No soy como la mami, papi.

por
género
incesto

Mi hija única es una maravillosa chica de veinticuatro año, se llama Carolina. Estaba por casarse, faltaban algunos días y pensaban irse de luna de miel al Caribe con su marido. Me había pedido de regalo un traje de baño moderno para llevarlo en el viaje, consideraba que los que tenía no estaban bien para las cosmopolitas playas de Cancún. Quería algo diferente.


Siempre he consentido en todo a mi hija, ciertamente no podía negarme. Solo que le di mi tarjeta de crédito y le pedí que lo comprara ella misma y lo cargara a mi cuenta. Más tarde me devolvió la tarjeta y me olvide de todo el asunto; tampoco indague sobre qué tipo de traje de baño había comprado.


Días después estaba en la sala de estar a mirar el noticiero de la noche y llegó Carolina con una sonrisa triunfante. Se me acercó, se inclinó y me dijo al oído:
—Papi … lo compré … tienes que verlo … es un traje estupendo … es muy mono … piensa que deja ver casi todo … ¿puedo mostrártelo? … ¡Prométeme que no te enojarás! …
—¿Cómo que se ve casi todo? … pero ¿Qué clase de bikini te compraste? …
Le pregunté curioso, pero ella me respondió con su bella sonrisa:
—¡Pero que bikini! … ¡Es una tanga! … ¡Ese que deja al descubierto todo el trasero! … ¡Es esplendido! … A mi marido le encantará, estoy segura … Pero quiero que lo veas tu primero … solo que me tienes que prometer que no enfadarás …
Reía y me miraba impaciente, casi como cuando era una chicuela, dejé de ver la Tv y la miré.
—Está bien … muéstramelo … lo quiero ver … después de todo eres mi hija … además, no tengo porque enojarme … eres mayor de edad … eres libre de hacer lo que quieras … y también pronto estarás casada … si tu marido esta de acuerdo, ¿no veo cual sea el problema? …
Carolina me regaló una de sus hermosas sonrisas y salió de la habitación, yo seguí mirando la Tv como si nada. Pasaron algunos minutos, estaba viendo los avisos económicos del diario y la crónica policial y prácticamente no me di cuenta de que ella había vuelo:
—¿Acaso pensabas que me había ido? …
Ignaro de todo y sin pensar levante mi vista hacia donde venía la voz de Carolina. Ni corazón se agitó y me quedé sin aliento al verla frente a mí en su belleza desbordante y sensual. Espontáneamente se me escapó un exabrupto:
—¡Carajo santísimo! …
Esta alocada y audaz hija mía, estaba de pie frente a mí con las pierna ligeramente separadas y, “cubierta”, por decir algo, por dos minúsculos triángulos de tela que apenas se mantenían sobre sus pezones dejando a la vista sus areolas más oscuras, sus maravillosas tetas hinchadas como globos. Más abajo un triangulo un poco más grande intentaba ocultar los hinchados labios de su carnosa vulva. Me miraba con una sonrisita de estrella porno que hizo que mi pene diera un salto como de hacía tiempo no lo hacía.
—Papi … dime sinceramente … ¿me queda bien este traje? … ¿es demasiado osado? …
Traté de recuperar un poco de aliento para responder, tragué saliva y antes de que dijera una palabra ella puso sus manos en su cintura y se volteó contoneando sus amplias caderas. Cuando vi su delicioso culo a forma de pera completamente desnudo, con el hilo de la tanga que se perdía obscenamente entre sus nalgas, mi pene dio un respingo que me dolieron hasta las bolas.


A este punto alguno de ustedes podría objetar que cómo es posible excitarse mirando a la propia hija. Bueno, deberían tener presente el esplendido culo de la J-lo, mi hija lo tiene diez veces mejor que eso. Desafío a cualquiera a no excitarse con el culo de la J-lo.


Carolina era un apetecible bombón y tal vez si hubiera estado totalmente desnuda, habría sido menos excitante que vestida con esa admirable y sensual tanga.


Me quedé sin alientos, sin decir nada, estupefacto ante su natural belleza. Rápidamente tomé el diario y lo puse sobre mi regazo para ocultar la enorme erección y seguí admirando la belleza perfecta y femenina de mi hija, sin lugar a duda era un regalo proveído directamente de los cielos. Ella se volvió a girar y se quedó frente a mi siempre con sus piernas ligeramente separadas, para seguir dejando que mis ojos la corrieran de pies a cabeza.
—¿Entonces? ... ¿Qué dices? ... ¿Estará orgulloso de mí, mi esposo? … ¡Fue él que eligió el modelo! … me dijo que a Cancún todas las chicas caminan con este tipo de trajes … muestran sus cuerpos sin remilgos … dime si te gusta, papi …
¡Santa verga! ¿Cómo no me iba a gustar? Miraba extasiado el pequeño triángulo que dibujada en manera provocante la gordita labia vaginal y todavía bailaban en mis ojos, las maravillosas y lucientes nalgas del culo más maravilloso que haya visto hasta ahora ¡completamente desnudo! Dividido por el delgado hilo entre sus glúteos magníficos, me parecían invitantes y ya quisiera yo estar entre esas posaderas cosquilleando con mi lengua el rugoso orificio de su ano. Mi polla estaba que explotaba. Mi hija tenía una mirada impaciente y comenzó a sonreír.
—¡Hey, papi! … ¡No me digas que te he escandalizado! … He siempre pensado que eras un hombre de mundo, visionario, progresista … ¡no querrás desilusionarme ahora! …
Volví a mirar todo su cuerpo descaradamente, fijando mis ojos en ese surco maravilloso de la separación de sus labios vaginales y le dije lo que pensaba:
—Tesoro … eres maravillosa ... esa tanga no hace más que realzar tu belleza de hembra … tu cuerpo luce completamente soberbio, deslumbrante … tu marido estará orgulloso de ti … y vestida así, ningún hombre podrá evitar de mirarte … estás excitante, solo debes tener cuidado en que no se te vaya a acercar algún malintencionado … ya eres adulta y deberías saber qué algunos no se resisten ante espectáculos tan maravillosos como tu cuerpo …
Me miró contoneando levemente sus caderas, con su dedito índice entre sus labios me preguntó improvisamente:
—¿También tú tienes esos pensamientos malintencionados viéndome con esta tanga, papi? …
No me esperaba una pregunta de este tipo de parte de ella, inmediatamente me puse a la defensiva:
—Pero tesoro … yo no tengo nada que ver … soy tú padre …
Me contestó en un modo que me hizo girar la cabeza y hervir la sangre:
—Para comenzar eres un hombre … por lo que no me parece nada de mal que te excites mirando mi cuerpo casi desnudo … luego si fuese verdad que no tienes nada que ver porque eres mi padre … no puedo entender porque tratas de ocultar tu erección con ese diario … mira que ese bulto es difícil de enconder, papi …
Se me cortó la respiración de golpe, me puse colorado, me dio vergüenza y me sentí un depravado por haberme puesto duro mirando a mi propia hija:
—¡Ehm! … ¡Hmm! … yo …
Me miró casi con ternura y sonriendo me dijo:
—¡Papi! … no tienes nada de que tener vergüenza … mira que no me escandalizo si se te ha despertado la bestia viéndome con mi pequeña tanga … me siento halagada … si no te hubiese impresionado y hubieses permanecido insensible e impasible, me habrías hecho sentir mal … tú no me conoces, papi … pero me excito mucho al pensar que alguien tiene ideas obscenas conmigo … no importa si eres tú, papá …
¡Dios santo!, mi hija me había dicho sin tapujos que viendo mi erección se había excitado. Me quedé mudo, pero no lograba apartar mi vista de la preciosa hendidura de su panocha. Ella continuaba de pie con las piernas ligeramente separadas para dejarme admirar su belleza femenina, el minúsculo triangulo de tela que cubría a mala pena su conchita hinchada se había humedecido.


Después fue ella que rompió el silencio con su característica sonrisita de niña ingenua que me hacía embriagar.
—Papi querido … estás tan concentrado a mirar ahí entre mis piernas que me parece que has perdido la palabra … cuando me miran así yo también me excito, papito … si sigues a mirármela así yo no respondo de mí … olvidaré que soy tú hija … y no seas ridículo … quítate ese diario de allí … tanto ya sé que lo tienes duro … ¿acaso crees que a mi edad no he ya visto algunas vergas duras? …
Cuando vio que titubeaba en quitar el diario de mi regazo, dio un paso adelante, se inclinó y me quito de un tirón el diario. Esta vez fue ella a mirarme estupefacta el enorme bulto que tenía bajo mis pantalones, mi pene excitado al máximo con el espectáculo que me estaba dando mi hija, había formado una tienda de campaña y empujaba con prepotencia la delgada tela de mi vestimenta, levantándola en modo visible y haciendo ver ante sus ojos una gigantesca hinchazón. Madre natura me había dotado de veintidós centímetros de verga por casi ocho de grosor y el tamaño se podía apreciar bastante bien a vista de ojo.


Se había creado una situación obscena y turbadora, absurda y surreal, indescriptible e inexplicable, pero de un erotismo puro e inimaginable. Mi hija y yo estábamos el uno frente al otro a mirar con codicia cada uno el sexo del otro. Yo deleitaba mis ojos con la visual de su panocha cubierta a mala pena del pequeño triangulo de tela, y ella admiraba estupefacta mi gigantesco paquete bajo la tela de mis pantalones cortos.


Afloraron en mi esos pensamientos malintencionados. Pensé que una hija que se muestra con las piernas abiertas en manera así impúdica de frente al propio padre, mirando en manera obscena el grueso pene de su genitor, sería capaz de cualquier cosa … quizás hasta de hacerse follar por el propio padre, a pocos días de su matrimonio … sin siquiera dudarlo. Con esfuerzo sobre humano traté de sacar de mi mente estos pensamientos perversos e inmorales y trate de salir del paso bromeando:
—Al parecer ahora eres tú quien perdió el habla …
—Bueno … tengo que admitir que también tú tienes mucho que mostrar … creo que hemos empatado … tu has hecho tantos depravados pensamientos mirándome mi chocho, y yo he tenido mis fantasías viendo la monstruosa polla que tienes bajo tus pantaloncitos …
Sin lugar a duda la situación se estaba tornando muy delicada, por lo que traté de cambiar el tema, solo que sin saberlo las cosas se pusieron más complicadas de lo que tal vez nunca imaginé. Inocentemente comenté:
—Cariño … mientras te observaba … no pude evitar el darme cuenta de que tienes un cuerpo exquisito casi similar al de tu madre … solo que ella nunca osaría vestir algo como una tanga … así como has hecho tú …
Me miro con una enigmática sonrisa:
—Papi … tienes toda la razón … puede que tengamos un físico muy parecido … pero es en lo único que nos parecemos … para todo el resto somos polos opuestos … ni siquiera imaginas lo diferente que somos … como el agua y el aceite … como el Demonio y el Agua Santa … ella es casta y pura siempre dice: eso no, eso no, eso no … yo en cambio no soy como ella, para mi es siempre: eso sí, eso sí, eso sí …
Se quedo un momento silente y con la vista perdida en el infinito como a recordarse de cosas pasadas, me sentí muy curioso por su palabras y le dije.
—Tesoro … de verdad no entiendo porque te sientes tan distinta a tu madre …
—¡Ehm! … ¡Mmm! … bueno … en realidad no importa … no quiero que te enojes …
Y no dejaba de mirarme con esa sonrisita sibilina.
—Perdona, cariño … pero que puede ser tan terrible que podría enojarme …
—Son cosas entre madre e hija … no quiero que te enojes con ella y después discutan por mi culpa …
—Estoy entendiendo cada vez menos … ¿Que tienes que ver tu madre con lo que tu y yo hemos vivido recientemente? …
—¡Ehm! … bueno … si me prometes que no le dirás nada a ella, te lo diré …
Entendí que ella hacía como que no quería decírmelo, pero no veía la hora de chismorrear todo. Yo ni siquiera imaginaba de que cosa se trataba, pero estaba muy curioso por saber.
—Está bien … prometo ser como una tumba … ¿de que se trata? …
—Mira que no estoy bromeando … si dices algo a mi mami, no te hablaré nunca más …
Estaba en ascuas, quería saber todo el chisme que me quería contar. Pensé se iría a vestir, en cambio se sentó a mi lado tal como estaba … ¡con la tanga que cubría casi nada! Era verano, yo estaba con mis shorts, cuando sentí sus sedosas piernas desnudas a contacto con mis piernas peludas, la sangre se me fue a la cabeza, a ambas cabezas.
—Papi … no soy como la mami … ella y yo nos intercambiamos intimidades muy a menudo … eso es normal entre una madre y una hija adulta, ¿sabes? … no nos avergonzamos de hablar hasta de cosas de sexo … así, compartiendo sin remilgos nuestros gustos y nuestras aptitudes sexuales, me di cuenta de que soy muy diferente a ella …
Se quedo en silencio como para ordenar sus ideas, yo no veía la hora de que continuara con su discurso, ¡Demonios!, la cosa se estaba poniendo interesante:
—¿Te comieron la lengua los ratones? … dime, ¿en que cosa eres diferente de tu mami? …
Me miró fijamente, arrugó el ceño y se mordió los labios en modo tan sensual que mi pene dio otro doloroso respingo.
—¿Seguro que no te enfureces? …
—¿De nuevo? … ¡Ya te dije que no! … ¡Vamos! … ¡Dime! …
—Comenzamos a hablar sobre nuestros orgasmos … ella me confidenció que no alcanza a gozar con el pene dentro de su vagina … lo logra solo con la estimulación a su clítoris … le gusta mucho tener sexo contigo, pero para hacer que se corra tienes que cosquillear su botoncito … con los dedos o con la lengua … me dijo que su clítoris era muy grande, casi un pequeño pene y super sensible … por lo que tiene orgasmos a repetición cuando la estimulas … pero con el pene dentro, imposible para ella llegar a su orgasmo …
—¡Oh! … ¡Uhm! … ¿Eso te dijo ella? …
—Sí, papi … en cambio yo no tengo esos problemas … me corro con el pene dentro o fuera … y si mí pareja sabe estimularme con las manos o con su lengua, también me corro … para mí es fácil tener orgasmos … soy multi orgásmica, papi … si el hombre sabe hacerlo, pierdo la cuenta de los orgasmos …
¡Santo Carajo! ¡Vaya las conversaciones entre madre e hija! Me costaba creer que mi hija se expresara de ese modo, pero ella tenía mucho más que contarme, yo estaba entusiasmado a escucharla. Inútil describir como estaba mi polla. Ella continuó:
—También me dijo que tenía problemas con el sexo oral … tu pene es demasiado grande y ella no puede metérselo todo en la boca … solo el glande y un poco más … papi, en cambio yo me vuelvo loca con una pija en la boca … me gusta lamerlo, me encanta chuparlo … me lo meto hasta los cojones y no me dan arcadas ni asco … lo engullo todo con todo el gusto … mi garganta es amplia y puedo acomodar a pollas de todos los tamaños … creo que también con la tuya podría hacerlo … ¿me entiendes? …
Moví mi cabeza asintiendo e imaginando mi verga en la boca de mi hija, pero no dije nada, estaba encantado escuchándola y ella no se detuvo.
—… también con el semen … ella nunca ha logrado hacerte correr en su boca … le da asco y no le gusta el sabor del semen … entonces cuando te lo chupa, ella se lo saca de la boca y termina haciéndote eyacular solo con la mano … en cambio yo, papi … me mantengo pegada como una ventosa y chupo la polla hasta que explota dentro de mi boca … por nada al mundo la dejo salir de mi boca … solo después de que se ha corrido, se lo chupo hasta dejarlo seco … me gusta hacer feliz a mi hombre, papi …
—¡Guau, hija! … eso me parece bien …
—Entonces le pregunté si al menos te hacía correrte sobre su rostro … pero ella me dijo que eso era una cosa depravada … en cambio yo, papi … adoro esos maravillosos chorros tibios de semen en mí boca … o bañando mi cara … o mis pechos … o cualquier parte de mi cuerpo …
No sé cómo no me corrí ahí mismo en mis boxers. Mi hija me estaba confesando que le gustaba tragar o dejarse bañar cualquier parte de su adorable cuerpo con el semen de un hombre. Por un momento envidié de verdad a su futuro marido. Ciertamente estaba sorprendido, pero no quería parecer a sus ojos un remilgado moralista, ni tampoco criticarla.
—Entonces tú y tu madre hablan de cosas íntimas de mujer a mujer, ¿No te da vergüenza decirle a tú madre que gozas cuando te llenan la boca de esperma? …
—¡Pero, papi! … ¡Ubícate! … somos mujeres adultas … no consideramos que el sexo sea tabú … al contrario … el sexo es vida y debe vivirse intensamente y sin remilgos … además, entre mujeres estamos acostumbradas a hablar de sexo … compartimos nuestras sensaciones y deseos sin hipocresías … nos decimos todo entre íntimas amigas … mi madre es mi mejor amiga, ¿Por qué no iba a decirle a ella todo lo que respecta al sexo y a mí? … ¡Y no es todo! …
Sentía mis mejillas acaloradas, además de las mamadas con tragadas de semen, ¿qué otra cosa se decían madre e hija?
—Bueno, hija ... ¡vamos! ... ¿qué más copuchean tu y tú madre? …
Se apropincuó muy cerquita a mí, podía sentir el calor de su cuerpo casi desnudo y esto me estaba excitando sobre manera.
—¡Ehm! … ella me dijo que no le gusta el sexo anal … no se siente cómoda cuando lo hace y no siente ningún placer … por eso cuando tú se lo pides, ella se niega … también en este caso no soy como mami, papi …
¡¡Santo Carajo!! Mi hija me está diciendo que le gusta que se lo metan por el culo. Me dio envidia al pensar en su novio que podía encular libremente ese espectacular y hermoso culo de mi hija. Mi erección se estaba transformando en una tortura. Es cierto que mi mujer no acepta ser enculada y esto me daba algunas insatisfacciones, porque el trasero de mi mujer es esplendido, casi tan lindo como el de mi hija. Las mamadas con tragada y estupendas enculadas eran solo un recuerdo de los días en que éramos novios. Pero ahora estaba viniendo a saber la potencialidad sexual de mi hija, mi nenita acepta todo y con mucho placer. Creo que la envidiaba también a ella que al parecer ha tenido una vida sexual intensa, decididamente satisfactoria y sin límites, justo lo que me faltaba a mí. Carolina no se detuvo ahí, continuó a decirme los cuchicheos que tenía ella con su madre.
—¿Sabes, papi? … siento muchísimo que tú no puedas gozar con todo tipo de relaciones y yo probé a ayudarte … le dije a mamá del inmenso goce que se siente cuando el hombre mete su lengüita en ese estrecho agujerito anal preparándolo para la penetración … lo moja, lo lame y lo chupa … entonces el esfínter se relaja … luego le dije como se siente rico sentir la cabezota del miembro abriéndote las nalgas estrechas … empujando esa cosa enorme en esa pequeña hendidura … y por fin entra dulcemente … él hombre empuja, te atrapa por la cintura y presiona, y comienza a llenarte el intestino … luego comienza a bombear hacia adentro … con cada embestida la mujer goza, goza y goza … y se siente rico, papi … el pene duro te empuja y como que te corta la respiración …
¡Válgame, Dios! ¡Mi hija goza cuando le rompen el culo!
—Bueno, papi ... también le dije lo hermoso que es tener una gruesa cabezota de pija dentro de la boca, una polla enorme y caliente que te chorrea las paredes bucales, la lengua, el paladar y sientes esa cosa que te baja por la garganta tan tibia y sabrosa que te deja un exquisito sabor en boca, eso a mí me gusta, papi, pero a mamá no … ¿sabes? … me dijo que ella estaba contenta con la penetración vaginal normal y se siente satisfecha con eso …
Se giró hacia mi a mirarme con sus ojos lucientes, su mirada me hizo estremecer:
—Papi, créeme … he hecho de todo para convencerla … como hija y como mujer no puedo aceptar que un hombre como tú … siendo mi padre … tenga que contentarse solo con meterlo por delante y después de haber saboreado los labios caliente de su mujer … tenga que correrse solo con una paja … siento mucho que no puedas gozar bien de tu mujer … respeto mucho a mi madre, pero creo que tu necesites una mujer que sepa satisfacerte completamente … una que no te niegue su culo, una que te haga probar la calidez de su intestino, una que sepa masajearte la polla con sus paredes anales … y después que te chupe la polla y se trague todo … hasta la última gota …
Mantuve mis ojos en los intrigantes y prometientes ojos suyos, no logré aguantarme y se me escapó:
—Una igual a ti …
¡Mierda!, debería haberme mordido la lengua. Era como si le hubiese dicho que fuera ella la que me debería dar el culo y tragarse mi semen. Carolina cerró sus ojos como si estuviera soñando, respiró profundamente me tomo una mano entre las suyas y con voz ronca y sensual me dijo algo que me hizo hervir hasta el cerebro:
—¡Justo así, papi! … una como yo … una que podría darte mucho … quiero decir todo … Me entiendes, ¿verdad? … una que jamás rehusaría alguna propuesta indecente de su hombre …
Se inclinó y se quedó con la cabeza apoyada en mi pecho. Las palabras de Carolina me hicieron volar la tapa de los sesos, mi cabeza giro vagaba a la velocidad de la luz. Ahora cerca del lóbulo de mi orejas derecha, me susurró sus últimas palabras:
—… una que jamás rehusaría alguna propuesta indecente de su hombre, ¿entiendes?…
Bueno, no había lugar a equivocaciones, es como si me hubiese dicho que si yo quería hacerle el culo se lo debía solo pedir. Me quedaba una pizca de racionalidad, como genitor y le dije:
—Carolina, cariño … hay un pequeño problema que nos podemos soslayar … yo soy tu padre … ¿No crees que hay una diferencia entre fantasear e ir más allá? …
No me respondió. Nos quedamos así, en un silencio sordo. Luego de un rato le pregunté:
—¿Haz terminado con los secretillos entre tú y tu madre? …
—¡No! … pero tengo vergüenza de contarte las otras …
¡Increíble! Me había confesado que le gustaba que se lo metieran por el culo, que el encantaba chupar vergas y tragarse todo y, ¡Ahora se avergonzaba de decirme el resto! ¡Pero yo quería saber!
—¡Vamos, nenita! … dile todo a papi … me interesa saber de tu vida sexual …
Se montó en mi regazo con casi todo su pedazo de panocha sobre mi paquete y sus preciosos senos contra mi tórax, después presionó sus tetas contra mí, y acercó sus labios a mis oídos para confesar sus otras cachondeces en su intimidad.
—¿Sabes, papi? … mamá me ha contado de tus propuestas indecentes … me ha dicho que eres un sátiro depravado … que le habías propuesto de follar con otro hombre junto a ti … un trio … una mujer con dos hombres … me dijo que ella se había escandalizado y que jamás consentiría una inmoralidad de ese tipo … para ella basta tu pija y no quiere ninguna otra …
¡Que jodida mi mujer al haberle contado todo eso! Siempre había sido mi gran fantasía, quizás como muchos maridos, ver a mi mujer con las piernas separadas mientras otro hombre la follaba y la hacía gozar, luego habría sido mi turno, la habría follado con su panocha rebalsada de semen del otro hombre, nos habríamos corrido dentro de su panocha una y otra vez. Pero Helena, mi mujer, nunca quiso hacerlo, muy a mi pesar. Esta vez precedí a mi hija y le pregunté:
—También en esto no eres igual a la mami, ¿verdad? …
—¡Sí, papi! … muy, pero muy diferente …
—Entonces … ¿has tenido ya relaciones con dos hombres? …
—Desafortunadamente no, papi … pero sería muy feliz si un día mi marido me lo propusiera … en el sexo es muy importante variar … estoy segura de que cambiando pareja … la satisfacción sexual aumentaría proporcionalmente a la cantidad de parejas con las que puedas compartir … y cuando una se siente satisfecha sexualmente, también el amor por el marido aumenta … pienso que para una mujer, sentirse en medio a dos hombres que la penetran fervorosamente … debería ser unos de los máximos niveles de goce que se puedan alcanzar … ¿Estas de acuerdo, papi? …
—Por supuesto que sí, tesoro mío … pero si tu marido no te lo propone, quedarás con esa fantasía incompleta, tal como me sucede a mí …
—Papi … haré de todo para que sea él quien me lo proponga … no quiero ponerle los cuernos … deberá comprender que si me hará divertir con otras pollas … será mejor para él en todo sentido … pero dime una cosa, papi … ¿de verdad te hubiera excitado ver a la mami que follaba con otro hombre? … ¿ver como una gruesa polla le ensanchaba la panocha y tu estabas ahí a mirar? …
A este punto habíamos entablado una conversación sin tapujos ni pudor, y le dije:
—¡Oh, sí! … me habría excitado mucho … siempre quise que mi mujer fuera de mente abierta y caminásemos juntos por esos senderos de lujuria y vicios sexuales … pero no fui capaz de convencerla … yo amo mucho a tu madre y ese amor por ella me ha hecho superar muchas insatisfacciones … pero el gran deseo de transgredir sexualmente sigue en mi intacto …
Nos quedamos en silencio, pero presentía que ella quería decirme algo más y no lograba reunir el suficiente coraje para decírmelo.
—¿Quieres decirme algo más, nenita? …
—Bueno, papi … quería preguntarte … ¿Te gustaría verme tener sexo con mi marido? … quiero que me digas la verdad, papi … así como nunca has podido ver a mi mami teniendo sexo con otro hombre, yo quiero saber si te gustaría mirar cuando le chupo la polla a mi esposo … cuando él me llena mi panocha con su verga bien tiesa … verla cuando entra y sale toda mojada de mi coño … ¡Dímelo! … ¿quiero saberlo si te excitarías verme así? …
—Sí, tesoro mío ... me harías alucinar viéndote ser follada y gozando como una puta con la polla de tu marido … escucharte gemir, gritar y chillar … ver como te mueves cuando él te lo planta en culo … también cuando se lo chupas y él se corre en tu boca y luego te lo tragas todo … ¡Oh!, como envidio al hombre que te pueda hacer todo eso …
—Si lo envidias … ¿es porque te gustaría a ti estar en su lugar haciéndome todo eso? …
Me preguntó en una sensual voz y mirándome directamente a los ojos. Me quedé en silencio, no tenía el suficiente coraje para decirle que eso era justo lo que yo quería, penetrar su culo y su panocha, correrme en su boca y hacerla gozar como una verdadera puta. Comenzó a sonreír con picardía al tiempo que se mordía su labio inferior:
—¡Papi! … ¡Tu silencio es más elocuente que mil palabras! … ¡Y es justo lo que yo esperaba de ti! … No puedes imaginar cómo me hace sentir el que me desees carnalmente … es algo maravilloso que solo quien lo ha sentido lo puede entender … yo lo siento aquí, papi … aquí en mí bajo vientre … siento que mi panocha se moja … y llegan los pensamientos obscenos que no puedo evitar … yo imagino tu polla, papi … la imagino dentro de mí … ¡Mmmmm! … Lo sé que eres mi papá … pero si no puedo ser tuya físicamente, quisiera serlo con mi mente, con mi espíritu y con mi alma …
—Bueno … tus palabras son maravillosas y me conmueven en lo más profundo …
Me fijó en los ojos y me sonrió acariciando lánguidamente mi mejilla. En cambio, yo no reía para nada, tenía la verga que casi me estallaba en los pantalones y pensaba a otras de mis fantasías incumplidas, es decir, ver a mi mujer de lésbica chupando la panocha a otra mujer; se lo pregunté a mí hija:
—Además de las enculadas y las mamadas con tragadas, ¿También te animas a acostarte con otra mujer? …
—Sí, papi, también … ¿Por qué? …
—¡Santo Dios! … ¡Eres totalmente diferente a tu madre! … ¡Eres todo lo que no es ella! …
—Papi, entiendo tu sorpresa … es solo porque mamá no te satisface cómo tu quisieras … solo espero que hayas comprendido que estoy dispuesta a todo para rendirte feliz …
La abracé muy estrecha a mí y le dije emocionado:
—Bebita de papi … me hace muy feliz descubrir que tengo una pequeña putita como hija … habría deseado que mi mujer fuese como tú … desafortunadamente eres mi hija y no mi mujer … tu marido es el suertudo de tenerte a ti … que sabrás satisfacerlo completamente … incluso hasta los más descabellados deseos sexuales … eres formidable y única …
Los ojos de gata de mi hija resplandecieron con una luz llena de energía, me sonrió feliz, me acarició la mejilla dulcemente haciéndome estremecer, un escalofrío recorrió mi espalda al escucharla decir:
—Papi, es verdad … soy tu hija … y me hubiese gustado que también tu pudieses haber gozado con una mujer como yo … muchos padres hubiesen aprovechado de la situación, pero tu me has respetado y eso es admirable en ti como padre … también estoy más que segura que muchas hijas no renunciarían jamás delante de la oportunidad de gozar con la verga que las concibió … sería maravilloso estremecerse con la polla que les dio la vida …
Sus palabras en vez de confundirme me dieron el coraje de pronunciar las palabras que comandaba mi sufrida y dura pija bajo mis pantalones:
—¿Y tu serías una de ellas? … ¿Te atreverías a gozar con la polla de tu padre? …
Restregó su panocha en mi piernas y me respondió mordiéndose el labio inferior:
—Si quieres descubrirlo, ¿por qué no pruebas? … ¡Vamos, papi! … mete tu mano sobre mi panocha, así podrás ver que tan dispuesta está …
¡No esperé ni un segundo más! ¡Mis dedos volaron bajo el pequeño triangulo que cubría su conchita!
—¡Guau, Carolina! … ¡Estás toda mojada! … ¡Hasta tu tanga está empapada! …
Le sonreí mientras mi polla latía incontrolablemente, me lanzó un besito y me dijo:
—Por ti y por tu polla, papi …
Su voz era persuasiva, sensual e invitante:
—… yo gozaría con la polla que me trajo al mundo, papi … estoy tan feliz que tu lo hayas comprendido … te acogería entre mis piernas como jamás he acogido a ningún otro …
Me quedé en silenció, un poco paralizado ante la belleza de mi hija y sus deseos de estar conmigo, cómo un bobo le pregunté:
—¿Y tu madre … te ha dicho algo más? …
—¡Sí! … me dijo que tienes una polla enorme … cuando yo no le creí … me mostro en su celular unas fotos que te había hecho … desde entonces que pienso que ella no sabe aprovechar la maravilla que tu tienes entre tus piernas, papi … ella no sabe lo afortunada que es …
—¿Eh? … ¿Te mostró mi polla? … ¿Ella hizo eso? …
—¡Sí, papi! … me dijo que la haces muy feliz en las normales relaciones … pero que le da terror cuando tú le pides que te de su culo … ella teme al dolor … por eso que no te dejará jamás que la penetres por atrás … en cambio yo no me perdería por nada al mundo una polla como la tuya estirando mi ano pequeñito … hasta en esto yo no soy como la mami, papi …
Nuevamente ella me sorprendió con su discurso y me quedé silente, ella prosiguió:
—… vi las fotos de tu pene grueso, grande y duro … con dos cojones como limones … ¡grandes! … los imagine llenos de abundante lechita, papi … porque ella me dijo que eyaculas mucho, muchísimo semen, papi …
—Tesorito de papi … eres una gran puta … te gusta la verga gruesa y grande … esa que te llega tan profundo que te quita la respiración …
Le dije sin ninguna mojigatería, ya no había nada que no nos pudiésemos decir. La sentí que se estremecía ante mis palabras, quizás no se esperaba tanta sinceridad. Respiraba con cierta dificultad, estaba claro que tanto ella como yo estábamos muy excitados. Me tomó la mano e hizo una especie de garra para arañar el dorso de mi mano, mientras me decía:
—¡Sí, papi! … es mi sueño probar una polla como la tuya … grande y gruesa, que te hace perder la cabeza … te hace alucinar … esa pija que cada vez que toca el fondo de mi coño, me hace gritar como una loca …
Escuchar sus palabras que no dejaban lugar a duda de lo que Carolina quería, me estaban haciendo alucinar sus dichos. Mi pene pulsaba violentamente bajo mis pantalones.
—Entonces … ¿No tienes ningún temor a recibir una super polla en tu hermoso culito? …
—Pero ¡Qué temor, papi! ... ojalá pueda encontrar una polla de verdad que me rompa el culo como yo quisiera … hasta ahora me la han dado por el culo muchas veces, pero nada de extraordinario … yo quiero ser penetrada por una verga poderosa como la tuya, papi … que me dilate las nalgas y llenes mi recto completamente …
—Cariño, deduzco por tus palabras que si tu encontraras una hermosa polla grande y gruesa dispuesta a follarte no la rechazarías, ¿verdad? …
Su inmediata y sincera respuesta me desarmó por completo, me acarició el rostro apretando su cuerpo al mío.
—Estás en lo correcto, papi … que bien me haces sentir cuando entiendes mis necesidades, papá … ¿Crees que sea algo depravado desear la polla del propio padre? … ¿Querer ser penetrada en todas las formas posibles e imaginables por esa super polla? … tengo siempre en mi mente la imagen de tu enorme pija … me he tocado una infinidad de veces pensando a tu reciedumbre, papi … no sentiría ningún remordimiento de ponerle los cuernos a mi marido por una verga que me inspire a hacerlo … quisiera sentir tu polla dentro de mis entrañas, papá …
No había nada más que agregar, me estaba entregando su panocha en bandeja de plata y yo no tenía ninguna razón para rechazar el maravilloso ofrecimiento de mi hermosa hija.
—Carolina, tesoro … no pienso que seas depravada … pienso solo que eres una mujer integra y que te gusta el sexo … ¡Ojalá tu madre fuera cómo tú! …
Me miró con una infinita ternura y sus palabras me complacieron:
—Ves, papi … tú tienes algo que a mi me hace falta y yo tengo algo que tu quieres … podríamos complementarnos mutuamente y, además, solo seremos tú y yo a saberlo … quisiera ser tu amante, papi … ningún hombre me ha excitada tanto como tú … te lo juro, papá … ninguno me hace mojar tanto … siento mi vagina toda bañada por ti, papi … deberías sentirla tu mismo, papá …
Mi mano viajó a la velocidad de la luz a la convergencia de sus piernas, el contacto con su cálida piel desnuda me hizo sentir un escalofrío, ella estaba en lo correcto, ¡Su coño caliente y trasudaba húmedos fluidos!
—¡Uy, nenita! … ¡Es verdad! … ¡Estás toda mojada! … ¿Deveras estás así por mi polla, cariño? …
—¡Sí, papi! ... es una laguna … una sopa caliente solo por tu verga, papá …
Carolina abrió bien sus piernas para sentir mis dedos que sondeaban su encharcada y estrecha panocha, puso su mano sobre la mía y empujó mis dedos más adentro lanzando un sonoro gemido de lujuria y placer.
—¿La sientes, papi? … ¿La sientes como está caliente y mojada solo por ti? … solo tú haces que me moje así tanto … eres tú, papi … solo tú …
¡Virgen santísima! ¡Qué maravilla de panocha la de mi hija! Su diminuta tanga estaba completamente mojada y la humedad estaba mojando también mis pantalones por fuera. Por dentro, gotas de mi semen mojaban mi prenda ya desde hace unos minutos. Espontáneamente apreté los labios regordetes de su coño y Carolina se estrechó a mi gimiendo:
—¡Oh, ssiii! … ¡Tócamela! … ¡Apriétala! … ¡Estrújala! … puedes ver y sentir los deseos de mi panocha por tu polla, papi … hazme sentir la más grande puta, papi … quiero ser tu putita, papi …
Estremeciéndose como una hoja al viento, contoneaba sus caderas y empujaba mis dedos dentro de su coño empapado, entre gemidos me susurró desenfrenadamente:
—¡Papi! … ¡Oh, papááá! … ¡Dámelo! … ¡Dámelo ahora ya! … ¡Méteme tu verga grandota en mi coño, papi! … ¡Llena mi panocha con tu polla dura! … ¡Por favor, papi! … ¡Por favor! …
Su cuerpo se levantaba lujuriosamente meneando sus caderas contra mis dedos, sus gemidos se intensificaron y por un instante se detuvo y me fijó con sus tremendos ojos entrecerrados y lucientes:
—… ¿o es que no quieres follar a tu hija, papi? …
—¡Ni siquiera lo pienses, nenita! … te quiero follar la panocha y el culo fabuloso que tienes … eres mi hija, pero también eres una mujer muy hermosa … si quieres probar mi miembro, no podría jamás negárselo a la sangre de mi sangre …
Apenas dije esas palabras sus manos se fueron a la cremallera de mis pantalones y en un abrir y cerrar de ojos, me quito los pantalones y los boxers, yo desaté las amarras de su pequeña tanga y está cayó por su propio peso al suelo, nuestros sexos estaban listos y desnudos. La mano de Carolina envolvió mi pene y exclamó:
—¡Jesús santísimo, padre! … ¡Cómo lo tienes duro! … ¡Cómo lo tienes grueso! … ¡Cómo lo tienes grande! …
Mis dedos habían vuelto a enfilarse dentro de su empapada panocha con ruidos acuosos y jugosos, me llevé los dedos a la boca y saboree el divino néctar de Carolina, ella aprobó con una sonrisa mientras su mano masturbaba mi pene, luego inclinó su rostro y me beso metiendo su lengua dentro de mi boca.
—¡Que hermosa polla, papi! … cuando compré mi tanga lo hice pensando en ti … sabía que si te mostraba mi panocha y mi culo desnudos no te resistirías … quería comportarme contigo como una puta, papi … mostrarme obscenamente ante tus ojos y confesarte mis deseos por tu polla … cuando vi el bulto que se hacía en tus pantalones, hubiese querido saltarte encima de tu polla y metérmela toda entera dentro … pero tuve que controlar mi libido, papi … no estaba segura de como reaccionarías tú … ahora creo que estás listo, ¿verdad? … papi, ¿te gustaría meter tu polla inmensa en mi culo estrecho? … ¿te gustaría metérmela en mi panocha encharcada? …
—¡Santo cielos, cariño! … son años que no pruebo un delicioso agujerito como esos que tienes tú … es lo que más deseo, nenita …
—¡Oh, papi! … ¡Yo también! … y si lo haces bien, papito … te dejaré que me acabes en mi boca … quiero llenarme de tu sabor, papi … ¡Vamos, papito! … no me hagas esperar más …

(Continuará …)

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escrito el
2024-05-16
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