La noche del apagón.
por
Juan Alberto
género
incesto
Quizás en que momento se me paso por la cabeza de que esta noche iba a ser la noche, voy a cumplir diecinueve años, soy una estudiante aventajada de la universidad, trabajo durante los meses de verano para paliar mis gastos personales, tengo una muy buena relación con mis padres, un hermano que es un ejemplo en el Campus, me considero agraciada tengo muchos amigos, me preparé para estar esta noche con él, me ilusioné con él … ¿Y que obtuve? … una serie de insultos y romper mi relación de casi un año con este idiota de mi exnovio, casi me empujaba para echarme de su lado. No me considero una mojigata, mi idea de entregarme a mi primer hombre no se acercó ni siquiera un poco a la odiosidad y grosería que resultó esta desafortunada noche con él.
¡Sigo siendo virgen! … ¡Tengo diecinueve y nadie ha roto mi himen! … ¿Por qué? … No tengo una respuesta, quisiera inventarme una, pero no encuentro una correcta … ¿Será que no he conocido todavía el tipo adecuado? ….. Lo sé que algunos chicos han comenzado a mofarse de que soy lesbiana, pero esto no es así.
Sí, es cierto que una vez me bese apasionadamente con una chica, pero eso fue una apuesta de unos estúpidos chicos que perdieron el dinero que apostaron, ni yo ni mi amiga somos lésbicas, pero se corrió la voz de que sí lo éramos.
Creo que debo continuar a esperar a mi príncipe azul, hasta creo saber donde está, pero mi corazón me lo niega, no estoy segura de que será él, es él que derrite mi corazón y hace humedecer mis bragas, él es tan cariñoso y amoroso, pero no me ve con los ojos con los que yo lo veo a él, ruego que sea él y lo espero.
—¡Marlene!, déjate de fantasear y atiende a la señora, por favor …
El que me grita es mi jefe, también es mi hermano mayor que se hace cargo de la tienda de mamá durante el verano, se llama Francisco. Mamá lo deja a cargo y ella se relaja en casa por algunas semanas. Me dirijo y atiendo a la clienta, le muestro algunos artículos que ella va buscando, luego la acompaño a la caja y termino la transacción, mi hermano me está mirando, le sonrió y le muestro un dedito para arriba de que todo está bien, me sonríe afectuosamente con sus casi dos metros de estatura.
—¡Eres genial, Marlene! … ¡Eres la mejor! …
Su sonrisa es un bálsamo para mi alma, lo miro y me vuelvo a atender a otra persona, él está ocupado atendiendo a una chica, una hermosa chica, quizás sea otra puta de esas que lo persiguen, él es muy popular entre las chicas, algunas de mis amigas me han hablado de él en términos muy halagüeños, románticos y cachondos, hasta me he sentido celosa … ¡Sí!, celosa de mi hermano, se imaginan que bobería.
Hoy es viernes y cerraremos más temprano para aprovechar un par de horas la piscina, en estos meses de calor es lo único que nos apresuramos a hacer, nos gusta disfrutar de la frescura del agua y la temperatura un poco menos elevada del atardecer.
Si él no tiene cita con su novia nos iremos a casa juntos, nuestros padres se han ido por el fin de semana, el sol se esconde casi a las nueve de la noche, podemos estar un par de horas en la piscina, beber algún jugo de fruta tropical, luego una película y después una noche de sueño reparador. Todas mis amigas tenían programa con sus novios, yo me había dejado con Mauricio, así que estaría en casa sola, no tenía otros planes que disfrutar lo mío.
Normalmente Francisco me deja las llaves sobre el mesón y el se va a casa de su novia, Evelyn, una muy buena amiga mía que me cuenta de como está bien con él, yo me voy a casa en el Metro, pero esta vez Francisco me dice que me dará un aventón a casa, ya que ha discutido con Evelyn y esta lo ha mandado a freír monos, me sorprendo, pero no hago comentarios. Una vez en el auto no puedo contenerme:
—¿Por qué te vas a casa? … ¿Qué te ha sucedido con Evelyn? …
—Nada … una tontería …
—Sí ella se sintió tan afectada como para enojarse … no debe haber sido una tontería … ¿Qué le hiciste? …
Vi su cara un poco deprimida, casi triste, se quedó rumiando una respuesta:
—Nada … solo que me sorprendió haciéndole un masaje de hombros a Kathy … algo sin malicia ni segundas intenciones … pero como sabes que ella y Kathy no se llevan bien, me hizo un escándalo, se enojó y me dijo que no la llamara este fin de semana pues se iría al cine con sus amigas …
—Pero si Evelyn sabe que estás estudiando para quiropráctico y eso te hace un experto en masajes … si era tan inocente como tú dices … ¿Por qué ella se enojó tanto? …
—Por qué ella odia a Kathy … por eso …
—¡Umph! … así que te has quedado sin chica para esta noche … ¿Eh? …
—Así es … por eso voy a casa contigo … necesito descansar …
—Bueno … ¡Genial! … espero no aburrirte …
—Pero bueno … como sé que te gusta ver una película … no quiero ver una cosa melosa y romántica, así que la película la elegiré yo … ¿Te parece? …
—¡Ay! Hermano … lo que tú digas … eres el hermano mayor ¿No? … Tú mandas …
—Gracias hermanita …
—También llamaré a Evelyn, le daré razón de que te comportaste como un idiota y luego le haré ver todas las cosas lindas que se está perdiendo al no estar contigo …
—¡Marlene … eres la mejor … gracias! …
Me pareció un poco sarcástico, pero su mirada adquirió un brillo esperanzador.
—Si tú vas a elegir la película, yo ordenare una pizza y sushis para la tarde … ¿Te va? …
—¡Pero por supuesto que sí! …
Llegaron las pizzas y sushis, nos dedicamos a comer y Francisco eligió tomar cerveza y yo le dije que lo acompañaba, total mañana no debíamos levantarnos temprano, él me tendió una cerveza heladita y disfrutamos la comida mientras charlábamos de las cosas del día, luego nos fuimos a la piscina por casi una hora, se había ido la luz diurna y Francisco dijo que nos fuéramos a ver la película que él había elegido.
Fui al refrigerador y saque dos cervezas más, como no estoy acostumbrada a beber, con la primera cerveza ya me sentía un poco extraña, estaba comenzando a hablar arrastrando las palabras y me equivocaba en la pronunciación, Francisco sonreía contento y divertido viéndome un poco ebria y escuchándome a hablar con mi lengua enredada, la película era divertida y me estaba entreteniendo bastante y al parecer Francisco también.
Repentinamente sentimos un fuerte zumbido y una explosión, luego se hizo la obscuridad completa, un transformador de energía eléctrica había explotado, Francisco encendió la luz de su celular y nos asomamos a la calle a averiguar si alguien sabía algo de lo sucedido, nuestra vecina ya estaba sobre la acera, apenas nos vio dijo que había llamado a la empresa de electricidad y que se necesitarían de tres a cuatro horas para reparar el desperfecto, nos devolvimos a casa, sin electricidad no hay película, yo ya estaba bien mareada con dos cervezas, pero mi hermano mayor parecía en perfecto estado.
—Marlene, dame otra cerveza antes de que se empiecen a entibiar …
—Tienes razón bebamos otra cerveza y vayámonos a la cama, sin electricidad no hay nada más que hacer …
—Sí hermanita … mañana es otro día y tengo que ir a recuperar a mi novia …
—¡Esa boba! …
—¡Que dices, Marlene! … ¿No es tu mejor amiga? …
—¡Sí, pero es una boba al enojarse contigo! … ¡No sabe lo que se está perdiendo! …
—¡Es muy lindo de tu parte Marlene que te preocupes … pero este es un asunto mío! …
—¡Perdóname, pero no lo puedo evitar! …
—¡Pierde cuidado! … ¡Ya quisiera saber yo, por qué tú estas aquí y no con tú chico! …
—¡Por qué es un idiota y se sobrepaso conmigo! …
—¡Ah!, entonces sí es un idiota … pero si era tú chico, por qué no estuviste con él …
—Por qué, no lo he hecho con nadie y quiero hacerlo cuando encuentre al chico correcto …
—¿Cómo qué no lo has hecho con nadie? … ¡Eres una chica muy popular! …
—¡Sí, soy popular, pero no soy una chica cualquiera …
—¡Sí, pero pensé que ya lo habías hecho … eres muy linda … además, pololeaste con Leonardo, Mauricio, Sebastián y ahora te dejaste con Mauricio, pensé que ya alguno te había domado …
—Pues pensaste mal … yo no soy así …
Me miraba inquisitivamente, lo había sorprendido mi revelación de que aún era virgen, se me quedó mirándome sin decir nada, luego trató de concluir la conversación:
—¡Hermanita … eres hermosa … de seguro tienes un príncipe esperando por ti! … ¡Ya verás! …
—¡Sí, lo sé! … Pero mis sueños son casi imposibles …
—¡Pero … por qué imposible! … ¿No me digas que te gustan las mujeres? …
Lo miré y me reí de su pregunta, él parecía excitado y confuso ante la idea.
—¡No! … ¡Por supuesto que no! … Mis preferencias sexuales las tengo muy claras y definidas … definitivamente me gustan los chicos … y me gusta un chico muy especial …
—¡Luis Miguel! … Mi mejor amigo … no me digas que estás enamorada de él … si quieres yo podría ayudarte …
—¡No! … No es él … es alguien muy cercano a mi …
—¡Te lo he dicho! … Eres una hermosa mujer y no deberías tener ningún problema en encontrar un chico con el que puedas estar …
—¡Lo sé! … pero el tipo justo para mí no está libre …
—¡Te has enamorada de un hombre casado! … ¡Uy!, hermanita estás en un lío …
—¡No! … Tampoco es eso … ¿En realidad quieres saberlo? …
—¡Por supuesto que sí! … ¡Tengo que saberlo para ayudarte! … ¡Haría cualquier cosa por ti! … ¡Si sabes quien es, dímelo! …
—¡Sí! … sé quién es, pero no puedo decírtelo …
—¡Pero por qué no! … ¡Si tiene novia espéralo! … ¡Pero dímelo … por último para darle una paliza y mostrarle la cosita hermosa que se está perdiendo! …
—¡No! … ¡No puedo decírtelo! … ¡No puedo! …
Escapé con lágrimas en los ojos, me fui a mi habitación casi tastabillando por las penumbras y por el efecto de las cervezas, me dejé caer en mi cama sollozando.
Lo sentí llamar a mi puerta:
—¡Marlene! … ¿Estás bien? … Lo siento si te he molestado … si lo hice, fue sin querer … ¡Perdóname! …
—¡No te preocupes! … ¡No has hecho nada! …
—¡Sea lo que sea que haya dicho te pido disculpas! … ¡Me duele verte así! …
—¡Ándate! … ¡Déjame tranquila! … ¡Tú no has hecho nada, no es nada de lo que dijiste! … ¡Pero no te puedo decir lo que me hace sentir así! …
—¡Lo siento hermana! … ¡Haría cualquier cosa para hacerte sentir mejor! … Lo sabes, ¿no? …
Lo vi genuinamente preocupado y esto no hacía más que sentirme peor, me estaba destrozando, no podía continuar así, él se encontraba ahora sentado a mi lado, mis lágrimas caían en cascada, me giré a mirarlo entre gemidos y lloriqueos:
—¡El hombre justo! … ¡El mejor chico que conozco! … ¡Al cual quisiera entregarme, esta demasiado cerca de mí! …
—¡Pero! … ¿Es uno de tus amigos? … ¿Lo conozco? … ¿O es …? …
—¡Eres tú, hermano! … ¡Es a ti a quien amo! … ¡Tú eres el chico perfecto! … ¡El hombre dulce y amoroso al cual quisiera entregarme! … ¡Eres tú! … ¡Lo sé que no está bien! … ¡Que soy una enferma! … ¡Que soy una pervertida! …
Volví a estallar en lágrimas, pero era un llanto liberatorio, por fin se lo había dicho, si él me deja y me abandona por la eternidad, bien merecido lo tengo, pero me había sacado un peso de encima, tenía una herida que podía comenzar a sanar, me tomó una mano y luego me tiró hacia él, me sentí feliz acurrucada en sus brazos y sintiendo el latido de su corazón, nos iluminaba solo la tenue luz de su celular, lo que hacía más romántica la escena, me apreté a él sintiéndome segura bajo la coraza de sus pectorales.
—¡Ya! … ¡Está bien! … ¡Hermanita no llores más! … Y, ¿De cuando que sientes esta atracción? …
—¡Quizás unos cuatro o cinco años! … Todavía era una niña curiosa, escuche cuando hiciste el amor con Ada, ella luego llamo a una amiga de ella y le contó como lo habían hecho, lo caballero que fuiste con ella, muy dulce, gentil y preocupado por ella, toda tu atención era para ella, dijo que había sido como un sueño, no había sentido dolor y tú te habías preocupado de que ella lo disfrutara y no fuera algo traumático, ella descubrió contigo como era bello hacer el amor, el sexo contigo era siempre gratificante y especial, dijo que eras un chico maravilloso …
—Pero cualquier muchacho puede ser así amable y respetuoso …
—¡Te equivocas! … yo he probado ya con cuatro chicos y han sido un desastre, torpes, mal educados, violentos y agresivos, sin ningún respeto … piensan solo a encajarte su cosa en la vagina … sin romanticismo … sin pasión … asquerosos …
Él me acariciaba mis cabellos y yo respiraba envuelta en sus maravillosos brazos, todavía estaba llorisqueando y mi respirar era irregular:
—¡No creo ser único! … ¿Sabes? … ¡Deben existir otros tipos como yo! … ¡Debes seguir buscando tú ideal de hombre! … ¡En alguna parte él está ahí esperándote! … ¡Debes confiar y el día menos pensado lo encontraras! …
—¡Resulta difícil confiar! … ¿Cómo puedo saber si lo único que quiere es acostarse conmigo? … ¿Cómo sabré si está solo intentando llevarme a la cama? … A Barbara le tocó uno así y prácticamente la violó, luego el chico desapareció, se río de ella … ¡No quiero que eso me suceda a mí, quiero que sea con un hombre en quien confío, que sea gentil y me acepte si no sé hacer las cosas como él quisiera! …
—¡Sí, no es fácil encontrar a la persona justa! …
Se quedó una vez más pensativo, no tenía una respuesta que solucionara mi caso, estaba confundido al igual que yo, le dije que también me había enterado de otras chicas que habían estado con él esa primera vez y todas coincidían de que había sido un amante de otros tiempos, un hombre diferente, el hombre ideal, ninguna tenía recriminaciones hacia él, todas recordaban el momento como algo muy dulce, romántico, cautivante, quedaron prendadas de esa dulzura y se sentían de haber perdido algo especial cuando tuvieron que terminar con él por humanas razones, celos, intransigencias, posesividad, etcétera.
—Sea como sea, Marlene … nosotros no podemos hacer lo que tú quieres o quisieras … ¡No es posible! … Lo entiendes ¿No? …
—Lo sé … Lo entiendo … Pero si se tratara como una única vez … Mi primera vez … Entonces tendría esa primera vez especial, con un chico especial y me rendirías feliz, yo confío en ti … Sé que está mal y que no tenemos un futuro … Pero eso no me importa … Quiero solo vivir ese momento con alguien que me sepa prender … Que lo haga conmigo por lo que soy … Que se entregue a mí, así como yo me entrego a él … nada más importa … solo ese instante especial … solo un hombre y una mujer … solos tú y yo …
Si bien me sentía liberada, no me sentía en mi modo más esplendido, con el llanto había arruinado mi maquillaje, había confundido a mi hermano, él estaba luchando consigo mismo, me estrechaba con dulzura a su pecho, pero estaba silencioso, una de sus manos se apoyo a mi cintura y lo sentí como las fuerzas de sus brazos me alzaban hacia sus labios, hubo solo un roce mínimo con mi boca:
—¡Y! … ¿Có … cómo crees … emh … que podríamos hacer eso? …
Con la fuerza de mi torso alcancé sus labios y los besé, no fue un beso pasional, pero sí de amor:
—¿Qué dices? … ¿Lo harías? … ¿Lo haríamos? … ¿Deveras? …
Me dio un casto beso en la frente y me estrechó más a él, yo sentía que me abría las puertas al paraíso:
—¡Sí! … ¡Va a ser algo extraño … pero entiendo lo que quieres … sabes que seré dulce y amable … sabes que no te causaré daño …
—¡Sí! … Si te ayuda … puedes pensar en que lo estás haciendo con una de esas modelos que tienes en tu fondo de pantalla …
—¡No! … No es necesario … eres la más bella de todas … más en este momento …
—¡Oh!, hermano … cuanto eres dulce …
No sabía como empezaríamos, yo estaba aún en sus brazos temblando de emoción y sintiéndome excitada, al fin tendría al hombre justo, al hombre con el cual soñaba perder mi virginidad, no me importaba que fuera mi hermano, solo quería sentirme mujer con él.
—Creo que sería mejor que fuéramos a mi habitación …
—¿Qué dices? …
—Los … los condones están en mi cuarto … es mejor si vamos allí … debemos cuidarnos … es lo mínimo que tenemos que hacer …
Me ayudó a levantarme, luego nos fuimos de la mano a su dormitorio, cerro la puerta colocando el cerrojo de seguridad, me sonrío:
—Se supone que papá y mamá estarán fuera todo el fin de semana, pero es mejor asegurarse … ¿No crees? …
Alumbrándose con su celular, busco unas velas y las encendió, la obscuridad se disipó, pero la luz era tenue, casi para darnos un marco de romanticismo y anonimato para esconder nuestras propias identidades y permanecer solos como hombre y mujer, de la mesita de noche saco un tira de tres condones y los colocó bajo la almohada, mi conchita se contrajo por primera vez.
—¿Tres? …
—¡Sí! … es solo por si alguno se rompe … ¿Sabes? …
—¡No! … No lo sé … Soy virgen … ¿Recuerdas? …
—¡Sí estás muy estrecha … muy apretadita … un condón puede romperse! …
Él se había ruborizado, era muy tierno y una razón más para amarlo, me tomó de la mano haciéndome recostar en su cama, luego se acerco a mí y sentí sus labios en los míos, su lengua invadió mí boca y busco la mía, exploramos nuestras bocas, estaba disfrutando este beso que se prolongaba y me hacía respirar cada vez con mayor afano, sus brazos me envolvieron y me hicieron girar sobre su cuerpo, me estrechaba y se sentía increíble, acaricié sus cabellos, nos besamos por una decena de minutos, yo había besado muchas veces, pero esto era diferente, sentía que él me guiaba con una ternura infinita que derretía mi corazón.
Muy despacio me colocó bajo de él y comenzó a desvestirme, abrió mi blusa y dibujó mis senos por sobre mi sujetador, me estaba humedeciendo rápidamente, me sentó en la cama mientras me besaba y mi sujetador y blusa desaparecieron como en un acto de prestidigitación, sentí sus dedos aprisionando mis pezones túrgidos, no cesaba de besarme y me embriagaban sus labios, me rozaba por todas partes y en ninguna parte se detenía, con la luz de las velas se creaban sombras inverosímiles, la vela de la mesita de noche iluminaba mis senos y estos ensombrecían su rostro, luego él asomó sus ojos brillantes cuando su boca se cerró sobre mi pezón izquierdo, lo chupaba suavemente mientras con su mano apretaba mi seno derecho, por largo rato observe su cara de niño bueno mamando de mi teta, no pude evitar de acariciar sus cabellos y apretarlo contra mi pecho.
—¡Oh! … eres tan … hermosa hermana … tan increíblemente perfecta …
Tiraba de mi pezón con sus dientes y me pellizcaba el otro, me hizo arquear mi espalda de puro placer, sus caricias se sentían increíbles, me hacía sentir jodidamente bien y mi coño se humedecía cada vez más, acarició mi vientre mientras desabotonaba mi falda, luego bajo el cierre y comenzó a tironear hacia abajo para desvestirme, levanté mis glúteos para que pudiera quitármela, se quedó mirando mis bragas con dibujos de animalitos, con la escasa iluminación de seguro no lograba ver mi coño con claridad, mis vellos púbicos son escasos, un ligero amasijo de pelitos casi invisibles, yo no me depilo, pero me corto los vellos que sobresalen de mi bikini, él acerco su rostro a mi conchita y olfateó mi salvia, mis muslos temblaban ante la proximidad de su boca y su lengua, jamás hombre alguno me había tenido tan sumisa y entregada, y quería más.
Su cara fue de asombro cuando vio qué alzaba mi culo y voluntariamente me bajaba mis bragas humedecidas, él me sonrió y me dio una mirada inquisitiva como para decirme que podíamos echarnos atrás si yo lo quería, yo estiré mis brazos y atrapé su cabeza dirigiéndola a mi panocha pulsante y deseosa de sus caricias, él comenzó a besarme todo el vientre y luego se fue deslizando a mi conchita, no pensé que lo haría, había escuchado a unos chicos dar muestras de disgusto al sentir hablar de sexo oral, pero él no se detuvo, beso y lamió mis vellitos, luego abrió mis piernas y vi que su cabeza se perdía en la obscuridad de mi ingle, entre mis tetas podía observar sus cabellos y su cabeza un poco estática, como evaluando la situación, de pronto lancé un ardoroso gemido cuando su lengua se precipitó en mi hendedura, separando mis labios mayores y acariciando con su punta mis rosaditos labios menores, su labio superior rozaba mi clítoris haciéndome temblar.
Él empujo mis piernas hacía arriba y yo perdí la noción del tiempo, entre quejidos, chillidos y convulsiones, me hizo que me corriera intensamente, mi vientre plano se había hundido y mi respiración era totalmente irregular, poco a poco comenzó a lubricar mi chocho, yo todavía tenía mis piernas tiesas y no lograba relajarme de tanto placer que él me daba, estaba increíblemente caliente, mi coño tiene grandes labios, él tomaba en su boca uno a la vez, lo chupaba y lo saboreaba, luego lo hacía con el otro, empecé a retorcerme bajo su boca omnívora y hambrienta, insertó un dedo y luego otro, comenzó a follarme con sus dedos y a devorar mi clítoris, me hizo convulsionar otra vez, trataba de zafarme y alejarme de esa lengua torturadora, mi glúteos se alzaban con fuerza en el aire, pero él no me soltaba, sentí que se me escapaba la orina y el cerró con su boca toda mi concha para beber mis fluidos, creí morirme, no tenía fuerzas ni siquiera para sentir vergüenza, ni menos cuando me di cuenta de que él también lo disfrutaba.
—¡Oh! … mi Dios … ¡Oooohhhh, Dios mío! … ¡Qué superbo! …
Abrí mis ojos y miré hacia abajo, me encontré con sus dientes blanquísimos luciendo una feliz sonrisa, su rostro estaba completamente sudado y empapado.
—¿Entonces? … ¿Te gustó? …
—¡Estuvo perfecto! … ¡Fue más de lo que jamás soñé! … ¿Pero, te oriné? …
—¡No! … ¡No lo hiciste! … ¡Pero, te mojas mucho y eso a mi me encanta! …
—¡También tú estabas haciendo muchos ruidos y quejidos! …
Se levantó y pude ver una gran protuberancia en sus pantalones y si no me equivoco, también había una mancha húmeda:
—¡Me excité mucho y casi me vengo, pero no me sucedió! …
—¡Quítate esos pantalones! … ¡Quiero verte! … ¡Muéstrame, por favor! …
A la tenue luz de las candelas vi que se ruborizó, no entendí nada, acababa de comerme el coño que casi me mata y ahora se sonrojaba por mostrarme su pene. Hizo un ademán como que se encogió de hombros y se quito juntos sus pantalones y boxers. Salto desafiante una tremenda polla larga y gruesa, estaba totalmente erecto y apuntaba hacia el cielo, me senté en la cama como hipnotizada con esa verga majestuosa, como si ese pedazo enorme de carne tuviese un imán, me enderecé, me arrodillé a mirarlo de cerquita, se veía totalmente apetitoso, inmediatamente lo quise sentir en mi boca.
Primero lo tomé con una mano y no logré abarcar toda su circunferencia, era muy grueso, después mi mano parecía la mano de una liliputiense aferrando esa gigantesca verga, se sentía muy cálido y sólido como una roca, habían perladas gotitas que escurrían de su cabezota, ahí puse mi lengua, quería saborear ese néctar de mi hermano, cuando fui a engullirlo él me detuvo:
—¡Espera! … ¡Eso después! …
Me beso apasionadamente en los labio, con suavidad aparto mis cabellos de mi rostro y me beso la frente:
—¡Recuéstate y relájate! … ¡No seré brusco! …
Vi que alcanzaba un condón rojo y lo desenrolló sobre su miembro, tenía una cara muy seria, yo me reí nerviosamente pensando a un acto de iniciación solemne y religioso. Sentí su pene presionando mi vientre cuando él se agachó para besarme, nos besamos una y otra vez, yo no estaba turbada ni sentía miedo, por un rato nos perdimos en esa pasión de amantes, luego él se enderezó y me miró fijamente como buscando algún titubeo en mí, yo aferré su cintura y lo tiré a mi sexo, entonces él bajó su mirada hacia su polla.
Mis labios regordetes y amplios sintieron la presión de una verga verdadera por vez primera, poderosamente se adueño de mi boquete vaginal, con fatiga su pene se adentró en mi y luego se detuvo al tope de mi himen gallardo y valiente que defendía mi calidad de doncella, pero la prestancia del guerrero armado de capa de látex pudo más, y lo hizo estallar en mil jirones, contuve la respiración y mis dientes rechinaron, luego solté un grito ahogado:
—¿Estás bien, pequeña? … ¿Si duele mucho lo saco? …
Tenía mis ojos cerrados, pero sus palabras retumbaron en mi cabeza, por respuesta me aferré a él con piernas y brazos, finalmente mi sueño se hacia realidad, él estaba dentro de mi ensanchando mis carnes a sus dimensiones, lo sentí quedarse inmóvil por largo rato, solo yo me movía y apretaba mis dientes mientras esa polla me estiraba mis pliegues ya no vírgenes, su miembro estaba profundamente encastrado en mi concha y por nada al mundo lo dejaría ir:
—¡Dios mío! … ¡Oh, mi Dios … estás dentro de mí! … ¡Que rico que se siente! …
—¿Estás segura? … ¿Estás bien? …
—¡Uh-Huh! … ¡Se siente tan rico! … ¡Cógeme, hermanito! … ¡Cógeme así rico! …
Comenzó a acariciarme y besarme, su pene entraba y salía de mi vagina, hasta lo más profundo y luego lo retiraba hasta dejar dentro solo la puntita, todo este restregar de carnes me volvía loca, le mordí su cuello y enterré mis uñas hasta hacerlo sangrar, enterrando mis talones en sus glúteos empujándolo cada vez más dentro de mí, una y mil veces enterró su verga en mi chocho caliente, estábamos convertidos en un solo ser, estábamos unidos férreamente por nuestros sexos, unidos por el placer en una danza de amor y sensaciones, él jamás dejaba de acariciarme y besarme, disfrutábamos plenamente nuestra unión, él se despegó de mí, mi vagina se contrajo alarmadamente, pero luego el levantó una de mis piernas y volvió a penetrarme profundamente, agarrado de mis caderas me bombeaba una y otra vez con su macizo pene, después me hizo arrodillarme y colocándose detrás de mí, empujó mi torso hacia adelante, su miembro recorrió mi fisura enrojecida de arriba abajo, para luego empujar toda su longitud dentro de mí, me hizo enderezarme sintiendo que su asta me atravesaba de lado a lado, me cogió con fuertes embistes que me hacían gritar, luego rodamos sobre la cama y él me dejo montar su miembro, mi coño estaba adolorido, pero el placer superaba cualquier dolorcillo.
Cabalgué su miembro saltando como enloquecida sobre ese mástil de velero que hacía ondear los labios de mi concha con furor, siempre cuando estaba por correrme él hacía que cambiáramos de posición y comenzábamos casi todo de nuevo, volvimos a la posición del misionero, yo con mis piernas abiertas como las alas de un águila, él besándome y acariciándome, tomando mi cintura para enterrarme su pija que ahora se adentraba en mi conchita con cierta facilidad, después comenzó un frenesí de profundas estocadas, él gemía y se quejaba y yo gritaba enterrando mis uñas en sus brazos que me aprisionaban, trataba de juntar mis muslos pero me era imposible, después me aplastó en la cama, me tomó de los hombros y comenzó un frenético movimiento enterrando su pene en lo profundo de mi vagina, enloquecí por completo y no podía dejar de gritar, me tenía empalada en su miembro que palpitaba dentro de mi chocho que se contraía salvajemente alrededor de su verga:
—¡Oooohhhh! … ¡Aaarrrggghhh! … ¡Ssssiiii! … ¡Ssssiiii! … ¡Que ricooo, hermanito! …
Lo sentía vibrar y estremecerse, su pene pulsaba dentro de mí, sentía la magnificencia de un orgasmo infinito, al fin había perdido mi virginidad con el hombre soñado, mi hermano. Quise hablar, quise agradecerle tan exuberante placer, pero él selló mis labios con un beso, me abrazaba dulcemente meciéndome en sus brazos, cerré los ojos y disfruté plenamente este momento de amor verdadero, me acurruqué en su pecho sintiendo los latidos de su corazón algo acelerados, pero que me transmitían una calma total, permanecimos en silencio tratando de reingresar al mundo nuestro, el paraíso lo acabábamos de visitar él y yo.
—¿Cómo estás? …
—¡Nunca había estado mejor! …
—¡También yo, me siento magníficamente! …
—¡Me hiciste el amor tan dulce! … ¡Era lo que yo quería para mi primera vez! …
—¡Solo espero no haber sido muy rudo al final! …
—¡Bueno! …. ¡Casi me matas! … ¡Pero de placer! …
Ambos nos reímos, yo me acomodé en sus brazos y su polla rozó mi pierna, la tomé en mi mano y la aferré, él me miró extrañado:
—¿Y ahora qué? …
—¡Bueno, tú me dijiste “eso después”, y ahora ha llegado el momento … lo quiero probar en mi boca! …
—¿Estás segura? …
—¡Más que nunca! … ¡Te quiero saborear … esta noche y siempre! … ¡Si no puedo hacerlo, sé que lo entenderás! … ¡Pero, tienes que permitirme de probar! … ¡Quiero que te sientas bien! …
—¡Pero si ya me siento bien! …
—¡Pero quiero que te sientas mejor! … ¡Quítate ese condón y enséñame a hacértelo! …
—¡Bueno … pero espera un momento! …
Se levantó y se fue al baño, yo me quede feliz y contenta, no lo podía creer, todo en una noche. Me comió el coño hasta un orgasmo alucinante, luego me cogió rompiéndome mi coño virgen y haciéndome gritar y ahora estaba a punto de mamársela y saborear su lechita.
Repentinamente se hizo la luz, casi me enceguecía la potente luz de las bombillas, me levanté a apagar algunas, dejando solo la de la mesita de centro y dejé las velas como testimonios de nuestra noche, en ese instante Francisco volvió del baño:
—¡Ya era hora de que volviera la luz! … ¡Con o sin luz eres siempre hermosa, Marlene! …
Yo no podía despegar mis ojos de su pene que pendía semi erecto, se veía hermoso en su estado natural, sin condón y limpiecito, ahora lo quería en mi boca, se acostó a mi lado otra vez, me agaché y lo tomé delicadamente entre mis dedos, sentí como poco a poco se endurecía gracias a mis caricias, me hacía muy bien sentirme con ese poder, le pedí que me instruyera si hacía algo mal, pues esta era mi primera mamada y quería que fuera perfecta:
—¡Lo principal es que no uses tus dientes … jamás! …
Apoyé mis labios a su glande y jugué con el orificio en su cabezota, el sabor era increíble, gemí con placer sintiendo ese sabor Saladito en mis papilas, lo chupé, lo volví a chupar varias veces haciendo el sonido de aspiración de aire característico del chupar, Francisco había echado su cabeza para atrás y gozaba con los ojos cerrados.
Tomé delicadamente sus bolas y comencé a lamerlas, luego me introduje una en mi boca, se sentía extraño pero agradable, a continuación, me metí su otro testículo y él se enderezo a mirarme y a acariciar mis cabellos dulcemente, después acomodó los cojines y se quedó así medio sentado a mirar como me entretenía con su enorme verga.
Su mano en mis cabellos comenzó a presionar mi cabeza arriba y abajo cuando volví a chupar su polla, me acompañaba con movimientos profundos que casi me hacían atragantarme con su falo erecto descendiendo por mi garganta, él me tranquilizaba diciéndome de hacerlo despacio, con calma y no apresurarme, controlando mi respiración logre tomar su pene dentro de mi hasta que mis labios tocaban sus vellos púbicos, esto le provocó varios tiritones y volvió a echar su cabeza para atrás sintiendo todas esas sensaciones, su pelvis comenzó a moverse y por un momento me folló mi boca gimiendo y respirando con jadeos y empujoncitos a mi cabeza, gozaba mucho y esto me animaba a continuar haciéndolo lo mejor posible.
Me acomodé y comencé a moverme rápidamente, metí mis manos bajo sus glúteos y me tragué toda su carne ardiente de arriba abajo sin cesar, escuché sus gruñidos, sus quejidos, sus jadeos que se incrementaron, sus piernas se endurecieron hasta ponerse tiesas, sus nalgas en mis manos se tensaban una y otra vez, lanzó unos gritos guturales y exploto en mi garganta, sentí unas arcadas, pero me aguanté para no arruinar el momento sublime, sus borbotones casi me ahogaban, pero me mantuve firme a tragar todo lo que golpeaba el fondo de mi garganta, Francisco trataba de sacarlo de mi boca, pero yo no lo dejaba, lo quería todo dentro de mi boca, quería que me inundara con su lechita y no lo solté hasta que él vencido y exhausto soltó mis cabellos y se relajó en la cama, algo de su lefa descendía por mi barbilla, con un dedo me limpie y luego chupé ese dedo saboreando las ultimas gotas de su semen, mientras hacía entrar y salir mi dedo de su boca, él se enderezó:
—¡Jamás nadie me había hecho algo así! … ¡Eres extraordinaria! … ¡Eres la mejor! …
—¡Entonces … te gustó! …
—¡Dios mío! … ¡Pero si succionaste hasta parte de mi medula ósea! …
—¡Quería que fuera algo especial par ti! … ¡Quería que fuera diferente! …
Me tiró hacia arriba y me atrapó entre sus brazos comenzando a besarme y a lamer mis labios como para recoger de su propio sabor:
—¡Eres único Francisco! … ¡Otro chico no hubiese querido besarme después de haber tenido en mi boca su verga! … ¡Tú también eres el mejor! …
—Sabes que esto será nuestro secreto, ¿verdad? … ¡Has hecho que le ponga los cuernos a Evelyn, tú amiga! …
—¡Francisco … esto fue algo nuestro … solos tú y yo … ha sido algo hermoso que jamás olvidaré, será el recuerdo más dulce y placentero de mi vida … has sido tú mi primer hombre … significa mucho para mí … me demostraste cuanto me amas … yo también te amo … y se que eres solo mi hermano … no me perteneces por entero … seré feliz viéndote con Evelyn … ella es mi amiga y se merece lo mejor … ella tiene al mejor! …
—¡Umph, sí! … Esto no podemos repetirlo … también para mí y gracias por haberme elegido … es siempre la mujer la que elije, no el contrario … esto es lo más hermoso que podía suceder en mi vida! …
Sonreía mientras acariciaba mi hombro y besaba mi frente, luego su mano se posó delicadamente en mi seno y apresó uno de mis pezones:
—¡Eres la más bella de todas! … ¡Y la mejor de todas! … ¡No tienes nada que aprender de nadie, así como eres, eres perfecta … saber besar y usar tu lengua como nadie, además, tu coño sabe de una deliciosa salvia, es miel pura! …
Me ruboricé levantando mi mano para acariciar sus mejillas y ordenar sus cabellos sudados después de haberme amado con tanta pasión:
—¡Tú también eres especial para mí … y también eres el mejor! …
Volvió a besarme sin soltar mi pezón:
—¿Sabes porque ha sido todo tan rico? …
—¡No! … No lo sé …
—¡Porque no hemos tenido solo sexo! … ¡Nos hemos amado … hemos hecho el amor! … ¡Nos hemos entregado el uno al otro por entero y sin falsos pudores … porque nos conocemos de siempre … somos hermanos! … ¿No? …
—¡Tienes razón! … ¡No ha sido lo correcto … pero es justo que sucediera así! …
—¡Tenlo en cuenta si te metes a la cama con otro chico, porque este es solo tú iniciación! … ¡Lo más importante es amar! …
Me vestí pausadamente, había sido nuestra noche, me senté en su regazo y nos besamos con cariño, pero la pasión había quedado en su cama junto a mi virginidad, ahora éramos solo hermano y hermana, yo lo sabía y también él, la niña quedó allí, la mujer salió caminando feliz y dichosa.
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luisa_luisa4634@yahoo.com
¡Sigo siendo virgen! … ¡Tengo diecinueve y nadie ha roto mi himen! … ¿Por qué? … No tengo una respuesta, quisiera inventarme una, pero no encuentro una correcta … ¿Será que no he conocido todavía el tipo adecuado? ….. Lo sé que algunos chicos han comenzado a mofarse de que soy lesbiana, pero esto no es así.
Sí, es cierto que una vez me bese apasionadamente con una chica, pero eso fue una apuesta de unos estúpidos chicos que perdieron el dinero que apostaron, ni yo ni mi amiga somos lésbicas, pero se corrió la voz de que sí lo éramos.
Creo que debo continuar a esperar a mi príncipe azul, hasta creo saber donde está, pero mi corazón me lo niega, no estoy segura de que será él, es él que derrite mi corazón y hace humedecer mis bragas, él es tan cariñoso y amoroso, pero no me ve con los ojos con los que yo lo veo a él, ruego que sea él y lo espero.
—¡Marlene!, déjate de fantasear y atiende a la señora, por favor …
El que me grita es mi jefe, también es mi hermano mayor que se hace cargo de la tienda de mamá durante el verano, se llama Francisco. Mamá lo deja a cargo y ella se relaja en casa por algunas semanas. Me dirijo y atiendo a la clienta, le muestro algunos artículos que ella va buscando, luego la acompaño a la caja y termino la transacción, mi hermano me está mirando, le sonrió y le muestro un dedito para arriba de que todo está bien, me sonríe afectuosamente con sus casi dos metros de estatura.
—¡Eres genial, Marlene! … ¡Eres la mejor! …
Su sonrisa es un bálsamo para mi alma, lo miro y me vuelvo a atender a otra persona, él está ocupado atendiendo a una chica, una hermosa chica, quizás sea otra puta de esas que lo persiguen, él es muy popular entre las chicas, algunas de mis amigas me han hablado de él en términos muy halagüeños, románticos y cachondos, hasta me he sentido celosa … ¡Sí!, celosa de mi hermano, se imaginan que bobería.
Hoy es viernes y cerraremos más temprano para aprovechar un par de horas la piscina, en estos meses de calor es lo único que nos apresuramos a hacer, nos gusta disfrutar de la frescura del agua y la temperatura un poco menos elevada del atardecer.
Si él no tiene cita con su novia nos iremos a casa juntos, nuestros padres se han ido por el fin de semana, el sol se esconde casi a las nueve de la noche, podemos estar un par de horas en la piscina, beber algún jugo de fruta tropical, luego una película y después una noche de sueño reparador. Todas mis amigas tenían programa con sus novios, yo me había dejado con Mauricio, así que estaría en casa sola, no tenía otros planes que disfrutar lo mío.
Normalmente Francisco me deja las llaves sobre el mesón y el se va a casa de su novia, Evelyn, una muy buena amiga mía que me cuenta de como está bien con él, yo me voy a casa en el Metro, pero esta vez Francisco me dice que me dará un aventón a casa, ya que ha discutido con Evelyn y esta lo ha mandado a freír monos, me sorprendo, pero no hago comentarios. Una vez en el auto no puedo contenerme:
—¿Por qué te vas a casa? … ¿Qué te ha sucedido con Evelyn? …
—Nada … una tontería …
—Sí ella se sintió tan afectada como para enojarse … no debe haber sido una tontería … ¿Qué le hiciste? …
Vi su cara un poco deprimida, casi triste, se quedó rumiando una respuesta:
—Nada … solo que me sorprendió haciéndole un masaje de hombros a Kathy … algo sin malicia ni segundas intenciones … pero como sabes que ella y Kathy no se llevan bien, me hizo un escándalo, se enojó y me dijo que no la llamara este fin de semana pues se iría al cine con sus amigas …
—Pero si Evelyn sabe que estás estudiando para quiropráctico y eso te hace un experto en masajes … si era tan inocente como tú dices … ¿Por qué ella se enojó tanto? …
—Por qué ella odia a Kathy … por eso …
—¡Umph! … así que te has quedado sin chica para esta noche … ¿Eh? …
—Así es … por eso voy a casa contigo … necesito descansar …
—Bueno … ¡Genial! … espero no aburrirte …
—Pero bueno … como sé que te gusta ver una película … no quiero ver una cosa melosa y romántica, así que la película la elegiré yo … ¿Te parece? …
—¡Ay! Hermano … lo que tú digas … eres el hermano mayor ¿No? … Tú mandas …
—Gracias hermanita …
—También llamaré a Evelyn, le daré razón de que te comportaste como un idiota y luego le haré ver todas las cosas lindas que se está perdiendo al no estar contigo …
—¡Marlene … eres la mejor … gracias! …
Me pareció un poco sarcástico, pero su mirada adquirió un brillo esperanzador.
—Si tú vas a elegir la película, yo ordenare una pizza y sushis para la tarde … ¿Te va? …
—¡Pero por supuesto que sí! …
Llegaron las pizzas y sushis, nos dedicamos a comer y Francisco eligió tomar cerveza y yo le dije que lo acompañaba, total mañana no debíamos levantarnos temprano, él me tendió una cerveza heladita y disfrutamos la comida mientras charlábamos de las cosas del día, luego nos fuimos a la piscina por casi una hora, se había ido la luz diurna y Francisco dijo que nos fuéramos a ver la película que él había elegido.
Fui al refrigerador y saque dos cervezas más, como no estoy acostumbrada a beber, con la primera cerveza ya me sentía un poco extraña, estaba comenzando a hablar arrastrando las palabras y me equivocaba en la pronunciación, Francisco sonreía contento y divertido viéndome un poco ebria y escuchándome a hablar con mi lengua enredada, la película era divertida y me estaba entreteniendo bastante y al parecer Francisco también.
Repentinamente sentimos un fuerte zumbido y una explosión, luego se hizo la obscuridad completa, un transformador de energía eléctrica había explotado, Francisco encendió la luz de su celular y nos asomamos a la calle a averiguar si alguien sabía algo de lo sucedido, nuestra vecina ya estaba sobre la acera, apenas nos vio dijo que había llamado a la empresa de electricidad y que se necesitarían de tres a cuatro horas para reparar el desperfecto, nos devolvimos a casa, sin electricidad no hay película, yo ya estaba bien mareada con dos cervezas, pero mi hermano mayor parecía en perfecto estado.
—Marlene, dame otra cerveza antes de que se empiecen a entibiar …
—Tienes razón bebamos otra cerveza y vayámonos a la cama, sin electricidad no hay nada más que hacer …
—Sí hermanita … mañana es otro día y tengo que ir a recuperar a mi novia …
—¡Esa boba! …
—¡Que dices, Marlene! … ¿No es tu mejor amiga? …
—¡Sí, pero es una boba al enojarse contigo! … ¡No sabe lo que se está perdiendo! …
—¡Es muy lindo de tu parte Marlene que te preocupes … pero este es un asunto mío! …
—¡Perdóname, pero no lo puedo evitar! …
—¡Pierde cuidado! … ¡Ya quisiera saber yo, por qué tú estas aquí y no con tú chico! …
—¡Por qué es un idiota y se sobrepaso conmigo! …
—¡Ah!, entonces sí es un idiota … pero si era tú chico, por qué no estuviste con él …
—Por qué, no lo he hecho con nadie y quiero hacerlo cuando encuentre al chico correcto …
—¿Cómo qué no lo has hecho con nadie? … ¡Eres una chica muy popular! …
—¡Sí, soy popular, pero no soy una chica cualquiera …
—¡Sí, pero pensé que ya lo habías hecho … eres muy linda … además, pololeaste con Leonardo, Mauricio, Sebastián y ahora te dejaste con Mauricio, pensé que ya alguno te había domado …
—Pues pensaste mal … yo no soy así …
Me miraba inquisitivamente, lo había sorprendido mi revelación de que aún era virgen, se me quedó mirándome sin decir nada, luego trató de concluir la conversación:
—¡Hermanita … eres hermosa … de seguro tienes un príncipe esperando por ti! … ¡Ya verás! …
—¡Sí, lo sé! … Pero mis sueños son casi imposibles …
—¡Pero … por qué imposible! … ¿No me digas que te gustan las mujeres? …
Lo miré y me reí de su pregunta, él parecía excitado y confuso ante la idea.
—¡No! … ¡Por supuesto que no! … Mis preferencias sexuales las tengo muy claras y definidas … definitivamente me gustan los chicos … y me gusta un chico muy especial …
—¡Luis Miguel! … Mi mejor amigo … no me digas que estás enamorada de él … si quieres yo podría ayudarte …
—¡No! … No es él … es alguien muy cercano a mi …
—¡Te lo he dicho! … Eres una hermosa mujer y no deberías tener ningún problema en encontrar un chico con el que puedas estar …
—¡Lo sé! … pero el tipo justo para mí no está libre …
—¡Te has enamorada de un hombre casado! … ¡Uy!, hermanita estás en un lío …
—¡No! … Tampoco es eso … ¿En realidad quieres saberlo? …
—¡Por supuesto que sí! … ¡Tengo que saberlo para ayudarte! … ¡Haría cualquier cosa por ti! … ¡Si sabes quien es, dímelo! …
—¡Sí! … sé quién es, pero no puedo decírtelo …
—¡Pero por qué no! … ¡Si tiene novia espéralo! … ¡Pero dímelo … por último para darle una paliza y mostrarle la cosita hermosa que se está perdiendo! …
—¡No! … ¡No puedo decírtelo! … ¡No puedo! …
Escapé con lágrimas en los ojos, me fui a mi habitación casi tastabillando por las penumbras y por el efecto de las cervezas, me dejé caer en mi cama sollozando.
Lo sentí llamar a mi puerta:
—¡Marlene! … ¿Estás bien? … Lo siento si te he molestado … si lo hice, fue sin querer … ¡Perdóname! …
—¡No te preocupes! … ¡No has hecho nada! …
—¡Sea lo que sea que haya dicho te pido disculpas! … ¡Me duele verte así! …
—¡Ándate! … ¡Déjame tranquila! … ¡Tú no has hecho nada, no es nada de lo que dijiste! … ¡Pero no te puedo decir lo que me hace sentir así! …
—¡Lo siento hermana! … ¡Haría cualquier cosa para hacerte sentir mejor! … Lo sabes, ¿no? …
Lo vi genuinamente preocupado y esto no hacía más que sentirme peor, me estaba destrozando, no podía continuar así, él se encontraba ahora sentado a mi lado, mis lágrimas caían en cascada, me giré a mirarlo entre gemidos y lloriqueos:
—¡El hombre justo! … ¡El mejor chico que conozco! … ¡Al cual quisiera entregarme, esta demasiado cerca de mí! …
—¡Pero! … ¿Es uno de tus amigos? … ¿Lo conozco? … ¿O es …? …
—¡Eres tú, hermano! … ¡Es a ti a quien amo! … ¡Tú eres el chico perfecto! … ¡El hombre dulce y amoroso al cual quisiera entregarme! … ¡Eres tú! … ¡Lo sé que no está bien! … ¡Que soy una enferma! … ¡Que soy una pervertida! …
Volví a estallar en lágrimas, pero era un llanto liberatorio, por fin se lo había dicho, si él me deja y me abandona por la eternidad, bien merecido lo tengo, pero me había sacado un peso de encima, tenía una herida que podía comenzar a sanar, me tomó una mano y luego me tiró hacia él, me sentí feliz acurrucada en sus brazos y sintiendo el latido de su corazón, nos iluminaba solo la tenue luz de su celular, lo que hacía más romántica la escena, me apreté a él sintiéndome segura bajo la coraza de sus pectorales.
—¡Ya! … ¡Está bien! … ¡Hermanita no llores más! … Y, ¿De cuando que sientes esta atracción? …
—¡Quizás unos cuatro o cinco años! … Todavía era una niña curiosa, escuche cuando hiciste el amor con Ada, ella luego llamo a una amiga de ella y le contó como lo habían hecho, lo caballero que fuiste con ella, muy dulce, gentil y preocupado por ella, toda tu atención era para ella, dijo que había sido como un sueño, no había sentido dolor y tú te habías preocupado de que ella lo disfrutara y no fuera algo traumático, ella descubrió contigo como era bello hacer el amor, el sexo contigo era siempre gratificante y especial, dijo que eras un chico maravilloso …
—Pero cualquier muchacho puede ser así amable y respetuoso …
—¡Te equivocas! … yo he probado ya con cuatro chicos y han sido un desastre, torpes, mal educados, violentos y agresivos, sin ningún respeto … piensan solo a encajarte su cosa en la vagina … sin romanticismo … sin pasión … asquerosos …
Él me acariciaba mis cabellos y yo respiraba envuelta en sus maravillosos brazos, todavía estaba llorisqueando y mi respirar era irregular:
—¡No creo ser único! … ¿Sabes? … ¡Deben existir otros tipos como yo! … ¡Debes seguir buscando tú ideal de hombre! … ¡En alguna parte él está ahí esperándote! … ¡Debes confiar y el día menos pensado lo encontraras! …
—¡Resulta difícil confiar! … ¿Cómo puedo saber si lo único que quiere es acostarse conmigo? … ¿Cómo sabré si está solo intentando llevarme a la cama? … A Barbara le tocó uno así y prácticamente la violó, luego el chico desapareció, se río de ella … ¡No quiero que eso me suceda a mí, quiero que sea con un hombre en quien confío, que sea gentil y me acepte si no sé hacer las cosas como él quisiera! …
—¡Sí, no es fácil encontrar a la persona justa! …
Se quedó una vez más pensativo, no tenía una respuesta que solucionara mi caso, estaba confundido al igual que yo, le dije que también me había enterado de otras chicas que habían estado con él esa primera vez y todas coincidían de que había sido un amante de otros tiempos, un hombre diferente, el hombre ideal, ninguna tenía recriminaciones hacia él, todas recordaban el momento como algo muy dulce, romántico, cautivante, quedaron prendadas de esa dulzura y se sentían de haber perdido algo especial cuando tuvieron que terminar con él por humanas razones, celos, intransigencias, posesividad, etcétera.
—Sea como sea, Marlene … nosotros no podemos hacer lo que tú quieres o quisieras … ¡No es posible! … Lo entiendes ¿No? …
—Lo sé … Lo entiendo … Pero si se tratara como una única vez … Mi primera vez … Entonces tendría esa primera vez especial, con un chico especial y me rendirías feliz, yo confío en ti … Sé que está mal y que no tenemos un futuro … Pero eso no me importa … Quiero solo vivir ese momento con alguien que me sepa prender … Que lo haga conmigo por lo que soy … Que se entregue a mí, así como yo me entrego a él … nada más importa … solo ese instante especial … solo un hombre y una mujer … solos tú y yo …
Si bien me sentía liberada, no me sentía en mi modo más esplendido, con el llanto había arruinado mi maquillaje, había confundido a mi hermano, él estaba luchando consigo mismo, me estrechaba con dulzura a su pecho, pero estaba silencioso, una de sus manos se apoyo a mi cintura y lo sentí como las fuerzas de sus brazos me alzaban hacia sus labios, hubo solo un roce mínimo con mi boca:
—¡Y! … ¿Có … cómo crees … emh … que podríamos hacer eso? …
Con la fuerza de mi torso alcancé sus labios y los besé, no fue un beso pasional, pero sí de amor:
—¿Qué dices? … ¿Lo harías? … ¿Lo haríamos? … ¿Deveras? …
Me dio un casto beso en la frente y me estrechó más a él, yo sentía que me abría las puertas al paraíso:
—¡Sí! … ¡Va a ser algo extraño … pero entiendo lo que quieres … sabes que seré dulce y amable … sabes que no te causaré daño …
—¡Sí! … Si te ayuda … puedes pensar en que lo estás haciendo con una de esas modelos que tienes en tu fondo de pantalla …
—¡No! … No es necesario … eres la más bella de todas … más en este momento …
—¡Oh!, hermano … cuanto eres dulce …
No sabía como empezaríamos, yo estaba aún en sus brazos temblando de emoción y sintiéndome excitada, al fin tendría al hombre justo, al hombre con el cual soñaba perder mi virginidad, no me importaba que fuera mi hermano, solo quería sentirme mujer con él.
—Creo que sería mejor que fuéramos a mi habitación …
—¿Qué dices? …
—Los … los condones están en mi cuarto … es mejor si vamos allí … debemos cuidarnos … es lo mínimo que tenemos que hacer …
Me ayudó a levantarme, luego nos fuimos de la mano a su dormitorio, cerro la puerta colocando el cerrojo de seguridad, me sonrío:
—Se supone que papá y mamá estarán fuera todo el fin de semana, pero es mejor asegurarse … ¿No crees? …
Alumbrándose con su celular, busco unas velas y las encendió, la obscuridad se disipó, pero la luz era tenue, casi para darnos un marco de romanticismo y anonimato para esconder nuestras propias identidades y permanecer solos como hombre y mujer, de la mesita de noche saco un tira de tres condones y los colocó bajo la almohada, mi conchita se contrajo por primera vez.
—¿Tres? …
—¡Sí! … es solo por si alguno se rompe … ¿Sabes? …
—¡No! … No lo sé … Soy virgen … ¿Recuerdas? …
—¡Sí estás muy estrecha … muy apretadita … un condón puede romperse! …
Él se había ruborizado, era muy tierno y una razón más para amarlo, me tomó de la mano haciéndome recostar en su cama, luego se acerco a mí y sentí sus labios en los míos, su lengua invadió mí boca y busco la mía, exploramos nuestras bocas, estaba disfrutando este beso que se prolongaba y me hacía respirar cada vez con mayor afano, sus brazos me envolvieron y me hicieron girar sobre su cuerpo, me estrechaba y se sentía increíble, acaricié sus cabellos, nos besamos por una decena de minutos, yo había besado muchas veces, pero esto era diferente, sentía que él me guiaba con una ternura infinita que derretía mi corazón.
Muy despacio me colocó bajo de él y comenzó a desvestirme, abrió mi blusa y dibujó mis senos por sobre mi sujetador, me estaba humedeciendo rápidamente, me sentó en la cama mientras me besaba y mi sujetador y blusa desaparecieron como en un acto de prestidigitación, sentí sus dedos aprisionando mis pezones túrgidos, no cesaba de besarme y me embriagaban sus labios, me rozaba por todas partes y en ninguna parte se detenía, con la luz de las velas se creaban sombras inverosímiles, la vela de la mesita de noche iluminaba mis senos y estos ensombrecían su rostro, luego él asomó sus ojos brillantes cuando su boca se cerró sobre mi pezón izquierdo, lo chupaba suavemente mientras con su mano apretaba mi seno derecho, por largo rato observe su cara de niño bueno mamando de mi teta, no pude evitar de acariciar sus cabellos y apretarlo contra mi pecho.
—¡Oh! … eres tan … hermosa hermana … tan increíblemente perfecta …
Tiraba de mi pezón con sus dientes y me pellizcaba el otro, me hizo arquear mi espalda de puro placer, sus caricias se sentían increíbles, me hacía sentir jodidamente bien y mi coño se humedecía cada vez más, acarició mi vientre mientras desabotonaba mi falda, luego bajo el cierre y comenzó a tironear hacia abajo para desvestirme, levanté mis glúteos para que pudiera quitármela, se quedó mirando mis bragas con dibujos de animalitos, con la escasa iluminación de seguro no lograba ver mi coño con claridad, mis vellos púbicos son escasos, un ligero amasijo de pelitos casi invisibles, yo no me depilo, pero me corto los vellos que sobresalen de mi bikini, él acerco su rostro a mi conchita y olfateó mi salvia, mis muslos temblaban ante la proximidad de su boca y su lengua, jamás hombre alguno me había tenido tan sumisa y entregada, y quería más.
Su cara fue de asombro cuando vio qué alzaba mi culo y voluntariamente me bajaba mis bragas humedecidas, él me sonrió y me dio una mirada inquisitiva como para decirme que podíamos echarnos atrás si yo lo quería, yo estiré mis brazos y atrapé su cabeza dirigiéndola a mi panocha pulsante y deseosa de sus caricias, él comenzó a besarme todo el vientre y luego se fue deslizando a mi conchita, no pensé que lo haría, había escuchado a unos chicos dar muestras de disgusto al sentir hablar de sexo oral, pero él no se detuvo, beso y lamió mis vellitos, luego abrió mis piernas y vi que su cabeza se perdía en la obscuridad de mi ingle, entre mis tetas podía observar sus cabellos y su cabeza un poco estática, como evaluando la situación, de pronto lancé un ardoroso gemido cuando su lengua se precipitó en mi hendedura, separando mis labios mayores y acariciando con su punta mis rosaditos labios menores, su labio superior rozaba mi clítoris haciéndome temblar.
Él empujo mis piernas hacía arriba y yo perdí la noción del tiempo, entre quejidos, chillidos y convulsiones, me hizo que me corriera intensamente, mi vientre plano se había hundido y mi respiración era totalmente irregular, poco a poco comenzó a lubricar mi chocho, yo todavía tenía mis piernas tiesas y no lograba relajarme de tanto placer que él me daba, estaba increíblemente caliente, mi coño tiene grandes labios, él tomaba en su boca uno a la vez, lo chupaba y lo saboreaba, luego lo hacía con el otro, empecé a retorcerme bajo su boca omnívora y hambrienta, insertó un dedo y luego otro, comenzó a follarme con sus dedos y a devorar mi clítoris, me hizo convulsionar otra vez, trataba de zafarme y alejarme de esa lengua torturadora, mi glúteos se alzaban con fuerza en el aire, pero él no me soltaba, sentí que se me escapaba la orina y el cerró con su boca toda mi concha para beber mis fluidos, creí morirme, no tenía fuerzas ni siquiera para sentir vergüenza, ni menos cuando me di cuenta de que él también lo disfrutaba.
—¡Oh! … mi Dios … ¡Oooohhhh, Dios mío! … ¡Qué superbo! …
Abrí mis ojos y miré hacia abajo, me encontré con sus dientes blanquísimos luciendo una feliz sonrisa, su rostro estaba completamente sudado y empapado.
—¿Entonces? … ¿Te gustó? …
—¡Estuvo perfecto! … ¡Fue más de lo que jamás soñé! … ¿Pero, te oriné? …
—¡No! … ¡No lo hiciste! … ¡Pero, te mojas mucho y eso a mi me encanta! …
—¡También tú estabas haciendo muchos ruidos y quejidos! …
Se levantó y pude ver una gran protuberancia en sus pantalones y si no me equivoco, también había una mancha húmeda:
—¡Me excité mucho y casi me vengo, pero no me sucedió! …
—¡Quítate esos pantalones! … ¡Quiero verte! … ¡Muéstrame, por favor! …
A la tenue luz de las candelas vi que se ruborizó, no entendí nada, acababa de comerme el coño que casi me mata y ahora se sonrojaba por mostrarme su pene. Hizo un ademán como que se encogió de hombros y se quito juntos sus pantalones y boxers. Salto desafiante una tremenda polla larga y gruesa, estaba totalmente erecto y apuntaba hacia el cielo, me senté en la cama como hipnotizada con esa verga majestuosa, como si ese pedazo enorme de carne tuviese un imán, me enderecé, me arrodillé a mirarlo de cerquita, se veía totalmente apetitoso, inmediatamente lo quise sentir en mi boca.
Primero lo tomé con una mano y no logré abarcar toda su circunferencia, era muy grueso, después mi mano parecía la mano de una liliputiense aferrando esa gigantesca verga, se sentía muy cálido y sólido como una roca, habían perladas gotitas que escurrían de su cabezota, ahí puse mi lengua, quería saborear ese néctar de mi hermano, cuando fui a engullirlo él me detuvo:
—¡Espera! … ¡Eso después! …
Me beso apasionadamente en los labio, con suavidad aparto mis cabellos de mi rostro y me beso la frente:
—¡Recuéstate y relájate! … ¡No seré brusco! …
Vi que alcanzaba un condón rojo y lo desenrolló sobre su miembro, tenía una cara muy seria, yo me reí nerviosamente pensando a un acto de iniciación solemne y religioso. Sentí su pene presionando mi vientre cuando él se agachó para besarme, nos besamos una y otra vez, yo no estaba turbada ni sentía miedo, por un rato nos perdimos en esa pasión de amantes, luego él se enderezó y me miró fijamente como buscando algún titubeo en mí, yo aferré su cintura y lo tiré a mi sexo, entonces él bajó su mirada hacia su polla.
Mis labios regordetes y amplios sintieron la presión de una verga verdadera por vez primera, poderosamente se adueño de mi boquete vaginal, con fatiga su pene se adentró en mi y luego se detuvo al tope de mi himen gallardo y valiente que defendía mi calidad de doncella, pero la prestancia del guerrero armado de capa de látex pudo más, y lo hizo estallar en mil jirones, contuve la respiración y mis dientes rechinaron, luego solté un grito ahogado:
—¿Estás bien, pequeña? … ¿Si duele mucho lo saco? …
Tenía mis ojos cerrados, pero sus palabras retumbaron en mi cabeza, por respuesta me aferré a él con piernas y brazos, finalmente mi sueño se hacia realidad, él estaba dentro de mi ensanchando mis carnes a sus dimensiones, lo sentí quedarse inmóvil por largo rato, solo yo me movía y apretaba mis dientes mientras esa polla me estiraba mis pliegues ya no vírgenes, su miembro estaba profundamente encastrado en mi concha y por nada al mundo lo dejaría ir:
—¡Dios mío! … ¡Oh, mi Dios … estás dentro de mí! … ¡Que rico que se siente! …
—¿Estás segura? … ¿Estás bien? …
—¡Uh-Huh! … ¡Se siente tan rico! … ¡Cógeme, hermanito! … ¡Cógeme así rico! …
Comenzó a acariciarme y besarme, su pene entraba y salía de mi vagina, hasta lo más profundo y luego lo retiraba hasta dejar dentro solo la puntita, todo este restregar de carnes me volvía loca, le mordí su cuello y enterré mis uñas hasta hacerlo sangrar, enterrando mis talones en sus glúteos empujándolo cada vez más dentro de mí, una y mil veces enterró su verga en mi chocho caliente, estábamos convertidos en un solo ser, estábamos unidos férreamente por nuestros sexos, unidos por el placer en una danza de amor y sensaciones, él jamás dejaba de acariciarme y besarme, disfrutábamos plenamente nuestra unión, él se despegó de mí, mi vagina se contrajo alarmadamente, pero luego el levantó una de mis piernas y volvió a penetrarme profundamente, agarrado de mis caderas me bombeaba una y otra vez con su macizo pene, después me hizo arrodillarme y colocándose detrás de mí, empujó mi torso hacia adelante, su miembro recorrió mi fisura enrojecida de arriba abajo, para luego empujar toda su longitud dentro de mí, me hizo enderezarme sintiendo que su asta me atravesaba de lado a lado, me cogió con fuertes embistes que me hacían gritar, luego rodamos sobre la cama y él me dejo montar su miembro, mi coño estaba adolorido, pero el placer superaba cualquier dolorcillo.
Cabalgué su miembro saltando como enloquecida sobre ese mástil de velero que hacía ondear los labios de mi concha con furor, siempre cuando estaba por correrme él hacía que cambiáramos de posición y comenzábamos casi todo de nuevo, volvimos a la posición del misionero, yo con mis piernas abiertas como las alas de un águila, él besándome y acariciándome, tomando mi cintura para enterrarme su pija que ahora se adentraba en mi conchita con cierta facilidad, después comenzó un frenesí de profundas estocadas, él gemía y se quejaba y yo gritaba enterrando mis uñas en sus brazos que me aprisionaban, trataba de juntar mis muslos pero me era imposible, después me aplastó en la cama, me tomó de los hombros y comenzó un frenético movimiento enterrando su pene en lo profundo de mi vagina, enloquecí por completo y no podía dejar de gritar, me tenía empalada en su miembro que palpitaba dentro de mi chocho que se contraía salvajemente alrededor de su verga:
—¡Oooohhhh! … ¡Aaarrrggghhh! … ¡Ssssiiii! … ¡Ssssiiii! … ¡Que ricooo, hermanito! …
Lo sentía vibrar y estremecerse, su pene pulsaba dentro de mí, sentía la magnificencia de un orgasmo infinito, al fin había perdido mi virginidad con el hombre soñado, mi hermano. Quise hablar, quise agradecerle tan exuberante placer, pero él selló mis labios con un beso, me abrazaba dulcemente meciéndome en sus brazos, cerré los ojos y disfruté plenamente este momento de amor verdadero, me acurruqué en su pecho sintiendo los latidos de su corazón algo acelerados, pero que me transmitían una calma total, permanecimos en silencio tratando de reingresar al mundo nuestro, el paraíso lo acabábamos de visitar él y yo.
—¿Cómo estás? …
—¡Nunca había estado mejor! …
—¡También yo, me siento magníficamente! …
—¡Me hiciste el amor tan dulce! … ¡Era lo que yo quería para mi primera vez! …
—¡Solo espero no haber sido muy rudo al final! …
—¡Bueno! …. ¡Casi me matas! … ¡Pero de placer! …
Ambos nos reímos, yo me acomodé en sus brazos y su polla rozó mi pierna, la tomé en mi mano y la aferré, él me miró extrañado:
—¿Y ahora qué? …
—¡Bueno, tú me dijiste “eso después”, y ahora ha llegado el momento … lo quiero probar en mi boca! …
—¿Estás segura? …
—¡Más que nunca! … ¡Te quiero saborear … esta noche y siempre! … ¡Si no puedo hacerlo, sé que lo entenderás! … ¡Pero, tienes que permitirme de probar! … ¡Quiero que te sientas bien! …
—¡Pero si ya me siento bien! …
—¡Pero quiero que te sientas mejor! … ¡Quítate ese condón y enséñame a hacértelo! …
—¡Bueno … pero espera un momento! …
Se levantó y se fue al baño, yo me quede feliz y contenta, no lo podía creer, todo en una noche. Me comió el coño hasta un orgasmo alucinante, luego me cogió rompiéndome mi coño virgen y haciéndome gritar y ahora estaba a punto de mamársela y saborear su lechita.
Repentinamente se hizo la luz, casi me enceguecía la potente luz de las bombillas, me levanté a apagar algunas, dejando solo la de la mesita de centro y dejé las velas como testimonios de nuestra noche, en ese instante Francisco volvió del baño:
—¡Ya era hora de que volviera la luz! … ¡Con o sin luz eres siempre hermosa, Marlene! …
Yo no podía despegar mis ojos de su pene que pendía semi erecto, se veía hermoso en su estado natural, sin condón y limpiecito, ahora lo quería en mi boca, se acostó a mi lado otra vez, me agaché y lo tomé delicadamente entre mis dedos, sentí como poco a poco se endurecía gracias a mis caricias, me hacía muy bien sentirme con ese poder, le pedí que me instruyera si hacía algo mal, pues esta era mi primera mamada y quería que fuera perfecta:
—¡Lo principal es que no uses tus dientes … jamás! …
Apoyé mis labios a su glande y jugué con el orificio en su cabezota, el sabor era increíble, gemí con placer sintiendo ese sabor Saladito en mis papilas, lo chupé, lo volví a chupar varias veces haciendo el sonido de aspiración de aire característico del chupar, Francisco había echado su cabeza para atrás y gozaba con los ojos cerrados.
Tomé delicadamente sus bolas y comencé a lamerlas, luego me introduje una en mi boca, se sentía extraño pero agradable, a continuación, me metí su otro testículo y él se enderezo a mirarme y a acariciar mis cabellos dulcemente, después acomodó los cojines y se quedó así medio sentado a mirar como me entretenía con su enorme verga.
Su mano en mis cabellos comenzó a presionar mi cabeza arriba y abajo cuando volví a chupar su polla, me acompañaba con movimientos profundos que casi me hacían atragantarme con su falo erecto descendiendo por mi garganta, él me tranquilizaba diciéndome de hacerlo despacio, con calma y no apresurarme, controlando mi respiración logre tomar su pene dentro de mi hasta que mis labios tocaban sus vellos púbicos, esto le provocó varios tiritones y volvió a echar su cabeza para atrás sintiendo todas esas sensaciones, su pelvis comenzó a moverse y por un momento me folló mi boca gimiendo y respirando con jadeos y empujoncitos a mi cabeza, gozaba mucho y esto me animaba a continuar haciéndolo lo mejor posible.
Me acomodé y comencé a moverme rápidamente, metí mis manos bajo sus glúteos y me tragué toda su carne ardiente de arriba abajo sin cesar, escuché sus gruñidos, sus quejidos, sus jadeos que se incrementaron, sus piernas se endurecieron hasta ponerse tiesas, sus nalgas en mis manos se tensaban una y otra vez, lanzó unos gritos guturales y exploto en mi garganta, sentí unas arcadas, pero me aguanté para no arruinar el momento sublime, sus borbotones casi me ahogaban, pero me mantuve firme a tragar todo lo que golpeaba el fondo de mi garganta, Francisco trataba de sacarlo de mi boca, pero yo no lo dejaba, lo quería todo dentro de mi boca, quería que me inundara con su lechita y no lo solté hasta que él vencido y exhausto soltó mis cabellos y se relajó en la cama, algo de su lefa descendía por mi barbilla, con un dedo me limpie y luego chupé ese dedo saboreando las ultimas gotas de su semen, mientras hacía entrar y salir mi dedo de su boca, él se enderezó:
—¡Jamás nadie me había hecho algo así! … ¡Eres extraordinaria! … ¡Eres la mejor! …
—¡Entonces … te gustó! …
—¡Dios mío! … ¡Pero si succionaste hasta parte de mi medula ósea! …
—¡Quería que fuera algo especial par ti! … ¡Quería que fuera diferente! …
Me tiró hacia arriba y me atrapó entre sus brazos comenzando a besarme y a lamer mis labios como para recoger de su propio sabor:
—¡Eres único Francisco! … ¡Otro chico no hubiese querido besarme después de haber tenido en mi boca su verga! … ¡Tú también eres el mejor! …
—Sabes que esto será nuestro secreto, ¿verdad? … ¡Has hecho que le ponga los cuernos a Evelyn, tú amiga! …
—¡Francisco … esto fue algo nuestro … solos tú y yo … ha sido algo hermoso que jamás olvidaré, será el recuerdo más dulce y placentero de mi vida … has sido tú mi primer hombre … significa mucho para mí … me demostraste cuanto me amas … yo también te amo … y se que eres solo mi hermano … no me perteneces por entero … seré feliz viéndote con Evelyn … ella es mi amiga y se merece lo mejor … ella tiene al mejor! …
—¡Umph, sí! … Esto no podemos repetirlo … también para mí y gracias por haberme elegido … es siempre la mujer la que elije, no el contrario … esto es lo más hermoso que podía suceder en mi vida! …
Sonreía mientras acariciaba mi hombro y besaba mi frente, luego su mano se posó delicadamente en mi seno y apresó uno de mis pezones:
—¡Eres la más bella de todas! … ¡Y la mejor de todas! … ¡No tienes nada que aprender de nadie, así como eres, eres perfecta … saber besar y usar tu lengua como nadie, además, tu coño sabe de una deliciosa salvia, es miel pura! …
Me ruboricé levantando mi mano para acariciar sus mejillas y ordenar sus cabellos sudados después de haberme amado con tanta pasión:
—¡Tú también eres especial para mí … y también eres el mejor! …
Volvió a besarme sin soltar mi pezón:
—¿Sabes porque ha sido todo tan rico? …
—¡No! … No lo sé …
—¡Porque no hemos tenido solo sexo! … ¡Nos hemos amado … hemos hecho el amor! … ¡Nos hemos entregado el uno al otro por entero y sin falsos pudores … porque nos conocemos de siempre … somos hermanos! … ¿No? …
—¡Tienes razón! … ¡No ha sido lo correcto … pero es justo que sucediera así! …
—¡Tenlo en cuenta si te metes a la cama con otro chico, porque este es solo tú iniciación! … ¡Lo más importante es amar! …
Me vestí pausadamente, había sido nuestra noche, me senté en su regazo y nos besamos con cariño, pero la pasión había quedado en su cama junto a mi virginidad, ahora éramos solo hermano y hermana, yo lo sabía y también él, la niña quedó allí, la mujer salió caminando feliz y dichosa.
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