Reencuentro Salvaje III.

por
género
zoophilia

Los lobos se dedicaron a cazar sus presas y esa mañana bajo los primeros rayos del sol, bajaron velozmente la colina para abalanzarse contra los dos ciervos que ignaros de la presencia de los carnívoros, pastaban plácidamente buscando las raíces bajo la nieve, Valiente iba a la cabeza y dirigía sus huestes sapientemente, cortos ladridos y aullidos era el lenguaje de la manada, jadeando con sus lenguas afuera, se agazaparon detrás del bosquecillo que los ocultaba de los ciervos que pastaban atentos al paisaje y conscientes de los peligros de las montañas, sabiendo de encontrarse en territorio de lobos.


Valiente llegó a menos de cincuenta metros de los ciervos, estos estaban paralizados, se encontraban en una emboscada tendida por los reyes del bosque y la montaña, la manada los rodeó y aislaron al ciervo más viejo, rápidamente Valiente se lanzó a morder sus patas para restarle movilidad, el ciervo saltaba y se hundía en la suave nieve, su peso le jugaba contra, los lobos más livianos se movían a sus anchas, saltando y cerrándole las vías de escape, después de una quincena de minutos el ciervo cansado por el esfuerzo de su inútil fuga se desplomó y la manada dio cuenta de él.


Valiente aulló en son de victoria y aparecieron las lobas a terminar la faena, luego todos se dedicaron a comer y después se llevaron algunos restos a su madriguera a casi un kilómetro de distancia, el resto lo arrastraron al bosque y lo enterraron, para evitar que otros depredadores lo comieran, solo sus amigos los cuervos fueron admitidos al festín.


Yo desde la cima de la montaña trataba de seguir todos sus desplazamientos, Valiente ubico el lugar donde me encontraba y luego llegó cerca de mí, corriendo en el manto nevoso, llegó sin manchas de sangre, pero si con olor a carne fresca, lo abracé y el lengüeteo mi rostro, luego se adelantó enseñándome el camino a seguir en la espesa nieve, nos tomamos cerca de una hora en volver a la guarida, la cueva tenía cuatro cachorros y estaba al reparo de los vientos, el cuerpo de los animales mantenía el habitáculo bastante temperado, me senté un largo rato a descansar, Valiente había desaparecido en busca de los suyos.

Fueron varias horas las que pasaron, yo me serví una merienda de mi mochila y jugueteé un poco con los cachorros que de tanto en tanto venían a morder mi manta, la ropa térmica me hizo sentir un calor insoportable, así que me desnudé quedando solo con mis medias de lana a medio muslo y mi ropa interior térmica, no llevaba sujetador ya que la remera ajustada y elástica mantenía la mole de mis senos bastante cómodos, luego me arrebujé con mi manta.


Me quedé dormitando sobre las pieles de la cueva cuando escuché que los lobos volvían, me arrebujé con mi manta térmica, Valiente vino cabeza gacha hacía mí y metió su hocico entre las piernas y me lengüeteó mi chorito causándome vibraciones y ganas de copular con él, inmediatamente me adentré en la cueva y él me vino detrás, el resto de los lobos se dedicaron a regurgitar carne para los cachorros y las lobas se dedicaron a amantar a sus cachorros, yo las miraba con envidia, pero mi amo y señor trotaba delante mío haciéndome notar sus poderosos cojones, hinchaditos de semen que depositaría en mi útero, apuré mi paso pues ya estaba deseando sentirlo dentro de mí.

(Bailando con los lobos):
El espíritu del lobo reside en mi corazón
Mayormente en paz, pero siempre salvaje
Corriendo en el tiempo al viento que sopla
Bailando en las nubes que flotan en los Cielos.

El espíritu del lobo reside en mi alma
Anhelando escuchar la canción del Grande
Esforzándome por ser lo que soy en mi estado natural
Triunfando sólo por el Amor que el Universo me otorga.
(traducido de la novela homónima de Michael Blake)

Mi salvaje amante me esperaba impaciente, sumisa y en entrega a mi amo, me arrodille y me puse en cuatro, Valiente comenzó a saborear mi coño con su larga lengua, lo que me hizo enarcar mi espalda y morderme mi labio inferior en espera de que su maravillosa verga penetrara mi chocho húmedo, que azotara con pasión y fogosidad mi clítoris titilante, mi zona pélvica se aflojo en preparación a la penetración de su gigantesca verga, mi corazón latía con fuerza, Valiente olfateaba mi culo y lamía mi coño, yo tenía mis ojos cerrados y mis puños se habían cerrado aferrando con fuerza mi manta, baje mi torso casi apoyando mis tetas en ella y presentándole mi almejita ardiente a mi dueño.


Su fría nariz estaba entre mis nalgas, luego rasguñó mi cadera cuando salto sobre mí espalda, yo me encontraba flotando en crestas de olas embravecidas por mi lujuria, saltaba de cresta en cresta con escalofríos de placer y totalmente abandonada a la magnética corriente sexual que Valiente transmitía a mi concha, eran descargas eléctricas que estallaban en mi cerebro haciéndome vibrar demencialmente y deseando que perforara mi chorito con toda esa energía de macho alfa.


Estaba sintiendo su tupido pelaje en mi trasero, su poderoso pecho en mi espalda y su respiración jadeantes cerca de mi cuello con algunas tibias gotas de su saliva cayendo en mi ardorosa piel, me quemaba y ardía de placer, miré por entre mis muslos y vi su gigantesca polla balanceándose hasta casi tocar mi ombligo, palpitaba y se balanceaba hacía arriba y hacía abajo, su color rojo reluciente me tenía hipnotizada, luego lo vi desaparecer y sentí la presión en la entrada de mi concha, la punta de su pene hábilmente separó mis engrosados labios e invadió mi conchita.


Un ahogado quejido escapó de mi garganta cuando Valiente incrustó su lanza carnosa dentro de mí, me acomodé en mis codos y un grito, casi un chillido me hizo lanzar su potente bola sumergiéndose en la profundidad de mi sexo, él estaba enterito dentro de mí, luego comenzó a remecerme por completo con sus velocísimos embates, su miembro y su bola continuaron a crecer ensanchando mis paredes vaginales y haciéndose todo el espacio necesario, me afirmé de una roca cercana para resistir sus empujones, estaba respirando con mi boca abierta y jadeando con deseos perversos de que me follara con más fuerzas, me sentía increíblemente caliente y a gusto con su magnífico pene que me hacía tiritar mis nalgas y mis piernas lujuriosamente, con espasmos pre orgásmicos.


Jamás podré explicarlo, podría sentirme aterrorizada, furiosa y violada al ser follada por este lobo macho, pero en cambio me sometía completamente a su dominio, es más, me entregaba a él abiertamente, quería más mucho más, mi caderas empujaban hacía atrás al ritmo de sus embates, estaba decidida a tenerlo todo enterito dentro de mí, el grueso de su pene me trastornaba excitándome como una loca, cada empujón me hacía gritar de placer, toda mi vagina gozaba con esa masa de carne caliente que invadía poco a poco toda mi concha, era siempre algo renovado como sí jamás lo hubiese experimentado antes.


Valiente me tironeaba con sus potentes zampas, queriendo meter más de su pene dentro de mí, la punta de su verga acariciaba mi cuello uterino y estimulaba la ráfaga de orgasmos que hacían convulsionar mi cuerpo, me hacía sentir una excitación increíble y abrumadora como si fuera a explotar de un momento a otro, cada golpe me provocaba olas de temblorcillos que me hacían contorsionar desesperadamente, las sensaciones en mi hipersensible clítoris eran demenciales e indescriptibles, luego él se detuvo y un océano caliente de lefa comenzó a inundar mis entrañas, todo mi vientre comenzó a hincharse con la cantidad de semen descargándose dentro de mí, cerré mis ojos y me vi como la loba que amamantaba sus lobitos, echada y somnolienta con sus pezones mordisqueados por sus cachorros, con ese instinto de ser madre, soñaba con lo imposible.


Mientras mi mente divagaba en el limbo, Valiente incansablemente bombeaba esperma canino directamente en mi útero, me mire mi pancita y note la hinchazón moderada de mi vientre, mis labios vaginales estaban firmemente sellados por la gran bola de mi amante, no salía ni una sola gota de semen de mi vagina, mis ojos estaban perdidos en sus cuencas y mis glúteos autónomamente empujaban hacía atrás, haciendo que su pene refregara mis paredes vaginales bien lubricadas por la cantidad de líquido que colmaba mi chocho, lo sentía increíblemente caliente y llenaba cada recoveco de mi chuchita, sentí una excitación que me tenía al borde de otro orgasmo descomunal − ¡oh! no … me estás haciendo acabar otra vez … amor mío … ¡ssiii! … ¡ooohhh! … ¡ssiii! … cógeme más fuerte mi amor … mi vida … cógeme así rico … ¡aaahhh! – estaba totalmente hechizada por su verga diabólica, me poseía brutalmente y yo lo disfrutaba a todo evento.


Nos quedamos quietecitos y nuestros sexos palpitaban unidos firmemente, Valiente se giró y quedamos trasero con trasero, su pene enviaba señales vibratorias a mi cuerpo, el cual reaccionaba con espasmos de olas abrasadoras de intenso placer, no pude contener mí vejiga y chorritos de orina escaparon de entre mis labios vaginales, los que se confundieron con chorritos de esperma que huían del apriete de las paredes de mi vagina que se contraía sintiendo que la bola de Valiente se empequeñecía paulatinamente, después de un par de minutos su enorme pene abandono mi vagina, miré mis labios vaginales y estos temblaban por cuenta propia, me sentí excepcionalmente bien, pero las ganitas no pasaban, quería más.


Acaricié mi vientre con mis manos, mis músculos abdominales y vaginales estaban tensos por el esfuerzo sostenido, abrí mis piernas y miré una vez más mi coño, estaba hinchado de excitación, escurría desde mi chocho hacía abajo por mis piernas un torrente continuo de semen canino mezclados con mis propios fluidos estaba aturdida debido a las fuertes emociones y sensaciones vividas, el sexo con mi amante peludo era simplemente abrumador y gratificante, mientras me reponía de mis numerosos orgasmos, vi por el rabillo del ojo una loba que se aproximaba a nosotros, noté que su cola estaba alzada lo que significaba que estaba en celo, Valiente le gruño y ella se detuvo, la resistencia de él era impresionante, sin titubear un segundo, se dirigió a lamer a la loba y la montó con los bríos de su estatus de macho alfa, en segundos la estaba follando vigorosamente, la loba mantenía sus ojos fijos en mí, no logré descifrar su mensaje, pero no me pareció de celo, más bien de hermanas y me hizo regocijar, muy luego mi hermana loba estaba abotonada a nuestro mancho amante, Valiente no dejaba de bombear semen dentro de la loba en celo, ahí sentí un poco de celos, pues ella estaba siendo fecundada de verdad, cosa que para mí no era posible, un poco cansada y apesadumbrada me adormecí.


Sentí la rubida lengua de Valiente en la convergencia de mis muslos, él estaba tratando de llegar a mi chocho, no sé cuánto tiempo estuve durmiendo, pero mi amo me estaba pretendiendo y yo lo quería en mí, me doblé un poco y comencé a acariciar su forro peludo desde donde comenzaba a emerger su verga rojiza y reluciente, sentí el bulto imponente que se escondía dentro esa funda peluda y la empecé a mover atrás y adelante como a cualquier polla de macho hasta que se puso completamente dura y gruesa, latiendo con potencia, estaba admirando su peso, su grosor y lo firme que sentía al recorrerla con mis dedos.


Abrí mis muslos al máximo y Valiente empezó a lamer mi vagina como si se tratara de una fuente donde calmar su sed, estaba empujando mi concha dentro de su hocico, su nariz fría hizo contacto con mi clítoris haciéndome tiritar, pero no precisamente de frio, mi sangre se estaba sobre calentando y recorría mis venas a toda velocidad provocándome un hormigueo generalizado en todo mi cuerpo, especialmente en mis senos y pezones que se erguían duros, la lengua de Valiente viajaba al interior de mi chuchita y extraía mis líquidos abundantes haciendo que mi coño pareciera resbaladizo, entonces alcancé la polla bajo su vientre y comencé a lamerla sedienta de su semen que en pequeñas gotitas llegaban a mis papilas gustativas, los veinte centímetro de polla estaban tocando mi garganta causándome unas arcadas espontaneas que pude controlar rápidamente.


Estaba chupando y lamiendo su sexo vigoroso y él hurgueteaba juguetonamente con su lengua en mi chocho caliente y cremoso, él tenía la suficiente experiencia como para saber cómo me gustaba más y realizaba todo su mejor esfuerzo por complacer a mi coño encantador, mientras tanto yo seguía tragándome su pene magníficamente duro que se hacía espacio en mi boca, paladar y garganta, tratando de no perder mi concentración, ya que su lengua se enroscaba, se estiraba y serpenteaba dentro de mi causándome mil sensaciones de placer y haciendo brotar de mi concha ardiente cada vez más fluidos.


No había nada que nos pudiese distraer, el me daba todo, un inmenso placer que me hacía enloquecer y yo me aferraba a su miembro tratando de amarlo y adorarlo con todo mi ser, en el atardecer del bosque, el universo entero nos pertenecía a Valiente y a mí, las otras lobas se habían echado en nuestra cercanía y nos miraban atentas, como haciendo un cerco para que nada ni nadie nos importunara, éramos la pareja alfa y había un respeto jerárquico ineludible en su actuar, todos no protegían.


La rígida, gruesa y dura verga de Valiente seguía palpitando en mi boca, su semen se había esparcido por la comisura de mis labios, mejillas y cuello, humedeciendo mis cabellos, mis manos se deslizaban a lo largo de su erección, quería esa polla magnifica dentro de mí y la quería dura y gruesa, él empujo mis muslos y yo entendí que me quería montar, pero lo haríamos a mi modo, yo lo quería en la posición del misionario, así que mientras el trataba de hacerme caer, llevé mi manta y unas pieles a la roca plana que había dentro de la cueva, las extendí y me recosté, él sabía ya que hacer.


Abrí más mis piernas cuando él empujo mis muslos, sentí su hocico con su cálido aliento en mis labios vaginales, entonces él azoto mi clítoris con un certero golpe de su lengua ofidia, mi cuerpo entero se estremeció, mi espalda se arqueo apuntado con mis duros pezones hacía arriba, mis uñas arañaron la dura piedra bajo de mí, todo mi ser se aprontaba e invocaba suplicante la penetración de su pene majestuoso, cuando él puso ambas patas delanteras en la roca al lado de mi caderas, lo abracé y lo atraje hacía mis tetas, anhelaba sentir esos pelos de su pelaje punzando mis pezones como millones de puntitas que me provocaban lascivas cosquillas, sobre todo en mí zona pélvica donde su verga se aproximaba meciéndose provocativamente casi rozando la entrada de mí mojada concha.


Valiente, habituado a cogerme también en esta posición, avanzo con un par de saltitos e inserto su pene que encontró la entrada de mi chocho invitante, le bastaron no más de tres fuertes empujones para empalarme con su verga, hice rechinar mis dientes sintiendo como esa verga magnifica me llenaba poco a poco, creciendo e inflándose dentro de mí, ¡mi dios! que verga más exquisita, su denso pelaje me impedía morder su piel, la sensación de su pene ensanchando mis rosadas carnes era indescriptible, me tenía al borde del orgasmo y todavía no comenzaba a follarme.


Estaba meneando mis caderas para absorber cada milímetro de esa pija enorme dentro de mi concha rosada que se abría como pétalos de una flor tocada por un rayo de sol matinal, mis gemidos eran los únicos sonidos dentro de la cueva, cada centímetro de polla que se afianzaba en la profundidad de mi vagina, me hacía emitir grititos y gruñidos animalescos, me había convertido en un animal más de esta manada de lobos, una loba de dos patas.


Valiente se acomodó e inició sus potentes y veloces embates a mi chuchita, su verga se expandió hasta mi cérvix, grité en agonía sintiendo una especie de dolor y placer cuando la punta de su polla estimuló el ingreso a mi útero, me aferré a su pelaje y me corrí intensamente, vibrando con todo mi cuerpo, moviendo en modo salvaje mi pelvis contra el forro de su pene que punzaba mi clítoris que temblaba y me hacía convulsionar en un sinfín de orgasmos, jadeaba, lloraba y bramaba con mis espasmos.


El gran lobo había reducido sus embates y lo sentía jadear y gruñir, luego comenzó el bombeo demencial de su esperma directamente dentro de mi útero, metí una mano entre su pelaje y mi piel y acaricié mi delicado clítoris lo que me hizo temblar, trate de imitar el suave gruñido de las lobas mientras se aparean y él lo agradeció con su lengua en mis mejillas y cabellos, después le hable casi en un susurro pidiéndole que me follara por toda una eternidad, le hablaba y lo acariciaba sintiendo su peso sobre mí y su pelaje excitando mi piel desnuda – dame tu polla amorcito … goza con mi chochito estrecho tesoro mío … amante mío cógeme con fuerza … soy tu hembra, hazme tuya una y otra vez … te quiero así dentro de mí, amor mío – mi voz se había convertido en un murmullo continuo que acompañaban las ondas orgásmicas que golpeaban todo mi ser, sintiendo ese océano de semen recorriendo todos los recovecos de mi sexo.


Valiente sabía cómo cogerme en modo prolongado, mi coño ordeñaba su polla succionando hasta la última gota de su semen, mis grandes pechos mullidos, hinchados y aplastados con el peso de él, mis piernas rodeando sus ancas, mis brazos tratando de envolver su cuello y atraerlo más hacía mí, tenerlo en lo profundo de mis entrañas era lo más bello de todo, me gustaba sentir su fuerte respiración, sus jadeos mientras descargaba más y más esperma en mi matriz, me impregnaba con su esencia masculina, me inebriaba el olor ocre de sus fluidos, ese calor que me inyectaba su esperma, ese modo delicado y a la vez salvaje de poseerme, todo me excitaba estando junto a él.


El bajo nivel de luz en la caverna hacía que todo fuera más erótico y sensual, había varios pares de ojos que nos observaban, pero esas miradas no nos disturbaban, pues ellos eran compañía, éramos una manada y todo lo que hacíamos pertenecía al ámbito de la manada y la sensación de pertenecer al grupo era algo que me hacía sentir alborozada, mi coño de loba humana invadido por la enorme polla del macho alfa, me hacía una hembra más del clan, mis piernas con Valiente en medio, su pecho enorme presionando mis tetas, mis brazos jalándolo dentro de mí, sintiendo palpitar su pene gigantesco, mis músculos vaginales envolviéndolo con las fuerzas inusitadas de mis orgasmos que hacían que mi pequeño coño se contrajera en espasmos continuos que me hacían gritar de placer y lujuria desenfrenada.


Comencé a sentir chorritos que se escapaban de mi apretado coño, señal de que tanto su bola como su pene se empequeñecían y luego sería liberada de su penetrante miembro que no cesaba de latir en mí, no quería dejarlo ir, en este momento él era mío, lo apreté fuertemente a mí y el volvió a lengüetear mi viso y mis cabellos, me entregaba no solo su sexo, sino también su afecto, su amor y su pasión, él jaló sus cuartos traseros y su pene se deslizó fuera de mi concha dejando un inmenso vacío en mí, al mismo tiempo una cascada de semen se vertió a tierra escurriéndose a lo largo de mis muslos y piernas, él se avecinó a mi lado y lengüeteó mis tetas, yo las agarré en mis manos y se las ofrecí a las caricias de su lengua, desnuda y recostada sobre la piedra, recibiendo las amorosas atenciones de mi amante peludo, que me hacía sentir renovados deseos por él.


Valiente luego se echo a los pies de la roca y se puso a limpiar su miembro magnifico, entonces yo baje de la piedra y me acuclillé a su lado tomando en mis manos su carnoso pene y procedí a limpiarlo de mis fluidos y los suyos, me arregle mis cabellos en un moño y mire que la manada yacía tranquila a nuestro alrededor, los machos dormían y las hembras nos miraban con cierta atención, una de las lobas amamantaba sus tres cachorros, yo incliné mi torso y continué mamando el pene de mi amante que lengüeteaba mis cabellos y mejillas.


En la quieta soledad de la montaña, estábamos gozando un merecido descanso, Valiente se levantó y yo me arrebujé con mi manta, el poderoso lobo se fue a olfatear el chocho de la loba en celo y en pocos minutos estaba pegado con su sexo al sexo de ella, le inyectaba su semen tratando de impregnar con su esperma los óvulos de ella y así mantener la descendencia en cachorros poderosos desde donde emergerá el próximo macho alfa, es la vida de este Wolf pack, es decir, la definición precisa de este grupo de lobos unidos por la lealtad, el afecto y respeto hacía su macho alfa y que harán de todo para protegerlo a él y al grupo, los cuales a su vez se protegen los unos a los otros.

Criticas, comentarios e ideas se agradecen, escribir a:
luisa_luisa4634@yahoo.com

escrito el
2021-05-03
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