noche anterior. Comencé a imaginar como se sentiría si él me montara ahora. Cómo se sentirían sus patas peludas en mi cintura tironeándome enérgicamente contra su pija gorda y caliente. Cómo e sentiría su polla inmensa estirando cada pliegue de mi chocho. Cómo se sentiría una profunda penetración de su inmenso pene de perrito colmando cada vericueto de mi conchita. Qué se sentiría al convertirme en una perrita y hacerlo con Scotty. De pronto me despabile, ¿Por qué estaban pasando por mi cabeza todos esos pervertidos pensamientos? Sentía la urgente necesidad de que algo llenara mi coño ahora ya.
—¡Hmmmmm!, Scotty … ¡Estoy jodidamente caliente! … ¿También tú? …
—¡Guauu! … ¡Guauu! …
Me pareció la respuesta adecuada, me levanté y me acerqué a él con dos dedos abriendo los labios mayores de mi coño.
—¡Lámeme, Scotty! … ¡Lame a tu perra! ... ¡Lámeme mientras preparo mi coño para follarlo! …
Scotty me siguió al baño donde recogí mi cepillo de cabellos, el mismo con el cual me desvirgué el año pasado. Tenía un buen mango, no tan grande ni grueso como la polla que se balanceaba bajo la panza de Scotty, pero podía ser agradable para follar mi coño, pero luego me pareció que era ridículamente corto y delgado, no me lo recordaba así tan exiguo.
—¡Mmmmmm! … ¡Aquí se necesita algo más contundente! …
Me asomé al pasillo, de carrerita me fui a la cocina y busqué en la cesta de las verduras, encontré un pepino de dimensiones que me parecieron apropiadas para follar mi coño, unos veinte centímetros, un extremo más delgado que el opuesto y de prisa me devolví a mi cuarto con Scotty siempre pegado a mi entrepierna, baboseando mi culo y mí concha.
Me senté en mi cama, Scotty empujó su hocico entre mis muslos y continuó a lamer mi chocho provocándome intensas vibraciones. Tomé el pepino y lo envolví con mis dedos, no era tan grueso como la pija de Scotty, pero indudablemente era más ancho que la verga de Andrés, eran las dos únicas pijas que habían pasado por mis manos y solo podía comparar mi pepino con ellas.
¡Perfecto!, me dije para mis adentros, mi coño famélico podría soportarlo, incluso ambos extremos, si me relajaba lo suficiente podría penetrarme hasta con la punta más ancha. Me recosté sobre mi cama, Scotty pacientemente se quedó mirándome sin moverse sentado al costado de la cama. Toqué mi conchita encharcada y probé primero con el cepillo de pelo, lo empujé dentro de mi coño y lo sentí holgado, no me daba esa sensación de estrechez, no entraba apretadito como antes. Trate de recordar desde cuando que no le daba este uso cachondo, ¡Oh!, sí. Desde cuando descubrí la lengua de Scotty, él reemplazó eficientemente al cepillo.
Encontré que ya no me satisfacía, era demasiado pequeño, entraba con demasiada facilidad y no había roce. Quería sentir algo que me llenara toda. Apretar algo contundente con los músculos de mi vagina, algo que expandiera mí coño estrecho, tal vez hasta que me haga sentir una ligera incomodidad acomodando una suculenta penetración de una suculenta pija. Mientras más pensaba, más me calentaba.
Tomé el pepino. Lo deslicé entre mis jugosos labios candentes. Apoyé el extremo más delgado en mi ojete vaginal y lo empujé lentamente dentro de mi.
—¡Uhmmmmm! … ¡Ssiii! … ¡Esto se siente mejor! …
Lentamente lo sumergí en mi coño y me gusto como me hacia sentir, pausadamente lo empuje más y más profundo, mi agujero se estiraba finalmente, mi apretado coño se expandía, miré como la cosa verde y gorda sobresalía de mi coño y como mis carnecitas rosáceas lo envolvían como un ajustado guante, lo mantuve firme y comencé a follarlo moviendo mis caderas, entraba y salía, entraba y salía, una y otra vez, comencé a pellizcar mi tetas y a gemir audiblemente, los gemidos de Scotty me hicieron voltear a mirarlo, su larga, gruesa y puntiaguda verga rojiza estaba completamente afuera. Volví a concentrarme en mi coño rosado, húmedo, descaradamente forzado por el vegetal.
—¡Aaaahhhh! … ¡Mi chuchita se siente rellenita! … ¡Hmmmmm! … ¡Me gusta! …
Comencé a mover mis caderas con mayor velocidad y me enterré el vegetal todo lo que pude en mi ajustado coño adolescente. Mis ojos se cerraron y comencé a fantasear de quien podría ser la inmensa verga que perforaba mi tierna y mojada intimidad. ¿Podría ser el Señor García, mi profesor follándome sobre el escritorio de la sala de clases? Él es fuerte y corpulento debe tener una polla poderosa, pero siempre huele a café y cigarrillos … ¡No!, no puede ser él. ¿Podría ser Andrés mi fallido primer novio?, tal vez en el asiento trasero de su carro después de haberle chupado la verga, pero su verga era mucho más pequeña … ¡No!, no puede ser él. ¿Podría ser mi padre? Él a veces me mira descaradamente, pero sería demasiado pervertido … ¡No!, no puede ser él.
De repente como en una nube rosada se apareció la hermosa y gorda polla de Scotty, ¡Oh, nooo! Era demasiado depravado solo a pensarlo. Pero se siente tan caliente y agradable en mis manos y en mí boca. ¿Pero si se trata solo de fingir? ¿Podría actuar como una zorra cochambrosa y sedienta de verga? ¿Podría solo fantasear de follar la resbaladiza y maravillosa verga de Scotty? ¿Fantasear de hacer el amor con él? … ¡Pero es mi perro!
¡OH, MI DIOS! … ¿Por qué estaba pensando en follar con mi perro? … Yo sabía por qué. Fue porque el trató de montarme la otra noche. Fue porque sentí su esplendorosa polla penetrar por un breve instante mi culo. ¡Eso es! Desde el momento que clavó mi trasero, también enterró en mi cerebro la idea de hacer el amor con él. Ahora me parecía cada vez más guapo y bello. Pero si era solo una sucia fantasía. Esto no se ajusta con la vida real. Está solo en mi pensamiento. ¿Hacerlo? ¿O no hacerlo?
Gimiendo saqué el pepino de mi coño, lo giré, el lado opuesto era más grueso, pero todavía no se podía comparar con la maciza polla de Scotty. Me puse en cuatro sobre la cama y coloqué el gordo vegetal contra el ojete de mi conchita. Suavemente lo empujé dentro, junto a renovados gemidos se me salió inocentemente en un susurro:
—¡Fóllame Scotty! …
Mo coño se contrajo alrededor del pepino.
—¡Oh sí, Scotty! … ¡Hazme tu perrita! … ¡Oooohhhh! … ¡Eres tan grande, Scotty! …
Balbuceé su nombre a baja voz, no quería que él me escuchara fantasear e implorar por su verga fornida y robusta.
—¡Ooohhh! … ¡Necesito una polla gorda cómo la tuya, Scotty! …
Quería sentir su lengua caliente y babosa lamiendo mi culo y mi coño mientras me follaba con mi pepino, me volteé y mi obediente perrito estaba en la misma posición mirándome atentamente, lo llamé en forma incontenible.
—¡Vamos, perrito! … ¡Lame -Lame -Lame! … ¡Lame a tú perra! ...
Scotty no esperaba nada más que eso, saltó sobre el edredón y su lengua comenzó a azotar mis nalgas rozando mi culo y mi chocho. Empujé con mayor vehemencia el gordo vegetal profundamente en mi vagina. La sensación era encantadora, exquisitamente incomoda, casi dolorosa a veces. Me gustaba follar mi coño con este fruto, pero quería una polla que me llenara del mismo modo. Una pija larga y gruesa que me follara sin descanso. Que me utilizara y dominara como una verdadera puta.
Deslicé sin descanso el pepino dentro y fuera de mi chocho imaginando la pija maravillosa de Scotty.
—¡Oooohhhh! … ¡Ssssiiii! … ¡Mi perro! … ¡Hazlo! …
Follé mi conchita casi con violencia, necesitaba ese orgasmo que nunca llegaba. Scotty lamía mi culo y mi sexo, eternas lamidas que resbalaban y bañaban aún más mis tiernas carnes. Debía sentirme en el séptimo cielo, pero no era así. El orgasmo debería ser perfecto, fabuloso y vibrante, pero nada sucedía, algo faltaba. Follar el pepino duro y frio no me estimulaba lo suficiente, había sentido la recia y caliente polla de Scotty. Se sentía tan, tan bien en mis labios y mis manos. Lo mismo debería sentir mi coño. ¿Era su polla lo que mi chochito necesitaba? ¿Estaría mi diminuto coñito preparado a recibir la enorme verga de él? ¿Debería dejar que él fuera mi primera pija?
—¡Oooohhhh!, Scotty … ¿Qué hacer? … ¡Dios mío! …
Necesito ser follada por una polla de verdad. Sentir un ariete candente perforando y estirando mis rosados y delicados pliegues. ¿Tener sexo sin preocupaciones de quedar embarazada?
—¡Eso es! …
Solo pensar en sus zampas grandes y peludas envolviéndome alrededor de mi cintura me hizo temblar y hormiguear de placer. Lo imagine tirando mi grácil y frágil cuerpo contra su poderosa verga canina. Que encontrara mi agujero caliente y me penetrara con su verga lustrosa de perrito. ¿Sentir por primera vez una suculenta descarga de semen directamente en mi matriz?
—¡Mmmmmm! … ¡Ssssiiii! … ¡Eso es lo que quiero! …
Gemí lujuriosamente y me decidí a hacerlo. ¿Quién mejor que mi peludo amante para penetrar con su polla mi coño primerizo? ¿Quién mejor que yo para desvirgar su pija majestuosa? ¡No puedo dejar que una perra extraña lo desvirgue! ¡Él necesita mi apretado coño para eso!
—¡Vamos, Scotty! … ¡Prepárate! … ¡Me vas a hacer tuya! …
Mi coño estaba empapado, mojado y caliente, estaba listo para él. Debería hacerlo ahora de inmediato antes de tener ocasión de cambiar de opinión. Scotty me vio sacar el pepino de mi coño y enderezarme sobre la cama, me miraba desconcertado, me lamió una teta y luego la mejilla. Volví a agacharme y meterme en cuatro, mi coño estaba ampliamente abierto, él no perdió tiempo en penetrar mi chocho con su jugosa y gruesa lengua incandescente, pero solo me lamía, no intentaba montarme, me estaba haciendo impacientar, ¿Qué le sucede a este perro bobo? Entonces golpeé uno de mis glúteos enérgicamente.
—¡Vamos, Scotty! … ¡Sube aquí y fóllame! …
Lo dejé lamer por un rato, sabía que se pondría aún más caliente, luego comenzó a pasearse detrás de mí.
—¡Oooohhhh! … ¡Ssiii! … ¡Ahora sí! … ¡Sube y fóllame, Scotty! …
Scotty estaba un poco titubeante, trataba de comprender mis ordenes y deseos, pero yo le había regañado la última vez que me montó, debería inculcarle un nuevo comando, me golpeé con fuerza mi trasero:
—¡Folla -Folla -Folla! … ¡Folla a tu perra, Scotty! ...
Su pija enrojecida se balanceaba amenazante e invitante a la vez bajo su panza. Tentativamente subió una zampa a mi espalda, como no le regañé, él subió la otra y comenzó a deslizarla bajo mi vientre alrededor de mi cintura. Sentí de pronto su fuerza animalesca tironear mi cuerpo hacia su polla, gotas de baba cayeron en mi espalda. Empujé mis glúteos hacia atrás, quería sentir su gorda polla dentro de mí en forma abrumadora. Ya no había vuelta atrás. ¡Debía tener su polla en mi coño! ¡Era lo natural! ¡Había acariciado su pija! ¡Había chupado su pija! ¡Era hora de entregarme completamente a él!
Sus peludas patas me atenazaron, su pija revoloteaba alrededor de mi trasero, retrocedí un poco cuando sentí su maravillosa verga que rozaba los labios de mi coño, su cálido aliento resoplaba en mi cuello. Finalmente, su viscosa polla se alineó y encontró mi ojete hambriento y me penetró.
—¡Uuuurrrggghhh! … ¡Aaarrrggghhh! … ¡Demonios! … ¡Que grande que eres, Scotty! …
Estaba dentro, no quería dejarlo escapar, había esperado tanto que no lo dejaría salir por ningún motivo. Su gorda polla llenaba completamente mi vagina y aún se deslizaba forzadamente más y más adentro.
—¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Argh! … ¡Ay! … ¡Ay! …
Scotty golpeaba mi trasero con una velocidad inaudita, mis tetas temblaban debido a los embistes. Mi espalda se movía contorsionándose autónomamente, mi peludo amante había tomado su ritmo frenético haciéndome chillar y aferrarme de mi edredón con fuerza, puse mi rostro sobre mi almohada y la mordí estirando mi cuello, mi coño gozaba tremendamente, mis cabellos cubrían mi rostro y gotas de sudor comenzaban a crearse en mi rostro y pecho.
Scotty me estaba follando una delicia, una vez que sintió que su pene se había adentrado en mi cálida y acogedora panocha, sus instintos le obligaban a cogerme como a una perra y verter toda su semilla en mi interior, debía impregnar a su hembra, inundar mi coño de semen caliente y pleno de vida que aseguraría que su linaje se perpetuaría, es lo que le ordenaba madre natura y, para eso, enterraba con todas sus energías su pene gordo, largo y quemante que me hacía erizar la piel y proferir chillidos y aullidos de perra caliente.
Me tenía totalmente empalada en su verga canina, sus cojones golpeaban mis muslos como una metralla, su pene ensartado dentro de mi profundamente, sentí casi un desgarro cuando algo voluminoso resbaló más allá de mi ojete vaginal y comenzó a inflarse, mi coño se expandió a limites insospechados, casi comienzo a arrepentirme de mi decisión de dejarme follar por Scotty, pensé haría reventar mi chochito pequeñísimo, pero el momento de reflexión y agobio desapareció cuando me golpeo el primer orgasmo, mi diminuto coño cobró vida propia y comenzó a contraerse ordeñando la pija de Scotty, como una pequeña ventosa mi concha acariciaba la maciza verga de Scotty y la chupaba más adentro de mí y él respondió martillando con inusitada fuerza su herramienta en la profundidad de mi matriz.
—¡Nnnnnnngggghhhh! … ¡Uuuuhhhh! … ¡Ssssiiii! …
Mi culo empujaba y trataba de acompasar los agresivos embistes de Scotty, dejé caer mi cabeza en la almohada y sollocé de alegría, una cierta algarabía se apoderó de mi cuerpo cuando sentí que mis entrañas comenzaron a ser bañadas con potentes y calientes chorros de vida, Scotty estaba llenando mi útero con sus espermatozoos, su lechita caliente hacía rebozar mi vagina vibrante, algo de ese líquido salió disparado de mi coño que no podía contener toda la copiosa corrida de Scotty, me pareció que mi vientre se infló con la abundante cantidad de semen canino que me inundo toda. Ya nada importaba, solo ser la receptora de este regalo de vida que me daba mi cachonda mascota, él continuaba a bombear semen dentro de mí, estaba casi inmóvil, pero yo sentía dentro de mi la tibieza de su lechita que continuaba a derramarse y bañar mis paredes vaginales. Estaba terriblemente excitada por la abrumadora sensación. Su pija era suave, caliente y no dura y fría como el pepino, acomodé mi trasero para mantenerlo dentro de mi con mayor holgura. Sentía como mi coño había sido estirado al máximo, pero no me dolía y mi placer era tan intenso que ni siquiera me importaba de sentir alguna incomodidad.
—¡Uhmmmmm! … ¡Que rica tú pija, Scotty! … ¿Por qué no lo hicimos antes, querido? …
Por toda respuesta Scotty dejo escapar un gemido y lengüeteó mi cuello y espalda, moviendo sus cuartos traseros y haciendo erizar la piel de mis muslos y nalgas, sus cojones oscilaban libremente y su bola estaba atascada en mi panocha, el hormigueo por toda mi piel era insostenible y me hacía explotar en continuos orgasmos y micro orgasmos que hacían tiritar mis piernas. Esto era lo mejor que podía acontecer en mi vida. De seguro que de ahora en adelante Scotty querrá tener sexo completo y no solo que acaricie o bese su polla gigante de perrito.
Los minutos pasaron irrefrenablemente, sentí que la presión dentro de mí disminuía, comenzó a salir más y más esperma canino desde mi chocho, Scotty trataba de retroceder y me llevaba con él, estábamos pegados. ¡Dios mío! ¡Me jalaba! Esa tremenda presión que hacía ensanchar mi coño me provocaba un dulce dolor, mi cuerpo comenzó a temblar de pies a cabeza y su verga salió disparada de mi conchita y me derrumbé convulsionando en espasmódicos orgasmos sobre mi cama.
—¡Ouch! … ¡Qué salvaje! … ¡Ouch! … ¡Qué rriiiicooo! …
Caí sobre mi edredón y mis caderas se movían follando una verga invisible que hacía contraer de placer a mi vagina alborozada de esta nueva sensación, la copulación con un maravilloso pene, una pija hecha para mí panocha hambrienta. Apoyé la cara en mi almohada y metí mi mano para examinar mi coño abusado, era tan grande la polla de Scotty que ahora entraban con facilidad mis cuatro dedos, mi cuerpo se estremeció con las recientes reminiscencias del placer provocado por Scotty y me corrí una enésima vez, no fue un orgasmo provocado conscientemente, era solo mi cuerpo que reaccionaba en forma incontrolable. Jamás mi coño adolescente había sido colmado plenamente, usado de esa manera salvaje y controlado por un macho alfa de verdad. Me sentía tan afortunada de haber tenido una experiencia así de excitante.
Todavía escurría abundante semen desde mi panocha, saqué mis dedos de mi coño y me los llevé a mi boca, un sabor agridulce se esparció por mi lengua, saboreé los jugos de él mezclados con los míos, me volteé y vi que Scotty se giraba y venía también a lamer a su perra, abrí mis muslos para él y prontamente su lengua me hizo gemir golpeando mi delicado clítoris, volví a bajar mis manos y con mis dedos abrí ampliamente mi coño y lo deje hozar en mi encharcada vagina, sin poder resistir, cerré mi piernas, encorvé mi espalda y con mis muslos tiesos y tiritantes, me corrí una vez más.
—¡Aaaahhhh! … ¡Umpf! …. ¡Ooohhh! … ¡Umpf! … ¡Basta! … ¡Basta Scotty, por favor! …
Casi me desmayé de lujuria, tenía mis glúteos contraídos, mis nalgas endurecidas, mi pelvis apuntada hacia el cielo y mis manos empujando el hocico peludo de Scotty que insistía en lamer mi coño tembloroso. Me plegué casi en posición fetal y mis manos quedaron al alcance de la gorda pija de Scotty que había colmado mi panocha, todavía chorreaba su semen a gotitas y chorritos pequeños, me pareció de perogrullo tirarlo hacia mí y engullir su gorda y apetitosa salchicha, se lo chupé por varios minutos y lo sentí estremecerse con gruñidos que parecían un plañido placentero, luego él también se alejó y se echó a lamer su propia verga.
Miré el reloj y me di cuenta de que habíamos estado follando por casi una hora de corrido, volví a acariciar mi delicado clítoris y también me estremecí y gemí en sollozos de algarabía su nombre.
—¡Oooohhhh! … ¡Scotty! … ¡Scotty! … ¡Scotty! … ¡Qué feliz me has hecho! …
Sentía mi coño vacío y sin lugar a duda prefería la sensación de plenitud que me brindaba Scotty cuando penetraba mi coño y colmaba todos los vericuetos de mi concha, era algo que debería repetir a menudo de ahora en adelante.
Debo decir que ese fue el comienzo de mis travesuras con Scotty. Él se apareó con una de las perras y a la semana siguiente con la otra. Tal como lo había anunciado papá, al cabo de dos meses nacieron los cachorros de Scotty, eran preciosos, fueron seis en la primera camada y siete de la segunda perra. Papá inició su negocio e instaló una perrera veterinaria, el éxito fue inmediato. Me alegré por papá. Mamá aburrida del olor a perro de papá se divorció de él y se busco un nuevo boy-friend, de ese modo yo me quedé con papá y le daba una mano con su negocio. No me gustaba mucho tener esta obligación, pero sin duda tuve algunas divertidas travesuras cuidando en la noche a esos afectuosos animalitos. Pero ese es cuento para otro relato, “La perrera de Papá”, apenas tenga un poco de tiempo me dedicaré a recontar algunos hechos de esa nueva aventura.
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