Mi mujer y Parras 2
por
Shiryu
género
exhibicionismo
La verdad más enojado que otra cosa me dirigí a la puerta para abrirla, y siendo honesto no me imaginaba quien pudiera ser a esas horas, salí al jardín y camine al portón, como ya había mencionado no había manera ni de ver hacia afuera o de afuera hacia adentro, por lo que me vi en la necesidad de preguntar antes de abrir, ¿quién es?, hola Soy Liz (lógicamente no es su nombre real), menuda sorpresa, Liz era una amiga de mi esposa bastante buena, y a la cual la verdad su culo siempre me ha dejado babeando. Liz es una chica de cuerpo muy parecido a mi mujer, de hecho podrían pasar por hermanas sin ningún problema, con la diferencia de que de ponerlas a ambas de perfil el de Liz es más prominente. Abrí el portón y metió su carro. Bajo y por mi cara de sorpresa adivinó que me preguntaba que hacía ella ahí, y me dijo, déjame adivino no te comentó nada de que me había invitado, le dije que no, despistada, que estaría haciendo o que le estarías haciendo (soltó una risita sarcástica) para que se haya olvidado, yo solo pensé si supieras el show que mi mujer está dando, en eso recordé la forma en la que mi mujer estaba vestida y quise apresurarme para avisarle y que se cambiara, pero Liz me pidió que le ayudara con su maleta y ya no pude pues se adelantó diciendo que bonita esta la casa, cuando entro a la casa solo escuche un grito y un ¡babosa! De que se trata, pareces una puta…., esperaba escuchar más cuando mi esposa tomo de la mano a Liz y se la llevó a la recamara donde estuvieron como una hora.
Lleve la maleta a uno de los cuartos y la puse arriba de la cama. Me puse a ver la tv y estas damas no salían, cerca de la hora me dirigía a la cocina cuando volvió a sonar el timbre, así que de nueva cuenta molesto, y sobre todo por la hora que era me encamine a la puerta de la casa echando madres, cuando escuche ¡ no mi vida, nosotras vamos!, y las vi bajar por la escalera, ¡Liz también vestía girones de la cortina! (Mi mujer me dijo después que Liz siempre ha sido su confidente y que era tanto lo que le contaba de nuestras aventuras que llegó un momento que le dijo que se le antojaría que le pasara algo así, y tomando en cuenta que tenía rato sin novio y lógicamente sin sexo, pues decía mi mujer, se chorreaba de todo lo que le contaba que hacíamos).
Las seguí hasta el portón en ese momento embobado por ese par de traseros moviéndose en tan diminutas prendas que no cavile en que íbamos a la puerta y sin preguntar mi mujer lo abrió, y aparecieron los tres muchachos que estaban en el expendio, muchachos, pensé que ya no iban a venir, como crees, solo que no conseguíamos carro, y para que lo necesitan si aquí vamos a estar.
De repente cayeron en cuenta de que estaba ahí, por lo que me voltearon a ver y solo Pablo, (el más alto y fornido) atinó a saludar, buenas noches, a lo que respondí con igual cortesía pero en el momento en que estaba por preguntar que hacían allí mi esposa comento, mira mi cielo los muchachos vienen a hacernos compañía por un rato, espero no te molestes por haberlos invitado. La verdad ya sabía a donde iba ésta asunto y que me tocaba pagar los comentarios pendejos de en la tarde y el haberla retado a salir a la calle como estaba vestida, pero me provocaba curiosidad dos cosas, una ver hasta donde llegaba mi mujer ya que no estaba dispuesto a marcar yo el límite, ella se estaba metiendo en esto, ella decidía hasta donde, la otra ver que iba a hacer Liz, y si se me hacia por lo menos verla desnuda (aunque poco le faltaba, como ya había comentado la tela era delgada y denotaba el contorno de su ropa interior).
Entramos a la casa y de inmediato destapamos unas cervezas y comenzaron a platicar, que si eran estudihambres, que si estudiaban en Saltillo, etc., pero yo no le quitaba los ojos de encima a las damas.
Lo que si pude darme bien cuenta es que Liz no era muy buena con las cervezas, pues aunque no participaba en la plática, solo se reía, se acabaron los dos six de volada y uno de los muchachos (después supe que se llamaba Juan Antonio), saco de su mochila una botella de vodka y un litro de jugo de naranja y empezaron a combinarlos. La reunión con esos ingredientes subió de tono, hasta que sucedió lo que tenía que suceder. Juan Antonio que estaba sentado a un lado de Liz puso su mano en sus piernas cruzadas y la tomó por sorpresa porque la quito de inmediato, mi esposa que se dio cuenta se paró y dijo ya me dieron ganas de bailar, alguien que ponga música, Armando que era el otro joven puso música en su celular y mi esposa comenzó a bailar muy sugerentemente, Juan Antonio abandonó su lugar y se puso a bailar con ella, hasta que la tomo por la cintura y la repego a su cuerpo, mi esposa se colgó de su cuello y siguió moviéndose. Por la calentura, las copas y el ambiente, rápidamente comenzaron a besarse, y ni tardo ni perezoso puso sus manos en las nalgas de mi mujer. Cuando con sus dedos comenzó a levantar poco a poco la falda/taparrabo que traía puesto, Pablo se paró como resorte y dijo en voz alta quieto Juan, esto es para todos, Armando también se paró y dijo epa, yo también quiero, comenzaron a discutir quien debía ser primero y vi en la cara de mi mujer un dejo de molestia, pensé, está a punto de mandarlos a la chingada y nada va a pasar, voltee a ver a Liz y estaba como que medio asustada, pensé esta también ya no quiere nada (si es que alguna vez quiso).
Me pare y dije tranquilos, hay que ponerse de acuerdo, pero creo que antes deberían ver bien que es lo que se quieren comer, camine con mi esposa y le dije al oído, ¿esto es lo que quieres?, me dijo tú que crees, la voltee de espaldas a ellos y metí mi mano derecha debajo de su falda para meter dos dedos en su vagina y constatar que estaba mojadísima, le dije ok, pero no te voy a proteger, esto llegará hasta donde ellos quieran, me vio a los ojos, deslizó uno de sus brazos por mi nuca y me acerco a su boca dándome un beso apasionadísimo. Nos separamos cuando escuchamos bullas y rechiflas, entonces les dije a ver comienza la pasarela, le dije a mi mujer camina como lo hiciste hoy pero pasa por delante de ellos, cuando lo comenzó a hacer la atmosfera como que se electrizo y todos (incluyendo a Liz) desde ese momento no le quitaron la vista de encima.
Cuando ya había dado varias vueltas, le dije a Liz sigues tú, pero como que estaba atornillada a la silla y dijo, no, yo solo veo, bueno dije está bien (claro que mi intención no era esa).
Entonces le dije a los jóvenes, traigan la mesita que está en la cocina, la trajeron y la colocaron frente a mi mujer, le dije mi vida ahora súbete a la mesa, cuando lo hizo (y creo que con toda intención), no tuvo ningún recato y al apoyar la primera pierna la falda se le subió dejando ver lo suficiente de esa panochita húmeda con solo unos cuantos vellitos en su monte de venus, volteo a verme y entendí que quería que le ayudara a subir, así que lo hice, luego ya con la mirada de lujuria de todos concentradas en su falda (que ya había acomodado) le dije mi vida voltéate y danos la espalda, ahora, acercándome y dándole una mano para que se apoyara, empínate lo más que puedas, así lo hizo pero sin separar las piernas, lo que dejo ver el nacimiento de sus nalgas y muy poco de la entrada en su vagina, los muchachos ya estaban sobándose las vergas por encima del pantalón, a lo que les dije, que ingratos como sufren, háganlo bien, sáquenlos del pantalón, sirve que mi mujer ve la mercancía, ellos de inmediato se bajaron el pantalón y los calzones, dejando ver sus vergas. Juan Antonio la tenía delgada pero larga, Armando un poco más gruesa pero no tan grande, y Pablo era el del premio mayor porque estaba bastante gruesa y grande, a lo mejor de unos 28 centímetros.
Cuando mi mujer vio eso dejo escapar un gemido casi imperceptible, pero que yo al estar cerca si escuche, el ver la reacción de mi mujer voltee a ver a Liz y ya no estaba sentada tan recatadamente, tenía las piernas separadas por lo que pude vislumbrar el triangulito blanco de su tanga. Lógicamente yo también estaba con la verga paradísima, pero opte por no sacármela para no humillarme junto a la de Pablo.
Le dije a mi esposa, bueno ya viste lo que te puedes comer, pero tú también te lo tienes que ganar, así que a trabajar pirujilla, vuelve a empinarte mi vida pero ahora si abre las piernas, mi vida, ¿quieres que ya enseñe todo?, le dije la que no enseña no vende, así lo hizo y como era de esperarse la falda subió dejando ver las nalgas de mi mujer así como su vagina, me coloque delante de ella y le dije, te ayudo, apóyate en mí, ella inocentemente se apoyó, entonces busque los seguritos con los que estaba sujeta la falda, los solté dejando a mi mujer solo con el top, ¿Qué hiciste?, que vergüenza, dijo sarcásticamente, me acerque más a ella de tal manera que su torso se apoyara en mi hombro y le dije al oído, mi vida separa tus labios vaginales para que te vean lo rosadito que está ahí dentro, ella dijo malvado, pero lo hizo, en un movimiento rápido deslice mis brazos hasta alcanzar su trasero y con mis manos le separe las nalgas dejando al aire su delicioso ano, esto prendió tanto a los muchachos que ya estaban estirándole el pescuezo a sus penes, que Armando termino sin aviso, dejándose caer en la silla a un lado de Liz.
Mi mujer se enderezo, volteo para darles el frente y comenzó a deshacer el nudo que mantenía firme el top y lo dejo caer poco a poco dejando libres sus senos, es decir ya estaba completamente desnuda ante unos desconocidos y su mejor amiga.
Le dije muy bien mi vida, ahora siéntate en la mesa, la cual era de como una salita porque no era muy alta 60 o 70 centímetros, entonces les dije a Pablo y Juan Antonio que se acercaran, ellos lo hicieron sin dejar de jalársela, entonces le dije mi vida ayúdales, ay, una para cada lado, así que con una verga en cada mano comenzó un movimiento de subir y bajar el pellejito. Que duras están, dijo mi mujer, se siente riquísimo. Ellos de inmediato pusieron cara de satisfacción. En eso se acercó Armando como celoso por no estar invitado, pero como todavía lo tenía flácido mi mujer le dijo acércate, se metió en medio de los otros dos (en ningún momento mi mujer dejo de tocar las otras vergas), y le dijo acércamela, el así lo hizo, la tomo con su mano y la acerco a la cara de mi mujer la que de inmediato tomo, lamió la punta con su boca, lo cual rápidamente hizo que medio reaccionara y se levantara sola poco a poco, cuando ya acordamos ya Armando no la sostenía con su mano pues ya estaba lo suficientemente dura para mantenerse firme.
Mi mujer ya podía con eso metérsela en la boca.
De repente Armando tomo la cabeza de mi mujer y comenzó a embestirla, como si se la estuviera cogiendo por la boca, mi esposa sólo atinaba a tratar de gemir, pero éste se ahogaba por el intruso que obstruía su salida. Fue hasta ese momento que me acorde de Liz, voltee a verla y ya estaba con los ojos entreabiertos tocándose los senos por encima del top, me moví despacio y moví una silla y me senté detrás, me acerque a su cuello y le di un beso, ella se sorprendió pero por lo caliente que estaba no me quito y siguió tocándose. Para entonces, éstos cabrones ya tenían a mi mujer en cuatro patas sobre la mesita, mientras se la mamaba ( o eso intentaba ) a Pablo, Armando estaba sobándole las tetas y Juan Antonio estaba dándole lengua a su clítoris y a su ano, motivos por los que mi mujer gemía ahogadamente. Esta escena me ayudo a comenzar a manosear a Liz, le pase mis manos a sus senos sustituyendo las suyas, por lo que de inmediato las dirigió a su entrepierna, tuvo que abrir las piernas y la falda se elevó dejando ver la tanguita blanca que para mi sorpresa era una que yo le había regalado a mi mujer, e introdujo una de ellas perdiéndose en ese triangulito blanco.
Ahí fue cuando entendí que ya no daría marcha atrás, así que desabroche el top dejándolo caer al suelo, dejando ver un sostén straples, el cual decidí de forma inmediata también desabrochar antes de que de alguna forma reaccionara, poniendo sus tetas al aire, sus pezones eran de tamaño regular, entonces comencé a amasarlas y apretarlas, no deje de darle besitos en el cuello recorriendo hasta sus hombros, fue ahí que pude arrancarle su primer gemido, entonces hice que se levantara y, haciendo a un lado su silla la puse frente a mí e importándome madres todo jale con todas mis fuerzas la falda, deslizándose hasta las rodillas, de igual forma y casi de inmediato tome los hilos de la tanga por su cadera y también la deslice, a mitad de camino ella quiso reaccionar y detener mi mano, pero ya había cumplido mi cometido, por primera vez tuve ante mí su panochita completamente depilada y que medio brillaba por los jugos que ya había soltado. Cuando quise terminar la faena y sacarle las prendas, ella ya no se dejó, pero en ese instante escuchamos un grito de placer,… ¡Así! mmmgggmmmm ¡Así papito, así! Mmmggggmmm!... era mi mujer que se acababa de meter la punta de la verga de Pablo, quien estaba acostado en la mesita y mi mujer sentándose en su verga. Instintivamente Liz llevo dos dedos a su vagina, tocándose su clítoris, entonces aproveche para bajarle bien la falda y la tanga y dejarla completamente desnuda a mi merced. Le separe un paso las piernas, acerque mi boca a su entrepierna y comencé a lamerle su clítoris, ella casi de inmediato llevo sus manos a mi nuca acercándola a su pubis, de vez en cuando le metía un dedo en su vagina, lo cual dio resultado ya que en menos de dos minutos se comenzó a contorsionar en señal del primer orgasmo, cuando éste llego sus piernas fallaron y se dejó caer sentada en mis piernas.
Lleve la maleta a uno de los cuartos y la puse arriba de la cama. Me puse a ver la tv y estas damas no salían, cerca de la hora me dirigía a la cocina cuando volvió a sonar el timbre, así que de nueva cuenta molesto, y sobre todo por la hora que era me encamine a la puerta de la casa echando madres, cuando escuche ¡ no mi vida, nosotras vamos!, y las vi bajar por la escalera, ¡Liz también vestía girones de la cortina! (Mi mujer me dijo después que Liz siempre ha sido su confidente y que era tanto lo que le contaba de nuestras aventuras que llegó un momento que le dijo que se le antojaría que le pasara algo así, y tomando en cuenta que tenía rato sin novio y lógicamente sin sexo, pues decía mi mujer, se chorreaba de todo lo que le contaba que hacíamos).
Las seguí hasta el portón en ese momento embobado por ese par de traseros moviéndose en tan diminutas prendas que no cavile en que íbamos a la puerta y sin preguntar mi mujer lo abrió, y aparecieron los tres muchachos que estaban en el expendio, muchachos, pensé que ya no iban a venir, como crees, solo que no conseguíamos carro, y para que lo necesitan si aquí vamos a estar.
De repente cayeron en cuenta de que estaba ahí, por lo que me voltearon a ver y solo Pablo, (el más alto y fornido) atinó a saludar, buenas noches, a lo que respondí con igual cortesía pero en el momento en que estaba por preguntar que hacían allí mi esposa comento, mira mi cielo los muchachos vienen a hacernos compañía por un rato, espero no te molestes por haberlos invitado. La verdad ya sabía a donde iba ésta asunto y que me tocaba pagar los comentarios pendejos de en la tarde y el haberla retado a salir a la calle como estaba vestida, pero me provocaba curiosidad dos cosas, una ver hasta donde llegaba mi mujer ya que no estaba dispuesto a marcar yo el límite, ella se estaba metiendo en esto, ella decidía hasta donde, la otra ver que iba a hacer Liz, y si se me hacia por lo menos verla desnuda (aunque poco le faltaba, como ya había comentado la tela era delgada y denotaba el contorno de su ropa interior).
Entramos a la casa y de inmediato destapamos unas cervezas y comenzaron a platicar, que si eran estudihambres, que si estudiaban en Saltillo, etc., pero yo no le quitaba los ojos de encima a las damas.
Lo que si pude darme bien cuenta es que Liz no era muy buena con las cervezas, pues aunque no participaba en la plática, solo se reía, se acabaron los dos six de volada y uno de los muchachos (después supe que se llamaba Juan Antonio), saco de su mochila una botella de vodka y un litro de jugo de naranja y empezaron a combinarlos. La reunión con esos ingredientes subió de tono, hasta que sucedió lo que tenía que suceder. Juan Antonio que estaba sentado a un lado de Liz puso su mano en sus piernas cruzadas y la tomó por sorpresa porque la quito de inmediato, mi esposa que se dio cuenta se paró y dijo ya me dieron ganas de bailar, alguien que ponga música, Armando que era el otro joven puso música en su celular y mi esposa comenzó a bailar muy sugerentemente, Juan Antonio abandonó su lugar y se puso a bailar con ella, hasta que la tomo por la cintura y la repego a su cuerpo, mi esposa se colgó de su cuello y siguió moviéndose. Por la calentura, las copas y el ambiente, rápidamente comenzaron a besarse, y ni tardo ni perezoso puso sus manos en las nalgas de mi mujer. Cuando con sus dedos comenzó a levantar poco a poco la falda/taparrabo que traía puesto, Pablo se paró como resorte y dijo en voz alta quieto Juan, esto es para todos, Armando también se paró y dijo epa, yo también quiero, comenzaron a discutir quien debía ser primero y vi en la cara de mi mujer un dejo de molestia, pensé, está a punto de mandarlos a la chingada y nada va a pasar, voltee a ver a Liz y estaba como que medio asustada, pensé esta también ya no quiere nada (si es que alguna vez quiso).
Me pare y dije tranquilos, hay que ponerse de acuerdo, pero creo que antes deberían ver bien que es lo que se quieren comer, camine con mi esposa y le dije al oído, ¿esto es lo que quieres?, me dijo tú que crees, la voltee de espaldas a ellos y metí mi mano derecha debajo de su falda para meter dos dedos en su vagina y constatar que estaba mojadísima, le dije ok, pero no te voy a proteger, esto llegará hasta donde ellos quieran, me vio a los ojos, deslizó uno de sus brazos por mi nuca y me acerco a su boca dándome un beso apasionadísimo. Nos separamos cuando escuchamos bullas y rechiflas, entonces les dije a ver comienza la pasarela, le dije a mi mujer camina como lo hiciste hoy pero pasa por delante de ellos, cuando lo comenzó a hacer la atmosfera como que se electrizo y todos (incluyendo a Liz) desde ese momento no le quitaron la vista de encima.
Cuando ya había dado varias vueltas, le dije a Liz sigues tú, pero como que estaba atornillada a la silla y dijo, no, yo solo veo, bueno dije está bien (claro que mi intención no era esa).
Entonces le dije a los jóvenes, traigan la mesita que está en la cocina, la trajeron y la colocaron frente a mi mujer, le dije mi vida ahora súbete a la mesa, cuando lo hizo (y creo que con toda intención), no tuvo ningún recato y al apoyar la primera pierna la falda se le subió dejando ver lo suficiente de esa panochita húmeda con solo unos cuantos vellitos en su monte de venus, volteo a verme y entendí que quería que le ayudara a subir, así que lo hice, luego ya con la mirada de lujuria de todos concentradas en su falda (que ya había acomodado) le dije mi vida voltéate y danos la espalda, ahora, acercándome y dándole una mano para que se apoyara, empínate lo más que puedas, así lo hizo pero sin separar las piernas, lo que dejo ver el nacimiento de sus nalgas y muy poco de la entrada en su vagina, los muchachos ya estaban sobándose las vergas por encima del pantalón, a lo que les dije, que ingratos como sufren, háganlo bien, sáquenlos del pantalón, sirve que mi mujer ve la mercancía, ellos de inmediato se bajaron el pantalón y los calzones, dejando ver sus vergas. Juan Antonio la tenía delgada pero larga, Armando un poco más gruesa pero no tan grande, y Pablo era el del premio mayor porque estaba bastante gruesa y grande, a lo mejor de unos 28 centímetros.
Cuando mi mujer vio eso dejo escapar un gemido casi imperceptible, pero que yo al estar cerca si escuche, el ver la reacción de mi mujer voltee a ver a Liz y ya no estaba sentada tan recatadamente, tenía las piernas separadas por lo que pude vislumbrar el triangulito blanco de su tanga. Lógicamente yo también estaba con la verga paradísima, pero opte por no sacármela para no humillarme junto a la de Pablo.
Le dije a mi esposa, bueno ya viste lo que te puedes comer, pero tú también te lo tienes que ganar, así que a trabajar pirujilla, vuelve a empinarte mi vida pero ahora si abre las piernas, mi vida, ¿quieres que ya enseñe todo?, le dije la que no enseña no vende, así lo hizo y como era de esperarse la falda subió dejando ver las nalgas de mi mujer así como su vagina, me coloque delante de ella y le dije, te ayudo, apóyate en mí, ella inocentemente se apoyó, entonces busque los seguritos con los que estaba sujeta la falda, los solté dejando a mi mujer solo con el top, ¿Qué hiciste?, que vergüenza, dijo sarcásticamente, me acerque más a ella de tal manera que su torso se apoyara en mi hombro y le dije al oído, mi vida separa tus labios vaginales para que te vean lo rosadito que está ahí dentro, ella dijo malvado, pero lo hizo, en un movimiento rápido deslice mis brazos hasta alcanzar su trasero y con mis manos le separe las nalgas dejando al aire su delicioso ano, esto prendió tanto a los muchachos que ya estaban estirándole el pescuezo a sus penes, que Armando termino sin aviso, dejándose caer en la silla a un lado de Liz.
Mi mujer se enderezo, volteo para darles el frente y comenzó a deshacer el nudo que mantenía firme el top y lo dejo caer poco a poco dejando libres sus senos, es decir ya estaba completamente desnuda ante unos desconocidos y su mejor amiga.
Le dije muy bien mi vida, ahora siéntate en la mesa, la cual era de como una salita porque no era muy alta 60 o 70 centímetros, entonces les dije a Pablo y Juan Antonio que se acercaran, ellos lo hicieron sin dejar de jalársela, entonces le dije mi vida ayúdales, ay, una para cada lado, así que con una verga en cada mano comenzó un movimiento de subir y bajar el pellejito. Que duras están, dijo mi mujer, se siente riquísimo. Ellos de inmediato pusieron cara de satisfacción. En eso se acercó Armando como celoso por no estar invitado, pero como todavía lo tenía flácido mi mujer le dijo acércate, se metió en medio de los otros dos (en ningún momento mi mujer dejo de tocar las otras vergas), y le dijo acércamela, el así lo hizo, la tomo con su mano y la acerco a la cara de mi mujer la que de inmediato tomo, lamió la punta con su boca, lo cual rápidamente hizo que medio reaccionara y se levantara sola poco a poco, cuando ya acordamos ya Armando no la sostenía con su mano pues ya estaba lo suficientemente dura para mantenerse firme.
Mi mujer ya podía con eso metérsela en la boca.
De repente Armando tomo la cabeza de mi mujer y comenzó a embestirla, como si se la estuviera cogiendo por la boca, mi esposa sólo atinaba a tratar de gemir, pero éste se ahogaba por el intruso que obstruía su salida. Fue hasta ese momento que me acorde de Liz, voltee a verla y ya estaba con los ojos entreabiertos tocándose los senos por encima del top, me moví despacio y moví una silla y me senté detrás, me acerque a su cuello y le di un beso, ella se sorprendió pero por lo caliente que estaba no me quito y siguió tocándose. Para entonces, éstos cabrones ya tenían a mi mujer en cuatro patas sobre la mesita, mientras se la mamaba ( o eso intentaba ) a Pablo, Armando estaba sobándole las tetas y Juan Antonio estaba dándole lengua a su clítoris y a su ano, motivos por los que mi mujer gemía ahogadamente. Esta escena me ayudo a comenzar a manosear a Liz, le pase mis manos a sus senos sustituyendo las suyas, por lo que de inmediato las dirigió a su entrepierna, tuvo que abrir las piernas y la falda se elevó dejando ver la tanguita blanca que para mi sorpresa era una que yo le había regalado a mi mujer, e introdujo una de ellas perdiéndose en ese triangulito blanco.
Ahí fue cuando entendí que ya no daría marcha atrás, así que desabroche el top dejándolo caer al suelo, dejando ver un sostén straples, el cual decidí de forma inmediata también desabrochar antes de que de alguna forma reaccionara, poniendo sus tetas al aire, sus pezones eran de tamaño regular, entonces comencé a amasarlas y apretarlas, no deje de darle besitos en el cuello recorriendo hasta sus hombros, fue ahí que pude arrancarle su primer gemido, entonces hice que se levantara y, haciendo a un lado su silla la puse frente a mí e importándome madres todo jale con todas mis fuerzas la falda, deslizándose hasta las rodillas, de igual forma y casi de inmediato tome los hilos de la tanga por su cadera y también la deslice, a mitad de camino ella quiso reaccionar y detener mi mano, pero ya había cumplido mi cometido, por primera vez tuve ante mí su panochita completamente depilada y que medio brillaba por los jugos que ya había soltado. Cuando quise terminar la faena y sacarle las prendas, ella ya no se dejó, pero en ese instante escuchamos un grito de placer,… ¡Así! mmmgggmmmm ¡Así papito, así! Mmmggggmmm!... era mi mujer que se acababa de meter la punta de la verga de Pablo, quien estaba acostado en la mesita y mi mujer sentándose en su verga. Instintivamente Liz llevo dos dedos a su vagina, tocándose su clítoris, entonces aproveche para bajarle bien la falda y la tanga y dejarla completamente desnuda a mi merced. Le separe un paso las piernas, acerque mi boca a su entrepierna y comencé a lamerle su clítoris, ella casi de inmediato llevo sus manos a mi nuca acercándola a su pubis, de vez en cuando le metía un dedo en su vagina, lo cual dio resultado ya que en menos de dos minutos se comenzó a contorsionar en señal del primer orgasmo, cuando éste llego sus piernas fallaron y se dejó caer sentada en mis piernas.
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