En alguna parte cerca de Iquique. Primera Parte.

por
género
incesto

Había concluido el año escolástico, por supuesto que gracias a mi ahínco en el estudio obtuve excelentes notas, lo que me permitió pasar a tercero medio. En casa todos me felicitaron, mis padres iban de vacaciones a Brasil y yo les pedí me dejaran en casa. Siempre consideré que las vacaciones en otro país eran una especie de tortura camuflada, no me gustan. Ellos accedieron y la semana antes de la partida a Búzios, mi hermana mayor Claudia que vive en Iquique, una ciudad del norte de Chile me invitó para restar con ella por el periodo en que nuestros padres estarían fuera del país.

En un principio ella había invitado a Sonya mi otra hermana, pero como supo que yo no iría con nuestros padres, extendió la invitación a mi también. Yo me llamo Andrés, no soy muy deportista ya que paso encerrado a leer y estudiar, de todas maneras mi complexión física es aceptable para mi edad, de lo que puedo vanagloriarme es que mi pene es extraordinariamente grueso, alcanzo los dieciocho-diecinueve centímetros de longitud, pero la circunferencia es como una lata de cerveza. Mientras me observaba desnudo reflejado en el espejo tironeaba de mí prepucio para hacer salir mí glande. Mi polla de buen tamaño no me ha servido de mucho, ya que no he tenido mucha suerte con el sexo opuesto, todavía no tengo una novia y menos aún sexo, soy virgen.

No se cual podría ser el motivo por el cual no he tenido éxito con las chicas, me dijo un amigo mío que al haber crecido en un hogar con muchas mujeres, simplemente estaba harto de ellas y por eso no buscaba una relación con ellas. No me dediqué a cavilar mucho sobre el asunto y di por sentado que la teoría de mi amigo estaba basada en la evidencia de ser el único hijo hombre.

De todas maneras, como adolescente me atraían las muchachas con sus coloridos vestidos, sus formas sinuosas, sus piernas esplendorosas, su senos exuberantes. Ansiaba relacionarme con una chica, pero no tenía el empuje suficiente para hacerlo. Sí, es cierto que el año pasado me bese con Julia, una chica de primero medio, ella un poco gordita, entretenida, pero no muy brillante.

Una tarde nos dimos cita en un sitio apacible y no muy concurrido, pensé que ese sería mi día, pero ella se dedico a jugar con mi pene, a lamerlo y chuparlo hasta que exploté en su boca, ella dijo que era muy grueso para su diminuto coño y escapo riéndose. Quizás haya sido lo mejor.

Ahora frente al espejo me tocaba mi verga añorando un chocho que me desvirgara, absorto en mis cavilaciones concupiscentes no me percaté de haber dejado la puerta sin cerrojo y repentinamente entró mi hermana y abrió desmesuradamente sus ojos al verme parado ahí desnudo.
—¡Oh! … ¿Qué haces ahí sin ropas? …
Sonya cinco años mayor que yo, desde hace poco había regresado a casa. Una relación de dos años con su novio se había ido al traste y tuvo que regresar a casa nuestra.
—¿Y tú que buscas? …
Le respondí girándome con mi pene bamboleándose de lado a lado, Sonya miraba fijo mi verga, yo ni me inmuté, siendo el menor y único hombre, ya me habían visto desnudo años atrás. Además, como me masturbaba con bastante frecuencia, hasta me habían pillado más de una vez haciéndolo, sobre todo Sonya.

Más de alguna vez pensé que ella me espiaba y lo hacía de propósito, de alguna manera me gustaba mostrarme ante ella. Después ella se mudó, pero ahora estaba otra vez de vuelta y pensé que debía ser más cuidadoso.
—Espera que ahora me visto …
Dije sin tratar de girarme u ocultarme lo que habría sido inútil dado que me veía reflejado en el espejo de todas maneras.
—Recuerda que debemos irnos con tiempo para abordar el Bus … date prisa y termina de holgazanear …
Su voz sonaba diferente, quería parecer enfadada, pero no lo estaba. Sus ojos claros pegados a mi herramienta me decían que hasta podía estar excitada. Miré sus ojos y mire mi pene, se ruborizó, menee mis caderas para hacerle ver lo flexible de mi polla, ella se río, pero continuó a mirarme. Entonces le dije:
—¡Ya! … no jodas … estoy casi listo …
Me observo mientras me ponía mis boxers y pantalón, luego se dio media vuelta y salió de mi dormitorio.

Sonya es una chica brillante, primera de su clase a la universidad, solía ser entretenida y extrovertida. Se divertía vistiéndose sexy, lo que la hacía tener discusiones con mi padre, pero a ella le encantaba volver locos a los chicos. El año pasado la encontré en una disco, llevaba botas a la rodilla, una diminuta faldita y un top más pequeño aún, me pareció Julia Roberts en la prostituta de “Pretty Woman”, no pude evitar de preguntarle:
—¿Te vio papá salir así de casa? …
—Sí, pero llevaba un impermeable encima … ¡Y tú no se lo vayas a decir! …
—Descuida que no soy tú perro guardián …
Era tan calentón su aspecto, que olvidé que era mi hermana y me fui a los lavabos a masturbarme como loco. Después de su fracaso romántico, cambio mucho, ya no vestía en modo llamativamente sexy y había dejado de salir con chicos.

Terminé de vestirme y salí a buscar a Sonya, no quería que se estresara por mí. Por supuesto llegamos a tiempo a la estación y cogimos el Bus sin ningún problema. El viaje en Pulman que siguió fue bastante aburrido y pasamos la mayor parte del tiempo dormitando.

Veinticinco horas después, llegamos al Terminal Rodoviario de Iquique, donde Claudia y su pareja Esteban nos recibieron felices.

Viendo mis dos hermanas juntas después de tanto tiempo, me di cuenta de lo diferentes que eran. Claudia es cuatro años mayor que Sonya, siempre ha sido más sofisticada y amante de lo original y del medio ambiente, en la universidad la conocían como “La chica ecológica”. Para ella no existía el maquillaje ni vestir a la moda, no me gusta aparentar ni ser presuntuosa, solía decir.

Al verla me pareció que en nada había cambiado, hacía dos años que no la veía. Su cabello lo mantenía un poco más corto de lo que yo recordaba, antes acostumbraba a llevarlo más largo, casi a la cintura. También había vuelto a usar esos anteojos de marco grueso y anticuado que la hacen ver de más edad.

Siempre discutía con papá porqué él es un empresario y defendía la actividad empresarial por lo que significaba a la economía, en cambio ella defendía sus convicciones ecologistas a ultranza. Luego conoció un activista, Esteban, mucho mayor que ella, seguramente mayor de cuarenta y ella tiene al menos quince-dieciséis años menos.

Mo madre, mi padre y mi hermana la criticaron por haber elegido un hombre tan mayor, pero no objetaron el que ella se fuera a vivir a con él. Pero Esteban era de aspecto juvenil y no parecía tan anciano como lo pintaban, se veía bastante ágil y activo para su edad.

A Sonya en cambio le gustaba vestirse en modo vistoso, provocativo a veces, siendo mayormente una monada verla. Sus faldas, pantaloncitos o jeans, se ajustaban a sus amplias caderas, también evidenciaban su culo redondo y firmes, sus blusas y remeras parecían siempre a punto de estallar dada la exuberancia de sus pechos. Sus cabellos largos y rizados le llegaban a la espalda y estaban siempre bien peinados, sin lugar a duda era la más bonita de las dos.

Lo otro que las diferenciaba, es que Sonya es de carácter mucho más amable y dicharachero, es más fácil de convivir con ella, está siempre alegre y pocas veces se pone de mal genio. Pero aunque ellas eran diametralmente diferentes, siempre se habían llevado bien y, por supuesto, ambas estaban muy encariñadas conmigo por ser el “bebé” de la familia.

Después de haber depositado nuestro equipaje en el antiguo Jeep de Esteban, partimos de inmediato y después de aproximadamente una hora de viaje llegamos a un paisaje de dunas y planicies, y escasamente pobladas directamente en el Pacifico meridional. La casa de ellos estaba en una colina que dominaba el espacio de dunas subyacente, los vecinos más próximos estaban como a un kilómetro de distancia.

Salí a recorrer los parajes desérticos aspirando la brisa marina, me pareció como estar en otro planeta. Como volver a los tiempos de Marco Polo el explorador, no había rastros de civilización. Pensé que esto iba a ser un poco aburrido, pero como se trataba solo de dos semanas, bien valía la pena enfrentar el sacrificio con optimismo. Valoré la tranquilidad del lugar y el hecho de que el mar estaba ahí a solo un centenar de metros, la franja de arena de la playa se estiraba hasta perderse de vista. Evidentemente no había problemas de atocho al momento de buscar un lugar para bañarse o tomar el sol desnudo.

Lo único que nos causó un impasse momentáneo, fue que tienen una sola habitación para visitas y Sonya rehusó compartirla conmigo. Pero Esteban dijo tener unas colchonetas y sacos de dormir, por lo que me ubiqué a dormir en el zaguán a la entrada de la casa. Mi ser aventurero y maleable me hicieron aceptar la idea de buena gana, debía ser una buena experiencia dormir bajo las estrellas respirando el fresco aire marino y disfrutando la tranquilidad del lugar.

Esteban nos mostro la casa. Esta era una vieja casona que ellos compraron a muy buen precio. Entre ambos se habían dedicado a remodelarla y amoblarla muy bien. Siempre respetando la madre natura y conservando su carácter acogedor. En la sala de estar destacaba la chimenea que probablemente era indispensable en los fríos días de invierno. Había un amplio dormitorio principal y una habitación para invitados, una cocina amoblada y bien fornida, además de un baño común.

Esteban había construido un Jacuzzi con estilo elegante, especialmente para Claudia que es una verdadera aficionada a los baños naturistas y al nudismo.

El ocaso nos encontró ya instalados y disfrutamos de una opípara cena con unas copas de vino blanco, que solo Esteban estuvo de acuerdo que yo bebiera siendo aún menor de edad, mis dos brujas hermanas me miraron y apuntaron sobre mí un dedo acusador, luego charlamos hasta tarde.

Como toda mujer, mis hermanas se enfrascaron en una charla de mujeres, Esteban retiró los platos de la mesa y yo le di una mano. Claudia y Sonya se dirigieron hacia la playa, seguían su chachara interminable. El claro de la luna llena daba un aspecto espectral y alienígeno al paisaje, se alejaron las dos en esas arenas blanquizcas iluminadas de un color plata metalizado.

Una vez que ordenamos la vajilla, Esteban y yo nos desafiamos a una partida de ajedrez hasta que finalmente exhaustos nos saludamos para ir a dormir. Mis hermanas habían regresado desde hacía rato y se habían ido a sus respectivos dormitorios.

Inesperadamente la noche estaba muy fresca, tanto que me desperté varias veces durante la noche, pero resistí estoicamente volviendo a adormentarme. Temprano en la mañana me desperté sintiendo pasos cerca de mí. Como si fuera un sueño, vi a mi hermana mayor caminando desnuda por el porche. Inmediatamente me desperté por completo, sorprendido porque nunca había logrado verla así, diáfana y pulcra como una diosa griega. Ella caminaba hacia la playa, pero cuando me vio despierto se dirigió hacia mí:
—Buenos días, Andrés … espero no haberte despertado …
Dijo suavemente besándome la frente y dándome una amorosa carantoña en mi mejilla.
Entrecerré mis ojos contra la fuerte luz del amanecer y observé su cuerpo.
Si bien Sonya tiene un rostro bellísimo, Claudia tiene un cuerpo esplendido que sus atuendos jamás destacan. Con su 1,76m. tiene un cuerpo femenino perfecto, longilínea y esbelta sin ser flaca. Sus piernas larguísimas como las de Sonya, muslos firmes y sin sombra de celulitis, tonificadas y fuertes, seguramente por la natación que practica cada día. Lo mismo podía decirse de su trasero, redondas, pronunciadas y firmes nalgas. Había heredado los senos de mi madre, una copa D generosa 36 o 38, ahora que estaba inclinada sobre mí, no le colgaban, se mantenían firmes pegados a su torso.

Claudia siempre había sido desinhibida, yo ya la había visto desnuda fugazmente, pero esta es la primera vez que la observaba así de cerca, con sus pezones casi tocándome la nariz. El tiempo no había transcurrido sobre su piel, por el contrario, se conservaba muy agraciada y bella.
—¿Sabes? … estaba yendo a nadar … ¿Te atreves a venir conmigo? …
Su voz suave, dulce y sensible, sonaba como el alegre trinar de las aves de la mañana. Ella sabía que yo observaba sus formas de mujer, se enderezó y dio un paso hacia atrás abriendo ligeramente las piernas para que tuviera una vista clara de su ingle y monte venus, fue muy agradable ver su chocho totalmente calvo. Yo sabía que algunas mujeres se depilan las axilas, pero era la primera vez que veía que también pueden rasurar su sexo. Otra diferencia entre Claudia y Sonya, pues ésta última tenía su chochito cubierto de vellos, indudablemente sin pelitos era más bonito.

Podía ver sus labios delgados y la pequeñísima abertura, me sentía subyugado de esta visión espectacular. Claudia sonriendo me paso la mano por los ojos, para quitarlos de la atención que me había procurado su vagina lampiña, pero no se avergonzó para nada y continuó con su chachara sobre los beneficios de un baño mañanero al mar, la temperatura, el efecto sobre la musculatura y otros varias ventajas para el cuerpo humano.
—¡Ya!, está bien … vengo contigo …
Pero justo cuando estaba por alzarme me di cuenta de que mi pene estaba duro. Me estiré y bostecé histriónicamente tratando de ocultar mi erección.
—Anda primero tú … enseguida te sigo …
Balbucee fingiendo una somnolencia extrema, esperé que se alejara, agarré una toalla de baño de la barandilla y caminé detrás de ella que había desaparecido detrás de una duna. Me detuve a considerar la oportunidad de volver a buscar mi traje de baño, pero como ella estaba desnuda, pensé que también yo podía estar sin traje de baño. Caminé lentamente en modo de permitir que mi erección desapareciera y apuré el paso para unirme a Claudia.

Claudia estaba ya chapoteando en el mar, rápidamente me despojé de la toalla y corrí hacia ella, apenas mis pies tocaron el agua, me arrepentí de mi ímpetu, el agua estaba helada, me encogí y comencé a caminar hacia atrás, cuando Claudia comenzó a gritarme:
—¡Cobarde! … ¡Cobarde! … ¡Miedoso! … ¡Miedoso! …
Me detuve ofendido y con cuidado y apretando mis dientes, avance mar adentro. Claudia nadó hacia mí y comenzó a salpicarme con la heladísima agua, traté de hacerle el quite, pero no lo logré, así que me sumergí en las gélidas aguas, luego emergí cerca de ella y comencé a salpicarla y darle de su propia medicina. Ella arrancó hacia la playa mientras yo le lanzaba agua con pies y manos. La alcancé y comencé a hacerle cosquillas, ya que sé que ella es muy sensible a las cosquillas. Inmediatamente comenzó a chillar y a gritar en voz alta, se retorcía como una serpiente tratando de escapar. Su trasero se frotaba constantemente de un lado a otro entre mis piernas. Repentinamente sentí un poco de calor a pesar del frescor del agua marina y cuando una de mis manos se perdió en medio de sus pechos, la temperatura subió aún más.

Esperaba que en cualquier momento ella se desligara de mi y me llamara la atención por palparla ya descaradamente, pero nada de eso pasó. Ella seguía luchando con todas sus fuerzas.
—¡Uy!, hermanito … que fuerte que te has vuelto … pero no te servirá de nada …
Claudia soltó una carcajada y me hizo caer con una zancadilla, logré aferrar su brazo y la arrastré conmigo, de modo que caímos entrelazados a orillas del oleaje, sus senos se aplastaron contra mi pecho. Quizás cómo hubiera terminado esta pelea si no fuera por qué en ese momento apareció Esteban y nos llamó a ambos. Claudia se separó de mí y fue hacia él, yo permanecí en el mar. Sentí un poco de vergüenza cuando me di cuenta de que mi polla se había vuelto a poner rígida. Quise convencerme de que la erección acababa de comenzar y que mi hermana no se había dado cuenta de nada. Pero me quedó la duda, pues no estaba seguro de eso.

Visto la embarazosa situación, me sumergí y nadé mar adentro tratando de que nadie se percatara de mi inapropiada reacción eréctil.

Los observé a un centenar de metros y vi que Esteban se iba de regreso a casa, mientras Claudia con una carrera se sumergía y nadaba hacia mí. En pocas brazadas me alcanzó y respirando pesantemente, me dijo:
—¿Esteban quiere saber si te gustaría ir a la ciudad más tarde? …
—¿A la ciudad? … ¿Un recorrido por la ciudad? … Sí, creo que sí … me gustaría ir a ver un poco de Iquique …
Me sentí aliviado de que no era nada de preocupante, me sentía tan culpable por mis erecciones en el confronto con mi hermana, que pensé que podía ser acusado de algo. Nadamos durante una quincena de minutos, manteniéndonos bien separados y luego iniciamos a nadar hacia la playa.

Ella salió primero y comenzó a secarse, cuando me acerqué a su lado ella comenzó a secarme a mí, estaba a punto de decirle que lo haría por mí mismo cuando vi un enigmático brillo en sus ojos. No se detuvo mucho con mi cabeza, sino que frotó extensamente mi pecho y espalda, acercándose a mis nalgas, entonces la escuche murmurar:
—¡Pero cómo has crecido! …
Improvisamente sus movimientos se volvieron más lentos y no tan firmes, me estaba acariciando mis glúteos, esperé ansiosamente para ver si se acercaba al frente. Finalmente sentí que la toalla pasaba entre mis piernas, tocaba mis testículos y envolvía mi verga. Apreté los dientes. Luego la siguió su mano, acarició mis bolas y una y otra vez agarró mi pene. Esperaba no tener una erección tan pronto. Pero así como había iniciado, de repente se separó de mí, le dio un tirón a la toalla y dijo sucintamente:
—Bueno … se hace tarde … así que vámonos …
Quedé un poco desconcertado y confundido, dada la situación no me quedó nada más que recoger mi toalla y seguirla de cerca.

Desayunamos charlando un poco de todo y riéndonos, recordando nuestras infancias y Esteban nos hablo algo de Iquique donde iríamos más tarde a efectuar compras. A mitad de mañana Esteban nos transportó en ciudad, debo decir que me encantó la ciudad, el sector turístico, los diferentes locales comerciales en el paseo marítimo. Claudia iba adelante con Sonya y le mostraba los diferentes locales, se detuvieron en una florería porque ella quería comprar algo para su jardín. Después fue el turno de Sonya que arrastro a Claudia a una tienda de cosméticos para comprar algunas cremas y protector solar. Nos detuvimos a almorzar en un local con vistas al océano, paseamos por la playa y luego fuimos al supermercado para la compra de vituallas frescas para la semana.

El sol comenzaba a ocultarse cuando iniciamos el regreso a casa. Volvimos a la cabaña y me alegré de poder sentarme en un lugar familiar nuevamente. A cena bebimos un par de botellas de vino, Claudia se entonó con el alcohol y comenzó a molestarme con preguntas capciosas sobre mi vida amorosa.

Ella quería saber si tenía novia o quizás alguien en mente y todo eso me molestaba, más que nada porque no sabía que contestarle. ¿Qué podía decirle? Que nunca he tenido sexo con una chica y que me pajeo de tres a cuatro veces al día. Ciertamente no era algo que podía admitir delante de mis hermanas.
—¿Quién puede con nuestro hermanito? …
Dijo Sonya uniéndose a los comentarios y preguntas fastidiosas de Claudia. Le hice cosquilla en su cintura a sabiendas que es particularmente cosquillosa en esa zona. Sonya saltó como si hubiese sido picada por una alimaña y contra ataco haciéndome cosquillas.

Finalmente Esteban dijo que podríamos tomar un Jacuzzi para relajarnos antes de dormir, las chicas y yo estuvimos de acuerdo, me alegré de que cambiáramos la temática y comenzamos a prepararnos para el baño, solo Sonya estaba un poco indecisa, se levantó hablando con Claudia informándose de la vasca en cuestión.

El Jacuzzi era pequeño, había espacio para dos personas en cada uno de los lados enfrentados, pero había un buen aroma a sales de baño, muchas burbujas, un ambiente bien temperado y confortable. Esteban y yo nos sentamos en un lado y las chicas se sentaron juntas frente a nosotros.

Para mí era una ocasión increíble, por primera vez tenía frente a mi a mis dos hermanas completamente desnudas, aproveché la oportunidad de comparar sus atributos. Observé sus rostros y el primer punto lo asigné a Sonya, era la más bonita de las dos. Claudia se veía anticuada con su peinado corto y simple, pero se veía mucho mejor que cuando se ponía esos horribles y gruesos anteojos.

Seguí recorriendo con mis vista más abajo, sus cuellos y sus senos brillaban de sudor, gotas caían desde sus pezones. ¡Guau!, ambas eran formidables, Sonya tenía areolas más pequeñas, al igual que sus senos y Claudia le llevaba ventaja en tamaño y volumen de busto y sus pezones eran más grande y se notaban duros, ¿Será por el calor?, me pregunté.

Las diferencias no terminaban ahí, mirando entre sus piernas, Sonya tenía su coño con vellos bien cuidados y piernas depiladas, en cambio Claudia estaba completamente afeitada y también su pelvis ligeramente más estrecha y sus muslos muy firmes. Las piernas de Sonya eran muy largas, pero más delgadas, su culo a forma de durazno maduro, mientras el trasero de Claudia podría describirse como más duro y firme.
—¿Y tú … que estas mirando? …
Una ligera patada a mi pierna y la voz chillona de Sonya me saco de mis agradables pensamientos.
—¡Y donde quieres que mire … al techo? …
Dije despreocupado tratando de salir de la embarazosa situación, pero no pude evitar de ruborizarme, espero lo hayan atribuido al calor del agua. Miré a Esteban y este me sonrió cómplice y se puso a mirar al techo. No dijo nada, pero me había dado cuenta de que él miraba a Sonya, algo le gustaba de ella.

Después del baño en común, a turno nos duchamos para refrescarnos y sacarnos los restos de jabón, y nos fuimos a nuestros respectivos dormitorios, yo me acurruqué en mi saco de dormir en el zaguán, me quede dormido rápidamente. Esta vez no fue el frio a despertarme, sino algunos ruidos que no lograba definir su procedencia me tomaron algunos segundos despertarme del todo, luego presté atención y en el silencio de la oscura noche, volví escuchar unos gruñidos, gemidos, quejidos y lamentos, poco a poco aumentaron de intensidad y se hicieron más claros y fuertes.

Era evidente que provenían del dormitorio de Claudia y Esteban, alguien gemía allí. Conocía muy bien ese tipo de ruido que me atraía mágicamente.

Hace algunos años, unos sonidos semejantes llamaron mi atención, me fui a curiosear el origen de los ruidos y estos provenían del dormitorio de mis padres. Sentí una imperiosa necesidad de saber la razón por la que ellos generaban este alboroto, que a ratos me parecía hasta violento, como si se estuvieran agrediendo. Me acerque lo más posible a la puerta y trate de fisgonear hacia el interior de la habitación.

Sin saber como ni porque, algo instintivo, metí mi mano bajo los pantalones de mi pijama y aferrando mi polla que se había puesto dura, comencé a masturbarme. El efecto inmediato de esa batahola fue que disparé mi semen inauditamente rápido, recuerdo de haber tenido un tremendo orgasmo. Después de esa primera vez, mantuve una férrea vigilancia a mis padres para saber cuando ellos repetirían su encuentro, quería volver a escucharlos hacer el amor, a menudo me levantaba a escuchar cerca de su puerta, pero generalmente no sucedía nada.

Espiar a mis padres se convirtió en una adicción y Claudia me descubrió más de una vez haciéndolo, incluso una de esas veces me encontró con los pantalones a mis rodillas, afortunadamente me vio por detrás y en la penumbra de la noche no logró ver lo que estaba haciendo. Me inventé algo relacionado a un supuesto sonambulismo, ella me miraba con suspicacia y por suerte no lo comentó con mis padres.

Después ella se mudó con Esteban y así yo tenía las noches libres, pero mi vigilia no satisfacía mi curiosidad y expectativas, mis padres hacían el amor solo tres o cuatro veces al mes y en horarios inesperados, por lo que me canse de seguir sus escasos encuentros.

Ahora me encontraba tratando de investigar los ruidos similares que están haciendo Claudia y Esteban. Salí de mi saco de dormir y en punta de pie me desplacé por el porche. Cuanto más me acercaba, más intensos parecían los sonidos. La ventana estaba abierta, al parecer no habían pensado que yo estaba durmiendo en el exterior. La más bulliciosa era Claudia que demostraba efusivamente su calentura con gemidos, quejidos y constantes grititos:
—¡Aaaahhhh! … ¡Oooohhhh! … ¡Siii! … ¡Aahaa! … ¡Aahaa! … ¡Más! …
Me quedé escuchando bajo el borde de la ventana, me hubiese gustado mirar hacia el interior de la habitación, pero ellos tenían encendida una tenue luz y me habrían descubierto, por lo que sinceramente no me atreví, así que me acomodé e imaginé lo que estaban haciendo mientras me masturbaba silenciosa y salvajemente.
—¡Ssssiiii! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Fóllame! … ¡Siii, fóllame! … ¡Más fuerte, cariño! … ¡Umpf! … ¡Aahaa! … ¡Vengooo! … ¡Oh, Siii! … ¡Oh, Siii! …
Escuche a Claudia gemir sin aliento, la desvencijada cama crujía y chirriaba al ritmo de sus gemidos. A mi me parecía estar allí entre ellos y mi imaginación volaba al igual que mi mano. También los gruñidos de Esteban eran audibles y yo me acercaba al culmine de mi pajeo tratando de no hacer ruido alguno. Claudia fue la primera que se corrió y sus chillidos y gritos agudos la delataron. Esto fue demasiado para mí, quise lanzar un alarido junto al semen que brotaba a borbotones de mí polla, pero solo abrí mi boca y me quedé boqueando, tratando de normalizar mi agitada respiración. Estaba a punto de regresar a mi saco de dormir cuando los escuche hablar.
—Estabas inusualmente caliente, cariño … ¿Hay alguna razón? …
—¿Qué insinúas? …
—¿Tal vez nuestras visitas … quizás tu hermano? …
Presté atención, esto se ponía interesante, esperé ansiosamente la respuesta de mi hermana, pero ella no respondió, pero Esteban continuó:
—Él es muy guapo, joven y físicamente atractivo … puedo entenderlo … puede provocarte eróticamente pensar en él … aún siendo tu hermano …
—¿Y tu eso crees? …
—No lo sé, cariño … son cavilaciones … estoy fantaseando … suponiendo …
—Y si así fuera … ¿Te molestaría? …
—¡No! … no, tesoro … no me molestaría … lo entendería …
Inmediatamente Claudia fiel a sus convicciones, inició una perorata acerca de la hipocresía social:
—Esta asquerosa sociedad nos inculca convenciones arcaicas y códigos de conducta obsoletos … ¿quién determina lo que es decente? … ¿quién determina lo que es pervertido? … ¿Por qué dos seres humanos que se sienten atraídos no deberían tener relaciones sexuales? …
—Tienes razón, amorcito … ¡Amor libre para gente libre! … yo pienso del mismo modo … pero ¿qué pensará tu hermano? …
—No lo sabría decir … tengo la impresión de que es virgen … ¿podría ser eso un problema? …
Siguió una larga pausa, meditaban sobre el complejo tema, finalmente Claudia rompió el silencio.
—¡Sí!, tienes razón …
La voz de Claudia era clara, pero con un dejo de tristeza. Yo ya había oído suficiente, así que me volví al abrigo de mi saco de dormir.

Bastante confundido, me arrastré silenciosamente de vuelta a mi sitio y me metí en mi saco de dormir. Me costó una eternidad quedarme dormido mi cabeza era una vorágine de pensamientos. ¿Habré escuchado bien? … ¿Habré entendido lo que quiso decir? … ¿Hablo Claudia acerca de tener sexo conmigo, su hermanito menor? … Nunca lo había pensado ni menos considerado. Me había imaginado haciéndolo con Sonya, pero con Claudia no. Quizás porque a Claudia no tuve la ocasión de verla tantas veces, mientras que a Sonya la veía todos los días. Bueno, a partir de ahora eso cambiaba definitivamente.

La mañana siguiente me despertó Claudia, yo soñaba con ella teniendo sexo con varios hombres a la vez, la veía gozar como una puta caliente y yo me divertía a mirarla y a pajearme lujuriosamente. Tardé unos segundos en reaccionar a la visión de ella desnuda e inclinada sobre mí instándome a acompañarla a nadar, recordé lo que había escuchado la noche anterior y me sentí azorado, confuso, pero recordando sus palabras de que era posible un encuentro cercano entre ella y yo, me puso caliente y mi pene se endureció. Un poco avergonzado y asustado rechacé su invitación.

Me miró un poco decepcionada, pero igualmente me sonrió y me dio una caricia a mis cabellos, luego alzándose continuo su caminar hacia el mar. La vi caminar sobre la arena amarilla, su trasero era fabuloso y firme, con esos glúteos que subían y bajaban alternadamente mientras ella se desplazaba ligera como una gacela, le di una buena refregada a mi erección con mis ojos pegados a esa deliciosa vista, inmediatamente me arrepentí de no haber ido con ella.

Como era domingo no había nada especial planeado, así que se decidió de disfrutar del mar y el sol. Después de almuerzo, sin una planificación previa, cada uno de nosotros se fue hacia el mar cuando lo estimó conveniente. Creía de haber sido el primero en llegar a orillas de la playa, pero Sonya ya estaba allí, se había quitado la parte superior de su bikini y lucía sus hermosos senos brillantes de protector solar, sin quitar mis ojos de admiración a su belleza, extendí mi toalla a su lado. Luego de carrera me di un ostentoso piquero en las frías aguas, necesitaba refrescarme.

Cuando volví, Sonya todavía dormitaba boca arriba, no pude resistirme y me sacudí sobre sus tetas para mojarla, se despertó de sobresalto:
—¡Idiota! … ¿Qué haces? … mejor ven y frótame la espalda …
Estiró su brazo que sostenía el protector solar y se puso boca abajo. Sus pechos desnudos desaparecieron, consternado me arrodille para espalmarle el aceite protector, entonces me enteré de la vista de sus glúteos firmes y redondos eran tan eróticos como mirar sus senos, me anime otra vez y comencé a dar una vigorosa friega a su espalda.
—¡Ouch! … no tan duro …
Se quejó Sonya cuando friccioné sobre sus omoplatos, encontré una dureza y masajee acuciosamente hasta que sentí que esa especie de burujo se disolvía bajo mis dedos
—¿Qué hiciste? … Me has quitado un dolor que me aquejaba desde hace días … ¡Mmmmmm! …
Dijo Sonya moviendo su espalda aliviada, su piel era suave y tibia, le dije:
—Creo que te hace falta un buen masaje, chica …
Sonya se estremeció cuando sintió mi bañador mojado sobre sus muslos, inmediatamente reaccionó:
—¡Hey! … ¿Qué haces! … ¿Cuándo que aprendiste a dar masajes? … No puedes hacer nada de eso …
—¡Por supuesto que sé! … ¡Lo he hecho varias veces! … ¡Solo relájate! …
Era una gran mentira, pero cuando se trata de conseguir un objetivo tan codiciado como el trasero de mi hermana, todo está permitido. Sonya me miró con suspicacia, pero luego se tumbo y me dejó hacerlo. Me eché abundante protector solar en las manos y comencé a sobajear su afelpada tez alrededor de sus omoplatos. Trataba de hacerlo en modo experto y profesional y para asegurarme que ella lo disfrutaba, le pregunté:
—¿Estás bien? …
—¡Mmmmmm! … ¡Siii! …
Sonreí complacido, Sonya parecía disfrutar mi masaje, esto para mi fue suficiente incentivo para seguir probando mis habilidades recién descubiertas en su cuerpo caliente. No quería que ella se diera cuenta de que la estaba toqueteando, así que use abundante protector solar hasta que llegué al borde de la parte inferior de su bikini que venía moldeado por sus redondas nalgas. Sin duda su hermoso culo era más grande y torneado que el de Claudia, y esto lo hacía más atractivo para mí. Inexplicablemente sentí un poderoso impulso de tocar, lamer y morder esas nalgas esplendidas, haciendo uso de toda mi fuerza de voluntad pude contenerme. De todas maneras mis dedos se deslizaron bajo el genero de su bikini, ella no se movió y pensé que se había quedado dormida, pero de repente:
—¡Mmmmmm! … ¡No pares! …
Dijo Sonya casi en un somnoliento ronroneo.
—¡Está bien! … ¡Cómo desees! …
Bajé un poco más su bikini y masajee su estrecha cintura y más bajo aún, llegando a la hendedura que divide sus nalgas. Solo la vista parcial de esos blancos y redondos glúteos me hicieron sentir un estremecimiento general. Mis manos se pusieron un poco torpes y temblorosas, uno de mis pulgares se perdió accidentalmente en esa grieta oscura, entonces sentí que ella tiraba su culito hacia arriba y hacia atrás y comenzó a rotarlo, me pareció sentirla gemir imperceptiblemente. Como ella es cosquillosa, pensé que estaba sintiendo cosquillas, pero ella no trato de escapar como otras veces, volví a sentir sus gemidos más audibles.

Mis manos se deslizaron nuevamente en esa hendedura mágica y ella nuevamente comenzó a rotar su trasero moviéndolo suavemente arriba abajo. Estaba tan absorto en mi “trabajo” que no me di cuenta de que no estábamos solos.
—¡Oh!, no molestamos ¿verdad? …
Dijo Claudia que había llegado en compañía de Esteban. Su voz me sonó un poco extrañamente irónica. ¿Será envidia? Me gire y la vi a ella, ambos estaban en traje de baño. Claudia volvió a tener ese brillo en sus ojos. ¿Serán celos? Me sentí un tanto molesto por no haber notado que ellos se acercaban, en algún modo me sentí sorprendido haciendo algo indebido. Rápidamente me bajé de mi hermana y me acosté en mi toalla.
—No … no molestas … estaba solo poniendo un poco de protector en la espalda de Sonya …
Traté de sonar lo más impersonal e inofensivo posible. Al parecer también Sonya se sintió atrapada, porque rápidamente se subió el traje de baño y se sentó con sus rodillas plegadas cubriendo sus senos.
—Bueno … vinimos con Esteban a disfrutar un poco del mar …
Dijo Claudia y todavía su voz tenía un extraño dejo de suspicacia, no cesaba de mirar alternadamente a mí y a Sonya. Luego pasó junto a Sonya y estiró su manta grande justo a mi lado. Ella y esteban se sentaron ahí.
—Y también trajimos algo de beber …
Dijo en un tono liberal y desinteresado, más normal que antes. Yo tomé la botella de agua y di un largo trago. Claudia un poco indecisa dijo:
—Yo y Esteban solemos prender el sol totalmente desnudos … ¿Les molesta si lo hacemos ahora mismo? …
Casi me atraganto mientras bebía, pero rápidamente negué con mi cabeza. Sonya dijo no tener objeciones y rápidamente Claudia y Esteban se quitaron sus trajes de baño. Claudia me miró y dijo:
—Está muy fuerte el sol y tú no te has aplicado loción bronceadora …
Sin esperar una respuesta de mi parte, derramó abundante líquido en mi espalda y comenzó a frotarme en forma ligeramente ruda, sus manos se movían en forma experta, vi sus grandes tetas que se mecían sobre mi espalda, y la incipiente erección que había tenido masajeando a Sonya, rápidamente se transformo en un endurecido pene, dolorosamente le hice un hueco en la arena.

Cuando finalmente terminó, me dio una palmada en el trasero y se volvió hacia Esteban, que también estaba desnudo sobre la manta. Lo miré y lo vi bastante atlético y en forma dada su edad, era velludo en el pecho y estómago, un poco menos en las piernas, curiosamente su polla se mantenía en descanso, ¡Dios! … ¡Como puede mantener ese control! Debe ser un extraterrestre, pensé.

Lo vi que comenzaba a espalmar protector en el cuerpo de Claudia, lo hacía calmadamente y con deleite, Claudia gemía bajo sus manos que viajaban por todo su cuerpo. Me pareció de recordar los sonidos de la noche anterior y mi verga se puso más dura todavía. Sonya miraba con embeleso a ambos. Mis ojos se encontraron con los suyos y pude ver algo en esa mirada que no supe explicar ni interpretar. No era el brillo de los ojos de Claudia, sino algo más enigmático y misterioso.

Descansamos toda la tarde, luego cenamos con abundante vino y mientras Esteban y yo recogíamos la vajilla, Claudia fue a su cuarto a buscar su guitarra. Estuvimos cantando y bebiendo hasta tarde. Esteban bostezaba cansado. Pero Sonya no estaba cansada, parecía un poco caneca por el vino bebido, dijo tener miedo a la obscuridad en solitario y nos pidió de acompañarla a la playa. Tanta obscuridad no había, sino una luna llena brillante y esplendente. Finalmente Claudia estuvo de acuerdo y decidimos acompañarla. Solo Esteban dijo no tener más energías y se fue a dormir. La tarde estaba cálida o quizás era el vino que me mantenía acalorado, también el alcohol me hacía sentir bastante confuso y ansioso por refrescarme en el mar. Por supuesto nadie se preocupo de cambiarse sus ropas y vestir traje de baño.

Mis hermanas comenzaron rápidamente a desnudarse, luego se metieron en el agua salpicándose mientras reían y chillaban. Una vez más mi pene reaccionó ante sus exuberantes formas. Se podía ver bastante bien con la luminosidad proporcionada por la luna llena. Esperé que se alejaran un poco y entonces me desnudé y nade al lado de ellas.


El mar estaba agradable y mucho más cálido que a primera hora de la mañana. Primero, me alejé de mis dos hermanas y nadé un poco más mar adentro hasta que mis hormonas se calmaron nuevamente. Cuando miré hacia atrás, apenas quedaba nada de la playa. Incluso la risa y las risitas de mis hermanas solo se podían escuchar desde lejos, así que me di la vuelta y me dirigí hacia las dos.

Las escuché llamar mi nombre varias veces. Deben estar preguntándote dónde estoy ahora. Poco antes de la meta respiré hondo, me sumergí en el agua y salí justo entremedio de las dos. Sonya me soltó un grito de sobresalto y me reprendió enojada sobre dónde había estado, mientras que Claudia, visiblemente aliviada, dijo que estaban preocupadas.
—Solo estuve nadando un rato …
Respondí despreocupado, me sumergí de nuevo y agarré las piernas de Claudia debajo del agua. Retorciéndose salvajemente, se apartó de mí, así que me volví hacia Sonya, metí la cabeza justo entre sus piernas y la empujé hacia arriba. Estaba tan sorprendida que cayó de espaldas al agua.

Finalmente me había desquitado de mis dos hermanas, pero se aliaron y ahora se unieron para vengarse. Claudia me agarró de los hombros y trataba de meterme bajo agua, Sonya saltó sobre mí estrellando sus senos en mi cara. Las manos de Claudia en mi abdomen seguían tratando de sumergirme, en la refriega su mano de deslizó más abajo y aferró mi verga, cuando se dio cuenta lo que tenía en sus manos, rápidamente aparto su mano. Me tenían casi dominado entre las dos, perdí el equilibrio y caí hacia atrás, por suerte estábamos en aguas poco profundas y logré ponerme de pie, no me habían vencido aún. Con mi mano libre trate de hacer cosquillas a Sonya en su nalgas, mi mano se deslizó entre sus glúteos, pero ella se movió bruscamente y mi mano se metió a la entrada de su chocho peludo. Sonya se estremeció y gritó con sorpresa:
—¡Hey! … manilarga … eso no se hace … ¿Qué te crees? …
Su voz la traicionó, era una mezcla de sorpresa, velado enojo y vergüenza tonta, y no estaba seguro de si estaba realmente molesta. De todas maneras y por las buenas formas, le dije:
—Discúlpame … pero me tenía que defender en algún modo, ¿no? …
En otra oportunidad, esta acción habría tenido consecuencias, pero la algarabía y euforia provocada por el vino dulce, la apaciguó y la situación se relajó con bastante rapidez.

Con la calma restablecida volvimos a nadar por un rato, Sonya se mantenía a un ligera distancia de mí, mientras Claudia nadaba tranquilamente cerca de mí, tan cerca que continuamente nos tocábamos, yo estaba feliz sintiendo ese contacto de confianza y cariño.

Después de una media hora, Claudia dijo que era hora de descansar y dormir. Ella no lucía para nada cansada, sus ojos vivos y brillantes delataban su estado de ánimo, parecía llena de energías, necesitaba desahogarse y se fue desesperadamente en busca de la verga de Esteban. Con seguridad iban a pasar muchas cosas esta noche y yo estaría allí para no perderme nada. Rápidamente me volví para despedirme de Sonya.
—¡Oh!, no … También tú … me asusta estar sola en esta obscuridad …
Comenzó a protestar y luego me convenció de nadar juntos unos cientos de metros y luego emprender el viaje de regreso. Pero no llegamos muy lejos porque de repente Sonya gritó de dolor porque se había topado con algo bajo el agua. Preocupado, nadé hacia ella y traté de ayudar. Con el rostro contraído por el dolor, se aferró a mi cuello y se presionó contra mí. Lentamente regresamos a la playa.

Sonya se aferró a mí como si tuviera miedo de ahogarse, aunque no estábamos en aguas tan profundas. Apretó su cuerpo desnudo contra el mío y dobló su pierna derecha larga y dañada para evitar la tensión. A pesar de mi preocupación por mi hermana, pude sentir claramente su piel sobre la mía y me estremecí. Nunca antes había estado con ella en una situación tan íntima.

Algo toca la parte inferior de mi polla y me tomó unos segundos darme cuenta de que era el vello púbico de Sonya haciéndome cosquillas en el abdomen. Como somos casi del mismo tamaño, encajaba bastante bien y como Sonya no se quedaba quieta sino que se movía constantemente de alguna manera, sin querer seguía frotándose contra mí.

Traté de no pensar en lo que estaba pasando y me dirigí lentamente hacia la playa con mi hermana. Para alguien que simplemente pasaba por allí, esta situación debe haber parecido bastante obvia. Ella estaba colgando de mi cuello con su pierna doblada y ambos estábamos desnudos. Tenía que parecer que estábamos follando y a punto de estallar.
—¡No! … una erección, nooo —Retumbó en mi cabeza. Eso sería fatal en esta situación, así que traté de correr un poco más rápido para salir del agua lo más rápido posible. Desafortunadamente, esto también aumentó la fricción. Ahora sentí el área púbica de mi hermana en toda mi área genital y así vino lo que tenía que venir. Mi polla disfrutó de este tratamiento y desafortunadamente cobró vida.

Fue extremadamente vergonzoso y sentí ganas de tirar a mi hermana y nadar profundamente en el mar y nunca regresar. Pero ella todavía se aferraba a mí como una lapa y ni siquiera pensó en separarse un poquito. Sin embargo, había dejado de lloriquear y me miró con los ojos muy abiertos.

Por supuesto, ella también tenía que sentir lo que estaba presionando su abdomen bajo el agua.
—No temas, pronto estaremos en la playa … podremos ver que te ha sucedido …
Esperaba que no fuera algún encuentro con la temida “Fragata Portuguesa”, le pregunté:
—¿Qué pisaste? …
—¡Ni idea! … pero me duele mucho …
No dejaba de mirarme y apretarse a mí, tenía una extraña expresión facial y su voz no me pareció tan quejumbrosa. Para empeorar las cosas, trató de levantar sus maltrechas piernas, lo que por supuesto provocó más fricción de su pelvis con la mía. A propósito o no, si ella continúa así, mi cosa accidentalmente se deslizará dentro de su vagina y entonces buenas noches, pensé y no me disgustó para nada la idea.

Finalmente casi habíamos llegado a la orilla. El agua ahora solo nos llegaba a las rodillas. Levanté a mi hermana por las piernas, la llevé los últimos metros fuera del mar y luego la bajé con cuidado sobre la arena. Toqué suavemente su pie, provocando varios quejidos de dolor. No estaba sangrando y no parecía tener un picadura ni nada por el estilo en el pie.

Rápidamente eché un vistazo entre mis piernas y me sentí aliviado al ver que mi polla claramente se movía hacia arriba, pero afortunadamente no había alcanzado su "tamaño de combate", de lo contrario, ya no habría sido posible ocultarlo.

Así que calmé a mi hermana y a mí, recogí nuestra ropa de la playa y rápidamente me puse los shorts. Sonya se puso la blusa, pero luego, después de varios intentos fallidos, desistió de ponerse las bragas, pero las sostuvo frente a su abdomen mientras se apoyaba en mí y caminábamos lentamente hacia la casa.

Cuando finalmente llegamos a la entrada, la levanté de nuevo y la cargué escaleras arriba, lo que mi hermana documentó con un:
—¡Que buen servicio! …
Quise ir en busca de Claudia y Esteban para contarles lo sucedido, pero ella se negó:
—¡Estás loco … estoy casi desnuda …
Además, la puerta de la habitación de ellos estaba cerrada y ya había ruidos débiles pero definidos provenientes de allí. Así que llevé a mi hermana a la habitación de invitados, la acosté en la cama y le miré más de cerca su pie. El área alrededor de su dedo gordo estaba enrojecida y ligeramente hinchada. Al parecer era solo un hematoma. A menudo había visto lesiones como esa jugando al fútbol, le dije.
—No es nada … pronto te pasará …
Luego traté de despedirme de ella rápidamente porque tenía una cita con la ventana del dormitorio de Claudia y Esteban y no quería perderme nada. Pero Sonya no quería dejarme ir y me hizo una sugerencia sorprendente.
—Si quieres … puedes dormir aquí esta noche …
Su voz sonaba como un susurro, dulce y tentadora. Pero para mi y mi inocencia de adolescente, pasó desapercibida, solo pensé que querría estar acompañada después de su “accidente”, nunca se me ocurrió que ella pudiese tener segundos fines ocultos. Así que rechacé su oferta y le dije que quería dormir fuera, pensando a Claudia que follaba ya con Esteban y yo estaba aquí perdiéndome lo mejor. Acaricié sus cabellos y le di las buenas noches, luego salí de su dormitorio.

Me apuré para llegar a la ventana de Claudia, quería masturbarme y podía hacerlo mejor estando solo, escuchando como Esteban follaba a mi hermana. Me puse a cuatro patas y me acerqué a la ventana, me decepcionó encontrarla cerrada. Sin embargo, siendo la casa vieja, el aislamiento acústico era cero y al parecer en el interior estaban sucediendo cosas más intensas que ayer, me bastó aguzar mis oídos para escuchar a Claudia gemir y chillar, me bajé mis shorts y comencé a trabajar con mi equipo.

Estaba tan caliente por los eventos del día que no pasó mucho tiempo antes de que volviera a tener un orgasmo muy productivo. Con satisfacción, me eché hacia atrás en silencio y me fui a mi saco, casi había llegado a mi lugar cuando sentí que abrieron la ventana. Inmediatamente consideré en volver a escucharlos, tal vez vuelvan a hablar de mí. La curiosidad pudo más y regresé bajo la ventana. Entonces escuche la voz de Claudia:
— ….. si creo que los están pasando divino …
— Y cuando estaban nadando … ¿paso algo más? …
Claudia vaciló un poco en la respuesta, pero luego dijo con un tono levemente ofuscado:
—¡No, lo que debería haber pasado … Estaba también Sonya ahí, ¿sabes? … Además, crep que mi hermano no es como yo …
—Creo que te equivocas, querida … él se parece a ti más de lo que tú crees … ¿Lo viste como acariciaba a Sonya? … no me parecía un simple masaje …
—¿Tú crees? …
—Ninguna más adecuada que tú … caliente, erótica y experimentada hermana mayor … para descubrirlo y traer a tu hermanito al maravilloso mundo del sexo …
Estaba realmente asombrado y sorprendido, Esteban le estaba sugiriendo a su novia de que sedujera y se acostara con su hermano menor, yo. El hombre era simplemente asombroso. Desde hoy tenía toda mi admiración, pero escuche que Claudia replicaba:
—Que lindo eres … te amo …
—Yo también, tesoro …
Luego se hizo el silencia, pero los chasquidos y crujidos del desvencijado lecho, delataba lo que se estaba consumando en ese momento.

De repente ya no tuve ganas. Me arrastré a mi sitio, agarré mi saco una manta y me dirigí a la playa con mi cabeza hecha un torbellino. Necesitaba estar solo para pensar, porque lo que estaba escuchando y experimentando era bastante confuso, sin embargo, en algún modo increíblemente excitante. La noche se hacía larga, pero el monótono rumor de las olas finalmente me arrulló y me adormecí.

La mañana siguiente una cálida mano me despertó. Era la mano de Claudia. La fuerte luz diurna me hizo abrir los ojos a mitad. La vi sentada desnuda a mi lado sobre la colchoneta, se inclinó hacia mí diciéndome:
—Me asustaste cuando no te encontré en el zaguán … claro que dormir aquí es más agradable …
Su voz sonaba rasposa y extraña. Abrí los ojos un poco más, vi la razón de esto y me sobresalté. Durante el sueño me había quitado los shorts y también la manta. Ahora estaba sobre mi espalda completamente desnudo y con mi habitual erección matutina, mi pene estaba erecto a full y apuntaba hacia el oriente. Me mire entorno en busca de algo para cubrirme, pero no había nada al alcance de la mano. Debo haber tenido un sueño bastante inquieto y agitado.

Resignadamente me eché para atrás como si nada. Claudia no estaba disgustada por la situación y no hizo ningún intento de alejarse. Sin duda me ruboricé. Claudia acarició mis enrojecidas mejillas y luego deslizo su mano lentamente bajando por mi cuello. Como estaba con los ojos cerrados, sus caricias me parecían más intensas. Esto hizo que mi reacción eréctil también se intensificara. Las pulsaciones en mi pene hacían que este se moviera rítmicamente con mis latidos.

Miré a Claudia y vi que su mirada estaba sobre mi pene que pulsaba y blandía el aire en manera desafiante. Sus grandes pezones farrucos sobresalían prepotentemente de sus senos deliciosos, estaban ahí al alcance de mi mano, pero no me atrevía con ellos.

Sus dedos vagaban por la planicie de mis pectorales hacia mi vientre, dibujaban enigmáticas figuras en mi piel y continuaban descendiendo, mientras decía:
—Tienes un cuerpo realmente hermoso … las chicas deben estar locas por ti …
—Bueno … de verdad, todavía no he tenido ninguna chica …
Murmuré, pero de inmediato me arrepentí de mí honesta respuesta.
—Ya vendrá alguna … luego tendrás montones …
Me vaticinaba Claudia, mientras su dedo escarbaba mi ombligo. Mi aspiración comenzó a hacerse irregular. Me asustaba la situación, pero anhelaba que este momento se prolongara.
—¿Te gusta la forma en que te acaricio? …
Me preguntó con cierta inseguridad. Rápidamente asentí con la cabeza, lo que significaba que ella tenía via libre y podía hacerme cualquier cosa. Claudia asumió e interpretó mi respuesta en forma correcta, porque su mano se fue directamente a mi pene. Hice una mueca y sentí escalofríos recorrer todo mi cuerpo. Su toque en mi masculinidad me electrizó.

Claudia continuó masajeando suavemente mi verga, la sentí que se inclinaba murmurando:
—¡Oh!, chico … si que has crecido …
No apartaba los ojos de mi polla. Mire su cara y sus rasgos habían cambiado notablemente, su tez se había enrojecido, sus ojos brillaban intensamente y miraban extasiados mi verga, su boca estaba entreabierta y se mordía su labio inferior, me parecía que sus senos vibraban y sus muslos se movían juntándose estrechamente. Su toqueteo a mi verga se hizo más enérgico e iba en aumento.

Ya no era mi cariñosa y dulce hermana mayor, se había transformado en una mujer que ahora exigía y buscaba algo especifico que sabía muy bien de qué cosa se trataba y estaba decidida a conseguirlo cueste lo que cueste. Cerré los ojos y me dejé hacer. Estaba disfrutando la lujuria de Claudia. Al parecer ella quería masturbar mi pene. Jamás soñé con algo similar, ni siquiera en mis fantasías más eróticas, casi automáticamente mi pelvis se levantó y empujó al ritmo de su mano. De repente me envolvió una tibia humedad alrededor de mi glande, abrí los ojos y para mi sorpresa, mí polla había desaparecido en la boca de Claudia, mientras su mano acariciaba mis bolas.

Está claro que había escuchado algo sobre las mamadas. También había visto algún video porno en los cuales las actrices chupaban los penes de sus parejas con placer, pero la vista de mi hermana con sus ojos cerrados y chupando mi pene fervorosamente, casi me vuelve loco. Su cabeza se movía arriba y abajo acomodándose y logrando meterlo por entero en su boca. Para mí era una sensación nueva y jamás experimentada antes, pero Claudia era obvio que sabía muy bien hacer lo que estaba haciendo a mi verga. Sus enérgicas chupadas se hicieron más lentas y tiernas. Mi pene se había hinchado al máximo, brillaba bañado con su saliva, su lengua jugaba con el orificio de mi glande.

Mis partes íntimas se habían convertido en objeto de deseo, un pedazo de carne dura y palpitante que se calentaba como un volcán, la lava ardía en mis cojones pronta a explotar. Mi cuerpo anunciaba ya un orgasmo, siempre me había corrido masturbándome, pero esto era diferente y me preparaba para correrme violentamente, tenía una cierta aprensión a lo desconocido.
—¡Clau! … estoy cerca … no puedo más … no resisto más … me voy a correr …
Estaba balbuceando entre jadeos. En realidad quería que sonara como una advertencia a mi hermana, pero ella en lugar de soltar mi polla, la tomó más profundamente en su garganta, a la vez que comenzó a mover su cabeza más rápido. No pude más, grite y deje escapar el primer aluvión de semen en la estrechez de su garganta. Era tanta la esperma que salía de mi pene, que me dolían los borbotones que escapaban de mi verga. Además, me sentí mareado y todo a mi alrededor comenzó a dar vueltas. Claudia había cerrado sus labios entorno a mi tótem y no se dejaba escapar ni siquiera una gota. Cuando mi eyaculación termino, abrí mis ojos y ella estaba acostada a mi lado acariciando mi frente y mis cabellos. Mi hermana cariñosa estaba de regreso.
—¿Esta todo bien? … ¿Estás bien? …
Me preguntó algo preocupada. Asentí y me aclaré la voz, tenía una pequeña carraspera, traté de recomponerme. Claudia parecía tensa. Sus mejillas estaban rosadas y parecían brillar. Sin embargo, sus rasgos faciales ahora eran mucho más suaves que cuando comenzó a succionar mi verga. También noté que no tenía rastros de semen en la cara o cabello, tampoco en su boca. Me pregunté donde había ido la copiosa cantidad de semen que eyaculé, pero me abstuve de preguntárselo.

De pronto la sentí compungida, me miró por largo rato, había un dejo de preocupación y culpa por lo sucedido, luego habló:
—Lo siento, cariño … fue todo tan sorpresivamente … me deje llevar … nunca debería haber sucedido y no volverá a suceder …
—¡Oh!, no, no … ¿pero por qué? … ¡Fue algo increíblemente hermoso! … ¡Me encantó! … ¡No seas mala! … ¡No me castigues! … ¿Podemos hacer esto más a menudo … por favor? …
Proteste en forma vehemente. Sus ojos se iluminaron y una enigmática sonrisa cruzo su rostro. Obviamente era justo lo que ella quería escuchar de mí y con un tono animado en su voz, me respondió:
—Bueno … Está bien … Ya veremos … Pero ahora vamos a nadar y luego a desayunar …
Luego se alzó de un salto y corrió hacia el mar. Observe fascinado como mojaba sus pechos y brazos para acostumbrar su cuerpo al frio matutino del mar. Me levanté, mis piernas estaban ligeramente temblorosas. Me dirigí hacia ella y nadé cerca de ella, pero me mantuve a distancia, no quería importunarla, no quería asustarla, no quería hacerla enojar. Lo único que deseaba era estar con ella, acariciarla, seducirla, amarla.

Luego de una hora, regresamos a desayunar, nos sentamos a la mesa al aire libre. Algo había cambiado, ella rehuía mi mirada y yo no podía dejar de mirarla y volver a sentir ese hormigueo en mi bajo vientre, esas cosquillitas en mi estómago, ese enjambre de maripositas en mis pelotas.

Mis pensamientos seguían dando vueltas sobre la increíble experiencia que mi hermana mayor me había dado antes en la playa y tuve que obligarme a no mirarla constantemente y no dejar ver a Esteban o Sonya, lo que ella y yo habíamos hecho juntos. Me sentía muy ligado a ella, me sentía de pertenecerle. Tal vez me estaba enamorando de mi hermana.

En el camino de regreso de la playa a casa, Claudia me había dicho que no se lo contara a nadie, crep que se sentía culpable por la situación y quizás se sentía de haber traicionado a Esteban. Yo estaba todavía bastante confuso, pero de ninguna manera le diría a Sonya que su hermana me había chupado y se había bebido todo mi semen. Esteban nos miraba de vez en cuando y creo que él intuía de que algo había pasado, pero nada dijo.

Sonya ignara de todo, hablaba y hablaba sobre su accidente de la noche anterior, claramente dramatizaba el todo histriónicamente, porque su pie se veía bien y solo cojeaba un poco. Por supuesto que nada dijo de que se había colgado desnuda de mi cuello, solo vanagloriaba mi actuar y el cómo la había cuidado y protegido.

Repentinamente su discurso cambió del todo. Comenzó a recordar nuestra ida a Iquique y de como le había gustado una tienda de ropa femenina. Describía una blusa que se había probado junto a Claudia, decía que le gustaría volver y comprarla. Aparentemente Esteban seguía atentamente sus comentarios y le dijo que si quería él podría llevarla, a lo que Sonya acepto y agradeció prontamente. Claudia dijo que ella tenía muchas cosas que hacer y se negó a ir. Cuando me preguntaron si quería acompañarlos, me quedé en silencio pensando. Ellos necesitan al menos unas dos horas y media para ir y volver, además, otra abundante media hora para comprar el artículo, lo que nos dejaría a mi y a Claudia, tres horas donde podría suceder cualquier cosa entre ella y yo.

Los tres mi miraban atentos para saber cuál era mi decisión. Espontáneamente me salió un:
—Yo prefiero quedarme … cuando vuelva a casa no tendré mar para ir a nadar … me quedaré a disfrutar del mar …
Sonya se sintió molesta por mi individualismo. Al parecer no se sentía confortable a solas con Esteban, pero era demasiado tarde para revertir la situación. Después del desayuno Esteban y Sonya se fueron a Iquique, yo ayudé a Claudia a recoger la mesa. Ayuda que agradeció sin manifestarse ulteriormente en nada.

Yo me sentía en terrenos desconocidos, no tenía claro como comportarme, así que decidí irme a la habitación de Sonya y descansar en su cama durante su ausencia. Encontré unas revistas y trate de concentrarme en leerlas, pero no pude. Mis pensamientos siempre regresaban a Claudia y me preguntaba que estaría haciendo ¿Volveríamos a tener un encuentro ella y yo? ¿Habrá sido al único, de una sola vez y que jamás volverá a repetirse? ¿Debería yo hacer algo más? ¿Qué tal si hablo con ella y le pido de que volvamos a hacerlo? ¿Quizás si hablo con ella y le dio lo hermoso que fue y cuanto quisiera que lo hiciésemos nuevamente?

Todas estas cosas giraban en mi mente y trataba de envalentonarme y tener el suficiente coraje para ir a hablar con ella, en eso, Claudia entró al cuarto de Sonya.
—Andrés … creo que deberíamos hablar de lo de esta mañana …
Comenzó directamente mientras se sentaba a mi lado.
—¡Ah!, de eso … quería decirte lo maravilloso que fue … nunca había vivido nada parecido y me gustó mucho …
—Sí, a mí también me gustó … pero a veces soy demasiado impulsiva ¿sabes … Soy tú hermana y no quiero hacerte daño …
—¿Pero cual daño? … ¿no escuchaste de que para mí fue espléndidamente fabuloso? …
Mientras tanto mis ojos se habían ido de su rostro a su ajustada blusa, los cuatro botones superiores estaban desabrochados, se veía la hendedura de su escote y el borde de su sujetador, mi mente se llenó con la imagen de sus dos exuberantes tetas que parecían más sexys cuando menos se veían.
—¿Cómo podría dañarme una cosa tan maravillosa? …
Le dije mientras mi ojos miraban codiciosamente su escote. En principio ella ignoro mis miradas, pero de repente me interpeló:
—¿Qué pasa? … ¿Te gusta lo que ves? …
—¡Emh! … Es que tus senos son tan hermosos … ¿Me permitirías tocarlos? …
Dije mientras me ruborizaba por completo, ella se miró, fingió que lo pensaba y luego con una traviesa sonrisa me dijo:
—Creo que es justo … yo te toqué una vez … ahora me podrías tocar tú …
Tan pronto como dijo eso, mis manos volaron hacia ella y finalmente mis dedos tocaron esa esponjosa piel que quemaba la yema de mis dedos, ella me sonreía complacida:
—¡Vamos! … no seas tímido … tócame …
Comencé a desabrochar torpemente sus botones, por lo que ella me dio un palmetazo en mis manos y sonriendo me dijo:
—¡Deja! … ¡Yo lo haré! …
Después de eso, se quitó su blusa y sostén, luego se inclinó provocativamente hacia mí y me ofreció sus lozanas tetas. Estaba estupefacto, miraba boquiabierto sus tetas desnudas y pesadas que se cimbraban frente a mis ojos. Había visto fugazmente sus pechos en muchas ocasiones, pero esto era algo nuevo, ahora ella me las ofrecía para mí deleite y goce. Mis manos que primero parecían volar, ahora se movían como en cámara lenta y me pareció una eternidad hasta que finalmente llegaron a posarse en sus senos. Eran increíblemente suaves y cálidos y mientras mis falanges vagaban por su superficie, una agradable y cómoda sensación se apoderaba y fluía por todo mi cuerpo.

—Puedes agarrarlas más fuerte … no se romperán …
Me dijo Claudia en tono irónico. En principio me costó un poco ya que dada las dimensiones y la dureza, sus tetas se escabullían de entre mis dedos y manos, ella reía jocosamente meneando su pecho de lado a lado. Pero luego encontré el ritmo y la fuerza justa y comencé a masajear sus plenos y rebosantes senos:
—¡Oooohhhh! … ¡Aaaahhhh! …
Exclamaba ella entreabriendo su boca lujuriosamente y sus ojos brillantes casi llorosos. Su piel se erizó como piel de gallina. Podía sentir perfectamente como sus areolas se oscurecían y sus pezones rosados se endurecían entre mis dedos.
—¡Mmmmmm! … ¡Que lindas y cálidas manos tienes! …
Me elogió entrecerrando sus ojos y su voz ya no sonaba irónica, sino rauca y quejumbrosa.
—Ven más cerca y bésame …
Me pidió improvisamente y yo acerque mi boca a sus carnosos labios entreabiertos. Me sobresalté y me sorprendí tanto al tocar sus labios calientes que hasta le solté sus tetas. Nadie había dicho nada de besar ¿Cómo se hace eso? Pero antes de darme cuenta, sus labios presionaron los míos y su lengua invadió mi boca como una serpiente. Me inmovilicé, otra nueva experiencia. Ella se despegó ligeramente de mi:
—¡Vamos, cariño! … de seguro lo puedes hacer mejor que eso … ven a jugar con mi lengua …
Luego me apretó en un abrazo y su boca presionó con fuerza mis labios. No pude resistirme y le devolví su beso con mucha pasión dejando que mi lengua persiguiera la suya buscando de someterla. Su lengua se escabullía y contra atacaba la mía, hasta que finalmente se envolvieron ambas y se fusionaron casi para fundirse juntas. Cuando nos separamos, ella y yo estábamos casi sin aliento.
—¡Mmmmmm! … ¡Que rápido aprendes, querido! …
Claudia me volvió a elogiar y como quería darle muestras de mis habilidades, la volví a besar apasionadamente una vez y otra vez. Cuanto más la besaba, más me gustaba. Pero ella buscaba otras cosas, evidentemente quería más. Sus mejillas estaban muy rosadas y brillantes, sus besos se volvieron más exigentes, ahora sentía su rostro restregarse con mi mejillas, sus manos recorrer todo mi cuerpo y entendí que la había excitado verdaderamente, me sentí orgulloso y me motivo a continuar en la “tarea”. Volví a sobajear sus tetas y cuando me agaché a lamer y mordisquear sus pezones, ella pareció volverse loca y salvaje. Ella era la matriarca que comandaba, pero mi lengua era la que la hacía revolcarse en la cama. Frenéticamente tiró de mi camisa y rápidamente me la quitó. Luego comenzó a cubrir mis pectorales, mi cuello y toda la parte superior de mi torso con besos calientes y algunos chupones. Su rostro había vuelto a tomar esa mueca de animal predador en ataque a su presa, parecía desesperadamente hambrienta de sexo, justo cuando se acercaba al punto de no retorno, me soltó y se obligó a moderarse.
—¡Ufff! … me siento tan caliente contigo … pero no quiero violentarte como esta mañana …
—¡Pero si ya te dije que me gustó! … ¡No me siento violentado! …
—Porque eres adolescente y no te das cuenta de lo que es violencia …
—¡Y dale con la violencia! … ¡Me gustó! … ¡Me encantó! … ¿De que violencia me hablas? …
—Para empezar eres menor de edad … Eres mi hermano … ¿No te bastan esas dos? …
—Pero si yo lo quiero y tú también lo quieres … nadie viene forzado … no hay violencia … y yo lo quiero … una y otra vez lo quiero …
Claudia se acomodó pensativamente sobre la cama, creí de haberla persuadida, miré sus pechos, Claudia se dio cuenta, me tomó una mano y la puso sobre su seno derecho, luego comenzó a instruirme sobre como tocarlo para hacer que una mujer vea estrellitas. Así que aprendí modos de chupar, mordisquear, morder, pellizcar, masajear y darle un tratamiento especial a los pezones de cualquier mujer.

Luego vino el plato fuerte. Claudia se quitó pantalones y bragas y se acostó desnuda con las piernas separadas, volvió a tomar mi mano y la apoyo en su vagina:
—Veamos si sabes darme besitos ricos también aquí …
Con cierta vacilación me coloqué entre sus muslos. Había algo distinto, el aroma era atractivo, pero indefinible. Pude ver los delicados labios rosados de su coño que brillaban impregnados por el líquido que no cesaba de emanar de entre los pliegues de su conchita. Cautelosamente acerqué mis labios a su chocho lampiño. Ella dijo que debía darle besitos, así que estiré mis labios y bese uno de sus labios hinchados, pasé la lengua para probar el sabor, agridulce y ligeramente saladito, un sabor cautivante, inmediatamente quise más.
—Bésame ahí abajo igual como me besaste en la boca …
Fueron las instrucciones de Claudia mientras separaba un poco más sus piernas, dócilmente como buen discípulo, me acomodé, abrí mi boca y presioné mis labios suavemente contra sus labios vaginales. Me pareció extraordinario de que esa parte de mi hermana estuviera tan mojada, no sabía explicarme el porque de tantos juguitos, chupe y lamí un poco de ellos, luego metí un poco de mi lengua para acaparar los que venían saliendo de su interior, me parecieron tibios y deliciosos.
—¡Oooohhhh! … ¡Ssssiiii!
La escuché gemir y eso me hacía comprender que le gustaba lo que le estaba haciendo. Lamí todo entorno a su vagina y su exquisito brebaje me extasiaba y saciaba mi sed.
—¡Mmmmmm! … ¡Que bien que lo haces! … ¡Méteme la lengua y tus deditos dentro! … ¡Eso también me gusta! …
Por supuesto no me lo hice repetir y metí dos dedos en su estrecho chocho y comencé a chupar esa parte que la hacía tiritar y chillar, su cuerpo se retorcía y presionaba su abdomen contra mi cara.
—¡Mételos más profundo … fóllame con tu lengua! …
Escuché a Claudia gemir y susurrar con voz jadeante, enterré mi cabeza en su regazo y empujé mi lengua dentro de ella lo más profundo que pude. Pareció como si hubiesen abierto un grifo dentro de ella, el jugo de su coño fluía sin secar y lo sentí correr por mis mejillas y deslizarse por mi barbilla. Claudia apretó sus muslos contra mis mejillas mientras se estremecía, lo que amortiguó el sonido de sus gritos y chillidos, agarró mis cabellos y friccionó su conchita contra mi rostro.


—¡Ssssiiii! … ¡Siii! … ¡Ssssiiii! … ¡Aaaahhhh! … ¡Aaaahhhh! … ¡Mmmmmm! …
Claudia se retorcía. Giraba y gritaba como enloquecida, sus muslos golpeaban mi cara. Sorprendido por este fenómeno desconocido, levanté mi cabeza para ver de que se trataba, pero ella aferró y cabeza y la forzó en su entrepierna contra su concha.
—¡Noooo! … ¡No te detengas! … ¡Sigue! … ¡Ssssiiii! … ¡Sigue! …
Su tono era el mismo que escuche pajeándome bajo su ventana. ¡Maravilloso! Esta teniendo un orgasmo y soy yo a provocárselo. Me sentí halagado y orgulloso, así que volví a meterme entre sus piernas y atacar con mi lengua su capullo florecido. Los movimientos de mi hermana eran tan violentos que me hacían fallar mis lamidas a su concha, pero sus temblorcillos me decían que se estaba corriendo con fuertes y agudos gritos, mientras sus fosas nasales se inflaban por su respiración casi insana y enloquecida. Su orgasmo se prolongó por largo rato, parecía no terminar jamás.

Lentamente su cuerpo se calmó y sus fuertes gemidos se transformaron gradualmente en una respiración afanosa. Algo me decía de que era mejor dejarla tranquila y que se recuperara, así que me senté a cierta distancia a observarla y gozar con su belleza. Ella abrió sus ojos y su mirada era dulce, su nuez se movía cuando tragaba saliva. No decía nada, parpadeaba y humedecía sus labios con su lengua, estaba exhausta y con una expresión de satisfacción infinita, se le marcaban sus hoyuelos en sus mejillas cuando a braves ratos me sonreía. Se aclaró una carraspera de la garganta y dijo:
—Fue simplemente maravilloso … Hacía muchísimo tiempo que no me corría así de rico …
Claudia estaba visiblemente impresionada y excitada, finalmente se acurrucó a mí como una gatita regalona.
—Espero no haberte asustado … pero cuando estoy demasiado caliente alzo la voz …
Su voz era suave y acariciaba mi brazo mientras me hablaba, después acarició mis cabellos.
—No me asusto fácilmente, ¿sabes? …
Le dije con un tono bastante tranquilo como para demostrarle que esto era para mí algo normal, pero por dentro estaba muy contento y excitado, me sentía como un monarca para quien nada es imposible. Ella me sonrió y se apretó a mi cuerpo sin dejar de elogiarme por como la había hecho sentir.
—Te comportaste a la altura y aprendes muy rápido … el día que te hagas de una novia, esta estará feliz contigo …
Eran los cariñosos augurios de mi hermana y eso contribuyó a subir de mucho mi auto estima.
—Me has hecho sentir tan rico que creo que te debo algo … te concederé un deseo … dime que te gustaría que te hiciera …
—¿Deveras lo dices? …
Ella volvió a estrecharse a mí, me dio un beso en la nariz y volvió a repetirlo.
—Sí … lo dije en serio … ¿Qué quieres? …
—Bueno … en ese caso … si pudieras hacer lo mismo de esta mañana …
Claudia hizo un gesto de desconocimiento y me hacía entender que desconocía de lo que estaba pidiéndole.
—¿A que te refieres? … Dime exactamente que es lo que quieres …
—Bueno … tú … tú con tu boca …
—No … no sé … hazte entender … quiero escucharlo … dime que es lo que quieres …
Me sentía muy avergonzado y Claudia disfrutaba a jugar conmigo y mi timidez. Sus ojos brillaron desafiantes y su mano acariciaba mi verga.
—¿Quieres volver a chuparme la verga, por favor? …
—¡Eso! … eso es lo que quería escuchar … también a mí me gusta hacértelo …
Me sonrió satisfecha, luego se inclinó apoyando su mejilla en mi muslo y mirando mis testículos, metió su mano y comenzó a acariciar mis bolas, primero con su lengua, luego se tragó uno y lo paseó por toda su boca, acción que repitió con el otro, siempre con mi verga bien aferrada con su mano. Cerré mis ojos y me eché hacia atrás cuando sentí sus labios en mi glande, la sensación fue tan placentera de que pensé que me correría otra vez. Claudia succionaba, lamía y magreaba mi pene con deleite, me hacía erizar la piel.
—Tienes una verga maravillosa, hermanito … y de muy buen sabor …
Susurró con una voz dulce, golpeando su mejilla con mi verga, luego observó atentamente mi pene, encorvó un poco su espalda y se trago mi polla hasta tocar mis bolas, tuvo un conato de vómito y alguna arcada, pero resistió hasta que entró todo por completo en su boca. Gemí en voz alta. Que sensación más exquisita. Yo había visto muchas películas y videos, pero nada de eso se asemeja a sentirlo en carne propia. Muchas veces fantasee con esas actrices mamando mi verga, jamás pensé que un día mi hermana me haría disfrutar de esta manera increíble.

Su lengua y mi pene era como una simbiosis perfecta. Una interacción extraordinaria que me estaba llevando al culmine, no quería perderme nada, observé con fascinación como mi hermana centímetro a centímetro sacaba mi gordo y grueso pene de su boca, solo para volver a tragarlo profundamente. Me agarré de las sábanas con mis piernas tiesas y lancé como un escupitajo, un chorro de esperma. Claudia lo sintió y se aferró a mi verga aprisionándola en sus labios como si tuviera en un trance. Sus labios succionaron con fuerza y la nuez de su garganta se movía a medida que tragaba cada borbotón que salía disparado de mi pene. Estaba como en una especie de ataque convulsivo apretando mis glúteos y disparando chorros y chorros de semen en la boca de mi hermana. ¡Oh, Dios, está realmente bebiéndose mi semen!

Después de chuparme hasta la última gota, se tumbó encima de mí y me besó en la boca. Sabía a mi polla y a mi semen, así que dudé un poco al principio, pero luego le devolví el beso para mantenerla feliz. Después de eso hubo silencio durante varios minutos hasta que mi hermana finalmente se separó de mí y dijo:
—Ahora a la ducha … Esteban y Sonya deberían volver pronto y no necesariamente tienen que vernos así …
Claudia saltó de la cama y con un tirón firme me sacó también a mí, aproveché el impulso para chocar ligeramente contra su cuerpo desnudo, por supuesto, aferrándome a sus grandes pechos.
—¡Hey!, eres insaciable … se nota que somos parientes …
Ella se rio fuerte y se alejó de mí, justo antes de llegar a la ducha, escuchamos el débil ruido de un motor que se acercaba. Claudia miró el reloj y lanzó una exclamación de sorpresa. El tiempo había volado. Habían pasado más de tres horas y Esteban estaba regresando junto a Sonya.
—¿Querías ir a bañarte? … Creo que sería oportuno que te fueras …
Dijo mi hermana guiñándome un ojo, entregándome una toalla me dio una palmada en el trasero y desapareció en la ducha, rápidamente salí por la puerta trasera y me fui a la playa. Dejé caer la toalla en la arena y me zambullí directamente en el mar. Nadé sin rumbo fijo pensando en lo que había sucedido. De algún modo, todo había cambiado. Por un lado quería volver a la casa para estar al lado de Claudia, por otro lado temía enfrentarme con Esteban. ¿Qué pasaría si notara algo? ¿Qué pasaría si no fuera tan tolerante? ¿Qué pasaría si Sonya se diera cuenta de alguna cosa?

Finalmente volví a la casa atemorizado y con sentimientos encontrados.

(Continuará) …

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escrito el
2022-02-28
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