Con Luisa, mi hija.
por
Juan Alberto
género
incesto
Hace como un mes atrás, mi hija Luisa de dieciséis años vino a sentarse a mi lado en el sofá y se apoyó en mí:
—¿Qué hay, cariño? … ¿Te sucede algo? …
—Papi … para mi cumpleaños … ¿Puedo invitar a tres amigas a quedarse conmigo? …
—¿Cómo un pijama party? …
—Sí, papi …
Luisa es mi hija única, se quedó a vivir conmigo después de mi divorcio, ya que no le gustaba que mi exmujer se trajera novios a la casa.
—Bueno tesoro … si prometes que no harán ruidos que perturben a los vecinos … no tengo ninguna objeción …
Luisa estaba recostada en el sillón, con la cabeza en mi regazo, mi mano estaba sobre su estomago justo debajo de sus pequeños y puntiagudos senos, froté suavemente su vientre y su blusa se levantó un poco, sentí que se estremecía cuando mi mano entró en contacto con su desnudo abdomen, entonces le pregunté:
—¿Te molesta? …
—Me haces un poco de cosquillas …
Dijo ella y puso su mano sobre mi mano y la metió un poco más debajo de la blusa. Luego de un momento me di cuenta de que había empujado mi mano hasta tocar la base de su tetita izquierda cubierta por su delgado sujetador. De nuevo la sentí estremecerse, se puso un poco de costado y empujé como accidentalmente su sostén por sobre su pecho prominente, lo envolví en la palma de mi mano y suavemente lo apreté. Luisa lanzó un gemido que hizo estremecer mi pija, continuó a exhalar esporádicos gemidos y suspiros, se puso un poco boca abajo y me dijo:
—Papi … el sostén me está apretando … ¿me lo puedes soltar? …
La mano me temblaba cuando la deslicé por su espalda bajo la blusa y abrí el broche de su sujetador, Luisa hizo un hábil movimiento y se lo quitó. Volvió a su posición anterior y envolví su pecho con mi mano y comencé a jugar con su pezón endurecido. En eso ella levantó su cabeza y puso su mano en mi verga semi dura comenzando a frotarla por sobre la tela del pantalón. Al cabo de un rato sin siquiera mirarme, se giro y desabrochó mi cinturón, desabotonó mis pantalones y metió su mano en mis boxers, antes de tomar mi pija endurecida como el acero, me miro enigmáticamente, con una mueca de sonrisa en su joven rostro y mientras mordía su labio inferior. Abrió sus ojos exageradamente cuando su mano aferró mis diecinueve centímetros de pija. Su mano no lograba cerrarse alrededor de mi polla. Gimió tratando de apretar mi verga con su pequeña mano y tembló cuando la tiró fuera de mis calzoncillos. Mi polla apuntaba hacia el cielo y se puso más dura aún, Luisa se arrodillo frente a mí y puso sus delicados labios en torno a mi gruesa cabezota, lamio con su lengua todo alrededor y el largo de mi pene, luego lo metió profundamente en su boca. Puse mi mano en su espalda frotándola suavemente, después me incliné a frotar sus senos y los apreté suavemente. Luisa comenzó a tironear de mis pantalones, sacó mi pene de su boca y tirando pantalones y calzoncillos los sacó haciéndome levantar mi pies. Me acomodé en el sofá y tiré de su blusa para sacársela por su cabeza, luego ella misma abrió el cierre de sus jeans y se los quitó, coquetamente plegó sus piernas y se quitó también su pequeño calzoncito, después volvió a arrodillarse entre mis piernas y jugueteó con mi polla, envolvió mis peludas bolas en su mano y con la otra inició a masturbar mi tótem agigantado. Al cabo de unos minutos comencé a gemir y mover mis caderas con la sensación de que pronto me correría, ella presintió lo que está por suceder y encerró mi glande amoratado en su párvula boca y movió su mano más y más rápido. Estiro mis rígidas piernas y endurezco mis glúteos con fuerza al expeler un chorro enorme de semen directamente en su boca con un gruñido animal, me chupa y traga todos los sucesivos borbotones de esperma, pasando el dorso de su mano por sus labios, me mira y dice:
—Sabes rico, papi …
Tomo su rostro y presiono sus labios con los míos. La levanté y la hice sentar sobre el sofá, me arrodille entre sus piernas y acerqué poco a poco mi boca a sus labios limpios y afeitados, abro un poco su panochita mojada y huelo su aroma delicioso, empujo mi lengua en esas delicadas carne rosáceas y enrojecidas de excitación. Luisa comienza a tironear de mis cabellos cuando mi lengua lame su clítoris repetidamente, los profundos fluidos de su empapado coño me hacen saborear su exquisitez cuando alcanzan mis papilas gustativas. Ella mueve su cabeza de lado a lado y se aferra con fuerza al sofá, gime y me dice:
—Papi … te quiero a ti …
Me arrastro más cerca de ella hasta tocar el borde del sofá, pongo sus piececitos sobre mis hombros, Luisa me mira atentamente mordiéndose su labio inferior. La miro directamente a los ojos cuando apoyo mi glande hinchado en el pequeño ojete de su vagina. La veo que se estremece desesperada cuando mis diecinueve centímetro comienzan a empalarla, se retuerce y empuja su apretada vulva contra mi polla. Me detengo para que se acostumbre, veo que sus piernas comienzan a tiritar y ella me tira más adentro de su chochito con chillidos y gemidos. Paso mi mano por su vientre y con mi pulgar derecho acaricio su enrojecido y dilatado clítoris, su conchita estrecha aprieta aún más mi pija, ella quita mi mano y se masturba a si misma por un rato, lentamente su coño inicia a contraerse, empujo mi ariete por un par de veces y Luisa vuelve a correrse, no puedo resistir la forma en que su coño aprieta y succiona mi pene, me corro con cuatro espesos chorros sobre su vientre.
Descansamos un rato y luego vamos juntos al baño, nos duchamos. A ella le gusta cuando le lavo la espalda y luego enjabono sus pechos adolescentes. Apunto el chorro de la ducha teléfono a su vientre y enjabono su monte de venus, acaricio sus labios regordetes y froto su clítoris y ella vuelve a correrse sujetándose a mí. Ella juega con mí pija por un rato, me chupa y lame, luego se gira para que la seque. Luisa se va a su habitación y yo me voy a la sala de estar en busca de mi ropa, luego me desplazo hacia mi cuarto para vestirme.
Vuelvo a la sala y Luisa entra vestida con un corto camisón de material delgado y casi trasparente, me alzo, voy a la cocina y preparo café para ambos. Vuelvo al sofá y ofrezco la bebida templada a mi hija, me da las gracias, me contempla por un largo rato:
—Papi … quiero ir al ginecólogo el lunes próximo …
—¿Por qué? … ¿Hay algo que no va, cariño? …
—No, papi … pero quiero comenzar a tomar la pastilla … quiero que te corras dentro de mí …
Se acuesta en el sofá y estira sus piernas sobre mí regazo, cuando froto sus piernas y acaricio sus muslos, me doy cuenta de que bajo el camisón no tiene bragas, cuando deslizo mi mano más arriba, ella abre más sus piernas y gime cuando alcanzo sus tibios labios vaginales, cuando tomo su clítoris entre mi índice y mi pulgar ella arquea su espalda y abre aún más sus piernas. Me estiro y ella toma mi mano para ponerla sobre uno de sus senos. Mis dedos medio e índice se adentran en su coño lampiño y la follo repetidamente, toco su punto G y ella se corre con sus piececitos encorvados, su espalda arqueada y su cuerpo temblando de pies a cabeza.
Me levanto, la tomo de la mano y ella me acompaña a mí dormitorio y antes de acostarse en mi cama se quita su camisón, se acuesta y se acurruca con su espalda a mí, paso mi brazo po su cintura y estiro mi mano hasta sus senos y juego con sus pezones que se vuelven a endurecer, gira su rostro hacía mí y le doy un beso de amantes, luego nos quedamos dormidos.
Miro extrañado mi reloj sobre la mesita de noche, son las cinco de la mañana, veo las hermosas nalgas de mi hija que se dirige al baño, vuelve y se acuesta a mi lado tranquilamente. Su mano se cierra suavemente alrededor de mi pija blandengue que reacciona poniendo dura, luego su cabeza desaparece bajo el edredón y su boca alcanza mi polla. Cuando siente que está lo suficientemente dura, se monta a horcajadas encima de mí y se entierra a sí misma en mí mástil de carne, aferro sus nalgas y la follo con fuerzas, se corre rápidamente gimiendo y apretándose a mi pecho, me rasguña los hombros cuando no ceso de clavar mi pija en su apretado coño que se contrae y succiona mi pene, cuando percibe que me voy a correr, se mete otra vez bajo el edredón y chupa mi verga en su insaciable boca, luego se desliza a mi lado y me da un beso en los labios. Se acomoda a mi lado y nos volvemos a dormir, ella con mi verga en su mano.
Cuando me despierto, ella todavía estrecha mi pija entre sus dedos. Me doy vuelta de espalda y ella me masturba, me suelta cuando le digo que es suficiente por esta vez. Me levanto y voy a la cocina a preparar desayuno para ambos. Mientras coloco la tetera sobre la llama, reflexiono sobre lo acontecido en estas últimas horas.
No me siento muy orgulloso de mí. Sé que hemos cruzados el umbral de lo prohibido. Ella quiere continuar y yo feliz de que así sea, pero no me deja tranquilo. Espero tener más con ella, pero no quiero olvidar de que soy también su padre y que ella todavía es menor de edad.
Vuelvo a la cocina, ella está hablando con sus amigas como si nada hubiera pasado, a mi me parece todavía estar soñando. Espero sea un sueño y no una pesadilla.
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Los comentarios vuestros son un incentivo para seguir contando historias y relatos, vuestra opinión es siempre invaluable, negativa o positiva, es valiosa y relevante, todo nos ayuda a crecer como escritores y narradores de hechos vividos o imaginados, comenten y voten, por favor.
luisa_luisa4634@yahoo.com
—¿Qué hay, cariño? … ¿Te sucede algo? …
—Papi … para mi cumpleaños … ¿Puedo invitar a tres amigas a quedarse conmigo? …
—¿Cómo un pijama party? …
—Sí, papi …
Luisa es mi hija única, se quedó a vivir conmigo después de mi divorcio, ya que no le gustaba que mi exmujer se trajera novios a la casa.
—Bueno tesoro … si prometes que no harán ruidos que perturben a los vecinos … no tengo ninguna objeción …
Luisa estaba recostada en el sillón, con la cabeza en mi regazo, mi mano estaba sobre su estomago justo debajo de sus pequeños y puntiagudos senos, froté suavemente su vientre y su blusa se levantó un poco, sentí que se estremecía cuando mi mano entró en contacto con su desnudo abdomen, entonces le pregunté:
—¿Te molesta? …
—Me haces un poco de cosquillas …
Dijo ella y puso su mano sobre mi mano y la metió un poco más debajo de la blusa. Luego de un momento me di cuenta de que había empujado mi mano hasta tocar la base de su tetita izquierda cubierta por su delgado sujetador. De nuevo la sentí estremecerse, se puso un poco de costado y empujé como accidentalmente su sostén por sobre su pecho prominente, lo envolví en la palma de mi mano y suavemente lo apreté. Luisa lanzó un gemido que hizo estremecer mi pija, continuó a exhalar esporádicos gemidos y suspiros, se puso un poco boca abajo y me dijo:
—Papi … el sostén me está apretando … ¿me lo puedes soltar? …
La mano me temblaba cuando la deslicé por su espalda bajo la blusa y abrí el broche de su sujetador, Luisa hizo un hábil movimiento y se lo quitó. Volvió a su posición anterior y envolví su pecho con mi mano y comencé a jugar con su pezón endurecido. En eso ella levantó su cabeza y puso su mano en mi verga semi dura comenzando a frotarla por sobre la tela del pantalón. Al cabo de un rato sin siquiera mirarme, se giro y desabrochó mi cinturón, desabotonó mis pantalones y metió su mano en mis boxers, antes de tomar mi pija endurecida como el acero, me miro enigmáticamente, con una mueca de sonrisa en su joven rostro y mientras mordía su labio inferior. Abrió sus ojos exageradamente cuando su mano aferró mis diecinueve centímetros de pija. Su mano no lograba cerrarse alrededor de mi polla. Gimió tratando de apretar mi verga con su pequeña mano y tembló cuando la tiró fuera de mis calzoncillos. Mi polla apuntaba hacia el cielo y se puso más dura aún, Luisa se arrodillo frente a mí y puso sus delicados labios en torno a mi gruesa cabezota, lamio con su lengua todo alrededor y el largo de mi pene, luego lo metió profundamente en su boca. Puse mi mano en su espalda frotándola suavemente, después me incliné a frotar sus senos y los apreté suavemente. Luisa comenzó a tironear de mis pantalones, sacó mi pene de su boca y tirando pantalones y calzoncillos los sacó haciéndome levantar mi pies. Me acomodé en el sofá y tiré de su blusa para sacársela por su cabeza, luego ella misma abrió el cierre de sus jeans y se los quitó, coquetamente plegó sus piernas y se quitó también su pequeño calzoncito, después volvió a arrodillarse entre mis piernas y jugueteó con mi polla, envolvió mis peludas bolas en su mano y con la otra inició a masturbar mi tótem agigantado. Al cabo de unos minutos comencé a gemir y mover mis caderas con la sensación de que pronto me correría, ella presintió lo que está por suceder y encerró mi glande amoratado en su párvula boca y movió su mano más y más rápido. Estiro mis rígidas piernas y endurezco mis glúteos con fuerza al expeler un chorro enorme de semen directamente en su boca con un gruñido animal, me chupa y traga todos los sucesivos borbotones de esperma, pasando el dorso de su mano por sus labios, me mira y dice:
—Sabes rico, papi …
Tomo su rostro y presiono sus labios con los míos. La levanté y la hice sentar sobre el sofá, me arrodille entre sus piernas y acerqué poco a poco mi boca a sus labios limpios y afeitados, abro un poco su panochita mojada y huelo su aroma delicioso, empujo mi lengua en esas delicadas carne rosáceas y enrojecidas de excitación. Luisa comienza a tironear de mis cabellos cuando mi lengua lame su clítoris repetidamente, los profundos fluidos de su empapado coño me hacen saborear su exquisitez cuando alcanzan mis papilas gustativas. Ella mueve su cabeza de lado a lado y se aferra con fuerza al sofá, gime y me dice:
—Papi … te quiero a ti …
Me arrastro más cerca de ella hasta tocar el borde del sofá, pongo sus piececitos sobre mis hombros, Luisa me mira atentamente mordiéndose su labio inferior. La miro directamente a los ojos cuando apoyo mi glande hinchado en el pequeño ojete de su vagina. La veo que se estremece desesperada cuando mis diecinueve centímetro comienzan a empalarla, se retuerce y empuja su apretada vulva contra mi polla. Me detengo para que se acostumbre, veo que sus piernas comienzan a tiritar y ella me tira más adentro de su chochito con chillidos y gemidos. Paso mi mano por su vientre y con mi pulgar derecho acaricio su enrojecido y dilatado clítoris, su conchita estrecha aprieta aún más mi pija, ella quita mi mano y se masturba a si misma por un rato, lentamente su coño inicia a contraerse, empujo mi ariete por un par de veces y Luisa vuelve a correrse, no puedo resistir la forma en que su coño aprieta y succiona mi pene, me corro con cuatro espesos chorros sobre su vientre.
Descansamos un rato y luego vamos juntos al baño, nos duchamos. A ella le gusta cuando le lavo la espalda y luego enjabono sus pechos adolescentes. Apunto el chorro de la ducha teléfono a su vientre y enjabono su monte de venus, acaricio sus labios regordetes y froto su clítoris y ella vuelve a correrse sujetándose a mí. Ella juega con mí pija por un rato, me chupa y lame, luego se gira para que la seque. Luisa se va a su habitación y yo me voy a la sala de estar en busca de mi ropa, luego me desplazo hacia mi cuarto para vestirme.
Vuelvo a la sala y Luisa entra vestida con un corto camisón de material delgado y casi trasparente, me alzo, voy a la cocina y preparo café para ambos. Vuelvo al sofá y ofrezco la bebida templada a mi hija, me da las gracias, me contempla por un largo rato:
—Papi … quiero ir al ginecólogo el lunes próximo …
—¿Por qué? … ¿Hay algo que no va, cariño? …
—No, papi … pero quiero comenzar a tomar la pastilla … quiero que te corras dentro de mí …
Se acuesta en el sofá y estira sus piernas sobre mí regazo, cuando froto sus piernas y acaricio sus muslos, me doy cuenta de que bajo el camisón no tiene bragas, cuando deslizo mi mano más arriba, ella abre más sus piernas y gime cuando alcanzo sus tibios labios vaginales, cuando tomo su clítoris entre mi índice y mi pulgar ella arquea su espalda y abre aún más sus piernas. Me estiro y ella toma mi mano para ponerla sobre uno de sus senos. Mis dedos medio e índice se adentran en su coño lampiño y la follo repetidamente, toco su punto G y ella se corre con sus piececitos encorvados, su espalda arqueada y su cuerpo temblando de pies a cabeza.
Me levanto, la tomo de la mano y ella me acompaña a mí dormitorio y antes de acostarse en mi cama se quita su camisón, se acuesta y se acurruca con su espalda a mí, paso mi brazo po su cintura y estiro mi mano hasta sus senos y juego con sus pezones que se vuelven a endurecer, gira su rostro hacía mí y le doy un beso de amantes, luego nos quedamos dormidos.
Miro extrañado mi reloj sobre la mesita de noche, son las cinco de la mañana, veo las hermosas nalgas de mi hija que se dirige al baño, vuelve y se acuesta a mi lado tranquilamente. Su mano se cierra suavemente alrededor de mi pija blandengue que reacciona poniendo dura, luego su cabeza desaparece bajo el edredón y su boca alcanza mi polla. Cuando siente que está lo suficientemente dura, se monta a horcajadas encima de mí y se entierra a sí misma en mí mástil de carne, aferro sus nalgas y la follo con fuerzas, se corre rápidamente gimiendo y apretándose a mi pecho, me rasguña los hombros cuando no ceso de clavar mi pija en su apretado coño que se contrae y succiona mi pene, cuando percibe que me voy a correr, se mete otra vez bajo el edredón y chupa mi verga en su insaciable boca, luego se desliza a mi lado y me da un beso en los labios. Se acomoda a mi lado y nos volvemos a dormir, ella con mi verga en su mano.
Cuando me despierto, ella todavía estrecha mi pija entre sus dedos. Me doy vuelta de espalda y ella me masturba, me suelta cuando le digo que es suficiente por esta vez. Me levanto y voy a la cocina a preparar desayuno para ambos. Mientras coloco la tetera sobre la llama, reflexiono sobre lo acontecido en estas últimas horas.
No me siento muy orgulloso de mí. Sé que hemos cruzados el umbral de lo prohibido. Ella quiere continuar y yo feliz de que así sea, pero no me deja tranquilo. Espero tener más con ella, pero no quiero olvidar de que soy también su padre y que ella todavía es menor de edad.
Vuelvo a la cocina, ella está hablando con sus amigas como si nada hubiera pasado, a mi me parece todavía estar soñando. Espero sea un sueño y no una pesadilla.
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