Primera vez de mi mujer con un desconocido
por
Shiryu
género
exhibicionismo
Debo comentar que lo que les voy a contar no lo sabía hasta el fin de semana pasado en que en una reunión y ya tomada, escuché como mi esposa se lo contaba a sus amigas (claro que ella no se dio cuenta de que la escuche y aún no le he dicho que lo escuche ya que estoy preparando la forma en la que me lo voy a cobrar). Como ya había mencionado antes la educación tan tradicional de mi esposa hizo que batallara bastante para que cediera a realizar fantasías o cosas más atrevidas (o al menos eso pensaba). Para que nos entregaran la casa en el tiempo que queríamos mi esposa y yo no casamos en abril por el civil para utilizar el acta de matrimonio y hasta octubre por la iglesia. Como ya he comentado anteriormente mi esposa es médico, y más por seguirles la corriente a sus amigas que por convicción propia había presentado solicitud al IMSS para ingresar a laborar. Para esos días le hablaron para avisarle que la habían aceptado y la enviarían a Piedras Negras Coahuila.
Con el cambio de residencia ella no estaba muy de acuerdo así que decidió rechazar el empleo o en su defecto buscar un cambio a Torreón, pero le dijeron que lo tramitara directamente en Piedras.
Tuvo que preparar un viaje a esa ciudad, preguntándome si conocía la ciudad y algún lugar donde quedarse a lo que le comenté que como coincidía con las vacaciones de juzgados a nivel nacional y que yo tenía vacaciones pendientes, que con gusto me ofrecía como compañero de viaje, claro que tuvimos que hacer circo, maroma y teatro para que mi suegra no se diera cuenta de mi compañía. El hecho hasta ahora desconocido para mí (aunque sospechaba algo, más no que se había dado en ese tiempo) es que algo más sucedió en los preparativos de ese viaje.
Ya había dado inicio con el “coco wash” a mi esposa para que me siguiera los pasos y por ende ya había despertado en ella una búsqueda de sensualidad y sexualidad, ya era más común que se vistiera con shortcitos de vestir y menos pantalones de mezclilla, o que usara blusitas de tirantes (que cuando empezamos a salir no usaba), etc., o que saliera de ella el pedirme tener sexo.
Precisamente días antes de la salida tuve que viajar a Querétaro a dar de baja a unas vendedoras, pero lo que sólo sería un día se transformó en tres, así que no pude estar presente para acompañarla a hacer compra de ropa que quería llevarse al viaje. Necesitaba (o al menos como todas las mujeres creía necesitar y resulta que tienen de sobra), algunas prendas. En si conjuntos y por supuesto lencería y un traje de baño. Para esto fue a una tienda que se encontraba en el centro de la ciudad un jueves por la mañana, ya que entraba a trabajar hasta las 3 pm y del consultorio ya había pedido días para el viaje. Por la hora y el día la tienda se encontraba semi vacia (es decir que por lo menos en el departamento de damas además de una sola cliente se encontraba una dependiente que estaba ocupada atendiéndola. La tienda estaba como en remodelación, por lo que había albañiles en los tres diferentes pisos realizando obras. Escogió dos conjuntos de short y blusa de tirantes, dos conjuntos de lencería, con los sostenes a media copa como me gustan y un traje de baño, aunque al ver los precios se dio cuenta que no llevaba dinero suficiente para comprar todo. Se dirigió a los probadores, que estaban en una de las esquinas del piso.
Se accesaba a ellos mediante una puerta que daba a un pasillo en donde se encontraban los mismos, estos no tenían puerta, sino una tela corrediza o cortina y de todos excepto uno estaban abiertas. Eran seis cubículos, tres de un lado y tres enfrente, el ocupado era el del centro del lado derecho, a lo cual no le dio importancia y se metió a uno de ellos que quedaba al final del pasillo pero en el lado contrario al que estaba ocupado. Se comenzó a probar la ropa comprobando que toda le quedaba. Cuando se probaba el traje de baño escucho ruido, pensando en que alguien más había entrado a los probadores y no le dio importancia, sin embargo de inmediato escucho que se oía como un forcejeo ya que alcanzó a escuchar un “no, ya déjame”, pero muy bajito. Inmediatamente se medio asomo y constató que los ruidos provenían del probador ocupado. Se fijó bien y por el ángulo en el que estaba se podía ver por la orilla hacia el interior ya que la cortina no cubría el 100 por ciento de la entrada por lo que veía movimiento en el interior.
Fue en ese momento que prestó atención a los detalles y pudo ver en el piso una falda que para su asombro no era otra que del uniforme de la tienda, por lo que dedujo que se trataba de una de las dependientas. También vio que se trataba de una joven como de unos 20 años, delgada, de tez blanca y pelo negro, con facciones muy finas, de llamar la atención la niña, pero con una potente delantera ya que traía puesto un traje de baño como el que se probaba mi esposa pero según dijo “lo llenaba mucho mejor que yo”, y del sostén colgaba el precio.
En eso se percató de que en ese espacio también se encontraba uno de los albañiles que había visto a la entrada del departamento de damas participando de la remodelación.
Algo discutían, mi esposa se imaginó que el cuate quería abusar de la chamaca pero en vez de salir y dar aviso o gritar se quedó petrificada sin saber qué hacer, se corrió al otro extremo de su probador para ver si con la cercanía podía escuchar mejor y trato de estar lo más atenta posible a la plática. El albañil le decía a la chica… ándale mira que ya no aguanto, me has coqueteado toda la semana, no creas que no me he dado cuenta que lo haces adrede… ella contestó…. No es cierto, no sé de qué me habla…. Si sabes, el lunes tiraste tu pluma dos veces delante de mí y te agachaste a recogerla y me enseñaste los calzones, el martes te cache varias veces viéndome y ayer que estabas con unos cartelones en tu lugar me volteaste a ver para asegurarte que te veía y te recargaste en la mesita enseñándome como se juntaban tus tetas debajo de la blusa con la mitad de los botones abiertos… No es cierto, esta imaginando…. La agarro de una de las manos y la atrajo hacia él diciéndole en el oído dime que no te que te abrace, que no te gustan mis brazos… mi esposa se fijó en esos brazos y noto que estaban trabajados y resaltaban sus músculos (cosa que le encanta a mi mujer), mi mujer cayó en la cuenta de que se estaba excitando, se estaba mojando).
No es cierto decía la chava, déjame ir, van a llamar a junta y no puedo faltar, me van a correr si no voy, el albañil (que hasta entonces dio su descripción diciendo que era como de unos 35 a 40 años, con algunas canas en la sien, con brazos fuertes y barba medio crecida, moreno casi mulato y con unos labios muy gruesos), de inmediato bajo las manos sobando las nalgas de la muchacha, deleitándose con esos glúteos y, debido a que abrazaba a la dama ella no pudo impedírselo, por lo que se atrevió a meter las manos en el bikini (si el traje de baño era un bikini muy sugestivo, color amarillo liso) y amasar directamente ese manjar.
Mi esposa estaba a reventar, no sabía por qué la situación de la vendedora le resultaba tan excitante, dijo que tuvo necesidad de comenzar a tocarse ella misma y recorrer sus senos, dándose cuenta que sus pezones erectos por la excitación se denotaban perfectamente en la tela del top, volteo y se vio al espejo confirmando lo anterior y viéndose bastante sexy, atrevida como no lo había hecho hasta ese día.
Regreso a su postura y se fijó en que sin dejar de sobarle las nalgas el albañil bajo más sus manos logrando bajar el calzón del bikini lo suficiente para que las nalgas quedaran expuestas, la muchacha quería reaccionar pero igual de intempestivo el albañil le dio un beso sin permitir que pudiera oírse palabra alguna de su boca, aunque mi esposa comenta que más que besó era como el que el albañil quería arrancarle la boca a la muchacha. Se hizo el silencio y por un tiempo que mi esposa dijo le pareció una eternidad el albañil no dejaba de besar a la muchacha y manosearla ya que una de sus manos ahora se deleitaba con la entrepierna de la muchacha, adivinando mi mujer por el movimiento de la mano que le introducía alguno de sus dedos en la vagina, además de que ya no se veían signos de lucha por parte de la vendedora.
Mi esposa dice, no tuvo más remedio que meter su mano en su propio bikini y comenzar a meterse un dedo en su húmeda vagina.
Estaba tan concentrada en eso cuando escucho que el albañil le decía a la vendedora “ya sabía que eras una piruja y que querías mi verga”. Le sorprendieron las palabras y se fijó de nuevo en el cubículo vecino, viendo que el albañil ya no abrazaba a la chica sino que ella permanecía a pocos pasos del hombre con el bikini a medio bajar, pero con la mirada fija en lo que hacia el albañil, éste aprovecho la distancia para desabrochar el pantalón y bajárselo, descubriendo que no usaba trusa por lo que la tranca del pelado salto fuera de su prisión, (diciéndole mi esposa a sus amigas que hasta ese momento no había visto miembro tan grande, grueso y venudo), la chica al verlo no pudo apartar su vista y como reacción se sacó los pechos del top del bikini y comenzó a sobárselos, el albañil camino hacia ella y se apodero con una mano de su cintura y la atrajo a él, con la otra mano se apodero de uno de sus senos, se inclinó y comenzó a chuparlo como desesperado. Por la postura mi esposa dice que se imaginó que semejante pene de seguro sobaba la entrada de la vagina de la muchacha, con todo esto la vendedora comenzó a gemir de forma más profunda aunque aún ahogada.
Mi mujer aumento el ritmo de su dedo en su vagina e introdujo otro dedo en su entrada, llego un momento en que dice necesitaba algo en lo que sentarse pues sus piernas comenzaban a flaquear. Volvió la vista con sus vecinos y ahora el hombre tenía a la muchacha empinada dándole la espalda, aunque por la postura ya no le veía a la parte del dorso ni la cara. Lo que si vio fue que el albañil se sobaba la verga con un a mano y con la otra introducía quien sabe cuántos dedos en la muchacha. Por fin el hombre comento … ya es hora y colocando la punta de su miembro en la entrada de la vagina de la muchacha le metió poco a poco el glande, mientras la dependienta bufaba de dolor, ay me duele, sácalo está muy grande.
El albañil soltó su miembro y situó ambas manos en la cintura de la vendedora, y jalándola hacia sí mismo se la dejo ir de una sola estocada. La muchacha emitió un grito, pero de inmediato lo volvió a ahogar y el albañil comenzó a sacar y meter su verga, mi esposa jura que se escuchaban los chasquidos de los jugos que emanaban de ese encuentro. Mi mujer llego rápidamente al orgasmo y estaba a punto de cambiarse cuando escucho más claramente que la vendedora decía si, si así, más adentro, más, más… no ya no , ya no. Mi esposa abrió los ojos y se fijó, ahora el que se ocultaba en el lado ciego del cubículo de enfrente era el albañil pues se habían invertido de lugares, la muchacha seguía empinada pero ahora de frente a la cortina y sus manos se apoyaban en las paredes laterales del cubículo, solo que las estocadas eran tan fuertes que su cara empujaba la cortina.
Esta situación volvió a encender a mi mujer quien para su sorpresa estaba más caliente que al principio. El albañil aviso que estaba por terminar y prácticamente empujaba a la pobre mujer sin piedad alguna, hasta que paso que la muchacha atravesó completamente la cortina, y el albañil detrás de ella sin soltar su cintura y su verga aprisionada en la vagina de la muchacha.
Mi esposa pudo contemplar como la muchacha solo cerraba los ojos y apretaba la quijada por la fuerza con la que se la estaban cogiendo, hasta que el albañil soltó la cintura de la muchacha y esta cayó al suelo y ahora las manos del hombre agarraban su miembro que escupía chorros de semen exclamando la próxima te voy a romper ese culito apretadito que tienes. La muchacha viéndose expuesta se levantó de inmediato, se metió al cubículo y comenzó a vestirse. En eso se escuchó por el sonido ambiente que se citaba a los dependientes al departamento de deportes para la junta diaria y la vendedora salió corriendo sin mirar atrás, pero se veía que le costaba trabajo tomar velocidad, sería por la falta de fuerzas o por el dolor que le había dejado semejante tranca.
El Albañil se introdujo en el cubículo y comenzó a vestirse pero mi mujer no podía apartar su mirada de semejante animal que tenía aún semi erecto entre sus piernas hasta que éste se escondió en su pantalón, para entonces mi mujer, aún caliente caviló en que el show había acabado dando un paso hacia atrás, pero un dolor en la planta del pie hizo que perdiera el equilibrio y saltara hacia adelante cayendo boca abajo afuera su vestidor, a la vista del que estuviera en ese pasillo de vestidores (que no había nadie más que el albañil). Mi esposa se volteó y vio que lo que le había causado el dolor era un alfiler que había pisado en la alfombra del lugar, sin embargo hasta entonces se acordó de todo y levanto la mirada encontrándose con el albañil que también la veía, solo que la mirada del albañil estaba fija en la parte superior del bikini de mi mujer que era blanco y del cual aún marcaba sus pezones. Dice mi mujer que nunca hasta ese día había sentido una mirada así, tan pesada, tan libidinosa, tan lujuriosa que se sintió completamente desnuda ante el albañil. No pensó en esos momentos, no caviló en lo que podría suceder hasta que por fortuna se oyó un silbido a lo lejos y el nombre de Gerardo, el albañil chisto y se encamino a la salida de los vestidores, al llegar al acceso de salida volteo a ver a mi mujer y volvió a dirigir su mirada a los pezones de mi mujer y solo dijo se ve que quieres verga, si no esos ricos pezones no estarían así, se dio media vuelta y se fue.
Mi mujer de inmediato se puso de pie y pensando en que el albañil podría regresar rápidamente se vistió y se encamino a la caja general para pagar los conjuntos y la lencería, ya que como dije anteriormente no alcanzaba a comprar también el traje de baño y lo había dejado en los vestidores completamente mojado de los jugos de su vagina.
Con el cambio de residencia ella no estaba muy de acuerdo así que decidió rechazar el empleo o en su defecto buscar un cambio a Torreón, pero le dijeron que lo tramitara directamente en Piedras.
Tuvo que preparar un viaje a esa ciudad, preguntándome si conocía la ciudad y algún lugar donde quedarse a lo que le comenté que como coincidía con las vacaciones de juzgados a nivel nacional y que yo tenía vacaciones pendientes, que con gusto me ofrecía como compañero de viaje, claro que tuvimos que hacer circo, maroma y teatro para que mi suegra no se diera cuenta de mi compañía. El hecho hasta ahora desconocido para mí (aunque sospechaba algo, más no que se había dado en ese tiempo) es que algo más sucedió en los preparativos de ese viaje.
Ya había dado inicio con el “coco wash” a mi esposa para que me siguiera los pasos y por ende ya había despertado en ella una búsqueda de sensualidad y sexualidad, ya era más común que se vistiera con shortcitos de vestir y menos pantalones de mezclilla, o que usara blusitas de tirantes (que cuando empezamos a salir no usaba), etc., o que saliera de ella el pedirme tener sexo.
Precisamente días antes de la salida tuve que viajar a Querétaro a dar de baja a unas vendedoras, pero lo que sólo sería un día se transformó en tres, así que no pude estar presente para acompañarla a hacer compra de ropa que quería llevarse al viaje. Necesitaba (o al menos como todas las mujeres creía necesitar y resulta que tienen de sobra), algunas prendas. En si conjuntos y por supuesto lencería y un traje de baño. Para esto fue a una tienda que se encontraba en el centro de la ciudad un jueves por la mañana, ya que entraba a trabajar hasta las 3 pm y del consultorio ya había pedido días para el viaje. Por la hora y el día la tienda se encontraba semi vacia (es decir que por lo menos en el departamento de damas además de una sola cliente se encontraba una dependiente que estaba ocupada atendiéndola. La tienda estaba como en remodelación, por lo que había albañiles en los tres diferentes pisos realizando obras. Escogió dos conjuntos de short y blusa de tirantes, dos conjuntos de lencería, con los sostenes a media copa como me gustan y un traje de baño, aunque al ver los precios se dio cuenta que no llevaba dinero suficiente para comprar todo. Se dirigió a los probadores, que estaban en una de las esquinas del piso.
Se accesaba a ellos mediante una puerta que daba a un pasillo en donde se encontraban los mismos, estos no tenían puerta, sino una tela corrediza o cortina y de todos excepto uno estaban abiertas. Eran seis cubículos, tres de un lado y tres enfrente, el ocupado era el del centro del lado derecho, a lo cual no le dio importancia y se metió a uno de ellos que quedaba al final del pasillo pero en el lado contrario al que estaba ocupado. Se comenzó a probar la ropa comprobando que toda le quedaba. Cuando se probaba el traje de baño escucho ruido, pensando en que alguien más había entrado a los probadores y no le dio importancia, sin embargo de inmediato escucho que se oía como un forcejeo ya que alcanzó a escuchar un “no, ya déjame”, pero muy bajito. Inmediatamente se medio asomo y constató que los ruidos provenían del probador ocupado. Se fijó bien y por el ángulo en el que estaba se podía ver por la orilla hacia el interior ya que la cortina no cubría el 100 por ciento de la entrada por lo que veía movimiento en el interior.
Fue en ese momento que prestó atención a los detalles y pudo ver en el piso una falda que para su asombro no era otra que del uniforme de la tienda, por lo que dedujo que se trataba de una de las dependientas. También vio que se trataba de una joven como de unos 20 años, delgada, de tez blanca y pelo negro, con facciones muy finas, de llamar la atención la niña, pero con una potente delantera ya que traía puesto un traje de baño como el que se probaba mi esposa pero según dijo “lo llenaba mucho mejor que yo”, y del sostén colgaba el precio.
En eso se percató de que en ese espacio también se encontraba uno de los albañiles que había visto a la entrada del departamento de damas participando de la remodelación.
Algo discutían, mi esposa se imaginó que el cuate quería abusar de la chamaca pero en vez de salir y dar aviso o gritar se quedó petrificada sin saber qué hacer, se corrió al otro extremo de su probador para ver si con la cercanía podía escuchar mejor y trato de estar lo más atenta posible a la plática. El albañil le decía a la chica… ándale mira que ya no aguanto, me has coqueteado toda la semana, no creas que no me he dado cuenta que lo haces adrede… ella contestó…. No es cierto, no sé de qué me habla…. Si sabes, el lunes tiraste tu pluma dos veces delante de mí y te agachaste a recogerla y me enseñaste los calzones, el martes te cache varias veces viéndome y ayer que estabas con unos cartelones en tu lugar me volteaste a ver para asegurarte que te veía y te recargaste en la mesita enseñándome como se juntaban tus tetas debajo de la blusa con la mitad de los botones abiertos… No es cierto, esta imaginando…. La agarro de una de las manos y la atrajo hacia él diciéndole en el oído dime que no te que te abrace, que no te gustan mis brazos… mi esposa se fijó en esos brazos y noto que estaban trabajados y resaltaban sus músculos (cosa que le encanta a mi mujer), mi mujer cayó en la cuenta de que se estaba excitando, se estaba mojando).
No es cierto decía la chava, déjame ir, van a llamar a junta y no puedo faltar, me van a correr si no voy, el albañil (que hasta entonces dio su descripción diciendo que era como de unos 35 a 40 años, con algunas canas en la sien, con brazos fuertes y barba medio crecida, moreno casi mulato y con unos labios muy gruesos), de inmediato bajo las manos sobando las nalgas de la muchacha, deleitándose con esos glúteos y, debido a que abrazaba a la dama ella no pudo impedírselo, por lo que se atrevió a meter las manos en el bikini (si el traje de baño era un bikini muy sugestivo, color amarillo liso) y amasar directamente ese manjar.
Mi esposa estaba a reventar, no sabía por qué la situación de la vendedora le resultaba tan excitante, dijo que tuvo necesidad de comenzar a tocarse ella misma y recorrer sus senos, dándose cuenta que sus pezones erectos por la excitación se denotaban perfectamente en la tela del top, volteo y se vio al espejo confirmando lo anterior y viéndose bastante sexy, atrevida como no lo había hecho hasta ese día.
Regreso a su postura y se fijó en que sin dejar de sobarle las nalgas el albañil bajo más sus manos logrando bajar el calzón del bikini lo suficiente para que las nalgas quedaran expuestas, la muchacha quería reaccionar pero igual de intempestivo el albañil le dio un beso sin permitir que pudiera oírse palabra alguna de su boca, aunque mi esposa comenta que más que besó era como el que el albañil quería arrancarle la boca a la muchacha. Se hizo el silencio y por un tiempo que mi esposa dijo le pareció una eternidad el albañil no dejaba de besar a la muchacha y manosearla ya que una de sus manos ahora se deleitaba con la entrepierna de la muchacha, adivinando mi mujer por el movimiento de la mano que le introducía alguno de sus dedos en la vagina, además de que ya no se veían signos de lucha por parte de la vendedora.
Mi esposa dice, no tuvo más remedio que meter su mano en su propio bikini y comenzar a meterse un dedo en su húmeda vagina.
Estaba tan concentrada en eso cuando escucho que el albañil le decía a la vendedora “ya sabía que eras una piruja y que querías mi verga”. Le sorprendieron las palabras y se fijó de nuevo en el cubículo vecino, viendo que el albañil ya no abrazaba a la chica sino que ella permanecía a pocos pasos del hombre con el bikini a medio bajar, pero con la mirada fija en lo que hacia el albañil, éste aprovecho la distancia para desabrochar el pantalón y bajárselo, descubriendo que no usaba trusa por lo que la tranca del pelado salto fuera de su prisión, (diciéndole mi esposa a sus amigas que hasta ese momento no había visto miembro tan grande, grueso y venudo), la chica al verlo no pudo apartar su vista y como reacción se sacó los pechos del top del bikini y comenzó a sobárselos, el albañil camino hacia ella y se apodero con una mano de su cintura y la atrajo a él, con la otra mano se apodero de uno de sus senos, se inclinó y comenzó a chuparlo como desesperado. Por la postura mi esposa dice que se imaginó que semejante pene de seguro sobaba la entrada de la vagina de la muchacha, con todo esto la vendedora comenzó a gemir de forma más profunda aunque aún ahogada.
Mi mujer aumento el ritmo de su dedo en su vagina e introdujo otro dedo en su entrada, llego un momento en que dice necesitaba algo en lo que sentarse pues sus piernas comenzaban a flaquear. Volvió la vista con sus vecinos y ahora el hombre tenía a la muchacha empinada dándole la espalda, aunque por la postura ya no le veía a la parte del dorso ni la cara. Lo que si vio fue que el albañil se sobaba la verga con un a mano y con la otra introducía quien sabe cuántos dedos en la muchacha. Por fin el hombre comento … ya es hora y colocando la punta de su miembro en la entrada de la vagina de la muchacha le metió poco a poco el glande, mientras la dependienta bufaba de dolor, ay me duele, sácalo está muy grande.
El albañil soltó su miembro y situó ambas manos en la cintura de la vendedora, y jalándola hacia sí mismo se la dejo ir de una sola estocada. La muchacha emitió un grito, pero de inmediato lo volvió a ahogar y el albañil comenzó a sacar y meter su verga, mi esposa jura que se escuchaban los chasquidos de los jugos que emanaban de ese encuentro. Mi mujer llego rápidamente al orgasmo y estaba a punto de cambiarse cuando escucho más claramente que la vendedora decía si, si así, más adentro, más, más… no ya no , ya no. Mi esposa abrió los ojos y se fijó, ahora el que se ocultaba en el lado ciego del cubículo de enfrente era el albañil pues se habían invertido de lugares, la muchacha seguía empinada pero ahora de frente a la cortina y sus manos se apoyaban en las paredes laterales del cubículo, solo que las estocadas eran tan fuertes que su cara empujaba la cortina.
Esta situación volvió a encender a mi mujer quien para su sorpresa estaba más caliente que al principio. El albañil aviso que estaba por terminar y prácticamente empujaba a la pobre mujer sin piedad alguna, hasta que paso que la muchacha atravesó completamente la cortina, y el albañil detrás de ella sin soltar su cintura y su verga aprisionada en la vagina de la muchacha.
Mi esposa pudo contemplar como la muchacha solo cerraba los ojos y apretaba la quijada por la fuerza con la que se la estaban cogiendo, hasta que el albañil soltó la cintura de la muchacha y esta cayó al suelo y ahora las manos del hombre agarraban su miembro que escupía chorros de semen exclamando la próxima te voy a romper ese culito apretadito que tienes. La muchacha viéndose expuesta se levantó de inmediato, se metió al cubículo y comenzó a vestirse. En eso se escuchó por el sonido ambiente que se citaba a los dependientes al departamento de deportes para la junta diaria y la vendedora salió corriendo sin mirar atrás, pero se veía que le costaba trabajo tomar velocidad, sería por la falta de fuerzas o por el dolor que le había dejado semejante tranca.
El Albañil se introdujo en el cubículo y comenzó a vestirse pero mi mujer no podía apartar su mirada de semejante animal que tenía aún semi erecto entre sus piernas hasta que éste se escondió en su pantalón, para entonces mi mujer, aún caliente caviló en que el show había acabado dando un paso hacia atrás, pero un dolor en la planta del pie hizo que perdiera el equilibrio y saltara hacia adelante cayendo boca abajo afuera su vestidor, a la vista del que estuviera en ese pasillo de vestidores (que no había nadie más que el albañil). Mi esposa se volteó y vio que lo que le había causado el dolor era un alfiler que había pisado en la alfombra del lugar, sin embargo hasta entonces se acordó de todo y levanto la mirada encontrándose con el albañil que también la veía, solo que la mirada del albañil estaba fija en la parte superior del bikini de mi mujer que era blanco y del cual aún marcaba sus pezones. Dice mi mujer que nunca hasta ese día había sentido una mirada así, tan pesada, tan libidinosa, tan lujuriosa que se sintió completamente desnuda ante el albañil. No pensó en esos momentos, no caviló en lo que podría suceder hasta que por fortuna se oyó un silbido a lo lejos y el nombre de Gerardo, el albañil chisto y se encamino a la salida de los vestidores, al llegar al acceso de salida volteo a ver a mi mujer y volvió a dirigir su mirada a los pezones de mi mujer y solo dijo se ve que quieres verga, si no esos ricos pezones no estarían así, se dio media vuelta y se fue.
Mi mujer de inmediato se puso de pie y pensando en que el albañil podría regresar rápidamente se vistió y se encamino a la caja general para pagar los conjuntos y la lencería, ya que como dije anteriormente no alcanzaba a comprar también el traje de baño y lo había dejado en los vestidores completamente mojado de los jugos de su vagina.
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