Jugando con fuego un juego muy peligoso

por
género
hetero

Cuando todavía vivía con Víctor en Buenos Aires, comencé a tener un sueño recurrente, donde me encontraba con mi esposo en la entrada de un hotel alojamiento, vestida como una puta callejera y me ofrecía a él…

Se me ocurrió sorprender a mi adorado esposo, sabiendo que la sorpresa iba a gustarle. Le pedí que, a la salida de su trabajo, nos encontráramos en una determinada dirección, pero no le dije para qué propósito…

Me vestí y maquillé bien provocativa, llevando un vestido corto y un largo impermeable que dejaba ver solamente mis torneadas pantorrillas. De todas maneras, unos tacos bien altos realzaban mis piernas, que iban enfundadas en medias de nylon color negro… Antes de salir de mi casa me miré en el espejo y pude ver una perfecta puta callejera…

Por las desoladas calles del barrio me crucé con algunos hombres y todos me dijeron algo sucio. Esa excitación de sentirme así deseada me provocó una leve humedad entre los muslos…
Llegué a la entrada del hotel alojamiento donde había citado a mi esposo, pero todavía faltaba un largo rato para que él llegara.
Varios hombres me desnudaron con la mirada al verme allí y algunos hasta ofrecieron pagarme para entrar; pero los ignoré a todos.

Toda ese morbo me empezó a excitar muchísimo. Me sentía deseada y muy puta…
Un tipo joven me preguntó cuánto cobraba. La concha finalmente se me mojó al oír sus palabras y, por seguirle el juego, le respondí que la tarifa dependía de lo que él quisiera hacer conmigo…
Me dijo entonces que quería mi cola y eso hizo que se me disparara la locura.

Exagerando el precio y pensando que me rechazaría por ser tan alto, le pedí quinientos dólares por mi cola. Me sorprendió pidiéndome que me quitara el impermeable y le mostrara mi trasero…
Me di una vuelta bien despacio para que me observara bien, inclinando mi cuerpo provocativamente para que mi cola se luciera un poco mejor todavía….

El tipo emitió un silbido de aprobación y me dijo que entráramos al hotel.
Estaba acorralada y solo con dos opciones: le decía la verdad para que se fuera o aceptaba el trato…
El hombre se impacientó ante mi actitud dubitativa y finalmente me arrastró adentro tomándome de la muñeca. Me excité del todo, sintiéndome ahora mucho más mojada…

Pensé en mi marido, pero faltaba mucho tiempo todavía para que viniera así que decidí temblando de excitación, que podría aprovechar para disfrutar de esta situación tan morbosa.

Al entrar en la habitación el hombre se desnudó rápidamente; dejando los quinientos dólares acordados sobre la mesa de luz.

Me desvestí temblando como una hoja hasta llegar a quedarme casi desnuda frente a ese desconocido; solamente estaba vestida con las medias de nylon y los zapatos de taco. El hombre sonrió al ver mi pubis depilado y la humedad que se notaba entre mis labios vaginales. Luego se acostó boca arriba en la cama y me pidió que le chupara la verga hasta dejarla bien tiesa y lista para metérmela por la cola…

Me arrodillé frente a él y tomé su gruesa verga entre mis dedos, comenzando a lamerla suavemente. Enseguida pude sentir que crecía un poco más entre mis labios. Esa pija tan gruesa me iba a hacer ver las estrellas si el tipo insistía en metérmela por el culo…
Cuando sintió que ya estaba durísima, me ordenó que me pusiera en cuatro, mordiera la almohada y alzara la cola bien arriba en el aire…

Me dio un poco de miedo pensando en lo que me estaba pidiendo. Pensé en mi adorado Víctor, que siempre me hacía la cola con mucha delicadeza, para que yo pudiera gozar sin dolor. Ahora era tarde, me sentía muy excitada pensando que este desconocido iba a sodomizarme sin piedad y miraba los billetes sobre la mesa de luz. Me sentí una verdadera prostituta, entregando mi culo por dinero...
Volví a pensar en mi esposo y le pedí disculpas mentalmente por lo que iba a hacer. El hombre mientras ya había trepado detrás de mi cuerpo, dispuesto a gozar de mi estrecho culo.

De repente y sin aviso, hundió un par de dedos lubricados con saliva muy adentro en mi entrada trasera, traspasando mi estrecho esfínter. Dejé escapar un agudo grito de sorpresa, al sentir sus dedos invadiendo mi cuerpo.
Apoyo la punta de su gruesa verga sobre mi poco dilatada abertura anal y empujó, haciendo presión hacia adelante, invadiendo mi ano con su tremenda pija.

Yo sentía que mi ano se dilataba y estiraba a medida que iba entrando esa verga.
Me dolía mucho, a pesar de la lubricación con saliva y comencé a quejarme…

Entonces me dio unas palmadas en los cachetes para que me callara la boca y me aferró con firmeza por mis caderas; impulsándose hacia adelante y hundiendo toda su verga completa hasta el fondo de mi ano…
Yo me sentía explotar con la calentura que tenía: Jamás un hombre me había montado de esa manera, haciéndome sentir así tan puta…

El tipo me sodomizaba como enloquecido. Aferraba mis caderas y me metía su verga a fondo, para volver a salir y volver a entrar sin darme respiro…
Yo me quejaba, chillaba, gemía, lloriqueaba por el dolor; pero el tipo seguía montándome de manera salvaje, como se monta a una yegua…

Perdí la noción del tiempo en que me cogió; sus manos aferraban mis caderas y su tremenda verga me hacía sentir que yo era suya. Me estaba cogiendo por el culo como la puta que era, hasta que en un momento él se tensó hacia atrás, gritó como un loco y descargó toda su leche hirviendo en el fondo de mi castigado ano…

Por fin se quedó quieto entre mis muslos, con su verga empalada en mi culo, derramando hasta la última gota de su semen. Fue un chorro caliente interminable.

Me preguntó si me había gustado, pero yo no tenía ni aire para contestarle. El culo me ardía mucho y el dolor era bastante poco soportable. Realmente me lo había dejado destrozado…
Insistió en su pregunta y le respondí que me había hecho doler bastante…
Se quedó callado acariciando las curvas de mi cola, esa cola que acababa de destrozar a golpes de pija. Apenas terminé de recuperar mi respiración, me dijo que tenía ganas otra vez…

Le dije que por ese día era suficiente; no podía entregarle otra vez mi culo dolorido.
Además le dije que le costaría otros quinientos dólares.
Pero entonces sonrió, diciendo que era una perfecta puta. Se levantó de la cama y regresó con otros billetes más…

Me quedé muda, mirando su verga enorme otra vez bien tiesa. El tipo insistió para que volviera a ponerme en cuatro y mordiera la almohada.
Escondí mi cara en la almohada dejando que se escuchara solo un murmullo apagado de mis quejidos, gritos, y lloriqueos, mientras mi cliente volvía a sodomizarme sin piedad. Me estaba matando otra vez con la culeada que me estaba dando; me daba duro y yo recibía y aguantaba, gritando en la almohada. El tipo era una verdadera máquina de coger, incansable…

Cuando me llenó el culo de semen por segunda vez, me dio unas palmadas en mis cachetes y se encerró en el baño a ducharse.
Después me pidió el número de mi celular, diciendo que iba a llamarme para volver a disfrutar de mi culo, que lo había dejado loco…
Una semana después estaba nuevamente sola en casa.
Sonó mi celular y una voz gruesa preguntó si quería volver a ganarme otros mil dólares…
escrito el
2016-12-16
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