Feliz y dispuesta con mi Lyon.
por
Juan Alberto
género
zoophilia
Finalmente era viernes, todos en la oficina se preparaban, había un aire de juerga, las chicas arreglaban sus maquillajes para ser elegidas por los chicos y salir a divertirse en noche de viernes, quizás alguna terminará en algún motel con su acompañante, otras lo harán con sus parejas habituales, sus novios o esposos, pero todas nos preparábamos para gozar de las cosas mundanas de la vida, todas esperábamos que nuestros machos nos complacieran e hicieran de nosotras, jóvenes hembras satisfechas.
Yo salí disparada y me fui al super mercado, compré leche, carne, una confección de cervezas y el infaltable alimento para mi Lyon, también compré esas latitas de pedigré que sé que a él le gustan tanto, además, que son el premio a sus prestaciones de macho, cada vez que me hace volver loquita, se gana una latita de pedigré, es decir, casi todos los días.
Terminé de hacer las compras y me fui a mi hogar, antes de abrir el portón, sentí sus ladridos, me esperaba ansioso como cada día, su pelaje esplendido se veía un tanto opacado, quizás los bañe esta tarde en vez de mañana, pensé, generalmente lo baño los sábados porque hay más tiempo y yo y él en la bañera hacemos de todo, sentí que los jugos de mi chocho aumentaban.
Apenas entré, su fría nariz olfateaba mis partes pudendas, ciertos escalofríos me recorrieron los muslos y mis glúteos se contrajeron, se fue conmigo dentro de la casa, casi colgando de mis calzones ― ¡uy! este adorado mío … se está poniendo un tantito maleducado ― pensé, pero me alegraba su efusivo recibimiento y me sentí ese cosquilleo no solo en mi bajo vientre, también mis tetas se hincharon y mi sujetador me pareció una medida más pequeña, para que decir cómo me tiritaban los pezones.
Es el efecto que él me causa, me tiemblan hasta las rodillas cuando siento ese pelaje suyo deslizándose sobre mi piel, casi me desvanezco y caigo al piso en la posición de perrita, me fui a la cocina a ordenar la mercadería y acaricié su cabeza ― cálmate briboncito que mamá te dará tu comidita … espera … sé paciente ― ladeó su cabeza y me miró dulcemente, luego obedientemente se echó en su colchoncito ― ¡uy! te amo ― le dije, tirándole un besito.
Ordené todo, me saqué mis zapatos de tacones, me calcé mis pantuflas con orejitas y volví a la cocina, mi Lyon se estaba lamiendo sus cosas y cuando me sintió, levantó su cabeza y no bajó su pata, su espléndido pene estaba un poco de afuera, ese color rosado con venas azulinas y ese brillo, son una atracción ineludible, me acuclillé y mi mano entro en contacto con ese pedazo de sabrosa verga, lo pajeé un ratico corto y me incliné a besuquearlo un poco, mi Lyon se estiró cuan largo es y se entregó a mis caricias, tenía una expresión de éxtasi y su lengua pendía casi tocando el colchoncito, jadeaba, pero mi intención no era mamarlo, solo saborearlo así al paso, me levanté y él también alzó su cabeza, me fui al mueble y extraje la escudilla del alimento, le versé una buena porción y le cambié su agüita, lo deje feliz disfrutando de su comidita, ya habría tiempo para lo demás, pensé mientras mis dedos dibujaban la hendedura de mi concha.
Me fui a continuar con mi rutina, la fresca tarde primaveral con sus aromas estacionales, llenaron mis sentidos, tengo que regar un poco mi jardín, pensé, y ocupé unos treinta minutos en atender mis calas, mis claveles, mi naranjo y mi limón, me relaja bastante dedicar mi tiempo también a la naturaleza de mi jardín, también porque es un punto que mi Lyon visita asiduamente, sobre todo cuando levanta su pata al naranjo o al limón.
Regresé a la casa y mi macho estaba sentado mirándome, él sigue mis movimientos atentamente, con sus desarrollados sentidos él siente cuando me desplazo por fuera de la casa o voy de pieza en pieza haciendo limpieza, sus orejas están siempre pegadas a su cabeza, pero gira su cabeza atentamente siguiéndome mientras me desplazo de un lugar a otro, está pendiente de mí, me cuida, me protege.
Hago sonar mis dedos y él se levanta, entiende que requiero su atención, llega cerca de mis rodillas meneando su frondosa cola, que lo rinde elegante y majestuoso ― amorcito lindo … mamita preparará el baño e iremos a limpiar nuestros cuerpecitos … ― mi Lyon continua a mover su cola y lengüetea mi mano, no sé cómo lo hace, pero él me entiende y me mira con una pasión abrumadora, me enternece y mi chocho se funde como los hielos de la Antártica bañando mis bragas.
Él me viene detrás, entramos al baño y él se encarama con sus patas al borde de la bañera ― espera cariño que mamita prepare todo … no te impacientes ― acaricio su cabeza y me siento al borde de la bañera a inspeccionar sus orejas, si es necesario taparlas para que no le entre agua, estaba en eso cuando siento esa lengua que con un lapidario toco me hizo sobresaltar, se me escapo un chillido ― ¡uy! amorcito … amorcito … no le hagas eso a mami … no seas travieso … mami no es de acero … me vienen los gustito con tu lengua malvada ― su lengua sobre mis calzones y muslos desnudos que me lame sin cesar, no puedo resistir, me alzo, me saco mis bragas y abro mis piernas, me sostengo del lavamanos temblando con mis ojos cerrados, es exquisita esa lengua kilométrica que abarca toda mi pelvis, se enrolla en mi clítoris y me hace cerrar los muslos loca de placer, me siento en la bañera y abro mis piernas para él y su lengua, mi mano sobre los labios de mi chocho abriéndolos a esa intrusa que se insinúa en los recovecos de mis pliegues vaginales.
Me pierdo en un limbo, estoy super recontra caliente, quisiera más lengua, mi chochito abierto forma un túnel donde esa masa de carne resbalosa se enfila una y otra vez, escarba mi cuevita, horada mis rosadas paredes que tiemblan ante esas caricias lascivas, mis jugos brotan como en cascada, se derraman hacia mis glúteos y los bordes de la vasca, aprieto mis dientes y grito, aprieto mi puños y chillo, encrespo los dedos de los pies y gozo, mi vientre comienza una danza de lujuria, se acerca, lo siento, mil burbujas cosquillean mis muslos y mi barriguita, me enderezo y aferro su cabeza, sus orejas, sus mofletes peludos y me lo refregó en mi concha hirviente, espasmódica de convulsiones orgásmicas, un torrente de fluidos han bañado el hociquito más maravilloso de este mundo, es mi fiel y ardoroso amante regalándome un orgasmo sin fin, resbalo sin fuerza al piso, él continua haciéndome vibrar con lengüetazos a mis pezones y lamidas a mis senos que tiemblan todavía.
Quedo casi acostada en el piso, trato de juntar mis tembleques muslos, veo que su órgano sexual pende casi fuera de su funda, lo acaricio, el está en pie lamiendo mi rostro, me giro sobre los azulejos del baño y me pongo bajo su vientre y comienzo a masajear su miembro para hacerlo salir del todo, gotas de su zumo exquisito caen en mi rostro y mis labios, de tanto en tanto levanto mi cabeza para engullir su pene y hacerlo llegar a mi paladar, su sabor me excita, aumenta mis deseos por él, su pene esta todo en mí solo su bola resta fuera, esa bola redonda como una mandarina, me alzo lo hago recostar sobre una toalla y saco su pene por detrás de sus patas, bruñido, duro y jugoso lo mantengo con mi mano derecha, acerco mis glúteos y lo apunto a mi boquete anal, poco a poco me penetro con su pene, mi esfínter cede ante el invasor y su verga desaparece en mi culito, acerco mis nalgas más hacía su culito y me lo meto todo, solo su bola resta afuera, me acuesto de espaldas y empujo toda su verga caliente dentro de mi ano que se contrae una y otra vez, me estoy follando con su pene mi trasero y la sensación es abrumadora, mi mano izquierda pellizca mis tetas y me revuelco en el piso con todo su morrón que entra y sale de mi estrecho trasero.
Alcancé dos fantásticos orgasmos, suelto su verga y esta se desliza fuera de mi culito junto a un aluvión de semen, mi Lyon impasible jadea con su lengua afuera, no hizo ningún intento de moverse, sabía de estar haciendo feliz a su mamita, él se enderezó a lamer su polla, yo me quede exhausta y desde mi posición, más que ver escuchaba como se lengüeteaba.
Reuniendo fuerzas, pero con una sonrisa de complacencia y contenta de haber gozado así tanto, me levanté y comencé a llenar la bañera, después de algunos minutos el nivel estaba más de medio, palmotee el borde de la vasca y mi Lyon tan jovial como ágil, se encaramó y se metió al agua tibia, yo desnuda lo seguí sentándome y versé algunas sales de baño para hacer un poco de espuma aromática, rosas, esencia de rosas decía la etiqueta del frasco, agarré la esponja grande y comencé a bañar a mi amorcito del alma.
Con cuidado lavé su cabeza, sus mofletes, el borde de su hociquito, él rápidamente escondió esa lengua ultrajosa ― no temas amorcito que no te tocare esa joya de lengua que tienes tú … esa maravilla la tenemos que resguardar y preservar como un tesoro … solos tú y yo sabemos de su trascendencia … no temas que mamita no te hará daño alguno … estas en buenas manos, mi amor ― le dije ante sus ojos inquisidores, esos ojos tiernos que me comunicaban ansiedad.
Paso a lavar su lomo y él se tranquiliza, porque el muy marica le tiene miedo a la esponja cuando se la paso cerca de su hocico, debo ser cuidadosa, lo amo mucho cómo para provocarle algún mal, lo enjabono con su shampo y lo enjuago con un jarrito plástico que es de él y lo uso para bañarlo, ahora me lengüetea una mejilla, señal que se ha tranquilizado y está disfrutando del baño.
Comienzo a bañar el abundante pelaje dorado de su pecho, le echo una cuantiosa cantidad de agua a su espeso pelo, continuo a lavarlo y … mis dedos tocan una cosita rica, su pene está fuera de su forro, la contracciones de mi concha son involuntarias, no quisiera pero las siento, paso sus patas sobre mis muslos y arrastro mi culito hacía él, el puntiagudo extremo de su miembro se hunde en mi chocho, lo envuelvo con mis piernas y siento ese roce exquisito dentro de mí, pero él tiende a levantarse para iniciar a follarme y su pene se sale de mi concha, lo intento un par de veces y la cosa no resulta, termino de bañarlo con la ducha teléfono y le saco todo el jabón, salimos de la bañera y lo envuelvo en algunas toallas, él se sacude varias veces y yo lo seco lo mejor que puedo.
En mi dormitorio, sobre mi cama cubierta con toallas, lo cepillo y seco su glamoroso pelaje amarillo oro, su cola refinada, sofisticada, sus orejas y sus mofletes que se inflan con la fuerza del secador eléctrico, la expresión dichosa de su rostro me lo dice todo, es feliz, completamente feliz al lado de su perrita humana, también yo me siento dichosa de tenerlo así de contento y mi vida es para gozarla junto a él.
Así que cuando estaba estupendo, sequito, hermoso y con la puntita de su pene fuera de su nido, dejé caer mi toalla y desnuda junté mis almohadones y puse mi conchita en muestra para ver si le atraía, no me equivoqué, sentí un largo lengüetazo seguido de varios más, mi Lyon estaba calentando motores, pronto despegaríamos en un vuelo de sueños y delicias, mi caderas comenzaron a rotar solitas, i rodillas se apartaron y mi culito sapientemente se alzó en el aire, su lengua exploraba conocidos terrenos y los hacía temblar en deseos de inseminación, su semilla era requerida para estos fecundos y estrechos desfiladeros.
Sus zampas se apoderaron de mis flancos, el ataque estaba en curso, mi chochito subía y bajaba presentándose deseoso a su ariete puntiagudo, mi Lyon hizo centro y su verga se incrustó profundamente haciéndome chillar, y cuando su bola profanó mi boquete vaginal no pude evitar de morderme los labios y enterrar mis uñas en los cojines, su pene y su bola comenzaron a crecer lentamente dentro de mí, cada vez más grueso y más largo, estaba chillando como una cerdita, lo sentía más grande que otras veces, quizás porque estaba en mi periodo de ovulación, sollozos y gemidos de placer salían de mi garganta, él estiraba mi chocho al máximo, en el espejo que había hecho instalar, podía observar como danzaba con sus patitas y su pelaje temblaba con la velocidad de sus embates, era como un martillo neumático.
Mi dormitorio estaba lleno del sonido de mi cama que chirriaba, los jadeos de mi Lyon y los grititos y gemidos que él me hacía emitir sin descanso, en mi espejo veía mi culo blanquecino cubierto de su pelaje amarillo esplendoroso, mis tetas estaban aplastadas sobre mis almohadones mi pelo enmarañado ocultaba la concupiscencia que mi cuerpo sentía, su pene había alcanzado mi cuello uterino, como un terremoto mi cuerpo empezó a temblar y mis músculos vaginales se contraían ordeñando esa verga para sacarle toda su lechita caliente, mi orgasmo infinito había iniciado, enterré mi rostro en los almohadones y mis uñas aferraron las sabanas, todo mi chocho se apretaba alrededor del pene glorioso de mi Lyon, después del sisma fabuloso, llegó la primera ola del tsunami de semen, no pude evitar de gritar con voz rauca ― fóllame amor … dame tu lechita … ¡ooohhh! … ¡ssiii! … mi Lyon amado … dámelo más fuerte ... ¡aaahhh! … ― mi orgasmo no terminaba, me apreté mis senos que casi se reventaban, agarré sus patitas y no las solté más, meneaba mi culo contra su polla sin parar, me hizo enloquecer una vez más.
Podía sentir mi útero inundado de su semilla, me estaba preñando, mis ovarios se llenaban de su lefa fecundadora, abrí mis ojos, pero no lograba enfocar nada, aún había lágrimas en ellos, por algunas horas sus espermas nadaran hasta mis óvulos, pero no me fertilizaran porque mi genética los rechazará, nuestros cromosomas no coinciden y la división celular no se verificará, por un lado sentía un poquito de pena, pues me gustaría haberle regalado unos cachorritos bellos como él, por otra mis orgasmos la llevaban y mi cuerpo gozaba de esta unión singular.
Mi amante peludo me tuvo abotonada cerca de quince minutos, su pene y su bola salieron ruidosamente de mi conchita inflamada y sensible, después que él me limpio, me senté en mis talones, miraba orgullosa el gigantesco pene de mi adorado, goteaba y goteaba, acomodé la toalla para que recibiera sus gotas, su bola como un damasco grande, brillaba con mis humores, que cosa más bella y que maravillosas sensaciones me puede provocar su miembro exquisito, acariciando mis tetas hormigueantes me fui al baño.
Afuera era noche profunda, circulaban pocos vehículos en la calle, deben ser cerca de la medianoche, pensé, de hecho, luego fui a la cocina y el reloj señaba las 00:22, hora de dormir, veremos si mi amado es de la misma idea, espero que sí, supuse, mi amado estaba echadito al lado opuesto al mío y se notaba somnoliento, así que lo cubrí y me acurruqué a él para dormir, no sé cómo, pero Morfeo me tomo rápidamente en sus brazos.
Día sábado de mañana, mi Lyon estaba en pie y me danzaba a pasitos cortitos, seña de que necesita salir a hacer sus cositas, así que abrí la puerta de corredera de la terraza y lo dejé salir, se perdió en medio del jardín, el reloj marcaba las 07:53, deje la puerta abierta y me fui a la cocina, saque un poco de pollo de congelador y también un pedazo de carne, cocinaría para mi Lyon y para mí, para él prepararé carnecita al jugo en trocitos para mezclar a su alimento de mediodía y para mi un puré con filetitos de pechuga apanados, una buena ensalada de tomate y ese sería nuestro menú, porciones suficientes para que duren sábado y domingo, ya que no acostumbro a cocinar todos los días.
Lyon volvió del jardín y se boto ruidosamente sobre su colchoncito de la cocina y ahí se quedó, yo me fui a dormir otro ratico para recuperar fuerzas, con el silencio de la mañana, no me fue difícil volver a dormir.
Estaba abrazada a la almohada, extrañaba el contacto de mi saco de pelos, mi reloj de velador señalaba las 10:38, muy buen horario para empezar el sábado, tomaré mi bicicleta e iré al parque con mi amado, se merece un paseo, me puse una calza de lycra ajustadísima, el contorno de mi chocho se veía claramente, así que me puse una polera sin mangas que me cubría el dibujo de mi conchita, claro que mis tetas se veían por los costados, por lo que tuve que colocarme un top ajustado sobre mi polera, los colores conjugaban perfectamente y me sentí cómoda y atrayente, no sé para quien, si yo tengo a mi Lyon que lo es todo para mí.
Mi amante canino me vio con su capa y su correa y me hizo todo un show, a él le encanta salir, estaba delirante, le puse su capa, su correa y su bozal, luego salimos a la calle y él se fue trotando a mi lado, la gente miraba su gallarda prestancia con su pelaje recién bañado y su porte refinado, a mí nadie me miraba, me daba lo mismo porque lo importante de mi vida trotaba feliz y contento a mi lado.
Llegamos al parque y lo solté de la correa, desapareció a marcar arboles como loco, ese es su deporte favorito, lo vi desaparecer detrás de unos arbustos y me fui caminando con mi bici hacía el sector, mi adorado concentradísimo hacía fuerzas, discretamente me devolví dejándolo en su privacidad, luego lo sentí cerca de mí, así que me fui a recoger su cosa y nos fuimos al aparcadero para dejar mi bici y botar basura, entregué mi bici, me dieron un token y nos fuimos a trotar con mi amado.
Estuvimos cerca de una hora haciendo deporte y luego fui a por mi bici y nos regresamos a casa, mi adorado un poco menos panzón y yo más esbelta y liviana, felices ambos, llegando a casa él se fue a su colchoncito de la cocina y yo me fui al baño a cambiarme, había un sol espléndido, como tengo un buen muro en torno a la propiedad salí totalmente desnuda a tender ropa del día anterior, mis senos oscilaban libres, mi piel sudada brillaba bajos los rayos del padre sol, había una leve brisa que hacía el día más agradable y yo me divertía a poner a secar mis toallas y sabanas, junto con otra ropa varia.
Sin decir agua va, me llego un certero lengüetazo a mi redondito culo, en medio a mis apretadas y duritas nalgas, estaba extendiendo una sábana, así que abrí mis piernas y esa lengua de no determinada longitud, me lamio desde mi chocho hasta la abertura de mi culito, no una vez, alevosamente varias veces, estaba terminando con unas calcetas y unas tangas, la lengua inoportuna y audaz continuaba a hacerme cosquillitas, deposite la vasija vacía de la ropa en una silla y aprovechando lo agradable del día, me arrodillé en el césped y mi Lyon, inició un contrataque veloz a mi conchita fresca depilada esta mañana, un chocho aterciopelado para una lengua aterciopelada, me giré y abrí mis muslos gimiendo y acariciando su cabeza, mi chochito pequeño venía profanado en modo calmo y pasivo por mi querido galán, no había prisa, él se acurrucó entre mis piernas, para insertar la longitud de su lengua en mi vagina, enloquecí en pocos momentos, sintiendo el frescor de la hierba en mis glúteos y espaldas, comencé a revolcarme en esa naturaleza, hacerlo en el pasto le daba al todo algo de salvaje, me imaginaba en medio a una jungla siendo amada por mi Lyon.
Volví a arrodillarme y esta vez él me dio solo dos cucharadas y a la sopa, mi chocho era un charco de fluidos, así que sentí su verga entrar fácilmente y su bola siguió al pene casi todo de una vez, luego dio inicio a su mete-saca furioso como un pistón, estaba tan caliente que mis paredes podían sentir la fricción y el aumento de su pene y de su bola, mi pequeño coño aumentaba sus dimensiones para acomodarse a las medidas de mi amante, sus embates no cesaban ni disminuían, me estaba follando sin piedad, no podía gritar mucho porque estábamos al aire libre, así que me mordía mis labios aguantando y disfrutando la demencial penetración.
Mi Lyon me cogía con una fuerza descomunal, me hacía avanzar hacía adelante con cada empujón, luego de unos instantes una explosión de TNT, nitroglicerina, dinamita, todo junto explotó en mi cabeza y repercutió por todo mi cuerpo, me estaba mordiendo una mano para no gritar, una de mis piernas estaba estirada hacía atrás sin parar de temblar, mis manos arrancaron algunas champas de pasto y luego cuando una catarata de chorritos comenzó a bañar mi interior, me perdí en mil sensaciones, mi respiro apenas salía de mis pulmones, las venas de mi cuello parecía que estallarían de un momento a otro, un orgasmo en cadena, estaba casi corcoveando, mi espalda se arqueaba y contraía, mi vientre también, el semen caliente de él hacía que me corriera una y otra vez, me volvía a inseminar, sus esfuerzos por preñarme eran simplemente loables.
Nos quedamos cerca de diez minutos adheridos y recuperando nuestros sentidos, luego mi cuadrúpedo amante, relajó sus cositas y nos liberamos el uno del otro, me quedé acostada sobre el prado con mi concha abierta recibiendo los cariños de mi amoroso enamorado, el sol era estupendo así que acerqué una silla de playa y me adormecí por algunos momentos.
Habíamos hecho el amor al aire libre, mi Lyon se echo a la sombra del limón, yo me quedé recostada hasta cuando el sol se puso muy fuerte, me fui a duchar, el semen corría desde mi concha por mis muslos haciéndome sentir guarra y obscena, pero tremendamente sosegada, apagada, tranquila, me sentía muy sexy, todavía me sentía caliente, el día todavía no se concluía, había mucho rato para gozar aún.
Salí de la ducha y me fui a la cocina, hora exacta 13;49, saqué la escudilla de mi Lyon, él apareció como por encanto, le verse una buena porción y después lo complete con la carne al jugo, le entremezclé el todo y se lo serví, el comenzó a devorar el contenido rápidamente, no alcancé a servir mi plato y ya el de él estaba pulcro y brillante ― cariño por dios … que te vas a sentir mal por comer así de prisa … eres un glotón ― le dije amonestándolo, pero a él no pareció darse por aludido.
Mi Lyon se quedó echado en su colchoncito, puso sus patitas hacía adelante y apoyó su hocico, muy luego reposaba con sus ojos cerrados, solo cuando sentía que me movía, parecía despertarse para mirar mis actos, él está cien por ciento atento a mí, no me le puedo desaparecer por mucho cuando él siente que debo estar en casa, porque él entiende que yo salgo a trabajar y se queda muy tranquilo, pero los fines de semana son nuestros y él lo sabe, ahora después de almuerzo, reposaremos y luego él me buscará otra vez, y todas las veces que lo haga me encontrará feliz y dispuesta.
Comentarios, criticas, sugerencias y aportes, se agradecen desde ya, escribir a:
luisa_luisa4634@yahoo.com
Yo salí disparada y me fui al super mercado, compré leche, carne, una confección de cervezas y el infaltable alimento para mi Lyon, también compré esas latitas de pedigré que sé que a él le gustan tanto, además, que son el premio a sus prestaciones de macho, cada vez que me hace volver loquita, se gana una latita de pedigré, es decir, casi todos los días.
Terminé de hacer las compras y me fui a mi hogar, antes de abrir el portón, sentí sus ladridos, me esperaba ansioso como cada día, su pelaje esplendido se veía un tanto opacado, quizás los bañe esta tarde en vez de mañana, pensé, generalmente lo baño los sábados porque hay más tiempo y yo y él en la bañera hacemos de todo, sentí que los jugos de mi chocho aumentaban.
Apenas entré, su fría nariz olfateaba mis partes pudendas, ciertos escalofríos me recorrieron los muslos y mis glúteos se contrajeron, se fue conmigo dentro de la casa, casi colgando de mis calzones ― ¡uy! este adorado mío … se está poniendo un tantito maleducado ― pensé, pero me alegraba su efusivo recibimiento y me sentí ese cosquilleo no solo en mi bajo vientre, también mis tetas se hincharon y mi sujetador me pareció una medida más pequeña, para que decir cómo me tiritaban los pezones.
Es el efecto que él me causa, me tiemblan hasta las rodillas cuando siento ese pelaje suyo deslizándose sobre mi piel, casi me desvanezco y caigo al piso en la posición de perrita, me fui a la cocina a ordenar la mercadería y acaricié su cabeza ― cálmate briboncito que mamá te dará tu comidita … espera … sé paciente ― ladeó su cabeza y me miró dulcemente, luego obedientemente se echó en su colchoncito ― ¡uy! te amo ― le dije, tirándole un besito.
Ordené todo, me saqué mis zapatos de tacones, me calcé mis pantuflas con orejitas y volví a la cocina, mi Lyon se estaba lamiendo sus cosas y cuando me sintió, levantó su cabeza y no bajó su pata, su espléndido pene estaba un poco de afuera, ese color rosado con venas azulinas y ese brillo, son una atracción ineludible, me acuclillé y mi mano entro en contacto con ese pedazo de sabrosa verga, lo pajeé un ratico corto y me incliné a besuquearlo un poco, mi Lyon se estiró cuan largo es y se entregó a mis caricias, tenía una expresión de éxtasi y su lengua pendía casi tocando el colchoncito, jadeaba, pero mi intención no era mamarlo, solo saborearlo así al paso, me levanté y él también alzó su cabeza, me fui al mueble y extraje la escudilla del alimento, le versé una buena porción y le cambié su agüita, lo deje feliz disfrutando de su comidita, ya habría tiempo para lo demás, pensé mientras mis dedos dibujaban la hendedura de mi concha.
Me fui a continuar con mi rutina, la fresca tarde primaveral con sus aromas estacionales, llenaron mis sentidos, tengo que regar un poco mi jardín, pensé, y ocupé unos treinta minutos en atender mis calas, mis claveles, mi naranjo y mi limón, me relaja bastante dedicar mi tiempo también a la naturaleza de mi jardín, también porque es un punto que mi Lyon visita asiduamente, sobre todo cuando levanta su pata al naranjo o al limón.
Regresé a la casa y mi macho estaba sentado mirándome, él sigue mis movimientos atentamente, con sus desarrollados sentidos él siente cuando me desplazo por fuera de la casa o voy de pieza en pieza haciendo limpieza, sus orejas están siempre pegadas a su cabeza, pero gira su cabeza atentamente siguiéndome mientras me desplazo de un lugar a otro, está pendiente de mí, me cuida, me protege.
Hago sonar mis dedos y él se levanta, entiende que requiero su atención, llega cerca de mis rodillas meneando su frondosa cola, que lo rinde elegante y majestuoso ― amorcito lindo … mamita preparará el baño e iremos a limpiar nuestros cuerpecitos … ― mi Lyon continua a mover su cola y lengüetea mi mano, no sé cómo lo hace, pero él me entiende y me mira con una pasión abrumadora, me enternece y mi chocho se funde como los hielos de la Antártica bañando mis bragas.
Él me viene detrás, entramos al baño y él se encarama con sus patas al borde de la bañera ― espera cariño que mamita prepare todo … no te impacientes ― acaricio su cabeza y me siento al borde de la bañera a inspeccionar sus orejas, si es necesario taparlas para que no le entre agua, estaba en eso cuando siento esa lengua que con un lapidario toco me hizo sobresaltar, se me escapo un chillido ― ¡uy! amorcito … amorcito … no le hagas eso a mami … no seas travieso … mami no es de acero … me vienen los gustito con tu lengua malvada ― su lengua sobre mis calzones y muslos desnudos que me lame sin cesar, no puedo resistir, me alzo, me saco mis bragas y abro mis piernas, me sostengo del lavamanos temblando con mis ojos cerrados, es exquisita esa lengua kilométrica que abarca toda mi pelvis, se enrolla en mi clítoris y me hace cerrar los muslos loca de placer, me siento en la bañera y abro mis piernas para él y su lengua, mi mano sobre los labios de mi chocho abriéndolos a esa intrusa que se insinúa en los recovecos de mis pliegues vaginales.
Me pierdo en un limbo, estoy super recontra caliente, quisiera más lengua, mi chochito abierto forma un túnel donde esa masa de carne resbalosa se enfila una y otra vez, escarba mi cuevita, horada mis rosadas paredes que tiemblan ante esas caricias lascivas, mis jugos brotan como en cascada, se derraman hacia mis glúteos y los bordes de la vasca, aprieto mis dientes y grito, aprieto mi puños y chillo, encrespo los dedos de los pies y gozo, mi vientre comienza una danza de lujuria, se acerca, lo siento, mil burbujas cosquillean mis muslos y mi barriguita, me enderezo y aferro su cabeza, sus orejas, sus mofletes peludos y me lo refregó en mi concha hirviente, espasmódica de convulsiones orgásmicas, un torrente de fluidos han bañado el hociquito más maravilloso de este mundo, es mi fiel y ardoroso amante regalándome un orgasmo sin fin, resbalo sin fuerza al piso, él continua haciéndome vibrar con lengüetazos a mis pezones y lamidas a mis senos que tiemblan todavía.
Quedo casi acostada en el piso, trato de juntar mis tembleques muslos, veo que su órgano sexual pende casi fuera de su funda, lo acaricio, el está en pie lamiendo mi rostro, me giro sobre los azulejos del baño y me pongo bajo su vientre y comienzo a masajear su miembro para hacerlo salir del todo, gotas de su zumo exquisito caen en mi rostro y mis labios, de tanto en tanto levanto mi cabeza para engullir su pene y hacerlo llegar a mi paladar, su sabor me excita, aumenta mis deseos por él, su pene esta todo en mí solo su bola resta fuera, esa bola redonda como una mandarina, me alzo lo hago recostar sobre una toalla y saco su pene por detrás de sus patas, bruñido, duro y jugoso lo mantengo con mi mano derecha, acerco mis glúteos y lo apunto a mi boquete anal, poco a poco me penetro con su pene, mi esfínter cede ante el invasor y su verga desaparece en mi culito, acerco mis nalgas más hacía su culito y me lo meto todo, solo su bola resta afuera, me acuesto de espaldas y empujo toda su verga caliente dentro de mi ano que se contrae una y otra vez, me estoy follando con su pene mi trasero y la sensación es abrumadora, mi mano izquierda pellizca mis tetas y me revuelco en el piso con todo su morrón que entra y sale de mi estrecho trasero.
Alcancé dos fantásticos orgasmos, suelto su verga y esta se desliza fuera de mi culito junto a un aluvión de semen, mi Lyon impasible jadea con su lengua afuera, no hizo ningún intento de moverse, sabía de estar haciendo feliz a su mamita, él se enderezó a lamer su polla, yo me quede exhausta y desde mi posición, más que ver escuchaba como se lengüeteaba.
Reuniendo fuerzas, pero con una sonrisa de complacencia y contenta de haber gozado así tanto, me levanté y comencé a llenar la bañera, después de algunos minutos el nivel estaba más de medio, palmotee el borde de la vasca y mi Lyon tan jovial como ágil, se encaramó y se metió al agua tibia, yo desnuda lo seguí sentándome y versé algunas sales de baño para hacer un poco de espuma aromática, rosas, esencia de rosas decía la etiqueta del frasco, agarré la esponja grande y comencé a bañar a mi amorcito del alma.
Con cuidado lavé su cabeza, sus mofletes, el borde de su hociquito, él rápidamente escondió esa lengua ultrajosa ― no temas amorcito que no te tocare esa joya de lengua que tienes tú … esa maravilla la tenemos que resguardar y preservar como un tesoro … solos tú y yo sabemos de su trascendencia … no temas que mamita no te hará daño alguno … estas en buenas manos, mi amor ― le dije ante sus ojos inquisidores, esos ojos tiernos que me comunicaban ansiedad.
Paso a lavar su lomo y él se tranquiliza, porque el muy marica le tiene miedo a la esponja cuando se la paso cerca de su hocico, debo ser cuidadosa, lo amo mucho cómo para provocarle algún mal, lo enjabono con su shampo y lo enjuago con un jarrito plástico que es de él y lo uso para bañarlo, ahora me lengüetea una mejilla, señal que se ha tranquilizado y está disfrutando del baño.
Comienzo a bañar el abundante pelaje dorado de su pecho, le echo una cuantiosa cantidad de agua a su espeso pelo, continuo a lavarlo y … mis dedos tocan una cosita rica, su pene está fuera de su forro, la contracciones de mi concha son involuntarias, no quisiera pero las siento, paso sus patas sobre mis muslos y arrastro mi culito hacía él, el puntiagudo extremo de su miembro se hunde en mi chocho, lo envuelvo con mis piernas y siento ese roce exquisito dentro de mí, pero él tiende a levantarse para iniciar a follarme y su pene se sale de mi concha, lo intento un par de veces y la cosa no resulta, termino de bañarlo con la ducha teléfono y le saco todo el jabón, salimos de la bañera y lo envuelvo en algunas toallas, él se sacude varias veces y yo lo seco lo mejor que puedo.
En mi dormitorio, sobre mi cama cubierta con toallas, lo cepillo y seco su glamoroso pelaje amarillo oro, su cola refinada, sofisticada, sus orejas y sus mofletes que se inflan con la fuerza del secador eléctrico, la expresión dichosa de su rostro me lo dice todo, es feliz, completamente feliz al lado de su perrita humana, también yo me siento dichosa de tenerlo así de contento y mi vida es para gozarla junto a él.
Así que cuando estaba estupendo, sequito, hermoso y con la puntita de su pene fuera de su nido, dejé caer mi toalla y desnuda junté mis almohadones y puse mi conchita en muestra para ver si le atraía, no me equivoqué, sentí un largo lengüetazo seguido de varios más, mi Lyon estaba calentando motores, pronto despegaríamos en un vuelo de sueños y delicias, mi caderas comenzaron a rotar solitas, i rodillas se apartaron y mi culito sapientemente se alzó en el aire, su lengua exploraba conocidos terrenos y los hacía temblar en deseos de inseminación, su semilla era requerida para estos fecundos y estrechos desfiladeros.
Sus zampas se apoderaron de mis flancos, el ataque estaba en curso, mi chochito subía y bajaba presentándose deseoso a su ariete puntiagudo, mi Lyon hizo centro y su verga se incrustó profundamente haciéndome chillar, y cuando su bola profanó mi boquete vaginal no pude evitar de morderme los labios y enterrar mis uñas en los cojines, su pene y su bola comenzaron a crecer lentamente dentro de mí, cada vez más grueso y más largo, estaba chillando como una cerdita, lo sentía más grande que otras veces, quizás porque estaba en mi periodo de ovulación, sollozos y gemidos de placer salían de mi garganta, él estiraba mi chocho al máximo, en el espejo que había hecho instalar, podía observar como danzaba con sus patitas y su pelaje temblaba con la velocidad de sus embates, era como un martillo neumático.
Mi dormitorio estaba lleno del sonido de mi cama que chirriaba, los jadeos de mi Lyon y los grititos y gemidos que él me hacía emitir sin descanso, en mi espejo veía mi culo blanquecino cubierto de su pelaje amarillo esplendoroso, mis tetas estaban aplastadas sobre mis almohadones mi pelo enmarañado ocultaba la concupiscencia que mi cuerpo sentía, su pene había alcanzado mi cuello uterino, como un terremoto mi cuerpo empezó a temblar y mis músculos vaginales se contraían ordeñando esa verga para sacarle toda su lechita caliente, mi orgasmo infinito había iniciado, enterré mi rostro en los almohadones y mis uñas aferraron las sabanas, todo mi chocho se apretaba alrededor del pene glorioso de mi Lyon, después del sisma fabuloso, llegó la primera ola del tsunami de semen, no pude evitar de gritar con voz rauca ― fóllame amor … dame tu lechita … ¡ooohhh! … ¡ssiii! … mi Lyon amado … dámelo más fuerte ... ¡aaahhh! … ― mi orgasmo no terminaba, me apreté mis senos que casi se reventaban, agarré sus patitas y no las solté más, meneaba mi culo contra su polla sin parar, me hizo enloquecer una vez más.
Podía sentir mi útero inundado de su semilla, me estaba preñando, mis ovarios se llenaban de su lefa fecundadora, abrí mis ojos, pero no lograba enfocar nada, aún había lágrimas en ellos, por algunas horas sus espermas nadaran hasta mis óvulos, pero no me fertilizaran porque mi genética los rechazará, nuestros cromosomas no coinciden y la división celular no se verificará, por un lado sentía un poquito de pena, pues me gustaría haberle regalado unos cachorritos bellos como él, por otra mis orgasmos la llevaban y mi cuerpo gozaba de esta unión singular.
Mi amante peludo me tuvo abotonada cerca de quince minutos, su pene y su bola salieron ruidosamente de mi conchita inflamada y sensible, después que él me limpio, me senté en mis talones, miraba orgullosa el gigantesco pene de mi adorado, goteaba y goteaba, acomodé la toalla para que recibiera sus gotas, su bola como un damasco grande, brillaba con mis humores, que cosa más bella y que maravillosas sensaciones me puede provocar su miembro exquisito, acariciando mis tetas hormigueantes me fui al baño.
Afuera era noche profunda, circulaban pocos vehículos en la calle, deben ser cerca de la medianoche, pensé, de hecho, luego fui a la cocina y el reloj señaba las 00:22, hora de dormir, veremos si mi amado es de la misma idea, espero que sí, supuse, mi amado estaba echadito al lado opuesto al mío y se notaba somnoliento, así que lo cubrí y me acurruqué a él para dormir, no sé cómo, pero Morfeo me tomo rápidamente en sus brazos.
Día sábado de mañana, mi Lyon estaba en pie y me danzaba a pasitos cortitos, seña de que necesita salir a hacer sus cositas, así que abrí la puerta de corredera de la terraza y lo dejé salir, se perdió en medio del jardín, el reloj marcaba las 07:53, deje la puerta abierta y me fui a la cocina, saque un poco de pollo de congelador y también un pedazo de carne, cocinaría para mi Lyon y para mí, para él prepararé carnecita al jugo en trocitos para mezclar a su alimento de mediodía y para mi un puré con filetitos de pechuga apanados, una buena ensalada de tomate y ese sería nuestro menú, porciones suficientes para que duren sábado y domingo, ya que no acostumbro a cocinar todos los días.
Lyon volvió del jardín y se boto ruidosamente sobre su colchoncito de la cocina y ahí se quedó, yo me fui a dormir otro ratico para recuperar fuerzas, con el silencio de la mañana, no me fue difícil volver a dormir.
Estaba abrazada a la almohada, extrañaba el contacto de mi saco de pelos, mi reloj de velador señalaba las 10:38, muy buen horario para empezar el sábado, tomaré mi bicicleta e iré al parque con mi amado, se merece un paseo, me puse una calza de lycra ajustadísima, el contorno de mi chocho se veía claramente, así que me puse una polera sin mangas que me cubría el dibujo de mi conchita, claro que mis tetas se veían por los costados, por lo que tuve que colocarme un top ajustado sobre mi polera, los colores conjugaban perfectamente y me sentí cómoda y atrayente, no sé para quien, si yo tengo a mi Lyon que lo es todo para mí.
Mi amante canino me vio con su capa y su correa y me hizo todo un show, a él le encanta salir, estaba delirante, le puse su capa, su correa y su bozal, luego salimos a la calle y él se fue trotando a mi lado, la gente miraba su gallarda prestancia con su pelaje recién bañado y su porte refinado, a mí nadie me miraba, me daba lo mismo porque lo importante de mi vida trotaba feliz y contento a mi lado.
Llegamos al parque y lo solté de la correa, desapareció a marcar arboles como loco, ese es su deporte favorito, lo vi desaparecer detrás de unos arbustos y me fui caminando con mi bici hacía el sector, mi adorado concentradísimo hacía fuerzas, discretamente me devolví dejándolo en su privacidad, luego lo sentí cerca de mí, así que me fui a recoger su cosa y nos fuimos al aparcadero para dejar mi bici y botar basura, entregué mi bici, me dieron un token y nos fuimos a trotar con mi amado.
Estuvimos cerca de una hora haciendo deporte y luego fui a por mi bici y nos regresamos a casa, mi adorado un poco menos panzón y yo más esbelta y liviana, felices ambos, llegando a casa él se fue a su colchoncito de la cocina y yo me fui al baño a cambiarme, había un sol espléndido, como tengo un buen muro en torno a la propiedad salí totalmente desnuda a tender ropa del día anterior, mis senos oscilaban libres, mi piel sudada brillaba bajos los rayos del padre sol, había una leve brisa que hacía el día más agradable y yo me divertía a poner a secar mis toallas y sabanas, junto con otra ropa varia.
Sin decir agua va, me llego un certero lengüetazo a mi redondito culo, en medio a mis apretadas y duritas nalgas, estaba extendiendo una sábana, así que abrí mis piernas y esa lengua de no determinada longitud, me lamio desde mi chocho hasta la abertura de mi culito, no una vez, alevosamente varias veces, estaba terminando con unas calcetas y unas tangas, la lengua inoportuna y audaz continuaba a hacerme cosquillitas, deposite la vasija vacía de la ropa en una silla y aprovechando lo agradable del día, me arrodillé en el césped y mi Lyon, inició un contrataque veloz a mi conchita fresca depilada esta mañana, un chocho aterciopelado para una lengua aterciopelada, me giré y abrí mis muslos gimiendo y acariciando su cabeza, mi chochito pequeño venía profanado en modo calmo y pasivo por mi querido galán, no había prisa, él se acurrucó entre mis piernas, para insertar la longitud de su lengua en mi vagina, enloquecí en pocos momentos, sintiendo el frescor de la hierba en mis glúteos y espaldas, comencé a revolcarme en esa naturaleza, hacerlo en el pasto le daba al todo algo de salvaje, me imaginaba en medio a una jungla siendo amada por mi Lyon.
Volví a arrodillarme y esta vez él me dio solo dos cucharadas y a la sopa, mi chocho era un charco de fluidos, así que sentí su verga entrar fácilmente y su bola siguió al pene casi todo de una vez, luego dio inicio a su mete-saca furioso como un pistón, estaba tan caliente que mis paredes podían sentir la fricción y el aumento de su pene y de su bola, mi pequeño coño aumentaba sus dimensiones para acomodarse a las medidas de mi amante, sus embates no cesaban ni disminuían, me estaba follando sin piedad, no podía gritar mucho porque estábamos al aire libre, así que me mordía mis labios aguantando y disfrutando la demencial penetración.
Mi Lyon me cogía con una fuerza descomunal, me hacía avanzar hacía adelante con cada empujón, luego de unos instantes una explosión de TNT, nitroglicerina, dinamita, todo junto explotó en mi cabeza y repercutió por todo mi cuerpo, me estaba mordiendo una mano para no gritar, una de mis piernas estaba estirada hacía atrás sin parar de temblar, mis manos arrancaron algunas champas de pasto y luego cuando una catarata de chorritos comenzó a bañar mi interior, me perdí en mil sensaciones, mi respiro apenas salía de mis pulmones, las venas de mi cuello parecía que estallarían de un momento a otro, un orgasmo en cadena, estaba casi corcoveando, mi espalda se arqueaba y contraía, mi vientre también, el semen caliente de él hacía que me corriera una y otra vez, me volvía a inseminar, sus esfuerzos por preñarme eran simplemente loables.
Nos quedamos cerca de diez minutos adheridos y recuperando nuestros sentidos, luego mi cuadrúpedo amante, relajó sus cositas y nos liberamos el uno del otro, me quedé acostada sobre el prado con mi concha abierta recibiendo los cariños de mi amoroso enamorado, el sol era estupendo así que acerqué una silla de playa y me adormecí por algunos momentos.
Habíamos hecho el amor al aire libre, mi Lyon se echo a la sombra del limón, yo me quedé recostada hasta cuando el sol se puso muy fuerte, me fui a duchar, el semen corría desde mi concha por mis muslos haciéndome sentir guarra y obscena, pero tremendamente sosegada, apagada, tranquila, me sentía muy sexy, todavía me sentía caliente, el día todavía no se concluía, había mucho rato para gozar aún.
Salí de la ducha y me fui a la cocina, hora exacta 13;49, saqué la escudilla de mi Lyon, él apareció como por encanto, le verse una buena porción y después lo complete con la carne al jugo, le entremezclé el todo y se lo serví, el comenzó a devorar el contenido rápidamente, no alcancé a servir mi plato y ya el de él estaba pulcro y brillante ― cariño por dios … que te vas a sentir mal por comer así de prisa … eres un glotón ― le dije amonestándolo, pero a él no pareció darse por aludido.
Mi Lyon se quedó echado en su colchoncito, puso sus patitas hacía adelante y apoyó su hocico, muy luego reposaba con sus ojos cerrados, solo cuando sentía que me movía, parecía despertarse para mirar mis actos, él está cien por ciento atento a mí, no me le puedo desaparecer por mucho cuando él siente que debo estar en casa, porque él entiende que yo salgo a trabajar y se queda muy tranquilo, pero los fines de semana son nuestros y él lo sabe, ahora después de almuerzo, reposaremos y luego él me buscará otra vez, y todas las veces que lo haga me encontrará feliz y dispuesta.
Comentarios, criticas, sugerencias y aportes, se agradecen desde ya, escribir a:
luisa_luisa4634@yahoo.com
0
votos
votos
evaluación
0
0
Continuar leyendo cuentos del mismo autor
historia previa
Mi Lyon ... irremplazable.siguiente historia
Dulce espera con mi Lyon.
Comentarios de los lectores sobre la historia erótica