En alguna parte cerca de Iquique. - octava parte.
por
Juan Alberto
género
incesto
Nadé hasta agotarme completamente, no me di cuenta de cuanto me había alejado, mirando hacia la playa noté una persona, pensé que era Sonya y que se había pacificado y quería fumar la pipa de la paz, esperanzado nadé hacia la playa. Poco a poco que me acercaba, me di cuenta de que era Claudia quien estaba en la playa haciéndome señas para que saliera. Agotado salí del agua con mi traje de baño estilando agua, Claudia se acercó:
—Pero ¿qué haces? … hace media hora que intento llamarte … a ratos ni siquiera te divisaba …
—¡Oh! … no me percaté de que estabas aquí en la playa … tuve un percance con Sonya y trataba de relajarme nadando un poco … pero creo que está vez metí las patas …
—Comienza a calmarte … ella me contó todo o casi … me dijo que le habías dicho de haber tenido sexo conmigo …
—No fue de propósito, hermanita … estábamos follando y se me salió …
—¿Te follaste a Sonya? …
—¿Por qué? … ¿No te dijo eso? …
—¡No! … no me lo dijo … ¡La muy guarra! …
Tomé la toalla que me extendía Claudia y comencé a secarme, ella se acercó a mí y me ayudaba a secarme y contemporáneamente acariciaba mis pectorales y mis muslos, hasta que se centró a tocar mi pene empequeñecido por el frio del agua de mar.
—Con esto te follaste a tu hermanita, ¿eh? …
—Sí … pero no estaba tan pequeñito … sabes … el frio …
—Y tú crees que si lo toco un poquito … así … ¿crecería? …
—El agua estaba bastante helada, ¿sabes? …
—Entonces tu piensas que se necesita algo más cálido, ¿eh? … ¿Qué tal si lo tomo en mi boca? …
—Si quieres probar a resucitarlo … ¡adelante! …
—probar nada me cuesta …
Claudia se arrodilló en la arena, me bajó mi traje de baño a las rodillas y se metió mi fláccido pene en su boca tibia comenzando una suave y lenta succión que me provocó más tiritones que la fría agua marina. Pronto sus chupadas empezaron a ejercer efecto y mi pene comenzó a crecer, a alargarse y engrosarse. Bastaron pocos minutos y mi polla estaba erecta en su plenitud, tiré la toalla sobre la arena y me senté con Claudia que no cejaba en su tarea de succión y caricias a mis bolas. Tiré de su remera hasta que logré quitársela, ella no portaba sostén, sus maravillosos y exuberantes senos colmaron mis manos, sus pezones durísimos, sus grandes areolas rosadas, su mullida y suave esponjosidad, sus pechos moviéndose como péndulos me subyugaban. Alargué mis brazos al máximo y le quité sus pantaloncitos. Su calva panocha estaba escondida entre sus muslos, pero mis dedos alcanzaron su tibieza y la hice gemir tocando su clítoris escurridizo.
Ella sabía de haber reanimado mi verga que estaba dura y dispuesta, así que se enderezo y me hizo recostar montándome inmediatamente a horcajadas, se apoyó en mis pectorales y jugando con sus caderas y pelvis, hizo que mi grueso glande embocara su hendedura vaginal, la cabezota de mi pene resbalaba alrededor de su boquete que emanaba fluidos y bañaba mi verga, de experta, sintió cuando se había bañado bastante con sus jugos y presionó su conchita contra mi pija haciéndola entrar en su vagina. Mientras mi pene horadaba sus carnes, Claudia echó su cabeza hacia atrás gimiendo y lanzando agudos grititos, sus uñas se enterraron en mis pectorales. Lo hizo entrar todo en ella, se acomodó sentándose sobre mis muslos y luego se movió como a balancín, después verticalmente enderezándose y poniendo sus manos en sus caderas, me cabalgó incesantemente hasta lanzar un grito liberatorio al momento de alcanzar su orgasmo. Se estremeció toda, gemía y bufaba en mi oído, temblaba con suaves movimientos copulatorios, se estrechó a mi presionando sus tetas, empujando sus duros pezones contra mi pecho:
—¡Uuhhmmm! … Te voy a echar de menos cuando te vayas … ¿sabes? … ¡Oooohhhh! … sí que voy a sentir tú ausencia … sobre todo en mi chochito … se siente tan bien y tan profunda tú pija hermanito …
—¿Sí? … y … ¿Qué vamos a hacer con esa loca de Sonya? …
—¿Ah! … no te preocupes mucho … yo hablé con ella … le pedí que me perdonara, porque yo te había obligado a jurarme que no dirías nada a nadie … así que me eché toda la culpa y le recordé que ella había sido injusta contigo … pues tú no tenías ninguna responsabilidad … creo que la convencí …
—¿Y tú dices que ella me perdonará? …
—La vi un tanto compungida y arrepentida de haberse enojado contigo … creo que lo hará … además, si sintió ya tú arnés de seguro querrá sentirlo de nuevo …
La vi con su respiración normalizada, tomé sus caderas y empuje mi verga fuerte dentro de su concha empapada, Claudia abrió sus labios en forma lujuriosa y volvió a apoyarse en mis pectorales y dejo que la follara con fuertes embistes que lograron hacerme explorar dentro de ella, Mi hermanita sintió mi esperma caliente rociando sus rosadas entrañas y se apretó a mí, gimiendo y accionando sus muslos y sus músculos vaginales para extraer hasta la última gota de mi semen, me dio un apasionado beso y me susurró al oído:
—¡Que rico que me follas, hermanito! … ¡Que rico que lo haces! …
Devolví su beso con la misma pasión acariciando su espalda y las redondas nalgas que se contraían sobre mi pija. Nos quedamos así por un largo lapso sintiendo las delicias de ambos.
—Creo que sería bueno que nos fuéramos a casa …
Me dijo Claudia levantándose y yendo a la orilla de la playa pata lavar el semen que escurría por sus muslos, me quedé mirando sus armoniosos glúteos que se movían rítmicamente con su andar, luego me levanté con mi traje de baño en mi mano y me lavé mi enrojecida pija que todavía perdía algunas gotas de lefa. Luego nos encaminamos de la mano hacia la casa.
Sonya estaba conversando con Esteban y cuando me vio vino hacia nosotros, me tomó de la otra mano y ahí estaba yo en medio a mis dos hermanas sin decir nada. Claudia me soltó la mano y se fue a abrazar a Esteban, este le dio un beso y al parecer sintió el sabor de mi verga en los labios de su novia, me miró y me regaló la mejor de las sonrisas, apuntando su dedo pulgar hacia arriba. Sonya lo miró, pero no dijo nada, apretó mi mano y me dirigió una de esas miradas suyas que ciertamente me confunden, porque puede resultar en algo bueno, como puede salir con alguna de sus recriminaciones y reproches moralistas, pero esta vez al parecer estaba verdaderamente consternada, con cierta aflicción tomó mi mano entre sus dos manos y las llevo a su pecho.
—¿Quieres perdonarme? …
—¿De qué estás hablando? … explícate …
—Sabes a lo que me refiero … me enojé contigo sin saber toda la historia … Claudia me contó cómo había sido todo el asunto … me siento como una idiota al haberte culpado por eso … ¿Me perdonaras? … ¿Volverás a dormir conmigo? …
—¡Ah! … ¿Tú te refieres a que me echaste de tu cama y de tu cuarto? …
—No seas idiota … sabes de lo que estoy hablando …
Claudia que estaba escuchando atentamente detrás de ella, levantó sus dos manos y me hizo señas de que tuviera cuidado y no hacerla enfadar, ya que sabemos el genio que tiene Sonya, así que inmediatamente le dije:
—Hermanita … jamás me enojé contigo … me puse en tu lugar y pensé que tenías toda la razón … no tengo nada que perdonarte porque no sabías todo … además, ya me había acostumbrado a la calidez de tu cama … es blandita, tibiecita y acogedora … estoy ansioso de volver a ella junto a ti …
Asombrosamente Sonya se colgó de mis brazos y comenzó a besarme con una algarabía increíble, quedé estupefacto cuando tomo mi rostro en sus manos y estampo sus labios en los míos, la tomé de la cintura y devolví su beso estrechándola a mi fuertemente.
—Eso se sintió muy bien …
Le dije tomando sus nalgas y apretándola contra mi verga que comenzaba a crecer, Sonya se restregó un poco contra mi verga:
—Ve a buscar tu saco … te espero en mi cuarto …
Claudia tenía sus manos juntas y mientras simulaba un aplauso, dijo:
—¡Chicos!, si ustedes se van a dormir, también nosotros los haremos … mañana deben regresar a Santiago, así que a descansar …
Las chicas se despidieron con sendos besos en sus mejillas, yo saludé a Esteban con un movimiento de mano y me fui a la terraza a buscar mi saco de dormir, cuando volví por el pasillo no había nadie, pero pasando por la puerta del dormitorio de Claudia, esta me salió al encuentro:
—¿La vas a follar? …
—Es lo que más quiero en este momento …
—Está bien … yo iré más tarde … espero la tengas muy caliente … Esteban también la quiere follar … y yo quiero hacerlo contigo unas cuantas veces más … ve ahora … ve donde ella …
Me dio un tierno beso en los labios, luego con unas palmaditas en el trasero me empujó hacía el cuarto de Sonya.
Sonya estaba en el baño cuando entré a su dormitorio, vi que sus vestidos estaban un poco esparcidos por todas partes, ella normalmente no es así, me estaba tratando de enviar un mensaje, pensé. Así que seguí las prendas y las fui recogiendo, ante la puerta del baño estaba su diminuta tanga. ¡Guau! Mi hermanita debe estar desnuda detrás de esta puerta, imaginé. Deposité todas las prendas sobre una silla cercana y empujé la puerta del baño entreabierta. Sonya estaba de pie frente al espejo, me daba la espalda, su espalda tersa, sus redondas y firmes nalgas, llamaron inmediatamente mi atención. Ella me vio por el reflejo del espejo:
—Entra … te esperaba … necesito me ayudes …
Entré un poco intimidado, no quería hacer nada que la disturbara e iniciase algún tipo de discusión y me mandara de carreritas a dormir afuera, pero su cálida y afable voz de hizo tranquilizar:
—¿Ah? … ¿Necesitas algo de mí? … ¿Qué quieres? …
—Me encanta como Claudia mantiene su chocho rasurado … yo nunca lo he hecho y me da un poco de nervio usar esa maquinita de afeitar … ¿Lo harías tú por mí? …
Se volteó y vi sus vellos púbicos que habían sido raleados a tijeras, pero se veían como mal cuidados.
—¡Oh! … me encantaría … pero debemos meternos en la bañera ... así con el agua tibia se suavizan y es más fácil afeitarlos …
—Bueno … entonces quítate la ropa y yo llenaré la vasca … ¿te va? …
—Tus deseos son órdenes para mí, hermanita …
Comencé a desvestirme bajo la atenta mirada de Sonya, cuando metí mis dedos para bajar mis boxers, ella se inmovilizó mordiéndose su labio inferior y sus ojos pegados en el bulto que se escondía bajo mis shorts. Sonya abrió los ojos desmesuradamente cuando mi asta salto hacia afuera blandiendo el aire como un arma afiladísima y desafiante:
—¡Guau! … pero la tienes siempre a tiro tu pija …
—No soy solo yo … tú eres tan bella que me excitas al máximo …
Sonya levantó su mano derecha y metió su dedo índice entre sus labios sonriéndome sicalípticamente. Terminé de desvestirme y me metí dentro de la vasca sentándome en el fondo y deleitándome del agua tibia, el chocho peludo de Sonya me quedó a la altura de mis ojos.
—Entonces … ¿Dime que es lo que quieres? … explícate para entenderte bien …
Me miró un poco desenfadada y grácilmente levantó su pierna derecha apoyándola al borde de la vasca, luego empujó su pelvis hacia adelante mostrándome su sexo en todo su esplendor, su conchita de labiecitos cerrados y ligeramente hinchados, carnosos.
—¿Ves cuantos me crecen? …
—¡Eh1 … A todos nos crecen esos pelitos ahí …
—Sí. Pero he visto que Claudia mantiene su entrepierna, limpio, liso, suave y sin estos vellos …
—quizás ella se haya hecho depilar con el láser …
—No … me dijo que se afeitaba casi día por medio y que Esteban estaba siempre feliz de hacérselo … entonces yo pensé a ti …
—Yo nunca lo he hecho … pero creso saber cómo hacerlo … tengo habilidad para afeitar mi propia barba, así que será lo mismo con tus vellos …
Ella me miró con los ojos encendidos y llena de confianza, yo tomé el rasurador y la espuma de barba, con una esponja le eché correr un poco de agua sobre sus vellos. Ahora Sonya estaba con las piernas abiertas y estirando su piel con sus deditos, el espectáculo no me dejó indiferente y menos a mi verga que comenzó a palpitar, sus torneadas piernas, límpidas, blanquitas y preciosas, no tenían ni un solo pelo. Sus labios vaginales estaban ligeramente abiertos y se veía su húmeda y rosada piel de su delicado chocho.
—¡Oye! … fíjate en mis vellos … al interior de mi concita no hay pelos …
—Lo sé … jamás dejare de admirar tú belleza femenina … eres simplemente encantadora …
—Bueno … pero no te distraigas …
Sonya siempre reclamona y conociéndola, le cubrí todo su chocho con espuma, lo espalmé con mis dedos sin toquetearla mucho y luego pasé la hoja de afeitar sobre su monte de venus, pasada tras pasada su conchita comenzaba a perder todos esos oscuros vellos y emergía su piel albina con la marca de su bikini. Estiré sus labios vaginales uno a uno para tonsurar los vellos de los bordes, accidentalmente tocaba el interno de su chocho y ella apretaba sus muslos y después de un rato comenzó a emitir gemidos cada vez que mi dedo medio o meñique terminaba dentro de su conchita. Mi verga estaba dura que casi me dolía. Y ella se dio cuenta de ello.
—¿Cómo es que tienes siempre tu pija tan dura? …
Quiso saber mi hermanita mirando mi prolongada erección, consciente de su atención, aferré mi verga y estiré mi prepucio hacia atrás, haciendo emerger mi amoratado glande a forma de hongo, ella no pudo contenerse y con un dedo toco mi cabezota hinchada.
—Así tan durito … ¿No te duele? …
—Si quieres saber la verdad … me duelen hasta los cojones teniéndote así tan cerca … un cariñito me haría muy bien …
—¡Siéntate en el borde de la vasca! …
Dijo Sonya en modo casi perentorio, cómo sé que no hay que contrariarla, hice como me pidió, ella se acuclilló y comenzó a jugar con mi pene y una esponja, me bañaba, me enjabonaba y movía la esponja arriba y abajo, muy pronto me tenía al borde de un clímax delirante:
—¡Ay! Sonya … me vas a hacer que me corra …
Le dije advirtiéndola de mi inminente descarga, ella por respuesta me hecho harta agua con la esponja y agacho su cabeza para engullir mi pene casi a la mitad, hizo un carraspeo y algunas arcadas, sentí la estrechez de su garganta caliente, no pude resistir más y agarré su cabeza y follé su boca corriéndome a borbotones copiosos y calientes, ella luchó por un poco para alejarse, pero la mantuve con mi pija dentro de su boca hasta que descargué todas las andanadas de lefa;
—¡Cough! … Cough! … ¡Aaarrrggghhh! … ¡Cretino! … ¡Siempre haces lo mismo! …
No quise responder nada, solo pasé mi glande por su cara chorreando sus parpados y parte de su nariz, ella atrapó un par de gotitas con su lengua:
—¡Cuando vas a aprender! …
—Tú sabes cuanto me gusta hacerlo así …
—¡Pero a mi no! … ¡Estúpido! …
—¿Podemos continuar con el afeitado? …
—¡Umpf! … ¿Puedes continuar? … Estabas tembloroso … no me vayas a cortar con esa hoja …
—Por supuesto que no … estoy mejor que antes … estaba más tiritón antes de correrme en tu ardorosa y hermosa boquita …
—No te mofes de mi …
—No lo hago … eres esplendida y hermosa …
Finalmente, el ceño fruncido de ella se distendió y una mueca parecida a una sonrisa se dibujó en sus labios:
—¡Ya! … estupidín … termina lo que comenzaste …
—¿Lo quieres afeitado por completo? …
—Sí, por favor … lo quiero igual a cómo lo tiene Claudia …
Me volví a acomodar y a concentrarme en el bello chocho de Sonya, pasadas más, pasadas menos, afeite todo su coño, pero ella era peludita, tenía vellos en su perineo y alrededor de su minúsculo ano.
—¡Ya! … ¡Basta! … creo que está bien así … es suficiente …
—¿Estás segura? …
—Pero si está liso y suave como yo quería … ¿Qué más? …
—Espera …
Me levanté a buscar un espejo pequeño que estaba sobre la mesita y haciéndola abrir las piernas le hice ver las partes donde todavía quedaban algunos vellos rebeldes.
—¡Oh! … ¡Pero no se ven bien! …
—Está bien … pues rasúrame también esos …
—Pero debes abrir un poco más las piernas …
Sonya nuevamente apoyó una pierna en el borde de la vasca y las mantuvo abiertas, su chocho lucía impecablemente calvo, pero estos vellos estaban casi entre sus nalgas.
—Es mejor si te volteas y te agachas un poco …
—¡Uy! Que embarazoso …
—No veo otro modo de hacerlo …
—¡Ok! … ¡Ok! …
Así diciendo Sonya se giró y se agachó a noventa grados, su hermoso culo me quedó frente a mis ojos, con sus redondas y preciosas nalgas desafiantes a mi cuchilla afeitadora, cuidadosamente abrí esos firmes glúteos y comencé a rapar sus posaderas, me parecía hermosísimo su estrecho y estriado orificio anal, ella tembló cuando mi meñique trazó los rugosos bordes de su ojete. Mi maquinilla barrió con su hoja toda la espuma y la piel de sus nalgas y culo, haciendo desaparecer por completo los restos de vellosidad que quedaban.
—Ahora sí … tu entrepierna. Chocho y culito están suaves y depilados totalmente …
Le anuncié con cierto orgullo y satisfacción, luego mi dedo índice se insinuó adentrándose en su apretado recto.
—¡Uy! Tu culo es más apretado que el de Claudia …
—¿Qué? … ¿Has probado el culo de ella también? … ¡Pervertido! …
Otra vez mi lengua me había traicionado, ahora debía calmarla, porque Sonya parecía alterada y ella siendo tan voluble podría resolver de echarme otra vez y era lo menos que quería en esta nuestra última noche de vacaciones.
—¿Por qué te tienes que alterar cada vez que digo algo en referencia a nuestra hermana mayor? …
—¡No estoy alterada! … Pero al parecer tú y esa han hecho de todo y yo jamás me he enterado …
—Porque tú no eres ella … tú piensas diferente a ella … no sabes relajarte y disfrutar el momento …
—Y Claudia no se deja escapar una … ¿cierto? …
—Sí … se podría poner de ese modo … ella disfruta de lo que se le presenta … es más receptiva y goza de ello …
Mi dedo continuaba en el ano de Sonya, ella se había enderezado un poco y mantenía su culo hacia atrás no alejándose de mi dedo intrusivo que penetraba su estrecho culo.
—Y tú te has aprovechado para romperle el culo … ¿verdad? …
—No … cierto que no … ella ya era bastante experimentada en eso … quizás lo hace con Esteban a menudo …
—¡Claudia es una puta de verdad! … y un pervertido como tú le da el gusto en todo ... ¿verdad? …
—Ya te lo dije … ella es diferente a ti …
—Sí … somos diferentes … ella es más feliz que yo … ella no se guarda nada …
—Pero tú también puedes serlo …
—¿Sí? … ¿Y cómo? …
—Relajándote un poquito … no estar siempre a la defensiva como si el mundo estuviera contra ti … todos te amamos … nadie quiere hacerte daño …
—Que tierno que eres, hermanito … ¿Y podrías enseñarme como le hiciste el culo a Claudia? …
—Primero tienes que relajarte … y dilatar el ano …
—¿Cómo es eso? …
—Con cremita y con los dedos … te debo aplicar una cremita para suavizar y lubricar … después ir penetrándote con mis dedos … hasta dilatar tú ojete que permita penetrarte toda …
—Ven … vamos a la cama … allí tengo todas mis cremitas …
Nos fuimos al dormitorio, y yo caminaba detrás de ella sin poder quitar mis ojos de ese maravilloso culo y que ahora me aprontaba a rompérselo, iba a ser el primero en ese agujero caliente y virgen, no veía la hora de hacerlo y mi verga latía de placer anticipadamente, Sonya sintiéndose observada se giró y me regalo con una sexy sonrisa.
Una vez en su habitación, ella me pasó un frasco con crema, sumisamente se acostó boca abajo y abrió ligeramente sus piernas. Me arrodillé a su lado e inmediatamente puse un buen poco de crema en su estrecho y rugoso orificio.
—¡Uy! … está frio …
Dijo Sonya contrayendo los músculos de sus glúteos, espalmé un poco en sus nalgas y masajeé sus posaderas por completo antes de dedicarme por entero a su ojete anal. Sonya me lo agradeció relajándose y abriendo un poco más sus piernas. Entonces empujé mi pulgar derecho en su culo y luego lo reemplacé con mi pulgar izquierdo, seguí sobajeando sus nalgas con las palmas de mis manos, mientras mis pulgares alternadamente penetraban su estrecho orificio. Luego de un rato había espacio suficiente para mis dos pulgares dentro de su culo, poco a poco hacía presión hacia el externo para ir ensanchando su ano. Logré meter tres dedos de mi mano derecha en su apretado esfínter, con mi mano izquierda rocé la hendedura de su coño, Sonya emitió un largo suspiro seguido por gemidos y movimientos de su trasero. Entonces agregué mi meñique y los cuatro dedos de mi mano derecha entraba y salían de su culo, los gemidos de ella habían aumentado.
—¿Te duele? … ¿Sientes algún dolor? …
Le pregunté con cierta aprensión, ella entre gemidos contestó:
—No … se siente un poco extraño, pero no me duele …
Me respondió Sonya sin dejar de rotar su trasero y gimiendo en forma audible, entonces pensé que estaba lista, metí un grueso cojín bajo su vientre, luego le abrí un poco más sus piernas y tomando mi verga dura en mi mano, la dirigí al orificio recién ensanchado. Mi glande entro sin dificultad, ella se tensó cuando sintió que era mi pija la que se adentraba en su recto.
—Despacio, por favor … no me vayas a hacer daño …
Comencé e besar sus cabellos y su cuello mientras metía mis manos y atrapar sus tetas aplastadas a la cama, Sonya gemía cada vez más fuerte:
—¡Oooohhhh! … ¡Ssssiiii! … nunca había sentido algo tan intenso … me está gustando … ¡Ssiii! … ¡Hazlo un poco más fuerte! … ¡Cógeme! … ¡Que rico como me rompes el culo, hermanito! …
Empujé con vehemencia hasta sentir que estaba por entero dentro de su recto, luego lo retiré casi por completo y lo volví a hundir en ella. Sonya alargó sus manos tratando de empujarme más dentro de su ano, entonces comencé a follarla con todo, duros y fuertes golpes y luego suaves y lento mete-saca pellizcando sus pezones y mordiendo su cuello como un vampiro.
—¡Ay! … ¡Ay! … ¡Ay! … ¡Umpf! … ¡Oooohhhh! … ¡Aaaahhhh! … ¡Ssiii! … ¡Maaasss! … ¡Ssiii! … ¡Qué rico! …
Lánguidos suspiros y lascivos gemidos escapaban de la boca de Sonya que casi bramaba de lujuria bajo mis embistes a sus posaderas … en eso entró Claudia sonriendo de oreja a oreja …
—¡Hola, chicos! …
(Continuará) …
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—Pero ¿qué haces? … hace media hora que intento llamarte … a ratos ni siquiera te divisaba …
—¡Oh! … no me percaté de que estabas aquí en la playa … tuve un percance con Sonya y trataba de relajarme nadando un poco … pero creo que está vez metí las patas …
—Comienza a calmarte … ella me contó todo o casi … me dijo que le habías dicho de haber tenido sexo conmigo …
—No fue de propósito, hermanita … estábamos follando y se me salió …
—¿Te follaste a Sonya? …
—¿Por qué? … ¿No te dijo eso? …
—¡No! … no me lo dijo … ¡La muy guarra! …
Tomé la toalla que me extendía Claudia y comencé a secarme, ella se acercó a mí y me ayudaba a secarme y contemporáneamente acariciaba mis pectorales y mis muslos, hasta que se centró a tocar mi pene empequeñecido por el frio del agua de mar.
—Con esto te follaste a tu hermanita, ¿eh? …
—Sí … pero no estaba tan pequeñito … sabes … el frio …
—Y tú crees que si lo toco un poquito … así … ¿crecería? …
—El agua estaba bastante helada, ¿sabes? …
—Entonces tu piensas que se necesita algo más cálido, ¿eh? … ¿Qué tal si lo tomo en mi boca? …
—Si quieres probar a resucitarlo … ¡adelante! …
—probar nada me cuesta …
Claudia se arrodilló en la arena, me bajó mi traje de baño a las rodillas y se metió mi fláccido pene en su boca tibia comenzando una suave y lenta succión que me provocó más tiritones que la fría agua marina. Pronto sus chupadas empezaron a ejercer efecto y mi pene comenzó a crecer, a alargarse y engrosarse. Bastaron pocos minutos y mi polla estaba erecta en su plenitud, tiré la toalla sobre la arena y me senté con Claudia que no cejaba en su tarea de succión y caricias a mis bolas. Tiré de su remera hasta que logré quitársela, ella no portaba sostén, sus maravillosos y exuberantes senos colmaron mis manos, sus pezones durísimos, sus grandes areolas rosadas, su mullida y suave esponjosidad, sus pechos moviéndose como péndulos me subyugaban. Alargué mis brazos al máximo y le quité sus pantaloncitos. Su calva panocha estaba escondida entre sus muslos, pero mis dedos alcanzaron su tibieza y la hice gemir tocando su clítoris escurridizo.
Ella sabía de haber reanimado mi verga que estaba dura y dispuesta, así que se enderezo y me hizo recostar montándome inmediatamente a horcajadas, se apoyó en mis pectorales y jugando con sus caderas y pelvis, hizo que mi grueso glande embocara su hendedura vaginal, la cabezota de mi pene resbalaba alrededor de su boquete que emanaba fluidos y bañaba mi verga, de experta, sintió cuando se había bañado bastante con sus jugos y presionó su conchita contra mi pija haciéndola entrar en su vagina. Mientras mi pene horadaba sus carnes, Claudia echó su cabeza hacia atrás gimiendo y lanzando agudos grititos, sus uñas se enterraron en mis pectorales. Lo hizo entrar todo en ella, se acomodó sentándose sobre mis muslos y luego se movió como a balancín, después verticalmente enderezándose y poniendo sus manos en sus caderas, me cabalgó incesantemente hasta lanzar un grito liberatorio al momento de alcanzar su orgasmo. Se estremeció toda, gemía y bufaba en mi oído, temblaba con suaves movimientos copulatorios, se estrechó a mi presionando sus tetas, empujando sus duros pezones contra mi pecho:
—¡Uuhhmmm! … Te voy a echar de menos cuando te vayas … ¿sabes? … ¡Oooohhhh! … sí que voy a sentir tú ausencia … sobre todo en mi chochito … se siente tan bien y tan profunda tú pija hermanito …
—¿Sí? … y … ¿Qué vamos a hacer con esa loca de Sonya? …
—¿Ah! … no te preocupes mucho … yo hablé con ella … le pedí que me perdonara, porque yo te había obligado a jurarme que no dirías nada a nadie … así que me eché toda la culpa y le recordé que ella había sido injusta contigo … pues tú no tenías ninguna responsabilidad … creo que la convencí …
—¿Y tú dices que ella me perdonará? …
—La vi un tanto compungida y arrepentida de haberse enojado contigo … creo que lo hará … además, si sintió ya tú arnés de seguro querrá sentirlo de nuevo …
La vi con su respiración normalizada, tomé sus caderas y empuje mi verga fuerte dentro de su concha empapada, Claudia abrió sus labios en forma lujuriosa y volvió a apoyarse en mis pectorales y dejo que la follara con fuertes embistes que lograron hacerme explorar dentro de ella, Mi hermanita sintió mi esperma caliente rociando sus rosadas entrañas y se apretó a mí, gimiendo y accionando sus muslos y sus músculos vaginales para extraer hasta la última gota de mi semen, me dio un apasionado beso y me susurró al oído:
—¡Que rico que me follas, hermanito! … ¡Que rico que lo haces! …
Devolví su beso con la misma pasión acariciando su espalda y las redondas nalgas que se contraían sobre mi pija. Nos quedamos así por un largo lapso sintiendo las delicias de ambos.
—Creo que sería bueno que nos fuéramos a casa …
Me dijo Claudia levantándose y yendo a la orilla de la playa pata lavar el semen que escurría por sus muslos, me quedé mirando sus armoniosos glúteos que se movían rítmicamente con su andar, luego me levanté con mi traje de baño en mi mano y me lavé mi enrojecida pija que todavía perdía algunas gotas de lefa. Luego nos encaminamos de la mano hacia la casa.
Sonya estaba conversando con Esteban y cuando me vio vino hacia nosotros, me tomó de la otra mano y ahí estaba yo en medio a mis dos hermanas sin decir nada. Claudia me soltó la mano y se fue a abrazar a Esteban, este le dio un beso y al parecer sintió el sabor de mi verga en los labios de su novia, me miró y me regaló la mejor de las sonrisas, apuntando su dedo pulgar hacia arriba. Sonya lo miró, pero no dijo nada, apretó mi mano y me dirigió una de esas miradas suyas que ciertamente me confunden, porque puede resultar en algo bueno, como puede salir con alguna de sus recriminaciones y reproches moralistas, pero esta vez al parecer estaba verdaderamente consternada, con cierta aflicción tomó mi mano entre sus dos manos y las llevo a su pecho.
—¿Quieres perdonarme? …
—¿De qué estás hablando? … explícate …
—Sabes a lo que me refiero … me enojé contigo sin saber toda la historia … Claudia me contó cómo había sido todo el asunto … me siento como una idiota al haberte culpado por eso … ¿Me perdonaras? … ¿Volverás a dormir conmigo? …
—¡Ah! … ¿Tú te refieres a que me echaste de tu cama y de tu cuarto? …
—No seas idiota … sabes de lo que estoy hablando …
Claudia que estaba escuchando atentamente detrás de ella, levantó sus dos manos y me hizo señas de que tuviera cuidado y no hacerla enfadar, ya que sabemos el genio que tiene Sonya, así que inmediatamente le dije:
—Hermanita … jamás me enojé contigo … me puse en tu lugar y pensé que tenías toda la razón … no tengo nada que perdonarte porque no sabías todo … además, ya me había acostumbrado a la calidez de tu cama … es blandita, tibiecita y acogedora … estoy ansioso de volver a ella junto a ti …
Asombrosamente Sonya se colgó de mis brazos y comenzó a besarme con una algarabía increíble, quedé estupefacto cuando tomo mi rostro en sus manos y estampo sus labios en los míos, la tomé de la cintura y devolví su beso estrechándola a mi fuertemente.
—Eso se sintió muy bien …
Le dije tomando sus nalgas y apretándola contra mi verga que comenzaba a crecer, Sonya se restregó un poco contra mi verga:
—Ve a buscar tu saco … te espero en mi cuarto …
Claudia tenía sus manos juntas y mientras simulaba un aplauso, dijo:
—¡Chicos!, si ustedes se van a dormir, también nosotros los haremos … mañana deben regresar a Santiago, así que a descansar …
Las chicas se despidieron con sendos besos en sus mejillas, yo saludé a Esteban con un movimiento de mano y me fui a la terraza a buscar mi saco de dormir, cuando volví por el pasillo no había nadie, pero pasando por la puerta del dormitorio de Claudia, esta me salió al encuentro:
—¿La vas a follar? …
—Es lo que más quiero en este momento …
—Está bien … yo iré más tarde … espero la tengas muy caliente … Esteban también la quiere follar … y yo quiero hacerlo contigo unas cuantas veces más … ve ahora … ve donde ella …
Me dio un tierno beso en los labios, luego con unas palmaditas en el trasero me empujó hacía el cuarto de Sonya.
Sonya estaba en el baño cuando entré a su dormitorio, vi que sus vestidos estaban un poco esparcidos por todas partes, ella normalmente no es así, me estaba tratando de enviar un mensaje, pensé. Así que seguí las prendas y las fui recogiendo, ante la puerta del baño estaba su diminuta tanga. ¡Guau! Mi hermanita debe estar desnuda detrás de esta puerta, imaginé. Deposité todas las prendas sobre una silla cercana y empujé la puerta del baño entreabierta. Sonya estaba de pie frente al espejo, me daba la espalda, su espalda tersa, sus redondas y firmes nalgas, llamaron inmediatamente mi atención. Ella me vio por el reflejo del espejo:
—Entra … te esperaba … necesito me ayudes …
Entré un poco intimidado, no quería hacer nada que la disturbara e iniciase algún tipo de discusión y me mandara de carreritas a dormir afuera, pero su cálida y afable voz de hizo tranquilizar:
—¿Ah? … ¿Necesitas algo de mí? … ¿Qué quieres? …
—Me encanta como Claudia mantiene su chocho rasurado … yo nunca lo he hecho y me da un poco de nervio usar esa maquinita de afeitar … ¿Lo harías tú por mí? …
Se volteó y vi sus vellos púbicos que habían sido raleados a tijeras, pero se veían como mal cuidados.
—¡Oh! … me encantaría … pero debemos meternos en la bañera ... así con el agua tibia se suavizan y es más fácil afeitarlos …
—Bueno … entonces quítate la ropa y yo llenaré la vasca … ¿te va? …
—Tus deseos son órdenes para mí, hermanita …
Comencé a desvestirme bajo la atenta mirada de Sonya, cuando metí mis dedos para bajar mis boxers, ella se inmovilizó mordiéndose su labio inferior y sus ojos pegados en el bulto que se escondía bajo mis shorts. Sonya abrió los ojos desmesuradamente cuando mi asta salto hacia afuera blandiendo el aire como un arma afiladísima y desafiante:
—¡Guau! … pero la tienes siempre a tiro tu pija …
—No soy solo yo … tú eres tan bella que me excitas al máximo …
Sonya levantó su mano derecha y metió su dedo índice entre sus labios sonriéndome sicalípticamente. Terminé de desvestirme y me metí dentro de la vasca sentándome en el fondo y deleitándome del agua tibia, el chocho peludo de Sonya me quedó a la altura de mis ojos.
—Entonces … ¿Dime que es lo que quieres? … explícate para entenderte bien …
Me miró un poco desenfadada y grácilmente levantó su pierna derecha apoyándola al borde de la vasca, luego empujó su pelvis hacia adelante mostrándome su sexo en todo su esplendor, su conchita de labiecitos cerrados y ligeramente hinchados, carnosos.
—¿Ves cuantos me crecen? …
—¡Eh1 … A todos nos crecen esos pelitos ahí …
—Sí. Pero he visto que Claudia mantiene su entrepierna, limpio, liso, suave y sin estos vellos …
—quizás ella se haya hecho depilar con el láser …
—No … me dijo que se afeitaba casi día por medio y que Esteban estaba siempre feliz de hacérselo … entonces yo pensé a ti …
—Yo nunca lo he hecho … pero creso saber cómo hacerlo … tengo habilidad para afeitar mi propia barba, así que será lo mismo con tus vellos …
Ella me miró con los ojos encendidos y llena de confianza, yo tomé el rasurador y la espuma de barba, con una esponja le eché correr un poco de agua sobre sus vellos. Ahora Sonya estaba con las piernas abiertas y estirando su piel con sus deditos, el espectáculo no me dejó indiferente y menos a mi verga que comenzó a palpitar, sus torneadas piernas, límpidas, blanquitas y preciosas, no tenían ni un solo pelo. Sus labios vaginales estaban ligeramente abiertos y se veía su húmeda y rosada piel de su delicado chocho.
—¡Oye! … fíjate en mis vellos … al interior de mi concita no hay pelos …
—Lo sé … jamás dejare de admirar tú belleza femenina … eres simplemente encantadora …
—Bueno … pero no te distraigas …
Sonya siempre reclamona y conociéndola, le cubrí todo su chocho con espuma, lo espalmé con mis dedos sin toquetearla mucho y luego pasé la hoja de afeitar sobre su monte de venus, pasada tras pasada su conchita comenzaba a perder todos esos oscuros vellos y emergía su piel albina con la marca de su bikini. Estiré sus labios vaginales uno a uno para tonsurar los vellos de los bordes, accidentalmente tocaba el interno de su chocho y ella apretaba sus muslos y después de un rato comenzó a emitir gemidos cada vez que mi dedo medio o meñique terminaba dentro de su conchita. Mi verga estaba dura que casi me dolía. Y ella se dio cuenta de ello.
—¿Cómo es que tienes siempre tu pija tan dura? …
Quiso saber mi hermanita mirando mi prolongada erección, consciente de su atención, aferré mi verga y estiré mi prepucio hacia atrás, haciendo emerger mi amoratado glande a forma de hongo, ella no pudo contenerse y con un dedo toco mi cabezota hinchada.
—Así tan durito … ¿No te duele? …
—Si quieres saber la verdad … me duelen hasta los cojones teniéndote así tan cerca … un cariñito me haría muy bien …
—¡Siéntate en el borde de la vasca! …
Dijo Sonya en modo casi perentorio, cómo sé que no hay que contrariarla, hice como me pidió, ella se acuclilló y comenzó a jugar con mi pene y una esponja, me bañaba, me enjabonaba y movía la esponja arriba y abajo, muy pronto me tenía al borde de un clímax delirante:
—¡Ay! Sonya … me vas a hacer que me corra …
Le dije advirtiéndola de mi inminente descarga, ella por respuesta me hecho harta agua con la esponja y agacho su cabeza para engullir mi pene casi a la mitad, hizo un carraspeo y algunas arcadas, sentí la estrechez de su garganta caliente, no pude resistir más y agarré su cabeza y follé su boca corriéndome a borbotones copiosos y calientes, ella luchó por un poco para alejarse, pero la mantuve con mi pija dentro de su boca hasta que descargué todas las andanadas de lefa;
—¡Cough! … Cough! … ¡Aaarrrggghhh! … ¡Cretino! … ¡Siempre haces lo mismo! …
No quise responder nada, solo pasé mi glande por su cara chorreando sus parpados y parte de su nariz, ella atrapó un par de gotitas con su lengua:
—¡Cuando vas a aprender! …
—Tú sabes cuanto me gusta hacerlo así …
—¡Pero a mi no! … ¡Estúpido! …
—¿Podemos continuar con el afeitado? …
—¡Umpf! … ¿Puedes continuar? … Estabas tembloroso … no me vayas a cortar con esa hoja …
—Por supuesto que no … estoy mejor que antes … estaba más tiritón antes de correrme en tu ardorosa y hermosa boquita …
—No te mofes de mi …
—No lo hago … eres esplendida y hermosa …
Finalmente, el ceño fruncido de ella se distendió y una mueca parecida a una sonrisa se dibujó en sus labios:
—¡Ya! … estupidín … termina lo que comenzaste …
—¿Lo quieres afeitado por completo? …
—Sí, por favor … lo quiero igual a cómo lo tiene Claudia …
Me volví a acomodar y a concentrarme en el bello chocho de Sonya, pasadas más, pasadas menos, afeite todo su coño, pero ella era peludita, tenía vellos en su perineo y alrededor de su minúsculo ano.
—¡Ya! … ¡Basta! … creo que está bien así … es suficiente …
—¿Estás segura? …
—Pero si está liso y suave como yo quería … ¿Qué más? …
—Espera …
Me levanté a buscar un espejo pequeño que estaba sobre la mesita y haciéndola abrir las piernas le hice ver las partes donde todavía quedaban algunos vellos rebeldes.
—¡Oh! … ¡Pero no se ven bien! …
—Está bien … pues rasúrame también esos …
—Pero debes abrir un poco más las piernas …
Sonya nuevamente apoyó una pierna en el borde de la vasca y las mantuvo abiertas, su chocho lucía impecablemente calvo, pero estos vellos estaban casi entre sus nalgas.
—Es mejor si te volteas y te agachas un poco …
—¡Uy! Que embarazoso …
—No veo otro modo de hacerlo …
—¡Ok! … ¡Ok! …
Así diciendo Sonya se giró y se agachó a noventa grados, su hermoso culo me quedó frente a mis ojos, con sus redondas y preciosas nalgas desafiantes a mi cuchilla afeitadora, cuidadosamente abrí esos firmes glúteos y comencé a rapar sus posaderas, me parecía hermosísimo su estrecho y estriado orificio anal, ella tembló cuando mi meñique trazó los rugosos bordes de su ojete. Mi maquinilla barrió con su hoja toda la espuma y la piel de sus nalgas y culo, haciendo desaparecer por completo los restos de vellosidad que quedaban.
—Ahora sí … tu entrepierna. Chocho y culito están suaves y depilados totalmente …
Le anuncié con cierto orgullo y satisfacción, luego mi dedo índice se insinuó adentrándose en su apretado recto.
—¡Uy! Tu culo es más apretado que el de Claudia …
—¿Qué? … ¿Has probado el culo de ella también? … ¡Pervertido! …
Otra vez mi lengua me había traicionado, ahora debía calmarla, porque Sonya parecía alterada y ella siendo tan voluble podría resolver de echarme otra vez y era lo menos que quería en esta nuestra última noche de vacaciones.
—¿Por qué te tienes que alterar cada vez que digo algo en referencia a nuestra hermana mayor? …
—¡No estoy alterada! … Pero al parecer tú y esa han hecho de todo y yo jamás me he enterado …
—Porque tú no eres ella … tú piensas diferente a ella … no sabes relajarte y disfrutar el momento …
—Y Claudia no se deja escapar una … ¿cierto? …
—Sí … se podría poner de ese modo … ella disfruta de lo que se le presenta … es más receptiva y goza de ello …
Mi dedo continuaba en el ano de Sonya, ella se había enderezado un poco y mantenía su culo hacia atrás no alejándose de mi dedo intrusivo que penetraba su estrecho culo.
—Y tú te has aprovechado para romperle el culo … ¿verdad? …
—No … cierto que no … ella ya era bastante experimentada en eso … quizás lo hace con Esteban a menudo …
—¡Claudia es una puta de verdad! … y un pervertido como tú le da el gusto en todo ... ¿verdad? …
—Ya te lo dije … ella es diferente a ti …
—Sí … somos diferentes … ella es más feliz que yo … ella no se guarda nada …
—Pero tú también puedes serlo …
—¿Sí? … ¿Y cómo? …
—Relajándote un poquito … no estar siempre a la defensiva como si el mundo estuviera contra ti … todos te amamos … nadie quiere hacerte daño …
—Que tierno que eres, hermanito … ¿Y podrías enseñarme como le hiciste el culo a Claudia? …
—Primero tienes que relajarte … y dilatar el ano …
—¿Cómo es eso? …
—Con cremita y con los dedos … te debo aplicar una cremita para suavizar y lubricar … después ir penetrándote con mis dedos … hasta dilatar tú ojete que permita penetrarte toda …
—Ven … vamos a la cama … allí tengo todas mis cremitas …
Nos fuimos al dormitorio, y yo caminaba detrás de ella sin poder quitar mis ojos de ese maravilloso culo y que ahora me aprontaba a rompérselo, iba a ser el primero en ese agujero caliente y virgen, no veía la hora de hacerlo y mi verga latía de placer anticipadamente, Sonya sintiéndose observada se giró y me regalo con una sexy sonrisa.
Una vez en su habitación, ella me pasó un frasco con crema, sumisamente se acostó boca abajo y abrió ligeramente sus piernas. Me arrodillé a su lado e inmediatamente puse un buen poco de crema en su estrecho y rugoso orificio.
—¡Uy! … está frio …
Dijo Sonya contrayendo los músculos de sus glúteos, espalmé un poco en sus nalgas y masajeé sus posaderas por completo antes de dedicarme por entero a su ojete anal. Sonya me lo agradeció relajándose y abriendo un poco más sus piernas. Entonces empujé mi pulgar derecho en su culo y luego lo reemplacé con mi pulgar izquierdo, seguí sobajeando sus nalgas con las palmas de mis manos, mientras mis pulgares alternadamente penetraban su estrecho orificio. Luego de un rato había espacio suficiente para mis dos pulgares dentro de su culo, poco a poco hacía presión hacia el externo para ir ensanchando su ano. Logré meter tres dedos de mi mano derecha en su apretado esfínter, con mi mano izquierda rocé la hendedura de su coño, Sonya emitió un largo suspiro seguido por gemidos y movimientos de su trasero. Entonces agregué mi meñique y los cuatro dedos de mi mano derecha entraba y salían de su culo, los gemidos de ella habían aumentado.
—¿Te duele? … ¿Sientes algún dolor? …
Le pregunté con cierta aprensión, ella entre gemidos contestó:
—No … se siente un poco extraño, pero no me duele …
Me respondió Sonya sin dejar de rotar su trasero y gimiendo en forma audible, entonces pensé que estaba lista, metí un grueso cojín bajo su vientre, luego le abrí un poco más sus piernas y tomando mi verga dura en mi mano, la dirigí al orificio recién ensanchado. Mi glande entro sin dificultad, ella se tensó cuando sintió que era mi pija la que se adentraba en su recto.
—Despacio, por favor … no me vayas a hacer daño …
Comencé e besar sus cabellos y su cuello mientras metía mis manos y atrapar sus tetas aplastadas a la cama, Sonya gemía cada vez más fuerte:
—¡Oooohhhh! … ¡Ssssiiii! … nunca había sentido algo tan intenso … me está gustando … ¡Ssiii! … ¡Hazlo un poco más fuerte! … ¡Cógeme! … ¡Que rico como me rompes el culo, hermanito! …
Empujé con vehemencia hasta sentir que estaba por entero dentro de su recto, luego lo retiré casi por completo y lo volví a hundir en ella. Sonya alargó sus manos tratando de empujarme más dentro de su ano, entonces comencé a follarla con todo, duros y fuertes golpes y luego suaves y lento mete-saca pellizcando sus pezones y mordiendo su cuello como un vampiro.
—¡Ay! … ¡Ay! … ¡Ay! … ¡Umpf! … ¡Oooohhhh! … ¡Aaaahhhh! … ¡Ssiii! … ¡Maaasss! … ¡Ssiii! … ¡Qué rico! …
Lánguidos suspiros y lascivos gemidos escapaban de la boca de Sonya que casi bramaba de lujuria bajo mis embistes a sus posaderas … en eso entró Claudia sonriendo de oreja a oreja …
—¡Hola, chicos! …
(Continuará) …
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