Primera vez de mi mujer con un desconocido 2
por
Shiryu
género
exhibicionismo
Durante todo el día mi mujer (entonces ya casados por el civil pero aún no por la iglesia) no pudo apartar de su pensamiento las imágenes de en la mañana , tanto de la soberana cogida a la dependienta como del miembro del albañil, estaba caliente y no podía evitarlo, no se podía concentrar en otra cosa. La noche no fue distinta así que tuvo que tocarse, masturbarse para bajarse las ganas, no fue hasta en la mañana que se bañó con agua fría que medio se tranquilizó. Pensó en que no podía pasar otro día igual así que se vistió, salió de su casa y se dirigió de nuevo a la tienda, solo que ahora si cargó dinero suficiente, solo que ahora se probaría únicamente trajes de baño. Intentó llegar aún más temprano que el día anterior.
Al entrar a la tienda se dio una vuelta por todo el local (los tres pisos), buscando divisar al albañil pero no tuvo suerte, así que se dirigió al departamento de damas. Buscó aquellos trajes de baño que en su vida se atrevería a usar, los más chiquitos, los más sugestivos, los que menos dejarán a la imaginación ya sea por la poca tela con la que estaban hechos o por que la tela se pegara tanto al cuerpo que aún sin mojarse mostrar sus pezones o inclusive su rajita, a final de cuentas en el baño matutino había tenido el cuidado de depilarse completamente su pubis por lo que no había problema de que algún vellito se asomara fuera de su lugar.
En eso una de las amigas de mi mujer le preguntó que para que quería hacer eso que cuál era el fin, mi mujer le contestó que era porque quería verse al espejo e imaginarse estar en la playa o en la alberca a la vista de todos, sentir el morbo porque al ser la primera vez que se sentía así, pensó inocentemente que al descargar toda esa energía en esas fantasías podría bajársele la calentura.
Volviendo a su relato, dice que encontró tres que le llenaron el ojo (quien sabe porque dijo ya no encontró el modelo que se había probado un día anterior), uno negro con abertura en escote en V tanto en el frente como en la espalda que terminaba dice en un coqueto calzón y que, de no haberse depilado seguramente habrían mostrado bastante de sus vellos púbicos pues terminaba a dos dedos del inicio de su puchita. Otro color verde fosforescente, que era de dos piezas, la parte superior era sin tirantes, pero apostaba a que dejaría ver marcado en su tela sus pezones. La parte de abajo era más chica de lo normal, así que se imaginó que también mostraría lo que deseaba.
El último era otra vez blanco, pero una talla más chica que le gusto tanto que aún con esa condición quiso probárselo, imaginando como le juntarían las tetas y como según ella podría volver loco al que la viera.
Con ellos en mano se encamino al vestidor topándose con la chica de la que un día antes había sido testigo del soberano cogidón que le dieron, y no pudo evitar sentir caliente la entrepierna Ahí pudo ver en su uniforme que llevaba un distintivo con su nombre, se llamaba Amelia. Buenos días, es la primera clienta del día, me parece que ya la había visto. Si de hecho ayer vine y me lleve algunos conjuntos, además de una muy buena imagen de su tienda, pero como no termine de ver quise regresar hoy para continuar buscando. De antemano le doy una disculpa porque con la remodelación hay mucho polvo y ruido dijo la vendedora, y mi mujer remató diciendo y tampoco mucha privacidad verdad?. La muchacha solo sonrió. Esas son las prendas que se va a probar, si contestó mi mujer. Muy bien, pase a los probadores, por cierto me ausentaré del departamento unos momentos ya que tendremos una reunión, pero no me tardo. No se preocupe, en caso de que cuando salga no este, seguiré buscando ropa que probarme o si me decido por alguna pagaré directamente en la caja, claro dando su nombre para la comisión. Muchas gracias, dio media vuelta y se fue.
Mi mujer se enfiló a los vestidores que casualmente olían a desodorante ambiental, no como ayer que gedían a sexo. Iba a meterse al mismo probador en el que estaba un día anterior pero algo hizo que escogiera aquel en el que estaban la vendedora y el albañil. Comenzó a desnudarse poco a poco, como queriendo que el tiempo pasara lentamente y no dejando de verse al espejo, desde ahí comenzó a fantasear estar frente a desconocidos, extraños que la desearan. Al verse desnuda recordó como habíamos cogido aquella vez en la cochera de mi casa, aún de noche y con luces apagadas, ella desnuda y con la adrenalina al tope ya que cualquiera que caminara por la acera podría escucharnos o incluso vernos, se comenzó a preguntar cómo era que esto le excitaba, que no se reconocía y que no era ella, pero a estas alturas su excitación era mucha y quería verse modelando esos trajes de baño.
Inició con el verde fosforescente, se colocó el top notando de inmediato lo que ya se imaginaba que la tela permitía que se marcaran los pezones y por el color los mismos eran más que visibles, se puso el calzón dándose cuenta que efectivamente era chico para todo lo que se había puesto anteriormente , tan es así que por los costados del triángulo se podía notar parte de su pubis y pudo ver que se le marcaba su rajita elevando considerablemente su temperatura, lo cual fue suficiente para comenzar a mojarse. Se continuo viendo al espejo y se volteo para ver como se le veía la espalda, dándose cuenta que por lo chico de la prenda inferior se le metía el mismo entre las nalgas haciendo un efecto como de levantárselas, así que se encontraba a sí misma muy ofrecida.
Satisfecha se quitó ese bikini y se puso el negro. Era la primera vez que se ponía un traje de baño con un escote tan pronunciado en el frente, ya alguna vez le habían prestado uno con escote en la espalda que había usado en una albercada de amigas (según ella misma cuenta, aunque después de todo esto que le escuche contar ya no le creo). La parte inferior dejaba al descubierto la mitad de sus nalguitas y la parte superior le quedaba al dedo. Se le veía el nacimiento de sus senos y hasta más abajo del ombligo, ya que el efecto del calzón en el frente también con ese terminado en V, sugeriría el nacimiento de sus vellitos, si no se hubiera depilado. Recordó esas películas donde salen actrices y modelos con ese modelo de traje de baño, lo bien que se les veía y lo excitado que los hombres no perdía detalles de sus movimientos. De igual forma pensó en que así la verían a ella aunque tuvo que admitir que definitivamente este modelo debería ser usado por las damas dotadas de bastante pechonalidad, que se les detuvieran solas y pudieran lucir.
Como comenté, una vez que se vio completa y hubo dado varias vueltas, se lo quito y se puso el blanco. El efecto fue inmediato. El top como ya había comentado era más chico así que le apretaba sus senos y por esto mismo se las juntaba dando el efecto precisamente de tener abundante pecho, además de que al ser de media copa daba la imagen de que sus areolas en cualquier momento asomarían, además del marcado de pezones mismos que por el color del traje de baño se denotaban perfectamente. La parte inferior remataba en un triángulo, ya que por los costados se unía por tres tiras de tela que por más que tratara de acomodárselo bien no tapaba más allá de su rajita, y por lo mismo al igual que el fosforescente la tira trasera que unía los dos triángulos se metía completamente entre sus nalgas dejándolas completamente al desnudo.
Volteaba de un lado, volteaba del otro viéndose en el espejo, pensando en que reacción ocasionaría de deambular así, ¿la verían sexy?, ¿la verían atrevida?, ¿la verían vulgar? O de plano pensarían que estaba demasiada urgida de verga, exhibiéndose ofreciendo sus carnes al que las quisiera tomar. Estando absorta en sus pensamientos percibió algo en la rabilla del ojo, volteo pero no vio nada. Sin embargo sabía que había visto algo, así que se asomó afuera del cubículo, volteando a un lado y luego al otro y no logró ver nada, aunque recordó que un día anterior ella misma había espiado a la pareja e instintivamente salió del vestidor y se dirigió al otro en el que ella había estado, no alcanzo a entrar completamente cuando vio al mismo albañil tratando de esconderse en el rincón interior del cubículo. Dijo que se paralizó de nueva cuenta sin atinar a moverse o a emitir sonido alguno, ya que aparte de querer esconderse, el albañil tenía el pantalón en los tobillos y su miembro al aire, seguramente se la estuvo jalando viendo a mi mujer probándose los trajes de baño.
El hombre al notar la expresión de mi esposa y que no hacía nada, se levantó el pantalón, se abrocho y camino a la salida, ante la mirada aún atónita de mi mujer, solo que al igual que un día anterior volteo antes de salir y vio que mi mujer no se había movido un centímetro, así que dio media vuelta y se dirigió a ella, la tomo de la mano y la encaminó a su vestidor introduciéndose con ella y cerrando la cortina. La puso enfrente del espejo y se despegó un poco para poder admirar su figura tanto por la espalda, como su reflejo por el frente en el espejo. Entonces le dijo, me imaginé que necesitabas verga, sino para que regresaste, es más casi estoy seguro que me buscabas al entrar a la tienda, desde mi lugar pude verte y me escondí para seguirte. Vi como escogías esos trapos que no alcanzan a tapar lo que una mujer decente no enseñaría. Entonces de nueva cuenta la tomo de la mano pero ahora como si estuvieran bailando hizo que girara sobre su eje para seguir viéndola, mi esposa solo atinaba a hacer lo que el albañil quería, de nueva cuenta no sabía por qué no se iba, porque permanecía ahí a complacencia del hombre aquel, que ahora que lo tenía cerca olía a sudor combinado con una esencia de cerveza.
Entonces le dijo, ayer viste como se la metí a la piruja esa y se te antojo no, niega que querías ser tú la que tuviera adentro mi verga. Pero contigo es diferente, se ve que eres niña de familia, te me antojas para hacerte todas las cochinadas que se me ocurran.
Ante tal amenaza era para que mi mujer reaccionara, pero al contrario, solo pensaba en ese miembro entrando en Amelia y haciendo que apretara los dientes de lo grande que estaba, bien dicen que no sólo los hombres pensamos en sexo la mayor parte del día, también las mujeres solo que son menos evidentes. En fin, para entonces mi mujer no estaba mojada, prácticamente se hacia pipi de lo excitada que estaba, lo cual no pasó desapercibido por el gañan aquel, que de inmediato paso su dedo medio por encima de la prenda presionando fuertemente, al sentir mi mujer el rose en su clítoris de inmediato arqueo el cuerpo y emitió un gemido placentero. El hombre levanto el dedo, se lo llevo a la boca, lo chupo y le dijo sabe a pirujita. Tomo su mano derecha y la llevo a tocar por encima de su pantalón su verga, siente como me tienes cabrona, siente como me lo tienes duro, tengo que echarlos en algún lado, sin soltar la mano de mi mujer con la otra la acerco por la cintura y le dio un beso, que más bien parecía una acción de reconocimiento de su lengua por toda la boca de mi mujer.
El saborear esa lengua, el olor a cerveza prendió aún más a mi mujer que acto seguido y con fuerza sobo esa verga y correspondió a la caricia bucal como desesperada uniendo su lengua con la de aquel desconocido. Decidió con esas acciones abandonarse a esa sensación, rendirse ante el placer sin importar nada. El albañil se separó de su boca y le dijo: Bájame el pantalón. Y mi esposa tomo el botón y la presilla del pantalón con ambas manos y los separo, luego bajo el cierre y con las dos manos jalo el pantalón hacia abajo, liberando de inmediato el miembro aquel que la perturbaba, que le quito el sueño una noche anterior, además de que a diferencia de un día antes ahora lo tenía a centímetros de su cara. Ahora si tómalo con las dos manos y jálamela, ella obedeció sin chistar, como una esclava a merced del amo, comenzó a sobar ese palo, porque eso era un palo duro y grueso, entonces tuvo la necesidad de acercarse, de tratar de percibir su olor. A pesar de que era médico y en algunas ocasiones tuvo que examinar algunos penes por enfermedad, esto era diferente, era realmente una necesidad. Se acercó y el hombre aquel tomo su cabeza con ambas manos y realizó un movimiento de cadera logrando pegar ese miembro a la nariz y boca de mi mujer. Olía raro, se imaginaba como médico todo lo insalubre del miembro, la falta de higiene y la cantidad de bacterias que tendría (lo mismo me decía cuando en un principio que comenzamos a coger le pedía que me la mamara y se negaba), entonces así como estaba saco su lengua y comenzó a lamer aquel tronco, el hombre dijo eso putita, tu si sabes, sigue mamita.
Mi mujer aparte de descubrirse ese día exhibicionista, aficionada como no sabía a la verga, también descubrió que las palabras sucias y los olores corporales también la encendían. Continuo pasando la lengua por el tronco, paso por la cabeza y la chupo como paleta, sí, una paleta, así que se dedicó a acabarse el caramelo, pasaron unos minutos y entonces intempestivamente el hombre aquel la separo y le dijo no reinita, aun no me voy a venir, te voy a disfrutar , con fuerza y sin cuidado alguno con la mano izquierda la tomo de la mano y la jalo hacia él, le puso la mano en la parte baja de la espalda empujándola y se inclinó para lamerle el inicio de sus senos, esa parte de su pecho que no estaba cubierta por el top blanco y, con los dedos de la otra mano le tomaba el pezón izquierdo por encima de la tela y lo apretaba. Mi mujer lo tomo ahora su cabeza con las manos y la apretó contra su pecho. El albañil se liberó trabajosamente de las manos de mi mujer, se separó un poco y con la misma mano con la que apretaba su pezón tomo el top por el frente y lo jalo con fuerza, tanta que la tela tuvo que ceder y arranco el sostén.
Viendo el manjar que tenía enfrente tomo los senos de mi mujer por los lados y los junto, lamiéndoselos por completo. Mi mujer explica que en ese momento y aún que es bastante asquerosa y el sentir la saliva de aquel desconocido en sus senos, en sus pezones, más que asquearla le mantenía la temperatura arriba. Mientras que atacaba sus tetas, bajo una mano y la metió entre las tiras del lado izquierdo del calzón, tanga u lo que fuera, y también los jalo, rompiéndolos por completo de ese lado, solo que al estar aún unidos por el otro, tomo los del otro lado con ambas manos y también los trozó dejando a mi mujer completamente desnuda ante él. Fue entonces que dijo tengo ganas de tu puchita, puso sus manos en la cintura de mi mujer y la atrajo al suelo, mi mujer pensó que ya era hora y que la pondría a cabalgarlo, pero en vez de eso la sentó de frente a él pero dando la espalda a la cortina, de hecho, la cortina tocaba su espalda y después se acercó , entonces pensó que la penetraría de misionero e instintivamente comenzó a avanzar hacia dentro del cubículo acostándose al hacerlo pero este hombre la detuvo la sentó de nuevo en donde estaba anteriormente y ahora si la acostó, lo cual hizo que desde el pubis de mi mujer hasta su cabeza quedaran fuera del cubículo y solo sus piernas quedaran dentro del mismo.
Esto lo hizo ya que quería lamerle su puchita y en ese pequeño espacio no podía acostarse de frente a ella y accionar, así que ya con suficiente espacio se acostó boca abajo y coloco su cabeza en la entrada de la vagina de mi mujer y comenzó a lamerlo. Ella a pesar de que se retorcía de placer aún no se sacaba de la cabeza la cuestión de enfermedades venéreas y demás bichos hasta que la lengua áspera del albañil se concentró en su clítoris y uno de sus dedos medios comenzó a invadir su agujerito, ahí perdió la mesura, no le importo estar desnuda fuera del cubículo a la vista de quien entrara al área de los vestidores, no le importo la intensidad de los sonidos que emitía, solo importaba el placer que sentía, el hombre se dedicó a juguetear con su clítoris hasta que sintió como uno tras otro el hombre metió hasta tres dedos en su vagina sin que ella sintiera dolor alguno, al contrario, quería que le metiese el puño si era posible. Entonces sintió como sin sacar los dedos de su vagina, la lengua del extraño recorrió su rajita y se estacionó en su ano, parecía querer penetrarlo como si fuera un objeto duro, a pesar de que su cabeza le decía que no lo permitiera, que se levantara, su vagina le ordenaba quedarse, no moverse y disfrutar, entonces sintió como le mojaba cada vez más su agujero posterior hasta que de plano el albañil le saco los dedos de la vagina y con ambas manos levanto las pernas de mi mujer tomándola de las nalgas y con la misma presión le separaba los más posible para hacer visible su ano, introduciendo hasta el fondo su lengua, mi mujer de repente sintió que perdía el sentido, estaba viendo estrellas, hasta ese momento lo más placentero que haya sentido, se dejó llevar y dice que cuando caviló se oyó riéndose y diciendo groserías.
Fue hasta entonces que el desconocido aquel se subió sobre mi mujer y puso en la entrada de su vagina su verga, solo que en vez de penetrarla solo estuvo frotando su clítoris y de inmediato volvió con los besos salvajes y pronunciados, su lengua de nueva cuenta recorriendo la boca de mi mujer, esto la calentó tanto, al grado de decirle ya, por favor, métemela. El albañil asombrado le dijo, tienes voz, que bien ahora dime qué quieres que haga, y al efecto retiró su verga del contacto con mi mujer. Métemela ya, estoy ardiendo por dentro, quiero verga, deseo que me lo metas. Sin embargo el albañil no lo hacía, mi mujer reviró, ¿qué quieres que haga para que me lo metas?. No debió nunca pronunciar tales palabras. Jajajaja, mira en lo que te has convertido, no sé si tienes cabrón o no, pero se ve que no te sabe llenar, se tomó la verga con una mano y le dijo, quieres esto, mi mujer le dijo sí, que no lo entiendes, ya métemela. Muy bien, sabes estás chiquita, esto debe entrarte hasta el fondo, te va a doler porque sinceramente no creo que mi verga entre completamente en tu puchita. Quiero una silla para cogerte. Una silla, para qué? Estás loco. Saliendo de los vestidores al costado derecho hay una, tráela. No, dijiste que harías lo que fuera, eso no. Muy bien. Entonces camino hasta ella, la tomo de las nalgas y la levanto en vilo, se la acerco y lentamente la fue bajando, le dijo, abrázame con una mano y con la otra metete mi verga. Ella obedeció y le dijo ya está en la entrada, él la fue bajando poco a poco, mi mujer al sentir al animal aquel solo puso los ojos como platos y luego los cerró apretándolos. Que estrecho tienes tu panocha, que rico se siente, se nota que no éstas muy usada. Mi mujer sólo pudo asentir con la cabeza por el dolor que sentía por el invasor aquel que se abría paso por su vagina.
El hombre aquel continuo bajando a mi mujer hasta que juzgo que era suficiente y, notando la expresión de mi prometida le advirtió, ahora sí agárrate con lo que tengas, luego con fuerza la levanto y comenzó el juego de meter y saca, hasta que sintió que escurrían los jugos de mi mujer por sus huevos y ya gimiendo y pidiendo más y con más fuerza, entonces se la saco y la coloco en el suelo. Porque me lo sacas, mételo otra vez, quiero más, y el hombre le dijo es que ya me canse, necesito la silla. No, otra vez no. Es la única cosa que hará que te la vuelva a meter. Mi mujer comprendió que si quería continuar con la cogida tendría que acceder. Definitivamente era más su calentura que su cordura, así que se encaminó a la puerta de acceso de los probadores, y trato de divisar si había gente asomando sólo la cabeza, viendo que no, trato de localizar la silla, encontrándola como dijo el albañil a un costado de la entrada solo que no bastaba con estirar la mano, forzosamente tendría que salir para tomarla. Se armó de valor, valor que le salía de la vagina que le ordenaba introducir de nueva cuenta aquel monstruo dentro de ella, así que camino lo más rápido que pudo y tomó la silla la cargo y se introdujo de nueva cuenta con el desconocido.
Cuando caminaba cargando la silla se sorprendió de lo que ya excitada la gente podía hacer, eran las 9:40 a.m. en una tienda de ropa y aunque fueran tres metros se exhibió desnuda. Cuando llegó con el albañil este dijo vaya que tus ganas son muchas, le arrebató la silla y continuo, las mías también dijo, ahí en el pasillo, en medio de los probadores colocó la silla se sentó y le dijo ven, mi mujer se acercó y entonces le indico tocándose las piernas, mi mujer entendió que debía sentarse encima, pero cuando iba a hacerlo él le dijo, no, abrió las piernas dejando un espacio en la silla y le dijo párate ahí, ella no entendió pero obedeció, entonces le tomo un pierna y le dijo que la colocara en unos de sus hombros, señalándole que la otra iba del otro lado, mi mujer hizo lo que le pedía y al momento de colocar ambas piernas en los hombros del albañil entendió de que se trataba, solo alcanzo a escuchar apoya tus manos en los vestidores para que no te caigas y comenzó a chupar su clítoris de nueva cuenta, mi mujer no atinaba más que a gemir como loca.
Al entrar a la tienda se dio una vuelta por todo el local (los tres pisos), buscando divisar al albañil pero no tuvo suerte, así que se dirigió al departamento de damas. Buscó aquellos trajes de baño que en su vida se atrevería a usar, los más chiquitos, los más sugestivos, los que menos dejarán a la imaginación ya sea por la poca tela con la que estaban hechos o por que la tela se pegara tanto al cuerpo que aún sin mojarse mostrar sus pezones o inclusive su rajita, a final de cuentas en el baño matutino había tenido el cuidado de depilarse completamente su pubis por lo que no había problema de que algún vellito se asomara fuera de su lugar.
En eso una de las amigas de mi mujer le preguntó que para que quería hacer eso que cuál era el fin, mi mujer le contestó que era porque quería verse al espejo e imaginarse estar en la playa o en la alberca a la vista de todos, sentir el morbo porque al ser la primera vez que se sentía así, pensó inocentemente que al descargar toda esa energía en esas fantasías podría bajársele la calentura.
Volviendo a su relato, dice que encontró tres que le llenaron el ojo (quien sabe porque dijo ya no encontró el modelo que se había probado un día anterior), uno negro con abertura en escote en V tanto en el frente como en la espalda que terminaba dice en un coqueto calzón y que, de no haberse depilado seguramente habrían mostrado bastante de sus vellos púbicos pues terminaba a dos dedos del inicio de su puchita. Otro color verde fosforescente, que era de dos piezas, la parte superior era sin tirantes, pero apostaba a que dejaría ver marcado en su tela sus pezones. La parte de abajo era más chica de lo normal, así que se imaginó que también mostraría lo que deseaba.
El último era otra vez blanco, pero una talla más chica que le gusto tanto que aún con esa condición quiso probárselo, imaginando como le juntarían las tetas y como según ella podría volver loco al que la viera.
Con ellos en mano se encamino al vestidor topándose con la chica de la que un día antes había sido testigo del soberano cogidón que le dieron, y no pudo evitar sentir caliente la entrepierna Ahí pudo ver en su uniforme que llevaba un distintivo con su nombre, se llamaba Amelia. Buenos días, es la primera clienta del día, me parece que ya la había visto. Si de hecho ayer vine y me lleve algunos conjuntos, además de una muy buena imagen de su tienda, pero como no termine de ver quise regresar hoy para continuar buscando. De antemano le doy una disculpa porque con la remodelación hay mucho polvo y ruido dijo la vendedora, y mi mujer remató diciendo y tampoco mucha privacidad verdad?. La muchacha solo sonrió. Esas son las prendas que se va a probar, si contestó mi mujer. Muy bien, pase a los probadores, por cierto me ausentaré del departamento unos momentos ya que tendremos una reunión, pero no me tardo. No se preocupe, en caso de que cuando salga no este, seguiré buscando ropa que probarme o si me decido por alguna pagaré directamente en la caja, claro dando su nombre para la comisión. Muchas gracias, dio media vuelta y se fue.
Mi mujer se enfiló a los vestidores que casualmente olían a desodorante ambiental, no como ayer que gedían a sexo. Iba a meterse al mismo probador en el que estaba un día anterior pero algo hizo que escogiera aquel en el que estaban la vendedora y el albañil. Comenzó a desnudarse poco a poco, como queriendo que el tiempo pasara lentamente y no dejando de verse al espejo, desde ahí comenzó a fantasear estar frente a desconocidos, extraños que la desearan. Al verse desnuda recordó como habíamos cogido aquella vez en la cochera de mi casa, aún de noche y con luces apagadas, ella desnuda y con la adrenalina al tope ya que cualquiera que caminara por la acera podría escucharnos o incluso vernos, se comenzó a preguntar cómo era que esto le excitaba, que no se reconocía y que no era ella, pero a estas alturas su excitación era mucha y quería verse modelando esos trajes de baño.
Inició con el verde fosforescente, se colocó el top notando de inmediato lo que ya se imaginaba que la tela permitía que se marcaran los pezones y por el color los mismos eran más que visibles, se puso el calzón dándose cuenta que efectivamente era chico para todo lo que se había puesto anteriormente , tan es así que por los costados del triángulo se podía notar parte de su pubis y pudo ver que se le marcaba su rajita elevando considerablemente su temperatura, lo cual fue suficiente para comenzar a mojarse. Se continuo viendo al espejo y se volteo para ver como se le veía la espalda, dándose cuenta que por lo chico de la prenda inferior se le metía el mismo entre las nalgas haciendo un efecto como de levantárselas, así que se encontraba a sí misma muy ofrecida.
Satisfecha se quitó ese bikini y se puso el negro. Era la primera vez que se ponía un traje de baño con un escote tan pronunciado en el frente, ya alguna vez le habían prestado uno con escote en la espalda que había usado en una albercada de amigas (según ella misma cuenta, aunque después de todo esto que le escuche contar ya no le creo). La parte inferior dejaba al descubierto la mitad de sus nalguitas y la parte superior le quedaba al dedo. Se le veía el nacimiento de sus senos y hasta más abajo del ombligo, ya que el efecto del calzón en el frente también con ese terminado en V, sugeriría el nacimiento de sus vellitos, si no se hubiera depilado. Recordó esas películas donde salen actrices y modelos con ese modelo de traje de baño, lo bien que se les veía y lo excitado que los hombres no perdía detalles de sus movimientos. De igual forma pensó en que así la verían a ella aunque tuvo que admitir que definitivamente este modelo debería ser usado por las damas dotadas de bastante pechonalidad, que se les detuvieran solas y pudieran lucir.
Como comenté, una vez que se vio completa y hubo dado varias vueltas, se lo quito y se puso el blanco. El efecto fue inmediato. El top como ya había comentado era más chico así que le apretaba sus senos y por esto mismo se las juntaba dando el efecto precisamente de tener abundante pecho, además de que al ser de media copa daba la imagen de que sus areolas en cualquier momento asomarían, además del marcado de pezones mismos que por el color del traje de baño se denotaban perfectamente. La parte inferior remataba en un triángulo, ya que por los costados se unía por tres tiras de tela que por más que tratara de acomodárselo bien no tapaba más allá de su rajita, y por lo mismo al igual que el fosforescente la tira trasera que unía los dos triángulos se metía completamente entre sus nalgas dejándolas completamente al desnudo.
Volteaba de un lado, volteaba del otro viéndose en el espejo, pensando en que reacción ocasionaría de deambular así, ¿la verían sexy?, ¿la verían atrevida?, ¿la verían vulgar? O de plano pensarían que estaba demasiada urgida de verga, exhibiéndose ofreciendo sus carnes al que las quisiera tomar. Estando absorta en sus pensamientos percibió algo en la rabilla del ojo, volteo pero no vio nada. Sin embargo sabía que había visto algo, así que se asomó afuera del cubículo, volteando a un lado y luego al otro y no logró ver nada, aunque recordó que un día anterior ella misma había espiado a la pareja e instintivamente salió del vestidor y se dirigió al otro en el que ella había estado, no alcanzo a entrar completamente cuando vio al mismo albañil tratando de esconderse en el rincón interior del cubículo. Dijo que se paralizó de nueva cuenta sin atinar a moverse o a emitir sonido alguno, ya que aparte de querer esconderse, el albañil tenía el pantalón en los tobillos y su miembro al aire, seguramente se la estuvo jalando viendo a mi mujer probándose los trajes de baño.
El hombre al notar la expresión de mi esposa y que no hacía nada, se levantó el pantalón, se abrocho y camino a la salida, ante la mirada aún atónita de mi mujer, solo que al igual que un día anterior volteo antes de salir y vio que mi mujer no se había movido un centímetro, así que dio media vuelta y se dirigió a ella, la tomo de la mano y la encaminó a su vestidor introduciéndose con ella y cerrando la cortina. La puso enfrente del espejo y se despegó un poco para poder admirar su figura tanto por la espalda, como su reflejo por el frente en el espejo. Entonces le dijo, me imaginé que necesitabas verga, sino para que regresaste, es más casi estoy seguro que me buscabas al entrar a la tienda, desde mi lugar pude verte y me escondí para seguirte. Vi como escogías esos trapos que no alcanzan a tapar lo que una mujer decente no enseñaría. Entonces de nueva cuenta la tomo de la mano pero ahora como si estuvieran bailando hizo que girara sobre su eje para seguir viéndola, mi esposa solo atinaba a hacer lo que el albañil quería, de nueva cuenta no sabía por qué no se iba, porque permanecía ahí a complacencia del hombre aquel, que ahora que lo tenía cerca olía a sudor combinado con una esencia de cerveza.
Entonces le dijo, ayer viste como se la metí a la piruja esa y se te antojo no, niega que querías ser tú la que tuviera adentro mi verga. Pero contigo es diferente, se ve que eres niña de familia, te me antojas para hacerte todas las cochinadas que se me ocurran.
Ante tal amenaza era para que mi mujer reaccionara, pero al contrario, solo pensaba en ese miembro entrando en Amelia y haciendo que apretara los dientes de lo grande que estaba, bien dicen que no sólo los hombres pensamos en sexo la mayor parte del día, también las mujeres solo que son menos evidentes. En fin, para entonces mi mujer no estaba mojada, prácticamente se hacia pipi de lo excitada que estaba, lo cual no pasó desapercibido por el gañan aquel, que de inmediato paso su dedo medio por encima de la prenda presionando fuertemente, al sentir mi mujer el rose en su clítoris de inmediato arqueo el cuerpo y emitió un gemido placentero. El hombre levanto el dedo, se lo llevo a la boca, lo chupo y le dijo sabe a pirujita. Tomo su mano derecha y la llevo a tocar por encima de su pantalón su verga, siente como me tienes cabrona, siente como me lo tienes duro, tengo que echarlos en algún lado, sin soltar la mano de mi mujer con la otra la acerco por la cintura y le dio un beso, que más bien parecía una acción de reconocimiento de su lengua por toda la boca de mi mujer.
El saborear esa lengua, el olor a cerveza prendió aún más a mi mujer que acto seguido y con fuerza sobo esa verga y correspondió a la caricia bucal como desesperada uniendo su lengua con la de aquel desconocido. Decidió con esas acciones abandonarse a esa sensación, rendirse ante el placer sin importar nada. El albañil se separó de su boca y le dijo: Bájame el pantalón. Y mi esposa tomo el botón y la presilla del pantalón con ambas manos y los separo, luego bajo el cierre y con las dos manos jalo el pantalón hacia abajo, liberando de inmediato el miembro aquel que la perturbaba, que le quito el sueño una noche anterior, además de que a diferencia de un día antes ahora lo tenía a centímetros de su cara. Ahora si tómalo con las dos manos y jálamela, ella obedeció sin chistar, como una esclava a merced del amo, comenzó a sobar ese palo, porque eso era un palo duro y grueso, entonces tuvo la necesidad de acercarse, de tratar de percibir su olor. A pesar de que era médico y en algunas ocasiones tuvo que examinar algunos penes por enfermedad, esto era diferente, era realmente una necesidad. Se acercó y el hombre aquel tomo su cabeza con ambas manos y realizó un movimiento de cadera logrando pegar ese miembro a la nariz y boca de mi mujer. Olía raro, se imaginaba como médico todo lo insalubre del miembro, la falta de higiene y la cantidad de bacterias que tendría (lo mismo me decía cuando en un principio que comenzamos a coger le pedía que me la mamara y se negaba), entonces así como estaba saco su lengua y comenzó a lamer aquel tronco, el hombre dijo eso putita, tu si sabes, sigue mamita.
Mi mujer aparte de descubrirse ese día exhibicionista, aficionada como no sabía a la verga, también descubrió que las palabras sucias y los olores corporales también la encendían. Continuo pasando la lengua por el tronco, paso por la cabeza y la chupo como paleta, sí, una paleta, así que se dedicó a acabarse el caramelo, pasaron unos minutos y entonces intempestivamente el hombre aquel la separo y le dijo no reinita, aun no me voy a venir, te voy a disfrutar , con fuerza y sin cuidado alguno con la mano izquierda la tomo de la mano y la jalo hacia él, le puso la mano en la parte baja de la espalda empujándola y se inclinó para lamerle el inicio de sus senos, esa parte de su pecho que no estaba cubierta por el top blanco y, con los dedos de la otra mano le tomaba el pezón izquierdo por encima de la tela y lo apretaba. Mi mujer lo tomo ahora su cabeza con las manos y la apretó contra su pecho. El albañil se liberó trabajosamente de las manos de mi mujer, se separó un poco y con la misma mano con la que apretaba su pezón tomo el top por el frente y lo jalo con fuerza, tanta que la tela tuvo que ceder y arranco el sostén.
Viendo el manjar que tenía enfrente tomo los senos de mi mujer por los lados y los junto, lamiéndoselos por completo. Mi mujer explica que en ese momento y aún que es bastante asquerosa y el sentir la saliva de aquel desconocido en sus senos, en sus pezones, más que asquearla le mantenía la temperatura arriba. Mientras que atacaba sus tetas, bajo una mano y la metió entre las tiras del lado izquierdo del calzón, tanga u lo que fuera, y también los jalo, rompiéndolos por completo de ese lado, solo que al estar aún unidos por el otro, tomo los del otro lado con ambas manos y también los trozó dejando a mi mujer completamente desnuda ante él. Fue entonces que dijo tengo ganas de tu puchita, puso sus manos en la cintura de mi mujer y la atrajo al suelo, mi mujer pensó que ya era hora y que la pondría a cabalgarlo, pero en vez de eso la sentó de frente a él pero dando la espalda a la cortina, de hecho, la cortina tocaba su espalda y después se acercó , entonces pensó que la penetraría de misionero e instintivamente comenzó a avanzar hacia dentro del cubículo acostándose al hacerlo pero este hombre la detuvo la sentó de nuevo en donde estaba anteriormente y ahora si la acostó, lo cual hizo que desde el pubis de mi mujer hasta su cabeza quedaran fuera del cubículo y solo sus piernas quedaran dentro del mismo.
Esto lo hizo ya que quería lamerle su puchita y en ese pequeño espacio no podía acostarse de frente a ella y accionar, así que ya con suficiente espacio se acostó boca abajo y coloco su cabeza en la entrada de la vagina de mi mujer y comenzó a lamerlo. Ella a pesar de que se retorcía de placer aún no se sacaba de la cabeza la cuestión de enfermedades venéreas y demás bichos hasta que la lengua áspera del albañil se concentró en su clítoris y uno de sus dedos medios comenzó a invadir su agujerito, ahí perdió la mesura, no le importo estar desnuda fuera del cubículo a la vista de quien entrara al área de los vestidores, no le importo la intensidad de los sonidos que emitía, solo importaba el placer que sentía, el hombre se dedicó a juguetear con su clítoris hasta que sintió como uno tras otro el hombre metió hasta tres dedos en su vagina sin que ella sintiera dolor alguno, al contrario, quería que le metiese el puño si era posible. Entonces sintió como sin sacar los dedos de su vagina, la lengua del extraño recorrió su rajita y se estacionó en su ano, parecía querer penetrarlo como si fuera un objeto duro, a pesar de que su cabeza le decía que no lo permitiera, que se levantara, su vagina le ordenaba quedarse, no moverse y disfrutar, entonces sintió como le mojaba cada vez más su agujero posterior hasta que de plano el albañil le saco los dedos de la vagina y con ambas manos levanto las pernas de mi mujer tomándola de las nalgas y con la misma presión le separaba los más posible para hacer visible su ano, introduciendo hasta el fondo su lengua, mi mujer de repente sintió que perdía el sentido, estaba viendo estrellas, hasta ese momento lo más placentero que haya sentido, se dejó llevar y dice que cuando caviló se oyó riéndose y diciendo groserías.
Fue hasta entonces que el desconocido aquel se subió sobre mi mujer y puso en la entrada de su vagina su verga, solo que en vez de penetrarla solo estuvo frotando su clítoris y de inmediato volvió con los besos salvajes y pronunciados, su lengua de nueva cuenta recorriendo la boca de mi mujer, esto la calentó tanto, al grado de decirle ya, por favor, métemela. El albañil asombrado le dijo, tienes voz, que bien ahora dime qué quieres que haga, y al efecto retiró su verga del contacto con mi mujer. Métemela ya, estoy ardiendo por dentro, quiero verga, deseo que me lo metas. Sin embargo el albañil no lo hacía, mi mujer reviró, ¿qué quieres que haga para que me lo metas?. No debió nunca pronunciar tales palabras. Jajajaja, mira en lo que te has convertido, no sé si tienes cabrón o no, pero se ve que no te sabe llenar, se tomó la verga con una mano y le dijo, quieres esto, mi mujer le dijo sí, que no lo entiendes, ya métemela. Muy bien, sabes estás chiquita, esto debe entrarte hasta el fondo, te va a doler porque sinceramente no creo que mi verga entre completamente en tu puchita. Quiero una silla para cogerte. Una silla, para qué? Estás loco. Saliendo de los vestidores al costado derecho hay una, tráela. No, dijiste que harías lo que fuera, eso no. Muy bien. Entonces camino hasta ella, la tomo de las nalgas y la levanto en vilo, se la acerco y lentamente la fue bajando, le dijo, abrázame con una mano y con la otra metete mi verga. Ella obedeció y le dijo ya está en la entrada, él la fue bajando poco a poco, mi mujer al sentir al animal aquel solo puso los ojos como platos y luego los cerró apretándolos. Que estrecho tienes tu panocha, que rico se siente, se nota que no éstas muy usada. Mi mujer sólo pudo asentir con la cabeza por el dolor que sentía por el invasor aquel que se abría paso por su vagina.
El hombre aquel continuo bajando a mi mujer hasta que juzgo que era suficiente y, notando la expresión de mi prometida le advirtió, ahora sí agárrate con lo que tengas, luego con fuerza la levanto y comenzó el juego de meter y saca, hasta que sintió que escurrían los jugos de mi mujer por sus huevos y ya gimiendo y pidiendo más y con más fuerza, entonces se la saco y la coloco en el suelo. Porque me lo sacas, mételo otra vez, quiero más, y el hombre le dijo es que ya me canse, necesito la silla. No, otra vez no. Es la única cosa que hará que te la vuelva a meter. Mi mujer comprendió que si quería continuar con la cogida tendría que acceder. Definitivamente era más su calentura que su cordura, así que se encaminó a la puerta de acceso de los probadores, y trato de divisar si había gente asomando sólo la cabeza, viendo que no, trato de localizar la silla, encontrándola como dijo el albañil a un costado de la entrada solo que no bastaba con estirar la mano, forzosamente tendría que salir para tomarla. Se armó de valor, valor que le salía de la vagina que le ordenaba introducir de nueva cuenta aquel monstruo dentro de ella, así que camino lo más rápido que pudo y tomó la silla la cargo y se introdujo de nueva cuenta con el desconocido.
Cuando caminaba cargando la silla se sorprendió de lo que ya excitada la gente podía hacer, eran las 9:40 a.m. en una tienda de ropa y aunque fueran tres metros se exhibió desnuda. Cuando llegó con el albañil este dijo vaya que tus ganas son muchas, le arrebató la silla y continuo, las mías también dijo, ahí en el pasillo, en medio de los probadores colocó la silla se sentó y le dijo ven, mi mujer se acercó y entonces le indico tocándose las piernas, mi mujer entendió que debía sentarse encima, pero cuando iba a hacerlo él le dijo, no, abrió las piernas dejando un espacio en la silla y le dijo párate ahí, ella no entendió pero obedeció, entonces le tomo un pierna y le dijo que la colocara en unos de sus hombros, señalándole que la otra iba del otro lado, mi mujer hizo lo que le pedía y al momento de colocar ambas piernas en los hombros del albañil entendió de que se trataba, solo alcanzo a escuchar apoya tus manos en los vestidores para que no te caigas y comenzó a chupar su clítoris de nueva cuenta, mi mujer no atinaba más que a gemir como loca.
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