LUCHA Y RECOMPENSA DE LENA PARTE 2
por
Roberto
género
rómanticos
Cuando creí mi corazón y mis sentimientos estaban muertos, un AMOR maravilloso brotó como un manantial de agua cristalina y desde el lugar más inesperado como la Flor del Loto que brota inmaculada y se eleva desde el barro
Pero sin aviso previo la situación cambió drásticamente y mi vida realizó un giro de rumbo totalmente inesperado. Que me llevó a enfrentar y superar a muy temprana edad, desafíos que son para personas más maduras y criteriosas en general. Esa mañana me desperté temprano muy mareada, fui al baño y comencé a vomitar, no quise desayunar y Rubia avisó a Claudia que vino a verme alarmada todavía vestida en ropa de cama, ella no quería alguna situación que perturbara la paz de la casa y por ende perjudicar el negocio debía asegurar los clientes no tuvieran percances y hubieran chicas para atenderlos.
De inmediato y sin siquiera saludar viéndome sentada en el borde de la cama, las manos en la cabeza respirando jadeante y teniendo arcadas continuamente se asustó y me ordenó cortante y casi gritando -- Ve inmediatamente al hospital no quiero verte así, puedes estar enferma de una enfermedad infecciosa y nos vas a contagiar, si se entera Salud Pública me clausuran el negocio y quedamos todas en la calle ¡¡Dios mío, perder todo por querer hacer una obra de caridad al recogerte, eres una puta barata desagradecida!!
Me vestí como pude para salir, mareada y con las piernas débiles, me puse una bombacha discreta, zapatillas de goma, una remera y pantalón jean liviano, me perfumé y pinté los labios con rojo y bamboleando con la vista nublada abrí la puerta de calle, abarqué con vista la vereda, vi a una señora que se acercaba y le pedí por favor me tomara del brazo hasta la parada del bus que estaba a diez metros, cuando llegué le dije -- Gracias -- Me abracé al poste y esperé estoicamente aparezca el coche, a los pocos eternos minutos, llegó, pedí boleto hasta el hospital y me senté en el primer asiento, arrancó y pedí al chofer me avise al llegar al hospital porque estaba mareada, unos diez minutos después se detuvo en la parada, “Hospital” y varios bajamos atropelladamente para lograr un turno de consulta en Emergencias, Caminando como pude a los tumbos llegué a los empujones a la ventanilla y pedí a la persona que atendía -- Por favor un turno para médico clínico. Me alcanzó una boleta y mirando el reloj me dijo -- Son las nueve horas y seguramente la atenderán cerca de las catorce o quince horas, vaya a sentarse-- Le di las gracias, giré y vi casi todas las sillas ocupadas con mujeres con niños llorando, ancianos en grupo y personas de todo tipo y color, etc. esperando ansiosos y resignados que los llamen para la consulta médica. Me senté en la incómoda silla plástica, me hice un ovillo, miré alrededor buscando un baño pero había tanta gente allí que decidí esperar y aguantar. Dormité algo y cuando desperté habían pasado tres horas y me sentí mejor, quizás solo me hacía falta sueño, pero decidí quedarme y hacer la consulta, no tenía hambre a pesar no haber desayunado y pensé – Sería bueno me vea un médico ya que vine así aprovecho el viaje -- Pero de pronto volvieron mi dolor de vientre y las arcadas así que no tuve más remedio que quedarme a esperar me llamen por mi número.
El ir y venir de madres con niñas y niños, mujeres maduras, hombres ancianos, etc. era incesante y cuando en el cartel mi número se fue acercando, me puse nerviosa y estuve atenta mirando la puerta de los consultorios. En un momento gritaron mi número y sacando fueras de flaqueza me levanté contesté -- ¡¡Aquí estoy!! -- Y enfilé hacia la puerta del consultorio. Me atendió una médica joven y muy amable, de guardapolvo blanco que muy seria me preguntó el por qué de la consulta, me senté en una camilla y le contesté -- Estoy cansada, tengo mareos y vómitos, y dolores de vientre. --
Me escuchó atenta y me preguntó si tenía relaciones sexuales, a lo que contesté -- Afirmativo, con un hombre, tengo cada quince días a una semana un encuentro sexual íntimo, él es muy apasionado y me penetra por todos lados y me riega con su semen. La médica sonrió, me tomó la mano y dijo -– Parece tener buena salud, auscultemos el corazón y midamos la presión arterial, su color de piel parece indicar tiene buenos glóbulos rojos, me levantó la pollera y escuchó mi vientre y dijo -– Todo normal -- Le dije -- Por favor doctora, quisiera usar su baño, el de la sala está atestado y no me siento bien oliendo orina y viendo papel higiénico en el piso -- A lo que comprensiva accedió, me dio la llave y al volver ya aliviada mi vejiga me volví a sentar al borde de la camilla. Y esperé que hable. Fue clara pero amable, tanto fue inaudito no haberme dado cuenta antes pero pasó quizá porque yo no tenía experiencia en el tema.
¡¡Yo estaba preñada!! Quizás de uno o dos meses, me preguntó si sabía quién era el padre, y le respondí que era casi seguro tenía su nombre, sin decir quién era. Me recetó analgésicos, algo para dormir, hierro, vitaminas y calcio pues mi cuerpo estaba trabajando doble para que compre en la farmacia. Le agradecí infinitamente, me despedí y fui a la farmacia. Tuve que esperar bastante pero al fin me atendieron, compré y pagué los medicamentos y fui a la parada del bus para volver a casa de Claudia. Simultáneamente iba pensando, mi cabeza era un hervidero, el padre seguro era el Dr. Alejandro el político impoluto padre y esposo ejemplar aspirante a senador o gobernador. De golpe mi mareo y el dolor desaparecieron, y ahora debía comunicarle a Claudia y pensar que iba a hacer en el futuro pero tenía claro una cosa, yo NO iba a abortar cualesquiera sean las presiones. Bastaría llamar a un canal de TV y una nube de noteros y gente que lucra con noticias amarillas sensacionalistas me pida la primicia y detalles de mi relación con el doctor. Estaba claro me podrían ofrecer un dinero importante por la primicia.
Pero sería mi sentencia de muerte, me rechazaría mi benefactor, Claudia me echaría de la casa y con el bombo, indefensa tendría que volver al barro y la mugre de la villa o a mi pueblo. Pero era una carta que tendría en la manga y si era amenazada la jugaría como último recurso. Además no sabía cómo reaccionaría el padre o sea el Dr. Alejandro, finalmente no quise pensar más y concluí debía estar preparada para todo… Incluso para lo peor. Pero ya había demostrado mi firmeza y no tenía para nada miedo al futuro. En eso llegó el bus colectivo, hice señas, paró, le indiqué mi destino y pagué el boleto y me senté en el primer asiento.
Cuando llegué a la casa agotada, cansada, con hambre, sudorosa me tiré sobre la silla de la cocina y decidí comer algo de pan y unas verduras… Me preparé en silencio algo rápido pero nutritivo, nunca en un país carnívoro me gustó la carne ni la sangre, estaba sola, ni Claudia ni las chicas estaban para molestarme con preguntas, así que estudié mi estrategia para cumplir mi objetivo, No abortar, resistir las presiones y recibir dinero periódico aunque no estaba segura si podía cumplirlos en su totalidad pero por lo menos lo iba a intentar.
Cuando Claudia y las chicas volvieron, algo después que terminé de comer y arreglé la cocina, nos saludamos y mientras ellas preparaban algo de comer, Claudia me llamó a su pequeña oficina donde podíamos hablar en privado sin ser escuchadas por Rubia ni Delia. Muy seria me preguntó que dijo el médico aunque por su experiencia pensaba ya sabía cuál era mi enfermedad -- ¿Y qué dijo el doctor? -- Yo contesté en voz baja casi un murmullo mirando al suelo –Estoy preñada posiblemente del Dr. Alejandro -- Ella me dijo que lo suponía y agregó nerviosa -- ¿Y qué vas a hacer. Supongo vas a abortar no querrás causar problemas al Dr. ni a mi negocio, me costó tiempo, dinero humillaciones y hacer favores para lograr esto que tengo y no lo voy a echar a perder por una puta caliente como tú -- Lo cual era una amenaza velada. Vete ahora a trabajar que a los hombres les encantan las mujeres preñadas. Yo sabía las preñadas fascinaban a los hombres, basta mirar la web porno para darse cuenta de ello. Y yo podía sacar provecho de la situación, un hombre tan caliente como el Dr. Alejandro no era la excepción, seguramente al verme con el vientre crecido, las tetas la vagina o coño enrojecidos y dilatados las tetas con los pezones y aureolas enormes, caería sobre ellas como la abeja a la miel, y no me podría negar nada que le pida, sobre todo porque son migajas comparadas con lo que gastaba e invertía en el partido y en mantener a su séquito, su quinta de Ezeiza, su caballeriza con caballos de polo. También sabía lo primero que Claudia haría era hablar al secretario del Dr. Alejandro. Estuvo usando el teléfono unos 10 minutos antes de colgar, cuando terminó la conversación vino a verme y me dijo -– Por ahora no recibirás clientes, te reemplazarán Rubia y Delia.-- Me sorprendió y le pregunté -- ¿Y de qué viviré yo? -- Me contestó -- No te preocupes por ello, por ahora cumple lo que te ordeno, realmente si hubiera sabido los problemas que me ibas a causar no te hubiera tomado --
En la cena nos juntamos las cuatro, la atmósfera estuvo pesada, hablamos poco, las chicas aunque ganaban más también trabajaban más. Los días siguientes no trajeron novedades hasta que un día Claudia me dijo -- Sería conveniente no estés aquí en ropa interior sino con camisa y como hace calor con pantalón corto tipo short. Además dormirás aquí en la cocina, ya que contraté a Teresa que ocupará tu pieza.
Quedé totalmente muda y aterrada, por lo que escuché y entendí me echarían a la calle preñada, indefensa sin nada ni nadie a quien recurrir. Otra vez el hambre, el frío y la pobreza eran mi futuro -- Mi cara denotó lo que pensaba, mis ojos se abrieron y quedaron grandes como platos con expresión de auténtico terror sin entender nada de la situación. Claudia se asustó, en un rapto de ternura rarísimo en esa mujer curtida me tomó la mano y me dijo, no vas a ir a la calle, tu situación se va arreglar, fue tan grande el alivio que la abracé y empecé a llorar estruendosamente. Terminó diciendo -- Hablé hace un rato por teléfono con el secretario del Dr. o sea Hugo X al que conoces, y me dijo -–Suspende inmediatamente a Lena de follar o sea ser penetrada por clientes, hasta que el Dr. Alejandro dictamine que hacer con ella -– Siguió hablando mientras yo la escuchaba atentamente absorbiendo cada una de sus palabras, y terminó diciendo:
-- Ya tengo una nueva pupila y pronto seguramente vendrá a reemplazarte, en la semana próxima sabrás que va a pasar contigo, ahora puedes lavar la ropa y cocinar para todas, no hagas esfuerzos ni te arriesgues haciendo tareas difíciles o complicadas. Se levantó y me dijo -- Puedes irte y esto lo mantienes en estricto secreto, ni se te ocurra hablar siquiera en indirecta porque vas a volver sin cobre a alguna mugrienta villa de algún remoto lugar del interior -- La amenaza era clarísima me aterroricé y quedé helada. Era claro nadie debía suponer siquiera que yo estaba siendo follada o cogida (argentinismo) y preñada por un político importante.
Tiempo después reconstruí en partes aisladas quienes y como decidieron mi futuro y mi destino, y debo agradecer a Dios nuestro Señor, fue guiando mi Sino hasta llegar al día de hoy, lo cierto es, una vez que el secretario cortó con Claudia se comunicó con Elena, la jefa del partido político la que citó a una reunión de emergencia para la semana venidera, en la que participarían Elena, el Dr. Alejandro y su secretario Hugo X. Acordaron que cuantos menos se enteraran mejor sería guardado el secreto y evitarían la jauría de informantes de TV y revistas amarillas que siempre pululaban a la caza de noticias que les hacían ganar unos miserables pesos. Ese día en el despacho del abogado, despidieron a los administrativos y estuvieron solos para discutir el problema. La primera que habló fue Elena que con voz altanera dijo, -- Hay que darle unos dólares a esa putita y llevarla a una clínica a media noche para que aborte y mandarla al interior y problema solucionado -- A lo que Hugo X contestó -- Se niega a abortar, y es posible haga un escándalo y hoy tenemos que andar con pies de plomo, se acercan las elecciones. Y si queremos ganar el Senado no podemos dejar se dañe la imagen del doctor con una noticia bomba --
El Dr. Alejandro hasta entonces silencioso, habló -- Recuerden es mi hijo y no voy a abandonarlo -- Y dirigiéndose al secretario le ordenó, llama al contador, que le pasen a Lena una pensión mensual, una inscripción a una clínica médica y le renten un pequeño departamento en la Capital a cambio firme papeles que no iniciará acciones por paternidad ni ADN, ni pedirá mi apellido y punto -- Elena amagó protestar pero se dio cuenta era la mejor solución. El asunto era NO perder ahora la elección, más tarde cuando el tema se enfriara se daría la solución definitiva a esa puta barata. .
Yo sin saber nada, seguía haciendo quehaceres en la casa, asustada en mi fuero íntimo por mi impotencia, pero tranquila. No estaba en la calle, y al parecer eso no pasaría, así que pasé los días departiendo con las chicas y con la nueva, Teresa una morocha exuberante de unos veinte años llegada del interior. Estaba contenta, Claudia me trataba con cierta deferencia y volví a ver a la ginecóloga que dijo mi preñez iba bien, y un mes después me harían ultrasonido y algunos análisis.
Pasaron quince días sin novedad y sin cambios. Ese día llegué del hospital después de ver a la médica que me dijo que todo estaba normal y fui a la cocina a comer algo. Terminaba cuando Claudia me llamó para hablarme en privado y me dijo -- Después de comer vendrán el escribano XX y el secretario Hugo X del Dr. Alejandro para arreglar tu situación, no te preocupes, te irás de aquí a una casa nueva, no puedo decirte nada porque no sé nada, pero tranquila que ellos se encargan, vístete recatada y sin mostrar mucho -- Me puse un pantalón de jean gris no muy ajustado, con camisa a cuadros mangas largas también gris y zapatillas de goma azules, sin pintura, el pelo tirado hacia atrás con una cola atada con cinta, me miré al espejo y el conjunto era atractivo. A alrededor de las 16 horas vinieron el secretario del Dr. Alejandro y otro señor que se presentó como un escribano, nos saludamos, yo totalmente ignorante de lo que me podía pasar y muy, muy nerviosa, temblaba como una hoja en la tormenta, nos sentamos los tres en el despacho de Claudia.
El escribano me miró para apreciar mi figura que pareció ser de su agrado, acto seguido comenzó a alabar las virtudes del Dr. Alejandro al rentarme un departamento en la Capital, asociarme a una obra social y darme una pensión para vivir yo y mi hijo. No entendía nada, me dolía la cabeza, las palabras iban y venían, pero por el tono frío y duro, entendí debía cortar vínculos con todos los que hasta hoy me conocían, o sea debía desaparecer y prometer jamás hablaría con alguien o me mandarían a un remoto prostíbulo en un país vecino -– Es lo único que entendí y me aterrorice, ni siquiera pude hablar pero mis ojos se dilataron y una mueca de terror se dibujó en mi rostro. Entonces el escribano me dio unos papeles para firmar y una vez que lo hice, cambió de expresión, aliviado y amable me dijo dentro de una semana recibiría copia de los contratos y el secretario del Dr. Alejandro se despidió diciendo -- Antes de un mes te mudarás, ten listos tu petates (que no eran muchos y modestos), no comentes esto con nadie no tengas miedo, no irás a la calle, vas a estar mejor y más tranquila -– Por lo menos no había una amenaza explícita sino también palabras tranquilizadoras. Me atreví a besar en la mejilla al secretario quien sonrió comprensivo y darle la mano al escribano, y se fueron.
Cuando salieron Claudia no dijo ni preguntó nada, evidentemente estaba aliviada que yo me iba, se solucionaba un problema. Y todo para ella volvería ser igual que antes, Exhaló un suspiro profundo y esbozó una sonrisa sádica, pero al fin y al cabo el Dr. Alejandro se fijó en ella gracias a mí. Yo seguí cocinando, lavando y barriendo y aunque varios clientes preguntaron por mí, quedaron decepcionados al saber yo no estaba disponible, y aunque Teresa me reemplazó no cogía (argentinismo) o follaba como yo, una belleza nórdica que ni se atrevían a soñar en sus más disparatados sueños.
Así, el prostíbulo que gracias a mí había levantado, siguió normal sin ganancia extra. Yo lo sentí por Rubia y Delia que eran buenas personas pero no podía hacer nada. Ese día a la mañana llamaron por teléfono y Claudia me indicó que a la tarde un automóvil vendría por mis cosas e iría mi nuevo departamento. A la hora indicada tocaron el timbre, lo atendió Claudia y apareció el secretario Hugo X que tomó las pocas bolsas con mi ropa, gentilmente las cargó en el auto, acto seguido me despedí con lágrimas sinceras de todas ellas, pues fueron parte de mi vida, de las que guardaré gratitud eterna porque me sacaron del barro en el que estaba sumergida y me trataron como persona. Cuando estuvimos acomodados en el auto Hugo X me dio un beso en la mejilla y me dijo –- Prepárate para entrar en tu nueva vida -– No supe qué contestar pero por su expresión sonriente hacia mí, eran noticias buenas las que se avecinaban.
Arrancó y enfilamos hacia la Capital, fuimos internándonos en la maraña de calles hasta que llegamos a un edificio no muy grande frente al cual paró el auto, bajamos los petates y un señor servicial, se presentó como el portero, subió los bultos por el ascensor, subimos los tres hasta el tercer piso contra frente y al salir y bajar todo, Hugo X me presentó al portero -- Muchas gracias por su ayuda, es la señora Lena que vivirá aquí y espero le dé la mayor colaboración gracias --
Hugo X con gran gentileza me dio la llave para entrar, por primera vez me miró con sonrisa dulce, me dio un beso ligero en los labios y me dijo -- Bienvenida a tu nueva vida -- Quedé totalmente sorprendida pero cuando me repuse me invitó a abrir la puerta. Abrí y entré a un pequeño departamento de un ambiente que estaba vacío, quedé helada al saber que ¡¡Era todo para mí!! Y no pude dimensionar en ese momento el camino que había recorrido hasta llegar allí. Él me miraba observando mis sentimientos. El departamento tenía una cocina con las comodidades, una mesita con cuatro sillas, una repisa con TV y monitor, empotrada en la pared, y un tabique separaba de una habitación con una camita y un pequeño baño. La cocina tenía una ventana amplia enrejada que daba a un jardín común, todo iba muchísimo más allá de mis mayores sueños. Él seguía callado pero adiviné estaba emocionado y tan feliz como yo, la mujer joven indefensa a la que estaba ayudando desinteresadamente a salir del barro.
No tenía nada para comer ni para invitarlo (ni siquiera sabía si aceptaría) me iba a disculpar pero él se adelantó, me dijo si quería ir a la pizzería cercana, le agradecí. Decididamente yo era más alta que él, vi que aunque mi ropa era modesta mi figura alta y sensual era bastante interesante y muchos se daban vuelta a mirarme. Entramos al local, nos sentamos en una mesa y al mozo que nos atendió pedimos yo una ensalada con arroz hervido y aceite de oliva y Hugo X fideos con aceite y orégano y ambos café. Esperé que hablara, yo no tenía nada que decir y él no me iba a contar intimidades, así que solo dije trivialidades y mi cara expresaba mi felicidad.
Cuando terminamos de comer y salimos a la calle, me tomó del brazo, no le dije nada ni le interrogué, sentí su calor y mi culo rozó ligeramente su pierna, pero vi que se apartó rápidamente, era claro no quería traicionar a su jefe y mentor. Al llegar a la puerta del edificio se detuvo y me dijo -- Hora de despedirnos, de a poco iremos vistiendo tu casa. La próxima vez que venga iremos a comprar un teléfono celular con mail para ti para que no estés sola y sepas a quien recurrir si te pasa algo y conseguir amigas y amigos. Te recuerdo no tengas comunicación Claudia y alguno que pueda relacionarte con el Dr. Alejandro por lo menos hasta después de las elecciones --
El corazón se rompió en mi pecho, comprendí fue Hugo X y no el Dr. quien me sacó de la casa de prostitutas, fue a él a quien le debía la vida y no me pidió nada a cambio, y yo tenía tantas ganas de pagarle de alguna forma, la única que se me ocurría era, -- con mi vagina -- Pero sabía él no aceptaría. Le abrace el cuello con las dos manos y le di un beso en la mejilla susurrando -- Gracias por todo -- Quedé hipnotizada en la vereda viendo como su auto lentamente se perdió en el tránsito. Y entonces entré al edificio, tomé el ascensor y entré verdaderamente a MI casa, de donde nadie me iba a echar y no iba a sentir frío ni lluvia nunca más. Agradecí a Dios nuestro Señor haberme protegido y prometí no blasfemar ni en el futuro negar la Voluntad de las Potencias Superiores Todopoderosas.
Una vez que me tranquilicé y asumí era la dueña de casa (lo que me costó mucho), estuve trabajando muy ocupada, limpiando los pisos, los estantes de la cocina, la mesa, las sillas, el baño y lavando la colcha y sábanas y todo lo necesario para hacer habitable la vivienda. Antes de irse Hugo X me dio una extensión de su tarjeta de crédito con la que pude comprar los alimentos frescos como leche, manteca y demás, los más durables como arroz, garbanzo, arveja, polenta, etc. tanto que todo el día reía y cantaba la bonita canción, “Mujer, si puedes tú con Dios hablar pregúntale si yo alguna vez te he dejado de adorar y al mar espejo de mi soledad”. Era cierto estaba en soledad con mi gran secreto, mi Amor por Hugo X.
Me dolía el pecho al pensar en Hugo X, quería hablar con él, bastaba pensara en su nombre, que aparecía ante mí su figura agradable, algo trigueño, de pelo negro, algo más bajo que yo, delgado tomándome el brazo mientras me apoyaba en él. Yo quería llamarlo pero sabía era imposible, en tres meses serían las elecciones, el Dr. Alejandro era candidato ganador, eso lo decían todos los medios, la TV, los diarios y las redes y yo debía estar totalmente callada. Dos días después el portero llamó a mi puerta y me entregó un mensaje que decía “Sábado a 16 horas reunión” que inmediatamente entendí y traduje “El Dr. Alejandro vendrá a las 16 horas a follarte o cogerte (Argentinismo) o penetrarte, y satisfacer su lujuria sexual dentro de tu vagina, y debes prepararte”. A pesar era lo que iba a pasar no lo había previsto. Vendrían juntos el secretario Hugo X y el Dr. Alejandro, y no estaba preparada para afrontar esa situación. Recién caí debía cumplir mi parte del contrato, es decir abrirme de piernas, abrir mi vagina y dar lo máximo para satisfacer su colosal ego.
El sábado a esa hora sonó el timbre del portero eléctrico de la calle, bajé abrí y minutos después entramos rápido, allí estaba el Dr. Alejandro con quien nos fundimos en un largo y apasionado beso y al separarme saludé a Hugo X cuyos ojos me miraron como si fueran de hielo, y su rostro estaba duro como tallado en roca granítica, me alargó su mano y estreche la suya y comprendí estaba muy dolido, pasó a la cocina indiferente y comenzó a preparar café. Mientras tanto Dr. Alejandro me tomó de las nalgas y la cadera y me llevó al dormitorio. Me dijo -– Estás magnífica, estoy muy caliente por ti -– Y me besó de lengua con gran energía. Con su impaciencia de siempre me desnudó y se desnudó, y su gran pene quedó parado listo para entrar en cualquier agujero mío disponible. Me besó en los labios me entró la lengua en la boca hasta la garganta, y me lamió el cuello, le pedí no me deje marcas en el cuello por favor. Después se sentó en la cama y me hizo arrodillar y le empecé a chupar muy profundo para sacarle la leche mientras le agarraba el pene y le pajeé para que me suelte la leche en la boca, y en seguida me puso boca abajo, abrí las piernas y sus enorme polla o pene entró en mi intestino por un empujón brutal
Grité de dolor y él también lo hizo orgulloso de su dominación de macho sobre la hembra, estuvo adentro largo tiempo bombeando sin atender mis quejidos hasta que sentí dentro de mi intestino un chorro se leche golpeó las paredes; recién entonces el Dr. Alejandro quedó satisfecho y su pene o polla se dobló fláccido hacia abajo y él pasó al baño a lavarse. Cuando salió me dio un beso, me dijo -- Estuviste magnífica como siempre, te extrañé mucho y valió la pena la espera -- Yo sonreí, pero pensé y sentí tanta vergüenza que me prometí a mí misma, si el Dr. ganaba la elección quizás sería ésta la última vez que conseguiría algo de mí.
Me lavé concienzudamente y me sequé puse talco y desodorante para diluir el fuerte olor de sexo que impregnaba el ambiente, me vestí con una remera color natural que me quedaba muy bien y un pantalón jean hasta la rodilla, chinelas y salí a la cocina donde el Dr. y su secretario departían animadamente. Me senté con ellos sin mirar a Hugo X, ya que mi vergüenza era enorme al saber él me vio y oyó follando o siendo penetrada por el Dr. En ese momento Hugo X se levantó y me ofreció café en un gesto de cortesía que valoré muchísimo, acepté y le agradecí y levantando mi taza aproveché para mirarlo a los ojos pero él siguió con rostro pétreo y su mirada helada y distante.
La compañía e intimidad que desarrollamos en la mudanza cayeron hechas trizas al escuchar mis quejidos de placer y saber yo estaba siendo follada o entrada por la enorme polla o pene del Dr. Alejandro quien me hizo chupar y acabar y tragar su leche -- ¿Tendría celos y quizás me quería para sí? -- Lo cierto yo no podía dejar un enamoramiento me pusiera en la calle, no era algo que estaba en mis planes. Y además ¿Qué me ofrecería? O mejor ¿Qué yo le podría ofrecer? Yo lo miraba disimuladamente, mientras él conversaba con su estilo reposado que contrastaba notablemente con la vehemencia del Dr. Alejandro. Estaban sopesando las posibilidades de ganar y estaban casi convencidos el Dr. Alejandro ganaría por lejos siempre y cuando no hubiera un “accidente” Léase algún notero descubra nuestra relación íntima.
Mientras hablaban eufóricos de sus temas, yo pensaba para mí -- Por más que reconocía mi gratitud por el Dr. Alejandro cada vez lo rechazaba más, pero sabía lo necesitaba y debía cuidarlo mucho, mientras Hugo X era un sentimiento sin esperanzas que mejor lo sacara de mi cabeza. Pasaron los días, a la euforia inicial siguió un período de quietud, sólo rota cuando pensaba en Hugo X y el pecho comenzaba a dolerme como si fuera a romperse. En TV y el cine pasaban continuamente historias de mujeres que engañaban a sus parejas por calentura, mujeres que amaban desesperadamente a sus esposos, pero se se entregaban a hombres a veces desconocidos quienes las entraban con sus penes a sus vaginas o coños y sus culos. Curiosamente a mí que tuve y tenía hombres para tirar por arriba me daban asco si tocaban mi piel y rechazaba totalmente tener sexo con hombres por calentura. Pero concluí que como dice el refrán “Hay de todo en la viña del señor” A mí que llegué a vivir gracias a la calentura de los hombres, ese tipo de mujeres “Bella de día” me parecían asquerosas.
Ese día bajé a comprar víveres, ahora que tenía dinero cuidaba mucho mi apariencia que aunque seguía sencilla, mi figura alta bien comida y cuidada, con poca pintura, perfumada, pelo recogido, uñas coloreadas de rojo rabioso, se destacaba entre el montón, vestida con pantalón jean no muy justo, camisa o remera liviana sin sujetador, zapatos tacón medio que hacía mis caderas y tetas se movieran al caminar, tanto los hombres invariablemente se daban vuelta para mirarme el culo. Al volver con los bártulos mi sorpresa fue grande pues en el vestíbulo me esperaba Hugo X, dejé los paquetes en el suelo, lo abracé con furia, le di un intenso beso en la mejilla y le apreté mis tetas con mis pezones parados y duros a su pecho, No quería largarlo, quería el momento fuera eterno, hasta que él recobró la calma y me habló saludando:
Hola Lena, te extrañé, ¿Cómo estás? Estamos incomunicados pero eso terminará, iremos a comprarte un teléfono celular y mirando mi pancita que comenzaba a asomar del pantalón, -- también a anotarte en una obra social pues pronto necesitarás ver a un ginecólogo y hacerte análisis y eso nos llevará todo el día -– Yo no pude hablar seguía muda aunque intentaba balbucear algo, mi cerebro se negaba a coordinar. -- Tomamos los paquetes, subimos los dejamos sobre la mesa, me arreglé mejor, me puse una camisa más elegante bastante provocativa pues las tetas se veían como palomas listas a volar pero no me importó. Si alguien de veras quería estar conmigo debía aceptar mi coquetería y saber yo no era ni sería monja.
Cuando estuve lista lo miré moviendo mis caderas en forma provocativa, vi una chispa de admiración en sus ojos, le pregunté ¿Qué tal estoy? Y me contestó -- Estás maravillosa vamos así aprovechamos el día -- Bajamos, salimos y en la vereda llamó a un taxi, le dio la dirección y enfilamos hacia allí. Me comentó sin dar nombres – Ya estás en el estado y el momento que necesitas atención médica continua. Por ti y por el bebé, así que vamos a afiliarte a un plan médico que lo pagarás de tu pensión.
Llegamos a un edificio vidriado limpio, reluciente, un portero ceremonioso abrió la puerta y nos saludó, nos íbamos cruzando con gente elegante que denotaba buen nivel, y yo no desentonaba, al contrario muchos me miraban con lascivia disimulada. Hugo X conocía el lugar así que pasamos directo a la oficina de “AFILIACIONES”, entramos; nos atendió una señora amable que hizo rápido el trámite por lo que finalmente me dio la tarjeta que me habilitaba para recibir atención médica, por lo que al salir Hugo X me dijo -- Ahora estamos tranquilos ya estás segura y recibirás tratamiento médico si lo necesitas -– Le di fríamente las gracias, tomé la tarjeta y deduje me cuidaban como un perrito porque me necesitaban, era claro no lo hacían por mí. Sentí furia por mi destino que me hacía depender siempre de otros, sometida a sus voluntades sin que les importe lo que pienso, en eso la vista se me nubló, pero no debía perder el control de mí misma, era lo último que podría pasar.
Salimos y era medio día, él me invitó a comer y fuimos a un pequeño bar restaurante, y ya instalados íbamos a empezar a ordenar cuando Hugo X sintió lo llamaban unas voces femeninas -- Hugo X como estás, hace tiempo que no nos vemos -– Se levantó sonriente y estrechó las manos de dos mujeres jóvenes, bonitas y bien vestidas con carpetas. Me presentó con firmeza y seriedad -- Es mi amiga Lena y vinimos a la clínica para afiliarla -– Ellas me miraron con curiosidad, quizás sorprendidas, me dieron la mano y en seguida se despidieron porque estaban trabajando. Yo pensé seguro si estaba solo se quedaban, pero no dije nada, comprendí que esas eran las mujeres en las que él se fijaría, no una prostituta barata y encima la querida de su jefe, no te ilusiones Lena, él no es para ti, busca alguno que sea de tu nivel bajo y ordinario, no pierdas tiempo en algo que no podrás alcanzar nunca. Mi rostro de pronto cambió y reflejó la profunda tristeza que me invadía, tanto él se asustó y me tomó las manos preguntando qué me pasaba y le contesté para salvar la situación, eran emociones derivadas de mi estado de preñez. Pareció conformarse y entonces para no entristecerlo le dije -– Tengo hambre y con tu buena compañía estoy casi hambrienta -- Ambos reímos y llamamos al mozo para pedir un almuerzo ligero sin carne.
Al terminar, mientras estábamos los dos degustando café Hugo X habló -– Yo soy de Cata XX, mi familiares son de allí y yo también soy abogado y estoy aquí haciendo experiencia, mi padre murió, y mi madre es abogada prestigiosa al igual que mi hermano y quería viniera a hacer carrera política que es tradicional en nosotros. Hace un año estoy aquí trabajando con el Dr. Alejandro pero no sé, no es lo mío ya veremos.
No le contesté pero pensé para mí, yo no tuve grandes estudios pero la vida me dio la perspicacia de los sobrevivientes, quizás en poco tiempo yo iba a quedar sola más sola que antes, con un vacío enorme en mi alma que no iba a poder llenar jamás, pero sería tolerable antes de someter a mi hijo al vía crucis de la pobreza, el hambre y la mugre. Y así comprendí que significaba tener instinto maternal y era simplemente morir por el hijo.
Terminamos de almorzar, me sentía bien de ánimo y mi salud parecía también estar normal, por lo que decidimos caminar unas cuadras en el hervidero de gente que va y viene en la ciudad alienada que es Buenos Aires, pero a mí no me importaba no tenía prisa y en rigor no quería el día terminara, no quería que Hugo X se fuera. Mientras paseábamos yo colgada de su brazo vimos y entramos a una venta de teléfonos celulares, preguntamos por una línea con internet y Wapp y para comprar un aparato sencillo, después de mucho preguntar y probar me decidí por un teléfono finlandés que me pareció adecuado para mí en tamaño y prestaciones.
Y así terminamos un día atareado, donde disfruté la mejor compañía que hubiera pensado en mis sueños más fantásticos, estuve junto a un hombre apuesto, culto, comprensivo, todo un caballero que me atendió más allá de lo que debía ser su deber.
Al llegar al departamento (o mi casa) me sentí cansada, casi agotada, fueron muchos días de nervios, caminatas y trámites, y ahora que estaba todo solucionado lo único que quería era dormir. Quizás una semana entera. Pero no terminé de arrebujarme en la cama para ver TV cuando sonó el timbre del celular y su pantalla se iluminó con la palabra “Hugo” y al conectar escuché -- Hola Lena ¿Que estás haciendo, estás bien? -– A lo que contesté -– Hola estoy descansando, el ajetreo de hoy fue mucho para mí, estoy agotada, me alegra escuchar tu voz, la extraño, -- Y me contestó -- Que tengas sueños los más dulces. Cuando me necesites me llamas no importa la hora ni el día, tú estás primero que todos -- Corté me arrebujé entre las cobijas. Dormí profundamente. Y soñé que yo vestida de blanco era abrazada por Hugo X quien buscaba mis labios y nos fundíamos en un largo beso muy apasionado, en una noche tachonada de estrellas.
De la escribanía me dieron todos los papeles del contrato con el Dr. Alejandro, su contador me dio los papeles de mi cuenta caja de ahorro en el Banco a mi nombre “Lena W” así que realmente como me dijo el contador, corté el cordón umbilical con el Dr. Alejandro y desde ese día era libre de obligaciones con él. Y pensé para mí -- Ahora si alguien me quiere coger o follar o quiere mi culo tendrá que pedirme permiso, se terminó la época que debía abrirme de piernas para comer y nadie, nadie a quien yo no ame me pondrá su pija o pene encima ni tocará mi piel. Quizás había uno solo que tenía permiso para romperme el corazón, la vagina y el ano, pero lo haría siempre y cuando cumpla determinadas condiciones, pero decidí no prejuzgar, quizás eso no se diera nunca.
Tuve poco tiempo después una primera cita con el ginecólogo, y como no sabía manejarme ni como ir llamé a Hugo X para preguntarle si podía acompañarme. Me dijo estaba muy ocupado en la campaña pero como no estaba obligado por un contrato podía ausentarse y alguien lo cubriría, así que sin problemas me buscaría a la hora convenida. Me sentía segura ¿En sus brazos? Y confiada, estaba consciente sus palabras y consejos serían para mi bien. Al otro día a la hora convenida me llamó por teléfono y me dijo me esperaba abajo con el auto. Me pinté, y maquillé y peiné con el lazo sencillo, me puse pantalón no ajustado porque el bombo era ya notable, zapatos bajos y mi clásica remera que me dejaba las tetas bastante visibles para los mirones pero yo no era monja.
Tomamos el taxi y llegamos al consultorio, yo siempre siendo tomada del brazo por mi guía, quien me trataba con cortesía y delicadeza. En la recepción al asistente dimos nombre y hora de consulta, que verificó en a PC y nos indicó número de consultorio y piso. Le dimos las gracias, subimos al ascensor, pulsamos el piso, llegamos, salimos y entramos a la sala en la que había mujeres con bombo de varias edades. Hugo X me ayudó a sentar y esperando nos distrajimos mirando una gran TV que estaba en la pared y en ella mostraban la campaña electoral y en un momento yo le apreté el brazo al aparecer él con el Dr. Alejandro, allí comprendí cuán importante era para todos yo guarde el secreto. En ese momento me llamó la enfermera y cuando entré ella dijo -- El padre también puede entrar -- Nos miramos, reímos y entramos ambos. Tardamos largo tiempo, las pruebas eran engorrosas, el ultrasonido mostró el bebé nadando en el líquido placentario y vimos era varón, nos miramos con sonrisa cómplice y finalmente me atendió una ginecóloga que me dijo tranquilizándome -– El embarazo va normal las pruebas muestran es un bebé sano, pidan turno para dentro de veinte días -- Le agradecimos, salimos y empezamos a caminar a un bar cercano para comer y tomar algo.
Caminamos por la vereda muy juntos yo ligeramente adelante y a propósito yo iba refregando mi culo por su vientre y su pene o polla erecto bajo el pantalón, él quiso apartarse y entonces sin exteriorizar mi rabia interior le pregunté con voz neutra -- ¿Por qué me rechazas, no te gusto? ¿O solamente te intereso para cuidar vuestras carreras políticas? Si es así te relevo aquí mismo de tus obligaciones, seguiremos amigos y te guardaré gratitud eterna -- Solté su brazo e intenté caminar sola. -- Se paró de golpe, evidentemente lo tomé con la guardia baja, y por un instante no supo que decir. Allí estábamos en la calle, en la vereda entre los transeúntes que pasaban, pero se recuperó rápidamente, me rodeó la cintura con pasión, mis pezones golpearon su pecho y nos fundimos en el beso más maravilloso del mundo, sentí como sus labios me transmitieron su amor infinito, las risas y comentarios de los que pasaban nos volvieron a la realidad. Yo estaba decidida a que me entre o folle por varios motivos, el principal era que pronto iba a parir y mi deseo sexual se cortaría por mucho tiempo y el segundo era mi amor profundísimo hacia el único hombre que me respetó y comprendió, a pesar de conocerme y verme actuar como la puta más relajada. Y eso no tenía precio.
FIN DE LA PARTE 2
Pero sin aviso previo la situación cambió drásticamente y mi vida realizó un giro de rumbo totalmente inesperado. Que me llevó a enfrentar y superar a muy temprana edad, desafíos que son para personas más maduras y criteriosas en general. Esa mañana me desperté temprano muy mareada, fui al baño y comencé a vomitar, no quise desayunar y Rubia avisó a Claudia que vino a verme alarmada todavía vestida en ropa de cama, ella no quería alguna situación que perturbara la paz de la casa y por ende perjudicar el negocio debía asegurar los clientes no tuvieran percances y hubieran chicas para atenderlos.
De inmediato y sin siquiera saludar viéndome sentada en el borde de la cama, las manos en la cabeza respirando jadeante y teniendo arcadas continuamente se asustó y me ordenó cortante y casi gritando -- Ve inmediatamente al hospital no quiero verte así, puedes estar enferma de una enfermedad infecciosa y nos vas a contagiar, si se entera Salud Pública me clausuran el negocio y quedamos todas en la calle ¡¡Dios mío, perder todo por querer hacer una obra de caridad al recogerte, eres una puta barata desagradecida!!
Me vestí como pude para salir, mareada y con las piernas débiles, me puse una bombacha discreta, zapatillas de goma, una remera y pantalón jean liviano, me perfumé y pinté los labios con rojo y bamboleando con la vista nublada abrí la puerta de calle, abarqué con vista la vereda, vi a una señora que se acercaba y le pedí por favor me tomara del brazo hasta la parada del bus que estaba a diez metros, cuando llegué le dije -- Gracias -- Me abracé al poste y esperé estoicamente aparezca el coche, a los pocos eternos minutos, llegó, pedí boleto hasta el hospital y me senté en el primer asiento, arrancó y pedí al chofer me avise al llegar al hospital porque estaba mareada, unos diez minutos después se detuvo en la parada, “Hospital” y varios bajamos atropelladamente para lograr un turno de consulta en Emergencias, Caminando como pude a los tumbos llegué a los empujones a la ventanilla y pedí a la persona que atendía -- Por favor un turno para médico clínico. Me alcanzó una boleta y mirando el reloj me dijo -- Son las nueve horas y seguramente la atenderán cerca de las catorce o quince horas, vaya a sentarse-- Le di las gracias, giré y vi casi todas las sillas ocupadas con mujeres con niños llorando, ancianos en grupo y personas de todo tipo y color, etc. esperando ansiosos y resignados que los llamen para la consulta médica. Me senté en la incómoda silla plástica, me hice un ovillo, miré alrededor buscando un baño pero había tanta gente allí que decidí esperar y aguantar. Dormité algo y cuando desperté habían pasado tres horas y me sentí mejor, quizás solo me hacía falta sueño, pero decidí quedarme y hacer la consulta, no tenía hambre a pesar no haber desayunado y pensé – Sería bueno me vea un médico ya que vine así aprovecho el viaje -- Pero de pronto volvieron mi dolor de vientre y las arcadas así que no tuve más remedio que quedarme a esperar me llamen por mi número.
El ir y venir de madres con niñas y niños, mujeres maduras, hombres ancianos, etc. era incesante y cuando en el cartel mi número se fue acercando, me puse nerviosa y estuve atenta mirando la puerta de los consultorios. En un momento gritaron mi número y sacando fueras de flaqueza me levanté contesté -- ¡¡Aquí estoy!! -- Y enfilé hacia la puerta del consultorio. Me atendió una médica joven y muy amable, de guardapolvo blanco que muy seria me preguntó el por qué de la consulta, me senté en una camilla y le contesté -- Estoy cansada, tengo mareos y vómitos, y dolores de vientre. --
Me escuchó atenta y me preguntó si tenía relaciones sexuales, a lo que contesté -- Afirmativo, con un hombre, tengo cada quince días a una semana un encuentro sexual íntimo, él es muy apasionado y me penetra por todos lados y me riega con su semen. La médica sonrió, me tomó la mano y dijo -– Parece tener buena salud, auscultemos el corazón y midamos la presión arterial, su color de piel parece indicar tiene buenos glóbulos rojos, me levantó la pollera y escuchó mi vientre y dijo -– Todo normal -- Le dije -- Por favor doctora, quisiera usar su baño, el de la sala está atestado y no me siento bien oliendo orina y viendo papel higiénico en el piso -- A lo que comprensiva accedió, me dio la llave y al volver ya aliviada mi vejiga me volví a sentar al borde de la camilla. Y esperé que hable. Fue clara pero amable, tanto fue inaudito no haberme dado cuenta antes pero pasó quizá porque yo no tenía experiencia en el tema.
¡¡Yo estaba preñada!! Quizás de uno o dos meses, me preguntó si sabía quién era el padre, y le respondí que era casi seguro tenía su nombre, sin decir quién era. Me recetó analgésicos, algo para dormir, hierro, vitaminas y calcio pues mi cuerpo estaba trabajando doble para que compre en la farmacia. Le agradecí infinitamente, me despedí y fui a la farmacia. Tuve que esperar bastante pero al fin me atendieron, compré y pagué los medicamentos y fui a la parada del bus para volver a casa de Claudia. Simultáneamente iba pensando, mi cabeza era un hervidero, el padre seguro era el Dr. Alejandro el político impoluto padre y esposo ejemplar aspirante a senador o gobernador. De golpe mi mareo y el dolor desaparecieron, y ahora debía comunicarle a Claudia y pensar que iba a hacer en el futuro pero tenía claro una cosa, yo NO iba a abortar cualesquiera sean las presiones. Bastaría llamar a un canal de TV y una nube de noteros y gente que lucra con noticias amarillas sensacionalistas me pida la primicia y detalles de mi relación con el doctor. Estaba claro me podrían ofrecer un dinero importante por la primicia.
Pero sería mi sentencia de muerte, me rechazaría mi benefactor, Claudia me echaría de la casa y con el bombo, indefensa tendría que volver al barro y la mugre de la villa o a mi pueblo. Pero era una carta que tendría en la manga y si era amenazada la jugaría como último recurso. Además no sabía cómo reaccionaría el padre o sea el Dr. Alejandro, finalmente no quise pensar más y concluí debía estar preparada para todo… Incluso para lo peor. Pero ya había demostrado mi firmeza y no tenía para nada miedo al futuro. En eso llegó el bus colectivo, hice señas, paró, le indiqué mi destino y pagué el boleto y me senté en el primer asiento.
Cuando llegué a la casa agotada, cansada, con hambre, sudorosa me tiré sobre la silla de la cocina y decidí comer algo de pan y unas verduras… Me preparé en silencio algo rápido pero nutritivo, nunca en un país carnívoro me gustó la carne ni la sangre, estaba sola, ni Claudia ni las chicas estaban para molestarme con preguntas, así que estudié mi estrategia para cumplir mi objetivo, No abortar, resistir las presiones y recibir dinero periódico aunque no estaba segura si podía cumplirlos en su totalidad pero por lo menos lo iba a intentar.
Cuando Claudia y las chicas volvieron, algo después que terminé de comer y arreglé la cocina, nos saludamos y mientras ellas preparaban algo de comer, Claudia me llamó a su pequeña oficina donde podíamos hablar en privado sin ser escuchadas por Rubia ni Delia. Muy seria me preguntó que dijo el médico aunque por su experiencia pensaba ya sabía cuál era mi enfermedad -- ¿Y qué dijo el doctor? -- Yo contesté en voz baja casi un murmullo mirando al suelo –Estoy preñada posiblemente del Dr. Alejandro -- Ella me dijo que lo suponía y agregó nerviosa -- ¿Y qué vas a hacer. Supongo vas a abortar no querrás causar problemas al Dr. ni a mi negocio, me costó tiempo, dinero humillaciones y hacer favores para lograr esto que tengo y no lo voy a echar a perder por una puta caliente como tú -- Lo cual era una amenaza velada. Vete ahora a trabajar que a los hombres les encantan las mujeres preñadas. Yo sabía las preñadas fascinaban a los hombres, basta mirar la web porno para darse cuenta de ello. Y yo podía sacar provecho de la situación, un hombre tan caliente como el Dr. Alejandro no era la excepción, seguramente al verme con el vientre crecido, las tetas la vagina o coño enrojecidos y dilatados las tetas con los pezones y aureolas enormes, caería sobre ellas como la abeja a la miel, y no me podría negar nada que le pida, sobre todo porque son migajas comparadas con lo que gastaba e invertía en el partido y en mantener a su séquito, su quinta de Ezeiza, su caballeriza con caballos de polo. También sabía lo primero que Claudia haría era hablar al secretario del Dr. Alejandro. Estuvo usando el teléfono unos 10 minutos antes de colgar, cuando terminó la conversación vino a verme y me dijo -– Por ahora no recibirás clientes, te reemplazarán Rubia y Delia.-- Me sorprendió y le pregunté -- ¿Y de qué viviré yo? -- Me contestó -- No te preocupes por ello, por ahora cumple lo que te ordeno, realmente si hubiera sabido los problemas que me ibas a causar no te hubiera tomado --
En la cena nos juntamos las cuatro, la atmósfera estuvo pesada, hablamos poco, las chicas aunque ganaban más también trabajaban más. Los días siguientes no trajeron novedades hasta que un día Claudia me dijo -- Sería conveniente no estés aquí en ropa interior sino con camisa y como hace calor con pantalón corto tipo short. Además dormirás aquí en la cocina, ya que contraté a Teresa que ocupará tu pieza.
Quedé totalmente muda y aterrada, por lo que escuché y entendí me echarían a la calle preñada, indefensa sin nada ni nadie a quien recurrir. Otra vez el hambre, el frío y la pobreza eran mi futuro -- Mi cara denotó lo que pensaba, mis ojos se abrieron y quedaron grandes como platos con expresión de auténtico terror sin entender nada de la situación. Claudia se asustó, en un rapto de ternura rarísimo en esa mujer curtida me tomó la mano y me dijo, no vas a ir a la calle, tu situación se va arreglar, fue tan grande el alivio que la abracé y empecé a llorar estruendosamente. Terminó diciendo -- Hablé hace un rato por teléfono con el secretario del Dr. o sea Hugo X al que conoces, y me dijo -–Suspende inmediatamente a Lena de follar o sea ser penetrada por clientes, hasta que el Dr. Alejandro dictamine que hacer con ella -– Siguió hablando mientras yo la escuchaba atentamente absorbiendo cada una de sus palabras, y terminó diciendo:
-- Ya tengo una nueva pupila y pronto seguramente vendrá a reemplazarte, en la semana próxima sabrás que va a pasar contigo, ahora puedes lavar la ropa y cocinar para todas, no hagas esfuerzos ni te arriesgues haciendo tareas difíciles o complicadas. Se levantó y me dijo -- Puedes irte y esto lo mantienes en estricto secreto, ni se te ocurra hablar siquiera en indirecta porque vas a volver sin cobre a alguna mugrienta villa de algún remoto lugar del interior -- La amenaza era clarísima me aterroricé y quedé helada. Era claro nadie debía suponer siquiera que yo estaba siendo follada o cogida (argentinismo) y preñada por un político importante.
Tiempo después reconstruí en partes aisladas quienes y como decidieron mi futuro y mi destino, y debo agradecer a Dios nuestro Señor, fue guiando mi Sino hasta llegar al día de hoy, lo cierto es, una vez que el secretario cortó con Claudia se comunicó con Elena, la jefa del partido político la que citó a una reunión de emergencia para la semana venidera, en la que participarían Elena, el Dr. Alejandro y su secretario Hugo X. Acordaron que cuantos menos se enteraran mejor sería guardado el secreto y evitarían la jauría de informantes de TV y revistas amarillas que siempre pululaban a la caza de noticias que les hacían ganar unos miserables pesos. Ese día en el despacho del abogado, despidieron a los administrativos y estuvieron solos para discutir el problema. La primera que habló fue Elena que con voz altanera dijo, -- Hay que darle unos dólares a esa putita y llevarla a una clínica a media noche para que aborte y mandarla al interior y problema solucionado -- A lo que Hugo X contestó -- Se niega a abortar, y es posible haga un escándalo y hoy tenemos que andar con pies de plomo, se acercan las elecciones. Y si queremos ganar el Senado no podemos dejar se dañe la imagen del doctor con una noticia bomba --
El Dr. Alejandro hasta entonces silencioso, habló -- Recuerden es mi hijo y no voy a abandonarlo -- Y dirigiéndose al secretario le ordenó, llama al contador, que le pasen a Lena una pensión mensual, una inscripción a una clínica médica y le renten un pequeño departamento en la Capital a cambio firme papeles que no iniciará acciones por paternidad ni ADN, ni pedirá mi apellido y punto -- Elena amagó protestar pero se dio cuenta era la mejor solución. El asunto era NO perder ahora la elección, más tarde cuando el tema se enfriara se daría la solución definitiva a esa puta barata. .
Yo sin saber nada, seguía haciendo quehaceres en la casa, asustada en mi fuero íntimo por mi impotencia, pero tranquila. No estaba en la calle, y al parecer eso no pasaría, así que pasé los días departiendo con las chicas y con la nueva, Teresa una morocha exuberante de unos veinte años llegada del interior. Estaba contenta, Claudia me trataba con cierta deferencia y volví a ver a la ginecóloga que dijo mi preñez iba bien, y un mes después me harían ultrasonido y algunos análisis.
Pasaron quince días sin novedad y sin cambios. Ese día llegué del hospital después de ver a la médica que me dijo que todo estaba normal y fui a la cocina a comer algo. Terminaba cuando Claudia me llamó para hablarme en privado y me dijo -- Después de comer vendrán el escribano XX y el secretario Hugo X del Dr. Alejandro para arreglar tu situación, no te preocupes, te irás de aquí a una casa nueva, no puedo decirte nada porque no sé nada, pero tranquila que ellos se encargan, vístete recatada y sin mostrar mucho -- Me puse un pantalón de jean gris no muy ajustado, con camisa a cuadros mangas largas también gris y zapatillas de goma azules, sin pintura, el pelo tirado hacia atrás con una cola atada con cinta, me miré al espejo y el conjunto era atractivo. A alrededor de las 16 horas vinieron el secretario del Dr. Alejandro y otro señor que se presentó como un escribano, nos saludamos, yo totalmente ignorante de lo que me podía pasar y muy, muy nerviosa, temblaba como una hoja en la tormenta, nos sentamos los tres en el despacho de Claudia.
El escribano me miró para apreciar mi figura que pareció ser de su agrado, acto seguido comenzó a alabar las virtudes del Dr. Alejandro al rentarme un departamento en la Capital, asociarme a una obra social y darme una pensión para vivir yo y mi hijo. No entendía nada, me dolía la cabeza, las palabras iban y venían, pero por el tono frío y duro, entendí debía cortar vínculos con todos los que hasta hoy me conocían, o sea debía desaparecer y prometer jamás hablaría con alguien o me mandarían a un remoto prostíbulo en un país vecino -– Es lo único que entendí y me aterrorice, ni siquiera pude hablar pero mis ojos se dilataron y una mueca de terror se dibujó en mi rostro. Entonces el escribano me dio unos papeles para firmar y una vez que lo hice, cambió de expresión, aliviado y amable me dijo dentro de una semana recibiría copia de los contratos y el secretario del Dr. Alejandro se despidió diciendo -- Antes de un mes te mudarás, ten listos tu petates (que no eran muchos y modestos), no comentes esto con nadie no tengas miedo, no irás a la calle, vas a estar mejor y más tranquila -– Por lo menos no había una amenaza explícita sino también palabras tranquilizadoras. Me atreví a besar en la mejilla al secretario quien sonrió comprensivo y darle la mano al escribano, y se fueron.
Cuando salieron Claudia no dijo ni preguntó nada, evidentemente estaba aliviada que yo me iba, se solucionaba un problema. Y todo para ella volvería ser igual que antes, Exhaló un suspiro profundo y esbozó una sonrisa sádica, pero al fin y al cabo el Dr. Alejandro se fijó en ella gracias a mí. Yo seguí cocinando, lavando y barriendo y aunque varios clientes preguntaron por mí, quedaron decepcionados al saber yo no estaba disponible, y aunque Teresa me reemplazó no cogía (argentinismo) o follaba como yo, una belleza nórdica que ni se atrevían a soñar en sus más disparatados sueños.
Así, el prostíbulo que gracias a mí había levantado, siguió normal sin ganancia extra. Yo lo sentí por Rubia y Delia que eran buenas personas pero no podía hacer nada. Ese día a la mañana llamaron por teléfono y Claudia me indicó que a la tarde un automóvil vendría por mis cosas e iría mi nuevo departamento. A la hora indicada tocaron el timbre, lo atendió Claudia y apareció el secretario Hugo X que tomó las pocas bolsas con mi ropa, gentilmente las cargó en el auto, acto seguido me despedí con lágrimas sinceras de todas ellas, pues fueron parte de mi vida, de las que guardaré gratitud eterna porque me sacaron del barro en el que estaba sumergida y me trataron como persona. Cuando estuvimos acomodados en el auto Hugo X me dio un beso en la mejilla y me dijo –- Prepárate para entrar en tu nueva vida -– No supe qué contestar pero por su expresión sonriente hacia mí, eran noticias buenas las que se avecinaban.
Arrancó y enfilamos hacia la Capital, fuimos internándonos en la maraña de calles hasta que llegamos a un edificio no muy grande frente al cual paró el auto, bajamos los petates y un señor servicial, se presentó como el portero, subió los bultos por el ascensor, subimos los tres hasta el tercer piso contra frente y al salir y bajar todo, Hugo X me presentó al portero -- Muchas gracias por su ayuda, es la señora Lena que vivirá aquí y espero le dé la mayor colaboración gracias --
Hugo X con gran gentileza me dio la llave para entrar, por primera vez me miró con sonrisa dulce, me dio un beso ligero en los labios y me dijo -- Bienvenida a tu nueva vida -- Quedé totalmente sorprendida pero cuando me repuse me invitó a abrir la puerta. Abrí y entré a un pequeño departamento de un ambiente que estaba vacío, quedé helada al saber que ¡¡Era todo para mí!! Y no pude dimensionar en ese momento el camino que había recorrido hasta llegar allí. Él me miraba observando mis sentimientos. El departamento tenía una cocina con las comodidades, una mesita con cuatro sillas, una repisa con TV y monitor, empotrada en la pared, y un tabique separaba de una habitación con una camita y un pequeño baño. La cocina tenía una ventana amplia enrejada que daba a un jardín común, todo iba muchísimo más allá de mis mayores sueños. Él seguía callado pero adiviné estaba emocionado y tan feliz como yo, la mujer joven indefensa a la que estaba ayudando desinteresadamente a salir del barro.
No tenía nada para comer ni para invitarlo (ni siquiera sabía si aceptaría) me iba a disculpar pero él se adelantó, me dijo si quería ir a la pizzería cercana, le agradecí. Decididamente yo era más alta que él, vi que aunque mi ropa era modesta mi figura alta y sensual era bastante interesante y muchos se daban vuelta a mirarme. Entramos al local, nos sentamos en una mesa y al mozo que nos atendió pedimos yo una ensalada con arroz hervido y aceite de oliva y Hugo X fideos con aceite y orégano y ambos café. Esperé que hablara, yo no tenía nada que decir y él no me iba a contar intimidades, así que solo dije trivialidades y mi cara expresaba mi felicidad.
Cuando terminamos de comer y salimos a la calle, me tomó del brazo, no le dije nada ni le interrogué, sentí su calor y mi culo rozó ligeramente su pierna, pero vi que se apartó rápidamente, era claro no quería traicionar a su jefe y mentor. Al llegar a la puerta del edificio se detuvo y me dijo -- Hora de despedirnos, de a poco iremos vistiendo tu casa. La próxima vez que venga iremos a comprar un teléfono celular con mail para ti para que no estés sola y sepas a quien recurrir si te pasa algo y conseguir amigas y amigos. Te recuerdo no tengas comunicación Claudia y alguno que pueda relacionarte con el Dr. Alejandro por lo menos hasta después de las elecciones --
El corazón se rompió en mi pecho, comprendí fue Hugo X y no el Dr. quien me sacó de la casa de prostitutas, fue a él a quien le debía la vida y no me pidió nada a cambio, y yo tenía tantas ganas de pagarle de alguna forma, la única que se me ocurría era, -- con mi vagina -- Pero sabía él no aceptaría. Le abrace el cuello con las dos manos y le di un beso en la mejilla susurrando -- Gracias por todo -- Quedé hipnotizada en la vereda viendo como su auto lentamente se perdió en el tránsito. Y entonces entré al edificio, tomé el ascensor y entré verdaderamente a MI casa, de donde nadie me iba a echar y no iba a sentir frío ni lluvia nunca más. Agradecí a Dios nuestro Señor haberme protegido y prometí no blasfemar ni en el futuro negar la Voluntad de las Potencias Superiores Todopoderosas.
Una vez que me tranquilicé y asumí era la dueña de casa (lo que me costó mucho), estuve trabajando muy ocupada, limpiando los pisos, los estantes de la cocina, la mesa, las sillas, el baño y lavando la colcha y sábanas y todo lo necesario para hacer habitable la vivienda. Antes de irse Hugo X me dio una extensión de su tarjeta de crédito con la que pude comprar los alimentos frescos como leche, manteca y demás, los más durables como arroz, garbanzo, arveja, polenta, etc. tanto que todo el día reía y cantaba la bonita canción, “Mujer, si puedes tú con Dios hablar pregúntale si yo alguna vez te he dejado de adorar y al mar espejo de mi soledad”. Era cierto estaba en soledad con mi gran secreto, mi Amor por Hugo X.
Me dolía el pecho al pensar en Hugo X, quería hablar con él, bastaba pensara en su nombre, que aparecía ante mí su figura agradable, algo trigueño, de pelo negro, algo más bajo que yo, delgado tomándome el brazo mientras me apoyaba en él. Yo quería llamarlo pero sabía era imposible, en tres meses serían las elecciones, el Dr. Alejandro era candidato ganador, eso lo decían todos los medios, la TV, los diarios y las redes y yo debía estar totalmente callada. Dos días después el portero llamó a mi puerta y me entregó un mensaje que decía “Sábado a 16 horas reunión” que inmediatamente entendí y traduje “El Dr. Alejandro vendrá a las 16 horas a follarte o cogerte (Argentinismo) o penetrarte, y satisfacer su lujuria sexual dentro de tu vagina, y debes prepararte”. A pesar era lo que iba a pasar no lo había previsto. Vendrían juntos el secretario Hugo X y el Dr. Alejandro, y no estaba preparada para afrontar esa situación. Recién caí debía cumplir mi parte del contrato, es decir abrirme de piernas, abrir mi vagina y dar lo máximo para satisfacer su colosal ego.
El sábado a esa hora sonó el timbre del portero eléctrico de la calle, bajé abrí y minutos después entramos rápido, allí estaba el Dr. Alejandro con quien nos fundimos en un largo y apasionado beso y al separarme saludé a Hugo X cuyos ojos me miraron como si fueran de hielo, y su rostro estaba duro como tallado en roca granítica, me alargó su mano y estreche la suya y comprendí estaba muy dolido, pasó a la cocina indiferente y comenzó a preparar café. Mientras tanto Dr. Alejandro me tomó de las nalgas y la cadera y me llevó al dormitorio. Me dijo -– Estás magnífica, estoy muy caliente por ti -– Y me besó de lengua con gran energía. Con su impaciencia de siempre me desnudó y se desnudó, y su gran pene quedó parado listo para entrar en cualquier agujero mío disponible. Me besó en los labios me entró la lengua en la boca hasta la garganta, y me lamió el cuello, le pedí no me deje marcas en el cuello por favor. Después se sentó en la cama y me hizo arrodillar y le empecé a chupar muy profundo para sacarle la leche mientras le agarraba el pene y le pajeé para que me suelte la leche en la boca, y en seguida me puso boca abajo, abrí las piernas y sus enorme polla o pene entró en mi intestino por un empujón brutal
Grité de dolor y él también lo hizo orgulloso de su dominación de macho sobre la hembra, estuvo adentro largo tiempo bombeando sin atender mis quejidos hasta que sentí dentro de mi intestino un chorro se leche golpeó las paredes; recién entonces el Dr. Alejandro quedó satisfecho y su pene o polla se dobló fláccido hacia abajo y él pasó al baño a lavarse. Cuando salió me dio un beso, me dijo -- Estuviste magnífica como siempre, te extrañé mucho y valió la pena la espera -- Yo sonreí, pero pensé y sentí tanta vergüenza que me prometí a mí misma, si el Dr. ganaba la elección quizás sería ésta la última vez que conseguiría algo de mí.
Me lavé concienzudamente y me sequé puse talco y desodorante para diluir el fuerte olor de sexo que impregnaba el ambiente, me vestí con una remera color natural que me quedaba muy bien y un pantalón jean hasta la rodilla, chinelas y salí a la cocina donde el Dr. y su secretario departían animadamente. Me senté con ellos sin mirar a Hugo X, ya que mi vergüenza era enorme al saber él me vio y oyó follando o siendo penetrada por el Dr. En ese momento Hugo X se levantó y me ofreció café en un gesto de cortesía que valoré muchísimo, acepté y le agradecí y levantando mi taza aproveché para mirarlo a los ojos pero él siguió con rostro pétreo y su mirada helada y distante.
La compañía e intimidad que desarrollamos en la mudanza cayeron hechas trizas al escuchar mis quejidos de placer y saber yo estaba siendo follada o entrada por la enorme polla o pene del Dr. Alejandro quien me hizo chupar y acabar y tragar su leche -- ¿Tendría celos y quizás me quería para sí? -- Lo cierto yo no podía dejar un enamoramiento me pusiera en la calle, no era algo que estaba en mis planes. Y además ¿Qué me ofrecería? O mejor ¿Qué yo le podría ofrecer? Yo lo miraba disimuladamente, mientras él conversaba con su estilo reposado que contrastaba notablemente con la vehemencia del Dr. Alejandro. Estaban sopesando las posibilidades de ganar y estaban casi convencidos el Dr. Alejandro ganaría por lejos siempre y cuando no hubiera un “accidente” Léase algún notero descubra nuestra relación íntima.
Mientras hablaban eufóricos de sus temas, yo pensaba para mí -- Por más que reconocía mi gratitud por el Dr. Alejandro cada vez lo rechazaba más, pero sabía lo necesitaba y debía cuidarlo mucho, mientras Hugo X era un sentimiento sin esperanzas que mejor lo sacara de mi cabeza. Pasaron los días, a la euforia inicial siguió un período de quietud, sólo rota cuando pensaba en Hugo X y el pecho comenzaba a dolerme como si fuera a romperse. En TV y el cine pasaban continuamente historias de mujeres que engañaban a sus parejas por calentura, mujeres que amaban desesperadamente a sus esposos, pero se se entregaban a hombres a veces desconocidos quienes las entraban con sus penes a sus vaginas o coños y sus culos. Curiosamente a mí que tuve y tenía hombres para tirar por arriba me daban asco si tocaban mi piel y rechazaba totalmente tener sexo con hombres por calentura. Pero concluí que como dice el refrán “Hay de todo en la viña del señor” A mí que llegué a vivir gracias a la calentura de los hombres, ese tipo de mujeres “Bella de día” me parecían asquerosas.
Ese día bajé a comprar víveres, ahora que tenía dinero cuidaba mucho mi apariencia que aunque seguía sencilla, mi figura alta bien comida y cuidada, con poca pintura, perfumada, pelo recogido, uñas coloreadas de rojo rabioso, se destacaba entre el montón, vestida con pantalón jean no muy justo, camisa o remera liviana sin sujetador, zapatos tacón medio que hacía mis caderas y tetas se movieran al caminar, tanto los hombres invariablemente se daban vuelta para mirarme el culo. Al volver con los bártulos mi sorpresa fue grande pues en el vestíbulo me esperaba Hugo X, dejé los paquetes en el suelo, lo abracé con furia, le di un intenso beso en la mejilla y le apreté mis tetas con mis pezones parados y duros a su pecho, No quería largarlo, quería el momento fuera eterno, hasta que él recobró la calma y me habló saludando:
Hola Lena, te extrañé, ¿Cómo estás? Estamos incomunicados pero eso terminará, iremos a comprarte un teléfono celular y mirando mi pancita que comenzaba a asomar del pantalón, -- también a anotarte en una obra social pues pronto necesitarás ver a un ginecólogo y hacerte análisis y eso nos llevará todo el día -– Yo no pude hablar seguía muda aunque intentaba balbucear algo, mi cerebro se negaba a coordinar. -- Tomamos los paquetes, subimos los dejamos sobre la mesa, me arreglé mejor, me puse una camisa más elegante bastante provocativa pues las tetas se veían como palomas listas a volar pero no me importó. Si alguien de veras quería estar conmigo debía aceptar mi coquetería y saber yo no era ni sería monja.
Cuando estuve lista lo miré moviendo mis caderas en forma provocativa, vi una chispa de admiración en sus ojos, le pregunté ¿Qué tal estoy? Y me contestó -- Estás maravillosa vamos así aprovechamos el día -- Bajamos, salimos y en la vereda llamó a un taxi, le dio la dirección y enfilamos hacia allí. Me comentó sin dar nombres – Ya estás en el estado y el momento que necesitas atención médica continua. Por ti y por el bebé, así que vamos a afiliarte a un plan médico que lo pagarás de tu pensión.
Llegamos a un edificio vidriado limpio, reluciente, un portero ceremonioso abrió la puerta y nos saludó, nos íbamos cruzando con gente elegante que denotaba buen nivel, y yo no desentonaba, al contrario muchos me miraban con lascivia disimulada. Hugo X conocía el lugar así que pasamos directo a la oficina de “AFILIACIONES”, entramos; nos atendió una señora amable que hizo rápido el trámite por lo que finalmente me dio la tarjeta que me habilitaba para recibir atención médica, por lo que al salir Hugo X me dijo -- Ahora estamos tranquilos ya estás segura y recibirás tratamiento médico si lo necesitas -– Le di fríamente las gracias, tomé la tarjeta y deduje me cuidaban como un perrito porque me necesitaban, era claro no lo hacían por mí. Sentí furia por mi destino que me hacía depender siempre de otros, sometida a sus voluntades sin que les importe lo que pienso, en eso la vista se me nubló, pero no debía perder el control de mí misma, era lo último que podría pasar.
Salimos y era medio día, él me invitó a comer y fuimos a un pequeño bar restaurante, y ya instalados íbamos a empezar a ordenar cuando Hugo X sintió lo llamaban unas voces femeninas -- Hugo X como estás, hace tiempo que no nos vemos -– Se levantó sonriente y estrechó las manos de dos mujeres jóvenes, bonitas y bien vestidas con carpetas. Me presentó con firmeza y seriedad -- Es mi amiga Lena y vinimos a la clínica para afiliarla -– Ellas me miraron con curiosidad, quizás sorprendidas, me dieron la mano y en seguida se despidieron porque estaban trabajando. Yo pensé seguro si estaba solo se quedaban, pero no dije nada, comprendí que esas eran las mujeres en las que él se fijaría, no una prostituta barata y encima la querida de su jefe, no te ilusiones Lena, él no es para ti, busca alguno que sea de tu nivel bajo y ordinario, no pierdas tiempo en algo que no podrás alcanzar nunca. Mi rostro de pronto cambió y reflejó la profunda tristeza que me invadía, tanto él se asustó y me tomó las manos preguntando qué me pasaba y le contesté para salvar la situación, eran emociones derivadas de mi estado de preñez. Pareció conformarse y entonces para no entristecerlo le dije -– Tengo hambre y con tu buena compañía estoy casi hambrienta -- Ambos reímos y llamamos al mozo para pedir un almuerzo ligero sin carne.
Al terminar, mientras estábamos los dos degustando café Hugo X habló -– Yo soy de Cata XX, mi familiares son de allí y yo también soy abogado y estoy aquí haciendo experiencia, mi padre murió, y mi madre es abogada prestigiosa al igual que mi hermano y quería viniera a hacer carrera política que es tradicional en nosotros. Hace un año estoy aquí trabajando con el Dr. Alejandro pero no sé, no es lo mío ya veremos.
No le contesté pero pensé para mí, yo no tuve grandes estudios pero la vida me dio la perspicacia de los sobrevivientes, quizás en poco tiempo yo iba a quedar sola más sola que antes, con un vacío enorme en mi alma que no iba a poder llenar jamás, pero sería tolerable antes de someter a mi hijo al vía crucis de la pobreza, el hambre y la mugre. Y así comprendí que significaba tener instinto maternal y era simplemente morir por el hijo.
Terminamos de almorzar, me sentía bien de ánimo y mi salud parecía también estar normal, por lo que decidimos caminar unas cuadras en el hervidero de gente que va y viene en la ciudad alienada que es Buenos Aires, pero a mí no me importaba no tenía prisa y en rigor no quería el día terminara, no quería que Hugo X se fuera. Mientras paseábamos yo colgada de su brazo vimos y entramos a una venta de teléfonos celulares, preguntamos por una línea con internet y Wapp y para comprar un aparato sencillo, después de mucho preguntar y probar me decidí por un teléfono finlandés que me pareció adecuado para mí en tamaño y prestaciones.
Y así terminamos un día atareado, donde disfruté la mejor compañía que hubiera pensado en mis sueños más fantásticos, estuve junto a un hombre apuesto, culto, comprensivo, todo un caballero que me atendió más allá de lo que debía ser su deber.
Al llegar al departamento (o mi casa) me sentí cansada, casi agotada, fueron muchos días de nervios, caminatas y trámites, y ahora que estaba todo solucionado lo único que quería era dormir. Quizás una semana entera. Pero no terminé de arrebujarme en la cama para ver TV cuando sonó el timbre del celular y su pantalla se iluminó con la palabra “Hugo” y al conectar escuché -- Hola Lena ¿Que estás haciendo, estás bien? -– A lo que contesté -– Hola estoy descansando, el ajetreo de hoy fue mucho para mí, estoy agotada, me alegra escuchar tu voz, la extraño, -- Y me contestó -- Que tengas sueños los más dulces. Cuando me necesites me llamas no importa la hora ni el día, tú estás primero que todos -- Corté me arrebujé entre las cobijas. Dormí profundamente. Y soñé que yo vestida de blanco era abrazada por Hugo X quien buscaba mis labios y nos fundíamos en un largo beso muy apasionado, en una noche tachonada de estrellas.
De la escribanía me dieron todos los papeles del contrato con el Dr. Alejandro, su contador me dio los papeles de mi cuenta caja de ahorro en el Banco a mi nombre “Lena W” así que realmente como me dijo el contador, corté el cordón umbilical con el Dr. Alejandro y desde ese día era libre de obligaciones con él. Y pensé para mí -- Ahora si alguien me quiere coger o follar o quiere mi culo tendrá que pedirme permiso, se terminó la época que debía abrirme de piernas para comer y nadie, nadie a quien yo no ame me pondrá su pija o pene encima ni tocará mi piel. Quizás había uno solo que tenía permiso para romperme el corazón, la vagina y el ano, pero lo haría siempre y cuando cumpla determinadas condiciones, pero decidí no prejuzgar, quizás eso no se diera nunca.
Tuve poco tiempo después una primera cita con el ginecólogo, y como no sabía manejarme ni como ir llamé a Hugo X para preguntarle si podía acompañarme. Me dijo estaba muy ocupado en la campaña pero como no estaba obligado por un contrato podía ausentarse y alguien lo cubriría, así que sin problemas me buscaría a la hora convenida. Me sentía segura ¿En sus brazos? Y confiada, estaba consciente sus palabras y consejos serían para mi bien. Al otro día a la hora convenida me llamó por teléfono y me dijo me esperaba abajo con el auto. Me pinté, y maquillé y peiné con el lazo sencillo, me puse pantalón no ajustado porque el bombo era ya notable, zapatos bajos y mi clásica remera que me dejaba las tetas bastante visibles para los mirones pero yo no era monja.
Tomamos el taxi y llegamos al consultorio, yo siempre siendo tomada del brazo por mi guía, quien me trataba con cortesía y delicadeza. En la recepción al asistente dimos nombre y hora de consulta, que verificó en a PC y nos indicó número de consultorio y piso. Le dimos las gracias, subimos al ascensor, pulsamos el piso, llegamos, salimos y entramos a la sala en la que había mujeres con bombo de varias edades. Hugo X me ayudó a sentar y esperando nos distrajimos mirando una gran TV que estaba en la pared y en ella mostraban la campaña electoral y en un momento yo le apreté el brazo al aparecer él con el Dr. Alejandro, allí comprendí cuán importante era para todos yo guarde el secreto. En ese momento me llamó la enfermera y cuando entré ella dijo -- El padre también puede entrar -- Nos miramos, reímos y entramos ambos. Tardamos largo tiempo, las pruebas eran engorrosas, el ultrasonido mostró el bebé nadando en el líquido placentario y vimos era varón, nos miramos con sonrisa cómplice y finalmente me atendió una ginecóloga que me dijo tranquilizándome -– El embarazo va normal las pruebas muestran es un bebé sano, pidan turno para dentro de veinte días -- Le agradecimos, salimos y empezamos a caminar a un bar cercano para comer y tomar algo.
Caminamos por la vereda muy juntos yo ligeramente adelante y a propósito yo iba refregando mi culo por su vientre y su pene o polla erecto bajo el pantalón, él quiso apartarse y entonces sin exteriorizar mi rabia interior le pregunté con voz neutra -- ¿Por qué me rechazas, no te gusto? ¿O solamente te intereso para cuidar vuestras carreras políticas? Si es así te relevo aquí mismo de tus obligaciones, seguiremos amigos y te guardaré gratitud eterna -- Solté su brazo e intenté caminar sola. -- Se paró de golpe, evidentemente lo tomé con la guardia baja, y por un instante no supo que decir. Allí estábamos en la calle, en la vereda entre los transeúntes que pasaban, pero se recuperó rápidamente, me rodeó la cintura con pasión, mis pezones golpearon su pecho y nos fundimos en el beso más maravilloso del mundo, sentí como sus labios me transmitieron su amor infinito, las risas y comentarios de los que pasaban nos volvieron a la realidad. Yo estaba decidida a que me entre o folle por varios motivos, el principal era que pronto iba a parir y mi deseo sexual se cortaría por mucho tiempo y el segundo era mi amor profundísimo hacia el único hombre que me respetó y comprendió, a pesar de conocerme y verme actuar como la puta más relajada. Y eso no tenía precio.
FIN DE LA PARTE 2
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