Me gustan maduros

por
género
hetero

Elegante y refinado, su traje de corte impecable con corbata y camisa blanca me miraba ya de una veintena de minutos, me halagaban sus miradas insistentes y sensuales, mi estrecha tanga me hacía cosquilla en mis labios mayores depilados esta mañana, mi chocho votaba por él, finalmente se acercó, su nombre Marco, corredor de propiedades, socio propietario de una agencia de corretaje de propiedades, 55 años, cabellos castaños claros y un cuerpo atlético y esbelto, manos cuidadas y suaves, sonrisa tierna y conquistadora.

Conversamos por largo rato, coincidimos en muchos temas y discutimos nuestros puntos divergentes sobre otros, él muy educado y de una cultura rica sobre muchas actualidades y también algunas cosas mundanas, hombre entretenido, hombre interesante, hombre apuesto y viril, hombre de mundo, hombre para llevar a la cama, pensé.

Marco continuaba a recorrer mis redondeces con sus cálidos ojos, admiraba mi figura y a mí me complacía y me halagaba, yo también había fijado mis ojos en todo lo que de él era visible, lo demás quedaba a mi imaginación, él tenía un magnetismo especial, que jamás en mis 22 años había encontrado, él hombre maduro me trataba como su igual, no como una jovencita quizás un poco alocada.

Su mirada era tan penetrante que me hacía emocionar, no podía mantener mi mirada en sus ojos, me turbaba, sus lenguaje era rico y ameno, me hablaba de lugares exóticos y lejanos, me contaba de aventuras en otros continentes, navegación por mares y ríos con animales salvajes y seres humanos de diferentes razas, este hombre me fascinaba.

Nos bebimos un par de tragos y él me invito a dar un paseo, la tarde era primaveral con una cierta humedad en el aire pero no hacía frio, estuve sopesando su invitación y accedí, no pensaba de estar flirteando con un viejo, este era un hombre de verdad, integro y sensual, me hacía sentir más mujer, aun cuando interiormente me sentía como una adolescente con su primer amorío, él sin proponérselo me dominaba.

Me encontré hablando conmigo misma … ¿qué cosa te sucede? … haz siempre sabido tratar con hombres, ¿porque éste te turba tanto? … no puedes dejarte dominar … no te dejes intimidar, eres una mujer adulta, no una muchachita … tengo que recuperar mi estabilidad emocional … ¡que carajo! … pero presentía que mi tanguita se estaba aflojando por él.

Caminamos a lo largo del paseo marítimo, conversando de todo pero sin tocar sin ahondar en temas específicos, personales o íntimos, él era viudo y tenía muy buen pasar con su situación económica excelente, al menos seis meses al año él se dedicaba a vagar por el mundo, sus tres hijos no tenían un contacto cercano con él, incluso dos de ellos vivían fuera del país.

Dentro de lo que conversamos, lo hicimos intercambiando nuestros gustos por las comidas, le dije que me encantaba la carne en parrilladas de origen argentino, unos trozos gigantes a lo Pedro Picapiedra, nos reímos de esto y muchas cosas más. el tiempo se fue volando y Marco se excusó diciendo que tenía que reentrar, entonces me invitó para un restaurant uruguayo donde cocinaban esos trozos gigantes de carne a las brasas y tenían vinos chilenos excelentes, accedí prontamente, la cita sería para el próximo viernes, nos encontraríamos al bar donde nos conocimos y de ahí iríamos al restaurant, se despidió con un gentil beso en mi mejilla y abordo un taxi en las cercanías.

Había pasado una noche especial, muy diferente, aun cuando él jamás dejo de mirarme con admiración, en ningún momento me sentí acosada o asediada, hubo mucho flirt pero nada obsceno ni atrevido, esa noche en mi cuarto me quedé pensando en él, su encanto todavía permeaba mi personalidad, recordaba la tonalidad de su voz, su sonrisa franca, sus entretenidas aventuras, sus acertados comentarios sobre diferentes contenidos, ¿era fascinante? o ¿quizás me estaba enamorando de él?

Los días sucesivos no hice más que pensar en este hombre que había logrado hacerme interesar en él, al punto que mi vagina se humedecía, nunca antes los días pasaron tan lentos, sufrí y me angustié esperando el viernes, me atraía, estaba aterrorizada pensando en no encontrarlo el día de nuestra cita, porque no le pedí su número de teléfono, fueron días de tormento y desesperación, pero por fin el viernes llegó.

Pase todo el día pensando que vestir para lucir atrayente para él, me aplique solo un ligero maquillaje, mi ropa interior debía ser lo más sexy posible, pues si llegábamos a concluir la cita en la cama, cosa que yo anhelaba con todo mi ser, debía sorprenderlo sobre manera con un atuendo a la altura, me decidí por el rojo y por el negro, tanga y sujetador rojos y medias negras con liguero del mismo color, frente al espejo mi imagen reflejada me gustó, sobre todo como mis senos asomaban con sus pezones en mi sujetador a “balcón”, rasuré mi conchita una vez más, mientras lo hacía me di cuenta lo húmeda que estaba, todo pensando en él.

Quede muy complacida al ver como la falda elegida resaltaba mis curvas y mi blusa blanca me daba un aspecto virginal, me preparaba como para una primera vez, no sé cómo este hombre me causaba tanto efecto, apretaba mis muslos cada vez que recordaba su mirada, su sonrisa, su porte señoril, acariciar mis senos por sobre mis vestidos se estaba convirtiendo en mi pasatiempo favorito, imaginaba sus manos sobre mí.

Concluí que mi Vuitton negra completaba bien mi atuendo junto a un pañuelo gigante de seda que cubriría mi espalda en caso de que la tarde fuese particularmente fría, me fui en un taxi y le pedí al taxista de dejarme, una calle antes del bar necesitaba caminar y respirar un poco de aire fresco, mi chocho vicioso me hacía saber sus necesidades con tenues palpitaciones.

Lo divisé desde lejos, su traje gris de corte perfecto resaltaba su porte exquisitamente fino y fascinante, me miró de pies a cabeza con su sonrisa seductora con aprobación y complacencia … estas muy bella, me dijo, sentí unas cosquillas en mi vientre, entramos al bar y compartimos un trago mientras nos recontábamos los eventos de la última semana.

Marco y su modo de recontar las cosas, alimentaba mis sentidos, embellecía con sus palabras todos los eventos, estábamos muy entretenidos, desde su celular ordenó un taxi y se excusó para ir al baño, también yo, ya que sentía que mi chocho se humedecía.

Nos dirigimos en taxi al restaurant, la comida realmente exquisita, la carne cocida en su jugo, deliciosa y muy sabrosa, un merlot chileno ligeramente temperado, fue el caldo perfecto para la degustación, la conversación se mantuvo amena y divertida, profundizamos más sobre aspectos personales y él me hacía sentir como una mujer entera y me demostraba de haber sido impresionado por mi actitud y mi seguridad, estábamos al mismo nivel y esto me halagaba como mujer pero sobre todo como persona.

Salimos del restaurant a caminar un poco para quemar algo de la espectacular comida, estábamos terminando la cita y Marco no se pronunciaba, me tenía prácticamente subyugada, pero me hacía sufrir su aparente falta de interés en llevarme a su cama, me estaba torturando y mis carnes intimas resentían la posibilidad de no ser apaciguadas.

Cuando Marco me propuso de ir a su casa a degustar un brandy español de 18 años de envejecimiento, mi alegría y excitación se manifestaron con un beso en su mejilla casi rozando sus labios, tengo unos cigarros cubanos para amistades más íntimas, creo que te has ganado uno de mis cigarros … reí divertida ante su comentario, me consideraba una amistad íntima, él no podía imaginar que tanto íntimo yo quería que este encuentro fuese.

Él llamó un taxi con su celular y nos dirigimos a su casa, Marco se mantenía a un cierta distancia de mí y esto me contrariaba un poco porque yo quería que me metiera las manos encima, mi vagina estaba toda mojada y comenzaba a palpitar gozosamente.

Llegamos a su casa y él me dio un paseo por las diferentes habitaciones de esta, era una casa muy bella y funcional, con dos dormitorios para invitados, amplios baños y una cocina de sueños.

Nos quedamos en el salón y Marco me hizo acomodar en el diván, luego procedió a buscar el licor y dos copas grandes apropiadas, a continuación preparó dos cigarros y comenzó a enseñarme el ceremonial para disfrutar un buen cigarro con un buen coñac, yo le confesé de no ser una fumadora pero que me sentía en vena de probar esto como una nueva experiencia, comenzamos a degustar el licor y era realmente magnifico, con el cigarro no anduve muy bien porque me ahogué a la primera bocanada.

Marco se reía divertido y me hizo saber que apreciaba mi valentía para probar cosas nuevas, ahora se había sentado junto a mí y yo mientras tocía me apoyé en uno de sus muslos, este contacto fue más que suficiente, él me atrajo y comenzó a dar golpecitos en mi espalda, yo me apoyé en sus hombros, él acerco su rostro a mi cuello y alabó mi perfume, junto con rozar mi cuello con sus labios, no pude resistir y giré un poco mi cabeza para quedar casi a contacto con sus labios, él me beso y apretó sus pectorales contra mis senos, mi lengua buscaba la suya y se trenzó en una danza con contorsiones y lascivia junto a la de él, mi chocho se derretía.

Estaba muy caliente, pero estaba serena y feliz con sus manos finalmente recorriendo todo mi cuerpo, tironeaba los costados de mi blusa para hacerla salir de las orillas de mi falda, pero estaba muy apretada, así que desabroché mi falda y bajé el cierre, mi piel era de fuego, sus manos ardorosas me hacían tremar con cada toco, mi labios vaginales encendidos por un deseo contenido, quería a este hombre y lo quería ahora ya.

Él me susurraba al oído palabras dulces, mientras su lengua acariciaba el lóbulo de mi oreja que a veces venía mordisqueada magistralmente por sus dientes … eres una mujer muy hermosa, me dijo … tu sensualidad y tu erotismo son refinados … muy pocas mujeres pueden jactarse de ser tan exquisitas como tú … eres la primera a haberme atraído tan rápido … me hizo sentir sus labios mientras me miraba fijamente a los ojos, cerré mis ojos y me abandoné a su dulce abrazo, sus lengua era una serpiente dentro de mi boca, se bebía mi saliva como queriendo apagar el fuego de su lujuria, ese goce que me arrastraba a él con gemidos y sollozos.

Marco había tomado posesión de una de mis tetas, sentía mi pezón túrgido y sus dedos que lo torturaban, estaba tan calientes que mecía mis caderas aún sentada sobre el diván, mis calzoncitos diminutos ya se habían humedecido y él enfilaba sus dedos sobre mi sexo escondido bajo la telilla trasparente, primero uno después dos de sus dedos, tomaban posición para acariciar mi pubis y mi clítoris que se endurecía con vigor, puse una mano sobre su pantalón para sentir su verga, me estremecí cuando mi mano encontró un miembro descomunal que palpitaba bajo la tela de su prenda de vestir, me hizo sentir más ganas y deseos.

Descubrí su torso lleno de bellos blancos, sus tonificados y fuertes pectorales me hacían enloquecer, que hombre más rico, pensé, observando sus músculos del pecho, rápidamente lo despojé de sus camisa, él ya me había quitado blusa y sujetador, mis túrgidos pezones comenzaron a refregarse en esos cándidos rizos, mientras mi mano sobajeaba su pene durísimo y pronto para hacer el amor.

Sus dedos se deslizaban al interior de mi vagina hirviente y rebosante de mis néctares, emotivamente estábamos conectados, lo que contribuía a aumentar la calentura que sentíamos recíprocamente, nuestro placer y goce aumentaban.

Tironeé sus pantalones que salieron junto con sus boxers, mi mano se aferró su pene también coronado de cuidados pelitos blancos, me excitaba aún más ser la guarra de este hombre maduro, su verga era dura como el acero y sus dimensiones muy por arriba del común, probablemente unos veinte centímetros por unos seis de circunferencia todos míos, mi mano se deslizaba por esa asta en plena erección, me llamo la atención su cabezota a forma de hongo.

Me moría por chupárselo y sentir su sabor en mi lengua y paladar, casi me disloque mis mandíbulas para hacer entrar ese glande por entero en mi boca, pero valió la pena la sensación de sentir mi boca repleta de su verga, mis mejillas estaban henchidas y mis labios apretados alrededor de esa masculinidad formidable.

Él con sus dedos bañados en mi chocho, intentaba invadir mi pequeñísimo ano, pero logró solo tastarlo, se levantó del sillón y me pidió de acompañarlo, nos encaminamos besándonos al dormitorio de él, terminamos de desnudarnos al pie de su cama, solo mis medias negras cubrían mis bien torneadas piernas, nos mirábamos uno frente al otro, él tenía una mirada de deleite, le gustaba lo que veía, también yo admiraba su porte fortachón, Marco atrapó mis pezones con sus dedos y luego se inclinó a besarlos y lamerlos, quería gozar de mis tetas generosas, sus caricas me hacían vibrar.

Marco suavemente me recostó sobre el lecho. Nos amamos con fuerza, pasión y sentimiento, él me hizo el amor varias veces y otras tantas me folló salvajemente, mi culito se resintió de ser penetrado una primera vez, pero a la segunda lo disfruté y tuve más de un orgasmo, la sesión amatoria fue una verdadera maratón, casi no hubo pausa, su resistencia era admirable, mis orgasmos incontables, él acabó dentro de mi chocho y mi culo más de un par de veces, le imploré de venirse en mi boca, así su verga que rompía mi culo por la enésima vez, pasó directamente a mi boca donde recibí los borbotones cálidos de su lechita, se la chupé ávidamente sin dejar perder nada.

Me adormecí en sus fuertes brazos donde me sentía protegida, durante la noche me desperté con su polla dura dentro de mi chocho, me follaba salvajemente, mi orgasmo fue bestial, me desvanecí sintiendo las pulsaciones de su verga dentro de mi.

Mientras al borde de las cimas de las montañas cercanas, comenzaban a escurrirse los primeros rayos de sol sobre el valle, Mauro apareció con una bandeja de café caliente y unos dulces árabes, me senté sobre la cama desnuda para regalarle mi figura femenina, él me miraba extasiado, su mirada era una caricia que recorría todo mi cuerpo, yo me sentía fuerte al sentir la pasión de sus ojos y también halagada de surtir este efecto en mi hombre, porque él era mi hombre, ya no quería separarme nunca más de él.

Marco cogió las llaves de su auto y me acompaño a casa, bajo el edificio de mi departamento, él me beso por muchos minutos, no se cansaba de mis labios y mi boca le respondía con fervor pasional, nos dimos cita para la semana siguiente y la siguiente y la siguiente … con él descubrí el sentimiento del amor de verdad, nuestro entendimiento sexual crecía día a día … hasta que me fui a vivir con él y ser sorprendida con cada toco y cada caricia suya, despertando nuevos deseos de explorar cosas nuevas a su lado.
escrito el
2021-01-27
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