La pantalla de la computadora

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Una noche en nuestra habitación, mientras nos recuperábamos después de una cogida infernal, Anita me confesó que había estado por la tarde navegando en la red en un sitio para intercambio de parejas y por esa razón se había mostrado tan caliente conmigo en la cama…

A la noche siguiente ambos comenzamos a chatear con un tipo más joven que nosotros; un chico muy agradable, que entendía de varios temas relacionados al intercambio de parejas.
De a poco las cosas se fueron dando para que los tres termináramos desnudos frente a la pantalla. El chico nos mostró entonces su verga erecta, que era de un tamaño tremendo… Ana se relamía y no podía dejar de mirar esa cosa enorme…

Mi esposa giró y le mostró su redondo y firme trasero, El pibe entonces, que se llamaba Mauricio, dijo que el culo de Anita era increíble y que le provocaba unas tremendas ganas de cogerla…

Anita se calentó mal con esas palabras y comenzó a tocarse, metiéndose un par de sus dedos en la concha, mientras le mostraba a Mauricio lo que hacía…
Yo me sentía raro, viendo a mi mujer calentarse tan mal por una verga desconocida, pero le seguí el juego. Mientras ella miraba con detenimiento a Mauricio masturbarse, yo comencé a meterle mis dedos en su concha, que ya estaba bien humedecida por la calentura que llevaba Anita…

Mauricio se puso más caliente todavía de lo que estaba y yo descubrí que Ana en realidad estaba mojadísima y su concha muy, muy dilatada.

Estuvimos así por un rato; Ana lamiendo mi verga tiesa y yo zambullendo mis dedos en la humedad de su vagina; mientras el pibe se pajeaba para nosotros.
Ana fue la primera en acabar; mis dedos surtieron un buen efecto dentro de su concha y pronto mi mujercita pegó un par de gritos orgásmicos y dejó fluir sus jugos vaginales entre mis dedos.

Eso fue el detonante para Mauricio, que acercó un poco más la cámara a la punta de su verga y terminó lanzando unos potentes chorros de semen hacia todos lados.
Para el final quedé yo; que con la boca de mi esposa pude acabar, llenándole la garganta a Ana con mi semen caliente…

Nos despedimos de Mauricio, agradeciéndole el buen rato que habíamos compartido con él.

Ana y yo nos fuimos directo a la cama y cogimos como locos durante gran parte de la noche hasta caer exhaustos… Nos dimos cuenta que esa sesión de chat nos había excitado muchísimo a los dos…

Pero pasaron unos días y no volvimos a tocar el tema.

Una noche en la cama, mientras montaba Anita desde atrás, se me ocurrió preguntarle si no fantaseaba que esa verga que ahora la cogía era la de ese chico Mauricio.

Ana no respondió, pero comenzó a venir al encuentro de mi verga con su culo; haciendo que en pocos minutos yo acabara dentro de su concha en llamas. Me di cuenta que mi comentario la había calentado mal.

Me dijo que a ella solo le gustaba mi verga; pero yo supe que me mentía. La verga de Mauricio le había gustado desde el primer momento y eso la tenía bastante más caliente de lo habitual…

Al pasar le pregunté que si estaba interesada en encontrase personalmente con ese chico y para mi sorpresa me respondió que ella quería, si eso me parecía bien a mí…
Finalmente, mail de por medio, nos encontramos con Mauricio en un boliche que tenía unos espacios reservados y bastante oscuros…

Tomamos unos tragos y conversamos un rato; mientras yo notaba que mi mujercita se moría por probar esa verga que Mauricio le había mostrado por cámara.

Ella empezó toqueteándonos un poco a los dos, rozando nuestras pijas por encima de los pantalones. Mauricio se calentó mucho más rápido que yo y zambulló su mano por debajo del vestido de Anita. Ella no se había puesto ropa interior; así que enseguida el chico sacó sus dedos empapados por los fluidos de mi esposa y me los mostró con cara de sorpresa…

Ana le dio la espalda y se inclinó hacia mi lado para besarme, ofreciéndole a Mauricio todo el esplendor de su hermoso trasero. El chico entendió el mensaje y volvió a meter sus dedos entre esos humedecidos labios vaginales.

En pocos segundos no aguanté más la calentura y me bajé los pantalones para dejar mi pija al alcance de la boca de Anita; que se la metió enseguida entre sus labios rojos y comenzó a darme una tremenda mamada.

Mauricio también sacó a relucir su tremenda verga y Ana entonces no lo dudó un segundo; dándose vuelta empezó a chupársela a él…
Mientras me deleitaba observando a mi dulce esposa comiéndose esa enorme pija, yo le metía mis dedos bien a fondo, dilatándola y sintiendo el calor y la mojadura de su concha.

El chico entonces le preguntó a Ana si la podía coger…
Ana le sonrió sin responder y se movió sobre su regazo, dándole la espalda. Luego elevó su cuerpo apoyándose en la mesa y fue descendiendo sobre esa verga erecta, empalándose muy despacio…

Mi esposa abrió su boca pero no exhaló ni un solo gemido. Me miró a los ojos mientras se iba empalando sobre esa enorme verga dura como piedra.
Me sorprendió que su delicada y estrecha concha aceptara con tanta facilidad ese pedazo de carne; que finalmente desapareció entre sus labios vaginales. Ana comenzó a retorcerse de placer, sin gemir, mientras subía y bajaba sobre la verga de Mauricio.

Yo me puse de pie y me acerqué a ella; poniendo mi verga al alcance de su boca. Antes de dejármela dura a lengüetazos, Ana ya había acabado al menos dos veces, en silencio, sin hacer escándalo en ese lugar oscuro, donde se veían otras parejas haciendo lo mismo que nosotros.

De repente Ana se incorporó, saliéndose de encima de esa magnífica verga que la estaba cogiendo. Mauricio dejó ir sus manos de las caderas de mi esposa y pareció decepcionado, ya que todavía no había podido acabar. Anita giró su cabeza y le sonrió; para luego aferrar esa verga enorme con una mano y apuntarla a la entrada de su puerta trasera.

El pibe puso los ojos en blanco cuando sintió que su tremenda cabeza empezaba a abrirse paso en el estrecho ano de mi sensual esposa.
Esta vez Ana abrió su boca y dejó escapar un extraño sonido gutural, mientras la cabeza de esa pija invadía su recto, llenándolo casi por completo.
En un momento ella detuvo el descenso y comenzó a balancearse sobre el cuerpo del chico; que mantenía los ojos cerrados, la cabeza hacia atrás y no dejaba de gemir y jadear, mientras mi esposa iniciaba una cabalgata infernal.

Ana me miró a los ojos mientras gemía y me pidió con su mirada que yo también la penetrara. Me acerqué despacio a ella y apunté mi pija a sus humedecidos labios vaginales. Fui penetrándola lentamente, mientras ella me comía la boca en un beso húmedo que ayudó a endurecer un poco más mi poronga…

Cuando estuve enterrado en ella hasta el fondo, los tres comenzamos a movernos a un ritmo más o menos coordinado; haciendo que Ana disfrutara y gozara como una buena perra de esa doble penetración.

Ella siguió besándome y diciéndome al oído que la pija de Mauricio la estaba matando de dolor y placer al mismo tiempo. Eso me puso a mil y pocos instantes después acabé dentro de su delicada concha, sintiendo que realmente mi cuerpo entero se vaciaba dentro de ella…

Ana entonces se colgó de mi cuello y aulló en mi oído, dejándome saber que un nuevo orgasmo recorría su cuerpo.

Eso fue demasiado para Mauricio, que entonces alzó a Ana por las caderas y dejó clavada en el culo de mi esposa solamente la cabeza de su pija. La sostuvo así casi en el aire, mientras su verga se contraía y comenzaba a expulsar chorros de semen dentro del estrecho ano de mi esposa…

Ana quiso sentarse otra vez sobre Mauricio, con esa tremenda verga todavía enterrada en el fondo de su culo. Me dijo que estaba sintiendo las contracciones de ese pedazo de carne y quería asegurarse que el chico le dejara adentro hasta la última gota de leche.

Luego se fue levantando muy despacio y sacando esa cosa todavía dura de su ahora no tan estrecho trasero. Pude ver que apenas la sacó, una muy abundante cantidad de líquido blancuzco comenzó a deslizarse entre sus muslos.

Mauricio había quedado casi tendido sobre la silla, tratando de buscar aire.
Anita se inclinó sobre él y lamió esa verga todavía erecta hasta dejársela limpia. El chico dijo que había sido una experiencia única para él y que esperaba poder volver a encontrarnos otra vez… no solo en la pantalla…

Al llegar a casa Ana y yo caímos rendidos sobre nuestra cama y yo me desmayé sin siquiera desvestirme. Me desperté en plena noche; mi dulce mujercita me había desnudado y arropado.

Me despabilé un poco y en plena oscuridad pude distinguir que el otro lado de la cama estaba vacío…
Me levanté para ver dónde estaba Anita.
Pero entonces desde el comedor escuché unos gemidos apagados… los mismos que hacía mi mujercita cuando se masturbaba…
Entonces un leve resplandor azul me indicó que la pantalla de la computadora estaba encendida…
escrito el
2017-01-20
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