En alguna parte cerca de Iquique. Segunda Parte.
por
Juan Alberto
género
incesto
Frente a la casa Esteban estaba preparando la mesa para el almuerzo. Me saludo felizmente cuando me vio. Claudia y Sonya estaban al interior de la casa. Seguramente Sonya estaba mostrando sus compras a Claudia.
Me apresuré para ingresar a la casa a cambiarme. Al pasar fuera del dormitorio de Claudia, escuché la animada voz de Sonya, me acerqué a curiosear, quizás Claudia le hable a Sonya de nosotros y lo de esta mañana. Pero la temática principal era el viaje de Sonya con Esteban, las compras de ella en las tiendas del Mall, las gangas y liquidaciones en los precios, pero nada en referencia a ella y a mí. Proseguí hacia el baño pensando en como comportarme para no levantar sospechas en Esteban ni en Sonya.
Veinte minutos después, estaba sentado a la mesa con una sensación de malestar en el estómago y tratando de parecer lo más normal posible, pero no me estaba yendo muy bien. Porque al poco tiempo sentí las miradas escrutadoras de Esteban y las evité mirando repetidas veces mi comida. Me sentía arrinconado y culpable, no sabía como salir de esta situación. Esperaba de terminar de comer para escapar a alguna parte, cuando Esteban sugirió que él y yo fuéramos a dar un paseo en bicicleta.
Me encanta andar en bicicleta, pero dada las circunstancias me sentía incomodo de frente a los ojos escrutadores de Esteban, estaba a punto de darle una excusa cuando Claudia intervino:
—¡Una idea genial! … te hará bien para consumir las grasas …
Me miró sonriente y me guiño un ojo.
—Ok …
Dije sin demostrar mi pesadumbre, no podía negarme si ella estaba a animarme. Esteban me cedió su bicicleta y él se las arreglo con la de Claudia. Nos dirigimos hacia la playa y luego nos adentramos en las dunas, después de una hora de pedalear sobre la arena, nos tomamos un descanso.
No habíamos hablado mucho entre nosotros. Esteban me mostraba las características del paisaje con diferentes puntos de referimiento para no perderse en el monótono panorama. Luego casi por casualidad cambió el tema y comenzó a hablar sobre mis hermanas. Primero quiso saber cosas sobre Sonya. ¿Cuál era mi relación con ella? ¿Qué sabía sobre su exnovio? ¿Por qué se había dejado con él? Etc. Con una velada sonrisa, me di cuenta de que él estaba interesado en ella, aparentemente tenía el ojo puesto en ella. Le di toda la información que era de mi conocimiento, aunque si solo fuera para distraerlo del tema de Claudia.
No pude decirle mucho sobre las causas de la separación de Sonya con su exnovio, pues no tenía mucha información al respecto. Pero le dije de que se trataba de un chico que conocía desde su infancia, dado de que su familia viva a pasos de casa la nuestra. Prácticamente fue su primer y único novio, desde los dieciséis, a los veinte se mudó con él. Todos esperábamos que terminarían casándose y formando familia. Pero alrededor de un año y medio después, vino la inexplicable dolorosa y llorosa separación. Yo no tenía la certeza de las causas de esa rotura, pero al parecer él la había engañado con la mejor amiga suya. Había sido un duro golpe para ella que no quiso perdonarlo y hasta el día de hoy se siente que ella quedó muy afectada.
Esteban me escuchó en silencio y finalmente dijo:
—Tienes suerte … tienes dos hermanas adorables … tú les gustas mucho … ¡A ambas! …
Me miró intensamente tratando de entender mis pensamientos. Me sonrojé porque sabía de que estaba hablando, no me esta culpando de nada, pero consciente o inconscientemente, yo mismo me sentía culpable. Me había sobrepasado con ambas. No sé si él lo sabía o solo lo intuía, pero su tono de voz nada delataba y permaneció tranquilo mientras hablaba.
—Lo sé que Claudia es una mujer enérgica y, hay veces que es bastante impulsiva y apasionada, es por eso por lo que la amo … Sexualmente también necesita mucha atención física y afecto … Creo que mucho más de lo que yo puedo darle …
Su lenguaje claro y franco me dejó sin palabras y esperé con ansias lo que vendría después.
—Por todo lo anterior es que no me molesta si ella consigue ese cariño adicional en otro lado … y si se siente atraída por un chico más joven que tiene claro de que no me la va a quitar … eso no me resulta contrario … es más … lo favorecería … bien por ella y por el joven … y también para mí …
En principio no entendí de que estuviera hablando de mí, luego me sentí agradablemente sorprendido, Esteban me estaba dando un pase libre con Claudia ¡Guau! Fue como si me sacara un gran peso de encima, me hubiese gustado abrazarlo y agradecerle, pero solo le sonreí con gratitud.
Saco su botella de agua y bebió un largo sorbo, luego dijo:
—Creo que sería oportuno que regresemos … esos nubarrones negros que se acercan no presagian nada de bueno …
Efectivamente ya se había hecho tarde y el cielo se estaba oscureciendo con nubes plomizas y oscuras. Por suerte la lluvia comenzó en el preciso momento en que estábamos guardando las bicicletas, cuando entramos a casa los gruesos goterones retumbaban por toda la casa y no paró de llover hasta la madrugada.
Esteban encendió la chimenea y nos acomodamos con sendas tazas de chocolate caliente a pasar el tiempo con juegos de mesa. Cuando nos cansamos y era hora de ir a dormir, recordé de que ya no podría dormir en el exterior en el porche, ni menos en la playa. Cristina me miró y sin que yo dijera nada, apunto al exterior y dijo:
—No creo que puedas dormir afuera con esta lluvia … ve a buscar tu saco y duerme en mi dormitorio …
Me acomodé en el suelo a los pies de su cama, no me esperaba nada más, pero ella tenía otra propuesta:
—Esta cama es lo suficientemente ancha como para dos personas … puedes dormir junto a mí …
Me sorprendió, porque hace unos días se había rehusado a que yo durmiera en su cuarto, pero no dije nada y acepte su ofrecimiento. Quizás mi desinteresada ayuda durante su accidente en la playa me había rendido confiable y yo ya no representaba una amenaza para ella. Después de varios días durmiendo en el piso, dormir una noche en una cama, era algo bastante atractivo para mí, aunque si estaría un poco apretado con ella. Así, antes de que mi hermana fuera a cambiar de opinión, me puse mi ropa de dormir y me metí bajo las sábanas. Sonya vestía un ancho camisón largo con dibujos de Mickey Mouse nada sexy. Se veía que era unas tallas más grandes, le llegaba a mitad de sus muslos y con el estampado infantil en el frente, francamente se veía un poco bobalicona.
Poe supuesto me abstuve de cualquier comentario irónico que estaban por salírseme ya que, después de todo, quería evitar de dormir en el suelo. Sonya se metió rápidamente debajo de las sabanas y de inmediato se acurrucó contra mí porque sentía frío, como siempre. De hecho, sus manos estaban heladas y sin previo aviso las puso debajo de mi pijama para calentarlas en mi piel.
—¿Cómo puedes tener tanto frío a fines del verano? …
Pregunté, estremeciéndome un poco con sus frías extremidades y tomándola en mis brazos para calentarla.
—Y tú tienes una piel tan rica y calentita, hermanito …
Me dijo casi tiritando y estrechándose más a mí.
—¿Qué tal si te quitas la camisa para poder calentarme más cerquita de ti? …
Sugirió comenzando a desabrochar los botones de mi pijama.
—Esta bien …
Le respondí y me saqué la camisa por arriba de mi cabeza. Yo no sentía frío pues ya me había calentado en mi saco, además, sintiendo el cuerpo femenino de ella, también hacía que mi temperatura se incrementara. Entonces casi inocentemente le dije:
—También tú … porque no te sacas ese camisón bobo y te aprietas más a mí …
Me sorprendí agradablemente cuando ella se sentó por un momento en la cama y se deshizo de su ancho camisón. Yo sabía que siempre se acostaba sin nada debajo de su pijama, entonces supuse que ahora estaba completamente desnudita a mi lado. Me giré, tiré el edredón para cubrirla hasta el cuello y la abracé, efectivamente estaba totalmente desnuda.
Entonces vino su reacción:
—Pero tú no te vayas hacer ideas … deja tranquilo esos deditos … de lo contrario te pateare a dormir en el suelo …
Conociéndola me inmovilicé a su lado, Sonya no es Claudia, ella es más arisca y cumplirá su amenaza, tuve mucho cuidado de que mis manos en contacto con su suave piel no comenzaran a toquetearla.
—No tengas cuidado que no me hago ideas …
Le dije calmándola y la volví a abrazar para darle mi calidez. Ella puso su pierna fría sobre mi muslo caliente y se apretó contra mi abdomen. Con ese estrecho contacto era imposible que mi cuerpo no reaccionara, menos mal que había conservado mis pantalones cortos, pero mi masculinidad comenzó a hacer una protuberancia en ellos, estaba ella tan pegada a mi que por supuesto lo sintió:
—¡Oh!, hombres … hombres … son tan básicos …
Dijo ruborizándose ligeramente, pero no retrocedió ni un milímetro. Sus pezones también reaccionaron y los sentí endurecerse contra mi pecho, así que también lo comente:
—¡Oh!, mujeres … mujeres … son nuestra perdición …
Ella lanzó una pequeña carcajada y me apretó contra esos pirulos duritos que eran sus pezones. Toda la situación me avergonzaba un poco, porque era contra el abdomen de mi hermana que mi pene se estaba poniendo duro. Me recordé que cuando tenía unos diez años y ella catorce, también a veces dormíamos juntos, le encantaba que yo le rascara su espalda, así que pensando a esos recuerdos, comencé a rascarla suavemente y le dije:
—Creo que estos “deditos” debería conservarlos solo para mí …
Ella pareció bostezar, se acurruco más a mí y respondió:
—Bobo … no te detengas … que se siente rico …
A los pocos minutos ella dormía cansada, yo sentía su respiración acompasada en mi rostro. Entonces me recordé de Esteban y Claudia, ¿Qué estarán haciendo? No era de mi interés el escucharlos teniendo sexo, Claudia me había dado mucho de eso esta mañana, me interesaba escuchar si tenían al go que decir sobre mí. Con mucho cuidado me separé de Sonya, la tapé bien y salí de su cuarto. En punta de pies pasé por la puerta de l dormitorio de Esteban y Claudia, fuera había cesado de llover. Me deslicé por el porche hasta situarme bajo la ventana del dormitorio. Estaba bastante fresco, comencé a sentir frío. No podría quedarme ahí por mucho tiempo. Los escuche hablar en cuanto me acerqué a la ventana, Claudia estaba hablándole de nuestro encuentro a Esteban:
—… no pude … me calentó tanto que no pude controlarme … él se vino con todo … una corrida como jamás había visto …
Le decía Claudia a Esteban. No le daba muchos particulares, quizás para no hacerle sentir celos.
—No pensé que él podría calentarme así …
—Bueno … pero tú esperabas que él estuviera disponible … algo especial entre tú y tu hermano menor … él esta a punto de convertirse en un hombre … y serás tú a rendirlo hombre … no es algo que se da a menudo …
—Quizás adelantaremos los hechos … ellos estarán aquí solo por unos días … luego tendrán que volver a Santiago …
—Es lo que tendrás que hacer si lo quieres hacer … si sucede, sucede …
Dijo Esteban dándole carta blanca a Claudia, yo no me sorprendí, pero si me alegró mucho el saber que sería seducido por mi hermana mayor.
—¿Te dijo algo mientras paseaban en bicicleta? …
—¡No!, nada … pero ni siquiera fue necesario … por su reacción … lo vi que él está muy dispuesto para contigo …
—¡Sí! … yo también note su predisposición …
Había algo de erótico en la voz y las risitas de Claudia al momento de confirmar las cosas a Esteban, luego preguntó:
—¿Y que paso contigo y Sonya en la ida a Iquique? …
—¡Oh!, nada de especial …
La voz de Esteban sonaba un poco desilusionada. Se sentía que él tenía cierto interés en ella, pero no había tenido oportunidad alguna.
—Ni siquiera coqueteaba conmigo … todo muy formal … Obviamente todavía no procesa la separación de su exnovio …
—Es verdad … eso la dejo muy mal …
—¿Y que sabes tu de eso? …
—Bueno ella me contó algo …
—¿Qué pasó? … tú hermano me dijo que su exnovio la habría engañado …
—Así es … ella me lo confió y me pidió de no decírselo a nadie …
Esteban se mantuvo en silencio y Claudia al parecer le iba a revelar el secreto de Sonya, hizo una pausa y prosiguió:
—Sonya es muy diferente a mi en cuanto a practicas sexuales … le repugna chupar pollas y no quiso hacérselo a su novio … ella le confeso esto a su mejor amiga … su mejor amiga aprovechó este conocimiento para seducir a su exnovio …
—¡Umh! … ya veo … ¿pero cómo descubrió todo? …
—Después de algunos meses, el chico no pudo resistir la situación y se lo confesó … entonces ella lo abandonó y no lo perdonó …
—¡Oh! … vaya … es terrible …
Dijo Esteban después de escuchar en silencio los hechos, luego agregó:
—Un engaño es siempre algo terrible … se pierden todas las confianzas … es comprensible que se sienta tan golpeada …
Hubo un silencio prolongado, estaba a punto de irme de regreso a dormir cuando Esteban dijo improvisamente:
—Me parece increíble que dos hermanas puedan ser tan diferentes en ciertas cosas …
—¿Ah, sí? … ¿Qué quieres decir exactamente con eso, querido? …
Claudia con su vocecita sexy de niña malcriada, preguntaba y ya se sentían algunos sonidos que presagiaban lo que se estaba por consumar, me recorrió un escalofrió por todo el cuerpo, los sonidos característicos de chupadas y los gemidos de Esteban me hicieron imaginar la escena, Claudia se preparaba a darle una mamada de las suyas al pobre Esteban, al que escuché decir entre gemidos:
—¡Ooohhh! … ¡Ssiii! … eso es justamente lo que quería decir …
A pesar del frío mi polla reaccionó inmediatamente, pensé en aliviarme un poco, pero decidí no hacerlo debido al frío. Me dejé detrás lo gemidos y quejidos que iban en aumento y me regrese al dormitorio de Sonya. Ella seguía dormida tal cual la había dejado, me quité la camiseta y me metí a la cama silenciosamente acurrucándome contra ella. ¡Que increíble!, pensé, a una hermana le encanta chupar y a la otra le disgusta, con esos pensamientos me quedé dormido.
En medio de la noche algo me despertó. Miré a Sonya y ella estaba todavía de espaldas a mí, pero su postura había cambiado ligeramente y parecía moverse. Mi mano abarcaba algo blando y esponjoso, de pronto me di cuenta de que tenía en mi mano el seno izquierdo de Sonya, su duro pezón se frotaba contra la palma de mi mano con un cadencioso movimiento. Me sobresalté pero no hice nada, si ella se daba cuenta de que estaba despierto podría tirarme fuera de su cama. Así que fingí dormir y esperé a ver que sucedería a continuación. No sabía si ella estaba durmiendo o teniendo un sueño húmedo. Me di cuenta de que una de sus manos estaba en medio de sus piernas y se movía suavemente, obviamente se estaba masturbando, no me esperaba algo así de ella. Por un instante pensé en hacerme notar y cooperar en su satisfacción, recordándome de mi encuentro con Claudia, pero también me recordé de las palabras de Esteban, “dos hermanas muy diferentes”, entonces me reprimí de hacerlo, no quería que ella me botara de su cama y nunca más me dejara acercarme a ella.
Decidí fingir que seguía durmiendo, la respiración de Sonya se hizo más rápida, la sentía que intentaba desesperadamente estar lo más quieta posible. De repente volvió su cabeza para ver si realmente dormía y casi me pilla mirándola embelesado. Me las arregle para cerrar los ojos y respirar uniformemente. No paso mucho tiempo para que sus movimientos se hicieran más notorios y la sentí estremecerse y un gemido silencioso y reprimido se escuchó mientras su cuerpo temblaba. Aparentemente había logrado su orgasmo, ciertamente mucho más sutil que el de Claudia. Su trasero chocó unas cinco veces contra mi abdomen y mi polla reaccionó. Hizo una pausa por un momento, empujó su trasero contra mí, luego se apartó y se volvió hacia mí cuando mi mano se deslizó de su pecho. Hice como si me fuera a despertar, abrí y cerré mis ojos y luego volví a fingirme dormido, ella se acurrucó a mi otra vez y acariciándome la mejilla me dijo:
—Duérmete, Andrés … Todo está bien … duérmete, cariño …
Me dio un beso en la frente y se acomodó a dormir. Su respiración estaba todavía ligeramente agitada, pero gradualmente se normalizó e se volvió a dormir. Podía sentir sobre mí su piel caliente que me quemaba. Definitivamente ya no tenía frio. Estaba muy cerca de mi otra vez, podía sentir algo húmedo en mi vientre, eran sus fluidos. Acerqué mis dedos para tocar esa humedad, luego me los llevé a mi boca y lo probé. ¡Mmmmmm!, sabía diferente a Claudia, pero realmente era deliciosa. Me hubiese gustado probar más de ella, pero se movió y temí se despertara, entonces de quedé quieto y no lo volví a intentar me acurruqué para volver a dormir. Mañana era un nuevo día y quizás que nuevos acontecimientos nos reservaría, cualquier cosa podía suceder.
Realmente nunca he necesitado un despertador para despertarme temprano y esta mañana no fue diferente, me desperté temprano pensando al baño matutino de Claudia, me la imaginaba desnuda en las dunas. Había una penumbra en la habitación, las persianas estaban cerradas, pero se filtraba la luz diurna. Sonya dormía profundamente con las sabanas levantadas, observe su maravilloso cuerpo desnudo, los eventos de la noche volvieron a mí. Obviamente Sonya no se parecía en nada a Claudia, pero era también obvio que tenía sus necesidades y apetitos sexuales que satisfacía por ella misma, aún cuando yo estaba acostado ahí al lado de ella.
¿Cuál habrá sido el objeto de su excitación? ¿Habrá sido mi cercanía? ¡Umh! No tenía ninguna idea ni pista que me pudiera dar alguna respuesta, definitivamente debo investigar y llegar a fondo de esta incógnita. Pero ahora para mí lo importante era Claudia. Debía ir a la playa, anhelaba encontrarla allí. Con mucho cuidado me deslicé fuera de la cama y me aseguré de no despertar a Sonya mientras dejaba la habitación silenciosamente.
Una vez fuera, corrí hacia el mar y me decepcionó descubrir que mi hermana mayor no estaba allí. No sabía bien que hora era, no sabía si ella había ya hecho su baño matutino o no. Espero que no se haya ido. Había muchas posibilidades de que yo fuera el primero en llegar, así que decidí ir a nadar y esperar. El tiempo me dio la razón, pues al poco rato apareció Claudia esplendorosa en toda su desnudez, caminaba coquetamente y me saludaba con la mano. Inmediatamente nade hacia ella para ir a su encuentro. Me encontré cara a cara y la feliz sonrisa desapareció de su rostro y me saludo con un frío “Buenos Días”, la sentí tensa y extraña. Nos miramos en silencio esperando que el otro dijera o hiciera algo, estábamos ahí embarazosamente expectantes. Después de un rato, Claudia liberó la tensión agarrándome las nalgas con ambas manos y atrayéndome fuertemente contra sus esponjosas tetas.
Nuestros labios se juntaron como si fueran atraídos magnéticamente y nos encerramos en un largo, profundo y apasionado beso. Nos acostamos sobre la arena y nos hundimos en ella, la sentí que se montaba sobre mí, su mirada se había tornado la de la cazadora que jugaba con su presa antes de dar el ataque final, sentada sobre mis muslos se enderezó, me afirmó por los hombros y se inclinó a besar mis labios en forma caliente y lujuriosa, con los labios entrecerrados murmuró:
—¡Me vuelves absolutamente loca! … ¡No lo puedo evitar! … ¡Te deseo! …
Su respiración resoplaba en mi oreja, comenzó a comerme a besos, mi rostro, cuello, lóbulos, besos salvajes. Finalmente se enderezó con la parte superior de su cuerpo, llevó una mano por entre sus piernas y aferró mi pene duro como palo y lo guio entre sus labios mayores. Lo que estaba por suceder era obvio, me quedé inmóvil sobre mi espalda y esperé con anhelo. Mirándome con sus labios carnosos y su boca entreabierta, ella se fue empalando en mi verga, poco a poco su cálida humedad comenzó a envolver mi glande. Mi grueso pene era atascado en la entrada de su conchita, dio un grito ahogado cuando mi cabezota entro en ella. Claudia puso los ojos en blanco y gimió en voz alta cuando su chocho empezó a ser ensanchado por mi polla, mordía sus labios para no gritar tan fuerte, me enderece para mirar y la vi con sus rodillas aún en el aire soportando su peso en punta de pies y con mi pene semi enterrado en su vulva, sus venas se marcaban en su cuello y tenía una pequeña mueca entre dolor y placer al ser abierta por mi dura pija.
Mi hermana mayor me estaba desvirgando, ella era mi primera mujer, y para ella yo era su primera super polla. Se acomodó cuando mi pene entró totalmente en ella, pero se quedó apoyada a mi pecho moviéndose lentamente esperando de acostumbrarse a mis dimensiones:
—¡Aaaahhhh! … ¡Oooohhhh! … ¡Cómo has crecido, chico! …
Finalmente estaba teniendo sexo real, ya no era virgen, y no con cualquier chica, sino con mi hermana mayor, su coño increíblemente estrecho y húmedo, mi verga estaba dentro de ella y sus uñas se habían enterrado ya en mis brazos. Su cuerpo comenzó a ondularse, bajaba sus hombros, arqueaba su vientre y empujaba su pelvis contra mi polla. Sus pechos se aplastaban contra mis pectorales, luego se alzaban, se mecían y balanceaban. Mis manos volaron a ellos y los agarré con ambas manos, ella se inclinó y mordió mis labios, al tiempo que sus músculos vaginales se contraían apretando mi pene.
Todo esto me abrumaba en un cierto sentido, nada de lo experimentado por mí anterior a esto, podía compararse ni mínimamente a la sensación de estar acoplado sexualmente con mi hermana. Mis ojos se fueron de sus pechos a sus ojos cerrados. Su rostro tenía un color rojizo y respiraba con la boca entreabierta, a ratos mi miraba con ojos vidriosos y una expresión de beatitud única.
Jamás pensé en ver en ella esa expresión paradisiaca, estaba en una especie de nirvana, en gloria y gracia del sexo que estábamos teniendo. Sentí una gran excitación, la tomé de sus caderas y comencé a moverme dentro de su apretada conchita.
—¡Ouch! … ¡Ouch! … ¡Oooohhhh! …
Se quejaba y gemía. La estrechez, calidez y humedad de su coño me hizo emitir un largo gemido y dispare un mega chorro de esperma en su conchita. Claudia se detuvo y chilló con sorpresa sintiendo como la llenaba con un aluvión de semen dentro de ella. Luego comenzó a moverse y a succionar con su vagina mi corrida bestial. Además, sus veloces movimientos de vaivén sobre mi verga la estaban haciendo estremecer y entre gritos y chillidos, también ella se corrió:
—¡Argh! … ¡Me estás llenando! … ¡Te estás corriendo dentro de mí! … ¡Dámela toda! … ¡Aaaahhhh! … ¡Ssssiiii! …
Claudia no ceso de moverse hasta cuando mi pija resbaló fuera de ella un poco blandengue y empapada con sus copiosos zumos.
Luego, todavía restregándose contra mi pecho, se inclinó metió sus manos en mis cabellos y me besos apasionadamente. Levantó su torso dándome una amplia vista de sus pechos y me preguntó:
—¿Estás bien? … ¿Te gustó? … Lo hicimos muy rico …
—¡Maravilloso! … ¡No hay nada más hermoso! …
Permanecimos abrazados, el sol comenzaba a entibiar la arena, nuestros cuerpos sudorosos se habían cubierto de polvo y material arenoso. Claudia me beso en la frente y en la mejilla, luego cerró sus ojos y volvió a posar sus labios en los míos apasionadamente. Ella movía sus caderas y se apretaba a mí, era evidente de que quería más, sin duda estaba todavía caliente, me sentí un poco culpable de haberme corrido así tan rápido, pero no pude hacer nada, la sensación que sentí fue única y abrumadora.
—Lo siento … creo que duré muy poquito … pero era mi primera vez …
—No te preocupes … es lo normal las primeras veces … déjame a mí … yo me encargo …
Luego me dio unos besos húmedos por el cuello, estaba lamiendo mi sudor, se contorsionó y besó mis tetillas, haciendo chupones en mis pezones, su mano aferró mi pene que comenzaba a revivir:
—¿Te gusta si te hago así? … Parece que tú también tienes ganas de nuevo … Pronto lo haremos otra vez …
Hablaba casi entre dientes y su lengua no cesaba de acariciar mi cuerpo, poco a poco se plegó en mi regazo y comenzó a succionar mi pene vigorosamente haciendo que este se pusiera duro como el granito. Cerré los ojos y disfruté sus caricias, el viento contribuía a hacer la sensación arrolladora. Claudia movía su cabeza arriba abajo intensamente, sus cortos cabellos me permitían apreciar la destreza de su boca aprisionando mi miembro y su lengua infatigable que jugaba con los bordes de mi glande enviando temblorcillos por todo mi cuerpo.
—¡Está claro que te gusta! … Eres insaciable como yo … yo lo tenemos casi listo otra vez …
Me miraba con mucha ternura, reía, pero también había determinación en todos sus gestos, estaba empoderada de toda la situación, estaba caliente y deseosa de mi pene. Yo gemía y comenzaba a mover mi pelvis metiendo y sacando mi pene de su boca, haciéndolo deslizar entre sus manos. Simplemente era una mamada exquisita y hábil. Sus dedos masajeaban mis bolas incrementando mi placer. Su experiencia le indico el momento preciso y con destreza volvió a montarme, había un dejo de satisfacción en su rostro cuando con su mano comenzó a pasear mi verga entre los labios empapados de su concha, se sentó en mi muslos y apretó mi polla contra su vientre, me sonrió indicándome con un dedo que le llegaba casi al ombligo:
—¡Guau!, chico … si que has crecido …
Un momento después se alzó y con una mirada muy concentrada, se plegó un poco y con su peso, comenzó a hacer que mi pija se deslizara otra vez dentro de su cuevita húmeda y caliente, Claudia emitió un largo suspiro y varios gemidos antes de comenzar un rítmico movimiento follando mi polla.
Me parecía que estaba más mojada que otras veces, sus fluidos estaban saliendo en oleadas de su orificio, sus movimientos aumentaron en intensidad y sus glúteos que azotaban contra mis muslos se escuchaban como bofetadas que llevaban el ritmo. Esta vez decidí a participar más activamente y agarré sus tetas y sobajee sus pezones y levantando un poco mi torso me los eché a la boca y mordí delicadamente esos pezones durísimos, ella agarró mi cabeza y comenzó a aplastarla contra sus amplios senos, me colgué de sus hombros y chupé sus tetas ávidamente mientras Claudia desesperadamente me cabalgaba gritando y chillando cada vez más rápido y salvaje. Su lujuria y calentura se habían acumulado y la desesperación de liberación por un orgasmo se transformó en frenéticos movimientos. Mi verga se deslizo fuera de ella varias veces debido a la violencia de sus movimientos y ella cada vez más rápido la atrapaba y se la volvía a meter gruñendo y gimiendo. Hizo un alto un instante brevísimo como para acomodarse, para luego iniciar una demencial danza de caderas y vientre sobre mi verga al tiempo que resoplaba, gruñía, chillaba y apretaba mis pectorales casi hasta causarme dolor.
—¡Oooohhhh! … ¡Oooohhhh! … ¡Oooohhhh! … ¡hermanito que rico! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Umpf! …
Su cara estaba desencajada de lascivia y placer, me miraba como si me quisiera devorar de un solo zarpazo, se cargó con sus brazos en mi pecho y me inmovilizó. Por su respiración supe que había llegado el momento, la escuche gritar:
—¡Mis nalgas! … ¡Sepáralas! … ¡Separa mis nalgas! …
Me ordenó con una voz estridente, salvaje y casi incomprensible, movía su cuerpo atrás y adelante casi sin control. Rápidamente le obedecí, agarre sus nalgas y las separé un poco, probe a meter un dedito en su ano y ella grito de placer y se corrió con espasmódicos saltitos, había abierto sus rodillas al máximo para permitir a mi polla entera deslizarse dentro y fuera de su coño. Ahora tampoco había nada que me detuviera y por segunda vez le eche una oleada de chorros de semen profundamente en su matriz, lo que la hizo gritar muchas veces:
—¡Aaaahhhh! … ¡Aaaahhhh! … ¡Argh! … ¡Oooohhhh! … ¡Ssssiiii! …
Mis propias convulsiones orgásmicas me hicieron chocar con su cuerpo que se retorcía sobre mí, estábamos pegados estremeciéndonos juntos en un abrazo infinito. Mis cojones se vaciaron por completo, me quedé quieto esperando de recuperarme. Claudia continuaban a curvar sinuosamente su cuerpo sobre el mío, sus ruidos y el volumen de ellos eran simplemente calientes.
Confiaba que el viento no llevara esos sonidos característicos hacia la casa. Claudia se calmó, estaba visiblemente exhausta, se mantuvo sobre mi abrazándome con fuerza
—¡Ooohhh! … eso fue celestial … eres mi angelito preferido, ¿sabes? …
Lo tomé como un cumplido aunque si en realidad yo no había hecho mucho, se le veía radiante y feliz, felicidad plenamente compartida por mí, me sentía satisfecho. Habíamos ido más allá, habíamos cruzado una frontera tabú, nos habíamos convertido en amantes carnales, mi sexo en ella y ella gozando como mujer, hermana y hermano proscritos de la sociedad. A mí me importaba un rábano y veía que Claudia estaba dichosa y sin ningún signo de arrepentimiento, entonces le dije:
—Sí … todo fue magnifico … deberíamos repetirlo de tanto en tanto … ¿Te parece? …
—En realidad … yo te haría esto todo los días y cada rato …
Fue la respuesta de Claudia besándome la nariz y pasando su lengua tibia sobre mis labios en forma lasciva. De repente me di cuenta de que habíamos creado una situación muy especial entre ella y yo, sería estúpido de mi parte echar a perder todo con comentarios negativos. La vida nos regalaba estos momentos y debíamos aprovecharlos y prenderlos al vuelo, gozar nuestras vidas a concho. Mi hermana es una delicia y como tal debo saborearla de principio a fin.
Sentirla desnuda sobre mí con su chocho chorreando mi semen era lo máximo, pero debíamos volver a la realidad, nuestro juego era íntimo y secreto y debíamos continuar a jugar, nadie más debería vernos así. Es como si hubiésemos tenido una comunicación telepática, Claudia se separó de mi y se puso de pie con una amplia sonrisa en su rostro. Luego su rostro se opacó y en forma reflexiva me preguntó:
—¿Tú crees … que esta bien lo que hicimos? …
Me levanté quitándome la arena del trasero y le respondí:
—¡Para mí fue genial! … ¡Eres la mujer más sexy que conozco … y que seas mi hermana lo hace más sexy aún! …
La halagué y ella me sonrió complacida y como vi que le gusto mi comentario agregué:
—Y yo también te haría esto todos los días y a cada rato …
Claudia se rio, se acercó a mi y me abrazó colocando sus manos sobre mis nalgas y apretando mi cuerpo al suyo, luego sus labios se posaron en los míos y su lengua busco la mía, agarré esto como una invitación a seguir y también me apoderé de sus glúteos y la jalé contra mi verga:
—Bueno … bueno … no exageremos … tenemos varios días por delante …
Me lanzo una significativa y lasciva mirada, sacudió su cabeza, se volvió y se metió al mar. La seguí y me sumergí en las aguas para limpiar la arena de mi cuerpo, luego nadé junto a ella:
—Vete a casa … es mejor si no nos ven regresar juntos …
Me dijo mientras nadaba alejándose de mí, quise seguirla para besarla un par de veces más, pero entendí sus razones y nadé hacia la playa. Me fui a la casa y encontré a Esteban preparando la mesa para el desayuno. Me hizo un gesto amistoso cuando me vio llegar. Le devolví la sonrisa y me fui al baño por un llamado de la naturaleza, entre de inmediato pensando que le debía ganar el tiempo a Sonya, ya que ella ocupa el baño por largo rato todos los días, pero ella ya estaba ahí y cuando me vio dejo caer el grifo de la ducha y me miro en estado de shock, recordando la noche anterior, pensé “¿Qué habrá estado haciendo?”, pero ella me gritó:
—¿Acaso no se usa llamar antes de entrar en esta casa? …
Murmuré una disculpa a medias y justifiqué mi irrupción por una necesidad urgente de orinar, me bajé mis shorts y me paré frente al inodoro. Por un rato ella me observo con interés, pero luego agarró la ducha y continuó a ducharse. Entonces me voltee a mirarla a través de la cortina transparente de la ducha. Como su cabeza sobresalía por sobre la cortina, se dio cuenta, pero no le molestó y siguió duchándose como si nada. Su mano permaneció sobajeando sus pechos y luego los cubrió con un gel de jabón. Cuando la vi acariciando sus senos, sentí cosquillitas en mi ingle a pesar de que acababa de tener sexo con Claudia. Me parecía increíble lo que estaba viviendo con mis dos hermanas, pensé mientras terminaba de orinar.
Lancé una última mirada a Sonya que seguía lavando su cuerpo exuberante e forma llamativa y provocativa. Estaba a punto de darme vuelta para salir cuando sentí un chorro de agua tibia en mi rostro:
—Esto es por irrumpir sin llamar … y esto por estar mirándome descaradamente …
Me grito Sonya riéndose como una loca.
—¡No! … espera … espera …
Con esas palabras me agaché bajo el chorro de agua y salté a la ducha con ella, la empujé contra los azulejos y comenzamos una feroz lucha bajo la ducha. Dada mi corpulencia y fuerza, pronto tomé la delantera, le quite el grifo de la ducha y lo sostuve frente a su cara, se reía a carcajadas tratando de liberarse de m abrazo, como no lo lograba, entonces agarró mi shorts y me los tiro hacia abajo. Sorprendido solté la ducha y a ella, lo que aprovecho para escaparse desnuda de la ducha, pero antes de que saliera del baño le di alcance, la agarré y la atraje hacia mí. Ambos caímos aterrizando sobre la alfombra del baño. Rápidamente me subí sobre ella empujándola hacia abajo reduciéndola e inmovilizándola al aferrar sus muñecas. Ella me miraba desafiante y respirando fatigosamente:
—¿Y ahora qué! … ¿Qué me vas a hacer? …
Su rostro estaba enrojecido, pensé que era por el fragor de la lucha, pero luego me di cuenta de que ambos estábamos en una posición bastante comprometedora. Ella yacía desnuda sobre su espalda y yo estaba sobre ella con mis shorts mojados enredados en mis tobillos, prácticamente estábamos los dos desnudos y para mi sorpresa, mi polla daba signos de vida.
Ella también se había dado cuenta de tan impúdica situación y se relajó y se quedó en completo silencio esperando mi siguiente movida, el único sonido era la respiración de ambos. Luego sucedió. No sé si lo hizo a propósito o instintivamente, pero sus piernas se abrieron. ¿Era esta una invitación explicita? No alcancé ni siquiera a imaginar una respuesta, la puerta del baño se abrió y apareció el rostro sonriente de Claudia.
—¡Umh! … ¡Ooohhh! … Escuche unos gritos …
Dijo completamente sorprendida viéndonos prácticamente desnudos en el suelo uno encima del otro frente a ella. Salté en pie de inmediato subiéndome mis shorts empapados, ruborizado y balbuceante le dije:
—Sonya … ella tiene la culpa … me tiró agua y no pude dejársela pasar …
—¡Ah-haa! …
Dijo Claudia mirándonos alternadamente a Sonya y a mí, su expresión facial era inescrutable y ambigua. Sonya se levantó del piso, me pego con la toalla por última vez, luego se envolvió con ella alrededor del cuerpo y salió del baño dejándome a solas con Claudia.
—Lo siento por irrumpir aquí de esta manera … no sabía que tenías algo también con Sonya …
Claudia se disculpó con un tono entre serio y divertido.
—¡Pero, que dices! … era solo una lucha … ella me atacó con el agua y yo me defendí … nada más que eso …
Luego la tomé y le di un beso en la boca para tranquilizarla, seguidamente me quité los shorts mojados y se los di pidiéndole los tendiera en la veranda para que se secaran, ella aprovechó la cercanía para agarrar mi pene semi erecto:
—Al parecer te gusta mucho luchar con Sonya, ¿eh? …
Me encogí de hombros y me metí rápidamente bajo la ducha.
Media hora después estábamos todos sentados juntos de nuevo, tomamos un opíparo desayuno y charlamos sobre los que haríamos durante el día. Como el sol volvía a brillar, seguramente el día iba a ser esplendido, las chicas dijeron que ellas disfrutarían del mar. Como cada vez me estaba gustando más estar en compañía de mis hermanas, acepte de inmediato de acompañarlas, así que no fuimos todos a las orillas donde rompía un suave oleaje. Esteban no hizo mayores comentarios, pero se fue abrazado con Claudia y por supuesto se desnudaron apenas llegamos a la playa, nos miramos Sonya y yo, y sin decir nada me despojé también de mis bermudas y me senté desnudo sobre mi manta. Entonces Sonya preguntó:
—¿Qué pasa si viene alguien y nos ve desnudos? …
Claudia respondió tranquilamente y con seguridad.
—Desde la calle no se ve la playa … y casi nadie viene a esta playa …
—¿Casi? …
Volvió a preguntar Sonya con suspicacia, a lo que Claudia volvió a responder con claridad.
—A esta playa viene solo gente que nos conoce … no tenemos nada que ocultar … y créeme, me he acostado sobre estas arenas muchas veces …
Dijo Claudia dándome una sonrisa cómplice, Sonya nos miró a todos y dijo:
—Bueno esto me da una mayor tranquilidad …
Luego un poco vacilante se quitó su bikini. El encontrarme otra vez con los cuerpos desnudos de mis dos hermanas, provocó que mis hormonas se desbocaran y antes de que mi masculinidad se manifestara en toda su exuberancia, decidí escapar de carrerita a sumergirme en la fría agua del océano. A los pocos minutos, Esteban se me unió
El agua estaba bastante agradable y nadé junto a Esteban por largo rato, cuando él nadó hacia la playa decidí nadar más lejos para exigir a mi condición física. Perdí totalmente la noción del tiempo y nade tan lejos que me desorienté y tuve dificultad en encontrar la playa desde donde había partido. Pero finalmente divise las lejanas figuritas de Esteban y mis hermanas y me dirigí hacia allí nadando enérgicamente, cuando por fin salí del agua me encontraba muy cansado, me enteré de haber nadado por casi dos horas y Claudia me dijo de haberse preocupada al haberme perdido de vista por tan largo tiempo.
—Oh, nada me va a pasar … soy muy buen nadador y el mar esta bastante tranquilo el día de hoy …
Claudia me sonrió y se calmó. Todo el tiempo, Sonya nos observaba con su mano como víscera para protegerse del sol, luego volvió a tenderse y continuó a leer su libro. Me tendí sobre mi manta y empecé a dormitar, Esteban se paró y dijo si nos gustaría un pedazo de melón, tanto Sonya como yo respondimos afirmativamente, Claudia se levantó y tomo de la mano a Esteban:
—Vamos, querido … yo te ayudaré a traer el melón …
Ambos se fueron hacia la casa sonriéndose y mirándose. Me quedé a solas con Sonya, su libro yacía a un lado y parecía dormitar boca arriba. Su vientre plano subía y bajaba al ritmo de su respiración, mi mirada se detuvo en sus pechos que brillaban con una ligera capa de sudor, vi que sus pezones estaban erectos. No me pude resistir y me acerqué a su deliciosa humanidad femenina, sentía una necesidad imperiosa de tocarla. Muy suavemente deslicé las yemas de mis dedos por sobre su aterciopelado vientre. Me alegré de ver que una traviesa sonrisa apareció en su rostro, así que después de todo no estaba durmiendo, pero no dijo nada ni tampoco cambio de posición. En cámara lenta comencé a dibujar círculos alrededor de su ombligo, lo que significó un ligero aceleramiento de su respiración, luego mis caricias fueron subiendo hacia sus firmes senos.
Sonya había enderezado su cabeza y observaba fascinada la exploración de mis dedos por su cuerpo. Su estómago subía y bajaba más rápido, lo que me indicaba de que mis caricias le estaban causando una placentera sensación y como ella no me detenía, seguí adelante animosamente. Con mucho cuidado llegue con mis dedos sobre su seno izquierdo, y cuando mi pulgar e índice presionaron la punta de su pezón, la escuche gemir:
—¡Mmmmmm! … ¡Mmmmmm! …
Que inmediatamente trató de reprimir, animado por su respuesta agarré ese duro pezón para tironearlo. Sonya saltó y con voz rauca exclamo:
—¡Hey! … Que estás haciendo …
—Bueno … emh … soy solo un hombre … tus senos son preciosos y no me pude resistir …
Le dije con una voz inocentona. Quise quitar mi mano para no hacerla enojar. Pero ella se giró a mirar alrededor para cerciorarse de que estábamos solos, luego me dijo:
—Pero no son tan grandes como los de Claudia …
—De todas maneras, son muy hermosos …
Le dije halagándola y continuando a amasar sus esponjosos pechos. Sonya no dijo nada, pero se recostó y me dejo hacer. Incrédulo, me sentí afortunado y me incliné sobre su seno derecho y delicadamente besé su pezón.
—¡Mmmmmm! … ¡Oooohhhh! …
Exclamó Sonya ondulando su pelvis y apretando sus muslos con su boca entreabierta, se irguió brevemente, comenzó a mirar alrededor, hacía la casa y una y otra vez hacia mi verga que también ya se insinuaba en completa erección y con perladas gotitas saliendo de mi glande, me acerqué a su oído y le susurre:
—Puedes tocarme ahí abajo si quieres …
—¿Te volviste loco? … definitivamente no voy a tocar tu …
Pero su mano se acercaba temblorosa hacia mi polla.
—… y ciertamente no aquí … déjame antes de que alguien nos vea …
Luego aparto mi mano y mi cabeza de su pecho, se volvió boca abajo y me dijo:
—Mejor hazme un masaje y espálmame un poco de protector …
Me sentí un poco apesadumbrado, “Esto será más difícil que con Claudia”, pensé. Luego me conforme pensando “Al menos me deja acariciarla”. Ya pensaremos a lo otro. Me arrodillé a su lado y froté enérgicamente su espalda y luego baje a sus piernas y muslos, aprovechando la oportunidad de manosear abundantemente su redondo trasero.
—Creo que mi trasero tiene suficiente protector …
Me dijo en un tono entre irónico y divertida.
—¡Ah, sí! … y por cierto tienes un trasero muy hermoso … me gusta mucho …
—¡Patrañas! … es demasiado grande …
Me contradijo, pero por su tono estaba feliz por el cumplido. La dejé estar y me recosté sobre mi manta, claro que tuve que hacerlo boca abajo para esconder mi desmesurada erección. Un largo silencio se produjo entre nosotros, el que fue interrumpido por las voces de Claudia y Esteban que llegaban con rodajas de melón. Sonya se dio vuelta hacia mí y en voz baja me preguntó:
—¿Ya pensaste donde vas a dormir esta noche? …
Miré el cielo, con los ojos entrecerrados vislumbre dos o tres nubes oscuras y le dije:
—¡Umh! … creo que podría llover … si no te importa dormiré contigo …
—¡Está bien! …
Me dijo sin mirarme y volviéndose hacia el otro lado. Me sonreí maliciosamente para mis adentros “Y luego te toca a ti”, pensé estirando la mano para recibir la rodaja de melón que me ofrecía Claudia.
(Continuara …)
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Me apresuré para ingresar a la casa a cambiarme. Al pasar fuera del dormitorio de Claudia, escuché la animada voz de Sonya, me acerqué a curiosear, quizás Claudia le hable a Sonya de nosotros y lo de esta mañana. Pero la temática principal era el viaje de Sonya con Esteban, las compras de ella en las tiendas del Mall, las gangas y liquidaciones en los precios, pero nada en referencia a ella y a mí. Proseguí hacia el baño pensando en como comportarme para no levantar sospechas en Esteban ni en Sonya.
Veinte minutos después, estaba sentado a la mesa con una sensación de malestar en el estómago y tratando de parecer lo más normal posible, pero no me estaba yendo muy bien. Porque al poco tiempo sentí las miradas escrutadoras de Esteban y las evité mirando repetidas veces mi comida. Me sentía arrinconado y culpable, no sabía como salir de esta situación. Esperaba de terminar de comer para escapar a alguna parte, cuando Esteban sugirió que él y yo fuéramos a dar un paseo en bicicleta.
Me encanta andar en bicicleta, pero dada las circunstancias me sentía incomodo de frente a los ojos escrutadores de Esteban, estaba a punto de darle una excusa cuando Claudia intervino:
—¡Una idea genial! … te hará bien para consumir las grasas …
Me miró sonriente y me guiño un ojo.
—Ok …
Dije sin demostrar mi pesadumbre, no podía negarme si ella estaba a animarme. Esteban me cedió su bicicleta y él se las arreglo con la de Claudia. Nos dirigimos hacia la playa y luego nos adentramos en las dunas, después de una hora de pedalear sobre la arena, nos tomamos un descanso.
No habíamos hablado mucho entre nosotros. Esteban me mostraba las características del paisaje con diferentes puntos de referimiento para no perderse en el monótono panorama. Luego casi por casualidad cambió el tema y comenzó a hablar sobre mis hermanas. Primero quiso saber cosas sobre Sonya. ¿Cuál era mi relación con ella? ¿Qué sabía sobre su exnovio? ¿Por qué se había dejado con él? Etc. Con una velada sonrisa, me di cuenta de que él estaba interesado en ella, aparentemente tenía el ojo puesto en ella. Le di toda la información que era de mi conocimiento, aunque si solo fuera para distraerlo del tema de Claudia.
No pude decirle mucho sobre las causas de la separación de Sonya con su exnovio, pues no tenía mucha información al respecto. Pero le dije de que se trataba de un chico que conocía desde su infancia, dado de que su familia viva a pasos de casa la nuestra. Prácticamente fue su primer y único novio, desde los dieciséis, a los veinte se mudó con él. Todos esperábamos que terminarían casándose y formando familia. Pero alrededor de un año y medio después, vino la inexplicable dolorosa y llorosa separación. Yo no tenía la certeza de las causas de esa rotura, pero al parecer él la había engañado con la mejor amiga suya. Había sido un duro golpe para ella que no quiso perdonarlo y hasta el día de hoy se siente que ella quedó muy afectada.
Esteban me escuchó en silencio y finalmente dijo:
—Tienes suerte … tienes dos hermanas adorables … tú les gustas mucho … ¡A ambas! …
Me miró intensamente tratando de entender mis pensamientos. Me sonrojé porque sabía de que estaba hablando, no me esta culpando de nada, pero consciente o inconscientemente, yo mismo me sentía culpable. Me había sobrepasado con ambas. No sé si él lo sabía o solo lo intuía, pero su tono de voz nada delataba y permaneció tranquilo mientras hablaba.
—Lo sé que Claudia es una mujer enérgica y, hay veces que es bastante impulsiva y apasionada, es por eso por lo que la amo … Sexualmente también necesita mucha atención física y afecto … Creo que mucho más de lo que yo puedo darle …
Su lenguaje claro y franco me dejó sin palabras y esperé con ansias lo que vendría después.
—Por todo lo anterior es que no me molesta si ella consigue ese cariño adicional en otro lado … y si se siente atraída por un chico más joven que tiene claro de que no me la va a quitar … eso no me resulta contrario … es más … lo favorecería … bien por ella y por el joven … y también para mí …
En principio no entendí de que estuviera hablando de mí, luego me sentí agradablemente sorprendido, Esteban me estaba dando un pase libre con Claudia ¡Guau! Fue como si me sacara un gran peso de encima, me hubiese gustado abrazarlo y agradecerle, pero solo le sonreí con gratitud.
Saco su botella de agua y bebió un largo sorbo, luego dijo:
—Creo que sería oportuno que regresemos … esos nubarrones negros que se acercan no presagian nada de bueno …
Efectivamente ya se había hecho tarde y el cielo se estaba oscureciendo con nubes plomizas y oscuras. Por suerte la lluvia comenzó en el preciso momento en que estábamos guardando las bicicletas, cuando entramos a casa los gruesos goterones retumbaban por toda la casa y no paró de llover hasta la madrugada.
Esteban encendió la chimenea y nos acomodamos con sendas tazas de chocolate caliente a pasar el tiempo con juegos de mesa. Cuando nos cansamos y era hora de ir a dormir, recordé de que ya no podría dormir en el exterior en el porche, ni menos en la playa. Cristina me miró y sin que yo dijera nada, apunto al exterior y dijo:
—No creo que puedas dormir afuera con esta lluvia … ve a buscar tu saco y duerme en mi dormitorio …
Me acomodé en el suelo a los pies de su cama, no me esperaba nada más, pero ella tenía otra propuesta:
—Esta cama es lo suficientemente ancha como para dos personas … puedes dormir junto a mí …
Me sorprendió, porque hace unos días se había rehusado a que yo durmiera en su cuarto, pero no dije nada y acepte su ofrecimiento. Quizás mi desinteresada ayuda durante su accidente en la playa me había rendido confiable y yo ya no representaba una amenaza para ella. Después de varios días durmiendo en el piso, dormir una noche en una cama, era algo bastante atractivo para mí, aunque si estaría un poco apretado con ella. Así, antes de que mi hermana fuera a cambiar de opinión, me puse mi ropa de dormir y me metí bajo las sábanas. Sonya vestía un ancho camisón largo con dibujos de Mickey Mouse nada sexy. Se veía que era unas tallas más grandes, le llegaba a mitad de sus muslos y con el estampado infantil en el frente, francamente se veía un poco bobalicona.
Poe supuesto me abstuve de cualquier comentario irónico que estaban por salírseme ya que, después de todo, quería evitar de dormir en el suelo. Sonya se metió rápidamente debajo de las sabanas y de inmediato se acurrucó contra mí porque sentía frío, como siempre. De hecho, sus manos estaban heladas y sin previo aviso las puso debajo de mi pijama para calentarlas en mi piel.
—¿Cómo puedes tener tanto frío a fines del verano? …
Pregunté, estremeciéndome un poco con sus frías extremidades y tomándola en mis brazos para calentarla.
—Y tú tienes una piel tan rica y calentita, hermanito …
Me dijo casi tiritando y estrechándose más a mí.
—¿Qué tal si te quitas la camisa para poder calentarme más cerquita de ti? …
Sugirió comenzando a desabrochar los botones de mi pijama.
—Esta bien …
Le respondí y me saqué la camisa por arriba de mi cabeza. Yo no sentía frío pues ya me había calentado en mi saco, además, sintiendo el cuerpo femenino de ella, también hacía que mi temperatura se incrementara. Entonces casi inocentemente le dije:
—También tú … porque no te sacas ese camisón bobo y te aprietas más a mí …
Me sorprendí agradablemente cuando ella se sentó por un momento en la cama y se deshizo de su ancho camisón. Yo sabía que siempre se acostaba sin nada debajo de su pijama, entonces supuse que ahora estaba completamente desnudita a mi lado. Me giré, tiré el edredón para cubrirla hasta el cuello y la abracé, efectivamente estaba totalmente desnuda.
Entonces vino su reacción:
—Pero tú no te vayas hacer ideas … deja tranquilo esos deditos … de lo contrario te pateare a dormir en el suelo …
Conociéndola me inmovilicé a su lado, Sonya no es Claudia, ella es más arisca y cumplirá su amenaza, tuve mucho cuidado de que mis manos en contacto con su suave piel no comenzaran a toquetearla.
—No tengas cuidado que no me hago ideas …
Le dije calmándola y la volví a abrazar para darle mi calidez. Ella puso su pierna fría sobre mi muslo caliente y se apretó contra mi abdomen. Con ese estrecho contacto era imposible que mi cuerpo no reaccionara, menos mal que había conservado mis pantalones cortos, pero mi masculinidad comenzó a hacer una protuberancia en ellos, estaba ella tan pegada a mi que por supuesto lo sintió:
—¡Oh!, hombres … hombres … son tan básicos …
Dijo ruborizándose ligeramente, pero no retrocedió ni un milímetro. Sus pezones también reaccionaron y los sentí endurecerse contra mi pecho, así que también lo comente:
—¡Oh!, mujeres … mujeres … son nuestra perdición …
Ella lanzó una pequeña carcajada y me apretó contra esos pirulos duritos que eran sus pezones. Toda la situación me avergonzaba un poco, porque era contra el abdomen de mi hermana que mi pene se estaba poniendo duro. Me recordé que cuando tenía unos diez años y ella catorce, también a veces dormíamos juntos, le encantaba que yo le rascara su espalda, así que pensando a esos recuerdos, comencé a rascarla suavemente y le dije:
—Creo que estos “deditos” debería conservarlos solo para mí …
Ella pareció bostezar, se acurruco más a mí y respondió:
—Bobo … no te detengas … que se siente rico …
A los pocos minutos ella dormía cansada, yo sentía su respiración acompasada en mi rostro. Entonces me recordé de Esteban y Claudia, ¿Qué estarán haciendo? No era de mi interés el escucharlos teniendo sexo, Claudia me había dado mucho de eso esta mañana, me interesaba escuchar si tenían al go que decir sobre mí. Con mucho cuidado me separé de Sonya, la tapé bien y salí de su cuarto. En punta de pies pasé por la puerta de l dormitorio de Esteban y Claudia, fuera había cesado de llover. Me deslicé por el porche hasta situarme bajo la ventana del dormitorio. Estaba bastante fresco, comencé a sentir frío. No podría quedarme ahí por mucho tiempo. Los escuche hablar en cuanto me acerqué a la ventana, Claudia estaba hablándole de nuestro encuentro a Esteban:
—… no pude … me calentó tanto que no pude controlarme … él se vino con todo … una corrida como jamás había visto …
Le decía Claudia a Esteban. No le daba muchos particulares, quizás para no hacerle sentir celos.
—No pensé que él podría calentarme así …
—Bueno … pero tú esperabas que él estuviera disponible … algo especial entre tú y tu hermano menor … él esta a punto de convertirse en un hombre … y serás tú a rendirlo hombre … no es algo que se da a menudo …
—Quizás adelantaremos los hechos … ellos estarán aquí solo por unos días … luego tendrán que volver a Santiago …
—Es lo que tendrás que hacer si lo quieres hacer … si sucede, sucede …
Dijo Esteban dándole carta blanca a Claudia, yo no me sorprendí, pero si me alegró mucho el saber que sería seducido por mi hermana mayor.
—¿Te dijo algo mientras paseaban en bicicleta? …
—¡No!, nada … pero ni siquiera fue necesario … por su reacción … lo vi que él está muy dispuesto para contigo …
—¡Sí! … yo también note su predisposición …
Había algo de erótico en la voz y las risitas de Claudia al momento de confirmar las cosas a Esteban, luego preguntó:
—¿Y que paso contigo y Sonya en la ida a Iquique? …
—¡Oh!, nada de especial …
La voz de Esteban sonaba un poco desilusionada. Se sentía que él tenía cierto interés en ella, pero no había tenido oportunidad alguna.
—Ni siquiera coqueteaba conmigo … todo muy formal … Obviamente todavía no procesa la separación de su exnovio …
—Es verdad … eso la dejo muy mal …
—¿Y que sabes tu de eso? …
—Bueno ella me contó algo …
—¿Qué pasó? … tú hermano me dijo que su exnovio la habría engañado …
—Así es … ella me lo confió y me pidió de no decírselo a nadie …
Esteban se mantuvo en silencio y Claudia al parecer le iba a revelar el secreto de Sonya, hizo una pausa y prosiguió:
—Sonya es muy diferente a mi en cuanto a practicas sexuales … le repugna chupar pollas y no quiso hacérselo a su novio … ella le confeso esto a su mejor amiga … su mejor amiga aprovechó este conocimiento para seducir a su exnovio …
—¡Umh! … ya veo … ¿pero cómo descubrió todo? …
—Después de algunos meses, el chico no pudo resistir la situación y se lo confesó … entonces ella lo abandonó y no lo perdonó …
—¡Oh! … vaya … es terrible …
Dijo Esteban después de escuchar en silencio los hechos, luego agregó:
—Un engaño es siempre algo terrible … se pierden todas las confianzas … es comprensible que se sienta tan golpeada …
Hubo un silencio prolongado, estaba a punto de irme de regreso a dormir cuando Esteban dijo improvisamente:
—Me parece increíble que dos hermanas puedan ser tan diferentes en ciertas cosas …
—¿Ah, sí? … ¿Qué quieres decir exactamente con eso, querido? …
Claudia con su vocecita sexy de niña malcriada, preguntaba y ya se sentían algunos sonidos que presagiaban lo que se estaba por consumar, me recorrió un escalofrió por todo el cuerpo, los sonidos característicos de chupadas y los gemidos de Esteban me hicieron imaginar la escena, Claudia se preparaba a darle una mamada de las suyas al pobre Esteban, al que escuché decir entre gemidos:
—¡Ooohhh! … ¡Ssiii! … eso es justamente lo que quería decir …
A pesar del frío mi polla reaccionó inmediatamente, pensé en aliviarme un poco, pero decidí no hacerlo debido al frío. Me dejé detrás lo gemidos y quejidos que iban en aumento y me regrese al dormitorio de Sonya. Ella seguía dormida tal cual la había dejado, me quité la camiseta y me metí a la cama silenciosamente acurrucándome contra ella. ¡Que increíble!, pensé, a una hermana le encanta chupar y a la otra le disgusta, con esos pensamientos me quedé dormido.
En medio de la noche algo me despertó. Miré a Sonya y ella estaba todavía de espaldas a mí, pero su postura había cambiado ligeramente y parecía moverse. Mi mano abarcaba algo blando y esponjoso, de pronto me di cuenta de que tenía en mi mano el seno izquierdo de Sonya, su duro pezón se frotaba contra la palma de mi mano con un cadencioso movimiento. Me sobresalté pero no hice nada, si ella se daba cuenta de que estaba despierto podría tirarme fuera de su cama. Así que fingí dormir y esperé a ver que sucedería a continuación. No sabía si ella estaba durmiendo o teniendo un sueño húmedo. Me di cuenta de que una de sus manos estaba en medio de sus piernas y se movía suavemente, obviamente se estaba masturbando, no me esperaba algo así de ella. Por un instante pensé en hacerme notar y cooperar en su satisfacción, recordándome de mi encuentro con Claudia, pero también me recordé de las palabras de Esteban, “dos hermanas muy diferentes”, entonces me reprimí de hacerlo, no quería que ella me botara de su cama y nunca más me dejara acercarme a ella.
Decidí fingir que seguía durmiendo, la respiración de Sonya se hizo más rápida, la sentía que intentaba desesperadamente estar lo más quieta posible. De repente volvió su cabeza para ver si realmente dormía y casi me pilla mirándola embelesado. Me las arregle para cerrar los ojos y respirar uniformemente. No paso mucho tiempo para que sus movimientos se hicieran más notorios y la sentí estremecerse y un gemido silencioso y reprimido se escuchó mientras su cuerpo temblaba. Aparentemente había logrado su orgasmo, ciertamente mucho más sutil que el de Claudia. Su trasero chocó unas cinco veces contra mi abdomen y mi polla reaccionó. Hizo una pausa por un momento, empujó su trasero contra mí, luego se apartó y se volvió hacia mí cuando mi mano se deslizó de su pecho. Hice como si me fuera a despertar, abrí y cerré mis ojos y luego volví a fingirme dormido, ella se acurrucó a mi otra vez y acariciándome la mejilla me dijo:
—Duérmete, Andrés … Todo está bien … duérmete, cariño …
Me dio un beso en la frente y se acomodó a dormir. Su respiración estaba todavía ligeramente agitada, pero gradualmente se normalizó e se volvió a dormir. Podía sentir sobre mí su piel caliente que me quemaba. Definitivamente ya no tenía frio. Estaba muy cerca de mi otra vez, podía sentir algo húmedo en mi vientre, eran sus fluidos. Acerqué mis dedos para tocar esa humedad, luego me los llevé a mi boca y lo probé. ¡Mmmmmm!, sabía diferente a Claudia, pero realmente era deliciosa. Me hubiese gustado probar más de ella, pero se movió y temí se despertara, entonces de quedé quieto y no lo volví a intentar me acurruqué para volver a dormir. Mañana era un nuevo día y quizás que nuevos acontecimientos nos reservaría, cualquier cosa podía suceder.
Realmente nunca he necesitado un despertador para despertarme temprano y esta mañana no fue diferente, me desperté temprano pensando al baño matutino de Claudia, me la imaginaba desnuda en las dunas. Había una penumbra en la habitación, las persianas estaban cerradas, pero se filtraba la luz diurna. Sonya dormía profundamente con las sabanas levantadas, observe su maravilloso cuerpo desnudo, los eventos de la noche volvieron a mí. Obviamente Sonya no se parecía en nada a Claudia, pero era también obvio que tenía sus necesidades y apetitos sexuales que satisfacía por ella misma, aún cuando yo estaba acostado ahí al lado de ella.
¿Cuál habrá sido el objeto de su excitación? ¿Habrá sido mi cercanía? ¡Umh! No tenía ninguna idea ni pista que me pudiera dar alguna respuesta, definitivamente debo investigar y llegar a fondo de esta incógnita. Pero ahora para mí lo importante era Claudia. Debía ir a la playa, anhelaba encontrarla allí. Con mucho cuidado me deslicé fuera de la cama y me aseguré de no despertar a Sonya mientras dejaba la habitación silenciosamente.
Una vez fuera, corrí hacia el mar y me decepcionó descubrir que mi hermana mayor no estaba allí. No sabía bien que hora era, no sabía si ella había ya hecho su baño matutino o no. Espero que no se haya ido. Había muchas posibilidades de que yo fuera el primero en llegar, así que decidí ir a nadar y esperar. El tiempo me dio la razón, pues al poco rato apareció Claudia esplendorosa en toda su desnudez, caminaba coquetamente y me saludaba con la mano. Inmediatamente nade hacia ella para ir a su encuentro. Me encontré cara a cara y la feliz sonrisa desapareció de su rostro y me saludo con un frío “Buenos Días”, la sentí tensa y extraña. Nos miramos en silencio esperando que el otro dijera o hiciera algo, estábamos ahí embarazosamente expectantes. Después de un rato, Claudia liberó la tensión agarrándome las nalgas con ambas manos y atrayéndome fuertemente contra sus esponjosas tetas.
Nuestros labios se juntaron como si fueran atraídos magnéticamente y nos encerramos en un largo, profundo y apasionado beso. Nos acostamos sobre la arena y nos hundimos en ella, la sentí que se montaba sobre mí, su mirada se había tornado la de la cazadora que jugaba con su presa antes de dar el ataque final, sentada sobre mis muslos se enderezó, me afirmó por los hombros y se inclinó a besar mis labios en forma caliente y lujuriosa, con los labios entrecerrados murmuró:
—¡Me vuelves absolutamente loca! … ¡No lo puedo evitar! … ¡Te deseo! …
Su respiración resoplaba en mi oreja, comenzó a comerme a besos, mi rostro, cuello, lóbulos, besos salvajes. Finalmente se enderezó con la parte superior de su cuerpo, llevó una mano por entre sus piernas y aferró mi pene duro como palo y lo guio entre sus labios mayores. Lo que estaba por suceder era obvio, me quedé inmóvil sobre mi espalda y esperé con anhelo. Mirándome con sus labios carnosos y su boca entreabierta, ella se fue empalando en mi verga, poco a poco su cálida humedad comenzó a envolver mi glande. Mi grueso pene era atascado en la entrada de su conchita, dio un grito ahogado cuando mi cabezota entro en ella. Claudia puso los ojos en blanco y gimió en voz alta cuando su chocho empezó a ser ensanchado por mi polla, mordía sus labios para no gritar tan fuerte, me enderece para mirar y la vi con sus rodillas aún en el aire soportando su peso en punta de pies y con mi pene semi enterrado en su vulva, sus venas se marcaban en su cuello y tenía una pequeña mueca entre dolor y placer al ser abierta por mi dura pija.
Mi hermana mayor me estaba desvirgando, ella era mi primera mujer, y para ella yo era su primera super polla. Se acomodó cuando mi pene entró totalmente en ella, pero se quedó apoyada a mi pecho moviéndose lentamente esperando de acostumbrarse a mis dimensiones:
—¡Aaaahhhh! … ¡Oooohhhh! … ¡Cómo has crecido, chico! …
Finalmente estaba teniendo sexo real, ya no era virgen, y no con cualquier chica, sino con mi hermana mayor, su coño increíblemente estrecho y húmedo, mi verga estaba dentro de ella y sus uñas se habían enterrado ya en mis brazos. Su cuerpo comenzó a ondularse, bajaba sus hombros, arqueaba su vientre y empujaba su pelvis contra mi polla. Sus pechos se aplastaban contra mis pectorales, luego se alzaban, se mecían y balanceaban. Mis manos volaron a ellos y los agarré con ambas manos, ella se inclinó y mordió mis labios, al tiempo que sus músculos vaginales se contraían apretando mi pene.
Todo esto me abrumaba en un cierto sentido, nada de lo experimentado por mí anterior a esto, podía compararse ni mínimamente a la sensación de estar acoplado sexualmente con mi hermana. Mis ojos se fueron de sus pechos a sus ojos cerrados. Su rostro tenía un color rojizo y respiraba con la boca entreabierta, a ratos mi miraba con ojos vidriosos y una expresión de beatitud única.
Jamás pensé en ver en ella esa expresión paradisiaca, estaba en una especie de nirvana, en gloria y gracia del sexo que estábamos teniendo. Sentí una gran excitación, la tomé de sus caderas y comencé a moverme dentro de su apretada conchita.
—¡Ouch! … ¡Ouch! … ¡Oooohhhh! …
Se quejaba y gemía. La estrechez, calidez y humedad de su coño me hizo emitir un largo gemido y dispare un mega chorro de esperma en su conchita. Claudia se detuvo y chilló con sorpresa sintiendo como la llenaba con un aluvión de semen dentro de ella. Luego comenzó a moverse y a succionar con su vagina mi corrida bestial. Además, sus veloces movimientos de vaivén sobre mi verga la estaban haciendo estremecer y entre gritos y chillidos, también ella se corrió:
—¡Argh! … ¡Me estás llenando! … ¡Te estás corriendo dentro de mí! … ¡Dámela toda! … ¡Aaaahhhh! … ¡Ssssiiii! …
Claudia no ceso de moverse hasta cuando mi pija resbaló fuera de ella un poco blandengue y empapada con sus copiosos zumos.
Luego, todavía restregándose contra mi pecho, se inclinó metió sus manos en mis cabellos y me besos apasionadamente. Levantó su torso dándome una amplia vista de sus pechos y me preguntó:
—¿Estás bien? … ¿Te gustó? … Lo hicimos muy rico …
—¡Maravilloso! … ¡No hay nada más hermoso! …
Permanecimos abrazados, el sol comenzaba a entibiar la arena, nuestros cuerpos sudorosos se habían cubierto de polvo y material arenoso. Claudia me beso en la frente y en la mejilla, luego cerró sus ojos y volvió a posar sus labios en los míos apasionadamente. Ella movía sus caderas y se apretaba a mí, era evidente de que quería más, sin duda estaba todavía caliente, me sentí un poco culpable de haberme corrido así tan rápido, pero no pude hacer nada, la sensación que sentí fue única y abrumadora.
—Lo siento … creo que duré muy poquito … pero era mi primera vez …
—No te preocupes … es lo normal las primeras veces … déjame a mí … yo me encargo …
Luego me dio unos besos húmedos por el cuello, estaba lamiendo mi sudor, se contorsionó y besó mis tetillas, haciendo chupones en mis pezones, su mano aferró mi pene que comenzaba a revivir:
—¿Te gusta si te hago así? … Parece que tú también tienes ganas de nuevo … Pronto lo haremos otra vez …
Hablaba casi entre dientes y su lengua no cesaba de acariciar mi cuerpo, poco a poco se plegó en mi regazo y comenzó a succionar mi pene vigorosamente haciendo que este se pusiera duro como el granito. Cerré los ojos y disfruté sus caricias, el viento contribuía a hacer la sensación arrolladora. Claudia movía su cabeza arriba abajo intensamente, sus cortos cabellos me permitían apreciar la destreza de su boca aprisionando mi miembro y su lengua infatigable que jugaba con los bordes de mi glande enviando temblorcillos por todo mi cuerpo.
—¡Está claro que te gusta! … Eres insaciable como yo … yo lo tenemos casi listo otra vez …
Me miraba con mucha ternura, reía, pero también había determinación en todos sus gestos, estaba empoderada de toda la situación, estaba caliente y deseosa de mi pene. Yo gemía y comenzaba a mover mi pelvis metiendo y sacando mi pene de su boca, haciéndolo deslizar entre sus manos. Simplemente era una mamada exquisita y hábil. Sus dedos masajeaban mis bolas incrementando mi placer. Su experiencia le indico el momento preciso y con destreza volvió a montarme, había un dejo de satisfacción en su rostro cuando con su mano comenzó a pasear mi verga entre los labios empapados de su concha, se sentó en mi muslos y apretó mi polla contra su vientre, me sonrió indicándome con un dedo que le llegaba casi al ombligo:
—¡Guau!, chico … si que has crecido …
Un momento después se alzó y con una mirada muy concentrada, se plegó un poco y con su peso, comenzó a hacer que mi pija se deslizara otra vez dentro de su cuevita húmeda y caliente, Claudia emitió un largo suspiro y varios gemidos antes de comenzar un rítmico movimiento follando mi polla.
Me parecía que estaba más mojada que otras veces, sus fluidos estaban saliendo en oleadas de su orificio, sus movimientos aumentaron en intensidad y sus glúteos que azotaban contra mis muslos se escuchaban como bofetadas que llevaban el ritmo. Esta vez decidí a participar más activamente y agarré sus tetas y sobajee sus pezones y levantando un poco mi torso me los eché a la boca y mordí delicadamente esos pezones durísimos, ella agarró mi cabeza y comenzó a aplastarla contra sus amplios senos, me colgué de sus hombros y chupé sus tetas ávidamente mientras Claudia desesperadamente me cabalgaba gritando y chillando cada vez más rápido y salvaje. Su lujuria y calentura se habían acumulado y la desesperación de liberación por un orgasmo se transformó en frenéticos movimientos. Mi verga se deslizo fuera de ella varias veces debido a la violencia de sus movimientos y ella cada vez más rápido la atrapaba y se la volvía a meter gruñendo y gimiendo. Hizo un alto un instante brevísimo como para acomodarse, para luego iniciar una demencial danza de caderas y vientre sobre mi verga al tiempo que resoplaba, gruñía, chillaba y apretaba mis pectorales casi hasta causarme dolor.
—¡Oooohhhh! … ¡Oooohhhh! … ¡Oooohhhh! … ¡hermanito que rico! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Umpf! …
Su cara estaba desencajada de lascivia y placer, me miraba como si me quisiera devorar de un solo zarpazo, se cargó con sus brazos en mi pecho y me inmovilizó. Por su respiración supe que había llegado el momento, la escuche gritar:
—¡Mis nalgas! … ¡Sepáralas! … ¡Separa mis nalgas! …
Me ordenó con una voz estridente, salvaje y casi incomprensible, movía su cuerpo atrás y adelante casi sin control. Rápidamente le obedecí, agarre sus nalgas y las separé un poco, probe a meter un dedito en su ano y ella grito de placer y se corrió con espasmódicos saltitos, había abierto sus rodillas al máximo para permitir a mi polla entera deslizarse dentro y fuera de su coño. Ahora tampoco había nada que me detuviera y por segunda vez le eche una oleada de chorros de semen profundamente en su matriz, lo que la hizo gritar muchas veces:
—¡Aaaahhhh! … ¡Aaaahhhh! … ¡Argh! … ¡Oooohhhh! … ¡Ssssiiii! …
Mis propias convulsiones orgásmicas me hicieron chocar con su cuerpo que se retorcía sobre mí, estábamos pegados estremeciéndonos juntos en un abrazo infinito. Mis cojones se vaciaron por completo, me quedé quieto esperando de recuperarme. Claudia continuaban a curvar sinuosamente su cuerpo sobre el mío, sus ruidos y el volumen de ellos eran simplemente calientes.
Confiaba que el viento no llevara esos sonidos característicos hacia la casa. Claudia se calmó, estaba visiblemente exhausta, se mantuvo sobre mi abrazándome con fuerza
—¡Ooohhh! … eso fue celestial … eres mi angelito preferido, ¿sabes? …
Lo tomé como un cumplido aunque si en realidad yo no había hecho mucho, se le veía radiante y feliz, felicidad plenamente compartida por mí, me sentía satisfecho. Habíamos ido más allá, habíamos cruzado una frontera tabú, nos habíamos convertido en amantes carnales, mi sexo en ella y ella gozando como mujer, hermana y hermano proscritos de la sociedad. A mí me importaba un rábano y veía que Claudia estaba dichosa y sin ningún signo de arrepentimiento, entonces le dije:
—Sí … todo fue magnifico … deberíamos repetirlo de tanto en tanto … ¿Te parece? …
—En realidad … yo te haría esto todo los días y cada rato …
Fue la respuesta de Claudia besándome la nariz y pasando su lengua tibia sobre mis labios en forma lasciva. De repente me di cuenta de que habíamos creado una situación muy especial entre ella y yo, sería estúpido de mi parte echar a perder todo con comentarios negativos. La vida nos regalaba estos momentos y debíamos aprovecharlos y prenderlos al vuelo, gozar nuestras vidas a concho. Mi hermana es una delicia y como tal debo saborearla de principio a fin.
Sentirla desnuda sobre mí con su chocho chorreando mi semen era lo máximo, pero debíamos volver a la realidad, nuestro juego era íntimo y secreto y debíamos continuar a jugar, nadie más debería vernos así. Es como si hubiésemos tenido una comunicación telepática, Claudia se separó de mi y se puso de pie con una amplia sonrisa en su rostro. Luego su rostro se opacó y en forma reflexiva me preguntó:
—¿Tú crees … que esta bien lo que hicimos? …
Me levanté quitándome la arena del trasero y le respondí:
—¡Para mí fue genial! … ¡Eres la mujer más sexy que conozco … y que seas mi hermana lo hace más sexy aún! …
La halagué y ella me sonrió complacida y como vi que le gusto mi comentario agregué:
—Y yo también te haría esto todos los días y a cada rato …
Claudia se rio, se acercó a mi y me abrazó colocando sus manos sobre mis nalgas y apretando mi cuerpo al suyo, luego sus labios se posaron en los míos y su lengua busco la mía, agarré esto como una invitación a seguir y también me apoderé de sus glúteos y la jalé contra mi verga:
—Bueno … bueno … no exageremos … tenemos varios días por delante …
Me lanzo una significativa y lasciva mirada, sacudió su cabeza, se volvió y se metió al mar. La seguí y me sumergí en las aguas para limpiar la arena de mi cuerpo, luego nadé junto a ella:
—Vete a casa … es mejor si no nos ven regresar juntos …
Me dijo mientras nadaba alejándose de mí, quise seguirla para besarla un par de veces más, pero entendí sus razones y nadé hacia la playa. Me fui a la casa y encontré a Esteban preparando la mesa para el desayuno. Me hizo un gesto amistoso cuando me vio llegar. Le devolví la sonrisa y me fui al baño por un llamado de la naturaleza, entre de inmediato pensando que le debía ganar el tiempo a Sonya, ya que ella ocupa el baño por largo rato todos los días, pero ella ya estaba ahí y cuando me vio dejo caer el grifo de la ducha y me miro en estado de shock, recordando la noche anterior, pensé “¿Qué habrá estado haciendo?”, pero ella me gritó:
—¿Acaso no se usa llamar antes de entrar en esta casa? …
Murmuré una disculpa a medias y justifiqué mi irrupción por una necesidad urgente de orinar, me bajé mis shorts y me paré frente al inodoro. Por un rato ella me observo con interés, pero luego agarró la ducha y continuó a ducharse. Entonces me voltee a mirarla a través de la cortina transparente de la ducha. Como su cabeza sobresalía por sobre la cortina, se dio cuenta, pero no le molestó y siguió duchándose como si nada. Su mano permaneció sobajeando sus pechos y luego los cubrió con un gel de jabón. Cuando la vi acariciando sus senos, sentí cosquillitas en mi ingle a pesar de que acababa de tener sexo con Claudia. Me parecía increíble lo que estaba viviendo con mis dos hermanas, pensé mientras terminaba de orinar.
Lancé una última mirada a Sonya que seguía lavando su cuerpo exuberante e forma llamativa y provocativa. Estaba a punto de darme vuelta para salir cuando sentí un chorro de agua tibia en mi rostro:
—Esto es por irrumpir sin llamar … y esto por estar mirándome descaradamente …
Me grito Sonya riéndose como una loca.
—¡No! … espera … espera …
Con esas palabras me agaché bajo el chorro de agua y salté a la ducha con ella, la empujé contra los azulejos y comenzamos una feroz lucha bajo la ducha. Dada mi corpulencia y fuerza, pronto tomé la delantera, le quite el grifo de la ducha y lo sostuve frente a su cara, se reía a carcajadas tratando de liberarse de m abrazo, como no lo lograba, entonces agarró mi shorts y me los tiro hacia abajo. Sorprendido solté la ducha y a ella, lo que aprovecho para escaparse desnuda de la ducha, pero antes de que saliera del baño le di alcance, la agarré y la atraje hacia mí. Ambos caímos aterrizando sobre la alfombra del baño. Rápidamente me subí sobre ella empujándola hacia abajo reduciéndola e inmovilizándola al aferrar sus muñecas. Ella me miraba desafiante y respirando fatigosamente:
—¿Y ahora qué! … ¿Qué me vas a hacer? …
Su rostro estaba enrojecido, pensé que era por el fragor de la lucha, pero luego me di cuenta de que ambos estábamos en una posición bastante comprometedora. Ella yacía desnuda sobre su espalda y yo estaba sobre ella con mis shorts mojados enredados en mis tobillos, prácticamente estábamos los dos desnudos y para mi sorpresa, mi polla daba signos de vida.
Ella también se había dado cuenta de tan impúdica situación y se relajó y se quedó en completo silencio esperando mi siguiente movida, el único sonido era la respiración de ambos. Luego sucedió. No sé si lo hizo a propósito o instintivamente, pero sus piernas se abrieron. ¿Era esta una invitación explicita? No alcancé ni siquiera a imaginar una respuesta, la puerta del baño se abrió y apareció el rostro sonriente de Claudia.
—¡Umh! … ¡Ooohhh! … Escuche unos gritos …
Dijo completamente sorprendida viéndonos prácticamente desnudos en el suelo uno encima del otro frente a ella. Salté en pie de inmediato subiéndome mis shorts empapados, ruborizado y balbuceante le dije:
—Sonya … ella tiene la culpa … me tiró agua y no pude dejársela pasar …
—¡Ah-haa! …
Dijo Claudia mirándonos alternadamente a Sonya y a mí, su expresión facial era inescrutable y ambigua. Sonya se levantó del piso, me pego con la toalla por última vez, luego se envolvió con ella alrededor del cuerpo y salió del baño dejándome a solas con Claudia.
—Lo siento por irrumpir aquí de esta manera … no sabía que tenías algo también con Sonya …
Claudia se disculpó con un tono entre serio y divertido.
—¡Pero, que dices! … era solo una lucha … ella me atacó con el agua y yo me defendí … nada más que eso …
Luego la tomé y le di un beso en la boca para tranquilizarla, seguidamente me quité los shorts mojados y se los di pidiéndole los tendiera en la veranda para que se secaran, ella aprovechó la cercanía para agarrar mi pene semi erecto:
—Al parecer te gusta mucho luchar con Sonya, ¿eh? …
Me encogí de hombros y me metí rápidamente bajo la ducha.
Media hora después estábamos todos sentados juntos de nuevo, tomamos un opíparo desayuno y charlamos sobre los que haríamos durante el día. Como el sol volvía a brillar, seguramente el día iba a ser esplendido, las chicas dijeron que ellas disfrutarían del mar. Como cada vez me estaba gustando más estar en compañía de mis hermanas, acepte de inmediato de acompañarlas, así que no fuimos todos a las orillas donde rompía un suave oleaje. Esteban no hizo mayores comentarios, pero se fue abrazado con Claudia y por supuesto se desnudaron apenas llegamos a la playa, nos miramos Sonya y yo, y sin decir nada me despojé también de mis bermudas y me senté desnudo sobre mi manta. Entonces Sonya preguntó:
—¿Qué pasa si viene alguien y nos ve desnudos? …
Claudia respondió tranquilamente y con seguridad.
—Desde la calle no se ve la playa … y casi nadie viene a esta playa …
—¿Casi? …
Volvió a preguntar Sonya con suspicacia, a lo que Claudia volvió a responder con claridad.
—A esta playa viene solo gente que nos conoce … no tenemos nada que ocultar … y créeme, me he acostado sobre estas arenas muchas veces …
Dijo Claudia dándome una sonrisa cómplice, Sonya nos miró a todos y dijo:
—Bueno esto me da una mayor tranquilidad …
Luego un poco vacilante se quitó su bikini. El encontrarme otra vez con los cuerpos desnudos de mis dos hermanas, provocó que mis hormonas se desbocaran y antes de que mi masculinidad se manifestara en toda su exuberancia, decidí escapar de carrerita a sumergirme en la fría agua del océano. A los pocos minutos, Esteban se me unió
El agua estaba bastante agradable y nadé junto a Esteban por largo rato, cuando él nadó hacia la playa decidí nadar más lejos para exigir a mi condición física. Perdí totalmente la noción del tiempo y nade tan lejos que me desorienté y tuve dificultad en encontrar la playa desde donde había partido. Pero finalmente divise las lejanas figuritas de Esteban y mis hermanas y me dirigí hacia allí nadando enérgicamente, cuando por fin salí del agua me encontraba muy cansado, me enteré de haber nadado por casi dos horas y Claudia me dijo de haberse preocupada al haberme perdido de vista por tan largo tiempo.
—Oh, nada me va a pasar … soy muy buen nadador y el mar esta bastante tranquilo el día de hoy …
Claudia me sonrió y se calmó. Todo el tiempo, Sonya nos observaba con su mano como víscera para protegerse del sol, luego volvió a tenderse y continuó a leer su libro. Me tendí sobre mi manta y empecé a dormitar, Esteban se paró y dijo si nos gustaría un pedazo de melón, tanto Sonya como yo respondimos afirmativamente, Claudia se levantó y tomo de la mano a Esteban:
—Vamos, querido … yo te ayudaré a traer el melón …
Ambos se fueron hacia la casa sonriéndose y mirándose. Me quedé a solas con Sonya, su libro yacía a un lado y parecía dormitar boca arriba. Su vientre plano subía y bajaba al ritmo de su respiración, mi mirada se detuvo en sus pechos que brillaban con una ligera capa de sudor, vi que sus pezones estaban erectos. No me pude resistir y me acerqué a su deliciosa humanidad femenina, sentía una necesidad imperiosa de tocarla. Muy suavemente deslicé las yemas de mis dedos por sobre su aterciopelado vientre. Me alegré de ver que una traviesa sonrisa apareció en su rostro, así que después de todo no estaba durmiendo, pero no dijo nada ni tampoco cambio de posición. En cámara lenta comencé a dibujar círculos alrededor de su ombligo, lo que significó un ligero aceleramiento de su respiración, luego mis caricias fueron subiendo hacia sus firmes senos.
Sonya había enderezado su cabeza y observaba fascinada la exploración de mis dedos por su cuerpo. Su estómago subía y bajaba más rápido, lo que me indicaba de que mis caricias le estaban causando una placentera sensación y como ella no me detenía, seguí adelante animosamente. Con mucho cuidado llegue con mis dedos sobre su seno izquierdo, y cuando mi pulgar e índice presionaron la punta de su pezón, la escuche gemir:
—¡Mmmmmm! … ¡Mmmmmm! …
Que inmediatamente trató de reprimir, animado por su respuesta agarré ese duro pezón para tironearlo. Sonya saltó y con voz rauca exclamo:
—¡Hey! … Que estás haciendo …
—Bueno … emh … soy solo un hombre … tus senos son preciosos y no me pude resistir …
Le dije con una voz inocentona. Quise quitar mi mano para no hacerla enojar. Pero ella se giró a mirar alrededor para cerciorarse de que estábamos solos, luego me dijo:
—Pero no son tan grandes como los de Claudia …
—De todas maneras, son muy hermosos …
Le dije halagándola y continuando a amasar sus esponjosos pechos. Sonya no dijo nada, pero se recostó y me dejo hacer. Incrédulo, me sentí afortunado y me incliné sobre su seno derecho y delicadamente besé su pezón.
—¡Mmmmmm! … ¡Oooohhhh! …
Exclamó Sonya ondulando su pelvis y apretando sus muslos con su boca entreabierta, se irguió brevemente, comenzó a mirar alrededor, hacía la casa y una y otra vez hacia mi verga que también ya se insinuaba en completa erección y con perladas gotitas saliendo de mi glande, me acerqué a su oído y le susurre:
—Puedes tocarme ahí abajo si quieres …
—¿Te volviste loco? … definitivamente no voy a tocar tu …
Pero su mano se acercaba temblorosa hacia mi polla.
—… y ciertamente no aquí … déjame antes de que alguien nos vea …
Luego aparto mi mano y mi cabeza de su pecho, se volvió boca abajo y me dijo:
—Mejor hazme un masaje y espálmame un poco de protector …
Me sentí un poco apesadumbrado, “Esto será más difícil que con Claudia”, pensé. Luego me conforme pensando “Al menos me deja acariciarla”. Ya pensaremos a lo otro. Me arrodillé a su lado y froté enérgicamente su espalda y luego baje a sus piernas y muslos, aprovechando la oportunidad de manosear abundantemente su redondo trasero.
—Creo que mi trasero tiene suficiente protector …
Me dijo en un tono entre irónico y divertida.
—¡Ah, sí! … y por cierto tienes un trasero muy hermoso … me gusta mucho …
—¡Patrañas! … es demasiado grande …
Me contradijo, pero por su tono estaba feliz por el cumplido. La dejé estar y me recosté sobre mi manta, claro que tuve que hacerlo boca abajo para esconder mi desmesurada erección. Un largo silencio se produjo entre nosotros, el que fue interrumpido por las voces de Claudia y Esteban que llegaban con rodajas de melón. Sonya se dio vuelta hacia mí y en voz baja me preguntó:
—¿Ya pensaste donde vas a dormir esta noche? …
Miré el cielo, con los ojos entrecerrados vislumbre dos o tres nubes oscuras y le dije:
—¡Umh! … creo que podría llover … si no te importa dormiré contigo …
—¡Está bien! …
Me dijo sin mirarme y volviéndose hacia el otro lado. Me sonreí maliciosamente para mis adentros “Y luego te toca a ti”, pensé estirando la mano para recibir la rodaja de melón que me ofrecía Claudia.
(Continuara …)
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