Un verano en Cachagua.

por
género
incesto

Hola, soy Luisa, estoy en el carro viajando a una localidad del sector costero central, Cachagua, en la región de Valparaíso, Chile. A unos ciento ochenta kilómetros al norte de Santiago. Mi hermano posee una casa en un condominio allí. Eran años que él me invitaba a pasar el periodo veraniego con ellos, pero por compromisos laborales o familiares, nunca había tenido la oportunidad de aceptar. Hasta hoy, que me encuentro divorciada de mi marido y estoy viajando sola para reunirme con ellos, mi propio hijo, Joaquín, viajará una vez termine la universidad.

Son siete años que no veo a mi hermano, Mauricio y su esposa Maribel, ellos están casado desde hace trece años y tienen dos hijos, Antonio el mayor, cumplió doce años y Andrés el menor, bordea los once.

Estamos a fines de noviembre y el calor se hace insoportable, pero afortunadamente estoy a escasos minutos de la casa de mi hermano. Lo llamo por celular para que me abra el portón del condominio. Guio según sus instrucciones y llego finalmente a su casa. Lo veo venir junto a su esposa y dos niños adolescentes. Inmediatamente me percato de que los chicos me abrazan un poco efusivamente. Bueno cuando les dejé eran dos mocosos, ahora les encuentro bastante creciditos para su edad y no digo nada, calor de familia, pienso.

Me recordaba de mi última visita y el lugar era francamente precioso, tan cerca de la playa, que se podía perfectamente ir y venir con traje de baño desde la casa. Mi hermano tan solícito y cariñoso como siempre, me acompaña a mi habitación y me dice que la cena estaría pronta en una quincena de minutos, y que baje apenas esté lista.

Cómo el tiempo a disposición no era mucho le pido a Andrés, el menor de mis sobrinos, que me ayude a desempacar:
—Andrés, qué tal si me das una mano a sacar mis cosas de las maletas … para ponerlas en el armario …
—Claro, tía … altiro … con mucho gusto …
Después de abrir mis dos maletas, le pido que comience a sacar mi ropa mientras yo voy al baño a darme una ducha rápida. Mientras estoy desnuda bajo la ducha, veo una sombra y es Andrés que se esconde a la orilla de la puerta a mirar mi figura reflejada en el gran espejo del baño. En casa siempre estoy sola, mi hijo normalmente está en la facultad, por eso nunca cierro la puerta del baño. Andrés se da cuenta de que lo he visto e inmediatamente regresa a desempacar mis maletas. Salgo del baño con mi cortísima bata que me cubre la parte superior de mis muslos y me dirijo a la habitación sin hacer ningún comentario sobre lo sucedido, cosas de adolescentes curiosos.

Mientras arreglo mi ropa en el armario, noto que nunca despega su vista de mis piernas generosamente descubiertas, también cuando me agacho, sus ojos se van por unos instantes a mis senos, mirando de soslayo su entrepierna, me doy cuenta de que es un pequeño hombrecito, con algo quizás no tan pequeño ahí debajo de sus shorts.

¡¡Es mi sobrino!!, pensé. Pero ya que no nos veíamos casi nunca, podíamos considerarnos prácticamente extraños, entonces entendí que quizás él no asumía que éramos familia y podía mirarme con ojos diferentes. Además, a su edad las hormonas se despiertan y acarrean comportamientos anómalos y cachondos, mucha masturbación, pensé. De hecho, me sentí halagada y complacida de ser admirada por sus joviales y ávidos ojos de muchacho.

Obviamente no estoy como para tirar a la basura. Mantengo una figura delgada, soy una de las más altas de mi familia con un metro y ochenta, peso sesenta y cinco kilos, gracias al yoga y a la gimnasia mi trasero se mantiene firme y redondeado, quizás mis senos un poco caídos por amamantar a mi hijo por casi dos años y mis voluminosas masas carnosas, uso talla cuarenta copa “C”. No soy tan joven, pero me encuentro bien y al ver como un joven chico trata de adivinar mis medidas, me rio para mis adentros.

Andrés comienza a pasarme la ropa y yo la voy acomodando en los cajones, sin embargo, eso requiere que yo me agache en los cajones más bajos y esto significa que mi bata se levanta y dejo ver tal vez más de lo necesario, ciertamente mis muslos ya están a la vista, pero al inclinarme un poco hacia adelante, quizás pueda ver algo más. ¡Qué demonios! ¡Paciencia! ¡No puedo hacer nada más! Esto sucede por la costumbre de vivir casi sola y sin nadie en casa. Terminamos, agradezco a Andrés por su ayuda y le digo que puede irse, con el recado de decirle a su madre que bajaré en unos minutos para cenar.

Nos sentamos en cinco a la mesa. Maribel y yo a un lado, Mauricio de cabecera de mesa y los dos chicos frente a nosotras. La cena fue excelente, conversamos un poco de esto y aquello, los chicos hablaron de sus estudios y los escándalos protagonizados por algunos chicos organizando fiestas durante la pandemia. Maribel se lamenta de su soledad cuando los chicos están al colegio. Hablamos un poco a turno, prescindiendo de que la charla resultaba bastante amena, me doy cuenta de qué Andrés esta particularmente afásico y continúa mirándome casi a desnudarme con sus ojos, claro que por un lado me siento halagada, pero por otro me da un poco de vergüenza. Noto que le cae un cubierto a tierra y se agacha bajo la mesa a recogerlo, pero se demora un poco mucho, al cabo de unos minutos repite la acción y ahora es el turno de la servilleta, creo que lo hace para mirar mis piernas, quizás debí haberme puesto bragas.

Inesperadamente esto me provoca un poco de intriga, ternura y también una cierta excitación, entonces la próxima vez que deja caer otro utensilio, subo un poco mi falda y abro bien mis piernas para que pueda ver todo, quiero ver su reacción. Al alzarse repentinamente, se da un cabezazo en el borde de la mesa y se alza completamente ruborizado, luego me da una intensa mirada antes de agachar su cabeza y continuar a comer apresuradamente.

Ahora estaba completamente segura, después de haberme espiado en mi habitación y en el baño, lo había seguido haciendo debajo de la mesa. Mi sobrino apreciaba mis dones físicos y tal vez haya tenido alguna fantasía traviesa conmigo. Quizás hasta haya magreado su joven pene pensando a mi longilínea figura.

A las diez de la noche, me disculpo con todos y digo que me voy a dormir porque el viaje me había dejado cansada. Sola en mi habitación, me desvisto y saco la parte inferior de un bikini que use el verano pasado y quiero saber cómo me sienta, me miro al espejo y encuentro que me están bien, como me dispongo a dormir, desisto de ponerme la parte superior, me encanta tener mis pechos libres al aire fresco de la noche, normalmente mis pezones se endurecen así. Voy al baño a orinar y me lavo también mis dientes, miro mi bikini y veo que se asoman algunos de mis vellos púbicos, voy a buscar mi crema de afeitar y mi Lady-Soft para afeitar mi coño. Solo me toma una decena de minutos y mi concha queda suave y lampiña ¿Qué diría Andrés si me viera ahora? Ese chiquillo me causa una cierta inquietud.

Apago la luz y me acuesto. Hace demasiado calor, me cubro parcialmente con la sábana y cierro los ojos esperando dormirme. La habitación no está totalmente a obscuras, desde el exterior se filtra a través de los ventanales la clara luz de la luna que, dicho sea de paso, no me causaba ninguna incomodidad, siempre he sido romántica y la luz lunar me excita y me trae recuerdos agradables. Me quedé traspuesta entre sueño y vigilia. Al cabo de una media hora siento ruidos, alguien está abriendo la puerta de mi cuarto. Cómo estoy de espalda a la puerta, abro los ojos y veo en el reflejo del espejo del armario la figura de Andrés, el cual sigilosamente se acerca a mi cama.

Permanezco inmóvil y finjo dormir, pero mientras tanto considero que estoy completamente desnuda con solo un slip de traje de baño, la sábana me cubre parcialmente el torso, mi trasero y mi pierna derecha están a la vista del chico. Un poco vacilante lo escucho acercarse a mi cama tratando de no hacer ruido, la imagen del espejo me muestra que se ha ubicado a mis espaldas, tengo curiosidad de que intentará hacerme. Es menor de edad, claro, pero yo no le llamé, yo no le hice entrar y yo no le invité. Tengo la coartada de que estoy durmiendo, pienso para mis adentros. Siento que la sabana se desliza sobre mi cuerpo exponiendo mi torso desnudo a los ojos de Andrés, se detiene a observar mi cuerpo ahora completamente descubierto. Su mano se posa sobre mi pantorrilla y luego poco a poco la mueve por mi pierna hacia mi muslo. La sensación me sobrecoge y le dejo explorar mi piel desnuda sin moverme, su mano se desplaza lentamente sobre mi nalga y me acaricia, sus dedos se meten bajo la tela de mi slip y siento cómo recorren mi estrecha fisura anal, se sienten agradable sus dedos moviéndose a través del profundo surco de mí culo. Se me pone la piel como de gallina y siento unos escalofríos recorrer mi espina dorsal, también un agradable cosquilleo se comienza a sentir en mi bajo vientre. Su aliento está sobre mi piel y estampa delicadamente un beso sobre mi nalga derecha. Comienzo a preocuparme y me siento un tanto intimidada por las sensaciones que se despiertan en mi cuerpo, después de dos años divorciada no he conocido una nueva pareja ni tampoco he sentido la necesidad, creí que mi vida sexual estaba terminada, pero la humedad que me parece sentir en mi entrepierna dice lo contrario.

Con la intención de amedrentarlo y hacerlo escapar, simulo un movimiento en sueños y me giro hacia la derecha, quedando recostada sobre mi espalda. Sinceramente espero que esto le haga reaccionar y sospechar que puedo despertarme en cualquier momento, haciéndolo desistir de sus efusiones lascivas sobre mi cuerpo, por la estrecha grieta de mi ojos lo veo que me observa, mis dos inmensas tetas están todavía bamboleándose después de mi último movimiento, sus ojos están fijos en mis pechos. Mis enormes redondeces lo subyugan, ahora la única parte cubierta de mi cuerpo son las pequeñas bragas de mi slip de bikini amarrado a mis caderas por los tirantes. Por un largo rato no sucede nada, solo me observa de pies a cabeza, le atrae mi físico, lo noté cuando me ayudo a desempacar y cuando intento ver entre mis piernas durante la cena. Me parece muy emprendedor el chico.

Esta vez, Andrés se inclina sobre mi pecho derecho y su lengua roza mi pezón ¡¡Guau!! Que calorcillo me hace sentir, y luego otro “Smuack” un sonoro beso sobre mi teta, ¡¡El juego se está poniendo serio!! ¡¡Soy yo la que le dejo jugar con mi cuerpo!! Entonces no me queda otra que fingir que sigo dormida y esperar que se aburra y se vaya lo antes posible. Pero no es eso lo que sucede. Mi sobrino sigue besando y acariciando mis senos delicadamente en el intento de no despertarme, sus besos y caricias desbordan un mar de sensaciones en mí, tenso mis muslos y hundo mi vientre, el hormigueo sobre mi estómago, viaja a mis muslos y tengo que decirlo, mi panocha se moja.

Todavía logró contener mis gemidos y puedo enmascarar mis escalofríos, pero me asusta que él se dé cuenta de lo que provocan sus mimos a mi cuerpo, él entendería de inmediato que estoy despierta y que me está haciendo gozar eróticamente con sus caricias. Por el rabillo del ojo lo observo que se ha detenido en mi vientre, mira mi pelvis, vuelve a inclinarse y besa mi estómago, luego la tela de mi bikini, su imberbe barbilla se mete entre mis muslos y huele mi sexo. Inconscientemente mi cuello se estira hacia la izquierda y se me escapa un leve suspiro, que lo hace detenerse, el intenso escalofrío de placer es exquisito.

Estoy en la disyuntiva si simular que me despierto o seguir fingiendo que duermo, pero él no me da paz, sus dedos están deshaciendo los nudos en los lazos laterales de mi bikini, lo que me provoca un jadeo de estremecimiento placentero y vibrante que no puedo esconder, mi vagina continúa a bañarse. Temo que este juego erótico me esté arrastrando a la transgresión ¡¡Con un menor!! ¡¡Con mi sobrino!!

La excitación en mi crece como una marea que se apodera de mi cuerpo y obnubila mi razón. Mi dulce y pequeño amante baja con delicadeza la parte frontal de mi traje de baño y comienza a observar mi panocha fresca rasurada, siento el aire fresco en mi piel y su aliento que quema los bordes de mis labios mayores, la sangre me llega a oleadas de placer a mi cabeza, empiezo a disfrutar y en un impulso inesperado abro mis piernas, siento la mucosidad de mi panocha humedecida y mis muslos vuelven a tensarse y mi pelvis se levanta en espera de algo más y mi coño está a su merced.

Se detiene por un momento a observarme, viendo que no hago ulteriores movimientos, se agacha sobre mi vientre y sus labios se acercan peligrosamente a mi hendedura vaginal, me cuesta esconder los estremecimientos y tiritones de mi pelvis, como una autómata pliego mi pierna derecha y abro un amplio espacio para él. Siento la puntita de su lengua en la parte superior de mi chocho enardecido, muy cerca de mi clítoris, reprimo los deseos de tomar su cabeza y hundirla en mi concha ardiente.

Tengo algunas convulsiones que no me es posible contener. ¡Quizás si Andrés empieza a sospechar de que estoy despierta … no lo sé! Lo que es cierto, es que, si sigue su lengua escarbando ahí tan cerca de mi botoncito, hará que me corra como loca. La punta de su lengua continua a explorar mis hinchados labios y se sumerge en la raja de mi coño enfebrecido, lo escucho tragar mis fluidos, su lengua adentrándose en mi vulva me hace arquear mi espalda y me hace plegar también mi pierna izquierda, ahora todo mi coño está abierto para él. Ahora sus caricias se amplían a mis muslos, me da besitos en mi vientre y hoza con su entera boca en mi coño haciendo estremecer mi vulva.

Comienza con su lengua abajo, casi a rozar mi ano y se desplaza como en círculos concéntricos hasta llegar al delicioso contacto con mi clítoris, siento que mi líquido vaginal rezuma de mi coño y escurre entre mis nalgas, me está volviendo loca, si continúa así me hará alcanzar un orgasmo explosivo. Unas voces en el pasillo lo hacen detenerse y lo asustan, inmediatamente vuelve a amarrar mi bikini a mis caderas, se escabulle de mi cama y escapa silenciosamente por la puerta, desaparece como un duende travieso. Es tal mi estado de excitación que me masturbo hasta corcovear exhausta en mi cama, luego rendida logro adormecerme sin pensar en nada más.

Me despierto y veo los nacientes rayos del sol que extienden su manto sobre la casa e iluminan mis ventanales. Miro la hora en mi celular, son las siete y media, decido levantarme, me pongo mi albornoz largo y bajo a la cocina, encuentro a mi hermano, su mujer y Antonio desayunando, Andrés no está por ninguna parte, dice Maribel que al parecer no se encuentra bien y por eso se había quedado en cama. Mauricio sale con mi sobrino mayor, deben ir a vacunarse. Maribel me dice que tiene que ausentarse por algunas horas y me pide que me quedé a cargo de Andrés, me pasa un termómetro para tomarle la temperatura y me enseña el botiquín donde hay antipiréticos en caso de encontrarlo con fiebre. Apenas quedo sola en la casa tomo el termómetro y subo al cuarto de Andrés:
—¡Hola!, chico … ¿Qué hay? … ¿No te sientes bien? …
—No, tía … no es nada …
—Tú mami dijo que tenías fiebre …
—A decir la verdad siento un poco de calor … pero no puede ser fiebre …
—Veamos, aquí tengo el termómetro …
—Tía no es necesario … me levantaré dentro de un poco … tengo que estudiar …
—Entonces, ¿estas bien? …
—Sí, tía … no te preocupes …
Me voy de regreso a mi habitación con la intención de darme una ducha refrescante. Entro al baño y me meto bajo la ducha, el agua tibia recorre todo mi cuerpo desnudo y siento una sensación de relajación, cierro el grifo para enjabonarme, verso abundante jabón espuma en mi mano y comienzo a frotar mi piel, estimulando mi tez y mis músculos, luego de haberme enjabonado hasta el cuello, vuelvo a abrir el grifo, pero para mi sorpresa no sale ni una sola gota de agua. Hago varios intentos, pero no sucede nada. En ese momento me rindo cuenta que ni siquiera tengo una toalla, la que tenía la había sacado al patio para que se secara, si salgo así desparramaré agua y espuma por todos lados y francamente no me la sentía de hacer eso. Así que pienso en llamar a Andrés para que me traiga la toalla del patio:
—¡Andrés! … ¡Andrés! …
Llamo a mi sobrino para que me ayude y finalmente él me escucha y como la puerta del baño estaba abierta, entra un poco alarmado:
—Tía … tía … ¿Qué te sucede? …
Me escondo lo mejor que puedo detrás del cristal trasparente de la ducha y le explico la situación, le pido que me traiga la toalla del patio para poder sacarme el jabón de encima. Inteligentemente él me explica que no es la mejor solución y me propone traerme mi slip del bikini y luego él traerá agua tibia de la cocina para que me enjuague y me seque con la toalla que él irá a buscar. Me parece genial, me sorprende el muchacho. Inmediatamente me convence, le digo de traerme los calzoncitos celestes con rayitas verdes de mi bikini que están sobre la cama, desaparece por un buen rato y luego aparece con la toalla y mis bragas del traje de baño, tratando de no mirarme extiende su brazo y me da el calzón. Rápidamente me los pongo, pero quedan mis senos desnudos, claro que están cubiertos de espuma y encuentro que no hay nada que ver ahí, le pido de traerme el agua. Andrés desaparece por la puerta y luego regresa con una palangana llena de agua:
—Tía, está tibiecita … hay agua como para otro enjuague más …
—Gracias, Andrés … eres muy gentil …
Le digo mientras el me pasa la olla con agua con su vista hacia el suelo.
—Tía, enjuaga primero tu parte de frente … luego te traeré más agua para que te enjuagues la otra parte …
Me parece que es la solución ideal, así que hago escurrir el agua desde lo alto sobre mis senos y mi panocha cubierta con mi bikini, para terminar en mis muslos, luego le extiendo el recipiente vacío a Andrés.
—Listo, Andrés … puedes ir a por más agua …
—Ya tía … ahora regreso …
Debo decir que la rapidez mental del chico me dejo asombrada, su solución resultaba exitosa. No había manchado ni ensuciado nada y estaba enjuagando mi cuerpo con agua tibia. Lo escucho cuando regresa con el otro tiesto de agua, estoy girada hacia el muro y el vierte un poco de agua sobre mi espalda, lo que elimina los residuos de jabón y espuma sobre mi piel, lo siento que se acerca a mi cuerpo desde atrás ¡¡¡Oh, Dios mío!!! ¡¡Está desnudo!! Trato de fingir de que no me he dado cuenta de su desnudez, pone sus manos en mis caderas, me acaricia y comienza a besar tiernamente mis hombros, mi cuello, mis lóbulos. Ya no puedo fingir y trato de imaginar una salida a esta incómoda situación y no me queda más que gritar:
—¡¡Andrés!! … ¿¿Qué haces?? … ¡¡Basta!! … ¡¡Detente!! … ¡¡Soy tú tía!! …
—Tía eres la mujer más hermosa que jamás haya visto … por favor déjate acariciar … solo un poco … luego me iré … Lo juro …
Mientras habla continua a besar mi cuello y a morder mis lóbulos, sus manos aferran mis caderas y me tira hacia su cuerpo, siento una cosa dura y larga entre mis glúteos, es su pene, muy desarrollado para su escasa edad. Mi cuerpo comienza a traicionarme y empujo mi trasero sobre su verga, luego reacciono y me alejo decididamente, me preparo a rechazarlo. Siento que mete su mano en mis bragas y separa mis labios excitados, empiezo a sentir las mismas sensaciones de la noche anterior, aprieto mis muslos gimiendo al contacto de sus dedos con mi clítoris, no puedo mantener la palangana con agua y la dejo caer al piso, él se sobresalta y yo aprovecho de reaccionar:
—¡Déjame! … ¡Qué te has creído! … ¡Eres un sucio cobarde! … ¡Detente ahora! … ¡Te aprovechas porque estamos solos en casa! …
Pero me sostiene firmemente en sus brazos y aprieta mis senos, con la otra mano acaricia mis pezones que se han endurecido, gimo y lucho por liberarme, pero mi coño rezuma fluidos y siento como se contrae placenteramente ante las caricias a mis sensibles bubis. Trato de inclinar mi cabeza para morder el brazo que me atenaza contra su pecho, pero al agacharme su pene se enfila entre mis nalgas y se desliza en medio a mis muslos y roza los labios de mi coño depilado. Instintivamente mis piernas se separan para dar espacio a ese miembro intruso.
—¡Andrés, por favor … no! … ¡Aaahhh! … ¡Soy tú tía! … ¡No puedes! … ¡Hmmmmm! … ¡Vete! … ¡Oooohhhh! … ¡Hmmmmm! …
Mis plañidos se mezclaban a quejidos y gemidos de estremecimiento que en vez de disuadirlo, parecía infundir más calentura en él, lo que resultaba en que su pene crecía y vibraba más en medio a los mojados labios de mi conchita aún cubierta con mí slip, pero eso no iba a durar, como con un gesto de prestidigitación, extraordinaria y sorprendente mis bragas dejaron de interponerse entre mi coño y su pija, habían desaparecido, entonces la punta de su pene empujó mis encharcados labios deliciosamente.
—Tía hermosa … tía …
Él gime mientras mueve su pelvis restregando la punta de su dura verga entre mis muslos, gimo en presa a un ardiente deseo de ser follada por su pija, ya no me importa que sea mi sobrino, le escucho susurrarme cosas mientras acaricia mis senos y pellizca suavemente mis pezones.
—Tía, por favor … salgamos del baño … eres tan linda, tía Luisa … te lo suplico …
Estoy semi aturdida por una ardorosa pasión, más que respirar resuello como una bestia en celo, con el poco de fuerza de voluntad intento regañarlo de nuevo, pero él me suelta, velozmente se arrodilla ante mí, coge mis caderas y su rostro se pierde bajo mi ingle. Su boca besa mis muslos y su lengua busca la humedad de mi sexo. No puedo resistir más, tomo sus cabellos y refriego su rostro en mi coño incandescente. Me tambaleo, mis piernas tiemblan, una exquisita sensación de excitación impregna toda mi piel, él me sujeta y se alza, su rostro esta mojado con mis fluidos y sus labios que alcanzan mi boca saben a mí. Respondo a su beso con pasión, él toma mi mano y la acompaña a su pene rígido, por primera vez me doy cuenta de que el muchacho está bien dotado para su edad, esos dieciocho centímetros se sienten muy bien en mi mano, lentamente inicio a masturbarlo, él jadea, arquea su espalda, empuja su pene hacia adelante y abre su boca sicalípticamente, en una expresión de infinito placer. El todo se había trasformado de pronto en un hermoso juego entre un hombre y una mujer.

Con sus dedos acaricia mis labios enrojecidos e invade mi coño empapado. Ya no podía rechazarlo, ya no podía escapar y ya no quería escapar. Mientras nos besamos apasionadamente, atrapa mis nalgas en un signo de posesión extrema y me gusta. Retrocediendo paso a pasito llegamos al borde de mi cama, tengo mis ojos cerrados y cuelgo de su cuello. Delicadamente me recuesta sobre mi cama y él se coloca casi sobre mí, siento su pene en mi cadera, pero su torso presiona mis tetas. Me hace acomodar en el medio del lecho, evidentemente quiere poseerme estando sobre mí, pienso para mis adentros. Tengo un instante de vacilación y reflexiono sobre los que nos aprontamos a consumar, pero la excitación de mi sexo y el deseo de mi cuerpo es tan fuerte que me impide pensar más allá del momento que estoy viviendo, entonces abro mis muslos ampliamente y le dejo ubicarse entre ellos, le ofrezco mi coño listo para ser empalado por su pija caliente. Por un rato su mano se ahueca y cubre mi panocha, acaricia mí mojada intimidad y empuja mis muslos manteniéndolos bien separados. Contempla mis senos, mi vientre y mi coño lampiño, bajo la vista a mi chocho y me parece de color bermellón intenso, esta luciente y mojado, ligeramente abierto a la espera de su miembro, acaricio su pija y la tiro hacia mi hendedura. Lo miro a los ojos y le sonrío con ternura. Él conserva esas facciones de niño, pero está encendido y escudriña mi cuerpo desnudo cual si fuera el león que observa a su presa rendida y sumisa antes de devorarla. Se saborea mirando mis senos túrgidos, mi pelvis se mueve sinuosamente tratando de hacer contacto con su pene. Se inclina sobre mis pechos y comienza a lamerlos y succionar mis pezones, mientras sus manos se mueven por mis costados acariciando todo mi cuerpo, luego se desplaza con cierta rapidez hacía mi estómago y cuando alcanza mi coño con su boca mi cuerpo se retuerce de placer.
—¡Uhhh! … ¡Aaaahhhh! … ¡Cariño! … ¡Uuuuhhh! … ¡Devórame, tesoro! …
Mis gemidos son audibles y no puedo negar ni fingir nada, su lengua me vuelve loca. Se estaba repitiendo la misma escena de anoche, pero esta vez me estaba entregando sin tapujos al placer que él me provocaba. Tampoco hay nadie que pueda interrumpirnos, estamos solo en casa. Siento y escucho como él succiona los copiosos fluidos de mi coño. La punta de su lengua juega con mi clítoris causándome un maravilloso placer, ya no entiendo nada, mi pelvis se mueve tumultuosamente contra su lengua que se adentra profundamente en mí. No resisto más y en pocos minutos me corro demencialmente con convulsiones de mi vientre y gemidos de intenso placer:
—¡Ummmm! … ¡Aaahhh! … ¡Hmmmm! …. Andrés, cariño … ¡Me corro! …
Con los ojos semi cerrados lo veo que se sube encima de mí y me besa la cara y los labios con su rostro bañado en mis fluidos, está como desesperado y mi cuerpo entero lo desea, abro mis piernas con mis muslos bien separados, su reacción es inmediata, toma su polla y la apunta a mi coño, empuja una y otra vez sin lograr penetrarme, entonces recojo mis muslos y levanto mis piernas mis piernas en alto, mis deseos y ansias crecen aún más sintiendo su duro miembro que resbala y no logra penetrarme, estoy a punto de correrme otra vez y en esta nueva posición él logra penetrarme finalmente, lo aprieto fuertemente a mí y lo envuelvo con mis piernas, su pija causa maravillas en mi coño, no es muy grande, pero si larga y delgada, es la pija de un adolescente, pienso.

Me subyuga que mientras me folla, no deja de mirarme a los ojos, sus besos son muy tiernos y nuestras lenguas danzan una y otra vez en total armonía dentro de nuestras bocas. También su hermosa pija se mueve en consonancia con las contracciones de mi coño, hasta nuestros gemidos parecen estar rítmicamente coordinados:
—¡Ummm! … ¡Ummm! … ¡Aaahhh! …
Con cada embestida de su pene, me acerco más y más al dulce precipicio del placer descontrolado de mi orgasmo. ¡Es delicioso! Siento mi presión sanguínea incrementarse hacia mis sienes, mi entrepierna, mis pezones:
—¡Ummm! … ¡Oooohhhh! … ¡Más fuerte, tesoro! … ¡Andrés, fóllame más fuerte! … ¡Uuuhhh! … ¡Ssiii! … ¡Más, tesoro, más! … ¡Uuuhhh! … ¡Ahhh! … ¡Mhhh! … ¡Ssiii, cariño! … ¡Ssiii! … ¡Dámelo todo, tesoro! … ¡Métemelo más fuerte! … ¡Aaaahhhh! … ¡Aaaahhhh! …
Me borro, pierdo la cabeza y lo rasguño cuando me estremezco bajo sus embestidas frenéticas, mi coño succiona su pija y lo aprieto con mis músculos vaginales que se contraen, contorsiono mi pelvis y tenso mis muslos alrededor de él. Me retuerzo de placer desbocado. No se si es otro orgasmo o el primero que continua inacabable.
—¡Me corro, Andrés! … ¡Ssiii! … ¡Empújalo fuerte! ... ¡Ssssiiii! ... ¡Empújalo adentro! … ¡Ummm! … ¡Ahhh! …
Lo siento dar fuertes golpes de pelvis contra mi coño, gime, me aprieta, aprieta mis tetas, y se estremece descargando todo su semen juvenil en mi coño maduro.
—¡Oh!, Andrés … cariño …
—¡Oh!, tía … ¡Ooohhh! …
Me folla enérgicamente mientras descarga sus borbotones de esperma dentro de mí, escucho los jadeos y siento los temblores de placer de su cuerpo. Saboreo de tener su pija dentro de mi chocho hasta el final de su eyaculación. Arquea su espalda y da unos feroces golpes de riñón contra mi pelvis haciendo que mis gemidos se trasformen en sordos chillidos de goce, mis muslos se abren aún más para él y luego él se desploma sobre mí.

Nos quedamos en esa posición por largo rato acariciándonos y disfrutando plenamente de los últimos espasmos, sacudidas y temblores de nuestros cuerpos satisfechos, nos miramos a los ojos felices y sin reproches ni arrepentimientos, él vuelve a besarme y sus caricias no cesan:
—Tía Luisa … eres la mujer más bella del mundo …
Siento una cosa de regocijo dentro de mí, lo estrecho y lo beso.
—Tú también eres maravilloso … me has hecho el amor en manera exquisita …
Lo empujo suavemente y me levanto de la cama, su esperma corre por mis muslos y estoy toda sudada, me coloco mi bata y me voy al baño a lavarme.

Cuando vuelvo a mi cuarto Andrés se ha ido, pienso a él y a su juventud, es un muchachito hecho hombre por mí, creo haber tomado su virginidad. Reflexiono y algo dentro de mí me hace preocupar, por más joven e inexperto que sea, espero que mantenga lo nuestro en secreto, nadie debe saber lo que ha sucedido en mi habitación en la mañana de hoy. Saco del armario sábanas limpias, hemos combinado un desastre en mi lecho, las sábanas están ajadas y manchadas de semen y sudor, debo cambiarlas. Mientras estoy rehaciendo la cama, escucho ruidos en el pasillo, debe ser Maribel que regresa, pienso. Me deje llevar por mi maldita libido y mis puros instintos sexuales, pero ya está hecho y debo solo asumirlo, no hay vuelta atrás.

Me visto y salgo de mi habitación, me doy cuenta que no era Maribel la que había regresado, sino Antonio, el hermano mayor de Andrés, me miran y me sonríen en un cierto modo que entiendo inmediatamente que Antonio sabe de mí y Andrés. Siento una ansiedad enorme y quisiera darle una bofetada a Andrés, pero no puedo reaccionar así, respiro profundo y me calmo, paso junto a ellos y a sus miradas lascivas que recorren todo mi cuerpo, voy a la cocina a buscar algo de beber y regreso a mi cuarto, los chicos continúan a hablar y a reírse, pienso ¿Qué cosa le estará contando de mí, Andrés a su hermano Antonio? Mientras me dirijo a mi habitación suena mi celular, es mi hijo Joaquín, le respondo entrando a mi dormitorio y me siento al borde de la cama mientras converso con él, iniciamos una animada charla, él me cuenta como le está yendo en la facultad y yo le cuento de encontrarme acá en Cachagua sin problemas. Simultáneamente siento que giran la manilla de la puerta de mi cuarto y veo a Andrés que entra seguido de Antonio, le hago señas de mantenerse en silencio mientras converso animadamente con mi hijo, pero intento terminar la conversación para ver que desean estos muchachos, solo que Joaquín seguía hablándome. En tanto veo que Antonio se coloca frente a mí y Andrés me viene por detrás y me abraza por la cintura, me besa en el cuello y comienza mordisquear mis lóbulos, le hago señas que se detenga, que estoy hablando con mi hijo, pero en vez de detenerse comienza a levantarme la falda y a acariciar mis muslos, sigo tratando de mantener una conversación lógica con mi retoño, pero me estoy sintiendo nerviosa.

Los chicos saben que no puedo dejar de hablar y lidiar con ellos al mismo tiempo, Andrés ya tiene sus manitos en mi tanga y Antonio se arrodilla entre mis muslos y comienza a besarlos, mi cuerpo reacciona y mi coño se contrae. Los dedos de Andrés habían alcanzado mi húmeda panocha y sentí los escalofríos de mi excitación, jamás había estado con dos hombres a la vez y esto me intrigaba y me atraía. Finalmente, Joaquín colgó del otro lado del teléfono cuando comenzaba a jadear por las caricias de los muchachos, me excitaba la idea de tener sexo con ellos dos al mismo tiempo, son tan jóvenes, son tan lindos, son tan calientes. Mi libido ya se había despertado y mi mente se centraba solo en el obtener el máximo de goce. Ahora mi único pensamiento era tener en mis manos sus jóvenes pijas. Antonio frente a mi me desabrochaba la blusa y Andrés por detrás no dejaba de besarme y estimular mi coño con sus dedos.

Antonio termina de quitarme la blusa y hace deslizar por mis hombros los tirantes de mi sostén, Andrés colabora deshaciendo el gancho de mi sujetador por detrás y mis tetas caen como dos enormes bolas ante los ojos ávidos de los adolescentes, me divierten y excitan sus miradas, Antonio arroja el sostén sobre la cama y comienza a comerse mis rosados pezones mientras su hermano masajea mis blancas y gordas bubis. Cuatro manos en mis pechos se sienten muy bien. Pero no se las puedo hacer tan fácil, Antonio está tironeando de mi tanga para dejarme completamente desnuda, excepto por mis medias negras auto adherentes que me cubren hasta mis muslos. En un fingido plañido de voz intento oponerme:
—¡Ya, chicos! … ¡Ya han visto todo! … ¡Déjenme por favor que puede venir alguien! …
—No temas, tía Luisa … mamá y papá se fueron al Mall …
—Sí, pero no está bien lo que me están haciendo … les suplico, déjenme …
Andrés ya se había desnudado y me presionaba su pija por mi espalda y mis costados, fue entonces el turno de Antonio de quitarse su remera y bajar sus shorts, mi pelvis inconscientemente se echó hacia adelante cuando sus veinte o más centímetros de pene blandieron el aire, provocando contracciones en mi conchita que comenzaba a generar fluidos a tiempo pleno. La pija de Antonio no solo era más larga, sino también gruesa como una lata de refresco, un poco adelgazada hacia su glande, no pude resistir y estiré mi mano. Envolví el aterciopelado capullo de su prepucio en mis dedos, con mi dedos pulgar y mi índice lo hice retroceder y su glande blanquizco comenzó a emerger, me hice hacia adelante y pase mi lengua a esas gotitas que salían de su meato, una mezcla de orina y semen estimuló mis papilas gustativas. Era gordo, gordo y caliente, como pude engullí algunos centímetros de su verga, Andrés no dejaba de magrear mis tetas y retorcer mis pezones con sus dedos, cuando comencé a chupar la pija enorme de Antonio.

Los dedos de Andrés masajeaban mi clítoris y yo ya estaba en éxtasis, no entendía nada, todas mis acciones eran comandadas por mi libido y mi chocho caliente, el placer era sensacional sintiendo esas dos pijas solo para mí. Antonio prende mi celular y lo deposita en el velador junto a la cama y luego empuja mis piernas sobre la cama, me coloco más o menos al centro de mi piltra y ellos se acomodan cada uno a un costado de mi cuerpo. Andrés se abalanza a acariciar, sobajear, lamer, morder y chupar mis tetas, mientras Antonio folla mi coño con sus dedos y se apronta a devorar mi panocha encharcada. No puedo hacer otra cosa que mover sinuosamente mi pelvis y arquear mi espalda en delirio con estremecimientos de locura. Me percato que hay una mirada de complicidad entre ellos y se sonríen, yo también esbozo una sicalíptica sonrisa entregándome plenamente al placer que me están haciendo sentir. ¡Que traviesos mis sobrinos!

Reclamo por última vez:
—¡Chicos! … ¿Qué dirían sus padres si llegaran a saber lo que hacen conmigo? …
—No temas, tiíta … jamás nadie se los dirá …
Responde Andrés colocándose a horcajadas sobre mi pecho y ofreciéndome su pija erecta, abro mis labios y él después de follar un poco mis tetas, lo introduce en mi boca. Vuelvo a sentir ese sabor salino y acerbo de sus juveniles fluidos, meto y escarbo con mi lengua su agujerito del glande, succiono para extraer ese manjar exquisito, él gime y folla mi boca. Antonio sin perder tiempo empuja su tremendo pene en los labios recalentados de mi vagina, mi coño sufre su empuje y mi ojete vaginal viene ensanchado por el grosor de su pene, casi muerdo el pene de Andrés sintiendo la deliciosa sensación de ser penetrada por dos pijas contemporáneamente, gimo de placer y resuello con mi boca llena. El miembro de Antonio es mucho más grande que el de Andrés, me hace chillar, casi me ahogo, me saco el pene de Andrés de la boca y grito:
—¡Aaaahhhh! … ¡Ummm! … ¡Hmmm! … ¡Ahhh! …
Empujo mi bajo vientre para que su penetración sea más profunda:
—¡Oooohhhh! … ¡Ssssiiii! … ¡Tesorooo! … ¡Dame esa maravilla! … ¡Dámela! …
En cambio, él lo saca y comienza a azotarlo contra mi clítoris, luego lo restriega en mi ojete vaginal, es delicioso lo que me hace sentir, me vuelve loca de deseos. Mis caderas se mueven autónomamente para coincidir con sus caricias e incitarlo a que me vuelva a penetrar, sin embargo, sádicamente él evita de metérmelo y me hace desesperar. Haciendo que mi cabeza explote por el deseo sexual que invade y colma mi cerebro, mis gemidos y espasmos aumentan notablemente. Al percibir mi desesperación, Antonio vuelve a penetrarme, pero solo con la puntita, al darse cuenta de mi estado de excitación, comienza a empujar suave y lentamente su enorme pija dentro de mi chocho. Su verga gigante estira los rosados pliegues de mi vulva y él efectúa su penetración con golpecitos de sus caderas, causando incontrolables espasmos convulsivos en mi bajo vientre. Mi coño parece ensancharse cada vez más para hacer espacio a su gordinflona pija que parece fuera a desgarrar mis estiradas paredes vaginales. Siento la marea de fluidos que bañan a ese persistente intruso que se ahonda en mi empapada conchita, abro mis muslos al máximo doblando mis rodillas para hacerlo entrar más adentro, siento como invade mi matriz y roza mi útero palpitante, se me escapa un gemido de dolor al sentir un potente empujón de parte de Antonio, ha tocado el fondo de mi panocha con su pija gigante. Siento su pene que me atraviesa, sus cojones golpean una y otra vez mi culo y su vello púbico me causa un agradable cosquilleo.

Antonio se da cuenta de que sus embestidas profundas me causan un cierto malestar y dolor. Extrae su pija casi por completo e inicia un rítmico movimiento de follar mi coño solo con la mitad de su enorme pene, la sensación es abrumadora y restriego mis tetas en sus pectorales juveniles apretándolo estrechamente a mí. Repetidamente Antonio saca su pene de mi coño y lo restriega contra mi ano virgen, ni siquiera a mi exmarido le permití nunca de tocar mi culo, pero el goce es tal que lo dejo hacer, solo espero que no me penetre con esa cosa monstruosa, destrozaría mi ojete anal. Afortunadamente él siempre elige mi coño y lo hace de una manera deliciosa, pareciera un consumado follador de coños a pesar de su corta edad. Por enésima vez me penetra y yo cierro los ojos porque siento que dentro de mi esta comenzando la formación de un tsunami orgásmico, arqueo mi espalda y aferro las sábanas con mis dos manos y me dejo ir:
—¡Ooohhh!, Antonio … ¡Hmmm! … ¡Ummm! … ¡Ahhh! … ¡Ahhh! … ¡Ssiii! … ¡Continua, por favor! … ¡No te detengas! … ¡Aaaahhhh! … ¡Hmmm! … Ssssiiii! … ¡Ssssiiii! … ¡Ssssiiii! … ¡Fóllame fuerte, cariño! … ¡Hazlo fuerte, Tesoro! … ¡Ummm! … ¡Ummm! … ¡Aaaahhhh! …
Repentinamente el saca su pija de mi coño, abro mis ojos y no puedo hablar, solo gimo y me estremezco en un dulce paroxismo, jadeo y mi lengua intenta bañar mis labios, mi ojos están perdidos y el entiende de que puedo todavía gozar más, entonces con un certero golpe vuelve a penetrar mi coño haciéndome corcovear con mis nalgas estrechamente tensas:
—¡Arghhhhhh! … ¡Uuuyyyy! … ¡Dámelo! … ¡Dámelo todo! … ¡Ummm! … ¡Ummm! … ¡Ahhh! … ¡Si lo vuelves a sacar te lo cerceno! … ¡Aaaahhhh! …
Parece que mi amenaza da resultado y me folla a otro delicioso orgasmo que me deja inerte, solo los labios de mi coño tiritan sin control. Quedo como un estropajo sobre la cama disfrutando de esa sensación que sensibiliza cada poro de mi piel. Respiro con dificultad y mis parpados pesan una tonelada, no quiero abrirlos, pero escucho los gemidos de los chicos. Cuando abro mis ojos, Antonio se mantiene entre mis muslos abiertos y Andrés está a mi costado, ambos chicos se masturban desesperadamente mirando mis sudadas tetas y mi curvilíneo cuerpo. Antonio llena mi abdomen con sus tibio esperma, es cuantioso, se forma una laguna de semen en mi vientre, luego el pequeño Andrés también exhala un gemido y baña mis tetas, me llenan de esperma y se quedan mirándome.

Me enderezo en mis codos y observo mis pechos y estómago mojados en su esperma juvenil, me pliego y comienzo a chupar la verga de Andrés y lo siento estremecerse cuando chupo su sensible pene, Antonio se arrastra cerca y también procedo a chupar su gruesa pija. Después de haber limpiado sus penes, me doy cuenta de que las erecciones las mantienen. La gruesa pija de Antonio esta enrojecida, pero dura como palo, el pene de Andrés se alza orgulloso en el aire y luce muy consistente.

Empujo a Antonio sobre su espalda y lo monto a horcajadas, con mi mano acompaño su durísima verga dentro de mi coño mojado, Andrés me mira un poco preocupado:
—Tía … yo también quiero follarte …
—Y lo harás mi niño … lo harás …
Me estiro y extraigo del velador mi crema humectante, me espalmo un poco en mis dedos y suavemente los introduzco en mi estrecho ano virginal, Andrés me mira curioso y Antonio se mueve suavemente dentro de mí y le dice a Andrés:
—¡Ayúdale, para que le folles el culo! …
Andrés me mira intrigado y sospechoso.
—Tía Luisa … ¿Quieres que te folle el culo? …
—Sí, tesoro … nunca nadie me lo ha hecho por ahí … serás el primero …
Lo veo que sonríe complacido y toma la crema de mi manos, aprieta el tubo directamente en mi ojete anal, luego me soba mi estrecho agujero e intenta meter sus dedos, pero es muy estrecho, entonces Antonio impaciente le dice:
—Dame acá … no tenemos mucho tiempo …
Mete crema en sus dedos, agarra mi espalda y mi culo sube, sus dedos más grandes y duros fuerzan la resistencia de mi esfínter, primero dos dedos y luego un tercero se adentran en mi culo, Andrés está agachado a mirar y Antonio lo dirige:
—Ahora, Andrés … mete tu polla despacito … métela toda … te va a gustar …
Veo que los dos mocosos se entienden a la perfección entre ellos, ninguno me interpeló, entonces digo:
—Con cuidado … si me duele no lo hacemos …
Ninguno de los dos responde, Antonio empieza a chupar mis tetas y Andrés, detrás de mí, todavía prueba y juega con mi agujero estrecho, acaricia mis nalgas y me da besitos en mi espalda, ¡Es tan tierno este chico! Y me comienza a gustar.
Lo siento arrodillarse y acomodarse detrás de mí, su pene caliente, delgado y largo comenzó a empujar más y más adentrándose en mi culo con una cierta facilidad, lo siento extraño, pero no desagradable. Su tamaño y longitud se adaptan perfectamente a mi trasero. Andrés toma mis caderas y folla mi culo, hay dos vergas dentro de mí y se siente fabuloso, me están follando en estéreo, por dos canales a la vez, una mueca de sonrisa en mi rostro es la única señal de mis concupiscentes pensamientos, me encanta.

Disfruto intensamente las vergas de mis sobrinos, mi flujo vaginal es un caudal. Andrés me toma de los cabellos y los tira hacia atrás, me levanto arqueando mi espalda y mis tetas se estrellan con la barbilla de Antonio que me está follando largo y delicioso, una serie de mini orgasmos me hacen chillar y revolverme empalada en esas dos maravillosas pijas, estos dos arrapiezos recién salidos de la cuna me están transformando en una nueva mujer.

Me abandono en éxtasis a los embates de mis dos sobrinitos, mi coño y mi culo están siendo servidos contemporáneamente, me abrazo a Antonio llena de lujuria con mi cuerpo estremeciéndose, he perdido todo el control de mi pelvis que hace movimientos ondulatorios para tomar mas placer de sus jóvenes miembros. Me falta la respiración, ambos chicos jadean mientras continúan follándome en modo exquisito ¿Quién iba a pensar de lo que eran capaces estos cachondos chiquillos?

Disfruto intensamente como una loca poseída, ya he mordido y arañado a Antonio varias veces, no sé cuantas me he corrido, pero una pija en mi culo es algo que tendré que probar más a menudo, la de Andrés se siente fabulosa, pero la de Antonio decididamente es algo que tendré que probar. Escucho los jadeos intensos de Antonio y mientras me tiene aferrada de mis caderas, hunde su gruesa verga en mi chocho encharcado y gruñe y resopla y gime, se está corriendo dentro de mí y puedo sentir su tibio orgasmo llenando mi coño.
—¡Oooohhhh! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Tíiiiaaaa! …
Andrés se agita detrás de mí, no sabe que su hermano se está corriendo, pero lo intuye y se emociona tirando más de mi cabellos, pero no tengo fuerzas para alzarme, estoy convulsionando en mi propio orgasmo con mis piernas que se mueven descontroladamente y chillo mordiendo a Antonio por la enésima vez, entonces siento a Andrés que mete sus manos por debajo de mí torso y cogiendo mis tetas con fuerza me aprieta y deja ir los borbotones de su esperma profundamente en mi culo.
—¡Aaarrrggghhh! … ¡Ummm! … ¡Ahhh! … ¡Ahhh! … ¡Umpf! … ¡Tíiiiaaaa!
Estoy exhausta, siento solo la cálida presión de los cuerpos de mis sobrinos y, ¡¡¡Sus pijas siguen duras!!! Andrés se deja caer a un costado con su pene chorreando, es demasiado rico su semen como para dejarlos perder, lentamente dejo salir la pija de Antonio de mi coño y me arrodillo a succionar los restos de esperma de Andrés. Su semen es como un néctar. Antonio se ha levantado y acaricia mi espalda, luego sus manos se posan en mis nalgas, siento sus labios besando mis glúteos, ¡¡Oh, no … Diosito Santo!! Está abriendo mis posaderas y recorre el surco de mi culo con su poderosa verga, luego empuja y mi bien lubricado ojete anal cede, siento mi esfínter ensancharse y me duele un poco, su glande resta atorado en mi estrecho recto, pero no fuerza mi ano, yo empujo mi culo hacia atrás y su pija se desliza suavemente dentro de mi cuevita trasera, es demasiado grueso y separo mis rodillas para abrir más mis muslos y permitirle a su verga penetrar mi culo, la sensación de su gruesa verga es abrumadora, llena mi intestino y mi esfínter se contrae una y otra vez alrededor de tamaña pija. Chupo la verga de Andrés con mayor ahínco y otra vez los tengo a los dos dentro de mí, arqueo mi espalda y hago sobresalir mi culo hacia atrás ofreciéndoselo por completo a los embates de Antonio que penetra mi agujerito pequeño hasta el fondo ¡¡Oh, mi Dios!! ¡¡Y yo que pensaba no tener jamás relaciones sexuales anales!! ¡¡En un solo día me han follado dos veces por ahí!!

Pero yo sé que él puede más y yo lo quiero todo dentro de mí, sus embestidas son dulces y no tan profundas como quisiera, me da placer, pero quiero más y para facilitarlos, mientras mantengo la pija de Andrés en mi boca, echo mis brazos hacia atrás y aferro mis glúteos para abrirlos un poco más, luego empujo mis cachetes hacia atrás y siento que estira mi recto y finalmente sus cojones golpean mis muslos, ahora tengo su verga profundamente en mi culo ¡¡¡Guau!!! ¡¡Qué potencia la de estos muchachos!!

Andrés ha colocado una mano en mí cabeza y folla mi boca moviendo su pelvis rápidamente y Antonio me apresó de la caderas y folla mi culo con su atrevida verga juvenil. Una vez más los tiritones se apoderan de mis muslos y mis nalgas causándome un placer único. La pija de Andrés entra y sale de mi boca como una anguila resbaladiza y siento su semen que explota en mi frente, mejillas y parpados, rápidamente me posesiono de su verga con mi labios bien estrechos alrededor de su miembro que llena mi boca con su lechita tibia, luego de empujar mi cabeza se escabulle hacia un lado:
—¡Ay!, tía … que me queda delicado …
Le dejo ir y me concentro a disfrutar la pija de Antonio, aferro una almohada y apoyando mi mejilla derecha en ella, la abrazo y me abandono a la lujuria de la hermosa y enorme polla de Antonio, pero mi culo es demasiado estrecho para él, la fricción es tanta que no dura mucho y mezcla su corrida con el semen de su hermano, se corre violentamente follando mi culo con fiereza. Luego exhausto se deja caer sobre la cama, yo estoy demasiado cómoda en esta posición y caigo en un satisfactorio sopor plegada como un ovejita.

No sé cuanto tiempo permanecí en esa posición, pero abrí mis ojos sintiendo el movimiento de mis sobrinos a mi alrededor, me están mirando y se están masturbando, intercambian comentarios entre ellos:
—¿Has visto que culazo que tiene tía Luisa? … —Dice Antonio.
—Si … y sus muslos son muy hermosos … —Responde Andrés.
—Me encantan sus tetas … son preciosas … —Comenta Antonio.
—A mi gusta su culo estrechito … —Agrega Andrés.
—Pues ya no lo es tanto … —Le informa Antonio.
En la penumbra de la habitación, me giro y ellos continúan como si nada.
—Su boca es muy caliente … —Opina Andrés.
—A mi me gusta más follar su coño jugoso … —Agrega Antonio.
—Sí … es muy jugoso … —Corrobora Andrés.
Los siento que aumentan sus movimientos y Antonio dispara una descarga de su semen sobre mis tetas y al segundo Andrés me obliga a cerrar los ojos bañando mi cara con su denso esperma, tomo sus pijas y las limpio con mi boca, luego me voy al baño a ducharme, estoy llena de semen por todos lados. Los chicos me miran cuando regreso, estoy fresca, limpia y relajada, me acuesto en medio a ellos, conversamos un poco y acordamos que nadie debe saber de este encuentro fortuito, hermoso y cachondo, la mano de Antonio recorre mi vientre, Andrés es más osado y sus dedos cosquillean mi clítoris y yo no me canso nunca de ellos.

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escrito el
2022-11-25
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