El Emprendimiento.

por
género
zoophilia

Vivo cerca del puente Lo Curro, en las inmediaciones del supermercado que hay por ahí, generalmente salía a hacer footing por los alrededores, Avenida Santa María y todo ese sector de frondosos árboles y un día me encontré de frente con un muchacho que tenía cinco perros con sus respectivas correas y bozales, como soy de carácter sociable y amigable, me presenté:
—¡Hola! … ¡Soy Evelyn … veo que andas “aperrado”! …
Se dibujó una cálida sonrisa en su joven rostro:
—¡Sí! … ¡Hola … soy Marco! … ¡Este es mi trabajo! …
—¿Trabajo? … ¿Cómo así! …
—Bueno … me dedico a pasear perros … los dueños no disponen del tiempo y me pagan a mi para sacarlos a hacer ejercicios y también sus necesidades …
—¿Y te pagan por eso? …
—¡Pero por supuesto! … ¡No es nada fácil encargarse de cinco perros a la vez! …
—¡Ya veo! … perdona si soy un poco indiscreta … ¿Cuánto te pagan? …
—¡Umh! … entre siete y diez mil por perro …
—¿Semanal? …
—¡Estás loca! … ¡Diarios! …
Mi alma matemática inmediatamente comenzó a sacar cuentas (7 x 5 = 35), no me pareció nada de mal, salir a trotar y aprovechar de pasear algunos perros, era para mí un Win-Win, conversamos bastante y él galantemente me dio los pormenores de su “negocio”, apenas regresé a casa puse en mi Instagram y Facebook mi disponibilidad para pasear perros, tarifa a concordar según el tamaño del animal.

El primer día no sucedió nada, pero al tercer día Sonia se contacto conmigo para pasear su Yorkshire al menos tres veces a la semana, nos pusimos de acuerdo en la tarifa y calendario y ese fue mi primer perrito, al cabo de unos diez días, había logrado concordar el paseo de cinco perros, todos de raza mediana a pequeña, después de casi un mes de estar en el “negocio”, que yo lo tomaba un poco a la ligera, paseaba doce perros, en diferentes días en horario matinal, tenía mi agenda copada y seguían llamando personas interesadas a contratar mis servicios, así que amplié mi actividad a las tardes y completé con ocho perros más, pero estos eran más grandes, había un Pastor Alemán, un Schnauzer, un Golden Retriver, dos Labradores, dos boyeros de Berna, y un Rottweiller, afortunadamente soy de talla media a grande, aunque si soy flaca, cómo deportista tengo bastante fuerza en mis brazos y piernas, pero había uno que me sobrepasaba, el Rotty, un maravilloso can de indudable estirpe, con sus certificados al día, todas sus vacunas al día, lo llevaban a la peluquería todas las semanas para su baño y cepillado, así que era de una prestancia única con su pelaje suave y brillante, además, bastante perfumado para ser un perro, era el más vivaz de mi manada, difícil de controlar, me aprendí todos los trucos del “Encantador de Perros”, y eso me ayudó bastante para controlarlo.

De nombre Goliath, un hermoso animal que llamaba mi atención por su fuerza y energía, una bella especie de macho dentro de su especie, en mis días de ciclo me encontré mirando su funda bajo su vientre, creí estar enloqueciendo, ¿Cómo podía siquiera tomar en consideración una cosa tan depravada?, pasaba mi ciclo y pasaba mi fijación.

Rápidamente mi reputación se expandió, soy muy enérgica en mi trato con los animales, esto sin llegar a ser cruel, pero los hago correr largos tramos y siempre estoy en busca de métodos de hacerlos consumir sus energías, en modo que cuando regresan a sus respectivos hogares, se comportan bien y no dan molestias a sus amos, algunos de estos métodos no son del todo ortodoxos, pero cumplen con el fin de hacerlos consumir sus energías.

Con el tiempo todo se transformó en una rutina más, en la tarde iba a recoger a los perros y me los llevaba a casa, como tenemos un amplio patio, papá tiene una especie de taller al fondo, soltaba a los animales a su libre albedrio y yo me ponía en una silla de playa a vigilarlos, mamá no quería que anduvieran haciendo hoyos o destruyendo cosas del patio, por ningún motivo quería enemistarme con mis padres que habían accedido sin objeciones a dejarme utilizar el patio, en cuanto a la presencia de ellos no tenía ningún problema ya que ambos trabajan en Santiago y regresan a casa al atardecer muy cerca del ocaso del día.

La mayoría de los perros están castrados, así que no representan mayores problemas, no son agresivos, pero el Rotty no era uno de ellos, tampoco el Schnauzer, uno de los dos Golden y un labrador negro.

Estando acostada al fresco del árbol, sentí a Goliath venirme a olfatear mis piernas, rápidamente lo alejé, yo estaba en el final de mi ciclo, casi no tenía sangrado, pero esa sensación de hormigueo en mi sexo me perturbaba mucho, irreflexivamente me saqué las bragas y se las tiré, pensando que me dejaría en paz, lo vi que se revolcaba encima de la prenda, la mordía y volvía a revolcarse, cómo queriendo impregnarse del olor de mis bragas, se sumaron al Rotty los otros perros que estaba enteros, es decir los que no estaban castrados, miré al Rotty con su media lengua afuera, una expresión de goce y me miraba animosamente embriagado con el olor de mis calzones, los otros machos estaban tratando de participar al retozo de Goliath, finalmente terminaron todos con un pedazo de mis bragas, tal furia por tener algo que estaba en contacto con mi intimidad por estos briosos machos.

La verga del Rotty había salido de su funda al menos unos cinco centímetros, los otros machos también presentaban excitación e incipientes erecciones, respiré profundamente mirando el grueso pollón del Rottweiller, el cual sin dejar de mirarme se alzo con un pedazo de braga en su hocico y vino directamente hacia mí, su mirada decisiva me sobrecogió, solo con esos ojos vidriosos y fijos en mi me dominaba, me hacía entender lo que quería de mí, sumisa y subyugada por su porte impetuoso abrí mis piernas, él dejo caer mis destrozada bragas y su gruesa cabeza empujó mis muslos para abrirlos aún más.

El Rotty se tomó su tiempo a oler mi concha y luego sentí su gruesa y resbaladiza lengua introducirse en mi chocho
—¡Oh! mi dios …
Gemí tratando de alejarme de ese placer que comenzaba a sentir mi panocha, no podía pensar claramente, las maravillosas sensaciones me sobrepasaban, no sabía que hacer ni como recuperar el control de la situación, la lengua del Rottweiller barría de mi mente cualquier signo de oposición, mis tetas llegaban a dolerme, como pude me deshice de mi sujetador, había plegado mis piernas hacia arriba y me gozaba la lengua del Rotty en mi vagina y culo, me parecía estar muy expuesta aquí en el jardín, aún cuando tenemos altas setas que cubren la visual desde las propiedades colindantes, no quería que alguien me sorprendiera dando rienda suelta a mis instintos más salvajes.

Me levanté luchando con el Rottweiller que me daba empellones tratando de hacerme caer, los otros perros también querían participar, pero la impetuosidad del Rotty se los impedía, hubo algunos gruñidos amenazadores entre ellos, pero ninguno se atrevía a desafiar al Rotty, dando saltitos logré adentrarme en el taller de papá, el cuarto estaba sin luz, excepto por un tragaluz desde donde se filtraba la luz externa e iluminaba en forma tenue el interior del taller, encontré una poltrona y la acomodé al centro del taller, luego había unas mantas viejas y la puse sobre el piso, me quité mi faldita y quede solo con la blusa abierta, le hice un nudo a la altura de mi ombligo y me senté en la poltrona.

Volví a gemir al sentir la penetración de la lengua del Rotty en mi panocha, no me estaba lamiendo, me estaba follando con su lengua puntuda, gruesa, invasiva y escurridiza:
—¡Oooohhhh! … ¡Mi Dios! … ¡Aaaahhhhhh! …
Gemía y sollozaba soportando esa tortura de placer y lascivia que me procuraba este perro, en mi interior sentía crecer mi orgasmo y tratando de cerrar mis muslos me corrí con su lengua aún dentro de mí, fue un largo y agónico orgasmo, el Rotty al parecer entendía que me había hecho acabar y por un momento se detuvo y lamía mis muslos, luego trataba de subirse a la poltrona, los otros perros también se acercaban a lamer mi brazos y piernas, pero el Rotty ocupaba su puesto frente a mí y yo hice lo que él en algún modo me inducía a hacer.

Me levanté y me arrodillé frente a la poltrona, me parecía lo natural para dejarme coger por el Rotty, porque a este punto mi deseo era copular con este poderoso animal que me subyugaba, no tenía ninguna duda al respecto, quería que él me enterrara un pedazo gigante de carne canina y me hiciera su perrita, mi coño ya temblaba de deseos y se llenaba de fluidos donde bañar esa verga exquisita de este amante poderoso, los otros perros respetando la jerarquía natural de los animales, se mantenían al acecho esperando.

El Rotty se alzo y me montó, su habilidad comprobada hizo que me ensartara fácilmente en su pija, metiendo de un solo golpe todo lo que le permitía mi estrecho coño, lo sentía boquear cerca de mi lóbulo izquierdo y gotas de su baba quemaban mi espalda, se detuvo por unos instantes, dio unos saltitos para acomodarse y luego me dio un empellón que me hizo gritar, mis venas se marcaron en mi cuello mientras chillaba de placer, su bola había entrado dentro de mi y él me pistoneaba vigorosamente:
—¡Conch’e tu madre! … ¡Mierda! … ¡Argh! …
Mi conchita estaba siendo estirada enormemente, arquee mi espalda cuando los chorros de su semen se abrieron como un grifo y mi panocha comenzó a llenarse de esperma canino, caliente, denso, sus embates eran menos potentes, pero las dimensiones de su nudo me tenían atada a él sin ninguna posibilidad de escape, la presión que su verga ejercía en mi interior me hizo explotar en un orgasmo espasmódico haciendo que mis brazos, mis piernas temblaran sin control y la piel entera se me pusiera como carne de gallina, los otros perros giraban en torno a mí y veía sus erecciones obvias, el Rotty autoritariamente paso una pata sobre mis nalgas y quedamos ligados por nuestros traseros, mi vagina elástica y maravillosa lo apañaba todo, lo envolvía todo, lo apapachaba todo, su bola luchaba por salir de mi coño y ese roce monstruoso me hacía bramar, me arrastro a dos metros de la poltrona, comencé a recibir lengüetazos de los otros perros por todo mi cuerpo, el Golden que estaba más cerca de mi tenía una vistosa pija rosada pendiendo de su funda, lo atrapé de su frondoso pelaje y lo atraje hacia mí y le tome su verga, me incliné y me lo metí a la boca.

Parecíamos una perfecta máquina de follar, yo atada a la pija del Rottweiller, con la hermosa pija del Golden en lo profundo de mi boca, el Schnauzer vino a lengüetear mi cara, lo atrapé inmediatamente y con la mano libre tome su funda y lo comencé a pajear, con tantas vergas en contacto con mi cuerpo, otra oleada de orgasmos me golpeo violentamente, los espasmos y contracciones de mi panocha expulsaron la verga del Rotty, rápidamente sentí otro par de zampas en mi espalda, era el Labrador negro, estaba todavía sintiendo el chorro de esperma y fluidos que escurrían por mis muslos, cuando el Labrador metió su polla en mi conchita, no sentí ningún dolor, sus dimensiones eran inferiores a la del Rotty.

Placida y calmadamente el Labrador comenzó a follarme y su bola se deslizo dentro y fuera de mi concha en varias oportunidades casándome un inmenso placer, me folló por unos cinco minutos y se corrió dentro de mí, era el segundo orgasmo con su delicada pija en mí, me baño entera con su esperma y su pene rápidamente se deslizo fuera de mi ensanchada vagina, los otros perros se peleaban por lamer el fluido que salía a borbotones de mi conchita, se volvieron locos por el gustillo canino y no cesaban de lamer y lamer, haciéndome gozar y gozar, acomodada en mis codos y con mi culito en alto, me corrí una vez más y casi me desmaye de lujuria, mi cuerpo entero se estremecía en temblores y casi no me salía el habla solo gemidos y quejidos con algunos agudos grititos de desesperación, me volvían loca.

Miré a mis cuartos traseros y vi la majestuosa imagen del Golden, con su divertida carita en procinto de montarme, no me podía rehusar a él, me tomó de las caderas con sus zampas tocando mi vientre y su polla encontró mi orificio anal, automáticamente puse mis manos en mis nalgas y las abrí cuanto pude, no era virgen de ninguno de mis orificios, pero la verga del Golden me parecía extremadamente grande para mi diminuto hoyito, su polla disparaba chorritos que lubricaron mi abertura y me penetró y me anudó, todo en un enérgico tirón de sus patas a mis caderas y un empujón de su pija tiesa, estaba relajando mis músculos con las piernas bien separadas, el Golden me estrechaba a su pelaje, me dominaba como macho, gemí y grite de placer cuando inundo mis vísceras con la densa lechita que se derramaba en mi recto, su esperma caliente me llenaba hasta mi estómago, otro orgasmo se acumuló y explotó desde mi bajo vientre al resto de mi cuerpo, empuje mi culito con frenesí hacia atrás para que me culeara más rico, movía mis nalgas rotándolas y sintiendo su pija que estiraba mi ojete anal, estaba fascinada con esa bella pija en mi culo, cuando levanté la cabeza me encontré casi nariz con nariz con el Rottweiller que me miraba ansioso, su polla estaba dura y colgando bajo su vientre.

Su larga lengua me acarició la frente, lo acomodé frente a mi y me hice cargo de su polla caliente, el Golden se había girado y estaba anudada culo con culo a él, la verga del Rotty palpitaba en mis manos, delicadamente pasé mi lengua y puse la punta en mi boca, mi coño se contraía de placer al envolver con mis labios esa verga caliente, mi lengua trazaba dibujos en ella saboreando los fluidos que la cubrían, puse todo el resto que pude en mi boca y chupé y chupé y lamí y lamí, el calor de su miembro erecto que latía y vibraba con mis caricias encendieron mi almejita, el Rotty permanecía tranquilamente disfrutando de ser mamado, su verga no cesaba de emitir semen y yo lo degustaba como un deleite en mi paladar, pero mi coño me reclamaba que quería su parte, así que apenas el Golden me libero de su verga, volví a arrodillarme frente a la poltrona e hice señas al Rotty con unos golpecitos en mis nalgas para que viniera a montarme.

El Rotty impetuoso saltó sobre mí y me aferro con sus zampas, me tironeaba y su polla no encontraba mi chocho, estaba demasiado ansioso y esto lo hacía equivocarse una y otra vez, gemía desencantado al no poder cogerme, así que puse mi mano entre mis piernas y cuando sentí su polla cerca la encaminé a mi concha:
—¡Chucha! … ¡Ssssiiii! … ¡Ssiii! … ¡Asiii! …
Sin lugar a dudas las dimensiones del Rotty eran considerablemente mayores que la de los otros perros y me llenaba, pero su nudo todavía no estaba dentro de mí, lo sentí como desesperadamente me daba empellones salvajes que me estremecían toda, después una bola gigantesca empezó a forzar mi ojete vaginal, creí que me partiría en dos, luego algo enorme entro en mi vagina y su pene comenzó a crecer y a crecer dentro de mí, perdí la noción del tiempo, quizás también mis sentidos, una vorágine de placer se apoderó de mi ser, mi sangre hervía en mis venas, mi concha se había transformado en mil conchitas que vibraban y contraían procurándome múltiples orgasmos, miles de coños frenéticos se corrían en mi cuerpo, un orgasmo sideral, celestial y demencial, no sé en que momento me arrastró, estaba en mis manos y rodillas sobre el césped del jardín, las sombras alargadas delos árboles, presagiaban el ocaso, tenía que vestirme para ir a entregar a los perros a sus dueños, no tenía mucho más tiempo, pacientemente me acomodé y con mis dedos fui haciendo el espacio para que me desabotonara.

Chorros de semen y jugos me bañaban muslos y piernas, mis zapatillas estaban hechas un desastre, mis vestidos también, mis calzones ya no existían, pero me sentía contenta, un poquito resentida en mi coñito después de haber cogido con cuatro perros, pero al parecer también ellos estaban sacios, pues nos miraban al Rotty y a mí como un espectáculo intrascendental, ellos se están gustando del fresco de la tarde, finalmente el Rotty me liberó, no lo deje que me lamiera por falta de tiempo, corrí a la casa me cambie ropa me puse unas bragas frescas, también un apósito para retener la cantidad de fluidos que emanaba de mi panocha y nuevamente salí airosa a la calle trotando con mis cinco machos, el castrado durmió todo el rato, pero los otros estaban llenos de energías, trotando por la rotonda, crucé el puente y comencé a entregar los perros a sus dueños, todos los animales contentos de regresar a sus hogares con sus apetitos apagados y a no causar molestias a sus propietarios.

Recolecté el dinero del día y regresé trotando a casa, me sentía liviana, dichosa, satisfecha y orgullosa de mi emprendimiento, la jornada había sido placentera, al oeste se vislumbraban los últimos rayitos de sol, el rojo del cielo presagiaba prematuramente el retorno de un bellísimo día de primavera, yo indudablemente estaba segura de que así sería …
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escrito el
2021-10-31
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