Alaska III
por
Juan Alberto
género
zoophilia
La mañana era muy fría, los vientos huracanados habían cesado, la claridad del día se filtraba por los ventanales cubiertos de nieve después de la horrenda tempestad del día anterior, Matt, Lancelot y Circeo reposaban cada uno por su lado, dormían sueños de oro, tenían su futuro asegurado, tenían un techo donde guarecerse, tenían comida garantizada y ahora tenían también un chocho que jamás se llenaba.
Me levanté sigilosamente y me fui a la sala de estar a escuchar las transmisiones de la mañana, comenzaron a dar lectura a los mensajes y eran muchos según el locutor, así que pusieron un tema de The Queen, adoro a Freddy así que me quedé escuchando atentamente, luego vinieron los mensajes ― Para Laura 404 de su marido Robert … Cariño estamos esperando una ventanita de buen tiempo para mañana jueves … nos veremos … te quiero mucho … Robert ― ese era el mensaje para mí, me puse muy contenta, por fin mí marido regresaba a casa, tenía todo el día para preparar la casa y darle una bienvenida como se merece.
Me vestí y me llevé a Circeo y Lancelot al granero, Matt se quedó conmigo, el cielo estaba nublado, pero había una paz sepulcral, no había un ápice de viento, la nieve estaba alta, así que despejé el camino de la casa al granero y después estuve cortando leña por casi dos horas, no quería que mi marido quizás todavía convaleciente llegara a hacerse cargo de todo, además que había que hacer muchas cosas más, en un par de semanas vamos a necesitar carne y esa es una faena de mi marido, tiene que ir detrás de un ciervo o un alce.
Alimenté a los perros y luego me fui a ordenar nuestra casa sobre todo nuestro dormitorio que más parece un campo de refugiados, para que decir del olor a semen y follada que hay por todos lados, Matt muy señor me seguía por todos lados, pero jamás intentó importunarme, siempre me hizo compañía y él es muy buena compañía en todo sentido.
Volví en la tarde a dar de comer a nuestros perros y Lancelot casi rompía su cadena queriendo tirarse sobre mí, esa fogosidad de este perro alimentó mis perversiones y mi chochito se humedeció, Circeo en tanto me miraba y movía su cola, los otros animales lucían normales y solo querían comer.
La jornada había sido laboriosa y cuando regresé del granero Matt estaba detrás de la puerta y lo único que quería era olfatearme, me detuve unos segundos y él me olfateó por todos lados, incluyendo mi chocho, luego movió su cola me lengüeteó el guante de mi mano y se alejó hacía su camita, yo fui a desvestirme pues necesitaba bañarme, Lancelot me había provocado cosquillitas y desnuda me fui al baño acariciando mi concha caliente, llamé a Matt y vino casi al trote con la mitad de su verga pendiendo de su pancita ― ¿cómo sabe? ― me pregunté, son esas cosas misteriosas con las cuales ellos nos sorprenden, me senté en la orilla de la bañera y Matt bajó su hocico y se dirigió directo a mi vulva, su fría nariz golpeó mi clítoris haciéndome relajar mí cuerpo para permitirle a su lengua de invadir mí chocho.
Matt me lengüeteó sapientemente y me llevo a la cima de esas montañas rusas con sinuosas caídas que provocan ese hormigueo en la pancita y te hacen arquear la espalda, no pudiendo contenerme, acomodé una toalla en Matt me montó in mediatamente y la aguzada punta de su pene me dio un par de golpes en los glúteos y encontró mi cavidad vaginal, ahí se desato el vendaval de sensaciones, él me tironeo con fuerzas hacía él y me clavo su bola que rápidamente se comenzó a inflar dentro de mí, me abotonó con maestría y su veloces movimiento me hicieron caer en la sinuosidad de un orgasmo prolongado, su bola presionaba mi estrecho canal vaginal una y otra vez, haciendo que mi concha se contrajera alrededor de su verga, lo sentía dentro de mí y todo mi sexo estaba colmado por el de él, me toque mi clítoris un par de veces para prolongar las ondas orgásmicas que no cesaban de golpear mi cuerpo.
Los deseos carnales por Matt me preocupaban porque mi esposo estaría de vuelta el día de hoy y seguramente tendrá necesidad sexual de mí y querrá yacer conmigo, me pregunto si él será capaz de proporcionarme tanto orgasmos como he tenido estos últimos días, mis recuerdos de la inmensa verga de Lancelot me hacen estremecerse en otro orgasmo, también las atenciones que me procuro Circeo estaban vividas en mi mente, ahora estaba abotonada a Matt, que diría mi marido si me viera con mi hermosa y pequeña conchita abultada e inflamada con esa inmensa polla dentro de mí.
Matt había alzado una de sus patas y se había girado, la sensación exquisita de esa bola girándose y frotándose contra mis paredes vaginales me hizo chillar en olas de temblorcillos en mi vientre y muslos acompasados a mí corazón, me corrí una vez más, era innegable el inmenso placer que este amante peludo me hace sentir, se lo confesaré a mi marido lo antes posible y como él es tan caliente como yo, seguramente querrá verme así como estoy ahora, con mis tetas que se balancean y mi cuerpo que tiembla bajo el pelaje de este perro.
No separamos con un estruendoso sonido y un lago de semen se desparramó sobre la toalla y el piso del baño, me senté en el borde de la bañera a mirarme mi conchita, estaba enrojecida e inflamada por la excitación, toque mi clítoris y casi me resbalo del tiritón de placer que me provoco el contacto de mi dedo con mi delicado botoncito, abrí mis piernas y miré hacía adentro y vi como todavía escurría semen desde mi interior, me gire y me metí en la bañera para lavar mi chocho y ducharme, Matt de había echado junto al estanque de agua caliente y se lamía su miembro que casi había entrado de regreso a su funda.
Salí de la ducha y ordené un poco el desastre que habíamos combinado yo y Matt, luego me fui a mi cama a pintar mis uñas y esparcirme un poco de talco para el cuerpo y me puse en el cuello un poco del perfume que le gusta a mi marido, después terminé de vestirme, ordené el dormitorio y me fui a cocinar algo para mí, mi consorte y mi amante perruno que estaba sobre su colchoncito echo un ovillo a dormir.
Era pasado mediodía cuando sentí en la distancia el ruido del motor del helicóptero, mi marido descendió y yo me abalancé a abrazarlo con todas mis fuerzas, parecía que estaba bien, lo miré por todos lados y él besándome muy contento me aseguro de estar bien, bajamos su equipaje y las cosas que había traído y él se despidió del piloto, luego el helicóptero de alejó hacía el sureste para recoger a otras personas.
Robert lo primero que hizo fue meter sus manos entre mis tetas y me toco el coño de pasadita, después se fue a ver a los perros y me preguntó por Matt que estaba en la casa durmiendo en su colchoneta, yo bromeando le dije que era él el único macho que me había estado cerca, él me miró inquisitivamente levanto una ceja diciendo ⸺ a ver si me cuentas eso como fue ⸺ dijo sonriendo y cerrándome un ojo, yo le dedique una mueca socarrona y coqueta.
Estuvimos toda la tarde recorriendo los alrededores, mi esposo encontró alguna huellas de lobo y dijo que seguramente andaban a la casa de algún alce o ciervo, le recordé que nosotros teníamos que aprovisionarnos de carne porque quedaba para cerca de una decena de días solamente y él dijo que saldría con el trineo a un sector que casi siempre transitan los alces y los lobos le van detrás, dijo que necesitaba limpiar su rifle para salir a cazar, pero que de pronto tenía que decirme algo urgente, me hizo acercarme y yo pensé que de verdad me iba a contar alguna noticia importante, así que me acerque curiosa, me atrapó entre sus brazos y no me soltó más, no sé cómo me encontré de rodillas mamando la verga de mi marido, lo extrañaba y me hacía falta su pene marital, lo necesito como siempre, antes del último viaje de él, hacíamos el amor prácticamente todos los días y muchas veces hasta más de una vez, tanto él como yo lo necesitábamos y nos buscábamos y nos amábamos, además, que él es bien dotado y su verga me llena muy bien, quizás no tanto como esa de Lancelot, pero muy parecida a la de Matt, solo que le falta la bola que me domina y me deja a merced del macho, eso siento que me falta el sentirme sometida por la fuerza y la potencia de un pene aguzado, duro y con bola.
Robert me llevo a la cama en sus brazos, cosa que me encanta, soy su hembra y me lleva a su guarida para poseerme, para hacerme suya, le pertenezco, soy su chocho preferido y me lo hace sentir, me desnuda entre besos y caricias, me come las tetas y muerde mis pezones endurecidos, luego se pierde en mis rosadas carnes a lamerme la concha como si de ello dependiese su vida, como si los fluidos de mi chuchita le prodigaran el elixir de la felicidad o de la juventud, se la bebe toda, hace que me corra en sus labios y me sujeta para no dejarme escapar, se apodera de mi totalmente, es mi marido.
Siento la cabezota de su verga separando mis labios mojados de su saliva y mis fluidos, su pene se desliza dentro de mí con holgura, la fricción de su glande gordete me hace gemir y estrecharlo a mí, siento sus musculosos pectorales en mis senos y trato de clavarle mis duros pezones, quisiera incrustar mis pechos en ese poderoso pecho de él, sentirlo que hace estallar mis tetas hasta hacer salir mi corazón palpitando por él, y me calienta, y lo rasguño, y le muerdo su hombro, atrapo su trasero con mis dos manos y lo empujo dentro de mí con fuerza, siento el chapoteo de su verga horadando mi vagina y sus cojones que se estrellan en mis glúteos.
Lo siento que se tensa y lanza una serie de gruñidos, sus pectorales están duros y sus muslos también, se estremece y hace rechinar la cama con sus fuertes embates, lo siento colapsar y su lechita se descarga a borbotones dentro de mi vagina que acoge su semen y seguramente se mezcla con resto de semen de mis amantes caninos, pero él no lo sabe, lo siento gemir cerca de mi oído, parece un gigante golpeado y herido, sus energías son absorbidas por mi concha que lo succiona todo y con gusto.
Robert se queda dentro de mí y luego se desliza fuera y se acomoda a mi lado con su mano en mis pechos, dice de amarme de haberme extrañado tanto, de haberse sentido muy solo en medio a decenas de persona, la única persona que a él interesaba estaba a cientos de kilómetros lejos y también sola, me dijo que pensaba en mí todos los días y se sentía algo culpable de haberme dejado en la soledad de nuestro hogar.
Yo le dije que también lo había extrañado, pero que había estado en compañía de Matt el cual se había comportado muy bien, le dije ⸺ incluso me ayudó a no extrañarte a ti como hombre ⸺ Robert me miró un poco extrañado y preguntó ⸺ ¿cómo así? ⸺ bueno, resulta que, haciendo aseo, encontré tus revistas con las cartas a Xaviera Hollander y debo confesar que me excitaron sobre manera, comencé a juguetear con mi vagina y sin darme cuenta, Matt se acercó y me dio un lengüetazo de aquellos, intenté alejarlo, pero dada la envergadura del animal fue inútil y luego de haber sentido el efecto que su lengua me causaba, pues abrí mis piernas y él se comió mi chocho con avidez causándome más de un orgasmo.
Robert al sentir mi relato se le puso dura como palo, mientras yo jugueteaba con su verga extremadamente sólida y enhiesta, continué soslayando algunos detalles como lo sucedido con Lancelot y Circeo, mi marido casi se estaba lamiendo sus labios obscenamente escuchando el relato de como Matt me había hecho correrme como una loca solo con su lengua, quería saber si me había penetrado mi conchita, le aseguré que me había pasado por la mente pero dado que me encontraba tan sola, no me había atrevido a tanto y aquí vino la pregunta que yo ansiaba escuchar ⸺ ¿y lo intentarías si yo estoy presente? ⸺ lo quede mirando en silencio y mi cabeza estaba en ebullición, la respuesta era más que obvia, pero no quería parecer como una puta amante de perros ‒ yo estaría cerca de ti para protegerte y que no te haga ningún daño ⸺ me dijo atrayéndome hacía él y apretando mis tetas contra su torso velludo, me saco un suspiro y le dije ‒ si me prometes que se detendrá si no me gusta o me causa algún mal … podría ser ‒ le respondí con una cara de profunda preocupación ‒ no tienes que preocuparte porque yo estaré ahí para que nada salga mal ‒ me dijo besándome con pasión para luego penetrarme con esa verga de acero que tenía entre sus piernas.
Mi esposo amado me estaba follando con desenfrenada pasión pensando en las cosas que le había confesado y yo estaba corriéndome bajo su peso pensando en las vergas que mi chocho había disfrutado durante su ausencia y que ahora podría gozar junto a él, mi adorado consorte, cachondo y caliente igual que su esposa, esa noche me hizo el amor incontables veces, estaba vigoroso y lleno de energías y me las regalaba a mí, mi concha rebosaba de su semen y teníamos nuestras sabanas con amplias manchas de nuestros fluidos.
La mañana siguiente mi marido preparó el trineo, su rifle, su mochila y con un beso en mi mejilla se alejó hacía el bosque en busca de un ciervo o alce, se llevó a todos los perros, incluso a Matt ‒ ¿estará celoso? ‒ pensé, luego me fui a mis quehaceres y limpiando y aseando se me paso la mañana, me dedique a preparar el almuerzo, pero Robert no regresó, no estaba particularmente preocupada pues cuando él se iba de caza, muchas veces estaba hasta tres días en eso, la noche cubrió los desolados paisajes de las cercanías y mi marido se quedó la noche fuera, él tenía en el trineo medios para sobrevivir a las frías temperaturas y la compañía de los perros lo resguardaba de los lobos y los osos, así que en realidad no tenía de que estar preocupada.
Me fui a la cama casi a medianoche y ya descarté que pudiese llegar a esas tardas horas, la cama sin él era muy grande y el vacío en mi almejita también, así que, con la ayuda de mi consolador y mi grueso cojín, me procuré los orgasmos que me faltaban para adormecerme placida y satisfecha.
Me desperté temprano y después de desayunar, inicié mi jornada cortando leña para la salamandra, empecé a preparar el todo para recibir a mi esposo de regreso, le preparé una muda de ropa limpia, cociné unas pastas que a él le apetecen y luego me senté a esperarlo, me adormecí por un largo rato hasta que sentí el ladrido de los perros y supe que estaban regresando, me puse las botas y la ropa de abrigo para darle una mano.
Apareció Robert montando el trineo tirado velozmente por los perros, traía un enorme bulto cubierto con una lona con rastros de sangre, Robert me conto que había sorprendido un alca que venía huyendo de los lobos, pero que estos se habían detenido un kilómetro antes pues habían alcanzado a un alce viejo y se estaban dando un festín, los alces habían escapado en diferentes direcciones y este se encontró a boca de jarro con el trineo, así que lo abatieron de un certero tiro y detrás de este venía un ciervo también huyendo de los lobos y también lo abatieron de un tiro, en resumidas cuentas teníamos carne para los próximos dos meses.
Mientras lo ayudaba a descargar, Robert soltó los perros y Lancelot se vino a olfatearme y mi marido se dio cuenta ‒ ¿y que quiere ese contigo? ‒ me pregunto ‒ debe ser porque está por llegarme el periodo y he leído que ellos lo perciben ‒ le respondí ‒ sí ¡ah! … ¿no será porque también probaste con él? ‒ dijo ‒ no seas bobo … solo Matt lo ha hecho ‒ le repliqué, pero presiento que no me creyó del todo, debo ser cuidadosa hasta cuando él sea cómplice de mi perversión.
Entramos a casa y Matt se fue a su colchoneta sin intentar acercarse a mí, Robert dijo que necesitaba una ducha y desapareció hacía el baño, cuando Matt sintió que mi marido era a ducharse, vino a la cocina y metió su nariz entre mis piernas, como estaba vistiendo unos jeans de trabajo no me causo ningún sobresalto, lo empujé cariñosamente hacía su colchoneta ‒ ¡no! Cariño todavía no ... espera a más tarde ‒ le dije rasqueteándole las orejas, él me lengüeteó la mano y volvió a echarse, me impresionó el hecho de que esperara a que Robert no estuviera en vista para venir a tratar de lengüetearme, que delicadez.
Robert salió del baño y nos sentamos a almorzar, hablamos de su cacería, de salir a colocar nuevas trampas para pieles, de lo malo que está el clima este año en particular, del dinero que había depositado en banca, hasta que al fin me dijo que quería saber más de lo que había hecho con Matt, así que le comenté de su lengua, que era larga, rasposa, resbalosa y todo eso combinado hacía maravillas en mí conchita, procurándome orgasmos demenciales, luego quiso saber si me atrevería a darle mi chocho, yo dije que si siempre y cuando él estuviera cercano a asistirme y a intervenir si algo no andaba bien, a lo que estuvo de acuerdo, nos fuimos a la sala de estar y Robert llamo a Matt que vino trotando juntos a nosotros.
Me senté a la orilla del diván y Robert trajo a Matt cerca de mis piernas, el perro ya sabía que hacer así que no perdió tiempo en protocolos ni olidas varias, se lanzo de lleno con su hocico sobre mi chocho, su fría nariz golpeo mi clítoris y sentí los primeros temblequeos, sujeté su cabeza contra mi concha y eche la cabeza para atrás en éxtasi gozando de su hábil lengua, pronto todo se transformo en una delirante caravana de orgasmos, Robert me miraba fascinado con su verga en la mano, lo hice acercarse para sentir su pene en mi boca.
Estaba mamando a mi marido mientras Matt me tenía alto en las estrellas revolviéndome con su lengua todos mis sentidos, la verga de mi esposo me llegaba a la garganta y mi paladar sentía ya el sabor de su semen que comenzaba a salir de su glande, los glúteos de mi marido estaban duros, tensos y me acabo en lo profundo de mi boca provocándome unas arcadas pasajeras mientras forzaba su esperma hacía mi tráquea, causándome un poco de ahogo, exhausto Robert se sentó a mi lado siguiendo atentamente los ataques de Matt a mi vagina.
Robert me acariciaba ambas tetas y jugaba con mis pezones, toda esta estimulación sobrepasaba mi limite de suportación y me hacía hundirme en la niebla de un orgasmo infinito, Matt se alzó con su patas sobre el sillón e intentaba penetrarme, yo fingí un sobresalto y Robert me dijo ‒ quédate quieta y veamos que hace ‒ obedecí a mi marido y Matt inició una danza de saltitos tratando de alcanzar mi conchita, pero la posición no era la adecuada, Robert también se dio cuenta y me dijo ‒ y si te giras y te pones a lo perrito … quizás así él pueda entrar en ti ‒ yo le miré un poco nerviosa ‒ ¿es eso lo que quieres? … ¿qué me folle este animal? ‒ le dije en un tono de voz tratando de parecer turbada por la situación ‒ si mi amor … prueba … hazlo por mi ‒ me dijo y me dio un beso.
Con las piernas que me temblaban por la excitación de ser penetrada una vez más por Matt, me puse en cuatro a los pies de mi marido, Matt muy hábil se fue detrás de mi y me lamió por un par de veces y me montó, yo movía mi culito para dificultar su penetración, quería que Robert se diera cuenta que no era una cosa fácil ‒ al parecer no acierta con mi vagina … porque no le ayudas tú para que me pueda penetrar ‒ le dije con una mirada angelical e inocente ‒ espera amor mío, yo le ayudaré ‒ mi esposo se inclinó, tomó la verga de Matt en sus manos y lo enfiló directamente en mi conchita, emití un alarido casi desgarrador, Robert paso su mano bajo mi cuerpo y agarró uno de mis pezones ‒ Calma … tranquila … ya entró … ‒ me dijo dándome un beso en mi espalda.
Yo trataba de simular dolor y malestar, pero no pude continuar y preferí esconder mi rostro incipiente de lujuria y deseos en el sillón bajo mis enmarañados cabellos, porque sentía tan rico ese pene de Matt y mi marido acariciándome y besándome que mi orgasmo repentino tuve que ocultarlo mordiendo mis labios y haciendo rechinar mis dientes, esa verga me estaba haciendo enloquecer, Robert puso su mano en mis nalgas y sentí su dedo en la apertura de mi ano, gemí cuando lo introdujo y ya me solté ‒ hazme el culito Robert … mételo en mi culo ‒ le dije con una voz rauca, casi implorando por sus caricias en mi trasero ‒ ¡aaarrrgghh! ‒ exclamé arqueando mi espalda cuando sentí que Matt empujaba su bola maravillosa dentro de mí.
Comencé a gemir y a dar grititos agudos empujando mi culo hacía atrás, mi esposo amado me manoseaba, palpaba y sobajeaba por todos lados amplificando mi placer y disfrutando al verme ensartada en la pija roja y caliente de Matt, lo calentaba al verme como una perrita copulando con su macho, mis tetas se balanceaban y ya no había nada que ocultar, yo me había corrido intensamente, mi marido tenía una verga dura como palo y Matt estaba en su frenesí dándome con todo, mis uñas estaban enterradas en el sillón y sentía los arañazos de mi peludo amante en mis muslos, seguro que me dejaría con sus marcas de amor.
Mi razón estaba obnubilada y solo mis sentidos corporales persistían arrastrándome a una desenfrenada lujuria, sentía su miembro que tironeaba mis carnes delicadas y sensibles, su bulbo enorme que crecía y crecía en mi interior haciéndome gemir y quejar lascivamente, me mordía mis labios y mis nalgas y muslos no cesaban de temblequear en un orgasmo sin fin, un orgasmo que arrancaba de mi garganta gruñidos de perra en celo, gritos y chillidos, me desesperaba al sentir las sensaciones más intensas junto a mi esposo, complacerlo fornicando con Matt y al mismo tiempo gozando tremendamente la profunda penetración de este perro genuino y adorado por mi estrecha conchita que succionaba sus chorros de esperma que se estaban vaciando directamente en mi útero.
Robert alzó mi testa y se sentó en el sillón dejándome su verga a centímetros de mi boca, lo engullí hasta la base de sus cojones, mi boca y mi coño estaban colmados de polla, estaban teniendo lo mejor de los dos mundos, sentía el pelaje de mi macho en mis nalgas y los rizados pelos de mi esposo en mi nariz, machos jadeantes en mis dos entradas, mi cuerpo gozaba tremendamente entregada a dar y recibir placer, masturbaba a Robert con mis manos y con mi boca, empujando mi chocho hacía atrás para deleitarme de las dimensiones del pene de Matt.
Robert aumentó el movimiento de sus caderas follando mi boca con fuerza y se descargo con violentos espasmos, gruñendo como macho humano y regalándome sus densos fluidos masculinos que mi receptiva boca acogía con avidez, saboreando cada chorrito que descendía por mi paladar y garganta, luego me aferró por mis cabellos y beso mis labios frescos de su esperma, degustando su propio semen, me pareció tan salvajemente animalesco que unido a los borbotones de semen canino que continuaba a recibir mi matriz, me ocasionaron un nuevo orgasmos, me aferré a los muslos de mi marido y escondí mi rostro en su regazo, Robert acariciaba mis cabellos tiernamente.
Estaba literalmente en el paraíso, jamás me sentí más y mejor amada que en estos momentos, mi sexo trepidando alrededor de la verga de Matt y mi esposo regalándome apasionadas caricias y mimos, esperamos cerca de quince minutos y Matt suavemente como es él, me desabotonó y se giró a limpiar mi conchita, abrí mis rodillas y expuse mi coño a sus maravillosas lamidas, Robert me hacía mucho cariño haciéndome enternecer y sintiéndome mas enamorada y ligada a él, más aún que él comparte mi secreta perversión.
Ya no siento ninguna regresión en mi conciencia, mi esposo me acompaña en todas mis excursiones carnales con Matt, sutilmente le hice saber que podía copular con los otros perros y tenemos nuestras mini orgias, volví a copular con Lancelot, Circeo y se agregó Long que es el preferido de mi marido y se pueden imaginar por su nombre que su pene es el más largo de todos, gozo como perrita y hembra humana, tengo el afecto y amor de mi esposo, también nos visitaron nuestros distantes vecinos, Ryan y Lorena, tuvimos algunos acercamientos y creo que ellos también están sintonizados en nuestros gustos y preferencias, esta noche Lorena me dijo que le atraía Matt, yo le dije que era un amante premuroso y delicado, especial para ella, nos sonreímos por largo rato imaginando lo que sucedería dentro de poco, pero esa es otra historia, espero hayan disfrutado de nuestras vicisitudes calientes.
Criticas, comentarios y contribuciones al relato, son bienvenidas, escribir a:
luisa_luisa4634@yahoo.com
Me levanté sigilosamente y me fui a la sala de estar a escuchar las transmisiones de la mañana, comenzaron a dar lectura a los mensajes y eran muchos según el locutor, así que pusieron un tema de The Queen, adoro a Freddy así que me quedé escuchando atentamente, luego vinieron los mensajes ― Para Laura 404 de su marido Robert … Cariño estamos esperando una ventanita de buen tiempo para mañana jueves … nos veremos … te quiero mucho … Robert ― ese era el mensaje para mí, me puse muy contenta, por fin mí marido regresaba a casa, tenía todo el día para preparar la casa y darle una bienvenida como se merece.
Me vestí y me llevé a Circeo y Lancelot al granero, Matt se quedó conmigo, el cielo estaba nublado, pero había una paz sepulcral, no había un ápice de viento, la nieve estaba alta, así que despejé el camino de la casa al granero y después estuve cortando leña por casi dos horas, no quería que mi marido quizás todavía convaleciente llegara a hacerse cargo de todo, además que había que hacer muchas cosas más, en un par de semanas vamos a necesitar carne y esa es una faena de mi marido, tiene que ir detrás de un ciervo o un alce.
Alimenté a los perros y luego me fui a ordenar nuestra casa sobre todo nuestro dormitorio que más parece un campo de refugiados, para que decir del olor a semen y follada que hay por todos lados, Matt muy señor me seguía por todos lados, pero jamás intentó importunarme, siempre me hizo compañía y él es muy buena compañía en todo sentido.
Volví en la tarde a dar de comer a nuestros perros y Lancelot casi rompía su cadena queriendo tirarse sobre mí, esa fogosidad de este perro alimentó mis perversiones y mi chochito se humedeció, Circeo en tanto me miraba y movía su cola, los otros animales lucían normales y solo querían comer.
La jornada había sido laboriosa y cuando regresé del granero Matt estaba detrás de la puerta y lo único que quería era olfatearme, me detuve unos segundos y él me olfateó por todos lados, incluyendo mi chocho, luego movió su cola me lengüeteó el guante de mi mano y se alejó hacía su camita, yo fui a desvestirme pues necesitaba bañarme, Lancelot me había provocado cosquillitas y desnuda me fui al baño acariciando mi concha caliente, llamé a Matt y vino casi al trote con la mitad de su verga pendiendo de su pancita ― ¿cómo sabe? ― me pregunté, son esas cosas misteriosas con las cuales ellos nos sorprenden, me senté en la orilla de la bañera y Matt bajó su hocico y se dirigió directo a mi vulva, su fría nariz golpeó mi clítoris haciéndome relajar mí cuerpo para permitirle a su lengua de invadir mí chocho.
Matt me lengüeteó sapientemente y me llevo a la cima de esas montañas rusas con sinuosas caídas que provocan ese hormigueo en la pancita y te hacen arquear la espalda, no pudiendo contenerme, acomodé una toalla en Matt me montó in mediatamente y la aguzada punta de su pene me dio un par de golpes en los glúteos y encontró mi cavidad vaginal, ahí se desato el vendaval de sensaciones, él me tironeo con fuerzas hacía él y me clavo su bola que rápidamente se comenzó a inflar dentro de mí, me abotonó con maestría y su veloces movimiento me hicieron caer en la sinuosidad de un orgasmo prolongado, su bola presionaba mi estrecho canal vaginal una y otra vez, haciendo que mi concha se contrajera alrededor de su verga, lo sentía dentro de mí y todo mi sexo estaba colmado por el de él, me toque mi clítoris un par de veces para prolongar las ondas orgásmicas que no cesaban de golpear mi cuerpo.
Los deseos carnales por Matt me preocupaban porque mi esposo estaría de vuelta el día de hoy y seguramente tendrá necesidad sexual de mí y querrá yacer conmigo, me pregunto si él será capaz de proporcionarme tanto orgasmos como he tenido estos últimos días, mis recuerdos de la inmensa verga de Lancelot me hacen estremecerse en otro orgasmo, también las atenciones que me procuro Circeo estaban vividas en mi mente, ahora estaba abotonada a Matt, que diría mi marido si me viera con mi hermosa y pequeña conchita abultada e inflamada con esa inmensa polla dentro de mí.
Matt había alzado una de sus patas y se había girado, la sensación exquisita de esa bola girándose y frotándose contra mis paredes vaginales me hizo chillar en olas de temblorcillos en mi vientre y muslos acompasados a mí corazón, me corrí una vez más, era innegable el inmenso placer que este amante peludo me hace sentir, se lo confesaré a mi marido lo antes posible y como él es tan caliente como yo, seguramente querrá verme así como estoy ahora, con mis tetas que se balancean y mi cuerpo que tiembla bajo el pelaje de este perro.
No separamos con un estruendoso sonido y un lago de semen se desparramó sobre la toalla y el piso del baño, me senté en el borde de la bañera a mirarme mi conchita, estaba enrojecida e inflamada por la excitación, toque mi clítoris y casi me resbalo del tiritón de placer que me provoco el contacto de mi dedo con mi delicado botoncito, abrí mis piernas y miré hacía adentro y vi como todavía escurría semen desde mi interior, me gire y me metí en la bañera para lavar mi chocho y ducharme, Matt de había echado junto al estanque de agua caliente y se lamía su miembro que casi había entrado de regreso a su funda.
Salí de la ducha y ordené un poco el desastre que habíamos combinado yo y Matt, luego me fui a mi cama a pintar mis uñas y esparcirme un poco de talco para el cuerpo y me puse en el cuello un poco del perfume que le gusta a mi marido, después terminé de vestirme, ordené el dormitorio y me fui a cocinar algo para mí, mi consorte y mi amante perruno que estaba sobre su colchoncito echo un ovillo a dormir.
Era pasado mediodía cuando sentí en la distancia el ruido del motor del helicóptero, mi marido descendió y yo me abalancé a abrazarlo con todas mis fuerzas, parecía que estaba bien, lo miré por todos lados y él besándome muy contento me aseguro de estar bien, bajamos su equipaje y las cosas que había traído y él se despidió del piloto, luego el helicóptero de alejó hacía el sureste para recoger a otras personas.
Robert lo primero que hizo fue meter sus manos entre mis tetas y me toco el coño de pasadita, después se fue a ver a los perros y me preguntó por Matt que estaba en la casa durmiendo en su colchoneta, yo bromeando le dije que era él el único macho que me había estado cerca, él me miró inquisitivamente levanto una ceja diciendo ⸺ a ver si me cuentas eso como fue ⸺ dijo sonriendo y cerrándome un ojo, yo le dedique una mueca socarrona y coqueta.
Estuvimos toda la tarde recorriendo los alrededores, mi esposo encontró alguna huellas de lobo y dijo que seguramente andaban a la casa de algún alce o ciervo, le recordé que nosotros teníamos que aprovisionarnos de carne porque quedaba para cerca de una decena de días solamente y él dijo que saldría con el trineo a un sector que casi siempre transitan los alces y los lobos le van detrás, dijo que necesitaba limpiar su rifle para salir a cazar, pero que de pronto tenía que decirme algo urgente, me hizo acercarme y yo pensé que de verdad me iba a contar alguna noticia importante, así que me acerque curiosa, me atrapó entre sus brazos y no me soltó más, no sé cómo me encontré de rodillas mamando la verga de mi marido, lo extrañaba y me hacía falta su pene marital, lo necesito como siempre, antes del último viaje de él, hacíamos el amor prácticamente todos los días y muchas veces hasta más de una vez, tanto él como yo lo necesitábamos y nos buscábamos y nos amábamos, además, que él es bien dotado y su verga me llena muy bien, quizás no tanto como esa de Lancelot, pero muy parecida a la de Matt, solo que le falta la bola que me domina y me deja a merced del macho, eso siento que me falta el sentirme sometida por la fuerza y la potencia de un pene aguzado, duro y con bola.
Robert me llevo a la cama en sus brazos, cosa que me encanta, soy su hembra y me lleva a su guarida para poseerme, para hacerme suya, le pertenezco, soy su chocho preferido y me lo hace sentir, me desnuda entre besos y caricias, me come las tetas y muerde mis pezones endurecidos, luego se pierde en mis rosadas carnes a lamerme la concha como si de ello dependiese su vida, como si los fluidos de mi chuchita le prodigaran el elixir de la felicidad o de la juventud, se la bebe toda, hace que me corra en sus labios y me sujeta para no dejarme escapar, se apodera de mi totalmente, es mi marido.
Siento la cabezota de su verga separando mis labios mojados de su saliva y mis fluidos, su pene se desliza dentro de mí con holgura, la fricción de su glande gordete me hace gemir y estrecharlo a mí, siento sus musculosos pectorales en mis senos y trato de clavarle mis duros pezones, quisiera incrustar mis pechos en ese poderoso pecho de él, sentirlo que hace estallar mis tetas hasta hacer salir mi corazón palpitando por él, y me calienta, y lo rasguño, y le muerdo su hombro, atrapo su trasero con mis dos manos y lo empujo dentro de mí con fuerza, siento el chapoteo de su verga horadando mi vagina y sus cojones que se estrellan en mis glúteos.
Lo siento que se tensa y lanza una serie de gruñidos, sus pectorales están duros y sus muslos también, se estremece y hace rechinar la cama con sus fuertes embates, lo siento colapsar y su lechita se descarga a borbotones dentro de mi vagina que acoge su semen y seguramente se mezcla con resto de semen de mis amantes caninos, pero él no lo sabe, lo siento gemir cerca de mi oído, parece un gigante golpeado y herido, sus energías son absorbidas por mi concha que lo succiona todo y con gusto.
Robert se queda dentro de mí y luego se desliza fuera y se acomoda a mi lado con su mano en mis pechos, dice de amarme de haberme extrañado tanto, de haberse sentido muy solo en medio a decenas de persona, la única persona que a él interesaba estaba a cientos de kilómetros lejos y también sola, me dijo que pensaba en mí todos los días y se sentía algo culpable de haberme dejado en la soledad de nuestro hogar.
Yo le dije que también lo había extrañado, pero que había estado en compañía de Matt el cual se había comportado muy bien, le dije ⸺ incluso me ayudó a no extrañarte a ti como hombre ⸺ Robert me miró un poco extrañado y preguntó ⸺ ¿cómo así? ⸺ bueno, resulta que, haciendo aseo, encontré tus revistas con las cartas a Xaviera Hollander y debo confesar que me excitaron sobre manera, comencé a juguetear con mi vagina y sin darme cuenta, Matt se acercó y me dio un lengüetazo de aquellos, intenté alejarlo, pero dada la envergadura del animal fue inútil y luego de haber sentido el efecto que su lengua me causaba, pues abrí mis piernas y él se comió mi chocho con avidez causándome más de un orgasmo.
Robert al sentir mi relato se le puso dura como palo, mientras yo jugueteaba con su verga extremadamente sólida y enhiesta, continué soslayando algunos detalles como lo sucedido con Lancelot y Circeo, mi marido casi se estaba lamiendo sus labios obscenamente escuchando el relato de como Matt me había hecho correrme como una loca solo con su lengua, quería saber si me había penetrado mi conchita, le aseguré que me había pasado por la mente pero dado que me encontraba tan sola, no me había atrevido a tanto y aquí vino la pregunta que yo ansiaba escuchar ⸺ ¿y lo intentarías si yo estoy presente? ⸺ lo quede mirando en silencio y mi cabeza estaba en ebullición, la respuesta era más que obvia, pero no quería parecer como una puta amante de perros ‒ yo estaría cerca de ti para protegerte y que no te haga ningún daño ⸺ me dijo atrayéndome hacía él y apretando mis tetas contra su torso velludo, me saco un suspiro y le dije ‒ si me prometes que se detendrá si no me gusta o me causa algún mal … podría ser ‒ le respondí con una cara de profunda preocupación ‒ no tienes que preocuparte porque yo estaré ahí para que nada salga mal ‒ me dijo besándome con pasión para luego penetrarme con esa verga de acero que tenía entre sus piernas.
Mi esposo amado me estaba follando con desenfrenada pasión pensando en las cosas que le había confesado y yo estaba corriéndome bajo su peso pensando en las vergas que mi chocho había disfrutado durante su ausencia y que ahora podría gozar junto a él, mi adorado consorte, cachondo y caliente igual que su esposa, esa noche me hizo el amor incontables veces, estaba vigoroso y lleno de energías y me las regalaba a mí, mi concha rebosaba de su semen y teníamos nuestras sabanas con amplias manchas de nuestros fluidos.
La mañana siguiente mi marido preparó el trineo, su rifle, su mochila y con un beso en mi mejilla se alejó hacía el bosque en busca de un ciervo o alce, se llevó a todos los perros, incluso a Matt ‒ ¿estará celoso? ‒ pensé, luego me fui a mis quehaceres y limpiando y aseando se me paso la mañana, me dedique a preparar el almuerzo, pero Robert no regresó, no estaba particularmente preocupada pues cuando él se iba de caza, muchas veces estaba hasta tres días en eso, la noche cubrió los desolados paisajes de las cercanías y mi marido se quedó la noche fuera, él tenía en el trineo medios para sobrevivir a las frías temperaturas y la compañía de los perros lo resguardaba de los lobos y los osos, así que en realidad no tenía de que estar preocupada.
Me fui a la cama casi a medianoche y ya descarté que pudiese llegar a esas tardas horas, la cama sin él era muy grande y el vacío en mi almejita también, así que, con la ayuda de mi consolador y mi grueso cojín, me procuré los orgasmos que me faltaban para adormecerme placida y satisfecha.
Me desperté temprano y después de desayunar, inicié mi jornada cortando leña para la salamandra, empecé a preparar el todo para recibir a mi esposo de regreso, le preparé una muda de ropa limpia, cociné unas pastas que a él le apetecen y luego me senté a esperarlo, me adormecí por un largo rato hasta que sentí el ladrido de los perros y supe que estaban regresando, me puse las botas y la ropa de abrigo para darle una mano.
Apareció Robert montando el trineo tirado velozmente por los perros, traía un enorme bulto cubierto con una lona con rastros de sangre, Robert me conto que había sorprendido un alca que venía huyendo de los lobos, pero que estos se habían detenido un kilómetro antes pues habían alcanzado a un alce viejo y se estaban dando un festín, los alces habían escapado en diferentes direcciones y este se encontró a boca de jarro con el trineo, así que lo abatieron de un certero tiro y detrás de este venía un ciervo también huyendo de los lobos y también lo abatieron de un tiro, en resumidas cuentas teníamos carne para los próximos dos meses.
Mientras lo ayudaba a descargar, Robert soltó los perros y Lancelot se vino a olfatearme y mi marido se dio cuenta ‒ ¿y que quiere ese contigo? ‒ me pregunto ‒ debe ser porque está por llegarme el periodo y he leído que ellos lo perciben ‒ le respondí ‒ sí ¡ah! … ¿no será porque también probaste con él? ‒ dijo ‒ no seas bobo … solo Matt lo ha hecho ‒ le repliqué, pero presiento que no me creyó del todo, debo ser cuidadosa hasta cuando él sea cómplice de mi perversión.
Entramos a casa y Matt se fue a su colchoneta sin intentar acercarse a mí, Robert dijo que necesitaba una ducha y desapareció hacía el baño, cuando Matt sintió que mi marido era a ducharse, vino a la cocina y metió su nariz entre mis piernas, como estaba vistiendo unos jeans de trabajo no me causo ningún sobresalto, lo empujé cariñosamente hacía su colchoneta ‒ ¡no! Cariño todavía no ... espera a más tarde ‒ le dije rasqueteándole las orejas, él me lengüeteó la mano y volvió a echarse, me impresionó el hecho de que esperara a que Robert no estuviera en vista para venir a tratar de lengüetearme, que delicadez.
Robert salió del baño y nos sentamos a almorzar, hablamos de su cacería, de salir a colocar nuevas trampas para pieles, de lo malo que está el clima este año en particular, del dinero que había depositado en banca, hasta que al fin me dijo que quería saber más de lo que había hecho con Matt, así que le comenté de su lengua, que era larga, rasposa, resbalosa y todo eso combinado hacía maravillas en mí conchita, procurándome orgasmos demenciales, luego quiso saber si me atrevería a darle mi chocho, yo dije que si siempre y cuando él estuviera cercano a asistirme y a intervenir si algo no andaba bien, a lo que estuvo de acuerdo, nos fuimos a la sala de estar y Robert llamo a Matt que vino trotando juntos a nosotros.
Me senté a la orilla del diván y Robert trajo a Matt cerca de mis piernas, el perro ya sabía que hacer así que no perdió tiempo en protocolos ni olidas varias, se lanzo de lleno con su hocico sobre mi chocho, su fría nariz golpeo mi clítoris y sentí los primeros temblequeos, sujeté su cabeza contra mi concha y eche la cabeza para atrás en éxtasi gozando de su hábil lengua, pronto todo se transformo en una delirante caravana de orgasmos, Robert me miraba fascinado con su verga en la mano, lo hice acercarse para sentir su pene en mi boca.
Estaba mamando a mi marido mientras Matt me tenía alto en las estrellas revolviéndome con su lengua todos mis sentidos, la verga de mi esposo me llegaba a la garganta y mi paladar sentía ya el sabor de su semen que comenzaba a salir de su glande, los glúteos de mi marido estaban duros, tensos y me acabo en lo profundo de mi boca provocándome unas arcadas pasajeras mientras forzaba su esperma hacía mi tráquea, causándome un poco de ahogo, exhausto Robert se sentó a mi lado siguiendo atentamente los ataques de Matt a mi vagina.
Robert me acariciaba ambas tetas y jugaba con mis pezones, toda esta estimulación sobrepasaba mi limite de suportación y me hacía hundirme en la niebla de un orgasmo infinito, Matt se alzó con su patas sobre el sillón e intentaba penetrarme, yo fingí un sobresalto y Robert me dijo ‒ quédate quieta y veamos que hace ‒ obedecí a mi marido y Matt inició una danza de saltitos tratando de alcanzar mi conchita, pero la posición no era la adecuada, Robert también se dio cuenta y me dijo ‒ y si te giras y te pones a lo perrito … quizás así él pueda entrar en ti ‒ yo le miré un poco nerviosa ‒ ¿es eso lo que quieres? … ¿qué me folle este animal? ‒ le dije en un tono de voz tratando de parecer turbada por la situación ‒ si mi amor … prueba … hazlo por mi ‒ me dijo y me dio un beso.
Con las piernas que me temblaban por la excitación de ser penetrada una vez más por Matt, me puse en cuatro a los pies de mi marido, Matt muy hábil se fue detrás de mi y me lamió por un par de veces y me montó, yo movía mi culito para dificultar su penetración, quería que Robert se diera cuenta que no era una cosa fácil ‒ al parecer no acierta con mi vagina … porque no le ayudas tú para que me pueda penetrar ‒ le dije con una mirada angelical e inocente ‒ espera amor mío, yo le ayudaré ‒ mi esposo se inclinó, tomó la verga de Matt en sus manos y lo enfiló directamente en mi conchita, emití un alarido casi desgarrador, Robert paso su mano bajo mi cuerpo y agarró uno de mis pezones ‒ Calma … tranquila … ya entró … ‒ me dijo dándome un beso en mi espalda.
Yo trataba de simular dolor y malestar, pero no pude continuar y preferí esconder mi rostro incipiente de lujuria y deseos en el sillón bajo mis enmarañados cabellos, porque sentía tan rico ese pene de Matt y mi marido acariciándome y besándome que mi orgasmo repentino tuve que ocultarlo mordiendo mis labios y haciendo rechinar mis dientes, esa verga me estaba haciendo enloquecer, Robert puso su mano en mis nalgas y sentí su dedo en la apertura de mi ano, gemí cuando lo introdujo y ya me solté ‒ hazme el culito Robert … mételo en mi culo ‒ le dije con una voz rauca, casi implorando por sus caricias en mi trasero ‒ ¡aaarrrgghh! ‒ exclamé arqueando mi espalda cuando sentí que Matt empujaba su bola maravillosa dentro de mí.
Comencé a gemir y a dar grititos agudos empujando mi culo hacía atrás, mi esposo amado me manoseaba, palpaba y sobajeaba por todos lados amplificando mi placer y disfrutando al verme ensartada en la pija roja y caliente de Matt, lo calentaba al verme como una perrita copulando con su macho, mis tetas se balanceaban y ya no había nada que ocultar, yo me había corrido intensamente, mi marido tenía una verga dura como palo y Matt estaba en su frenesí dándome con todo, mis uñas estaban enterradas en el sillón y sentía los arañazos de mi peludo amante en mis muslos, seguro que me dejaría con sus marcas de amor.
Mi razón estaba obnubilada y solo mis sentidos corporales persistían arrastrándome a una desenfrenada lujuria, sentía su miembro que tironeaba mis carnes delicadas y sensibles, su bulbo enorme que crecía y crecía en mi interior haciéndome gemir y quejar lascivamente, me mordía mis labios y mis nalgas y muslos no cesaban de temblequear en un orgasmo sin fin, un orgasmo que arrancaba de mi garganta gruñidos de perra en celo, gritos y chillidos, me desesperaba al sentir las sensaciones más intensas junto a mi esposo, complacerlo fornicando con Matt y al mismo tiempo gozando tremendamente la profunda penetración de este perro genuino y adorado por mi estrecha conchita que succionaba sus chorros de esperma que se estaban vaciando directamente en mi útero.
Robert alzó mi testa y se sentó en el sillón dejándome su verga a centímetros de mi boca, lo engullí hasta la base de sus cojones, mi boca y mi coño estaban colmados de polla, estaban teniendo lo mejor de los dos mundos, sentía el pelaje de mi macho en mis nalgas y los rizados pelos de mi esposo en mi nariz, machos jadeantes en mis dos entradas, mi cuerpo gozaba tremendamente entregada a dar y recibir placer, masturbaba a Robert con mis manos y con mi boca, empujando mi chocho hacía atrás para deleitarme de las dimensiones del pene de Matt.
Robert aumentó el movimiento de sus caderas follando mi boca con fuerza y se descargo con violentos espasmos, gruñendo como macho humano y regalándome sus densos fluidos masculinos que mi receptiva boca acogía con avidez, saboreando cada chorrito que descendía por mi paladar y garganta, luego me aferró por mis cabellos y beso mis labios frescos de su esperma, degustando su propio semen, me pareció tan salvajemente animalesco que unido a los borbotones de semen canino que continuaba a recibir mi matriz, me ocasionaron un nuevo orgasmos, me aferré a los muslos de mi marido y escondí mi rostro en su regazo, Robert acariciaba mis cabellos tiernamente.
Estaba literalmente en el paraíso, jamás me sentí más y mejor amada que en estos momentos, mi sexo trepidando alrededor de la verga de Matt y mi esposo regalándome apasionadas caricias y mimos, esperamos cerca de quince minutos y Matt suavemente como es él, me desabotonó y se giró a limpiar mi conchita, abrí mis rodillas y expuse mi coño a sus maravillosas lamidas, Robert me hacía mucho cariño haciéndome enternecer y sintiéndome mas enamorada y ligada a él, más aún que él comparte mi secreta perversión.
Ya no siento ninguna regresión en mi conciencia, mi esposo me acompaña en todas mis excursiones carnales con Matt, sutilmente le hice saber que podía copular con los otros perros y tenemos nuestras mini orgias, volví a copular con Lancelot, Circeo y se agregó Long que es el preferido de mi marido y se pueden imaginar por su nombre que su pene es el más largo de todos, gozo como perrita y hembra humana, tengo el afecto y amor de mi esposo, también nos visitaron nuestros distantes vecinos, Ryan y Lorena, tuvimos algunos acercamientos y creo que ellos también están sintonizados en nuestros gustos y preferencias, esta noche Lorena me dijo que le atraía Matt, yo le dije que era un amante premuroso y delicado, especial para ella, nos sonreímos por largo rato imaginando lo que sucedería dentro de poco, pero esa es otra historia, espero hayan disfrutado de nuestras vicisitudes calientes.
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